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Enseñanza de la restauración y las técnicas antiguas a alumnos de la Escuela Taller de la Habana vieja Giordano Sánchez Núñez El rescate del Centro Histórico de La Habana Vieja, como un proceso fundamentalmente social y cultural, es el resultado de la voluntad del pueblo cubano de salvaguardar los valores patrimoniales y culturales, tangibles e intangibles, que distinguen la ciudad y su historia. Con este propósito se fundó en 1938 la Oficina del Historiador por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, quien nos legó su infatigable quehacer por la conser- vación de los monumentos históricos de La Habana y los principales bienes de nuestro patrimonio nacional. En el año 1978, el Centro Histórico La Habana Vieja fue declarado Monumento Nacional, lo que ex- presó la sensibilidad y preocupación por una ciudad destruida, abandonada, pero que todavía mostraba su absoluta belleza, con sus ancestrales costumbres y singulares tradiciones. A partir de 1981 se iniciaron las labores de restau- ración financiadas por el Estado cubano, y se comen- zó a identificar a la Oficina del Historiador como la encargada de dirigir y planificar las principales ges- tiones y trabajos concretos de estos primeros esfuer- zos, a partir de lo que en años anteriores se había rea- lizado en el Palacio de los Capitanes Generales. En ese momento se realizan las primeras acciones cons- tructivas con una concepción más urbana, tomando como punto de partida a la Plaza de Armas y las pri- meras calles. En estos años comenzaron las restaura- ciones de las antiguas fortificaciones: Fortaleza San Carlos de la Cabaña y el Castillo de Los tres Reyes del Morro. Finalmente, en 1982, es declarada La Habana Vie- ja y su sistema de fortificaciones como Patrimonio Cultural de la Humanidad reconociéndose los valores arquitectónicos y culturales de una ciudad donde se refleja una mezcla de estilos arquitectónicos y el tes- timonio de diferentes épocas destacándose su sistema de plazas y calles principales, así como Palacios, Iglesias y grandes casas entre otros. De esta forma quedó reafirmada y constituida la Oficina del Histo- riador de la Ciudad como el organismo rector para realizar los planes y restaurar la ciudad. En el año 1992, en un convenio suscrito entre la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Agencia Española de Cooperación Internacional [AECI] el día 6 de abril quedó constituida la Escuela Taller del Centro Histórico de La Habana Vieja, to- mando el nombre del poeta y escritor español «Gas- par Melchor de Jovellanos». En1993, la sociedad cubana atravesaba por uno de sus momentos más difíciles, marcado por una aguda crisis económica. En medio de esta terrible circuns- tancia y en nuestra lucha determinante y diaria por revertir esta situación, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz en su deseo de propiciar la protec- ción del Patrimonio Cubano, en el mes de octubre re- dactó e hizo vigente de manera inmediata el Decreto Ley 143. A partir de ese momento quedó reconocido el tra- bajo que por décadas había realizado el Dr. Eusebio Leal Spengler y un grupo de compañeros. La Oficina Actas Vol. 3.indb 1507 Actas Vol. 3.indb 1507 20/09/17 8:54 20/09/17 8:54

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Enseñanza de la restauración y las técnicas antiguas a alumnos de la Escuela Taller de la Habana vieja

Giordano Sánchez Núñez

El rescate del Centro Histórico de La Habana Vieja, como un proceso fundamentalmente social y cultural, es el resultado de la voluntad del pueblo cubano de salvaguardar los valores patrimoniales y culturales, tangibles e intangibles, que distinguen la ciudad y su historia.

Con este propósito se fundó en 1938 la Oficina del Historiador por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, quien nos legó su infatigable quehacer por la conser-vación de los monumentos históricos de La Habana y los principales bienes de nuestro patrimonio nacional.

En el año 1978, el Centro Histórico La Habana Vieja fue declarado Monumento Nacional, lo que ex-presó la sensibilidad y preocupación por una ciudad destruida, abandonada, pero que todavía mostraba su absoluta belleza, con sus ancestrales costumbres y singulares tradiciones.

A partir de 1981 se iniciaron las labores de restau-ración financiadas por el Estado cubano, y se comen-zó a identificar a la Oficina del Historiador como la encargada de dirigir y planificar las principales ges-tiones y trabajos concretos de estos primeros esfuer-zos, a partir de lo que en años anteriores se había rea-lizado en el Palacio de los Capitanes Generales. En ese momento se realizan las primeras acciones cons-tructivas con una concepción más urbana, tomando como punto de partida a la Plaza de Armas y las pri-meras calles. En estos años comenzaron las restaura-ciones de las antiguas fortificaciones: Fortaleza San Carlos de la Cabaña y el Castillo de Los tres Reyes del Morro.

Finalmente, en 1982, es declarada La Habana Vie-ja y su sistema de fortificaciones como Patrimonio Cultural de la Humanidad reconociéndose los valores arquitectónicos y culturales de una ciudad donde se refleja una mezcla de estilos arquitectónicos y el tes-timonio de diferentes épocas destacándose su sistema de plazas y calles principales, así como Palacios, Iglesias y grandes casas entre otros. De esta forma quedó reafirmada y constituida la Oficina del Histo-riador de la Ciudad como el organismo rector para realizar los planes y restaurar la ciudad.

En el año 1992, en un convenio suscrito entre la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Agencia Española de Cooperación Internacional [AECI] el día 6 de abril quedó constituida la Escuela Taller del Centro Histórico de La Habana Vieja, to-mando el nombre del poeta y escritor español «Gas-par Melchor de Jovellanos».

En1993, la sociedad cubana atravesaba por uno de sus momentos más difíciles, marcado por una aguda crisis económica. En medio de esta terrible circuns-tancia y en nuestra lucha determinante y diaria por revertir esta situación, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz en su deseo de propiciar la protec-ción del Patrimonio Cubano, en el mes de octubre re-dactó e hizo vigente de manera inmediata el Decreto Ley 143.

A partir de ese momento quedó reconocido el tra-bajo que por décadas había realizado el Dr. Eusebio Leal Spengler y un grupo de compañeros. La Oficina

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del Historiador se convierte en la institución del Es-tado cubano que va a dirigir y ejecutar el proceso de restauración de la ciudad.

De este modo, se le confiere a la Oficina del His-toriador una atención priorizada, se amplía su marco de autoridad, se fortalece su condición de institución cultural con personalidad jurídica propia y se le otor-gan atribuciones para gestionar los recursos financie-ros necesarios con el objetivo de preservar la memo-ria material y espiritual de la capital de la República, como expresión de la historia nacional.

Una de los fundamentos en que se apoya la Ofici-na para cumplir su encargo social es la Escuela Taller «Gaspar Melchor de Jovellanos». El objetivo del pre-sente ensayo consiste en mostrar los resultados del trabajo realizado por un grupo de jóvenes graduados en ese centro en el rescate de un inmueble patrimo-nial que se convertiría en el actual Bar Restaurant «Bigote de Gato».

LA EXPERIENCIA DE LA ESCUELA TALLER «GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS»

La Escuela Taller «Gaspar Melchor de Jovellanos» se fundó en 1992, desarrollando desde entonces una labor fundamental en la restauración del Centro His-tórico de La Habana Vieja, ya que los jóvenes educa-dos y formados en el conocimiento de los oficios y las diferentes especialidades desarrollan una intensa actividad en la conservación y restauración del patri-monio cultural.

Desde su fundación se han graduado alrededor de 1050 estudiantes en catorce especialidades [Albañi-lería, Arqueología, Carpintería, Cantería, Electrici-dad, Forja, Jardinería, Plomería, Pintura de Obras, Pintura Mural, Vidriería, Yeso, Hojalatería y Tala-bartería]. El nivel técnico alcanzado por nuestra Es-cuela nos permite intercambiar experiencias con personal de otros centros de igual perfil e incluso apoyar el trabajo de aquellos que lo requieran me-diante el adiestramiento de profesores y alumnos. Como es el caso de las Escuelas Taller de Santiago de Cuba [2002], Trinidad [1998], Camagüey [1997] y Cienfuegos [2008].

En el año 2013, la dirección de la Oficina decidió implementar una nueva experiencia, que consistió en la creación de Obras-Laboratorio con el propósi-to de realizar un trabajo de restauración concreto

donde los egresados pusieran en práctica lo apren-dido según sus especialidades y pasar un primer pe-ríodo de adaptación a la vida laboral. De esta mane-ra, el ejercicio final de los graduados del curso 2013–2014 consistió en la restauración de una obra en ejecución.

Durante el período docente de dos años estos egresados habían vencido satisfactoriamente las dis-ciplinas y actividades docentes: Dibujo técnico, Tipología de las construcciones del período colonial, Materiales y técnicas de restauración [por especiali-dad], Tecnología de la restauración [por especiali-dad], Taller de restauración [por especialidad], Prác-tica laboral, Prácticas pre profesionales, Examen de calificación obrera. Se trataba entonces de consoli-dar los conocimientos en varias especialidades, entre ellas: albañilería, cantería, carpintería –tanto de puertas y ventanas, como carpintería constructiva de techos.

EL BAR-RESTAURANT «BIGOTE DE GATO»: CONSOLIDACIÓN DE LO APRENDIDO

El caso de estudio que nos ocupa – ejercicio final para los egresados – es un antiguo edificio del siglo XVIII, ubicado en la esquina de las calles Tte. Rey y Aguacate, en La Habana Vieja. Una edificación va-liosa, pero deteriorada por el tiempo, prácticamente destruida y abandonada. En ella se podían apreciar las técnicas tradicionales de construcción de muros de la etapa colonial, y un techo de armadura de pares que, aunque solo contaba con unos pocos elementos revelaba la bella ejecución que una vez había tenido (figura 1).

Paralelamente, a solicitud del Historiador de la ciudad, se realizó una investigación histórica en di-cha calle arrojando como uno de los resultados nota-bles el hecho de que allí había vivido y fundado uno de los personajes más pintorescos de la historia de la Ciudad de La Habana, el asturiano Manuel Pérez Ro-dríguez, más conocido como Bigote de Gato1, a quien le venía de su natal Asturias su auténtica hidal-guía y su espíritu Quijotesco y de su Cuba querida, el sabor de lo criollo, su gentileza y la alegría que siem-pre lo acompañó.

De esta forma la Restauración de este inmueble y el propio ejercicio de los jóvenes para realizarla, alcan-zaba una nueva dimensión al llevar a cabo al unísono

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el rescate de una parte de la historia de la ciudad, los cuentos populares y las anécdotas sobre «Bigote de Gato», cuya vida y legado fueron honrados con la nue-va función y el nombre de este proyecto.

La obra se realizó bajo el principio básico de ma-yor reversibilidad y menor invasión, compatibilidad de los materiales y recuperación de las técnicas anti-guas de intervención.

El proceso de restauración se orientó por un proto-colo de intervención donde las acciones constructi-vas se fundamentaron en el estudio de las lesiones y análisis de las patologías presentes en las diferentes tipologías constructivas; el diagnóstico correspon-diente y el diseño de los tratamientos y metodologías de intervención para cada caso.

En la especialidad de cantería la obra contaba con un muro mixto de partes de sillares de piedra y partes de mampuesto. La sillería consistía en partes de muro o rafas construidas con piedras calizas con for-ma de paralelepípedos de alto y ancho regularmente uniforme entre 40 y 50 cm., y largo variable entre 50 y 70 cm.

Muros

Entre las piezas de piedra se encontraba un mortero a base de cal y áridos proveniente del corte y la-branza de las propias fábricas. En algunas zonas de este muro de piedra se encontraban huellas de un antiguo revoque muy fino a base de cal y pigmentos de color ocre.

Las partes hechas de mampuesto eran compuestas por fragmentos de piedra irregular unidas con una ar-gamasa de cal. Este tipo de muro era muy común en el siglo XVIII y su nombre indica cómo se construían «Puesto con la mano» las realizadas con piedra como en este caso le daban más fortaleza y como es típico estaba revestido con un mortero de cal grueso.

En este caso particular, en el muro se podían apre-ciar las camadas de piedras irregulares y cal y aun cuando no fue construido con tierra ni sus dimensio-nes eran las propias de los tapiales quizás este fue hecho con la técnica de las rafas y tapias, pues ade-más de verse con cierta claridad las capas de material como vertidos dentro de un molde, los fragmentos de piedras eran bastante pequeños y la relación entre los materiales componentes era de mucha argamasa y pocos fragmentos de piedra (figura 2).

Las lesiones fundamentales encontradas en los muros eran las siguientes:

– Grietas producidas por la pérdida de mortero y argamasa en la unión entre las rafas de piedra y las partes construidas con mampuesto.

– Pérdidas considerables en las juntas verticales y horizontales entre sillares.

– Superficie de los sillares con oquedades, pe-queñas fracturas, faltantes y partes blandas2.

– Superficie de mampuesto irregular por el des-gaste del muro y la pérdida de argamasa.

– Grandes faltantes producto de la pérdida consi-derable de argamasa y la caída de fragmentos de piedra.

– En las zonas de argamasa, la superficie se en-contraba disgregada y pulverulenta.

– Grandes pérdidas y desgaste en el muro pro-ducto de la falta de revestimiento y la acción del aire y las escorrentías de agua.

– Destrucción y faltantes de material notables en las partes superiores de los muros, ocasionadas por las escorrentías de agua y la pérdida de los elementos de madera del antiguo techo.

Figura 1Estado original de la obra antes de la restauración. Imagen del autor.

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La metodología de intervención para los muros consistió en aplicar tratamientos diferentes a las dos técnicas constructivas presentes y a su vez diferen-ciar el completamiento de los muros de la aplicación de los revestimientos.

En el muro de piedra se realizó en primer lugar el saneamiento y limpieza de la superficie, realizando limpieza mecánica no abrasiva y química con agua des-ionizada.

Las partes de piedra faltantes fueron completadas hasta el nivel de superficie con morteros de cal3 y arenas finas y gruesas 1:3 y 5%4 de cemento blanco y las juntas fueron completadas con mortero de cal y arena 1:3

Las superficies de argamasa en las zonas de mam-puestos fueron aglomeradas, a partir de la aplicación de agua silicatada5 por aspersión con el cuidado de no provocar escorrentías.

Las partes faltantes en el mampuesto fueron completadas con argamasa de cal, cerámica en pol-vo6 muy fina y carbonato de calcio 1:1:2 y las in-crustaciones por capas de pequeños fragmentos de piedra.

Las grietas en esta parte del muro fueron higieni-zadas de material disuelto, aglomeradas las oqueda-des y rellenas con argamasa de composición seme-jante a la utilizada para erradicar los faltantes.

Finalmente, el muro fue revestido por dos capas de mortero, la primera de granulometría gruesa com-puesta por cal, cerámica y carbonato de calcio 1:1:2; la segunda de granulometría intermedia compuesta por cal y arena y carbonato de calcio 1:1:2 y 5% de cemento blanco.

Figura 2Fachada sin revestimiento donde se aprecia las tipologías de muro y los elementos componentes. Imagen del autor

Figura 3Aplicación de enlucido en la fachada. Imagen del autor.

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En la capa final fue aplicado un enlucido de base compuesto por cal, carbonato de calcio 1:3 y 10% de cemento blanco, con la adición controlada de polvo muy fino de carbón7 y cerámica como pigmentos na-turales (figura 3).

En la albañilería, los trabajos consistieron en erigir nuevas paredes interiores que fueron construidas con ladrillos de barro macizos, de igual forma se comple-taron las partes faltantes en la parte superior de los muros, se colocaron los nuevos dinteles de madera y las hiladas de ladrillo para sellar y proteger la antigua obra de piedra y mampuesto.

En ambos casos, el mortero que se utilizó fue compuesto por cal y arena 1:3 y 5% de cemento blanco, el revestimiento grueso fue realizado con la misma composición que el mortero de colocación y la terminación fue a base de cal, carbonato de calcio 1:3 y 5% de cemento blanco en forma de enlucido aplicado a llana.

Pavimentos

Se colocaron los pisos con mortero tradicional de cal y arena fina 1:3 y 10 % de cemento blanco y los nue-vos enchapes cerámicos se realizaron con la técnica moderna del cemento cola.

Techo de madera

En el techo de armadura faltaba aproximadamente el 80% de sus elementos componentes y los existentes estaban casi totalmente destruidos, por lo que no fue posible realizar su restauración. Sin embargo, en los muros interiores quedaban incrustados en las paredes fragmentos de las molduras de billetería y viñetas, así como canes y fragmentos de tirantes y ligaduras donde se podía leer que el techo original era un techo de par e hilera, de arrocabe compuesto.

También se podía observar la impronta de la exis-tencia original de tirantes de esquina o cuadrales y pedazos de guardapolvo; y en las piezas que aún per-manecían, a pesar de su deterioro era visible la deco-ración que se había utilizado en las piezas del anti-guo techo.

La decisión adoptada fue la de construir un nuevo techo de madera, semejante a los techos de par e hi-lera propios del siglo XVIII construidos en La Haba-

na Colonial, lo cual constituía un reto porque los te-chos siempre se restauraban alguna de sus partes y nunca antes se había construido uno totalmente nue-vo a la manera antigua. Desde el punto de vista do-cente esta experiencia fue de vital importancia para enfrentar trabajos futuros de restauración de estructu-ras de madera en otras obras del Centro Histórico (fi-gura 4).

Se estableció un régimen de trabajo de Taller y Obra para trabajar los elementos componentes y pos-teriormente realizar su montaje. Se elaboraron los arrocabes compuestos por solera, canes, estribos, ti-rantes y cuadrales, y se montaron sobre los muros restaurados.

Se elaboraron la hilera, limas, pendolones, péndo-las y pares, y se realizó su montaje al que le siguió la talla de las cajuelas para mata juntas. Sobre estas se colocó el entablado. Posteriormente, el techo se de-coró con las molduras y guardapolvos, y se elaboró y colocó la lacería en los tirantes pareados y ligaduras (figuras 5 y 6).

Para las vigas se empleó madera dura –Green Heart– de Guyana, y para el entablado y la decora-ción madera de Cedro Real proveniente de Cuba. La terminación de los elementos del techo fue con Tinta de Mangle Rojo8, sellador incoloro para maderas y barniz.

El techo de madera fue cubierto por tejas criollas9 y detallado con un hermoso tejaroz (figuras 7, 8 y 9).

Carpintería en blanco

El diseño de la carpintería en blanco fue un aspecto de vital importancia para ubicar la obra en los tiem-pos actuales y no engañar con una imagen antigua para un edificio que, si bien habían sido restaurados sus muros, muchas de sus partes y elementos cons-tructivos eran de nueva construcción.

Para la carpintería en blanco se fabricaron puertas de tipo españolas, típicas de la etapa colonial, pero combinadas con lucetas y paños fijos laterales de cris-tales de colores con un diseño más contemporáneo.

Terminación

Una vez restaurado, el edificio se convirtió en el nue-vo Bar-Restaurante «Bigote de Gato», ya que en esa

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calle existió un negocio semejante fundado por el as-turiano Manuel Pérez Rodríguez, más conocido como «Bigote de Gato»

El interior del local fue decorado con la historia de este personaje de La Habana de los años 40 y 50 del siglo XX, de quien la investigación realizada dio como resultado la siguiente síntesis biográfica (figu-ras 10 y 11):

CONCLUSIONES

Los resultados del trabajo de los recién egresados y estudiantes en la restauración de esta obra, el com-pletamiento del ejercicio docente y la adaptación a la vida laboral fueron extraordinarios, pues la interven-ción se terminó en el tiempo previsto de un año, con una alta calidad de ejecución y buenas prácticas y de

Figura 4Croquis para la construcción de los elementos de techo. Gráfico del autor.

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manera inmediata el edificio fue puesto en explota-ción sin contratiempo alguno.

La Enseñanza de la restauración y las técnicas an-tiguas a recién egresados de la Escuela Taller de la

Habana vieja, tuvo muy buenos resultados pues los jóvenes pasaron un entrenamiento y período de adiestramiento mucho más integral, bajo la nueva concepción de Obras Laboratorios.

Figura 5Talla de uniones a media madera y cola de milano para la unión de estribos y Tirantes de esquina. Imagen del autor.

Figura 6Ensamble y montaje de la lacería y decoración sobre los ti-rantes pareados y las ligaduras. Imagen del autor.

Figura 7Proceso de construcción del tejaroz con tejas criollas.

Figura 8Techo de armadura de pares terminado. Imagen del autor.

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Los jóvenes posteriormente se incorporaron en di-ferentes proyectos de restauración del Centro Histó-rico y los resultados obtenidos fueron muy buenos, en la actualidad muchos de estos jóvenes aún perma-necen trabajando en la restauración del Centro Histó-rico de La Habana.

NOTAS

1. Breve reseña de la vida de Manuel Pérez Rodríguez, conocido como «Bigote de Gato»

El 13 de diciembre de 1910 en Santullano de Las Regueras, Asturias, nació Manuel Pérez Rodríguez, sus padres, Gumersindo Pérez y María Rodríguez vivían en Llamero (Candamo), pero la madre debió ir a casa de sus padres, en Santullano, donde parió. Por motivos familiares, y después de pasado el parto, volvieron al domicilio conyugal. Con 12 años, llegó Carlos Manuel a Cuba, siguiendo a su padre que trabajaba en la fábrica de tabacos H`Upman. Con su boina roja, su pelo largo y un reluciente mostacho, que, a su corta edad, ya lucia de oreja a oreja. Algunos lo comenza-ron a considerar como a otros personajes populares de La Habana, que tenían un «tornillo flojo». Carlos Manuel, su nombre y apellido real, era poco conocido por las personas de su tiempo. Pasó a la historia de La Habana como «Bigote de Gato», quien era «un tipo decente» experto en Gastronomía y Lico-rería. Nunca estuvo loco, aunque todos los locos fueran sus amigos y diera siempre la buena ventura a cuanta especie del folklorismo urbano que llegara a su bar, ubicado en la calle Teniente Rey No. 308, a donde iba también la bohemia habanera y el cliente siempre tenía la razón.Presidió el Tribunal de los Locos, programa de la televisión cubana de los años 50, los otros miembros eran nada más y nada menos que: «El Caballero de París», que vivía mental-mente en el pasado, «La Marquesa» una dama que se creía condesa, un joven apodado «Tarzán» porque comía el pesca-do crudo, y un excéntrico vestido de charro mexicano apo-dado «Juan Charrasqueado».Trascendió además por su famoso automóvil, un Chevrolet convertible de 1923, con el cual ganó la competencia de ca-charros [autos viejos] cuya carrocería estaba decorada con caricaturas de reconocidos humoristas y frases jocosas. Lla-maba la atención de los transeúntes cuando circulaba por las calles de la capital, se convertía en centro de atención en los paseos del carnaval habanero y era la sensación de las carre-ras de autos viejos.Era habitual verlo pasar los domingos por el Malecón de La Habana acompañado de hermosas mulatas, por las que sen-tía especial atracción. Se decía de él que era psicólogo, filó-sofo, experto en mujeres y amores, por lo que su Bar de la calle Teniente Rey era muy visitado, unos tan solos para verlo, otros para comer y beber gratis y otros para escuchar sus anécdotas y reflexiones en voz alta.Bigote de Gato promocionaba su bar, que llevaba su mismo nombre, con el siguiente lema, que se podía leer en un cartel a la entrada del local: «Conozca a Cuba primero, visite a Bi-gote de Gato después; un pedacito de nuestra madre patria con todos sus productos, una palmera cubana con todas sus costumbres».El bar Bigote de Gato acogía al club de los Noctámbulos, del cual era presidente, que llegó a tener 500 miembros y los requisitos para pertenecer eran: tener entre 18 y 100 años de edad, noctambular entre 12 de la noche y 6 de la mañana, practicar la alegría, la prudencia, el respeto y no hablar de religión ni de razas. Lo de razas se puso porque estaba bien

Figura 9Detalle de esquina del tejaroz. Imagen del autor.

Figura 10Detalle de esquina del edificio terminado. Imagen del autor.

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visto «quemar petróleo», esto es: juntarse blanco o blanca con negro o negra. También acudían mujeres y nadie era ex-cluido a menos que no fuera decente y se debía adorar al Dios Baco. Solía ofrecer una vez al mes a los madrugadores una cena erótica con un menú tan incitante que consistía en rabo encendido, lengua estofada y de postre: papaya en al-míbar.El bar tenía la particularidad de que los clientes eran decla-rados propietarios y que lo mismo podía degustar un chorizo de gocho, así anunciado, o unas sardinas de Vigo, tomarse uno de los cócteles que inventaba el propietario: el «Atila frente a Roma», «Espérame en el Cielo» y «Cuba en Llamas», además del que llevaba su sobrenombre de «Bigote de Gato», cuyos ingredientes eran raíz de garañón, palo malambo, jengibre, miel de abejas, ron, ajo, limón y extracto de cerebro de gorrión, y hay quien asegura que ela-boraba una bebida muy estimulante para enamorados en cri-sis.Se paseaba ostentando con particular orgullo su estrafalaria figura por El Cotorro, Luyanó y por la Ciudad de La Habana toda, donde se hizo muy popular. La gente se acostumbró a su inofensiva y pintoresca presencia. Al verlo pasar, con di-simulada y picaresca sonrisita criolla, se burlaban de su es-tampa, detalle que, al parecer, no le importaba en lo absolu-to.Bigote de Gato se definió a sí mismo como un bohemio, «nacido para hacer felices a las mujeres». Su fama cruzó nuestras fronteras en forma de melodía, cuando sirvió de inspiración a la conocida guaracha del compositor Jesús Guerra popularizada por Daniel Santos y la Sonora Matan-cera, que lo describía:«Bigote de Gato es un gran sujeto, / que vive allá por el Lu-yanó / y tiene el pícaro unos bigotes / que son de toda la ad-miración...»En el año 2000 fue homenajeado por sus 90 cumpleaños en una lindísima actividad organizada por la Federación Astu-riana y otros, en la cual el Ministerio de Cultura lo premió con una botella de Ron y etiqueta muy especial dedicada a su figura y la Oficina del Historiador de la ciudad le conce-dió una atención vitalicia.Manuel Pérez Rodríguez, es decir Bigote de Gato muere en La Habana, el día 11 de julio del año 2003.

2. La piedra caliza de Cuba es muy joven, pues el archi-piélago se formó apenas en el mesozoico y toda la roca es sedimentaria. Por eso la expresión tan sobria de los detalles en los edificios de piedra de la Habana. Toda la piedra que se encuentra tallada de manera profusa, en pórticos y otros elementos es piedra traída de España como lastre en los barcos.

3. En las dosificaciones de los morteros Cal se refiere a la masilla de Cal o Hidróxido de Calcio que se obtiene cuando ponemos a hidratar la cal aérea en un estanque o artesa de agua.

4. Es un porciento bajo y se establece en relación con la cantidad de masilla de cal, no a la cantidad total de la mezcla. Se utiliza para hacer hidráulico los morteros a base de cal aérea.

5. Agua enriquecida con silicatos que se obtiene en las ar-tesas de Hidróxido de Calcio con el agua que excede el nivel de la Cal.

6. Obtenida de la molienda de desechos cerámicos prove-nientes de tejas y otros elementos, los cuales fueron co-cidos a más de 600 grados, y el polvo que se obtiene es rico en sílice y alúmina, el cual se utiliza como una pu-zolana activa al brindarle a los morteros de cal aérea propiedades hidráulicas.

7. Material que posee entre otras las propiedades natura-les de absorber los olores y la humedad. Triturado hasta obtener un polvo fino fue utilizado en el periodo colo-nial para erradicar tanto los olores como las humeda-des, al atraer la humedad retenida en los interiores de los muros hacia la superficie más rápidamente.

8. Esta es una solución alternativa a la del Añil, que se utilizó en la etapa colonial para intentar erradicar los insectos comederos de madera. Se obtiene a partir de la corteza de la planta de Mangle rojo bien seca y oxidada bajo los rayos solares y posteriormente colocada en un recipiente de agua y alcohol al 50%.

9. Se refiere a la teja árabe que inicialmente llegaba a la Habana en los barcos provenientes de la península como lastre. Posteriormente se comenzó a fabricar en la isla adoptando el nombre de teja criolla.

LISTA DE REFERENCIAS

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