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ENFOQUE AGROECOLÓGICO DEL EMPLEO DE ENTOMOPATÓGENOS PARA EL CONTROL DE PLAGAS 1 RODRIGO VERGARA RUIZ 2 INTRODUCCIÓN La utilización masiva de los entomopatógenos requiere aún de muchos esfuerzos. Si bien es cierto, que existen productos comerciales y la investigación ha avanzado con relación al mejor conocimiento de la bioactividad controladora de estos microorganismos, se necesita de una mayor promoción de sus bondades para fomentar su empleo. Desde hace mucho tiempo, quienes fomentan los programas MIP, han creído en la utilidad de los entomopatógenos en una línea de control microbial. Las enfermedades que padecen los insectos, tanto benéficos como plagas, se han estudiado desde tiempos inmemorables. Dos especies útiles: Apis mellifera L. y Bombyx mori (L.), fueron tema de discusión y análisis por las enfermedades que padecían en 1500 A.C. por Chinos, Egipcios y Griegos. Aristóteles en su obra “Historia Animalium” se refirió en los años 335-322 AC a las enfermedades de las abejas. La historia de la patología de insectos no es reciente. Para el mundo académico este tema apareció con la publicación del libro “An Introduction to Entomology” por Kirby y Spence en 1826, en el cual trataron el tema de la patología de insectos. Esta debe entenderse como el estudio de la biología de lo anormal. Aunque los microorganismos causantes de enfermedades en insectos son bacterias, hongos, rickettsias y protozoarios, el cupo se ha ampliado al incluir entre ellos a virus y nemátodos, que también son causa de enfermedades en insectos. Las preocupaciones sobre los entomopatógenos y su empleo en el MIP, debe cubrir no sólo la posibilidad de acceder a las formulaciones comerciales y su adecuado manejo, tiene que considerarse que en forma natural los patógenos de insectos actúan y deben preservarse. Los avances de la ingeniería genética podrán además en el futuro, mejorar los entomopatógenos y crear razas de mayor impacto en las poblaciones plagas. En los programas de MIP, se deben considerar los entomopatógenos. Estos constituyen una tecnología de amplias posibilidades en la agricultura sostenible. Los microorganismos 1 Conferencia dictada en el Octavo Seminario de Agroecología Agromedicina y Medio Ambiente. Tunja 22 y 23 de Noviembre de 2004. 2 I.A., M.Sc. Profesor Asociado. Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Facultad de Ciencias Agropecuarias. A.A. 1779. e-mail: [email protected]

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ENFOQUE AGROECOLÓGICO DEL EMPLEO DE ENTOMOPATÓGENOS PARA EL CONTROL DE PLAGAS 1

RODRIGO VERGARA RUIZ2

INTRODUCCIÓN La utilización masiva de los entomopatógenos requiere aún de muchos esfuerzos. Si bien es cierto, que existen productos comerciales y la investigación ha avanzado con relación al mejor conocimiento de la bioactividad controladora de estos microorganismos, se necesita de una mayor promoción de sus bondades para fomentar su empleo. Desde hace mucho tiempo, quienes fomentan los programas MIP, han creído en la utilidad de los entomopatógenos en una línea de control microbial. Las enfermedades que padecen los insectos, tanto benéficos como plagas, se han estudiado desde tiempos inmemorables. Dos especies útiles: Apis mellifera L. y Bombyx mori (L.), fueron tema de discusión y análisis por las enfermedades que padecían en 1500 A.C. por Chinos, Egipcios y Griegos. Aristóteles en su obra “Historia Animalium” se refirió en los años 335-322 AC a las enfermedades de las abejas. La historia de la patología de insectos no es reciente. Para el mundo académico este tema apareció con la publicación del libro “An Introduction to Entomology” por Kirby y Spence en 1826, en el cual trataron el tema de la patología de insectos. Esta debe entenderse como el estudio de la biología de lo anormal. Aunque los microorganismos causantes de enfermedades en insectos son bacterias, hongos, rickettsias y protozoarios, el cupo se ha ampliado al incluir entre ellos a virus y nemátodos, que también son causa de enfermedades en insectos. Las preocupaciones sobre los entomopatógenos y su empleo en el MIP, debe cubrir no sólo la posibilidad de acceder a las formulaciones comerciales y su adecuado manejo, tiene que considerarse que en forma natural los patógenos de insectos actúan y deben preservarse. Los avances de la ingeniería genética podrán además en el futuro, mejorar los entomopatógenos y crear razas de mayor impacto en las poblaciones plagas. En los programas de MIP, se deben considerar los entomopatógenos. Estos constituyen una tecnología de amplias posibilidades en la agricultura sostenible. Los microorganismos 1 Conferencia dictada en el Octavo Seminario de Agroecología Agromedicina y Medio Ambiente. Tunja 22 y 23 de Noviembre de 2004. 2 I.A., M.Sc. Profesor Asociado. Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Facultad de Ciencias Agropecuarias. A.A. 1779. e-mail: [email protected]

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posibilitan su adopción por parte de los usuarios, en especial cuando estos pueden multiplicarse de modo artesanal. Desde un enfoque agroecológico los entomopatógenos representan una herramienta que ofrece bondades en el control de plagas. 2. ANOTACIONES PRECEDENTES

Las enfermedades que padecen los insectos fueron conocidas por los antepasados sobre especies insectiles benéficas que se multiplican masivamente. En tiempos de Aristóteles se estudiaron las que afectaban las abejas. Las colmenas se mermaban notablemente y un especimen enfermo contaminaba el resto. En la edad media los Chinos enfrentaron los problemas que padecía el gusano de seda en las crías masivas que tenían en las comunidades. Es quizás el primer reporte de un patógeno del género Cordyceps desarrollándose sobre un Lepidóptero de la familia Noctuidae, el que hace Reaumur en 1726. Además del capítulo de enfermedades que escriben en 1826 Kirby y Spence en un texto de Entomología, hay un registro histórico en 1836 y es el tratado que escribe Agostino Bassi sobre la enfermedad del gusano de seda, la muscardina, cuyo agente causal es el Beauveria bassiana. Este hecho marca el inicio de la Patología de Insectos y Bassi se constituye en su “Padre”. Las enfermedades del gusano de seda fueron abordadas por Pasteur en 1870 (Vergara y Varela, 1978). El desarrollo y aplicabilidad de la patología de insectos, se inicia en 1879 con Hagen quien estudia el posible uso de hongos para el control de insectos. Esta técnica se confirma en 1895 por Forbes. La historia de las bacterias entomopatógenas se inicia en 1870 con Pasteur y sus estudios en gusano de seda. Para 1853 Cheshire y Cheyne, hacen la descripción de una Bacillus alvei, causante de una enfermedad en las abejas. En 1906 se logran importantes aportes sobre las bacterias que afectan insectos, Ishimori descubre el Bacillus sotto y en Thuringia (Alemania), Berliner reconoce por el Bacillus thuringiensis. El estudio sobre el efecto de una bacteria en un insecto dañino que se divulgó por primera vez, lo hizo en 1911 D’herelle, sobre Schistocerca sp. (Orthoptera), el agente causal se identificó como Coccobacillus acridiourm que luego se conoció como Cloaca cloacae var acridiorum (d’Herelle). En 1927 Mattes, reaisló el B. thuringiensis y hace un estudio más detallado de este patógeno. No es difícil aceptar que el primer patógeno observado por el hombre, haya sido un hongo y este fue sobre larvas de Bombyx mori. Aparentemente el primer reporte de la acción patogénica de un Phycomycete, parece ser el hecho por De Geer en 1776 y luego reconfirmado en 1782 y constatado en 1805 por Latreille sobre la infección en Musca domestica L. (Diptera: Muscidae) de Empusa muscae Chon. En 1907 Zender descubre el protozoario patogénico Nosema apis afectando Apis mellifera. Entre 1914 a 1917,

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Glasser contribuye con el descubrimiento de los virus de poliedrosis en insectos y para 1944 Paillot y Steinhauss, investigan en todas las áreas de la patología de insectos (Vergara y Varela, 1978). Los hongos entomopatógenos se conocen desde hace dos milenios, cuando los Chinos identificaron especies de Cordyceps e Isaria de especímenes del gusano de seda y una especie de cicada (Chicharra o cigarra). Figuras de estos insectos elaboradas en piedra, colocaban en la boca de sus muertos, buscando algún grado de inmortalidad, que asociaban con los insectos momificados por los hongos. Las larvas de lepidópteros infectadas por Cordyceps se usaron y aún se hace, en China e Indonesia, en la farmacopea tradicional, para tratar varios padecimientos, entre ellos la adición al opio. Estas larvas afectadas por hongos se han usado como tónico, alimento y también como afrodisiaco. Parece ser, que Beauveria bassiana fue reconocida en la China, 1000 AD (McCoy, Samson y Boucias, 1988). 3. CONSIDERACIONES GENERALES Los agentes de control microbial no son tan numerosos como sería deseable. Pueden destacarse como grupos: Hongos, bacterias, nemátodos, virus, protozoarios y ricketsias. Algunos han logrado mejores procesos comerciales, pero entre todos no alcanzan a cubrir siquiera el 2% del total mundial de ventas de insecticidas. Su comportamiento está influenciado por factores bióticos y abióticos. Cardona (1998) comenta que los patógenos se transmiten de un insecto a otro por tres vías: a) ingestión; b) por penetración de un estado infectivo a través de los espiráculos ó de la cutícula; c) a través de un vector que lo pasa de un insecto enfermo a uno sano. En algunos casos puede haber transmisión transovariana. Entre los patógenos hay algunos muy específicos y otros generalistas que atacan muchas especies de insectos. Explica Cardona (1998) que una característica de un buen entomopatógeno es su habilidad de resistir condiciones físicas (radiación UV, temperaturas altas y desecación) y la acción de otros microorganismos. La luz UV es el factor que más afecta a persistencia de un patógeno en el campo. En el caso específico de los hongos, una humedad ambiental alta (por lo menos del 90%) se requiere para la germinación de las esporas (conidias) pero si persiste así alta, entonces afecta su longevidad. La supervivencia de los patógenos, continúa señalando Cardona (1998) está muy influenciada por el sitio en que ocurren. El suelo es mejor hábitat que el follaje porque protege de luz, proporciona

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humedad, evita desecación. La persistencia de un patógeno en el ambiente depende en gran parte de su habilidad de formar estructuras que resistan condiciones adversas. Una de las características más importantes de un buen agente microbial es su patogenicidad. A veces se expresa en términos de DL50, pero no es la más indicada. Es mejor expresarla en dosis-infección o dosis-mortalidad. Aquellos que tienen una alta DL50 son de baja patogenicidad. Pero esto puede cambiar si el patógeno es capaz de sobrevivir por largos períodos y así persistir. También por su habilidad para causar epizootias . Los entomopatógenos que se produzcan comercialmente deben someterse a un riguroso control de calidad. Tiene que asegurarse por los productores que la formulación que entregan contiene el microorganismo que anuncian. Es posible que se promocione un hongo determinado y en el proceso de elaboración éste se contamine con otros hongos. Esto no solo afecta la calidad y efectividad del producto, desprestigia además esta técnica de control de insectos nocivos. 3.1 HONGOS ENTOMOPATÓGENOS Los hongos entomopatógenos pueden ocasionar enfermedad y propagarse en la población insectil, dependiendo de las interacciones y factores relacionados con: 1) El patógeno (patogenicidad, virulencia, dispersión y persistencia), 2) el hospedero (susceptibilidad, densidad y distribución, comportamiento); y 3) el medio ambiente (abióticos: temperatura, humedad, viento, lluvias; y bióticos: parásitos, depredadores, planta huésped). Los hongos entomopatógenos pueden manejarse mediante tres estrategias: a) inundación, liberación de grandes cantidades del agente biológico sobre poblaciones del insecto-plaga; b) inoculación, del patógeno en cantidades mínimas en insectos capturados y dispersándolos para contaminar la población plaga; c) conservación de recursos, evitando la destrucción de la biodiversidad de hongos presentes de forma natural en los agroecosistemas. Esto se puede conseguir racionalizando el empleo de plaguicidas, en especial fungicidas de amplio espectro. Los hongos constituyen un grupo de gran interés para el control de plagas. Considéranse los hongos como una parte de la subdivisión de las plantas conocidas como Tallophytas. Los hongos que ocasionan enfermedades están incluidos en cuatro clases a saber: Phycomicetes, Ascomycetes, Basidiomycetes y Deuteromycetes. El potencial de hongos entomopatógenos producidos masivamente para el control de plagas se inició con los estudios Metchnikoff en 1879 y Krassilstschick en 1888 para el control del escarabajo

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Anisoplia austriaca y el picudo Cleonus punctiventris, respectivamente (Castillo et al, 1995). Estos patógenos de insectos se caracterizan porque: 1) pueden causar infección en cualquier etapa de desarrollo del insecto; 2) después del contacto con la cutícula del insecto, la conidia inicia germinación, la cual requiere condiciones específicas de temperatura (15°-35°C) y humedad (70% H.R.); 3) durante la germinación, el tubo germinal, produce enzimas que destruyen la pared celular y permiten que el hongo penetre; 4) cuando el tubo germinal llega a la cavidad hemocélica, produce micelios vegetativamente que invaden los tejidos y fluidos corporales, hasta llenar todo el interior del hospedero y matarlo por el daño mecánico o por la liberación de toxinas resultantes del metabolismo. El hospedero muere 5 a 6 días después de la penetración del tubo germinal. Si las condiciones son favorables, ocurre la esporulación, lo cual se manifiesta por la emisión de los brotes de cuerpos fructíferos, llamados conidioforos, del integumento del hospedero. Luego se producen las conidias, si la humedad es alta. El viento dispersa las conidias. Los insectos afectados se observan débiles e inactivos, luego se cubren de un hollín blanco (= micelios) y mueren lentamente, quedando momificados con moho algodonoso (= esporulación) de color variable (Castillo et al, 1995). Los hongos entomopatógenos, formulados como micoinsecticidas, se producen en especial para plagas de gran importancia económica. Para el control de la mosca blanca T. vaporariorum Westwood, están disponibles en el mercado mundial, los productos incluidos en la Tabla 29 (Alatorre, 1998). El potencial de los hongos entomopatógenos no se ha desarrollado eficientemente por los países. Los micoinsecticidas solo constituyen una pequeña fracción del mercado mundial de plaguicidas, esto a pesar de conocerse una 700 especies en unos 100 géneros, que podrían aprovecharse. El empleo de hongos entomopatógenos puede hacerse mediante tres estrategias. En primer lugar se pueden introducir cepas exóticas de hongos de gran virulencia o una nueva especie, desde un área geográfica a otra. En segundo lugar, se puede emplear como un producto químico, con el hongo producido en cantidad y formulado, para que produzca una epizootia. Por último, se pueden implementar prácticas que modifiquen el medio ambiente y favorezcan el incremento del hongo o posibiliten la infección del hospedero. Es destacable mencionar que los hongos fueron los primeros microorganismos empleados por el hombre como insecticidas microbiales (McCoy, Samson y Boucias, 1988). Diversas especies de hongos se han formulado en preparados comerciales. Aseronija, tiene como ingrediente Aschersonia aleyrodis, se produce en la U.S.S.R; con Beauveria bassiana se elabora Biotrol FBB (USA), Boverin (U.S.S.R.) y ABG-6178 (U.S.A.);

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empleando Hirsutella thompsonii, se elabora Mycar (USA); con Metarhizium anisopliae, se fabrica Biotrol FMA (USA), Metaquino (Brasil); por último en Inglaterra, con las marcas de Vertalec y Mycotol, se fabrica el Verticillium lecanii (McCoy, Samson y Boucias, 1988). Son diversos los géneros de hongos que podrían servir para elaborar productos comerciales en diversos países. Con algunos ya existen ofertas, pero pueden mencionarse: Culicinomyces, Lagenidium, Entomophthora, Aschersonia, Beauveria, Hirsutella, Metarhizium, Nomuraea y Lecanicillium. Tabla 1. Micoinsecticidas para el control de mosca blanca.

Producto Hongo Compañía

Mycotal Mycotrol WP PFR-97 Preferal Bea-SIN Pae-SIN Micobiol HE

Verticillum lecanii B. bassiana Paecilomyces fumoroseus P. fumosoroseus B. bassiana P. fumosoroseus B. bassiana M. anisopliae L. lecanii H. Thompsonii

Koppert, Holanda Mycotech – USA Eco-Tek Biobsst, Bélgica Agrobiosa - México Agrobiosa - México Fungicol - Colombia

3.1.1 EMPLEO AGROECOSISTEMAS DE COLOMBIA En Colombia las investigaciones con hongos controladores de insectos nocivos ha tomado un auge inusitado. En diversos agroecosistemas se han desarrollado trabajos para el control microbial de plagas claves. Es de anotar que el país, caracterizado como uno de los de mayor megadiversidad biológica del planeta, tiene en sus diversos pisos térmicos una riqueza incalculable de hongos con acción insecticida. Esta base, la existencia de la biodiversidad de hongos, es quizás el mayor estímulo para impulsar el empleo de estos microorganismos para el control de plagas. A. Caso Café El hongo Beauveria bassiana (Balsamo) Vuillemin, es un eficaz entomopatógeno. Los insectos afectados presentan infección a través del integumento, donde el hongo produce enzimas extracelulares las cuales influyen en la penetración y posterior infección (Hegedus y Khachatourians, 1988). El mecanismo de infección de B. bassiana se inicia cuando la conidia se adhiere a la cutícula del insecto huésped susceptible. La conidia

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germina en la superficie del cuerpo del insecto y de modo mecánico penetra el integumento a través del tubo germinativo. Durante este proceso intervienen enzimas extracelulares relacionadas con la patogenesis tales como: proteasas, lipasas, ureasas y quitinasas entre otras, que hidrolizan los componentes cuticulares (Smith y Grula, 1981). El integumento del insecto está compuesto de proteínas y quitinas con lípidos asociados y compuestos fenólicos los cuales actúan como una barrera contra microorganismos invasores. Los hongos filamentosos son capaces de penetrar esta barrera a través de la acción combinada de enzimas hidrolíticas como quitinasas, proteasas y lipasas. La presencia de enzimas hidrolíticas suele facilitar cada etapa de infección del hongo y adicionalmente puede ser importante en la invasión del hemocelo del insecto (Hegedus y Khachatourians, 1988). La broca del café, Hypothenemus hampei (Ferrari), es el insecto plaga más importante de la caficultura colombiana y su control se ha enfocado dentro del concepto del Manejo Integrado de Plagas (MIP). En Colombia Beauveria bassiana aparece atacando naturalmente la población de broca. Cenicafé posee una colección de cepas de este hongo que han sido colectadas en diferentes regiones provenientes de diversos hospedantes de distintos ordenes y que presentan patogenicidad sobre broca. El hongo Beauveria bassiana se ha comercializado en varios países. Sus formulaciones se utilizan para los agricultores en el control de diversas plagas. En Colombia se emplea contra la broca del café Hypothenemus hampei (Ferrari) (Coleoptera: Scolytidae) y los resultados demuestran su efectividad. B. Caso Ornamentales y Hortalizas Los enemigos naturales de las plagas, pueden complementarse en su papel de controladores y/o reguladores de especies nocivas. La mosca blanca de los invernaderos Trialeurodes vaporariorum Westwood (Homoptera: Aleyrodidae), es uno de los insectos más polífagos en el mundo y el cual ocasiona pérdidas cuantiosas a los cultivos atacados. Entre sus enemigos naturales se conocen: el hongo Aschersonia aleyrodis y el parasitoide Encarsia formosa Gahan (Hymenoptera: Aphelinidae). Vargas et al (1995) investigaron el efecto interactivo del hongo y el insecto, dosis óptima del hongo y tratamientos con micelio contra ninfas de tercer y cuarto instar de la plaga en cultivos de fríjol. Hallaron un parasitismo altamente significativo de E. formosa en todos los tratamientos del hongo, lo cual demuestra la compatibilidad de A. aleyrodis. El cuarto instar ninfal es el más susceptible al patógeno, en dosis superiores a 1.3 x 107 esporas/ml.

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La acción entomopatógena de Lecanicilliium spp sobre T. vaporariorum debe respetar la actividad de otros organismos benéficos. Esto si se desea incluir el hongo en los programas MIP. El parasitoide más frecuente y el cual se halla en forma natural en zonas cultivadas de fríjol, es Amitus fuscipennis (Mac Gown y Nebeker) (Hymenoptera: Platygasteridae), el cual actúa sobre el segundo y tercer estado ninfal. Pachón y Cotes (1997) estudiaron el efecto del hongo sobre el parasitoide en invernadero y en campo. Después de haber tratado con Lecanicillium hojas de fríjol que contenían ninfas de segundo instar de mosca blanca, se introdujo el parasitoide. Esto se hizo a las 0 - 24 - 48 y 72 horas. Se demostró que el hongo disminuye la actividad parasítica de Amitus, por cuanto cuando se hizo la aplicación del hongo, el parasitismo era del 19% y a las 24 horas del 10%, alcanzando los más bajos porcentajes a las 48 y 72 horas con solo 0.5%. Pero el parasitoide no fue afectado por el hongo. En condiciones de campo, el hongo se aplicó cada 10 días contados desde la siembra hasta los 80 días del cultivo. Se utilizaron dos pre-formulaciones y un producto comercial, VERTISOL, en este experimento se utilizó un tratamiento MIP para la mosca blanca, el cual se basa en el empleo de un insecticida granular a la siembra, ubicación de trampas amarillas pegajosas, uso de control químico con niveles de daño y un control absoluto. Los resultados lograron demostrar con las preformulaciones un 15% de parasitismo de A. fuscipennis, con Vertisol un 7%, con el MIP un 17% y en el control absoluto del 23%. Es importante resaltar que se logró comprobar que a mayor infección por el hongo, mayor parasitismo por Amitus. Estos porcentajes llegaron a niveles del 70% y 50% respectivamente. Los hongos entomopatógenos se presentan como una alternativa de control de la chinche subterránea. Por tal motivo, Sánchez y Bellotti (1997) adelantaron bioensayos de laboratorio para evaluar suspensiones de conidias de los hongos Beauveria bassiana (Bals.) Vuil; Metarhizium anisopliae (Metsch) Sorokin y Paecilomyces lilacinus (Thom.) Samson (Deuteromycotina: Hyphomicetes) sobre adultos de C. bergi, combinados con tres sustratos y dos métodos de inoculación, los insectos del tratamiento testigo se inocularon con agua destilada estéril, más Tween 40 al 0.1%. Para las aplicaciones de los hongos, los insectos fueron desinfestados con hipoclorito de sodio al 0.5% durante dos minutos y sometidos a “cuarentena” en cajas de petri, papel filtro húmedo con ADE y semillas de maíz durante diez días. Los tres sustratos estaban constituidos por papel filtro humedecido con ADE, suelo esterilizado y no esterilizado. La inoculación de los hongos se hizo por contacto tarsal y además en aplicar el volumen del inóculo en los sustratos. De los hongos, M. anisopliae fue la más virulenta y el método de inoculación más efectivo correspondió al de contacto tarsal. Las ninfas fueron más susceptibles que los adultos a M. anisopliae, un aislamiento de este hongo, el 9236 alcanzó mortalidades del 84%, su DL50 fue de 1.19 x 108 conidias viables/ml, con un tiempo letal de 4.7 a 8 días.

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C. Caso Langosta Llanera

Desde 1994, en Colombia se tiene una plaga potencial para cultivos de arroz, sorgo y caña de azúcar. En esa fecha se detectó una invasión de la langosta llanera Rhammatocerus schistocercoides (Rehn) (Orthoptera: Acrididae), estableciéndose su capacidad de daño sobre pasturas nativas e introducidas (Espinel, Ebratt y Cotes, 1998). El hongo Metarhizium anisopliae (Metschnikov) (Deuteromycotina: Phialosporaceae), se aisla de un amplio rango de ordenes de insectos. Sobre la langosta R. schistocercoides, su actividad infectiva se realiza por medio de la invasión mediante la degradación de su cutícula por medio de enzimas especializadas (St. Leger et al, 1991). La muerte es ocasionada por la liberación de toxinas en la hemolinfa del insecto y por la colonización de ésta por parte del hongo (Lysenko y Kucera, 1973). Evaluando cepas nativas de M. anisopliae para el control de R. schistocercoides, Espinel, Ebratt y Cotes (1998), lograron obtener mortalidades del 100% en langostas de octavo ínstar. Pero explican que entre las cepas se presentaron diferencias en cuanto al tiempo de mortalidad. Las cepas nativas se evaluaron en campo, a una concentración de 1 x 10 8 propágulos/ml. Las langostas son el grupo de insectos del cual se registran los efectos más devastadores en la agricultura. Son plagas de tipo migratorio, cuyos ataques pueden prolongarse por 4 a 5 años hasta que sucumbe. Debido a la presencia en Colombia (Arauca, Casanare, Guaviare, Meta y Vichada) de Rhammatocerus schistocercoides Rehn (Orthoptera: Acrididae) afectando un área de 4 millones de hectáreas de pastos, Bustillo, López y Devia (1997) estudiaron la patogenicidad de Metarhizium anisopliae (Metschnikoff) Sorokin en condiciones de laboratorio sobre ninfas de cuarto instar de la langosta. Se utilizó una concentración de M. anisopliae de 1 x 107 esporas/ml, por inmersión en 50 ml de la suspensión de hongo durante 30 segundos. Las ninfas del testigo se trataron solo con agua destilada estéril. Después las ninfas se aislaron y alimentaron en cajas plásticas. Después del segundo día de inoculadas las ninfas se observaron los síntomas y la mayor mortalidad se alcanzó al quinto día. Los porcentajes de mortalidad fueron de 68.0 ± 4.9 para Ma 9218 y 84.0% ± 7.5% para Ma 9236. D. Caso papa

El cultivo de papa en Colombia es el principal sistema de producción de clima frío, éste se ve afectado por diferentes insectos plaga entre los que se destaca el gusano blanco de la papa Premnotrypes vorax (Hustache), el cual tiene amplia distribución y persistencia

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semestral. El control de este insecto por métodos químicos no siempre es exitoso y representa altos costos económicos. El control biológico, mediante la utilización de hongos entomopatógenos representa una alternativa promisoria para el control de P. vorax. El gusano blanco de la papa, P. vorax (Hustache) afecta el 63.71% de los tubérculos cosechados en el país. Este impacto nocivo motivó a Torres y López-Avila (1997) a evaluar y comparar cepas y dosis de Beauveria bassiana, B. brongniartii y Metarhizium anisopliae, en el control de adultos del gusano blanco de la papa bajo condiciones de laboratorio y casa de malla. Inicialmente se evaluaron los niveles de patogenicidad de cuatro cepas de B. bassiana, una de B. brongniartii y cuatro de M. anisopliae sobre larvas de último instar de P. vorax, aquellas cepas que causaron los porcentajes más altos de mortalidad, se evaluaron sobre adultos de la plaga en concentraciones de 1 x 105 , 1 x 10 7 y 1 x 109 propágulos/ml; utilizando un diseño completamente al azar con 16 tratamientos y tres repeticiones. En materos con plantas de Solanum phureja y adultos de “gusano blanco”, se aplicaron los inóculos de cepa en forma líquida y sólida. En estas pruebas se evaluó la mortalidad causada por el hongo a los adultos y la oviposición durante 22 días. En la cosecha se evaluó el daño a los tubérculos. Las cepas de B. bassiana provenientes de aislamientos de P. vorax infectados en campo, causaron el 100% de mortalidad en los adultos en el laboratorio. La actividad biocontroladora de cuatro cepas de Beauveria bassiana, tres de Beauveria brongniartii y una de Metarhizium anisopliae, se evaluaron bajo condiciones de laboratorio sobre adultos de Premmotrypes vorax. Estos se sometieron a una concentración de 1 x 108 propágulos/ml de cada una de ellas. La mortalidad se verificó a diario, para seleccionar aquellas que presentaron mayor control. De las ocho cepas evaluadas se seleccionaron la Mt. L1 de M. anisopliae y la B.v L2 de B. bassiana, las cuales produjeron el 100% de mortalidad en los insectos después de 24 y 25 días. Las concentraciones letales 50 (CL50 ) y 90 (CL90 ) se estudiaron mediante concentraciones sucesivas desde 1 x 105 hasta 1 x 108 propágulos/ml. Los valores hallados fueron de CL50 1 x 105 y CL90 50 x 106 propágulos/ml para la cepa MTL1 y de CL50 55 x 105 y CL90 46 x 107 propágulos/ml para BvL2. En forma individual la mortalidad de la cepa MTL1 fue de 53.33% y con la cepa BvL2 de 43.44%, en el mismo tiempo (Torres y Cotes, 1999). E. Otros casos Perkinsiella saccharicida (Kirkaldy) (Homoptera: Delphacidae), es un insecto chupador cuyas poblaciones se vienen incrementando en Colombia. Debido a su incidencia en caña

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de azúcar, no puede controlarse con productos químicos. Gaviria et al (1997), estudiaron el efecto de tres cepas de M. anisopliae para el control de este delfacido. El origen de las cepas se relacionaba con: P. saccharicida (Ecuador); Collaria columbiensis Carvahlo (Hemiptera: Miridae) (Sabana de Bogotá) y Strategus aloeus (L.) (Coleoptera: Scarabaeidae) (Santander). De cada cepa aislaron los metabolitos secundarios y sus conidias, y emplearon tres formulaciones: una a base de metabolitos secundarios, otra con solo conidias y una tercera que era mezcla de los anteriores. Esta última fue la que arrojó los mejores resultados de control. En cuanto a las fases del ciclo más susceptibles, estas fueron las ninfas de 4 y 5 instar y adultos menores de cinco días. Marín y Bustillo (2000) evaluaron tres aislamientos de B. bassiana, más un testigo, para determinar su patogenicidad al picudo de los cítricos Compsus sp. Los tratamientos fueron los siguientes: T1 – aislamiento obtenido por el ICA. T2-aislamiento de campo después de una aspersión de la cepa Bb9205 activa para broca del café. T3-aislamiento de insectos infectados con una formulación comercial y T4-un testigo, sin inóculo del hongo. Posteriormente se hizo otra evaluación con estos aislamientos reactivados adicionando otro proveniente de Armero - Guayabal. Los resultados mostraron en la primera evaluación para el T1 un 70 ± 4,5% de mortalidad del insecto, en un tiempo de 6 días. En el T2 la mortalidad fue de 42 ± 9.2% en 5,8 días; en el T3 fue de 64 ± 7,8 en 5,9 días. el T4 (testigo) presentó 0% de mortalidad por el hongo, la supervivencia de los insectos fue del 74% a los 30 días de evaluación. Los resultados obtenidos en la segunda evaluación fueron los siguientes: T1 - 94 ± 4,3% de mortalidad en un tiempo de 5,2 días. Los T2, T3 y T5 presentaron 100% de mortalidad sobre el picudo con tiempos de 5,2; 5,0 y 5,2 días respectivamente. El tratamiento testigo no presentó mortalidad por el hongo y la supervivencia de los insectos fue del 88% al mes de evaluación. Las hormigas cortadoras de hojas Acromyrmex y Atta, presentan una organización social bien definida. Necesitan de un hongo simbionte (Attamyces sp), como fuente alimentaria de las larvas, de las reinas y obreras en cantidades diferentes. Si el hormiguero se contamina con hongos antagónicos, puede peligrar la existencia del mismo. Existen grupos de obreras las mínimas y medianas, son las encargadas de remover el material contaminante (hongos y bacterias) que llegan sobre las hojas o sobre el integumento de ellas mismas. Ortiz, Madrigal y Orduz (1999) trabajando con un nido de laboratorio, lo contaminaron con la cepa T-26 de Trichoderma lignorum; con ocho días de sembrada en papa - dextrosa-agar (PDA) aplicados en concentraciones de 103 , 106 y 108 conidias/ml. Cuando se utilizó la concentración mayor (108 conidias/ml) se registró una alta mortalidad de obreras por la ingestión de algún componente del inóculo, siendo imposible descontaminar el jardín de Attamyces.

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Un primer registro mundial de Metarhizium anisopliae infectando reinas de Atta cephalotes (L.) (Hymenoptera: Formicidae), reportado por López et al (1999) constituye una excelente contribución para el control microbial de hormigas cortadoras. De dos reinas muertas colectadas en San Luis (Antioquia-Colombia) se obtuvieron aislamientos del hongo. Se cultivaron en PDA, se identificaron como 136 y 137, y se evaluó su patogenicidad contra obreras de A. cephalotes y se comparó con aislamientos de otros insectos. Se determinó la CL50 , la cual en el tiempo más corto de lectura de los bioensayos (144 horas) fue de 9.9 x 107 y 4.5 x 107 conidias/ml para los aislamientos 136 y 137, otros valores fueron de 7.5 x 108 y 1.7 x 1015 para los aislamientos 82 y 77. El tiempo medio de esporulación (TE50) fue de 200.3 y 180.7 horas para los aislamientos 50 136 y 137, estos valores se obtuvieron en la concentración menor de 5.4 x 105 conidias/ml. 3.2 BACTERIAS ENTOMOPATÓGENAS Este grupo a nivel mundial es el de mayor presencia en el mercado de plaguicidas. Al respecto Cardona (1998) señala que el 95% de las ventas de insecticidas microbiales está representado por productos basados en diferentes cepas de la bacteria Bacillus thuringiensis. De ellas las más conocidas en Colombia son la B. thuringiensis var. israeliensis para el control de zancudos, conocida con los nombres comerciales de Vectobac (Sandoz) y Skeetal (Novo). Para el control de lepidópteros las más usadas son las formulaciones de B. thuringiensis var. kurstaki que se vende con los nombres de Dipel (Abbott), Thuricide (Sandoz), Bactospeine (Rhone-Poulanc) y M-One (Mycogen). Más recientes son las formulaciones de B. thuringiensis var. San diego para el control de coleópteros. En Estados Unidos se vende con el nombre Foil por la compañía Ecogen. Otra bacteria que se ha formulado comercialmente es Serratia entomophila para el control de chisas. Las bacterias son microorganismos procariontes distribuidos prácticamente en todos los hábitats terrestres. Se reproducen normalmente por fisión binaria con gran profusión, en ambientes aerobios y anaerobios, en condiciones cálidas o frías, lugares obscuros o luminosos, secos o húmedos y ocupan nichos que pueden ser saprofitos hasta obligadamente parásitos (Tanada y Kaya, 1993). Existen una gran diversidad de bacterias que ocasionan enfermedades infecciosas en los insectos, que se denominan bacteriosis. Las bacterias patógenas, relata Ibarra (1998), normalmente causan algún tipo de septicemia en los insectos. Invaden el hemocele, con una consecuente reproducción y daño de la homeostasis del individuo infectado. La sola presencia de bacterias en la hemolinfa se le conoce como bacteremia; sin embargo, cabe hacer la aclaración que existen bacteremias no patogénicas. Al igual que en muchos otros patógenos bacterianos,

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las bacterias entomopatógenas también pueden producir toxinas que aniquilan al hospedero para después estas reproducirse saprofíticamente en el cadáver. En este caso la presencia de toxinas en la hemolinfa se le conoce como toxemia. Al igual que con otros microorganismos, no existe entre los investigadores un criterio único para agrupar las bacterias asociadas a insectos. Vergara y Varela (1978) presentan dos clasificaciones. Una primera contiene seis categorías: 1. Bacterias no entomopatógenas presentes en el medio ambiente externo del insecto; 2. Bacterias regular u ocasionalmente presentes en el conducto alimenticio de insectos sanos; 3. Patógenos no formadores de esporas (generalmente facultativos); 4. Patógenos facultativos formadores de esporas; 5. Patógenos obligados formadores de esporas; 6. Patógenos formadores de esporas cristalíferas. La segunda contiene cuatro categorías: 1) Patógenos obligados; 2) Formadores de esporas cristalíferas; 3) Patógenos facultativos; 4) Patógenos potenciales. La gran mayoría de las bacterias entomopatógenas invaden a sus hospederos al ser ingeridas (per. os.) causando inicialmente la destrucción parcial del intestino medio (mesenterón) y sobreviniendo una septicemia consecuente. Estas bacterias son patógenas extracelulares (con excepción de las ricketsias) y sus primeros efectos se reflejan en una pérdida de apetito, diarrea, vómito, para después invadir totalmente al hospedero y aniquilarlo. El cadáver del insecto, continúa explicando Ibarra (1998), se torna obscuro por la oxidación de la hemolinfa y crecen gran cantidad de bacterias saprófitas, provenientes tanto de su propio tracto digestivo (flora intestinal y acompañante del alimento) como del medio que lo rodea. El cadáver adquiere un olor fétido y el cuerpo se descompone en forma floculenta, con excepción del integumento (exoesqueleto), para posteriormente secarse y endurecerse. Las bacterias ocasionan en las poblaciones plagas epizootias en condiciones de alta densidad del hospedero (productos almacenados, insectos en colonias, poblaciones en agua dulce bajo condiciones físicas ó químicas especiales); en otras circunstancias, raramente ocurren las epizootias o éstas no son reconocidas (Castillo, Acosta y Cifiezar, 1995). En el mercado internacional se distribuyen productos formulados a base de cuatro bacterias. En la Tabla 2 se incluyen algunos insecticidas bacterianos.

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Tabla 2. Insecticidas bacterianos disponibles en algunos países.

Producto

Bacteria Compañía

Doom Japademic Milky Spore Grub Attack Dipel, Vectobac Diterra Thuricide, Certan Javelin, Teknar Trident Biobit, Novodor Foray, Skeetal MVP; M-TRAK; M-ONE Cutlass, Condor, Foil Bernan BT Acrobe Bactis, Bactucide Bactospeine, Futura Bathurin Endotobacterin, Insektin Bitoksibacillin (1) Bacillan, Moskitur (2) (1) Thuridan, Thurindhgin (3) Biotrol Baktukal Baturad, Nubilacid Moskitocid Dendrobacillin Larvo-BT Bactimos Eco Dart Invade ABG-6185 2362 Sphaerico

B. popilliae B. thuringiensis Serratia entomophila B. sphaericus

Fairfax (USA) Fairfax (USA) Reuter Lab (USA) Ringer Inc. (USA) Abbott (USA) Novo Nordisk (Dinamarca) Mycogen (USA) Ecogen (USA) Bactec (USA) Cyanamid (USA) C.R.C. (Italia) Duphar (Holanda) Chemapol-B (Checoslovaquia) Glaumikrobioprom (Rusia) All Union (Rusia) Gobierno: Polonia (1) Checoeslovaquia (2) y Rumania (3) Nutrilite (USA) Serumzabod (Yugoeslavia) Radonja (Yugoeslavia) Novosibirsk (Rusia) Knoll (USA) Duphar (Holanda) I.C.I (Inglaterra Maftec (N. Zelandia) Abbott (USA) Solvay (Bélgica) Brasil

Hace unas cuatro décadas que en Colombia se utilizan productos formulados a base de bacterias para el control de plagas agrícolas y de insectos de importancia en salud pública. Como en otros países se reconoce que sólo las bacterias cristalíferas formadoras de esporas son las promisorias para el control de los insectos nocivos, y ellas pertenecen al género Bacillus . Las principales especies son B. thuringiensis, B. cereus, B. popilliae, B. larvae, B. lentimorbus y B. sphaericus. Algunas bacterias, tales como B. t y B. popilliae, forman cristales (= paraesporas) de proteínas tóxicas cuando esporulan. Las

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toxinas asociadas con B. t son cinco tipos: 1. delta-endotoxinas, codificadas por los genes Cry I, II, III y IV y se relacionan con la actividad biológica de la toxina. Cry I (para Lepidópteros), Cry III (específica para Coleópteros), Cry IV (específica para Dípteros). La activación se logra por el pH alcalino y proteasas en el intestino medio del insecto, por eso no es activada en el estómago de mamíferos (pH ácido). Es susceptible al calor. 2. ß-exotoxina. No requiere activación y no es susceptible al calor. 3. a-exotoxinas. Básicamente son enzimas. 4. Toxina antibiótica bacteriana. Previene competencia con otras bacterias. 5. Toxina de factor piojo. Denominada así por mostrar actividad contra especies de Mallophaga. El modo de acción de las toxinas, es descrito por Castillo, Acosta y Cifiezar (1995), quienes señalan que las toxinas aparentemente se insertan en la membrana del intestino medio, donde aumentan la conductividad de potasio de las membranas apicales de las células columnares; esta acción lleva a la ruptura de los gradientes eléctricos de potasio y un aumento del pH de la hemolinfa; la mortalidad resulta del desequilibrio del contenido básico hipotónico del intestino medio y la hemolinfa; hay parálisis del cuerpo e intestino, y la muerte ocurre en 2-7 días; no ocurren cambios en la hemolinfa, solo se observa parálisis del intestino medio. En algunos casos de muerte resulta la septicemia después de la germinación en el intestino. 3.2.1 Utilización de bacterias en Colombia En el mercado mundial de bioinsecticidas, la bacteria Bacillus thuringiensis Berliner, se ofrece con diferentes nombres comerciales. Se emplea para el control de plagas de los órdenes Diptera, Coleoptera y en especial de Lepidoptera. La bacteria produce cristales simultáneamente con la producción de esporas. Los cristales son portadores de toxinas, denominados d-endotoxinas. Esta bacteria es una posibilidad de control de insectos, que como Spodoptera frugiperda, desarrollan resistencia a insecticidas. Bosa y Cotes (1997) establecieron una metodología para evaluar la actividad insecticida de cepas nativas de B. t, contra larvas de S. frugiperda de primer instar en dieta artificial. Las cepas presentaron genes del tipo Cry I los cuales han sido señalados por codificar proteínas con actividad contra Lepidóteros. Se evaluaron las cepas de referencia HD-1 var Kurstaki y HD-137 var aizaway a una concentración de 150 µg/ml de proteína total la cual se inoculó en vasos que contenían una dieta artificial, colocándoles posteriormente una larva de S. frugiperda por vaso. A las 120 horas de exposición se seleccionó la cepa HD-137 por su alta actividad insecticida, para que sirviera de referencia. Luego se compararon con ella las cepas nativas Bt-127, Bt-147, Bt-292 y Bt-444, con diferentes orígenes geográficos. El mejor resultado de 88% de actividad insecticida se logró con la cepa Bt-127.

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El cultivo de papa en Colombia tiene importancia socioeconómica porque representa el 80% de las 165.000 hectáreas sembradas en Boyacá, Cundinamarca y Nariño, y casi 90.000 familias se dedican a él; así mismo, Colombia es el principal productor en Latinoamérica y es el país que registra el mayor crecimiento tanto en producción como en consumo (CIP, 1998). Tecia solanivora, insecto especializado en este agroecosistema, es el principal problema en campos de producción de semilla, de producción comercial y en bodegas de, almacenamiento (Jaramillo et al., 1998). El Manejo Integrado de la polilla guatemalteca en Colombia es la opción más racional y sostenible, siendo fundamental la evaluación de alternativas de control biológico como Bacillus thuringiensis. Castelblanco, Uribe y Torres (2000) estudiaron el efecto de cepas nativas de B. t sobre la polilla guatemalteca. El método se estableció a partir de resultados de experimentos y bioensayos secuenciales teniendo en cuenta el comportamiento natural de las larvas. Experimentaciones diseñadas para fijar cantidad de dieta natural por larva, calidad y cantidad de larvas, tiempo de ayuno de los individuos y forma de inoculación del B.t., señalaron el método de embebimiento de pedazos de papa en suspensión de liofilizado de B.t. como el más adecuado y permitieron el perfeccionamiento del mismo; se determinó la concentración letal media (CL50) para la cepa de referencia HD-1 var. kurstaki, y con este valor se confrontó la efectividad del bioensayo valorando 9 cepas nativas de la colección del IBUN. Las cepas IBUN 17.4, IBUN 12.7 e IBUN 24.1 causaron mortalidades significativamente mayores en comparación con la cepa HD-1. El complejo Diaphania (Lepidoptera: Pyralidae) constituye una de las plagas de mayor importancia económica en el cultivo del melón. Sus larvas consumen follaje y son perforadoras de ramas y frutos. Explican Sánchez, Vargas y Sánchez (1999) que su control opera sobre el enfoque de manejo preventivo con aplicaciones calendario, que por temporada de cultivo alcanzan en promedio 24 aspersiones de insecticidas. Es de suponer que este uso indiscriminado de plaguicidas puede generar todo tipo de problemas en este agroecosistema y en el producto final. Una alternativa de control para estas plagas: Diaphania hyalinata (L.) y Diaphania nitidalis (Stoll), es el Bacillus thuringiensis. En efecto Sánchez, Vargas y Sánchez (1999) utilizaron dos formulaciones comerciales de B. t, a base de una de B. t kurstaki y otro B. t aizawaii, sobre estas plagas. Establecieron 3 niveles de población que fueron: 0.1, 0.5 y 0.9 larvas por planta (LPP) o por terminal (LPT), para hacer las aplicaciones. Los bioinsecticidas se compararon en su efecto con monocrotofos. El ataque del complejo se inició 11 días después de la emergencia (DDE) y la primera aplicación se hizo 18 DDE, luego, de acuerdo a los niveles se hicieron aplicaciones de los productos. Los autores señalan que el B. t debe ser

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aplicado por lo menos 11 DDE para lograr mayor efectividad, esto por cuanto es el momento en el cual las larvas de primer instar inician la colonización del cultivo. 3.3. LOS ENTOMONEMÁT ODOS Exactamente no se conoce cuanto hace que existe la asociación entre nemátodos e insectos. Probablemente data desde hace millones de años. Los registros bibliográficos más antiguos son los de Aldiovaneli en 1623 en el libro “Die Animalibus Insectis”, donde escribe acerca del hallazgo de gusanos bien largos en el cuerpo de saltamontes (Orthoptera) muertos. Los Nemathelmites que emplean insectos como hospederos primarios están incluidos en las clases Adenophorea y Secermentea y en las familias Mermithidae, Steinernematidae (= Neoaplectanidae) y Heterorhabditidae se encuentran las especies de interés como insecticidas biológicos. Fue hacia el año 1930 cuando se consideró la posibilidad de usar nemátodos para el control de la plaga Popillia japonica (Coleoptera: Scarabaeidae). Al respecto se hicieron investigaciones, con exitosas pruebas de campo y desde ese entonces se despertó el interés en el uso de los entomonemátodos como agentes de control biológico. Todos los nemátodos son semejantes en su morfología externa. Su cuerpo no segmentado y alargado tiene poca o ninguna variación en diámetro, aunque terminan en punta en uno o ambos extremos. La mayoría de los nemátodos presentan como estados de desarrollo: huevo, larva (cuatro estados) y adulto. En general son bisexuales. La hembra produce huevos fértiles después de la cópula. Unos 16 órdenes de la clase insecta tienen hospederos de nemátodos. Se encuentran con mayor frecuencia en Lepidoptera y luego en Coleoptera, Orthoptera, Diptera e Hymenoptera. Las relaciones existentes entre nemátodos e insectos, se consideran de tres formas: 1) Asociación comensal. Cuando el nemátodo vive en el conducto alimenticio del insecto; 2) Semiparásito, cuando el nemátodo combina sus hábitos de saprófago y parásito; 3) Parás itos obligados. En el control biológico son de interés los que se ubican en las dos últimas categorías (Vergara y Varela, 1978). Para identificar los entomonemátodos debe acudirse a taxónomos. El técnico en su trabajo cotidiano puede tener en cuenta, que si la muestra del insecto muerto, tiene uno o dos gusanos largos, es factible que pertenezcan a la familia Mermithidae. Si encuentra uno o pocos nemátodos de tamaño medio y aproximadamente 500 larvas, es posible que pertenezcan a la familia Sphaeluridae. Si lo que se encuentra son muchas hembras y machos de tamaño mediano y además de 100.000 a 200.000 larvas pequeñas de

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nemátodos y además bacterias, es bien probable que sean del género Steinernema, familia Steinernematidae (Nickle, 1972). 3.3.1 Familias con investigación FAMILIA MERMITHIDAE Los miembros de esta familia tienen una fase parasítica corta en comparación con el estado libre. La forma parasítica no madura en el hemocele del hospedero sino que emerge de este como post parásito juvenil, caen al suelo donde maduran y alcanzan el estado adulto, fecundan y producen progenie. Alatorre (1998) dice que en la mayoría de los casos, las formas juveniles infectivas buscan a su hospedero penetrando a través de la cutícula como en el caso de los nemátodos asociados a los lepidópteros, como Hexamermis truncatus, H. albicans. Pero pueden ocurrir otras formas de infección. Los huevos de Mermis nigrescens son ingeridos e incubados en el intestino de langostas (Orthoptera). La forma infectiva al salir del huevo penetra al hemocele donde se desarrolla aprovechando las sustancias nutritivas presente en la hemolinfa y tejido graso. En esta familia se encuentran especies parásitas de insectos, gastrópodos y arañas. En la cavidad del insecto aumenta su tamaño de 0.5 mm hasta 20 cm. Los huevos son colocados en suelos húmedos, al incubar la larva del segundo estado penetra al hospedero, en el cual se desarrolla como parásito solitario. La larva del cuarto estado emerge del hospedero eliminándolo. El adulto vive libre en el suelo como saprófago. De las especies más importantes pueden destacarse: Romanomermis culicivorax , el cual se expende con el nombre de Skeeter Doom y se emplea en el control de mosquitos; en el género Hexamermis se incluyen varias especies útiles en el control de insectos nocivos. H. albicans afecta Diatraea saccharalis F. (Lepidoptera: Pyralidae); Spodoptera frugiperda J.E. Smith (Lepidoptera: Noctuidae) y Hypsipyla grandella; Amphimermis spp, invade a sus hospederos a través de la cutícula. Tiene gran habilidad de búsqueda y puede subir por la planta buscando su hospedero; Mermis nigrescens ataca Orthopteros y tiene muy buena capacidad parasítica. FAMILIA STEINERNEMATIDAE

Las especies de esta familia son parásitos obligados de insectos. El estado infectivo lleva la bacteria simbiótica en una cámara de su intestino. Ambos, hembra y macho son necesarios para la reproducción. Los representantes de esta familia constituyen un potencial como agentes de control biológico debido a su alta virulencia y amplio rango de

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hospederos. Estos nemátodos pueden matar al insecto entre las 24 a 48 horas, pudiendo infectar diversas especies de insectos. En el género Steinernema se han descrito una 16 especies (pueden existir más) y todas tienen una asociación mutualista con la bacteria Xenorhabdus (= Achromobacter). En esta interesante relación el nemátodo necesita de la bacteria para matar al hospedero, creando un ambiente favorable para su desarrollo y produciendo antibióticos que limitan el desarrollo de microorganismos secundarios, desdoblan los tejidos del hospedero en nutrientes favorables y les sirven de alimento. La bacteria necesita del nemátodo para protegerse del medio ambiente y lograr penetrar dentro del hemocele del hospedero. Se dice que el nemátodo actúa como vector o jeringa (Alatorre, 1998). Los mermitidos pueden mantenerse por 5 meses sin refrigeración y 12 meses con refrigeración. Son muy susceptibles a la deshidratación, con humedad relativa alta solamente viven un poco más de 90 minutos en el follaje. La radiación solar los afecta, pero con protectantes se puede aumentar su longevidad. Requieren suelos húmedos. La actividad de los daueres es dinámica entre los 22°C a 32°C, pero el desarrollo óptimo se logra entre 15 a 30°C. Son atraídos a pH básico. FAMILIA HETERORHABDITIDAE Los nemátodos de esta familia son parásitos obligados de insectos. Las formas infectivas llevan en su intestino la bacteria simbiótica Photorhabdus luminescens Akhurst. De acuerdo con Alatorre (1998) esta familia fue creada con Heterorhabditis bacteriophora. El ciclo biológico es similar a los esteinemermátidos, con la excepción de que estos tienen un ciclo heterogónico con hembras hermafroditas y sexuadas. La bacteria simbiótica presenta una fase primaria y una secundaria. Las células de la forma primaria están mejor adaptadas a las condiciones presentes tanto en el insecto como el nemátodo y la forma secundaria está mejor adaptada a las condiciones existentes en el suelo como organismo libre. La forma primaria produce compuestos antibióticos, lecitinasa y absorbe colorantes, la forma secundaria es deficiente en estas características. El cambio de fase se debe a condiciones de cultivo artificial o debido al cambio de condiciones ambientales, en el momento en que la bacteria almacenada en el intestino del nemátodo es liberada en el hemocelo del insecto parasitoide. El género tiene pocas especies. Se han descrito de Heterorhabditis unas ocho especies, todas asociadas a la bacteria simbiótica. Entre las más conocidas se encuentran: H. bacteriophora Poinar, H. megidis Poinar, H. brevicaudis Liu, H. zelandica Wouts, y H. indicus Poinar.

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3.3.2 Empleo de entomonemátodos en Colombia La utilización de nemátodos para el control de plagas tiene ventajas comparativas con el uso de insecticidas orgánicos de síntesis. Tienen alta especificidad con lo cual se protegen los enemigos naturales y vida silvestre. Son tolerantes a ciertos plaguicidas y por ello se pueden incluir en programas de manejo integrado. Las especies patogénicas presentan buena capacidad de adaptación a nuevos ambientes, siempre y cuando no existan condiciones extremas. Los nemátodos son fáciles de producir en forma masiva. Cuando se utilizan en el campo, requieren condiciones apropiadas de humedad y temperatura necesarias para su desarrollo y diseminación, si las condiciones son deficientes la aplicación puede fallar. La producción masiva de los entomonemátodos puede hacerse en fermentadores de 15.000 a 80.000 litros. Pero en el caso de Heterorhabditis, no puede producirse en fermentación líquida de manera eficiente. Se propaga en medio sólido. Para incrementar la longevidad de los nemátodos, se ha logrado reducir su metabolismo. Se han hecho formulaciones humectables, en las que los nemátodos son suspendidos en polímeros. En algunos países se consiguen productos comerciales con entomonemátodos, tales como “Bio-vector” para cítricos, “Exhibit” para pastos y ornamentales y “Biosafe” para plagas caseras y de jardín. La aplicación de los nemátodos en el campo puede hacerse con cualquier tipo de equipo: aspersoras presurizadas, aspersoras electrostáticas, aplicaciones aéreas vía helicópteros. Además se pueden utilizar con el agua de riego, incluyendo el riego por goteo. Requieren de buena humedad y evitar la radiación solar para evitar su inactivación. La temperatura del suelo debe ser de 13°C a 33°C. Una plaga del suelo, limitante en cultivos de papa, es el gusano blanco Premnotrypes vorax (Hustache) (Coleoptera: Curculionidae). En zonas paperas de Villapinzón (Cundinamarca-Colombia), Garzón et al (1996) aislaron, identificaron y determinaron la patogenicidad de un nemátodo de la familia Steinernematidae, que se encontró afectando larvas del P. vorax. El nemátodo se identificó como perteneciente al género Steinernema y probablemente una nueva especie. La patogenicidad sobre la plaga, se comparó con la de un producto comercial Exhibit, cuyo ingrediente activo es Steinernema carpocapsae Raza 25. Se determinó que la concentración letal media (CL50) del nemátodo aislado del suelo fue de 526.43 nemátodos/ml y de 26.30 nemátodos/ml para el producto comercial, lo que significa que este último es 20 veces más patogénico que el nativo. La existencia de especies locales es un apoyo para futuros programas de manejo de esta plaga.

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En los cultivos de yuca (Manihot esculenta Crantz) en Colombia, se registra como una plaga limitante la chinche subterránea de las raíces Cyrtomenus bergi Froeschner (Hemiptera: Cydnidae). Las ninfas y adultos se alimentan de la epidermis y corteza de las raíces, con sus estiletes producen orificios que permiten la penetración de patógeneos y además de ello el producto pierde calidad y se deteriora por completo. Caicedo y Belloti (1996), consideran que el uso de nemátodos entomopatógenos de las familias Steinernematidae y Heterorhabditidae (Rhabditida), puede ser una alternativa de control de esta plaga. En ocho localidades de Colombia tomaron muestras de suelo de varios cultivos, con o sin la presencia de la chinche. Después de procesar las muestras de suelo, hallaron varias razas geográficas de la especie Heterorhabditis bacteriophora Poinar (Heterorhabditidae). El hallazgo de razas nativas del nemátodo es positivo y de importancia para programas MIP, ya que están adaptadas al huésped y a las condiciones ambientales del mismo. La patogenicidad de H. bacteriophora sobre las larvas de segundo instar de Hypothenemus hampei (Ferrari), fue evaluada por Vergara, López y Chaves (1997), a nivel de laboratorio. Se emplearon seis dosis del nemátodo a saber: 1, 5, 15, 30, 50 y 100 nemátodos /50 µL de solución ringer. A las 120 horas de cada tratamiento, se evaluó la mortalidad de larvas de la broca. Esta fue de: 48.0; 64.0; 77.6; 84.0; 84.8; y 97.6. No se encontraron diferencias significativas entre las dosis 10, 50 y 30; 50, 30 y 15; 15 y 5 y entre 5 y 1. Los autores hallaron una relación directamente proporcional, entre la mortalidad y el tiempo de evaluación, e igual comportamiento verificaron entre las dosis y los porcentajes de mortalidad encontrándose el mayor porcentaje de mortalidad a las 72 horas de la evaluación. Los nemátodos entomopatógenos pueden tener diversos hospederos. Un insecto huésped puede ser afectado por varias especies de nemátodos. López y Vergara (1997), estudiaron el efecto de tres aislamientos a saber: Steinernema glaserie de USA, S. carpocapsae All Strain y Hetrorhabditis bacteriophora de Italia, sobre larvas de la broca del café. De cada aislamiento se utilizó una concentración de 50 nemátodos juveniles infectivos J3, en un volumen de 50 µl de solución ringer. Para cada tratamiento se utilizó una cámara de acrílico de 11 x 14 cm con 125 orificios. Cada orificio correspondió a una unidad experimental la cual contenía 0.27 g de arena estéril, la dosis respectiva de los nemátodos y una larva viva de segundo instar de H. hampei. Las cámaras se sellaron con papel vinipel y se colocaron en total oscuridad, a temperatura de 25°C ± 2°C. Los autores comprobaron como los aislamientos más patogénicos, S. glaserie y H. bacteriophora, con porcentajes de mortalidad de 86.7% y 83.2%. Con S. carpocapsae este fue de 69.9%.

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Los nemátodos que afectan insectos tienen ventajas sobre otros agentes de control con organismos. Tienen diversos hospederos y además los procesos de producción masiva son sencillos, lográndose obtener elevadas cantidades de ellos. La especie Heterorhabditis bacteriophora Poinar (Rhabditia: Heterorhabitidae), tiene una asociación mutualística con la bacteria Protorhabdus luminiscens, que ocasiona septicemia en el hospedero, 48 horas después de haber penetrado. Barberena y Belloti (1998) estudiaron el efecto de dos razas de nemátodo sobre la chinche Cyrtomenus bergi Froeschner (Hemiptera: Cydnidae) a nivel de laboratorio. Después de varios ensayos comprobaron que las razas de H. bacteriophora son capaces de parasitar todos los estados de desarrollo de C. bergi. El parasitismo es diferencial en el quinto instar ninfal y en los adultos. A medida que se incrementa la dosis de los nemátodos, el parasitismo es mayor. La DL50 de las razas fue de DL50 de 702 n/ml (LFR92) y de 826 n/ml para la raza SQC92. 3.4 LOS VIRUS COMO PATÓGENOS DE INSECTOS Este grupo patogénico de insectos es muy importante en los programas MIP. Pueden ocasionar fuertes epizootias en las poblaciones plagas. Los virus son altamente específicos e infecciosos y no se pueden propagar in vitro en medios artificiales. De especies de los órdenes: Lepidoptera, Hymenoptera, Diptera, Coleoptera, Orthoptera, Hemiptera, Neuroptera y Trichoptera, se han aislado virus patogénicos. Aunque se conocen desde hace muchos años solo fue hasta la segunda década del siglo XX, cuando se reconocieron las virosis en la clase insecta. Las primeras enfermedades ocasionadas por virus fueron encontradas por los Chinos en crías de gusano de seda y en la abeja Apis mellifera. Desde el año de 1527 el poeta italiano Vida, en su poema “De Bombicum” menciona a la enfermedad observada en el gusano de seda, la cual recibió nombres como “ictericia” “grasserie” “giallume”, “gelbsucht” durante el siglo XIX. Al respecto comenta, Rodríguez (1992) que Nysten en 1808 escribió artículos sobre la “ictericia”,que erróneamente se identificó como una bacteria. Los virus pueden presentar cuerpos de oclusión. Los primeros en investigarlos fueron Maestri y Comalia en 1856 y fueron estos autores quienes relacionaron la presencia de estas estructuras con el colapso de una población de gusanos de seda que presentaban la enfermedad (Faulkner, 1981). En 1926, Paillot describe por primera vez un virus de la granulosis (granulovirus, GV). Así mismo, relatan Ibarra y Del Rincón (1998) en 1934 Ishimori describe por primera ocasión un nuevo tipo de poliedrosis en el gusano de seda, el cual se caracterizaba por formar cuerpos de oclusión (CO’s) en el citoplasma de las células infectada el cual más tarde se conocería como virus de la poliedrosis citoplasmática (VPC).

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Es fascinante el apoyo aportado por la microscopia electrónica al estudio de los virus. Mazzone (1985) afirma que Pergold en 1947 confirma la existencia de nucleocópsides con forma de bastón dentro de los CO’s de baculovirus del tipo de la poliedrosis nuclear (núcleo poliedrovirus, NPV). Posteriormente se hicieron las aplicaciones en campo con baculovirus. El primer insecticida viral fue el ELCAR, elaborado a partir de NPV de Helicoverpa zea (Ibarra y Del Rincón, 1998). En Colombia fue usado entre 1970 y 1973, el Trichovirus, un virus NPV para el control de la plaga Trichoplusia ni (Hübner) (Lepidoptera: Noctuidae), insecto polífago de amplia dispersión en zonas algodoneras. El control ejercido por el NPV fue espectacular hasta el punto de que en pocos años desapareció casi completamente el insecto (Rodríguez, 1992). En los últimos años se ha investigado con los NPV’s recombinantes con el fin de incrementar su potencial insecticida mediante la inserción de genes heterólogos, y así mismo sobre la utilización de estos virus como vectores de expresión. La clasificación de los virus patógenos de insectos ha tenido modificaciones en el tiempo. En una primera etapa se agruparon de acuerdo con la presencia o ausencia de CO’s y por la morfología del virion. Luego se emplearon los criterios de grupo de hospederos y tipo de tejido afectado. Rodríguez (1992) e Ibarra y Del Rincón (1998) sostienen que los virus entomopatógenos se clasifican de acuerdo a las consideraciones que se tienen para clasificar los virus de animales, dentro de las cuales se pueden citar: el tipo de ácido nucleico, la morfología de la partícula, la simetría de las sub-unidades de la cubierta de proteína, la presencia o ausencia de una envoltura que rodea a la partícula y el tamaño de la partícula. Los insectos son afectados por virus pertenecientes a las familias: Baculoviridae, Poxviridae, Reoviridae (todos ellos con CO’s), Iridoviridae y Polydnaviridae, que presentan las características incluidas en la Tabla 3, de acuerdo con Castillo, Acosta y Cifiezar (1995):

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Tabla 3. Grupos de virus entomopatógenos.

Familia A.N. Morfología V.E. V.O.

Baculoviridae Poxviridae Reoviridae Iridoviridae Polydnaviridae

DNAdc DNAdc RNAdc DNAdc DNAdc

Baciliforme Ovoide ó Tabique Icosaedrica Icosaedrica Ovoide

+ + - - +

+ + + - -

AN = Acido Nucleico dc = doble cadena V.E = Virion envuelto cs = cadena simple V.O. = Virion incluido (Adams, 1991). BACULOVIRIDAE: Es la familia de mayor importancia para el control de insectos.

Poseen estos virus, una molécula de ADN circular superembobinada. Envolviendo el ácido nucleico hay proteínas compuestas de subunidades denominadas capsómeros, los cuales forman una capa denominada cápsido. Uno ó más núcleo-cápsidos están envueltos por una membrana que normalmente está constituida de material celular del hospedero. El conjunto compuesto por la envoltura y el núcleo-cápsido se conoce como virion, los cuales son unidades infectivas del virus. Los viriones tienen forma baciliforme y son envueltos en una matriz proteica; a todo este conjunto, se conoce como cuerpo de inclusión. Existen dos tipos de bactulovirus: virus de poliedrosis nuclear (NPV) y virus de granulosis (VG). Los baculovirus contaminan a los insectos por vía oral; normalmente los viriones se encuentran en las hojas y tallos de la planta y son ingeridos por los insectos al alimentarse. Después de la ingestión los poliedros que contienen los virones se disuelven en condiciones alcalinas (pH > 7.5) del intestino medio y liberan los viriones. Una vez en contacto con las microvellosidades del intestino, los viriones liberan los cápsidos a las células epiteliales del intestino donde el virus normalmente realiza su primera vuelta de replicación. Posteriormente el virus afecta otros tejidos susceptibles del hospedero, donde continúa su reproducción y multiplicación. Los tejidos del cuerpo graso, epidermis del intestino, hemocitos, tráqueas y glándulas de seda, también son afectados. Las larvas infectadas se tornan lentas en sus movimientos, dejan de alimentarse y se paralizan. Cuando la enfermedad viral hace sus efectos, se pueden observar las larvas en

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las partes superiores de las plantas pendiendo con la parte cefálica hacia abajo y adheridas de las pseudopatas. El integumento se vuelve blando y de color pardo o negro, los tejidos internos se licuan, quedando la larva como una bolsa líquida. La epizootias se dinamizan en presencia de tejido animal susceptible. El insecto muerto es la fuente del inóculo más importante. El virus se dispersa desde insectos enfermos que expulsan líquidos con viriones, así mismo los depredadores pueden distribuir el virus. Es de anotar que los virus se pueden producir pero en células vivas, por lo cual se requiere multiplicar el hospedero. Los agricultores en el campo pueden recolectar larvas enfermas, hacer un macerado o licuado y luego aplicar el producto obtenido, para generar epizootias. POXVIRIDAE: Esto virus se han aislado de especies de Orthopteros, Lepidópteros, Dípteros y Coleópteros. Se les denomina entomopoxvirus, y son muy específicos. En esta familia se incluyen tres grupos, el A que infecta coleópteros, el B que afecta los lepidópteros y el C, que es típico en dípteros. La replicación del virus ocurre generalmente en los tejidos grasos del cuerpo del insecto enfermo; los cuerpos de inclusión se desarrollan tanto en el citoplasma como en el núcleo de la célula infectada, sin embargo las células epidérmicas y nerviosas también pueden ser afectadas. REOVIRIDAE: Son virus de ARN, se les denomina como virus poliedrosis citoplasmática, por cuanto se desarrollan en el citoplasma de las células infectadas del intestino medio de los insectos. Se disemina por heces o como contaminante de huevos, mediante transmisión transovárica. En el control de plagas tienen poca efectividad y que causan solamente enfermedad tipo crónica en los insectos. IRIDOVIRIDAE: Los virus de esta familia poseen DNA de doble cadena, presentan una

partícula viral grande (125-300 nm) de forma icosaédrica y tienen la particularidad de presentar iridiscencia, por el arreglo cristalino de sus viriones en el citoplasma de las células infectadas. Es por esto que los tejidos de los insectos enfermos presentan apariencia iridiscente de color azuloso o índigo. Se transmiten por ingestión y se replican en el cuerpo graso de los insectos enfermos, en ocasiones pueden hallarse en las células sanguíneas epidérmicas y en el tejido embrionario imaginal, se localizan en el citoplasma celular (Rodríguez, 1992). Se han aislado de 65 especies de lepidópteros (26 familias), 8 de coleópteros (7 familias), 2 de hymenópteros (2 familias), 2 de dípteros (2 familias) y 2 de orthopteros (1 familia) (Ibarra y Del Rincón, 1998). POLYDNAVIRIDAE: Este es un grupo de gran interés, debido a que se encuentran en simbiosis con hymenópteros parasíticos. Se han reconocido dos grupos: 1) los bracovirus que se encuentran en especies de tres subfamilias: Cheloninae, Microgastrinae y

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Cardiochilinae, de la familia Braconidae; 2) los Ichnovirus, que se han encontrado en dos subfamilias: Campopleginae y Banchinae, de la familia Ichneumonidae. Cada especie de parasitoide lleva un polidnavirus diferente y característico de esa especie. La replicación ocurre en el núcleo de las células del cáliz del oviducto. Cuando la hembra parasitoide deposita un huevo dentro del hospedero, también inyecta el polidnavirus. Los viriones entran y se dispersan en los tejidos y permanecen en el hospedero durante el desarrollo del parasitoide. Se considera que los polidnavirus son generalmente inmunosupresivos, perturbando o desactivando las defensas inmunológicas del hospedero. Las larvas del parasitoide no pueden desarrollarse en un hospedero sin el polidnavirus. La larva del parasitoide adquiere este virus durante su desarrollo y se replica en la pupa del insecto-benéfico. La alta especificidad entre los PVs y los parasitoides de la superfamilia Ichneumonoidea, ha hecho que a su vez estos se especialicen en hospederos del orden Lepidoptera, sin que hasta el momento se haya detectado la presencia del virus en otras familias de enemigos naturales u órdenes de hospederos (Urrego, 1998). Los virus comercializados se registran en la Tabla 4. Tabla 4. Virus entomopatógenos comercializados.

Virus Producto Compañía - País VPN VG VPC

El Car Gypchek Virin-Ensh; Virin Diprion; Virin-KSH; Virin-LS Matsukemin, Spodpterin Multigen Virtuss, Lecontvirus VPN 80, VPN 82 Virox Decyde Hifatrin Virin-AAB, Virin-GYAP Matsukemin

Sandoz – USA Serv. Forestal - USA EX - URSS Calliope - Francia Agrogen - Brasil Serv. Forestal - Canadá Agr. Elsol - Guatemala Oxford Virol - Inglaterra Microgenesys - USA Gobierno - Bulgaria Gobierno - EX – URSS --- Japón

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3.4.1 Aplicabilidad de los virus entomopatógenos en Colombia. Los virus entomopatógenos son excelentes auxiliares del Control Biológico de Insectos plagas, lo afirma Rodríguez (1992), quien además señala que las epizootias causadas por los virus reducen significativamente las poblaciones plagas. Poseen alta capacidad de dispersión y de adaptabilidad al huésped y a las diferentes condiciones ambientales. Tanto el huésped principal como los huéspedes intermedios actúan en la dispersión del inóculo; las regurgitaciones y excrementos de larvas enfermas contienen partículas virales que pueden llegar a contaminar insectos sanos. El canibalismo constituye una forma de diseminación de las enfermedades virales entre insectos. En Colombia se han registrado enfermedades virales en cerca de 50 especies de insectos-plagas. La más común es el virus de la poliedrosis nuclear que ataca varios hospederos: Heliothis virescens (F.) en algodonero; Spodoptera ornithogalli (Guenée) en algodonero y arroz; Trichoplusia ni (Hübner) en algodonero. En esta plaga la acción del VPN se calificó como espectacular al inicio de la década de 1970. El NPV, es también registrado afectando Celerio lineata (F.) (Lepidoptera: Sphingidae); Dirphia peruvianus (Lepidoptera: Attacidae); Agraulis vanillae (L.) y Mechanitis veritabilis (Butler) (Lepidoptera: Heliconiidae), Euprosterna elaeasa Dyar; Natada pucara (Lepidoptera: Limacodidae) y en varias especies de plusinidos (Rodríguez, 1992). En plantaciones de palma africana se registraron controles del 95 al 100% del defoliador Sibine fusca Stoll (Lepidoptera: Limacodidae), empleando suspensiones de 50 y de larvas infectadas por NPV, empleando 416 litros de agua por hectárea. Las lecturas de mortalidad se hicieron a los 15 días de la aplicación de la suspensión viral (Genty, 1978). La presencia natural de virus que afectan insectos es frecuente en zonas de Colombia. Se han hallado virus de la poliedrosis citoplasmática en S. fusca, Sibine apicalis Dyar (Lepidoptera: Limacodidae), en plantaciones de palma; en bosque de ciprés y pino, se ha detectado enfermedad viral afectando Glena bisulca Rindge (Lepidoptera: Geometridae). En el complejo Spodoptera ocurren varias virosis, tanto S. frugiperda, como S. ornithogalli (Guenée) son hospederos de NPV y virus de la granulosis. En el defoliador Euprosterna elaeasa Dyar (Lepidoptera: Limacodidae) Pedraza (1988) aisló e identificó por microscopía electrónica el virus múltiple de la poliedrosis nuclear de esta plaga de la palma africana. El VMPN ataca los instares IV y V de la plaga con mayor virulencia. En los bosques de coníferas, la incidencia del defoliador Glena bisulca Rindge (Lepidoptera: Geometridae) pudo ser controlada utilizando suspensiones de un virus granular. A partir de 10.000 larvas de los estadios L2 y L3, obtuvo 13 L de suspensión viral en concentraciones de 5 x 107 y 1 x 108 poliedros/ml (Rodríguez, 1992).

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Genty (1978) registró un virus de la densonucleosis en las plagas de la palma africana, S. fusca y Darna sp. Este autor logró desarrollar la técnica de recolectar larvas enfermas para macerarlas y aplicar el filtrado de éstas en aspersión por avión en las plantaciones. Se empleó de 10 a 25 gramos de larvas en 5 litros de agua por hectárea, logrando un control de 70 al 90% de S. fusca. 4. CONSIDERACIONES FINALES Colombia, al igual que el resto de países de habla hispana, tiene un elevado déficit de investigación y utilización práctica de los microorganismos patógenos de insectos-plagas. Las contribuciones de los expertos en el tema son restringidas a aspectos tales como identificación de cepas, caracterización y medida de su patogenicidad en laboratorio. El país no tiene una entidad que apoye a los interesados en la producción de entomopatógenos. Si bien es cierto que existen varios laboratorios, aún se requiere de un mayor impulso al control microbial. Debidamente registradas en el Instituto Colombiano Agropecuario - ICA, hay ocho empresas, seis de las cuales trabajan con Bacillus thuringiensis, dos con B. bassiana, una se dedica al trabajo con V. lecanii y M. anisopliae. La producción de entomopatógenos no es una empresa fácil. En la actualidad las compañías transnacionales que elaboran bioplaguicidas lo hacen utilizando tecnologías patentadas o que se rigen bajo secreto industrial, lo cual dificulta el acceso al conocimiento sobre los métodos empleados para tal fin. Cotes (1999) señala que el logro de un bioplaguicida implica el cumplimiento de diversas etapas técnicas que comprenden: el aislamiento del microorganismo, su conservación, la evaluación de su actividad biocontroladora, el estudio de los mecanismos de acción implicados en dicha actividad, su producción masiva, estudios de preformulación, formulación, determinación de dosis y formas de aplicación, evaluación del producto en el campo, estudios de impacto ambiental y caracterización molecular del microorganismo para su posterior obtención de patente. Sostiene Cotes (1999) que el desarrollo de bioplaguicidas en Colombia ha sido deficiente por cuanto se encuentran limitantes en: 1. Aspectos biológicos. - Existe una experiencia de resultados inconsistentes en campo, que ha generado

pérdidas de credibilidad en su acción. - La acción lenta de los microorganismos también genera desconfianza en el agricultor

sobre su efectividad.

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- Los microorganismos en general, son poco estables en condiciones de almacenamiento y de campo. En consecuencia su vida útil es corta.

- El uso de microorganismos exige muchas precauciones para su manejo. - No existen o son escasos los estudios de impacto ambiental. - No se ha dado importancia al entendimiento de los mecanismos de acción implicados

en la interacción microorganismo-insecto-medio ambiente. 2. Aspectos tecnológicos - La tecnología disponible para el desarrollo es escasa. - No se ha hecho exigencia de normas de calidad en la producción. - Son deficientes los procesos de preformulación, formulación y control de calidad. - Existe una precaria infraestructura. - Los bioplaguicidas que se producen no tienen una concepción integral y multi-

disciplinaria. 3. Aspectos educativos. - La universidad no prepara los egresados en bioplaguicidas. - No hay campañas masivas de promoción. - En los consumidores no hay conciencia para exigir alimentos protegidos con

bioplaguicidas. 4. Aspectos económicos. - En el país no hay programas de financiación para investigación en desarrollo y

producción industrial de productos. - No es un negocio rentable por su producción en pequeña escala. 5. Aspectos legales. - No hay incentivos tributarios para su producción y uso. - No existe una política de vigilancia sobre la venta y utilización de plaguicidas químicos

altamente contaminantes y peligrosos. A pesar de las anteriores consideraciones el control microbial es una alternativa real e ideal en el control de plagas. Esto se demuestra con la utilización de las diferentes formulaciones comerciales de bacterias, hongos, nemátodos y virus que se encuentran en varios países. La alta especificidad hace de los entomopatógenos productos seguros, el desarrollo de la resistencia en los insectos es lenta y son productos óptimos para programas MIP. Es por esto que se debe buscar a los productos formulados comercialmente un excelente control de calidad. En tal sentido el ICONTEC, ya ha

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expedido las normas técnicas sobre la producción y especificaciones para el productor de preparados a base de hongos y bacterias. BIBLIOGRAFÍA ALATORRE, R.R. Hongos entomopatógenos. En: IX Curso Nacional de Control Biológico (Memorias). Río Bravo, Tamaulipas, México: Sociedad Mexicana de Control Biológico, 1998. p.104-112. BARBERENA, M.F. y BELLOTTI, A.C. Parasitismo de dos razas del nemátodo Heterorhabditis bacteriophora sobre la chinche Cyrtomenus bergi (Hemiptera: Cydnidae) en laboratorio. En: Revista Colombiana de Entomología. Vol. 24, No. 1 / 2 (1998); p.7-11. BOSA, F.C. y COTES, A.M. Evaluación de la actividad insecticida de cepas nativas de Bacillus thuringiensis contra Spodoptera frugiperda (J.E. Smith). En: Revista Colombiana de Entomología. Vol. 23, No. 3 / 4 (1997); p.107-112. BUSTILLO, P.A.; LÓPEZ, N.J.C. y DEVIA, H. Patogenicidad de Metarhizium anisopliae en la langosta migratoria Rhammatocerus schistocercoides Rehn, en Colombia. En: Revista Colombiana de Entomología. Vol. 23, No. 1/2 (1997); p.39-43. CARDONA, M.C. Entomología económica y manejo de plagas. Palmira: Universidad Nacional de Colombia, 1998. p.99. CASTELBLANCO, Alexandra; URIBE, Daniel y TORRES, Enrique. Diseño de un bioensayo en dieta natural para la evaluación de cepas nativas de Bacillus thuringiensis en larvas de primer instar de Tecia solanivora (Povolny) Lepidoptera: Gelechiidae. En: Resúmenes XXVII Congreso Sociedad Colombiana de Entomología. Medellín: Socolen, 2000. p.42. CASTILLO, P.; ACOSTA, N.; y CILIEZAR, A. Control microbiológico de plagas artrópodas. En: Manual para la enseñanza del control biológico en América Latina. DPV-EAP No. 622. Honduras: Zamorano, 1995. p.51-72. COTES, A.M. Estado actual y perspecitvas del desarrollo de bioplaguicidas en Colombia. En: XXVI Congreso Sociedad Colombiana de Entomología (Memorias). Santafé de Bogotá: Socolen, 1999. p.65-72.

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