Error categorial

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Error Categorial: Un obstáculo en las Psicologías Un análisis lógico del lenguaje de la Psicología Tradicional desde una perspectiva interconductual Bryan Félix Aguirre Jaqui Estudiante de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima. La función básica del lenguaje es facilitar las interrelaciones de los individuos y no describir la realidad, (Ribes, 2001). Por ello, podemos percibir que al momento de interrelacionarnos, de acuerdo al contexto o situaciones que se presenten, usamos quizá la misma palabra; por ejemplo al decir: Isabel usa la cuchilla para cortar papeles, es distinto al decir, Isabel baja la cuchilla para que no haya corto circuito; y caemos en errores categoriales (Ryle, 1949), pero a pesar de ello en nuestra vida cotidiana nos entendemos (Wittgenstein, 1999) entonces seguimos con nuestra vida sin hacernos problemas puesto que el significado de cada palabra está en relación a su uso en un determinado contexto. El detalle está que al usar el lenguaje ordinario y al tratar de explicar el comportamiento humano complejo con la utilización de este –extrapolación de lenguaje ordinario, contextual, multívoco, “ambiguo” a lenguaje técnico o “teóricamente” preciso- , ha generado mucha confusión en nuestra área de investigación.

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Un texto sobre los errores lógicos de la psicología expuestos de manera muy simplificada.

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Error Categorial: Un obstáculo en las Psicologías

Un análisis lógico del lenguaje de la Psicología Tradicional desde una

perspectiva interconductual

Bryan Félix Aguirre Jaqui

Estudiante de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima.

La función básica del lenguaje es facilitar las interrelaciones de los individuos y

no describir la realidad, (Ribes, 2001). Por ello, podemos percibir que al

momento de interrelacionarnos, de acuerdo al contexto o situaciones que se

presenten, usamos quizá la misma palabra; por ejemplo al decir: Isabel usa la

cuchilla para cortar papeles, es distinto al decir, Isabel baja la cuchilla para que

no haya corto circuito; y caemos en errores categoriales (Ryle, 1949), pero a

pesar de ello en nuestra vida cotidiana nos entendemos (Wittgenstein, 1999)

entonces seguimos con nuestra vida sin hacernos problemas puesto que el

significado de cada palabra está en relación a su uso en un determinado

contexto. El detalle está que al usar el lenguaje ordinario y al tratar de explicar

el comportamiento humano complejo con la utilización de este –extrapolación

de lenguaje ordinario, contextual, multívoco, “ambiguo” a lenguaje técnico o

“teóricamente” preciso-, ha generado mucha confusión en nuestra área de

investigación.

Empezaré definiendo “error categorial”, para ello indicaré una serie de

ejemplos: Nicolás estaba enfermo y su mamá le dice que irán al hospital,

después de haber sido chequeado y salido del hospital le pregunta a su mamá:

¿Mamá cuanto falta para llegar al hospital? Y al escuchar dicha pregunta su

madre le dice: hijo dime lo que has visto del lugar que acabamos de ir, la

respuesta del niño fue: lo que observe fue camillas, enfermeros, médicos, sala

de espera, cuartos…..pero no vi el hospital. Aquí vemos el error que comete el

niño, por su inocencia, al tratar de asignarle a hospital la misma categoría de

enfermero o médico.

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El mismo error categorial se cometería si decimos que en el cielo vemos la

luna, las estrellas y el sol, como si fueran tres objetos distintos o tres categorías

de objetos, pero en realidad serán tres categorías, vamos a analizar ello. El sol

no pertenece a una categoría distinta a la de estrella ya que el sol es una

estrella con dimensiones, formas y tamaño quizá diferente peo en sí es una

estrella. Ahora bien, la luna es un satélite que gira alrededor de nuestro planeta

y los planetas giran alrededor del sol, entonces nos damos cuenta que la luna

es satélite de un satélite (Freixa, 2003). En conclusión lo que vemos en el cielo

son estrellas y satélites. Otro ejemplo de error categorial es preguntar: que

diferencia hay entre el colegio y alumno o cuál es más delicioso el plátano o la

fruta. A través de dichos ejemplos podemos definir el concepto de error

categorial como: la atribución de funciones o significados hacia un concepto de

manera equivocada, no cambia el objeto sino su conceptualización.

En la actualidad impera lo que hace siglos Descarte formalizó, constituyendo al

individuo por dos sustancias: siendo una material (cuerpo) y otra espiritual

(mente); donde cada una de ellas poseía características distintas y a pesar de

ello interactuaban de manera peculiar. Según la psicología tradicional la

conducta es todo lo observable y que los procesos cognitivos generan la

conducta, es decir, lo interno genera lo externo. Pero solo por el problema de

accesibilidad se da una diferencia tan marcada, entre la parte pública y privada.

No es posible que el criterio de observabilidad modifique el criterio ontológico

de un fenómeno (Freixa, 2003, Ribes, 2004). Veremos históricamente algunos

errores categoriales en los cuales se han caído como producto de la confusión

y la falta de análisis conceptual en Psicología.

A. “SOMOS” RASGOS Y FACTORES: La persona es morena, mestiza, es

alta, es baja, etc. Desde el criterio biológico podemos definir la palabra ”es”

puesto que se trata precisamente de cómo es la persona como individuo

biológico sin embargo cuando nos referimos desde un criterio psicológico y

nombramos – encasillamos, etiquetamos, rotulamos- a las personas como

agresivo, tímido, impulsivo, inteligente, deficiente, etc. no podemos tomarlo de

forma literal y sobre el plano científico definir a la persona como tal. Y es que

justamente el psicólogo teoriza y se equivoca lo que en el lenguaje ordinario se

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juega y se acierta. Para el análisis de Ryle (1949), estas categorías

psicológicas no son más que tendencias, propensiones e inclinaciones que en

el individuo históricamente se han establecido fruto de la interacción con el

ambiente, Por lo que cuando, en el lenguaje cotidiano los expresamos así

como demás terminología mental, nos estamos refiriendo a una descripción de

lo observado más no una explicación o a una eventualidad o proceder

misterioso y oculto dentro de la persona.

Todo ser humano vive dos historias paralelas, una está formada por lo que le

acaece a su cuerpo y la otra a su mente, la primera pertenece al mundo físico,

la segunda a la mental, una es pública y la otra privada. La concepción

cartesiana no es sólo errónea en parte, sino en principio. No es meramente un

conjunto de errores, es un gran error y un error particular: un error categorial:

Presenta los hechos mentales como si pertenecieran a un tipo de categoría

lógica, cuando en realidad pertenecen a otra (Ryle, 1949). En consecuencia, el

dogma es un mito filosófico. Al tratar de destruir este mito, no se pretende

negar los hechos de la vida mental, sino negar la lógica de este, su

conceptualización.

Un caso ejemplar es el de la Inteligencia así como la Personalidad –o también

los rasgos motivacionales- .Independiente de las rigurosidad procedimental

estadística el concepto de Inteligencia nació vinculado a la operación particular

de su medida (Ribes, 1990): “la inteligencia era (y es) lo que las pruebas de

inteligencia miden” (pág. 70). Sin embargo, nunca diferentes individuos pueden

experimentar lo mismo, en concreto sí pero valorativamente (creencias

diferenciales respecto a algo) es casi imposible ante la historia única de

estimulación en cada persona (Ribes, 1985; Campuzano, M., 2009) y estar en

una misma y exacta situación tanto para la validez de la misma herramienta

como para su validez lógica de sus inferencias; la clasificación estadística y

tipológica es insuficiente y no confiable lógicamente, el cual siempre se realiza

una comparación. Debería de priorizarse “primero” la consistencia

intraindividual en vez de las diferencias interindividuales –para lo cual la

Psicología Interconductual presenta la teoría de los Estilos Interactivos (Ribes,

1990)-, estas devienen de las primeras, sin embargo, la cuantificación “a-

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teórica” de la Psicometría nos lleva al clásico problema de confundir

herramienta con sistema teórico (Ribes y López, 1985).

La justificación del criterio estadístico “no justifica” el criterio lógico-conceptual

de dicho “constructo”. Ello es la definición de la inteligencia con referencia a

normas, de la Personalidad de acuerdo a normas y estadísticas, de los

constructos de acuerdo al análisis factorial, de los fenómenos psicológicos de

acuerdo a los test y pruebas cuantitativas de rasgos y factores, los cuales

supone que aquello que se mide (factor general o especifico) se distribuye

normalmente en una población y que, por consiguiente, si todo individuo – o

sólo sí, mientras todo individuo- es ubicado dentro de ella, dicha puntuación

sería su medida de lo operacionalizado, que es otra forma de escapar del

análisis conceptual y lógico de un fenómeno (Ribes, 1990).

Concluyendo, sólo es posible hablar de rasgos inherentes en la persona

referida a sus características genotípicas, esto es, biológica. Toda forma e

intento de extrapolación de la lógica biológicista a lo psicológico, ha

demostrado caer en reduccionismos innecesarios –los cuales se seguirán

viendo posteriormente-. Para el objeto de lo psicológico “genuino”, lo biológico

se determina como un factor disposicional (Ryle, 1949) y no como un

determinante crítico.

B. O “SOMOS” MÁS POR “A” O SOMOS MÁS POR “B”: FALSA

DICOTOMÍA HERENCIA-AMBIENTE (Innato - Herdado); Natura - Nurtura): De

hecho, todo este cúmulo teórico subyace lógicamente al presupuesto del

“sustrato biológico” del cual “se produce” en la concepción del feto, es decir,

nos dirigimos al problema clásico de la interacción herencia-ambiente, el cual

representado sobre un análisis biológico, no sería posible de esclarecer por lo

absurdo de “lo medido”. Además, dentro de un análisis filosófico-analítico,

consiste en un pseudo problema o una falsa dicotomía teórica. Bijou lo

menciona claramente (1976, pág. 86; citado en Ribes, 1990): “…tanto las

variables ambientales como las hereditarias son importantes en la

determinación de cualquier rasgo biológico o característica psicológica. Ni las

influencias hereditarias ni las ambientales pueden existir una sin la otra; ambas

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sin componentes esenciales que interactúan continuamente y, por

consiguiente, ejercen influencia desde el momento de la concepción. No hay

organismo sin genotipos y no hay genotipos sin un ambiente” (Pág. 71).

Es más, se cree que los reflejos dependen de lo genético, más no del

ambiente, sin embargo cualquier conducta depende igualmente tanto de su

genotipo como de su ambiente, del cual le provee la estimulación precisa, sino

fuera por ella, no ocurriese (Burgos, 2002b). Es menester por tanto afirmar que

lo innato no implica lo heredado genéticamente: “no todo lo innato es heredado

genéticamente, pues no está constituido por el material genético transmitido a

los progenitores” (Burgos, en Ribes 2002, p. 42). Es por ello que el problema

del estrato biológico también se trata de un pseudo problema puesto que a fin

de cuentas “lo psicológico reconoce como condición necesaria, más no

suficiente, de su existencia, los niveles descritos por las ciencias físico-

químicas y las biológicas” (Ribes, 1985, pág. 75).

Es decir, que se requiere evidentemente del soporte biológico además de que

por sí mismo, constituiría un factor disposicional a manera de predisposición

genética, más no determinante. Todo intento localizacionista de atribuir el

comportamiento inteligente a ciertas áreas cerebrales específicas y “dominios”

biológicos, se constituiría de un Reduccionismo absurdo –además de una

paradoja epistemológica, (Ribes, 2005)- y casi innecesario en el sentido de que

no permitiría establecer realmente cuáles fueron los procedimientos y

regularidades de dicho comportamiento especial y que subordinaría a la

experiencia con un mero facilitador y potenciador de las dotaciones genéticas

(Ribes, 2004a).

Por ejemplo, para escribir necesito el sustrato ascendente y descendente

neurológico, pero ello no limita la ejecución de la escritura, sino todo el proceso

de aprendizaje social de movimientos y producción de signos convencionales

por cada comunidad. Aún cuando sea difícil de justificar teórica o

empíricamente, que las pruebas de inteligencia “miden” una “capacidad

mental”, o las “determinaciones genéticas de un conjunto de habilidades

generales y/o específicas” de que una población difieren y/o comparten, si debe

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de considerarse que las pruebas miden el comportamiento, es decir, “las

formas en que los individuos responden de manera lingüística o no lingüística a

un conjunto de condiciones de estímulo estandarizadas en las formas de

reactivos o problemas a resolver” (Ribes, 1990, pág. 70).

C. SOMOS ESTRUCTUAS Y ESQUEMAS: Hasta el momento, partiendo

desde el modelo factorial de rasgos generales y/o específicos en el individuo,

hasta el modelo Cognitivo de inteligencias, tipos, estructuras mentales, etc., los

dos comparten la suposición ontológica que establece como locus de lo

intelectual en el interior del cuerpo, sea como función de una mente o del

cerebro, o actividad de alguna entidad no espacial (mente o aparato

intrapsíquico) o un fragmento mismo del cuerpo (áreas particulares del

cerebro). Es por ello, que conlleva inevitablemente al compromiso

epistemológico del acceso restringido, y a la mera inferencia con base a

indicadores “externos” (Campuzano, 2009; Carpio, 2005, 2008; Carpio, et. al.

2007; Ribes, 1985, 1990, 2002, 2004a).

Uno de los problemas inherentes y principales a este compromiso ontológico

dualista – o de la teoría oficial de la mente- se relaciona con la confusión de

diferentes dimensiones lógicas a las que pertenecen los términos que se

utilizan respecto a su juego de lenguaje particular o categoría semántica (Ryle,

1949; Wittgenstein, 1999; 2004a; Ribes y López, 1985; Carpio, 2005; Carpio,

C., et. al., 2007; Varela, 1998). Una de ellas es la “Imposibilidad lógica” de

predicación común al dictaminar dos esencias ontológicamente diferentes

hasta contrapuestas. Siendo la mente, conciencia, psique, etc. un ente

cualquiera que no posea la propiedad de ocupar un lugar en el espacio, se

cancela la posibilidad de emplear cualquier término que refiera a las

propiedades de aquellos entes que sí ocupan un lugar en el espacio.

Por ejemplo, de un no-cuerpo, no podría afirmarse en extensión, duración,

presión, fuerza, intensidad, entre otras que si poseen los cuerpos. Y que a

pesar de ello, Descartes y los autores que han seguido “su doctrina dualista”,

han postulado –y siguen postulando- estas relaciones de “contacto entre sí”,

como si ambos poseyeran las mismas propiedades. Y quizás, la más resaltante

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aclaración crítica que marcó un hito histórico en la teoría de la mente y en la

Psicología en general así como en la teoría de la Conducta, haya sido el que

hizo el filósofo del lenguaje Ryle mediante su “conductismo lógico”, el cual

consiste en que usualmente, la mayoría de filósofos y teóricos –y por

extensión, psicólogos- “atribuyen un concepto en una categoría del cual no les

corresponde” (Freixa, 2003; Ryle, 1949; Wittgenstein, 1999). Esto se llama

“Error Categorial”, el cual es muy usual en el habla ordinario o coloquial.

Sin embargo, el error no infunde en que en una conversación ordinaria, dos

personas expresen palabras como categorías que gramaticalmente no le

pertenezcan (amor por conducta de amar, inteligencia en vez de inteligir, etc.)

sino que el científico: a) Aproxime ingenuamente un concepto utilizado

coloquialmente hacia un término técnico para que pueda ser utilizado sobre

una teoría científica sistemática donde una de las características principales de

ésta, sea de poseer una terminología precisa, exhaustiva, universal y

específica sobre la realidad; b) Aproxime ingenuamente sobre un explicación

objetiva de la realidad –en nuestro caso, de la conducta inteligente- palabras

ambiguas como pensamiento, motivación, consciencia, entre otros. Los cuales

no cumplen las características de un bagaje suficientemente técnico para la

explicación efectiva del comportamiento. Podemos notarlo claramente citando a

Wittgenstein (Ribes, 2004a): “Los conceptos psicológicos son conceptos

cotidianos. No son conceptos recién creados por la ciencia para sus propósitos,

como lo son los conceptos de la física y de la química” (pág. 52) Por tanto se

deduce que la lógica de los conceptos mentales son la lógica de su uso y de

su contexto por lo que puede referir a distintos sentidos, y no a un sentido

preciso y universal como lo es el término científico.

Por lo tanto, se juega distintas reglas de “juegos de lenguaje” (Wittgenstein,

1999) de otros juegos, o se define conceptos dentro de categorías que no le

pertenecen a su “geografía lógica” (Ryle, 1949). La “Inteligencia” como

sustantivo se trataría de un verbo o un adverbio “substantivizado” por motivos

ordinarios que, sin embargo, gran parte de la comunidad científica psicológica

lo utiliza como tal. Por tanto, estaría cayendo en la “Cosificación” de lo

inobservable o lo privado.

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D. SOMOS “CUALQUIER COSA” QUE PUEDA RELACIONARSE CON LA

CONDUCTA: Un tercer aspecto refiere a la característica de “Autonomía” que

se le atribuye a estas variables latentes nacidas de los errores categoriales

(Ryle, 1949) o regla de juegos foráneos (Wittgenstein, 1999). De lo cual se

desprende que se le atribuyen la “causa” a la ocurrencia de otras variables

manifiestas o conductas “externas”, por ello, una persona resolverá problemas

matemáticos y analíticos (manifiesto) a causa de su inteligencia matemática

(latente efectiva) o se compartará de tal y cual manera por que en ella yace un

rasgo o carácter de personalidad implícita hasta intrínsica, o también por las

variaciones metabólicas o estructuras determinadas genéticamente de su

corteza cerebral; o también por el complejo de Edipo evaluado del Test de

Rorshach –últimamente psicometrizado- o por tu personalidad histriónica desde

el MMPI, o por el gen de Dios, el gen de la Religión, el gen del Lenguaje; o

ciertos neurotransmisores como primeras instancias de conducta, o

sencillamente por sendas variables que de lo que tienen en común es que

ninguna está delimitada conceptualmente por el escape operacionalista de los

fenómenos psicológicos.

TODO, absolutamente todo puede ser explicado por CUALQUIER COSA que

pueda relacionarse –cualitativamente- y/o correlacionarse –cuantitativamente-

con la ESTADÍSTICA o con las NEUROCIENCIAS. Repito, las relaciones son

nada concluyentes e inconsistentes para la afirmación fáctica de un fenómeno

sobre otro, la Psicometría y la Neuropsicología no definen el status ontológico

por tanto, científico de lo relacionado; en el mejor de los casos sistematiza el

conocimiento con las matemáticas y descubre disposiciones neurales, y en el

peor de los casos, crea violentamente cualquier constructor o los justifica para

su teorización pseudo-sistemática por los resultados.

Por tanto, estas variables latentes, de acuerdo con el mentalismo, tienen

existencia propia e independiente de sus manifestaciones ahora sobre los

avances en el estudio de las Neurociencias. Éstos se encuentran “dentro” de

circuitos neuronales o como efectos de la actividad nerviosa (Holding, 1992;

McNmara, 1986, citados en Corral, 2001; Burgos, 2002a, 2002b). Sobre el caso

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de la relación cerebro-inteligencia-conducta, se destila una concepción de

complementariedad entre dos sistemas de relaciones funcionales (uno con

base en estructuras y relaciones biológicas, y el otro sobre la conducta

observable), el cual lleva a la misma lógica dualista incorrecta, propia de la

concepción constructivista de la realidad, de la que Pacheco (2008) ha hecho

un exhaustivo análisis crítico de sus planteamientos; y de igual forma, Burgos

(2002b), luego de un análisis exhaustivo sobre el plano neurocientífico, afirma

que “sea como fuere, la inteligencia no se hereda genéticamente” (p. 87) y de

que de lamisa forma se caer en error al afirmar que la inteligencia se encuentra

en nuestro material genético o ADN, que es indudable el beneficio médico a la

larga, sin embargo, “no importa cuan completo sea, será insifuciente para

entender la conducta humana (…) esto difiere mucho de “diseñar”

genéticamente seres humanos más inteligentes (o más sensibles, bondadosos,

honestos o creativos) (p. 87). Finaliza que la manipulación será necesaria más

no suficiente, puesto que la influencia ambiental será crítica al respecto.

E. ERRORES CATEGORIALES FRECUENTES: Encontramos expertos en la

psicología de "algo" (el ajedrez, el sexo, la enfermedad mental) y no podemos

generalizar más allá de los límites de cada área. Los estudiantes no obtienen

una explicación sistemática de la conducta humana que puedan aplicar a

muchos de sus intereses. Suelen darse dos excusas: que el objeto de estudio

es muy complejo, y que la psicología es una ciencia reciente. Respecto a la

primera excusa, es cuestionable que los interrogantes de la investigación

psicológica sean más complejos que los de otras disciplinas actuales como la

física y la medicina y de lo segundo podemos recordar que en la Ilustración fue

la Psicología con las demás disciplinas que se desataron de la escolástica

aunque en este caso, siguió persistiendo la idea de alma como mente.

Este tipo de errores es la fuente de lo que Ryle denomina "el mito del fantasma

en la máquina" o "la teoría de los dos mundos", que afirma que cada ser

humano tiene un cuerpo y una mente. En la psicología, el error categorial más

frecuente consiste en tratar como si fueran eventos singulares a ciertos

patrones de conducta que sólo pueden ser identificados mediante repetidas

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observaciones. Podemos mencionar didácticamente algunos errores

categoriales:

1. Duplicar el fenómeno que debe ser explicado, confundir descripciones

con explicaciones y viceversa:

Si alguien afirma que "Juan sufre de senilidad, la cual le ha provocado

conductas seniles", vemos que la "senilidad" se infiere de regularidades de

conducta en el tiempo, y no designa un evento aislado en el tiempo. Por lo

tanto, la relación no es de causa y efecto (para ser causa, debe ser un evento).

Si decimos que "la conducta que no es reforzada disminuye, debido a la

extinción" ocurre el mismo error: la "extinción" no es un evento relacionado

causalmente con el fenómeno que debe ser explicado, sino un concepto

inferido de ciertas regularidades. No es que esos conceptos inferidos no

cuenten como explicación, sino que no constituyen explicaciones en el mismo

sentido que las explicaciones en términos de eventos históricos. Veámoslo

desde la óptica de la gramática, un sustantivo se supone que es sustancia, un

verbo se supone que es acción, un adjetivo se supone que califica a un

sustantivo, y un adverbio se supone que califica a un verbo o una acción : ¿Por

qué Humberto grita? Pues por que es agresivo (rasgo mental), ¿Y qué es

agresivo? Por que tiene agresividad (estructura mental) ¿Y qué es la

agresividad? Es eso mismo, gritar –o quizás un instinto perverso inconsciente-.

Notamos aquí también otro error categorial producido que es la

CIRCULARIDAD.

Esta lógica se usa en Psicopatología, Psicometría, y en toda área plagada de

dualismo ¿Nos ha dicho algo sobre el comportamiento del individuo esa lógica?

Definitivamente no. Nos demuestra que no todo sustantivo (agresividad) es

sustancia y no todo calificativo califica a un sujeto como su rasgo (agresivo)

sino que pueden ser adverbios o formas probables de cómo se han dado el

comportamientos catalogados así por la convencionalidad en un determinado

contexto. Es otra forma de error categorial que consiste en definir un concepto

en otro concepto y en realidad no nos explican la verdadera definición, es decir,

no hay nada en el concepto que explique otro concepto. Como por ejemplo que

nos dicen cuando queremos definir atención: la atención está vinculado

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íntimamente con la concentración; es la concentración sobre una determinada

actividad. Mediante este ejemplo podemos percatarnos que no nos dan una

definición en sí.

2. Cosificación, reificación y/o sustantivización:

La cosificación o sustantivación es otro ejemplo de error categorial, consiste en

darle vida a los conceptos (¿alguien dijo Vitalismo? Pero si eso ya feneció en

Química como en Biología). Hemos escuchado con mecha frecuencia decir:

“tienes que vencer tus miedos” o “quítate esa ira”, como si estos que son

conceptos, es decir, entes abstractos tengan influencia en nuestra conducta.

Por ejemplo: recordar es cuando supuestamente esa imagen “mental” del

objeto que has percibido, se “almacena” en tu memoria y esa imagen “mental”

te lleva a evocar lo recordado. En primer lugar cómo una imagen que no existe,

no tiene propiedades de existencia puede influir en tu acción de recordar y otro

punto es cómo lo que anteriormente fue visible y observable (objeto percibido),

se puede “almacenar” como un ente abstracto (recuerdan como el niño de

manera ingenua creía que el que generaba el caramelo era la oreja del adulto),

estamos creyendo que la acción de recordar se genera por que “algo” dentro

de nosotros nos impulsa a realizarlo. Seria mejor decir que recordar es una

manifestación conductual similar a actos anteriores y que por diversos factores

disposicionales se llega a realizar. Como cuando uno aprende a bailar cierto

tipo de música, al volver a escuchar cierta música (factor disposicional) va a

realizar una conducta similar pero no igual a la anterior ya que el contexto o la

situación que se presenta ya no es el mismo, es decir bailaras de manera

similar pero no igual.

3. División de Conceptos:

Dividir conceptos de forma equivocada es otro error categorial, un ejemplo

claro de ello es cuando definimos universidad, sabemos que es el conjunto

organizado y sistemático de alumnos, catedráticos, decanos, etc. Si nos dicen

que la universidad es solo los salones o solo el alumnado sabemos que está

cayendo en un error. De la misma manera sucede con la psicología, tratamos

de dividir el comportamiento humano complejo en partes, como por ejemplo:

cuando decimos mis ojos son los que te ven, en realidad Yo soy la que te veo,

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otro ejemplo es separar al ser humano en mundo interno y externo. Es

necesario tener en cuenta que el que realiza la acción o interactúa con su

entorno es el ser humano con todas sus estructuras, no solo lo hace su cerebro

o solo su “mundo interno” o solo su “mundo externo” es una interacción del ser

en forma completa y no lo hace en partes.

Como lo hemos notado en psicología no es suficiente el desmerecimiento

epistémico y lógico de una teoría para que ésta deje de perpetuarse en la

actividad científica. Estas perviven y coexisten a través del tiempo, pero siendo

la disciplina psicológica sui generis, en el sentido de que no podría hablarse de

un estado pre-paradigmático de la ciencia (Kuhn, 1962), puesto que existen las

teorías no para problematizar en torno a un fenómeno consensuado, sino

existen diversas psicologías (Ribes, 2000) paralelas hasta antagónicas en

términos de constituirse distintos compromisos de ser, de estudio y de

aplicación. Sin embargo, como bien lo menciona Putnam (2006) “… es claro

que Wittgenstein piensa que los mismos juegos de lenguaje pueden ser peores

o mejores… Wittgenstein da a entender que existen juegos de lenguaje

primitivos que el combatiría y otros que considera absurdos” (pág. 59).

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