Entre el Bachaqueo, las Mesitas y el Trueque: Los Nuevos Hábitos del Consumidor Venezolano

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    Entre el Bachaqueo, las Mesitas y el

    Trueque: Los Nuevos Hábitos del

    Consumidor Venezolano

    Ing. Víctor R. Ramírez P.

    @vramirez27 

    Hoy en día observo con

    gran estupor la

    gigantesca desidia en

    la que se encuentra nuestro país, parte de esto

    producto de un complicado entramado de

    normas y controles que, en vez de contribuir

    con la justa distribución de la riqueza y ayudar

    a quienes menos tienen, en realidad cercena a

    ese estrato en particular, acrecentando las

    desigualdades.

    Para que nos pongamos en contexto, los

    últimos tres años han significado el

    recrudecimiento de una crisis política,

    económica y social que avizoraba lo que iba

    ocurrir si no se hacían los correctivos

    correspondientes, trayendo como resultado (y

    de un sólo guamazo) una inflación galopante

    que cerró el año pasado en un 270%, la cual

    pulverizó el poder adquisitivo del consumidor y

    el desabastecimiento de los productos más

    básicos de la familia venezolana, tales como lo

    son la comida, los productos de higiene

    personal y por último pero no menos

    importante de todos, las medicinas.

    En ésta clase de condiciones, donde se ha

    impuesto el desabastecimiento y la carestía, el

    venezolano se ha visto obligado a hacer largas

    colas desde tempranas horas del día, que

    pueden llegar a durar entre seis y ocho horas,

    sólo para obtener un par de productos

    subsidiados a bajo precio, pero, el consumidor

    se enfrenta a una encrucijada: Si hace la cola

    para comprar comida, no puede trabajar y si

    trabaja, no puede comprar comida, entonces,

    ¿A quién recurre?

    La respuesta es bien sencilla y la misma es

    consecuencia de la política de regulaciones y

    controles: el arbitraje o comúnmente llamado

    bachaqueo, ésta práctica consiste en la

    compra de productos regulados a bajo precio yluego revenderlos a un precio hasta 10 veces

    mayor con respecto a quien lo adquiere en el

    establecimiento, convirtiéndose en una suerte

    de mercado paralelo o secundario de

    productos básicos, completamente al margen

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    de la ley, puesto que con la legislación vigente,

    el arbitraje se considera una práctica

    especulativa. Sin embargo, a pesar de ser una

    actividad que viole la ley, los ciudadanos han

    hecho del bachaqueo  su nuevo hábito para

    adquirir los productos que más necesitan e

    incluso han hecho uso del término en diversas

    conversaciones del hogar tales como: “Voy y

    vengo, tengo que ir a bachaquear ”. 

    Claro está que el bachaquero  cuenta con

    ciertos privilegios con la complicidad del

    gerente del supermercado o farmacia de turno,

    pues es éste quien le dice qué productos van a

    llegar al establecimiento, de hecho, la práctica

    se hizo tan común que el gobierno regional,

    como primera medida, prohibió la pernocta de

    personas en las cercanías de los

    establecimientos y, posteriormente, luego de

    una investigación, el gobierno nacional tomó

    medidas en el asunto, deteniendo a algunos de

    los gerentes de la red de abastos y

    supermercados públicos, acusándoles de

    “poner en peligro la seguridad alimentaria del

    pueblo”. 

    Otro de los nuevos hábitos a los cuales está

    recurriendo el venezolano para adquirir

    productos, y que se ha hecho popular

    últimamente, son los puntos de venta informal

    ubicados en esquinas o calles transitadas,

    utilizando mesas de plástico o de madera para

    servir de exhibidor improvisado de los

    productos que allí se venden con sobreprecio

    y, hasta en el peor de los casos siendo éste

    producto reventa de una reventa anterior, lo

    que hace que su precio sea aún mayor.

     Asimismo, ante la desaparición forzosa de la

    harina de maíz precocida, la popularmente

    conocida “Harina PAN”, el venezolano se las

    ha ingeniado y, como no podía faltar, ha

    regresado el maíz pilado y no sólo eso, sino

    que también es comercializado en bolsas

    plásticas transparentes, siendo ésta

    presentación la que denominan,

    coloquialmente hablando “masitas”. 

    Y es que si de comida se trata, el venezolano

    y, en especial el zuliano, busca la solución para

    que no falte el pan en la casa o mejor dicho el

    plátano, pues éste último se ha convertido en

    el fiel sustituto de la arepa en las viviendas

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    zulianas, de la forma que usted quiera: frito,

    horneado, sancochado o en tajadas, eso si lo

    consigue puesto que ha empezado a escasear

    debido a que la demanda ha superado la

    oferta, y por ende, se ha encarecido.

    Pero por si esto fuera poco, cuando el

    bachaqueo  y las mesitas  no son suficientes

    para conseguir los productos más básicos tales

    como el papel sanitario o la pasta de dientes,

    se recurre a una de las prácticas más

    primitivas, que data desde el nacimiento de la

    república: el trueque, si, asi como usted está

    leyendo, hemos recurrido al intercambio de

    productos que sí tenemos por el que no

    disponemos y necesitamos, resultando en

    cambios un tanto desiguales algunas veces,

    por ejemplo, si usted tiene dos paquetes de

    papel sanitario y necesita pasta de dientes,

    entonces usted cambiará un paquete de papel

    sanitario por un tubo de pasta de dientes o

    viceversa.

    He aquí entonces, los nuevos hábitos de

    consumo del venezolano del siglo XXI, aunque

    parezca iverosímil, tragicómico, quijotesco e

    incluso fuera de este siglo, es la realidad que

    aqueja el día a día de cada uno de los

    ciudadanos de éste país.