¿Eres Antagónico?

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¿Eres antagonista? No me podía quedar con ella más tiempo, H tenía problemas familiares, que encontrarse a sí misma y estar sola, yo solamente me sumaba a todo eso. Con N me limité a ser la persona que estaba con ella al final de su actual relación, no era una relación como tal pero tampoco lo era conmigo; yo era el otro. Terminó porque ella no quiso seguir adelante ni engañarlo, yo la respeté y salí por donde llegué; la puerta trasera. Con C no ocurrió lo pactado, sólo era un acuerdo carnal, pero se enamoró, decidí alejarme de ella e incluso ser grosero para que no estuviera más en esa posición. L parecía ser la buena, fuerte y libre, pero no, cargaba con fantasmas desde adolescente y en aquella víspera de navidad mientras yo estábamos juntos, me dejó para marcarle a un “amigo”. Veredicto; ella tenía que arreglar sus problemas. Todo esto en un periodo de 4 meses, ¡vaya aventura! Aventura que no era otra cosa más que ser antagónico. Explico: Si te das cuenta, en cada uno de los casos me presenté bajo el contexto que considero les rodeaba, cuando en realidad: Con H no podía estar porque ya no lo merecía, me hice daño estando a su lado, no por otra cosa si no porque así lo permití. Con N me limité a ser ese “otro” porque me daba una tremenda hueva el convencionalismo de pareja y no lo creía merecer. Con C de verdad fue un gusto compartir ciertas cosas pero no quería una relación con ella, simple. L, mi idealizada L, fue eso, la regué idealizándola.

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Redacción independiente

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¿Eres antagonista?

No me podía quedar con ella más tiempo, H tenía problemas familiares, que encontrarse a sí misma y estar sola, yo solamente me sumaba a todo eso.

Con N me limité a ser la persona que estaba con ella al final de su actual relación, no era una relación como tal pero tampoco lo era conmigo; yo era el otro. Terminó porque ella no quiso seguir adelante ni engañarlo, yo la respeté y salí por donde llegué; la puerta trasera.

Con C no ocurrió lo pactado, sólo era un acuerdo carnal, pero se enamoró, decidí alejarme de ella e incluso ser grosero para que no estuviera más en esa posición.

L parecía ser la buena, fuerte y libre, pero no, cargaba con fantasmas desde adolescente y en aquella víspera de navidad mientras yo estábamos juntos, me dejó para marcarle a un “amigo”. Veredicto; ella tenía que arreglar sus problemas.

Todo esto en un periodo de 4 meses, ¡vaya aventura! Aventura que no era otra cosa más que ser antagónico.

Explico:

Si te das cuenta, en cada uno de los casos me presenté bajo el contexto que considero les rodeaba, cuando en realidad:

Con H no podía estar porque ya no lo merecía, me hice daño estando a su lado, no por otra cosa si no porque así lo permití.

Con N me limité a ser ese “otro” porque me daba una tremenda hueva el convencionalismo de pareja y no lo creía merecer.

Con C de verdad fue un gusto compartir ciertas cosas pero no quería una relación con ella, simple.

L, mi idealizada L, fue eso, la regué idealizándola.

Eso es tomar el protagonismo, a su opuesto algunos lo conocen como no hacerse cargo de sí mismo, otros más lo denominan exceso complacencia, unos victimismo y los más cultos lo llaman hacerse pendejo.

Yo le denomino ser antagónico.

Y todos estos términos tienen razón de ser desde el punto de vista en que se abordan. Por definición el antagonista en la narrativa representa frecuentemente al villano que se opone al héroe que suele ser el protagonista.

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En mi muy (muy, muy…) particular caso (muy) es notable en mis relaciones amorosas, pero también lo soy en los demás aspectos de mi vida.

Y ahí está el meollo:

¿En que aspectos somos antagónicos?

Detecta frases como las siguientes:

No lo puedo hacer porque mi jefe…

No me gusta mi carrera pero ya estoy aquí

Es lo mejor porque mis papás…

Me encantaría pero qué diría mi mamá

Lo hice por amor

Si tan sólo hubiera tenido esas oportunidades

Estaríamos mejor con López Obrador

Sufro porque así me tocó vivir

Ya no me gustó pero yo termino lo que empiezo

México debería despertar para que podamos hacer…

Era lo que necesitaba Fulano (a)

Ahí estás siendo antagonista, le haces la vida de cuadritos o ejerces oposición para que el héroe cumpla su cometido. Héroe que resulta que también eres tú.

Nos la pasamos toda la vida siendo antagonistas y cuando vemos a algún protagonista por ahí, lo señalamos y atacamos, porque en un mundo antagónico eso es lo raro. Pero a un protagonista, a uno bueno, le vale.

No sé tú, pero a mi ya me valió.

Es hora de ser el protagonista.

Un protagonista chingón.

¿Y tú?

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