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SEK – EL CASTILLO
ENSAYO TdC
BACHILLERATO INTERNACIONAL
IVÁN DÍAZ GONZÁLEZ
“Es más importante descubrir nuevas formas de pensar sobre lo que ya sabemos que descubrir nuevos datos o hechos”. ¿En qué medida está de acuerdo con esta afirmación?
Esta sentencia esboza una diatriba entre el inmovilismo hacia el progreso y los visionarios que
hacen avanzar una sociedad. Nuevas formas de pensar significan un avance hacia las fronteras
del conocimiento humano. Buscar nuevos hechos o datos no hace sino reafirmar conceptos y
conocimientos ya establecidos. Sólo a través de la innovación en las ideas, a través de nuevas
formas de pensar mediante la percepción sensorial, el uso de la razón o la emoción, se pueden
llegar a conocer nuevas realidades. Analizaremos en este ensayo las razones que justifican esta
afirmación, haciendo referencia a dos áreas de conocimiento: las ciencias naturales y la ética.
Nuevos datos aplicados a una misma forma de pensar no hacen más que confirmar las
conclusiones obtenidas, ratifican categóricamente las formas de pensar ya existentes. De
manera que centrarse en descubrir nuevos datos o hechos produce un estancamiento ya que
aunque no sea deliberadamente siempre se llegarán a las mismas conclusiones.
Muy al contrario, si se apuesta por nuevas formas de pensar, podremos ir más allá de lo
establecido, permitiendo el progreso del conocimiento. Einstein solía decir que la imaginación
es más importante que el conocimiento. En efecto, por muchos nuevos datos que recopile, o
por mucho conocimiento que acumule un ser humano, siempre llegará a conclusiones
similares si no adopta nuevas formas de pensar que le permitan acceder a soluciones
innovadoras, más creativas.
Este hecho se puede observar en muchos episodios de la naturaleza. El hombre físicamente es
incapaz de volar. Eso es una verdad irrefutable, y por muchos datos que se obtengan acerca de
la capacidad del hombre para volar, este nunca volará. Ahora bien si lo enfocamos de otra
manera, si nos ayudamos de la imaginación, si buscamos nuevas formas de pensar el hombre
puede volar si lo hace por medio de otra realidad que si sea capaz de hacerlo. Eso
probablemente llevo a los hermanos Wright a desarrollar la idea del avión o a Leonardo da
Vinci en sus planos de máquinas voladoras. De no haber apostado por nuevas ideas hoy en día
el hombre seguiría pegado al suelo.
Los grandes científicos, pensadores, filósofos, líderes apostaban por nuevas formas de pensar,
de interpretar las cosas ya existentes. Estas nuevas formas de afrontar las realidades son
sinónimo del progreso del conocimiento. Una sociedad no puede encerrarse en el
conocimiento ya establecido, sino que debe tener ansias de poner en duda, críticamente, todo
cuanto existe, investigar hasta el último extremo todo lo investigable. Solo así una sociedad
puede progresar, a través de nuevas formas de pensar y replantearse las verdades
establecidas.
Este carácter esencial de la crítica como generadora de conocimiento lo encontramos en
prácticamente todos los ámbitos del conocimiento. Así ocurre de forma evidente, por ejemplo,
en el ámbito de las ciencias naturales. No cuestionar cualquier verdad científica, negar su
carácter siempre provisional, conduce inevitablemente al estancamiento del conocimiento. En
la antigüedad, durante muchos siglos, se mantuvo la convicción de que la Tierra era plana y se
encontraba en el centro del universo. En el siglo XVI sin embargo, los que poco tiempo antes
eran considerados herejes o lunáticos, lograron demostrar que la Tierra era redonda y giraba
alrededor del Sol. Sin su cuestionamiento de la verdad establecida, sin su atrevida hipótesis,
aún seguiríamos presos de antiguas y superadas convicciones.
El ámbito científico debe gran parte de su rápida evolución en los últimos siglos a la aplicación
de métodos y procedimientos perfectamente definidos. En efecto, un método resulta
imprescindible. Ayuda a delimitar el ámbito de actuación del científico y a regular cuándo una
hipótesis debe ser admitida como verdadera, aunque sea provisionalmente. Los grandes
creadores de métodos científicos como Bacon, Galileo, Descartes y Leibniz creyeron
firmemente en el carácter infalible de sus procedimientos: basta aplicar unas sencillas reglas
metodológicas para lograr el éxito en la investigación. Sin embargo, esta confianza resultó
exagerada.
A lo largo de la historia de la ciencia se han sucedido los métodos científicos, y muchas de las
grandes revoluciones se han producido violentando las rigideces del procedimiento imperante.
Hasta tal punto es así, que Paul Feyerabend, entre otros, ha llegado a afirmar que hay que ir en
contra de la tiranía del método. Hay que otorgar mayor libertad al científico, y a la
investigación:
“La idea de un método que contenga principios científicos inalterables y absolutamente
obligatorios que rijan los asuntos científicos entra en dificultades al ser confrontada con los
resultados de la investigación histórica. No hay una sola regla metodológica que no sea
infringida en una ocasión o en otra. Llega a ser evidente que tales infracciones no ocurren
accidentalmente, que no son el resultado de un conocimiento insuficiente o de una falta de
atención que pudiera haberse evitado. Por el contrario, vemos que son necesarias para el
progreso”1
1 P.K. Feyerabend. Contra el método, pág. 15
Otro claro ejemplo del estancamiento en una materia reforzada con nuevos hechos y datos
sobre lo ya establecido es la ética. Tomemos como ejemplo el caso del aborto. Desde tiempos
ancestrales por diversos motivos el aborto ha existido y ha llegado a convertirse en una
práctica común en diversas civilizaciones. Hoy en día poseemos conocimientos
suficientemente amplios sobre el aborto, gracias a los nuevos datos proporcionados por el
avance de la tecnología, para comprender el alcance ético del aborto y todo lo que supone su
práctica.
Ahora bien por muchos datos nuevos que poseamos siempre tendremos que establecer una
escisión entre la moralidad de aceptar como correcta dicha práctica. Siempre existirá la
cuestión a dirimir, entre lo bueno y lo malo, lo éticamente correcto y lo que éticamente no se
puede aceptar. Ahí es donde surgen nuevas formas de pensar, que posibilitan que se elaboren
juicios completamente diferentes que aporten luz sobre hechos éticamente controvertidos,
nuevas maneras de afrontar un problema en el que se debe tomar una decisión.
No hay evolución en el pensamiento sin en el rechazo de los prejuicios. También los
metodológicos. La crítica, catalizadora de todo progreso y evolución del conocimiento,
constituye un redescubrimiento permanente de la verdad a partir del cuestionamiento de sus
premisas, de sus bases conceptuales, de una relectura de sus estructuras argumentales, a fin
de presentar a la conciencia una nueva manera de ver los hechos, una nueva forma de
interpretar los acontecimientos que intenta escapar a los dogmas establecidos, que pretende
iluminar otros aspectos de la realidad a la luz de nuevas intuiciones.
“Si no se peca a veces contra la razón, no se descubre nada”2
Es la crítica al que ha llevado a los científicos del proyecto Opera con el descubrimiento de los
neutrinos a plantearse que la ecuación de la relatividad de Albert Einstein, uno de los pilares
de la matemática y física moderna, pueda no ser del todo correcta. Sin crítica al analizar los
resultados obtenidos se hubieran desechado categóricamente, porque, quién va a poner en
duda al gran Einstein. ¿Cómo va poder un partícula viajar más rápido que la luz? Sin la crítica
hacia las verdades que ya se conocen y se dan por válidas, la auténtica realidad puede ser
descubierta y a su vez desechada porque rompe con lo establecido.
Partiendo desde una verdad establecida, la crítica intenta llegar a otra verdad a través del
camino de la reconstrucción y de la reinterpretación de los datos y hachos que la constituyen,
es decir a través de nuevas formas de pensar sobre lo que ya conocemos. Es importante
2 Desiderio Papp. Einstein. Historia de un espíritu, pág. 13
distinguir entre crítica destructiva, cuyo objetivo es desacreditar a una determinada idea o
concepto mediante el desmontaje de sus argumentos, y la crítica constructiva. Ésta última
realiza un proceso de desmontaje de las bases y los elementos que constituyen la verdad
argumental en cuestión, su objetivo es el fundamento de la verdad para reformular una
interpretación de la verdad dando lugar a ideas que suponen nuevas soluciones al problema
analizado.
La crítica es un acto de la razón puesto que a través del uso del intelecto la crítica intenta
desenmascarar lo que otros quieren ocultar. Para después reordenar las verdades tal y como
son en realidad con el fin de presentarlos después a una sociedad que desconoce la verdadera
realidad porque esta estaba camuflada de tal forma que la sociedad no era capaz de conocerla
en su totalidad. Por eso, la crítica puede constituirse social y políticamente en un gesto de
transgresión frente a las verdades únicas y al orden establecido.
La crítica social, intelectual y política tiene como principal y único objetivo desacreditar y
deshacer argumentalmente la estructura social encargada de elaborar las verdades aceptadas
socialmente. Haciendo hincapié en todos aquellos descubrimientos y hallazgos que por
rompedores con lo establecido, por innovadores han sido silenciados por los que no aceptan
una nueva forma de pensar.
Finalmente en respuesta a la afirmación de que es más importante descubrir nuevas formas de
pensar sobre lo que ya sabemos que descubrir nuevos datos o hechos se debe afirmar
indudablemente que es cierta. Siempre se deben apostar por nuevas formas de pensar acerca
de las verdades ya establecidas y el primer paso esta inexorablemente fundamentado en la
crítica, una crítica que pone en cuestión las verdades ya establecidas, y que fomenta la
creatividad para buscar nuevos datos que nos permitan avanzar en nuestro conocimiento. Con
la crítica nos planteamos si existe otra manera de ver las cosas, si las realidades tal cual están
establecidas podrían ser de otra forma correctas. Y esto, criticar todo cuanto existe con afán
creativo, se ha venido realizando a lo largo de toda la historia de la humanidad.
1572 palabras
BIBLIOGRAFIA
Desiderio Papp. Einstein. Historia de un espíritu, pág. 13
P.K. Feyerabend. Contra el método, pág. 15
Bunge, M. (1983). Epistemología. La Habana: Editorial de ciencias sociales.
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