Ensayos Sobre Historiografia

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ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFÍA por GERMÁN COLMENARES ~ Universidad del Valle BANCO DE LA REPÚBLICA COlCIENCIAS T - EDITORES

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  • ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFA

    porGERMN COLMENARES

    ~Universidaddel Valle BANCO DE LA REPBLICA COlCIENCIAS

    T-EDITORES

  • T-EDITORES

    TERCER MUNDO S.A. SANTAF DE BOGOTATRANS\l 2a. A. No. 67-27. TElS. 2550737 - 2551539. AA 4817. Fi"IX 2125976

    EDCIN A CARGO DE HERNN LOZANO HORMAZACON EL AUSPICIO DEL FONDO GERMN COLMENARESDE LA UNNERSIDAD DEL VALLE

    Diseo de cubierta: Hctor Prado M., TM Editores

    Primera edicin: agosto 1997, TM Editores

    Marina de Colmenares TM Editores en coedicin con la Fundacin General de Apoyo

    a la Universidad del Valle, Banco de la Repblica y Colciencias

    Esta publicacin ha sido realizada con la colaboracin financiera de Colciencias,entidad cuyo objetivo es impulsar el desarrollo cientfico y tecnolgico de Colombia

    ISBN: 958-601-719-2 (Obra completa)ISBN: 958-601-731-1 (Tomo)

    Edicin, armada electrnica, impresin y encuadernacin:Tercer Mundo Editores .

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    Impreso y hecho en ColombiaPrinted and made in Colombia

  • CONTENIDO

    CIENCIA HISTRICA Y TIEMPO PRESENTE

    LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XXEl caso de la Escuela francesa de los Annales

    IntroduccinLos orgenes positivistas de la escuelaLucien Febvre y el mtodo de las ciencias positivas

    el paradigma de Ernest LabrousseLa historia seriadaEl refinamiento de los conceptos: la larga duracinDebates: historia y estructuralismoAnnales y el marxismoLa historia y las ciencias sociales: una nueva crisis?

    FILOSOFA, TEORAS Y MTODO DE LA HISTORIA

    SOBRE FUENTES, TEMPORALIDAD YESCRITURA DE LA HISTORIA

    La historia y las ciencias socialesAntropologa e historia: el problema de las duracionesEl problema de la_~_ultur~__ 00 _Li-escri.tura-de-la historia

    PERSPECTIVA y PROSPECTIVA DE LA HISTORIA EN COLOMBIA 1991

    1

    1515151823283440444952

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    73808488

    97Enfoques y paradigmas de la investigacin histrica en Colombia 97La investigacin histrica en Colombia con respecto al nivel

    cleAmrica Latina 101Vaco?tericos, metodolgicos y conceptuales

    en la investigacin histrica 102Obstculos y problemas en la investigacin histrica 104Recomendaciones 107

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    Sugerencias y observaciones sobre el uso de paradigmasen historia para su desarrollo

    Perspectivas y propuestasEstrategias para impulsar la investigacin

    ESTADO DE DESARROLLO E INSERCIN SOCIAL DE LA HISTORIAEN COLOMBIA

    IntroduccinCalidad de la formacin profesionalInvestigacinLegitimacin social de la historiografaPublicaciones en historiaRecomendaciones

    CONTENIDO

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    La publicacin en Annales de un artculo de Fran

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    (O SUS mtodos) constituye la totalidad del quehacer de los historia-dores. Braudel, sin beateras, admite la multiplicidad fundamentalde la historia. Lo contrario significara excluir del dominio de unaciencia discutible las obras indiscutiblemente histricas que son elprodlicto de un oficio muy viejo y refinado. Por eso debera con-firmarse lavalidez -o invalidez- de las observaciones de Simiandal terreno de los objetos actuantes en la historia, es decir, aquelloselementos susceptibles de ser aislados momentneamente y cuyo com-portamiento obedece -presuntamente- a leyes o regularidadesindependientes de la espontaneidad o de la actitud valorativa delhistoriador.

    II

    Para Simiand lo objetivo es'el dominio de relaciones estables, de re-gularidades o leyes observables. Estas leyes no dependen en modoalgu~ode la espontaneidad del observador (de sus deseos, por ejem-plo), y por lo mismo hacen posible el conocimiento cientfico alldonde no puede establecerse una ley que equivale a una relacinconstante y necesaria entre dos fenmenos. Si la historia quiere al-canzarel rango de ciencia (en este caso, de ciencia positiva) deberdescartar el dominio de lo contingente y de lo individual, de aquelloque no se somete a la regularidad y que por tnto no puede ser rela-cionado de una manera necesaria -a travs de un principio cau-sal-r- con otros fenmenos.

    Puede prescindirse de reabrir una vez ms ladiscusin que quie-re fijar la importancia relativa atribuible a la parte de necesidad oa la parte de libertad en los fenmenos sociales, o, lo que es 10mismo, lo que puede atribuirse en yn proceso histrico a la accinde lo estrictamente individual (si existe tal cosa) o a la accin defuerzas colectivas o naturales condicionantes. Pero en cambio s pue-den expresarse dudas respecto a la validez de identificar la natura-leza del concepto social y la del concepto abstracto elaborado por lascosas. Si se piensa en fenmenos sociales estticos, de alguna mane-ra anlogos a las cosas, la identificacin es vlida. Pero generalmen-

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    te se admite una dinmica de los fenmenos sociales (mucho msperceptible que en las cosas, que para la fsica molecular tampocoson inmviles) que dificulta fijados en un concepto abstracto. Aunsi un investigador de lo histrico y de lo social reprime su esponta-neidad en el examen de un fenmeno que observa, no puede dejarde inquietarse por la variedad de formas cambiantes que reviste estetipo de fenmenos. Es posible fijar la atencin, como lo aconseja Si-miand, en la constante; pero reducirse a ello exclusivamente condu-ce a un empobrecimiento de una de las dimensiones propiamentehistricas, la evolucin. En tanto que para los objetos (cosas) de la na-turaleza no se requiere tener en cuenta ...u.yariedadindividual, en losocial-histrico parece ms aconsejablelUn m'atizpuramente cualitati-

    vapuede revelar ms, slgriificafmS'o explicar ms que una regula-Iridad cuyo sentido no puede desentraarse con la precisin de una ley''.

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    cacin coherente para la revolucin misma de 1848. Esta idea tansimple no excluye que se pueda estudiar la entidad dentro de uncontexto muy amplio, de Historia Universal o de movimientos secu-lares. Y la explicacin puede asimismo adicionar, segn el deseo deBraudel, los puntos de vista ms variados. Pueden medirse las rela-ciones de fuerza entre las diferentes clases sociales en conflicto ycomprobarse una fatalidad inherente a la revolucin misma, comolo sugieren los anlisis magistrales de La lucha de clases socialesenFrancia y El dieciocho de Brumario o, en un nivel ms bajo, de-sentraar el papel de las ideologas como en 1848de Georges Du-veau. Tambin es vlido -y no exclusivamente vlido aunque seanovedoso- buscar los antecedentes de la revolucin en una crisiseonmica (1846-1851),como lo han verificado Labrousse y sus co-laboradores. La explicacin puede tener la amplitud que se quiera yvalerse de las tcnicas de investigacin ms refinadas, pero esto nomodifica el supuesto propiamente histrico de que se trata de unfenmeno peculiar, colocado en un cierto estadio de la evolucin deuna sociedad que se piensa diferente al de 1779y al de 1870.As, loque Simiand designa como regularidad en el terreno histrico no pue-de reducirse a una simple negacin de lo individual-contingente, sinoque debe buscar la manera de actuar de factores sociales-colectivos,que para elhistoriador poseen siempre una forma de individualidad.

    Hay, pues, una individualidad de lo colectivo (hoy prefiere ha-blarse de estructura), una manera peculiar de comportamiento delas sociedades que explican la vocacin hacia lo individual del cono-cimiento histrico. Meinecke ha expuesto en El historicismo y sugnesis el desarrollo de esta concepcin -conquistada no sin tra-bajo- a travs del pensamiento de Voltaire, de Herder, de Ranke,etc. Si se examina la historia del nacionalismo puede verse cmo unaideologa ayuda a conformar un tipo de pensamiento cientfico. Puesla nacin, como la clase, ha sido un agente histrico al que se puedeatribuir una individualidad. El fracaso de este tipo de historiografano debera verse en los supuestos tericos en los que se apoya, sinoen el nfasis injustificado que se acuerda a un nacionalismo estre-cho. La historia tradicional (debera hablarse solamente de histo-ria decimonnica) que denuncia Simiand no posee propiamente una

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    visin metafsica de su objeto, sino ms bien una visin superficial,deformada por exigencias nacionalistas. Los dolos que describe(preferencia por 10 poltico, preocupacin por 10biogrfico, bsque-da de los orgenes) pertenecen a una antologa del pensamientoromntico y a una especie de exigencia oficial que busca una res ges-tae en contradiccin con el cosmopolitismo dinstico del siglo XVIII.

    De otro lado, si de fija la atencin exclusivamente en el tema quepreocupa particularmente a Simiand, la economa y la historia eco-nmica, se advertir que una expresin tan usual como determinismoeconmico esconde una desconfianza invencible hacia cualquierinvestigador que se preocupe por la accin de la economa de la so-ciedad. Para desarmar esta desconfianza suele hablarse entonces derelaciones estrechas entre el dominio de 10 material econmicoy lo humano social. Con este procedimiento quiere separarse atoda costa los dos rdenes de fenmenos, como si la economa actua-ra sobre el contexto de las relaciones humanas de la misma maneraque la naturaleza. No es raro, entonces, que la economa quiera es-tudiarse como un objeto a~logo a los objetos de la naturaleza. Perosabemos que toda relacin econmica encubre una presencia y unavoluntad humanas, ms concretamente, un trabajo humano. Por eso,en la investigacin histrica, sera conveniente adoptar un modeloparecido al que sugiere Braudel en el prefacio de una obra reciente3,en el que distingue la vida material, es decir, la relacin ms inme-diata del hombre con la naturaleza, de la vida econmica que yarepresenta un estadio de iniciativa humana y de organizacin cons-ciente, y de capitalismo, una forma histrica identificable de estaorganizacin. Por eso mismo Pirenne, un historiador, y Schumpe-te~-uneconornista;podin -Uega.r- a una c6ii.ditsion anloga respectoal pap! jugado por los empresarios y a su aporte de innovacin en elproceso capitalista. Esta intervencin de un elemento social puedesealarse a 10 sumo como una constante histrica del capitalis-mo; de ninguna manera como una ley, es decir, solamente como laactividad renovada de un grupo -o clase social susceptible de ser

    3 Civilisation matrielle et capitalisme. (XVe-XVIIIeSiecle). Armand Colin. Pars, 1967.4 V. Lucien Febvre, Pour une histoire a part entiere. S.E.Y.P.E.N. 1962, pp. 330 ss. y la

    obra de Schumpeter, Capitalismo, socialismo, democracia ..

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    individualizada- cuyas relaciones con el sistema econmico (capi-talismo) revisten una gran variedad de formas, desde la aventuraaleatoria de los comerciantes itinerantes de la Edad Media, pasandopor la frgil asociacin de capitales del Renacimiento o las formasde empresa privada de la conquista americana, hasta el prototipoencarnado por los personajes balzaquianos o brechtianos. Y por todoesto, finalmente, la base misma de las teoras de Schumpeter se asen-taba sobre una exigencia: ...pedir a loseconomistas cerciorarse deque la conducta en las sociedades humanas difiere de la conducta ensociedades animales o en sistemas fsicos5.

    III

    En nuestros das sigue preconzndose un acercamiento entre las cien-cias sociales y, para obtenerlo, una manera de subordinacin al mo-delo terico de las ciencias de la naturaleza. El avance innegable delas ciencias que se conformaron voluntariamente a ese modelo des-de el siglo pasado (psicologa, sociologa, economa) y su contribucinal dirigismo social-econmico sin precedentes, propio del siglo xx, hasugerido a los historiadores la idea de una crisis de las ciencias hu-manas que Jean Francois Bergier interpreta ms directamente comouna crisis de conciencia6.Si hay una crisis de las ciencias humanas,tal como laadvierte Braudel, sta no ha podido surgir sino a partir delmomento en que se las concibe dentro de un patrn cientifsta, es decir,un esquema tomado de las ciencias de la naturaleza, al cual cada unava adaptndose con dificultad. La adopcin ulterior de tcnicas cuan-titativas, inspiradas en la base estadstica de la economa, ha conduci-do, segn Bergier, precisamente a esta crisis de conciencia.

    Pero de todos modos la discusin no se ha proseguido a la alturade la argumentacin de Simiand. La nocin misma de ciencia exac-ta ha evolucionado. La exactitud de la ciencia no depende ya de un

    5 J. A. Schumpeter, Business Cycles. McGraw-Hill, 1964.6 V. Situazione e problemi attuali della Storia Economica. Estratto de Quaderni Sto-

    rice de/le Marche. Ancona, Gennaio 1967,N 4 YHistoire et Mathmatiques - nouvellestendences en histoire conomique. Diogene, N 58 Avril-Juin, 1967, pp. 111-130.

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    postulado de tipo metafsico o la posibilidad de inducir reglas devalidez universal mediante un principio inequvoco de causalidadsino de la mera probabilidad establecida a travs de inferencia s esta-dsticas. Y si la ciencia misma se reconoce apenas como una cons-truccin siempre provisional y siempre aproximada, no se ve la raznde por qu una construccin como la historia deba intentar una for-mulacin de leyes generales que encuadren su dominio.

    Pero aun si se descarta esta pretensin, subsiste un deseo de ac-tualizar los temas de la historia y su tratamiento. Este deseo esperfectamente legtimo pero conlleva, a nuestra manera de ver, unaurgencia de reflexin sobre la naturaleza del conocimiento histrico(mrbida Capua, la denomina un historiador). Segn la idea de Brau-del, no debiera omitirse ninguna interpretacin. El olvido de un ofi-cio muy viejo puede conducir a un espectculo de desconcierto entrelos historiadores que quisieran manejar un instrumental adecuado alos problemas que se plantean y que acogen gustosos tcnicas esta-dsticas o modelos sociolgicos y econmicos. El camino ms cortopara el encuentro de los problemas actuales se ha visto -o entre-visto- por parte de la historia, en la mera imitacin. Con ello seesperaba que los economistas o los socilogos tuvieran en cu~ntalahistoria como una de las claves para solucionar problemas del mun-do contemporneo. As, la conjuncin de econometra e historia entorno al doble problema de crisis econmicas y de desarrollo no hacesino dar cuerpo a una vieja pretensin positivista del dominio de lanaturaleza mediante formulacin de leyes. Hasta dnde poda la his-toria contribuir a la verificacin de mecanismos econmicos? Pararesponder a esta incitacin se ha buscado convertir la historia. en uncampo deverificaCin-emprica. ETntento ha con&ucido fatalmentea un doble impasse: por un lado, la elaboracin de series estadsticas(y de una histoire serielle) cuyo propsito se reducira a ampliar lavisin de los economistas, es decir su experiencia acerca de los mo-vimientos cclicos y de las crisis de la economa capitalista. De otrolado, el propsito an ms deliberado de la escuela de Marczewski7

    7 V. Pierre Chaunu, Dynamique conjoncturelle et histoire srille. Revue Industrie,N 6. Juin 1960, Bruxelles. Jean Marczewski, Introduction a I'histoire quantitative.Droz, Geneve 1965.

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    de construir una historia econmica integralmente cuantitativa valin-dose del modelo de la contabilidad nacional. Con esto quiere salvar-se lo meramente descriptivo de la historia econmica tradicional yllegar a una formulacin rigurosa que posiblemente alcance la niti-dez de una cifra matemtica ... pero que no es historia. sta dependedemasiado de sus propias fuentes y de las limitaciones de los hom-bres que las elaboraron. Puede llegarse, muy directamente (y, sobradecido, de una manera muy imprecisa) a una cuantificacin peroque depender siempre de una iniciativa y de una imaginacin pro-piamente histricas.

    IV

    Las urgencias de la realidad parecen dictar sus exigenCias al queha-cer de aquellos que se ocupan de las ciencias sociales, segn la ob-servacin de Rostow8 Y si la realidad -o sus urgencias, que es lomismo- se suele pensar como un presente, no cabe duda de que lasciencias que se edifican a partir de una mera observacin empricacumplen almenos con un requisito de actualidad. De all la sospechaque parece asaltar de pronto a los historiadores (que, al contrario, noreconstruyen el pasado sino de una manera indirecta y a veces in-consciente a partir de un presente) de que tal vez su preocupacinen torno al tiempo no constituya, en ltimas, sino una evasin. Mi-rada desde este ngulo, la cuestin de las ciencias sociales presentauna cisura evidente entre una ciencia histrica, consagrada al estudiodel pasado y por tanto de espaldas a las urgencias del presente, yciencias sociales (economa, sociologa, psicologa) cuya vocacin lasencara ms directamente con la solucin de problemas inmediatos.

    Pero laobservacin ms superficial lleva a reconocer que ningnproblema social, o simplemente humano, posee una sola dimensintemporal. Que si se renuncia deliberadamente a los datos que puedeaportar la observacin de un estadio social anterior, de alguna formase ha cortado el problema de una de sus races esenciales; y que la

    8 W. W. Rostow, Histoire et Sciences Sociales Annales. E.S.e. Oct. Dec. 1959,pp.710-718.

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    solucin, en consecuencia, ser~ierrnea o parcial. Kula9 cita como ejem-plo la precariedad de teoras econmicas concebidas dentro de un mar-co estrecho de observacin emprica.

    Pero aun admitiendo la legitimidad de la historia, es decir, suaptitud para encarar ciertos problemas que las otras ciencias socia-les no pueden asumir, subsiste un problema de integracin de la his-toria con las dems ciencias sociales. No se sabe, en efecto, de qumanera su constitucin peculiar le permita incorporar sus observa-ciones dentro del marco general de las ciencias sociales. No se trata-ra, en todo caso, de una mera adicin de conocimientos sino de unareflexin en comn, por tanto de un lenguaje comn y de una ac-titud parejamente receptiva para las dems ciencias sociales.

    Frente a este problema Rostow, Kula y Braudel asumen posicio-nes diferentes, si no antagnicas, que vale la pena resumir.

    Para Rostow la solucin estara dada por una mera adicin deconocimientos. Propone que, de una manera emprica, las cienciassociales encaren un mismo problema concreto que por lo mismo seconvertira en un catalizador, una piedra de toque sobre la efectivi-dad de las ciencias sociales en su conjunto. La inspiracin de estaidea proviene de las experiencias logradas con los estudios de rea(area studies), cuyos defectos podran eliminarse, segn Rostow, me-diante una limitacin voluntaria. La idea de Rostow apunta a pro-cedimientos puramente pragmticos, previo reconocimiento de unacolaboracin necesaria entre las ciencias sociales.

    Kula se reduce a examinar el problema de las relaciones entrehistoria y economa. Concluye que la complejidad de relaciones queestn habi~u~cl0sil_dese~!rf\r 1-08_ estudios_histricos-los habilitapara nriquecer la visin de los economistas. Pueden al mismo tiem-po ayudar a franquear los obstculos que surgen a raz de modelosconcebidos por un tiempo limitado y dentro de un mbito que nocobija espacios asimilables a un estadio precapitalista de la econo-ma europea.

    Tanto el artculo de Rostow como el de Kula fueron escritos comorespuestas presuntas a la invitacin formulada por Braudel para una

    9 W. Kula, Histoire et conomie. Annales. E.S.e. Mars-Avril, 1960.

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    reflexin en torno al concepto de larga duracin. Con todo, ningu-no de los dos posee la amplitud terica de la elaboracin de Brau-dello. sta slo ha suscitado, por un lado, una respuesta puramentepragmtica y, por otro, una serie de observaciones discutibles en tor-no a las relaciones entre historia y economa.

    Braudel, por su parte, ha elaborado un intento de sistematiza-cin metodolgica que permitira el acercamiento de la historia alresto de las ciencias sociales. A partir de la comprobacin de que lahistoria ha superado una limitacin que le impona su inters tradi- .cional por los acontecimientos y de que ha accedido a una visinms amplia mediante el concepto de larga duracin, Braudel en-cuentra que la nueva historia puede apropiarse instrumentos espe-cficos de las otras ciencias sociales, los modelos, y de que aun puedeformularse el deseo de que algn da alcance la perfeccin dellen-guaje ms universal, las matemticas. Este ltimo paso permitira laintercambiabilidad de sus datos con el resto de las ciencias socialesy significara tanto la culminacin de un esfuerzo terico como larealizacin del objetivo propuesto: la unidad de las ciencias sociales.

    Con todo, Braudel reconoce la existencia de obstculos insalva-bles al menos por ahora. Veamos por qu.

    El problema de un lenguaje comn para las ciencias sociales es-tara resuelto por la posibilidad de una formulacin matemtica, ellenguaje ms universal concebido por el hombre. Pero la matemti-ca especficamente social, la matemtica cualitativa, slo puede apli-carse en un marco de relaciones fijas, en un tiempo inmutable deestructuras (que se opone a la movilidad de la coyuntura propia-mente histrica), en el que stas son casi un ente de razn que seidentifica con el modelo (o construccin terica) concebido para suinterpretacin. Los trabajos de Lvi Strauss ilustran suficientementeeste problema, ya que los xitos que ha obtenido en el campo de laantropologa se refieren a estructuras casi intemporales como las delparentesco, cuyas combinaciones posibles -y con ello su expresinmatemtica- se formulan a raz de un hecho constante y universalen el seno de.las sociedades humanas: la prohibicin del incesto.

    10 F. Braudel, Historia y ciencias sociales. La larga duracin, Cuadernos Americanos,N 6,1958, pp. 73-110.

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    El modelo histrico, por el contrario, no puede idearse sinodentro de un marco de relatividad absoluta. Siempre naufraga alremontar la corriente del tiempo. Por eso Braudel pone sus esperan-zas en la larga duracin como terreno comn de observacin y dereflexin para las ciencias sociales. Pero aun si se concibe una largaduracin con marco exclusivo de fenmenos histricos, siempre setratar de una larga duracin apenas relativa, puesto que debe com-prender tanto la posibilidad de examinar histricamente verdaderasestructuras, cuya existencia se coloca en el lmite de la movilidad,como los movimientos de coyuntura, reconstruidos a partir de seriesestadsticas. Surge siempre una contradiccin inherente a la natura-leza misma de la historia, a la coercin que impone su dimensintemporal y por tanto su movilidad. Pues, hasta dnde la historiapuede dar una imagen esttica de larga duracin que no se hayapetrificado en una estructura, sea geogrfica o familiar, es decir, quehaya dejado de ser historia para convertirse pura y llanamente enGeografa o Antropologa? Si no existiera esta limitacin todo -se-gn la idea de Collingwood-, absolutamente todo, sera historia.Pero la larga duracin no puede sobrepasar el lmite impuesto por rlos testimonios humanos descifrables, es decir, las fuentes del histo- \'\riador.

    Esta dificultad implicara una imposibilidad virtual de acerca-miento entre la historia de larga duracin y la antropologa estruc-tural -de largusima duracin- de Lvi Strauss. y por tanto deuna formulacin matemtica parecida.

    Despus de todo, no en vano el concepto mismo de larga dura-Cin posee tambin una historicidad. Al menos si s~JJel1~presentesu origen, sea a:partrd-las-ooservidonescfe Simiand, un econo-mista, formuladas a propsito de la historia meramente factual,sea por la influencia de una escuela geogrfica en la obra de Braudel.Slo a travs de una larga duracin pueden significar algo para lahistoria las estructuras que oponen su permanencia a un flujo cam-biante (cmo no pensar en el Mediterrneo del propio Braudel?), yaun movimientos de coyuntura que unifican las manifestaciones msvariadas de la vida humana, que las presiden como una fatalidad.

    Tampoco en vano estos conceptos tuvieron su auge despus de1920, cuando la crisis redujo a la irrisin o al estado de creencia in-

  • 12 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFtA

    genua la posibilidad de actuar de una manera consciente sobre lahistoria. La crisis se origin en crculos financieros y en el sector dela industria pesada, precisamente all donde pudiera localizarse unavoluntad unificadora, capaz de actuar sobre los acontecimientos.Ante la crisis haba que admitir algo como un movimiento propio dela economa y proceder a analizado con imparcialidad, si se queraconjurar una catstrofe. La creencia optimista de un movimiento au-tomtico -y previsto de antemano- que tendera a restablecer elequilibrio en el circuito econmico, en todo momento en que tal equi-librio se viera comprometido, cedi el paso a la comprobacin alar-mada de una ausencia de control sobre el sistema entero. Se imponaentonces la observacin atenta de los comportamientos estadsti-cos de larga duracin. La historia poda brindar, ocasin nica, uncampo de accin privilegiado con su acceso a economas igualmentesujetas a crisis en la poca precapitalista. De all el xito de la histo-ria econmica cuantitativa. Ysu razn de ser, segn uno de sus msautorizados discpulos.

    vHan tratado de exponerse, en una ojeada forzosamente sinttica/losproblemas que plantea una nueva concepcin del trabajo histrico,su acercamiento a las otras ciencias sociales, y los peligros que acarreauna servidumbre aceptada sin discusin. El ejemplo muy reciente deuna ciencia poltica utilizada con fines groseramente pragmticosconstituye una advertencia suficiente de tales peligros en una di-mensin mucho ms amplia, que confina con supuestos ticos y aca-rrea una discusin sobre los atentados contra la libertad intelectual.Como lo seala un intelectual norteamericano, Christopher Lasch,...el espritu 'cientfico' que se extiende de las ciencias naturales alos estudios sociales, tiende a vaciar estos ltimos de su potencialcrtico y al mismo tiempo los convierte en un instrumento ideal decontrol burocrtico.

    No es intil llamar la atencin sobre este fenmeno si se tiene encuenta el esfuerzo de los historiadores para convertir su actividaden una referencia ms que permita encarar los problemas del tiempo

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    presente. Se ha mencionado, por ejemplo, la convergencia de las cien-cias sociales en torno a los problemas de las crisis econmicas y entorno a los problemas del desarrollo. Yas, aunque Braudel advierteacerca de la precariedad de los modelos concebidos y utilizados pararemontar una dimensin temporal, debera reiterarse la advertenciacon respecto a una ciencia social latinoamericana demasiado incli-nada a una prctica sumisa a la conceptualizacin ajena. El hecho deque Latinoamrica est incorporada a una coyuntura mundial desdelos orgenes del capitalismo moderno muestra hasta qu punto pue-de ser falaz un modelo histrico de tipo diacrnico, que simple-mente reduzca un estadio de la economa latinoamericana a fcilesanalogas con una etapa superada de la historia europea. Y con elloel error de suponer que un estudio de las condiciones o los factoresdel trnsito del sistema precapitalista europeo a la era capitalistapuede iluminar de algn modo el acceso al capitalismo de pasesque siempre han girado dentro de SU rbita.

    Pero aqu surgira inevitablemente, una confrontacin de los resul-tados de una ciencia histrica latinoamericana que apenas comienzaa esbozarse con las urgencias de una poca contempornea. Y estaes una tarea para la cual, desgraciadamente, no estamos preparados.

  • ..

    LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX"El caso de la Escuela francesa

    de los Annales ..

    INTRODUCCIN

    A partir de 1929 la Escuela francesa de los Annales se ha ido afian-zando como una empresa acadmica de gran envergadura. ,Sus pro-.ductos se mueve~ c~~ una gran soltura no slo en el mbito de lah!.Qiia-regiOjll:siguIendo una tradicin que se prolonga desde lostrabajos de Lucien Febvre sobre el Franco-condado hasta trabajosms recientes sobre Beauvais, La Catalua, el Languedoc o Zarago-za, sino tambin en el tratamiento de los grandes problemas de laexpansin y el capitalismo europeos. Esta doble vertiente de preo-cupaciones ha permitido a la Escuela ampliar simultneamente las!temticas de la historiografa y los mtodos que hacen posible el de- .sarrollo de esas temticas.

    Pese a esa diversidad aparente el espritu de la Escuela es siem:pre reconocible en sus productos. Casi ninguno de sus discpulos seresiste, por ejemplo, al empleo de conceptos (aunque este empleono tenga siempre una significacin unvoca) tales como coyuntura yestruct!lra_~J~~teJ1Qmenajeir:nplcito-a-maestros y-directores de tesismonumentales de doctorado de Estado hace sonrer a algunos o los,hace dudar de la capacidad creativa de los discpulos. -

    De otro lado, la institucionalizacin definitiva de la Escuela enlos marcos de la enseanza francesa a todo nivel y hasta la aparicinfrecuente de sus maestros por la televisin, le vale todos los das

    Tomado de Eco, XXXI,6, N 192, octubre 1977, pp. 561-602... Debo agradecer a Jean y a Sylvia Vilar la hospitalidad en su biblioteca, en donde

    surgi la idea de este artculo. Y a la fundacin Guggenheim por una beca de estudiosque me permiti repensar los supuestos de mi propia formacin como historiador.

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    ataques furibundos de quienes ven en ella slo un instrumento depoder acadmico. Estas crticas plantean problemas interesantes so-bre las relaciones entre el establecimiento universitario y el sistemapoltico en Francia pero rara vez aluden al fondo del problema, esdecir, al contenido mismo de las enseanzas de la Escuela. Si porun lado existen esquemas imponentes de investigacin que empleanenormes recursos presupuestales e implican por tanto relaciones evi-dentes de poder, a su lado subsisten pequeas empresas artesanalesde investigacin. Los sistemas de produccin del saber no son uni-formes en este caso y es dudoso que se pueda impugnar el sabermismo aludiendo a su aparato de produccinl.

    En otros respectos la Escuela de los Annales es una escuela histo-riogrfica nacional. Esto no quiere decir que haya permanecido con-finada, como las escuelas europeas de historia nacional en el sigloXIX (o en los pases latinoamericanos hasta nuestros das) en la con-templacin de un pasado nacional. El carcter nacional de la Escuelase define en un sentido menos obvio por la inflericiaquha~!.~nidoen ella corrientes de pensamiento tpicamente francesas. Con res-pecto a Alemania, Italia o Inglaterra, por ejemplo, la Escuela se hamantenido en un aislamiento voluntario y en su seno no se han de-batido siquiera los ataques contra el positivismo de la escuela deDilthey, ni la han inquietado las elucubraciones de un Croce; Weberapenas semenciona y Collingwood o Danto son meramente anglo-sajones. Raymond Aron y despus de l Henry 1.Marrou quisieronintroducir estos debates con el nombre de Filosofa crtica pero susintentos apenas han atrado una atencin distrada hacia una discu-sin que parece demasiado abstracta2

    '-1 Cf. L'operation historique de Michel de Certau en Faire de l'histoire,. t. 1. Pars,

    Gallimard, 1974. lean Chesneaux, quien anima unfon/m de historia en la Universi-dad de Pars VII, se declara violentamente en contra de la utilizacin de la historiapor parte de los aparatos del poder. CL Du pass faisons table rase? Maspero, Pars,1976.

    2 Cf. Raymond Aran, Introduction a laphilosophie de l'historie. Pars, 1958. Del mismo,Dimensions de la conscience historique. Pars, Plan, 1961.H. 1.Marrou, El conocimientohistrico. Labor, Barcelona, 1968. Sobre estos dos autores Cf. los comentarios dePierre Vila~en Crecimiento y desarrollo. Ariel, Barcelona, 1964, pp. 453 Yss.

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX

    Si bien la Escuela ha adelantado debates metodolgicos de uncierto alcance terico, tales debates se han producido dentro del con-texto limitado del oficio historiogrfico y no de una especulacinp:r.QP-iame~efilosfica. En este sentido es caracterstica la actitud deLucien Febvre, para quien la actividad de los historiadores estabatotalmente divorciada de las especulaciones filosficas3 Esta activi= .dad de los historiadores se define corno un oficio en el que, a fuerzade familiaridad con los hechos, de su dimensin temporal y de lasrelaciones que les son peculiares en un perodo histrico dado, nose requiere de ninguna formulacin abstracta. Por el contrario, conla abstraccin se corren riesgos tales corno el de incurrir en anacro-nismos o el de matar la trama viva de la historia. Aqu la concepcinde la historia linda peligrosamente con la de un arte en el que laintuicin de rasgos temporales podra desembocar en impresionis-mo literario. Yesto,sin una justificacin terica corno la que propor-cionaban las especulaciones de Dilthey o de Rickert relativas a unacaptacin inmediata de hechos con sentido.

    Nada ms alejado del espritu de la Escuela de los Annales quecomprometer sus investigaciones en la rigidez conceptual de un sis-tema filosfico o de admitir siquiera que el carcter cientfico de suoficio deba confiarse a la reflexin de los filsofos, ocupados de de-terminar las condiciones del conocimiento. ~a Esc~ela,E!" lQ_dems,.nunca .mo~tr_indiion _p_

  • 18 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFfA

    su actividad ni cobran una vida aparte, susceptible de contempla-cin filosfica.

    =>- Ef carcter nacional de la Escuela de los Annales proviene as deuna filosofa francesa, el positivismo, y de un humanismo universi-tario francs. Su vitalidad se deriva, sin embargo, de algo ms quela adscripcin a una escuela de pensamiento. En el cl1rs0

  • LA HISTORlOGRAFtA CIENTFICA DEL SIGLO XX 19

    a la generalizacin propia de las ciencias positivas. L~ investigac~_.Il_de h~ch.Q_~~E~~!~!~~l~.tableciJlle[lJQ.E~1~elll.i~~de!al1tgU-e_~vf}!..dad constituye otra jl1yestiga~in relativa a las regularidades deestos hech.os, a sus similitudes, en una palabra, a sus leyes ... El des-cUbiimiento.deJ-tes leyes se sola asignar, a fines del siglo XIX, a una-.-- -.---- - .......filosofa de la ~i~to.ria-que sera mejor designar en adelante comosoCologa:-es- decir, una de las ciencias positivas, descubierta porAuguste Comte. De una manera similar, Henri Berr postulaba comosntesis deseable en historia un proceso meramente inductivo en elque una sntesis erudita (o mera recopilacin exahustiva de datos)deba coronarse por una sntesis cientfica basada en generalizacio-nes5.

    A mediados del siglo XIX, Buckle, un historiador ingls, habapreconizado la aplicacin sistemtica de estos mismos principios ensu disciplina. A su modo de ver la inferioridad de los estudios his-tricos resida en que nadie haba intentado combinar en un todo obuscar las conexiones entre los hechos establecidos por la erudicin.Para ello deba usarse la generalizacin y buscar el descubrimiento deregularidades. D~Jos.siJ1:lplesl~e~hos particulares ,el historiador debapasar al descubrimiento de las leyes que los gobernaban.

    Con este propsito en mente el historiador no debera procederde manera diferente que los practicantes de las ciencias fsico-natura-les. Para Buckle la estadstica (aqu debe tomarse en cuenta la enor-me aplicacin de esta tcnica en el primer pas industrializado deEuropa) arrojaba indicios suficientes de regularidades en el compar-tamiento social. La justificacin ltima de este ordenamiento se leescapaDa debao alpreserife-esfadode los conocimientos~ pero entodo caso le bastaban las comprobaciones que arrojaban estadsticasconocidas para invitar a multiplicar las observaciones. De stas iranformulndose generalizaciones sucesivas que serviran para funda-mentar las leyes reguladoras del proceso de la civilizacin6

    J 5 Cf. Henry Berr, La synthese en Histoire. Albin Michel, Pars, 1953. Existe traduccinespaola.

    6 Cf. la Introduccin de History of Civilization in England, 1856. Reproducida en FritzStem, The varietes of History, 1956, pp. 122, ss.

  • 20 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFfA

    Para Buckle, como para los socilogos positivistas franceses decomienzos del siglo, el problema del saber histrico resida en quehasta entonces los historiadores haban recogido apenas un materialdesdeable, omitiendo los hechos verdaderamente importantes. Elproyecto positivista conduca, al contrario, a eliminar lo accidefiiry,'por ende, ern:~lieve'de los hechos individuales -'--reivindadosfanfo por las tendencias antipositivistas como porla vieja erudicin.

    El positivismo sociolgico se enfrent a posiciones aun ms cru-das de empirismo sostenidas por la erudicin. Sibien esta erudicinse apoyaba en un humanismo tradicional que intentaba mantenerviva la memoria de la humanidad, tanto el resultado final comolos mtodos de la construccin histrica no pueden calificarse deotra manera que de empirismo rudimentario. Desde 1903 Fran

  • (de Cournot o de Claude Bernard. Sin embargo, es de alF de dondearrancan los fundamentos y las premisa s de construcciqnes enterasque no han vuelto a someterse a .Inanlisis por parte d~ los herede-ros de Lacombe, de Simiand o de Henri Berr. En ellos, ~l menos, seexplicitaban los supuestos epistemolgicos de su crtica. Contra unhumanismo trasnochado se postulaba la necesidad de abstraer ele-mentos comunes en los fenmenos para incorporar como objeto dereflexin formas ms amplias que los individuos. Esta abstraccinsola sera capaz de despojar los fenmenos de lo accidental y de locontingente, proceso necesario para llegar a descubrir relaciones re-gulares y necesarias, es decir, para formular leyes cientficas. Comono poda hablarse de ciencia sino de lo general, el estudio de los hechoshumanos no deba parar mientes en las contingencias individuales ... sino, al contrario, desprender relaciones estables y definidas quepuedan aparecer entre los fenmenos, una vez que se comprueban

    .. 9Yse ponen aparte estas contmgencIas ... .Contra el humanismo erudito que buscaba la causa de los acon-

    tecimientos en la accin aislada de algunos individuos, el positivis-mo sociolgico deba desembocar en la fundacin de una historiacuantitativa en la que, en efecto, podran desprenderse relacionesestables y definidas entre los fenmenos (series de precios, por ejem-plo, que traduciran la coyuntura econmica, la revelaran). En esteprimer estadio, sin embargo, el criterio para escoger la abstraccinobjeto de estudio se confiaba no a una reflexin terica sino a lo queen la realidad misma presentaba aspectos de regularidad, lo que Si-miand llamaba abstracciones felices, aguel!,a_s_gl1~_~!an~p_ropiadaspara "ponerenevia.encia regularidades o para establecer leyes.

    Esto vala tanto corno afirmar que las nicas abstracciones felicesdeban reportarse siempre a objetos cuantificables, en los que la es-tadstica poda sumergir el perfil anrquico de lo individual. Aqu elmtodo define sin remisin el objeto de conocimiento y da origen ala creenCia de que a travs de la cuantificacin puede probarse lasrelaciones entre los fenmenos. De esta manera, tambin, la estads-

    LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX

    9 Simiand, Mthode... cit. ~I//

    21

  • 22 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFfA

    tica deba convertirse en piedra de toque de una metodologa hist-rica: la historia seriada.

    Para seguir las inflexiones de la realidad se confiaba su tratamientoa una tcnica impersonal, la estadstica. La obra ms importante deSimiand sobre el salario, la evolucin social y la moneda10 aspirabaa crear con ella condiciones de laboratorio o de mtodo experimen-tal. Confiaba en que la objetividad en el tratamiento de los hechosaparecera con ese necesario distanciamiento de la realidad. La con-formidad con el objeto estudiado y no el espritu del que lo operabadeba fundamentar el valor de las manipulaciones sobre la realidad.Por eso Simiand discuta en un volumen entero las condiciones p-timas en las cuales los hechos examinados podan revelar una explica-cin. Se trataba, en el fondo, de simples precauciones de estadgrafocombinadas con el mtodo, familiar a los historiadores, de crticainterna y externa de los datos, para establecer series de precios quereprodujeran las articulaciones de la realidad econmica en su trans-curso histrico. De esta manera la explicacin se derivaba de las in-flexiones de una curva que revelaba la existencia de fases peridicasen el acontecer econmico. En las regularidades de tipo estadsticolos hechos hablaban por s mismos, una vez colocados en la proyec-cin chinesca de una curva.

    Los resultados? Sera mejor hablar de tanteos. A travs de ellos,sin embargo, poda entreverse la posibilidad de construir una crono-loga racional, basada en el comportamiento global de la economa.Para el perodo estudiado por Simiand sta mostraba una sucesinde fases largas y coherentes de expansin y de contraccin sucesivasde los precios. La tendencia sostenida al alza, que Simiand denomi-n fase A (en oposicin a una fase Bde contraccin), estaba asociadaa los perodos de prosperidad econmica y al crecimiento de la pro-ductividad, estimulada por los buenos precios. El derrumbe de stos(fase B) quera decir que la expansin haba encontrado un lmite yque se abocaba un perodo de crisis, en el que la produccin debabuscar trabajosamente el camino de un nuevo ciclo de prosperidad.

    10 Le salaire, l'evolution sociales et la monnaie. Essai de Thorie exprimentale du salaire,Alcan, Pars, 1932.

  • LA HISTORIOGRAF1A CIENTFICA DEL SIGLO XX 23

    De acuerdo con sus premisas metodolgicas, Simiand concentrtodos sus esfuerzos en la comprobacin experimental y no en la teo-ra de los ciclos econmicos. Empero, su intento de revelar la tramaprofunda de la vida econmica tuvo que tropezar con el obstculode otras articulaciones ms profundas de la realidad, no observablesen la proyeccin de los precios. Las series, an si se trata de serieslargas y capaces de revelar regularidades, no descubren forzosamenteel trnsito de un sistema econmico a otro. Ms tarde vino a obser-varse, tambin en el terreno emprico, que el esquema de Simiand sevea desmentido para el perodo 1820-1850, cuando a pesar del es-tancamiento en los precios la productividad francesa creci mucho.La clave de este fenmeno ya se esbozaba, sin embargo, casi contern-porneamente a la aparicin de los trabajos de Simiand, como se verms adelante. Slo que la solucin deba escapar al mtodo experi-mental preconizado por Simiand y confiarse a la reflexin terica.

    LUCIEN FEBVRE y EL MTODO DE LAS CIENCIAS POSITIVAS

    A 10 largo de toda su carrera Lucien Febvre -fundador de una ver-dadera dinasta de maltres a penser y fundador, junto con Marc Blochde la revista Annales (1929)- fustig sin descanso el empirismo ele-mental de la erudicin historiogrfica de fines del siglo XIX y comien-zos del xx. Parte de su obra terica est contenida en una coleccinde artculos, reseas de libros y conferencias cuya edicin preparl mismo en 1952, cinco aos antes de su muerte, bajo el ttulo muyapropiado de Combats pour l'histoire. El resto de su labor crtica estcontenido en-un-libro-rs -volum:inoso-publicado-en-192con ei t-tulo, elegido por Fernand Braudel de Pour une histoire a part entierell.

    Los comentaristas crticos de libros suelen ser, la mayora de lasveces, demoledores para sus adversarios, aquellos que no compar-tan la amplitud de sus puntos de mira sobre el quehacer histrico.La irona, la causticidad y a veces la benevolencia del maestro fue-ron las armas de estos combates y signaron con un carcter peculiar

    11 De Combatspour l'histoire existe una traduccin parcial en castellano.

  • 24 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFA

    una empresa acadmica que tard poco en imponerse e inclusive eninstitucionalizarse en Francia.

    Al margen de las proposiciones estrictamente tericas sera mu-cho m:slargo tratar de dar cuenta del magisterio que pudo despren-derse de su obra como historiador. Al referirse a esta obra, PierreVilar dice que Febvre hizo suya la sociedad del siglo XVI12 Yotro desus discpulos, Robert Mandrou, pone como ejemplo de historia to-talla primera de sus obras mayores, sobre Felipe 11y el Franco Con-dado, tesis doctorai que data de 1912. Segn Mandrou se trata deuna historia dialctica, en la que se reconstruyen las relaciones queligan lo econmico, lo poltico y lo cultural13

    La obra de Febvre seala la diferencia entre un discl,lrrir metodo-lgico en abstracto -o en el vaco- y un hacer que se puede llamartambin metodolgico14 En ausencia de un estatuto terico, el que-hacer de los historiadores suele remitirse a la obra de otros historia-dores, al planteamiento de unos problemas o a la constitucin deuna temtica. En esto no se est mu~ lejos de una normalidad cient-fica introducida por un paradigma 5. Pero se trata tambin de unrasgo de oficio artesanal, como muchos otros de la tradicin histo-riogrfica enmarcada en escuelas nacionales.

    Lo esencial, para Febvre, era el planteamiento de un problema acuya atraccin la limadura de los hechos se agrupara como bajo unimn16 Los simples hechos no daban razn de s mismos y de all elimperativo de una construccin previa en torno a preguntas espec-ficas. Febvre simpatizaba sin duda con la crtica de los socilogospositivistas a la historia erudita de comienzos de este siglo. Esta histo-riografa sostena que el mtodo histrico consiste ante todo en deter-minar hechos sobre una base documental (datos). El encadenamiento

    12 Cf Pierre Vilar, Histoire marxiste, histoire en construction. Essai de dialogue avecAlthusser, en Annales, Janv. Fev. 1973.Tambin en Faire de l'histoire cit. Hay variastraducciones al castellano, p. 182.

    13 Entrevista con Robert Mandrou, en Aujourd'hui l'histoire. Libro colectivo de encues-tas llevadas a cabo por la revista La Nouvelle Critique entre 1968 y 1972. Editionssociales, Pars, 1974, p. 235.

    14 Cf. A. J.Greimas, Smiotique et sciences sociales. Pars, 1976, p. 34.15 Cf. Thomas S. Kuhn, The Stnldure 01Scientific Revolutions. Chicago, 1970.16 Cf. Annales, Av. Juin, 1946, p. 154.

  • LA HISTORlOGRAF1A CIENTFICA DEL SIGLO XX 25

    de estos hechos ni siquiera obedeca a un principio sistemtico o l-gico que pudiera establecerse de antemano sino que el historiadordeba plegarse a un orden emprico sugerido por los hechos mismos.El encadenamiento causal se impona por una simple sucesin cro-nolgica y por. eso bastaba establecerla correctamenteI7 De estamanera los hechos, convenientemente ordenados, daban razn des mismos y de sus relaciones. La mediacin del historiador nodeba afectar la eficacia del testimonio sobre los hechos. Su pre-sencia era apenas necesaria para purificar el documento de esco-rias o de contradicciones. El historiador deba desaparecerdiscretamente tras las bambalinas de unas reglas conocidas de cr-tica documental. A lo sumo, se agregaba a su misin introduciruna coherencia en el relato, de manera que las secuencias de he-chos reprodujeran la coherencia que se supona existir en el tiem-po vivido.

    Contra estos supuestos, a menudo informulados en el trabajoerudito, la enseanza de Lucien Febvre irrumpi con una cierta vio-lencia para cuestionar el valor mismo de los hechos. Para Febvre, loshechos aducidos por los historiadores no podan tener un valor sus-tancial o ser capaces de revelar inmediatamente el haz de sus rela-ciones de manera de quedar stas traducidas automticamente enun relato factual. Para estigmatizar este tipo de historia sola referir-se a ella con las expresiones de Berr y de Simiand, historia historizan-te e historia episdica o factual (venmentielle).

    En realidad, Febvre supo adecuar mejor que sus predecesores cier-tos principios, que guan los procedimientos de las ciencias fsico-naturales, a las observaciones histricas. La dicotoma entonces enboga entre cieIicia~de ianafufaeZayCiencia.s s~clales,oasaaa en unaobservacin deficiente de los mtodos de aqullas, perda todo fun-damento. Toda ciencia -observaba Febvre- fabrica su objeto18 Nose contenta, en ningn caso, en la mera observacin de hechos y consu descripcin para hacer aparecer una relacin de objetividad. Paraque sta se produzca debe fabricarse un instrumento mediador entre

    17 Charles Seignobos, La mthode historique applique aux sciences sociales. Pars, 1901.Cit. por De Michelis, op. cit., p. 61. Cf. tambin Berr, op. cit., p. 41.

    18 CL Annales, Janv. Mars 1948, p. 22.

  • 26 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFtA

    el sujeto que observa y los fenmenos observados: la teora, Sin teoraprevia, sin teora preconcebida, no hay trabajo cientfico posible19.

    Febvre se revolva entonces contra una captacin superficial delfenmeno cientfico por parte de los historiadores. La ciencia les apa-reca como esclava de los hechos. De la misma manera la historia,para ser cientfica, deba atenerse a los hechos. Por tratarse de unaobservacin indirecta, a travs de documentos, poda caber dudasen cmmto a la autenticidad de estos hechos. De aqu que fuera nece-saria una labor crtica de los testimonios. Una vez establecida su au-tenticidad no quedaba otra cosa que consignarlos como algo de suyosignificativo. Levantada un acta notarial de legitimidad por el historia-dor, el hecho adquira el rango de acontecimiento histrico y, comotal, capaz de figurar en el panten dedicado a tales hechos, la histo-riografa.

    Febvre poda advertir lo empobrecedor para su disciplina de ta-les procedimientos y de tales supuestos. Pues con ellos se escamo-teaban todos aquellos hechos que no ofrecieran un significado mso menos evidente en un orden predeterminado de importancia. Paraqu ocuparse, por ejemplo, de hechos menudos o al parecer insigni-ficantes, consignados sistemticamente en masas enormes de do-cumentos? Sobre ellos no pareca valer la pena el ejercicio de unacrtica testimonial: se trataba a lo mejor de hechos ciertos pero quenadie tena inters en controvertir, dado que no poda verse inme-diatamente su influencia en el acaecer histrico. Pues esta influenciaera cuestin de sentido comn. En ausencia de todo principio siste-mtico o de todo principio lgico para encadenar los acontecimien-tos, se recomendaba a los historiadores examinados ...en el ordenen que se presentan a la imaginacin, comenzando por los ms apa-rentes20.La imaginacin o el sentido comn no poda hacer otracosa que privilegiar acontecimientos e instituciones polticas comolos ms aparentes. As, hechos histricos y acontecer histrico obe-deca~ a una concepcin previa, as se tratara de un mero prejuiciosobre la importancia de cada uno. Febvre tachaba esta eleccin como

    19 Ibid., p. 23. Ysu discurso inaugural enel Colegio de Francia en 1933. Combats pourl'histbire, p. 7.

    20 Seigllobos, cit. por Berr, op. cit., p. 41.

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 27

    arbitraria y haca notar al mismo tiempo la contradiccin en que sevea envuelta una historia sin supuestos.

    Para que otros hechos adquirieran el rango de hechos histricosera necesario que surgiera lo que L.Febvre llamaba historia-problema.sta fue posible gracias a un acercamiento ms atento a los mtodosde las ciencias empricas. Para stas no puede haber hechos privile-giados, que den razn de un determinado fenmeno. Un humildegujjarro o un astro ejemplifican por igual fenmenos mecnicos. Lo'que aproxima a los hechos -humildes o trascendentales- es unateora. sta no puede privilegiar especies de objetos o de hechos sino,a lo sumo, asignarles un rango o una especial ubicacin dentro deuna cadena de fenmenos.

    Unido en una misma crtica de la erudicin y el humanismo es-~riles con socilogos, economistas y gegrafos que se nutran delpositivismo filosfico, Febvre abri las compuertas de la especia-,.-lizacin histrica a los problemas que trataban esas disciplinas, 10/mismo que a sus preocupaciones metodolgicas. Esto tuvo como con-secuencia inmediata conquistar para la historiografa una sucesincasi ilimitada de territorios. El tratamiento de stos, confiado a otrasciencias sociales, no slo eliminaba una distincin ficticia entre losobjetos de las ciencias de la naturaleza y de las ciencias sociales sinoque incorporaba de golpe a la historiografa una suma de saberes.De all que Febvre pudiera concebir la historia como una sntesis o msbien -para diferenciada de la sntesis positivista de Berr- comohistoria total.

    Debe observarse, sin embargo, que la reivindicacin de los he-chos h1>tpric-sq!l_e_p_er_l!l.itij~-9!P2!_!~l()sElto~!9~~~ la geografa,la demografa, la economa, la sociologa, etc. y manejar de maneraadecuada fuentes' inexploradas, no acceda a una teora por ese hecho.Febvre, que parta tanto de una posicin consecuentemente positi-vista como de una visin humanista, poda rescatar para la historiaterritorios enteros de hechos que tocaban con el hombre. Nada msrevelador de esta doble fuente que el siguiente pasaje: ... toda teoraest fundada en el postulado de que la naturaleza es explicable. Yelhombre, objeto de la historia, hace parte de la naturaleza. l es parala historia lo que la roca es para el mineralogista, el animal para elbilogo, la estrella para el astrofsico.

  • 28 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFIA

    El hombre, como la naturaleza, poda ser objeto de una teora. El.hombre, se entiende, como sociedad. Pero cuando Febvre hablabade teora, a qu estaba aludiendo exactamente? Cualquier teora,siempre que tenga la virtud de hacemos comprender, parece decir-nos. La teora, como instrumento mediador entre el observador y elhecho observado, no adelanta nada respecto a la constitucin delobjeto o la estructura mental del sujeto del conocimiento. No pasa,en suma, de ser un artificio til, una construccin o un andamiaje.

    Febvre comprenda a cabalidad que las formulaciones cientficassobre fenmenos naturales, en su carcter de generalidad, es decir,de ciencia constituida, no dependan de la observacin directa deestos fenmenos. Igualmente, los hechos en la historia no poseanuna realidad sustancial que revelara inmediatamente su sentido a laobservacin. De all la necesidad de un instrumento mediador cons-truido por ~l hombre.

    ,.. Febvre tomaba partido contra el empirismo rudimentario queacumulaba hechos de erudicin asignndoles un valor preconcebi-do, sin justificar o hacer explcitos siquiera los criterios que guiabansu jerarquizacin. Al mismo tiempo refinaba, en una visin totaliza-dora de la historia, las observaciones de economistas y socilogospositivistas. All donde el positivismo fragmentaba o enclaustrabaen disciplinas acadmicas, la historia total de Febvre quera acumularun conocimiento exhaustivo. Sin embargo, este tipo de saber queda-ba confinado tambin a lo que pudieran aportarle los mtodos y lasteoras de disciplinas vecinas. Por eso las directrices de Lucien Febvrehan amenazado siempre con la dispersin indefinida de la historio-grafa, sin una teora especfica que oriente sus investigaciones.

    EL PARADIGMA DE ERNEST LABROUSSE

    Apenas un ao despus de la aparicin del trabajo de Fran~ois Simiandsobre precios y salarios (1932)se public la Esquisse du mouvement desprix et des revenus en France au XVIlle. siecle. Retrospectivamente, haquerido situarse estos dos trabajos en relacin con la inquietud do-minante del perodo, la gran crisis de 1929.Ambos se referan a losproblemas cclicos de la economa y ambos adoptaban una metodo-

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 29

    loga emprica para identificar las fluctuaciones peridicas en uncontexto histrico muy precioso.

    La analoga entre ambos trabajos no puede llevarse demasiadolejos. Para empezar, en el caso de Ernest Labrousse a nadie se leocurrira hablar de empirismo. Aunque Simiand haba identificado-a travs de series de precios- fenmenos de coyuntura, su razo-namiento no iba ms all (y,posiblemente, no poda ir ms all) deesta comprobacin. Los trabajos de Labrousse, por el contrario, pe-netraban mucho ms profundamente en el tejido histrico debido ala complejidad de su tratamiento terico. Aun ms, su percepcinpoda rebasar los meros movimientos de coyuntura para enfrentarsea verdaderos cambios de estructura, mucho ms aptos para dar cuen-

    _ ta de una periodizacin histrica racional.Los conceptos de estructura y coyuntura son fundamentales para

    la comprensin del debate terico en la escuela de los Annales. Sobre,estos conceptos ha habido sucesivas elaboraciones (Braudel, Chau- 'nu) y su significado no es perfectamente unvoco por cuanto su em-pleo ha trascendido el campo de la descripcin econmica al de unareflexin temporal propia de la historia.

    Una primera observacin: traducir la palabra francesa conjonctu-re por coyuntura podra inducir a equvocos (como casi siempre ocu-rr con las traducciones francesas) si no se aclara el concepto quecorresponde a la designacin francesa y se atribuye a la palabra es-paola el.mismo valor. Mientras coyuntura designa una articulacin(de dos huesos, por ejemplo), una interseccin o un momento dado(coyuntura favorable: momento nico para actuar), el significado deconjonct~!e_ ~~_casj_~loP1.!e!~N_~J@t--de uD_momentoo de unasimple interseccin sino de una tendencia general que se prolonga.Enel anlisis del comportamiento de losprecios, por ejemplo,Simiandencontraba dos fases ms omenos prolongadas (en conjunto, de unaamplitud decenal) que traducan la coyuntura econmica puestoque asociaba una mayor productividad y, en general, una prosperi-dad econmica a la tendencia al alza y de contraccin a la tendenci~a la baja.

    Ahora bien, el estudio de Labrousse, enfrentado al de Simiand,demostraba que este ltimo, al atenerse a los precios, haba confiadoapenas en un sntoma para describir la coyuntura. No siempre el

  • 30 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFIA

    alza de los precios poda identificarse con prosperidad econmicapuesto que el alza poda significar cosas diferentes en estructuraseconmicas diferentes. An ms, en un cierto tipo de estructura eco-nmica, el alza de los precios no slo poda ser catastrfica sino queafectaba de manera diferente a diversos estratos de la poblacin.

    Para llegar a estas conclusiones el trabajo emprico de Labroussehaba incorporado no slo la nocin de precios sino tambin los di-versos tipos de ingreso profesional, salario, renta y ganancia. Ysuanlisis estadstico haba profundizado en el comportamiento de losprecios tanto en el sector agrcola de las subsistencias como en elsector manufacturero. En el plano temporal haba logrado tambinuna mayor complejidad de anlisis al superponer sucesivamente mo-vimientos estacionales a movimientos cclicos y percibiendo, ms allde stos, una tendencia de larga duracin.

    Los primeros hallazgos empricos de Labrousse pueden sinteti-zarse as:

    a) Existe una tendencia sostenida al alza de los precios de cerealesy de otros productos agrcolas entre 1726 y 1789, tendencia delarga duracin que se prolonga en el siglo XIX y que tena su ori-gen en el XVI, a pesar de algunos retrocesos significativos en elsiglo XVII y el primer tercio del XVIII. El alza de los precios deproductos manufacturados es menor.

    b) En este movimiento de larga duracin se inscriben variacionescclicas de amplitud variable segn los productos. Estas variacio-nes, violentas y breves, afectan de manera diversa a las diferentesclases sociales (definidas por su tipo de ingreso) y se ven refor-zadas por variaciones estacionales. Sufren ms quienes dedicanuna mayor parte de su presupuesto a la compra de artculos b-sicos de origen agrcola. Menos, quienes gozan de rentas fijas,sobre todo en especie.

    c) El alza secular de los precios coincide con una elevacin similary ms amplia en las rentas que perciben propietarios feudales yburgueses. Los pequeos propietarios, que deben vender partede su fuerza de trabajo, no se benefician mayormente con el alzasecular de precios por cuanto no tienen mucho que vender. En

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 31

    cambio se ven afectados, en su doble calidad de propietarios ytrabajadores, por las fluctuaciones cclicas.

    d) Existe un antagonismo entre la produccin manufacturera y losmomentos de alza cclica en los precios de cereales. De otro lado,el alza secular de los precios de productos alimenticios es muysuperior a la de los salarios. La violencia de las fluctuaciones c-clicas en los precios de productos alimenticios, especialmente enlos cereales de mayor consumo popular, se suman a esas discor-dancias para afectar de manera negativa el nivel de vida de lostrabajadores.

    Esta primera aproximacin, sin matices, a los resultados de l'Es-quisse de Labrousse permite darse cuenta de la complejidad de laexploracin emprica. Yano se trataba de la identificacin de un merosntoma de la coyuntura sino de la construccin de un modelo din-mic021o, como lo expresa Pierre Vilar, ...no se quedaba, como enSimiand, como el soporte de generalizaciones psicolgicas o socio-lgicas sino que poda fundar la historia social ms profunda, aque-lla de las clases en la dinmica de sus contradic

  • 32 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAF(A

    En las primeras, la crisis (que est colocada en la juntura de losdos movimientos del ciclo) tiene como consecuencia la elevacin delos precios: es una crisis de escasez (debida a las malas cosechas). Enlas segundas, la crisis significa la baja de los precios: es una crisis desuperproduccin. Mientras en el primer caso la brusca subida deprecios significa empobrecimiento para las masas obreras y campe-sinas y oportunidades excepcionales de aprovechamiento para quie-nes perciben rentas fijas en forma de excedentes comercializables opara quienes pueden retener los productos y buscar el momento msfavorable para sacados al mercado, en el segundo el mismo fenme-no de alza posee un signo contrario: la produccin crece en el mismosentido que los precios al recibir su estmulo.

    Pero hay que distinguir todava: los fenmenos de crisis en laseconomas de antiguo rgimen estaban ligados a fluctuaciones cclicasde corta duracin. En el ciclo secular o de larga duracin los preciosagrcolas experimentaron un ascenso sostenido y con ello el resulta-do final fue semejante al que experimentan las economas modernasal recibir el estmulo de los buenos precios. El alza significa tambinaqu expansin econmica. En este caso -aclara Labrousse- no esla produccin la que impulsa los precios, como sucede en el caso delas variaciones cclicas, sino que son los precios los que impulsan laproduccin ... a diferencia de lo que se observa para los movimientoscortos, el sntoma de los precios tiene la misma significacin, en estecaso, en la agricultura y en la industria24.

    La distincin entre economas de antiguo rgimen, dominadaspor la produccin agrcola (y,en el sector manufacturero, por la in-dustria textil que est subordinada a su vez, en cuanto a insumos defibras vegetales y a su mercado, a la suerte de las cosechas), y laproduccin de rgimen industrial-Labrousse evita la palabra capi-talista- se ha establecido por la significacin diferente de la coyun-tura. Esto permite a Labrousse aproximar coyuntura y estructura.En un debate sostenido en 196825afirmaba que la coyuntura, comofenmeno repetido, institucional (y aqu se complaca Labrousse,

    24 [bid., pp. 345-346.25 Publicado en espaol con el ttulo Las estructuras y los hombres. Ariel, Barcelona,

    1%9.

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 33

    marxista, en citar a Paul Lacombe, el positivista) es un fenmenoestructural. Como esto implicaba que la coyuntura se produce demanera diferente en estructuras diferentes. Adems, las crisis agra-rias no tienen el mismo sentido en un rgimen capitalista que en unsistema precapitalista. Pero siempre guardan la forma que les im-parte el sistem en que estn inscritas.

    El fenmeno de las penurias agrcolas es tan universal y los me-canismos sociales que distribuyen su pes en forma desigual entrerentistas (sea de tipo feudal o burgus), pequeos propietarios, apar-ceros, asalariados, etc. tan constantes que sugieren a Pierre Vilar elempleo de un model026. Pero se trata de un modelo en donde secombinan, en una totalidad que no puede ser rota, 10cuantitativo y10cualitativo, 10objetivo y 10subjetivo, 10estructural ylo coyuntu-ral. As y solament~ as, se define la especificidad del objeto de lahistoria27. !

    Ahora bien, cmo puede discernirse en semejante modelo 10que se fundamenta en un trabajo emprico riguroso y 10que se debea la reflexin terica? Sin duda, los conceptos de salario, renta y ga-nancia pertenecen a la economa clsica. Pero el juego que estable-cen entre s, su acumulacin, sus contracciones, la manera como sedistribuyen, etc., se producen en dimensiones temporales en dondeel historiador recupera su dominio. Las comprobaciones de Labroussepermiten resolver, adems, a nivel casi emprico, problemas como elde la transicin de un sistema econmico a otro en los que la teoras~ele acumular un bagaje enorme de especulaciones gratuitas.

    No resulta extrao, entonces, que la obra de Ernest Labroussehaya suscitadoadhestones casi incondici

  • 34 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFtA

    ciones. Aqu conviene abrir un parntesis para tratar de definir otrastendencias dentro de la Escuela.

    LA HISTORIA SERIADA

    El magisterio de los Annales e incluso su institucionalizacin comoescuela oficial en Francia logr imponerse despus de la crisis de1929. Pierre Chaunu ha descrito varias veces las etapas de lo que lllama historia sriada (en francs, srielle) como etapas de la Escuela.Estas etapas (1929-1960,en donde se inscriben trabajos inspiradospresuntamente por la crisis mundial y se absorben, en trabajos re-gionales, las enseanzas de los maestros; 1960-1970,aparecen en elhorizonte otras crisis, esta vez de carcter poltico: fin de las guerrasde descolonizacin, transformacin de la guerra fra, revueltas estu-diantiles, etc.; 1970,etapa planetaria de la historiografa del compu-tador) coincidiran con una respuesta de los historiadores de la Escuelaa los problemas mundiales. Segn Chaunu28, despus de 1929 la an-gustia hizo presa de los historiadores. Frente a una crisis, descrita entrminos barrocos como atmsfera dolorosa, con dimensionesenormes y con repercusiones infinitas, que quiso dar una respuestasubordinando la encuesta histrica a los problemas de la economapoltica.

    Chaunu (que tiene su peculiar idea de la grandeur) exagera noslo la inmediatez de la respuesta o su relevancia sino tambin sualcance. No se sabe muy bien por qu, l lo supone universal. A pesarde su influencia indiscutida, la Escuela de los Annales sigue siendouna escuela nacional. Ymuy posiblemente la aparicin casi simult-nea de los trabajos de Sirniand y de Labrousse en el mbito de lacrisis de 1929 obedeciera a una coincidencia. Su elaboracin debillevar la mayor parte del decenio de 1920 y, en el caso de Simiand,tanto el tema de la encuesta como la metodologa proceden directa-mente de las formulaciones positivistas de comienzos del siglo.

    28 Cf. Pierre Chaunu, Histoire, science sociale. La dure, l'espace et 1'hornrne a l'poque rno-derne. Pars, 1974. Tambin Dpassement et prospective en Faire de 1'histoire, cit.,p.53.

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 35

    Los Annales, por influencia de Simiand y ms tarde de JeanMeuvret, creyeron encontrar en la historia de los precios la clave dela vida econmica29 Los precios, a su vez, pusieron en el centro delas preocupaciones de la Escuela los conceptos de crisis, coyunturay estructura a travs de los trabajos de Labrousse, rebasando conello la aproximacin puramente positivista. De otro lado, Pirenne yEarl J. Hamilton, al explorar cada uno por su lado los orgenes delcapitalismo, contribuyeron a centrar muchos estudios en torno a losejes geogrficos de la primera expansin capitalista.

    Capitalismo, crisis, coyuntura econmica: las preocupaciones dela Escuela se orientaban francamente hacia problemas del mundocontemporneo. La temtica renovaba los mtodos y propiciaba unaapertura hacia las otras ciencias sociales, tal como lo haba queridoLucien Febvre. La publicacin de los trabajos, a menudo monumen-tales Tesis de Estado, que comenzaron a aparecer a comienzos de losaos cincuenta (auspiciados por la recin organizada Seccin VI dela Escuela de la Prctica de Altos Estudios), se ordenaban dentro detres rbricas: 1. Puertos, rutas y trficos; 2. Negocios y gentes denegocios y 3.Moneda, precios, coyuntura.

    De este programa, que la coyuntura coronaba como ltima ela-boracin, resultaba un nfasis especial para los fenmenos de circu-lacin. El trfico y el volumen de los intercambios deba verse comoun sustituto de cifras inalcanzables de produccin30 Se pona de re-live tambin el rol del empresario pero reducido a su carcter deintermediario. El programa se ocupaba sobre todo de la formacinde la unidad del occidente europeo y de su expansin creciente: era,en rigor, un programa de estudios del siglo XVI, del surgimiento de1 .' . '..:l 1 .-1 '.-I.J -' 1 1 ,. ~ ._os-pnmeros lIT'

  • 36 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFfA

    Escuela la crisis ya estaba lejos. De otro lado, la llamada historia se-riada no haba adelantado mucho, ni fue nunca ms lejos que La-brousse, en el conocimiento de los resortes ltimos de una crisis detipo capitalista, as la Escuela se siguiera ateniendo a las enseanzasde Schumpeter ms bien que a las de Keynes31.

    Pero en cambio aparecan en el horizonte nuevas preocupacionesa las que poda aplicarse el saber acumulado. Una de ellas, la des-colonizacin y l emergencia del Tercer Mundo que podra recogerla leccin acumulada por una historia del desarrollo econmico eu-ropeo.

    En 1959 Fernand Braudel, E. Labrousse y P.Renouvin rendan uninforme sobre las orientaciones de la investigacin histrica32.Este informe, destinado a captar la ayuda presupuestal del gobiernofrancs para la investigacin histrica, mostraba un inters especialpor la historia de la tcnica, hasta entonces descuidada, y proponaestudios de crecimiento, muy en bogl entre los economistas. Enese momento los historiadores se sentan capaces de competir conlos economistas para encontrar las claves del desarrollo, ...en cier-tos aspectos un problema muy viejo, que hoy puede ayudar a resolveruna fuerte Informacin estadstica, elaborada en series seculares ....

    La escuela de los Annales concedi siempre una importancia des-mesurada a estas famosas series seculares. Tanto que su mera elabo-racin ha dado lugar a un tipo de historia, la historia seriada. En ellala cronologa usual de los historiadores adquiere los perfiles de unacurva que permite cuantificar, en un momento dado, la suma de unaactividad humana. Dentro de esta preocupacin Pierre Chaunu, queha consagrado una gran devocin a las series, quiso inscribir su tra-bajo fundamental sobre Sevilla y el Atlntico. Para Chaunu la historiaseriada se converta en la ltima piedra de toque del conocimiento

    31 Los puntos de vista de algunos discpulos de la Escuela son muy semejantes a laencuesta que propona Joseph A. Schumpeter en 1939: ...Debemos ir tan lejoscomo sea posible en el pasado -porque no tenemos otra manera de observar ungran nmero de unidades fluctuantes- y de aqu que la investigacin histrica seade importancia excepcional, an para tratar con lo ms prctico de los problemascontemporneos ... Cf. Businees Cycles. Edic. abreviada. Nueva York, 1964.

    32 Cf. RelJue Historique t. 222, Juillet. Sept. 1959, pp. 34 ss.

  • LA HISTORIOGRAF1A CIENTFICA DEL SIGLO XX 37

    histrico, si bien admita que tal historia deba ponerse al servicio dela economa, apenas corno un material emprico debidamente orde-nado y depurado por los historiadores. El historiador propona po-ner al alcance de los economistas tericos un material ms vasto deobservacin, pues adverta que stos continuaban movindose den-tro de simplificaciones de la realidad o dentro de cortes temporalescuya precariedad no poda fundar un conocimiento con una slidabase emprica.

    Corno se ha observado recientemente, al comparar los resultadosde la historia seriada.y los de la New EconomicBistory, la construc-cin de series no est orientada por la teora econmica sino msbien por la existencia de acervos documentales. Al cuantificar, a ve-ces valindose de hiptesis atrevidas33, el volumen total de inter-cambios entre Sevilla y Amrica desde 1504 hasta 1650 (siguiendo elesquema cronolgico de Hamilton), Chaunu pretenda rehusar todolo que no fuera mensurable. Yaclaraba: ...esta forma de historia noes necesariamente econmica sino seriada34.

    Por qu se hace esta distincin? Aqu valdra recordar de nuevoel punto de partida, las formulaciones positivstas de comienzos desiglo y los intentos de Simiand de elaborar una teora emprica delsalario. Se trata, en ltimas, de una elaboracin sobre los hechos, alos cuales no renuncia el historiador. La serie es una primera apro-ximacin, a veces una indicacin til de un orden de magnitudes. Enausencia de una teora y de unos conceptos (corno, en el caso deLabrousse, el empleo de los conceptos de salario, renta y gananciaconfrontados en varias sucesiones temporales) se confa un poco cie-gamente en que la serie larga descubra de suyo una racionalidad.~-Uno delos rasgos que han-marcado,enetecto, laofginalidad dealgunos de los discpulos de Annales radica en que sus trabajos dehistoria econmica han mantenido distancias con respecto a la teoraeconmica. Por esto, a pesar de los esfuerzos por lograr un acerca-miento con los economistas, stos se han mostrado escpticos conrespecto al valor demostrativo de las reconstrucciones seriadas. En

    33 Cf. Sville et l'Atlantique (1504-1650), Premire Partie: Statistiques. 1.VII. Pars, 1957,p.12.

    34 Ibid.

  • 38 ENSAYOSSOBREHISTORIOGRAFtA

    este sentido existe una oposicin irreconciliable entre el uso parcialde las series entre los historiadores y los intentos de J. Marcsewski.ste, corno la New Economic History, ha querido ligar ms estrecha-mente la reconstruccin histrica a la teora econmica subordinan-do toda construccin cuantitativa a un modelo (en su caso, el de lacontabilidad nacional). Los historiadores le objetan que ya no se tra-tara entonces de historia sino ms bien de econometra retrospec-tiva35

    Uno de los representantes de la Escuela, Fran

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 39

    Simiand y de Febvre y han retrocedido ms bien con respecto a La-brousse.

    La herramienta estadstica no slo permite la configuracin dehechos uniformes (institucionales, segn la expresin de Lacombe)sino.tambin la percepcin de hechos nuevos. Hechos colectivos, he-chos de masa, prolongaciones antes imperceptibles en un tiempopuntual, han entrado en el dominio del anlisis histrico. Con taleshechos y con tales tcnicas la nocin misma de fuente ha sufrido unamutacin profunda. Este es un enriquecimiento indudable, pero elviejo problema del positivismo permanece intacto: hasta dndepuede confiarse en que la reconstruccin de los hechos constituya larealidad histrica que se busca construir?

    Para uno de los amigos de la Escuela, el historiador polaco Wi-told Kula, el alargamiento de las series multiplica las posibilidadesde anlisis. Pero toda serie no puede prolongarse indefinidamente.Cada una posee cisuras y puede representar, en un momento dado,relaciones diferentes. La serie no es ms que un signo y un signoequvoco. As, las series sobre salarios, por ejemplo, pueden resultarincomparables del hecho deque, de una poca a otra, no son homo-gneas. Inclusive en la misma poca, y an en el mismo tipo de ac-tividad, pueden tener significaciones diferentes segn el nivel de lat ,. 1 d 37ecmca emp ea a .

    El mismo Kula resuelve este problema acogindose al conceptomarxista de formaciones socioeconmicas y al postulado de que es-tas formaciones se rigen por leyes propias y por tanto de una validezlimitada en el espacio y en el tiempo. Al examinar el sistema feudalinsiste en la necesidad de formular una teora econmica para ese sistemaexc1usivamente.-ba-teorfa-econmica-que-correspondea otro sistema,el capitalismo, por ejemplo, resulta inadecuada cuando se enfrentaa este nuevo objeto de investigacin38 "

    Kula no pudo disponer, para el perodo que se propuso estudiar(Polonia, entre los siglos XVI YXVIII), de las series largas que manejLabrousse y que procedan de una administracin perfectamentecentralizada. Esto no fue bice para que, de la misma manera que

    37 Cf. Histoire et conomie en Annales, Mars. Av. 1960, p. 305.38 Cf. Witold Kula, Teora econmica del sistema feudal. Siglo XXI, Mxico, 1974.

  • 40 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFfA

    este ltimo, llevara a cabo su anlisis en dos dimensiones tempora-les: el corto y el largo plazo. En ste encuentra, lo mismo que La-brousse, fenmenos recurrentes que ...obrando acumulativamente,conducen a transformaciones estructurales39. Estos fenmenos noson perceptibles en el plazo corto ni son una mera prolongacin deotros fenmenos observables en esta dimensin temporal.

    Las series temporales, de mero expediente emprico para mane-jar regularidades aja manera positivista, se han convertido en instru-mento (en el caso de Labrousse o en el de Kula) para alcanzar planostemporales diferentes. El anlisis de largo plazo permite inclusive laconstruccin de una periodizacin racional, siempre y cuando se estatento a los lmites que impone la peculiaridad de una formacineconmico-social, es decir, a las leyes que le son propias.

    La reflexin sobre estos planos temporales pasa por ser uno delos aportes ms significativos de la Escuela de los Annales. Aella hancontribuido no slo los estudios sobre coyuntura y sobre los fen-menos de larga duracin en el terreno econmico sino, como se verenseguida, el tratamiento de la estructura espacial en la obra de Fer-nand Braudel.

    EL REFINAMIENTO DE LOS CONCEPTOS: LA LARGA DURACIN

    Apartir de 1957 los Annales intensificaron los contactos y los debatescon practicantes de otras ciencias sociales: Gurvitch, Lvi Strauss, R.Barthes, J. Greimas, W. W. Rostow, etc. tomaban sucesivamente lapalabra en la revista en tanto que su nuevo director, Fernand Brau-del, daba un fuetazo a la polmica con un artculo sobre la larga du-racn40

    Si bien los fundadores de Annales haban reconocido pblica-mente su deuda con el positivism041, una segunda generacin pro-

    39 Ibid., p. 138Yespecialmente p. 146.ID Histoire et sciences sociales: la Longue dure. En Annales, Oct. Dec. 1958, pp.

    725-753. Traduccin espaola en La historia y las ciencias sociales. Alianza Edit. Ma-drid. 1968,pp. 60-106.

    41 Vase por ejemplo la manera como Marc Bloch defil1e los debates de comienzos desiglo en Introduccin a la historia. Mxico, 1952, pp. 18-19.

  • LA HISTORIOGRAFtA CIENTFICA DEL SIGLO XX 41

    clamaba sus distancias con respecto a aquel al advertir que ya, en losaos treinta y cuarenta, la atmsfera mental no era la misma y quelas ciencias no aspiraban forzosamente a postular principios de va-lidez universal. Pero:tan pronto como las ciencias del hombre llega-ban a una cierta madurez se anunciaba que estaban en crisis. Enqu consista esta crisis? Para la historia, al menos, en su deseo deafirmarse como disciplina autnoma frente a una sociologa cadavez ms formalizada pero de la que haba recibido un gran impulso.Por eso Braudel no dudaba en definir la historia como una coleccinde oficios, de curiosidades o de puntos de vista. Mucho en esta dis-cusin, en especial con Gurvitch, es especfico del mundo acadmicofrancs de fines del decenio de los cincuenta y comienzos del de lossesenta.

    Braudel reconoca, por ejemplo, un imperialismo, una hincha-zn de la historia42 Un poco ms tarde_Roland Barthes le haca ecoy observaba que el seo de unidad de las ciencias humanas se ha-ba quedado a menudo en la formulacin de sus premisas tericas.Que su realizacin no iba a operarse por adicin de disciplinas, poruna especie de federacin. La unidad, segn l, deba encontrarse enprofundidad, prescindiendo de los marcos tradicionales de las dis-ciplinas acadmicas. Esto exiga un imperialismo abierto en el quedeban embarcarse las'dos disciplinas mejor afianzadas en el mundoacadmico francs: la historia'y la antropologa43

    A su turno, Fernand Braudel reconoca que, debido a los progre-sos mismos de las ciencias del hombre, cada una se hallaba trenzadaen embrollados pleitos para_es.tablecer-S(fSlmiteso-afir~ar sussupertQri9-c!gs. Pgr supa'rfe! ofreca. una pe~~pe

  • 42 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFA

    como tales fenmenos, para darles una entidad reconocible, habasido necesario identificar la dimensin temporal en que se movan.El contacto con socilogos y economistas de confesin positivista(que haban llamado inicialmente la atencin sobre regularidadescomprobables estadsticamente) haba llevado a la comprobacin em-prica de movimientos de coyuntura. Para expresar estos fenmenosel pasado tena que descomponerse en decenas y veintenas de aos.Ms all de esta comprobacin todava poda hacerse otra de fen-menos que slo se revelaban como una unidad, o como una estructura,en un transcurso secular. La historia econmica (y Braudel tena enmente sin duda los trabajos de Labrousse) haba confrontado algunode sus conceptos con este juego temporal, con esta dialctica de laduracin. Pero esta era apenas una primera introduccin a la historiade larga duracin, una primera clave.

    Para Braudel, en efecto, la nocin de larga duracin se derivabade mltiples aproximaciones a la historia. La suya propia, en la cualtuvieron una gran influencia los gegrafos, se haba ocupado de lastransformaciones que, en diversos niveles temporales, afectaron alespacio mediterrneo y a las sociedades que tuvieron como eje esteespacio. Sila ptica del historiador se desviaba de los meros aconte-cimientos, inscritos en un lapso fulgurante, para ocuparse de estruc-turas, es decir, de relaciones aparentemente estables como las que seofrecan en su investigacin entre un espacio y las masas socialesque sustentaba, haba que concebir un tiempo casi inmvil o muy~lento para percibir cambios significativos.

    Braudel mencionaba tambin la presencia de un tiempo largo enalgunos pocos ejemplos de tratamientos historio grficos de la histo-ria intelectual: la persistencia de temas literarios (en E. R. Curtius,Braudel hubiera agregado un tratamiento similar de temas icono-grficos en E. Panofsky), de una concepcin espacial en la pintura(Francastel) o de una concepcin ideolgica del mundo (Febvre). Loque poda interesar al historiador no era solamente la permanenciade estas estructuras sino su erosin, su desagregacin espontnea oprovocada. O el proceso de su formacin. Y como este triple movi-miento de formadn, permanencia y desagregacin se operaba enuna larga duracin, esta dimensin temporal deba incorporarse en labase de todo estudio histrico. Para Braudel toda la historia deba

  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 43

    replantearse con relacin a este nivel profundo, en el que las estruc"turas aparentemente ms estables estaban dotadas de movimiento,as fuera casi imperceptible.

    En la concepcin braudeliana se est muy lejos del voluntarismohistrico que se derivaba de las concepciones liberales sobre el con-trato social y que permita moldear las sociedades sobre un consen-so. Se ha llegado, imperceptiblemente, a una ecuacin entre historiay naturaleza. Intil inquirir en la primera por una causa o siquierapor un agente de los cambios. Los llamados agentes histricos disuel-ven su accin en la futilidad del tiempo corto. Y sobre ellos operandeterminaciones que apenas perciben y que proceden de la coyun-tura. Los actores se ven superados as por fenmenos envolventes y,en el lmite, por un tiempo que acarrea consigo cambios ms radicalesque aquellos que pueden inscribirse en ellaps,? de una vida huma-na. Los sistemas sociales mismos no representan sino arreglos pro-visorios destinados a ser barridos por este tiempo en el lmite de lomvil.

    No habra que exagerar, empero, las implicaciones de la largaduraf-in por cuanto no siempre la nocin se aproxima a un tiempocsmico que diluye la historia en la naturaleza. La primera intuicinbraudeliana se deriva de la geografa humana y de la ubicacin delhombre en vastos espacios. El concepto ha inspirado tambin la re-construccin de ciclos climG1ticoscon mtodos histricos, pero estono significa que su campo de accin opere usualmente dentro deuna indefinicin csmica44 De ser as, la historia profunda hubierasustituido a la historia monda y lironda. LOcierto es que -sobretodoenloS-terrenos je~iahistoria -econ-micay social--ia larga du-racin se ha visto constreida a los lmites obvios de una presenciahumana o a los que impone la posibilidad de cuantificacin de algu-nos fenmenos y, an dentro de stos, a las necesarias fisuras que sepresentan en la transicin de un sistema econmico a otro.

    44 Sobre este problema. Cf. Guy Beaujouan, Le temps historique en L'hiSloirp el sesmthodes. La Pleiade. Gallimard. Pars. 1961.

  • 44 ENSAYOS SOBRE HISTORJOGRAFfA

    DEBATES: HISTORIA y ESTRUCTURALISMO

    El artculo de Fernand Braudel ofreca como un puente para las cien-cias humanas el concepto de larga duracin. Pero la polmica se mo-va tambin en otras direcciones al tratar de precisar 10 que para loshistoriadores constitua una estructura. Aqu vale la pena anotar que,en adelante, an 10 que podra denominarse el ala izquierda de laEscuela cerr filas en torno a la identificacin braudeliana de la es",:

    1 . 1 45tructura con e tiempo argo .Diez aos antes del artculo de Braudel, Claude Lvi Strauss se

    haba referido a un programa lcido y modesto que haba confinadoa los historiadores desde los tiempos de Hauser y Simiand. No sloquera recordar los orgenes positivistas de la Escuela de los Annalessino deslindar, con una cierta brusquedad, los dominios de la histo-ria y de la antropologa46 La historia no daba cuenta, segn l, delos elementos inconscientes de las sociedades humanas. Elementosque poseen una estabilidad de la que carecen los hechos conscientes,volitivos, que pertenecen al campo de estudio de la historia. Taleselementos, en el primer caso, pueden ser percibidos con respecto ala duracin simultneamente y as aparecen en las ciencias de la sin-crona.

    Esta distincin entre sincrona y diacrona, tomada del Curso de lin-giHstica general de Saussure, funda la nocin de estructura, particu-larmente en lingiistica, en donde todos los elementos son solidariosunos de otros simultneamente. Cualquier elemento de inestabili-dad (diacrnica) negara de suyo la posibilidad de aprehender unaestructura.

    De otro lado, los fenmenos inconscientes que aparecen en lassociedades humanas estaran inscritos en una estructura fundamentaldel espritu humano, a la cual se acercaran precisamente los mto-dos estructuralistas. Segn Lvi Strauss una actividad inconsciente

    45 Cf. Albert Soboul, description et mesure en histoire sociale, en L'histoire sociale,sources el mthodes. Pars, 1967, p. 12. Labrousse. Las estructuras y los hombres, cit., p.96.

    46 Cf. Claude L.Strauss, Histoire et thnologie en Revue de Metaphysique et de Morale,LIV, Nos. 3-4 (1949).Artculo incluido como captulo 1de la Antropologa estntctural.

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  • LA HISTORIOGRAFA CIENTFICA DEL SIGLO XX 45

    del espritu imprime sus formas, siempre las mismas, en contenidosobjetivos: costumbres, instituciones. Lo esencial del mtodo estruc-turalista consistira entonces en ... agarrar la estructura inconscien-te que yace bajo cada institucin y cada costumbre para obtener unprincipio de interpretacin vlido para otras instituciones y otrascostumbres .... De esta manera se elimina lo imprevisible y lo con-tingente, ya no de la manera positivista, mediante la comprobacinde regularidades empricas, sino mediante el postulado expreso de .un frincipio de interpretacin invariable: el inconsciente estructu-ral4

    El deslinde que quera introducir Lvi Strauss en 1949entre his-toria y etnologa estaba condenado a girar en el vaco. En ese mo-mento cualquier historiador hubiera admitido que aun en historiaexisten procesos inconscientes y que slo la vieja historia episdica ohistoria historizante persegua los hechos conscientes en un encade-namiento temporal lineal. Un proceso econmico es, a no dudado,un resultado de la actividad humana. El todo de este proceso slollega a ser consciente excepcionalmente, pero an as no puede afir-marse que sea un contenido que lleva impresa la marca de una for-ma ft~ndamental del espritu humano. A menos que con ello quieraexpresarse simplemente un truismo: de que la economa es una ac-tividad humana que puede hallarse en todas las sociedades conoci-das. Ynadie ha intentado la explicacin de los procesos econmicosmediante la comprensin de una estructura del espritu.

    En 1958 se public la Antropologa estructural de Lvi Strauss,cuyo primer captulo era su artculo de 1949.Ese fue tambin el aode la aparicin del artc_ulodeJ~~aE~_~!s()b~~J~l~!ga duracin, elcuaCquera-despefar algunos equvocos contenidos en la Antropolo-ga respecto al quehacer histrico. En primer lugar, a la altura deldesarrollo historiogrfico de los Annales, no poda hablarse de quela historia se ocupara ya de hechos conscientes. Precisamente la histo-ria inscrita en la larga duracin (Labrousse, Curtis, Francastel, Febvre,Panofski) haba buscado los c.ondicionamientos en los que no poda

    47 Cf. a este respecto los comentarios de Emilio de Ipola, Etnologa e historia en laepistemologa estructuralista en M..Castells y E. de Ipola, Metodologa y epistemo-loga de las ciencias sociales. Edit. Ayuso, Madrid, 1975, pp. 94 Y105.

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