Entrevista a Yolanda Delgado Batista por Eduardo García Rojas en EL PERSEGUIDOR

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 2 El perseguidor Miércoles, 14 de marzo de 2012  Y OLAN D A DEL GA DO BA TI ST A / PERIODISTA Y ESCRITORA  Y olan da D elga do Ba tista (Las Palmas de Gr an Ca naria , 1 96 7) ha cons egui do co n su p rimer a no vel a,  La isla de la s palab ras desorden adas (Izana Editores) algo así como ser una especie de revulsivo en el actual panorama de las letras escritas a este lado del Atlántico por su capacidad de indagación en el alma de una mujer con sueños rotos que regresa a su isla -que son todas las islas- para reencontrarse con sus raíces. Escrita en distintos estilos literarios, el relato descubre además a una escritora con una notable capacidad de indagar en el corazón de su protagonista, explotando las claves de la novela intimista para explorar su soledad, su desarraigo y los miedos que han ido condicionando su existencia. Yolanda Delgado Batista es también periodista, guionista de televisión y editora, y se encuentra en estos momentos ultimando un libro de relatos que lleva el título provisional de  Hombr es, mu jeres y otro s animales d omést icos , un texto en el que cambia radicalmente de género y registro, así como trabaja en una nueva novela en la que su protagonista será una señora de ochenta años que ha cometido un asesinato, “casi como si la hubiera sacado de  Arsén ico por compas ión , la estupenda película de Capara”, añade. “HAY UNA ISLA METAFÓRICA, LA ISLA QUE FORMA PARTE DE CADA UNO DE NOSOTROS” EDUARDO GARCÍA ROJAS -¿Cuánto hay de isla y cuánto hay de pala- bras en La isla de las palabras desordenadas , su primera novela? -La isla tiene una presencia real pero tam- bién es una metáfora. En la novela se descri- ben lugares de distintas islas que todos los isleños conocemos y que conozco muy bien porque los he pateado muchas veces. En la novela hablo del Valle de La Orotava, de la zona de El Tanque que hace unos años, como todos recordaremos, fue víctima de un feroz incendio. Otro escenario es el Barrio de Vegueta, en concreto, la Plaza de Santa Ana, con sus ocho perros apostados a los pies de la Catedral. La isla de Fuerteven - tura está presente, con sus montañas viejas, algunas perfectas como Montaña Quemada frente a la Casa de los coroneles. Pero tam- bién hay una isla metafórica, la isla que somos cada uno de nosotros, que surge cuando no llegamos a conectarnos con los otros o con el mundo que habitamos. Se puede llamar soledad, incomprensión, inco- municación...Miramos a nuestro alrededor  y e s f áci l s entirno s i nvi sibles, com o l a i sla de San Borondón. Así se siente Lola, la prota- gonista de mi novela. La isla tendrá tantos significados como el lector quiera darle. Eso dependerá de cada uno, pero hay una cosa cierta: “Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo; todo hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto”. Esta frase de John Donne, un clé- rigo inglés del s. XVII, creo que hoy está más de actualidad que nunca. Con todos estos paisajes, música y sentimientos, he tratado de construir una historia. Mientras la fui escribiendo, iba dándome cuenta de qu e cada palabra no es nada por sí misma, cada una necesita a las otras para formar un con- tinente, un universo. Entre ellas se tejen relaciones secretas de amor y desamor. -Esta es la historia de una mujer que regresa a su isla para recuperar un pasado repleto de sombras y sobre todo de miedo. -Lola regresa a la isla para recuperarse del desorden moral que arrastra desde hace tiempo. Ha tenido una vida organizada que de la noche al día se hace trizas. Ha perdido una guerra personal. Sus relaciones de pareja han fracasado y sus hijos no la com- prenden. Lola necesita viajar al único lugar en el que se cree a salvo. No cuento nada que no conozcamos todos. Son experiencias que a todos nos han rozado de una u otra manera. Los seres humanos en algún mo- mento de nuestra vida pasamos por expe- riencias lo suficientemente profundas que marcan un antes y un después en nuestra biografía. Tarde o temprano, tenemos expe- riencias que son verdaderos tsunamis, es entonces cuando nos enfrentamos a quie- nes somos en realidad, dónde están aque- llos a quienes amamos, y a qué aferrarnos para volvernos a levantar. -Entonces, ¿por qué escogió para contar su historia tan variados estilos, técnicas tan dife- rentes?, ¿no teme que alguien tache su novela de experimental? -¿No es la vida de por sí un experimento que no entendemos? Mi realidad, como la de cualquiera, está invadida de mensajes muy diferentes. En una calle de Santa Cruz, sobre la acera alguien ha escrito: “Si lees esta frase es que hoy estás cabizbajo”. Sigues caminando y hueles a pan recién horneado.  Ves a un niño con su mochila del T enerife entrando al colegio. Te paras en el semáforo de la Plaza Weyler. Un muñeco luminoso te da la orden de “no pasar”. Un chico baja en monopatín por la Rambla Pulido. En el Ipad escuchas  I do n't like Mon days . Llegas al tra- bajo y tu jefe te reprocha los cinco minutos de retraso. Enciendes el ordenador y tienes siete correos electrónicos. En la radio al- guien habla de la prima de r iesgo. Miras el periódico y lees el chiste de Forges. La cajera del supermercado te sonríe. Riegas tus cac-  No me considero una escritora que hace literatura solo  pensando en el  público femenino.  En esta novela hablo de mujeres porque en la familia de la  protagonista las mujeres guardaban  secretos no compartidos entre ellas, y el lector los  va descubriendo a medida que avanzan las páginas. Las mujeres en las  familias son como el disco duro: tienen mucha memoria  y dan valor a la transmisión de la historia familiar tus y fríes un filete que suelta agua. En la televisión dan un programa donde despe- llejan al prójimo sin piedad. Después, un anuncio del banco X confiesa que te quiere.  Apa rece n tu s hi jos por la p uerta , t e pr egun - tan qué hay de cenar. Las relaciones entre Irán e Israel a punto de embarcar al mundo en una guerra... y alguien llama por telé - fono... Creo que estoy hablando de cosas muy cotidianas que experimentamos todos los días. Yo he querido contar una historia no lineal, como si fueran fragmentos de un puzle que el lector debe encajar. No es fácil, lo sé, pero yo como lectora detesto a los escritores que me llevan de la manita por sus páginas. Dejo de leer. Las cosas avanzan  y se ren ueva n po rqu e h ay quienes ha n d eci - dido probar las cosas de otra manera. Si uno lee a Rayuela, ¿no es jazz puro y duro con-  vert ido en pal abra s? Uli ses , d e J oy ce, ¿no es la conciencia desordenada de un hombre cualquiera? O Borges, ¿no es como subir una de esas escaleras laberínticas que pin- taba Escher? Qué sería hoy de la literatura sin El Q uijo te , Conversación en la catedral o Cien años de soledad. -Entiendo así que la isla se convierte en un protagonista más de la historia. -La isla es el paraíso del misterio, de la aventura. También en la isla hay exclusión y originalidad. Se echa de menos cuando no se está en ella, y uno necesita escapar cuando lleva demasiado tiempo. La palabra isla me recuerda a muchos escritores, el pri- mero Cabrera Infante al que tuve la suerte de conocer. Muchos dicen que GCI nunca abandonó Cuba porque la isla siempre estuvo en su literatura. Es cierto. El otro día estuve en la exposición de Marc Chagall, nació en un gueto judío en un pequeño pue- blo de Rusia. Dejó su pueblo y viajó y vivió en París, Berlín, Nueva York... y en sus memorias como en sus cuadros permaneció intacto su gueto de Vibstek, esa fue para él su isla.

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2 El perseguidorMiércoles, 14

de marzo de 2012

 YOLANDA DELGADO BATISTA / PERIODISTA Y ESCRITORA 

 Yolanda Delgado Batista (Las Palmas de Gran Canaria, 1967) ha conseguido con su primera novela, La isla de las palabras desordenadas

(Izana Editores) algo así como ser una especie de revulsivo en el actual panorama de las letras escritas a este lado del Atlántico por sucapacidad de indagación en el alma de una mujer con sueños rotos que regresa a su isla -que son todas las islas- para reencontrarse con sus

raíces. Escrita en distintos estilos literarios, el relato descubre además a una escritora con una notable capacidad de indagar en el corazón de

su protagonista, explotando las claves de la novela intimista para explorar su soledad, su desarraigo y los miedos que han ido condicionando

su existencia. Yolanda Delgado Batista es también periodista, guionista de televisión y editora, y se encuentra en estos momentos ultimando

un libro de relatos que lleva el título provisional de  Hombres, mujeres y otros animales domésticos, un texto en el que cambia radicalmente de

género y registro, así como trabaja en una nueva novela en la que su protagonista será una señora de ochenta años que ha cometido un

asesinato, “casi como si la hubiera sacado de  Arsénico por compasión, la estupenda película de Capara”, añade.

“HAY UNA ISLA METAFÓRICA,LA ISLA QUE FORMA PARTEDE CADA UNO DE NOSOTROS”

EDUARDO GARCÍA ROJAS

-¿Cuánto hay de isla y cuánto hay de pala-bras en La isla de las palabras desordenadas ,

su primera novela?-La isla tiene una presencia real pero tam-

bién es una metáfora. En la novela se descri-ben lugares de distintas islas que todos losisleños conocemos y que conozco muy bienporque los he pateado muchas veces. En lanovela hablo del Valle de La Orotava, de lazona de El Tanque que hace unos años,como todos recordaremos, fue víctima deun feroz incendio. Otro escenario es elBarrio de Vegueta, en concreto, la Plaza deSanta Ana, con sus ocho perros apostados alos pies de la Catedral. La isla de Fuerteven-tura está presente, con sus montañas viejas,algunas perfectas como Montaña Quemadafrente a la Casa de los coroneles. Pero tam-bién hay una isla metafórica, la isla quesomos cada uno de nosotros, que surge

cuando no llegamos a conectarnos con losotros o con el mundo que habitamos. Sepuede llamar soledad, incomprensión, inco-municación...Miramos a nuestro alrededor

 y es fácil sentirnos invisibles, como la isla deSan Borondón. Así se siente Lola, la prota-gonista de mi novela. La isla tendrá tantossignificados como el lector quiera darle. Esodependerá de cada uno, pero hay una cosacierta: “Ningún hombre es una isla, algocompleto en sí mismo; todo hombre es unfragmento del continente, una parte de unconjunto”. Esta frase de John Donne, un clé-rigo inglés del s. XVII, creo que hoy está másde actualidad que nunca. Con todos estospaisajes, música y sentimientos, he tratadode construir una historia. Mientras la fuiescribiendo, iba dándome cuenta de quecada palabra no es nada por sí misma, cada

una necesita a las otras para formar un con-tinente, un universo. Entre ellas se tejenrelaciones secretas de amor y desamor.

-Esta es la historia de una mujer que regresa

a su isla para recuperar un pasado repleto desombras y sobre todo de miedo.

-Lola regresa a la isla para recuperarse deldesorden moral que arrastra desde hace

tiempo. Ha tenido una vida organizada quede la noche al día se hace trizas. Ha perdidouna guerra personal. Sus relaciones depareja han fracasado y sus hijos no la com-prenden. Lola necesita viajar al único lugaren el que se cree a salvo. No cuento nadaque no conozcamos todos. Son experienciasque a todos nos han rozado de una u otramanera. Los seres humanos en algún mo-mento de nuestra vida pasamos por expe-riencias lo suficientemente profundas quemarcan un antes y un después en nuestrabiografía. Tarde o temprano, tenemos expe-riencias que son verdaderos tsunamis, esentonces cuando nos enfrentamos a quie-nes somos en realidad, dónde están aque-llos a quienes amamos, y a qué aferrarnospara volvernos a levantar.

-Entonces, ¿por qué escogió para contar suhistoria tan variados estilos, técnicas tan dife-rentes?, ¿no teme que alguien tache su novelade experimental?

-¿No es la vida de por sí un experimentoque no entendemos? Mi realidad, como lade cualquiera, está invadida de mensajesmuy diferentes. En una calle de Santa Cruz,sobre la acera alguien ha escrito: “Si leesesta frase es que hoy estás cabizbajo”. Siguescaminando y hueles a pan recién horneado.

 Ves a un niño con su mochila del Tenerifeentrando al colegio. Te paras en el semáforode la Plaza Weyler. Un muñeco luminoso teda la orden de “no pasar”. Un chico baja enmonopatín por la Rambla Pulido. En el Ipadescuchas I don't like Mondays. Llegas al tra-bajo y tu jefe te reprocha los cinco minutosde retraso. Enciendes el ordenador y tienes

siete correos electrónicos. En la radio al-guien habla de la prima de riesgo. Miras elperiódico y lees el chiste de Forges. La cajeradel supermercado te sonríe. Riegas tus cac-

 No me considero una

escritora que haceliteratura solo

 pensando en el

 público femenino.

 En esta novela hablo

de mujeres porque

en la familia de la

 protagonista las

mujeres guardaban

 secretos no

compartidos entre

ellas, y el lector los

 va descubriendo a

medida que avanzan

las páginas. Las

mujeres en las

 familias son como

el disco duro: tienen

mucha memoria

 y dan valor a la

transmisión de la

historia familiar

tus y fríes un filete que suelta agua. En latelevisión dan un programa donde despe-llejan al prójimo sin piedad. Después, unanuncio del banco X confiesa que te quiere.

 Aparecen tus hijos por la puerta, te pregun-tan qué hay de cenar. Las relaciones entreIrán e Israel a punto de embarcar al mundoen una guerra... y alguien llama por telé-fono... Creo que estoy hablando de cosasmuy cotidianas que experimentamos todoslos días. Yo he querido contar una historiano lineal, como si fueran fragmentos de unpuzle que el lector debe encajar. No es fácil,lo sé, pero yo como lectora detesto a losescritores que me llevan de la manita porsus páginas. Dejo de leer. Las cosas avanzan

 y se renuevan porque hay quienes han deci-dido probar las cosas de otra manera. Si unolee a Rayuela, ¿no es jazz puro y duro con-

 vertido en palabras? Ulises, de Joyce, ¿no esla conciencia desordenada de un hombrecualquiera? O Borges, ¿no es como subir

una de esas escaleras laberínticas que pin-taba Escher? Qué sería hoy de la literaturasin El Quijote, Conversación en la catedral oCien años de soledad.

-Entiendo así que la isla se convierte en unprotagonista más de la historia.

-La isla es el paraíso del misterio, de laaventura. También en la isla hay exclusión y originalidad. Se echa de menos cuando nose está en ella, y uno necesita escaparcuando lleva demasiado tiempo. La palabraisla me recuerda a muchos escritores, el pri-mero Cabrera Infante al que tuve la suertede conocer. Muchos dicen que GCI nuncaabandonó Cuba porque la isla siempreestuvo en su literatura. Es cierto. El otro díaestuve en la exposición de Marc Chagall,nació en un gueto judío en un pequeño pue-blo de Rusia. Dejó su pueblo y viajó y vivió

en París, Berlín, Nueva York... y en susmemorias como en sus cuadros permanecióintacto su gueto de Vibstek, esa fue para élsu isla.

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Miércoles, 14

de marzo de 2012

-Usted reside en la actualidad en Madrid.

¿Se aprende a observar a las islas de otramanera desde la distancia?

-Las islas se echan de menos pero tam-bién duelen. Mi familia ha vivido en variasislas, luego nos fuimos a Girona y acabamosaterrizando definitivamente en Madrid. Alprincipio, salir de Canarias fue un palo y uncambio brutal, pero con el tiempo reco-nozco que lo he agradecido. En las islastenemos que cambiar nuestra mentalidadinsular, mirar más allá, guardarnos el orgu-llo mal entendido y ser más ambiciosos. Sila gente de aquí se convenciera a sí mismade las potencialidades que tiene, las cosascambiarían mucho. En mi humilde opinióntenemos falta de confianza. Tenemos querecordar que somos hijos de volcanes, unasmontañas conectadas con el centro de la

Tierra. Hay energía, creatividad, capacidadde trabajo, el tiempo necesario para hacerlas cosas bien hechas, no como en Madridque todo es de consumo rápido: hacer, usary tirar, y mañana habrá que fabricar cosasnuevas. ¿Qué falla entonces? ¿Quizás he-mos vivido demasiado tiempo acomplejadopensando que no importamos y hemos pre-ferido seguir alejados del resto? Y ahora yo

 volvería a hablarte de la isla y el continente...-Planteaba la pregunta anterior porque una

de las ideas recurrentes de los canarios, perotambién de los que se han acostumbrado avivir cerca del mar, es su necesidad de ver,sentir el mar en territorios que, como Madrid,carecen de él.¿Lo vive así o entiende que es untópico?

-Creo que es totalmente cierto. Vivimoscomo si nos hubieran segado la mitad de

nuestra personalidad. Pero supongo quecada uno tenemos nuestros trucos parasobrevivir en el secano y en la contamina-ción. Yo por ejemplo, voy a nadar a la pis-

cina que está cerca de donde vivo. El con-

tacto con el agua apacigua mi nostalgia.Otro truco, es pasear por el Templo deDebod por la noche. Desde allí, tienes una

 vista increíblemente inmensa iluminadacomo si fuera un puerto marítimo. En micasa tengo fotos de gran formato con lassalinas de Guatiza y del mar de punta Teno.

 Y cuando ya no aguanto más, engaño a mifamilia y me vengo una temporada. Lo pri-mero que hago es bautizarme en el mar y elmal rollo desaparece del todo.

-Una de las características más interesantesde La isla de las palabras desordenadas es suindagación de la infancia. ¿Qué le atrae de esteperíodo de la vida? ¿Y hasta qué punto creeque ha condicionado el carácter de su prota-gonista?

-Era importante que la protagonista vol-

 viera sus ojos a una infancia en la que seeducaba bajo el miedo y el castigo. Se pri- vaba al niño de muchas cosas. Si no comía,se le reprochaba que los niños pasen ham-bre en África, una explicación traumáticapara un niño o una niña de siete u ochoaños. Casi todo en los niños era censurado.La educación religiosa desarrolló en la gene-ración de la protagonista un enfermizo sen-timiento de culpa y un miedo atroz a pen-sar, disfrutar e incluso rebelarse contra loque uno no creía justo. El miedo era pecado,y el miedo estaba en los cuentos infantiles.En la infancia germina la mujer o el hombreque seremos. Hay tres escritores que creoque lo explican muy bien. Edmond Jabésescribió: “Se puede rehacer un camino en lamemoria o en las venas. Se puede abrir uncamino en los ojos de los hombres. El niño

es el señor de los caminos”. Otro es Camus:“Aquel calor hermoso que reinó en mi infan-cia me libró de cualquier resentimiento”; y el último Roman Gary: “Oigo sus voces, sus

El perseguidor  3

 DESARRAIGO

Si uno tiene muy claro dónde está en la vida, cuáles son las raíces que lo sujetan en la Tierra y cuál es el viento más adecuado para conducir su destino, no creo que se dedique a la litera-tura. Ni siquiera creo que su vida tan llena de seguridades tenga interés para los demás. Loslibros están llenos de preguntas, los protagonistas de las historias son contradictorios,donde unos ven fracasos otros ven valentía. Como lectora me interesa acercarme a la reali-

dad de otros, siempre diferente a mi propia realidad, pero a la vez tan cercana. Los libros son botellas con mensajes tirados al mar, o cartas enviadas a gente anónima que reclamantu atención. Abres el libro y sientes que alguien te dice: oye, soy un escritor finlandés, chinoo norteamericano, y esto es lo que verdaderamente me importa y a lo que he dedicado dos,tres, cuatro años de mi vida, te importa tanto como a mí? ¿He logrado conmoverte? ¿Heconseguido hacerte reír o reconciliarte con la vida? ¿Volveremos a encontrarnos? Creo queel desarraigo en consustancial a la escritura, existe una insatisfacción, la necesidad de verlas cosas desde un punto de vista irónico, dramático o divertido y contárselo a los demás.Uno se desnuda y dice: sí, este soy yo, imperfecto o hermoso, hecho de hielo o de fuego, según me leas, según me entiendas. / FOTO: YENNY DELGADO

nombres me vienen solos a los labios y misojos de hombre que envejece vuelven aenfrentarse a ellos con la mirada de misocho años”.

-La novela está escrita por una mujer y supersonaje principal, y otros tantos, son muje-res. ¿Se siente cómoda si la califican comoescritora femenina?

-Soy muy femenina pero no me considerouna escritora que hace literatura solo pen-sando en el público femenino. En esta no-

 vela hablo de mujeres porque en la familiade la protagonista las mujeres guardabansecretos no compartidos entre ellas, y el lec-tor los va descubriendo a medida que avan-zan las páginas. Las mujeres en las familiasson como el disco duro de los ordenadores,tienen mucha memoria y dan valor a latransmisión de la historia familiar. Son lasque conocen casi todos los misterios queotros de la familia no tienen la más remotaidea. Una abuela sabe más de sus nietos que

los padres de sus hijos. En general, y desdeel punto de vista que escogí para contar lahistoria, las mujeres que intervienen en ellason tan exigentes consigo mismas que seautodestruyen, pero hay una que está dis-puesta a recuperar su identidad a un preciomuy alto, quizás, pero a sus ojos necesario.

-Otro de los grandes temas, a mi juicio, queaborda en La isla de las palabras desordena- das es el desarraigo.

-Si uno tiene muy claro dónde está en la vida, cuáles son las raíces que lo sujetan enla Tierra y cuál es el viento más adecuadopara conducir su destino, no creo que sededique a la literatura. Ni siquiera creo quesu vida tan llena de seguridades tenga inte-rés para los demás. Los libros están llenosde preguntas, los protagonistas de las histo-

rias son contradictorios, donde unos venfracasos otros ven valentía. Como lectorame interesa acercarme a la realidad deotros, siempre diferente a mi propia reali-dad, pero a la vez tan cercana. Los libros sonbotellas con mensajes tirados al mar, o car-tas enviadas a gente anónima que reclamantu atención. Abres el libro y sientes que al-guien te dice: oye, soy un escritor finlandés,chino o norteamericano, y esto es lo que ver-daderamente me importa y a lo que he dedi-cado dos, tres, cuatro años de mi vida, teimporta tanto como a mí? ¿He logrado con-moverte? ¿He conseguido hacerte reír oreconciliarte con la vida? ¿Volveremos aencontrarnos? Creo que el desarraigo enconsustancial a la escritura, existe una insa-tisfacción, la necesidad de ver las cosasdesde un punto de vista irónico, dramático

o divertido y contárselo a los demás. Uno sedesnuda y dice: sí, este soy yo, imperfecto ohermoso, hecho de hielo o de fuego, segúnme leas, según me entiendas.

-¿Detecta influencias en esta novela? Si esasí nos gustaría conocer los nombres quehan marcado de alguna manera su escritura.Aquellos escritores y escritoras que la anima-ron a apostar por la literatura.

-No puedo hablarte de influencias con-cretas. Escribo con el poso de una lectoraque raya la enfermedad. No sé si los queleemos tanto tenemos un nombre dentrode la psiquiatría, ¿lectorgivitis?, ¿bibliopo-lar?... Si hay un médico leyendo esta entre-

 vista, espero que nos lo cuente. Mi expe-riencia creativa es resultado de todas esasinfluencias. Estoy convencida que vomitoen mi escritura todo lo que antes he masti-cado, tragado y vuelto a rumiar. Previa-mente ha habido una fusión nuclear, o unadesaceleración de partículas, según elestado de ánimo. Después de ese shock,busco un hueco por el que sacar la cabeza y encontrar mi propia voz. Pero no quierodefraudarte y voy a darte nombres: Mar-

garet Atwood, Doris Lessing, Clarice Lis-pector, Ajmátova...Albert Camus, Bulgá-kov, Jabés, Natsume Soseki, Thomas Ber-hard, Kjell Askildsen, Virgílio Ferreira, Gar-cía Márquez, Cabrera Infante… Me temoque voy a terminar aburriendo.

-¿Cómo comenzó a escribir esta novela?,¿partió de un guión más o menos definido odejó que la historia fluyera a través de lasmismas páginas, sin planes, casi de maneraintuitiva?

-Sabía lo que quería contar, lo que meexigió mayor esfuerzo fue buscar esas pie-zas tan diferentes de estilo e ir encajándo-las poco a poco. El lector será el que decidasi ha sido un acierto o no. También hubodudas sobre la voz narrativa. Primero laescribí como ha quedado ahora, en tercera

persona. Alguien me sugirió que Lola con-tara directamente su historia, y la reescribí por completo. Cuando la leí de nuevopensé, ¡no puedo contarla en primera per-sona! Porque entonces no podía jugar conlas diferentes voces que hay dentro de lacabeza de la protagonista. Volví a comen-zar de nuevo. La novela no llega a las 180páginas pero quería que cada frase tuvieraun peso determinado. Las palabras hansido previamente diseccionadas antes deformar parte de una frase. Mi editor, JavierGil, tuvo mucha paciencia conmigo y se loagradeceré siempre. Siempre he mante-nido que nadie es nada sin el cariño querecibe de los demás. En esta novela recibí el apoyo incondicional de mi familia y demis amigos que leyeron y soportaron mispesadillas. Ellos están orgullosos de mí,

espero que los lectores que se acerquen a lanovela que ya no me pertenece, encuen-tren una historia que les llegue de maneraespecial.

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