Envejecimiento patológico y Enfermedad de Alzheimer

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Envejecimiento patológico

El envejecimiento patológico o secundario, se refiere a los cambios que se producen como consecuencia de enfermedades, malos hábitos, etc., y, que no forman parte del envejecimiento normal (por ejemplo, cataratas, enfermedad de Alzheimer) y que, en algunos casos pueden prevenirse o son reversibles.

Se produce cuando la persona sufre patologías médicas importantes, estas patologías vienen marcadas por enfermedades físicas y mentales que impiden que puedan realizar las actividades de la vida normal y que la persona pueda llevar una vida independiente.

Un estudio de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, establece una conexión entre una rara enfermedad hereditaria del envejecimiento y el daño celular que se produce por el consumo de tabaco.

Esta investigación, que se publica en American Journal od Respiratory and Critical Care Medicine, ha descubierto que una proteína clave en el síndrome de Werner disminuye en los fumadores con enfisema y este deterioro daña las células pulmonares que normalmente sanan las heridas.

Aunque la gente sabe que fumar no es saludable, no comprenden los mecanismos por los cuales este hábito daña el cuerpo, según Toru Nyunoya, profesor adjunto de medicina interna en el Carver College of Medicine de la Universidad de Iowa. “Fumar puede acelerar el proceso de envejecimiento y acortar el tiempo de vida en un promedio de hasta 10 años.

Nos hemos centrado en lo que pasa dentro de los pulmones por sus efectos envejecedores, incluyendo enfermedades ateroscleróticas y cáncer, parecidos a lo que padecen los pacientes con síndrome de Werner y las personas que fuman”

Impacto del alcohol en el envejecimiento

La evidencia demuestra que la consumición del alcohol puede causar ambos envejecimiento acelerado - en aparecen qué síntomas del envejecimiento anterior que normales - y envejecimiento exagerado, en el cual los síntomas aparecen en el momento apropiado pero en una forma exagerada.

Cerebro

El alcohol es un potente neurotoxina. Instituto nacional en abuso de alcohol y alcoholismo ha encontrado, el “alcoholismo puede acelera el envejecimiento normal o causa el envejecimiento prematuro del cerebro.”Otro informe por la misma agencia encontró, “consumición crónica del alcohol, tan bien como la exposición glucocorticoide crónica, puede dar lugar al envejecimiento prematuro y/o exagerado.” Específicamente, el alcohol activa Eje de HPA, causando glucocorticoide secreción y niveles así de la elevación de las hormonas de la tensión en el cuerpo. La exposición crónica a estas hormonas da lugar a una aceleración del proceso del envejecimiento, que se asocia a “gradual, pero a menudo dramático, en un cierto plazo los cambios en casi cada sistema fisiológico en el cuerpo humano. Combinados, estos cambios dan lugar a eficacia y a viveza disminuidas de la función fisiológica. La “tensión crónica y el uso pesado crónico del alcohol causan un efecto prematuro similar del envejecimiento, incluyendo la degeneración de la célula del nervio en hipocampo. Los No-alcohólicos tienden para ser más rápidos y más rápidos en capacidades cognoscitivas que alcohólicos de la misma edad.

Piel

El alcohol causa los efectos sobre la piel que se asemejan a los del envejecimiento. En un cierto plazo, el alcohol puede dañar permanentemente los vasos sanguíneos en la piel,

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haciendo al consumidor del alcohol aparecer limpiado con un chorro de agua. El alcohol deshidrata la piel y puede causar una tez embotada. El alcohol es también una fuente de radicales libres. El alcohol dilata el vaso sanguíneo en la piel que conduce a la comba de la piel y de arrugar. El producto excesivo del alcohol empeora acné y conduce a las erupciones de piel, a los puntos rojos y las picaduras. La piel de las marcas del alcohol aparece enturbiada y destruye la fuente del cuerpo de vitamina A. Beber demasiado puede también interrumpir su sueño, causando una mirada cansada.

El 30% de la gente mayor de 35 años sufre envejecimiento prematuro, puesto que su edad biológica supera en más de dos años a su edad cronológica, según datos manejados por Biosalud, un instituto médico pionero de la Medicina Biológica en España.

Arrugas prematuras por el consumo de tabaco, manchas cutáneas por el efecto del sol, celulitis por las drogas... Vicios como estos, junto con el estrés, el alcohol y la comida basura dibujan un rostro al menos cinco años más envejecido en hombres y en mujeres. Así es como lo han explicado expertos en el 37 Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Al contrario de lo que se piensa, la genética no es la única ni la mayor responsable de los signos de envejecimiento reflejados en la piel. Su contribución es de un 25%, mientras que otros factores externos, que de alguna manera se pueden controlar, influyen en el 75% restante.

El tabaco, por ejemplo, "es el vicio que más perjudica la piel", sentencia Julián Conejo-Mir, presidente de la AEDV y jefe de servicio de Dermatología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Según los estudios realizados hasta el momento, las mujeres fumadoras tienen un riesgo casi tres veces mayor de presentar arrugas que aquellas que no fuman.

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PROGERIA.

La progeria o síndrome de Hutchinson-Gilford es una enfermedad poco frecuente, descrita por primera vez por Hutchinson en 1886. El nombre del síndrome deriva de la palabra griega geras, que significa viejo, y fue acuñado por Gilford en 1904, dadas las características del cuadro clínico1.

Son niños sin retardo mental, con talla baja, en los cuales aparecen signos de envejecimiento prematuro. La sobrevida de estos pacientes es corta, su muerte ocurre en la adolescencia, la mayoría de las veces por enfermedades cardiovasculares2.

Existen numerosos síndromes u otras condiciones denominadas progeroides, ya que se manifiestan en diversa magnitud con signos de envejecimiento.

Epidemiología

La incidencia de la progeria clásica ha sido estimada en 1/8 000 000 de recién nacidos vivos3. No se ha evidenciado preferencia por ningún sexo en particular, pero se han comunicado muchos más pacientes de raza blanca (97% de los pacientes afectados).

Se estima que la mayoría de los casos corresponden a mutaciones autosómicas dominantes esporádicas, aunque algunos investigadores han propuesto para el cuadro patrones de herencia autosómica recesiva, dada la aparición de casos en hijos de parejas con antecedentes de consanguinidad; sin embargo, su baja incidencia parece no apoyar esta hipótesis.

Por otra parte, resulta difícil confirmar un patrón autosómico dominante si se considera que la mayoría de los pacientes fallecen en edades tempranas, sin haberse reproducido.

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No se ha mapeado aún el gen responsable de la aparición de la enfermedad4, pero se ha sugerido un gen candidato que se ubica en el brazo largo del cromosoma 1, pues en los estudios citogenéticos de un par de gemelos monocigóticos con progeria se detectó una inversión en esta localización5.

Se han realizado múltiples estudios en la búsqueda de la etiopatogenia de la enfermedad. Dentro de ellos se ha encontrado un aumento de la fracción de enzimas sensibles al calor, tanto en cultivos de fibroblastos así como en análisis de glóbulos rojos, pero aún no existe una correlación fisiopatológica entre este hallazgo y la clínica de la progeria6-8.

Otros autores incluso han propuesto que un déficit en el metabolismo de la vitamina E podría ser el responsable de la alteración y recomiendan el uso de este antioxidante dentro del tratamiento de la enfermedad; no obstante la evidencia actual no ha corroborado esta hipótesis.

Cuadro clínico

Los pacientes con progeria son niños sanos al nacer, quienes en el transcurso del primer a segundo año presentan rasgos de envejecimiento precoz y progresivo. Se describe que inicialmente aparecen placas esclerodérmicas en la piel de la cadera y región superior de las extremidades inferiores, zonas que cada vez son de mayor tamaño y que comprometen casi todo el cuerpo, respetando fundamentalmente los genitales y algunas áreas de los miembros inferiores. Al tiempo disminuye la producción de sudor por parte de las glándulas sudoríparas y empiezan a hacerse evidentes la hipotricosis y la alopecia. Como parte de los signos más tardíos se encuentran la hiperpigmentación de la piel de áreas expuestas a la luz solar, así como la hipoplasia de las uñas

Las manifestaciones clínicas de la progeria se clasifican en criterios mayores y signos que usualmente están presentes.

Los criterios mayores incluyen facies de pájaro, alopecia, venas de la calota prominentes, ojos grandes, micrognatia, dentición anormal y retardada, tórax en apariencia de pera "acampanado", clavículas cortas, piernas arqueadas como al "montar a caballo" (secundaria a una extensión incompleta de caderas y rodillas), extremidades superiores delgadas, con articulaciones prominentes, talla baja, peso bajo para la talla, maduración sexual incompleta y disminución de la grasa subcutánea.

Los signos que usualmente están presentes son piel esclerodérmica, alopecia generalizada, alopecia de pestañas y cejas, orejas prominentes con ausencia de lóbulos, nariz ganchuda, labios delgados con cianosis perioral, paladar alto, fontanela anterior permeable, voz de tono alto y uñas distróficas

En la progeria las células presentan un núcleo con alteraciones estructurales (herniaciones y lóbulos) así como defectos en la organización de la heterocromatina. Molecularmente presentan un defecto en el mecanismo de reparación del ADN como consecuencia de la rotura de la hélice doble.

No existe aún un tratamiento de probada eficacia. La mayoría de los tratamientos se limitan a paliativos o prevención de complicaciones como son las enfermedades cardiovasculares. Se utilizan aspirinas en bajas dosis y dietas hipercalóricas. Se han intentado tratamientos con hormona de crecimiento humano.

Después de ser descubierto el gen causante de la enfermedad y su mecanismo se ha propuesto un tratamiento con un tipo de droga anticancerígena, inhibidora de la farnesyltransferasa (FTIs), se ha probado su eficacia en modelos con ratones.

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A partir de Mayo de 2007 se inició un período de pruebas clínicas con pacientes utilizando FTI Lonafarnib.

Aunque recientemente se ha descubierto específicamente el gen causante de la progeria, aún no hay cura.

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Enfermedad de Alzheimer

Es una enfermedad neurodegenerativa, que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad suele tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años, aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico.

Por lo general, los síntomas iniciales son la inhabilidad de adquirir nuevas memorias y suelen ser confundidos con actitudes relacionadas con la vejez o a estrés. Ante la sospecha de EA, el diagnóstico se realiza con evaluaciones de conducta y cognitivas, así como neuroimágenes, de estar disponibles. A medida que progresa la enfermedad, aparecen confusión mental, irritabilidad y agresión, cambios del humor, trastornos del lenguaje, pérdida de la memoria de largo plazo y una predisposición a aislarse a medida que los sentidos del paciente declinan. Gradualmente se pierden las funciones biológicas que finalmente conllevan a la muerte.11 El pronóstico para cada individuo es difícil de determinar. El promedio general es de 7 años, menos del 3% de los pacientes viven por más de 14 años posteriores al diagnóstico. La causa de la EA permanece desconocida. Las investigaciones suelen asociar la enfermedad a la aparición de placas seniles y ovillos neurofibrilares. Los tratamientos actuales ofrecen moderados beneficios sintomáticos, pero no hay tratamiento que retarde o detenga el progreso de la enfermedad.

Etiología

Las causas de la enfermedad de Alzheimer (EA) no han sido completamente descubiertas. Existen tres principales hipótesis para explicar el fenómeno: el déficit de la acetilcolina, el acúmulo de amiloide y/o tau y los trastornos metabólicos.

La más antigua de ellas, y en la que se basan la mayoría de los tratamientos disponibles en el presente, es la hipótesis colinérgica, la cual sugiere que la EA se debe a una reducción en la síntesis del neurotransmisor acetilcolina. Esta hipótesis no ha mantenido apoyo global por

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razón de que los medicamentos que tratan una deficiencia colinérgica tienen reducida efectividad en la prevención o cura del Alzheimer, aunque se ha propuesto que los efectos de la acetilcolina dan inicio a una acumulación a tan grandes escalas que conlleva a la neuroinflamación generalizada que deja de ser tratable simplemente promoviendo la síntesis del neurotransmisor.

Otra hipótesis propuesta en 1991, se ha relacionado con el acúmulo anómalo de las proteínas beta-amiloide (también llamada amiloide Aβ) y tau en el cerebro de los pacientes con Alzheimer. En una minoría de pacientes, la enfermedad se produce por la aparición de mutaciones en los genes PSEN1, PSEN2 y en el gen de la APP, localizado en el cromosoma 21. En este último caso la enfermedad aparece clásicamente en personas con el síndrome de Down (trisomía en el cromosoma 21), casi universalmente en los 40 años de vida y se transmite de padres a hijos (por lo que existen, habitualmente, antecedentes familiares de enfermedad de Alzheimer en los pacientes que desarrollan la enfermedad en edades precoces). Esa relación con el cromosoma 21, y la tan elevada frecuencia de aparición de la enfermedad en las trisomías de ese cromosoma, hacen que la teoría sea muy evidente.

Neuropatología

Tanto las placas amiloides como los ovillo neurofibrilares son visibles bajo el microscopio en los cerebros de personas con la enfermedad de Alzheimer. Las placas son depósitos densos, insolubles, de la proteína beta-amiloide y de material celular que se localizan fuera y alrededor de las neuronas. Estas continúan creciendo hasta formar fibras entretejidas dentro de la célula nerviosa, los llamados ovillos. Es probable que muchos individuos, en su vejez, desarrollen estas placas y ovillos como parte del proceso normal de envejecimiento, sin embargo, los pacientes con Alzheimer tienen un mayor número en lugares específicos del cerebro como el lóbulo temporal.

Sintomatología

Los primeros síntomas, con frecuencia, se confunden con la vejez o estrés en el paciente. Una evaluación neuropsicológica detallada es capaz de revelar leves dificultades cognitivas hasta 8 años antes de que la persona cumpla los criterios de diagnóstico. Estos signos precoces pueden tener un efecto sobre las actividades de la vida diaria. La deficiencia más notable es la pérdida de memoria, manifestada como la dificultad de recordar hechos recientemente aprendidos y una inhabilidad para adquirir nueva información. Dificultades leves en las funciones ejecutivas—atención, planificación, flexibilidad y razonamiento abstracto— o trastornos en la memoria semántica—el recordar el significado de las cosas y la interrelación entre los conceptos—pueden también ser síntomas en las fases iniciales de la EA. Puede aparecer apatía, siendo uno de los síntomas neuropsiquiátricos persistentes a lo largo de la enfermedad.

Demencia Inicial

Los síntomas en esta fase inicial van desde una simple e insignificante, pero a veces recurrente, pérdida de memoria (como la dificultad en orientarse uno mismo en lugares como calles al estar conduciendo el automóvil), hasta una constante y más persuasiva pérdida de la memoria conocida como memoria a corto plazo, presentando dificultades al interactuar en áreas de índole familiar como el vecindario donde el individuo habita.

En esta etapa es frecuente que la persona se desoriente en la calle y llegue a perderse, por lo que se recomienda tomar precauciones:

Colocando en su muñeca una pulsera con un número de teléfono de contacto.

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Avisar a conocidos de la situación para que alerten a la familia en caso de encontrar al enfermo de alzheimer deambulando.

Usando un localizador GPS para personas con alzheimer, con el que la familia siempre pueda saber dónde está. Hay localizadores por teleasistencia, en los que el cuidador tiene que llamar a una teleoperadora para saber la posición de la persona que lleva el dispositivo, y localizadores directos, en los que el cuidador tiene un receptor con el que pulsando un botón ve en la pantalla un mapa y la posición exacta de la persona.

Demencia moderada

Conforme la enfermedad avanza los pacientes pueden realizar tareas con cierta independencia (como usar el baño), pero requerirán asistencia en la realización de tareas más complejas (como ir al banco, pagar cuentas, etc.). Paulatinamente llega la pérdida de aptitudes como las de reconocer objetos y personas. Además, pueden manifestarse cambios de conducta como, por ejemplo, arranques violentos incluso en personas que jamás han presentado este tipo de comportamiento.

Los problemas del lenguaje son cada vez más evidentes debido a una inhabilidad para recordar el vocabulario, lo que produce frecuentes sustituciones de palabras erróneas, una condición llamada parafasia. Las capacidades para leer y escribir empeoran progresivamente.

Demencia avanzada

La enfermedad trae deterioro de masa muscular perdiéndose la movilidad, lo que lleva al enfermo a un estado de encamamiento, la incapacidad de alimentarse a sí mismo, junto a la incontinencia, en aquellos casos que la muerte no haya llegado aún por causas externas (infecciones por úlceras o neumonía, por ejemplo). El lenguaje se torna severamente desorganizado llegándose a perder completamente. A pesar de ello, se conserva la capacidad de recibir y enviar señales emocionales. Los pacientes no podrán realizar ni las tareas más sencillas por sí mismos y requerirán constante supervisión, quedando así completamente dependientes. Puede aún estar presente cierta agresividad, aunque es más frecuente ver extrema apatía y agotamiento.

Tratamientos que se están investigando

Se están realizando experimentos con vacunas. Están basados en la idea de que si el sistema inmune puede ser entrenado para reconocer y atacar la placa beta-amiloide, podría revertirse la deposición de amiloide y parar la enfermedad. Los resultados iniciales en animales fueron prometedores. Sin embargo, cuando las primeras vacunas se probaron en seres humanos en 2002, se produjo inflamación cerebral, concretamente meningoencefalitis, en una pequeña proporción de los participantes en el estudio, por lo que se detuvieron las pruebas. Se continuó estudiando a los participantes y se observó una mejora en lo que respecta a la lentitud del progreso de la enfermedad. Recientemente se ha descubierto que la inflamación cerebral estaba producida por una serie de péptidos que se incluían con la vacuna AN-179, por lo que se está investigando en la creación de una vacuna que no tenga dichos péptidos en su composición.

De estar esta enfermedad relacionada con la resistencia a la insulina, se presentan múltiples alternativas terapéuticas. Se está evaluando actualmente el uso de medicamentos empleados en el tratamiento de la diabetes. Estudios recientes muestran que la administración de insulina por vía intranasal mejora la función cognitiva de pacientes normales y con alzheimer. Una revisión sistemática de los ensayos clínicos hasta ahora desarrollados muestra resultados

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esperanzadores. Por otra parte, se ha propuesto el empleo de técnicas de inducción enzimática, con enzimas activas por la insulina.

En el campo de la prevención y educación en salud, un estilo de vida saludable, la práctica regular de algún tipo de actividad física y una dieta equilibrada, podrían prevenir la aparición de muchos casos de la enfermedad.

Otra de las áreas de investigación es la medicina regenerativa. Se trata de inyectar en el cerebro del paciente células madre embrionarias o adultas para intentar detener el deterioro cognitivo. Ya se han hecho experimentos en humanos con resultados positivos.