Enxiemplo Del Conde Lucanor

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Leer el siguiente enxiemplo y analizar: Por qu se dice que los enxiemplos tienen carcter didctico? Cul es la funcin del mismo? Cmo est organizado? Elabora un enxiemplo a la manera de este. Enxiemplo VII Juan Manuel Lo que sucedi a una mujer que se llamaba doa Truhana Otra vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de esta manera: -Patronio, un hombre me ha propuesto una cosa y tambin me ha dicho la forma de conseguirla. Os aseguro que tiene tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir bien, me sera de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se ligan unos con otros, de tal forma que al final sern muy grandes. Y entonces le cont a Patronio cuanto l saba. Al orlo Patronio, contest al conde: -Seor Conde Lucanor, siempre o decir que el prudente se atiene a las realidades y desdea las fantasas, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doa Truhana. El conde le pregunt lo que le haba pasado a esta. -Seor conde -dijo Patronio-, haba una mujer que se llamaba doa Truhana, que era ms pobre que rica, la cual, yendo un da al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empez a pensar que vendera la miel y que, con lo que le diesen, comprara una partida de huevos, de los cuales naceran gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, comprara ovejas, y as fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio ms rica que ninguna de sus vecinas. Luego pens que, siendo tan rica, podra casar bien a sus hijos e hijas, y que ira acompaada por la calle de yernos y nueras y, pens tambin que todos comentaran su buena suerte pues haba llegado a tener tantos bienes aunque haba nacido muy pobre. As, pensando en esto, comenz a rer con mucha alegra por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cay al suelo y se rompi en mil pedazos. Doa Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo, empez a llorar y a lamentarse muy amargamente porque haba perdido todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. As, porque puso toda su confianza en fantasas, no pudo hacer nada de lo que esperaba y deseaba tanto. Vos, seor conde, si queris que lo que os dicen y lo que pensis sean realidad algn da, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasas o imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algn negocio, no arriesguis algo muy vuestro, cuya prdida os pueda ocasionar dolor, por conseguir un provecho basado tan slo en la imaginacin. Al conde le agrad mucho esto que le cont Patronio, actu de acuerdo con la historia y, as, le fue muy bien. Y como a don Juan le gust este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos versos: En realidades ciertas os podis confiar, mas de las fantasas os debis alejar. Enxiemplo II Juan Manuel Lo que sucedi a un hombre bueno con su hijo. Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo que estaba muy preocupado por algo que quera hacer, pues, si acaso lo hiciera, muchas personas encontraran motivo para criticrselo; pero, si dejara de hacerlo, crea l mismo que tambin se lo podran censurar con razn. Cont a Patronio de qu se trataba y le rog que le aconsejase en este asunto. -Seor Conde Lucanor -dijo Patronio-, ciertamente s que encontraris a muchos que podran aconsejaros mejor que yo y, como Dios os hizo de buen entendimiento, mi consejo no os har mucha falta; pero, como me lo habis pedido, os dir lo que pienso de este asunto. Seor Conde Lucanor -continu Patronio-, me gustara mucho que pensarais en la historia de lo que ocurri a un hombre bueno con su hijo. El conde le pidi que le contase lo que les haba pasado, y as dijo Patronio: -Seor, sucedi que un buen hombre tena un hijo que, aunque de pocos aos, era de muy fino entendimiento. Cada vez que el padre quera hacer alguna cosa, el hijo le sealaba todos sus inconvenientes y, como hay pocas cosas que no los tengan, de esta manera le impeda llevar acabo algunos proyectos que eran buenos para su hacienda. Vos, seor conde, habis de saber que, cuanto ms agudo entendimiento tienen los jvenes, ms inclinados estn a confundirse en sus negocios, pues saben cmo comenzarlos, pero no saben cmo los han de terminar, y as se equivocan con gran dao para ellos, si no hay quien los gue. Pues bien, aquel mozo, por la sutileza de entendimiento y, al mismo tiempo, por su poca experiencia, abrumaba a su padre en muchas cosas de las que haca. Y cuando el padre hubo soportado largo tiempo este gnero de vida con su hijo, que le molestaba

constantemente con sus observaciones, acord actuar como os contar para evitar ms perjuicios a su hacienda, por las cosas que no poda hacer y, sobre todo, para aconsejar y mostrar a su hijo cmo deba obrar en futuras empresas. Este buen hombre y su hijo eran labradores y vivan cerca de una villa. Un da de mercado dijo el padre que iran los dos all para comprar algunas cosas que necesitaban, y acordaron llevar una bestia para traer la carga. Y camino del mercado, yendo los dos a pie y la bestia sin carga alguna, se encontraron con unos hombres que ya volvan. Cuando, despus de los saludos habituales, se separaron unos de otros, los que volvan empezaron a decir entre ellos que no les parecan muy juiciosos ni el padre ni el hijo, pues los dos caminaban a pie mientras la bestia iba sin peso alguno. El buen hombre, al orlo, pregunt a su hijo qu le pareca lo que haban dicho aquellos hombres, contestndole el hijo que era verdad, porque, al ir el animal sin carga, no era muy sensato que ellos dos fueran a pie. Entonces el padre mand a su hijo que subiese en la cabalgadura. As continuaron su camino hasta que se encontraron con otros hombres, los cuales, cuando se hubieron alejado un poco, empezaron a comentar la equivocacin del padre, que, siendo anciano y viejo, iba a pie, mientras el mozo, que podra caminar sin fatigarse, iba a lomos del animal. De nuevo pregunt el buen hombre a su hijo qu pensaba sobre lo que haban dicho, y este le contest que parecan tener razn. Entonces el padre mand a su hijo bajar de la bestia y se acomod l sobre el animal. Al poco rato se encontraron con otros que criticaron la dureza del padre, pues l, que estaba acostumbrado a los ms duros trabajos, iba cabalgando, mientras que el joven, que an no estaba acostumbrado a las fatigas, iba a pie. Entonces pregunt aquel buen hombre a su hijo qu le pareca lo que decan estos otros, replicndole el hijo que, en su opinin, decan la verdad. Inmediatamente el padre mand a su hijo subir con l en la cabalgadura para que ninguno caminase a pie. Y yendo as los dos, se encontraron con otros hombres, que comenzaron a decir que la bestia que montaban era tan flaca y tan dbil que apenas poda soportar su peso, y que estaba muy mal que los dos fueran montados en ella. El buen hombre pregunt otra vez a su hijo qu le pareca lo que haban dicho aquellos, contestndole el joven que, a su juicio, decan la verdad. Entonces el padre se dirigi al hijo con estas palabras: -Hijo mo, como recordars, cuando salimos de nuestra casa, bamos los dos a pie y la bestia sin carga, y t decas que te pareca bien hacer as el camino. Pero despus nos encontramos con unos hombres que nos dijeron que aquello no tena sentido, y te mand subir al animal, mientras que yo iba a pie. Y t dijiste que eso s estaba bien. Despus encontramos otro grupo de personas, que dijeron que esto ltimo no estaba bien, y por ello te mand bajar y yo sub, y t tambin pensaste que esto era lo mejor. Como nos encontramos con otros que dijeron que aquello estaba mal, yo te mand subir conmigo en la bestia, y a ti te pareci que era mejor ir los dos montados. Pero ahora estos ltimos dicen que no est bien que los dos vayamos montados en esta nica bestia, y a ti tambin te parece verdad lo que dicen. Y como todo ha sucedido as, quiero que me digas cmo podemos hacerlo para no ser criticados de las gentes: pues bamos los dos a pie, y nos criticaron; luego tambin nos criticaron, cuando t ibas a caballo y yo a pie; volvieron a censurarnos por ir yo a caballo y t a pie, y ahora que vamos los dos montados tambin nos lo critican. He hecho todo esto para ensearte cmo llevar en adelante tus asuntos, pues alguna de aquellas monturas tenamos que hacer y, habiendo hecho todas, siempre nos han criticado. Por eso debes estar seguro de que nunca hars algo que todos aprueben, pues si haces alguna cosa buena, los malos y quienes no saquen provecho de ella te criticarn; por el contrario, si es mala, los buenos, que aman el bien, no podrn aprobar ni dar por buena esa mala accin. Por eso, si quieres hacer lo mejor y ms conveniente, haz lo que creas que ms te beneficia y no dejes de hacerlo por temor al qu dirn, a menos que sea algo malo, pues es cierto que la mayora de las veces la gente habla de las cosas a su antojo, sin pararse a pensar en lo ms conveniente. Y a vos, Conde Lucanor, pues me peds consejo para eso que deseis hacer, temiendo que os critiquen por ello y que igualmente os critiquen si no lo hacis, yo os recomiendo que, antes de comenzarlo, miris el dao o provecho que os puede causar, que no os confiis slo a vuestro juicio y que no os dejis engaar por la fuerza de vuestro deseo, sino que os dejis aconsejar por quienes sean inteligentes, leales y capaces de guardar un secreto. Pero, si no encontris tal consejero, no debis precipitaros nunca en lo que hayis de hacer y dejad que pasen al menos un da y una noche, si son cosas que pueden posponerse. Si segus estas recomendaciones en todos vuestros asuntos y despus los encontris tiles y provechosos para vos, os aconsejo que nunca dejis de hacerlos por miedo a las crticas de la gente. El consejo de Patronio le pareci bueno al conde, que obr segn l y le fue muy provechoso. Y, cuando don Juan escuch esta historia, la mand poner en este libro e hizo estos versos que dicen as y que encierran toda la moraleja: Por crticas de gentes, mientras que no hagis mal, buscad vuestro provecho y no os dejis llevar. FIN