Escribir lA lecTura Roland Barthes

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  • 7/24/2019 Escribir lA lecTura Roland Barthes

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    Escribir la lectura, Roland Barthes

    Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habis ido parandocontinuamente a lo largo de la lectura, y no por desinters, sino al contrario, a causa deuna gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, no os hapasado nunca eso de leer levantando la cabeza?

    Es sobre esa lectura, irrespetuosa, porque interrumpeel texto, y a la vez prendadade l, al que retorna para nutrirse, sobre lo que intento escribir. ara escribir esa lectura,

    para que mi lectura se convierta, a su vez, en ob!eto de una nueva lectura "la de loslectores de SjZ), me ha sido necesario, evidentemente, sistematizar todos esos momentosen que uno #levanta la cabeza$. En otras palabras, interrogar a mi propia lectura ha sidouna manera de intentar captar la forma de todas las lecturas "la forma% el &nico territoriode la ciencia', o, a&n m(s, de reclamar una teor)a de la lectura.

    *s) que he tomado un texto corto "cosa necesaria+ dado el car(cter minucioso dela empresa', Sarrasine, de alzac, una novela poco conocida "acaso no es alzac, pordefinici-n, #el nagotable$, aquel del que nunca lo hale)do uno todo, salvo en el caso deuna vocaci-n exegtica?', y me he dedicado a detenerme constantemente durante lalectura de ese texto. /eneralmente, la cr)tica funciona "no se trata de un reproche' o biena base de microscopio "iluminando pacientemente el detalle filol-gico, autobiogr(fico o

    psicol-gico de la obra', o bien a base de telescopio "escrutando el enorme espaciohist-rico que rodea al autor'. 0o me he privado de ambos instrumentos% no he hablado nide alzac ni de su tiempo, ni me he dedicado a la psicolog)a de los persona!es, latem(tica del texto ni la sociolog)a de la ancdota. 1ornando como referencia las primerasproezas de la c(mara, capaz de descomponer el trote de un caballo. en cierta manera, loque he intentado es filmar la lectura de Sarrasineen c(mara lenta% el resultado, seg&ncreo, no es exactamente un an(lisis "yo no he intentado captar el secretode este extra2otexto' ni exactamente una imagen "creo que no me he proyectado en mi lectura+ o, si hasido as), lo ha sido a partir de un punto inconsciente situado mucho m(s ac( de #m)mismo$'. Entonces, qu es S/Z? 3n texto simplemente, el texto ese que escribimos ennuestra cabeza cada vez que la levantamos.

    Ese texto, que convendr)a denominar con una sola palabra% un texto-lectura, espoco conocido porque desde hace siglos nos hemos estado interesandodesmesuradamente por el autor y nada en absoluto por el lector+ la mayor parte de lasteor)as cr)ticas tratan de explicar por qu el escritor ha escrito su obra, cu(les han sidosus pulsiones, sus constricciones, sus l)mites. Este exorbitante privilegio concedido alpunto de partida de la obra "persona o 4istoria', esta censura e!ercida sobre el punto alque va a parar y donde se dispersa "la lectura', determinan una econom)a muy particular"aunque anticuada ya'% el autor est( considerado como eterno propietario de su obra, ynosotros, los lectores, como simples usufructuadores% esta econom)a implicaevidentemente un tema de autoridad% el autor, seg&n se piensa, tiene derechos sobre ellector, lo obliga a captar un determinado sentidode la obra, y este sentido, naturalmente,es el bueno, el verdadero% de ah) procede una moral cr)tica del recto sentido "y de sucorrespondiente pecado, el #contrasentido$'% lo que se trata de establecer es siempre loque el autor ha querido decir, y en ningn caso lo que el lector entiende!

    * pesar de que algunos autores nos han advertido por s) mismos de que podemosleer su texto a nuestra guisa y de que en definitiva se desinteresan de nuestra opci-n"5alry', todav)a nos apercibimos con dificultad de hasta qu punto la l-gica de la lecturaes diferente de las reglas de la composici-n. Estas &ltimas, heredadas de la ret-rica,siempre pasan por la referencia a un modelo deductivo, es decir, racional% como en elsilogismo, se trata de forzar al lector a un sentido o a una conclusi-n% la composici-ncanaliza+ por el contrario, la lectura "ese texto que escribirnos en nuestro propio interiorcuando leemos' dispersa, disemina+ o, al menos, ante una historia "corno la del escultor6arrasine', vemos perfectamente que una determinada obligaci-n de seguir un camino "el#suspenso$' lucha sin tregua dentro de nosotros contra la fuerza explosiva del texto, su

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    energ)a digresiva% con la l-gica de la raz-n "que hace legible la historia' se entremezclauna l-gica del s)mbolo. Esta l-gica no es deductiva, sino asociativa% asocia al textomaterial "a cada una de sus frases' otras ideas, otrasim(genes, otrassignificaciones. #Eltexto, el texto solo$, nos dicen, pero el texto solo es algo que no existe% en esa novela, enese relato, en ese poema que estoy leyendo hay, de manera inmediata, un suplemento desentido del que ni el diccionario ni la gram(tica .pueden dar cuenta. 7o que he tratado dedibu!ar, al escribir mi lectura de Sarrasine, de alzac, es !ustamente el espacio de estesuplemento.

    No es un lector lo que he reconstituido "ni vosotros ni yo', sino la lectura. 8uierodecir que toda lectura deriva de formas transindividuales% las asociaciones engendradaspor la literalidad del texto "por cierto, d-nde est( esa literalidad?' nunca son, por m(sque uno se empe2e, an(rquicas+ siempre proceden "entresacadas y luego insertadas' dedeterminados c-digos, determinadas lenguas, determinadas listas de estereotipos. 7am(s sub!etiva de las lecturas que podamos imaginar nunca es otra cosa sino un !uegorealizado a partir de ciertas reglas. 0 de d-nde proceden estas reglas? No del autor, porcierto, que lo &nico que hace es aplicarlas a su manera "que puede ser genial, como enalzac'+ esas reglas que son visibles muy por delante de l, proceden de una l-gicamilenaria de la narraci-n, de una forma simb-lica que nos constituye antes a&n de nuestronacimiento, en una palabra, de ese inmenso espacio cultural del que nuestra persona"lector o autor' no es m(s que un episodio. *brir el texto, exponer el sistema de su lectura,no solamente es pedir que se lo interprete libremente y mostrar que es posible+ antes quenada, y de manera mucho m(s radical, es conducir al reconocimiento de que no hayverdad ob!etiva o sub!etiva de la lectura, sino tan s-lo una verdad l&dica+ y adem(s, eneste caso, el !uego no debe considerarse como distracci-n, sino como traba!o, un traba!odel que, sin embargo, se ha evaporado todo esfuerzo% leer es hacer traba!ar a nuestrocuerpo "desde el psicoan(lisis sabemos que ese cuerpo sobrepasa ampliamente anuestra memoria y nuestra conciencia' siguiendo la llamada de los signos del t exto, detodos esos lengua!es que lo atraviesan y que forman una especie de irisada profundidaden cada frase.

    9e imagino muy bien el relato legible "aquel que podemos leer sin declararlo#ilegible$. quin no comprende a alzac?' ba!o la forma de una de esas figurillas sutil yelegantemente articuladas que los pintores utilizan "o utilizaban' para aprender a hacercroquis de las diferentes posturas del cuerpo humano+ al leer imprimimos tambin unadeterminada postura al texto, y es por eso por lo que est( vivo+ pero esta postura, que esinvenci-n nuestra, s-lo es posible porque entre los elementos del texto hay una relaci-nsu!eta a reglas, es decir, una "ro"orci#n$ lo que yo he intentado es analizar estaproporci-n, describir la disposici-n topol-gica que proporciona a la lectura del textocl(sico su trazado y su libertad, al mismo tiempo.

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