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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    rika PaniCiudadanos, cuerpos, intereses. Las incertidumbres de la representacin. Estados Unidos, 1776-1787-Mexico

    1808-1828

    Historia Mexicana, vol. LIII, nm. 1, julio-septiembre, 2003, pp. 65-115,

    El Colegio de Mxico

    Mxico

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    Historia Mexicana,

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    El Colegio de Mxico

    Mxico

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    CIUDADANOS, CUERPOS, INTERESES.

    LAS INCERTIDUMBRESDE LA REPRESENTACIN.ESTADOS UNIDOS, 1776-1787-

    MXICO, 1808-1828

    Erika PANICentro de Investigacin y Docencia Econmicas

    The great difficulty lies in the affair of Representation; ifthis could be adjusted, all others would be surmountable.

    James MADISON

    PARA LAS NUEVAS NACIONES AMERICANAS, la independencia signi-fic no slo la ruptura del vnculo colonial, sino el resque-brajamiento del andamiaje de ideas y creencias que hastaentonces haba apuntalado el ejercicio del poder poltico.En los catorce estados unidos a partir de 1776, en las zo-nas controladas por los insurgentes despus de 1810 y enel imperio mexicano despus de 1821, crear un Estado in-dependiente no poda significar simplemente suplantar alpersonal poltico metropolitano por uno nacional. Las an-tiguas premisas o ficciones que haban legitimado a la au-

    toridad pblica no haban resistido la revolucin mentalque haba sacudido al mundo atlntico durante el ltimocuarto del siglo XVIIIy hasta principios del XIX.1 Si en el im-

    HMex, LIII: 1, 2003 65

    1Agradezco los comentarios de los miembros del Seminario de His-toria Intelectual de El Colegio de Mxico y de la divisin de historia delCentro de Investigacin y Docencia Econmicas, que hicieron muchopor enriquecer este texto.

    Fecha de recepcin: 9 de enero de 2003Fecha de aceptacin: 27 de marzo de 2003

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    perio espaol iba a costar trabajo creer en la soberana deun rey que haba abdicado ante el descredo tirano de Eu-

    ropa, si los colonos britnicos haban rechazado la sobera-na del Parlamento corona, lores y comunes sobre losasuntos internos de Amrica, cmo justificar, cmo legi-timar un nuevo dominio poltico?, cmo hacerlo efectivo,ms all del uso de la fuerza?

    Como la mexicana y la estadounidense, las clases polticasde las viejas y nuevas naciones sacudidas por las revolucio-nes llamadas atlnticas, burguesas o democrticas tu-

    vieron que enfrentar el problema de fundar una nuevalegitimidad poltica, muchas veces dentro de un contextode profunda desarticulacin provocado por la guerra. Des-cartadas las antiguas certidumbres sin que desaparecieranmuchas jerarquas y relaciones de poder,2 quienes preten-

    dan construir y dirigir a los nuevos estados tuvieron quecimentar el derecho a gobernar sobre nuevos supuestos, re-definiendo los vnculos entre gobernantes y gobernados.En este trabajo, nos interesa explorar cmo, con ms de 50aos de desfase, las clases polticas en Estados Unidos y enMxico se enfrentaron a estos dilemas; las formas en quelos distintos grupos que luchaban por ponerse al frente dela maquinaria poltica pretendieron legitimar el nuevo or-den de cosas; las nuevas ficciones que inventaron, ataca-ron o defendieron para hacer posible, en un contexto deincertidumbre, el gobierno de los muchos por los pocos.

    LOS AVATARES DE LA SOBERANA

    Segn el abogado y publicista neoingls James Otis, tratarde desentraar el origen del gobierno, del poder poltico,haba en todos los tiempos dejado tan perplejos a los abo-gados y a los polticos como el origen del mal a los hombres

    66 ERIKA PANI

    The Revolution [] in the minds of the people. La expresin esde John Adams, en una carta a Thomas Jefferson, 1815, en BAILYN, 1992,p. 1. Vase tambin MORGAN, 1988. Todas las traducciones son mas.

    2 Sobre las persistencias del antiguo rgimen, vase MAYER, 1981.

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    de Dios y a los filsofos, y era posible que el mundo recibie-ra una solucin satisfactoria a ambas indagaciones al mis-

    mo tiempo.3 Tanto en el caso de la Nueva Espaa comoen el de las trece colonias, el problema medular que habaque resolver durante los primeros aos iba ser el de la so-berana, primero frente a la metrpoli, y al tiempo de cons-truir un Estado independiente. Quin deba detentar laalteza y podero sobre todos? Qu significaba poseer elpoder ms alto [] e incontrolable?4 La revolucin ame-ricana fue, como asegura Bernard Bailyn, a grandes rasgos

    y entre otras cosas, una disputa en torno a la definicin deeste concepto.5 En el imperio espaol, fue la abdicacin delsoberano la que desat la crisis de 1808. Posteriormente,cuando quisieron constituir un orden posrevolucionario,ambas sociedades tuvieron no slo que trasladar el asiento

    de la soberana, sino tambin redefinir su significado.Antes de las crisis, las formas de pensar la soberana enlos mundos hispnico y britnico se vieron moldeadas porla evolucin del pensamiento y la experiencia poltica oc-cidental, y tambin por la idiosincrasia particular de cadatradicin. En ambos imperios, las exigencias, sobre todo mi-litares, de la edad de hierro y de la lucha franco-britnicadel siglo XVIII,6 endurecieron la concepcin de soberana.sta se pensaba como la facultad indivisible e ilimitada deejercer el poder que defendan Jean Bodin y Thomas Hob-bes. En el mundo hispnico, los embates centralizado-res, autoritarios y modernizadores de los Borbones iban atoparse con una visin pactista de la soberana, en que eldominio y manejo [] absoluto de los vasallos del prnci-

    pe se hallaba limitado por los dictados del derecho naturaly los preceptos de la Repblica cristiana, as como por unaconcepcin justicialista del poder, en la que el rey no sloera el nico que poda facer leyes, como establecan lasPartidas, sino que, como desfacedor de entuertos, repre-

    67ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    3 OTIS, 1965, vol. I, p. 419.4Diccionario, 1726, t. VI, p. 124 yDictionary, 1828, vol. II, p. 74.5 BAILYN, 1992, p. 198.6Vase KAMEN, 1971.

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    sentaba tambin la ltima instancia en la administracinde justicia.7

    En el caso britnico, el legado de las rupturas revoluciona-rias del siglo XVII la repblica de Cromwell y la revolucingloriosa haban confirmado la concepcin hobbesianade la soberana como poder arbitrario y absoluto, y la ha-ban colocado de forma indiscutible en el seno del Par-lamento, dentro del cual, como corresponda al ms libre

    y mejor constituido de los gobiernos del mundo, estabanrepresentados los tres estamentos de la sociedad corona,nobleza y pueblo, equilibrndose as sabiamente los trestipos de gobierno conocidos desde la antigedad: la mo-narqua, la aristocracia y la democracia. Para mediados delsiglo XVIII, se trataba de una frmula, como escriba Tho-mas Ponwall, cuya verdad era intuitiva, y no necesitaba de-

    mostrarse.8

    No obstante, ambas visiones monolticas de lasoberana, aunque tericamente satisfactorias, cazaban malcon la prctica cotidiana del poder dentro de dos imperiosdesparramados sobre tres continentes y jurisdiccionalmen-te heterogneos.

    I am a free-born sovereign, Sir, an American:9

    la soberana al estilo estadounidense

    De esta forma, como ha demostrado Bernard Bailyn, la re-sistencia de los colonos americanos a los actos intolera-bles de un parlamento que pretenda imponer impuestosque no afectaran ni a los legisladores ni a sus electores se

    estructur en torno no slo a la bandera de No al gra-vamen sin representacin, sino tambin a la creacin deuna nueva visin de la soberana.10Ya en 1764, durante la

    68 ERIKA PANI

    07 Para la concepcin de la soberana en el mundo hispano de anti-guo rgimen, y la contraposicin entre Austrias y Borbones, vanse MI-RANDA, 1952; VILA, 1998, pp. 55-60; RUCQUOI, 1992, pp. 55-83; LANDAVAZO,2001, pp. 224-236 y 195-209, y CASTRO, 1996.

    08 Citado en BAILYN, 1992, p. 202. Vase WOOD, 1969, pp. 3-45.09 Mark Twain.10 BAILYN, 1992, pp. 198-229.

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    tormenta panfletaria desatada por la imposicin del im-puesto sobre el azcar, James Otis, al mismo tiempo que re-

    conoca que sera el fin de todo gobierno si uno o variossbditos o provincias subordinadas se pusieran a juzgarde la justicia de un acto del Parlamento para rehusarse aobedecerlo, insista en que, sobre la tierra, el poder ori-ginal, supremo, soberano, absoluto e incontrolable se en-contraba, no en el parlamento, sino originaria y en ltimainstancia [ en] el pueblo.11

    Sin embargo, los folletos de la revolucin estadouniden-se no se abocaron sino excepcionalmente, a examinar lasominosas implicaciones de esta conclusin. Trataron sobretodo de inventar un lenguaje constitucional que cimenta-ra filosficamente la realidad del ejercicio de la autoridadque vivan las colonias, regidas por gobernadores nombra-

    dos por la corona y asambleas de representantes locales. Ala soberana una e indivisible opusieron otra que podafraccionarse, delegndose a cuerpos distintos para regla-mentar dos tipos de asuntos: los internos y los externos.El Parlamento poda y deba, para salvaguardar los intere-ses del imperio en su conjunto, normar el comercio intero-cenico, pero no posea autoridad alguna para establecerimpuestos en Amrica.12Abogaban entonces por una sobe-rana que no estaba sobre todas las cosas, sino slo sobre al-gunas; de una soberana, en fin, que no lo era. No debesorprender entonces que los publicistas toriescalificaran laspropuestas de los colonos de jerigonza ininteligible y ho-rrible sin sentido.13

    La radicalizacin del debate iba a llevar a los colonos a

    la ruptura, primero con un legislativo en el que no estabanrepresentados, despus con un monarca que considera-ban haba intentado establecer sobre ellos una tirana ab-soluta.14 Sin embargo, en 1776, declarada la guerra contrala antigua metrpoli y al constituirse las colonias en estados

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    11 OTIS, 1965, pp. 448 y 449.12 BAILYN, 1992, p. 216.13Joseph Galloway citado en BAILYN, 1992, p. 223.14 Declaracin de independencia, en MAIER, 1997, p. 237.

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    independientes, aquellos hombres cuyo inters principal ha-ba sido preservar sus derechos y libertades como sbditos

    britnicos no consideraron necesario consagrar, dentrode sus cartas fundamentales, una ruptura total con el anti-guo orden de cosas. Tanto Connecticut como Rhode Islandconservaron su antigua carta colonial, pues habiendo he-redado de sus ancestros una Constitucin libre y excelen-te, sus asambleas consideraron superfluo redactar unanueva.15 Slo las declaraciones de derechos, incluidas enseis de las constituciones estatales, afirmaban que todo po-der [era] originariamente inherente a, y por consiguientederivado del pueblo y que por lo tanto todos los magistra-dos, funcionarios y oficiales no eran ms que sus sirvien-tes.16

    As, los problemas en torno a la soberana, su naturaleza

    y su asiento, fueron aparentemente considerados de solu-cin demasiado obvia, o de implicaciones demasiado espi-nosas para ser incluidos en las leyes fundamentales. A pesarde la centralidad del pueblo en la retrica revoluciona-ria, y de la reconceptualizacin del principio del consenti-miento de los gobernados que no poda considerarse yasimplemente supuesto o implcito como el nicofundamento moral del gobierno,17 slo Massachusetts so-meti su primera constitucin para la aprobacin de los ha-bitantes del estado, con resultados poco halagadores.18A

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    15 La cita es del decreto declarando ser la carta de 1662 la ley orgni-ca del estado de Connecticut, en POORE, 1878, vol. I, p. 257. Connecticutredactara su primera constitucin en 1818, Rhode Island no lo hara,

    sino hasta 1842.16 Constituciones de Pennsylvania y Virginia, 1776, en POORE, 1878,vol. II, pp. 1541 y 1910. Los otros estados con Declaraciones de Derechosson Maryland, North Carolina, Vermont y Massachusetts. Para los pro-cesos constituyentes estatales vase W. P. ADAMS, 1980.

    17WOOD, 1969, pp. 181-188. La cita es de John Adams, en su carta aJames Sullivan, 26 de mayo de 1776, en PANGLE, 1988, p. 115.

    18 La constitucin de 1778 fue sometida a los cabildos abiertos (townmeetings) de las poblaciones del estado, y fue rechazada. La de 1780 fueaprobada gracias a una contabilidad cuestionable de las respuestas delas poblaciones. HANDLINy HANDLIN, 1967, pp. 54-58. En el caso de NewHampshire, la Constitucin de 1776 fue abrogada, la de 1778 sometida

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    finales de la dcada de 1780, sera la desconfianza que pro-vocaran a los federalistas los excesos democrticos de los

    primeros aos de vida independiente, y lo que conside-raban que eran la irresponsabilidad y deficiencias de unaslegislaturas estatales parroquiales y populistas, lo que los lle-

    vara a volver a poner la idea de soberana sobre la mesa deldebate poltico.19

    En 1787, los federalistas tenan ante s el reto de cons-truir un gobierno central eficiente sin herir de manerademasiado frontal las susceptibilidades de los estados so-beranos cuyos delegados iban a participar en la elabora-cin de la nueva constitucin y cuyas convenciones debanratificarla. Por un lado, se intent aplacar los celos de losgobiernos estatales, explicando que un gobierno federalcon facultades constitucionalmente determinadas y limita-

    das sera prcticamente inocuo. Alexander Hamilton insis-ti que el pueblo de cada estado sentir mayor inclinacinhacia los gobiernos locales, pues la administracin ordina-ria de justicia era de todas la ms poderosa, universal yatractiva de las fuentes de la obediencia y del apego popu-lar.20 El Federalista de Maryland afirm, incluso, que elgobierno federal no gobernara individuos componiendoa una nacin entera, sino a los estados distintos e indepen-dientes a los que pertenecen.21

    Pero para acallar la desconfianza de los gobiernos esta-tales y la aprensin de los estados pequeos que teman serdestruidos por los grandes, la estrategia preferida de losfederalistas fue apelar a los ciudadanos por encima de las le-gislaturas estatales. Ante la insistencia de algunos delega-

    dos de que los estados, una vez formados, se consideran,

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    al pblico y rechazada, la de 1781 sometida y dado el gran nmero deenmiendas fue sometida nuevamente a la poblacin en 1783 y finalmen-te promulgada en 1784.

    19WOOD, 1969, sobre todo pp. 532-536 y 562-564 y WOOD, 1987, pp.72-79. Para la visin opuesta, vase MARKS, 1986 y para los intereses rea-les de los estados en establecer un gobierno federal eficiente, vaseONUF, 1983.

    20 The Federalist No. 17, en COOKE, 1961, p. 107.21 Citado en HUSTON, 1991, p. 82.

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    con respecto el uno del otro, como individuos en estado denaturaleza [] igualmente libres e igualmente indepen-

    dientes, y que por lo tanto, deban gozar de igualdad desufragio dentro del legislativo nacional, James Wilson pre-gunt tajante si se pretenda renunciar a los derechos in-herentes, indisputables e inalienables de los hombres parafavorecer un sistema artificial de estados.22 El Federalis-ta se interrogaba:

    Se pele entonces la revolucin americana, se form la con-federacin, se verti la sangre de miles, y se prodigaron los bie-nes arduamente ganados de millones, no para que el pueblode Amrica gozara de paz, libertad y seguridad, sino para quelos Gobiernos de los Estados individuales [] pudieran gozarde cierta extensin de poderes, y adornarse con ciertas digni-dades y atribuciones de la soberana? [] Debe sacrificarse

    la slida felicidad del pueblo ante las visiones de las institucio-nes polticas?23

    De este modo, fue irnicamente el remedio republica-no que prescribieron los federalistas a la democracia des-bordada de la etapa confederal, fundando el gobiernonacional sobre la soberana de Nosotros el Pueblo, lo queciment de manera indiscutible la legitimidad de la Cons-titucin de 1787.24 Sin embargo, esto no resolva o por lomenos no automticamente el problema de convivenciade dos gobiernos responsables y electos peridicamente; de,como las describa Alexander Hamilton, dos soberanas[ coexistiendo] dentro de los mismos lmites.25 Publiusadverta a los neoyorkinos que

    Una soberana sobre soberanos, un gobierno sobre gobiernos,una legislacin para comunidades, a diferencia de para indi-viduos; as como es un solecismo en teora, en la prctica es

    72 ERIKA PANI

    22 FARRAND, 1911, vol. I, pp. 176-180 y 183; HUNTy BROWN, 1920, p. 191,y ZAGARRI, 1987.

    23James Madison, The Federalist No. 45, en COOKE, 1961, p. 309.24 La expresin es de Gordon Wood. WOOD, 1969, pp. 430-468.25 En FARRAND, 1911, vol. I, p. 286.

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    subversivo del orden y objeto de la sociedad civil, pues substi-tuye la violenciaa la ley, o la destructiva coercinde la espadaa la

    moderada y saludable coercinde la magistratura.26

    Entonces se recurri, nuevamente, a la idea de una sobe-rana divisible, calificada, a hablar de soberanas meno-res, co-iguales (coequal).27 Ninguno de los dos gobiernosgozara de soberana completa, pues pretender que la sobe-rana parcial de la Unin conviviera con la completa delos estados equivaldra a subvertir un axioma matemtico,retirando una parte, y dejando permanecer el total.28As,el gobierno federal detentara ciertos derechos de sobe-rana, ciertas autoridades el gobierno del distritofederal, la tasacin del comercio exterior y el proceso denaturalizacin mientras que los estados retendran todoslos dems.29

    De ah que ni los talentos retricos de El Federalista lo-graran definir con precisin la naturaleza del estado hbri-do que esperaban construir, que no era

    [] estrictamente una Constitucin nacional ni federal; sinouna composicin de ambas. En sus cimientos, es federal, yno nacional; en cuanto a las fuentes de donde provienen lospoderes ordinarios del Gobierno, es parcialmente nacional, yparcialmente federal; en cuanto a la operacin de estos pode-res, es nacional, y no federal; en cuanto a la extensin de estosmismos, es federal, y no nacional: y finalmente en cuanto a laforma perentoria de introducir enmiendas, no es completa-mente federal, ni completamente nacional.30

    No obstante, paralelo a la confusin terica que acom-paaba la transformacin de uno de los trminos clave dela filosofa poltica, el discurso de los federalistas estaba

    73ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    26James Madison, con el apoyo de Alexander Hamilton: The Fede-ralist No. 20, en COOKE, 1961, pp. 128-129.

    27 BAILYN, 1992, p. 228 y WOOD, 1969, pp. 529-532.28James Madison: The Federalist No. 42, en COOKE, 1961, pp. 284-285.29 Alexander Hamilton: The Federalist No. 32 y The Federalist

    No. 82, en COOKE, 1961, pp. 199-203 y 553-557.30James Madison: The Federalist No. 39, en COOKE, 1961, p. 257.

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    fuertemente imbuido de desconfianza haca el poder engeneral corruptor, siempre conducente al abuso y

    en particular hacia los poderes soberanos por naturalezamovidos por una impaciencia por controlar.31 Colocar lasoberana en el seno del pueblo, y hacerla delegable s-lo a cuenta gotas tambin resolva este problema.

    Las competencias en torno a la jurisdiccin conjuntaque estableca la Constitucin de 1787, las rivalidades en-tre prerrogativa federal y derechos estatales encarnaronuno de los problemas centrales de la vida poltica estadou-nidense. Llevaran a la Unin a una desastrosa guerra civilen 1861 y aun hoy no son un problema resuelto. Sin embar-go, pensar la soberana como nacional y divisible, legado dela Revolucin y del debate constitucional de 1780, permi-ti salvar los obstculos que haban hecho de un estado sin

    un poder incontrolable sobre todas las cosas una mons-truosidad, un ente inimaginable. El sistema, confuso y decompromiso, funcion, reforzndose y clarificndose apartir de 1803 al establecer la Suprema Corte de Marshallel sistema de revisin judicial. Si bien pervivieron concep-ciones anteriores, la soberana se convirti en un atributocasi individual, personal, de los votantes americanos.

    La soberana reside en la nacin []no se puede partir []es el super omnia:32 la versin hispana

    Cuando, durante el siglo XVIII, las oligarquas novohispanas

    buscaron defender una autonoma relativa frente a los em-bates centralizadores de las reformas borbnicas, lo hicie-ron alardeando de su fidelidad al Legtimo Soberano.33

    74 ERIKA PANI

    31 Alexander Hamilton: The Federalist No. 15, en COOKE, 1961,p. 96.

    32Jos Queipo de Llano, Conde de Toreno, enDiario, 1811-1813, vol.8, p. 65.

    33 Para una discusin de la naturaleza centralizadora o descentraliza-dora de las reformas, vase PIETSCHMANN, 1992.

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    La relacin personal entre el seor y sus vasallos era lo quepermita, como lo expresara la representacin del cabildo

    de la ciudad de Mxico en 1771, que la antigua y la nue-va Espaa pudieran ser imaginadas como dos Estados, dosEsposas de V. M.: cada una [con] su dote en los empleoshonorficos de su Gobierno.34 En el contexto de las nue-

    vas exigencias que siguieron a la paz de 1763, a diferenciadel caso estadounidense, los novohispanos, al defender susprerrogativas, no apelaron a nuevas concepciones de la so-berana, sino que exigieron que se respetara la concepcinantigua: as, el rey como soberano, como dueo de la lti-ma palabra, representaba el engranaje sobre el cual gira-ban todos los dems, tanto dentro del esquema absolutistaproyectado por los Borbones y sus allegados, como dentrode la asociacin de reinos autnomos que vislumbraban al-

    gunos criollos americanos.Por esto las abdicaciones de Bayona desencadenaronuna crisis de conciencia y de legitimidad de proporcionestan importantes. La transformacin revolucionaria, la bs-queda de nuevas formas de legitimar la autoridad polticaiban a llevarse a cabo, como ha escrito Franois-Xavier Gue-rra, no contra un rey presente, sino en nombre de un reyausente.35Al prolongarse de manera indefinida la ausen-cia del rey, unas Cortes Extraordinarias, acorraladas en laisla del Len, pretendieron salvaguardar el patrimonio delamado monarca a la vez que elaboraban una nueva leyfundamental para la nacin espaola. Al proclamar questa era duea de sus destinos, que la soberana residaesencialmente en ella, las Cortes emprendieron lo que

    Marco Antonio Landavazo ha llamado la ruta espaola dela contradiccin.36Adems, en el enrarecido clima polti-co de un imperio que pareca estar al borde del naufragio,el estira y afloje entre quienes defendan las prerrogativas

    75ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    34 Representacin, 1968, vol. I, p. 437.35 Citado en LANDAVAZO, 2001, p. 226. A diferencia de lo que sucede

    en el caso francs, en el que la Asamblea Nacional reclam para s lasprerrogativas del poder real. Vase ROSANVALLON, 1992, pp. 161-171

    36 LANDAVAZO, 2001, p. 236.

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    de dos entidades legtimas de gobierno el catlico mo-narca y la nacin representada en Cortes, termin por

    construir una concepcin particularmente rgida y radicalde la soberana: se trataba de una soberana a la vez com-partida e indivisible, de un poder al cual no puede resis-tirse y del que es tan imposible se desprendan los hombres yenajenen, como de cualesquiera de las facultades fsicas quenecesitan para su existencia.37

    Esta acepcin de la soberana iba a estrechar el margende maniobra de aquellos hombres pblicos que buscabanrenegociar las relaciones entre Madrid y la Nueva Espaa,al mismo tiempo que afirmaban la pertenencia de los ame-ricanos a la ahora soberana nacin espaola.38 En juniode 1821, los diputados ultramarinos propusieron la crea-cin de tres secciones de Cortes en Amrica, con sedes en

    Mxico, Santa Fe y Lima. La distancia fsica entre la Penn-sula y las provincias americanas haca que en Amrica la li-bertad constitucional se limitara a una bella teora, puesla gravossima peregrinacin reduca de manera impor-tante el nmero de posibles diputados, pues miles de le-guas separaban a los representantes americanos de suscomitentes, de quienes no podan recibir instrucciones oinformacin. Los ciudadanos del Nuevo Mundo quedabanpresa del despotismo ms atroz, dada la falta de una repre-sentacin eficiente. No obstante, a diferencia de los alegatosOtis, Adams, Richard Bland y Daniel Dualney, el proyectode los diputados americanos no atacaba el principio de laindivisibilidad de la soberana, inherente a una nacin es-paola monoltica, sino la delegacin para su ejercicio en

    unas Cortes cuya sede era exclusivamente Madrid. Una

    76 ERIKA PANI

    37Vase la discusin acerca del asiento y la naturaleza de la sobera-na en las Cortes entre Francisco Javier Borrul, Jos Queipo de Llano yJos Miguel Guridi y Alcocer, enDiario, 1811-1813, vol. 8, pp. 62 y ss. Fuela visin ms radical, la de Toreno, la que qued plasmada en la Consti-tucin 1812. Sobre este radicalismo, vanse GUERRA, 1989 y ANNINO, 1995y 1999.

    38A diferencia de los insurgentes, para quienes la soberana esencial dela nacin (i.e. la Amrica Septentrional), que haba de liberar de la usur-pacin extraa no provocaba dilema alguno. Vase Los diputados, 1814.

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    de las ventajas de su propuesta, afirmaban sus autores, eraque se dejaban intactos los fundamentos del sistema, sa-

    crificndose slo en algo su parte reglamentaria, hacin-dolo simplemente efectivo en aquella grande parte de lamonarqua.39

    Los despechados autonomistas novohispanos se queja-ron de que el respeto de sus colegas peninsulares a la ex-terioridad sola del lenguaje les impidiera dar una solucincreativa a los problemas que empujaban a las provinciasamericanas velozmente a su desolacin.40 No obstante,los publicistas mexicanos percibiran rpidamente el po-tencial y el peligro de este lenguaje revolucionario. Encuanto a la soberana, reclamaba La Abeja poblanainclusoantes de la independencia, tiempo era ya de abandonar lafalsa idea, propia tan slo de tiempos oscuros, que la de-

    fina como cosa sobrenatural, e invisible, reservada desdela eternidad para ciertos individuos o familias. La sobera-na era el resultado de la voluntad general del pueblo, elresumen de sus fuerzas espirituales y corporales. Su ejer-cicio de ninguna manera era complicado: bastaba, paradarse una idea exacta del sencillo y natural sistema de lassociedades polticas seguir el modelo de las mercantiles.41Quedaba, no obstante, por definir quines integraban es-te pueblo, y si deba ser espaol o americano.

    En este contexto, con la independencia, el rechazo delos tratados de Crdoba por parte de la Madre Patria repre-sent una oportunidad, antes que el fracaso del proyectode las Tres Garantas. Si Mxico era una nacin soberana eindependiente de Espaa, por qu ligarla a que un hijo

    de esta la [viniera] a gobernar? Los mexicanos tenan de-recho a elegir Emperador de su seno.42 Si a la mayora

    77ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    39Exposicin, 1821, pp. 16-19. Entre los diputados que firmaron estaExposicin estaban los novohispanos Jos Mariano Michelena, ManuelGmez Pedraza, Francisco Molinos del Campo, Francisco Fagoaga, Lo-renzo de Zavala, Juan Gmez de Navarrete, Lucas Alamn, TomsMurphy y Miguel Ramos Arizpe.

    40Exposicin, 1821, p. 13.41 Falsa idea de la soberana, en La Abeja poblana(22 mar. 1821).42Derechos, 1821, p. 2.

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    sin distincin de clases [tocaba], segn el sistema sabia-mente escogido, conferir el supremo poder legislativo a los

    sujetos que [elega], lo mismo deba suceder con el supre-mo Poder Ejecutivo, aunque se tratara de crear una dinas-ta para un trono imperial.43 Sin embargo, esta facultadprcticamente ilimitada del pueblo de definir su formade gobierno y darse gobernantes poda ser peligrosamenteresbaladiza, minando, en lugar de fortalecer, los cimientosde la autoridad. As, cuando al desmoronarse el imperio deIturbide, el Congreso restablecido pretendiera redactaruna nueva constitucin, se top con la resistencia de lasprovincias, cuyos argumentos se vean ahora adornados yreforzados por la incuestionable soberana de la Nacin.sta no poda desprenderse de la soberana, porque la vo-luntad no [poda] ser representada. Difcil sera gobernar

    una nacin a quien le era imposible, segn este esquema,nombrarse un superior.44De esta forma, en medio de la efervescencia de planes y

    proyectos que acompaaron la cada del imperio de Itur-bide, la soberana de la nacin fue a la vez piedra detoque de todos los proyectos polticos y quizs el conceptoms contencioso del debate.45 Se trataba de un principioque a la vez pareca absurdo pues como deploraba Loren-zo de Zavala, decir que la nacin era soberana de s mis-ma era como decir que ella [mandaba] y [obedeca] almismo tiempo46y era imprescindible. El proyecto de Ac-ta Constitutiva, elaborado en noviembre de 1823 para daral pas con la mayor prontitud [] un centro de unidad,asegurando la inmutabilidad de las bases, estableca, en

    sus artculos 2 y 4, que la nacin mexicana era libre, sobe-rana de s misma, independiente, y que la soberana resi-da esencialmente en ella. El artculo 6 eriga a sus partesintegrantes en estados libres, soberanos e independien-

    78 ERIKA PANI

    43Derecho, 1821, p. 2.44 Congreso, 1822, p. 5. Para una crtica a esta concepcin, vase Vin-

    dicacin, 1822.45Vanse Planes, 1987 y Repblica, 1979, t. I.46 Acta, 1974, p. 246.

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    tes en lo que exclusivamente toca a su administracin inte-rior.47 De poco sirvieron las protestas de Lorenzo de Zava-

    la, quien alegara que los artculos doctrinales no surtanefecto alguno legal, y que no sentaban, sino principiosmetafsicos e impracticables que lo nico que hacan eraperturbar: la lectura del proyecto desat inmediatamenteun forcejeo dentro del Congreso por dar definicin tantoa la soberana y a la nacin.

    El proyecto defina a la nacin mexicana como compues-ta de las provincias comprendidas en el territorio del an-tiguo virreinato llamado de Nueva Espaa, de la capitanageneral de Yucatn y de las comandancias generales de lasprovincias internas de oriente y occidente.48 Sin embargo,no quedaba claro si para los diputados constituyentes la na-cin era la reunin de sus habitantes o el conjunto de

    los estados. Como en el caso estadounidense, sta no erauna discusin abstracta y estril, pues de ella dependa quela base de la representacin en el congreso federal fueran lasentidades federales o la poblacin.49 Por otra parte, tampo-co los constituyentes locales pudieron escapar de la discusinen torno a la soberana: todas las constituciones estatales,con excepcin de las de Puebla y Tabasco, establecieronque el estado era libre, independiente y soberano en loque tocaba a su administracin y gobierno interior. Las deCoahuila y Texas, Guanajuato, Oaxaca, Tabasco, Tamauli-pas y Yucatn aadieron adems de forma contradicto-ria que aqulla resida esencialmente en el pueblo,o en los individuos que componan al estado.50 En cuan-to al debate en torno al significado del concepto en el

    mbito nacional, David Quinlan ha dividido a los integran-tes del Congreso constituyente en cuatro grupos, segn lofederalista del sistema que proponan.51 En realidad, ex-ceptuando el escepticismo de Zavala, las visiones en torno

    79ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    47 Acta, 1974, pp. 101 y 217.48Art. 1, en Acta, 1974, p. 101.49 Mangino, Ramos Arizpe, Gordoa, en Acta, 1974, pp. 108 y 238-239.50 Coleccin, 1988.51 QUINLAN, 1994, pp. 200 y ss. Vase tambin VZQUEZ, 1993.

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    a lo que se consideraba que era la indisputable facultadde la nacin pueden dividirse en dos.

    Por una parte, estaban aquellos diputados que conside-raban que la soberana consista en el uso de los derechosque la nacin poda conferir ya sea al gobierno federal, yasea a los estatales. Por esto, hablar de soberanas parcialesno era incompatible ni difcil de comprender y distinguir.Por otro lado, estaban los que insistan en que la sobera-na no [poda] ser ms que una, porque ella [consista] enel supremo poder para todo lo respectivo a la sociedad.52Esta versin, expresada por diputados que decan ser me-ros agentes o mandaderos de sus comitentes, era msintransigente. Si el principio y fuente del poder no po-dan ser sino uno, si la soberana era indivisible en sus ob-

    jetos, slo uno poda ser el gobierno, ya fuera nacional o

    estatal. Con esto se reduca a la federacin a una simplealianza entre poderes soberanos, o bien a los estados a me-ras entidades administrativas.53

    Segn el diputado Rejn, si en la Constitucin federalno se fijaba con exactitud la idea correspondiente a la tancacareada palabra soberana, no podran evitarse constan-tes dudas y disputas.54 No obstante, el constituyente pre-firi seguir otro camino. La comisin retir del artculo dosque la nacin era soberana de s misma. Cuando Jos Mi-guel Guridi y Alcocer sugiri, como lo haba hecho ya enCdiz, remplazar el adverbio esencialmente por el de ra-dicalmente [] para explicar no slo que la soberana[era] inenajenable e imprescriptible, sino que la nacinconservaba la raz de la soberana, sin tener su ejercicio,

    a la comisin se le hizo fcil poner lado a lado dos adver-bios que se contrariaban.55 La Constitucin, promulgadaen febrero de 1824, no hizo mencin de la soberana. Apa-

    80 ERIKA PANI

    52 Castorena, Vlez, Caedo, Mier, Cabrera, en Acta, 1974, pp. 215-216 y 270-272.

    53 El mejor ejemplo es quizs el jalisciense Juan de Dios Caedo, enActa, 1974, pp. 270-271 y 300.

    54 En Acta, 1974, p. 271.55 En Acta, 1974, p. 269.

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    rentemente, la estrategia seguida por los constituyentes fueacallar las disensiones manteniendo un grado de indefini-

    cin tal que cada parte poda dar al concepto el sentido quems le conviniera.

    El Nuevo Mundo, escriba Alexis de Tocqueville en ladcada de 1830, necesitaba una nueva ciencia de la pol-tica. En los casos estadounidense y mexicano, las crisisrevolucionarias que fueron aparejadas a los procesos deindependencia exigieron la reformulacin de los supuestosdel poder poltico, de aquello que lo haca legtimo y porlo tanto relativamente aceptable y eficiente. En amboscasos, la disputa por localizar y definir la fuente de la auto-ridad pblica, alimentada en un primer momento por losconflictos colonia-metrpoli, y por el enfrentamiento podernacional-poderes estatales despus, represent un pro-

    blema central. Los colonos britnicos rechazaron a un par-lamento que deca representarlos virtualmente; a losfieles vasallos de Fernando VII, faltos de Su Catlica Ma-

    jestad, les hizo falta una fuente de legitimidad menos di-vina e invisible. Sin anticipar las consecuencias de suspropuestas, los artfices de la transformacin discursiva enambas regiones salieron del impassecolocando el asiento dela soberana en un ente a la vez corpreo e inasible: el Pue-blo, los pueblos, el pas todo, la Nacin.

    Declarar soberana a la nacin creaba nuevas incerti-dumbres: como se ver, cmo poda articularse y ejercer-se el supremo poder, decidir quin poda hablar por lanacin, y a travs de qu mecanismos, representaron paralos hombres pblicos de la poca complejos enredos te-

    ricos y serios desafos a la poltica prctica. La evolucindel debate en torno a la a veces innombrable soberana ibaa dar resultados distintos en las dos jvenes naciones. Poruna parte, la lucha de los colonos por defender su lugarbajo la tutela de la ms excelente de las constituciones,

    y despus los esfuerzos de los federalistas por disfrazar unnovedoso sistema con los respetables ropajes del republi-canismo whig, desembocaron en una visin de cierta ma-nera compartimentalizada y domesticada de la soberana,como una serie de facultades y derechos de gobierno que

    81ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

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    el pueblo poda delegar a su gusto, a entidades de gobier-no distintas.

    As, el poder irresistible, el Leviatn de Hobbes se des-dibuj detrs de una multitud de soberanos. Se tratabasin duda de un proceso interrumpido e incompleto, comopone de manifiesto la onceava enmienda, que en 1795 pro-hibi que algn individuo demandara en una corte federala cualquier gobierno estatal, y las resoluciones de Virginia

    y Kentucky en 1798, que reclamaron para los gobiernos es-tatales el derecho de juzgar sobre la Constitucionalidad delas leyes, contra las Leyes sobre Extranjeros y de Sedicin(Alien and Sedition Acts). No obstante, la Constitucin y laprctica poltica estadounidense mantuvieron la visin deuna soberana dividida, en que tanto los gobiernos estata-les como el federal sostenan un vnculo directo, una rela-

    cin de derechos y obligaciones con el ciudadano, inclusotras el triunfo de la Unin en 1865. No obstante, cabe pre-guntarse dentro de este esquema en que la soberana seconvierte prcticamente en un atributo individual, si eltodo poda ser superior a la suma de las partes.

    Durante los primeros procesos constituyentes mexica-nos, el constante retorno al trmino soberana, la insis-tencia en definirla y localizarla sugieren que los mexicanosno se haban distanciado de una concepcin unitaria ymonoltica de la suprema autoridad, y de la necesidad dela existencia de esta super omnia. Si bien el orden constitu-cional de 1824, resultado del compromiso, establece un sis-tema de soberana compartida, la federacin gobernabaestados, no ciudadanos. A diferencia del gobierno que en

    1800 se instalara en Washington, eran las legislaturas es-tatales quienes elegan al supremo Poder Ejecutivo. Elgobierno federal mexicano no tena derecho a imponerimpuestos directos a sus gobernados, ni a llamarlos al ser-

    vicio de las armas.56 Incluso, aunque se determin que erafacultad del congreso federal promulgar una ley general denaturalizacin, once de diez y nueve constituciones estata-

    82 ERIKA PANI

    56VZQUEZ, 1993, pp. 23-28.

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    les la reclamaron explcitamente como propia de sus legis-laturas.57 Por otra parte, proclamar la soberana atributo

    esencial e inenajenable de la nacin, reflejo quizs de lalucha por la primaca entre distintos cuerpos las Cortes

    y el rey, el emperador y el Congreso, el Congreso nacionaly las diputaciones provinciales, federacin y estados, ha-ca que la delegacin del poder a los rganos de gobiernofuera percibida como particularmente complicada, siem-pre aleatoria y condicional. De ah la legitimidad, a lo largodel primer siglo de vida independiente, de los pronuncia-mientos en nombre de la nacin soberana, natural, auto-suficiente, preexistente al Estado.58

    De esta manera, dos procesos similares la necesidad defundar una nueva legitimidad poltica, los esfuerzos por re-negociar los pactos coloniales, la bsqueda de un acomo-

    do entre poderes territoriales y poder nacional iban adesembocar en visiones a la vez parecidas y distintas sobreel origen y la legitimidad del poder poltico. La soberanade la Nacin, o del Pueblo, se convirti, en el Mxicoindependiente, en premisa bsica e inevitable de la vida po-ltica, base de cada constitucin, justificante de todo levan-tamiento. En Estados Unidos, la misma premisa se tradujoen una prdida de relevancia de la cuestin de la sobera-na, al disolverse el supremo poder entre los miembros delpueblo y convertirse la Constitucin en base de la resolu-cin de conflictos. La soberana de la nacin representabael hecho fundador, la fuente de legitimidad en ambos Es-tados. Pero se trataba, en el primer caso, de una soberanaradical y levantisca, en el segundo de una soberana des-

    guanzada. Cabe ahora ver cmo, en cada una de las jve-nes naciones, los grupos polticos buscaron traducir estosprincipios a instituciones y actos de gobierno.

    83ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    57 Chiapas, Guanajuato, Estado de Mxico, Oaxaca, Quertaro, SanLuis Potos, occidente, Tabasco, Jalisco, Yucatn y Zacatecas. La prime-ra ley de naturalizacin federal es de 1829.

    58ANNINO, 1999, p. 79.

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    PARA REPRESENTAR AL SOBERANO

    El gobierno representativo, ese remedio republicano a lasenfermedades ms frecuentes del gobierno republicanorepresent, en las dos nuevas naciones, el mecanismo parazanjar el inconveniente de que el Pueblo mismo se renaa legislar.59 No obstante, no quedaba claro, dentro delnuevo orden de cosas, en los mbitos tanto estatal como fe-deral en ambos casos, qu era exactamente lo que se debarepresentar.60 Las trece colonias tenan ya parte del cami-no andado, al ser considerados la representacin de los dis-tintos rdenes de la sociedad y la eleccin peridica de losrepresentantes de los Comunes, dos elementos imprescin-dibles que desde 1688 contribuan a la bondad de la Cons-titucin inglesa.

    De este modo, aunque los aos de la Revolucin y de laRepblica temprana en Estados Unidos fueron de transfor-maciones importantes, marcados por tensiones en torno alderecho al sufragio y sobre todo a las bases de la represen-tacin, reinaba un consenso en torno a muchas premisas b-sicas de la representacin moderna un hombre, un voto;la periodicidad de la eleccin; la irrelevancia de los esta-mentos, etc., y todas las colonias disponan de una expe-riencia prctica de un sistema representativo y electoral. Apesar de todo, el tema de la representacin fue quizs elms espinoso de los que se trataron en la Convencin deFiladelfia en 1787.

    En el caso mexicano, hasta 1810, la construccin de larepresentacin y la experiencia electoral se haban visto

    enmarcadas por la lgica corporativa. No obstante, los pro-cesos electorales y de gobierno representativo, consecuenciade la crisis imperial, tuvieron efectos extensos y profundos,

    84 ERIKA PANI

    59James Madison, The Federalist No. 10, en COOKE, 1961, p. 65 y Pat-terson en FARRAND, 1911, vol. I, p. 561.

    60 Para las sugerentes discusiones del concepto de representacin ysu transformacin vase, para el caso mexicano, VILA, 1998; para el ca-so estadounidense, POLE, 1966 y REID, 1989, y para el caso francs ROSAN-VALLON, 1998 y GUENIFFEY, 2001.

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    especialmente en los sectores municipal y provincial.61 Estocontribuira, como se ver, a la vez a la precocidad y radica-

    lismo de muchos elementos de los sistemas representati-vos mexicanos, as como a las incertidumbres y distanciasdentro de las propuestas discutidas y llevadas a efecto. Loque trataremos de hacer a continuacin es analizar cmose construyeron los sistemas representativos despus de laindependencia. La base de la legitimidad del nuevo sistemaera la voluntad, o por lo menos la anuencia de los goberna-dos, pero quin poda dar voz al pueblo soberano?, c-mo deba organizarse la sociedad representada?, qu eralo que deba representarse: la voluntad de los individuos,las prerrogativas de los cuerpos que conformaban a la so-ciedad, o los intereses que la movan?

    Ciudadanos

    La soberana, escriba el jefe insurgente Jos Mara More-los en 1813, dimana inmediatamente del pueblo, que sloquiere depositarla en el Supremo Congreso.62 Dentro delnuevo sistema, el voto deba representar y contener el actosoberano de los gobernados. No obstante que el corolariode la membresa en la entidad soberana fuera la igualdadante la ley de los asociados,63 en ninguna de las dos nacio-nes se plante la posibilidad de que participaran del sufra-gio todos aquellos que a ella deban someterse, si bien porlo menos John Adams fue consciente de lo resbaladizo quepoda ser exaltar el consentimiento de los gobernados co-

    mo principio medular del nuevo orden.64 Por otra parte, ya

    85ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    61ANNINO, 1995; GUERRA, 1989; GUEDEA, 1991, y VILA, 1998, pp. 292-274.

    62Jos Mara Morelos, Sentimientos de la Nacin, en MATUTE,1984,p. 224.

    63VILA, 1998, p. 12.64 Como escriba a James Sullivan, Es seguro, en teora, que el con-

    sentimiento del pueblo es el nico cimiento moral del gobierno, perohasta dnde debemos llevar este principio? Diremos que cada miem-bro de la comunidad, viejo o joven, hombre o mujer, rico o pobre, de-

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    que en ambos casos se adopt la forma republicana fede-ral, se dej en manos de las legislaturas estatales definir los

    lmites de la comunidad poltica.En Estados Unidos, nueve de los integrantes conserva-

    ron el requisito colonial de la propiedad raz.65 Pennsylva-nia y New Hampshire exigieron el pago de un impuesto. Nofue sino hasta 1789, cuando opt por exigir el pago de to-do impuesto adeudado, que Georgia consider suficientela posesin de un capital igual o superior a diez libras, o elejercicio de cualquier arte mecnica. El nuevo estado de

    Vermont, que al tiempo de la lucha contra Gran Bretaa seindependizara de Nueva York, y que por lo tanto, carecie-ra de registros fiscales y catastrales, fue el nico que no es-tableci requerimiento pecuniario alguno, requiriendo ensu lugar a los votantes que pronunciaran el juramento del

    hombre libre.66

    Entonces, parecera que las leyes electora-les estatales se inscriban antes en la continuidad que en elcambio revolucionario. Incluso los requerimientos de Mas-sachusetts, en el caso de las elecciones al Senado, eran mselevados que los coloniales.

    Sin embargo la revolucin americana marc un hito im-portante, primero porque la retrica contra la representa-cin virtual de las colonias en el Parlamento y las exigenciasde la movilizacin blica abrieron un espacio a los recla-mos de aquellos que haban estado excluidos de la franquiciaelectoral: los cambios de la era revolucionaria representa-ron, proporcionalmente, la apertura ms importante delderecho al voto en la historia de Estados Unidos.67 Por otraparte, tanto los debates en torno a las bases de la repre-

    86 ERIKA PANI

    be consentir expresamente a todo acto de legislacin?, en PANGLE, 1988,p. 115.

    65 Connecticut, Delaware (que tambin aceptaba un capital personalde cuarenta libras), Maryland, Massachusetts, Nueva York (aunque se ex-ceptuaba a quienes haban sido declarados hombres libres de las ciu-dades de Albany o Nueva York), North Carolina, Rhode Island, SouthCarolina y Virginia. Se utiliza la figura tradicional del freeholder. KEYS-SAR, 2000, apndice, grfica A.1.

    66WILLIAMSON, 1960, pp. 97-99.67WILLIAMSON, 1960, p. 116.

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    sentacin como la equiparacin, en algunos estados, delcontribuyente hombre con el votante sugieren una

    transformacin sutil del concepto de representacin. Aun-que dentro de la cultura poltica estadounidense perdurarala visin britnica de que la funcin de la representacinpoltica era, como explica John Phillip Reid, sobre todoprevenir la promulgacin de ciertas leyes,68 la idea que aesto iba aparejada de que los objetos de la representacindeban ser las prerrogativas de las distintas ramas de la le-gislatura, as como la propiedad gravable, empez a desgas-tarse ante las presiones revolucionarias.69

    De esta manera, en 1776 las pujantes poblaciones costerasdel condado de Essex en Massachusetts aseguraban que la re-presentacin, para ser justa, tena que ser igualitaria y debabasarse sobre las personas, o la propiedad, o alguna combi-

    nacin de las dos. Ms radicales, los habitantes de North-ampton protestaron contra los requisitos electorales de pro-piedad, alegando que las personas de hombres adultoscontaran, como el ganado o los bienes inmuebles, paraaumentar [el capital del estado], para despus ser desecha-dos no como villanos, sino absolutamente como bestias bru-tas.70As, la representacin empezaba a ser vista no slocomo mecanismo de equilibrio para contener al poder, o elescudo de la propiedad contra exacciones abusivas, sino co-mo una posibilidad para que todo individuo resguardara susderechos y libertades. Por esto, todo hombre que ofrecieraevidencia de su apego a y suficiente inters comn con la So-ciedad deba participar en ella.71 Si bien, durante las ltimasdcadas del siglo XVIII, la propiedad territorial segua siendo

    vista por muchos como la nica evidencia suficiente de esteapego, se abra ya la puerta a la posibilidad de sufragio paratodos los miembros responsables de la sociedad.72

    87ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    68 REID, 1989, p. 20 y RAKOVE, 1996, pp. 211-213 y 233.69 REID, 1989, pp. 19-21 y 33-42.70 Essex County convention, Ipswich, abril 25-26, 1776 y Del pueblo de

    Northampton a la Corte General, en HANDLINy HANDLIN, 1967, pp. 583-585.71 George Mason en FARRAND, 1911, vol. II, p. 203.72 Despus de 1790, los distintos estados fueron progresivamente

    eliminando los requisitos de propiedad, y ningn nuevo estado, con ex-

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    En la convencin que se reuni para formar una uninms perfecta en 1787, la cuestin de la representacin pa-

    reci muchas veces constituir un obstculo insuperable. Enprimer lugar, estaba la resistencia de los estados pequeosque pretendan conservar el esquema de un voto por esta-do establecido por los artculos de confederacin. La repre-sentacin corporativa en el Senado dara solucin a esteproblema.73 En segundo, estaban los temores del sur escla-

    vista, que se negaba a exponer su peculiar institucin a lahostilidad de un legislativo nacional dominado por estadoslibres.74Aqu, fue la ambigua relacin que para los hom-bres de la poca privaba entre la representacin poltica, elindividuo y la propiedad, la clasificacin de los esclavos co-mo un tipo especial de propiedad, el disgusto de algunosdelegados por que la representacin se basara en meros

    nmeros, y sobre todo, el abrumador inters de los fede-ralistas por consolidar al gobierno nacional, lo que permi-ti que se conciliaran los nimos y que el artculo primerode la Constitucin estableciera que

    los representantes y los impuestos directos sern proporciona-les [] a los nmeros de cada estado, que se determinarn su-mando al nmero entero de personas libres [] excluyendo alos indios que no pagan impuestos, las tres quintas partes detodas las otras personas.

    Siguiendo una aritmtica de dudosa solidez matemtica,pero indudable conveniencia poltica, los esclavos seranentonces contabilizados para efectos de la representacin

    poltica, asegurando as el predominio del sur dentro delcongreso nacional. En palabras de James Wilson, esta solu-cin no tena lgica alguna, pero a todas las dificultades[] deba sobreponerse la necesidad del acuerdo.75

    88 ERIKA PANI

    cepcin de Tennessee, lo urgi para la poblacin blanca. Para 1830, s-lo Virginia y Rhode Island lo conservaban. KEYSSAR, 2000, grfica A.2.

    73Vase ZAGARRI, 1987.74 FINKELMAN, 1987.75 FARRAND, 1911, vol. I, p. 587.

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    Los estados mexicanos tambin recuperaron el pasadoal definir quin poda hablar por la soberana, pero se tra-

    taba en su caso de una experiencia mucho ms reciente. Se-gn las primeras constituciones estatales, promulgadasentre 1824-1828, el ciudadano era varn, idealmente erapadre de familia once estados reconocan la ciudadanaa los casados, aunque no hubieran cumplido la edad re-glamentaria76 y tena domicilio y empleo, profesin omodo de vivir conocidos. Las constituciones estatales re-cogan as el legado de una constitucin fraguada para unimperio transatlntico, presa de una gravsima crisis militar

    y de legitimidad, y con enorme necesidad de afianzar y mo-vilizar las lealtades de sus sbditos. De ah la primaca de lolocal y la centralidad del principio de notoriedad, as comola apertura del estatus de ciudadano.

    La Constitucin de Apatzingn, promulgada en 1814 yde aplicacin fragmentada, no exclua de la ciudadana,sino a aquellos culpables del crimen de hereja, apostasa

    y lesa nacin. Durante el proceso constituyente despus dela independencia, los estados elaboraron catlogos ms ex-tensos y sofisticados para pintar el retrato del buen ciuda-dano. Todos excluan a aquellos cuya incapacidad fsica omoral judicialmente determinada les impeda ejercersus derechos, a los criminales sentenciados por penas aflic-tivas e infamantes, y a los deudores quebrados, fraudulen-tos o a los caudales pblicos. Once estados negaban la vozactiva y pasiva a aquellos sirvientes domsticos que sirvierandirectamente a la persona, y Quertaro les prohiba la fa-cultad de elegir, pero no la de ser electos.77 Si lo que con

    esta medida se pretenda asegurar era la independencia dejuicio del elector, sorprende que slo los estados de M-xico, occidente y Quertaro negaran derechos polticos alos eclesisticos regulares. La mayora de los estados esta-blecieron como requisito para votar y ser votado saber leer

    89ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    76 Chiapas, Chihuahua, Coahuila y Tejas, Guanajuato, Nuevo Len,Oaxaca, occidente, San Luis Potos, Tabasco, Tamaulipas y Yucatn.

    77 Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Estado de Mxico, Mi-choacn, Oaxaca, occidente, Tabasco, Veracruz y Yucatn.

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    y escribir, pero posponan la aplicacin de ste a tiemposposteriores entre 1835 (Chiapas y Yucatn) y 1850 (oc-

    cidente), cuando la bondad del sistema republicanohubiera permitido a las luces del siglo extenderse entre lapoblacin.78

    Por otra parte, los estados de Chiapas y Durango suspen-dan los derechos ciudadanos por conducta notoriamente

    viciada; Chihuahua y el estado de occidente por ingrati-tud de los hijos a los padres y por la arbitraria y punibleseparacin del casado de la legtima consorte, notoria y sinlas formalidades de derecho; Guanajuato y Michoacn alos ebrios consuetudinarios y a los jugadores de profe-sin; el Estado de Mxico a los vagos y malentretenidos;los estados de occidente y Zacatecas a los que tuvieran lacostumbre de andar vergonzosamente desnudos. A dife-

    rencia, slo seis estados castigaban la venta del voto propioo la compra del ajeno con la prdida o suspensin de losderechos polticos. La Constitucin de San Luis Potos erala nica que mencionaba que los delitos pblicos de lesa-majestad divina o de lesa-nacin deban sancionarse de lamisma manera. Slo Oaxaca y Yucatn exigan la inscrip-cin en la milicia y el primero tambin el registro en elcatlogo de ciudadanos que deba mantener cada ayun-tamiento, mientras que la negativa de prestar apoyo a lasautoridades no afectaba los derechos ciudadanos ms queen los estados de occidente y Veracruz. Nuevo Len fue elnico que decret que a su tiempo el Congreso estable-cera una cuota mnima de contribucin para determinarquines deban gozar de las voces activa y pasiva.

    As, para los primeros constituyentes mexicanos, a diferen-cia de sus vecinos del norte, la comunidad poltica no debaestructurarse en torno a la propiedad o a la escala de ingre-sos, ni siquiera sobre la participacin contable en lo pbli-

    90 ERIKA PANI

    78 Slo Coahuila y Tejas, el Estado de Mxico y San Luis Potos no es-tablecan este requisito. Chiapas lo aplicara en 1835, pero slo a aque-llos nacidos despus de 1815, Veracruz en 1836 a aquellos nacidos de1816 en adelante, y Tamaulipas en 1840 a quienes entraran al goce de losderechos ciudadanos.

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    co mediante las contribuciones al fisco, o sea en torno a laspruebas del inters y compromiso con la sociedad de que era

    miembro.79 Tampoco sobre la ilustracin, o por lo menos noen ese primer momento, ni sobre lo que hoy considerara-mos ser virtudes cvicas como la entrega y el patriotismo. Elbuen ciudadano era el buen hombre, el padre de familiaslido y solvente, conocido como tal por los miembros desu comunidad. Mientras que en Estados Unidos slo Caroli-na del Sur exiga del elector que jurara reconocer la existen-cia de un Dios, y creer en un futuro estado de recompensas

    y castigos, todos los estados mexicanos establecieron la cat-lica como religin exclusiva. En 1826 un folleto mexicano po-da afirmar que no [caba] duda que el buen catlico es in-mejorable ciudadano.80 No obstante, todas las elecciones enMxico seran indirectas, con distintos requisitos, sobre todo

    de propiedad, para cada uno de los campos de eleccin.Entonces, la comunidad ciudadana no reuna a individuosiguales: casi todos podan participar en el proceso, pero la

    voz de unos pesaba ms que la de otros.

    Cuerpos

    La organizacin de la representacin y de las eleccionestambin mostr un reto para los constructores del Estadomoderno en Estados Unidos y en Mxico. Reflejaba tan-to un problema de poltica prctica como las formas en quese pensaba la sociedad. Ambas culturas polticas heredabanun esquema estamental de representacin, si bien uno go-

    91ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    79 Incluso, en 1824, el diputado Gonzlez Angulo afirmaba que alconstituir un pueblo no deben hacerse asociaciones de cosas, sino depersonas, y dar una representacin por propiedades es hacer una repre-sentacin de cosas. Actas, 1980, t. IX, p. 613.

    80 KEYSSAR, 2000, grfica A.1. No obstante, algunos estados impusieronexigencias religiosas a los oficiales del gobierno estatal, ya fuera la reli-gin protestante (New Hampshire), ya no negar la verdad de esta re-ligin (North Carolina), ya la creencia en un Dios nico, en su Hijo y enel Espritu Santo (Delaware), ya en un Dios que premia a los buenos ycastiga a los malos (Pennsylvania y Vermont); Regalo, 1826, p. 3.

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    zaba de gran vigencia y dinamismo, y el otro haba cado endesuso: un parlamento compuesto por representantes de

    la nobleza espiritual y temporal y de los comunes; unasCortes a las que acudan los delegados de la nobleza, del cle-ro y de las ciudades que gozaban de ese privilegio. En amboscasos, a pesar de que la igualdad fuera uno de los trmi-nos clave del lxico revolucionario, pervivieron, infundidasde nuevos significados, muchas estructuras del rgimen re-presentativo estamental.

    De esta forma en Estados Unidos, todos los estados, con laexcepcin de Pennsylvania y Georgia, cuyas asambleas colo-niales haban sido unicamerales, conservaron la divisin dellegislativo en una cmara alta y una baja, aunque en todos loscasos ambas fueran electas directamente por la poblacin engeneral.81 Fue, quizs, John Adams quien articul la mejor

    defensa de la divisin de los cuerpos representativos, una vezque un gobierno mixto, dentro del cual estuvieran repre-sentadas las prerrogativas de los distintos cuerpos o esta-mentos de la sociedad, se volviera irrelevante. Ante la conde-na del economista y publicista francs Anne-Robert-JacquesTurgot, que pensaba que en una repblica fundada sobre laigualdad de los ciudadanos eran intiles las rdenes y elequilibrio encarnados por las dos cmaras, el embajador es-tadounidense en Pars replicara que mientras que la natu-raleza humana entretuviera la imaginacin y las pasiones,la soberana de una asamblea popular nica era de todas lasformas de gobierno posibles [] la mejor calculada para fa-cilitar la gratificacin del amor propio y la persecucin del in-ters privado de algunos individuos. Para prevenir que los

    cuerpos representativos aminoraran o invadieran las liberta-des pblicas y los derechos individuales, haba que dividir allegislativo en dos cmaras, que mutuamente se refrenaran ybalancearan, y haba que mantener todo poder ejecutivo fue-ra de sus manos.82

    92 ERIKA PANI

    81 POLE, 1966, pp. 214-226; Pennsylvania adoptara un senado con laConstitucin de 1790, Georgia con la de 1789.

    82John Adams, A Defense of the Constitution of Government of theUnited States of America against the attack of M. Turgot, in his letter toDr. price, dated the 22 of March 1778, en J. ADAMS, 1954, pp.105-163.

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    En Mxico, bajo el imperio de Iturbide, la discusin entorno a la creacin de un Senado, propuesta por una regen-

    cia preocupada de que el Congreso halagado por el poderabsoluto [era] muy probable que trate de retenerlo y opri-mir al pueblo bajo formas democrticas, caus tal resque-mor que se determin que el Congreso no se dividira, sinohasta despus de la eleccin, y entonces en dos cmarasiguales, lo que no hizo, por no estamentar a la nacin.83Una vez promulgada la repblica, slo cuatro estados Du-rango, Oaxaca, Veracruz y Jalisco optaron por erigir unasegunda cmara legislativa, afirmando Chiapas por otraparte que de variar su condicin de pobreza, tambin ellalo hara. No obstante, en ambos pases, independientemen-te del debate en torno a la necesidad de una segunda ins-tancia que templara los impulsos y pasiones de la cmara

    baja, el congreso federal se dividi en dos cmaras: la C-mara de Diputados, cuya base era la poblacin, y el Sena-do, en donde se protegan los intereses corporativos de losestados, pues como expresaba el voto particular de Servan-do Teresa de Mier en mayo de 1823, haba de reconocerse

    La igualdad poltica de las provincias entre s, pues as comoun hombre, por ms que sea ms rico, ms ilustre ms grandeque otro, no deja de ser igual a otro que no tiene estas cuali-dades; as tambin, aunque aparezcan semejantes diferenciasentre pueblo y pueblo y entre provincia y provincia, deben serpolticamente iguales.84

    De esta manera, la mayora de los constituyentes esta-

    dounidenses consider que una sociedad de iguales se re-presentaba mejor con un legislativo dividido, mientras quesus colegas mexicanos optaron, casi todos, por representar

    93ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    83 Indicacin, 1821, p. 3 y ANNA, 1991, pp. 63-66.84 Voto particular del Dr. Mier, en Repblica, 1979, p. 199. Mucha

    de la folletera de 1822-1823 hace hincapi sobre la importancia de laequidad y justicia natural o de la igualdad legal que de las mismas se de-riva, que equipara, a veces de forma contradictoria, a la igualdad entreprovincias. Vanse Instruccin, 1822, cita p. 2; Representacin, 1823, y Re-pblica, 1823, entre otros.

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    a la soberana una e indivisible en una sola cmara. Por otraparte, de ambos lados de la frontera, las antiguas colonias

    y provincias insistieron en que no eran meras convencionesgeogrficas, o signos del Zodiaco que no existen en la na-turaleza, sino cuerpos reales, naturales, con interesesmonolticos, derechos y privilegios propios. Dentro del Con-greso federal, el Senado pretenda dar cabida precisamentea estos derechos e intereses. As, el venerable gobiernomixto que haban exaltado los filsofos dieciochescos comoMontesquieu para equilibrar los distintos componentes dela sociedad empezaba a adquirir un nuevo sentido.

    Los dilemas en torno a cmo estructurar la prctica elec-toral, a cul deba ser la base de la representacin, sera otrade las preocupaciones de los artfices del nuevo orden. EnEstados Unidos fueron los conflictos en torno a esto, y no al

    acceso al sufragio, los que por generaciones provocaranmayores dolores de cabeza a los legisladores estatales, enNueva Inglaterra por los reclamos de las poblaciones msdensamente pobladas, costeras o industriales; en el resto delos estados por la subrepresentacin de las nuevas regionesde poblacin en el oeste. Rosemarie Zagarri ha argido quecon la Revolucin, los estadounidenses empezaron a pensarla representacin en trminos espaciales y demogrficos.85No obstante, en 1778 slo Nueva York, Pennsylvania y Caro-lina del Sur establecieron en sus primeras constituciones elnmero de habitantes como base de la representacin.86 To-dos los dems estados mantuvieron al condado o al pueblo(township) como clula bsica del sistema representativo.87

    94 ERIKA PANI

    85 ZAGARRI, 1987, p. 4.86Y esto con ciertos bemoles: Nueva York estableca un nmero fijo

    para su asamblea, con un nmero fijo de representantes para cada con-dado, y decretaba un censo cada siete aos para actualizar la represen-tacin, con cinco representantes por cada setentava parte de lapoblacin; Pennsylvania tambin pospona este esquema representati-vo a que todas las ciudades y condados entregaran una lista de contribu-yentes, y Carolina del Sur propona un sistema mixto que tomara encuenta la fuerza (el nmero de habitantes blancos) y la cantidad depropiedad gravable de cada condado.

    87 Condados: Delaware, Georgia, Maryland, Nueva Jersey, Carolina

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    Se oponan a una representacin enteramente segnlos nmeros los intereses de las oligarquas locales y el in-

    ters corporativo de los pequeos pueblos.88 Fueron qui-zs las poblaciones del valle de Connecticut quienes conms insistencia procuraron defender el esquema tradicio-nal. Los cuerpos polticos eran inmortales, y todo pueblo,por chico que fuera, tena derechos, libertades y derechosparticulares, y a los que est tan apegado como cualquierotro. Por lo tanto, toda poblacin, independientementede su tamao, estaba justa y suficientemente representa-da por un hombre.89 No obstante, por lo menos algunosintentaron empatar la visin tradicional del orgnico cuer-po poltico con preocupaciones novedosas, como era larepresentacin de intereses. Segn el autor de un panfletopopular, Dios haba formado la tierra con iguales venta-

    jas. Por esto, las reuniones de hombres eran propias unaspara la agricultura, otras para el comercio, otras para la pro-duccin de un mismo bien. Sus habitantes estaban enconstante comunicacin, y por lo tanto compartan un in-ters, bastndoles para defenderlo, dentro de la legislatu-ra estatal, un solo representante.90

    Tanto en la estructura de los cuerpos representativoscomo de la geografa electoral, en los estados estadouni-denses imperaron prcticas arraigadas, aunque no pocas

    veces se las dot de nuevas funciones. Los estados mexica-nos, en este aspecto, se movieron con ms libertad. Doce

    95ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    del Norte, Virginia; Pennsylvania y Nueva York, hasta la realizacin delcenso. Pueblos: Carolina del Sur (1776-1778), Connecticut, Massachus-

    etts, New Hampshire y Vermont.88 Lo primero es especialmente cierto de Virginia, POLE, 1966, pp.281-338.

    89 Bellingham, Chesterfield, en HANDLIN y HANDLIN, 1967, pp. 161y 226.

    90 People, 1891, p. 657. Esta visin parece no alejarse mucho de larealidad de muchas de estas pequeas poblaciones. De las poco ms detrescientas respuestas que recabara la Corte General de Massachusettssobre la Constitucin de 1778, por lo menos 84 eran unnimes, habien-do rechazado o aceptado el texto sin un solo voto de disenso. Muchosotros pueblos haban mandado respuestas con un solo voto en contra.HANDLINy HANDLIN, 1967, pp. 202-323.

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    establecieron a la poblacin como base de la eleccin, conrangos que oscilaban entre diez mil y ochenta mil habitan-

    tes por cada diputado. Durango, Guanajuato, occidente yJalisco determinaron un nmero fijo de representantes, pe-ro este ltimo proyect pasar a una base numrica a partirde 1834. Tabasco determin que tendra un representantepor cada ayuntamiento de partido, mientras que Tamau-lipas y Zacatecas conservaron la geografa electoral del im-perio, a razn de un diputado por partido.91

    No obstante este rasgo de modernidad, y quizs debidoa la visin monoltica de la soberana que imperaba, no erafcil jerarquizar autoridades, distinguiendo, entre los cuer-pos representativos congresos, ayuntamientos, y juntaselectorales al que representaba el interlocutor privilegia-do de los ciudadanos. Por ejemplo, mientras que en Estados

    Unidos slo Nueva York y Massachusetts sometan la elec-cin del poder ejecutivo a los electores en general, repre-sentando en los otros estados la legislatura el engranajecentral del gobierno, como fuente de los dems poderes,92los estados mexicanos discurrieron por caminos distintos:siete legislaturas estatales elegan al ejecutivo, aunque la deMichoacn tena que atenerse a la terna propuesta por la

    junta electoral del estado. En Nuevo Len, San Luis Poto-s y Zacatecas, los ayuntamientos nombraban al goberna-dor, mientras que en el resto de los estados lo hacan las

    juntas electorales. El caso de Tlaxcala en 1824, en que al-gunos ayuntamientos protestaron la ereccin de la provin-cia en estado, y la perplejidad de los diputados federales,

    96 ERIKA PANI

    91 Utilizar esta divisin administrativa, producto de las necesidades dedefensa de la Nueva Espaa borbnica, para fines electorales, tuvo re-sultados desastrosos durante el primer imperio. Las Provincias Internasde Oriente (Nuevo Len, Nuevo Santander, Texas y Coahuila) tenanun representante cada una, Guanajuato con sus 400 000 habitantes, sie-te, y Durango, con 200 000 habitantes, 23. ANNA, 1991, pp. 63-66.

    92 Esto refleja quizs tambin la desconfianza que despertaba el eje-cutivo como antiguo representante de la corona, y siempre proclive a latirana. El pueblo de Stoughton afirmaba no querer otro gobernadorque el Gobernador del Universo, y bajo l, unos Estados Generales, enHANDLINy HANDLIN, 1967, p. 112.

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    que no saban si hacer caso a la diputacin provincial, con-sultar a la junta electoral, o escuchar a la mayora muy de-

    cidida de los ayuntamientos, ilustra las incertidumbres deun sistema en que todas las instancias electas reclamabanser portavoz exclusivo de la voluntad general.93

    Intereses

    Como se ha visto, establecer mecanismos de representacinen las dos nuevas naciones americanas signific lidiar conformas enfrentadas y cambiantes de imaginar el espaciopoltico, los objetos de gobierno y de representacin, y en-carar la resistencia de intereses corporativos viejos lospueblos neoingleses y los condados y nuevos los ayun-

    tamientos, las diputaciones provinciales y las legislaturasestatales.94Asimismo, las complejas visiones en torno a lasoberana tambin iban a moldear las formas en que se po-da representar. Gordon Wood ha sugerido que, con lostumultos revolucionarios vino un vuelco, o por lo menos untraslape, en la concepcin de lo que los representantesdeban encarnar y defender. En manos no de los padresfundadores, sino de sus opositores, los antifederalistas, seconsolidara y legitimara la representacin de los inte-reses dentro del legislativo, base del mundo poltico ymoral estadounidense: el universo liberal, democrtico,comercialmente avanzado de las bsquedas individuales dela felicidad.95

    Podra decirse que la concepcin britnica de la repre-

    sentacin, como mecanismo para la proteccin de la pro-piedad, no era totalmente ajena a la nocin de inters. En

    97ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    93 Actas, 1980, t. IX, pp. 365-382.94 Puede sorprender que se describa a los pueblos y condados esta-

    dounidenses como corporaciones. Si bien es cierto que es absurdoequipararlos con las organizaciones corporativas de la sociedad novohis-pana de antiguo rgimen, cabe hacer notar que para muchos hombresde la poca representaron cuerpos, con un inters comn, y que as de-ban ser representados. POLE, 1966, pp. 314-338.

    95WOOD, 1987, cita p. 70.

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    palabras del abogado lord Abingden, que se ufanaba deque en el Parlamento estaba representada hasta la ltima

    brizna de pasto sobre la cual se pagaban impuestos: sonlos intereses de la tierra sobre la cual crece el pasto y no losdueos del pasto, los que son objeto de la representacin.96Entre los estadounidenses, la retrica contra la represen-tacin virtual, que termin por promover un localismoacendrado, y el escepticismo ante la naturaleza humana deciertos revolucionarios como Noah Webster y John Adamshicieron mucho por colocar la salvaguarda de los interesesde los distintos grupos de la sociedad y no slo la promo-cin del inters general como una de las funcionesprioritarias de la representacin, y por convertir el inte-rs individual en un mecanismo para asegurar el buen fun-cionamiento del gobierno.97 En opinin del gran poltico

    de Massachusetts, La razn, la justicia y la equidad nuncatuvieron peso suficiente sobre la faz de la tierra para regirlas asambleas de los hombres. Slo el inters lo hace, y s-lo se puede confiar en el inters.98

    As, los hombres pblicos estadounidenses considera-ron, en palabras de James Madison, que era tan polticocomo justo que los intereses y derechos de todas las clases[estuvieran] debidamente representados y [fueran] com-prendidos dentro de los consejos pblicos.99 En 1787 laaceptacin, ya que no la sacralizacin del papel del intersprivado dentro de lo pblico, hizo de ste un instrumentotil para combatir ciertos intereses corporativos. Era ridcu-lo, alegaba Benjamn Franklin, que los estados se sintieranagredidos por una federacin que gobernaba directamen-

    te a ciudadanos: el inters de un Estado se [compona] delos intereses de sus miembros individuales. Si no se [hera]a estos, no se [hera] al Estado.100 Se trataba, adems, de

    98 ERIKA PANI

    096 Citado en REID, 1989, p. 32.097 POLE, 1966, pp. 63-75 y 339-344; REID, 1989, pp. 82-105 y 133-136,

    y [WEBSTER], 1888.098 Citado en REID, 1989, p. 45.099 En FARRAND, 1911, vol. II, p. 123.100 En FARRAND, 1911, vol. I, p. 201.

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    una concepcin dinmica de las formas en que se organi-zaban la sociedad y los intereses. No se deba ya, escribira

    unos aos ms tarde Thomas Paine, pensar a la nacin co-mo un cuerpo humano, sino como un crculo, con un cen-tro comn [] formado por la representacin.101 Por otraparte, una representacin actual de cada clase por perso-nas de la misma clase no era ni posible ni deseable. A losartesanos y trabajadores les convena ms elegir a co-merciantes, cuya mayor influencia y peso les permitiradefender mejor los intereses de las manufacturas y el co-mercio.102

    Para los hombres pblicos mexicanos, el lugar que de-ban tener de los intereses dentro de la representacin po-ltica parece haber sido ms incierto. Por otro lado, lanaturaleza de la experiencia novohispana en torno a la re-

    presentacin o la falta de la misma parece haber abier-to un espectro ms amplio de posibilidades, sobre tododurante el interludio imperial. Durante la invasin napo-lenica, la convocatoria a Cortes haba roto con la eleccinpor brazos, con los privilegios de representacin y conla primaca de las ciudades cabeceras.103As, se estableciun sufragio masculino muy amplio, armado localmente,

    y un sistema de elecciones indirectas. En 1821, aunque losTratados de Crdoba establecieron que se respetara laConstitucin de Cdiz en todo lo que no contradijera la in-dependencia, algunos miembros del nuevo gobierno sepreguntaron si los principios liberales de la Constitucinespaola [] no seran susceptibles de combinaciones msfelices [] sin alterar las bases primordiales y eternas de

    que fueron deducidos.104As, Agustn de Iturbide propuso, como cualquier par-ticular interesado en el bien pblico, un esquema de repre-sentacin por clases, ya que en ellas estaba distribuido el

    99ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    101 The Rights of Man[1791-1792], citado en ZAGARRI, 1987, p. 26.102 Alexander Hamilton, The Federalist No. 35, en COOKE, 1961,

    p. 219.103VILA, 1998, pp. 133-184.104 Indicacin, 1821, p. 1.

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    Pueblo, y a ellas se reduca todo l. Como para fijar el n-mero de diputados por clase, deba atenderse no tanto a lo

    ms o menos numeroso de ella, cuanto a la influencia quetenga en el estado, el inters que tome por su felicidad, y eltalento y probidad que necesiten para acertar, el futuro em-perador propona que la representacin nacional se compu-siera de dieciocho eclesisticos, diez labradores, diezmineros, diez artesanos y diez comerciantes, nueve militares,

    veinticuatro empleados, dieciocho literatos, dos ttulos delimperio y nueve representantes del pueblo.105 Por su parte,la Regencia aduca procurar para la nacin el verdadero li-beralismo, sugera, como se ha mencionado, la creacin deuna cmara alta y reconoca la necesidad de contener todopoder dividindolo. En la primera sala sesionaran entredoce y quince eclesisticos, y el mismo nmero de militares,

    un procurador por cada uno de los ayuntamientos y un apo-derado de cada Audiencia. Se excluira de la segunda a es-tas clases, y el pueblo elegira directamente un diputado porcada 50000 almas, as se eliminaran las opresivas trabas delas elecciones consecutivas, que destruyen la sensible rela-cin entre el pueblo y los elegidos.106

    Tras el derrumbe del imperio, en 1823, Francisco Seve-ro Maldonado, antiguo abogado de la audiencia de Guada-lajara, aseguraba que para que el cuerpo poltico estuvieraestrechamente unido y bien ordenado y quedaran per-fectamente bien conciliados los intereses de todos los indi-

    viduos [] aun los de las clases que parecen entre s msopuestas e irreconciliables, haba que clasificar a los in-dividuos en corporaciones poltico-militares que reunieran

    a los que compartan un mismo modo de vivir: labradores,mineros, mercaderes, artesanos y aquellos que por su pobre-za deban prestar servicio en las casas.107 Estas propuestaspueden ser vistas como resabios de un universo mental cor-porativo tradicional. La propuesta de la Regencia se refe-ra a ayuntamientos y audiencias. La de Iturbide inclua

    100 ERIKA PANI

    105 ITURBIDE, 1821, pp. 1-2.106 Indicacin, 1821, pp. 2-3.107 [MALDONADO], 1823, pp. 1-2.

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    tambin una serie de dispositivos para la eleccin de los re-presentantes, basados en mecanismos corporativos: los

    cabildos catedralicios, las diputaciones de minera, los Es-tados Mayores del ejrcito, los consulados de comerciantes,la Universidad, los Colegios de Abogados de Mxico y Gua-dalajara elegiran cada uno sus representantes.108

    Sin embargo, se incluye en las propuestas una serie declases que no tenan identidad corporativa alguna bajoel antiguo rgimen: los labradores, los empleados, losartesanos en general no los gremios, los sirvientescasi siempre excluidos del sufragio, de Cdiz en adelan-te.109 Esto sugiere que, por un lado, los autores de estas for-mas alternativas de imaginar la representacin poltica seresistan a pensar al Pueblo como una masa multitudina-ria de individuos indiferenciados. A esta aterradora imagen

    de hecho probablemente ajena a su imaginario contra-ponan la de un pueblo organizado, estructurado en gruposfcilmente identificables. Por otro lado, se trataba de re-presentar aquellos intereses cuya salvaguarda y progresoharan la felicidad del nuevo estado, y que haba que pro-teger contra la abusiva imposicin de uno solo. En palabrasde un folleto dirigido a un pblico popular: La Nacin secompone de distintas clases; stas dependen de diversos

    y opuestos intereses, que es lo que hace la necesidad deleyes. El objetivo de estas leyes era procurar a la nacin to-dos los bienes posibles, y [precaver] todos los males.110Entonces, se trataba de contraponer y balancear intereses

    y prerrogativas distintas. As, sus conclusiones no eran muydistintas a las del tan aplaudido Federalista nm. 10.

    Sin embargo, la aplicacin del sistema fue problemti-ca.111 El reglamento se basaba en un retrato esttico de lasociedad que no corresponda a su realidad. As, la JuntaProvisional Gubernativa no supo que hacer con la eleccinpor la provincia de Mxico de dos magistrados, Jos Mara

    101ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    108 ITURBIDE, 1821, pp. 2-3.109VILA, 1999.110 [J. M. R.], 1821, p. 3.111Vase ANNA, 1991, pp. 62-69.

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    Fagoaga e Hiplito Odoardo, si bien el primero haba sidoelecto como minero. Dejaron pasar sta y otras irregula-

    ridades porque muchas nulidades [] embarazaran alcongreso.112 En Puebla, la controversia que gener la elec-cin, por la clase de artesanos, de Francisco Puig, dueodel obraje del Parin, puso de manifiesto lo contencioso deeste esquema hbrido de representacin, dentro del cual setraslapaban imaginarios diversos y enfrentaban interesesen desigualdad de condiciones. La eleccin provoc la pro-testa de unos zapateros y tejedores, que considerabaninaceptable ser representados en el Congreso por un gachu-pn, rico, comerciante que no saba an cardar un cadejode lana. Esto rompa con el espritu de la convocatoria,que al llamar a un Artesano [esperaba] un pobre, destitui-do de recursos, sin Teologa, jurisprudencia, pericia militar,

    derecho pblico ni otras ciencias. Era adems bien sabidoque las bien organizadas Naciones cultas componen susrepblicas en primer lugar el cuerpo de la Nobleza, en se-gundo el Eclesistico, en tercero el Militar, en cuarto los Ar-tesanos [] y tras nosotros los dems.113 Puig renunciante estas protestas. Los defensores de Puig, aparentemen-te ligados a las autoridades polticas de la ciudad, alegaronen un par de folletos que se distribuyeron gratuitamenteque un comerciante era el representante idneo del arte-sanado, pues la necesidad de que sus intereses no peligrenen la negociacin, hace preciso discurrir y formar ideas pa-ra el florecimiento de la produccin artesanal. Puig eraamable con los criollos, y se haba reunido con los gre-mios para recabar la informacin que le haca falta. Sobre

    todo, en el Congreso no se iba a tratar del modo de hacerfrazadas o botas, sino de arreglar las artes y hacerlas pros-perar con utilidad de sus profesores y beneficio del pbli-co.114 Finalmente, Puig decidi aceptar el cargo.

    102 ERIKA PANI

    112 Actas, 1980, t. I, pp. 340-342.113 El reglamento estableca que votaran, siguiendo el modelo gadi-

    tano, todos los maestros con casa abierta, pero no especificaba que elelecto tena que pertenecer a esta clase. Para estos, 1822, pp. 1-2.

    114 R. H., 1822, p. 2 y Satisfaccin, 1822, p. 2, firmado por los maestrosde tejedura, zapatera, herrera, carpintera, carrocera y sombrerera.

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    En trminos ms generales, las crticas medulares al es-quema de representacin del primer imperio se centraron

    en su elitismo y, sobre todo, en el hecho de que se esta-ban representando intereses encontrados. De este modo,un pilguanejo se quejaba de que los eclesisticos tuvierandieciocho representantes y el pueblo la mitad: Es decir,que a nosotros los pobres, que nos muerda un perro, cuan-do hasta en la Vinatera se saba que en el nombre ge-neral del pueblo entran todos, hasta el Arzobispo y elmismsimo Sr. Iturbide.115 Era la plebe quien cargabacon las cargas del Estado que al Estado se le antoja echar-le a cuestas, y por lo tanto, era la parte ms preciosa delpueblo, y la que deba representarse con preferencia.116Por otra parte, alegara en el seno de la Junta ProvisionalFrancisco Manuel Snchez de Tagle, era insostenible que

    Mxico buscara ir en sentido contrario de la poltica moder-na que en Europa intentaba sobreponerse a los restos defeudalismo [ uniformando] los intereses de todos losmiembros de la sociedad, para que [] conspiren todos alcomn beneficio. Los estamentos, como los que proponael presidente de la Regencia, eran los planteles del egosmo,tan enemigos de la felicidad comn, pues sus representan-tes se [hacan] un deber de llevar adelante el espritu decuerpo y de sacarlo avante, aun en contra de la razn y la

    justicia.117 Tras el derrumbe del imperio, los polticos me-xicanos, salvo algunas excepciones 1846, 1865 para lacomisin de Hacienda del imperio de Maximiliano, no

    volvieron a optar por una representacin funcional.

    CONCLUSIONES

    Al surgir Mxico y Estados Unidos como naciones indepen-dientes, los esfuerzos por fincar una nueva legitimidad po-

    103ESTADOS UNIDOS, 1776-1787 - MXICO, 1808-1828

    115 Crtica, 1821, p. 3.116 Tribuno, 1821, pp. 1-2.117 Documentos histricos. Algunas ligeras reflexiones, 1821, en

    El Monitor Republicano(8 mayo 1846). El nfasis est en el original.

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    ltica desembocaron en una transicin difcil y movedizahacia un sistema de gobierno representativo. Aunque para

    el antiguo virreinato espaol se tratara de una ruptura msprofunda, y de ah quizs que la clase poltica mexicana semoviera con mayor incertidumbre, la construccin delnuevo sistema fue, en ambos casos, profundamente conten-ciosa. Viejas y nuevas concepciones de la soberana, de loque deba ser la relacin entre gobernantes y gobernados,de las formas en que se estructuraba la sociedad, complica-ban las maneras de pensar la representacin poltica, y deinstrumentar los mecanismos para llevarlas a la prctica.

    De este modo, hemos tratado de esbozar aqu los proble-mas a los cuales se enfrentaron los hombres que intentaronconstruir un rgimen de gobierno viable sobre la premisade la soberana de la nacin, y las respuestas que dieron a

    las trascendentes preguntas de quines y cmo podan ha-blar por ella. En ambas naciones, la amplitud del sufragio,la transformacin de una parte importante de la poblacinmasculina y, en el caso de Estados Unidos, blanca, enciudadanos, todos titulares del supremo poder, reflejabalas exigencias de una guerra civil de independencia en quefue encarnizada la lucha por empujar a los hombres comu-nes y corrientes a sacrificar sangre y caudal por la causa. Lamayora en Estados Unidos mantuvo en su legislacin elec-toral el ideal del ciudadano libre e independiente, dueode un pedazo del amado suelo patrio, pero la Revolucinampli de manera importante el acceso al sufragio. A su

    vez, los mexicanos estructuraron la comunidad poltica lo-calmente, alrededor del hombre bueno, conocido como

    tal por sus vecinos, manteniendo, a travs de las eleccionesindirectas, las jerarquas sociales.Por otra parte, el debate en torno a la forma de organizar

    a estos ciudadanos para su representacin, para establecerqu era lo que se deba representar, fue ms espinoso. La di-mensin regional, dada la existencia de centros de poder te-rritorial consolidados y organizados segn el nuevo esquema,lo iba a intrincar an ms. Aqu, los estados norteamericanosconservaron un sistema arraigado de representacin de en-tidades corporativas geogrfico-administrativas, los pueblos

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    y los condados, mientras que los mexicanos, en su mayora,establecieron como base de la representacin al verdadero

    objeto de gobierno, la poblacin. Los estadouniden