ENSEÑANZA DE LA PALABRA DE DIOS

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ENSEÑANZA DE LA PALABRA DE DIOS A. Beens Bartolo H. Profesor en el Seminario Teológico Iglesia Evangélica Peruana Facultad de Teología y Ministerio INTRODUCCIÓN En el mundo hay que distinguir entre los no cristianos y los que sí lo son (entendiéndose el término como “seguidores de Cristo”). Los no cristianos, no solamente viven sin Dios, sino en absoluta oscuridad y ceguera espiritual; ellos no solamente necesitan que se les presente la salvación en Jesús sino también la “luz de la Palabra” como guía (Sal. 119:105) 1 . Por otro lado, los cristianos, que gozan de la salvación, necesitan ser alimentados constantemente con las Sagradas Escrituras (1 Pe. 2:2) 2 . Sin embargo, es muy notorio observar que muchos están desnutridos (por no alimentarse o alimentarse de manera inadecuada), otros tienen el síndrome de “parasitosis” (por alimentarse de lo que otros ya se han alimentado), también hay los que tienen la tendencia del “mar muerto” (que reciben mucho alimento y no la comparten con otros), y los “infectados por el óxido” (Dios les dio la capacidad y herramientas para alimentar a su pueblo y no lo hacen). Frente a esta problemática se hace necesario regresar a la Biblia y notar la importancia que Dios da a la Enseñanza de su Palabra. Para eso, en este taller, 1) se definirá términos, 2) se notará la importancia y relación entre aprendizaje-enseñanza de la Palabra de Dios, y 3) lo que el Señor quiere de nosotros en este tiempo. 1 “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino”. 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”.

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ENSEÑANZA DE LA PALABRA DE DIOSA. Beens Bartolo H.

Profesor en el Seminario Teológico Iglesia Evangélica Peruana

Facultad de Teología y Ministerio

INTRODUCCIÓN

En el mundo hay que distinguir entre los no cristianos y los que sí lo son (entendiéndose el término como “seguidores de Cristo”). Los no cristianos, no solamente viven sin Dios, sino en absoluta oscuridad y ceguera espiritual; ellos no solamente necesitan que se les presente la salvación en Jesús sino también la “luz de la Palabra” como guía (Sal. 119:105)1. Por otro lado, los cristianos, que gozan de la salvación, necesitan ser alimentados constantemente con las Sagradas Escrituras (1 Pe. 2:2)2. Sin embargo, es muy notorio observar que muchos están desnutridos (por no alimentarse o alimentarse de manera inadecuada), otros tienen el síndrome de “parasitosis” (por alimentarse de lo que otros ya se han alimentado), también hay los que tienen la tendencia del “mar muerto” (que reciben mucho alimento y no la comparten con otros), y los “infectados por el óxido” (Dios les dio la capacidad y herramientas para alimentar a su pueblo y no lo hacen).

Frente a esta problemática se hace necesario regresar a la Biblia y notar la importancia que Dios da a la Enseñanza de su Palabra. Para eso, en este taller, 1) se definirá términos, 2) se notará la importancia y relación entre aprendizaje-enseñanza de la Palabra de Dios, y 3) lo que el Señor quiere de nosotros en este tiempo.

Y sin más preámbulos le animo a escuchar atentamente la exposición, leer cuidadosamente el presente cursillo o las diapositivas, orar constantemente para que el Señor le hable a su corazón, y no permita que las distracciones le roben las bendiciones que Cristo tiene para ti.

1. DEFINICIÓN DE TÉRMINOS

En la Traducción Reina Valera, revisión de 1960, el sustantivo “enseñanza” aparece 20 veces y el verbo “enseñar” (con todas sus conjugaciones) aparece 256 veces; por otro lado, “instrucción” se ve 8 veces e “instruir” 18 veces. Estas palabras fueron traducidas de varios términos hebreos y griegos (למד, ירה, לקח, διδασκαλία, διδαχή, παράδοσις, διαλέγομαι, διδάσκω; מוסר, παραγγελία) que requieren un análisis para su comprensión profunda.

1 “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino”.2 “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”.

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El Diccionario de la Real Academia Española define:

Enseñanza. f. Acción y efecto de enseñar. || 2. Sistema y método de dar instrucción. || 3. Ejemplo, acción o suceso que sirve de experiencia, enseñando o advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos. || 4. Conjunto de conocimientos, principios, ideas, etc., que se enseñan a alguien.

Enseñar. (Del lat. vulg. insignāre, señalar). tr. Instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos. || 2. Dar advertencia, ejemplo o escarmiento que sirva de experiencia y guía para obrar en lo sucesivo. || 3. Indicar, dar señas de algo. || 4. Mostrar o exponer algo, para que sea visto y apreciado. || 5. Dejar aparecer, dejar ver algo involuntariamente. || 6. prnl. Acostumbrarse, habituarse a algo.

Instrucción. (Del lat. instructĭo, -ōnis). f. Acción de instruir. || 2. Caudal de conocimientos adquiridos. || 3. Curso que sigue un proceso o expediente que se está formando o instruyendo. || 4. Conjunto de reglas o advertencias para algún fin.

Instruir. (Del lat. instruĕre). tr. Enseñar, doctrinar. || 2. Comunicar sistemáticamente ideas, conocimientos o doctrinas. || 3. Dar a conocer a alguien el estado de algo, informarle de ello, o comunicarle avisos o reglas de conducta.

A la luz de las definiciones se puede notar que tanto enseñanza como instrucción son acciones sinónimas. Pues, el que enseña instruye y el que instruye enseña.

¿Cómo se define enseñanza e instrucción en la Biblia? Para eso se estudiará los términos hebreos y griegos de los cuales se tradujeron al español.

Se define como “enseñar, aprender, motivar a aprender”. Lamad se encuentra alrededor de למד85 veces en el hebreo del Antiguo Testamento. El vocablo se usa por vez primera en Dt. 4:1: “Ahora pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño”. El término puede entenderse como “aprender las leyes divinas” (Dt. 5:1; Sal. 119:7), las obras de paganos (Sal. 106:35), sabiduría (Pro. 30:3), y guerra (Miq. 4:3). Casi la mitad de los casos de lamad se encuentran en Deuteronomio y Salmos, resaltando el énfasis pedagógico de estos libros. El énfasis tradicional del judaísmo sobre la enseñanza y consiguiente preservación de su fe tiene su fundamento bien en claro en el afán de enseñar la fe del Antiguo Testamento y, en particular, Dt. 6:4-9.

Significa ירה “lanzar, enseñar, disparar, señalar”. “Lanzar”, aparentemente, se prolonga para significar “apuntar” o “señalar”, o sea, que los dedos se “lanzan” en cierta dirección (Pr. 6:13). De ahí el concepto de “enseñar” el “señalamiento de un hecho o de una verdad”. Fue así que Dios inspiró a Bezaleel para que “enseñara” su arte a otros (Éx. 35:34); los falsos profetas “enseñan” mentiras (Is. 9:15); y el padre “enseñó” a su hijo (Pr. 4:4). Los sacerdotes tenían la responsabilidad de “interpretar” y “enseñar” lo relacionado con los requisitos del culto y los juicios de Dios: “Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel» (Dt. 33:10; Dt. 17:10-11). Como dato interesante, a los sacerdotes más tarde se les acusó de “enseñar” por sueldo, para “enseñar” lo que se quería en lugar de lo que era la verdadera interpretación de la Palabra de Dios (Miq. 3:11).

cómo sustantivo (lekaj) significa “algo recibido”, es decir 1) enseñanza (Dt. 32:2); también קלחpuede entenderse como don de persuasión (Prov. 7:21) o lección, experiencia (Isa. 29:24).

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:Tiene las siguientes connotaciones הרת 1) Instrucción concerniente a situaciones específicas (Deut. 17:11; Jer. 18:18; Prov. 1:8). 2) La ley de Dios: toráh YHVH (2 Rey. 10:31). 3) La ley como código: toráh Moshéh = la ley de Moisés (1 Rey. 2:3).

significa castigo; se puede entender como reprensión, advertencia o רסּומ instrucción (Pr. 1:8; 10:17; 12:1); también restringir.

διδασκαλία se define como enseñanza, proporcionar instrucción (Ro.12:7; Ro.15:4); o doctrina, lo que se enseña (Mt.15:9; 2 Ti. 4:3; Tit. 1:9; 2:1)

διδαχή significa “enseñanza, dar instrucción” (Mr 12:38; Jn 8:2); doctrina, contenido de lo que se enseña (Mt 16:12; Hch. 5:28; 17:19).

παράδοσις se define como tradición, las enseñanzas (Mt 15:2; Mr 7:3; 1Co 11:2; Gal 1:14; Col 2:8; 2 Ts 2:15; 3:6; Gal 3:19).

διαλέγομαι significa discutir, disputar (Mr. 9:34; Hch. 24:12; Jud. 9); hacer un discurso, discutir con argumentación razonable (Hch. 17:2, 17; 18:4, 19; 19:8, 9; 20:7, 9; 24:25; Heb 12:5).

διδάσκω significa enseñar, brindar instrucción (Mt 11:1; Lc 11:1; Ro 2:21; Col 1:28; 3:16; 1 Ti 2:12; 4:11; 2 Ti 2:2; Heb 5:12; 1 Jn 2:27).

παραγγέλλω significa mandar, ordenar, dirigir, dar instrucción, (Mr. 6:8; Lc 8:29; Hch. 1:4; 4:18; 16:18; 17:30; 23:22; 1Co 7:10; 2 Ts. 3:10; 1Ti 1:3; 4:11).

De acuerdo a las definiciones anteriormente dadas, en la Biblia, se entiende enseñanza e instrucción como “motivar a aprender (especialmente la Palabra de Dios), señalar un hecho o una verdad; declarar algo que se recibe; instrucción respecto a situaciones específicas; aprendizaje por medio de advertencia; contenido de lo que se enseña; tradiciones o costumbres aprendidas de los antepasados; discurso o discusión con argumentación razonable; y dirigir, dar ejemplo”.

En consecuencia, enseñar la Palabra de Dios no es mera repetición de lo que se ha aprendido, como el “loro”. Es mucho más.

Es motivar a aprender con gozo quién es Dios y cuáles son sus obras a favor de la humanidad. Es señalar con contundencia los poderosos hechos de la mano de Dios y su verdad inefable

registrada en la Biblia. Es declarar lo que se ha recibido del Espíritu Santo y los santos hombres que fueron sus

instrumentos. Es enseñar respecto a las situaciones específicas en nuestra relación con Dios y nuestro prójimo,

en cada faceta de nuestra vida (cómo quiere el Señor que andemos). Es mencionar las consecuencias de la desobediencia (advertencia) y las bendiciones de la

obediencia a la Palabra bendita. Es declarar todo el Consejo de Dios. El contenido de lo que se enseña debe ser fiel a las

Escrituras, sin quitar ni agregar nada. Es seguir fiel a lo que se ha recibido y perpetuar esas enseñanzas a siguientes generaciones; pues,

muchos están abandonando la sana doctrina para acomodarlas a las diversas corrientes de pensamiento contemporáneo.

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Es presentar la bendita Palabra con fluidez, lógica y argumentación razonable; y no intimidarla por los ataques racionalistas-humanistas, por el contrario responder con la “Espada de dos filos”.

Es enseñar con el ejemplo. Nadie debe enseñar la Palabra de Dios sino se ciñe a ella en fe y conducta. Como dice J.M. Price, en su libro clásico “Jesús el maestro”: “Mi lección más efectiva soy yo mismo”. “Las palabras del maestro llegarán solamente hasta donde pueda llevarlas el poder proyectante de una buena vida”. “La vida del maestro es la vida de sus enseñanzas”.

Finalmente, enseñar significa conducir al hombre a la experiencia más íntima con la voluntad divina, puesto que la doctrina afecta tanto al intelecto como a la voluntad humana.

2. IMPORTANCIA Y RELACIÓN ENTRE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE LA PALABRA DE DIOS.

A lo largo de la Biblia se observa el imperativo a la enseñanza de la Palabra de Dios, tanto de manera explícita e implícita. Dios mismo lo hace, pues desde el Edén le hallamos enseñando a su pueblo; y con aquella misma pasión ordena a los líderes a continuar con esa labor. Dios, como fuente de conocimiento, es llamado “maestro” (Sal 94.10) y su enseñanza se manifiesta en juicios (Dt 4.1), palabras (Dt 4.10) y en su voluntad, fundamentalmente contenida en la Ley.

Sin embargo, no puede haber una buena enseñanza si primero los maestros no han sido buenos aprendices. En otras palabras, aprendizaje y enseñanza están muy entrelazados. En la tarea encomendada hay que ser apto para aprender y enseñar. El apóstol Pablo en los requisitos para los obispos o líderes de la iglesia considera uno en particular: que sea “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores…” (Tito 1:9,10); “… apto para enseñar” (1 Tim. 3:2). El ser apto para aprender y enseñar no es requisito solamente para los ancianos; esto es un principio de liderazgo. Así declaró el apóstol Pablo al pastor Timoteo (que por cierto, era joven): “… el siervo del Señor debe ser… apto para enseñar…” (2 Tim. 2:24). Pregunto: ¿Puede alguien enseñar si primero no ha aprendido? ¡No! Así que manos a los libros.

Así en la Biblia hay ejemplos claros de la aplicación del mencionado principio, pero aquí solo consideraré cuatro: Moisés (Ex. – Dt.; Dt. 6:1-3), los discípulos (Mt. – Jn.; Mr. 3:14; Mt. 28:19-20), Pablo (1 Cor. 11:23), y Timoteo (2 Tm. 2:2).

El maestro Howard Hendricks, en su libro “Enseñando para Cambiar Vidas”, dijo: “Si deja de crecer hoy, dejará de enseñar mañana” y “mientras vive, aprende; y mientras aprende, vive”.

3. ¿QUÉ QUIERE EL SEÑOR DE SU PUEBLO EN ESTE TIEMPO?

Así como Dios exigía que pueblo de Israel enseñase su Palabra a las postreras generaciones y a las demás naciones, también quiere que lo hagamos nosotros. Es un imperativo que debemos cumplir.

En la historia bíblica, la enseñanza de la Palabra de Dios se ha hecho de diferentes maneras. Se ha enseñado usando el diálogo familiar, en los cultos del templo o sinagoga, en escuelas establecidas por los escribas, en exposiciones o predicaciones públicas, en las visitas a hogares, en las fiestas religiosas, los símbolos, y por la distribución de los libros sagrados; en otras palabras, material escrito.

Así pues, en este tiempo de constantes cambios y rebeldía humana contra Dios, no es suficiente reflexionar sobre la importancia del presente tema ni en la responsabilidad que la deidad

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nos confiere, sino en buscar las formas que la Palabra de Dios sea enseñada eficazmente. Para ello se requiere que cada uno se comprometa a ser un buen estudiante de las Escrituras y un buen maestro de ella, usando todas las herramientas posibles para su difusión; tales como: radio, televisión, internet, redes sociales, material impreso, libros, programas eclesiales, campañas, convenciones, cruzadas, etc.

CONCLUSIÓN

Dios quiere que presentemos la Luz de su Palabra a esta sociedad que vive en tinieblas, quiere que presentemos el delicioso alimento espiritual a los “desnutridos”, quiere desparasitar a los que padecen el “síndrome de parasitosis”, quiere que cada uno desemboque sus conocimientos y no se parezcan al “Mar Muerto”, y quiere que se quiten todo óxido de encima (con un poco de ácido). En otras palabras, Dios quiere que enseñemos su bendita Palabra. ¿Está dispuesto?

Ese imperativo debe ser obedecido por todos.

Sea Dios ayudándole en esta gloriosa tarea.