Ernest Mandel - Rosa Luxemburgo y La Socialdemocracia Alemana

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    Rosa Luxemburgoy la socialdemocracia alemana

    ERNEST MANDEL

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    Escrito en marzo de 1971.

    Traduccin tomada de Marxists Internet Archive,

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    l lugar que ocupa Rosa Luxemburg en la historia del movimiento

    obrero revolucionario est an por precisar. Desde que empez ladecadencia del monolitismo staliniano hay, prcticamente,unanimidad en cuanto a subrayar sus mritos; pero a menudo se aade,acto seguido, que pertenece al mundo de antes de 19141. De hecho, losclasificadores se sienten tanto ms incmodos cuanto que abordan lahistoria del movimiento obrero valindose de criterios esencialmentesubjetivos. A partir de ah, los mritos de Rosa se dispersan y, segn lasinclinaciones del autor de turno, recaen en el hecho de que Rosa pusiera aldesnudo las races del imperialismo, en su defensa sin compromiso delmarxismo contra el revisionismo bernsteiniano, en su adhesin a losprincipios de accin y de espontaneidad de las masas, o, incluso, en la

    defensa de los principios de la democracia obrera contra los excesosbolcheviques.La dificultad desaparece cuando se aborda la historia del movimiento

    obrero con criterios objetivos, aplicando al propio marxismo la regla de orodel materialismo histrico: en ltimo anlisis, es la existencia material laque explica la conciencia y no a la inversa. Es a partir de la transformacinde la realidad social que deben ser interpretados los cambios producidos enel pensamiento del movimiento obrero internacional, incluyendo lassucesivas interpretaciones, enriquecedoras o empobrecedoras, delmarxismo. En este marco, el papel de Rosa en la evolucin del movimientoobrero de antes de 1914, o incluso de antes de 1919, en vez de parecer

    disperso y fragmentario, recobra su unidad. Tan slo valindonos de este1

    Este es, en particular, el juicio de J. P. Nettl, autor de la biografa de Rosa msamplia hasta la fecha (J. P. Nettl, Rosa Luxemburg, Ed. Era, Mxico). Nettlcombina una enorme compilacin de detalles y un discernimiento a menudoimpresionante en puntos parciales con una falta de comprensin casi total de losproblemas de conjunto de la estrategia obrera, del movimiento de masas y de lasperspectivas revolucionarias, es decir, precisamente, de los problemas quedominaron la vida y las preocupaciones de Rosa.

    mtodo se nos muestra plenamente la importancia clave de la actividad y dela obra de Rosa, desprendindose de la crnica de las actividadesespecializadas.

    LA VIEJA TCTICA PROBADA ENTRA EN CRISIS

    Durante treinta aos; la tctica de la socialdemocracia alemana, die alte

    bewhrte Taktik (la vieja tctica probada), domin por entero elmovimiento obrero internacional. En realidad, abstraccin hecha de laexperiencia, despus de todo aislada, de la Comuna de Pars, y de lossectores del movimiento obrero internacional en que dominaba elanarquismo, fue durante medio siglo que la historia de la lucha de clasesestuvo marcada con el sello de la socialdemocracia. Esta influenciapreponderaba hasta tal punto que incluso aquellos que, como Lenin y lafraccin bolchevique, haban roto en la prctica con esta tradicin en elplano nacional, seguan, sin embargo, refirindose religiosamente al modeloalemn como modelo de tctica universalmente vlido.

    La vieja tctica probada poda citar en su defensa unos ttulos de

    nobleza indudables. Durante sus ltimos quince aos de vida, FriedrichEngels, pese a algunas vacilaciones significativas2, la haba defendidoencarnizadamente, hasta el punto de ponerla en una verdadera Carta en sutestamento poltico, la introduccin que escribi en 1895 para una nuevaedicin alemana de la obra de Karl Marx Las luchas de clases en Francia.Los pasajes ms famosos de esta introduccin fueron citados innumerablesveces, en todos los idiomas de Europa, entre 1895 y 1914. Lossocialdemcratas prosiguen con esta rutina entre 1918 y 1929, hasta que lacrisis econmica mundial y la crisis de la propia socialdemocracia hicieronque estos ejercicios estriles se detuvieran: En todas partes se ha imitado el

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    As, cuando el peligro de guerra se perfil por primera vez, a comienzos de losaos 90, Engels afirm que, en caso de guerra, la socialdemocracia se vera obligadaa tomar el poder, y expres el temor a que eso acabara mal. En la misma carta aBebel, expres su conviccin de que esteremos en el poder antes de final del siglo(carta del 24 de octubre de 1891). En una carta anterior, del 1 de mayo de 1891, serebel contra la censura que Bebel quera aplicar en la publicacin de las crticas delprograma de Gotha, y fustig la supresin de la libertad de crtica y de discusin enel seno del partido. (August Bebel, Briefwechsel mit Friedrich Engels, Mouton yCo., 1965, pgs. 465, 417.)

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    ejemplo alemn de utilizacin del derecho de voto, de conquista de todos lospuestos que nos sean accesibles; en todas partes se deja de lado eldesencadenamiento del ataque sin preparacin...

    Los dos millones de electores que enva [lasocialdemocracia alemana] al escrutinio, contandocon los jvenes y las mujeres que hay detrs de

    ellos en calidad de no electores, constituyen lamasa ms numerosa, la ms compacta, el "grupode choque" decisivo del ejrcito proletariointernacional. Esta masa significa, ya ahora, ms deun cuarto de los sufragios... Su crecimiento seproduce de modo tan espontneo, constante,irresistible, y, al mismo tiempo, tan tranquilo,como un proceso natural. Todas las intervencionesestatales tratando de impedirlo se han demostradoimpotentes. Podemos contar, desde hoy, con dosmillones y cuarto de electores. Si seguimos

    adelante como hasta ahora, de aqu al final delsiglo habremos conquistado la mayor parte de lascapas medias de la sociedad, tanto a los pequeosburgueses como a los pequeos campesinos, ycreceremos hasta convertirnos en la potenciadecisiva del pas, ante la que tendrn que inclinarsetodas las dems fuerzas, lo quieran o no. Mantenerincesantemente este crecimiento hasta que, por smismo, se haga ms fuerte que el sistemagubernamental en el poder; no desgastar concombates de vanguardia este "grupo de choque",

    sino conservarlo intacto hasta el da decisivo; staes nuestra principal tarea.3

    Hoy sabemos, naturalmente, que los dirigentes socialdemcratas habanmutilado escandalosamente el texto de Engels, desnaturalizando su sentidomediante la eliminacin de todo lo que segua siendo bsicamente

    3Engels, prefacio a La lucha de clases en Francia. Subrayado del autor.

    revolucionario en el viejo luchador, compaero de Marx4. Pero esto no es loesencial. El pasaje que acabamos de citar es autntico. Justifica plenamentela vieja tctica probada: organizar a un mximo de miembros, educar a unmximo de trabajadores, obtener un mximo de votos en las elecciones,dirigir buenas huelgas para que aumenten los salarios y para conquistarleyes sociales (ante todo la reduccin de la jornada de trabajo); el restovendr por s solo, automticamente: tendrn que inclinarse todas las

    dems fuerzas; nuestro ascenso es irresistible; hay que conservarintactas nuestras fuerzas hasta el da decisivo...Ms convincente que la bendicin de venerable decano del socialismo

    internacional era el veredicto de los hechos. Estos hechos les daban la razna los Bebel, Vandervelde, Vctor Adler y dems pragmticos que secontentaban con seguir esta rutina ya consagrada. El nmero de sufragiosaumentaba de eleccin en eleccin. Aunque de vez en cuando hubiera algnrevs inesperado (como las elecciones hotentotes5 en Alemania, en 1907),lo segua un desquite especialmente triunfante: en las elecciones al Reichstagde 1912, la socialdemocracia obtuvo el tercio de los sufragios. Lasorganizaciones obreras se reforzaban incesantemente, se extendan a todos

    los terrenos de la vida social, se articulaban en una verdaderacontrasociedad, permitiendo un desarrollo continuo de la conciencia declase. Los salarios aumentaban, se acumulaban las leyes de proteccinobrera; la miseria perda terreno, aunque sin desaparecer. El ascenso parecatan irresistible que no slo embriagaba a los convencidos, sino incluso a losadversarios.

    4Engels escriba a Kautsky, el 1 de abril de 1895: Veo hoy en el Vorwrtsun

    extracto de mi introduccin, reproducido sin que yo lo supiera y arreglado de talmodo que aparezco como un apacible adorador de la legalidad a todo precio. Por

    eso deseo an ms que la "Introduccin" se publique sin cortes en la Neue Zeit,para que esa impresin vergonzosa quede borrada. Bajo el pretexto de amenazasde persecucin judicial, Bebel y Kautsky se negaron a actuar en consecuencia.Engels se dej ablandar, y dej de insistir en una reproduccin ntegra de laIntroduccin. Dicha publicacin ntegra no se hizo hasta despus de 1918, poriniciativa de la Internacional Comunista.5

    Elecciones celebradas durante la guerra colonial alemana contra los pueblosafricanos Herero y Hotentote. Una coalicin de las fuerzas burguesas yconservadoras logr en ellas una aplastante victoria. (N. del E.)

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    Como siempre, la conciencia iba ya en retraso respecto a la realidad.Todo este ascenso irresistible haba sido reflejo del auge del capitalismointernacional, de la reduccin secular del ejrcito industrial de reserva,especialmente, en Europa, debido a la emigracin, de una superexplotacincreciente de los pases coloniales y semicoloniales por parte del capitalismoimperialista. A comienzos del siglo XX empezaban a agotarse los recursosque alimentaban esta atenuacin temporal de las contradicciones

    socioeconmicas en Occidente. En adelante, pasaba a la orden del da laagravacin de las contradicciones sociales en lugar de su atenuacin. Noestaba llamando a la puerta ninguna era de progreso pacfico, sino la era delas guerras imperialistas, de las guerras de liberacin nacional y de lasguerras civiles. Una larga fase de mejora iba a ser sucedida por dos deceniosde estancamiento, o incluso disminucin de los salarios reales. La poca dela evolucin haba terminado; iba a empezar la poca de las revoluciones.

    La vieja tctica probada perda todo su sentido en esta nueva era. Deprincipio de organizacin iba a transformarse en una trampa desastrosa parael proletariado europeo. La inmensa mayora de los contemporneos no locomprendieron antes del 4 de agosto de 1914. Ni siquiera Lenin lo

    comprendi en lo que se refera a los pases al oeste del imperio zarista.Trotsky vacilaba. El mrito de Rosa fue el haber sido la primera enentender clara y sistemticamente la necesidad de una modificacinfundamental de la estrategia y la tctica del movimiento obrero occidentalante el cambio de las condiciones objetivas, ante la era imperialista queempezaba. 6

    6 Trotsky haba formulado una opinin anloga a la de Rosa en Balance yperspectivas, escrito en 1906, poniendo el acento en el carcter cada vez msconservador de la socialdemocracia. Sin embargo, en funcin de las luchas defraccin en la socialdemocracia rusa y de las posiciones conciliadoras que adopt en

    ellas, volvi a aproximarse a Kautsky en 1908, y le apoy contra Rosa en el debatesobre la huelga poltica de masas. Lenin adopt una actitud muy pr udente ante elconflicto Kautsky-Rosa de 1910, deseando impedir un bloque de Kautsky con losmencheviques. En su artculo Dos mundos, dedicado a la socialdemocraciaalemana, afirm que las divergencias entre marxistas (entre los que contaba no sloa Rosa y Kautsky, sino tambin a Bebel) slo eran de naturaleza tctica y, endefinitiva, de orden menor. Elogiaba la prudencia de Bebel, y justificaba la tesissegn la cual es preferible dejar al enemigo la iniciativa de abrir las hostilidades.(Lenin, O.C., Pars-Mosc, vol. XVI, pp. 322 a 330.)

    LAS RACES DE LA LUCHA DE ROSA CONTRA LA VIEJATCTICA PROBADA

    Indudablemente, la nueva realidad objetiva fue captada parcialmenteporlos marxistas ms perspicaces a partir de finales del siglo XIX. Losfenmenos de la extensin de los imperios coloniales, de los inicios delimperialismo como poltica le expansin del gran capital, son ya analizados.

    Hilferding rige ese notable monumento llamado El capital financiero. Seregistra la aparicin de los crtels, los trusts, los monopolios losrevisionistas, por lo dems, se valen de ello para proclamar que elcapitalismo estar cada vez ms organizado, y que, por lo tanto, suscontradicciones irn atenundose; indudablemente, lo hay nada nuevo bajoel sol). A partir del congreso de la Internacional celebrado en Stuttgart,aumenta la desconfianza de Lenin, la izquierda holandesa y polaca, laizquierda belga e italiana, respecto a las concesiones de Kautsky alrevisionismo, sobre todo en el terreno de la lucha contra la guerraimperialista. Se someten a una dura crtica el oportunismo electoralista, lospactos tcticos con la burguesa liberal de tal o cual grupo regional o

    nacional (los de Baden en Alemania, la mayora del POB belga, losjauresistas en Francia, etc.). Pero todo esto sigue siendo parcial yfragmentario, y, sobre todo, no alcanza a sustituir la vieja tctica probada ms tab que nunca por una estrategia y una tctica de recambio.

    El nico intento llevado a cabo en este sentido durante el perodo 1900-1914, al oeste de Rusia, es el de Rosa. Este mrito excepcional no se debetan slo a su genio innegable, a su lucidez, a su adhesin absoluta a la causadel socialismo y del proletariado internacional. Se explica, sobre todo, porlas condiciones histricas y geogrficas, es decir, sociales, en que nacieron yse desarrollaron su accin y su pensamiento.

    Su posicin excepcional de miembro dirigente de dos partidos

    socialdemcratas, el partido polaco y el partido alemn, la situ en unpuesto de observacin que facilitaba la observacin de dos tendenciascontradictorias en la socialdemocracia internacional: por una parte, elpeligroso empantanamiento en una rutina burocrtica cada vez msconservadora en Alemania; por otra parte, el ascenso de nuevas formas ymtodos de lucha en el imperio zarista. De este modo pudo llevar a cabo, enel plano de la tctica del movimiento obrero, la misma inversin audaz quehaba realizado Trotsky en el plano de las perspectivas revolucionarias. Ya

    http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn6http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn6http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn6
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    no era necesariamente el pas avanzado el que haba de mostrar al pasatrasado la imagen de su futuro, sino que, por el contrario, el movimientoobrero del pas atrasado (Rusia, Polonia) mostrara a los pases avanzadosde Occidente la urgente adaptacin tctica que era preciso aplicar.

    Tambin en este punto hubo precursores. Ya en 1896, Parvus habapublicado un largo estudio en la Neue Zeiten el que consideraba el empleodel arma de la huelga poltica de masas contra una amenaza de golpe de

    estado que suprimiera el sufragio universal

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    . Este estudio estaba, a su vez,inspirado en una mocin sometida por Kautsky, en 1893, a la 10.a comisindel congreso socialista de Zurich, relativa a la rplica contra las amenazas alsufragio universal. Engels haba levantado una amenaza implcita anloga.Pero todos estos disparos de prueba quedaron aislados. No dieron lugar aninguna elaboracin estratgica o tctica sistemtica.

    Para Rosa, ya muy familiarizada con los movimientos obreros polaco yruso, fue tambin una ayuda el estudio en profundidad de dos crisispolticas que sacudieron Europa occidental hacia finales de siglo: la crisisprovocada por el asunto Dreyfus en Francia, y la huelga general de 1902por el sufragio universal en Blgica. Obtuvo de esta doble experiencia una

    profunda repugnancia ante el cretinismo parlamentario, y una conviccincada vez ms fuerte de que la vieja tctica probada fracasara el dadecisivo si no se educaba a las masas, con mucha antelacin, para tomar enmano la accin poltica extraparlamentaria de la misma forma que la rutinaelectoral y la prctica de las huelgas econmicas.

    Pero fue la experiencia de la revolucin rusa de 1905 el acontecimientoque permiti a Rosa reunir los elementos dispersos de una crtica sistemticade la vieja tctica probada de la socialdemocracia occidental.Retrospectivamente, fue sin duda el ao 1905 el que marc el final del papelesencialmente progresivo de la socialdemocracia internacional, y aquel enque se inici la fase de ambigedad, durante la cual se combinaron rasgos

    progresivos que se prolongaban e influencias reaccionarias que aparecan yse reforzaban, fase que desemboc en el desastre de 1914.Para comprender la importancia de la revolucin rusa de 1905, es preciso

    recordar ante todo que fue la primera explosin revolucionaria a gran escala

    7El artculo titulado Staatsstreich und politischer Massenstreike fue primero

    publicado en la Neue Zeit. Reproducido en la antologa Die Massenstreikdebatte,Europische Verlagsanstalt, Frankfurt, 1970, pp. 46-95.

    que conoci Europa despus de la Comuna de Pars, es decir, tras unintervalo de 34 aos. Era lgico que una revolucionaria apasionada comoRosa Luxemburg estudiara cuidadosamente todas sus manifestaciones yrasgos peculiares con objeto de extraer conclusiones en relacin con eldestino de las futuras revoluciones en Europa. Marx y Engels habanobrado igual ante las revoluciones de 1848 y ante la Comuna.

    Desde el punto de vista de la elaboracin de una estrategia y una tctica

    de recambio para la socialdemocracia internacional en relacin a la del SPD,hay un rasgo particular de la revolucin rusa de 1905 que tiene un papeldecisivo. Durante decenios, el debate entre anarquistas y sindicalistas, de unlado, y, de otro, los socialdemcratas, haba confrontado a los paladines dela accin directa minoritariacon los de la accin de masas organizada,esencialmente pacfica (electoral o sindical). Pero la revolucin rusa de1905 hizo nacer una combinacin imprevista por ambos lados: la accindirecta de las masas, pero de unas masas que, lejos de conformarse con lainorganizacin y la espontaneidad, se organizan a consecuencia de la accin,con la perspectiva de futuras acciones todava ms audaces.

    Tanto Lenin como Rosa subrayaron el hecho, mal comprendido en

    Occidente, de que la revolucin de 1905 tocaba a difuntos por elsindicalismo revolucionario en Rusia, pese a que, durante largo tiempo, lossindicalistas revolucionarios haban opuesto el mito de la huelga general alelectoralismo socialdemcrata, y en el mismo momento en que la huelgageneral triunfaba por primera vez en algn lugar de Europa! Hubierandebido aadir Lenin no lo comprendi hasta despus de 1914 que estaeliminacin de los sindicalistas revolucionarios en Rusia se explicaba por elhecho de que la socialdemocracia rusa y polaca (o al menos su ala radical),lejos de oponerse a la huelga de masas o de frenarla en lo ms mnimo, seconvirti en su organizadora y propagadora entusiasta, es decir, sesobrepuso definitivamente al viejo dualismo de accin gradual o accin

    revolucionaria.

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    Ya en Reforma o revolucinescriba Rosa: Le estaba reservado a Bernsteinconsiderar el gallinero del parlamentarismo burgus como el organismo destinado arealizar la transformacin social ms formidable de la historia, es decir, el paso de lasociedad capitalista a la sociedad socialista. Toda esta crtica del parlamentarismo,todo este anlisis de la decadencia del parlamento burgus, escrita en 1900,conserva un frescor y una actualidad que no tienen trmino de comparacin conningn anlisis de ningn autor marxista dedicado a Europa occidental antes de

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    Rosa qued deslumbrada por la experiencia de la revolucin de 1905,experiencia que tuvo profundas repercusiones en el seno del proletariado dedistintos pases al oeste del imperio de los zares, empezando por Austria,donde provoc una huelga general con la que fue conquistado el sufragiouniversal. Los catorce aos de vida que le quedaban no fueron ms que unesfuerzo ininterrumpido por transferir esta enseanza fundamental alproletariado alemn: es preciso abandonar el gradualismo, hay que

    prepararse nuevamente para luchas revolucionarias de masas. El estallido dela primera guerra mundial, de la revolucin alemana de 1918, confirmaronque su visin era exacta desde 1905.

    El 1 de febrero` de 1905, Rosa escriba:

    Pero tambin para la socialdemocraciainternacional el levantamiento del proletariadoruso constituye un fenmeno nuevo, que ante tododebe asimilarse espiritualmente. Todos nosotros,por dialctico que sea nuestro pensamiento,seguimos siendo incorregibles metafsicos apegados

    a la inmutabilidad de las cosas en nuestros estadosde conciencia inmediatos... Es tan slo en laexplosin volcnica de la revolucin donde nosdamos cuenta de qu trabajo tan rpido yprofundo ha ejecutado el joven topo. Y con qubro est minando el suelo bajo los pies de lasociedad burguesa de Europa occidental. Querermedir la madurez poltica y la energarevolucionaria latente de la clase obrera por mediode estadsticas electorales y de cifras de miembrosde las secciones locales equivale a querer medir elMont Blanc con un metro de sastre.

    El 1 de mayo de 1905, prosigue:

    1914. Rosa explica, en la misma lnea, el fortalecimiento del sindicalismorevolucionario en Francia por la profunda decepcin del proletariado francs con elparlamentarismo jauresista (art. publicado en la Schsische Arbeiterzeitungdel 5-6de diciembre de 1904).

    Lo esencial es esto: es preciso comprender yasimilar que la revolucin actual en el imperio delos zares provocar una colosal aceleracinde lalucha de clases internacional, que tambin en lospases de la vieja Europa nos colocar, en unplazo no tan largo, ante situaciones revolucionariasy ante nuevas tareas tcticas.

    Y el 22 de septiembre de 1905, en el congreso de Jena, en confrontacincon los sindicalistas reformistas tipo Robert Schmidt, exclam, indignada:

    Cuando se han escuchado los discursospronunciados hasta ahora sobre la huelga polticade masas, se tiene realmente ganas de poner lacabeza entre las manos y preguntarse: Estamosrealmente viviendo en el ao de la gloriosarevolucin rusa, o acaso faltan an diez aos paraque se produzca? Leis cada da las informaciones

    en los diarios de la revolucin, leis loscomunicados, pero parece como si no tuvieraisojos para ver ni odos para escuchar... No veRobert Schmidt que ha llegado el momento quehaban previsto nuestros grandes maestros Marx yEngels, el momento en que la evolucin setransforma en revolucin? Estamos viendo larevolucin rusa, y seramos unos asnos si noaprendiramos de ella.9

    Retrospectivamente, estamos convencidos de que tena razn. As como

    la victoria de la revolucin rusa de 1917 hubiera sido infinitamente msdifcil sin la experiencia de la revolucin de 1905 y sin el impresionante

    9Estas citas estn tomadas de un artculo publicado en la Neue Zeit, Nach dem

    ersten Akt, otro de laSachsische Arbeiterzeitung, Im Feuerscheine derRevolution, y del discurso pronunciado en el congreso socialdemcrata de Jena(Vase Rosa Luxemburg, Ausgewhlte Reden und Schriften, tomo II, Dietz Verlag,Berln, 1955, pp. 220-221, 234-235 y 244).

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    aprendizaje revolucionario que represent para decenas de millares decuadros obreros rusos, tambin hubiera facilitado mucho la posibilidad deuna victoria de la revolucin alemana de 1918-19 el que se hubieran dado,antes de 1914, experiencias de luchas polticas de masas, extra-parlamentarias, prerrevolucionarias o revolucionarias. No se aprende anadar sin tirarse al agua; no puede adquirirse una conciencia revolucionariasin la experiencia de acciones revolucionarias. Si bien era imposible imitar la

    revolucin de 1905 en la Alemania de 1905 a 1914, s era en cambioperfectamente posible transformar de arriba abajo la prctica cotidiana de lasocialdemocracia, reorientarla hacia una prctica y una educacin cada vezms revolucionarias que prepararan a las masas para el enfrentamiento conla clase burguesa y el aparato del estado. Al negarse a llevar a cabo esteviraje, aferrndose a frmulas que perdan cada vez ms todo sentido enrelacin a la victoria inevitable del socialismo, al retroceso inevitable dela burguesa y el estado burgus ante la fuerza tranquila y pacfica de lostrabajadores, los dirigentes del SPD sembraron, durante aquellos aosdecisivos, el grano que dio las amargas cosechas de 1914, de 1919 y de1933.

    EL DEBATE SOBRE LA HUELGA DE MASAS

    Es en este contexto que debe examinarse el debate sobre la huelga demasas que se desencaden en la socialdemocracia tras la revolucin de1905. Las etapas principales de este debate las sealan el congreso de Jenade 1905 (en cierto sentido, el congreso ms izquierdista de antes de 1914,bajo la presin evidente de la revolucin rusa), el congreso de Mannheim de1906, la aparicin, el mismo ao, de un folleto de Kautsky y otro de RosaLuxemburg, ambos dedicados al problema de la huelga de masas, eldebate entre Rosa Luxemburg y Kautsky en 1910, y el debate entre

    Kautsky y Pannekoek.10

    Podramos resumir esquemticamente el debate de este modo. Losdirigentes socialdemcratas, tras haber combatido durante decenios la ideade huelga general como una imbecilidad general (Generalstreik istGeneralunsinn), bajo el pretexto de que antes haba que organizar a la gran

    10 Un buen resumen de este debate lo proporciona la introduccin de AntoniaGrunenberg a Die Massenstreikdebatte, cit., pp. 5-44.

    mayora de los obreros para que luego pudiera tener xito una huelgageneral, se vieron trastornados por la huelga general belga de 1902-1903,pero fue de modo muy vacilante que iniciaron la revisin de susconcepciones pacifistas.11 En 1905, en el congreso de Jena, estall unconflicto entre los dirigentes de los sindicatos y los del partido, durante elcual los jefes sindicales llegan al extremo de sugerir que todos los partidariosde la huelga general se vayan a poner en prctica sus ideas en Rusia y en

    Polonia.

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    Bebel, con reticencia, pero no sin acritud, entra en liza paracriticar a los dirigentes sindicales, y admite por principio la posibilidad deuna huelga poltica de masas. Pero se llegar a un compromiso, elaboradoentre los congresos de Jena y de Mannheim. En Mannheim, en 1906, se harestablecido la paz en el seno del aparato. En adelante, slo se reconocer alos jefes sindicales como competentes para proclamar la huelga,incluyendo la huelga poltica de masas; eso tras haber hecho inventario dela organizacin, de la caja, de las relaciones de fuerzas, etc. Despus deldesafortunado intervalo de la revolucin rusa, hnos aqu de feliz regreso ala vieja tctica probada.

    Rosa echa chispas, patalea. Espera la ocasin de asestar un fuerte golpe

    en favor de la nueva estrategia y la nueva tctica. El momento propicio se lepresenta cuando se desencadena, en 1910, la agitacin por la obtencin delsufragio universal para las elecciones a la Dieta de Prusia. Las masas pidenaccin. Rosa interviene en una docena de asambleas de masas, a las queasisten millares y decenas de millares de trabajadores y de militantes. Trasalgunas escaramuzas contra prohibiciones de la polica, una manifestacincentral rene, en el parque Treptow de Berln, a 200.000 participantes. Peroa la direccin socialdemcrata no le gusta todo ese jaleo; lo que le interesaes preparar unas buenas elecciones para 1912. As, la agitacin quedaasfixiada tan rpidamente como ha nacido. Y en este caso es el guardin dela ortodoxia, Karl Kautsky, el que personalmente asume la direccin de la

    lucha terica y poltica del aparato contra la izquierda, por medio de

    11 Por ejemplo, en su artculo Die Lehren des Bergerbeiterstreik (Las lecciones dela huelga de los mineros), publicado en Neue Zeiten 1903.12 Rosa Luxemburg, discurso del 21 de septiembre de 1905 en Jena (AusgewhlteReden und Schriften, II, pp. 240-241).

    http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn11http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn11http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn11http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html#ftn11
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    artculos y de folletos pedantes que evidencian una total incomprensin dela dinmica del movimiento de masas.13

    A primera vista, parece haberse producido una inversin de alianzas. Acomienzos de siglo, Rosa y Kautsky (izquierda y centro) estn aliados con elaparato del partido, en torno a Bebel y a Singer, contra la minorarevisionista de Bernstein. En 1905, en el congreso de Mannheim, el aparatosindical se ha pasado abiertamente al campo de los revisionistas, y la alianza

    Bebel-Kautsky-Rosa parece reforzada y consolidada. Cmo explicar estebrusco viraje en el lapso de cuatro aos (1906-1910)? En realidad, los datossociales e ideolgicos del problema diferan notablemente de las apariencias.Bebel y el aparato del partido estaban apegados a la vieja tctica probadatanto en 1900 como en 1910. Eran bsicamente conservadores, esdecir,partidarios delstatu quo en el seno del movimiento obrero(sin queello signifique que hubieran abandonado las convicciones, o incluso lapasin, socialistas; pero las orientaban hacia un futuro indeterminado).Exista el peligro de que Bernstein y los revisionistas rompieran el delicadoequilibrio entre la vieja tctica probada (es decir, la prctica cotidianareformista), la propaganda socialista, la esperanza y la fe de las masas en el

    socialismo, la unidad del partido, la unidad de las masas y el partido. Heaqu por qu Bebel y el aparato del partido se oponan a l: ello responda afinalidades esencialmente conservadoras, al deseo de evitar alborotos.

    Pero cuando la revolucin rusa de 1905 y las repercusiones de la eraimperialista en las relaciones de clases en la misma Alemania provocaronuna agravacin de las tendencias en el seno del movimiento obrero, ycuando el aparato socialdemcrata corri el peligro de partirse en dos,despus del congreso de Jena, Bebel, Ebert, Scheidemann, prefirieron launidad del aparato antes que la unidad con los obreros radicalizados; as fuecmo interpretaron la prioridad de la organizacin. A partir de entonces,el aparato, en su conjunto, rompi con la izquierda, ya que esta vez era la

    izquierda la que exiga que se dejara de lado la vieja tctica probada, y noslo su teora, sino tambin pecado supremo su prctica rutinaria. Losdados estaban echados.

    13Vase, en particular, su artculo Was nun? (Y ahora?),Neue Zeit, 1910, con

    sus distingos entre huelga de advertencia y huelga conminatoria (distincin queprocede del libro de Henriette Roland-Holst dedicado a la huelga de masas), entrehuelgas econmicas y huelgas polticas, entre estrategia de desgaste yestrategia de asalto, etc. (Die Massenstreikdebatte, pp. 96-121).

    La nica incgnita que sigui abierta durante cierto tiempo fue la delalineamiento de Kautsky: se alineara junto al aparato contra la izquierda,o junto a la izquierda contra el aparato?

    Despus de la revolucin de 1905, se inclin por un momento hacia laizquierda. Pero un incidente significativo iba a decidir su suerte. En 1908,Kautsky escribi un folleto titulado El camino del poder, en el queexaminaba precisamente la cuestin, pendiente desde el clebre prefacio de

    Engels de 1895, delpaso de la conquista de la mayora de las masastrabajadoras por el socialismo(el objetivo que se marcaba la vieja tcticaprobada)a la conquista del poder poltico mismo. Sus frmulas eran, enltimo trmino, moderadas, y no implicaban ninguna agitacinrevolucionaria sistemtica; ni siquiera hablaba de suprimir la monarqua(hablaba, pdicamente, de la democratizacin del imperio y de los estadosque lo componen). Pero en el folleto haba demasiadas palabraspeligrosas a ojos de un Parteivorstandburocratizado, mezquino yconservador. En l se hablaba de la posibilidad de una revolucin; eincluso se deca: Nadie ser tan ingenuo como para suponer quepasaremos pacfica e imperceptiblemente del estado militarista... a la

    democracia. Estas frmulas eran peligrosas. Podan, incluso, provocarun juicio. ElParteivorstanddecidi, pues, destruir la edicin del folleto.14Sigui a esto una tragicomedia en la que se decidi la suerte de Kautsky

    como revolucionario y como terico. Apel a la comisin de control delpartido, y sta le dio la razn. Pero Bebel sigui diciendo no. Kautskyacept entonces pasar bajo las horcas caudinas de la censura del partidoy mutilar su propio texto:todo aquello que fuera susceptible de provocarescndalo fue eliminado por l mismo del texto, que se transform enanodino. Kautsky sali de este asunto como un hombre sin carcter niespina dorsal. La ruptura con Rosa, el centrismo, el papel de servidor delaparato en el debate de 1910-1912, la innoble capitulacin de 1914, etc.,

    todo ello est contenido en germen en este episodio.No fue casualidad el que la prueba decisiva, para Kautsky y todos loscentristas, fuera la cuestin de la lucha por el poder, de la reinsercin delproblema de la revolucin en una estrategia enteramente basada en la rutina

    14Cf. La edicin de Chemin du pouvoir(Camino del poder) de Anthropos, Pars,

    1969, con una presentacin y cartas anexas que arrojan luz sobre este lamentableasunto. Existe edicin castellana de la obra en Ed. Grijalbo, col. 70.

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    reformista cotidiana. Esta era, en efecto, la cuestin decisiva para lasocialdemocracia internacional desde 1905.

    El anlisis de la primera redaccin de El camino del poderpermitedescubrir que los elementos del centrismo estn ya presentes antes inclusode que caiga la censura burocrtica. Ya que si bien, en esta primera versin,la descripcin de los elementos que agravan los antagonismos de clase(imperialismo, militarismo, expansin econmica frenada, etc.) es perspicaz,

    su filosofa fundamental, en cambio, sigue siendo la de la vieja tcticaprobada: la industrializacin trabaja a nuestro favor; nuestro ascenso esirresistible, siempre que no se produzca un accidente. No se levanta lahiptesis de un abandono del fatalismo de la espera ms que para el caso deque nuestros adversarios cometan una tontera: un golpe de estado o laguerra mundial. En suma, seguimos en el mismo punto que cuando Parvusformul el problema en 1896...

    En El camino del poderni siquiera se habla de huelgas revolucionarias,de explosiones de masas. No se invoca la revolucin rusa ms que parademostrar que abre una nueva era de revoluciones en Oriente (cosa que escierta), que esta era de revoluciones orientales, a travs de los conflictos

    interimperialistas, tendr profundas repercusiones en las condiciones deOccidente (cosa que sigue siendo exacta) y exacerbar indudablemente lastensiones y la inestabilidad. Pero nada se dice de las repercusiones de larevolucin rusa y de esta inestabilidad en el comportamiento de las masastrabajadoras de Occidente. El elemento activo, el factor subjetivo, lainiciativa poltica, estn completamente ausentes. Estar al acecho de latontera que quiz cometa el adversario, prepararse para la hora H a travsde medios puramente organizativos, pero dejando escrupulosamente toda lainiciativa al enemigo; he aqu en qu se resume toda la sensatez centristakautskiana, posteriormente prolongada por la de los austromarxistas, cuyofracaso estallar en 1934.

    La superioridad de Rosa se manifiesta entonces en todos los terrenos, enel curso de este debate crucial. Frente a las sosas referencias y estadsticascon que Kautsky justificaba su tesis de que la revolucin no debe deningn modo estallar prematuramente, Rosa levant una comprensinprofunda de la inmadurez de las condiciones que conocer cada revolucinproletaria en sus comienzos:

    ... estos ataques "prematuros" del proletariadoconstituyen en s mismos un factor muyimportante, que crea las condiciones polticas de lavictoria final, porque el proletariado no puedealcanzar el grado de madurez poltica que locapacitar para llevar a trmino la gran conmocinfinal ms que en el fuego de luchas obstinadas.15

    Fue en 1900 cuando Rosa escribi estas lneas, cuando ya formul, enrealidad, los primeros elementos de una teora de las condiciones subjetivasnecesarias para una victoria revolucionaria; mientras que Kautsky sigueaferrado al examen de las solas condiciones objetivas, llegando hasta elpunto de negar que el problema planteado por Rosa exista realmente! Consu fino instinto para la vida, las aspiraciones, la temperatura y la accin delas masas, Rosa levanta, a partir del debate de 1910, el problema clave de laestrategia obrera del siglo XX, es decir, plantea que sera vano esperar unascenso ininterrumpido de la combatividad de las masas y que, si stas seven decepcionadas por la ausencia de resultados y de directivas de las

    direcciones, pueden volver a caer en la pasividad.

    16

    Cuando Kautsky afirma que el xito de una huelga general capaz dedetener todas las fbricas depende de la organizacin previa de todos losobreros, lleva la prioridad de la organizacin a un absurdo. La historia leha quitado la razn y se la ha dado a Rosa. Sabemos de numerosas huelgasgenerales que han logrado paralizar totalmente la vida econmica y socialde distintas naciones modernas en momentos en que tan slo estabaorganizada una minora de trabajadores. La huelga general francesa demayo de 1968 no es ms que la ms reciente confirmacin de una viejaexperiencia.

    Cuando Kautsky objeta a Rosa que los movimientos espontneos de

    masas inorganizadas son siempre incalculables, y por esta razn peligrosospara un partido revolucionario, desvela una mentalidad pequeoburguesade funcionario capaz de imaginarse una revolucin que se desarrolle de

    15 Rosa Luxemburg, Ausgewhlte..., cit., t. II, p. 136.16

    Ibd., pp. 325-236, 330. Se trata de extractos de un artculo publicado enla Dortmunder Arbeiterzeitungdel 14-15 de marzo de 1910, titulado Was

    Weiter?.

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    acuerdo con un horario de ferrocarriles cuidadosamente ajustado. Rosatiene mil veces razn cuando subraya, en su contra, que un partidorevolucionario como la socialdemocracia rusa y polaca de 1905 se distingue,precisamente, por su capacidad para comprender y asimilar todo aquelloque sea positivo en esta inevitable y saludable espontaneidad de las masas,con objeto de concentrar su energa en el designio revolucionario que elpartido ha formulado y encarnado en su organizacin.17 Hubo que llegar al

    conservadurismo cerril de la burocracia staliniana para que volviera alevantarse contra Rosa la acusacin infundada de que su anlisis de losprocesos revolucionarios de 1905 conceda una importancia excesiva a laespontaneidad de las masas, y muy poca importancia al papel delpartido.18

    En el caso de que Rosa sea culpable de una teora de la espontaneidad(cosa que est lejos de haber quedado demostrada), esta culpa no semanifiesta, indudablemente, ni en su juicio sobre el carcter inevitable de lasiniciativas espontneas de las masas en el curso de explosionesrevolucionarias en esto tiene razn en un 100 % , ni en ninguna ilusinen cuanto a que bastara con remitirse a esta iniciativa espontnea para quela revolucin triunfara, o, lo que viene a ser lo mismo, para que de estainiciativa surgiera la organizacin capaz de conducir la revolucin a lavictoria. Nunca fue culpable de nieras como stas, a las que tanaficionados son los espontanestas de hoy.

    17 Se trata de una simple calumnia propalada por los stalinianos (e inocentementerepetida por los espontaneistas de hoy) el que Rosa atribuyera todo el mrito dela revolucin de 1905 a las masas inorganizadas, sin mencionar el papel delpartido socialdemcrata. He aqu una cita que, como podran hacerlo muchas otras,demuestra lo contrario: E incluso si, en un primer momento, la direccin dellevantamiento ha podido caer en manos de dirigentes fortuitos, incluso si el

    levantamiento puede verse aparentemente enturbiado por toda clase de ilusiones yde tradiciones, no es ms que el resultado de la enorme suma de educacin polticaque ha sido propagada durante los dos ltimos decenios por la agitacinsocialdemcrata subterrnea de las mujeres y de los hombres en las distintas capasde la clase obrera rusa. En Rusia, como en el mundo entero, la causa de la libertady del progreso social est en las manos del proletariado consciente (8 de febrero de1905, en Die Gleichheit, in Ausgewhlte..., cit., I, p. 216).18 Cf. la biografa de Rosa por Fred Oelssner, Dietz Verlag, Berln, 1951,especialmente pp. 50-53.

    Lo que concede a la huelga poltica de masas un lugar excepcional en eldesignio de Rosa es el hecho de que ve en ella el medio esencial para educary preparar a las masas para las futuras colisiones revolucionarias (o, mejordicho, para educarlas y crear las condiciones propicias para que puedancompletar esta educacin por medio de su propia accin). Aun sin haberelaborado una estrategia de reivindicaciones transitorias, haba extrado, detoda la experiencia pasada, la conclusin de que haba que terminar con la

    prctica cotidiana limitada a las luchas electorales, las huelgas econmicas yla propaganda abstracta por el socialismo. La huelga poltica de masasera, para ella, el medio esencial para superar esta rutina.

    Confrontacin con el aparato del estado, elevacin de la concienciapoltica de las masas, aprendizaje revolucionario, todo ello quedabaenfocado en funcin de una perspectiva revolucionaria ntida, que preveacrisis revolucionarias en un plazo relativamente breve. As como Leninfund el bolchevismo en base a la conviccin de la actualidad de larevolucin en Rusia, as como no extendi esta nocin al resto de Europams que despus del 4 de agosto de 1914, es a Rosa a quien corresponde elmrito de haber concebido por primera vez una estrategia socialista basadaen esta misma inminencia de la revolucin, tambin en Occidente,inmediatamente despus de la revolucin rusa de 1905.

    Su visin realista y, desgraciadamente, proftica! del papel que podadesempear el aparato burocrtico del movimiento obrero en dicha crisisrevolucionaria puede verse en su discurso en el congreso de Jena, enseptiembre de 1905:

    Las revoluciones anteriores, y, especialmente, lasde 1848, han demostrado que, en el curso desituaciones revolucionarias, no son las masas lasque deben ser frenadas, sino los abogados

    parlamentarios, para impedirles traicionar a lasmasas.19

    Si la situacin revolucionaria llega a desplegarseplenamente, si las oleadas de la lucha han llegadoya muy alto, entonces ningn freno de los

    19Ausgewhlte..., cit., I, p. 245.

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    dirigentes del partido podr tener mucho efecto, yla masa se limitar a dejar de lado a los dirigentesque quisieran oponerse a la tempestad delmovimiento. Esto podra producirse algn da enAlemania. Pero no creo que desde el punto devista del inters de la socialdemocracia seanecesario y deseable ir en esa direccin.20

    LA UNIDAD DE LA OBRA DE ROSA LUXEMBURG

    En el contexto del gran designio de Rosa llevar a la socialdemocraciaal abandono de la vieja tctica probada y a prepararse para las luchasrevolucionarias que Rosa consideraba inminentes , el conjunto de suactividad adquiere una manifiesta unidad.

    El anlisis del imperialismo no corresponde tan slo a preocupacionestericas autnomas, si bien estas preocupaciones fueron reales.21 Tiene porobjetivo desvelar uno de los principales resortes de la agravacin de lascontradicciones en el seno del mundo capitalista en su conjunto, y en el

    seno de la sociedad alemana (europea) en particular. Tampoco concibeRosa el internacionalismo como un tema propagandstico ms o menosplatnico, sino que lo hace en funcin de dos exigencias, la que concierne ala progresiva internacionalizacin de las huelgas, y la que concierne a lapreparacin del proletariado para la lucha contra la guerra imperialista quese avecina. La campaa internacionalista sistemtica que Rosa llev a caboen la socialdemocracia internacional durante veinte aos estaba en funcinde una perspectiva revolucionaria y de una opcin estratgica, igual que sucampaa por la huelga poltica de masas y su anlisis en profundidad delimperialismo.

    Lo mismo sucede con su campaa antimilitarista y antimonrquica.

    Contrariamente a una idea ampliamente difundida, repetida, en ocasiones,

    20Die Theorie und die Praxis,Neue Zeit, 1909-1910, t. II, 22 junio, pp. 564-578,29 julio, pp. 626-642.21 La propia Rosa escribe que, al redactar su Introduccin a la economa poltica,haba tropezado con una dificultad terica cuando quiso exponer las trabas a larealizacin de la plusvala. De ah su proyecto de escribir La acumulacin delcapital.

    incluso por comentadores favorablemente predispuestos respecto a Rosa22,la campaa antimilitarista de Rosa no estaba slo relacionada con su odio(o su temor) a la guerra, sino tambin con una precisa comprensin delpapel del estado burgus que haba que abatir para llevar a la victoria a unarevolucin socialista. Ya en 1899, escriba en la Leipziger Volkszeitung:

    El poder y la dominacin tanto del estado

    capitalista como de la clase burguesa se concentranen el militarismo. As como la socialdemocraciarepresenta el nico partido poltico que combate elmilitarismo por razones de principio, del mismomodo esta lucha principista contra el militarismopertenece a la naturaleza misma de lasocialdemocracia. Abandonar el combate contra elsistema militar conducira en la prctica a negar,sencillamente, la lucha contra el orden social.23

    Y el ao siguiente, en Reforma o revolucin, repetir sucintamente, en

    sus comentarios sobre el servicio militar obligatorio, que, si bien steprepara los fundamentos materiales para el armamento general del pueblo,lo hace en la forma del militarismo moderno, precisamente cuando eldominio del pueblo por el estado militar, cuando el carcter de clase delestado, llegan a su ms clara expresin.24 Hgase la comparacin con estasfrmulas, de una luminosa limpidez, no tan slo de las elucubraciones de unBernstein, sino tambin de la fraseologa ambigua de Kautsky sobre lademocratizacin del imperio, y podr verse la distancia que media.

    Se comprende, a partir de ah, la tremenda clera de Rosa cuando vio alos mismos reformistas que le haban echado en cara el que arriesgara lasangre de los obreros con su tctica aventurera25 permitir que, despus

    de agosto de 1914, la sangre de los obreros corriera en una escala mil veces22

    En especial Antonia Grunenberg en el prefacio a Die Massenstreikdebatte, cit., p.43, donde afirma que, en oposicin a Kautsky y a Rosa, Pannekoek formul unasconcepciones estratgicas sobre la conquista del poder, planteando la cuestin de lalucha contra el poder del estado.23

    Ausgewhlte... , cit., I, p. 47.24 Rosa Luxemburg, Reforma o revolucin, Fontamara, Barcelona, 1975, p. 121.25

    Ibid., p. 245.

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    ms amplia, y no por su propia causa, sino por la de los explotadores. Fueesta indignacin la que le inspir sus severas frmulas: la socialdemocraciano es ya ms que un cadver maloliente, los socialdemcratas alemanesson los mayores y ms infames de los bribones que hayan vivido en estemundo.26

    Incluso sus errores estn en funcin del gran designio que domin suvida. Si se equivoc, efectivamente, en la apreciacin recproca de losbolcheviques y los mencheviques en Rusia, si combati elultracentralismo de Lenin, aun aprobando el rgimen de hierroultracentralista instaurado por Leo Jogiches en su propio partido polacoclandestino27, si estaba inclinada a confiar demasiado en la educacinsocialista de la vanguardia obrera, y a subestimar la necesidad de forjarcuadros obreros capaces de guiar a las ms amplias masas, integradasespontneamente en la accin al inicio de la revolucin, si, por esta mismarazn, no eligi la formacin de una tendencia y de una fraccin deizquierda organizadas en el seno del SPD a partir de 1906 (la formacin deun nuevo partido era imposible antes de que la traicin de los dirigentes sematerializara en actos comprensibles para las masas obreras), cosa que costcara al joven Spartakusbundy al joven KPD, que tuvo que seleccionar unadireccin en plena crisis revolucionaria en vez de haber aprovechado paraello el decenio precedente, todo ello se debi a que estaba dominada poruna creciente desconfianza respecto a los aparatos de funcionarios y desecretarios profesionales, cuyas fechoras pudo juzgar sobre los hechosmismos mucho mejor y mucho antes que Lenin.

    Lenin lleg en 1914 a las mismas conclusiones que Rosa sobre lasocialdemocracia alemana. Dedujo entonces que lo esencial para elproletariado no era la organizacin a secas, sino la organizacin cuyoprograma y cuya fidelidad prctica, cotidiana, a dicho programa garanti-zaran que dicha organizacin fuera un motor y no un freno para el

    26 Discurso sobre el programa pronunciado por Rosa en el congreso de fundacindel KPD. Su clera fue particularmente intensa cuando, tras el armisticio de 1918,los jefes del SPD trataron de utilizar a los soldados alemanes contra la revolucinrusa en los pases blticos.27 Muy recientemente, Edda Werfel ha editado en Polonia la correspondencia RosaLuxemburg-Leo Jogiches, que aportar abundante documentacin suplementariapara estudiar la actitud prctica y terica de Rosa ante la cuestin de laorganizacin en el seno de su propio partido polaco.

    levantamiento revolucionario de las masas. Rosa lleg a la mismaconclusin que Lenin en cuanto a la necesidad de una organizacinseparada de la vanguardia revolucionaria en 1918, cuando hubo com-prendido a fondo que no bastaba con confiar en el empuje de las masas o ensu espontaneidad para vencer el freno de los funcionarios socialdemcratas,en adelante contrarrevolucionarios. Pero el mrito que le corresponde aRosa en la elaboracin del marxismo revolucionario contemporneo esinmenso. Ella fue la primera que plante y empez a resolver el problemade la estrategia y la tctica revolucionarias en vistas al triunfo de loslevantamientos de masas en los pases capitalistas altamente industrializados.