Era yo un joven adolescente… y de eso han pasado ya ......las más bonitas que la Hermandad...

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PRESENTACIÓN

Dicen que las personas son ellas mismas y sus circunstancias. Las mías como hermano de esta venerable cofradía son de un privilegiado.

Con el orgullo de haber nacido en el seno de una familia creyente, fueron mis padres los primeros en apoyarme en cualquier decisión que tomada con respecto a las hermandades de nuestro pueblo. En mi corazón tengo guardado el color del apellido de mi padre, Cortés. Pero fue por el color del apellido de mi madre por el que me decidí, Macías. Idéntico color que el de mi abuelo Antonio y mis abuelas Antonia y Salud.

Cuantas vivencias, cuantos recuerdos, cuanto os hecho de menos

Cuando nuestra cofradía optó por sacar a la calle la Pepa, el convento era un hervidero

de niños ilusionados en un estallido de sueños que llenó nuestros días de frenéticos ensayos y nuestros corazones de emociones muy fuertes.

Yo entonces solo tenía seis años y claro, solo podían ofrecerme el puesto de mascota.

Cuantas correrías por el viejo corralón, cuantas sonrisas cómplices entre mis padres y Pedro Carabino cuando me ascendieron de un plumazo a teniente.

“El Teniente Cortés”.

Cuantas horas franqueado y cerca vigilado en esos viajes con la banda… por mis abuelos. Siempre al cuidado de mí. Antonio Macías y Antonia Bravo, dos corazones, dos apellidos. Allá donde se encuentren seguro seguirán atados con lazos verdes. ¡Que orgullosos estarían hoy de mi desde cualquiera de esos asientos, cuanto orgullo siento yo de ellos!

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Gracias Abuelos por todo lo que nos disteis, gracias, porque en parte os debo lo que

soy. De sus manos, recuerdo mis correrías debajo de los tronos de nuestros sagrados titulares

mientras los demás cofrades se afanaban en que todo estuviese a punto para nuestra Semana de Pasión.

Pude vestir como nazareno ropas que durante la noche mi madre y mis titas cosieran, o las más bonitas que la Hermandad hiciera.

Como portador de nuestras imágenes a los 14 comencé. Siempre me impresionó sobre todo, el respeto mostrado por todo el pueblo a la procesión del Santo Sepulcro, la oscuridad de su camino, el silencio en su caminar, el doblar cadencioso de las campanas del convento

Más tarde en el 98 esta Cofradía me brindó la oportunidad de representar al Señor en nuestra Semana Santa. Recuerdo el respeto que causó en mi familia tal designación….”cuanta responsabilidad”…. decían los abuelos.

Nunca podré olvidar mi 1ª oración en el huerto ni el cargar en mi hombro aquella pesada cruz. Aquella que me llevaría a adentrarme en la historia de amor más hermosa a través de los siglos contada. Digo nunca podré olvidar no solo por la importancia del papel en sí, sino también porque mi Abuelo decidió en una tarde de marzo callado y sereno, como él hacía todo, irse de este mundo. Seguramente el Señor lo acomodaría en un sitio de privilegio para verme mejor.

En él pensé durante todos lo actos representados, a él me dirigía cada vez que mis

labios pronunciaron las palabras de la Pasión o cada vez que alcé mi brazos con aquel cáliz de amargura que al Señor le tocó beber.

A nuestro por entonces Hermano Mayor Miguel Rueda le dije en su momento:

“Miguel, todo hermano debería poder experimentar los sentimientos que provoca representar al Señor”.

Imaginé el sufrimiento de María, nuestra Madre, al ver la cara de la mía junto a la puerta de nuestro templo y a mi padre algo más allá con los ojos llorosos. Ese frío intenso y esas gotitas de lluvia helada que aquella noche del Viernes Santo corrían por mi piel, no solo me agarrotaron a mí el cuerpo, a mis familiares hasta el corazón.

Al final me esperaban mi madre y mi tía Maribel, cuanto cobijo entre sus brazos, cuanto

calor en su piel.

Las circunstancias decía, me permiten esta noche completar el Círculo como hermano, como cofrade, como verde, participando de un pregón de Semana Santa. D. Juan Carlos Rodríguez Búrdalo no puede asistir esta noche para dar paso a nuestro pregonero.

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Presentar a nuestro pregonero, es presentar a alguien al que quiero, alguien al que admiro y del que me enorgullezco de poder presentar esta noche:

Aunque venido de fuera, sus actos, su dedicación y su tesón le hacen desde hace mucho un Alhaurino de pro.

De timidez aparente, es su espontaneidad la que más me acerca a él.

De dedicación incansable, sin esperar nada a cambio.

De silencios que dicen más que muchos gritos,

De cariños, siempre gratuitos.

De manos como la de los mejores artistas, posee voz sin parangón.

Hoy es nuestra hermandad quien a modo de agradecimiento, entiendo, agradece todo lo que como Alhaurino, como cofrade, como verde ha hecho por todos los que estamos aquí.

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PREGÓN Era yo un joven adolescente, y de eso han pasado ya algunos años. Me encontraba en el

Rincón de la Victoria con mi familia haciendo representaciones en el teatro. Era el año 1961. Cuando una tarde estando yo con unos amigos vi que se detenía en la puerta de la casa un coche negro y de él se bajaron unos señores, todos vestidos de traje y sombrero, como era normal en aquellos tiempos. Aquellas personas parecían ser gente importante y en mi adolescencia, aquello me produjo una gran curiosidad

¿Quiénes eran? ¿A qué vendrían? ¿Cuál sería el motivo de su visita? No tardaría

mucho en enterarme.

Pero antes de seguir quiero agradeceros a todos vuestra presencia aquí.

Buenas noches. Sed bienvenidos todos. Hermanos y hermanas, amigos y familiares, representantes de la Iglesia, de nuestro ayuntamiento y de las diferentes hermandades que hoy me honráis con vuestra presencia. De nuevo gracias a todos por estar aquí esta noche en este acto tan importante de nuestra Cofradía.

Antes de continuar, quiero decirle a mi sobrino: Antonio, no me equivoqué cuando te

elegí como mi presentador. Sé lo que siempre ha significado para ti la hermandad, sé de tus vivencias, de tus emociones. Gracias por todas esas cosas que has dicho de mí y el cariño que esta noche has puesto en esas emocionantes y sentidas palabras.

A partir hoy, comienza para nosotros la cuenta atrás para afrontar un año más, el reto que siempre supone realizar los actos de Semana Santa y del día de la Cruz.

Señor hermano mayor, Don Francisco Conejo, eres el primer responsable junto con los

demás directivos de que yo esté hoy aquí ante ustedes y podamos todos juntos disfrutar de este acto de hermandad

El día que él, junto un grupo de hermanos y hermanas se presentó en la tienda para proponerme si quería ser el pregonero de esta Semana Santa, no se me olvidará jamás. Hay que ver cuántas cosas puede uno pensar y sentir en tan pocos minutos. Primero sentí un escalofrío, después miedo a no estar a la altura, sentí alegría, frío, calor, pero sobre todo, me sentí muy halagado y orgulloso de ser hermano de arriba y de que mis hermanos pensaran en mí para hacer el pregón este año. Gracias.

Les dije que sí al instante, no podía decirles que no y tuve los días suficientes para pensarlo, sabía que no era tarea fácil y aquí estamos.

Los pregoneros y pregoneras anteriores a mi lo hicieron tan bien, con tanta clase, tanto prestigio y tanta categoría que han puesto a la Cofradía en el nivel que se merece.

En nuestro recuerdo están y estarán por mucho tiempo esos pregones que han marcado época en la historia de la Cofradía y me daría yo por satisfecho si pudiese hacerlo nada más que la mitad de bien de lo que ellos lo hicieron.

Pero sabed que yo, aunque no naciera aquí, ni me bautizara con el agua de la arquilla, llevo tantos años bebiendo de ella que me considero un alhaurino más.

Lo que yo esta noche les voy a contar no es fruto de mi saber, sino de mis vivencias, de

mi sentimientos, de mis emociones. Y si hablamos de emociones, sé que cualquier hermano me puede dar lecciones de cómo serlo.

Hemos visto tantas veces a hermanos y hermanas llorar de emoción, lo mismo en momentos tristes, que por suerte o por desgracia siempre los hay o en momentos alegres, en los que también se llora pero de alegría y que por suerte de esos hay muchos más.

Esos sentimientos son los que nos mueven el corazón y nos hacen sentir ese amor por nuestra hermandad. ¿Qué otra cosa puede ser si no? ¿Cómo se puede entender que en estos tiempos tan materialistas en que todo funciona por el interés haya tantas personas que dediquen gran parte de su vida a trabajar por la Hermandad? No cabe la menor duda de que son los sentimientos, el amor a la hermandad, a La Virgen de la Soledad y a nuestro Señor del Convento.

Hay un refrán popular que dice: “El arbolito desde chiquito”.

Cuando yo era chico, podía tener cuatro o cinco años, estaba en el pueblo y me preguntaban, como a casi todos los niños pequeños se lo han preguntado,

¿Y tú de donde eres, de arriba o de abajo? Si contestaba lo correcto me daban un caramelo y si no acertaba, pues no había

caramelo. Conseguir el caramelo era fácil.

La persona que me hacía esta pregunta vivía en la calle los gatos y era muy amiga de mi abuela, yo crecí creyendo que era de mi familia. Se llamaba Josefita Cortés y era hermana de arriba.

Pero volvamos al principio, ustedes se preguntarán que quiénes serían aquellos señores tan trajeados con sus sombreros y que se bajaron de aquel coche negro, y que a mí tanta curiosidad me provocó.

Pues aquellos señores venían de Alhaurín el Grande, representaban a La Cofradía de La Santa Vera Cruz y eran amigos de mis padres. Venían a ponerse de acuerdo para que mi familia representase La Pasión en el atrio del Convento y así, intentar retomar la antigua tradición perdida durante unos años muy duros y muy difíciles.

Por su puesto que mi familia aceptó gustosa y desinteresadamente hacer algo que era

tan importante para La Cofradía y para Alhaurín. Así que se pusieron de acuerdo con mi familia y nos mandaron un autobús para traernos al pueblo.

A la Pasión la que nosotros representábamos en los teatros tuvimos que hacerle algunos arreglos para adaptarla a las posibilidades del escenario y los deseos de la Cofradía. La primera vez se representó con La Compañía Valle al completo actuamos con la plaza abarrotada de público, fue todo un éxito. La Cofradía quedó muy satisfecha con lo que hicimos y no sabían como corresponder el esfuerzo que habíamos realizado.

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Era la primera representación que se hacía después de 30 años. La situación política en 1930 y la posterior guerra habían hecho imposible las representaciones de la hermandad hasta el año 1961.

Tengo que decir que mi familia tuvo su residencia en Alhaurín durante muchos años y desde aquí viajaban por toda Andalucía con el teatro.

Como anécdota contaré que mi tía Angelita fue la primera mujer en hacer el papel de la Virgen en la historia de nuestra Semana Santa. Nunca una mujer había salido en las representaciones. También fue la primera, que cuando hizo el papel de la Virgen, tenía la edad más aproximada a la que podía tener La Virgen cuando murió su hijo.

Mi tía, que sabía de mis gustos por las cosas antiguas e históricas, me regaló algunos libros, carteles y documentos relacionados con el teatro. Y entre esos papeles encontré una carta dirigida a mi familia, escrita de puño y letra por el secretario de La Cofradía que en aquellos tiempos era D. José Galiano Cordero. Una carta preciosa, llena de cariño y agradecimiento en la que la directiva nos comunicaba su deseo de visitarnos y llevarnos las fotos que se habían hecho de las representaciones, y así lo hicieron.

Pero se presentaron como los Reyes Magos, cargados de regalos para todos. Recuerdo que a mi tío Germán le regalaron un corte de traje, a mi tía Angelita un corte de vestido y muchas cosas más: roscos, bollos de aceite, salchichones, chorizos, dos patas de jamón y mucha fruta.

De aquellas fotos todavía conservo algunas y quiero donarlas para el archivo histórico

de La Cofradía, porque creo que pertenecen a momentos importantes de la historia de nuestra Semana Santa.

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En el año 1962 no hubo representación.

La segunda representación se hizo en el 1963, pero vinimos menos actores porque participó más gente del pueblo. Al año siguiente ya solamente vino mi primo Raúl, que hizo el papel de Cristo, porque mi tío Germán se encontraba enfermo y mi prima Virginia, que hizo el de La Virgen. Los dos últimos años el papel de La Magdalena lo hizo mi cuñada Salvadora Macías.

Se consiguió lo que se quería, la semilla había germinado en la juventud, que con la

ayuda de todos, tomó las riendas de las representaciones y hasta el día de hoy.

De aquella primera representación hasta nuestros días han pasado 46 años, así que mi relación con La Cofradía, ya viene de antiguo.

Con el tiempo descubrí que aquellos señores que llegaron en el coche negro efectivamente sí eran personas importantes, grandes hermanos y mejores personas. También descubrí, que uno de aquellos señores que vestía traje oscuro ha sido nada más y nada menos que la persona que más ha influido en todo lo bueno que ha pasado en mi vida. El señor al que me refiero es Antonio Macías Castillo, padre de mi mujer, que en aquellos tiempos formaba parte de la directiva de La Cofradía, junto a un grupo de buenos amigos como eran sus compadres Salvador Bravo y Antonio De la Rosa, además de José Galiano y Diego Bravo Gil.

¡Buena gente! ¡Buenos hermanos! ¡Pero qué tiempos más malos y más difíciles les tocó vivir.

Me contaba mi suegro que las reuniones las tenían que hacer de pie hasta que decidieron comprar cada uno su silla. El patrimonio era más bien escaso y los enseres procesionales muy pocos. Pero flores sí que había, y muchas, la primavera siempre es generosa con nosotros. Así que a preparar ramos de flores y cirios adornados. ¡Muchos cirios para las procesiones!

Pocas cosas materiales tenían, pero lo que sí tenían y en abundancia eran tres cosas y de las más importantes que se pueden tener, que son: la juventud, las ganas trabajar por su Cofradía y el amor a nuestro Cristo de la Vera Cruz. ¡Nuestro Señor del Convento!

Desde que me quedé a vivir en el pueblo, me involucré en el tema de Semana Santa y nunca he dejado de colaborar en ella, siempre en el doblaje. Al principio, las representaciones

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se hacían de otra forma. Había solamente un locutor que narraba lo que iba ocurriendo durante la representación.

Cuando yo llegué, ya estaba nuestro buen amigo Antonio Gallego haciendo el papel de

Cristo. Y decidimos hacer algunos cambios, queríamos renovar, hacerlo más grande. Le pusimos voz a todos los personajes, doblando las voces en directo, algo que era y sigue siendo muy difícil. Es una forma distinta, no creo que se haga algo igual en otro sitio.

Se introdujo por primera vez el arrepentimiento de Judas y de Magdalena. Se fueron

incorporando nuevas voces de hombres y de mujeres para los doblajes hasta llegar a nuestros días, en que disponemos de un gran equipo con muy buenas voces.

Cada año se hacía algo nuevo y con el tiempo, pasamos de tener un sólo micrófono y

cuatro o cinco bombillas con unas pantallas forradas de espejitos, a contar con una iluminación y un sonido profesional, dirigido por técnicos especialistas. Se fue mejorando todo: decorados, ropas, los guiones, la música, Ahora todo eso es un gran espectáculo.

Durante el tiempo transcurrido han pasado muchas personas por este equipo de doblaje y más todavía por el equipo de actores. No podría nombrarlas a todas, aunque ya me gustaría, porque la lista sería interminable. Todos ellos en su momento lo hicieron lo mejor que pudieron y supieron. Y muestra de ello es la representación con la que nos han obsequiado esta noche nuestro cuadro de actores, narradores y voces.

Durante muchos años le puse mi voz al personaje de Cristo y así continué hasta que Antonio dejó de hacer el papel.

Al principio, teníamos que hacer los ensayos con las puertas cerradas, era tal la cantidad de jóvenes que venían, que se hacía imposible ensayar con tranquilidad, todos querían vestirse. Años más tarde y con la creación de la Pepa, la presión de los jóvenes aflojó. Después fue al contrario.

Hubo un año, en que por circunstancias, me encontré solo para los micrófonos y tuve

que hacerlo todo. La narración y las voces a cada uno de los personajes. Yo hablaba y yo me contestaba. Tuve que recurrir a mi hermano Carlos para que me echara una mano pero claro, por motivos de trabajo, llegó poco antes de la representación y no pudo hacer ningún ensayo pero por lo menos hizo la voz de Caifás, y así pude salir del paso, nunca mejor dicho. Y menos mal que las voces femeninas las hizo Maribel.

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Han sido tantos años y han pasado tantas cosas ¿Recordáis la película que hicimos de la Pasión en la sierra? Los más jóvenes no, pero los menos jóvenes sí se acordarán. El rodaje se hizo en un solo día y lo pasamos muy bien, pero nadie se acordó de llevar comida, ¡y pasamos un hambre! La película fue dirigida y filmada por Antonio Gallego con su cámara de ocho milímetros de las que había de antes. Se rodó sin sonido y luego, en mi casa improvisamos un estudio de grabación. Nos costó mucho trabajo ponerle las voces. Aquello fue pura artesanía, pero una vez acabada, ¡no estaba tan mal! Se proyectó durante mucho tiempo en el convento, después se la llevaron al Obispado, también la llevaron a Madrid.

En el rodaje participamos todo el grupo de Semana Santa y bastantes más. Llevamos un camión lleno con los apóstoles, los romanos, las cruces y todo lo necesario para la representación y una furgoneta en la que iban las mujeres, la ropa y ya de paso servía de camerino.

Las representaciones han estado presentes en mi vida desde que nací o incluso antes. El

drama sacro de la Pasión original de D. Enrique Zumel ha estado en el repertorio de mi familia durante varias generaciones y yo la estuve haciendo hasta que dejé el teatro. Era la obra más solicitada en todas partes. Llegamos a representar tres funciones diarias y hasta cinco días consecutivos en algunos pueblos. Durante los años que yo viví en el teatro fue la obra más representada, yo calculo que puedo haberla hecho unas seiscientas veces aproximadamente.

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La vida de Cristo es enorme, única y grandiosa. Pero a mí la Virgen siempre me inspirado una especial ternura por el sufrimiento, la abnegación y la obediencia a Dios.

Cuánto debió sufrir el día que su hijo le comunicó que había llegado el momento de entrar en Jerusalén. Él sabía que no era fácil para su madre aceptarlo. Él también siente miedo, su corazón está dividido, pero la decisión está tomada. La dura misión por la que el Padre le envió debe cumplirse. Como hijo obediente está preparado y quiere que su madre le de su bendición. Madre… he venido a despedirme… Hemos de partir hacia Jerusalén y quiero que me des tu bendición

María, se estremeció al oírlo. Nunca hubiera querido escuchar esas palabras, pero ella sabía que la decisión de su hijo no la podía cambiar. Le dio su bendición con el corazón entristecido. Ya nada iba a ser igual y presentía lo peor.

Una vez de hecha su entrada triunfal en Jerusalén, dispuso una cena íntima con sus discípulos para celebrar La Pascua y despedirse de ellos. Aquel día era jueves. Y en la cena su corazón tomo forma en los labios y nos hablaste de entrega un pan partido para todos y una copa que por todos se lleno de sangre… Un amor sin medida nos declaró ¡y un mandato tan solo! ¡Amaos, como yo os he amado ¡ y quizás unas lágrimas calladas que saben a traición.” ¡Judas! pobre Judas. sólo treinta monedas de plata. el precio de un esclavo.

Después de la cena, fue a orar con sus discípulos al huerto de los olivos y en la soledad de la noche cree desfallecer. Sus apóstoles, muy cansados se quedan dormidos y no le ayudan en su pesar. Se sintió solo, desamparado, abandonado de todos, del cielo y de la tierra. Llamó al padre pidiendo alivio a sus pesares. Dios le envió un Ángel.

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Padre, si es posible aleja de mi este cáliz. Pero cumpliré tu voluntad y no la mía.

Cristo se sometió al padre y se dispuso a cumplir la dura misión que tenía

encomendada. Dicen que en su amarga lucha lloró lágrimas de sangre.

Aquel al que yo de un beso, es al que debéis prender. Dijo Judas a los romanos. Ésta era la señal, un beso traidor y cobarde. Judas, culminó

así su traición.

Cristo fue detenido, fuertemente atado como si de un peligroso delincuente se tratase. Él, que predicaba todos los días en el templo y todos sabían de la bondad de su corazón, que curaba enfermos y que todo lo daba por los demás, incluso la vida.

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¡Cuánta amargura debió sentir María al saber que habían prendido su hijo mientras oraba en el huerto! Fue juzgado en un esperpéntico juicio, maltratado hasta la extenuación y condenado a morir en la cruz. La muerte más cruel, y la más vil.

Ese hijo que un día, le anunció a María un Ángel del Señor que concebiría ¿Recordáis? Hágase en mí según tu palabra Y el Verbo se hizo carne y tomó forma. Y se hizo pequeño, pobre, vulnerable, indefenso y cargó sobre si los pecados del mundo, y arrastró a sus espaldas sufrimientos y penas y clavó en el madero, la miseria, el dolor, lo más bajo del mundo y lo clavó en la cruz donde se redimiera.

Después del la oración del huerto y del prendimiento, nuestra Virgen de la Soledad sale en procesión, en su trono de plata repujada y bajo ese palio bordado en oro, se viste de Reina con corona dorada, luciendo ese manto de terciopelo verde donde las estrellas parece se han posado.

¡Una obra de arte de la imaginería!

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Pero la expresión de su cara no es de alegría, su cara expresa sufrimiento, pena. Es nuestra Soledad.

Cuando la contemplo, veo en ella una Madre ejemplar que sufre por todo cuanto le

pueda pasar a su hijo. Como la inmensa mayoría de las madres o así debía de ser. Pero por desgracia, estamos hartos de escuchar noticias espantosas de madres y padres que se comportan de un modo irracional e inexplicable. Hay muchos venenos en la sociedad y al parecer, están al alcance de cualquiera y que en muchos casos son los culpables de que se cometan estas aberraciones.

¡Que la Virgen de la Soledad nos proteja!

En la Semana Santa hay situaciones y momentos preciosos. A mí uno de los que más me gusta es el ambiente que se respira momentos antes de las salidas las procesiones. Esa tensión que no se ve, pero existe. Cuando todo está a punto, los músicos de la Pepa con los instrumentos relucientes, las cornetas, los tambores. Todos perfectamente vestidos y nerviosos, esperando el momento, deambulando por la plaza. Los nazarenos con el capirote bajo el brazo, las madres de los nazarenos más pequeñitos cogidos de la mano, esperando que la procesión se vaya formando para colocarlos lo más “alantíco” posible para que acaben antes y no se le haga demasiado tarde. Unos que preguntan por las barras, otros buscan a su compañero de ropa, para formar su cuadro, los músicos afinando sus instrumentos, otros haciendo sonar sus tambores, personas que a última hora, preguntan por unas u otras cosas. Todo ello, envuelto por el inconfundible olor a Semana Santa, el incienso.

El murmullo, el rumor de la gente que llena la calle, la plaza, la Ermita, esperando la salida de la procesión. Es como un puzzle gigantesco imposible de montar pero que sin embargo, cuando llega el momento, los encargados de organizar la procesión saben encajar cada pieza en su sitio.

La mayoría de los nazarenos ya se han vestido otras veces y saben lo que tienen que

hacer y dónde tiene que estar en su momento. Personas muy jóvenes que, sin embargo, son muy veteranos en esto de las procesiones y tienen mucha experiencia desde que sus madres los llevaban en el carrito de bebé ya los vestían de Nazareno, cuando llegan a tener veinte años, ¿quién les va a decir a ellos cómo se organiza una procesión?

Y sin embargo, todo ese jaleo, ese bullicio cesa en cuanto se meten en la procesión. Ahí

se acaba todo y comienza la responsabilidad, el amor por su cofradía para que todo salga bien y sea cada año mejor.

Ya está todo preparado. El capataz del trono hace sonar la campana llamando a los portadores. Jóvenes vestidos de negro acuden rápidos a la llamada y ocupan sus puestos. Al toque de atención de la campana se hace silencio.

¡Atentos! Tres toques y en el último ¡Arriba!

Se oye el sonido de los pies al apoyarlos con fuerza en el suelo. La imagen de La

Virgen se estremece al ser levantada con fuerza y al apoyar los varales sobre los hombros de los mozos, se escucha sonido de los cordones del palio chocar contra las barras que lo sostiene.

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Como en las antiguas fraguas, el sonido de los martillos golpeando en el yunque, el olor a carbón quemado, así se forjan los metales. Pues como en las fraguas, los jóvenes hermanos se van forjando año tras año con estos sonidos, con estos olores y con este ambiente único que hacen que el que vive esto una vez desee repetir año tras año Y es viernes… Y cargó con la cruz a sus espaldas y abrazó con esperanzas ese duro madero y llegó a la cima del monte Calvario y allí fue despojado de sus vestiduras y obligado a tenderse sobre la cruz Cruz desnuda, solitaria signo ruin de violencia, señal de ultraje y odios de los humanos su bajeza clavado de pies y manos es levantada la cruz a lo más alto terribles dolores a los padecidos sumados y en la cruz un cartel que en lengua griega, hebrea y latina decía: “Jesús de Nazaret Rey de los Judíos” Una vez más se mofaban le insultaban riéndose de él y diciéndole que si era el hijo de Dios bajase de la cruz para que le creyeran. Él los miró y compadeciéndose de ellos dijo: “Padre, perdónales… porque no saben lo que hacen” Les estaba perdonando. perdonaba a sus verdugos. a sus asesinos dándonos una vez más prueba de amor y bondad inmensa… infinita. Estoy señor frente a tu cruz contemplando tú gesto dolorido

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intentando adentrarme en tu misterio y unir mi corazón a tu latido Quisiera que me dejaran subir a la cruz contigo para enjugarte la cara que si todos te desamparan yo quiero estar contigo. María al pie de la cruz adentrarse quiere en su pena y aliviar el dolor inmenso que acabe su pena infinita que cese ya ese tormento que esta madre bendita de pena está muriendo Tres horas clavado en la cruz sufriendo por nosotros tres horas que en el tiempo no es tiempo pero clavado en la cruz parece un siglo Casi sin poder mover los labios sólo con el aliento dijo: “Tengo sed… tengo sed…” No podía articular palabra tiene sed. Él, que dio a los ríos y a los mares su afluencia suplicando un poco de agua Quién pudiera con las lágrimas que lloro calmar la sed ardiente que tus labios secan No le dieron agua le pusieron en los labios una esponja con sal y vinagre. ¡Qué tormento más atroz! ¡Qué larga agonía! “Todo se ha cumplido”

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Cuando dijo esto sintió que la misión por la que su padre Nuestro Dios le había enviado había concluido Y la vida se le escapaba poco a poco. Clavado de pies y manos la sangre manaba a borbotones, yéndose la vida por las heridas. hasta ahora podía moverse, ya no puede hacer nada solo sufrir y sufrir un dolor sin nombre en su cuerpo desgarrado y en lo más profundo de su alma, el más profundo desamparo No podía más alzó la cabeza, miró al cielo y llamó al Padre “Padre, padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu…” Bajó la cabeza lentamente y expiró. El cielo se oscureció, la tierra tembló y rugió de pena y de dolor y derramo abundantes lágrimas sobre la tierra. ¡Había muerto el hijo de Dios! Hacia las tres sería. La tarde ya su marcha iba tragando y en el madero, en el Gólgota pendía nuestro Cristo el Nazareno. Era Viernes y desde entonces Santo. Cristo clavado en la cruz y muerto para salvarnos sólo bastaron tres clavos y en una tarde cualquiera quedó solo y sin sangre en una cruz de madera

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¡Cristo ya no sufre! En su rostro no hay dolor ¡Con su muerte ha vencido al pecado! ¡Y a la muerte, con su muerte!

Junto al cuerpo sin vida de su hijo. Allí estaba ella, su madre.

Y es ahora, cuando todo el dolor del mundo y toda la soledad del mundo, se refugia en su corazón. ¡Madre, qué solita estás!

Cristo es bajado de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo y es puesto en le regazo de María, que derramó su amargo llanto sobre el frío cuerpo de su hijo.

Ha muerto su hijo querido. Qué ha de hacer sino llorar. Ya doblan las campanas, ya se prepara el cortejo saliendo va de su Ermita el pueblo guarda silencio El sonido de las pisadas se escuchan al tocar el suelo portado con elegancia sus rostros muy serios.

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Las mujeres de mantilla los hombres con trajes negros ¡Riguroso luto! Señal de respeto a Cristo muerto a la luz de las velas impresiona este silencio. En su trono dorado el Señor yace con pausado paso con pasito muy lento parece que es el corazón quien marca el ritmo del cortejo. Nosotros sabemos que es el corazón pues siempre lo ponemos en nuestra semana Santa, en el día de la cruz Y en todo cuanto hacemos. Caminando va su madre tras Él. ¡Miradle a la cara! ¿Veis cuánta pena en su semblante lleva? Desposeída de lujos terrenales sin palio, ni manto, ni corona solo la cruz y el sudario. La corona de espinas que en sus manos lleva se clavaron en su alma y clavadas las lleva. cuánta amargura y soledad le espera Ya se detiene el cortejo en la tumba depositaron su cuerpo ya no hay dolor, solo hay vacío, solo hay silencio. Allí esta María mirando la tumba la losa ha tapado, con una gran piedra Todos sus anhelos y sus esperanzas la muerte ha llenado de negro su vida y todo es vacío y todo es silencio…

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Allí esta María ella fue testigo de las alabanzas de los parabienes de los que le siguieron ¿Dónde están ahora que cristo ha muerto? Allí esta María bebiendo su llanto en amarga copa y tragando lágrimas que secan su cuerpo. Frente al sepulcro esta María tan solo le queda dolor y silencio. Pasados tres días al sepulcro fueron muy de mañana pensando que era grande la losa que lo tapaba. Con estos pensamientos van preocupadas y se encuentran la piedra fuera rodada. Un ángel en la tumba los aguardaba para anunciar que allí no había nada. Soledad y vacío dentro quedaba. Porque el crucificado no se encontraba ya que como Él es la vida viviente estaba. ¡Cristo ha resucitado! es el triunfo del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte Con su muerte en la cruz, nos dio la esperanza, nos mostró un camino seguir.

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Todo ha cambiado. La Soledad ya… no es vacío. el silencio es… elocuencia el odio es… amor el amor es… vida la vida es… esperanza la esperanza es…VERDE.

Como verdes son nuestros corazones… Pero se vuelven de un color más intenso cuando se acerca la primavera, porque ella trae

consigo, el mes de Mayo. Mayo es para nosotros un tiempo muy deseado y con el que soñamos durante todo el

año, porque tenemos el gran privilegio de abrir sus puertas como a nosotros más nos gusta, honrando a nuestros titulares.

En toda Andalucía es por excelencia el mes de las cruces: seña de identidad y razón de

ser de nuestra Cofradía, pero también es el mes de las flores. Cuando en los campos hay una eclosión de vida, los colores tienen más fuerza y mires donde mires no te costará trabajo encontrar algo verde: una flor.

Pero para nosotros, es algo más que todo eso. Para nosotros es preparar esos días con toda la ilusión del mundo, días en los que con toda solemnidad, honraremos y glorificaremos a nuestro Cristo de la Vera Cruz durante el triduo.

Y es que, desde que amanece el día uno, todo se torna de otro color, se crea un

ambiente peculiar que se respira en todo el pueblo. Parece que todo huele de otra forma, huele a chilindros, huele a rosas, huele a incienso, huele a gloria. Pero sobre todo, ¡huele a romero! ¡huele a Día de la Cruz! Ese día es muy especial para todos porque desde los más pequeños hasta los más mayores y desde el primero que sale, hasta el último que llega, hacen de ese día algo muy nuestro y muy querido por todos.

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Y a nadie le importa madrugar para coger romero, porque es un día de alegría y de

convivencia con los amigos de siempre y con los que no vemos en todo el año, pero que cuando llega ese día están sin falta. Allí todo se comparte: la comida, el trabajo, una misma bandera que nos viste a todos por igual y sobre todo, la alegría de saber que faltan horas para ese día que tanto deseamos. Alhaurín se viste de fiesta (como dice nuestro himno), sus balcones se llenan de colores, de cruces de romero y rosas, que duermen con la esperanza de poder contemplar Su Rostro al pasar.

Portado con esa elegancia con la que nuestros hermanos suelen llevarle, el Señor del Convento camina sobre una alfombra de romero que perfuma el aire. Pero el aire ya no es aire, es un torbellino de pétalos caprichosos que se pelean por rozar sus manos benditas, por enredarse en su pelo.

Y con Él, marcha La Pepa y la banda de cornetas y tambores para escoltar su paso con

sus escuadras, como nadie más sabe hacerlo, con el cariño y la devoción que los mueve a todos y embriagando los sentidos de todo aquel que la escucha. En el cielo, una explosión de estrellas multicolores aguardará la llegada de nuestro Señor a su Ermita. Y con pasito muy lento, sin querer que se termine, culminará, si Dios quiere, lo que tan corto se nos ha hecho. ¡Qué días nos esperan!

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¡Espectáculo único! que embriaga los sentidos la música, el color, el olor, El ver venir a lo lejos, al son de la música con ese paso tan nuestro y que en Málaga llaman marinero. El trono parece un barco dorado, donde los portadores son los remeros, navegando en un mar de gente, de rosas, de chilindros, jazmines y romero Torbellino de color y de luz. lágrimas caídas del cielo y en la cruz se detienen en los hombros, en el pelo. Haciendo una bella imagen de nuestro Señor del Convento ante tanta belleza, resistirme no puedo ¡Viva el Cristo de la Vera Cruz! ¡Viva el Señor del Convento! He dicho.