Epistemología. Traducción e Interpretación

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TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN. KUHN Y SU DISCUSIÓN CON QUINE Epistemología de las Ciencias Sociales Cátedra Martini

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Interesante reflexión epostemológica sobre las posibilidadesde de traducción toando en cuenta los aportes de Kuhn

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TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN. KUHN

Y SU DISCUSIÓN CON QUINE

Epistemología de las Ciencias Sociales

Cátedra Martini

Ma. Cristina Garat

Noviembre 2013

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TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN. KUHN Y SU DISCUSIÓN CON QUINE

Hipótesis: La postura de Kuhn no ofrece un camino seguro para la comunicación entre

teorías presentes y antiguas. Comparación con Quine

Al analizar los documentos de ambos autores en relación al problema de la

comunicación, se puede ver cómo Kuhn enmarca sus teorizaciones en lo que él

denomina el problema de la inconmensurabilidad entre las teorías científicas de dos

paradigmas distintos. Este concepto puede ser definido en pocas palabras como “sin

lenguaje común”; de este modo cabe afirmar que cuando dos teorías son

inconmensurables entre sí significa, desde la perspectiva de Kuhn, que no hay

posibilidad de traducir ambas teorías a un lenguaje común sin pérdida o resto. Sin

embargo, el autor se apresura a aclarar que esto no significa en absoluto la

imposibilidad de comparación entre ambas teorías. Dicho esto surge la pregunta ¿cómo

se realiza la comparación de dos teorías si no pueden ser traducidas una en los términos

de la otra, ni tampoco a un lenguaje común neutral? Llegado a este punto vale la pena

hacer ciertas aclaraciones sobre la teoría kuhniana de las revoluciones científicas. Para

el autor, la investigación científica se desenvuelve dentro de un paradigma, que podría

llegar a definírselo como aquel conjunto de realizaciones que proporciona modelos de

problemas y soluciones durante determinado período de tiempo a una comunidad

científica. Bajo un paradigma se desarrolla un período de ciencia normal, en el cual la

comunidad científica resuelve diferentes enigmas, basándose en reglas comunes, que

implican compromisos conceptuales, metodológicos, instrumentales y metafísicos, que

son generales a quienes forman parte del mismo paradigma. Kuhn señala que en

determinados momentos se comienzan a acumular excesivos enigmas, generándose

anomalías; esto provoca una crisis, es decir una pérdida de confianza en el paradigma,

lo cual lleva al estallido de una revolución científica, en la cual el paradigma original se

verá reemplazado por otro nuevo. Este es un punto de inflexión para el autor; señala que

las teorías producidas durante el primer paradigma utilizan términos y conceptos con

determinada significación que sufrirá un cambio en el siguiente paradigma, y esto es

justamente lo que produce la ya nombrada inconmensurabilidad. Sin embargo,

retomando el hilo anterior, el autor es claro al señalar que sí es posible la comparación

de teorías producidas en paradigmas distintos, porque existe una cantidad considerable

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de términos comunes en ambas teorías que funcionan de la misma manera en ambas; sus

significados se preservan.

Ahora bien, Kuhn también remarca con insistencia que hay un grupo de fonemas

que si bien permanecen constantes de un paradigma a otro, su significado y sentido

varía cuando estalla la revolución científica. Y es en este punto, señala el autor, donde

surgen los problemas de traducción, en “un pequeño subgrupo de términos (que

usualmente se interdefinen) y con los enunciados que los contienen”1. De todas formas,

el autor sostiene que aquellos vocablos que se preservan en su función sirven de base

para realizar comparaciones confiables entre las teorías. Pero, ¿en qué consisten estas

comparaciones? ¿Qué hacer con los términos “intraducibles”? Kuhn establece una

diferencia entre la traducción y la interpretación. En relación a la primera, vemos que lo

define como algo efectuado por una persona bilingüe, que puede adjudicar a cada

palabra de un texto formulado en un idioma una palabra o secuencia de palabras que

mantiene una relación exacta de significado en el otro idioma, es decir, son

absolutamente equivalentes. Por otro lado, el autor describe a la interpretación como un

proceso en el cual la persona que interpreta maneja sólo una de las dos lenguas y sus

esfuerzos radican en captar los sentidos originales de los términos desconocidos,

pudiendo concebir los usos e implicancias que tienen los vocablos en su contexto

natural de aplicación. La idea es poder comprender cómo los vocablos se interconectan

formando una red de significados, interdefiniéndose entre sí, siendo recíprocamente

dependientes. Quienes realizan este trabajo renuncian a la traducción palabra por

palabra, porque parten de la base de que sólo es posible la comunicación si los términos

se conocen en su mundo original; en función a la comparabilidad de teorías actuales con

sus precedentes, Kuhn afirma que no hay posibilidad de diálogo desde el presente,

porque la comprensión cabal de una teoría de otro paradigma requiere necesariamente

entender el uso de los conceptos en su red de interrelaciones, y nunca aislados. Por todo

esto puede aseverarse que Kuhn descarta la traducción como método efectivo para la

comparación de teorías; lo que el autor propone como método para los historiadores de

la ciencia es la interpretación, que implica siempre tener en consideración el contexto

en el cual los términos son utilizados. Implica dar cuenta de las intensiones de los

términos, en otras palabras, de su connotación.

1 Khun, T. Conmensurabilidad, comparabilidad y comunicabilidad, p.50, en El camino desde la estructura, Barcelona: Paidós, 2002

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Ahora bien, a lo largo del capítulo “Conmensurabilidad, comparabilidad y

comunicabilidad” Kuhn desprende una crítica Quine y su idea de un manual de

traducción. Para una comprensión correcta de la discusión entablada entre ambos

autores, sería conveniente realizar una breve síntesis de cuál es la posición de Quine

respecto a la traducción. El autor propone la idea de imaginar una tribu desconocida en

la cual una persona extranjera debe intentar comunicarse con la población nativa. En

estas circunstancias afirma “Concederé que el lingüista puede establecer

inductivamente, con un margen de seguridad razonable, que cierta expresión nativa es

aquella que los nativos pueden estar incitados a pronunciar sólo en presencia de un

conejo o una reproducción adecuada. Dicho lingüista está entonces autorizado a

adjudicar a la expresión natica la cauta traducción ‘Hay un conejo’…”2 De esta forma

podemos ver cómo Quine propone atender a las conductas ostensibles de los individuos,

asociándolas a los fonemas de los que suelen ir acompañadas, para poder,

inductivamente, dar una definición de cada vocablo identificado del idioma extraño.

Siguiendo este procedimiento el autor aspira a conformar un manual de traducción en el

cual a cada palabra de la lengua nativa le corresponda otra del idioma conocido por el o

la lingüista. Quine no ignora los posibles problemas que este método puede acarrear.

Reconoce que, por ejemplo, puede ser dificultosa la tarea de identificar un vocablo

individualmente, es decir, no hay un método seguro para distinguir una única palabra de

una oración; por otro lado, también asume que no hay posibilidad de asegurar que lo

que se tradujo como “conejo”, por ejemplo, sea efectivamente conejo y no “orejas

largas” “olor a conejo” etc.

En base a estas consideraciones se pueden analizar dos de las tesis propuestas por

Quine. En primer lugar la que se refiere a la indeterminación de la traducción y en

segundo lugar a la inescrutabilidad de la referencia. En cuanto a la primera tesis el

autor postula que una traducción literal es imposible y acepta que el manual de

traducción que propone crear tiene carácter hipotético, es decir, no es definitivo ni se

puede aseverar determinantemente que es correcto. Dos lingüistas pueden elaborar

manuales de traducción distintos entre sí, e incluso incompatibles. Sin embargo, lo

importante para el autor es que cada manual sea coherente en sí mismo y mantenga una

relación entre los términos constante; si esto se cumple la comunicación está asegurada,

y en última instancia la posibilidad de comunicarse es lo que realmente preocupa al

autor. En cuanto a la segunda tesis, Quine reconoce que no hay manera de comprobar

2 Quine, W. V. O. Hablando de objetos, p.14, en La realidad ontológica y otros ensayos, Madrid: Tecnos, 1986

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cuál es el referente correcto para un término, tanto en un manual de traducción como

dentro de un mismo idioma; de todas formas, el autor no cree que esto impida la

comunicación, dado que la simple suposición, que hacen dos personas que dialogan, de

que ambas hacen uso para cada término de un mismo refernte permite ya la

comunicación.

En este punto de la discusión podemos decir que Quine rechaza la existencia de

un problema de inconmensurabilidad. Este autor opta por ignorar los sentidos,

connotaciones y contextos en los cuales los términos de una lengua son usados. Por lo

tanto, en relación a las teorías científicas, Quine afirma que se puede dar cuenta de ellas

desde el presente, fabricando los ya nombrados manuales de traducción; a pesar de las

dificultades que el propio autor reconoce, la comunicación es posible desde su

perspectiva.

Ahora bien, ¿por qué se puede afirmar que el camino que ofrece Kuhn es poco

seguro? Si tomamos en cuenta sus postulados, vemos que el único medio que el autor

ofrece para establecer una comunicación segura entre dos teorías de paradigmas

distintos es la de aprender la teoría que nos es ajena, y esto es posible mediante la

interpretación. Como ya se dijo, el autor pretende captar los significados y sentidos

exactos de las teorías, de los términos y conceptos usados. Al pretender esto surge

inmediatamente la pregunta, ¿es posible captar el pasado tal cual fue? ¿Es accesible a

nuestra comprensión la antigua red de términos y conceptos interconectados en todas

sus dimensiones e implicancias? ¿Cómo demostrar que acertamos en la interpretación

que hicimos de una teoría? Todas estas son preguntas que el autor deja sin responder.

Desde cierta perspectiva se puede afirmar que no hay posibilidad de captar el pasado tal

cual es. Los textos científicos son simplemente recortes de la realidad en la que fueron

producidos y una interpretación solamente basada en esto sería incompleta. Por otro

lado, ¿es posible desprenderse de todos los condicionantes con los que una carga a la

hora de interpretar un texto pasado? Indudablemente la respuesta es negativa. La serie

de conceptos, prenociones y representaciones que tiene cualquier hombre o mujer,

también las tiene la persona que interpreta los textos científicos. Esto genera

necesariamente un sesgo en la interpretación que vaya a hacer de las teorías científicas

pasadas, lo que convierte los resultados de sus investigaciones en interpretaciones

hechas desde el presente, y no, como pretende Kuhn, una captación completa de las

connotaciones y sentidos de las teorías pasadas.

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Por esta razón, me atrevo a afirmar que el camino señalado por Quine es más

certero. Este autor se propone un objetivo más cercano y plausible: la comunicación.

Renuncia a dar cuenta de las intensiones de los términos y aboga por establecer un

diálogo con lenguas diferentes. Acepta que en la traducción que se haga de un idioma a

otro están necesariamente inscriptas las nociones ontológicas propias de la traductora o

traductor; mas rechaza esto como un problema. Su objetivo final es la comunicación, y

el autor demuestra que ésta puede lograrse a pesar de las dificultades que presente la

traducción.

Ma. Cristina Garat

Noviembre 2013