Epistemología y Gnoseología de Yeanplong

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XX. Perfiles de ciencia XX PERFILES DE CIENCIA 20.1.Epistemología y gnoseología. 20.2.Distintos perfiles de ciencia. 20.3.Perfil divulgador. 20.3.1.Carl Sagan: La ciencia es la mejor herramienta ... 20.3.2.Mario Bunge: La ciencia se nos aparece como la más deslumbrante de las estrellas de la cultura. 20.3.3.Mario Sambarino: Una concepción aséptica de la ciencia. 20.4.Perfil crítico. 20.4.1.P. Thuillier muestra algunas caras ocultas de la investigac ión ... 20.4.1.1.Hechos y teorías. 20.4.1.2.Los “hechos buenos” y los no tan buenos... 20.4.1.3.El método experimental y la objetividad. 20.4.1.4.¿Es el científico un observador neutral? 20.4.1.5.La racionalidad científica no es la única racionalidad. 20.4.1.6.No existe jerarquía absoluta de los diferentes 6

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Capítulo que trata la distinción entre Epistemología y Gnoseología, y se centra en la primera de dichas disciplinas filosóficas.

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XX. Perfiles de ciencia

XX

PERFILES DE CIENCIA

20.1.Epistemología y gnoseología. 20.2.Distintos perfiles de ciencia. 20.3.Perfil divulgador.

20.3.1.Carl Sagan: La ciencia es la mejor herramienta ... 20.3.2.Mario Bunge: La ciencia se nos aparece como la más deslumbrante de las estrellas de la cultura. 20.3.3.Mario Sambarino: Una concepción aséptica de la ciencia.

20.4.Perfil crítico. 20.4.1.P. Thuillier muestra algunas caras ocultas de la investigación ...

20.4.1.1.Hechos y teorías.20.4.1.2.Los “hechos buenos” y los no tan buenos...20.4.1.3.El método experimental y la objetividad.20.4.1.4.¿Es el científico un observador neutral?20.4.1.5.La racionalidad científica no es la única racionalidad.20.4.1.6.No existe jerarquía absoluta de los diferentes

conocimientos.20.4.1.7.Son los hombres los que inventan y construyen

una racionalidad.20.4.2.Griffiths. La ciencia y la tecnología no existen independientemente ...

20.4.3.Morin: Lo propio de la cientificidad no es reflejar lo real....

EJERCICIOS

Existen distintos nombres que refieren a conceptos diferentes pero muy relacionados, como Epistemología, Gnoseología, Filosofía de la Ciencia, Teoría del conocimiento. A menudo, algunos de ellos suelen usarse como sinónimos. En las páginas inmediatamente anteriores señalamos, además, la estrecha relación que existe entre Epistemología y Metodología.

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20.1.Epistemología y gnoseología

J.M.Quintanilla1 sostiene que :“El término ‘gnoseología’ significa lo mismo que la expresión ‘teoría del conocimiento’. Se refiere a aquella parte de la filosofía que se ocupa del problema del conocimiento en general. Cabe pues, distinguir el significado de ‘gnoseología’ respecto al de ‘epistemología’ en el sentido de que la epistemología sería esa parte de la filosofía que se ocupa en especial del conocimiento científico. En inglés, sin embargo, se usa epistemología para referirse aproximadamente a lo que aquí entendemos por gnoseología, y se usa predominantemente ‘filosofía de la ciencia’ para lo que aquí entendemos como epistemología.”

“Actualmente, en castellano, y sobre todo en obras de orientación analítica se tiende a usar ‘epistemología’ y ‘filosofía de la ciencia’ con el mutuo sentido en que se usan sus correspondientes términos ingleses. El término gnoseología connota, pues, un sentido más próximo a una filosofía de corte clásico, especulativa, una especie de ontología regional, o una parte de la ontología: precisamente la que se ocupa del conocimiento como realidad.”

“Esta transferencia de sentidos en los términos indica de hecho un cierto cambio de perspectiva a la hora de concebir el problema del conocimiento. En términos generales identificar la teoría del conocimiento con la epistemología responde a una concepción según la cual el conocimiento científico es la forma paradigmática de todo conocimiento. El uso del término ‘gnoseología’ para referirse a la teoría filosófica del conocimiento llevaría así implícita una concepción según la cual el conocimiento científico, lejos de ser la forma paradigmática de todo conocimiento, no sería sino una especie (a veces más limitada) de conocimiento. (...).”

Pero decir que el objeto de la epistemología es la ciencia, no es decir mucho, en la medida que detrás del mismo significante – en este caso, la secuencia ‘ciencia’- se esconden ideas y conceptos muy diferentes; perfiles que, muchas veces, conviven y se mezclan aun en la cabeza y/o en la obra de un mismo autor (investigador y/o divulgador).

20.2. Distintos perfiles de ciencia

A lo largo de la propia historia de la ciencia y aún en la actualidad, nos encontramos con distintas caracterizaciones acerca del conocimiento científico y de la ciencia en particular. Esto quiere decir que no toda reflexión sobre la ciencia confluye a resultados similares, no todas tienen la misma percepción acerca de esta, ni la describen con el mismo cuerpo de conceptos. Estas distintas formas de ver la ciencia –estos distintos perfiles- se sostienen, generalmente, sobre las distintas epistemologías en curso, pero sin hacerlas explícitas. Y sin embargo, influyen en la manera de encarar problemas epistemológicos de primera importancia, como pueden serlo la historicidad o ahistoricidad del conocimiento científico, su universalidad, la verdad, el alcance del

1 Quintanilla, Miguel, Diccionario de Filosofía Contemporánea, artículo:

Gnoseología.

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método experimental, etc.. A veces esa correspondencia es clara y distinta: a nadie le puede caber duda que, quien sustenta que el quehacer científico comienza con la observación contemplativa e imparcial de los ‘hechos’, por ejemplo, está propagandeando una epistemología de corte positivista o neopositivista de primera hora. Otras veces, esas relaciones no son tan fáciles de establecer, en la medida que priman distintos grados de eclecticismo, donde se mezclan sustentos teóricos de una y otras corrientes. En todo caso, es importante hacer explícito que nuestra intención es facilitar la distinción de esos perfiles, marcar las diferencias existentes. Muchas veces, es cierto, tomando partido por una u otra postura; pero nunca descalificando a sus sustentadores, de cuya talla estamos lejos. Otra cosa es la crítica acerca de las consecuencias que tal o cual postura pueda llegar a tener, independientemente de la intención o no de su autor.

No nos cansaremos de afirmar, como lo han hecho, entre otros, Samaja, Piaget, Marx, Bachelard lo fácil que es, una vez transitado con éxito el camino siempre sinuoso y azaroso de la investigación, confundirlo con el camino lógico de la exposición con que se da cuenta de lo actuado, haciendo que el descubrimiento aparezca como obvio, como si no pudiera haber sido de otra manera. Esto es lo que explica, en parte, que investigadores serios, verdaderos “obreros” del método dialéctico en el laboratorio, terminen hablando, por ejemplo, que en ciencia, todo lo que no cuadre con los hechos debe descartarse.

Podemos distinguir dos grandes perfiles – a manera de dos polos entre los cuales se intercala un verdadero abanico de posibilidades- acerca de la ciencia, con mayor o menor número de conexiones entre ellos: el perfil divulgador de la ciencia y el perfil crítico a esas posturas divulgadores o simplificadoras. En el primero, la ciencia aparece como algo perfecto o muy cercano a la perfección, desprendida de los hombres que le dieron origen y siguen haciéndola, de sus circunstancias y determinaciones mundanas e históricas; exenta de contradicciones o problematizaciones y, por lo general, éticamente neutra. Entre los segundos, la ciencia es vista como cualquier otro producto humano, capaz de conquistas inestimables pero también de peligros como nunca los ha conocido la especie humana, marcada por los mismos problemas que caracterizan a la especie en su lucha por la supervivencia y por el poder. Unos y otros tienen un tratamiento distinto de problemas fundamentales, como el de la objetividad (subjetividad) del conocimiento científico; si este nos permite alcanzar la verdad o solo nos aporta un saber probablemente verdadero; cuáles son las características del hombre de ciencia y de su hacer científico; si realmente existe un único método científico garante de alcanzar un conocimiento verdadero o probablemente verdadero; si los hechos son realidades que se nos imponen o que construimos (o ambas cosas); si siempre debe de haber una perfecta adecuación entre hechos y teorías; cuáles son los requisitos para que una teoría sea considerada una buena teoría ... y un importante etcétera. Para su estudio, usted dispone de dos bloques de lecturas, citas o artículos breves de autores representativos de ambas posturas que reproducidos a continuación, y de las que puede extraer un conjunto de características comunes de cada uno, en cuyo auxilio acuden los ejercicios que proponemos al final del capítulo.

20.3. Perfil divulgador

Este perfil es conocido también con el nombre de perfil simplificador o perfil acrítico de la ciencia. A modo de ofrecer algunas fuentes donde se pueden encontrar

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algunas de estas posturas, reproducimos tres textos breves –o mejor, tres citas ilustrativas- de autores de destacadísimas trayectorias: Carl Sagan, uno de los científicos y divulgadores de la ciencia más relevantes del siglo XX (fallecido a finales del siglo), Mario Bunge, epistemólogo ampliamente reconocido en lengua española e inglesa (desde los años 60 hasta la actualidad), y Mario Sambarino, uno de los filósofos más destacados de nuestro país en la década de los 60 y 70.

20.3.1. C. Sagan: La ciencia “es la mejor herramienta de que disponemos, que se autocorrige, que sigue funcionando, que se aplica a todo.” 2

“No hay ninguna otra especie en la Tierra que haga ciencia. Hasta ahora es una invención totalmente humana, que evolucionó por selección natural en la corteza cerebral por una sola razón: porque funciona. No es perfecta. Puede abusarse de ella. Es solo una herramienta. Pero es con mucho la mejor herramienta de que disponemos, que se autocorrige, que sigue funcionando, que se aplica a todo. Tiene dos reglas. Primera: no hay verdades sagradas; todas las suposiciones se han de examinar críticamente; los argumentos de autoridad carecen de valor. Segunda: hay que descartar o revisar todo lo que no cuadre con los hechos. Tenemos que comprender el Cosmos tal como es y no confundir lo que es con lo que queremos que sea. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto. Las personas comparten en todas partes los mismos objetivos cuando el contexto es lo suficientemente amplio. Y el estudio del Cosmos proporciona el contexto más amplio posible. La actual cultura global es una especie de arrogante advenedizo. Llega a escena planetaria siguiendo a otros actos que han tenido lugar durante cuatro mil quinientos millones de años, y después de echar un vistazo a su alrededor, en unos pocos miles de años, se declara en posesión de verdades eternas. Pero en un mundo que está cambiando tan de prisa como el nuestro, esto constituye una receta para el desastre. No es imaginable que ninguna nación, ninguna religión, ningún sistema económico, ningún sistema de conocimientos tenga todas las respuestas para nuestra supervivencia. Ha de haber muchos sistemas sociales que funcionarían mucho mejor que los existentes hoy en día. Nuestra tarea, dentro de la tradición científica, es encontrarlos.”

20.3.2. M. Bunge: “la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante de las estrellas de la cultura ...” 3

“Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y, sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado ‘ciencia’, que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta.”

“Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar este mundo, sino enriquecerlo construyendo otros universos. Amasa y remoldea la naturaleza 2 Carl Sagan, Cosmos. pp.232-3.3 M.Bunge [1960], La ciencia, su método y su filosofía . Citas de la Introducción.

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sometiéndola a sus propias necesidades: construye la sociedad y es a su vez construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo o sus propias necesidades animales y espirituales, así como a sus sueños; crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura. La ciencia como actividad —como investigación— pertenece a la vida social: en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y a la manufactura bienes materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante de las estrellas de la cultura cuando la consideramos como un bien en sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento científico), y como una actividad productora de nuevas ideas (investigación científica).”

Según el mismo texto, Bunge señala que la ciencia es “ese creciente cuerpo de ideas que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, objetivo, verificable, y por consiguiente falible”

¿Qué entiende Bunge por racional? “... Por conocimiento racional se entiende: a) que está constituido por conceptos, juicios y raciocinios, y no por sensaciones, imágenes. pautas de conducta, etc. sin duda, el científico percibe, formas, imágenes (modelos visualizables) y hace operaciones; pero tanto el punto de partida como el punto final de su trabajo son ideas; b) que esas ideas pueden combinarse de acuerdo con algún conjunto de reglas lógicas con el fin de producir nuevas ideas (inferencia deductiva), c) que esas ideas no se amontonan caóticamente o simplemente, en forma cronológica, sino que se organizan en sistemas de ideas, esto es en conjuntos ordenados de proposiciones –teorías.”

¿Qué entiende Bunge por objetiva y verificable? “ Que el conocimiento científico de la realidad es objetivo, significa: a) que concuerda aproximadamente con su objeto; que busca alcanzar la verdad fáctica; b) que verifica la adaptación de las ideas a los hechos recurriendo a un comercio peculiar con los hechos (observación y experimento), intercambio que es controlable y hasta cierto punto reproducible.”

Y agrega: “... para que un trozo de saber merezca ser llamado ‘científico’ no basta que sea verdadero. Debemos saber, en cambio cómo hemos llegado a saber, o a presumir, que el enunciado en cuestión es verdadero: debemos ser capaces de enumerar las operaciones (empíricas o racionales) por las cuales es verificable , de una manera objetiva, al menos en principio. (...) quienes no deseen que se exija la verificabilidad del conocimiento deben de abstenerse de llamar científicas a sus propias creencias, aún cuando lleven bonitos nombres compuestos con raíces griegas. Se les invita cortésmente a bautizarlas con nombres más impresionantes, tales como ‘reveladas’, ‘evidentes’, ‘absolutas’, ‘vitales’, ‘necesarias para la salud del Estado’, ‘indispensables para la victoria del Partido’, etc. ”

“El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. A fin de explicar un conjunto de fenómenos, el científico inventa conjeturas fundadas de alguna manera en el saber adquirido. Sus suposiciones pueden ser cautas audaces, simples o complejas, en todo caso deben ser puestas a prueba. El test de las hipótesis fácticas es empírico, esto es observacional y experimental”.

Bunge hace un inventario de las características de las ciencias fácticas. Algunas de ellas son:

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“El conocimiento científico es fáctico: parte de los hechos, los respeta hasta cierto punto, y siempre vuelve a ellos. La ciencia intenta describir los hechos tales como son, independientemente de su valor emocional o comercial: la ciencia no poetiza los hechos ni los vende, si bien sus hazañas son una fuente de poesía y de negocio”.

“El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta hechos, produce hechos y los explica. (...) La investigación científica no se limita a los hechos observados: los científicos exprimen la realidad a fin de ir más allá de las apariencias; rechazan el grueso de los hechos percibidos por ser un montón de accidentes, seleccionan los que consideran relevantes, controlan hechos y en lo posible los reproducen.”

“La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a uno, y trata de descomponer el todo en elementos. La investigación científica no se plantea cuestiones tales como ¿cómo es el universo en su conjunto?; ¿ cómo es posible el conocimiento? Trata, en cambio de entender toda situación total en términos de sus componentes (...)”.Los problemas de la ciencia son parciales, y así son también por consiguiente sus soluciones.

“El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus resultados son claros. El conocimiento ordinario, en cambio, usualmente es vago e inexacto; en la vida diaria nos preocupamos poco por dar definiciones precisas, descripciones exactas o mediciones afinadas.”

“La investigación científica es metódica: no es errática, sino planeada. Los investigadores no tantean en la oscuridad: saben lo que buscan y cómo encontrarlo. El planeamiento de la investigación no excluye el azar: sólo que al hacer un lugar a los acontecimientos imprevistos, es posible aprovechar la interferencia del azar y la novedad inesperada”.

“La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de los problemas es la especialización. (...) esto explica la multiplicidad de técnicas y la relativa independencia de los sectores de la ciencia”.

20.3.3. M. Sambarino: Una concepción aséptica de la ciencia 4

“La ciencia es una actividad intelectual, de carácter colectivo, que procura establecer aseveraciones críticamente fundadas y objetivamente controlables, de valor cognoscitivo y validez impersonal, sobre lo que existe y lo que puede existir; y las organiza sistemáticamente como momentos de un proceso, siempre inconcluso y revisable, a través del cual se determinan formas de estructuración, o regularidades de coexistencia, de condicionamiento o de sucesión, que se encamina hacia su ampliación constante y su eventual transformación por rectificaciones internas, procediendo según métodos de eficacia establecida de indagación, demostración, verificación o falsación.”

4 M. Sambarino, Ensayo sobre “Ciencia, técnica y tecnología”

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20.4. Perfil crítico

Cuando hablamos de perfil crítico nos referimos a aquellas posturas enfrentadas a la concepción divulgadora o simplificadora que se hace de la ciencia, lo que no significa, en prácticamente ningún caso, un desconocimiento de los logros espectaculares aportados por el quehacer científico, sino un esfuerzo por ubicar ese cuerpo conceptual y su práctica, precisamente como un proceso que acompaña los avatares del propio desenvolvimiento de la cultura humana.

Por supuesto, cada autor hace énfasis en distintos aspectos. Así, por ejemplo, el francés P.Thuillier (1988) aborda el problema de la naturaleza de la ciencia y del método científico, enfocada desde un punto de vista histórico-crítico. Otros, intentan mostrar, con sus críticas, las determinaciones sociales, económicas, éticas y hasta políticas que tiene toda actividad científica -como es el caso de D.Griffiths, E. Morin, E. Díaz, por nombrar sólo algunos.

20.4.1. P. Thuillier muestra algunas caras ocultas de la invención científica.

Thuillier inicia su obra De Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la invención científica, con la siguiente cita de Einstein: “La ciencia, considerada como un proyecto que se realiza progresivamente, es tan subjetiva y está tan condicionada psicológicamente como no importa qué otra empresa humana”. Así, Thuillier hace explícito su propósito de cuestionar, de manera inmediata, la idea dominante de que la ciencia es por excelencia un saber objetivo, producto de un método único y garantizador de aciertos y verdades, a diferencia de cualquier otro saber humano. Por eso, su obra se dirige, sobre todo, a estudiar aquellos casos que están destinados a complicar la imagen que numerosos manuales y obras de divulgación ofrecen de la actividad científica, como por ejemplo : “¿Qué es la ciencia? ¿Cómo ha nacido? ¿De qué manera elaboran sus teorías los científicos? ¿Disponen de un ‘método’ establecido de una vez para siempre que garantice la ‘verdad» de su saber’? ¿Es cierto que la actividad de los físicos y de los biólogos es totalmente ‘Objetiva’ y ‘racional’? ¿Existen criterios que permitan saber a ciencia cierta si se debe aceptar o rechazar una nueva teoría? ¿Se puede trazar un límite claro y definido entre la verdadera y la falsa ciencia? (...)” Seleccionamos a continuación, aquellos pasajes que, nos parece, resultan una crítica contundente a los aspectos destacados en las citas de las posturas divulgadoras que anteceden, como: la relación entre hechos y teorías, el problema de la objetividad de la ciencia, el carácter histórico y culturalmente determinado del hombre de ciencia, la posibilidad de discutir si hay más de una manera racional de hacer ciencia, etc.5

20.4.1.1.Hechos y teorías

“Tomemos un ejemplo a la vez elemental y fundamental: ¿es exacto que una buena teoría es una teoría ‘confirmada’ por los ‘hechos’? Y, en otros aspectos, ¿es exacto que

5 P.Thuillier: De Arquímedes a Einstein... Las citas son de la Introducción y los subtítulos y destacados en cursiva negrita son nuestros.

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haya que rechazar una teoría a la que contradicen ‘hechos experimentales’ bien establecidos? La respuesta, si se cree en las versiones vulgarizadas del Método Experimental, es muy sencilla. Si los expertos aceptan una teoría, es que está ‘de acuerdo con los hechos’. El dilema es harto conocido. 0 bien el veredicto experimental es favorable a la hipótesis sometida a prueba (que adquiere entonces el estatuto de teoría válida), o bien es desfavorable (y por lo tanto hay que considerar que la hipótesis es falsa). Así lo quiere la lógica de la ciencia. El buen sabio es objetivo; escucha la voz de los hechos; se desprende de las leyes y teorías refutadas por la Naturaleza cuando se la somete a tesis experimentales preparadas cuidadosamente.”

“Este esquema es transparente y tranquilizador. Con ‘la ciencia’, por lo menos, uno puede saber por donde anda. He aquí, por fin, una actividad cognoscitiva seria que, gracias a procedimientos eficaces, nos conduce a certezas e incluso a Verdades. De aquí el éxito de este panorama contrastado; mientras que el arte, la religión y la filosofía recurren a la imaginación, a la intuición, a creencias quiméricas y a especulaciones incontroladas, la Ciencia nos revela la Realidad tal como es. Este balance epistemológico, diremos de paso, significa concretamente esto: los expertos científicos merecen crédito. Saben mucho, y lo saben bien... Debemos, pues, confiar en ellos y, llegado el caso, someternos a sus decisiones. ¿No es lógico obedecer a los que detentan el conocimiento justo? Como hacía notar Roger Bacon al comienzo siglo XVII, el saber otorga el poder. Razón de más para interesarse por todo lo que se dice sobre la ciencia y sus fundamentos. ¿Hay que creer que existe un método gracias al cual se pueden elaborar teorías estrictamente fieles a los ‘hechos’?”

Sin embargo, “Si la historia de la ciencia ha podido sacar a la luz un ‘hecho’ importante, es sin duda éste: ¡jamás existe una adecuación perfecta entre las teorías y ‘los hechos’!”

Y si pongo comillas al escribir ‘los hechos’, la primera razón de ello es que esta expresión no quiere decir nada de preciso. Los científicos utilizan «hechos», es decir, un cierto número de observaciones y resultados experimentales. Pero, en cuanto una teoría alcanza cierto grado de generalización y complejidad, es prácticamente imposible tener la certeza de que todos los hechos (o incluso todos los tipos de hechos) pertinentes se hayan tenido en cuenta. Como dirían los filósofos, los hombres de ciencia se mueven en la finitud... Su deseo es producir teorías válidas para una infinidad de fenómenos. Pero en la práctica, jamás están seguros de haber localizado todos los «hechos» útiles; y, precisamente por eso, las teorías mejor confirmadas siguen siendo precarias, frágiles. Así pues, todos los discursos que tienden a hacer olvidar este hecho nos ocultan algo. Al presentar ‘los hechos’ como una especie de prueba máxima de la verdad de la ciencia, hacen a esta última una publicidad abusiva; y, al mismo tiempo, empobrecen y devalúan lo que tantas veces llamamos la aventura científica.”

“Desde luego, si sólo bastase consultar ‘los hechos’, la investigación perdería su encanto, su lado excitante. Al acumular ciegamente los ‘datos’ y al utilizar los ordenadores, los hombres de ciencia obtendrían mecánicamente las buenas teorías. Pero, con toda seguridad, no ha sido trabajando con este espíritu como los Galileo, Darwin, Pasteur o Einstein han desarrollado sus teorías. Es cierto que, en algunos casos, se puede tener la impresión de que la ‘teoría’ ha sido totalmente comprobada mediante los ‘hechos’. Así, la afirmación de que la Tierra es esférica (o casi esférica) tuvo primero el estatus de una teoría; los sabios antiguos llegaron a esta idea con la reflexión y la

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especulación. Más tarde, esta teoría fue brillantemente confirmada. Todos nosotros, hoy en día, hemos visto fotografías que muestran, literalmente, la esfericidad (o casi esfericidad) de nuestro planeta. Pero aquí está la paradoja: ¡ya no se trata de una teoría! Para nosotros, es un hecho. Resultado alentador, puesto que nos indica que las especulaciones científicas pueden conducirnos a conocimientos reales. Pero que nos recuerda que las teorías no son verdaderas de una manera absoluta más que cuando ya no son teorías...”

“Dicho de otra forma, la noción misma de teoría implica la incertidumbre. Incluso una teoría eficaz (en el sentido en que lo ha sido, y lo es todavía la teoría newtoniana de la gravitación) no es necesariamente una teoría verdadera. Puede prestar grandes servicios en la práctica; puede introducir la inteligibilidad en el estudio teórico de una infinidad de fenómenos. Y, sin embargo, no ser perfecta. Por una parte, sucede que determinados ‘hechos’ siguen siendo inexplicables en el marco de esta. teoría y parecen contradecirla (éste es el caso de la teoría de Newton con algunos ‘hechos’ concernientes a la mecánica celeste). Por otra parte, puede resultar ser necesario una revisión drástica de determinadas nociones fundamentales (éste fue también el caso de los conceptos newtonianos de tiempo y espacio).”

Todo esto, me apresuro a precisar, no cuestiona de ningún modo la idea misma de investigación científica. Una buena teoría no es una teoría definitivamente irrefutable y absolutamente cierta: es una teoría coherente y que posee cierta eficacia en las condiciones dadas. El malentendido comienza cuando el celo de los publicistas (y a veces de los mismos científicos) hace que se glorifique con exceso la certeza y la objetividad del saber experimental. Y cuando olvidan, entre otras cosas, que algunos de los hechos famosos pueden explicarse mediante varias teorías diferentes... Entre las teorías y los hechos siempre existe un desfase, una especie de ‘borrosidad’. ”

20.4.1.2. Los “hechos buenos” y los no tan buenos...

“(...) ¿Cómo elegir los hechos buenos entre todos los hechos disponibles? Por «hechos buenos» entendamos aquellos que son significativos, aquellos que presentan de forma bien caracterizada las variables ‘pertinentes’, los fenómenos ‘fundamentales’, etc. Cuando una teoría ha sido aceptada, desde hace mucho tiempo, se tiende a subestimar la importancia de este problema. Las sesiones de ‘los trabajos prácticos’ de nuestro sistema de enseñanza contribuyen por otra parte a falsear las perspectivas. En efecto, los estudiantes experimentan la mayor parte de las veces sin acabar de darse cuenta de la amplitud del trabajo que ha sido necesario para perfeccionar las nociones y los instrumentos que utilizan. De forma espontánea creen que eso es ‘evidente’; su único problema es realizar correctamente la manipulación.”

“Para los iniciadores, para aquellos que introdujeron innovaciones en el análisis de la caída libre, de los fenómenos de combustión o de los mecanismos de la herencia, la situación era muy diferente. Su labor no se reducía a que les ‘saliese bien’ una experiencia. En primer lugar, debían concebirla... No solamente tenían que localizar los ‘hechos buenos’ entre todos aquellos que podían conocer, sino que a menudo debían forjarlos en todos sus aspectos (por ejemplo, construyendo nuevos aparatos). Y no solamente debían identificar las ‘buenas variables’, aquellas que permitirían formular relaciones fecundas, sino que al mismo tiempo debían definir nuevas nociones y nuevos

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esquemas teóricos. Nunca lo resaltaremos demasiado: una vez logradas, todas esas maniobras parecen sencillas. ‘No había más que... Bastaba con ...’ Pero en la exploración de terrenos que son nuevos por definición, los riesgos de equivocarse son grandes. Nada garantiza que se esté en el buen camino. Únicamente en los relatos posteriores de ciertos historiadores, las investigaciones resultan ser totalmente ‘lógicas’ y el diálogo entre la hipótesis y la experiencia aparece claro y luminoso.”

“En primer lugar, es muy raro que los ‘hechos’ confirmen de forma completa e inmediata la validez de una teoría, ya que a los hechos positivos es casi siempre posible oponer hechos negativos (es decir, desfavorables a la teoría que se comprueba). (...) un químico tan notable como Marcelin Berthelot se negó a admitir durante mucho tiempo la teoría atómica. Por otra parte, no fue el único; y el gran número de «hechos» favorables a esta teoría no resultó ser suficiente para forzar la adhesión de los escépticos, ya que la teoría dice siempre mucho más que los «hechos». Y esto, en última instancia, permite a los que se oponen hacer valer este distingo: todo (o casi todo ... ) sucede como quiere vuestra teoría, pero esto no prueba que todas las afirmaciones que contiene respondan a la realidad. Aplicado al caso de los átomos, este razonamiento se convierte más o menos en: la hipótesis según la cual existen varios tipos de corpúsculos elementales permite explicar muchos fenómenos, pero no es completamente seguro que la materia sea realmente ‘discontinua’ y que estos átomos no sean otra cosa que ficciones útiles... Ya lo hemos visto, siempre es posible imaginar que los mismos «hechos» puedan ser explicados con una teoría diferente. Bajo este punto de vista, la comparación entre la investigación científica y el desarrollo de una investigación policíaca es válida. Todo el mundo sabe que, algunas veces, todos los indicios parecen designar a X como culpable, ¡y sin embargo el crimen lo ha cometido! En la ciencia puede presentarse la misma situación: la convergencia de los ‘hechos’ puede poner sobre una buena pista, pero no siempre es la que conduce a la verdad.”

“También puede suceder que algunas teorías sean rechazadas en el mismo instante que aparecen, pero esto no les impide prosperar... De algún modo, éste es el caso de la teoría gravitatoria de Newton: siempre ha debido enfrentarse a anomalías, es decir, a hechos que no conseguía explicar. Pero los newtonianos tenían fe y se decían que, algún día, diversas mejoras permitirían triunfar sobre esos enigmas. En el caso de la teoría genética de Mendel, las dificultades eran aún más patentes: gran cantidad de «hechos» evidentes contradecían las concepciones ‘discontinuistas’ de este antepasado de la genética moderna. Una vez más, la obstinación hizo milagros: gracias a diversas adecuaciones, gracias a hipótesis complementarias, fue posible demostrar que las «excepciones» eran únicamente excepciones aparentes... Pero todo esto no se hizo en un día y, durante decenios, el éxito permaneció incierto. (...)”

¿Es preciso sacar la conclusión, con estas observaciones, de que la ‘ciencia’ es incapaz de progresar hacia un conocimiento mejor de la naturaleza? Por supuesto que no. Los científicos, con paciencia y repetidos esfuerzos, acaban por describir y explicar cada vez mejor determinados fenómenos. Tal vez no lleguen a la Verdad absoluta (lo que, por otra parte, pondría fin a la investigación científica), pero resuelven, con mayor o menor exactitud, un gran número de problemas. Con el transcurso del tiempo, se establece una selección de teorías. Aunque este saber sea siempre parcial y susceptible de modificarse o cuestionarse, resultaría vano impugnar radical y globalmente la fecundidad del trabajo de los investigadores. Cualesquiera que sean los fallos, e incluso los errores, la institución científica tiene, por decirlo así, un funcionamiento positivo y

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un rendimiento apreciable. No se trata, por consiguiente, de negar los méritos y los logros de ‘la ciencia’ y sus servidores, sino de adoptar cierta actitud crítica ante la imagen que con frecuencia se ofrece.”

20.4.1.3. El método experimental y la objetividad

A pesar de los trabajos notables realizados por gran número de historiadores de la ciencia, siempre están en boga numerosos ‘mitos’. Mitos que presentan el ‘Método Experimental’ como el único que garantiza casi automáticamente el valor de los resultados obtenidos o, peor aún, que hacen creer en la inmaculada concepción de las teorías, como si los auténticos hombres de ciencia no tuviesen (y no debiesen tener) creencias filosóficas, prejuicios, pasiones, fantasmas, etc. Sobre todas estas cuestiones, que atañen ‘la imagen de la ciencia’, es posible la polémica.

“La objetividad, repetimos, constituye un ideal. ¿Quién no sueña con una ciencia perfecta que muestre la naturaleza tal como es? Pero estamos lejos de alcanzarlo. En concreto, el investigador se ve obligado a correr riesgos, a apoyarse sobre determinada concepción de la naturaleza, a postular relaciones que tal vez sean inexistentes, a formular conjeturas audaces e incluso temerarias, a ‘manipular’ los hechos de forma a veces demasiado hábil. La índole de vulgata epistemológica que oculta más o menos deliberadamente estos aspectos de la realidad científica está orientada a ofrecer de ésta una imagen halagadora y, por decirlo así, aseptizada: el Sabio es un espíritu puro, frío, neutro y objetivo que. se mueve en un vacío cultural e ideológico perfecto. Por supuesto, hay que conceder que algo se vale de su imaginación, que tiene una especie de ‘don’ gracias al cual consigue formular con éxito sus geniales hipótesis... Pero se ha puesto en marcha todo un dispositivo retórico para evitar toda confusión con la imaginación de los artistas y de los filósofos. Incluso la exposición más simplista del Método Experimental debe reconocer, al menos implícitamente, que hay dos fases: una que corresponde al invento de la hipótesis; otra, a su confirmación. Pero la segunda fase, que marca el triunfo (o el presunto triunfo) del Hecho y de la Objetividad se celebra ruidosamente; mientras que la primera, en numerosos textos ‘cienciolátricos’, se señala con discreción.”

20.4.1.4. ¿Es el científico un observador neutral?

“¿Cómo se las arreglan los científicos en la práctica para descubrir y percibir la trama de las cosas? Se nos habla de ‘contemplación’. Pero ¿es realmente la contemplación la que ha permitido descubrir las leyes de la gravitación, los átomos, los genes, las partículas elementales, la relatividad y la tectónica de placas? Estos grandes discursos, si bien se miran, ¿no encierran incongruencias e incluso contradicciones?”

“... ¿no nos ocultan algunas caras del saber científico? Si reflexionamos, es bastante evidente que la concepción ‘mística’ de la ciencia no es más que la transposición engalanada de la concepción empirista. En los dos casos, se sobreestima la percepción de los ‘hechos’: los hombres de ciencia ‘descubren’ una verdad preexistente, -son intelectos en alguna forma desencarnados, capaces de aprehender lo real ‘objetivamente’.”

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XX. Perfiles de ciencia

“Según la presentación mística, el Sabio es un vidente; según la presentación empirista, sencillamente es un observador paciente y atento, una humilde abeja que liba en el inmenso campo de la experiencia... No obstante, hay acuerdo en el siguiente postulado: el verdadero científico no tiene necesidad de inventar, el verdadero científico no es subjetivo. Por supuesto, está iluminado y conducido por el Amor al Saber. Pero este noble sentimiento es la feliz excepción que confirma la regla; que precisa que el alma del Sabio sea de una transparencia absoluta. Siempre se acaba llegando a la misma conclusión: el hombre de ciencia se comporta como si no tuviese un ‘perfil psicológico’ singular; como si no tuviese una afectividad, pasiones, cultura, convicciones personales heredadas de su ambiente, y su educación; como si no tuviese historia ni, por supuesto, inconsciente. (...)”

“Pero sigue funcionando la misma mitología de la Mirada Objetiva: el investigador es un ser ideal que radiografía, por decirlo así, la Naturaleza en un estado total de neutralidad. Se entiende demasiado bien que esta ‘imagen de la ciencia’ tenga tanto éxito en una sociedad científico-tecnológica-industrial. Valoriza el saber de los expertos y constituye una justificación suplementaria de su influencia o de su poder y a muchas personas les satisface saber que la institución científica desvela metódicamente los secretos de la naturaleza gracias al examen imparcial de los Hechos. Muchos hombres de ciencia, aunque se den cuenta de que la situación no es tan límpida, aceptan gustosos esta leyenda. (...)”

“Una tesis, en particular, merece ser sometida a la crítica: aquella que deja entender que los hombres de ciencia estudian los fenómenos de forma neutral, rechazando todo presupuesto filosófico y dejando su espíritu en una especie de vacío teórico. Resulta más realista realzar, como lo hacía el mismo Charles Darwin, que toda observación exige un marco teórico. Es necesario haber reflexionado, saber lo que se quiere observar. Lejos de ser un lujo superfluo, lejos de constituir una especie de pecado contra la objetividad, esta preparación teórica es una necesidad. Para poder interrogar a la naturaleza, hay que definir preguntas, recurrir a diversas nociones que permitan los análisis, la creación de modelos, las formulaciones y (entre otras cosas) las investigaciones «basadas en hechos», es decir, observaciones y experimentaciones. Esta situación sólo presenta ventajas ya que el Método, en la práctica, no ofrece criterios seguros para determinar de antemano lo que es ‘bueno’ y lo que no lo es. No existe en ninguna parte una lista exhaustiva de las condiciones que se deben cumplir para avanzar directamente hacia la Verdad. El que es un verdadero investigador (a saber, aquel que no se contenta con aplicar ‘recetas’ conocidas a terrenos algo diferentes) no puede saber si los conceptos que emplea son siempre los adecuados; si los instrumentos que emplea son suficientemente eficaces; si resistirán todas las hipótesis auxiliares a las que debe recurrir, etc. Por lo tanto, existen riesgos. Ninguna Instancia Metodológica Suprema puede ofrecer una garantía de éxito... Pero esta situación incómoda es precisamente la de la investigación. (...)”

“Una mitología siempre arriesga suscitar otras mitologías complementarias o antitéticas. El mito del Genio, por ejemplo, parece afín al mito de la Objetividad. A primera vista esto puede parecer sorprendente. Pero existe una lógica en esta paradoja... En cuanto se disimulan con más o menos éxito los tanteos y las grandes maniobras especulativas de los hombres de ciencia, resulta necesario encontrar una explicación al supuesto poder de su mirada: ¿Cómo es posible que el Sabio sea capaz de localizar los Hechos de una forma tan eficaz? ¿Por qué consigue con tanto éxito deducir de ellos

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XX. Perfiles de ciencia

teorías ‘verdaderas’? La respuesta más sencilla consiste en invocar la noción de Genio. Se encuentra en ella una relación que ya hemos señalado: la que une en una misma complicidad la epistemología del Vidente y la epistemología del Cazador de hechos. (...)”

20.4.1.5. La racionalidad científica no es la única forma de racionalidad

Si algo está estrechamente ligado a la idea de ciencia es la de racionalidad, de tal manera que esta aparece, muchas veces, como atribución privativa de la primera. Thuillier cuestiona esta visión, apoyándose en contraataque lanzado por Paul Feyerabend: en su obra Contre la méthode, donde este “trata de mostrar –dice Thuillier-que el Método ideal, incluso en la ciencia, no tiene ni la evidencia ni la transparencia que generalmente se le concede. Más aún, el Método no existe. La divisa de la epistemología ‘anarquista’ es que todo puede valer. Entendamos por eso que las ideas aparentemente más extrañas e irracionales pueden revelarse fecundas; que los ‘hechos’ reputados como más dudosos pueden desencadenar investigaciones notables. En principio, ciertos imperativos metodológicos pueden servir de parapeto. Pero no es posible, en la práctica, darles un contenido preciso. En resumen, para creer que realmente existe un Método y unas Normas Racionales intangibles, es necesario mucha complacencia.”

“Una de las principales preguntas que lanza Feyerabend en su requisitoria contra el Método y los privilegios que se conceden a la Ciencia concierne a la naturaleza de la racionalidad. ¿No existe más que una sola ‘racionalidad’, encarnada en las actividades científicas? ¿O bien hay que admitir que otros conocimientos (generalmente despreciados en las llamadas sociedades avanzadas) sean ‘racionales’ a su manera? La respuesta de Feyerabend puede discutirse pero tiene el mérito de ser clara: ‘Los mitos son infinitamente superiores a lo que los racionalistas están dispuestos a admitir.’ Muchos filósofos y numerosos antropólogos se complacen en contrastar el mito y la ciencia; conceden a esta última una superioridad intrínseca, como si emplease procedimientos intelectuales radicalmente diferentes de los que se encuentran en el origen de las reflexiones mítico-religiosas. Pero, siempre según Feyerabend, esto es un ‘cuento de Hadas’. Basta con escrutar el funcionamiento efectivo de la ciencia para ver que hay a lo sumo una diferencia de grado entre conocimientos científicos y conocimientos míticos. En ambos casos el objetivo es encontrar ‘una unidad oculta bajo una aparente complejidad’, elaborar un discurso explicatorio utilizando analogías, etc. (...)”

20. 4.1.6. No existe jerarquía absoluta de los diferentes tipos de conocimiento

“Al describir cada tipo de saber como un lenguaje, me parece más fácil sacar a la luz todo lo que está en juego. El problema decisivo se resume entonces en una pregunta: ¿a qué intereses, a qué proyectos y a qué valores corresponden los diversos saberes? Henos aquí, de golpe, en lo relativo. No existe jerarquía absoluta de los diferentes tipos de conocimiento. ¿Cómo podríamos conocer, por otra parte, un criterio ‘objetivo’ que permita juzgar los diversos pasos cognoscitivos? Pero podemos captar el sentido de esos mismos pasos. Para dominar y manipular la naturaleza en el estilo activista tan caro a occidente, resulta por ejemplo bastante claro que la «ciencia experimental» sea en principio un instrumento idóneo. Otros métodos y otros lenguajes teóricos pueden, por

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XX. Perfiles de ciencia

el contrario, convenir muy bien a sociedades o a individuos que se hacen otra imagen del mundo y de la vida.”

“Antes de emitir juicios absolutos, conviene pues pensárselo dos veces. Para fabricar ordenadores, cohetes o centrales nucleares, la ‘mejor’ ciencia es ciertamente, la ciencia moderna. Pero para llevar una vida contemplativa o preservar la naturaleza, sin duda son más útiles otros conocimientos. Podría suceder que todos los alegatos a favor y en contra de ‘la ciencia’ no fuesen epistemológicos más que superficialmente. En lo más recóndito si se me permite decirlo así, el verdadero tema es una cuestión ética y política. A saber: ¿cómo hay que percibir el mundo, integrarse y comportarse en él? El culto a «la ciencia», en estas condiciones, no es más que la expresión de una convicción filosófica: al estimar que poseen la mejor concepción del mundo y la mejor concepción del hombre, ¡los occidentales se imaginan que pueden, por la misma razón, exhibir los «mejores» conocimientos, cualesquiera que sean! Casi no merece la pena decir que este gran razonamiento permanece implícito la mayoría de las veces. Pero, en concreto, todo sucede como si estuviese en la base del comportamiento. De donde se deduce que cualquier otro tipo de saber se evalúa tomando como referencia las normas y los criterios que dominan en una sociedad obsesionada por la ‘racionalidad’ de la eficacia, del rendimiento y del provecho. Todo lo que puede servir a la realización de este proyecto tan particular se presenta como ‘racional’; y el -resto es arrojado a las tinieblas exteriores (mentalidad primitiva, irracionalismo, magia, misticismo, etc.). Únicamente habría que estar seguro de que el concepto de racionalidad así definido tuviese un valor absoluto. ¿Por qué los hombres no podrían inventar diversos tipos de discurso ‘racional’?”

20.4.1.7. Son los hombres quienes inventan y construyen determinadas formas de racionalidad en el decurso histórico

“Entendámonos: aquí no se trata de afirmar que todos los discursos vienen a ser lo mismo -ni de dar a entender que se puede decir no importa qué.... Sino sugerir que la ‘racionalidad científica’ no es necesariamente la única forma de racionalidad. Existen muchas maneras de hacer música o de pintar; muchas maneras de concebir la naturaleza humana o la vida social, muchas maneras de escribir. Pero se nos dice ¡que no hay más que una manera ‘racional’ de hacer Ciencia! (...)

“Lo que se encuentran los historiadores en general y los historiadores de la ciencia en particular, no es la Razón (universal e impersonal), sino hombres que inventan y construyen determinadas formas de racionalidad. La misma ‘ciencia’ occidental, por elevadas que sean sus cualidades, no ha caído del cielo. Se ha elaborado poco a poco, con bastante lentitud, sin que este proceso se pueda resumir en fórmulas sencillas. En los manuales, es frecuente presentar la ‘revolución científica’ de los comienzos del siglo XVII como un triunfo repentino del intelecto humano; y, para precisar, algunos historiadores resaltan que primero fue necesaria una ‘revolución filosófica’. Lo que parece exacto, por lo menos si ello significa que era necesario tener un nuevo concepto de naturaleza para inventar una ciencia nueva. Pero ¿bastó con que los filósofos tuviesen nuevas ideas? (...)”

“La ‘revolución’ científica ha estado de algún modo sobredeterminada; únicamente la convergencia de múltiples factores favorables, según la expresión consagrada, la hizo posible, y casi, casi, inevitable. No quiero decir con eso que cualquier especulación

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XX. Perfiles de ciencia

científica (o precientífica) de aquella época haya tenido siempre una ‘causa’ directa absolutamente precisa y perfectamente reconocible; sino que el movimiento general al que se ha asistido en el terreno de la actividad cognoscitiva, puede entenderse como la expresión de un conjunto de transformaciones socioculturales que afectan a la forma de hacer, la forma de vivir, la forma de sentir y la forma de pensar. En otros términos, hago un libre uso de una hipótesis tomada prestada de eso que llamamos ‘sociología del conocimiento’: Cada sociedad engendra un tipo de saber (o tipos de saber) en el que se expresan (consciente o inconscientemente) las estructuras, los valores y los proyectos de esa misma sociedad. Cada sociedad, por emplear una expresión sencilla pero cómoda, tiene un estilo; y ese estilo se refleja en su concepción del Conocimiento. A la inversa, y siempre dentro de la misma perspectiva, resulta normal interrogarse sobre las bases sociales de todas las actividades cognoscitivas. Y, por ejemplo, preguntarse de donde vienen los presupuestos (filosóficos, metodológicos, semánticos, etc.) que las estructuran y las han hecho posibles.”

“En los debates sobre el tema, esta crítica se presenta así: al relativizar el saber científico, se haría dudar al ciudadano del valor de la ciencia, y se la arrastraría hacia el abismo sin fondo del irracionalismo... Aquí pone manos a la obra una lógica binaria muy sencilla. O se es Racional o no se es. O se está a favor de la ciencia o se está en contra. Mi opinión es que hay que dejar esos dilemas totalmente arbitrarios. Una vez más, la actitud que defiendo no consiste en rechazar la ciencia, en negar en bloque el valor y la utilidad de sus teorías, etc. Sino en ver sus límites; en darse cuenta de que los hombres de ciencia son precisamente hombres y no espíritus puros; en comprender que ‘el método experimental’ define un ideal pero no previene automáticamente contra los errores; en admitir que toda investigación científica pone en juego presupuestos cuyo valor absoluto no está garantizado; en admitir igualmente que los «hechos» se construyen sobre la base de determinadas elecciones que tal vez sean discutibles; y así sucesivamente. ¿Es mucho pedir? Se puede comprender que esta concepción parezca demasiado tibia a los que quieran adorar nuestra ciencia. No tiene nada que ver, en todo caso, con una condena» global y dogmática, ni con el desprecio o la condescendencia. Mis ambiciones, en resumidas cuentas, son muy modestas... De ningún modo quiero propagar una nueva concepción extremista y radical de la actividad científica, sino únicamente que se cuestionen unas representaciones que, eso sí, son francamente cienciolátricas y buenas para impedir todo ejercicio del espíritu crítico.”

“Pero esa forma de relativizar ‘la ciencia’ no implica que se deba descalificar de forma más o menos radical los conocimientos específicos obtenidos gracias a esa misma ciencia. Creo que esta distinción, si se quiere entablar una discusión fecunda, debe mantenerse. La ciencia moderna, por decirlo de una forma tan sencilla como es posible, nos hace percibir relaciones significativas; el patinazo de los partidarios del cientificismo comienza únicamente en el momento en que consideran que no es posible ninguna otra manera de percibir lo real.”

20.4.2. D. Griffiths: la ciencia y la tecnología no existen independientemente

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XX. Perfiles de ciencia

de la sociedad en que se han engendrado. 6

La socióloga inglesa, Dorothy Griffths (1988) centra su postura crítica en el aspecto socio-económico y político. Señala que en la actualidad la ciencia y la tecnología reciben una crítica que se plantea a dos niveles: la crítica a nivel material y la crítica a nivel de conciencia.

“El ataque a nivel material se deriva o bien de lo que la ciencia y la tecnología han producido, o bien de lo que ambas no han producido. Dentro de esta crítica hallaremos argumentos como que la ciencia ha contribuido a la posibilidad concreta de la destrucción del mundo en caso de un holocausto nuclear (recordamos que existen suficientes explosivos como para que nuestro planeta desaparezca doce veces). También se señala que ha contribuido al despojo ambiental y a la posibilidad futura de un mundo poblado por niños ‘armados’ en tubos de ensayo. Y, por si esto no alcanzara, se la acusa de ser indiferente y de no solucionar el hambre que padece más de la mitad de la población mundial. Por otra parte, el ataque al nivel de conciencia. se centra especialmente en el hecho de que la ciencia sea presentada como el único saber, sustentado en la racionalidad, desdeñando cualquier otro de conocimiento; (...) se ha creado una suerte de dominación a través del ‘salto de la conciencia objetiva’. En otras palabras: ¿es la ciencia el único modo de conocimiento?, ¿pueden ser reducidas todas las experiencias, en última instancia, a una página de símbolos y fórmulas? ¿Puede explicarse el pensamiento en términos de reacciones físicas y químicas? En definitiva, el problema que [Se plantea] es el de la relación entre mundo objetivo y mundo subjetivo, entre racionalidad y romanticismo, entre intelecto y pasión.”

“Es innegable que los ataques a nivel material tienen, por lo menos, una parte de validez. Pensemos en las aplicaciones militares de la ciencia-tecnología. Pensemos en sus costos sociales (especialmente en términos de degradación ambiental). Pensemos, también, en que se han dejado problemas sociales sin resolver e, inclusive, que se han planteado dilemas morales para los cuales todavía carecemos de guía normativa. El descubrimiento de medios sofisticados para matarnos unos a otros no constituye, por lo menos para muchos, la realización de la ciencia como fuerza liberadora.”

“En cuanto al desarrollo industrial alentado por el progreso científico y técnico, si bien es verdad que no puede ignorárselo, tampoco puede desconocerse que ha colaborado con la contaminación de nuestro planeta y con el saqueo de sus recursos.”

“ (....) El optimismo, respecto de las ventajas y beneficios que nos traería la ciencia, comienza a ser mucho más que moderado. Más aún si nos hacemos cargo de que, aunque la ciencia ha sido capaz de la hazaña asombrosa de poner en la Luna a varios de los nuestros, sigue siendo incapaz de proporcionar alimentos, remedios y vivienda para muchos semejantes que, sobre todo en el Tercer Mundo, mueren diariamente por desnutrición o enfermedades como el paludismo o el mal de Chagas. Ahora bien, surge una pregunta insoslayable: ¿todo esto es responsabilidad de la ciencia?, ¿es ella, la ciencia, así personalizada, la culpable?”

“Hay algo que –acaso por obvio- no suele ser indicado, esto es, que la ciencia y la tecnología no existen independientemente de la sociedad en que se han engendrado. Con el mismo énfasis con que debe expresarse que la ciencia y la tecnología no son 6 Dorothy Griffiths: Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión?

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XX. Perfiles de ciencia

intrínsecamente buenas, debe decirse que es ingenuo creer que ambas poseen cualidades intrínsecamente malas. Lo que sí importa, en todo caso, es la consideración de las relaciones entre la ciencia y la sociedad en la se halla inserta. Solo de este modo, nos parece, podrán comprenderse sus ‘funciones sociales’.”

“(...) la bomba atómica y las explosiones en Alamogordo, de Hiroshima y de Nagasaki contribuyeron a cambiar más que ninguna otra cosa esa concepción “neutralista” de la ciencia. La horrenda devastación de Hiroshima y Nagasaki fue causa de que muchas personas pusieran en tela de juicio esa neutralidad y hasta el dogma de que la ciencia siempre sería beneficiosa para la humanidad. Fue esta la razón de más peso para que se formara en gran Bretaña y en Estados Unidos un movimiento a favor de ‘la responsabilidad social de la ciencia’.”(...)

Los “científicos -que actúan de buena fe- no aprecian que la actividad científica y tecnológica en una sociedad industrializada y avanzada, es una expresión de las relaciones políticas, económicas y sociales de esa sociedad. No importa si se trata de una sociedad capitalista ‘tradicional’ o de una sociedad capitalista ‘estatal’.”

“La ciencia y la tecnología dependen de los recursos, entre otras cosas, que se les destina. Hoy son actividades caras. Por consiguiente, los grupos que pueden financiarlas son aquellos que ejercen un cierto dominio dentro de la comunidad. Obviamente, dirigen esas actividades científicas de tal modo de alcanzar los objetivos que los favorezcan. Se deriva, pues, que tanto la ciencia como la tecnología se han ido convirtiendo en un instrumento de las clases dominantes y son utilizadas para oprimir a gran parte de la humanidad (en especial al Tercer Mundo), en vez de colaborar con su liberación. (...) Los abusos de la ciencia y la tecnología no son ni han sido accidentales o fruto de la ignorancia. Nada de eso. Son - y han sido- una consecuencia directa del carácter de esa ciencia conducida por un sector social.”

“Como ejemplo, reparemos en que las verdaderas necesidades sociales (que no son las generadas por los diversos factores de poder) quedan, a menudo, insatisfechas porque ofrecen pocas oportunidades de lucro. En Gran Bretaña no existe un sistema de alarma que comunique a las personas ancianas con los servicios de seguridad social. ¿Por qué? Aunque sería fácil de implementar no se hace porque los ancianos y los minusválidos no están dentro del circuito del consumo. Son pobres en general y no podrían pagar esos dispositivos. Sí, en cambio, se hacen investigaciones con el fin de resolver el problema de la hipertensión, enfermedad que aqueja, prioritariamente, a ejecutivos de empresas, casi siempre ‘estresados’.”

“Este tipo de ‘relaciones’ entre la ciencia y el poder, puede trasladarse al plano de las relaciones internacionales. Las corporaciones industriales no establecen operaciones en países extranjeros por interés humanitario. En las naciones ‘huéspedes’ son sus intereses los que predominan. En este sentido la tecnología es un producto que las clases capitalistas de los países ricos venden a las naciones pobres. Estas, muchas veces, ‘compran’ una tecnología que no les es útil, debido a que las condiciones en que se encuentran esos países son muy diferentes de las de los países desarrollados.”

“A todo esto, muchos de los países gobernados por la ‘izquierda tradicional desconocen, por completo, la articulación en el capitalismo de la función social de la ciencia-tecnología. E inclusive han tendido a tratar la ciencia y la tecnología como cosas

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XX. Perfiles de ciencia

independientes del capitalismo. Se desprende, entonces, que el carácter de la ciencia-tecnología en una sociedad socialista aparece también como muy problemático.”

“Con todos estos asuntos, se vincula la aparición de una contracultura: los hippies, las religiones místicas, las populares enseñanzas de Don Juan, el poder de autodescubrimiento. Ha surgido una especie de revolución de liberación en la conciencia personal individual. Se ha producido una suerte de respuesta ‘visceral’ a la cultura oficial. Aunque debemos respetar estas ‘soluciones’, debe reconocerse tambiénque todas ellas son personales, individuales y que, por ende, no bastan por sí solas. Nuestro problema es situarlas dentro de un movimiento social más amplio... ‘La tiranía del cienticismo ha llevado a una especie de tecnocracia. Se supone que son los técnicos-científicos los que pueden opinar exclusivamente sobre la toma de decisiones políticas que, muy astutamente, han sido disfrazadas como técnicas.”

Habermas afirma que se ha producido una ‘cientización de la política’. ¿Qué se logra con ella? Pues bien: que decisiones que son esencialmente políticas sean aceptadas por el “público” como decisiones técnicas justificadas por medio de llamadas al carácter objetivo o neutral del conocimiento científico. Ahora bien, hay algo que es preciso que quede claro: no estamos viviendo en una forma pura de la sociedad tecnocrática, como la que soñaba Bacon. Por el contrario, vivimos en una forma de sociedad tecnocrática pero bastardeada. En ella los expertos son ‘poseídos’ y controlados por la clase dirigente. El saber es una nueva fuente de poder y los expertos son manipulados en orden a ‘despolitizar’ la toma de decisiones ... ¡políticas!”

“¿Qué ha resultado, qué se ha hecho de aquellas saludables esperanzas de Francis Bacon? Recordemos aquello de que la ciencia sería una fuerza liberadora de la humanidad... ¿Se equivocó por completo acaso?

“Hay dos contestaciones: la ciencia se ha vuelto opresora porque está poseída y regulada por los factores de poder en las sociedades industriales avanzadas. Y, por otro, las ciencia es opresora porque el modo actual de pensamiento científico no nos permitemás que una conciencia disminuida, en el sentido de que es solo la razón la fuente de conocimiento y experiencia.”

Por lo tanto, para la socióloga inglesa, la labor radica en luchar por el desarrollo de una sociedad en la que las personas no estén oprimidas, ni material ni espiritualmente, por una sociedad en la que la ciencia pueda, al fin, ser utilizada para la liberación humana –como lo planteaba Bacon. Para que, como dijo el escritor argelino Albert Camus, ‘nuestra sociedad sea más justa para todos y más libre para cada uno’.”

20.4.3. E. Morin: lo propio de la cientificidad no es reflejar lo real sino traducirlo en teorías 7

“La Potencialidad de manipulación de la ciencia no se halla fuera de la ciencia: reside en el carácter, que se ha vuelto inseparable, del proceso científico-técnico / técnico-científico (...) En función de este proceso, la situación y el papel de la ciencia en la sociedad, se han modificado profundamente desde el siglo XVII. En el origen los investigadores eran aficionados, en el sentido primario del término; eran a la vez filósofos y científicos. La actividad científica era sociológicamente marginal, periférica. 7 Edgar Morin: Ciencia con conciencia, pp.35-43.

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XX. Perfiles de ciencia

Actualmente la ciencia se ha convertido en una institución poderosa y masiva en el centro de la sociedad, subvencionada, nutrida, controlada por los poderes económicos y estatales. (...) La institución científica sufre dos constreñimientos tecnicoburocráticos propios de los grandes aparatos económicos o estatales, pero ni el Estado, ni la Industria, ni el capital son guiados por el espíritu científico; utilizan los poderes que la investigación científica les aporta. (...) La ciencia no controla su propia estructura de pensamiento. El conocimiento científico es un conocimiento que no se conoce en absoluto. Esta ciencia, que ha desarrollado metodologías asombrosas y hábiles para aprehender todos los objetos externos, no dispone de ningún método para conocerse y pensarse a sí misma. (...) Esta es la razón de que, más que nunca se imponga la necesidad de un autoconocimiento del conocimiento científico.

El espíritu científico es incapaz de pensarse a sí mismo en tanto crea que el conocimiento científico es el reflejo de lo real. Pero las epistemologías más actuales (Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, entre otros) tienen como rasgo común mostrar que las teorías científicas, como los icebergs, tienen una enorme parte sumergida que no es científica, pero que es indispensable para el desarrollo de la ciencia. (...)

Y es que lo propio de la cientificidad no es reflejar lo real, sino traducirlo en teorías cambiantes y refutables. La visión del conocimiento científico no es solo de aumento y extensión del saber, también es transformaciones, rupturas, paso de unas teorías a otras. La visión que Popper da de la evolución de la ciencia es la de una selección natural en que las teorías resisten un tiempo, no porque sean verdaderas, sino porque son las mejor adaptadas al estado contemporáneo de los conocimientos. Kuhn aporta otra idea no menos importante, y es la de que, en la evolución científica se producen transformaciones revolucionarias en donde un paradigma –principio superior que controla las visiones del mundo- se hunde para dejar lugar a un paradigma nuevo. En el interior, y por debajo de las teorías existen, inconscientes e invisibles, algunos principios fundamentales que de forma oculta rigen la organización del conocimiento científico.

(...) Entonces, que es lo que hace que una teoría sea científica si no es su ‘verdad’? Aquí ha aportado Popper la idea capital que permite distinguir la teoría científica de la doctrina (no científica). Una doctrina, un dogma, se encuentran en sí mismo su autoverificación incesante (referencia al pensamiento sacralizado de los fundadores, certidumbre de que la tesis está definitivamente probada). El dogma es inatacable; la teoría científica es biodegradable.

(...) De este modo vemos que el conocimiento científico, al mismo tiempo que corresponde a datos de carácter objetivo -no se niega lo empírico-experimental de la ciencia- no es reflejo de las leyes de la naturaleza. Lleva en sí un universo de teorías, ideas, paradigmas, que nos remiten a las condiciones bio-antropológicas del conocimiento (pues no hay espíritu sin cerebro) por una parte, y el enraizamiento cultural, social, histórico de las teorías, por la otra.

(...) Por eso estamos en el alba de un esfuerzo de largo alcance y profundidad con el fin de permitir que la actividad científica disponga de los medios de reflexividad, es decir, de autoinvestigación. (...) esta meta-ciencia no podría ser tampoco la ciencia definitiva, sino que abriría nuevos meta-horizontes. Y esto hace que se muestre otro

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XX. Perfiles de ciencia

rostro de la ‘verdad de la ciencia’: la ciencia es y sigue siendo una aventura. La verdad de la ciencia no está solamente en la capitalización de las verdades ya adquiridas, en la verificación de las teorías conocidas. Está en el carácter abierto de la aventura que permite, quiero decir que exige hoy día que se vuelvan a poner en cuestión sus propias estructuras de pensamiento.

(...) Nos hallamos en un momento crítico en el que el propio concepto de ciencia se está modificando.”

JERCICIOSEJERCICIOSEJERCICIOSEJERCICIOSEJER

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XX. Perfiles de ciencia

1. Identifique las dos reglas que según C. Sagan caracterizan a la ciencia, reflexione sobre ellas y responda si tiene que ver con lo que la ciencia es o con su deber ser.

2. Compare la segunda regla con lo que plantea P. Thuillier acerca de ese tópico.

3. ¿Qué opinión tiene al respecto de que la ciencia se autocorrige, sigue funcionando y se aplica a todo. Ayúdese para contestar con los planteamientos de los autores que exponen un perfil crítico.

4. ¿Cuáles son las características del conocimiento científico para M. Bunge?

5. ¿Todo es racionalidad en las ciencias?

6. Compare el concepto de objetividad en Bunge y en Thuillier.

7. ¿Qué dice Bunge del método y qué plantea Feyerabend, citado por Thuillier?

8. M. Sambarino da una definici6n de ciencia que se ajusta al máximo a una imagen aséptica y neutra de la misma. Identifique, enumere y discuta los rasgos relevantes que en ella aparecen.

9. ¿Qué rasgos comunes presenta la ciencia para Sagan, Bunge y Sambarino?

10. Explique el título del artículo de D. Griffiths: Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión?

11. ¿Dónde pone el acento la autora y respondiendo a qué?

12. Según E. Morin, ¿qué lugar tenían las ciencias modernas en su surgimiento (siglo XVII) y cuál es el que ocupan hoy? Esa diferencia qué consecuencias produce, según el autor.

13. Las teorías científicas tienen por objeto reflejar la realidad? Explique su respuesta.

14. Describa el papel que juega la invención en el desarrollo de la ciencia. Investigue argumentos en los textos de los seis autores citados en este capítulo. Explique los resultados de su búsqueda.

15. ¿Hay una sola racionalidad? Sustente su respuesta y cite ejemplos.

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