Entrevista a Francisco Díaz Klaassen

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1 POR MATÍAS CLARO Y FRANCISCO GALLEGOS D e paso por Santiago (está es- tudiando un magíster en Es- critura Creativa en la Uni- versidad de Nueva York), Francisco Díaz Klaassen (1984) se hizo un tiempo para conversar con noso- tros. En el último tiempo su nombre ha sonado constantemente en el ambiente literario en Chile. La Feria de Guadalajara 2011 lo consideró uno de los veinticinco secretos mejor guardados de América La- tina. Díaz Klaassen ha publicado dos no- velas: Antología del cuento nuevo chile- no (Forja, 2009) y El hombre sin ac- ción (Forja, 2011) y tiene lista una tercera. Además, es parte de la antología Voces- 30 con el excelente cuento “De cuando co- nocí a Salas (y me rompió el corazón)”. Nos contó muchas cosas. De sus lectu- ras en Valdivia cuando iba en verano y los libros que lo marcaron. Los autores que le gustan y los que le recomendaría a un ni- ño. De sus inicios como escritor. Pudimos conocer más de Díaz Klaas- sen. Saber cuánto hay de secreto en sus textos y en él. Porque en sus novelas juega a disolver el límite entre su vida y la lite- ratura, basándose en sus propias expe- riencias y en las personas reales involu- cradas en ellas. A veces roza lo autobio- gráfico. Pero es un juego. Los escritos de Díaz Klaassen son, ante todo, burlones, irónicos y muy efectivos. A decir verdad, reconocimos que de se- creto tiene poco. Esperamos que después de esta entrevista deje de serlo también para ustedes. Díaz Klaassen es un muy buen escritor, y eso deberían saberlo to- dos. DÍAZ KLAASSEN, EL LECTOR - ¿Cómo fue tu acercamiento a los libros? - Nosotros tenemos familia en Valdivia, entonces los veranos era siempre viajar a Valdivia. Tengo recuerdos, la sensación de haber estado siempre leyendo en el cami- no. Y mis veranos consistían, básicamen- te, los tres meses en sentarme y estar en- cerrado en la casa. O, desde que existía el Entre Lagos, a comer un churrasco y des- pués comprar un libro, volver a la casa y leer el libro. Y, al día siguiente, ir y com- prar otro libro y leerlo. Eran todos los días lo mismo, y en un verano podía leer cua- renta o cincuenta libros. Entonces, la co- nexión con la literatura está vinculada a 1

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Entrevista al escritor chileno Francisco Díaz Klaassen (Santiago, 1984) en el sitio web Ojoseco.cl. Por Matías Claro y Francisco Gallegos.

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POR MATÍAS CLARO Y FRANCISCO GALLEGOS

D e paso por Santiago (está es-tudiando un magíster en Es-critura Creativa en la Uni-v e r s i d a d d e N u e v a

York), Francisco Díaz Klaassen (1984) se hizo un tiempo para conversar con noso-tros. En el último tiempo su nombre ha sonado constantemente en el ambiente literario en Chile. La Feria de Guadalajara 2011 lo consideró uno de los veinticinco secretos mejor guardados de América La-tina. Díaz Klaassen ha publicado dos no-velas: Antología del cuento nuevo chile-no (Forja, 2009) y El hombre sin ac-ción (Forja, 2011) y tiene lista una tercera. Además, es parte de la antología Voces-30 con el excelente cuento “De cuando co-nocí a Salas (y me rompió el corazón)”.

Nos contó muchas cosas. De sus lectu-ras en Valdivia cuando iba en verano y los libros que lo marcaron. Los autores que le gustan y los que le recomendaría a un ni-ño. De sus inicios como escritor.

Pudimos conocer más de Díaz Klaas-sen. Saber cuánto hay de secreto en sus textos y en él. Porque en sus novelas juega a disolver el límite entre su vida y la lite-ratura, basándose en sus propias expe-riencias y en las personas reales involu-cradas en ellas. A veces roza lo autobio-

gráfico. Pero es un juego. Los escritos de Díaz Klaassen son, ante todo, burlones, irónicos y muy efectivos.

A decir verdad, reconocimos que de se-creto tiene poco. Esperamos que después de esta entrevista deje de serlo también para ustedes. Díaz Klaassen es un muy buen escritor, y eso deberían saberlo to-dos.

DÍAZ KLAASSEN, EL LECTOR

- ¿Cómo fue tu acercamiento a los libros?

- Nosotros tenemos familia en Valdivia, entonces los veranos era siempre viajar a Valdivia. Tengo recuerdos, la sensación de haber estado siempre leyendo en el cami-no. Y mis veranos consistían, básicamen-te, los tres meses en sentarme y estar en-cerrado en la casa. O, desde que existía el Entre Lagos, a comer un churrasco y des-pués comprar un libro, volver a la casa y leer el libro. Y, al día siguiente, ir y com-prar otro libro y leerlo. Eran todos los días lo mismo, y en un verano podía leer cua-renta o cincuenta libros. Entonces, la co-nexión con la literatura está vinculada a

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Valdivia, pero por una cosa muy circuns-tancial, no porque Valdivia me genere lite-ratura ni mucho menos. Era, básicamente, porque llovía y tú te encerrabas a comer y leer. Y no eran grandes lecturas tampoco, ni cabezonas ni nada. Pero siempre había algo.

- ¿Cuáles fueron tus primeras lec-turas?

- Lo que te decía de Julio Verne y Jack London. Me acuerdo que esos los leía mucho cuando chico y me fascinaban. Mi viejo quería que leyera (Emilio) Sal-gari, pero no: ya había pasado su época. Cada autor te iba tirando a otro. Después, más grande, Edgar Allan Poe, (Howard Phillips) Lovecraft, Jack London, Julio Verne y autores que fue-ran de un corte parecido, más de aventura o de trama, del hombre versus la naturale-za. Pero me acuerdo que, como a los trece o catorce años, empecé a hacer lecturas más serias, consciente que eran lecturas más serias. Leí La metamorfosis y no en-tendí nada, pero la leí igual. Y, después, los que me agarraron más (tengo ese recuerdo patente) fue Conversación en La Catedral, de (Mario) Vargas Llosa y Cien años de soledad, de (Gabriel) García Márquez. Esos los leí muy juntos, en el mismo vera-no, y ahí ya empecé a plantearme más se-riamente la literatura porque también veía que había construcciones que tenían algo de fondo, que no era sólo contar una histo-ria. Me acuerdo de esos nombres propios.

- ¿Qué buscas en los autores que lees?

- Siempre he visto distintos tipos de au-tores y busco distintas cosas en el autor que me gusta. Por ejemplo, (Geoffrey) Chaucer es alguien que nunca he podido leer en el idioma original porque es inglés antiguo, pero lo que me fascina mucho de Chaucer son las construcciones que hay detrás: cómo juega con los géneros, cómo hay diálogos, dentro de un libro de cuen-

tos, entre cada cuento y entre quienes, su-puestamente, están contando los cuentos. Entonces, depende del autor lo que busco. (Javier) Marías, lo que me gusta mucho, es cómo escribe: hay placer de la lectura y te da un poco lo mismo lo que esté dicien-do, a pesar de que, muchas veces, sean li-bros de ideas más que de tramas. Y las ide-as son muy buenas, pero es, más que nada, la sensación de que algo te está pasando físicamente cuando estás leyendo algo que es muy bueno.

- ¿Qué valor tienen tus primeras lecturas y cuáles se las recomen-darías a un hijo?

- Siempre tengo la sensación de que uno va volviendo a las lecturas viejas y les va agregando valor, y hay otras que uno no vuelve por eso mismo, porque sabe que no le podría agregar valor. En quinto básico, el libro que, en ese momento, sentí que me había cambiado la vida fue La vida sim-plemente, de Óscar Castro. Nunca más lo volví a leer y no lo voy a leer. O sea, quiero tener siempre una copia guardada, porque le tengo cariño, pero nunca lo voy a volver a leer porque sé que no voy a sentir lo mismo y, probablemente, va a matar el recuerdo que tengo de antes. Pero claro, quizás a mi hijo le iría dando las lecturas que yo siento que me marcaron: a los diez años pasarle ése, a los doce pasarle El túnel (Ernesto Sábato). Después, a los

“A los doce o trece años dejé de pescar el colegio

y lo único que hacía era es-cribir. (…) Pero como a esa edad ya empecé a verlo más en serio, yo creo, por-que veía al leer, en los otros, lo que producía”.

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trece o catorce, (Bret) Easton Ellis, que es sucio, pero es un tipo de suciedad que es un poco infantil; o sea que es bueno que uno la lea cuando es más chico. (Charles) Bukowski. Henry James también, cuando sea más viejo, pero los gringos, en general, cuentistas más jóvenes, como Stephen Crane, a los quince.(Nathaniel) Hawthorne haría que lo leyera de muy chico y que lo volviera a leer siempre, porque es bueno esas conexiones que hay. Por ejemplo, volviendo a Bu-kowski, tú lees a Bukowski, o a (John) Fante primero, vas a Bukowski, después saltas a (Ernest) Hemingway, de Hemingway vas a (Lev) Tolstoi y de Tolstoi empiezas a ver a todos los rusos. Todo tiene ciertas conexiones que, quizás, uno no las ve o no tiene para qué verlas, pero que son choras, después, analizar cómo hay ramificaciones en términos temáticos. Entonces si fuera a darles lectu-ras a mi hijo, tirarle una lectura que sé va a encaminarlo a otra, como pasarle un libro para que después él mismo vaya saltando a otro.

Lo mejor, quizás, es ni siquiera reco-mendar. Decir: “toma, aquí tienes la bi-blioteca, elige tú”, y, si te preguntan, “me gustó éste”. Porque poner un mapa es me-dio complicado.

- ¿Qué autores chilenos te gustan?

- Cuando chico me gustaba mucho (Gonzalo) Contreras. Todavía me gus-

ta. Siento que, en términos de estilo, es muy bueno. Tiene mucho de Henry Ja-mes, de hecho. De Guillermo Blanco siempre he encontrado que tiene unos cuentos impresionantemente buenos, y que acá como que no lo pesca nadie. Me llama mucho la atención eso. (Jorge) Marchant Lazcano, que también es po-co conocido, tiene libros muy buenos, pero el mejor, para mí, es el primero: La Bea-triz Ovalle. Y ése me acuerdo de haberlo leído y haber dicho “éste tipo tiene bolas”, porque se atreve a hacer un libro raro. Siempre me ha gustado cuando se nota que hay mucha ambición y un poco de jue-go, y de atreverse a hacer algo más allá de la novela.

Uno todavía espera tan poco de las co-sas chilenas. Probablemente también de las películas, uno admira las películas por-que simplemente no esperas nada o por-que has visto tanta cosa mala. Con los au-tores chilenos me pasa lo mismo, les per-donas mucho más, como “sí, bueno no es, pero igual para ser chileno tiene esto o tie-ne eso otro”. Pero no se busca mucha re-gularidad y hay pocos libros que sean com-pletamente regulares.

- ¿Cuál es tu visión del panorama literario actual en Chile?

- A mí me da la impresión de que el mundo editorial en Chile está tan podrido que el único interés que hay es sacar una cosa nueva. Entonces hay libros viejos, que no son tan viejos, que deben tener diez años y ya no los puedes encontrar. A nadie le interesa reeditarlos porque dicen “no, es que no se venden”. Y me da la impresión de que están tratando de matar eso, sacan-do tirajes cortos, asegurando que se ven-dan y lo de atrás que se vaya un poco a la cresta. Y eso es un poco triste, en términos de literatura chilena, porque al final nadie lee a nadie. O todo el mundo lee lo que te hacen ruido que tienes que leer y al final son los mismos cinco estúpidos de siempre

“E mpecé a plante-arme más se-riamente la lite-

ratura porque también veía que había construc-ciones que tenían algo de fondo, que no era sólo contar una historia”.

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que no son buenos y que tienen, simple-mente, más ruido acompañándolos.

DÍAZ KLAASSEN, EL ESCRITOR

- ¿Cuándo empezaste a escribir?

- A los doce o trece años. Me acuerdo de ese momento. Dejé de pescar el colegio y lo único que hacía era escribir. Novelas malas, medias policiales. Yo nunca he leí-do policiales, entonces no sé por qué es-cribía, pero eran todas cosas medias poli-ciales. O cuentos de terror. Pero a esa edad ya empecé a verlo más en serio, yo creo, porque veía al leer, en los otros, lo que producía. Pero también para sentirse uno especial, porque nadie más escribía. No sé cuál era la razón de fondo, pero me acuer-do que había una cosa media frenética a esa edad.

- ¿Cuánto de ti tienen tus persona-jes?

- No sé, siempre hay. En la Antología del cuento nuevo chileno (2009) uno de los autores falsos se llamaba Francisco Díaz Klaassen, y todos tenían biografías y habían biografías que calzaban con cosas mías y cosas que eran diametralmente dis-tintas. Me gusta jugar con eso. Cuando es-cribo sé perfectamente qué cosas son mías y qué no, pero si las dijera sería medio fo-me, porque siempre tú estás filtrando a través de ti mismo. Una vez que tienes bien configurado el personaje, el personaje dice sólo lo que podría decir el personaje si lo armaste bien, pero eso siempre está fil-trado por las cosas que tú piensas que di-ría ese personaje o por cómo te vas po-niendo en su piel en el momento en que lo estás escribiendo. Suena medio cliché, pe-ro uno de repente tiene esa impresión.

- Como escritor, ¿qué reacción buscas en tus lectores?

- No sé si espero nada del lector, porque no sé si todavía he conocido a lectores que

no estén completamente relacionados con-migo, de alguna manera. Pero lo que sí he visto, por las críticas, y que me ha gustado, es que son lecturas muy distintas. Hay gente que ha dicho que el libro es una au-tobiografía y es entretenido que pase eso, porque es parte del juego del libro. Enton-ces, cuando alguien lo lee completamente literal, no es que uno diga “no, no lo enten-diste”, sino que dices “bueno, entonces funciona igual el mecanismo”, el mecanis-mo de la primera persona o la manera de presentarlo. Entonces yo creo que uno, lo que va leyendo, es qué genera emocional-mente. Lo que a mí me ha gustado es que se genere emoción, porque las cosas que he escrito hasta ahora no son muy de gua-ta, son más de cabeza, más ideas abstrac-tas. Entonces es bueno que, de repente, uno dice “ah, bueno, igual puedo generar algo más gutural”, o una impresión que no tiene que ver, tanto, con una cosa intelec-tual, sino que más emocional.

- ¿Cuál es tu opinión acerca de los talleres literarios?

- Pasa mucho una cuestión medio en-dogámica. (José) Donoso tenía un taller en el que estaba Contreras, Contreras tuvo un taller en el que estaba (Pablo) Simonetti, Simonetti tiene un taller en el que va a estar alguien que va a tener un taller en el que va a estar alguien. Es súper poco fértil eso, porque es como casarte con una hermana: eventualmente tus hijos van a tener cola de chancho. Hay un problema ahí que no sé cómo la gente no lo ve. Pasa

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“U na vez que tie-nes bien confi-gurado el per-

sonaje, el personaje dice sólo lo que podría decir el personaje si lo armaste bien”.

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mucho acá lo de los talleres, y todo el mundo te enseña cuestiones y casi que tie-nen como reglas, como no puedes escribir sobre esto o no puedes hacer esto otro. La gracia de los escritores es su sello particu-lar, no que todos cumplan con una moda o con una idea.

Tampoco he estado en mucho talleres, por lo tanto no sé si son todos de una ma-nera prescriptiva. Es muy probable que no, que haya gente que lee tus cosas y te va ayudando y dando consejos, pero me da la impresión de que escribir y leer son dos actividades que no se pueden compartir.

Tampoco digo que sea terrible; supongo que habrá procesos para cada persona, pe-ro a mí, personalmente, los talleres siem-pre me han parecido engañosos.

- ¿Por qué para ti es importante escribir?

- Yo creo que porque me gusta nomás. Hay gente que me dice “no, no podrías de-jar de escribir”. Yo creo que podría. No sé. A veces escribir es medio desagradable, no te hace bien. Depende de qué momento de tu vida estés. En este momento no estoy escribiendo nada, por ejemplo.

Pero yo creo que porque me entretiene y no creo que sea bueno para nada más. Hay días que tampoco creo que sea bueno para escribir, pero es algo que siento y que me nace. Probablemente me obligué a cre-arme un hábito, de que naciera, pero a pe-sar de que no tengo rutina para escribir. No soy de sentarme todos los días a escri-bir o de despertarme temprano. Como que me vienen, de repente, las ganas, y si hay una novela o algo, voy escribiendo mucho más, regularmente. Pero sí es algo que ca-da cierto tiempo me pasa.

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“H ay gente que me dice “no, no podrías de-

jar de escribir”. Yo creo que podría. No sé. A veces escribir es medio desagra-dable, no te hace bien. De-pende de qué momento de tu vida estés”.

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