Escalera de Jacob1
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A.·. L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
V:. M:.
Q:.Q:.H:.H:. Todos
La Escalera de Jacob
La Escalera de Jacob es, sin dudas, uno de los más bellos símbolos de la M.·.. Su origen
puede hallarse en un pasaje del libro del Génesis. Jacob, por orden de su padre Isaac,
viajaba a Padán Aram, en la Mesopotamia, a lo de su tío Labán. Al anochecer, se dispuso a
descansar en cierto lugar y se acostó a dormir, apoyando su cabeza en una piedra. Soñó
con una escalera que, apoyada en la tierra, llegaba hasta los cielos. Por la escalera subían
y bajaban los ángeles de Dios. En el libro se cuenta que Dios le dijo: “Yo soy el Señor, el
Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra
sobre la que estás acostado. Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la
tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.” Jacob al
despertar de su sueño, pensó: “En realidad el Señor está en este lugar, y yo no me había
dado cuenta.” Y con mucho temor añadió: “Que asombroso es este lugar! Es nada menos
que la casa de Dios ¡Es la puerta del cielo!”1. Jacob se levantó a la mañana siguiente tomó
la piedra sobre la que había descansado, la alzó y derramó aceite sobre ella. A ese lugar lo
llamó Betel que significa casa de Dios.
La M.·. ha adoptado esta alegoría de la Escalera de Jacob, que se eleva hacia al cielo, como
un símbolo de progreso moral e intelectual. Esta escalera se destaca en la parte central
del cuadro del aprendiz y generalmente la encontramos apoyada en el pavimento de la
L.·., o a veces en el libro sagrado y desde ahí hacia el cielo. Sugiere René Guénon que la
escalera en realidad se prolonga, aunque no la veamos, por debajo de la superficie de la
tierra para comprender también así al inframundo.
1 Génesis 28,10 - 18.
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Los escalones equivalen al esfuerzo que debemos hacer, o las virtudes a alcanzar para
llegar hacia el Gran Arquitecto del Universo. En algunos casos, la Escalera de Jacob se
representa con tres escalones, como las virtudes teologales, Esperanza, Fe y Caridad,
cuyas figuras decoran habitualmente la escala; en otros casos, los escalones con siete, al
incluir también las cuatro virtudes cardinales: Templanza, Prudencia, Fortaleza y Justicia.
Esta escalera de la virtud es un camino del hombre hacia el Gran Arquitecto mediante
estados espirituales progresivamente más elevados, y es también un camino de
comunicación entre la tierra y el cielo. A través de ella se puede ascender al cielo, o
también recibir un mensaje en sentido descendente. Con perspicacia, Guenón observa
que se suben peldaños que son grados de conocimiento y se bajan peldaños que son
virtudes, es decir los frutos que recibimos por esos conocimientos.
No está claro en qué momento, ni cómo, se introduce este símbolo en la M.·. aunque,
para algunos, fue introducido por el Q.·.H.·. Thomas Dunckerly a mediados del siglo XVIII.
Habría ingresado al ritual m.·. proveniente del legado de la tradición hermética. Veremos
que el símbolo de la escalera de Jacob ha sido adoptado por diferentes culturas y
religiones a lo largo de la historia.
En la Cábala Judía se relaciona a los peldaños de la escalera con los diez Sefirots: el Reino,
la Fundación, el Esplendor, la Firmeza, la Belleza, la Justicia, la Misericordia, la Inteligencia,
la Sabiduría y la Corona, a través de la cual se llega gradualmente al Ser Supremo.
La alegoría ha sido asimilada también en el Cristianismo, prueba de ello es la gran cantidad
de representaciones artísticas e iconográficas donde se muestra la escalera de Jacob en
diversas formas. Se la ha asimilado en la Edad Media con la Virgen María, la intermediaria
entre los hombres y Dios; incluso se la vinculó a la figura de Jesucristo, el hijo de Dios
enviado por Él a este mundo y que tiene la doble condición de ser Dios y Hombre, al
mismo tiempo une el Cielo y la Tierra.
Los musulmanes refieren en su tradición que Mahoma subió por la escala acompañado del
Ángel Gabriel y de muchos ángeles custodios. En el Corán el profeta narra: “Gabriel me
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sacó después del templo y me mostró una escala que se alargaba desde el primer cielo
hasta la tierra (…). Sus grados o escalones eran, el primero de rubí, el segundo de
esmeralda, el tercero de perla blanquísima, y cada uno de una piedra preciosa diferente.”
El símbolo de la escalera como vía para alcanzar la divinidad no ha sido patrimonio
exclusivo de las religiones abrahámicas sino también de otras culturas y religiones
antiguas. Afirma Albert Mackey, en su Enciclopedia de la Francmasonería, que en los
misterios persas de Mitra, se encuentra una escalera de siete escalones o puertas por las
que avanzaba el candidato iniciado. Cada escalón simbólico de esta escala de perfección
era de un metal distinto y representaba un mundo por el que se iba progresando, de la
siguiente manera: 1º Plomo. Saturno. La primera existencia; 2º Azogue. Mercurio. Mundo
de la vida primitiva; 3º Cobre. Venus. Los cielos; 4º Estaño. Júpiter. La mitad de la vida; 5º
Hierro. Marte. Mundo de los orígenes; 6º Plata. La Luna. La mansión de los justos; 7º Oro.
El sol. La verdad.
En Babilonia se hallan elementos de mucha similitud. Para acercarse a Dios construían los
ziggurats, que eran templos erigidos superponiendo macizas plataformas cuadrangulares
de tamaño cada vez más pequeño. Estas plataformas eran siete, cada una pintada de un
color diferente, generalmente la última era del color del cielo. La famosa Torre de Babel es
el ejemplo más conocido de este tipo de monumentos.
En la mitología nórdica también encontramos un símbolo análogo: es el árbol de la vida
llamado Yggrasil, sus raíces y ramas unen el cielo y la tierra. Algunas tribus en América del
Norte representaban los diferentes mundos como cavernas superpuestas con un gran
árbol central por el cual se podía ascender.
Se podrá hablar largamente sobre si la escalera es un símbolo más ajustado como medio
para llegar a los cielos que una torre o un árbol gigante. Podemos tener dudas si Jacob
realmente tuvo ese sueño del que habla el Génesis, más aún, podríamos dudar si Jacob
alguna vez existió. Lo que no admite dudas es la necesidad que tenemos los hombres de
despegarnos de la tierra y trascender, ese inquietante deseo de encontrar una razón
elevándonos hacia los cielos. Se trata de la búsqueda innata del Gran Arquitecto del
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Universo al que sólo lograremos encontrar ascendiendo por una escala de virtudes. Se
trata de un imperativo moral que forma parte indisoluble de nuestra naturaleza.
Los antiguos entendieron que la escalera era una puerta celestial, en muchos casos,
consideraron que había determinados lugares sagrados que servían como conductos hacia
lo divino. Para los masones esta escalera es un símbolo, no un lugar; un símbolo que en
cada tenida, cuando se abren los trabajos, podemos hallar en nuestro cuadro de aprendiz.
Nuestra L.·. es, claramente, una escalera para el crecimiento moral, y subir por ella es un
camino duro, es lento y sacrificado; en ocasiones logramos subir un escalón, en otras,
obligadamente toca descender. Es innegable que la Escalera de Jacob está en el medio de
este templo, pero principalmente, todos los días no sólo los miércoles, la escalera está en
tu trabajo; la escalera está en tu casa, en la relación con tu esposa e hijos; La escalera está
en el barrio, o afuera mismo en la calle. Querido Hermano: la Escalera de Jacob, en
definitiva, está adentro tuyo, en lo profundo de tu alma, esperándote a que te decidas, de
una buena vez, a subir por ella.
Es cuánto.
E.M.
Referencias
Guénon, R. El simbolismo de la escala. Etudes Traditionnelles, mayo 1939.
Mackey, A. Enciclopaedia of Freemasonry. The Masonic History Company. 1914. pp. 360 –
362
Sánchez Amores, J. Precedentes iconográficos sobre “El sueño de Jacob” de José Ribera.
Boletín de Obras del Museo del Prado Nº 22, año 2003.
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