Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón,...

189

Transcript of Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón,...

Page 1: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.
Page 2: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Érase una vez una joven llamadaClara. Un día su padre le reveló lamágica realidad que escondía lamontaña del Olvido, un lugarsorprendente, plagado de patrañasy quimeras, y al que todos loshabitantes del pueblo temían.

Durante generaciones, su familiatrató de ocultar el secreto, perocuando ella lo descubrió ya nadavolvió a ser como antes.

Si te gustan los cuentos, lasleyendas y las historias llenas demagia, romanticismo y fantasía, Un

Page 3: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

sueño real te enamorará.

Page 4: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Megan Maxwell

Un sueño real

ePub r1.0brusina 07.07.14

Page 5: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Título original: Un sueño realMegan Maxwell, 2014

Editor digital: brusinaePub base r1.1

Page 6: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Érase una vez que se era, en un pueblollamado Versualegón, una mañana defrío invierno en la que ocurría unacontecimiento especial en casa de losMartínez. En el dormitorio de Cruz yFernando estaba naciendo un nuevoretoño y todos estaban ansiosos porconocer a la personita que pronto seríaun nuevo miembro de la familia.

—¡Una niña!, ha sido una preciosaniña —gritó Amalia, la matrona delpueblo.

Fernando, el padre de la criatura,entro rápidamente en la habitación paraconocer a su hija y ver a su chica, comollamaba cariñosamente a su mujer Cruz,

Page 7: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

y se encontró con una rolliza y preciosacriatura, a la cual decidieron ponerle elnombre de Clara, en memoria de suabuela materna.

Los veranos e inviernos fueronpasando y Clara, aquel precioso bebé,creció hasta convertirse en una bonitajoven, alta, de gran cabellera morena ygrandes y despiertos ojos.

Una mañana de aquel calurosoverano, cuando Clara regresaba decomprar el pan en la panadería de Chari,se fijó en que una ancianita intentabasubir una escalera de escalones bastantealtos. No podía, por lo que rápidamentese acercó a ella y le dijo:

Page 8: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Un momento señora, yo laayudaré.

Y cogiéndola por el brazo fueaupando a la anciana. Al llegar al finalde la escalera, la mujer miró muyagradecida a Clara y pidió sentarse enun banco que había cercano a ellas. Elesfuerzo la había agotado. Clara, a quienle encantaba hablar con las personasmayores, pues las consideraba personassabias por las vivencias que llevaban asus espaldas, no lo pensó y se sentó conella a descansar.

—Has sido muy amable, hija —expresó la anciana mirándola a los ojos.

Con una candorosa sonrisa, la joven

Page 9: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

contestó:—No ha sido nada. Lo que hice por

usted lo hubiera hecho cualquiera.—Hija, no creas —murmuró la

mujer—. No todo el mundo se para aayudar a una anciana. Hoy en día cadacual va a lo suyo y no se suele miraralrededor a ver quién necesita que leechen una mano.

Clara sabía que la señora teníarazón, pero, para quitarle importancia asu acto, preguntó:

—¿Es usted del pueblo? ¿Nunca lahabía visto?

La anciana, temerosa de la reacciónde la muchacha, asintió y musitó:

Page 10: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Llevo en este pueblo y en estasmontañas toda mi vida.

—¿En serio? —planteó Claradudosa—. Nunca la he visto, ¿dóndevive?

—En la montaña del Olvido.Clara se quedó alucinada. Aquella

dulce y arrugada anciana era la mujer ala que todo el pueblo evitaba, ¡la brujadel olvido!

Según contaba la leyenda, todo aquelque se atrevía a cruzar aquella montañano regresaba más. Y, si lo hacía, susrecuerdos se perdían en aquel lugar.

Clara, levantándose del banco comosi le hubieran puesto un petardo en el

Page 11: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

culo, anunció:—Me tengo que ir. Mi madre se

preocupará si no llego pronto con elpan.

—Lo entiendo, hija…, lo entiendo—susurró la anciana con resignaciónmientras se levantaba para proseguir sucamino y veía cómo se alejaba la joven—. Ha sido un placer conversar contigo.

Clara, un poco asustada de haberhablado con la bruja del olvido, caminórápidamente hacia su casa. Necesitabacontarle a su madre lo ocurrido. Perocuando llegó su madre no estaba, aunquesí sus hermanas casadas. Por ello, ysoltando el pan en la encimera de la

Page 12: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

cocina, se volvió hacia ellas y con gestoasustado les dijo:

—¿Sabéis lo que me ha ocurrido?Sus hermanas, al notarla acelerada,

la miraron y preguntaron al unísono:—¿Qué?Clara se sentó en una de las sillas

que había frente a la mesa de roble ymurmuró:

—Cuando venía de comprar el pan,había una anciana que intentaba subir lasescaleras de la fuente y no podía. Yo lahe ayudado, y cuál no sería mi sorpresaal descubrir que aquella mujer era ¡labruja del olvido!

Al escuchar aquello, sus hermanas

Page 13: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

se hicieron la señal de la cruz y sequedaron mirándola con los ojos muyabiertos sin saber qué decir. Clara,nerviosa y muy aprensiva por aquello,comenzó a pensar que pronto empezaríaa perder sus recuerdos. Se habíacruzado con la bruja.

Cuando por la tarde llegó su madre yescuchó lo ocurrido, rápidamente la hizobeber un brebaje de hierbas. Según lamujer, aquello evitaría que el hechizosiguiera adelante.

—¡Qué asco, mamá! —susurró lajoven sacando la lengua al beber lo quesu madre le daba.

Pero ésta no quiso escucharla y la

Page 14: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

apremió:—Todo, hija. Te lo tienes que beber

todo.Ante la cara de preocupación de su

madre, Clara se lo tomó entero, aunquesabía a demonios.

Por la noche, mientras todos cenabanalrededor de la mesa, la muchachaescuchó cómo su madre le contaba a supadre lo ocurrido. Fernando acababa dellegar de viaje aquel mismo día. Eratratante de ganado y un hombreacostumbrado a moverse por pueblos yoír historias de todo tipo.

—No es para reírse —protestó Cruzmirando a su marido.

Page 15: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Pero, chica —respondió éste entono burlón—, ¿cómo puedes seguircreyendo en esas historias? Pobre mujer.Con lo anciana que debe de ser ytodavía soportando esas absurdashistorias.

—Padre —dijo Juani, una de sushijas—, ¿tú no crees esas historias?

—No.—Entonces, ¿por qué se comenta eso

de esa señora?Con mirada cansada y sabia,

Fernando miró a sus hijos mientraspartía un trozo de pan de la hogaza ycontestó:

—La familia de esa pobre anciana

Page 16: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

siempre fue extraña. Nunca serelacionaron con las gentes del pueblo.Únicamente bajaban aquí un par deveces al año y, claro, eso dio lugar ahabladurías como que si eran brujas lasmujeres que allí vivían, o que si eldemonio rondaba por aquella casa.Luego se dio la circunstancia de quehace unos treinta años, más o menos,llegó al pueblo un muchacho llamadoJoaquín, quien por cierto estuvotrabajando con Felipe, el de la tienda deultramarinos. Era un chaval agradableque cada fin de semana cogía su mochilay a quien le encantaba acampar en lamontaña. Algunos del pueblo le

Page 17: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

comentaron la existencia de aquellafamilia en las montañas, pero él no creíaen esas habladurías. Aquel verano,cuando Felipe cerró la tienda, Joaquínen vez de quedarse en el pueblo semarchó a la montaña. Los días pasaron yno bajó. Entonces el alcalde junto convarios vecinos que se ofrecieron aayudarlo, lo buscaron durante días, perolo único que se encontró de él fue sumochila.

—Padre, ¿pero qué fue de él? —preguntó Clara con los ojos comoplatos.

Fernando, divertido por la atenciónde todos y el gesto desencajado de su

Page 18: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

hija, la miró y continuó:—Pasaron tres años. Un día,

mientras Josele, el pastor de ovejashermano del tío Matías, subía a lamontaña junto a su rebaño, vio a unhombre andando por la montaña. Y cuálno sería su sorpresa cuando, alacercarse para ver si necesitaba ayuda,reconoció en él a Joaquín, el jovendesaparecido en la montaña años atrás.

—Pobrecillo —mencionó Cruz—.No recordaba nada de lo que le habíasucedido. Sus recuerdos se detuvieron eldía que subió a la montaña. Para él nohabía pasado el tiempo. Incluso durantelos días que estuvo aquí lo único que

Page 19: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

repetía una y otra vez era la palabra«olvido».

—¿Pero, papá —preguntó Clara—,qué tiene que ver esa mujer en toda estahistoria?

Cabeceando, Fernando volvió amirar a su hija y apuntó:

—Tiene que ver lo que algunosquieren. Empezaron las habladurías,porque la mochila que apareció de aquelhombre la habían hallado cerca de lacasa de aquella familia e, hija, ya sabescómo es la gente: se divagó acerca deque lo habían tenido prisionero, que lohabían embrujado con brebajes y unsinfín de tonterías más que sinceramente

Page 20: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

a mí me hacen reír.Cruz, malhumorada por aquello, le

dio a su marido un pescozón que a éstele provocó de nuevo una sonrisa y Claravolvió a preguntar:

—Y ese hombre, Joaquín, ¿dóndeestá ahora?

—Desapareció de nuevo —respondió Cruz con los ojos muyabiertos—, y nunca más se volvió asaber de él.

—Y por eso, hija —prosiguióFernando—, a esa pobre mujer se lallama «bruja». Se comentó que unembrujo de ella hizo que aquel hombreregresara a la montaña y nunca más

Page 21: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

volviera. De ahí el nombre de lamontaña del Olvido. Luego empezaron asurgir historias de que quien seadentraba en ella olvidaba susrecuerdos, pero ¿sabes, hija? —cuchicheó acercándose a Clara—, esoson tonterías. Yo mismo, cientos deveces por acortar el camino pararetornar a casa, he atajado por lamontaña y aquí me tienes: ¡no heperdido ni un solo recuerdo!

Al escuchar aquello, Cruz miró a sumarido y con cara de enfado gritó:

—¡Fernando! No lo dirás en serio,¿verdad?

El hombre, consciente de lo que ella

Page 22: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

pensaba de aquello, negó con la cabeza.Para él aquélla seguía siendo la mocitade preciosos ojos que conoció un lejanodía llena de barro cuando iba a bailarlas jotas de su pueblo. Por lo que,sonriendo, posó su mano sobre la de ellay murmuró:

—Que no, chica…, que no. Lo hedicho para impresionar a la niña.Tranquila, nunca cruzo la montaña.

Más sosegada, Cruz recogió losplatos de sopa con la ayuda de sus hijasmayores y, alejándose con ellas, musitó:

—Eso espero, maldito cabezón.—¡Papá, papá! —susurró Clara—:

¿De verdad cruzaste la montaña?

Page 23: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Fernando, tras cerciorarse de que sumujer estaba entretenida con sus otroshijos, le respondió:

—Cariño, claro que cruzo lamontaña. Atajo por ella unos cuarentakilómetros. Pero recuerda, es un secretoentre tú y yo.

Sin saber si tenía que sonreír o no,Clara asintió. Entre ella y su padresiempre había existido una uniónespecial y les gustaba tener secretos.

—Vale, papá, es nuestro secreto.Fernando lo aprobó y cuchicheó:—De todas formas, no creas todo lo

que se cuenta en el pueblo. La mayoríade historias son cuentos de vieja.

Page 24: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Cruz, al ver a padre e hija sumidosen una conversación, se acercó a ellos ypreguntó:

—¿De qué habláis vosotros dos?Fernando, tras guiñarle un ojo a su

hija, respondió:—De nada, chica… de nada. Sólo le

decía a Clara que no subiera nunca a lamontaña.

Los días como las noches pasaron yaquel incidente se olvidó. Pero en lamente de Clara seguía dando vueltasaquello que su padre le habíaaconsejado: «No creas todo lo que secuenta en el pueblo, la mayoría dehistorias son cuentos de vieja».

Page 25: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Sin saber por qué, Clara no podíaolvidar los ojos de aquella anciana.Eran tristes y solitarios, pero al mismotiempo amables y bondadosos. Quizá supadre tuviera razón, pero ¿y si, por elcontrario, era su madre quien la tenía, yaquélla fuera una bruja?

Dudaba, dudaba y dudaba. Ése eratal vez el mayor problema que Claratenía consigo misma, la duda. Siempredaba mil vueltas a qué hacer hastadecidir cómo proceder. Incluso cuandoya había actuado según su deliberadadecisión, seguía pensando qué hubierapasado si hubiese actuado de otramanera.

Page 26: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Llegó el invierno y con él llegó laNavidad, el turrón, los mantecados y,sobre todo, el buen cordero que su padretraía cada año por aquellas fechas. Sumadre lo cocinaba con todo su amor ytodo el que quisiera acercarse a su mesaestaba invitado.

Durante aquellos meses, Clara habíapensado ocasionalmente en aquellaanciana. ¿Cómo estaría en la montaña?¿Tendría frío? ¿Viviría sola?

En Nochevieja, como cada año, sucasa se llenó de gente. Sus tíos y primossiempre cenaban esa noche en elacogedor hogar de los Martínez.

La pequeña de sus primas se

Page 27: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

llamaba Elena, que estaba soltera comoClara. Siempre se habían entendidobien, aunque quizá gracias a la pacienciade Clara con su prima, quien a vecesactuaba de un modo extraño y por eso,desde hacía tiempo, había dejado deconfiar en ella. Elena tenía un problema.Era tremendamente envidiosa y todo loque los demás conseguían siempre loquería para ella. En especial tratándosede Clara. Si a la joven se le ocurríacomentar que un muchacho le agradaba,siempre Elena se adelantaba. Elproblema era que aquella relación deElena con los chicos era pasajera. Encuanto estaba dos días con ellos, se

Page 28: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

aburría y los plantaba, dejando a Claraperpleja.

La gran cena de fin de año fuemagnífica. Hubo de todo. Comida, risas,buena compañía y, sobre la una de lamadrugada, los más jóvenes decidieronirse a la discoteca del pueblo parabailar, mientras los mayores quedabanen casa jugando a las cartas, al bingo oal dominó.

Al salir de su casa, a Clara lepareció ver una tenue lucecita en lamontaña, pero decidió olvidarse de elloe irse con sus primos y hermanos abailar. La noche se presentó divertida ytodos rieron y bailaron hasta caer

Page 29: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

agotados.Cuando llegó el momento de la

música lenta, Clara, junto con dos de susprimas, se dirigió hacia la barra parapedir algo de beber. Una vez allí, miró asus hermanos bailar con sus parejas,cuando de pronto notó la presencia dealguien a su lado en la barra. Alvolverse se topó de frente con unmuchacho que no había visto nunca y esoatrajo su atención. Sus primas, al vercómo aquel chico y su prima se miraban,se dieron un codazo y comenzaron a reír.

—Hola. ¡Feliz año! —saludó aquelsonriente muchacho.

—Feliz año —respondió

Page 30: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

vergonzosa.¿Qué ocurría? ¿Por qué la miraba

así?—Hola, ¿cómo estás? —se interpuso

su prima Elena entre ella y aquél.—Bien gracias, ¿y vosotras? —

preguntó el muchacho sin apartar susojos de Clara. Desde que la había visto,algo en él le había animado a conocerla.Necesitaba hablar con ella. Saber cómoolía, descubrir su sonrisa.

Roja como un tomate maduro, Claramiró hacia otro lado. ¿Qué le ocurría?No podía apartar su mirada de él. Teníala sensación de conocerlo, pero era laprimera vez en su vida que lo veía.

Page 31: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Con descaro, Elena, dispuesta abailar con aquel desconocido, dijo:

—Pues aquí estamos. A ver sibailamos un poquito.

El joven, que desde que habíaentrado en aquella discoteca no habíapodido apartar su mirada de Clara, dioun paso adelante para atraer de nuevo laatención de la chica y preguntó, sinimportarle la mirada de Elena:

—¿Te apetece bailar?Tragando el nudo de emociones que

se le atascó en la garganta, Clara dudó.¿Qué hacer? Era un desconocido, peroparecía agradable.

—Pues…

Page 32: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

El muchacho, sin darle tiempo apensar, la cogió del brazo y se la llevóhacia la pista asintiendo con seguridad.No pensaba aceptar un «no».

—Pues claro que bailarás conmigo.Una vez en la pista, el joven la asió

por la cintura y, acercándose, comenzó amoverse al compás de la música. Esachica le gustaba y quería saber más deella. Al ver que la joven no decía nada,con su mano le levantó el mentón ypreguntó:

—No te habrás enfadado, ¿verdad?Como repuesta de aquel asalto,

sonrió, y, tras ver cómo sus primos yhermanos la observaban, susurró:

Page 33: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—No, para nada, yo no me enfadopor esto.

—¿Cómo te llamas?—Laura —mintió ella.—¿Laura? Pensé que te llamabas

Clara.Sorprendida por aquello, le miró a

sus cristalinos ojos azules y susurró:—Pero bueno, ¿y tú cómo sabes

eso?Tras soltar una calurosa risotada, él

la miró y dijo:—Oí a la gente que va contigo

llamarte varias veces, y te llamabanClara.

—Vale… vale… de acuerdo —

Page 34: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

sonrió—. Me llamo Clara.—Me gusta tu nombre.—¿Y tú cómo te llamas, listillo? —

se burló ella.—Alberto.—Bonito nombre —susurró como

hechizada, pero, reponiéndose deaquello, preguntó—: ¿No eres deVersualegón, verdad?

—No. Estoy de paso con mi familia—y, señalando hacia unos que lessaludaban con la mano, dijo—:Aquéllos son mi hermana Paula y sumarido, y mi hermano José y su novia.Mis padres están en el hotel, durmiendo.

Tras sonreír y saludar con la mano a

Page 35: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

los desconocidos, Clara volvió a mirara aquel chico y planteó:

—¿Y qué os ha traído aquí?—Si te lo digo, ¿prometes no reírte?—Te lo prometo.El joven, tras resoplar, la miró y le

contó al oído:—Hemos venido a ver a una

curandera. Mi tía nos ha dicho que viveen este pueblo y que es buenísima.

—Sí, hay varias —respondió Clarasin reírse—. ¿Qué os pasa?

Para quitarle importancia a aquello,Alberto, tras aspirar con disimulo elperfume que aquella joven llevaba,continuó:

Page 36: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Yo no creo en esas cosas. Pero mimadre se empeñó y aquí estamos todos.Venimos para que le mire a mi madre lacadera, pues sufre bastante por ella, y depaso que me mire a mí la rodilla.

—Vaya, siento lo de tu madre. ¿Y ati qué te pasa en la rodilla?

—¡Eso quisiera saber yo! —respondió sonriendo—. Me duele aveces al andar y, ya que estoy aquí, ledoy el gusto a mi madre de que lacurandera me la revise.

—Hacéis bien. Tenemos curanderasmuy buenas. Ya verás cómo mejoráis.Por cierto, ¿a qué curandera vais?

—Si te soy sincero, ¡ni idea! Eso es

Page 37: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

cosa de mi madre. Mi tía Rosa lecomentó que un amigo de mi tío vino aella con enormes dolores de espalda yque ahora se encuentra estupendamente.A ver qué puede hacer con nosotros.

—Pero habéis venido toda lafamilia, ¿y eso?

Alberto, tras mirar a sus hermanos yver que se divertían, respondió:

—Al principio íbamos a venir mispadres y yo, pero luego se apuntó mihermana y mi cuñado y José y su novia.En definitiva, esto se ha convertido enuna excursión familiar. ¿Y tú? Toda esagente con la que estás, ¿quiénes son?

Clara, volviéndose hacia donde

Page 38: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

estaban aquéllos, susurró:—Las dos chicas son mis hermanas,

Juani y María, con sus maridos.Aquellos que bailan tan acarameladosson mi hermano Vicente y su mujer, y lachica del vestido azul que está allí es miotra hermana, Lola. Luego están misprimos y Azucena y Elena, a la que yahas conocido.

El joven, al mirar a las chicas queestaban en la barra e identificarlas comosus primas, apuntó mirándola a los ojos:

—Un poco extraña tu prima, la delvestido rojo.

—¿Elena? —rió Clara—. No esmala persona, pero es rara. Siempre he

Page 39: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

creído que le faltaba un tornillo. —Ambos rieron al comentar aquello.

Mientras se reían, Elena, desde laoscuridad de la discoteca, los observabay en su rostro no había nada que hicierapresagiar algo bueno. Era la primera vezque un muchacho prefería la compañíade la sosa de su prima y no la de ella, yeso la enfadó mucho.

Clara y Alberto pasaron la nochehablando, ansiando conocerse lo másposible. Algo mágico ocurrió y amboseran conscientes de ello. Pero el relojque marca las horas, como decía elbolero, parecía correr a un ritmofrenético con el fin de que aquella noche

Page 40: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

acabara. Sobre las siete de la mañana,se despidieron. Cada uno debía regresarcon los suyos, aunque quedaron en verseal día siguiente en la plaza del pueblopara tomar café.

En el camino, sus hermanasbromearon con ella, diciéndole que teníacorazones alrededor de la cabeza.Aquello hizo sonreír a Clara, pero no aElena. Cuando llegaron a casa, losmayores ya estaban durmiendo, por loque cada uno, sigilosamente, se metió ensu cama dispuesto a dormir. Estabancansados.

Acurrucada bajo su edredón, Claraabrazó su muñeca de la suerte —una

Page 41: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

muñeca que su padre le regaló en suquinto cumpleaños— einconscientemente, al cerrar los ojos,recordó paso a paso aquella magníficanoche. Con una sonrisa en los labios serecreó en Alberto, en el azul intenso desus ojos, en el color rubio de su pelo, ensu sonrisa picaresca… y sin darsecuenta se durmió.

Al día siguiente, durante la comidade año nuevo, todos rieron alrededor dela mesa y contaron las experiencias dela noche anterior. Clara se rió acarcajadas al escuchar a sus hermanoscontar que ella había conocido a unchico ajeno al pueblo y que, al regresar

Page 42: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

a casa, levitaba. Todos rieron exceptoElena. Aquello no le pasó desapercibidoa Fernando.

—¿Quién es ese muchacho? —planteó su madre.

Tras masticar un trozo de corderosobrante de la noche anterior, Claracontestó:

—Es un chico que ha venido con sufamilia al pueblo para visitar a una delas curanderas.

—¿A quién? —preguntó el padreobservando a Elena.

—No lo sé, papá. Me dijo que esoera cosa de su madre.

—Padre —apostilló Juani—: Tenías

Page 43: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

que haberla visto, le salían corazonespor los ojos.

Clara cogió un trozo de pan y se lotiró, mientras decía:

—Anda ya, no digáis tonterías. Porcierto, ¿qué hora es?

—Las cinco menos veinte —respondió su padre.

La joven se levantó como un resorte,se retiró el flequillo de la cara y,mintiendo, dijo:

—Voy a vestirme. He quedado conLoli en la plaza para tomar café.

Sin mirar atrás llegó a su habitación,donde se puso unos vaqueros y unacamisa blanca. Se recogió su moreno

Page 44: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

pelo en una coleta alta y, para ver sihabía conseguido el efecto deseado,antes de irse se miró al espejo y sonrió.Nerviosa, salió de su casa y seencaminó hacia la plaza. Al llegar,buscó a Alberto con la mirada y sealegró al ver que estaba allí.

Pasaron una tarde estupenda juntos.Clara le enseñó los lugares máspintorescos y bonitos de Versualegón yél se limitó a seguirla y a disfrutar de sucompañía. Lo llevó al castillo, su sitiopreferido, y le contó su historia.

La leyenda decía que allí vivió laprincesa Leiza, la idolatrada y hermosahija del rey Versus y la reina Sorila. Los

Page 45: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

reyes, tras aquella hija, no pudierontener más descendencia; por ello, y antela traumática muerte de un hermano delrey y su mujer, decidieron criar a la hijade éstos como si fuera propia. Con eltiempo las dos niñas crecieron hastaconvertirse en jóvenes lozanas, pero labelleza de Leiza siempre fue superior ala de Seire, su prima. Y eso a aquéllanunca le gustó y se moría de envidia.

En una fiesta celebrada en palaciouna Navidad, Leiza conoció a un jovenpríncipe llamado Caftul y el amorfloreció rápidamente entre ellos. Trasuna breve relación, previoconsentimiento del rey, éste pidió su

Page 46: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mano y los reyes aceptaron gustosos.Aquel enlace favorecía a los reinos deVersualegón y Aldemán. Aunque lo quecongratulaba a sus progenitores era elamor loco que se profesaban losjóvenes.

Pero la noche anterior al enlace,Seire, fingiendo gozo y dicha por laboda de Leiza, fue a sus aposentos y ledio a beber una poción mágica,haciéndola creer que aquello era unelixir del amor eterno. Lo que ocurriófue que la princesa Leiza desapareció ynadie la volvió a ver. Al día siguiente,en el reino no hubo boda real. Durantemeses, e incluso años, el rey Versus y la

Page 47: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

reina Sorila lloraron la extrañadesaparición de su querida hija. Con eltiempo la princesa Seire consiguió loque siempre había querido: casarse conel príncipe Caftul, antiguo prometido desu desaparecida prima. Pero el destinole hizo pagar su maldad y nunca obtuvoel amor de su marido. Fuetremendamente desgraciada e infelizdesde el instante en que se casó. Aqueldía algo murió en el interior de Seire,que vivió sin vida en el reino, hasta quea la tardía edad de ciento tres añosmurió sola y sin descendencia.

—¿Y tú cómo conoces esta historiacon tanto detalle? —preguntó

Page 48: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

sorprendido Alberto al ver que éstafinalizaba.

—Mi padre me la ha contado cientosde veces. A él, su padre, y asígeneración tras generación.

Sorprendido por aquella tristehistoria, Alberto miró hacia el derruidocastillo y murmuró:

—Oye, ¿qué pasó con Leiza?Clara, mirando con cariño aquellas

ruinas, suspiró y dijo:—Según cuenta la leyenda, nunca se

supo más de su vida. Desapareció.Volviendo su mirada hacia ella, el

joven sonrió.—Me encantan las leyendas de los

Page 49: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

castillos. Lo malo es que casi todashablan del gran desamor entre dospersonas que se aman.

—Tienes razón —susurró Clara sinsaber a dónde mirar. ¿Por qué esemuchacho la ponía tan nerviosa?

Pasados unos segundos en los quepareció pasar un ángel, por el mutismode ambos, Clara, para romper el hielo,preguntó:

—¿Sabes el nombre de la curanderaa la que vais a ir?

—Creo recordar que se llamaOlvido.

Frotándose la barbilla con la mano,Clara pensó en quién podía ser aquella

Page 50: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

curandera.—Olvido… Olvido… no la

conozco, no sé quién es.El joven, colocándole un mechón

rebelde tras la oreja, indicó:—No te puedo decir más. Sólo que

se llama Olvido y vive en la montaña.—¡¿Qué?! ¿Vive en la montaña?—Eso me dijo mi madre. Me

comentó que tendríamos que subirhaciendo senderismo, cosa que nosencanta a todos en mi familia: el campo,la montaña…

—No me lo puedo creer. ¿Vais a vera una bruja? Se dice que quien sube poresa montaña y se cruza con ella olvida

Page 51: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

su pasado, sus recuerdos e incluso suhistoria.

Sorprendido por aquello, Albertosonrió:

—Anda ya. No digas tonterías.Pero Clara insistió:—No subáis, por favor Alberto…

No subáis, es peligroso.Sin querer creer en lo que ella decía,

la tomó de la mano y susurró:—Clara, no digas tonterías, mujer.

Si realmente se olvidara todo, ¿cómocrees que mi tía le habría podido decir ami madre que viniésemos a estacurandera? Venga, olvídate de lo que tehe contado —dijo Alberto sonriendo—

Page 52: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

y sígueme enseñando tu pueblo. Mañanaquiero sorprender a mis padres.

Clara continuó mostrándole elpueblo, pero no pudo dejar de pensar enque iban a subir a la montaña. La tardeacabó y la noche llegó, y sobre las diezpasadas se despidieron.

—¿Mañana nos vemos? —preguntóAlberto.

—Me encantaría. ¿A qué horahabréis bajado de la montaña?

—Creo que sobre las dos o tres dela tarde ya estaremos aquí. Pretendemosbajar pronto. Anochece tan rápido queno queremos que nos sorprenda lanoche.

Page 53: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Tened cuidado —insistió ellamirándolo.

Sin cortarse un pelo, la atrajo haciaél y le dijo cerca de su boca:

—Tranquila. Yo nunca falto a unacita, y más sabiendo que quien meespera eres tú.

Una vez hubo dicho esto, Alberto seacercó a su boca y, con auténtica pasión,la besó. La besó como nunca nadie lahabía besado y eso la enamoró.

Aquella noche Clara no podíadormir. Salió al patio trasero de su casay, mirando la montaña, le hablópidiéndole que cuidara de Alberto y sufamilia. Poco después en la cocina,

Page 54: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mientras bebía agua, apareció su padre ysin poder callar lo que le traía por lacalle de la amargura se lo contó:

—Es buena esa curandera, hacenbien en ir a ella —afirmó Fernando trasescucharla.

—Pero, papá, ¿tú no me habíasdicho que la bruja era curandera?

Al oír aquello, Fernando miró a suhija y, sonriendo, murmuró:

—Creo que no hablamos de lamisma persona. La curandera que va avisitar ese amigo tuyo es la nieta deAnastasia y se llama Olvido, quecuriosamente se llama como la ancianaque viste hace unos meses.

Page 55: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Boquiabierta por aqueldescubrimiento, miró a su padre ypreguntó:

—Pero… pero… ¿cómo sabes tú elnombre de la bruja?

Su padre, levantándose de su silla,miró a su hija e indicó:

—Clara, acompáñame a dar unpaseo.

La joven asintió, por lo queFernando llamó a su mujer y le dijo:

—Chica… chica… voy a dar unavuelta con Clara, no tardaremos mucho.

Asomando la cabeza desde lahabitación, Cruz respondió:

—Andad con cuidado y no tardéis.

Page 56: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Padre e hija se encaminaron hacia unlugar cercano a la montaña. Aquel sitiose llamaba la fuentecilla verde, y sesentaron en una gigantesca piedra.

—Clara —comenzó su padre—,prométeme que lo que te voy a contarserá un secreto entre tú y yo.

—Por supuesto, papá —asintió lamuchacha sorprendida por cómo lamiraba él.

Fernando llevaba años guardandoaquel secreto y supo que el momento dedesvelarlo había llegado. Por lo que,mirando a su hija y asiéndola de lasmanos, continuó:

—Nunca le he comentado esto a

Page 57: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

nadie, porque no quiero que piensen queestoy loco. Quizá cuando te lo expliquedudarás de mi cordura, pero te aseguro,tesoro, que lo que te voy a contar escierto. Y por eso te repito: ¿puedoconfiar en ti?

—Sí, papá, siempre lo has hecho.Acomodándose bien en la piedra,

Fernando, sin apartar la mirada de la desu hija, inició el relato:

—Desde hace muchos años, inclusosiglos, todos en mi familia nos hemosdedicado a ser tratantes de ganado, yhemos vivido en este pueblo. Baltus, unantepasado nuestro, al regresar de unode sus viajes atravesando la montaña, se

Page 58: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

encontró a una anciana, perdida y muertade frío. Intentó hablar con ella, peroaquella pobre mujer sólo temblaba ysollozaba de miedo. Aquel día llovía amares. Baltus intentó llevarla a su casa,pero ella se negó. Por ello, y noqueriendo dejarla sola y a la intemperie,la acompañó hasta un refugio queconocía en la montaña. Allí estuvieronuna semana. El cielo parecía enfadado yno paraba de derramar lluvia,relámpagos y truenos. En aquel tiempo ypoco a poco, Baltus se ganó la confianzade aquella mujer, y ella le explicó quese había perdido en la montaña, peroque no deseaba regresar al pueblo, por

Page 59: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

unos problemas que en aquel momentose negó a contar.

Tras tomar aire y ver la atención quesu hija le prestaba, Fernando continuó:

—Las lluvias cesaron y Baltus leindicó a la anciana que debía regresar asu hogar, pero que, si ella no deseabavolver al pueblo, podía quedarse enaquel refugio. Ella aceptó gustosa yBaltus le prometió regresar pasadosunos días con víveres para ella. CuandoBaltus volvió a su casa le contó a sumujer lo ocurrido, pero ésta no le creyó.Nadie en Versualegón ni en ningúnpueblo de alrededor había denunciado ladesaparición de una anciana. El hombre,

Page 60: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

al ver la reacción de su mujer, decidiódar por terminada la conversación ydurante años siempre que subía a lamontaña llevaba algo para aquellamujer. Con la ayuda de él, construyeronuna pequeña casa y un pequeño huertodonde crecieron tomates, lechugas,repollos, judías y garbanzos. Al cabo deun tiempo aquella anciana tuvo supropio corral de animales, con los quepudo subsistir tranquila y sin miedos.Con el paso de los años, Baltusenvejeció, pero aquella mujer seguíaigual. Ni más joven, ni más vieja. PeroBaltus, con sus achaques de la vejez,tuvo que dejar de viajar, por lo que le

Page 61: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

contó a su hijo la existencia de aquellaextraña mujer y le enseñó cómo llegarhasta ella. Así, generación trasgeneración, de padres a hijos, se ha idopasando ese extraño, excepcional ymaravillo secreto.

El gesto de Clara era un auténticopoema. ¿Qué locura decía su padre? Porello, e intentando no sonreír, dijo:

—A ver, papá, me estás queriendodecir que la anciana que yo conocí esrealmente una mujer de casicuatrocientos años.

—Sí —asintió su padre y, antes deque añadiera algo, prosiguió—: Sé queresulta algo inexplicable pero, cariño,

Page 62: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

es cierto. ¿Recuerdas tu muñeca de lasuerte?

—Sí.—Pues esa muñeca me la dio ella

para ti.Boquiabierta, se sobresaltó. Aquella

muñeca era su talismán. Siempre quequería algo la abrazaba y la mayor partede las veces su deseo se cumplía.

—Créeme hija, Olvido es una buenamujer y me gustaría que la conocieras.Siempre que la visito me pregunta por ti,no por tus hermanos, sólo por ti. Cuandovoy o regreso de viaje, siempre pasopara charlar con ella, ¿y sabes lo másgracioso? Ella siempre sabe cuándo voy

Page 63: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

a llegar. Nunca me ha faltado un plato decomida en su mesa y siempre me acogecon una tremenda dulzura y amor. Perono pienses mal —dijo señalándola conel dedo—, cuando te digo que me acogecon amor, es con amor de madre. Pero lomás gracioso es que a mi padre lepasaba igual y a mi abuelo también. —Al ver que Clara lo miraba alucinada, lacogió de las manos y añadió—: Sé quetodo esto te suena raro. Sé que lo que tecuento es difícil de entender, pero poralguna extraña razón su vida y la denuestra familia está conectada. Como tehe dicho, esto es un secreto que sólopasa de padre a hijo, y en este caso yo te

Page 64: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

lo cuento a ti, con la esperanza de quequieras conocerla. Ella llevaesperándote desde hace muchos años.

—¿A mí por qué?… Yo no quieroser tratante de ganado.

Fernando, con dulzura, abrazó a suhija y susurró:

—Ya lo sé, cariño. Ni yo quiero quelo seas. Pero él último día que estuvecon ella me contó que algo importanteiba a ocurrir relacionado contigo y quedeseaba conocerte. La verdad —murmuró su padre—, Olvidoúltimamente me preocupa. La encuentromás cansada de lo normal.

—Y a mamá… ¿nunca le has

Page 65: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

explicado nada a ella?Fernando sonrió y resopló:—Una vez lo intenté. Pero ella se

negó a escuchar lo que estaba contando.Ya sabes cómo es. Por eso te he pedidoque esto fuera un secreto entre tú y yo.

—A ver, papá, en toda esta historiaexiste algo que no entiendo. Si estesecreto es algo que pasa de padre a hijo,se lo deberías de haber contado aVicente. Él es tu único hijo varón.

—Sí, pero en este caso ella siemprete ha querido a ti. Nunca me preguntapor tu hermano, sólo por ti. Incluso estaúltima vez me manifestó que necesitabahablar contigo.

Page 66: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—¿Conmigo? ¿Para qué?—No lo sé, hija. Pero sí te pido que

subas conmigo a la montaña sin ningúnmiedo. Le dije que te lo consultaría yque, dependiendo de lo que túdecidieras, así procederíamos.

La cabeza de Clara comenzó apensar y sus dudas empezaron aatormentarla. ¿Para qué quería quesubiera a la montaña?

—No sé, papá. Yo no tengo nada quehablar con ella.

Fernando asintió y, tras dar uncariñoso beso en la frente a su hija,susurró:

—Tranquila. Piénsalo esta noche y

Page 67: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mañana, que tengo pensado subir a lamontaña, me contestas. Pero recuerda:sólo si tú quieres.

Tras aquella extraña revelación porparte de su padre, regresarontranquilamente caminando a su casa.Aquella noche, ya en la cama, Claratuvo mucho que meditar. Por un lado sumente pensaba en Alberto y, por otro, enaquella propuesta que su padre le habíahecho. ¿Qué hacer? ¿Debería subir y verlo que aquella anciana deseaba decirle?,¿o debería informar a su padre de que noquería ir? Aunque, por otro lado, supadre nunca le mentiría, y nunca querríanada malo para ella. Pero ¿por qué ella

Page 68: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

y no uno de sus hermanos?Dando mil vueltas en la cama

finalmente alargó la mano hacia lamesilla y cogió su muñeca de la suerte, ala que esta vez miró con otros ojos.Aquel regalo se lo había enviado ella.¡La bruja!

Al final, agotada, se durmió. Peroaquella noche tuvo un sueño extraño. Enél aparecía aquella mujer a la que sólohabía visto en una ocasión enseñándolealgo. Pero por más que intentó en elsueño aclarar su vista para ver qué eralo que aquella mujer le mostraba, no lologró. Aquella madrugada, cuando sedespertó sobresaltada, Clara se levantó

Page 69: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

de la cama y, abriendo la ventana, quetenía vistas a la montaña, murmuró:

—De acuerdo, Olvido, iré aconocerte.

Cuando Fernando se levantó a lasseis de la mañana, se quedó sorprendidoal ver a su hija vestida y dispuesta aacompañarlo. Feliz por aquello,despertó a su mujer, Cruz, para decirleque no se preocupase por Clara. Se ibacon él para arreglar unos papeles alpueblo de al lado. Aquello no lasorprendió, porque no era la primeravez que su hija acompañaba a su padre.

A las seis y medía, abrigados y conbotas de montaña, se encaminaron hacia

Page 70: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

su destino. Fernando estaba contento conaquella decisión que su adorada hijahabía tomado, estaba seguro de queaquello era importante para Olvido y supequeña. Amanecía, hacía frío y viento.En algunos tramos de la montaña vieronescarcha, y tuvieron cuidado de noresbalar en los trozos donde el hielobrillaba.

Tras llegar a una gran roca, su padretomó un sendero por el que ella nuncahabía caminado. Era un tramo difícil. Uncorte de la montaña extraño, por el quela gente nunca se atrevía a aventurarse,aunque se sorprendió al ver lo fácil queera para su padre sortear las dificultades

Page 71: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

del lugar. Sabiamente, Fernando la guiócon familiaridad, indicándole dóndedebía pisar. Y aquello que en cualquiermomento hubiera sido un camino por elcual hubiera sido sencillo despeñarse sevolvió un tramo cómodo siguiendo lasinstrucciones de su padre.

De pronto, al llegar a un puntoapareció ante ellos una gran pradera,sembrada por un hermoso manto dehierba verde. Un verde diferente al queClara hubiera visto nunca. «¡Qué sitiomás precioso!», pensó la muchacha. A laderecha observó como el agua clara ypura manaba de una gran piedra y caíaen un bonito riachuelo de agua

Page 72: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

increíblemente transparente. En esemomento el aire y el frío cesaron,incluso el cielo tenía otro color.

Fernando miró a su hija y sonrió alver su expresión. En su gesto leía todaslas preguntas que él se planteó cuandosu padre lo llevó allí por primera vez.Los ojos jóvenes y llenos de vida deClara no paraban de mirarlo todo.Incluso se quitó los guantes de lanarojos para tocar aquella espectacularhierba, que era sedosa y desprendía unolor especial.

—¿Es precioso, verdad? —preguntóFernando.

Boquiabierta como pocas veces en

Page 73: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

su vida, la joven miró a su padre ysusurró:

—Papá, esto es increíble. Es comootro mundo diferente. ¿Pero has visto lahierba? Es tremendamente verde ysedosa. ¿Cómo es posible que esté así siestamos en invierno? —Fernando sonrióy ella prosiguió—: ¿Y el agua? ¿Cómoes posible que no esté congelada?, y máscuando mana de aquella piedra de lamontaña. ¿Y el frío, y el aire? Se hanparado.

Al ver a su padre con ojosemocionados por aquello, sonrió yañadió:

—Papá… esto, este lugar es lo más

Page 74: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

hermoso que he visto en mi vida. Nuncahe oído a nadie en el pueblo hablar deeste lugar. ¿Por qué?

—Porque nadie lo conoce, cariño, nilo conocerán. Únicamente hemos pisadoeste sitio y esta hierba tus antepasados,yo, y ahora tú.

—Papá, cada vez entiendo menosesta historia, estamos en el siglo XXI.¿Cómo es posible todo lo que me estáscontando? ¿Cómo esta mujer, Olvido, noha muerto con el paso de los años?¿Cómo, siendo invierno, aquí parece quees primavera o verano? Y, sobre todo,¿cómo es posible que todo esto tanincomprensible nos esté pasando a

Page 75: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

nosotros?—Todo tiene su explicación —

anunció de pronto una voz detrás de lamuchacha.

Clara, alarmada por aquella voz, sevolvió rápidamente para encontrarse conla anciana que había visto meses atrás.Su expresión era dulce y candorosa, ytodo en ella irradiaba paz.

—Hola, Olvido —saludó Fernandoacercándose a ella, para darle un besoen la mejilla—. ¿Cómo estás hoy?

—Mejor que nunca —contestóemocionada la anciana mirando a Clara.Acercándose a ella, alargó la mano paratocar la mejilla de la joven y susurró—:

Page 76: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Te agradezco que hayas venido aconocerme.

—Voy a ver los huertos —anuncióFernando—. Creo que vosotras tenéismucho de qué hablar.

Al ver que su padre se alejaba,Clara anduvo hacia él y, cogiéndole dela mano, susurró:

—Pero, papá…Tras mirar con dulzura a su hija y

después a la anciana, Fernando sedirigió a la joven para darle seguridad:

—Cariño, tranquila, confía en mí.Olvido nunca te haría daño. Estaré allí,donde ves aquel árbol, ¿vale?

—Clara —dijo la mujer—, no tienes

Page 77: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

nada que temer.La joven asintió y siguió con la

mirada a su padre, quien se dirigía haciadonde él le había indicado.

—Ven, sentémonos en esta piedra —pidió la anciana—. Estoy segura de quequerrás hacerme muchas preguntas,¿verdad?

Clara asintió y la siguió. Trassentarse, clavó su mirada en ella ymurmuró:

—Estoy totalmente bloqueada. ¿Quées todo esto? ¿Quién es usted?, ¿porqué…?

Con una dulce sonrisa, la mujerasintió y dijo:

Page 78: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Contestaré a todas tus preguntasuna por una. Llevo muchos, muchísimosaños esperándote.

—¿Esperándome? ¿A mí?—Sí, cielo, esperándote a ti. Llevo

viviendo en estas montañas cerca decuatrocientos años. Gracias a la ayudade un antepasado tuyo pude sobrevivir aalgo terrible que me ocurrió.

—Pero eso es imposible, nadie vivetantos años…

—Clara, déjame que te explique mihistoria y, cuando acabe, eres libre desacar tus propias conclusiones —lesuplicó la mujer, y Clara aceptó.

—Como te decía, gracias a un

Page 79: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

antepasado tuyo, pude sobrevivir. Minombre verdadero es Leiza. Soy la hijadel rey Versus y la reina Sorila.

Al oír aquellos nombres, que paraella representaban tanto, la muchacha selevantó y gritó:

—¿Qué?… pero qué está diciendo…Leiza era…

—Clara, por favor, escucha —y alver que aquélla se sentaba, prosiguió—:La historia que cuentan las leyendassobre mí son ciertas. Mi prima Seire, aquien yo quería como a una hermana, lanoche anterior a mi boda me dio a beberuna poción, engañándome y diciéndomeque era una bebida que garantizaba el

Page 80: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

amor eterno, y yo, ingenua de mí, la creí.Pero aquella poción, me envejeció y meconvirtió en la anciana que ves. Escapéde palacio con algunas pertenencias sinser vista, y dejé atrás, con todo el dolorde mi corazón, a mi padre, a mi madre, ami gente y a mi amor. Esa noche, el cieloparecía conocer mi desgracia y llovió ytronó a mares como nunca habíaocurrido. En ese momento yo estabadesorientada, confusa y con miedo. Nosabía qué hacer, ni a dónde ir, mi vidasiempre había estado llena decomodidades en palacio, donde nuncame había preocupado por la comida opor tener dónde cobijarme. Me adentré

Page 81: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

en la montaña y en mi desesperacióndecidí abandonarme y morir. Pero depronto apareció un hombre, un plebeyode Versualegón comerciante de ganado,que al ver a una anciana mojada ydesorientada la ayudó y cobijó en aquelrefugio que ves allí —explicó señalandohacia la derecha—. Él encendió un granfuego y me hizo entrar en calor, me diode comer y me cuidó durante días.

—¿Te refieres a Baltus? —preguntóla joven al recordar lo que su padre lehabía contado el día anterior y laanciana asintió.

—Baltus era un hombre muy amable.Intentó bajarme al pueblo, pero yo allí

Page 82: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

no conocía a nadie, no tenía adónde ir yme negué a acompañarlo. Por ello mepropuso quedarme en el refugio que éltenía para los días en los que la tormentalo sorprendía en la montaña, y yoacepté. Le pedí que no le contara a nadieque yo estaba aquí, y él prometióregresar con comida para mí, y así fue.Mi vida al principio fue horrible. Eratorpe e incapaz de hacer nada por mímisma, pero, poco a poco y con la ayudade Baltus, me construí un pequeño hogar.Pasado un tiempo me explicó que enVersualegón se iba a celebrar una bodareal y lloré al oír lo que él me decía. Miprima, ésa a la que yo había considerado

Page 83: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

como una hermana, se iba a casar con miamor. Baltus no entendió aquellaslágrimas de anciana y únicamente aqueldía me hizo una pregunta, mi nombre, yel único nombre que salió de mi bocafue «Olvido».

—¿Olvido? —preguntó Clara—.Pero si tu nombre era Leiza, ¿por quéOlvido?

Al escucharla, la anciana sonrió y,tras negar con la cabeza, murmuró:

—Era el que mejor me definía.Había sido olvidada por todos, por mispadres y finalmente por mi amor. Peroestaba equivocada. El día del enlacereal, fui valiente y bajé al pueblo para

Page 84: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

ser testigo de aquella boda. Nuncaolvidaré la tristeza que vi en mis padresy en Caftul, a diferencia de la alegríaque vi en Seire. Yo me encontraba en elcamino, junto con las gentes del pueblo,viendo pasar el cortejo real, cuando antemis ojos, inexplicablemente, se paró lacarroza donde iban ellos y una mujerque estaba a mi lado gritó: «Seire, nuncaserás feliz. Pagarás lo que le hiciste aLeiza». Mis padres y Caftul, al oíraquello, inmediatamente pidieronexplicaciones a mi prima y ésta sederrumbó ante todos, pues la maldadpesa y ahoga. Aquella tarde supe quemis padres no me habían olvidado y mi

Page 85: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

amado Caftul, tampoco.—Lo siento… —susurró conmovida

Clara y la anciana prosiguió.—Después de aquello regresé a la

montaña, mi casa, y sorprendentementeaquella noche aparecieron Baltus y lamujer que había maldecido a mi prima.Nada más verme, ella se arrojó a mispies. Se trataba de la persona que habíaproporcionado a Seire aquella pociónmágica y me suplicaba perdón por haberdestrozado mi vida, la de mis padres yla de Caftul. Baltus, sin mediar palabra,escuchó lo que aquella mujer y yohablábamos, y por fin se enteró de miverdadera historia.

Page 86: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Un momento —interrumpió Clara—, ¿pero por qué huiste? ¿Por qué nodijiste que tú eras la princesa Leiza?

—¿Y quién me hubiera creído? —respondió la anciana—. Leiza era unachica joven, hermosa y llena de vida, yyo me había convertido en una viejaharapienta, sin ganas de vivir y con unaenorme tristeza en el corazón. No… nofue posible entonces, pero ahora creoque ha llegado el momento.

—¿Ahora? —preguntó Clara.—La mujer que le dio la poción a mi

prima me explicó que únicamentevolvería a mi cuerpo y a mi vida cuandoyo naciera de nuevo en otro momento, en

Page 87: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

otra vida y en otra familia. Me dijo que,cuando el ciclo de la vida se repitiera,nacería una joven como yo a la quetendría que ayudar para poder ayudarmea mí misma y regresar a mi verdaderaexistencia. Al principio, querida Clara,te prometo que no la entendí, pero con elpaso de los años fui comprendiendo aqué se refería. Después de hablar conaquella mujer, ésta desapareció y nuncamás volví a saber de ella. Baltus,conmovido e incrédulo por lo que habíadescubierto sobre quién era yo, meprometió que el secreto estaría bienguardado en él, y así fue. Los añospasaron y mi pobre Baltus envejeció,

Page 88: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

pero yo seguía tan vieja como el día queme conoció. Un día vino con unmuchacho, su hijo, quien tras la muertede su padre continuó ayudándome, y trasél su hijo y así sucesivamente. Lamontaña se puso a mi favor para no serdescubierta y nadie a excepción devosotros, los elegidos, pueden llegarhasta aquí. La montaña no se lo permite.

—¿Pero yo qué tengo que ver entodo esto? —preguntó sorprendidaClara.

—El día que tu abuelo trajo a tupadre, supe que con su llegada algoespecial iba a pasar. La noche en que túnaciste, floreció todo aquel precioso

Page 89: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

jardín de flores azules de allí. Tullegada al mundo me hizo saber que elmomento que yo esperaba había llegado—y levantándose, dijo—: Acompáñame.He de enseñarte algo y lo entenderástodo.

Se dirigieron hacia la casita y Clarabuscó con la mirada a su padre. Éste lasaludó con la mano y eso le dio fuerzapara continuar. Al entrar en aquellacasa, Clara observó con curiosidad losrecuerdos acumulados y guardados deotras épocas, otros momentos. Sobre unamesita de madera maciza vio variosretratos. Algunos parecíantremendamente antiguos y otros más

Page 90: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

actuales.—Mira, Clara —solicitó la anciana

cogiendo uno de aquellos retratos—:Éste fue mi gran amigo Baltus.

Con curiosidad, Clara miró aquelretrato cuando oyó decir a la anciana:

—Éste es Graus, el hijo de Baltus,luego están Lombed, Talqued, Gabel,Efren, tu abuelo Rodrigo y Fernando, tupadre.

—Esto es increíble… increíble —murmuró Clara.

Con una encantadora sonrisa, Olvidomiró a la joven y añadió:

—Recuerdo a todos y a cada uno deellos. En mis sueños siempre me

Page 91: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

acompañan y, cuando les llegó sumomento, dejaron este mundo, pero sualma y su bondad continuó conmigohaciéndome compañía día a día. Graciasa ellos nunca me he sentido sola.

Boquiabierta, sorprendida yasombrada, Clara continuó mirandoaquellos retratos que parecían gritarle«Clara, escúchala. Puedes cambiar supasado, y ella cambiará tu futuro. Abretu corazón y no dudes». Sentir la fuerzade la mirada de aquéllos, la seguridadcon la que su padre la había llevadohasta allí y ahora la mirada dulce ycristalina de la anciana hizo que Claratomara una decisión. La creía. Por ello,

Page 92: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

levantando la mirada, clavó su vista enla mujer y anunció:

—Te creo, Leiza. Aquí me tienes.¿Qué necesitas que haga por ti?

Conmovida por aquel voto deconfianza, la anciana la miró y con losojos encharcados en lágrimas defelicidad murmuró:

—Me has llamado por mi nombre,hace tanto tiempo que nadie me llamabapor él que me acostumbré a llamarmeOlvido. Gracias, Clara. Gracias por elloy por creer en mí.

Dejando el marco de la foto deBaltus, Clara se acercó a la anciana porprimera vez y alargando su mano para

Page 93: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

tocarle su arrugada mejilla susurró:—No llores, por favor. Reconozco

que, al principio, cuando comenzaste acontar la historia que tantas veces mipadre me había contado, dudé y penséque estaba ante una vieja chalada, perote creo. Algo en mi interior me dice quehe de creerte. Ellos —dijo señalandolas fotos de sus antepasados— con sumirada me dicen que te escuche y abrami corazón. Y por ello aquí me tienes. Siellos te ayudaron y creyeron en ti, ahoraestoy yo aquí para hacer por ti todo loque esté en mi mano.

Secándose los ojos, la ancianaasintió y respondió:

Page 94: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Gracias, hija. —Y mirando a sualrededor, dijo—: Esto que ves aquí esmi vida… ven, acércate, he de mostrartealgo.

Llegaron hasta una puerta de lapequeña casa que estaba cerrada. Antesde entrar, la mujer se volvió hacia ella yseñaló:

—Tengo que enseñarte algo más.Estoy segura de que será lo que más tesorprenderá, pero, cuando lo veas, no tequedará ninguna duda de que todo lo quete estoy contando es verdad.

Olvido abrió la puerta y juntasentraron en la oscura habitación.Después se dirigió hacia la única

Page 95: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

ventana que allí había y la abrió. Elchorro de aire fresco que entró movió elcabello de Clara y la luz se hizo enaquel pequeño lugar. Había variosmuebles tapados con sabanas viejas.Olvido se dirigió hacia una especie devitrina tapada también con un paño, tiróde la tela y apareció ante ellas unespectacular vestido:

—Éste era mi vestido de novia —susurró la anciana tocando con su viejamano aquella tela tan espectacular yfina.

Acercándose hasta él, Clara loobservó. Aquel vestido de novia era elmás bonito que había visto en su vida.

Page 96: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Es precioso. Es un vestido dignode una princesa.

—Y era para una princesa —murmuró Olvido—. Aquella fatídicanoche, cuando abandoné el castillo, metíen un saco mi vestido de novia, lamuñeca que tú tienes y un retrato que noshabían pintado a mi prometido Caftul y amí.

—Realmente es increíble —exclamóClara, que continuaba admirando elvestido—. Nunca había visto nada igual.

—Y éste, es el retrato que noshicieron a mi prometido y a mí.

Al retirar el trapo de aquel lienzo,los rayos de sol parecieron tomar vida

Page 97: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

en él. De pronto Clara se quedóparalizada. Cerró los ojos y los abrióintentado aclarar la vista. ¿Pero cómoera posible? Allí, en aquel lienzo,estaba ella vestida con unas ropasextrañas, mirando sonriente a… Alberto,mientras que al fondo se veía el castillode Versualegón.

—Pero… pero… —balbuceó lajoven sin ser capaz de juntar más de dospalabras.

Consciente de lo que aquella debíade pensar, la anciana aclaró:

—Esa joven que ves en el cuadro,aunque te parezca mentira, era yo. Elhombre era mi prometido, Caftul.

Page 98: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Acercándose para observar mejor elcuadro, Clara murmuró:

—¿Cómo es posible? Ésa soy yo, yel chico que aparece es el muchacho queconocí en Nochevieja y…

—Alberto —aclaró la ancianamirándola.

—Sí.Conmovida por cómo la muchacha

miraba el cuadro y luego a ella, Olvidoañadió:

—Clara, te llevo esperando toda unavida. Tú eres aquella otra vida en la quenacería. Ya te expliqué que al principiono entendí las palabras de aquella mujer,pero, cuando tú naciste, supe que eras la

Page 99: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

persona que yo había estado esperandotodo este tiempo.

—¿Yo soy tú en otra vida?—Sí. Mi cuerpo es tu cuerpo y mi

vida ahora es la tuya. El ciclo se repiteentre mi época y la tuya. En algún lugarhabrá otro Baltus con otro nombre, conotra vida y…

—Pero ¿qué tenemos que hacer? Noconsigo entender qué debemos hacer.

La anciana, sonriendo al ver lo fácilque aquella muchacha se lo ponía,anunció:

—He de ayudarte a ti, para que túme ayudes a mí. Ese hombre que para míse llama Caftul y para ti Alberto, a día

Page 100: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

de hoy, en el siglo XXI, se ha enamoradode ti. En breve te va a pedir enmatrimonio. —Eso hizo que Clara lamirara extrañada, y la mujer continuó—:Pero, como la historia se repite, alguiencercano a ti intentara impedir esa boda,al igual que me ocurrió a mí.

—Pero vamos a ver, Leiza —sonrióla joven—, eso es imposible. ¿Lo acabode conocer? Además, en el siglo en elque yo vivo no existen pociones mágicaspor las que yo tenga que estar enpeligro.

—Escúchame, él no tardará enpedirte en matrimonio. Aunque teparezca algo absurdo, será así. Y la

Page 101: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

maldad, sea en el siglo que sea, existe,créeme. Por cierto, Clara, si él te lopidiera, ¿tú lo rechazarías?

Petrificada por aquella pregunta,Clara se quedó mirándola. Durante unafracción de tiempo pensó en él y, trassonreír, contestó sinceramente:

—Desde el primer momento en quenos vimos, ambos sentimos algoespecial. Fue como si nos conociéramosy…

—Y así es. En otra vida osconocisteis y os amasteis. Como te heexplicado, el ciclo se vuelve a repetirentre tu época y la mía.

Sentándose sobre una banqueta de

Page 102: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

madera rústica, Clara se retiró el pelode la cara y murmuró:

—Esto es increíble… increíble.La anciana, entendiendo lo difícil

que debía de ser para la chica retener, ysobre todo creer, toda aquellainformación en tan breve espacio detiempo, se puso a su lado y asintió.

—Sí, cielo, increíble pero cierto. —Y señalando el cuadro, añadió—: Clara,la jovencita que ves allí, tan igual a ti,soy yo y él es mi amor Caftul. Necesitotu ayuda para volver a estar con él, y túnecesitarás mi ayuda para poder estarcon Alberto.

Tras un largo pero significativo

Page 103: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

silencio por parte de ambas, Olvidopidió:

—Ven, salgamos de aquí. Creo quepor hoy ya has tenido demasiadasemociones.

Como una autómata, se levantó ysiguió a la mujer. Salieron al exterior dela casa, donde estaba Fernandoesperándolas.

—Papá, es increíble…Fernando asintió. Conocía aquella

historia desde hacía muchos años ysabía que aquel momento iba a llegar.

—Fernando —dijo la anciana—,gracias por traer a Clara. Ahora debéismarcharos, creo que ella necesita pensar

Page 104: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

y asimilar todo lo ocurrido. Además,quiero que bajéis de la montaña antes deque anochezca.

Al oír aquello, Clara la miró y, sinquerer marcharse, protestó.

—Pero yo tengo que hablar máscontigo, no quiero irme. Ahora no.

El hombre y la ancianaintercambiaron una mirada significativa,y él afirmó:

—Hija, debemos irnos, pero teprometo que volveremos.

—Pero, papá, yo quiero continuarhablando con Leiza. Ella y yo…

—Clara —sonrió la mujer—, lamontaña te ha dejado encontrar mi casa,

Page 105: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

puedes volver siempre que quieras, lamontaña te protegerá y te traerá a mí.Ahora debes regresar o tu madre seinquietará.

La joven, al ver que era imposiblehacerles cambiar de opinión, asintió.

—De acuerdo. Pero volveré yseguiremos hablando.

—Me encantará charlar contigo —asintió la mujer.

Fernando, al ver que su hija seapaciguaba, se despidió de Olvido ycomenzó a andar. Clara se volvió dosveces para decir adiós con la mano a laanciana, hasta que poco a poco el vientoy el frío se fue levantando y, al girarse

Page 106: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

para despedirse de nuevo, comprobóque todo había desaparecido. ¿Dóndeestaba Leiza?, ¿y el césped, el río, lacasa y los árboles? El frío entumeció sucuerpo y sin volver a mirar atrás siguiócon cuidado a su padre. Cuando llegarona la falda de la montaña, el gélido aireparó y la chica tomó a su padre delbrazo y preguntó:

—Papá, ¿por qué nunca me contastenada de todo esto?

—Porque yo no era el encargado decontártelo. Olvido me lo pidió.

Aún sorprendida por todo lo quehabía descubierto, con gesto aniñadomurmuró:

Page 107: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Uf… aún me cuesta creerlo.—Clara, ya te expliqué antes de

subir que había cosas difíciles de creery ésta, cariño mío, es una de ellas.Cuando mi padre me contó lo de Olvido,al principio pensé que había bebidoalgunos tragos de más, pero con eltiempo fui creyendo y entrando en lavida de esa mujer. Nada es falso, todoes verdadero; si no, ¿cómo te explicas ellugar donde vive y que nadie conoce? Lamontaña no permite que nadie, aexcepción de nosotros, la encuentre. Séque todo esto parece una locura, pero nolo es. Esto es algo maravilloso que notodo el mundo puede vivir.

Page 108: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—¿Te enseñó Olvido el cuadro?—Sí. Lo vi el día que subí para

decirle que había tenido una niña. Ella,sonriendo, me dijo que debía mostrarmealgo. Al enseñarme aquel retrato mecomentó que tú, en el futuro, tendrías esaapariencia, y la creí. Fuiste creciendo yte convertiste en esa preciosa jovenllena de vida que ella había dicho. Poreso tú eres la elegida en lugar de algunode tus hermanos.

Al recordar algo que aquella mujerle había explicado, miró a su padre y,poniéndose colorada como un tomatemaduro, murmuró:

—Ella me ha dicho que Alberto, el

Page 109: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

chico que conocí el otro día, me va apedir en breve que me case con él.

Aquella noticia era algo que éltambién sabía desde hacía mucho y quehabía asimilado, por lo que, mirando asu encarnada hija con una sonrisa quehizo que a ella le estallara de júbilo elcorazón, respondió:

—Y tonto sería si no lo hiciera. Unabelleza como tú no se encuentra todoslos días.

—¡Papá! —gritó ante el piropo quesu padre le acababa de soltar.

Divertido por ver que su pequeñahija ya no era tan pequeña, Fernandoasintió y, tomándola por la cintura,

Page 110: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

añadió:—Te lo digo en serio, Clara, y te

aseguro que me dolerá el corazóncuando mi hija pequeña se case y sevaya a vivir a otro lugar. Pero, cariño,eso es ley de vida. Yo lo hice con tumadre hace años y algún día te tocaráhacerlo a ti.

Mientras se acercaban a casacontinuaron charlando de sus cosas, y alllegar Cruz les preguntó cómo habíanpasado el día. Clara, con una candorosasonrisa, miró a su padre y declaró:

—Mamá, ha sido un día estupendo.Papá siempre me sorprende.

Aquella noche, Clara vio a Alberto

Page 111: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

en la plaza del pueblo. Éste le comentóque habían estado donde la curandera, yque les había mandado unas hierbas,tanto para su madre como para ladolencia de él. Durante horas amboscaminaron cogidos de la mano por lascalles de Versualegón. En variasocasiones se besaron con pasión yAlberto notó que ella estaba feliz, perono le preguntó el porqué. Por su parte,Clara no le contó nada de lo ocurridoaquel extraño día; sabía que, si se loexplicaba, no la creería.

Cuando Clara llegó a casa aquellanoche y se acostó, no podía dormir. Ensu mente volaban cientos de palabras,

Page 112: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

momentos e imágenes y todasrelacionadas con Leiza, a la que sehabía propuesto ayudar en todo lo quepudiera.

Pasaron tres días y Alberto debíaregresar a su pueblo. Era algo que a losdos jóvenes entristecía, pero asumíanque debía ser así. La noche anterior a sumarcha, Clara y él estuvieron caminandopor las afueras del pueblo y sinesperárselo llegaron hasta las ruinas delcastillo de Versualegón.

—Te llamaré, te lo prometo —dijoAlberto.

—Me encantaría que lo hicieras —asintió ella.

Page 113: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Alberto, tras besarla, miró a sualrededor y añadió:

—¿Te has dado cuenta de dóndeestamos? —Ella asintió—. Hemosvuelto al mismo sitio donde me contasteaquella maravillosa triste historia sobreLeiza.

—Sí.Pero Clara no quería hablar de

Leiza, la joven sólo deseaba besarlo yabrazarlo. Alberto se dio cuenta decómo lo miraba ella y la tomó por lacintura y la besó. Aquel beso que alprincipio era inocente y tembloroso,poco a poco se volvió apasionado yardiente. Ambos se deseaban y pensar

Page 114: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

en que no sabían cuándo se volverían aver los martirizaba.

—Clara —susurró Alberto con losojos cerrados—, ¿qué me has hecho?¿Me has hechizado?

—Te he besado y te voy a volver abesar —susurró ella cerca de su boca.

Pasados unos segundos llenos debesos y caricias, Alberto, jadeando,murmuró:

—Tengo que regresar a mi casa, a mitrabajo, a mi vida, pero ¿qué voy a hacerallí sin ti? —Tras un rápido beso en lanariz, continuó—: Ya no sé dónde estámi casa, ni sé qué va a ser de mí sin ti.Yo…

Page 115: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Alberto —susurró nerviosa—. Site quedas más tranquilo, déjame decirteque yo me siento como tú. Pero creo quedebes volver a tu hogar. Debemos dartiempo a nuestros sentimientos yentender qué nos pasa.

—Clara, estoy confuso. Nunca habíasentido nada así por nadie y pensar queno te voy a ver, que no voy a poderbesarte o cogerte de la mano, me estámatando.

—Lo sé… lo sé…Pero Alberto insistió.—Me siento como si siempre te

hubiera estado buscando y por fin tehubiese encontrado. Y ahora, cielo, no

Page 116: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

me quiero alejar de ti.Al escuchar aquello Clara cerró los

ojos. Todo lo que él decía ella lo sentíaigual. Leiza tenía razón. Estaban hechosel uno para el otro y cada segundo quepasaba lo veía con mayor claridad.

—Alberto, siento lo mismo que tú,pero creo que debemos ser pacientesy…

—Me he enamorado locamente de ti—confesó él mirándola a los ojos—.¿Tú qué sientes por mí? Necesito laverdad, aunque me duela. He de sabertus sentimientos hacia mí para saber queyo…

Pero no lo dejó continuar. Clara,

Page 117: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

llevando su boca hacia la de él, lo besóy luego murmuró:

—Te quiero, Alberto. Apenas teconozco pero yo también me heenamorado de ti.

Con una cautivadora sonrisa,Alberto se fundió con ella en unapasionado beso. Cada segundo quetranscurría todo se volvía másenloquecedor y tentador. Cada beso eramás apasionado y cada vez era másdifícil separarse el uno del otro.

Sobre las once de la noche, trasdulces palabras de amor y futuraspromesas, se tuvieron que despedir.Alberto la acompañó hasta su casa y en

Page 118: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

la puerta, besándola, le prometió quevolvería.

Durante un mes las llamadas deAlberto eran continuas y diarias. Eraalgo a lo que Cruz y Fernando ya sehabían acostumbrado, pero que a suprima Elena no le gustó. Todavía nopodía entender por qué aquel muchachotan guapo se había quedado prendado desu prima y no de ella. En ese tiempoClara subía a la montaña siempre quepodía. Estar con Leiza y escuchar todolo que ella le contaba le encantaba. Unmes después, el día de la boda de unaamiga, Clara se despertó con unaradiante sonrisa. Su prima Elena, que

Page 119: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

estaba con ella en el pueblo para asistiral enlace, al verla aparecer en la cocina,dijo en tono de mofa:

—Hija, qué cara tonta que tieneshoy.

Sin querer enfadarse, Clara la miróy, cogiendo una galleta del bote de lata,respondió tras darle un mordisco:

—Gracias Elenita, yo también tequiero.

Fernando y Cruz, que estabansentados en la cocina, al oír aquellosonrieron y Elena, molesta, comosiempre últimamente, se levantó y dijoantes de salir por la puerta:

—Vaya… hoy está graciosa la niña.

Page 120: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Una vez que se quedaron a solas lostres en la cocina, Cruz miró a su hija ypreguntó:

—¿Qué le pasa a tu prima?Fernando y Clara se miraron. Ambos

sabían lo que le pasaba a Elena. Nosoportaba ver a Clara feliz y enamorada,pero, como no quería preocupar a sumadre, ésta respondió:

—No lo sé, mamá, tendrá un maldía.

La boda de Loli fue todo unacontecimiento en el pueblo. Todosbailaron, comieron y se divirtieron, peroa Clara le faltaba su amor. Le faltabaAlberto. Por la noche al llegar a casa

Page 121: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

recibió la llamada diaria del muchacho.Estuvieron hablando más de una horapara despecho de Elena y regocijo desus padres.

Una semana después, el día de losenamorados, mientras Clara se duchabaoyó jaleo en la casa. Cuando salió delbaño y fue al comedor, vio un enorme yprecioso ramo de rosas rojas encima dela mesa.

—Anda, ¿y esto de quién es? —preguntó sorprendida.

—Son para ti —respondió su madreemocionada y, al ver que su hija cogía latarjetita que en el ramo colgaba,preguntó con curiosidad—: ¿Son del

Page 122: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

chico que te llama siempre?—Sí, mamá.Nerviosa y con manos temblorosas

abrió el pequeño sobre que el ramoportaba y leyó en voz baja:

Pormucho quese empeñeel floristaen decirmeque son lasflores más

Page 123: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

bonitas queha visto, yosigopensado quela flor másbonita quehay en elmundo erestú. Te quiero.Alberto.

Sin poder soportar un minuto más laincertidumbre, su madre se puso a su

Page 124: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

lado y preguntó:—¿Qué pone?Mirando a su madre con una sonrisa,

metió la tarjetita en el sobre y contestó:—Mamá, por favor, esto es algo

privado.Cogió las rosas y se las llevó a su

habitación, donde leyó una y mil vecesaquella preciosa nota de amor.

El tiempo pasó y la primavera llegó.Las visitas a Leiza cada día eran másseguidas y largas. Hablaban de millonesde cosas y Olvido le contabacuriosidades de cómo era su vida en elcastillo. Le contó que conoció a Caftulen una fiesta de Navidad y ambas rieron

Page 125: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

al recordar que, al ser sus vidasparalelas, las dos habían conocido a susamores en las mismas fiestas. Clara leexplicó lo del ramo de flores e inclusole subió la tarjeta para leérsela.Enamorada, le confesó el amor quesentía por Alberto y Leiza sonrió alrecordar el amor que sintió ella en otrotiempo, otro momento y otra época porCaftul.

—Qué bonito es el amor, ¿verdad?—Sí, es maravillo —asintió Clara

—. Estar enamorada es algo mágico ydifícil de explicar.

—Sí —susurró con añoranza laanciana.

Page 126: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Por la vida de todos pasan milesde personas —continuó Clara—, peroun día, sin saber por qué, llega alguien yaquello que nunca habías experimentadoaparece, y te deja sin aliento.

—Efectivamente —sonrió la mujer—. Yo lo recuerdo como algo precioso yúnico.

Feliz como nunca, Clara se sentó enel suelo junto a la mujer y reveló:

—Anoche Alberto me dijo quevendrá a verme este fin de semana. Oh,Dios, ¡deseo tanto verlo!

—Ay, mi niña, cuánto me alegro. Soyfeliz si tú lo eres.

Y así era. Leiza, a través de las

Page 127: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

vivencias de Clara, revivía un amor quenunca había olvidado. A pesar de quehabía pasado el tiempo, su amor porCaftul siempre había estado esperando,deseando poder escapar de su prisión ynuevamente ser libre y feliz.

—Te lo digo porque no vendré averte hasta la semana que viene.

—No te inquietes, mi niña. Teesperaré, pero recuerda, ten cuidado.

—Tranquila, Leiza, lo tendré.Llegó el viernes y Clara, tras

ponerse lo más guapa que pudo, esperóansiosa la llegada de Alberto. Habíanquedado a las ocho de la tarde al pie delcastillo. ¡Su castillo! Inquieta, ella llegó

Page 128: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

antes y se metió dentro del derruidoedificio como había hecho miles deveces. Anduvo entre las ruinasimaginando todo lo que Leiza le habíacontado cuando vio que se acercaba uncoche. Con el corazón a mil, Clara saliódel castillo y dos segundos después seencontró entre los brazos de su amor.Alberto.

Más tarde, él cogió una habitaciónen el hotel del pueblo y, tras dejar lamaleta, se marcharon a cenar. Tras lacena y cuando paseaban tranquilamentepor Versualegón, se encontraron defrente con los padres de Clara, loshermanos y unos primos. No quedó más

Page 129: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

remedio que saludarlos y todos juntos semarcharon a tomar algo a una terracitade la plaza del pueblo. Clara estabanerviosa. Ver cómo sus padres, enespecial su madre, interrogaban al pobremuchacho la estaba sacando de suscasillas. Alberto respondía como podíatodo lo que le preguntaba Cruz, peroestaba tan nervioso que al final se tiró labebida sobre los pantalones.Avergonzado por aquello, se disculpómil veces por su torpeza mientras lamadre de Clara se empeñaba ensecárselos con las servilletas del bar.

—Pobrecillo —comento María, unade las hermanas de Clara—. Que mal

Page 130: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

rato está pasando.—No te preocupes —sonrió Clara

tras cruzar una mirada con su padre e iréste en su ayuda—. Alberto sabrá salirde esto.

Elena, que durante todo el rato habíaestado más callada de lo normal,preguntó:

—¿Ha venido él solo?—Sí —respondió sonriente tras ver

que su padre lo alejaba de su madre.—Este chico es muy mono —rio su

hermana Juani—. ¿Es de buena familia?¿Tiene dinero?

Al oír aquello, María miró a suhermana y gruñó:

Page 131: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Pero qué bruta eres. Desde luegose te ocurre preguntar cada cosa.

Clara, divertida por aquelloscomentarios, miró a Alberto y, trassuspirar por lo guapo e interesante queestaba mientras hablaba con su padre,susurró:

—Eso ni lo sé, ni me importa.Elena, que no le había quitado ojo en

todo el rato, en un tono que no gustónada a Clara murmuró:

—La verdad, el chico no está nadamal.

—Todo lo que queráis —volvió acomentar Juani—. Pero el dinero esimportante en una relación.

Page 132: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Cierra el pico —regañó Lola alver la sonrisa enamorada de su hermanaClara.

Un par de horas después, losenamorados se despidieron y seencaminaron hacia otro bar para tomaralgo solos.

—¡Vaya por Dios! —se quejóAlberto—. Qué torpe soy. Mira quetirarme la bebida encima.

Tras soltar una carcajada, Clara lobesó en los labios y dijo:

—Han sido los nervios y el tercergrado de mi madre, pero tranquilo, nopasa nada.

Más relajados, comentaron sus cosas

Page 133: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

hasta que llegó la noche. Ambosdeseaban pasarla juntos, pero tambiénsabían que, si subían a la habitación delhotel, al día siguiente se enteraría todoVersualegón. Por ello, Alberto laacompañó a casa y tras varios besostentadores quedaron en verse al díasiguiente. Cuando él regresaba a suhotel, se encontró con Elena, quien alverlo lo asaltó y le preguntó:

—Hola, ¿me recuerdas?—Claro —sonrió Alberto—. Eres

Elena.Remolona, se retiró el pelo de la

cara y, pasándose la lengua por loslabios en actitud provocadora, murmuró:

Page 134: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Vaya, veo que no olvidas unnombre.

Sorprendido por aquella actitud,Alberto se separó de ella y respondió:

—Soy bastante bueno recordandonombres.

—¿Dónde vas?—Al hotel, es tarde y estoy cansado.—¿Te apetecería que tomáramos

algo juntos?Aquella propuesta, acompañada de

cómo ella jugueteaba con su pelo,disgustó a Alberto, quien, cortando porlo sano, respondió:

—No gracias, ya he tomado algo conClara.

Page 135: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Si quieres podemos tomar algo…en tu hotel —insistió ella.

A Alberto no le gustó nada lainsistencia de aquella muchacha, no veíanada bueno en sus ojos; por ello,mientras empezó a caminar respondió:

—Adiós.Elena, al sentirse plantada, lo siguió

con la mirada mientras chispasmalhumoradas salían de sus ojos. Nuncaun hombre la había rechazado comoaquél y eso la enfureció. ¡Se las pagaría!

El sábado a primera hora de lamañana Alberto fue a buscar a Clara asu casa y, mientras comían en unrestaurante del pueblo de al lado, le

Page 136: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

contó el incidente ocurrido con Elena lanoche anterior. Ella, tras escucharlo,tomó buena nota de aquello e intentóquitarle importancia. Por la noche, trasun maravilloso día juntos, fueron a sulugar especial, el castillo, y Albertosorprendió a Clara cuando le pidió:

—Cierra los ojos.—¿Para qué?Tras besarla por enésima vez en

aquel minuto, le susurrócautivadoramente:

—Tú ciérralos.Con una sonrisa que hechizaba al

muchacho, ella lo hizo. Segundosdespués sintió que él le ponía algo en la

Page 137: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mano y lo oyó decir:—Ahora ábrelos.Al abrir los ojos se quedó sin

palabras. Sobre su mano, una cajita rojade terciopelo esperaba ser abierta.

—¿Qué es esto? —preguntó en unhilo de voz.

—Compruébalo tú misma abriendola caja.

Temblorosa y emocionada, Clara laabrió. Ante ella relucía un preciosoanillo de oro con incrustaciones depiedrecitas blancas y azules.

—Sé que es algo precipitado —murmuró un nervioso Alberto—, peroestoy loco por ti y quiero preguntarte si

Page 138: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

¿quieres casarte conmigo?Al oír aquello, Clara le miró

fijamente a los ojos. Estaba ocurriendolo que Leiza le había anunciado y, aunsabiendo que deseaba casarse con él,los músculos de su boca se negaron amoverse y su voz a salir.

—Dime algo, por favor —suplicó élal ver cómo lo miraba.

Finalmente y tras tragar el nudo deemociones que en su garganta estabaatascado, ella susurró:

—Me has dejado sin palabras.Alberto asintió. La entendía. Él

todavía no sabía cómo había llegado aaquella situación, pero lo cierto era que

Page 139: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

deseaba casarse con ella más que nadaen el mundo. No quería pensar enperderla… no podía.

—Te entiendo de verdad. —Intentósonreír—. Pero el otro día pasé por unatienda de antigüedades y en elescaparate vi este anillo y de prontopensé en ti y en lo mucho que te gustaría.Pasé a preguntar por él, y el dependienteme contó que era un anillo bastanteantiguo, e incluso que creía que habíapertenecido a una princesa —ambossonrieron—. Cuando me dijo eso, no lodudé, y decidí comprártelo. Luego alllegar a casa pensé que regalártelo seríauna buena forma de pedirte que te

Page 140: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

casaras conmigo y…—Sí quiero —contestó de pronto

Clara.Las dudas y miedos que en un

principio tuvo se disiparon al escucharlehablar. Leiza tenía razón: Alberto era suamor como Caftul lo fue de ella y noestaba dispuesta a perderlo.

—¿Has dicho «sí»? —preguntó élmirándola fijamente a los ojosdesconcertado y emocionado.

Echándole los brazos al cuello,Clara lo besó con dulzura y,separándose de él unos milímetros,confirmó:

—Sí, he dicho que sí quiero casarme

Page 141: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

contigo y ahora mismo vamos a ir a micasa y se lo vamos a decir a mis padres.

—¡Pero estás loca! —se asustó él—.Tus padres pensarán que estoy chalado yme echarán escaleras abajo.

Sonriendo como una boba por lafelicidad que se había instalado en sucorazón, ella lo besó y le aseguró:

—Tranquilo, no lo harán porque yono se lo permitiré.

Media hora después llegaron a casade la muchacha. Clara, emocionada, lesenseñó el anillo y dejando a todosboquiabiertos explicó que Alberto lehabía pedido que se casara con él, y queella había aceptado.

Page 142: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Cruz se quedó paralizada sin saberqué decir. Pero Fernando, que no sesorprendió en absoluto, rápidamente selevantó y los felicitó. Abrazó primero asu hija y luego a un encantado ysonriente Alberto.

—Espero que seáis muy felices —apostilló Fernando.

—Gracias, señor —contestó Albertoaún nervioso por lo que estabaocurriendo.

Fernando, acercándose un poco másal muchacho, lo miró y le susurró:

—Sólo te pido una cosa. Trata biena mi niña o te las verás conmigo.

Clara, al oír aquello, sonrió. Su

Page 143: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

padre era magnífico, ¡el mejor!Alberto, al oír aquello, clavó su

azulada mirada en Fernando y, sonriendoy más tranquilo, respondió:

—No se preocupe, señor, nadie eneste mundo la cuidará mejor que yo.

Cruz, la madre, seguía sin entendernada. ¿Por qué esas prisas? ¿AcasoClara estaba embarazada? Con la moscatras la oreja, la mujer hizo cientos depreguntas hasta que planteó lo querealmente la estaba volviendo loca y leafirmaron que nada tenía que ver suboda con lo que ella pensaba. Trasaclararle todo lo que ella quiso saber,Fernando sacó de la nevera una botella

Page 144: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

de champán para celebrarlo. Cruz,emocionada por la futura boda de su hijapequeña, levantó el teléfono y llamó alresto de sus hijos para darles la buenanueva. Todos los hermanos de Clara,primos y tíos fueron llegando a la casafamiliar de los Martínez. «¿Por quéaquella boda tan rápida?», lepreguntaban.

—No estoy embarazada —aclaróClara a todos—, por lo tanto dejad demurmurar. Nos casamos porque estamosenamorados, y porque queremos estarjuntos, nada más. ¿Tan difícil esentenderlo?

Su prima Elena, que todavía estaba

Page 145: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

molesta con Alberto por el trato que élle dispensó la noche anterior, tardó endar la enhorabuena. En su cara se veía elenfado y la rabia por no ser ella laelegida. Cuando Alberto se alejó deClara para hablar con Fernando, Elenase acercó a su prima y le preguntó:

—¿Estás segura de lo que vas ahacer?

—Segurísima —afirmó Clara y,bajando la voz, se acerco a ella y añadió—: Y, por favor, no vuelvas a molestar aAlberto, o te juro que te las vas a verconmigo. ¿Me has entendido?

Al oír aquello, Elena miró a suprima sorprendida. ¿Desde cuándo

Page 146: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

aquella sosa le hablaba a ella así? Pero,como no era lugar ni momento, contestó:

—Tranquila, no me acercaré a tuAlberto, y, oye, espero que te dure lafelicidad.

Dicho esto se dio media vuelta conun gesto nada agradable y se marchó.Clara buscó con la mirada a su padre yéste la tranquilizó. Estaba claro queElena era un problema.

El domingo, un prometido Albertoregresó a su pueblo y la semana denuevo comenzó. El lunes amanecióazulado y Clara subió a la montaña.Tenía que contarle a Leiza lo sucedido.

—Lo ves, te lo dije —sonrió la

Page 147: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

anciana al ver cómo ésta le enseñaba elanillo.

—Lo sé, pero está siendo todo tanrepentino que a veces me asusta.

—No te preocupes por nada, vas aser muy feliz.

La anciana y la joven Clara sefundieron en un emocionado abrazo.Ambas tenían el corazón copado deamor y eso se transmitía en sus actos.

—Por cierto, mi prima Elena secomportó de un modo extraño.

—¿A qué te refieres?—Alberto me contó que se encontró

con ella en la puerta de su hotel y que,por su manera de comportarse, lo que

Page 148: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

buscaba no era una simple amistad, yluego, la noche que celebrábamos encasa la noticia de nuestra boda, noestaba muy contenta, incluso me dijo queesperaba que me durase mucho lafelicidad.

Al escuchar aquello, la mujersuspiró. Estaba claro que era Elena, denuevo una prima, quien presentaba elproblema. Pero más tranquila por saberel origen del conflicto, respondió:

—Debes tener cuidado con ella. Aligual que mi prima Seire me hizo infeliz,tu prima lo intentará. Pero la diferenciaes que esta vez estamos alerta acerca desu maldad y no se lo consentiremos.

Page 149: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Tendré cuidado.—No te preocupes, cielo —sonrió

la anciana—. Yo, desde aquí, te estarévigilando.

Pasaron los meses y el enlace seacercaba. Cruz comenzó a confeccionarel vestido de boda de su hija. Era unabuena costurera y se emocionó cuandoClara se lo pidió. Con sus hermanas,organizó el banquete, la lista de boda,las invitaciones y toda la parafernaliaque un casamiento suele conllevar. Tododebía estar a punto el 22 de julio.

En ese tiempo, Elena, motivada porsu envidia y maldad, intentó sembrar laduda en Cruz, que era la más vulnerable

Page 150: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

a habladurías. Pero Fernando, trashablar largo y tendido con su mujer, lahizo entrar en razón y le recordó que elamor era así de loco e imprevisible.¿Acaso no recordaba lo que ella sintiópor él años atrás?

Cuando la terrible Elena vio que porahí la batalla estaba perdida, intentó serparte activa en los preparativos de laboda. Pero Clara no se fiaba de ella y,sin decir nada a nadie a excepción de supadre, vigiló con mil ojos a su prima.

Leiza desde la montaña velaba lossueños de Clara. Sabía que cualquierpequeño fallo, cualquier error, haría queaquella boda no se celebrase.

Page 151: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Convertiría a la joven Clara en unadesgraciada el resto de su vida, y ellamisma seguiría allí sin poder regresar asu pasado.

Llegó el día anterior a la ceremonia.Alberto y sus familiares se hospedaronen el hotel del pueblo. Todo estabapreparado para que la boda se celebraseal día siguiente. Aquella tarde, trascomer con sus suegros y cuñados, Clarase despidió pronto de Alberto pararegresar a su casa. Lo besó diciéndoleque lo vería al día siguiente en la iglesiaa las cinco de la tarde. Cuando llegó asu casa, salió al jardín, donde seencontraba su padre.

Page 152: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—¿Qué haces, papá? —preguntóacercándose a él.

—Limpiando los zapatos paramañana —sonrió feliz—. Quiero ser elmejor padrino del mundo, para mi niña.

Abrazándolo con candor, Clara lobeso y susurró:

—Ya lo eres, papá, ¡eres el mejor!Conmovido por la felicidad que la

mirada de su hija irradiaba, preguntó:—¿Eres feliz, cariño?—Mucho papá. Tan feliz que a veces

no me lo creo.—Eso quería oír —y dejando el

zapato en el suelo, continuó—: Pareceque fue ayer cuando naciste, tan

Page 153: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

chiquitita, tan menudita, y hoy fíjate, yaeres toda una preciosa mujer a la quemañana acompañaré muy orgulloso delbrazo al altar.

Ambos se abrazaron emocionados.Se iban a echar mucho de menos, pero almismo tiempo sabían que siempre setendrían. Tras limpiarse las lágrimas quepor las mejillas les corrían a ambos, losdos sonrieron y Clara dijo:

—Papá, estoy nerviosa por Leiza.—¿Por qué, cariño?—¿Y si no sale bien? ¿Y si nada

cambia para ella?Sin dudarlo un segundo, Fernando

afirmó:

Page 154: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Cambiará. Todos estos años haesperado este momento. Tu boda y suamor cambiarán su vida y volverá alpunto de partida de su pasado.

—Eso espero. Que todo salga bienpor ella y por mí.

Al entender la inquietud de su hija,Fernando la volvió a abrazar e indicó:

—Tranquila, hija. Somos muchos losque velamos para que eso ocurra. Nadapuede fallar. Ahora, venga, cena algo y ala cama, que mañana tienes que ser lanovia más guapa del mundo.

—De acuerdo, papá.Tras darle un beso en la mejilla,

entró en casa y se sentó en la cocina

Page 155: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mientras su madre trasteaba en ella.Cruz estaba nerviosa. Una boda era algopara recordar toda la vida.

—Creo que no se nos olvida nada,hija.

—No, mamá. Ya está todo, no tepreocupes.

Cruz, al mirar a su hija, sonrió. ¡Supequeña se casaba! Por ello, cogió unade las sillas, la arrimó hasta dondeestaba su hija y se sentó con ella.

—Clara, quiero que sepas quesiempre, siempre, tu padre y yoestaremos aquí para cualquier cosa quenecesites.

—Lo sé… lo sé —asintió la

Page 156: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

muchacha con dulzura.Sacándose un pañuelo blanco de

algodón, Cruz miró a Clara y con labarbilla temblona susurró:

—Cariño, eres la pequeña; aunquetus hermanos están aquí todo el día, túeres la última de mis hijas que semarcha, y te aseguro, tesoro, que tupadre y yo te vamos a extrañar mucho.

—Mamá, mamá, no llores —sonrióconmovida por aquellas lágrimas—. Soytremendamente feliz y quiero que tútambién lo seas por mí. Alberto es unmuchacho excepcional y ya verás lo bienque os vais a llevar. Te lo prometo,mamá.

Page 157: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Tienes razón y lo sé, hija. Es sóloque quiero que sepas que te queremosmucho.

Abrazándola con dulzura, comoantes hizo con su padre, Clara sonrió.Tenía una familia maravillosa y siemprese había sentido querida con locura.Tras conseguir que su madre se calmaray dejara de llorar, cenó algo y despuésser marchó a su habitación. Era suúltima noche allí. Miró sus libros, susmuñecos, sus pósters… y sonrió.Aquella vida se acababa para comenzarotra. Los nervios hicieron que unaslágrimas rodaran por sus mejillas, perorápidamente se las secó. No debía

Page 158: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

llorar, ¡estaba feliz! Por ello, y echandouna última ojeada al precioso vestido denovia que su madre le habíaconfeccionado, se metió en la cama yfinalmente se durmió.

Aquella noche mientras Claradormía muchas almas velaban por ella.Leiza, desde la montaña, observaba ensu propio sueño cómo dormía lamuchacha y sonrió.

Las horas pasaron; todo parecía encalma hasta que Clara comenzó a soñar.Aquel sueño le hacía moverseintranquila. Alguien la llamaba, alguiengritaba:

Page 159: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

«Despierta… despierta, Clara…».

Aquellas voces, aquellas caras quela llamaban… de pronto las reconoció:Baltus y todos sus antepasados.Sumergida en sus sueños supo que algosucedía, y más cuando vio llorar a laanciana que tanto quería.

—¿Por qué lloras, Leiza? —susurróen sueños.

«Despierta… despierta, Clara…»

De pronto, Clara se despertó y dioun salto de la cama y, a pesar de laoscuridad que la rodeaba, vio frente aella a su prima Elena con unas tijeras en

Page 160: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

la mano. Asustada, Clara gritó y Elenase abalanzó sobre ella. Como pudo,Clara se defendió, pero sintió un golpeen la mejilla que le hizo ver lasestrellas. Continuó luchando y consiguióque su prima soltara las tijeras. Ya latenía asida cuando Elena se zafó eintentó escapar… pero Fernando yaentraba por la puerta y la sujetó.

Segundos después, en la casa seorganizó un buen revuelo. Padres,hermanos y cuñados intentaron entenderlo ocurrido. ¿Qué hacía Elena con unastijeras en la habitación de Clara? ¿Porqué aquélla gritaba como una loca yparecía haber perdido la razón? Como

Page 161: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

pudieron, sacaron a Elena de lahabitación y, cuando Cruz entró yencendió la luz, gritó tras comprobarque su hija estaba bien.

—¡Dios mío!—¿Qué pasa? —preguntaron todos,

asustados.Cruz, llevándose la mano a la boca,

señaló horrorizada hacia el armario ygimió:

—El vestido… ha destrozado elvestido de novia.

Clara, con las pulsaciones todavía amil por lo ocurrido, se giró y miró. Suprecioso vestido de novia estabadestrozado, rajado, pisoteado. Al ver

Page 162: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

aquello, lloró. ¿Por qué le tenía quepasar aquello el día de su boda?Rápidamente sus hermanas fueron aconsolarla. Veinte minutos después llegóuna ambulancia. En ella se llevaron auna enloquecida Elena que no paraba demaldecir y gritar. Nadie entendía quéhabía ocurrido excepto Clara y su padre.

Pasados los primeros momentosangustiosos, Cruz, buscando unasolución rápida para que su hijasonriera, la miró y dijo:

—No te preocupes, cariño. Loimportante es que a ti no te ha ocurridonada, ¡eso es lo importante! —repetíauna y otra vez—. Intentaremos arreglarte

Page 163: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

el vestido de novia de alguna de tushermanas y estarás preciosa. Nosquedan unas horas antes de la boda y lovamos a hacer. —Se dio la vuelta y,remangándose las mangas del camisón,Cruz ordenó a sus hijas—: Vamoschicas, id a vuestras casas ypongámonos manos a la obra.

Pero Clara no quería otro vestido.Clara deseaba haber tenido su propiotraje de novia y, sujetando la mano de sumadre, gimoteó mientras se tocaba sudolorida mejilla:

—¡No, mamá! Déjalo. Ése era mivestido y no hay tiempo para arreglarmeotro.

Page 164: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Fernando, furioso por las lágrimasde su hija, fue a hablar pero su mujer sele adelantó y dijo:

—Cariño, por lo menos lointentaremos. Tú duerme, tesoro.

La joven, tras el susto vivido, setumbó en la cama. Intentó dormir pero leresultaba imposible: el corazón aún lelatía a mil por hora. Sin querer evitarlo,recordó el sueño. Recordó a Baltusdespertándola y a la anciana llorando.¿Leiza estaría bien? Media horadespués, agotada de dar vueltas en lacama, intentó relajarse y poco a poco elsueño la venció y comenzó de nuevo asoñar.

Page 165: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

En aquel sueño vio una pradera llenade margaritas de mil colores y al fondoel castillo de Versualegón. De pronto sevio a ella misma corriendo por aquellapradera con un precioso vestido encolor lila, su color preferido. Peroaquella chica que corría no era ella, ¡eraLeiza!, y aquel muchacho que corría conlos brazos abiertos no era Alberto, ¡eraCaftul! Emocionada, los vio unirse en unansiado y esperado abrazo. Cuántohabían anhelado aquel momento. Lasonrisa de Leiza era espléndida, pero elsueño se desvaneció.

Inquieta en la cama, se movió y denuevo comenzó a soñar. Esta vez oyó

Page 166: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

unos cascos de unos caballos acercarseal galope. De pronto aquellos caballosse detuvieron y las imágenes pasaron aser nítidas y reales en su mente. Anteella y sobre unos increíbles corcelesblancos estaban Leiza con su amadoCaftul, y dos personas más.

—Clara…En un sueño muy real, la joven se

sentó en su cama y preguntó:—¿Leiza?Con una sonrisa radiante igual que la

de ella cuando era feliz, aquéllarespondió:

—Sí, Clara, soy yo, ¿estás bien?Sin poder apartar su mirada de

Page 167: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

aquellas cuatro imágenes nítidas queante ella sonreían, ésta asintió ypreguntó:

—Sí, ¿y tú?—Clara, he vuelto a mi vida.

Gracias a ti he podido regresar. —Mirando a las personas que laacompañaban, añadió—: Éstos son mispadres, el rey Versus y la reina Sorila, yél es mi amor, Caftul.

Parpadeando para entender queaquello era un sueño demasiado real,Clara los miró y respondió:

—Encantada de conocerlos.Todos asintieron y Caftul, aquel

muchacho tan parecido a Alberto, dijo:

Page 168: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—Gracias por tu ayuda, Clara.Gracias por ayudarme a recuperar a miamor.

Fue a contestar cuando el rey Versusexpresó con su ronca voz, mientras quela reina Sorila asentía y sonreía:

—Te estaremos eternamenteagradecidos, muchacha.

Sobrecogida por aquello y sin saberqué decir, murmuró:

—Pero… yo no hice nada… todo…—Clara —sonrió Leiza al notarla

tan nerviosa—. Gracias por creer en míy por dejar que te ayudara. Sin ti nuncahabría regresado a mi mundo.

—Leiza, por favor —susurró

Page 169: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

emocionada mientras se le encharcabanlos ojos de lágrimas—, no digas eso, túpor mí también has hecho mucho. Si nollega a ser por ti, mi prima me habríamatado y…

Con una sonrisa que dio a entender aClara que todo estaba bien, Leizaindicó:

—Eso no lo pienses ahora. Juntashemos vencido el mal. Juntas, Clara.

Al notar que una pequeña neblinacomenzaba a aparecer, Clara gimió:

—¿Te volveré a ver?La princesa Leiza sonrió.—Siempre estaré en tu corazón y tú

en el mío. Pero ya no estamos en el

Page 170: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mismo mundo, ni en la misma época. Yohe regresado a mi hogar y así ha de ser;no llores, me entristecen tus lágrimas.

—Son lágrimas de felicidad —asintió la joven—. Soy tan feliz por ti.Quiero que seas dichosa, que tengashijos, que vivas junto a tu amor y, sobretodo, que seas amada, porque te lomereces más que nadie en este mundo.

La neblina cada vez era más densa yla joven cada vez los veía peor.

—Clara —sonrió la princesa—.Sube a la montaña cuando puedas. Tedejé un regalo allí.

—No te vayas Leiza, todavía no —imploró la joven al verla desaparecer

Page 171: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

poco a poco.—He de irme, Clara. Te quiero y

nunca te olvidaré. —Al ver que la jovenasentía, Leiza murmuró—: Ahora cierralos ojos y duerme tranquila. Nosotrosestaremos velando tu sueño. Los cuatropuntos cardinales de tu cama estaráncubiertos para que tu sueño esté lleno depaz y felicidad. Adiós, Clara… tequiero.

—Adiós, Leiza, te quiero… —susurró Clara en sueños.

Y dicho esto, Clara durmió comonunca en su vida, hasta que por lamañana entró su madre a despertarla.

—Cariño, despierta, ¡es el día de tu

Page 172: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

boda!Desperezándose como si hubiera

dormido más de cien horas, la jovensonrió:

—Mmmmm.—Levanta, cariño —insistió su

madre con una radiante sonrisa—, tupadre tiene una sorpresa para ti.

Con las legañas aún en los ojos,Clara se levantó y al llegar al salón yver lo que su padre llevaba en lasmanos, emocionada, se tapó la boca ylloró:

—Papá… papá… —gimió Claraconmovida al ver aquel precioso trajede novia que anteriormente había sido

Page 173: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

de la princesa Leiza.Cruz, encantada por el maravilloso

vestido con el que su marido habíaaparecido, asintió y, feliz de la vida,dijo:

—Es precioso. ¿Pero de dónde lohas sacado Fernando?

El hombre, tras sonreír, respondió asu mujer mientras miraba con curiosidadla mejilla de Clara. ¿Se le estabahinchando?

—La hija de un cliente tiene unatienda de novias en el pueblo deRastrabillo. Lo llamé tras lo ocurrido ylo importante ahora es que mi preciosapequeña tiene vestido.

Page 174: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Clara, emocionada, se acercó hastael traje y, con lagrimones en los ojos, lotocó. Fernando, al sentir las emocionesde su hija, miró a su mujer y pidió:

—Anda, chica… tráeme un café.Cruz, feliz por el problema resuelto,

tras sonreír a su conmocionada hijadesapareció en la cocina dejándoles asolas.

—Papá, pero éste es el vestido deella y…

—Anoche, cuando se llevaron a tuprima y yo intentaba organizar misideas, ella vino hasta aquí y me lo diopara ti.

—¿Que vino hasta aquí?

Page 175: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Fernando, con los ojos vidriosos,asintió:

—Sí, cariño. Me contó que ensueños había visto lo sucedido y meexplicó que el vestido era tanto de ellacomo tuyo, y que te lo regalaba para quefueras la novia más bonita del mundo.

Emocionada por ello, Clara volvió allorar. Leiza era buena… muy buena y semerecía lo mejor.

—Papá… anoche vino a despedirsetambién de mí.

—Oh, cariño. ¡Cuánto me alegro! —asintió Fernando impresionado.

—Trajo a sus padres y a su amorCaftul y me los presentó. Ella volvía a

Page 176: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

ser la joven princesa Leiza. Estabaguapa y feliz y yo, papá… —Clara nopudo continuar. Cuando la voz volvió aella, susurró—: También me dijo que mehabía dejado un regalo en la montaña.

—Lo sé, me lo comentó antes demarcharse. La echaré mucho de menos,pero ahora sé que ella es feliz —musitóFernando limpiándose los ojos.

—Yo también la echaré de menos.De pronto Clara se paró en seco y,

mirando horrorizada a su padre,murmuró:

—Ay, papá… me parece que se meha roto una muela y me he tragado eltrozo.

Page 177: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

—¡¿Qué?! —se carcajeó el hombreal escucharla.

—Papá, mi muela —se quejómirándose al espejo—. Oh, no… el díade mi boda no… seguro… seguro quefue anoche, cuando Elena me lanzó underechazo. Ay, Dios, ¿por qué todo mepasa a mí?

Fernando intentó no sonreír, perocon su hija era imposible. Como elladecía, todo le pasaba a ella y, dejando elvestido de novia sobre una silla, la miróy dijo:

—Tranquila, hija, no te pongasnerviosa, pero déjame decirte algo más.

—¿El qué? —gritó Clara

Page 178: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

horrorizada al pensar que le faltaba untrozo de muela y no podría sonreír.

—Hija… me parece que se te estáhinchando la mejilla.

Fue escuchar aquello y salircorriendo hacia un espejo. Al ver que loque su padre decía era cierto,horrorizada gritó:

—Noooooooo.Pero así fue. El día de su boda, a

Clara, tras el derechazo de su prima, sele cayó un trozo de muela y se le hinchóla mejilla, pero cuando se puso suvestido de novia, aquel traje de noviatan especial, se olvidó de todo y sesintió la novia más guapa y feliz del

Page 179: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

mundo.A las cinco en punto de la tarde

Alberto, junto a su familia y susinvitados, esperaba nervioso en lapuerta de la iglesia, y sobre las cinco ydiez llegó una radiante prometida quecon derechazo incluido fue la novia másbonita que Alberto hubiera visto.

El enlace de Alberto y Clara en laiglesia del pueblo fue emotivo y elposterior banquete, divertido. Todos lopasaron muy bien y los novios sesintieron las personas más afortunadasdel mundo.

Al día siguiente, tras unaapasionante noche de bodas en la suite

Page 180: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

del hotel, Clara se escapó con su padre.Necesitaba subir a la montaña porúltima vez. Tras atravesar los caminosque ellos tan bien conocían, llegaronhasta el lugar donde durante muchos,muchísimos años, había vivido unapobre anciana conocida como Olvido,pero que en realidad era una princesamarcada por su destino.

Cuando Clara entró en la casa laencontró vacía, desnuda. Lo único queallí había era el cuadro de Leiza y Caftuljunto a una nota que decía:

Mi

Page 181: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

queridaClara: Quetus noches ytus días seandichosos. Nome olvides,como yonuncamientras viva

Page 182: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

te olvidaré ati. Te dejo loque siempremeacompañó: lamuñeca, elvestido denovia y elcuadro. Con

Page 183: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

la esperanzade quesiempre que lomires sonríasy veas lafelicidad y ladicha que hoypor hoy tengogracias a ti.

Page 184: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Te quiero.Leiza.

Conmovida por aquello, Clara miróa su padre y sonrió. En aquel cuadro seveía a una Leiza viva y alegre, que conaquella cara tan igual a la suya le dabalas gracias a Clara por aquello tanpreciado que había logrado conseguir,regresar con amor.

Los años pasaron y Alberto y Clarafueron felices. El salón de su hogar enVersualegón siempre lo presidió aquelcuadro, que naturalmente Alberto creyó

Page 185: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

que eran él y su mujer. Clara le explicóque había sido un regalo de bodas deuna buena amiga llamada Leiza, como laprincesa del castillo… quien no pudoasistir a la boda porque, curiosamente,ella también contraía matrimonio lejosde Versualegón.

Clara nunca le contó a Alberto ni anadie la verdadera historia de aquelcuadro. Aquella confidencia que sóloconocían ella y su padre quedaría parasiempre en sus corazones como lo quefue… un sueño real.

Page 186: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

MEGAN MAXWELL. (seudónimoliterario de Carmen Rodríguez delÁlamo) es una escritora de nacionalidadespañola nacida en Nuremberg(Alemania) en el año 1965.

De madre española y padre americano,Megan ha vivido en Madrid, Cataluña y

Page 187: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Cádiz.

Es una reconocida y prolífica escritoraespecializada en novelas románticas, enespecial del subgénero chick lit, poseeinfluencias de autoras románticasestadounidenses como Rachel Gibson,Susan Elizabeth Phillips o JulieGarwood.

Ha publicado novelas como Te lo dije(2009), Deseo concedido (2010), Fueun beso tonto (2010), Te esperaré todami vida (2011), Niyomismalosé (2011),Las ranas también se enamoran (2011),¿Y a ti qué te importa? (2012), Olvidéolvidarte (2012), Las guerreras

Page 188: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Maxwell. Desde donde se domine lallanura (2012), Los príncipes azulestambién destiñen (2012), Pídeme lo quequieras (2012), Casi una novela(2013), Llámame bombón (2013) yPídeme lo que quieras, ahora y siempre(2013), además de cuentos y relatos enantologías colectivas.

En 2010 fue ganadora del PremioInternacional Seseña de NovelaRomántica, en 2010, 2011 y 2012recibió el Premio Dama deClubromantica.com y en 2013 recibió elAURA, galardón que otorga elEncuentro Yo Leo RA (RománticaAdulta).

Page 189: Érase una vez una joven llamada · Érase una vez que se era, en un pueblo llamado Versualegón, una mañana de ... tal vez el mayor problema que Clara tenía consigo misma, la duda.

Pídeme lo que quieras, su debut en elgénero erótico, fue premiada con lasTres plumas a la mejor novela eróticaque otorga el Premio Pasión por lanovela romántica.

Vive en un precioso pueblecito deMadrid, en compañía de su marido, sushijos, su perro Drako y sus gatos Romeoy Julieta.

Más información sobre la autora y sobresu obra en: www.megan-maxwell.com