Entrevista a Vicente Leñero (antisemita)

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  • 8/3/2019 Entrevista a Vicente Leero (antisemita)

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    Impaciente y terco, inseguro y crtico arrollador de smismo, Vicente Leero (Guadalajara, Jalisco 1933) haconstruido su obra con el sello de la tenacidad. Ms deuna vez ha estado a punto de cejar. Tras publicar La vidaque se va(1999), despus de dcadas de romper borra-dores y quejarse de su falta de imaginacin, dijo queabandonara la literatura, como ya antes lo haba hechocon el periodismo. Por fortuna, prximamente presen-tar Sentimiento de culpa, una antologa de cuentos ensu mayora autobiogrficos, bajo el sello Random Ho u s eMondadori.

    Sabedor que la vida no es ms que una serie de posi-bilidades, Leero reconoce que la de l como la deNorma Andrade, su personaje de La vida que se vahubiera podido ser otra si se hubiera casado con otramujer, hubiera seguido atado a organizaciones clerica-les, abrazado a otra profesin o doblegado a los desig-nios familiares.

    A finales de los cincuenta, aniquil a los peones desu tablero, empecinados en que fuera ingeniero y, me-diante un resuelto enroque, envalentonado por Estela,su mujer, acept subyugarse a su verdadera vocacin:

    ser escritor. Escritor de cualquier gnero, ya fuera deldrama de Los albaileso de las radionovelas, pero al finy al cabo, capaz de desechar los nmeros de la inge-niera, para sobrevivir con las letras de la literatura.

    Un jaque circunstancial, el golpe de Echeverra alExclsior, impuso que se aferrara al periodismo cuando

    soaba ya, en los setenta, con aventurarse a escribir fic-cin. Cmodo en las infanteras y obligado por lealtada Julio Scherer, Leero fue subdirector de Procesodesdeel da de su creacin en 1976, y durante dos intensasdcadas en las que se empe en buscar la verdad. LaVerdad con maysculas, aquella que quizs a la postrenutrira con personajes y situaciones su aletargada fic-cin, pospuesta, con reloj en mano, para ser retomadaal trmino del ciclo periodstico.

    Su vocacin como dramaturgo lleg por aadiduracuando en 1967 investigaba el reformismo en la Iglesia

    que promova Lemercier. Escribi Pueblo rechazadoylogr tal penetracin con su teatro documental, que supblico y sus actores le exigieron que siguiera escribien-do teatro. Seala:

    Viv muy desesperado por desarrollarme como escritor, por

    abrirme camino en el teatro y en la literatura. Nunca me

    sent realizado, nunca lograba lo que quera. Mis novelas las

    senta incompletas y las obras de teatro se conve rtan en una

    incesante lucha con los dire c t o res. Lo nico que se me dio

    ms o menos fcil fue el cine, que encontr por casualidad.

    No obstante su prolfica carrera en todos los gne-ros diez novelas, tres colecciones de cuentos, cincolibros, varios con guiones, reportajes y memorias, oncepiezas de teatro y, el Premio Biblioteca Breve de SeixBarral (1963), el Xavier Villaurrutia (2001) y el Nacio-

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    Entrevista a Vicente Leero

    A medio juegoSilvia Chere m

    Vicente Leero es una de las figuras clave de la literatura y elperiodismo del Mxico actual. En esta entrevista el autor de obras

    i m p rescindibles como Los albailes, Los periodistas, La vida que se

    va, u obras de teatro como La mudanza o La visita del ngel, a b re

    las puertas de su laboratorio literario para contarnos los secre t o s

    de la creacin y las implicaciones entre la obra y la biografa.

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    nal de Ciencias y Artes (2001), Leero se ha sentido

    un escritor de ligas menores, desdeado por el gremio.Mis libros pasaban inadvertidos, quiz porque el

    medio cultural y literario vea como un contrasentidoque fuera escritor y abiertamente catlico, reflexiona.

    Por ello, a sus setenta y dos aos, ha amenazado conclaudicar al tormento de la escritura. Quisiera escri-bir slo uno que otro guin cinematogrfico; releer libro sEl Qu i j o t e, novelas policiacas o la obra de Coetze e ;c o m p a rtir con su squito de mujeres: cuatro hijas y cinconietas; jugar ajedrez, solo o acompaado; viajar a Cu e r-n a vaca los fines de semana, y disfrutar de la compaa

    de Estela, la reina de su tablero.Su obsesin por desprenderse de yugos o excesos

    del pasado es tal que, a quien lo visita en su casa de SanPe d ro de los Pinos, le ofrece el libro que elija de su biblio-teca, sin importar que se trate de primeras ediciones ode libros dedicados. Tengo demasiados, me abruman yya no los voy a leer. Slo se salvan contados libros quehered de su padre y los ejemplares de su egoteca,donde acumula las ediciones de sus libros publicados.

    So b re su escritorio destaca como reliquia su mquinade escribir amarilla Bro t h e r, donde an teclea sus textos,

    entre bocanadas de humo y sorbos de caf, despus deescribirlos con pluma fuente en una minscula libreta.Nunca ha tenido computadora, ni inters en usarla. Ahmismo est un ajedrez a medio juego, siempre a mediojuego, el mismo en el que Leero continuar fraguan-do azarosas estrategias en cuanto yo me marche...

    UN G I G A N T E C O N U N P O D E R H I P N T I C O

    Eres chilango de San Pedro de los Pinos y, sin embargo, tu

    biografa insiste que eres tapato...

    Nac en Guadalajara por accidente. A mi padre leiba muy mal en los negocios, y emigr con la ilusin deser socio de una compaa de mudanzas. No prosper y,ya en Mxico, puso una fbrica de refrescos caseros; fuere s t a u r a n t e ro, comerciante, hotelero y hasta constru c t o r.

    Siendo yo nio compr, a un peso el metro cuadra-

    do, un primer terreno en San Pe d ro de los Pinos, cuandoformaba parte del antiguo Rancho Npoles, y sin estu-dios, comenz a construir con una visin pueblerina.Hi zo una casa que logr vender y as sigui comprandoterrenos en la misma manzana.

    Entre hipotecas y estrechez se pas gran parte de suvida construyendo, viviendo y vendiendo casas en SanPedro de los Pinos. Aunque eran un horror, as se hizode un patrimonio. A cada uno de los seis hijos nos he-red una casa. sta fue la que le hizo a mi abuela. Aquhaba un pozo de agua, en el que me asomaba cuando

    era nio deseando descubrir secretos. Re c u e rdo ese pozoy el olor a tierra mojada que pisaban las ru m i a n t e s vacasdel establo colindante.

    Me dices que tu familia vivi penurias econmicas y, sin

    embargo, estudiaste en el Colegio Cristbal Coln que era

    para nios de familias muy acomodadas...

    Inscribirnos ah coincida ms con las aspiraciones demi padre que con su realidad. Aspiraba a que tuviramosuna educacin de primer mundo. Yo era un chamacodemasiado tmido y me deslumbraba su entereza.

    Quizs estudiaste ingeniera para complacerl o. En aquella

    e va s i va autobiografa que escribiste a los treinta y tres aos,

    dices: Qu i e roser aceptado padre, me acuso. Qu i e ro serescritor, seor Faulkner, perdneme...

    Fue un gigante con un poder hipntico sobre m.No saba qu estudiar. Me gustaba escribir, pero consi-der que estudiar Letras era condenarme a ser un tericode la literatura. Adems era provocar la burla, no ser nada,morirme de hambre. Por eso, y por las matemticas,ingres a Ingeniera.

    Si soy justo, mi pap determin mi gusto por la in-geniera y mi aficin por las letras. Cuando ramos nios,nos compraba carros de tierra para que c o n s t ru y r a m o scarreteras y colonias en las montaas de tierra lama delos terrenos que iba adquiriendo; pero tambin empeca escribir porque quera que mi padre se sintiera orgu-

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    lloso de mis textos, como de los de mi hermano Arman-d o , que nos lea de sobremesa.

    Tena una biblioteca muy amplia, lo recuerdo rele-yendo la obra de Victor Hugo o jugando ajedrez. Mu r i a los setenta aos. Sus amigos del Club de Ajedrez mecontaban que a todos los haca pedazos, hasta que seenferm y, perdido de la realidad, comenz a comersesus propias piezas. Su final fue muy doloroso.

    Pe rcibo su sombra en tus obras literarias, sobre todo en

    Los albailes.Ese libro es muy autobiogrfico. El ingeniero era un

    poco mi padre: fuerte, contradictorio, intenso. Yo siem-p re dije que me identificaba con Jacinto, el maestro deobras, que es el ms cabrn, pero si soy sincero me

    identificaba con el hijo del ingeniero, torpe para la in-geniera, apodado El nene.

    Hblame de tu madre, a quien casi nunca mencionas.

    No existi mucho en mi vida, aunque le hered eltemperamento callado e introve rt i d o. Se senta tan insig-nificante que dej nuestra educacin en manos de mihermana mayor y de la nana Victoria. Mi padre y ellaeran muy diferentes. Ella, religiosa y clerical; l, guada-lupano de corazn, pero ms bien liberal. En mi juven-tud, me esconda de ella para leer los libros que la iglesia

    catlica tena en su ndice de autores censurados y quese empeaba en encerrar con cuatro llaves.

    La visin familiar era estrecha, de puertas cerradas.Vivamos de la calle para adentro. Jams compart a m o scon vecinos o amigos.

    CL E R I C A L E S H A S TA E L T U TA N O

    Pareciera que tuvieran miedo de algo...

    Quiz de romper el ncleo familiar. La escuela era

    tambin una prolongacin de la familia. Por decisinmutua nos educaron con los lasallistas que nos inocu-laron la religin hasta el tutano. El discurso era repre-s i vo y demoledor. Me hicieron creer que el mundo esta-ba lleno de maldad.

    A f o rtunadamente el vicio familiar fue la literatura y asrespiramos otros aires. Iniciamos con Andersen, Pe r r a u l t ,Grimm y todos los cuentos de hadas ingleses, francesesy noruegos; sigui Salgari y todo Verne. Mi favorito eraDos aos de vacaciones. Era matadito y buen nio. Fuiel primer lugar desde primer ao de primaria hasta que

    llegu a la prepa de ingeniera, donde Jos Luis Brc e n a sme desbanc al segundo sitio.

    Es en esa poca de encierro domiciliario cuando nace

    la vocacin teatra l, de la que hablas en Vivir delt e a t ro?

    S, mis hermanos y yo comprbamos tteres en algu-no de los puestos del mercado Miraflores. Tenamos alnarign, al charro, al cocinero, y a la bella, y hacamosfunciones de teatro, primero en la cama de nuestrospadres, y ya luego construimos nuestro teatro con uncajn de madera, que tena teln, mobiliario y sistemade iluminacin.

    En aquel Te a t ro de la Ma r i p o s a cada sbadodbamos funciones con ms de cincuenta actores, aun-que nuestra nica espectadora fuera Esperanza, mihermana menor. Al terminar la funcin, escribamosun diario a mquina, El peridico Ma r i p o s a, en el quedbamos cuenta del xito de las obras, de las puestasen preparacin y de los chismes de nuestros ttere sa c t o re s .

    Cuando Armando entr a la adolescencia dio al trastecon nuestra empresa de titiriteros y cronistas. l era elalma de las escenificaciones. Organizamos entonces unequipo de primos para jugar beisbol en Taxquea, y sefue nuestro respiro.

    Nunca viviste rebelda o diabluras de adolescente?

    No, slo iba al teatro o al cine, de la mano de mi padre .Era tan santurrn y miedoso, producto de las culpas ycastigos que mam, que el primer amor de mi vida fueuna chica a la que durante dos aos vi en el tranva sin

    jams atreverme a hablarle.

    Fue Estela tu primera novia?

    S, nos conocimos en la Accin Catlica, cuandoestaba yo terminando ingeniera. Las chicas de ah eranen su mayora muy fetas, pero un da lleg ella, que eramuy guapa, a vendernos unos boletos de una rifa. Lerespond que prefera comprarme dos cafs, que unode sus boletos.

    Cuando regres de Espaa me atrev a hablarle. Mep a reca inalcanzable. Ella estudiaba psicologa, era oriun-

    da de Mexicali, y viva sola en el Distrito Federal, escan-dalizando las buenas costumbres de mi familia.

    Los uni la conviccin conserva d o ra de la Accin Ca t l i c a ?

    No. La Accin Catlica nos permiti conocernos,pero nos uni mucho ms salir de ella. Yo era religioso,ms por legado que por conviccin, y por eso fue fcilque mis compaeros del Cristbal Coln me embole-taran a trabajar en esa organizacin de corte excesiva-mente conservador.

    Hoy me acuso de haber sido ciegamente clericalista.

    Con resabios de la Cristiada, los militantes concebanal gobierno como ateo y maldito, como una fuerza aderrotar, y nosotros ramos sus aclitos, su brazo parahacer pro s e l i t i s m o. Me deslumbraban personajes dela Cristiada como Len Toral, capaces de matar por leal-tad a su credo.

    E N T R E V I S TA A VICENTE LEERO

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    Cul era tu labor?

    Hice ah mi primer periodiquito, Impulso, donde

    reseaba las actividades del movimiento estudiantil yprofesional. Adems, para la revista Seal, entrevistabaa reputados catlicos. As conoc a Jos Vasconcelos.Lo iba a ver a la Biblioteca Mxico y siempre contesta-ba mis tontas preguntas, como qu piensa usted de la paz,yo escriba su respuesta para evitar que le torciera susdeclaraciones.

    Tiempo despus, le hice una entrevista exhaustivaque publiqu en el peridico Reforma Universitaria,donde me cont de su extraa conversin al catolicismo.Cuando l diriga la revista Timn, haba sido pro nazi

    y, arrepentido de algunas inmoralidades, expurgaba susescritos desde el Ulises criollo, con el fin de publicar susObras completasen la Editorial Jus, de Salvador Abascaly la familia Gmez Morn.

    En aquella poca comenc a colaborar en el Exc l s i o r.Tena dos columnas: Quin es quin en el cine, queresolva haciendo preguntas telefnicas a actores comoPedro Infante o Silvia Pinal, y La linterna mgica,donde haca crtica de cine sin saber del gnero. Gr a c i a sa esas entraditas, a las que se sumaban dar clases y hacerlevantamientos topogrficos, poda yo mantenerme.

    IN G E N I E RO O E S C R I TO R?

    En 1956 te vas a Espaa queriendo romper con tu histo -

    ria en la ingeniera. Cmo se da ese viaje?

    Cuando estaba en tercer ao de ingeniera, me dije,si paso Estabilidad, que era la materia ms difcil, memeto a estudiar periodismo en la Carlos Septin Ga rc a,una escuela de la Accin Catlica. No quera dejar la in-geniera, pero quera aprender a escribir, me daba cuen-t a de lo incapaz que era para ligar las ideas.

    El nivel era deplorable, pero conoc el mundo pe-r i o d s t i c o. Por buen alumno, me becaron para cursar undiplomado en el Instituto de Cultura Hispnica de Ma-drid. Mi pap se opuso, pero mi hermano me pag elb o l e t o. El diplomado result un curso intensivo de adoc-trinamiento franquista. Mi suerte fue conocer a Go n z a l oTo r rente Ba l l e s t e r, un notable escritor, clave en mi vida.

    Me sorprende escuchar que no sabas ligar las ideas, porq u e

    s que desde nio mandaste poemas a laXEQque pasaron

    al aire. Tenas vocacin...

    Cul vocacin? Cmo sabes lo de la XEQ? Nadie seenter y fue pattico. El locutor me alab en pblico,pero en privado me dijo que todo estaba mal escrito.Adems no era tan nio, yo ya estudiaba ingeniera.Quiz no era tan malo, pero me cort las alas para lapoesa.

    Y en 1958 encontraste la convocatoria de un concurso de

    cuento cuyo jurado estaba compuesto por Arreola, Rulfo,

    Dueas y Gonzlez Casanova y sin aliento escribiste La

    polvareda y Qu me van a hacer pap?, con los que ga -

    naste el primero y el segundo lugar.

    Pens que ese triunfo sera mi oportunidad de co-nocer a Rulfo. So que me dara el aorado empujn.Ya frente a l, me dijo: Mire, de los cinco jurados, cua-tro votaron en favor suyo y uno en contra. Yo vot encontra.

    Fui a ver a Arreola, quien adems de jugar ajedrezconmigo me invit a un taller que imparta en el Cen-tro Mexicano de Escritores. Ah le en voz alta algunos

    cuentos de mi primer libro La polvareda y otros cuentos,y recuerdo que Arreola pregunt sarcstico: A qu lessuena?. Era claro, a Rulfo, y me puso como dado. Unacosa era la influencia y otra el pastiche.

    Y a pesar de que queras ser escritor, terminaste ingeniera.

    Quiz fue Estela la fortaleza que necesitabas para crecer y

    desprenderte de las expectativas de tu familia...

    A pesar de que ramos mochos, ella era de un tem-peramento mucho ms liberal y abierto que yo. Mi paple peda que me convenciera de continuar de inge-

    niero, pero ella haca lo contrario. Me deca: Si lo quequieres es ser escritor, pues rale, no te detengas.

    Trabajaba entonces en una compaa de instala-ciones sanitarias y todo me sala mal. Estela llam aCarmenchu, una amiga que trabajaba en la AgenciaPalmex, donde hacan las radionovelas para Palmolive,

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    Vicente Leero con su esposa Estela Franco

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    y as me decid: jams vo l vera al suplicio de la constru c-cin. No quera volver a saber de albailes, tuberas odestapar caos.

    Es ms, Los albailes, que escribira tiempo despus,fue una venganza por lo mucho que me hicieron sufrir.Cuando la llev al teatro, un maestro de obras grit abocajarro que mi obra era un insulto a la dignidad delos trabajadores de la mezcla y la cuchara. Insista queno todos eran borrachos ni asesinos. Tena razn.

    ES C R I TO R D E T I E M P O C O M P L E TO

    Te pareca desdeable escribir radionovelas?

    Para nada! Me senta el hombre ms dichoso del

    mundo porque poda vivir de ello. Ningn gnero esdesdeable. Adems, me liber as del mundo catlico.Escrib: Entre mi amor y t, La sangre baja del ro,Bodas de plata. Eran malas y cursis, pero aprend elgnero del culebrn.

    Seguas en el taller de Arreola?

    S, pero tambin en el de Art u ro Souto y Ramn Xirau, maestros asimismo del Centro Mexicano deE s c r i t o res. Con ellos comenc a explorar la novela. En1961 escrib La voz adolorida. Sergio Galindo se entu-

    siasm con ella y sa fue la posibilidad de liberarmepor completo del mundo clerical. Mi editorial ya nosera Jus, sino la Ve r a c ruzana. Xirau escribi una crti-ca en La palabra y el hombre, y con ello me dieron labeca del Centro Mexicano de Escritores con la queescrib Los albailes.

    Y en 1963, porLos albailes recibes el premio BibliotecaBreve Seix Barral, un ao despus que Vargas Llosa y uno

    antes que Cabrera Infante.

    Fue muy emocionante porque, por recomendacin

    de Emmanuel Carballo, el F C E haba decidido no publi-carla. Ese desaire me haba sacudido brutalmente. Jo a-q u n Mo rtiz la public y la inscribi en el concurso. Tr a sel premio, hasta Carmen Balcells, antes de ser la mo-numental agente literaria, acept representarme! En1965, Garca Mrquez, que an no escriba Cien aosde soledady yo, ramos en Mxico los nicos a quienesrepresentaba. Balcells construy en torno a m castillosen el aire, pero yo siempre tuve pies de plomo.

    A diferencia del entusiasmo internacional, en el me-dio cultural mexicano, regido entonces por Fe r n a n d o

    Be n t ez, segu siendo un don nadie. Muy pocos crticosse interesaron por Los albailesy las contadas notas tu-v i e ron un tinte devaluatorio o indiferente. Elena Po n i a-towska me hizo una entrevista que dur dos das y que,segn me dijo, nunca public porque Fernando Be n t ezno quiso.

    La voz adoloridafue el primer eslabn de tu tra yectoria y,sin embargo, has dicho que te arrepientes de ella por mala.

    Soy duro conmigo, pero ese libro es psimo. Cu a n d oun editor extranjero me busc para decirme que querapublicarla, la reescrib casi toda y le cambi el nombreaA fuerza de palabras. Casi siempre hago y rehago lostextos.

    En el Exclsiorenvidiaba a Granados Chapa que seatornillaba frente a la mquina y se aventaba cuatroeditoriales apenas con dos o tres tachaduras, a diferen-cia de Monsivis, que era como yo, lento hasta la enfer-medad. Caminaba con las cuartillas pegadas a los lentes,rascndose los resortes de la cabeza, tachando hastaquedarse sin texto. Sufra para expresarme, para tenerun estilo.

    LI G A S M AYO R E S D E L PE R I O D I S M O

    Al renunciar a Te l e v i c e n t ro, en 1965, comienzas a tra b a j a r

    como colaborador de la revistaC l a u d i a, que luego dirigiras...Gustavo Sainz me cont que l y Jos Agustn aca-

    baban de incorporarse a una nueva revista femeninaque no sera como Kenao Vanidades, cargadas de frivo-lidades. Jorge DAngeli, el fundador de la revista, mepuso a prueba. Escrib: Cmo se hacen las telenove-

    las?, en donde cont que algunas actrices, forzando elclose up, se presentan en el setmuy elegantes, pero enchanclas. Era un re p o rtaje maln, pero me dio el puestode reportero.

    E N T R E V I S TA A VICENTE LEERO

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    Escrib sobre Mara Flix que me habl de su colec-cin de porcelanas, de su cabecera de plata pintada porDiego Rivera; sobre Rafael y el gran Cantinflas, que ledaba trato de principito a su hijo. Me achicaba ante ellos,pero al escribir los textos me salvaba porque lograbaatrapar al lector.

    Te fue mal con algn personaje?

    Con Dolores del Ro. A los dueos de Claudiase lesocurri hacer: Usted pregunta, Dolores del Ro res-ponde. Ella acept por una buena lana. Yo era el en-cargado de las respuestas. El problema era que, aunqueera diva, no recibamos ni una sola carta y haba quei n ventar tragedias amorosas, penas de arrugas o gord u r a .

    Cada mes iba a su mansin y me dejaba horas espe-

    rndola. Para cuando apareca, acompaada de susf re n c hpoodle, se quejaba de que las preguntas las escribiera yoy ella no recibiera ninguna carta de admiracin. Era in-soportable y, para colmo, le pagaban el triple que a m!

    Para fines de 1971, ya quera dejar el periodismo paradedicarme a la literatura. So r p re s i vamente, me llam Mi-guel ngel Granados Chapa, a nombre de Julio Schere rpara ofrecerme la direccin de la moribunda Revista deRevistasdel Exclsior.

    Y te gan la seduccin de Julio Scherer...

    El sueldo era inclusive menor que el de C l a u d i a, peroacept. Diriga la revista y escriba un artculo semanalpara las pginas editoriales del Exc l s i o r. No haba lnea,me dejaban hacer y decidir. Para el 2 de junio de 1972comenz a circular la nueva Revista de Revistascon unaentrevista a Erich Fromm de Ignacio Solares. A Julio lefascin tanto que dijo que mereca estar en el peridi-co, no en la revista.

    Muy pronto nos convertimos en un complementodel Exclsior, pero no recuerdo ningn trabajo memo-rable. Lo que ms disfrut fue comenzar a relacio-

    narme con gente c re a t i vade primera: Mag, Jorge Ib a r-gengoitia, Ed u a rd o Lizalde y Luis Gonzlez de Alba.

    Sin embargo, hay reportajes tuyos de entonces que son ma -

    gistrales. Me gusta aqul en el que cuestionas a la Cuba de

    Ca s t ro, a la Cuba d e s p e l l e j a d a. A contracorriente aludiste

    a una sociedad presuntuosa y mitificadora, cuestionaste el

    f e rvor militar, el ciego odio antiyanqui, el deterioro y el cas -

    trante rgimen.

    Percib el poco sentido autocrtico cuando asist alXXAniversario del Asalto al Cuartel de Moncada. Laveneracin excesiva a Castro, un manipulador dogm-tico, me recordaba la veneracin ciega de muchos feli-g reses ante jerarcas endiosados por la Iglesia. El aparatoideolgico rayaba en la soberbia y el dogmatismo.

    Ms de una vez me escap del agregado de prensaque hasta al bao me acompaaba. La ciudad, efectiva-mente despellejada, era como un traje guango, enorme,barroco y superfluo; uno de esos trajes confeccionadospara un burgus vanidoso que al marcharse acab re g a l n-dole su suntuosa prenda a un obre ro incapaz de port a r l a .

    Despus de cuatro aos de dirigir Revista de Re v i s t a s

    me cans del periodismo, quera escribir una novela so-b re el ambiente periodstico. Le ped una cita a Schere rpara renunciar, pero l me propuso que me alejara slounos meses, no conceba que alguien quisiera dejar elperiodismo.

    Y mira qu paradoja. Escasos meses despus, la realidad te

    regalara la trama de tu aorada novela inspirada en el

    ambiente periodstico: el golpe de Echeverra alExclsior,un crimen perfecto.

    La asombrosa realidad siempre supera a la ficcin.

    Estaba negociando con Julio, cuando se vino el golpe yya no hubo manera de irme. Fundar Pro c e s ofue un com-promiso moral. Sin embargo, como a los cinco aos detrabajo incesante, Julio y yo hicimos un pacto: Cu a n d ocumpla la revista diez aos, nos vamos. l duplic elplazo a veinte y agreg: pero nos vamos juntos.

    LO S E N T R E T E LO N E S D E PRO C E S O

    Cuando Gu s t a vo Alatriste te quiso comprar el guin deL o s

    p e r i o d i s t a s te dijo que era imperdonable que al final huye -ran del peridico. Su versin, que tendra a Hctor Su re z

    en el papel de Julio Schere r, terminara con un taxista que,

    al ve rlos salir delExc l s i o r sin gloria, les gritara: Pe n d e j o s ,s a c a t o n e s. Hubo oportunidad de quedarse?

    Quedarnos, quiz no, pero s de entrarle a la bro n c a .No s o t ros jams imaginamos perder aquella ltima re u-

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    Estela, el periodismo y la literatura han sido misf u e rzas purificadoras. Camus tiene una frase lapidaria:Cuando se acaba el misterio, se acaba la vida.

    Yo la tomo como una advertencia personal.

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    nin del Consejo de Administracin del Exc l s i o r, porq u eel peridico funcionaba muy bien con Julio y sentamosque conformbamos un equipo inmejorable. Supera-mos el boicot de anunciantes, los funcionarios decanque no podan prescindir de la saludable irritacin queles provocaba la lectura de nuestras pginas y era cre-ciente el nmero de lectores. No quisimos ver que lasinnumerables deficiencias de la estructura de la coope-rativa y los vicios acarreados durante aos, abran res-quebrajaduras por donde podan infiltrarse intereses quedaaran lo mejor del peridico: nuestra lnea indepen-diente y liberal.

    La asamblea result ser baln. Lleg una cantidadde ensombrerados, gentes de Regino Daz Redondo quedesde que iban subiendo por las escaleras amenazaban

    con soltar trancazos y balas. Con sus rechiflas no dejaro nhablar a Miguel ngel Granados Chapa ni a Samueldel Villar. Aprovechando el acceso hacia los puestos delConsejo de Administracin, Echeverra impuls a unapandilla de truhanes que daran un golpe poltico, dis-frazado de guerra civil. Los compr para derrocarnos,para hacer creer que era un problema entre las bases ysus dirigentes.

    Fausto Zapata, Subsecretario de la Presidencia, yFrancisco Javier Alejo, Secretario de Patrimonio Na-cional, nos llegaron a decir que Regino vea mucho a

    Echeverra. Quin iba a pensar que pudieran ser tanmaquiavlicos? Echeverra se senta el dueo del pas,insista que no era honrado que mordiramos la manode quien nos daba de comer, pero jams imaginamoslos alcances de su ambicin, ni el servilismo traicionerode Regino.

    Adolfo Aguilar y Qu e vedo luego nos confirmara quelos trabajadores de la Confederacin Nacional Campe-sina fueron los verdaderos invasores de los terrenos dela cooperativa en Taxquea. Nos gan la ingenuidad!

    Hay diferencias fundamentales entre las dos versiones p -

    blicas, la tuya, publicada en 1978 con la herida an fre s c a ,

    y la que expuso Aguilar Camn enLa guerra de Ga l i o.Siento que Aguilar Camn se burla un poco de Ju l i o.

    Consider que la invasin de los terrenos de Taxqueaera banal, un suceso incapaz de justificar una bronca deese calibre y, por eso, busc un motivo ms brutal: unproblema con terrenos madereros.

    Cuando Aguilar Camn lo public, Julio me pidique se lo contara porque no pensaba leerlo. Su historia no

    era calumniosa, simplemente guardaba una cierta iro n acon respecto a Julio. A Julio esto no le import, al con-trario, invit a Aguilar Camn a colaborar en Proceso.

    Los periodistasse convirti en la historia oficial, aun-que a m su aparato formal no acaba de gustarme. Debhaberlo escrito como reportaje.

    El golpe fue en julio y sorprende que el mpetu y la indigna -

    cin los mov i l i z a ron para iniciarPro c e s o en nov i e m b re . . .Me aterraba que Julio se empecinara en sacar el pri-

    mer nmero antes de que Echeverra dejara la presi-

    dencia. El reto era escupirle en el rostro que no nos de-r rot. Y lo logramos. Salimos un mes antes de que dejarael poder.

    Nunca he conocido a nadie tan re p o rt e ro como Ju l i o.Tiene adems una facilidad impresionante para tratarcon los poderosos sin doblarse. Con Jess Re yes He ro l e s ,

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  • 8/3/2019 Entrevista a Vicente Leero (antisemita)

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    Secretario de Gobernacin con Lpez Portillo, los en-cuentros se convertan en duelos de inteligencia. Juliolo criticaba, lo impugnaba, lo cuestionaba y l re s p e t a b aa Julio por su tesonera necedad.

    Nunca lo viste doblarse?

    Quizs una vez. Hay una historia con las sobrinas deManuel Bartlett, Secretario de Gobernacin con De laMadrid. En Los ex presidentesJulio lo cuenta, pero nobien. La hermana de Bartlett viaj con su familia a Ve-nezuela y se incorpor a una secta manejada por ungurumai. Despus de un tiempo, el marido regres y lamujer comenz a cuestionarse. Espantada, se empecinen sacar de ah a sus hijos, ya renuentes a volver. Ella lepidi ayuda a su hermano, quien mand a un comandode guaruras a Venezuela para rescatar a sus sobrinos.

    Slo lograron expatriar a los dos menores: un jove n-

    cito y una chica, que enrabietada amenaz a su madrecon ir a Pro c e s o a contarlo todo. La encerraron en suc a s a , pero se escap por la ventana. No era un asuntoescandaloso, pero nos interes porque haba abuso deautoridad e intervencin del gobierno mexicano en losa s u n t o s de Venezuela.

    La noche del cierre lleg a Proceso Jos AntonioZorrilla, Director de la Federal de Seguridad. Amenaza Julio, le pidi que declinara la publicacin del repor-taje. Julio se empecin. Carlos Marn, en broma, le dijo:

    Julio no toma ninguna decisin sin que Vicente

    la apruebe.No tard en decirlo cuando Zorrilla ya estaba fre n t e

    a m. Sorbiendo una coca-cola espet:Ustedes son muy rectos, no?S respond sin que me escuchara.ste es un asunto secundario continu, pero

    Julio es de una necedad increble.De nada servan mis aclaraciones.Si mi jefe dice que se publica, se publica.Comenz a deslizar su vaso por el permetro de la

    mesa oval. Al llegar a la cabecera dijo:

    Ustedes se creen muy rectos, no? Pero fjesebien, la realidad se curva.

    Solt su vaso y pisando las astillas amenaz: Usted tiene cuatro hijas...Ya no pude seguir escuchando. Julio estaba acos-

    tumbrado a esa forma de conminar, yo no. Le dije a Ju l i o

    que yo por esa chica y por sugurumaino me jugara mipaz familiar. Me agarr del brazo, fue con Zorrilla y ledijo:

    Ya lo dijo Vicente: no la publicamos.

    Seguramente no fue la nica vez...

    Haba incidentes a cada rato. Una vez nos enteramosde que Crdoba Mo n t oya iba a hablar sobre el T LC c o nun norteamericano en un restaurante de Wa s h i n g t o n .Carlos Puig, nuestro corresponsal, apart una mesa jun-to a ellos, y grab todo. Result escandalossimo que lohubiramos grabado, aunque todo el tiempo haba fil-traciones de ida y vuelta. Carlos logr hacer una notade los acuerdos a los que estaban llegando. La noche delc i e r re lleg a Pro c e s oFernando Gu t i r rez Barrios, desple-gando todo su aparatote de la Federal de Seguridad.

    Antes de que siquiera reclamara, Julio le ense la

    portada y sin darle espacio para responder, le dijo: D -gale al presidente que haga su trabajo, que yo seguirhaciendo el mo. Slo respondi: En eso s tiene razn.Se dio la media vuelta y esa vez no pas nada.

    Alguna vez balearon los cristales de tu casa...

    Fue semanas despus del golpe al Exclsior. Todo eltiempo que estuve en Procesosucedan cosas. Descolga-ba el telfono y me decan majaderas o ya ms directo:Te vas a morir, cabrn. Una vez le cont a Julio y res-pondi: A m me llaman a cada rato, no hagas caso, no

    pasa nada. Julio era muy audaz porque aquellos tiemposdistaban de ser como los de ahora, en los que nadamosen una libertad desmedida.

    S, por ejemplo, que despus de 1968, Julio y algunosc o l a b o r a d o res re c i b i e ron amenazas, y es ms, estall unabomba en elExc l s i o r,en Reforma 18. Daz Ordaz incre p a Julio en Los Pinos porque el Exclsiordesobedeca loscriterios oficiales. Julio agarr una caja de cerillos queestaba sobre el escritorio presidencial, la par de cantoy le dijo que la perspectiva para ambos era diferente,igual que la manera en la que cada uno vea el pro b l e m a

    de los estudiantes. Daz Ordaz le espet a Julio: Ha s t acuando dejar usted de traicionar a este pas!.

    Cada sexenio tuvo su color. Con Lpez Portillo, ro-deado de lambiscones, las amenazas se agravaron anms. Insista que l no pagaba para que le pegaran. Dela Madrid fue inocuo.

    No me gusta que las historias se acaben:ni en el cine, ni en la literatura, ni en la vida.

    Siempre tiene que haber ms posibilidades,ms caminos, ms respuestas.

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    Cmo les fue con Salinas?

    Ha sido el nico presidente con el que yo mantuveuna re l a c i n . Al principio de su gestin, despus de unareunin de intelectuales, me subi a su coche. Dijo:Dgale a Julio que ya le pare.

    Qu hacemos para trascender a Julio Scherer?,lleg a insinuarme tiempo despus. Respond sin cor-tapisas: No hay forma, licenciado, le recomiendo quelo que tenga que decirle a Julio se lo diga dire c t a m e n t e .Insista que con l no se poda hablar. Sigui llamn-dome para que lo fuera a ver, para quejarse de Julio.

    Hablemos de la relacin entre el periodista y el poder. Ju l i o

    p a reca gozar de independencia a pesar de que reciba cua -

    d ros como regalos, y enLos periodistas relatas que Luis H.Ducoing, Go b e rnador de Gu a n a j u a t o, le cedi su finca para

    pasar las vacaciones decembrinas con su familia, atendidos

    por un e j rcito de sirv i e n t e s. Las atenciones incluye ron que

    todas las colchas tuvieran bordada la inscripcin: Julio Schere r.

    Esas atenciones no alcanzaban el rango de e m b u t e.Eran secundarias frente a los ofrecimientos que se esti-laban entonces. En el instante en el que un periodistarecibe un ve rd a d e roe m b u t e, vende su libertad crtica,pero la relacin de Julio con los polticos, nunca fue unembute, nunca nadie logr silenciarlo.

    Froyln Lpez Narvez me cont que estaba con

    Julio cuando el mensajero de un poltico le entreg uns o b re. Cuando se dio cuenta que contena un cheque conmuchos ceros, sali furioso en mangas de camisa, al-canz al mensajero y le dijo: Dgale a su patrn quemuchas gracias, que el director del Exclsiorno recibecheques.

    Cientos de veces, secretarios de estado lo invitabana cenar, y entre copas de vino y apapachos, le implora-ban que detuviera las crticas de los editorialistas. Si e m-pre les deca que l no daba lnea. La indicacin a suseditorialistas era siempre la misma: Ustedes escriban

    libremente, yo paro los golpes.Me acuerdo que cenaba hasta altas horas con Hank

    Gonzlez y en el siguiente nmero de Procesole rom-pamos su madre. De pronto Julio era brutal, siempredispuesto a volver a cenar con los funcionarios paratranquilizarlos y convencerlos de que, sin una prensa cr-t i c a y libre, el pas no tendra sentido. La tica de Ju l i oestaba c o m p rometida con su profesin, antes que con lamoral o el servilismo.

    Julio te enlistaba entre los intachables, te llegaron a ofre -

    cer dinero por motivos periodsticos?

    Nunca. Nacimos como un medio contestatario delpoder y hacamos pblico lo que no se conoca. Nu e s t roaliento era hacer un periodismo agre s i vo, independiente;y en la cpula saban que si nos ofrecan chayote, losdenunciaramos.

    Ahora todo ha cambiado y quiz los excesos de hoysean peores que los de ayer. Hoy la informacin brotahasta por las alcantarillas, pero a la hora de informar nose informa y cabalgamos entre los insultos ofensivos, elsensacionalismo y el insulso periodismo de banqueta.Eso, para m, es un mal periodismo, un periodismo vul-g a r y faciln.

    AProceso se le ha acusado de eso: de erigirse como juez, deser amarillista, de estar ideologizado...

    Mi mayor disputa con los re p o rt e ros era luchar por-que se apegaran a la ve rdad y no tomaran part i d o. Nu n c aconfundimos los dos terrenos: informacin y s u b j e t i v i-dad. Si tuvimos desbarres, no fue por voluntad.

    La responsabilidad del informador la aprend muy

    p ronto y de forma dramtica. Cuando entr al Exc l s i o rescriba tambin editoriales. En aquel momento, Gra-nados Chapa y Miguel Lpez Azuara, echaban pestesen sus escritos contra Roberto Guajardo Surez, presi-dente de la Coparmex. Como tena que entregar miartculo y no tena de qu escribir, decid ponrmelocomo lazo de cochino. Al siguiente da lleg una cartasuya al Exclsior, reclamando mis juicios. Me mat laculpa porque yo slo me haba basado en chismes. Enmi siguiente entrega le ped perdn. Granados Chapa mecritic, dijo que no era necesario. Gu a j a rdo Su rez qued

    conmovido. Aprend que es muy fcil echar mierda yesa leccin me marc para toda la vida.

    E N T R E V I S TA A VICENTE LEERO

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    Con Julio Scherer

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    Consideras queProcesoprotagoniz el proceso democr -tico de Mxico?

    La democracia no se deriva de un medio. Fue unfenmeno ms complejo, pero sin duda Procesocoad-yuv a destapar el autoritarismo, la corrupcin, el nar-cotrfico, el cacicazgo, los re p o rt e ros asesinados, el enri-quecimiento de los gobernantes. Tr a t a ron de silenciarnos,pero nadie nos mat y pudimos seguir. En tiempos dela irrupcin zapatista y la crisis de Salinas llegamos avender hasta trescientos mil ejemplares!

    NO H AY PE O R P O L T I C A QU E LA N E G R A

    El tema de la Iglesia inunda tu obra. DesdePueblo re c h a z a-

    do (1968), donde aludes a una jera rqua eclesistica c o -b a rde, tmida y pere zo s a oRedil de Ovejas (1973), hasta elguin deEl crimen del Pa d re Amaro (2002), hay una suert ede rebelin contra el mundo que viviste, una necesidad de

    exhibir los manejos elitistas de la jera rqua eclesistica...

    Pueblo re c h a z a d oyRedil de ove j a sf u e ron justamenteeso, mi testimonio sobre el mundo mocho que me habaregido. Me enoja que la Iglesia eclesistica haya sepul-tado al mundo religioso. Para m fue clave el ConcilioVaticano II y la apertura que generaron el pensamientomarxista y la teologa de la liberacin.

    En la introduccin dePueblo re c h a z a d o cuentas que en1962, cuando escribas tu novela Los albailes, Mi g u e lManzur y Ramn Zorrilla te sugirieron que, para term i n a r

    de escribirla, te hospedaras en el cuestionado monasterio Sa n t a

    Mara de la Re s u r reccin del sacerdote Gregorio Lemerc i e r, en

    Cu e rn a vaca, quien combinaba misa con psicoanlisis...

    La hospitalidad benedictina permita a cualquiervarn hospedarse en una celda individual, sin ms obli-gacin que la de compartir los alimentos con los monjes.Yo slo viv la experiencia monacal porque nunca vi las

    sesiones teraputicas de grupo. La primera vez, apenasconoc a Lemercier, platiqu con l no ms de veinteminutos. Pude re g resar a entrevistarlo en 1967, cuandofue condenado por el Santo Oficio, y tom la decisinde renunciar al ejercicio del sacerdocio jerrquico cat-lico para crear la comunidad Emas, que significapueblo rechazado. Me peg la necesidad de hablar dela renovacin de la iglesia, la reforma ecumnica y elquiebre institucional. Por eso escrib Pueblo rechazado.

    En este mismo tenor siguiEl juicio en 1971, donde aludesa ese mesianismo que viviste en la Accin Catlica y por el

    que tanto admiraste a Len Toral.

    Cuando mi padre muri, descubr en su bibliotecados libros en donde se re p roduca textualmente el juicio

    popular que le hicieron a Toral y a la madre Conchita,tras el asesinato, en la delegacin San ngel. Ah e s t a b ael fanatismo religioso de los acusados y el poltico de losa c u s a d o res. Era casi una obra de teatro en bruto y fue fcilescribir El juicio.

    El gobierno ya haba censurado El atentadode Ib a r-gengoitia sobre el mismo tema y a Juan Jos Gu r rola lehaban impedido montar esa obra. Saba que El juiciotambin vivira su calvario.

    Fue la primera y nica vez que a m me ofrecierondinero por mi silencio. Por la presin de los obregonis-

    tas, el regente Octavio Sentes me ofreci, a travs deAmado Trevio, su jefe de relaciones pblicas, cientocincuenta mil pesos para m y ciento veinticinco milpara Retes y los actores, con el fin de cooptarnos. Portoda la temporada yo pensaba sacar treinta mil pesosde honorarios. Creyeron que me doblegara; cuandome negu, duplicaron la oferta imaginando que no mehaban llegado al precio.

    Tambin conociste a Sergio Mndez Arceo, el obispo de

    Cuernavaca que se acerc al comunismo, critic de frente

    a Daz Ordaz por generar la violencia de los oprimidos o

    i m p o t e n t e s, particip en el Concilio VaticanoI Iy a quien

    luego marginara Juan PabloII. A l le dedicasEl PadreAmaro. Cul fue tu relacin con l?

    Lo conoc en 1967 cuando lo busqu para que inter-cediera con Lemerc i e r, quien haba rechazado mi libre t ode Pueblo re c h a z a d o. Don Sergio lo convenci de que nopusiera trabas. Con el tiempo le confes que quera es-cribir su biografa y, poco a poco, Estela acab por con-vencerlo. Durante 1973, obsesionado por lograrlo, lecaamos al Arzobispado de Cuernavaca.

    EnRevista de Revistas,publicaste en 1973 un reportajesobre este rebelde a quien la iglesia tildaba de obispo

    comunistoide y camarada Sergio. Te dijo que Chile y

    Cuba lo transformaron y, sin embargo, t no preguntaste

    ms ni del Encuentro Latinoamericano de Cristianos por

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    Con Luis de Tavira

  • 8/3/2019 Entrevista a Vicente Leero (antisemita)

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    p o d e roso prroco, ya instalado en el juego eclesisticop o l t i c o.

    Durante semanas decid no participar en el alboro t o.Sin embargo, Estela, harta de verme lastimado por eseretorno de la Iglesia a la penumbra pre c o n c i l i a r, me incita escribir unas lneas que acab publicando en Pro c e s o, amediados de agosto de 2002.

    En ellas lo dije claro. Soy catlico y soy escritor; soyanticlerical, pero jams anticatlico. Las secuencias pu-d i e ron resultar irre ve rentes, agre s i vas, pero ninguna tena

    contenido hertico. Lo que enoj a la jerarqua ecle-sistica y a sus aclitos fue la denuncia del crimen delmentado poder, que convierte a un sacerdote leal enprroco, a un prroco leal en obispo, a un obispo lealen cardenal...

    Tambin los laicos somos Iglesia catlica y tenemosel derecho y la obligacin de sealar y denunciar, hastadespotricar, lo que ocurre en nuestra realidad religiosa,i n c l u yendo la sucia poltica eclesistica, los sacerdotes in-continentes como Amaro, los paidfilos como MarcialMaciel y las narco limosnas documentadas por Leonard o

    Boff que patrocinan y corrompen al clero de AmricaLatina.

    El padre de Mndez Arceo le dijo a don Sergio cuan-do supo que iba a entrar al seminario: Ac u rdate siem-p re que no hay peor poltica que la negra, y creo quetena razn.

    UN A V I D A QU E S E VA. . .

    Vicente, en qu medida, tu abierto catolicismo fue una

    t a ra para ser aceptado por el crculo intelectual mexicano. . .

    Yo mostr ser anticlerical, pero ello no impidi quehubiera una cierta desconfianza por tildarme de mochoo por no considerarme de su estatura. Viv al margen,no encajaba: entre los ingenieros era escritor; entre losperiodistas, novelista; y entre los escritores, ingeniero.

    Para el grupo de Be n t ez, como te dije, yo no exista.

    Mis libros no tenan eco o me ignoraban o indistinta-mente salan Emmanuel Carballo o Huberto Batis apegarme. Hasta que no entr al Exclsiorno tuve nin-guna vela en el entierro cultural. Hoy, sin embargo, mecongratulo de no haber pertenecido a mafias porqueno tuve que plegarme a la moda. Me obsesion con lostemas catlicos y los abord como me dio la gana.

    Eres un hombre introspectivo...

    Estela, el periodismo y la literatura han sido mis fuer-zas purificadoras. Camus tiene una frase lapidaria: Cu a n-

    do se acaba el misterio, se acaba la vida. Yo la tomo comouna adve rtencia personal. No me gusta que las historiasse acaben: ni en el cine, ni en la literatura, ni en la vida.Si e m p re tiene que haber ms posibilidades, ms caminos,ms repuestas. Creo en la vida eterna, en la partida a mediojuego, porque finalmente nunca morimos del todo. . .

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    Con Marcos