Entendiendo a Podemos
-
Upload
oscar-aponte -
Category
Documents
-
view
25 -
download
0
description
Transcript of Entendiendo a Podemos
-
Entendiendo a Podemos, Pablo Iglesias1
El estallido de la crisis financiera de 2008 ha producido una serie de consecuencias polticas
inesperadas, particularmente en Europa. Cmo pueden las fuerzas de izquierda radical
responder ante este reto sin precedentes? El objetivo de este artculo es explicar el anlisis que
sustenta la estrategia poltica de Podemos en Espaa: quines somos, de dnde venimos y hacia
dnde vamos; la reflexin ms completa sobre el tema que he podido hacer desde que fui elegido
lder de Podemos en noviembre del ao pasado. Es tambin una oportunidad para hablar con mi
propia voz, fuera del formato de las entrevistas de los medios masivos de comunicacin. Lo hago
desde mi doble condicin de secretario general de un partido poltico y de cientfico y terico de
la ciencia poltica, ya que la primera no habra sido posible sin la segunda. Esta combinacin es
precisamente uno de los rasgos caractersticos de Podemos.
Enfrentndonos a la situacin poltica sin precedentes creada por la crisis de la Eurozona, nuestro
punto de partida fue el reconocimiento de la derrota histrica de la izquierda en el siglo XX, ya
registrada en NLR. El corto siglo XX, como lo describe Eric Hobsbawm, que va desde el
triunfo de la revolucin bolchevique hasta la cada del muro de Berln, nos trajo los horrores del
fascismo, la guerra y al violencia colonial, pero fue tambin una era de esperanza y de progreso
social. Luego de 1945, los programas sociales en los pases capitalistas avanzados trajeron una
limitada redistribucin de la riqueza y un mejoramiento de las condiciones de vida de la clase
obrera, especialmente en aquellos pases donde los sindicatos eran fuertes. La revolucin rusa y
la revolucin china se mostraron incapaces de combinar redistribucin econmica y democracia,
pero produjeron avances innegables en la modernizacin e industrializacin de sus pases; la
fortaleza militar sovitica, la principal responsable de la derrota del nazismo, fue tambin una
prueba de su desarrollo econmico. En el periodo de post-guerra, la URSS represent un
verdadero contrapoder al intervencionismo de EE.UU. Si bien la guerra fra gener un bloque de
pases satlites en Europa oriental sin ningn tipo de soberana, tambin abri espacio para los
movimientos anticoloniales que desafiaron la hegemona de EE.UU y ayud a reforzar los
Estados de bienestar y la extensin de los derechos sociales en occidente.
Desde la dcada de los 70, Washington y otros poderes occidentales le apostaron a un nuevo
paquete de polticas que buscaban abordar los problemas acumulados en sus economas: debilitar
los sindicatos, empoderar el sector financiero, privatizar los activos pblicos y acelerar la
reubicacin de la produccin en pases con bajos salarios, as como el establecimiento del
sistema fiduciario basado en el dlar. La cada del bloque sovitico fue un enorme estmulo para
el Consenso de Washington, as como para la preponderancia del capital financiero en la Unin
Europea. Esta situacin tom forma constitucional con el Tratado de Maastricht, mediante el
1 Traducido de Iglesias, P. (2015). Understanding Podemos. New Left Review, 93, 7-22, disponible en
https://newleftreview.org/II/93/pablo-iglesias-understanding-podemos
-
cual los Estados miembros aceptaron ceder su autonoma monetaria a una institucin
independiente: el Banco Central Europeo. Los criterios de convergencia y el Pacto de
Estabilidad entorno a una moneda nica sealaron el crecimiento de la hegemona de la ahora
unida Alemania dentro del proyecto europeo; las polticas nacionales macro-econmicas se
restringieron con el objeto de reducir el gasto pblico, imponiendo la cada de los salarios y
promoviendo la privatizacin y la emigracin. Muchas de las luchas de las dcadas pasadas en
Europa pueden ser vistas como luchas defensivas en contra del debilitamiento de la soberana
que se vena presentando. En este contexto de derrota de las izquierdas existentes, el
pensamiento crtico se separ de la praxis poltica, en marcado contraste con el vnculo orgnico
entre la produccin terica y la estrategia revolucionaria que caracteriz los primeros aos del
siglo XX. La produccin terica se convirti el trabajo profesional de profesores universitarios y
ya no de lderes polticos radicales. En efecto, las discusiones del pensamiento crtico
contemporneo estn relacionadas con esta derrota histrica.
Sin embargo, y a pesar del estrechamiento de las posibilidades polticas producto del
vaciamiento de la soberana del Estado, en los ltimos quince aos hemos visto la emergencia de
nuevos adversarios al neoliberalismo, no slo desde los movimientos sociales sino tambin a
nivel estatal. En Amrica Latina, en medio de una severa crisis poltica y econmica,
formaciones populares y progresistas obtuvieron importantes victorias electorales que se
transformaron en proyectos de recuperacin de la soberana, tanto en escala nacional como
regional.
A pesar de que el contexto que produjo estos procesos difiere en varios aspectos estructuras
econmicas, sociales y culturales, fortaleza del Estado, situacin geopoltica de la situacin de
Europa, por no hablar de EE.UU, existe una similitud. Amrica Latina tambin presenci la
derrota histrica de la vieja izquierda en los desastrosos aos 70 y 80. La emergencia de estas
nuevas fuerzas fue un recordatorio de que la poltica, como un escenario de luchas en
condiciones cambiantes, nunca llega a su fin, no obstante las duras circunstancias en que opere.
Incluso sin la amenaza del viejo fantasma, el orden mundial entr en un periodo de transicin
geopoltica durante los ltimos quince aos, expresin en parte del desplazamiento de la
industria del Atlntico Norte al Este Asitico. El predominio unilateral de Washington se ha
visto atenuado por la emergencia de grandes poderes, nuevos y viejos, cuyos intereses no pueden
ser fcilmente sometidos a los de EE.UU. Las reformas de Deng Xiaoping demostraron la
viabilidad de un capitalismo con planificacin estatal, convirtiendo la tierra de la Revolucin
Cultural en la zona ms productiva del mundo y en un importante actor en el terreno
internacional. En la regin pivote de Eurasia, la Rusia semi-democrtica de Putin contina
demostrando que Mosc est de vuelta en el escenario internacional
-
Las lneas de falla
La crisis de 2008 ha producido nuevas oportunidades polticas, particularmente en la Europa del
sur, bajo formas que pocos podran haber predicho. Los rescates del Estado a la bancarrota del
sector financiero condujeron a la proliferacin de las deudas nacionales y a la inmensa alza de las
tasas de inters. Las polticas de emergencia para salvar al Euro impuestas y pronto
normalizadas por el bloque dirigido por Alemania han tenido efectos desastrosos en Portugal,
Irlanda, Italia, Grecia y Espaa, donde millones de personas han perdido sus empleos, decenas de
miles han sido vctimas del desahucio, y el desmantelamiento y privatizacin de los sistemas
pblicos de salud y educacin se ha acelerado bruscamente, toda vez que el peso de la deuda
cay sobre los hombros de los ciudadanos y no sobre los bancos. La Unin Europea se ha
dividido en pases del norte y pases del sur, divisin del trabajo que exige bajos salarios y bienes
y servicios baratos para los pases del Mediterrneo, y obliga a los ms jvenes y mejor
preparados a dejar sus pases de origen. El presupuesto aprobado por la Unin Europea para el
periodo 2014-2020 representa la continuidad de dicha divisin.
No mucho tiempo atrs, Espaa era aclamada como un ejemplo de xito econmico en la Unin
Europea en la aplicacin del modelo basado en las burbujas inmobiliarias y los proyectos
urbanos corruptos, supervisado desde la transicin post-franquista por el Partido Socialista
Obrero Espaol (PSOE) y el Partido Popular (PP). Hoy en da, con los otros PIIGS2, Espaa es
obligada a renunciar a los derechos sociales y a imponer las polticas de austeridad que Alemania
y sus aliados del norte nunca impondran en casa. No obstante, la misma crisis ha servido para
forjar nuevas fuerzas polticas, entre las ms notables Syriza en Grecia que finalmente tiene un
gobierno soberano, defendiendo una Europa social y Podemos en Espaa, que abre la
posibilidad de un cambio poltico real y de la recuperacin de los derechos sociales. Claramente,
bajo las circunstancias actuales, esto no tiene nada que ver con la revolucin o la transicin al
socialismo, en el sentido tradicional de los trminos. Pero si se hace factible lograr un proceso
soberano que logre limitar al poder financiero, estimular la transformacin productiva, asegurar
una ms amplia redistribucin de la riqueza y presionar por una configuracin ms democrtica
de las instituciones europeas.
Crisis de rgimen?
Pero, qu tipo de crisis est teniendo lugar en Espaa? En la acepcin clsica de Gramsci, la
hegemona es el poder de las lites dirigentes de convencer a los grupos subalternos de que
comparten sus mismos intereses, incluyndolos mediante el consenso, pero en el papel de
subordinados. La prdida de hegemona produce una crisis orgnica, que puede manifestarse en
el debilitamiento de las instituciones incluyendo los principales partidos polticos para
preservar y renovar su legitimidad. En Espaa, como en otros pases de la Eurozona, la crisis
2 Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, Espaa.
-
econmica y las medidas impuestas para salvar la moneda nica europea acrecientan la sombra
de la crisis orgnica, que conduce a lo que en trminos polticos llamamos una crisis de rgimen,
que no es otra cosa que el agotamiento del sistema social y poltico que emergi de la transicin
post-franquista. La principal expresin social de dicha crisis de rgimen fue el movimiento del
15-M, la vasta movilizacin de los indignados que, arrancando el 15 de mayo de 2011, se tom
las plazas a lo largo de Espaa durante semanas. La principal expresin poltica ha sido
Podemos.
La transicin espaola post-1975 transform el franquismo en un sistema democrtico liberal,
comparable con el de la mayora de pases occidentales. Sin embargo, la transicin dej a las
lites econmicas franquistas intactas y coadyuv a reciclar buena parte de sus lderes polticos,
quienes se mantuvieron en sus posiciones dentro del aparato estatal inclusive despus de la
abrumadora victoria del PSOE en 1982. Un espritu de consenso domin no slo a los
reformadores del franquismo, liderados por Adolfo Surez, sino tambin a la oposicin
democrtica: el Partido Comunista Espaol, pilar de la resistencia clandestina contra la dictadura,
y el PSOE, mucho ms pequeo en ese entonces. Con un respaldo ilimitado de los grandes
medios de comunicacin, sobre todo del diario ms influyente del Grupo Prisa, El Pas, este
consenso tom forma en los Pactos de Moncloa en 1977, que ataron a los sindicatos a la lucha
salarial a cambio de beneficios sociales. Esto se tradujo en normas jurdicas por medio de la
Constitucin de 1978, aprobada por referndum, y que le da el nombre al rgimen del 78. Poco
a poco, a pesar de la resistencia de los posicionados partidos nacionalistas de Catalunya y el Pas
Vasco y de algunos sectores de la izquierda, este consenso se gan el respaldo de la mayora de
la poblacin espaola. Consagrado como una monarqua constitucional y bajo el mandato del
sucesor escogido por Franco, Juan Carlos I, los nuevos acuerdos garantizaron el ingreso de
Espaa a la OTAN y a la Comunidad Europea, con bajos costos para las lites econmicas.
Los pobres resultados electorales del PCE en 1978 no cambiaron su tctica, y ste se mantuvo en
la pragmtica lnea del eurocomunismo, con el mismo estilo conservador de sus pares en Francia
e Italia. A propsito del debate del eurocomunismo, los exiguos resultados electorales y el
desmantelamiento de los movimientos sociales, Manuel Sacristn quizs la mente mejor dotada
del marxismo espaol hablaba de la derrota histrica del movimiento obrero y de la izquierda
en un nuevo contexto socioeconmico dominado por el consumismo, la creciente influencia de
los medios de comunicacin y la situacin internacional que impona estrictos lmites a cualquier
transformacin significativa en la Europa del sur. Su punto no refera nicamente a la
imposibilidad del socialismo y de la revolucin visto desde el presente, es bastante emotivo que
hubiese lderes polticos en Espaa que creyeron en la viabilidad de estos proyectos sino
tambin a la imposibilidad de impulsar los esquemas moderados de mejoras sociales,
considerados electoralmente inviables en el contexto de la creciente hegemona neoliberal.
Mientras tanto, lo que haba que hacer, segn Sacristn, era emprender acciones polticas en
niveles micro, fuera del Estado, en los movimientos ambientalistas, feministas y pacifistas,
construyendo alternativas desde la vida cotidiana. Con propsitos electorales, el PCE form una
-
amplia alianza electoral en 1986, Izquierda Unida. Para la izquierda espaola, pareca ser, no
haba mejores opciones.
Despus del 2011
Hoy en da, como resultado de la debacle de la Eurozona, ya no estamos viviendo en el tiempo
del mientras tanto, sino en el tiempo de una crisis de rgimen; situacin en la cual puede ser
posible alterar los parmetros de la poltica espaola en una direccin inexplorada desde la
transicin post-franquista. Debemos enfatizar en el hecho de que no se trata de una crisis de
Estado, de un colapso del aparato administrativo, como s se esbozaba en Bolivia y Ecuador
antes de las victorias electorales de Morales y Correa. Las instituciones estatales en Espaa,
aunque empobrecidas y minadas por la corrupcin, an cumplen sus funciones que van mucho
ms all del monopolio de la fuerza proveyendo los mecanismos de regulacin de la existencia
social as como generando lealtades y seguridad para el orden dominante. Sin embargo, el
fracaso indiscutible de las polticas de austeridad en Espaa ha ayudado a desencadenar una
crisis de rgimen, que ha abierto por cunto tiempo no sabemos un conjunto de oportunidades
polticas sin precedentes. La frustracin de las expectativas de importantes sectores de la clase
media y asalariada, como resultado de las reformas estructurales, es uno de los factores decisivos
para entender las posibilidades polticas del presente.
El 15-M sirvi como vlvula para todas estas frustraciones. El hecho de que en un principio no
se manifest en el terreno electoral demuestra que la crisis hegemnica, puesta de manifiesto por
este movimiento que sorprendi al mundo, representaba tambin una crisis de la izquierda
existente en Espaa. El 15-M funcion a manera de espejo para la izquierda, revelando sus
deficiencias. Tambin puso sobre la mesa el componente principal del nuevo sentido comn: el
rechazo de las lites polticas y econmicas, sistemticamente sealadas como corruptas. El
15-M tambin cristaliz una nueva cultura de lucha que no poda captarse desde las categoras de
izquierda y derecha, algo que los lderes de la izquierda existente en Espaa se negaron a
reconocer desde el comienzo. La lgica del 15-M llev a su propio agotamiento; no logr los
efectos que deseaban sus comprometidos activistas, quienes esperaban que lo social pudiera
sustituir lo institucional. Buscando rebajar la poltica a mera expresin de poderes sociales
contrapuestos, uno de los principales errores de la intelectualidad espaola fue no darse cuenta
que el mientras tanto era precisamente eso: una manera de trabajar hasta la llegada de un
momento para la audacia, momento en el que se requeriran tcnicas polticas bastante diferentes.
La derrota sufrida por el PSOE en las elecciones regionales y nacionales del 2011 que siguieron
al 15-M fueron de una severidad sin precedentes: perdi cerca del 40% de la votacin obtenida
en el 2008. El resultado inmediato fue que el PP se tom toda una serie de gobiernos regionales y
se gan la mayora absoluta en las Cortes. Pero desde ese momento, se poda percibir el cambio
que tena lugar en el sistema de partidos. Era claro en las encuestas que tanto el gobernante PP
-
como el PSOE estaban perdiendo apoyo electoral, mientras que Izquierda Unida y los partidos
liberales ms pequeos Ciudadanos, fundando en Catalunya en el 2006 y Unin Progreso y
Democracia, fundado en 2007 estaban logrando mejores resultados. En esta nueva coyuntura,
IU tena la oportunidad de disear una estrategia ms audaz o al menos, menos tmida de la
que venan siguiendo. Hubiera sido suficiente con seguir el ejemplo de la Alternativa Gallega de
Izquierda (AGE), una alianza de IU, Anova partido de izquierda nacionalista de Galicia
movimientos ecologistas, entre otros. Una movida de estas caractersticas a nivel nacional le
habra permitido a IU ser representacin electoral del descontento social, pero dejaron pasar su
oportunidad.
En Catalunya, mientras tanto, era evidente que Convergncia i Uni, partido nacionalista
conservador hegemnico, estaba perdiendo terreno frente a su moderada contraparte
socialdemcrata, Esquerra Republicana de Catalunya, que buscaba convertirse en el principal
partido de las reivindicaciones independentistas, columna vertebral del descontento social en ese
momento. En el Pas Vasco y Navarra, el retorno de la izquierda abertzale al terreno electoral
estaba amenazando la hegemona del Partido Nacionalista Vasco en Euskadi e inclusive a la
conservadora Unin del Pueblo Navarro.
Si a estas tendencias aadimos la irrupcin de Podemos y sus resultados electorales en las
elecciones europeas de mayo de 2014, as como su ascenso en las encuestas, podemos afirmar
que el bipartidismo est en problemas. La ofensiva permanente contra Podemos, de una
virulencia sin precedentes, revela el grado en que somos vistos como una amenaza real a la
dinasta del sistema bipartidista en Espaa. Es obvio que el juego apenas ha comenzado. En los
meses que vienen nos enfrentaremos a las elecciones regionales del 24 de mayo. Pero tambin
parece claro que, ms all de los resultados inmediatos en las urnas, existen signos de la
irreversible crisis de rgimen. La poltica en Espaa no volver al punto en que se encontraba
antes de la irrupcin de Podemos.
La hiptesis de Podemos
Asumiendo que, bajo determinadas condiciones, es posible generar discursivamente una
identidad popular que pueda ser politizada hacia objetivos electorales; en Espaa, en el contexto
de la incipiente crisis de rgimen generada por el desastre de la Eurozona, esas condiciones se
haban reunido. La tarea, entonces, era agregar las nuevas demandas generadas por la crisis
alrededor de un liderazgo meditico, capaz de dicotomizar el espacio poltico. Dados estos
factores, nuestra hiptesis no es difcil de entender. En Espaa, la incipiente crisis orgnica
estaba generando las condiciones para la articulacin de un discurso dicotomizador, capaz de
constituir los constructos ideolgicos del 15-M en un sujeto popular, en oposicin a las lites.
Para los fundadores de Podemos, esta no era una hiptesis nueva; ya la habamos empezado a
disear en nuestras reflexiones acerca del 15-M. Nuestro pensamiento se vale de un conjunto en
-
particular de experiencias la dcada ganada en Amrica Latina y de un modelo de
comunicacin poltica: nuestro programa de televisin La Tuerka. Nuestros anlisis de las
experiencias en Amrica Latina nos ofrecieron nuevas herramientas tericas para interpretar la
realidad de la crisis en Espaa, en el contexto de un pas de la periferia europea; desde 2011,
empezamos a hablar de la latinoamericanizacin del sur de Europa como la apertura de una
nueva estructura de oportunidad poltica. Esta alternativa populista fue teorizada principalmente
por Iigo Errejn, sobre la base del trabajo de Ernesto Laclau.
La segunda clave de nuestra hiptesis era La Tuerka. Desde el comienzo, con nuestros modestos
medios, entendimos La Tuerka como un partido. La gente ya no se involucra en poltica a
travs de partidos, pensbamos, sino a travs de los medios de comunicacin. La Tuerka, y
nuestro segundo programa Fort Apache, eran los partidos por medio de los cuales nosotros
libraramos la lucha poltica en el terreno fundamental de la produccin ideolgica: la televisin.
La Tuerka se convirti en nuestra escuela secundaria, ensendonos cmo intervenir ms
efectivamente en los medios de comunicacin, en particular en la televisin. Tambin nos
prepar para el trabajo de consultora en comunicacin poltica que desarrollamos, el que a su
vez nos proporcion experiencia en la planeacin de campaas electorales y en la construccin
de voceros y lderes polticos. Gracias a La Tuerka y al entrenamiento que nos dio, aprendimos
como producir vacos en la televisin y cmo pensar polticamente dentro de la misma.
Nuestros objetivos a este momento eran modestos; jams pensamos que llegaramos tan lejos.
Pero cumpliendo esos objetivos limitados escribir artculos, promover iniciativas a pequea
escala, presentar programas de televisin, estudiar comunicacin audiovisual, aconsejar lderes
polticos en la construccin de sus estrategias mediticas nos aseguramos una buena
preparacin para el ingrediente indispensable de la hiptesis de Podemos: una figura de liderazgo
con alto reconocimiento en Espaa. No tenamos certezas acerca de nuestra presencia en
televisin y tampoco tenamos ninguna garanta de que fuera efectiva y duradera. Desde mayo de
2013, sin embargo, yo aparec constantemente en medios de comunicacin. Ese verano,
comenzamos a pensar en la posibilidad de utilizar mi presencia meditica para una intervencin
poltica a escala nacional. A este momento, mi opinin era que tal proyecto no se podra llevar a
cabo sin la colaboracin de la izquierda existente. La propuesta que le hicimos a los partidos de
izquierda de unirnos para las primarias son muestra de esta orientacin. Pensamos que dejarle la
eleccin de los candidatos a los ciudadanos podra ayudarnos a inclinar la correlacin de fuerzas
a nuestro favor: la izquierda se parecera mucho ms a la gente.
Nos veamos a nosotros mismos como una fuerza de renovacin; lo que no anticipamos fue que
la frialdad, por no decir hostilidad, con que nuestra propuesta fue recibida no nos permitira
llegar ms lejos en esa direccin. El tenaz conservatismo de los lderes de IU, incapaz de abrirse
a nuevos estilos y perspectivas, y el desdn de algunos grupos de activistas, nos obligaron a
poner en prctica nuestra hiptesis en soledad; pero esto tambin significaba que no estbamos
en la obligacin de hacerle concesiones al conservatismo de izquierda ni a los estilos paralizantes
de algunos movimientos sociales. Las paradojas de la historia: las condiciones que posibilitaron
-
el fenmeno Podemos incluyeron la reserva que ste gener entre aquellos que en teora ms
probablemente se uniran a nuestro proyecto, gracias a lo cual pudimos volar ms libres y ms
alto.
Pues la configuracin del campo poltico mediante la divisin izquierda-derecha creaba una
situacin en la que el cambio, en una direccin progresista, no era posible en Espaa. En el
terreno simblico de la izquierda y la derecha, aquellos que abogamos por una transformacin
post-neoliberal a travs del Estado defendiendo los derechos humanos, la soberana y el vnculo
entre la democracia y las polticas redistributivas no tenemos la ms mnima oportunidad de
conseguir una victoria electoral. Cuando nuestros adversarios nos llaman izquierda radical y
tratan de identificarnos con sus smbolos, lo que buscan es llevarnos a un terreno en el que la
victoria es ms fcil para ellos. Nuestra tarea poltico-discursiva ms importante era luchar
contra esa estructura simblica de posiciones, pelearnos los trminos de la discusin. En
poltica, aquellos que deciden los trminos de la lucha, determinan en gran medida su resultado.
Esto no tiene nada que ver con abandonar los principios ni con moderarnos, sino que
partimos de la certeza de que si no somos nosotros mismos los que nos definimos en el terreno
de la lucha ideolgica, nos vamos a encontrar limitados en el repertorio discursivo que podemos
tener a disposicin.
Esto es posible slo en situaciones excepcionales, como en la que nos encontramos en estos
momentos. Lograrlo demanda una estrategia especfica para identificar los marcos que pueden
determinar la nueva configuracin, as como el discurso ms apropiado para proyectarla en los
medios. Cuando insistimos en hablar de los desahucios, la corrupcin y la desigualdad, por
ejemplo, y nos resistimos a ser arrastrados a los debates sobre la forma del Estado (monarqua o
repblica), la memoria histrica y la poltica de prisiones, no es porque esos elementos se
escapen a nuestra postura poltica, ni porque hayamos moderado nuestra posicin. Por el
contrario, asumimos que, careciendo de una maquinaria de poder institucional, no tiene ningn
sentido en este momento que nos enfoquemos en las luchas que nos alejan de la mayora, esa
mayora que no es de izquierda. Y es que si no logramos ser mayora no es posible acceder a la
maquinaria institucional que nos va a permitir librar esta batalla discursiva en otras
circunstancias.
El pas de la TV
Durante dcadas, la televisin ha sido el aparato ideolgico por excelencia en nuestras
sociedades. En los aos recientes, las redes sociales han abierto nuevos lugares para la lucha
ideolgica y para la democratizacin del acceso a la esfera pblica, a pesar de su desigual
penetracin en las diferentes capas sociales. Incluso estando lejos de poder competir con la
televisin, las redes sociales jugaron un papel clave en nuestra campaa para las elecciones
europeas y su uso sigue siendo una de las caractersticas de Podemos. La televisin, sin embargo,
-
condiciona y ayuda a recrear los marcos a travs de los cuales la gente piensa las estructuras
mentales y los valores a ellas asociados en un nivel de mucha mayor intensidad que los lugares
tradicionales de produccin ideolgica: la familia, la escuela, la religin. En cuanto a las
actitudes y opiniones polticas de la gente en Espaa, los shows de televisin son probablemente
los mayores productores de argumentos para uso popular. La mayora de argumentos que la
gente escucha en una discoteca o en su lugar de trabajo son construidos por formadores de
opinin que aparecen en televisin y en la radio. Los imaginarios sociales son claramente
conformados por formatos aparentemente no ideolgicos y apolticos, presentados como mero
entretenimiento, cuando las operaciones ideolgicas ms importantes son aquellas que tienen la
apariencia de ser no ideolgicas para la nociones que son percibidas como sentido comn. En el
contexto de crisis, sin embargo, en cuanto a los debates especficamente polticos se refiere, los
estudios de televisin se han convertido en verdaderos parlamentos. En efecto, una de las ms
importantes manifestaciones de la crisis fue la apertura de un nuevo espacio en los debates de
televisin, que pudo ser ocupado por aquellos que representaban a las vctimas de la crisis. Lo
que nosotros decamos le permiti a estas vctimas capas subalternas, sobre todo las clases
medias empobrecidas identificarse a s mismos como tales y visualizar, por medio de la
construccin de un nuevo nosotros, a un ellos, sus adversarios, las viejas lites.
El fenmeno de televisin del profesor de la cola de caballo puede ser definido como la ms
efectiva ocupacin de dicho espacio, previamente disputado por otras personas de izquierda, que
yo logr tanto por suerte como por prctica. En efecto, este discurso en la televisin fue el
resultado de una intensa preparacin de cada intervencin. Paso a paso, un programa de
izquierda poco convencional se convirti en el punto de referencia para el descontento socio-
poltico causado por la crisis. Convertir este punto de referencia en un candidato era una
estrategia de alto riesgo; nuestra campaa para las elecciones europeas tuvo xito precisamente
porque mantuvimos esa presencia en los medios de comunicacin, que hasta dos semanas antes
de las elecciones era sencillamente un programa inusual y no un espacio de campaa para un
candidato o un lder poltico. El objetivo central de nuestro campaa fue entonces explicar que
el muchacho de la cola de caballo de la televisin iba a participar en las elecciones. Es por eso
que optamos por algo que nunca se haba hecho antes en Espaa: usamos la cara del candidato en
la papeleta de la votacin. El pueblo de la televisin, o el pas de la televisin por decirlo de
alguna manera, no saba nada acerca de un nuevo partido poltico llamado Podemos, pero
conocan al muchacho de la cola de caballo.
Este pueblo, cuya socializacin poltica tena como medio a la televisin, no poda ser entendido
bajo las categoras tradicionales de izquierda y derecha. En un contexto de inmenso descontento
con las lites, nuestro objetivo era constituir un nuevos nosotros que incluyera a esa pas de la
televisin que inicialmente se nos acerc por el significante Pablo Iglesias. Antes y durante la
campaa, nuestro trabajo en los programas de televisin buscaba introducir nuevos conceptos y
argumentos que nos ayudara a definir el campo de batalla a nuestro favor. La manera en la que la
nocin de casta fue construida denotando con ella al establecimiento social y poltico
-
espaol es quiz el mejor ejemplo. Este nuevo espacio en los medios de comunicacin,
susceptible a la politizacin, lo estuvimos construyendo durante mucho tiempo, como un anlisis
de nuestros programas lo podra revelar. La arrolladora popularidad del programa semanal
Salvados y de su presentador Jordi vole no puede ser explicada nicamente por la sensibilidad
social que gener o por las posturas progresistas de vole. La clave del xito fue su habilidad de
enfocarse en asuntos centrales del descontento social, creando consciente o inconscientemente
un nuevo discurso que cruz las fronteras polticas; para usar los trminos de Laclau, era
transversal.
Hacia la construccin de un partido
Desde nuestro lanzamiento en enero de 2014 hasta las elecciones europeas de mayo, la direccin
poltica de Podemos haba estado constituida por un pequeo grupo de una decena de cuadros,
que asuman por lo general el papel de equipo de campaa. Junto al grupo de profesores e
investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, contamos con una nueva generacin
de militantes de la Juventud Sin Futuro, de asociaciones estudiantiles, de La Tuerka, as como
con otras organizaciones sociales y polticas, con proyectos culturales alternativos y por supuesto
con el 15-M. Este grupo form el ncleo inicial de Podemos e impuls las primeras campaas,
centrndose en la comunicacin, especialmente en redes sociales, programas de televisin,
eventos pblicos y de la propaganda en general. Pocas semanas antes del lanzamiento, hicimos
un llamado pblico para la creacin de los Crculos de Podemos, grupos locales y sectoriales que
empezaron a florecer y establecieron nuestra presencia en todo el pas. Pero adems de este
grupo de trabajo, estbamos lejos de ser una organizacin poltica. Podemos era an un
movimiento de ciudadanos que haba despertado un tremendo entusiasmo, expresado en el xito
de los Crculos, la creciente participacin en los eventos, la actividad de miles de personas en las
redes sociales y la posibilidad y la esperanza de convertir todo eso en votos el 25 de mayo. Pero,
como decamos, no haba an ninguna organizacin poltica.
Despus de las elecciones europeas, en las que obtuvimos 5 eurodiputados, Podemos an careca
de una direccin poltica formal y de estructuras territoriales y sectoriales en todas las regiones,
as como de mecanismos para la toma de decisiones. Desde el comienzo le apostamos a un
proceso que permitiera la participacin popular en las decisiones ms importantes; as fue como
nuestro equipo tcnico, que organiz el congreso fundacional, la Asamblea de Ciudadanos de
noviembre de 2014, fue elegido. En esta asamblea, que rompi todo hito en trminos de
participacin, Podemos pas de ser un movimiento de ciudadanos con un proyecto electoral a ser
una organizacin poltica con cuerpos directivos, sistemas internos de control, lnea poltica y
tctica, as como con un objetivo claro de eficiencia organizacional. Desde este punto
empezamos nuestro proceso de construccin en la escala local y regional, que apenas acaba de
culminar. En el transcurso de la asamblea acordamos nuestra estrategia electoral, apoyando los
-
candidatos de unidad popular en las elecciones municipales, para las que Podemos no se
presentara por separado, y probando nuestra marca en las elecciones regionales.
Nuestra asamblea constitutiva, y los procesos locales y regionales que le siguieron, establecieron
la estructura bsica de un partido poltico, con la vista puesta en las elecciones generales de
noviembre de 2015. Pero el tejido organizativo de Podemos, por llamarlo de alguna manera, va
mucho ms all de la organizacin como tal, dada su capacidad de vincular a los sectores ms
avanzados de la sociedad civil en un amplio proyecto de cambio poltico, trabajando adems por
la inclusin de los movimientos populares a un proceso que no podemos emprender solos. Para
ser un partido de gobierno, Podemos necesita los mejores cuadros de la sociedad civil; ganar las
elecciones va a demandar de nosotros mantener esos vnculos con la sociedad en la toma de
decisiones por medio de votaciones abiertas. Si hay algo que nos ha hecho fuertes, es que no
hemos aceptado ncleos de militantes que nos aslen de los intereses de la sociedad, o que
pretendan tomarse una organizacin que por encima de las identidades polticas de sus lderes,
cuadros y militantes es un instrumento para el cambio poltico en Espaa.
La Marcha del Cambio impulsada por Podemos el 31 de enero de este ao fue un evento
histrico no slo por su abrumadora capacidad de convocatoria entre 100.000 y 300.000
personas sino tambin por su carcter poco convencional. No fue una protesta, no estaba
destinada a impulsar un conjunto de demandas sociales. La historia del movimiento obrero en el
siglo XX demostr que no todas las huelgas necesitan ser justificadas por demandas laborales
especficas, sino que, por el contrario, en los momentos decisivos, una huelga puede convertirse
en un instrumento poltico, sin conexiones representativas ni mediaciones. La Marcha del
Cambio fue en acontecimiento especficamente poltico, ligado a la representacin pblica de lo
social que toma a Podemos como un instrumento fundamental para el cambio. Su importancia
reside no slo en el hecho de que ninguna otra organizacin poltica en Espaa tiene semejante
capacidad de movilizacin. Mucho ms importante, la Marcha del Cambio seal nuestra
determinacin de dar por terminada la disociacin entre movilizacin de masas y participacin
electoral. Los viejos partidos polticos en Espaa parecen para los ciudadanos poco menos que
mquinas para tener acceso a la administracin del Estado por medio de las elecciones. De
hecho, las elecciones que siguieron al 15-M tuvieron el efecto de una ilusin ptica: los polticos
y partidos que estaban completamente desacreditados y eran percibidos por los ciudadanos como
el problema principal, parecan inevitablemente dominantes en el campo de la democracia
formal. La Marcha del Cambio devolvi la poltica a las calles. As no fuera tan vasta como la
Marcha de la Dignidad de marzo del 2014, que logr juntar a los sindicatos y a los movimientos
sociales bajo la consigna pan, trabajo y vivienda, la Marcha del Cambio demostr tanto nuestra
fortaleza organizativa como el apoyo masivo que recibimos de los ciudadanos espaoles. Las
respuestas burlonas de las viejas lites al 15-M que le decan a los manifestantes que tenan
tomadas las plazas que deberan ms bien presentarse a las elecciones probablemente no se
repetirn pronto. La movilizacin de enero de 2015 seal el comienzo de un nuevo ciclo,
abriendo un ao decisivo para la historia de Espaa.
-
Un terreno cambiante
Desde las elecciones europeas, y particularmente desde el comienzo del 2015, los ataques del
establecimiento a Podemos han sido incesantes, superando con creces lo que reciben otras
fuerzas polticas. Esto era completamente predecible y es una prueba de lo mucho que
alarmamos a los detentadores tradicionales del poder en Espaa. La irrupcin vertiginosa de una
organizacin como Podemos en las encuestas, ha causado muchos nervios a nuestros oponentes.
En los primeros meses del 2015, los argumentos que los propagandistas del PP y del PSOE
esgriman en nuestra contra, usualmente tuvieron un efecto boomerang, aumentando nuestro
respaldo y permitindole a nuestros lderes la oportunidad de responderles con un notable efecto
en los medios masivos de comunicacin. Durante los ltimos meses, la naturaleza y las tcnicas
de estos ataques se han afilado, y se han hecho ms dainos. Debemos asumir que nuestra batalla
en el campo de los medios de comunicacin no se desarrollar ms en las mismas condiciones
ventajosas de antes, y que los ataques van a continuar al menos hasta que logremos presencia
institucional en las elecciones regionales y locales. Las ltimas campaas en nuestra contra han
demostrado que podramos perder nuestra capacidad de ofensiva para posicionar temas en la
agenda poltica nacional.
El reto ms importante con el que nos enfrentamos son las elecciones generales de noviembre. Es
difcil predecir la situacin con la que nos encontraremos, pero en lo que tenemos que trabajar es
en un plebiscito que simplifique las opciones polticas a la eleccin entre el conservador PP y
Podemos. Y aunque sea posible para nosotros rebasar al PSOE, ste est an lejos de sufrir una
pasokizacin, similar al colapso total que sufri el partido de centro-izquierda PASOK, alguna
vez el partido ms poderoso en Grecia, pero ahora reducido e irrelevante tras su coalicin pro
austeridad con Nueva Democracia. El PSOE an tiene un apoyo electoral significativo. Tuvo una
importante oxigenacin poltica en las elecciones andaluzas de marzo, inclusive cuando sus
resultados all responden ms bien a una situacin local. Podemos triplic su votacin desde las
elecciones europeas, obteniendo 15 lugares en Andaluca y el 15% de los votos un buen
resultado, pero que an no logra superar a los partidos tradicionales, el PP y el PSOE. Es por
ello que las elecciones regionales del 24 de mayo sobre todo en Madrid, Valencia y Asturias y
las elecciones catalanas de septiembre son tan importantes para nosotros.
Nuestra meta principal este ao es rebasar al PSOE, condicin esencial para el cambio poltico
en Espaa, inclusive si no logramos superar al PP. La hiptesis de que los socialistas podran
emprender un cambio de 180 grados y rechazar las polticas de austeridad, y que as pudisemos
llegar a un entendimiento poltico con ellos, slo entrar en juego si efectivamente logramos
rebasarlos. En dicho momento, el PSOE tendr que decidir entre aceptar el liderazgo de Podemos
o firmar su suicidio poltico sometindose al PP. La direccin del PSOE y las diferentes
facciones la interior de dicho partido son conscientes de esto y han trabajo a toda mquina para
minimizar nuestro liderazgo. Adelantar las votaciones andaluzas dos meses fue un claro intento
de la lder regional del PSOE, Susana Daz, de asegurar que la primera batalla de este decisivo
ao electoral tuviera lugar dnde los socialistas haban sufrido su ltima derrota, y lo lograron.
-
Otra cuestin crucial sobre la que debemos tomar decisiones en 2015 refiere a nuestra
responsabilidad en el escenario post-electoral, donde Podemos podra enfrentarse con la
posibilidad de gobernar con el apoyo de otros partidos, o de apoyar a otros partidos para que
puedan gobernar. Tambin podra presentarse la situacin de coaliciones regionales entre el PP y
el PSOE, que fortaleceran el papel de Podemos como el principal partido de oposicin, pero que
seran desastrosas para Espaa. Para los socialistas esto significara su completa pasokizacin y
sus lderes podran querer valorar otras opciones. El PSOE se encontrar frente a la contradiccin
entre la lgica de Estado y sus intereses como partido, y an no es claro cmo pueda resolverse
el asunto. El mismo dilema atrapa a Ciudadanos, el partido sin marca de las lites, promovido
como el ala derecha de Podemos: est obligado a suscribir acuerdos con el PP, pero sabe el
impacto negativo que ello tendra en sus proyecciones electorales.
Para Podemos ser de gran importancia hacer parte de los gobiernos regionales luego de las
elecciones y mantener al PP lejos de la posibilidad ser gobierno. Pero ms importante que todo
esto es ser capaces de llegar a las elecciones generales en la posicin ms fuerte que nos sea
posible. El empoderamiento institucional nos puede ofrecer salvaguarda y darnos la vital
experiencia de ser gobierno, pero tambin nos puede significar la prdida de nuestra ventaja de
opinar desde afuera. Es decir, nos vamos a encontrar con contradicciones que podran minar
nuestro objetivo fundamental: ir a las elecciones generales con la mayor de las esperanzas y
redefinir la correlacin de fuerzas polticas en Espaa.