Epidemiología de Depresión y Suicidio en el Estado de...

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1 Acciones de Prevención en Depresión y Suicidio Por: Psic. Juan Carlos García Ramos En la actualidad, la depresión y el Suicidio son reconocidos como problemáticas de salud pública ya que los índices se incrementan día a día. Las estimaciones que hace la Organización Mundial de la Salud alertan a que profesionales y comunidad en general actuemos de manera inmediata y conjunta, esto, como parte del compromiso a cuidar y mantener nuestra salud. Generalmente, la depresión es considerada un trastorno psíquico y una enfermedad mental, recurrente, que se manifiesta con una alteración del estado de ánimo (tristeza) y es acompañada de otros síntomas como ansiedad, inhibición, sensación de vacío, desinterés general, alteraciones del apetito y del sueño, disminución de la comunicación interpersonal, falta de contacto social, marcha lenta, sentimientos de culpa y de incapacidad, quejas somáticas, ideas de muerte e incluso, intentos de suicidio. De tal manera, las personas con depresión experimentan algún grado de reducción en sus actividades laborales, sociales y familiares; presentan problemáticas colaterales como enfermedades psicosomáticas, alcoholismo o abuso de sustancias tóxicas; incurren en bajo rendimiento laboral o escolar; ideas destructivas o accidentes que se tornan como riesgo suicida. Sin embargo, algunas investigaciones (Cantwell y Baker, 1991) señalan las dificultades que se tienen al usar el concepto de depresión. Se utiliza para denotar un síntoma (estado de ánimo triste o sentirse miserable), para referirse a varios síntomas o para identificar un síndrome (conjunto de síntomas que regularmente se presentan asociados, pero que la asociación no es por azar o accidental). Por lo anterior, la depresión puede constituirse unas veces como síntoma, otras un síndrome y otras una enfermedad, hasta llegar a un trastorno de personalidad.

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Acciones de Prevención en Depresión y Suicidio Por: Psic. Juan Carlos García Ramos

En la actualidad, la depresión y el Suicidio son reconocidos como

problemáticas de salud pública ya que los índices se incrementan día a día.

Las estimaciones que hace la Organización Mundial de la Salud alertan a que

profesionales y comunidad en general actuemos de manera inmediata y

conjunta, esto, como parte del compromiso a cuidar y mantener nuestra

salud.

Generalmente, la depresión es considerada un trastorno psíquico y una

enfermedad mental, recurrente, que se manifiesta con una alteración del

estado de ánimo (tristeza) y es acompañada de otros síntomas como

ansiedad, inhibición, sensación de vacío, desinterés general, alteraciones del apetito y del sueño, disminución de la comunicación interpersonal, falta de contacto social, marcha lenta, sentimientos de culpa y de incapacidad, quejas somáticas, ideas de muerte e incluso, intentos de suicidio.

De tal manera, las personas con depresión experimentan algún grado de

reducción en sus actividades laborales, sociales y familiares; presentan

problemáticas colaterales como enfermedades psicosomáticas, alcoholismo o

abuso de sustancias tóxicas; incurren en bajo rendimiento laboral o escolar;

ideas destructivas o accidentes que se tornan como riesgo suicida.

Sin embargo, algunas investigaciones (Cantwell y Baker, 1991) señalan

las dificultades que se tienen al usar el concepto de depresión. Se utiliza

para denotar un síntoma (estado de ánimo triste o sentirse miserable), para

referirse a varios síntomas o para identificar un síndrome (conjunto de síntomas que regularmente se presentan asociados, pero que la asociación no es por azar o accidental).

Por lo anterior, la depresión puede constituirse unas veces como

síntoma, otras un síndrome y otras una enfermedad, hasta llegar a un

trastorno de personalidad.

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Esto explica porque se le encuentra como complemento de otros

padecimientos, en forma directa o en innumerables situaciones cotidianas, y

la gran dificultad en la evaluación y detección de personas con depresión.

La intensidad y la cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción

de fármacos, por soluciones temporales de los conflictos, etcétera) pero

quedan las estructuras psicológicas que a manera de “factores de riesgo”, se

expresarán como predisposiciones personales, relativamente estables, a

experimentar estados de ansiedad o depresión frecuentes. Este rasgo de personalidad constituye un indicador pronóstico que ayudará a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas situaciones.

De acuerdo a las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud,

para el año 2020, una de cada veinte personas sufrirá al año una depresión y,

más del quince por ciento de toda la población mundial padecerá un episodio

depresivo a lo largo de su vida. Otros estudios médicos hacen notar que dos

tercios de la población mexicana que padece depresión no solicitan ayuda

médica, mientras que buena parte de los que van al médico no lo hacen por

esta causa sino por otro tipo de dolencias.

La depresión tiene una prevalencia estimada del 12.7% en hombres y en

las mujeres es del 26%. Cerca del 5% de la población sufre alguna vez en su

vida un episodio depresivo. Es uno de los trastornos psiquiátricos más

frecuentes en la atención hospitalaria, ubicando al sexo femenino como el

mayor demandante.

Aún no son definidas las razones de esta diferencia, pero se pueden

considerar factores influyentes: la frecuencia de la atención médica a la

mujer, las reacciones hormonales, los efectos de parto, las diferencias

genéticas y de género.

Se estima que entre un 10% y un 15% de las personas con depresión

intentan un acto suicida, sin embargo, dicha estimación puede estar

sobrevaluada. Algunos estudios recientes plantean que el porcentaje podría

ser un mito ya que se ha registrado un porcentaje entre el 2 y 9%, como una

estimación reciente.

Los comportamientos suicidiarios (ya sean suicidios consumados o sólo

intentos) se han convertido en un grave problema en los países occidentales,

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así lo muestran las más de 100,000 muertes por suicidio que se producen en

Europa por año y quizá más de un millón de tentativas anuales.

Algunos autores (Kovacs y Beck, 1977) manifestaron que la depresión

infantil y juvenil estaba enmascarada por dolencias somáticas o por mal

comportamiento. Sin embargo, dos décadas de investigación, nos dice Nolen-

Hoeksema, demuestran que los niños y adolescentes en situaciones de estrés muestran los mismos síntomas que los adultos, y que los criterios para

diagnosticar la depresión se aplican en los tres grupos.

Los avances terapéuticos en el tratamiento de la depresión y el suicidio,

han sido espectaculares en los últimos años. La prevención y el tratamiento

están en buena medida en manos detectoras: profesores, médicos familiares,

asistentes sociales y personal del voluntariado, sin desatender la atención

oportuna de la familia y amigos.

Muchos programas comunitarios plantean el uso de técnicas de resolución de problemas y psicoeducativas para la habilitación cotidiana. El

uso de programas de prevención, aseguran resultados importantes después de

6 a 12 meses de evaluación.

En el Estado de Querétaro, pocas instituciones se han sumado al

trabajo de prevención y atención de la Depresión y Suicidio. Son contados los

profesionales que, de manera independiente y aislada, se han dado a la tarea

de profundizar en estos temas, de forma académica y de servicio. En el año

de 2003 se propuso iniciar acciones de prevención en Depresión y Suicidio

dirigidas a la población adolescente, mujeres adultas y en adultos maduros,

varones y mujeres. Dichas acciones formaron parte de los servicios de la

Sociedad de Psicología Institucional en Querétaro, AC (Sociedad PSIQUE).

Se pretende, desde entonces, que el Equipo de Trabajo, conformado a

iniciativa del Psicólogo Clínico Juan Carlos García Ramos, tenga el apoyo de

instituciones de Salud, Educativas y Sociales para diseñar y elaborar un

paquete de material didáctico el cual, será utilizado en foros institucionales,

conferencias, cursos y talleres. El enfoque de las acciones es preventivo y se

pretende que los usuarios adquieran habilidades educativas para enfrentar

situaciones de riesgo y resolución de conflictos. De lograrse lo anterior, se

podrá capacitar a más de quinientas personas, las cuales podrán multiplicar la

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información educativa y preventiva en torno a la Depresión y al Suicidio a más

de tres mil personas en la entidad, durante 2004 y 2005.

A estas acciones habrá de incorporarse proyectos de investigación en

torno al “Impacto psicológico del suicidio en la familia” y “Seguimiento a personas con intento suicida” en el Estado de Querétaro. Además, se elabora

la edición de “Glosario de términos en Suicidiología”. Al trabajo académico

de formación continua y se pretende sumarse a la Red de Suicidólogos

Iberoamericanos con Sede en Cuba, presedida por el Dr. Sergio Andrés

Pérez Barrero. Se espera que avances de dichas acciones se presenten en

el V Congreso Nacional de Tanatología y Suicidio, a celebrarse en la ciudad de

Querétaro los días 17 al 20 de noviembre de 2004.

Presentación.

Una persona que atraviesa por un estado de crisis emocional o padece

una enfermedad física, se encuentra en un momento vital para su proceso de

vida cotidiana. Independientemente de las circunstancias que la han llevado a

esta situación, la persona sufre y enfrenta todo un conflicto que, en los casos

extremos puede llegar hasta atentar contra su propia vida o la de otros.

En la actualidad, la depresión y el Suicidio son reconocidos como

problemáticas de salud pública y los índices se incrementan día a día. Las

estimaciones que hace la Organización Mundial de la Salud nos alertan a que

profesionales y comunidad en general actuemos de manera inmediata y

conjunta, esto, como parte del compromiso a cuidar y mantener nuestra

salud.

La propuesta es incorporar a grupos vulnerables y población en general al

programa de prevención de la Depresión y del Suicidio, con la estrategia de

conocer, de manera clara y accesible, la mayor información sobre estas dos

problemáticas y aprender a manejar habilidades, conozca lineamientos

generales de atención y canalización de personas que puedan encontrarse en

situaciones emocionalmente críticas.

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PREPARÁNDOSE PARA ACTUAR

La prevención del suicidio es más amplia que el simple acto de responder

a una situación de crisis. Los esfuerzos de prevención también tienen como

meta reducir -o hacer retroceder- los factores de riesgo y realzar los

factores de protección, antes de que las personas vulnerables lleguen al

punto de peligro. Ellos van de la mano con los esfuerzos que se realizan para

prevenir la violencia y el abuso de drogas y alcohol.

Estos son algunos de los factores que implican protección:

Cuidado clínico efectivo y adecuado para el tratamiento de desórdenes

mentales, físicos y de abuso de substancias

Apoyo para la búsqueda de ayuda y acceso irrestricto a una variedad de

instancias clínicas

Poner restricciones y limitar o impedir el acceso a los métodos

altamente letales de suicidio (cuerdas, armas blanca y de fuego)

Apoyo familiar y comunitario

Apoyo a los vínculos con profesionales de la salud física y mental, con

los que actualmente cuente la persona en crisis

Habilidades adquiridas en materias como resolución de problemas,

manejo de conflictos y manejo no violento de disputas

Creencias culturales y religiosas que desalientan el suicidio y apoyan el

instinto de conservación de la vida."

EL SUICIDIO

Las dos formas más representativas de la Conducta Autodestructiva

son, entre otras: El intento de suicidio y el suicidio consumado.

Se manifiesta en ideación, amenaza, gesto, intento y hecho consumado

del suicidio.

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CONSCIENTIZAR EN TORNO AL SUICIDIO

Los suicidios ocurren en todos los grupos sociales. Lo mismo entre las

personas jóvenes que entre las de mediana edad y los ancianos; en hombres,

tanto como en mujeres; entre los ricos, la clase media y las personas pobres;

todos los grupos étnicos y de cualquier religión; lo mismo entre personas

casadas, que solteras; entre los que tienen empleo y los desempleados; entre

los sanos y los enfermos.

Sin embargo, las estadísticas indican que el suicidio es más común entre

algunos grupos que en otros. Veamos:

Aunque hay cuatro suicidios de hombres por cada suicidio de mujer, las

mujeres intentan suicidarse dos veces más frecuentemente que los

hombres.

Es más frecuente en los jóvenes, en el sexo femenino, y los métodos

más utilizados son los suaves o no violentos (fármacos o sustancias

tóxicas).

En adultos y ancianos, del sexo masculino, los métodos preferidos son

los llamados duros o violentos (arma de fuego, ahorcamiento, fuego,

lanzarse al vacío)

Los varones anglosajones mayores de 50 años presentan los más altos

índices de suicidio. Los índices de suicidio para los hombres mayores de

65 años van ahora en aumento, tras de un estable descenso desde 1950

hasta 1980.

Desde 1950 se ha triplicado el índice de suicidio entre los hombres

jóvenes cuyas edades van de 15 a 24 años, y para las mujeres jóvenes,

sobrepasa ya el doble.

Aunque por fortuna el suicidio entre los niños es un evento raro, existe

un dramático aumento en el índice de suicidios reportados entre niños de

10 a 14 años.

Se ha encontrado que los índices de suicidio en algunas ocupaciones

específicas, tales como oficiales de policía, políticos, psicólogos,

enfermeras y doctores son los más altos.

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Los índices de intentos de suicidio entre los jóvenes que luchan con

cuestiones relacionadas con su orientación sexual son más altos que

entre otros del mismo sexo.

Cerca del 30 por ciento de todos los suicidios se cometen con un arma

de fuego. Las personas que viven en un hogar donde existe un arma de

fuego, son casi cinco veces más propensas a morir por suicidio que las

personas que viven en hogares libres de armas.

PORQUÉ SUCEDE EL SUICIDIO

Aunque no existe una sola causa para el suicidio, los investigadores nos

dicen que el comportamiento suicida está asociado con un cierto número de

factores de riesgo que frecuentemente se combinan. Para prevenir el

intento y el suicidio consumado, es primordial conocer los factores de

riesgo, que son aquellos que los predisponen. Consideremos que estos son

individuales, pues para algunos es un elemento de riesgo, para otros no

representa mayor problema. Entre estos factores están:

La depresión clínica y otras enfermedades mentales. Más de un 60

por ciento de todas las personas que se suicidan sufren de depresión

grave. Si uno incluye a personas deprimidas que abusan del alcohol, la

cifra aumenta al 75 por ciento. Casi todas las personas que se quitan la

vida sufren de algún desajuste mental diagnosticable o padecen el abuso

de alguna substancia, o ambos desórdenes.

El abuso del alcohol y otras substancias. El alcoholismo es un factor

que aparece en el 30 por ciento de todos los suicidios que se cometen.

Los eventos adversos en la vida. Tales eventos pueden ser: el sufrir

una confusión acerca de la propia identidad o, en el caso de las personas

jóvenes, el sentirse excluidos de los demás; una crisis familiar por el

divorcio o la muerte de alguien cercano; la pérdida de los medios de

susbsistencia, ocasionado ya sea por una crisis económica rural, por

reducción en los negocios o en las empresas, o por algún recorte de

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personal o la eliminación de programas gubernamentales. Otras causas

pueden ser: el comportamiento adictivo, alguna enfermedad crónica,

grave o fatal, o los efectos de un desastre natural o social. Para la

mayoría de las personas, los eventos adversos de la vida no

necesariamente conducen a un comportamiento suicida. Pueden

contribuir a un comportamiento suicida si ya existe un contexto de

enfermedad mental o abuso de substancias tóxicas.

Los factores intrafamiliares, tales como una historia clínica familiar de

suicidio, de enfermedad mental o de abuso de substancias, así como de

violencia y abuso sexual.

Los factores culturales y religiosos, tales como las creencias de que el

suicidio es una resolución noble a un dilema personal, o la destrucción de

la cultura tradicional de la gente, que puede conducir a sentimientos de

separación del pasado, aislamiento y desesperanza.

Rasgos psicoemocionales.

Facilitadotes. Los intentos de suicidio previos, la existencia de armas

de fuego en el hogar, el encarcelamiento, tendencias impulsivas o

agresivas, y exposición a comportamiento suicida de otros (por parte de

miembros de la familia o compañeros, o a través de reportajes

noticiosos inadecuados o de historias de ficción). Los suicidios entre las

personas jóvenes a veces ocurre en grupo y pueden, incluso, llegar a

convertirse en una epidemia. Las personas jóvenes son particularmente

susceptibles a imitar el comportamiento que conduce a un suicidio no

intencional.

Educación y prevención.

Este aspecto plantea la necesidad de dotar a las personas de

habilidades educativas y preventivas sobre la Depresión y el Suicidio. La

importancia que le damos a los aspectos del aprendizaje es por la utilidad que

tiene en el proceso de crecimiento y desarrollo de los seres humanos.

Según Nora Dabas (1988) el concepto de aprendizaje en el ámbito

comunitario, se define como: “ proceso por el cual un sujeto, en su interacción

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con el medio, incorpora la información suministrada por éste, según sus necesidades e intereses, la que, elaborada por sus estructuras cognitivas, modifica su conducta para aceptar nuevas propuestas y realizar transformaciones inéditas del ámbito que le rodea. El aprendizaje creativo requiere de la capacidad crítica del sujeto”i Es importante destacar que la organización biológica de la persona se

constituye en la matriz de los aprendizajes posibles, pero teniendo en cuenta

que las diferentes interacciones con el medio favorecerán u obstaculizarán el

desarrollo. La estructura cognoscitiva de cada persona le permite avanzar el

conocimiento, asimilando los objetos en una reconstrucción dialéctica de

estructura y objeto: “En este proceso de asimilación, el sujeto selecciona, transforma, adapta e incorpora dichos elementos a sus propias estructuras cognoscitivas, para lo cual debe también construir, adaptar, reconstruir y transformar tales estructuras”. El proceso de asimilación es semejante en el acto de adquirir y

transformar nuevas habilidades que permitan comprender, explicar e

intervenir en los problemas de la vida cotidiana. Los conceptos teóricos y

técnicos los selecciona, transforma, adapta e incorpora de acuerdo a sus

propias necesidades emocionales y sociales.

Se señalan algunos aspectos que son útiles para el Proyecto de Prevención:

1. Se forman grupos de participantes para trabajar en una modalidad de

taller, con una duración de cuatro horas, en una sola sesión.

2. Se definen las características de quienes conforman los grupos:

Adolescentes

Mujeres adultas

Adultos maduros (varones y mujeres)

3. Se desarrollan los contenidos temáticos programados:

Definición, características, origen y consecuencias a la salud de la

Depresión y el Suicidio.

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Reconocimiento de sí mismo: situación actual, riesgos, limitaciones y

potencialidades.

Evaluación de capacidades y habilidades: Autocuidado, respeto a la

propia persona, estilos de vida, etcétera.

Conocimientos de nuevas capacidades y habilidades: Toma de

desiciones, manejo de la tensión, el dolor y la frustración,

interrelación con el grupo de amigos, uso del tiempo libre, desarrollo

del potencial humano, etcétera.

4. Se desglosa los temas a tratar:

Conocimientos sobre los antecedentes históricos del concepto de

depresión y Suicidio.

Conocer manifestaciones biológicas, psicológicas y conductuales, así

como sus causas desde diversos enfoques.

Identificar situaciones de riesgo para la Depresión y para el Suicidio.

Establecer elementos preventivos.

Conocer y definir que es lo que nos está sucediendo cuando sentimos

algún malestar (físico y/o emocional).

Identificar estilo de vida y situaciones que enfrentamos.

Manejo adecuado en la expresión de emociones (tristeza, enojo, odio,

miedo, etc.).

Reflexión sobre nuestras virtudes y defectos.

Reconocer cualidades y limitaciones.

Evaluar nuestra capacidad afectiva y de socialización.

Conocer nuestro proyecto de vida, individual y colectivo.

Desarrollar la capacidad de cambio y toma de decisiones.

Adquirir nuevas habilidades de pensamiento, emocionales y sociales.

- Asertividad

- Autoestima

- Búsqueda de ayuda

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Señales o síntomas de probabilidad suicida

1. Insomnio intenso, sueño interrumpido o

despertar precoz.

2. Pesadillas frecuentes relacionadas con la

muerte o catástrofes.

3. Fantasías de muerte o autodestrucción durante

los períodos de vigilia.

4. Vivencias de soledad o abandono, de

desarraigo y falta de integración socio-

laboral.

5. Intensa ansiedad y desinhibición, junto con un

descenso del estado de ánimo.

6. Padecimiento de enfermedad somática,

especialmente dolorosa, crónica o mortal.

7. Profundos sentimientos de inutilidad o

minusvalía.

8. Alcoholismo o adicción a drogas.

9. Actividad delirante, sobre todo si el tema es la

ruina, culpas o de tipo persecutorio.

10. Súbito interés por lo que es la muerte, en lo

que puede haber en el más allá.

11. Informarse acerca de la manera menos

dolorosa de morir.

12. Emitir avisos suicidas directos o indirectos.

13. Hacer preparativos que anuncien la muerte. 14. El fallecimiento o suicidio de una persona muy

cercana.

15. Conflictos importantes en el ámbito económico,

laboral, profesional o judicial.

16. Tendencia a la impulsividad, irritabilidad y

dificultad para controlarse.

17. Alto grado de agresividad o extrema pasividad. 18. Poca tolerancia a la frustración.

Situaciones de riesgo depresivo:

1. Muerte de un ser querido.

2. Problema legal.

3. Desempleo y/o despido.

4. Enfermedad física crónica.

5. Separación de pareja o padres.

6. Aborto.

7. Problemas de conducta.

8. Alcoholismo y/o Drogas.

9. Conflictos familiares.

10. Problemas sexuales.

11. Limitaciones económicas.

12. Víctima del delito.

13. Maltrato físico.

14. Conflictos escolares o en el aprendizaje.

15. Embarazo y parto.

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Estados de riesgo depresivo.

1. Ser mujer.

2. Ser adolescente.

3. La etapa de adulto maduro.

4. La etapa del Adulto en plenitud.

Tarjeta de Ayuda para la Prevención del Suicidio

Si alguna persona que usted conoce:

Amenaza con suicidarse

Habla o escribe acerca de que desea morirse

Parece deprimida, triste, taciturna, ajena o desesperada

Presenta significativos cambios en su comportamiento, aspecto, humor o

disposición (ya sea que cambie de "normal" a deprimida, o viceversa)

Abusa de drogas o alcohol

Se lastima a sí misma, deliberadamente

Dice que si faltara nadie la extrañaría

Regala sus más preciados efectos personales

Esta es la manera de ayudar en un momento de riesgo:

1) Permanezca calmado y escuche con atención lo que le diga la persona

2) Tome en serio las amenazas de suicidio

3) Deje que la persona hable acerca de sus sentimientos (Cómo se siente

en este momento)

4) Acéptelo; no lo juzgue y demuestre que si le comprende

5) Pregúntele qué tan frecuente ha tenido pensamientos de suicidio

6) Pregúntele con cuánta intensidad ha pensado en ello

7) Pregúntele si tiene algún plan para llevar a cabo el suicidio

8) Averigüe si esa persona cuenta con los medios para llevar a cabo su plan

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9) No le jure guardar el secreto; más bien, haga lo posible por

comunicárselo a alguien

10) Intente que la persona le prometa que no se hará daño, mientras

busca ayuda

11) Asegúrese que esa persona que estará bien y que es necesario que

reciba ayuda profesional

Obtenga ayuda: usted no puede hacerlo solo

Acompañe a esa persona a buscar ayuda en:

La sala de urgencias de un hospital: IMSS, Cecosam,

Llame al 060

Algún servicio de salud mental (Psiquiátra, Psicólogo)

La familia, algún amigo o amiga, algún familiar

Algún sacerdote, maestro o consejero

El médico de la familia

O llame por teléfono a alguna línea de servicios de emergencia:

044 442 104 77 23 con el Psic. Juan Carlos García Ramos

Recomendaciones propuestas por las Naciones Unidas.

Para la prevención de la conducta suicida en adolescentes se debe

lograr una detección precoz de las situaciones de riesgo y de los grupos que

más frecuentemente los padecen.

Teniendo en cuenta que en el pasaje al acto de una ideación suicida

previa siempre existe un componente impulsivo o compulsivo, se debe evitar

que el adolescente en situaciones de riesgo tenga a su alcance elementos

potencialmente letales.

Es necesario fomentar la organización de con una red de apoyo psico

socio afectivo, que pueda funcionar como protección frente a los intentos de

comportamientos autodestructivos.

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Se les debe brindar apoyo afectivo por parte de las personas adultas

significativas en las que pueda confiar.

En imprescindible ayudarlos a mejorar su autoestima a través de

intervenciones psicoterapéuticas clarificadoras, moderadoras de la ansiedad

y la depresión y que les posibilites percibir su situación desde una

perspectiva realista y adecuada a la realidad personalizada.

Deben ser ayudados en el entrenamiento para el desarrollo de

habilidades para la toma de decisiones positivas con la suficiente autonomía.

Cuando se detecten alteraciones psicopatológicas moderadas o severas,

o dependencia de drogas de abuso, se requiere asistencia psiquiátrica

inmediata y suficientemente prolongada con inclusión del grupo familiar y de

la red secundaria del paciente (amigos, compañeros de estudio, deportes y

del trabajo, etc.) para buscar las modificaciones operativas de los

paradigmas dominantes.

Apoyo y orientación psicológica, educacional y social adecuada para que

el adolescente logre madurar la construcción de un proyecto de vida que

posibilite afirmar su identidad y conocer su propio lugar en el mundo,

descubriendo que tiene capacidad razonable para aspirar a merecerlo.

FUENTE: Revista de Psiquiatría de la niñez, adolescencia y familia. Año1. Número 1. Noviembre 1999

Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que

pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio:

cambios en los hábitos de dormir y de comer,

retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades

habituales,

pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones,

actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la

casa,

uso de drogas o de bebidas alcohólicas,

abandono poco usual en su apariencia personal,

cambios pronunciados en su personalidad,

aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en

la calidad de su trabajo escolar,

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quejas frecuentes de síntomas físicos, tales como: los dolores de

cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el

estado emocional del joven,

poca tolerancia de los elogios o los premios.

El adolescente que está contemplando el suicidio también puede:

quejarse de ser una persona mala o de sentirse "abominable",

lanzar indirectas como: "no les seguiré siendo un problema", "nada me

importa", "para qué molestarse" o "no te veré otra vez",

poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones

favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas importantes, etc.,

ponerse muy contento después de un período de depresión, y

tener síntomas de psicosis (alucinaciones o pensamientos extraños).

Si el niño o adolescente dice, "yo me quiero matar" o "yo me voy a

suicidar", tómelo muy en serio y acuda con un profesional en Salud Mental o a

otro médico para que evalúe la situación. La gente se siente incómoda y no le

gusta hablar sobre la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle

al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de "ponerle

ideas en la cabeza"; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se

preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.

Si una o más de estas señales ocurre, los padres necesitan hablar con su

niño acerca de su preocupación y deben de buscar ayuda profesional. Con el

apoyo moral de la familia y con tratamiento profesional, los niños y

adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un

camino más saludable de desarrollo.

Referencias bibliográficas.

Depresión, Monografía Clínica. GlaxoWellcome.

¿Es difícil ser mujer? Una guía sobre Depresión. Instituto Mexicano de

Psiquiatría e Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa,

Editorial Pax México, 1997, México.

16

Psicologías, para vivir mejor. Dossier Depresión, 32-47 pp. Número 5,

1999, España.

1ª Jornada Universitaria para la Salud Mental, Prevención del Suicidio.

Gobierno del Estado de Jalisco, Universidad de Guadalajara y Nuevo

Hospital Civil de Guadalajara. Noviembre de 1995, Guadalajara, Jalisco.

Los Trastornos Mentales en Querétaro, Universidad A. de Querétaro,

Jaime Rivas y Guadalupe Rivera, 1990.

Informe Anual Estadístico de Consulta Externa del Servicio de Psicología,

IMSS, UMF No. 16, Enero-diciembre de 1995, Psic. Juan Carlos García

Ramos.

Red de Redes, las prácticas de la intervención en redes sociales. Elina

Nora Dabas, 1993, Ed. PAIDOS, Argentina.

Taller de habilidades sociales.

http://www.psicologia-online.com/autoayuda/ 22/05/01.

El Inventario de Depresión Rasgo-Estado (IDERE): desarrollo y

pontencialidades. La Habana, Cuba. Martín Carbonell, Marta; Grau Abalo,

Jorge A.; Ramírez Pérez, Vladimir. PSICOLOGIA.COM, 2001; 5(1).

El iceberg de la depresión: “Sobre la capacitación del médico de familia en

el tratamiento de los trastornos depresivos”. Gonzalo Casino, Web

Escepticemia, 21 de mayo de 1999, http://db2.doyma.es/

La Depresión y el Suicidio Por: Psic. Juan Carlos García Ramos

Colaboración para el Periódico am, 09 de agosto de 2007. En la actualidad la depresión es reconocida como problemática de salud pública ya que los índices del trastorno en la población se incrementan día a día y a edades más tempranas. Las estimaciones que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan a que profesionales de la salud y comunidad en general, actuemos de manera inmediata y conjunta, esto, como parte del compromiso a cuidar y mantener nuestra salud.

El Psicólogo Clínico, Juan Carlos García Ramos, refiere que la depresión debe ser considerada un trastorno psíquico y una enfermedad mental, y que se manifiesta con una disminución del estado de ánimo y es acompañada de otros síntomas como son: ansiedad, inhibición, sensación de vacío, desinterés general, alteraciones del apetito y del sueño,

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disminución de la comunicación interpersonal, falta de contacto social, marcha lenta, pérdida de energía, sentimientos de culpa y de incapacidad, quejas somáticas, ideas de muerte e incluso, intentos de suicidio. Lo más notorio son los sentimientos de impotencia y de fracazo, así como una incapacidad de experimentar placer (intelectual, alimentario, social o sexual), pues pareciera que la vida ha perdido sabor y sentido.

Sin embargo, es importante considerar la gran variedad de usos que se le da al concepto de depresión. Se utiliza para denotar un sentimiento (estado de ánimo triste o sentirse miserable), para identificarlo como un síntoma que acompaña a otro trastorno o a una enfermedad física, y para identificarlo como un cuadro clínico el cual ya presenta un buen tiempo de manifestarse y ha afectado la esfera sociofamiliar de la persona. El problema de no reconocer a la depresión como una enfermedad, que nos puede discapacitar temporalmente, implica que no se considere como una enfermedad laboral poniendo en riesgo latente a la población económicamente activa.

La intensidad y la cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones temporales de los conflictos, etcétera) pero quedan formadas en la psique de la persona “factores de riesgo”, como predisposiciones personales a experimentar estados de ansiedad o depresión frecuentes. Este rasgo de personalidad constituye un pronóstico que ayudará a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas situaciones futuras.

No se puede determinar una causa única para desencadenar depresión, pues este tipo

de trastorno esta relacionado con la historia familiar de la persona, en la que se presentan episodios de duelo, conflictos relacionales, estilos de crianza, deficiencias alimentarias y adversidades cotidianas de la vida. Es más, que podemos esperar en una sociedad actual como la nuestra, en donde se lucha y se nos exije triunfar, se margina a los debiles y se actua con una ética individualmente egoísta: preocuparnos o entristecernos?.

La depresión tiene una prevalencia estimada del 12.7% en hombres y en las mujeres

es del 26%. Cerca del 5% de la población sufre un episodio depresivo en este momento y un /0% de la población lo padecerá en algún momento de su vida. Es uno de los trastornos mentales más frecuentes en la atención hospitalaria, siendo las personas del sexo femenino como el mayor demandante.

En el servicio de psicología clínica del Hospital General del IMSS, en Querétaro, la depresión ocupa el primer lugar de los padecimientos emocionales atendidos; un 42% de los pacientes que acuden a la consulta de psicología es asignado a este diagnósticado, muy alejado de otros diagnósticos como los estados de ansiedad (27%), los trastornos de conducta (23%), los trastornos por estrés y adaptación ((19%) y los trastornos del desarrollo (13%), entre otros.

De acuerdo a las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, para el año 2020, una de cada veinte personas sufrirá al año una depresión y, más del quince por ciento de toda la población mundial padecerá un episodio depresivo a lo largo de su vida. Otros estudios médicos hacen notar que dos tercios de la población mexicana que padece depresión no solicitan ayuda médica, mientras que buena parte de los que van al médico no lo hacen por esta causa sino por otro tipo de dolencias.

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Se estima que entre un 10% y un 15% de las personas con depresión intentan un acto suicida, sin embargo, dicha estimación puede estar sobrevaluada. Los comportamientos suicidiarios (ya sean suicidios consumados o sólo intentos) se han convertido en un grave problema en nuestro estado y se habla de que la cifra está por encima de los 100 suicidios en el último año anterior. La idea de suicidio aparece ante una situación extremadamente conflictiva o un estado de ansiedad y humor deprimido, misma que puede dar lugar a pensar o dudar en la posibilidad de llevar a cabo la acción. El periodo de pasar de una idea a la duda de hacerlo, puede ser muy breve en personas impulsivas y agresivas, pero en personas deprimidas puede ser largo y lento la construcción de llegar al riesgo de tomar la decisión de hacerlo.

Tener la idea, intentar y quitarse la vida es algo que sucede de una manera complicada de explicar, porque conlleva factores muy personales y privados. Tienen que ver con factores como el manifestar sentimientos de desesperanza e impulsividad elevada, características autodestructivas en la personalidad y acontecimientos muy estresantes en el momento de vida. Cuando la prensa nos comunica que una persona se ha quitado la vida por tal o cual motivo, hay que dudarlo, pues no es posible que en lo inmediato se obtenga una respuesta a las motivaciones verdaderas de la persona.

Los estudios demuestran que los niños y adolescentes en situaciones de estrés muestran los mismos síntomas que los adultos, y que los criterios para diagnosticar la depresión se aplican en los tres grupos. Sin embargo, hay que considerar que un síntoma característico en la depresión infantil es la agresividad o los trastorno de conducta, lo que implica que el médico puede confundir el diagnóstico por ser estos rasgos una manifestación más notoria que el mismo estado de ánimo disminuido (tristeza) caracterizado en otras edades. El psicólogo García Ramos, autor del libro “El Suicidio: manual para la Familia y glosario de términos suicidológicos”, en su reciente presentación del tema en el curso universitario de Tanatología (Facultad de Psicología, UAQ) ha planteado la necesidad de reflexionar sobre la depresión y reconocer que es nuestra responsabilidad el ser personas deprimidas, y ponernos en acción de la manera más conveniente y alejarnos del uso de “píldoras de la felicidad” o de otras sustancias tóxcas, que si bien ayudan a controlar nuestro estado de ánimo fisiológico no ayudan a resolver los inconvenientes en nuestra vida cotidiana.

Epidemiología de Depresión y Suicidio en el Estado de Querétaro

AUTORES Y AÑO

TIPO DE ESTUDIO

MUESTRAS

PATOLOGÍAS

Rivas y Rivera (UAQ) 1990

Salud Mental. Cuestionario general de Salud de Goldberg

Municipio de Santiago de Querétaro 768 sujetos

26.4 % Depresión, Ideación Suicida, ansiedad, insomnio, inadecuación social y trastornos por Somatización. 25.6% Crisis emocionales

Almeida y Cols. SSA y UAQ. 1993

Instrumentos “D.R.S.” W. Zung Adolescentes de 15 a 18 años. 720 sujetos

17 % Síntomas significativos de Depresión, Ansiedad y Tras. Psicofisiológicos.

Osornio y Díaz. INP. 1994

Entrevistas CIDI y AUDIT Rango de edad: 15-65 años 608 sujetos

18.26 % Al menos un diagnóstico de Enfermedad Mental 56.8 % Dos o más diagnósticos

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García Ramos (IMSS) Servicio de psicología UMF No. 16 1995

Consulta diagnóstica de primera vez a derechohabientes

Consultas: 1441 1ª vez: 445 Mujeres: 297 Varones: 148 Edad: 0-65 años Media: 23-35 años

Ansiedad-Depresión (107) Conflicto pareja-familia (52) Psicosomáticos (40) Conducta y alteración en infantes (39)

Colegio de Psicólogos de Querétaro, A.C. ( CICE) Julio ´95-junio ´96

Registro de usuarios del servicio de urgencias psicológicas

personas: 315 mujeres: 189 varones: 118 edad: 5-45 años Media: 26-40 años

Estados afectivos (85) Conflicto pareja (60) Adicciones (26) Agresión-violencia (22) Conducta infantil (29) Adolescentes (18)

Colegio de Psicólogos de Querétaro, A.C. ( CICE) Julio ´96-junio ´97

Registro de usuarios del servicio de urgencias psicológicas

personas: 203 mujeres: 130 varones: 65 edad: 5-45 años Media: 21-25 años

Estados afectivos (65) Conflicto pareja (25) Adicciones (18) Agresión-violencia (16) Conducta infantil (10)