Entrevista a Chicho Ibanez Serrador

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por Julio Barroso

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Vino al mundo –seguramente una noche oscura detruenos y relámpagos– dentro del teatro un 4 de julio de1935 en Montevideo, (Uruguay), y por sus cuatrocostados mamó el mundo artístico ya que desciende dedos familias de artistas. Durante años aterrorizó al paíscon sus Historias para no dormir. Con todos ustedes,Chicho Ibáñez Serrador…

Desde sus primerosmeses de vida acom-pañó a sus padres, Pepita Serrador yNarciso Ibáñez Menta, en giras teatralespor toda América. Chicho vendría aEspaña a la edad de 12 años junto a su

madre tras ser testigo de la amarga separaciónde sus padres.Su abuelo paterno,Narciso IbáñezCotanda, se convirtió desde entonces en el tutor,maestro y compañía inseparable del pequeñoChicho. Era una especie de filósofo popular, bo-hemio y provocativo que contribuiría en el desa-rrollo mental del pequeño Chicho. Por otro lado,lecturas a la luz de la luna de autores comoHerman Melville, Julio Verne, Emilio Salgari… ha-rían el resto, conformando una de las personali-dades más fascinantes de la historia de la tele-visión.

Pero seguramente fueron los cuentos de Poelos que se colaron en más de una ocasión entrelos sueños de Chicho. Los empezó a leer a los 7años, descubriendo que con ellos se podía cru-zar una frontera hacia un mundo oscuro y sobre-natural, real para la mente de un niño.Y ello fueclave años después: “En una ocasión una perso-

na me preguntó, refiriéndose a una serie que te-nía por base precisamente los relatos de Poe:‘¿Encuentra usted algún valor positivo en estoscuentos de miedo que nos ofrece a través de latelevisión? ¿Cree usted sinceramente que la lite-ratura de terror tiene algúnmérito?’.Contesté quesí,que creía que los hombres necesitábamos delterror. Nadie es tan impresionable como los ni-ños, que en la oscuridad de la noche se asustande los ruidos y murmullos, de las sombras; has-ta del mismo silencio. No, nadie se asusta másque un niño, por eso creo que los hombres a ve-ces necesitamosdel terror para asustarnos y sen-tirnos niños otra vez”.

Chicho comenzaría a estudiar Filosofía y LetrasenSalamanca,pero pronto dejó sus estudios pa-ra comenzar el que sería el gran viaje de su vida:Egipto. Partió con solo 40 dólares en el bolsillo,sirviendo de camarero de segunda en un barcoturco.“Comencéaganarme la vida comoguíapa-ra españoles. Por aquel entonces los pocos queviajaban eran casi todos catalanes.Yome apren-día las guías turísticas de memoria y visitaba porprimera vez los sitios el mismo día que los turis-

tas. ‘Esta es la columna de Ramsés III’, y estabaseñalando a Dios sabe qué…”.Así se ganaba lavida a duras penas cuando Egipto entró en con-flicto con Israel. Chicho decidió entonces sacarpartido de la situación ofreciéndose a La Nación,uno de los diarios más importantes de BuenosAires, como reportero a pie de guerra. Fue su pri-mer trabajo como periodista, que vivió más co-mo una aventura de Salgari que como el peligro-so cometido que era en la realidad. “Yo no soymuy valiente, pero en las situaciones desespera-das siempre he tenido la impresión dequeno ibaa sucederme nada.Vi como un obús levantaba aunmetro del suelo aun soldadoegipcio.Meacer-qué, el soldado estaba reventado con todas lastripas fuera, gritando, y entonces, aún hoy no sécómo –hoy no podría–, lo ayudé. Lo monté en elsillín de la bicicleta y me puse a empujarla has-ta que llegamos a una de las tiendas de laMediaLuna Roja y allí lo dejé. Aquella acción me valióuna condecoración que aún guardo”.

Después llegaríanTánger, los países de EuropaOriental y Occidental, África del Norte, India,Tailandia, Camboya, Birmania… Residiría una

Chicho Ibáñez Serrador

Julio Barroso

“Necesitamos el terrorpara asustarnos y sentirnosniños otra vez”