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Entalladuras y xilografías de Jesús

Crucificado en el Museo de Bellas

Artes de Valencia: advocaciones,

iconografía y tradición popular

Santiago MONTOYA BELEÑA Universidad de Valencia

I. Introducción: orígenes de la colección. II. Cristianización del Reino de Valencia.

III. Advocaciones, iconografía y tradición popular.

Cristo de los Afligidos. Cristo de la Agonía. Cristo del Buen Acierto. Cristo de Burgos. Cristo de la Fe. Cristo de las Necesidades. Cristo de Orense. Cristo de las Penas. Cristo de la Penitencia. Cristo del Rescate. Cristo de la Salud. Cristo del Salvador. Santo Bulto de Jesús. Cristo de Zalameda.

IV. Epílogo.

I. INTRODUCCIÓN: ORÍGENES DE LA COLECCIÓN

El Gabinete de Dibujos y Estampas del Museo de Bellas Artes de Valencia conserva entre sus ricos fondos una excelente colección de tacos xilográficos procedentes de la antigua imprenta valenciana Villalba-Barceló. Estas piezas de madera fueron donadas a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos quien, a su vez, las tiene depositadas en el museo valenciano para su custodia, estudio y divulgación, al igual que ocurre con otras obras artísticas, pictóricas o escultóricas1.

Así, según la información de A. Espinós en el estudio anotado, el 6 de

agosto de 1943, Milagros Barceló hacía donación de un conjunto de entalladuras matriciales, planchas de cobre y zinc, formado por dos mil cuatrocientas cincuenta y dos piezas procedentes de la imprenta que regentó su marido desde 1876 hasta 1918, donde se fueron acumulando como consecuencia de los trabajos que llevaron a cabo a lo largo del tiempo y que provenían, muchas de ellas, de antiguas imprentas valencianas por compra, cesión, préstamo, intercambio o encargo directo, según era habitual en el desempeño de la profesión.

Las estrictas condiciones de la donación, exigían que se dedicaran a la

enseñanza, que no salieran nunca de Valencia y que se expusieran de modo permanente en una denominada “Sala de Villalba” del museo, para disfrute de los valencianos. El incumplimiento de las condiciones de la donación por parte de la pinacoteca es manifiesto, ya que las piezas permanecen en los depósitos y, salvo unos años durante los cuales se exhibió una pequeña muestra en una salita del claustro, el conjunto no se expone a la contemplación por los visitantes, excepto un par de ellas de Baltasar de Talamantes. Las eternas obras de ampliación y restauración del museo, todavía inacabadas, la falta constante de espacio y los criterios museográficos y expositivos seguidos en estos últimos años, han llevado a que esta magnífica colección de piezas de imprenta, poseedora de notables

1 ESPINÓS DÍAZ, A., Imprenta valenciana, siglos XVIII-XIX. Colección de entalladuras de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, Diputación de Valencia, Valencia 2006, pp. 1-44.

ENTALLADURAS Y XILOGRAFÍAS DE JESÚS CRUCIFICADO EN EL MUSEO… 717 valores históricos, artísticos y arqueológico-industriales, siga reposando en los almacenes. Esperemos que la conclusión definitiva de las obras las rescate del olvido al que se ven sometidas y se les haga un hueco merecido entre las salas de la colección permanente.

Dentro de las entalladuras de iconografía religiosa, existe un número

considerable de ellas dedicadas a imágenes de Cristo Crucificado, más de sesenta, y que van a ser de las que nos ocuparemos en este trabajo, con la intención de advertir a los interesados en estos temas y piezas, del rico filón de estudio que tienen a su disposición en los fondos del Museo de Bellas Artes de Valencia. Como, en general, no se disponía de una estampa grabada y positivada en papel de cada una de las imágenes, sino que solo se tenía el negativo, la matriz xilográfica o metálica, se llevó a cabo una doble impresión de todas ellas mediante el entintado pertinente para su mejor estudio y entrega de un ejemplar a la familia donante, según lo establecido en las condiciones de la donación.

La mayor parte de las matrices impresoras son del siglo XVIII y XIX,

pero no es aventurado admitir que las haya de siglos anteriores, por esas actividades acumuladoras y coleccionadoras, de compraventa, cesión, herencia o encargos directos de los propios impresores, como así ocurrió en el caso que nos ocupa. Cosme Granja tuvo imprenta en Valencia entre 1734 y 1765, iniciando este conjunto de tacos de madera y planchas calcográficas que necesitaría para el desarrollo de su profesión. Con el tiempo, a Granja se le asoció el gran impresor Agustín Laborda, hasta 1749, fecha a partir de la cual la imprenta es propiedad exclusiva de Laborda hasta su fallecimiento en 1746 en que su viuda, Vicenta Devís, toma las riendas del taller familiar, también hasta que muere, en 1819, y es reemplazada por su hija Mª Teresa Laborda Devís que llega al año 1829. Del mismo modo, a esta última la sustituye su hijo Agustín Laborda y Galve entre 1830 1864. A partir de esta última fecha, por fallecimiento de Laborda, la imprenta es adquirida por el alcoyano Juan Martín Casanova, que en 1867 traspasa el negocio a Vicente Villalba Corella, al frente del establecimiento hasta 1876 en que pasa a manos de su sobrino Pascual Martín Villalba, activo desde entonces al 1918, casado con Milagros Barceló, quien, ya viuda, es la autora de la donación de todas las matrices a la Real Academia de San Carlos, según quedó indicado al principio. Fundamentalmente fueron donadas a consecuencia de los cambios drásticos en los medios y formas de impresión, que las convertía en un montón de trastos inservibles, pero de gran interés desde otros puntos de vista, histórico y artístico.

Es un excelente ejemplo de imprenta cuya trayectoria está muy bien

conocida y estudiada desde el siglo XVIII a la actualidad, habiéndose

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detectado ediciones e impresiones de imágenes suyas que antes salieron de las prensas de otros tipógrafos, como Benito Macé (s. XVIII), Antonio Bordázar (s. XVIII) e Ildefonso Mompié (s. XIX), lo que confirma ese trasiego de tacos y planchas de una imprenta a otra o de unos profesionales a otros. El repertorio de imágenes y catálogos de obras editadas fueron muy amplios, destacando los gozos, escenas religiosas, temas bíblicos, santos patronos, vírgenes, aucas y aleluyas, naipes y otros juegos, animales de diversas especies (cromos, diríamos hoy), tipos populares, personajes de la procesión del Corpus, suertes taurinas, pliegos de cordel, individuos grotescos, etc., etc.

En esta ocasión vamos a considerar las imágenes de Cristo Crucificado

obtenidas de esta colección de tacos de madera, en la que pueden hallarse entalladuras (anteriores al siglo XIX) y xilografías (correspondientes a los siglos XIX y XX). Se encuentran imágenes de arraigada devoción en la Comunidad Valenciana, pero también de otros lugares de España, cuya presencia se explica por encargos o adquisición de la imprenta, a la que hay que suponerle, por este motivo, una cierta calidad y merecida fama en los trabajos de estampación que llevaban a cabo. Es preciso reiterar que las estampas existentes son de reciente factura, llevada a cabo al hilo de la donación en los años cuarenta del pasado siglo y que lo realmente antiguo son los tacos de madera y las planchas metálicas. El objetivo de este trabajo es poner de manifiesto la devoción al Crucificado, tan extendida por las tierras valencianas, tomando para ello este pequeño botón de muestra y las imágenes existentes entre los pertrechos de esta imprenta.

II. CRISTIANIZACIÓN DEL REINO DE VALENCIA

La reconquista de Valencia por Jaime I en el año 1238 y la siguiente

fundación del reino, permitió la recristianización del territorio, hasta entonces bajo dominio musulmán, pero con un pasado cristiano del que vienen hallándose manifestaciones históricas y artísticas paleocristianas y visigóticas. La creación del Estado de las Autonomías, llevó a los políticos de turno a tomar la fecha de la reconquista jaimiana como el inicio y la cuna del Reino de Valencia y de la historia más destacable de los valencianos, que lo es sin duda, pero desconsiderando el pasado islámico y visigótico, renegando del mismo u obviándolo sin más, aunque el registro arqueológico va poniendo las cosas en su sitio.

El vacío cristiano que hallaron los conquistadores aragoneses y catalanes

en medio de un territorio islamizado donde había desparecido, o casi, la anterior tradición cristiana, se salvó mediante la importación masiva de

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objetos de culto de producción rápida y barata y de fácil transporte. Esto explica la presencia en tierras valencianas de objetos litúrgicos necesarios para la reintroducción del culto cristiano, rivalizando en donaciones el propio monarca, los nobles y altos dignatarios. Cristo Crucificado aparece en escenas del Calvario pintadas en las paredes de algunas iglesias valencianas y, ya a partir del siglo XIV, en los retablos góticos. En las épocas de tradición cristiana previas a la conquista musulmana, no aparece aún Jesús Crucificado, aunque sí aparece la cruz sola, en crismones y relicarios, porque la iconografía sagrada aún no se había fijado. El gusto por la Pasión, por la tragedia humana de Cristo que sufre, el sentimiento y el patetismo, suplantan paulatinamente al simbolismo anterior2.

Con la reconquista, el territorio se llena de imágenes y símbolos

cristianos, entre ellos las cruces de término3, que actúan a la manera de hitos avisadores de pertenencia a la nueva religión, de las cuales nos ha llegado una buena colección repartida por diversas localidades. Es decir, que la representación de Cristo Crucificado en la Comunidad Valenciana es bastante temprana, a la que no es ajena la influencia de la Devotio moderna y las obras de Francesc Eiximenis y sor Isabel de Villena4, lo que va generalizando un enraizamiento del culto y explica el hecho de que se haya extendido y reafirmado a lo largo de los siglos siguientes, hasta llegar a la devoción actual, tan peculiar en algunas de sus manifestaciones. Esto explica también el surgimiento de santuarios, advocaciones de Cristo Crucificado y festejos celebrados en su honor como consecuencia de la devoción popular que se le ha venido teniendo a lo largo del tiempo. La fama taumatúrgica de algunas de estas imágenes, movilizaban buen número de peregrinos y devotos con afán de poseer al menos una estampa de su Cristo preferido. Esto hizo que las órdenes religiosas, iglesias, ermitas, conventos, hermandades y cofradías, pusieran a la venta estampas con las que atender las demandas piadosas de los fieles, extender la devoción a la imagen y obtener recursos económicos para sus actividades; los destinatarios a quienes iban dirigidas estas estampas y el objetivo pretendido, explican la escasa calidad de las obras, en algunas ocasiones, y ese tono popular tan acentuado de muchas de ellas.

2 COLOMER FERRÁNDIZ, I., La mujer vestida de sol. Reflexiones sobre el cristianismo

y el arte. Ediciones Encuentro, Madrid 1992, pp. 155-156. 3 DELMONTE HURTADO, P., La festa de la Santa Creu (Historia y tradición). Ed. Lo

Rat Penat, Valencia 1998, pp. 29-50; MONTOYA BELEÑA, S., “Cruz de Término del Camí de Morvedre. Almàssera (Valencia)” y “Cruz de Término de Morella (Castellón)”, en 100 elementos del paisaje valenciano. Las obras públicas, Valencia 2005, pp. 124-125 y 140-141.

4 FRANCO LLOPIS, B., La pintura valenciana entre 1550 y 1609. Cristología y adoctrinamiento morisco. Lleida 2008, pp. 106-107.


III. ADVOCACIONES, ICONOGRAFÍA Y TRADICIÓN POPULAR Las advocaciones de Cristo que aparecen en las entalladuras, aparte de

ser bien curiosas algunas de ellas, son abundantes, unas veinticinco, de las que no todas, como se dijo, son propias de la Comunidad Valenciana (por ejemplo el Cristo de Alarcón, el Cristo de Zalameda, el de Orense, etc.). Además de estas estampas con advocaciones propias, hay otro grupo de Calvarios o de Cristo Crucificado sin nombre especial, que aumentan el número hasta la sesentena. De las advocaciones, algunas son muy comunes y repetidas en el territorio español, como seguramente comprobaremos durante el desarrollo de este simposio, pero hay otras que son más exclusivas y peculiares en su tradición, iconografía y culto. Vamos a ver con más detalle algunos de estos Cristos en la medida en que el espacio y el tiempo nos lo permitan.

• Cristo de los Afligidos. (Nº catálogo: 720; Nº inv. gral.: 6120; 245 x 160 mm.)

Esta primera entalladura es llamativa porque se trata de un taco bifronte,

con las dos caras iguales, salvo una de las leyendas. La imagen de Cristo aparece inserta en un retablo o arquitectura cruciforme; a los pies María, con iconografía de la Virgen de la Paloma; ocho querubines alados adornan la orla que rodea la composición. La estampa tiene cuatro inscripciones explicativas de las escenas rudimentarias que hacen referencia a milagros ocurridos por la intervención de la imagen: un soldado rodeado de enemigos se libró de ellos; una moribunda recobra la salud; hizo desaparecer una plaga de langosta y, finalmente, sana de numerosas dolencias a los que le invocan. El pie de la estampa recoge la inscripción identificadora, El Santísimo Cristo de los Afligidos. Es anónima, como ocurre en la mayoría de ellas, excepto alguna que hay firmada por Baltasar de Talamantes y otros, como más adelante se verá. Es una advocación muy extendida por toda la geografía nacional y quizá la presencia de la Virgen de la Paloma a los pies de Cristo nos permita atribuirle un origen o procedencia madrileña. La antigüedad de la matriz y el uso frecuente en la imprenta se dejan notar en la estampa.

• Cristo de la Agonía. (Nº catálogo: 721/842; Nº inv. gral.: 6121; 171 x 123 mm.)

La inscripción identificadora de la imagen, “El Santísimo Cristo de la

Agonía, venerado en el hospital de Valencia”, no deja lugar a dudas de su pertenencia valenciana, a lo que se añade la presencia de una imagen de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, flanqueada por dos ángeles, una Dolorosa al pie de la cruz y otro Cristo entre ángeles haciendo pendent con la Virgen. Esta representación iconográfica que reúne dos

ENTALLADURAS Y XILOGRAFÍAS DE JESÚS CRUCIFICADO EN EL MUSEO… 721 Crucificados en la misma estampa, resulta curiosa, como si las distintas advocaciones hicieran referencia a dos personajes distintos, cuando ya sabemos que no es así . Pero no es de extrañar, porque en la actualidad todavía se siguen realizando en Valencia encuentros de Crucificados, a donde pueden acudir tres o cuatro imágenes de Cristo de diversas advocaciones, acompañados por sus grupos de devotos. Esta estampa del Cristo de la Agonía del Hospital, se representa en medio de un rompimiento de gloria que lo ilumina y se acompaña de sendos ángeles que portan las Arma Christi.

• Cristo del Buen Acierto. (Nº catálogo: 723; Nº inv. gral.: 6123; 357 x 241 mm.)

En medio de una composición muy barroca, la imagen de Cristo centra la

estampa entre ángeles con cirios encendidos. Colocada bajo un dosel de cortinajes, una serie de sinuosas rocallas la rodea. A sus pies, María Dolorosa y, a un lado y otro, sendas parejas de ánimas del Purgatorio entre llamas que dirigen sus manos y miradas hacia el Crucificado. La inscripción, El SS. Christo del Buen Acierto, tampoco nos proporciona mayor información para identificar la imagen y su procedencia. Con la misma advocación existe otra estampa del Cristo del Buen Acierto (Nº catálogo: 2082/484 y Nº inv. gral.: 7482; 87 x 62 mm.), en la que la imagen tiene a la Virgen María, de medio cuerpo, bajo la cruz, y la inscripción “El SS. Christo del Buen Acierto”. El taco de madera presenta varios desperfectos en la orla de encuadre y esta circunstancia se transmite a la impresión de la estampa, con varios faltantes.

Existe una tercera pieza que el inventario del Museo presenta con la

advocación de “El Cristo del Buen Acierto” (Nº catálogo: 2088/229, Nº inv. gral.: 7488; 83 x 53 mm.), aunque no porta inscripción identificadora. Al parecer se trata de la viñeta ilustradora de los “Gozos al Santísimo Cristo de la Corona venerado por su ilustre cofradía en la parroquial iglesia de Santa Catalina Mártir de Valencia”. Otras instituciones valencianas conservan ejemplares de estos gozos, editados por la imprenta de Laborda, pero se desconoce el motivo por el cual el Cristo de la Corona se nomina también aquí como del Buen Acierto. El Cristo de la Corona es una devoción afincada en el desaparecido convento franciscano de la Corona de Espinas, recordado el callejero urbano. Fue uno de tantos conventos desamortizados y por esta razón la imagen pasaría a la parroquia de santa Catalina, si es que no tenía imagen propia ya, al ser de tanta devoción en la ciudad de Valencia. La iglesia de santa Catalina todavía existe; es uno de los templos góticos más antiguos de la ciudad, muy dañado en la pasada guerra civil, que sigue abierta al público, pero no como parroquia, al existir tantas iglesias en el


centro histórico, muy despoblado, lamentablemente, y con exceso de parroquias.

• Cristo de Burgos. (Nº catálogo : 724; Nº inv. gral.: 6124; 247 x 171 mm.)

Se trata de una devoción extendida por todo el país por los agustinos de la

ciudad castellana y, por eso, no es raro encontrar la estampa en Valencia. Se enmarca con una orla de medias rosetas, unos cortinajes recogidos, con lámparas a los lados y presenta exvotos figurando partes del cuerpo humano (ojos, corazón, pechos, piernas), niños, muletas, ropas, escopetas, etc.; a los pies de la cruz, arrodillados, dos grupos de cofrades y devotos, incluido un niño, con hachones encendidos. En la parte más baja, la inscripción “El SS. Christo de Burgos” y sobre la imagen las figuras alegóricas del sol y la luna. El taco de madera tiene algunos deterioros que se transmiten, como es obvio, a la impresión de la estampa.

En la localidad conquense de Campillo de Altobuey, existe un hospital

del siglo XVI, reformado en el XVIII, que está dedicado al Santo Cristo de Burgos5, quizá por influencia de los agustinos recoletos, que fundaron en el pueblo un convento en el año 1680 y que frecuentaban desde antiguo la villa en sus predicaciones por la comarca. Sobre la puerta de la iglesia o capilla de este hospital conquense, existe un bajorrelieve pétreo donde pueden verse esculpidos también esos exvotos a que antes nos referimos. Allí se atendía a los peregrinos que circulaban por el Camino de Santiago valenciano, a quienes iban por el camino Real de Madrid a Valencia y a todos aquellos fieles devotos que acudían en peregrinación al santuario mariano de Nuestra Señora de La Loma, de enorme fama milagrosa, vinculada su imagen con la conquista de Cuenca por el rey Alfonso VIII en 1177. También es frecuente nominar al Cristo de Burgos como Cristo de San Agustín.

• Cristo de la Fe.

De esta advocación crística se conservan ocho tacos xilográficos, algunos

de ellos muy parecidos entre sí (Nº de catálogo e inv. gral. y medidas, respectivamente, 725/262, 6125, 85 x 60 mm; 726/3, 6126, 102 x 70 mm.; 727/902, 6127, 158 x 107 mm.; 728/100, 6128, 167 x 109 mm.; 729,6129, 253 x 166 mm.; 2087/298, 7491, 86 x 58 mm.; 747/134, 6147, 132 x 94 mm.). Solo tres de ellos presentan inscripción identificadora, El SS.mo Christo de la Fe; en dos de ellas puede verse sobre la cruz un corazón

5 MONTOYA BELEÑA, S., “El hospital del Cristo (Siglo XVIII) de Campillo de

Altobuey (Cuenca). Arquitectura y arte al cuidado del cuerpo y del alma en el Camino Real de Madrid a Valencia”, en Ars Longa (Valencia), nº 11 (2002) 45-56.


radiante asaeteado, que es el timbre de los agustinos recoletos. La franja inferior, entre roleos vegetales, acoge una pareja de corazones, símbolo agustiniano por excelencia y que permite pensar, aunque no posea ninguna inscripción, que se trata del Cristo del convento agustino recoleto de Santa Mónica, en Valencia6 , y así consta en la escueta ficha que le dedica el inventario del Museo. La imagen original del Cristo fue regalo del Patriarca San Juan de Ribera en el año 1604, dentro de aquella cruzada personal suya para reafirmar la fe cristiana, convertir a los musulmanes y lograr el exterminio de la secta mahometana. Con la edificación de la iglesia y convento de agustinos, se levantó una capilla especial para la Santa Imagen, cuya advocación fue propuesta por el propio Cristo al hablar milagrosamente a algunos devotos diciéndoles: “Yo soy el Cristo de la Fe, confía en mi”.

Se dice que fue un encargo del Patriarca Ribera al escultor Juan Muñoz

para el nicho del altar mayor de su Colegio-Seminario, pero al tener duda sobre lo adecuado de ese lugar, la retiró a su oratorio particular, hasta que hizo donación de ella a los agustinos de Santa Mónica y haber recibido por regalo de su sobrina, Dª Margarita Cardona, el excelente Cristo procedente de Ghertis, imagen que allí sigue todavía y protege el bocaporte de la Última Cena que pintara Francisco Ribalta. La Historia de la Cofradía recoge cómo en las fiestas que se celebran en su honor, además de una dulce comensalidad entre los vecinos y devotos, se repartían también estampas con la imagen del Cristo de la Fe y explican, en cierta medida, la presencia del taco xilográfico para esta impresión entre las herramientas de la imprenta.

Todavía existe en la colección una xilografía más dedicada al Cristo de la

Fe (Nº catálogo: 1687; Nº inv. gral.: 7087; 250 x 180 mm.), aunque se refiere ahora al patrón de la histórica villa conquense de Alarcón, y así lo dice la inscripción: El S.to C.to de la Fe de la villa de Alarcón. La imagen se halla colocada como en la boca rocosa de una cueva, entre una cruz y una campana que aluden a su leyenda. La imagen original, un soberbio Cristo tardorrománico del siglo XIII, fue destruido en la guerra civil y ahora es conocido por una antigua fotografía de la época.

• Cristo de las Necesidades, de Aldaya (Valencia). (Nº catálogo: 775/13; Nº

inv. gral.: 6175; 118 x 79 mm.) La imagen del Cristo está rodeada de una orla compuesta por elementos

barrocos, flores y frutos que parecen tener su continuación en el horizonte de

6 MINGUET ALBORS, L.M., Historia del convento de Santa Mónica de Valencia, de la

imagen del Santísimo Cristo de la Fe y de su ilustre Cofradía. Imprenta de Pau, Torrijos y Comp., Valencia 1904, pp. 34-41.


la figura del Crucificado, con un arbolillo a cada lado, como aludiendo a la riqueza hortícola de la comarca donde se ubica Aldaya, muy próxima a Valencia. La matriz está deteriorada y los defectos afloran a la estampa en forma de faltantes. A los pies de la imagen se puede contemplar la corona de espinas y la caña, en una viñeta inferior. El Cristo, que no tiene inscripción, se puede identificar por su semejanza con los numerosos ejemplares de gozos conservados en Aldaya7 y pueblos vecinos, en los que era muy querido y que sí portaban la inscripción. Este Santo Cristo es el patrón de Aldaya , pero con la advocación de Cristo de los Necesitados y no como Cristo de las Necesidades que es como figura en los inventarios del museo valenciano, seguramente por error mecanográfico. Los gozos citados explican con claridad la constante reutilización de estos tacos xilográficos en la imprenta, porque la imagen es la misma, pero en unos casos el nombre de la advocación aparece encima, en otros se ha colocado abajo, y en otras ocasiones se le han añadido floreros laterales de adorno.

• Cristo de Orense. (Nº catálogo: 731; Nº inv. gral.: 6131; 248 x 162 mm.)

Es un Cristo de marcadísima anatomía pectoral, con faldellín

acampanado y adornos de bordados y puntillas. Se alberga bajo un dosel recto y cortinajes recogidos y atados con gruesos cordones y borlas. En la parte inferior de la estampa se identifica a Jesús como “El Santísimo Christo de Orense”. El hecho de que esta devoción orensana aparezca entre los pertrechos de una imprenta valenciana, confirma el funcionamiento de las mismas, donde la copia, la reproducción constante y el intercambio estaban a la orden del día. Y para corroborar este aserto se puede citar en la misma colección de tacos xilográficos, uno del Cristo del Paño, venerado en el convento de la Merced de Cádiz, firmado por Baltasar de Talamantes8, probablemente grabador valenciano, aunque no se sabe con exactitud, pero aparece residiendo en la ciudad y es un destacado artista en el mundo de la estampa.

Cuesta trabajo creer que desde Orense llegaran encargos de estampas del

Cristo a la imprenta valenciana, por la lejanía, pero cuesta mucho menos creer si se tiene en cuenta que en Brazatortas (Ciudad Real) comparten la devoción por este Cristo y advocación que, según la leyenda, fue abandonado por unos arrieros en la entrada de la población manchega

7 PITARCH ALFONSO, C., y ANDRÉS FERRANDIS, A., Col.lecció facsimil dels gojos

d’Aldaia. 25 fulls impressos dels segles XIX i XX. Aldaia 1997. 8 ESPINÓS DÍAZ, A., “En torno a Baltasar de Talamantes”, en La Imprempta

Valenciana. Auques, Col.loquis i Al.leluies, Valencia 1990, p. 62.


cuando volvían a Galicia cargados de aceite de Andalucía donde habían comprado la sagrada escultura. Ante la negativa de las mulas a cruzar un arroyo que venía crecido, optaron por descargar la imagen, deduciendo que quería quedarse allí, y así pudieron continuar su viaje de retorno. De todos modos, es difícil explicar la presencia de la estampa manchega en Valencia porque, aunque más cerca que Orense, Ciudad Real tampoco está muy próxima. Son los avatares y las distintas circunstancias de la devoción popular los que pueden explicar estas presencias.

• Cristo de las Penas. (Nº catálogo: 733/1000; Nº inv. gral.: 6133; 188 x 129 mm.)

La inscripción que acompaña la imagen en la parte inferior de la estampa,

“El SS.mo Christo de las Penas, que se venera en la capilla del pasadizo de San Juan del Hospital”, creo que no deja lugar a dudas de su procedencia valenciana. La iglesia de San Juan del Hospital9, es una de las más antiguas de Valencia, un templo gótico felizmente restaurado, aunque con los cambios urbanísticos haya perdido su fachada principal. La entrada actual al templo se hace, precisamente, a través de un pasaje o pasadizo donde se ubicaría la imagen en cuestión, del siglo XIV. El templo perteneció a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalem y ahora está atendida por el Opus Dei. La imagen del Cristo, rodeada por una orla de rocallas barrocas, se cubre con faldellín; a los pies una imagen de María de medio cuerpo, con los brazos abiertos y una espada atravesando su corazón.

• Cristo de la Penitencia. (Nº catálogo: 734/125; Nº inv. gral.: 6134; 122 x

77 mm.) Se trata de otra advocación valenciana sin ninguna duda, primero porque

la imagen va acompañada del santo valenciano San Vicente Ferrer, y segundo porque se reproduce en la edición de los “Gozos al Santísimo Cristo de la Penitencia, venerado por su cofradía y hermandad en el Colegio de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer de la ciudad de Valencia”, según reza la inscripción, y porque salieron de las prensas de la imprenta Laborda. El Colegio Imperial de Niños Huérfanos es una institución docente y asistencial que sigue viva en la actualidad. El Crucificado está flanqueado por gruesos cortinajes y por las imágenes del sol y la luna. A los pies, como ya se ha dicho, San Vicente Ferrer arrodillado se agarra al sagrado madero, acompañado de dos personajes y la leyenda que lo identifica, “Timete Deum”, mientras que al otro lado puede verse a un penitente arrodillado. En

9 LLORCA, F., San Juan del Hospital de Valencia. Fundación del siglo XIII, Edit.

Prometeo, Valencia 1930, pp. 28-29.


la parte inferior, una cartela con la inscripción “El S. Christo de la Penitencia”.

• Cristo del Rescate. (Nº catálogo: 2095/7; Nº inv. gral.: 7495; 67 x 97 mm.)

La estampa no lleva identificación advocacional, pero su iconografía, tan

especial, no deja lugar a dudas en este Cristo de honda raigambre valenciana. En un paisaje de costa, la escultura está siendo pesada en una balanza, en medio de dos sarracenos. Hace referencia este hecho al Cristo de este nombre que se veneró en el desaparecido convento de San José y Santa Tecla de agustinas ermitañas de Valencia, ubicado primero en la calle de la Corona y, posteriormente, en la calle del Mar. Según la tradición, en el siglo XVI los piratas berberiscos de Argel atraparon un barco que se dirigía a Barcelona, robando su cargamento y esclavizando a sus tripulantes, que fueron vendidos en el mercado de la ciudad africana. Entre el cargamento se encontraba esta imagen de Cristo, que fue arrojada a una hoguera y quedaron sorprendidos al percatarse de que el fuego no la consumía.

En ese momento, se encontraban en la ciudad los hermanos valencianos

Pedro y Andrés de Medina para tratar de rescatar a una hermana suya que había sido raptada años atrás por los piratas en un ataque a las costas valencianas. Al enterarse del portento ocurrido con la imagen, trataron con el jefe de los piratas para conseguir el Crucificado mediante el pago de un rescate. Y el precio acordado fue pagar en monedas de plata el peso de la imagen. Al ponerla en la balanza tuvo lugar un nuevo milagro, que fue que solamente admitía treinta monedas de plata y ni una más. Y así, con la imagen en su poder, retornaron a Valencia, no sin antes producirse un nuevo milagro, que el barco no avanzaba porque le faltaba un dedo a la escultura y solo cuando fue recuperado se pudo iniciar el viaje de regreso de los hermanos Medina, aunque sin su hermana. En Valencia, todos los clérigos ansiaban la imagen, pero los rescatadores prefirieron depositarla en el convento de San José citado donde tenían su capilla funeraria. En 1623, Jerónimo Jacinto Espinosa pintó el primer cuadro con esta iconografía. Además, se conoce otra pintura del mismo tema en Tudela (Navarra). Después de un accidentado recorrido, la imagen original está hoy depositada en la vecina parroquia de San Esteban.

• Cristo de la Salud, de Navarrés (Valencia). (Nº catálogo: 746/920; Nº inv.

gral.: 6146; 162 x 109 mm.) La matriz de madera está muy defectuosa y la impresión de la estampa

acusa su estado, con faltantes en diversos lugares. No dispone de inscripción


identificadora y la iconografía presenta al Crucificado entre dos candelabros y, repartidos por el fondo del grabado, figuras de exvotos como los descritos en el Cristo de Burgos y otros que ya se han citado; pueden identificarse entre otros, una trenza de pelo que las mujeres ofrecían a la imagen de su devoción por alguna promesa o petición. Al parecer, la primera advocación de este Cristo10 fue de la Fe, y posible donación a la localidad del Patriarca San Juan de Ribera en 1606, pero algunos milagros ocurridos en relación con la salud , hizo que esta se trocara por la de Cristo de la Salud. En su afán evangelizador de los moriscos valencianos, el Patriarca Ribera no dudó en recorrer numerosas localidades del interior valenciano y donar imágenes de Cristo Crucificado bajo la advocación de Cristo de la Fe, por hacer hincapié en aquel aspecto más rechazado por los musulmanes : la muerte del Dios de los cristianos como un vulgar delincuente colgado de un madero y la redención de toda la humanidad. A la vez, se pretendía fortalecer la fe de los cristianos viejos, por si se hubiera debilitado en su contacto con los moriscos. La fama milagrosa de la imagen y la demanda de sus devotos en la localidad de Navarrés y pueblos cercanos, explicará la preparación del taco xilográfico y la impresión de numerosas estampas.

• Cristo del Salvador. (Nº catálogo: 738/130; Nº inv. gral.: 6138; 119 x 79

mm.) Hasta cinco tacos de madera existen en la colección con esta advocación,

en los que la figura de Cristo es bastante similar. En esta primera estampa, Cristo Crucificado se halla colocado sobre una mesa de altar con tres candelabros a cada lado, que es habitual en su representación. En la parte inferior aparece la leyenda identificadora, El SS. Christo de San Salvador. La segunda estampa (Nº catálogo: 756/1047; nº inv. gral.: 6156; 123 x 78 mm.) es parecida, pero añade un medallón, en la parte central de esa hipotética mesa de altar, con un busto de María Dolorosa y algunos objetos de las Arma Christi; elimina la inscripción y, por excepción, no es anónima como la gran mayoría, estando firmada en el canto derecho de la matriz por Martín Luis, que la talló en el año 1831. La tercera imagen, de factura y tono más arcaizante (Nº catálogo : 2084/236; Nº inv. gral.: 7484; 83 x 86 mm.) reduce la amplitud del altar sobre el que se asienta e incluye la inscripción , El Christo de S. Salvador, habiendo sido utilizada en la viñeta ilustrativa de unos gozos editados en la imprenta de Laborda. La cuarta representación (Nº catálogo : 2085/720; Nº inv. gral.: 7485; 96 x 70 mm.) sigue manteniendo los seis candelabros y en la parte inferior presenta un rectángulo que alberga

10 ABAD AZUAGA, Mª .T., “Una donación del Patriarca Ribera : El Cristo de la Salud de

Navarrés”, en Ars Longa (Valencia), nº 9-10 (2000) 259-262.


las Arma Christi, sin inscripción alguna. Y la quinta imagen de que disponemos (Nº catálogo 2086/187; Nº inv. gral.: 7486; 95 x 79 mm.) ha eliminado la mesa de altar y la leyenda y mantiene los seis candelabros.

Creo que el Cristo del Salvador es el Cristo valenciano por excelencia11, y

algunas menciones y referencias a un “Cristo de Valencia” deben corresponder a esta imagen. Por fortuna todavía se conserva la escultura original, una de las más antiguas de Valencia, datada hacia 1250 y ligada a la conquista del rey Don Jaime. Recientemente ha sido sometida a un proceso de restauración que ha recuperado su color original. Se dice que la escultura fue rescatada de una hoguera durante la guerra civil, es de gran tamaño, de filiación tardorrománica y cuenta con una leyenda piadosa, muy emotiva, acerca de su rescate en una crecida de las aguas del Turia entre los puentes de la Trinidad y de los Serranos.

El Crucificado también es conocido como Cristo de Berito, o lo que es lo

mismo, Cristo de Beirut. Esa tradición aludida señala la imagen como obra de Nicodemo (igual pasa con los Cristos de Burgos y Orense, por ejemplo), que la esculpió en aquella lejana ciudad, tomada por los árabes en el año 1250, quienes destruyeron las imágenes cristianas, arrojando algunas al mar, suerte fatal que corrió esta imagen después de haber sido ultrajada y crucificada como si de un nuevo Cristo se tratara. De forma milagrosa, la imagen atravesó el mar Mediterráneo y llegó hasta la ciudad de Valencia remontando el curso del río Turia y flotando a contra corriente hasta llegar y ser avistado entre los puentes de Serranos y la Trinidad mencionados. El Museo de Bellas Artes de Valencia conserva una pintura al óleo de Vicente Salvador Gómez, “Venida a Valencia del Cristo del Salvador”, que recoge ese final feliz de la leyenda y que entró hace poco tiempo al museo con la donación de Don Pere María Orts i Bosch (Nº inv. gral.: 66/2004 y Nº 49 en el catálogo de la Colección Orts).

• Santo Bulto de Jesús. (Nº catálogo: 680/826; Nº inv. gral.: 6080; 86 x 62

mm.) Estamos ante uno de los Crucificados más peculiares de Valencia, por

tradición e iconografía, venerado en el antiguo barrio de la Xerea, donde el callejero todavía lo recuerda en el nombre de una plaza, la de Sant Bult . La

11 BOIX Y RICARTE, V., Noticia histórica de las fiestas con que Valencia celebró el

siglo sexto de la venida a esta capital de la milagrosa imagen del Salvador. Manuscrito en la Biblioteca Valenciana, Valencia 1853. Existe edición facsimilar y estudio a cargo de Chiner Gimeno, J.J. y Galiana Chacón, J.P., Valencia 2002.

ENTALLADURAS Y XILOGRAFÍAS DE JESÚS CRUCIFICADO EN EL MUSEO… 729 imagen está emparentada con el Volto Santo de la ciudad italiana de Luca. Cristo va vestido con túnica talar y aparece coronado con tiara pontificia; descansa sobre un cúmulo de nubes en el que se divisa una pareja de querubines; una copa griálica recoge la sangre a los pies del Santo Cristo, mientras un personaje tocado con sombrero de ala ancha tañe la guitarra.

Un segundo taco xilográfico del Sant Bult (Nº catálogo: 681; Nº inv.

gral.: 6081; 255 x 169 mm.) confirma en la inscripción su relación con el italiano de Luca, “El Santo Vulto de Jesús, con la invocación del Santíssimo Christo de Luca”. Fue usado como viñeta ilustradora para la edición de gozos . Su composición es más llamativa, por el templete en que se ubica, entre pilastras corintias y columnas salomónicas, rematadas por un arquitrabe recto y cúpula de tejas valencianas en escama de pez, flanqueada por dos grandes floreros y pináculos de bola. Bajo el cúmulo de nubes sobre el que descansa la imagen, un florón vegetal y los recuadros con la tiara y el chapín, y en la parte inferior la leyenda escrita que lo identifica, “El Santo Vulto de Jesús. Con la invocación del Santíssimo Christo de Luca”, que nos confirma que, efectivamente, se trata de una imagen del famoso Cristo italiano, aunque en Valencia se le tenga como propio. Estamos ante una de esas transposiciones devocionales que la historia explica y la devoción popular incorpora al repertorio de imágenes más veneradas de la ciudad.

• Cristo de Zalameda (o Zalamea). (Nº catálogo: 744/941; Nº inv. gral.:

6144; 165 x 115 mm.) Estamos ante otro caso de advocación foránea, de la que la colección de

tacos xilográficos dispone de esta y de una segunda pieza (Nº catálogo: 745; Nº inv. gral.: 6145; 250 x 165 mm.), lo que viene a indicar la devoción que por tierras valencianas se le tendría, quizá por emigrados de aquella localidad. La primera estampa manifiesta los desperfectos que sufre la matriz xilográfica. Cristo aparece en un fondo arquitectónico y, a uno y otro lado, sendas parejas de medallones circulares recogen escenas de actuaciones milagrosas. De nuevo aparecen los exvotos de partes del cuerpo humano (ojos, corazón, pierna, etc.) La inscripción inferior nos informa de que se trata de “El SS.mo Christo de Zalameda”.

La segunda estampa presenta la misma iconografía, aumentando en una

pareja más los medallones circulares con escenas milagrosas que, en esta ocasión, van acompañados de leyendas o inscripciones explicativas y dicen así : “Mancos, coxos, tullidos y otros sana S[u].D[ivina].M[ajestad].”, “Vista a muchos ciegos da S.D.M.”, “De muchas enfermedades sana S.D.M.”, “Las mieses de grandes incendios libra S.D.M.”; “Los demonios de los cuerpos


expele S.D.M.”, “Todos los afligidos socorre S.D.M.” y, en la zona inferior, la inscripción principal de “El SS.mo Christo de Zalameda”, bastante deteriorada. Los exvotos también siguen apareciendo. Con semejante carta de presentación taumatúrgica, no es extraño que la imagen fuera conocida y hasta venerada en tierras valencianas o se encargaran aquí las estampas por la calidad de sus ediciones. La Imprenta y Librería de Blas Bellver, en Játiva, utilizó un taco similar al primero, si es que no era este mismo, para editar la imagen del Cristo de Zalameda el año 1855.

Este Santo Cristo se veneraba en el Hospital de la Quinta Angustia de la

localidad extremeña de Zalamea de la Serena y su antigüedad se remonta a los siglos XV y XVI; era sacada en procesión la noche de Jueves Santo por los hermanos de la cofradía de la Vera Cruz. Durante el siglo XVI se extendió la devoción a este Cristo por muchos lugares. Así, la presencia de una imagen de este Cristo y advocación en Elche (Alicante), en la parroquia de San José, puede explicar su presencia en tierras valencianas y en las imprentas de la capital, que ejecutarían algún encargo editorial. La imagen ilicitana sale en procesión también el Jueves Santo, como en Zalamea, y se le añade una gran ofrenda floral. También es posible que los romances cantados por los ciegos en su deambular pueblerino, fueran la causa de propagar la devoción. Aunque su advocación auténtica es la de Santo Cristo de la Quinta Angustia, es más conocido como Cristo de Zalamea, por su localidad de origen, suavizando la posible cacofonía del nombre por el de Zalameda, según ocurre en los tacos y estampas xilográficas valencianas.

Además de todas estas imágenes descritas, la colección cuenta con otras

muchas, hasta sesenta, sin advocación cristológica definida y están englobadas en el genérico apartado de “Calvarios” o “Cristo Crucificado”, sin más. Muchos de ellos serían fácilmente identificables con algunos de los que llevamos visto, pero permanecen en esos apartados generalistas por la prudencia, duda o desconocimiento de las personas que participaran en las labores de inventario de los mismos. Quiero destacar especialmente uno de estos Cristos, incluido como Calvario, que tampoco es anónimo y está firmado por Baltasar de Talamantes (Nº catálogo: 763; Nº inv. gral.: 6163; 261 x 172 mm.). Mas que un Calvario, según está clasificado, se trata de una crucifixión, con la Virgen, San Juan y la Magdalena a los pies de la cruz. La factura de alguna de estas estampas hace gala de un grabado muy arcaizante y con detalles en los nimbos de los personajes que pueden adscribirse a trabajos del siglo XVI. En otro grupo de estas estampas se han grabado arquitecturas representando una ciudad, posiblemente Valencia, por las características de algunos edificios. Otros de estos crucificados se han detectado como viñetas ilustradoras en la edición de romances, sobre todo

ENTALLADURAS Y XILOGRAFÍAS DE JESÚS CRUCIFICADO EN EL MUSEO… 731 por parte de la imprenta Laborda, en misales y devocionarios, en los misterios dolorosos del Rosario y los dolores de la Virgen.

IV. EPÍLOGO

Aunque no sea esta una relación exhaustiva de las imágenes de Cristo

veneradas en Valencia, sino solamente de algunas de las que cuentan con una advocación concreta y que aparecen en esta colección de tacos de madera preparados para imprimir entalladuras y xilografías, sí se trata de una muestra representativa de una de las devociones más enraizadas en su territorio. Hunde sus raíces en el pasado más remoto y se ha ido desarrollando con el paso de los siglos hasta llegar al momento presente. Es una manifestación importante de la religiosidad popular, un símbolo de identificación cristiana y un factor cultural de primer orden, digno de consideración y respeto , sobre todo en estos momentos en que parece haberse convertido en algo molesto para algunos sectores sociales poco informados, algo a eliminar de nuestro acervo cultural, cuando estamos viendo su enorme antigüedad, su masiva presencia y la valoración extraordinaria de que fue objeto por las gentes de otras épocas. El intento de erradicar estos símbolos de nuestra historia y de nuestra cultura, seamos creyentes o no, conducirá sin remedio a la destrucción de un capítulo de la misma.

He querido dar a conocer aquí la presencia de Cristo Crucificado en esta

colección procedente de una antigua imprenta valenciana que se remonta hasta el siglo XVIII e incluso más atrás. Son imágenes sencillas, poco cuidadas en ocasiones, humildes como sus destinatarios, de escaso valor artístico -se dirá- y económico, nada comparables a los excelsos Cristos españoles. Nos hablan del alma del pueblo y de su idiosincrasia en la relación con lo divino. Los tacos de madera o tampones que sirvieron para estamparlas, son unos objetos muy valiosos para la arqueología industrial, para el estudio del funcionamiento de los talleres de imprenta y de las técnicas de impresión al ser condenados por las nuevas tecnologías a convertirse en herramientas obsoletas. Se han convertido en un documento histórico, social, religioso, etnológico, industrial, y también artístico, que tienen a Cristo Crucificado como protagonista. Y es solo una pequeña muestra de las enormes posibilidades que ofrece el estudio de esta colección xilográfica existente en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

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