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    Revista Iberoamericana, Vol. LXXIV, Nm. 225, Octubre-Diciembre 2008, 973-995

    ESCRITURA Y LUCHA POLTICA EN LA CULTURA ARGENTINA:IDENTIDADES Y HEGEMONA EN EL MOVIMIENTO DE

    DIVERSIDADES SEXUALES ENTRE 1970 Y 2000

    POR

    FLAVIO RAPISARDIUniversidad de Buenos Aires

    1. AMANECEQUEER

    Cuando Kate Millet escribi el influyente libro Sexual Politics (1970), enla dimensin intersectada por esos dos conceptos se inscribi un exceso: el de lahegemona como dimensin constitutiva, no siempre vislumbrada, de la articulacinpropuesta.

    A partir de aquel momento, primero el feminismo y luego el activismohomosexual se debatieron en torno a la necesidad de una ontologa biolgica ocultural en la que asegurar las posibilidades de una poltica emancipatoria, es decir,iniciaron un debate interminable sobre la necesidad de una topografa social en laque fundar su poltica, tratando de anclar la lucha hegemnica en un colectivopreexistente.

    Pero llegados los aos noventa, el debate entre el esencialismo y el

    constructivismo no resisti los embates desenmascaradores del desconstructivismo:se hizo imposible pensar las identidades ms all de las articulaciones que operanen trminos de lucha hegemnica y de antagonismo, abandonando as la insistenciaen la bsqueda de una transparencia subjetiva. La proliferacin de agrupacionesgays y lesbianas cercanas al pensamiento de las derechas y el propio presupuestode una pretendida apoliticidad de la gaytud y la lesbiandad pretendieronocultar las condiciones de la territorializacin de sus discursos, postergando assu encuentro con la poltica como dimensin antagnica que ya los y las habatomado de las narices.

    La perspectiva queeren tanto poltica deconstructiva pudo y puede as articularuna puesta a distancia tanto de la importacin como de la utilizacin acrtica delmodelo gay-lsbico-trans en Amrica Latina a partir de la puesta en cuestin de laspolticas de la identidad propias del paradigma cultural dominante estadounidense

    que se relaciona con la cultura poltica de negociacin liberal y que exige un tipoparticular de modo de organizacin y relacin entre Estado y sociedad civil.

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    En este contexto, la fobia anti-Butler en el feminismo y las perspectivasgay-lsbicas latinoamericanas fueron una respuesta a una lectura academizante queal regodearse en la deconstruccin o la resignificacin se pretendi inauguradorade un multiculturalismo a la gauche, sin percatarse de que como ya dijo Marxla primera vez es tragedia y la segunda farsa, pero tambin fueron una resistenciapoltica a los propios fantasmas de una izquierda anquilosada en sus terroresretentivos del inconsciente, la clase, el gnero y el pueblo.

    As, el 27 de junio de 1997, alrededor de diez profesores/as y estudiantes dela Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires organizamosuna Maratn de Cine Gay Lsbico como actividad de inicio del rea de EstudiosQueer y Multiculturalismo. En aquella muestra exhibimos desdeUn chant damour,dirigida por Jean Genet, hasta Trevor,de Peggy Rajski.

    Tres aos despus nuestra propuesta se transformaba. En noviembre de 2000propusimos una programacin que inclua desdeLa fobia de Homero, captulo deLos Simpsons en donde Homero trata de asegurar la heterosexualidad de Bart,hasta un excepcional cortometraje que conseguimos sin los crditos de sus autores/as sobre la experiencia de las mujeres libres espaolas (anarquistas), en el queellas relatan las luchas previas al gobierno franquista y sus acciones durante laGuerra Civil espaola.

    Qu tienen que ver los gays con las anarquistas espaolas?, se pregunt unenojado asistente a la muestra. Y nosotros/as nos ofendimos, como corresponde aquien le critican la fiesta que organiz con esmero, ensayando algunas respuestasque hoy ya suenan a meros balbuceos. Hoy tenemos algo ms que decir: eliminamosde nuestra denominacin el concepto multiculturalismo.1

    Este cambio en la forma en que nos nombramos fue, casi sin que lo sepamos,

    el nuevo y decisivo paso en la territorializacin de la teora queeren una BuenosAires en donde su derecha cultural se horroriz con alarmadas notas de protestaen el conservador diarioLaNacin, que se cuestionaba ante su nada despreciableaudiencia por qu una universidad pblica inverta fondos pblicos en semejantescosas, y la izquierda acadmica, que nos exiga carta de nacionalidad terica.Los/as conservadores/as argentinos/as fueron y son siempre tan banalmenteburdos/as que no hizo falta ninguna respuesta, y la izquierda (marxista ortodoxa,socialdemcrata, lacaniana, entre otras) pas de la crtica manida a preocuparse en

    1 Si bien el rea de Estudios Queery Multiculturalismo fue creada en el ao 1997 dentro del CentroCultural Rector Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires, con anterioridad (para ser ms

    precisos, desde el ao 1993) muchos de quienes formamos el rea trabajbamos en el ColectivoEros, espacio de produccin terica y poltica de la Facultad de Filosofa y Letras de la mismauniversidad.

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    el momento en que escucharon que no reivindicbamos ningn pos, asumiendo,quiz, sus propios fantasmas.2

    Por esto, Judith Butler sostiene que:

    Negarse a [...] exigir la nocin de sujeto desde el principio, no es lo mismo quenegar o abandonar esa nocin totalmente; por el contrario, es preguntar por suproceso de construccin y por el significado poltico y por las consecuencias detomar el sujeto como un requisito o presuposicin de la teora. (4)

    Nosotros/as leemos all una lnea de fuga, de problematizacin poltico-esttica de los modos en que en Argentina se propona articular el antagonismo delas diversidades sexuales,3 y no el saludo de despedida a las prcticas polticas

    que nos convocaron y an nos convocan dentro de un campo en el que la luchapor la hegemona y el antagonismo son el territorio del que partimos y el lugar alque llegamos.

    2. HISTORIZACINSIN HISTORIA DELACTIVISMODELASDIVERSIDADESSEXUALES

    Si bien la expulsin de la historia en el estructuralismo althusseriano hoy puedeser revisada, su crtica al historicismo hegeliano no deja de ser valiosa, al exigirnosatender las coyunturas o sincronas en las que se articulan nuestras prcticas:

    [...] la estructura del todo est articulada como la estructura de un todo orgnico jerarquizado. La coexistencia de los miembros y las relaciones en todo estsometida al orden de una estructura dominante que introduce un orden especfico

    en la articulacin (Gliederung) de los miembros y las relaciones. (Althusser yBalibar 105)

    Por esto, releer los textos de intervencin de la diversidad sexual en la culturaargentina es algo ms que construir la linealidad de una biografa de polticas o desujetos identificables: es hacerse cargo de los silencios que la construccin de todalinealidad deja en su margen, ya que, como seal Hayden White en relacin con la

    2 En este sentido aparecieron cartas de lectores y comentarios en las secciones culturales sobre lapreocupante proliferacin de estudios homosexuales en el mbito universitario. Por otra parte,revistas de la autodenominada izquierda acadmica, comoEl ojo mocho, incluan en la dcadadel noventa algn comentario contrario a lo que ellos/as consideraban y an consideran como laimproductividad terica de los estudios gay-lsbicos o feministas.

    3 Introduzco los conceptos diversidad sexual y diversidades sexuales de manera provisoria,

    ya que esta categora no permite pensar de manera adecuada el activismo homosexual de los aossetenta ni el de los ochenta, donde esto era pensado bajo el modo de experiencias de desigualdadms que de diferencia.

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    escuela de los anales, la pregunta que aparece an en la ms inocente lnea detiempo es sobre cules fueron las condiciones del propio registro de lo que puedepasar a ser considerado como hecho histrico. Este margen no es ms que esecono de sombras que posibilita e imposibilita nuestra prctica poltica y al que sedebe revisar bajo riesgo de ser un eslabn ciego de la hegemona de turno.

    En general, las historizaciones de las intervenciones polticas de las diversidadessexuales4 en Argentina suelen dividirse en tres etapas: los setenta, los ochenta y losnoventa. Y en ese planteo, las dcadas parecenfiltrarse en los textos. Repitiendo elerror hegeliano que considera el tiempo como homogneo y su composicin comouna continuidad expresiva en la que cada elemento es un ejemplo del todo, se hancaracterizado los textos que aqu abordaremos como muestras de la polticarevolucionaria de los setenta, de la poltica de derechos humanos de los ochenta

    y de la ruptura multicultural de los noventa.5Desde nuestra perspectiva, la operacin de esta propuesta historicista para la

    lectura de la literatura poltica de las diversidades sexuales en Argentina, por unlado, construye un rgimen general del discurso en el cual se ponen de manifiestolas transformaciones culturales generales de las prcticas polticas en Argentina,pero, por otra parte, estructura una supuesta identificacin clara de sujetospolticos. De este modo, este devenir es ledo como una cadena de sustitucinentre revolucin-reformismo-multiculturalismo que no slo supone esa presenciaprevia de sujetos en el campo de lo social, sino que tambin funda una especie deteleologa de las prcticas polticas de las diversidades sexuales que erradica lacontingencia, el antagonismo y la lucha hegemnica.

    Segn nuestra opinin, este esquema ha ocultado y silenciado los debatesy las tensiones polticas que hacen imposible la construccin de una simple

    evolucin o transformacin epocal del activismo de diversidades sexualesen Argentina. A nuestro entender, la desconstruccin de este planteo abre unumbral en el que la identidad deja de aparecer como un pivote preexistente y seconvierte en un punto de articulacin y condensacin poltica que problematiza lahistorizacin en la que se basan las historizaciones del activismo GLTTTBI6 local.Para esto proponemos una relectura de textos de intervencin del movimiento enArgentina: textos de Nstor Perlongher, el primer nmero de la revista Somos yel nico nmero del diarioHomosexuales del ao 1973, produccin colectiva del

    4 Por intervenciones polticas de las diversidades sexuales me refiero en este trabajo a los textosque activistas han producido en Argentina.

    5 En este punto disiento con el planteo que realic en un trabajo anterior (ver Rapisardy y Bellucci) y con

    la misma perspectiva de Osvaldo Bazn en su libroHistoria de la homosexualidad en Argentina.6 GLTTTBI es una categora que refiere al activismo y a las personas gays, lesbianas, travestis,

    transexuales, transgneros, bisexuales e intersexuales.

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    Frente de Liberacin Homosexual;Homosexualidad; hacia la destruccin de losmitos,el primer texto de esta clase publicado en Argentina luego de la dictadura(en 1985), del activista Zelmar Acevedo; el textoEstrictamente vigilados por lalocura de Hctor Anabitarte, publicado en Espaa en el ao 1982; y el trabajoTransgeneridad: la construccin/deconstruccin de nuestra identidad, del ao1998, de la organizacin ALITT (Asociacin de Lucha por la Identidad Travestiy Transexual), como complejas articulaciones poltico-culturales de modos deorganizacin, historia y cultura poltica7 en las que la identidad se configura comoun campo de debate hegemnico y no como un dato topogrfico sobre la base dela cual construir una historicidad en funcin de la cual se justifica o se denigra elalcance del activismo de diversidades sexuales, obligando as a pensar la propiaidentidad y las construcciones hegemnicas como articulaciones discursivas en las

    que las posiciones de sujeto deben ser represadas y revisadas como condicin deasegurar una poltica emancipatoria en trminos de antagonismo.

    Sotiene Ernesto Laclau:

    Toda lucha democrtica emerge en el interior de un conjunto de posiciones,de un espacio poltico relativamente suturado, formado por una multiplicidadde prcticas que no agotan, sin embargo, la realidad referencial y emprica delos agentes que forman parte de las mismas [...] el espacio poltico de la luchafeminista es el conjunto de prcticas y discursos que crean las diferentes formasde subordinacin de la mujer, el espacio de lucha anitrracista tiene lugar en elinterior del conjunto sobredeterminado de prcticas y discursos que constituyenla discriminacin racial. (175-76)

    Si las identidades son entonces estas referencias empricas incompletas delas luchas democrticas, debemos revisar las marcas que las mismas han dejado ensus intervenciones tericas, quebrando as la homogeneidad de las historizacionesque han constituido un relato histrico justificado en la plena presencia de lasidentidades GLTTTBI en el contexto poltico argentino.

    3. ELROSAAMANECERDELOSSETENTA

    Cuando finalizaba la dcada del sesenta y el gobierno del dictador Onganalanguideca en su acelerada agona luego del Cordobazo, maricas bonaerenses, en el

    7 En el rea Queer de la Universidad de Buenos Aires estamos discutiendo con Silvia Delfino, JuanPechin, Ilona Aczel, Juan Pablo Parchuc, Guadalupe Salomn, Carlos Alvarez y Silivia Elizaldeesta relacin como un modo de materializar de manera contextual las articulaciones producidaspor el debate identitario. En este sentido, por modo de organizacin entendemos las prcticasde asociacin en trminos de institucionalidad, prcticas de representacin, multilateralidad y lasrelaciones entre Estado y sociedad civil como campo de construccin de hegemona.

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    barrio de Gerli, cerca de una villa miseria, discutan cmo organizarse polticamente.8Entre ellos, Hctor Anabitarte, cuadro del Partido Comunista Argentino (PCA),se anim a coordinar en el Sindicato de Correos este raro emprendimiento quepasara a llamarse Nuestro Mundo y que fue la primera experiencia activistahomosexual en Amrica Latina.

    Nos dice Anabitarte:

    En Nuestro Mundo participaban personas del pueblo, algunas de las cualeseran portadoras de la ideologa ms reaccionaria y conservadora. Repartamosboletines [...] Los periodistas que me reciban se quedaban helados Pero Ud. eshomosexual? [...] armaba los boletines en la sede de la agencia de noticias DAN[...] [que] estaba vinculada de alguna manera al Partido Comunista. Su director,un comunista de toda la vida [...] se daba cuenta de esta otra tarea, pero nunca dijonada. Tiempo antes haba llegado a las oficinas de DAN, va Partido Comunista,un informe donde se me denunciaba como homosexual. El director me llam a sudespacho y me dijo que, de haberlo sabido antes, no me tomaba. Pero que despusde conocerme y tratarme no encontraba un solo argumento para echarme.

    En el relato de Anabitarte se articulan claramente las contradicciones ylas complejidades que luego se desplegarn en el devenir del movimiento dediversidades y de la relacin entre las izquierdas, preocupadas por la revolucin yla formulacin abstracta de los derechos humanos, y los movimientos de maricas,lesbianas, feministas y, de manera ms reciente, travestis.

    Cul es la relacin entre los maricas conservadores y reaccionarios que sesumaron a este primer grupo homosexual y las posturas universalistas de la izquierdade los fundadores de Nuestro Mundo?

    Una pregunta ms fcil de responder es por qu un informe del PCA denunciabaa Anabitarte en su lugar de trabajo:9 el sovietismo del PCA en la dcada del setentalo llev a sostener las posturas reaccionarias de la reflexologa rusa del Dr. Fedotov,que, con una dialctica hegeliana, sostena que la homosexualidad se superabacon el injerto de rectos de plstico (Anabitarte).

    Sin embargo, la charla en el despacho del director de DAN con Anabitartey su decisin de sostenerlo en su puesto de trabajo, a pesar de la denuncia y de

    8 Juan Carlos Ongana fue un general del Ejrcito Argentino que encabez un golpe de Estado enel ao 1968 contra el gobierno constitucional del radicalismo a cargo de Humberto Illia. Dicharevolucin fue de carcter corporativo y llev el nombre de Revolucin Argentina. Se conocecomo Cordobazo a una rebelin popular del ao 1969 en la provincia de Crdoba en la quetrabajadores/as y estudiantes ganaron las calles exigiendo la renuncia del presidente de facto.

    9 Cabe aclarar que el PCA ha cambiado su posicin sobre el tema de las diversidades sexuales y esahora el nico partido de la izquierda marxista en Argentina que desarrolla una poltica sistemticade articulacin con las luchas de las diversidades sexuales.

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    saber que trabajaba en sus horas laborales para un grupo homosexual, habla de ladesconstructibilidad de la homofobia y de la posible articulacin entre las polticasde estos colectivos con las polticas de las izquierdas, ya que, podemos preguntarnos:qu hubiese pasado si esta denuncia hubiese llegado a las oficinas de un directorde una agencia de noticias catlica? Hubiese el acusado conservado su puesto detrabajo? Hubiese podido seguir trabajando para Nuestro Mundo? La homofobiano es una, sino un complejo conglomerado de polticas que se refuerzan entre s,no cabe duda, pero cada en cada una de sus apariciones abre mltiples lneas deresistencia que se configuran de modos distintos.

    Prosigue Anabitarte:

    [Nuestro Mundo] no tena nada que ver con el Mayo Francs ni con el movimiento

    gay de Estados Unidos. Antes bien, mantenamos correspondencia con los espaoles,que vivan atemorizados por la Ley de Peligrosidad Social del franquismo, queinclua a los homosexuales. No ramos intelectuales, la mayora venamos delsindicalismo, en mi caso, adems, del Partido Comunista, y en cuanto a lasreivindicaciones que exigamos, adscribamos ms a un estilo reformista querevolucionario, creamos as respetar el sentido de la realidad. (Anabitarte)

    El sindicalismo y la izquierda autctona fueron entonces, contra ciertasinterpretaciones actuales que privilegian enfoques que resaltan el carcter globalizadodel movimiento de minoras (ya desde la dcada del sesenta), los que dieron elpuntapi a un movimiento en el que luego explotaran tendencias y enfrentamientospolticos y culturales. Pero este luego fue pronto. Para ser ms precisos, en elao 1971, el movimiento toma contacto a travs del escritor y poeta Juan Jos

    Hernndez, uno de los frecuentadores del Grupo Sur, con intelectuales y con laebullicin cultural neoyorquina (Rapisardi y Modarelli 143).El ao 1971 es un punto de inflexin: Nuestro Mundo avanza hacia la

    confederacin en el Frente de Liberacin Homosexual (FLH); aquellos maricassindicalistas y comunistas del Gran Buenos Aires se mudan al barrio de Once, ala calle La Rioja. Y esta dispora no fue slo geogrfica, sino tambin poltica ycultural: pronto se sumarn, con grados variables de compromiso, un mandarndel Grupo Sur, el escritor Pepe Bianco, nio mimado de Victoria Ocampo, queprestaba su departamento como centro de reuniones y hasta Manuel Puig, que ayuda solventar los gastos de la publicacinHomosexuales, con la que el Frente hacasu primera declaracin poltica integral y compleja en el ao 1973.

    Esta dispora del Gran Buenos Aires al barrio de Once de la Capital abrilas puertas a los/as estudiantes universitarios/as. Entre ellos/as aparece Nstor

    Perlongher: un joven politizado en las lecturas y en la prctica de trotskismo. Estasegunda generacin de activistas produjo una revuelta antijerrquica, cuestion yarrebat la conduccin del FLH, que se organizaba bajo los dictados leninistas del

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    centralismo democrtico del que Anabitarte era parte. Perlongher, desde su grupoEros, motorizaba la vanguardia de este movimiento, que, a pesar de sus crticasal machismo de la antigua conduccin, incorpor a sus filas a un grupo catlicoque sostena que sus acciones eran movidas por el Espritu Santo (Somos 5). ElFLH, entonces, fue mucho ms que Perlongher. Y su revuelta antijerrquica nocohesion un discurso de izquierda, sino que complejiz y articul en su interioralgunas posturas que Anabitarte seal como reaccionarias en el momento defundar Nuestro Mundo.

    Hctor Anabitarte seala que en esta segunda generacin de activistas sinfluyeron las vanguardias del Mayo Francs y su discurso de la nueva izquierdaantijerrquica. Entre los/as integrantes de esta segunda ola, la personalidad y lacapacidad arrolladora de Perlongher se impondran hasta casi identificar al FLH

    con su persona. Y esto no es metfora. l solo, con su solo juicio, lleg a decidirla permanencia de compaeros/as en las filas del movimiento: sus posturasantijerrquicas muchas veces no lo incluan.

    Los planteos de la primera generacin, decapitada en el 71, eran, al decir deAnabitarte, reformistas y realistas frente a las posturas radicales del grupoEros. Pero aqu debemos reflexionar con un mirada histrica. Qu significreformista para un militante comunista como Anabitarte en aquella poca? Anuestro entender, en la primera etapa del movimiento, Nuestro Mundo pretendaarticular una espacio policlasista, ms amplio que el campo de la izquierda. Conqu fin? El propio Anabitarte lo aclara: Ya he dicho que creo en la utilidad delreformismo, mientras que l [Perlongher] quera cambios abruptos, radicales. Quimplicaba reformismo para este movimiento? El reformismo incluye el contextode enunciacin: algunos sectores de la izquierda argentina (el PCA en los setenta,

    sectores trotskistas, o la propia estrategia entrista10 en el peronismo) graduabansu camino al poder y al cambio social en una primera etapa de acumulacin yconstruccin de conciencia (reformismo) para luego avanzar a la conciliacinrevolucionaria: las ideas de alianzas antiimperialistas y frentes populares (porejemplo la APR Alianza Popular Revolucionaria formada por el Partido Comunistay la Izquierda Cristiana con la candidatura de Horacio Sueldo en Argentina) sonmanifestacin de esta estrategia.

    La postura perlonghiana, por el contrario, estaba ms cercana a la diatriba yprctica trotskista, por ms que l se autoexcluy del movimiento Palabra Obrerapor la negativa de este movimiento poltico a incluir el tema de la homosexualidaden sus reivindicaciones. Pero visto a la distancia, Perlonhger se fue de ese grupotrotskista por izquierda, no por derecha. Con esto no decimos que Perlongher

    10 La estrategia entrista consisti en una prctica de ciertos sectores de la izquierda que ingresaban almovimiento peronista con la finalidad de radicalizarlo hacia posturas de izquierda.

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    profesara la postura de los partidos trotskitas nacionales, que pronostican crisisrevolucionarias con muy poca certeza, sino que su derrotero poltico e ideolgicoprivilegiaba una actitud rupturista antes que gradualista. Y esta postura se articul consus lecturas de los filsofos del Mayo Francs: el posestructuralismo y su propuestade diseminacin y antiautoritarismo interpretativo. Perlongher nunca renegara desu pasado trotskista, que complejiz y reforz cuando se autodenomin como RosaLuxemburgo o Rosa L. de Grossman como respuesta al estalinismo que lo lleva criticar duramente, y justamente, los campos de reeducacin cubanos en los queeran encerrados los raros o pjaros de la isla bajo la excusa del HIV y el sida.

    Perlongher sostiene en su Historia del Frente de Liberacin Homosexual dela Argentina:

    En agosto de 1971, la ligazn de Nuestro Mundo a un grupo de intelectuales gaysinspirados en el Gay Power americano, da nacimiento oficial al FLH de la Argentina[...] En 1971 sobreviene una radicalizacin: aparecen gremios izquierdistas,movimientos estudiantiles, antiautoritarios [...] el FLH surge en medio de un climade politizacin, de contestacin, de crtica social generalizada [...] Como buena partede los argentinos de entonces, cree en la liberacin nacional y social [...]Los primeros integrantes del FLH se planteaban actuar como un movimiento deopinin encuadrado dentro de categoras marxistas. Pero el ingreso al Frente, enmarzo de 1972, de una decena de estudiantes universitarios el Grupo Eros [...]imprimi al movimiento una tnica agitativa. (Prosa plebeya 77-8)

    La descripcin de Perlongher difiere del testimonio de Anabitarte respecto alos motivos ideolgicos de este movimiento. Este ltimo cita como influenciadel FLH las experiencias de Nuestro Mundo, que se haban articulado atendiendo

    a la experiencia de los gays espaoles encerrados por la Ley de Peligrosidad dela dictadura franquista de Espaa, y no los aportes de los intelectuales del GayPowerestadounidense, lo que para Perlongher constituir un cambio radical en laorganizacin. Por otra parte, si bien Perlongher cita el intento de articulacin dela crtica marxista en los anlisis de los fundadores del FLH, no deja de sealar loque antes indicamos sobre el ingreso de una segunda generacin agitativa quepuso en cuestin las prcticas polticas del movimiento, es decir, la revisin deuna versin del marxismo, y, de este modo, a nuestro entender, la nocin mismade identidad debatida al interior del movimiento. Esto se reflej en dos debatesinternos del FLH: el uno, sobre la participacin en la movilizacin popular de festejopor la asuncin del presidente peronista Hctor Cmpora11 en mayo de 1973, y el

    11 Hctor Cmpora fue presidente provisional, de tendencias de izquierda, elegido con el objetivo deconvocar a nuevas elecciones para permitir la asuncin de Juan Domingo Pern, que se encontrabaexpulsado del pas por una alianza cvico-militar.

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    otro, sobre un texto publicado en el peridicoHomosexuales titulado Machismoy opresin sexual. En el primer debate se puso en discusin cul era el sentidode participar en esa movilizacin poltica. Sin embargo, se decidi participar y,as, una columna de cien activistas del FLH ingres a la Plaza de Mayo con uncartel que rezaba una frase de la Marcha Peronista: Para que reine en el pueblo elamor y la igualdad,y con volantes que relacionaban la liberacin nacional con laliberacin sexual. En relacin con el segundo debate, en el peridicoHomosexualesy especficamente en el artculo en cuestin se sostena que el afeminamientoera la contracara del machismo. Esta afirmacin produjo un fuerte debate internopor el cual gran cantidad de activistas del FLH se negaron a repartir el peridico.Leemos all:

    Puede ser bailarn, peluquero de seoras, maquillador, modisto, decorador, actor.A su vez, esta constriccin laboral condiciona una mentalidad alienada: se sientemujer, objeto, instrumento, cosa decorativa. As tenemos la imagen exhibicionistade la marca desafiante, mrtir y estrella que camina hacia el patbulo de laburla con un abanico de diamantes en la mano [...] ya que su virilidad resultaincompatible consigo mismo.12

    En esta crtica al afeminamiento se configura una crtica a la visin de laloca como un germen revolucionario que en su pasear urbano subvierte lacultura. El debate interno en el FLH por la aparicin de este artculo puede leerseentonces como una discusin poltica en torno a los modos en que, en el contextode fervor revolucionario en la Argentina de los setenta, poda articularse la luchaantihegemnica: el problema de la identidad aparece all como un problema de

    la relacin entre modos de organizacin y cultura poltica argentina. Si la identidadmarica es o no revolucionaria no slo se inscribe en el marco del debate sobre laspolticas de gnero, sino tambin dentro del debate sobre el carcter desafiante dela identidad gay en relacin con las polticas normalizadoras y hegemnicas delsistema que era caracterizado como patriarcal y capitalista por los documentoseditoriales del FLH.13

    A este debate no fue ajeno Perlongher, quien en 1984 interdice a estaconsideracin:

    12 Este artculo fue escrito por el Grupo de Profesionales del FLH.13 En este sentido tanto en el peridico Homosexuales como en la revista Somos se reproducen

    declaraciones de grupos como Panteras Negras y el FUORI italiano, entre otros. El primer nmerode Somos,aparecido en diciembre de 1973, abre su edicin con una declaracin donde leemos: Unavez, alguno de nosotros so con un lugar. Era un lugar abierto, espaciado. Haba una avenida quese llamaba libertad [...] Todos recordaban con haber soado alguna vez con algo parecido. Y losamigos de sus amigos tambin [...] Toda la gente suea con un lugar as. Sin opresin. Una vida quevalga la pena ser vivida. Con amor. Con amor verdadero sexual loco total. Sin explotacin.

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    Siguindolo [a Guattari] podemos pensar la homo o la heterosexualidad, no comoidentidades, sino como devenires. Como mutaciones, como cosas que nos pasan.Devenir mujer, devenir loca, devenir travesti. [...] Que cada cual puede encontrarms all de las clasificaciones, el punto de su goce. (33)

    Entonces, ser loca o travesti no es, para Perlongher, la contrapartidadel machismo, sino una estacin en los posibles devenires del goce. Y en estemismofluir est la carga poltica emancipatoria en tanto resistencia a todo anclajecosificatorio.

    Sin embargo la concepcin perlonghiana no era la opinin de todo el FLH.En el ao 1973, en la revista Somos, se publica el manifiesto La mujer que seidentifica mujer del grupo estadounidense Radicalesbians, artculo traducido por

    el colectivo Revolucin Homosexual del Tercer Mundo, en el cual la categoralesbiana tambin es sometida a una revisin en busca de una articulacin polticaemancipatoria tanto en trminos de antidiscriminacin como de antirrepresin yantiexplotacin. Leemos all:

    Lesbiana es una de las categoras sexuales en las que los hombres han divididoa la humanidad [...] Vamos a continuar con el sistema de clasificacin masculinoque define a toda mujer segn su relacin sexual con alguna otra categora degente? Dar el mote de lesbiana a una mujer que aspira a ser una persona, sinotambin [sic] a cualquier situacin de amor real, de verdadera solidaridad [...] esla condicin que mantiene a la mujer dentro de los confines del rol femenino [...]y porque la relacin lsbica caracterizada siempre como sexual, lo cual es divisivoy sexista [...] Slo las mujeres pueden ensearse, las unas a las otras, un nuevosentido de yo [...] Es la primaca de las mujeres en relacin a las mujeres, de las

    mujeres creando una nueva conciencia de si [...] Nuestras energas deben fluirhacia nuestras hermanas, hacia nuestros opresores [...] Con ese verdadero yo, conesa conciencia comenzamos una revolucin que terminar con la imposicin detoda identificacin coercitiva, y alcanzar una autonoma mxima en la expresinhumana. (Somos 1 [1973]: 3-6)

    Ni devenir ni categora lesbiana, sino creacin separatista14 de un nuevoconcepto identitario en el marco de la emancipacin general de la humanidad.

    Como vemos, en el FLH no exista un acuerdo sobre el carcter identitarioo contraidentitario de las polticas emancipatorias. En esta primera experienciapoltica de las diversidades sexuales en Argentina, el debate identitario fue unespacio de articulacin poltica, de experimentaciones poltico-conceptuales entorno a modos de organizacin, los que se manifestaron en nuevos debates que se

    14 Con separatista me refiero a la poltica feminista y lesbiana-feminista que sostiene la separacinde varones y mujeres como condicin de la lucha poltica.

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    suman a los antes sealados, como en torno a la conformacin de alianzas con laizquierda poltica.

    En los debates identitarios se articulaba, entonces, una distincin entre dosenfoques: o bien la bsqueda de una experiencia homosexual como un lugar queequivalenciaba la opresin sexual con otros modos de opresin (clase y gneroprimordialmente), como la postura perlonghiana; o bien una propuesta autonomistaen la que, si bien se reconoca otro tipo de desigualdades (econmica, etaria, tnica),se postulaba un modo de organizacin poltica que especificara la discriminacinsexual como una posicin a sumar en trminos de poltica reformista, como lapostura de Anabitarte. As, la identidad constitua un campo de debate entre modosde organizacin polticas en relacin con culturas polticas especficas y no unadiscusin sobre contenidos.

    Cmo lea la izquierda partidaria este fenmeno poltico que pavoneabasu sexualidad estigmatizada por las calles de Buenos Aires? La lea de maneradiscriminatoria, pero con las miles de caras que la complejidad de la discriminacinarticula como dispositivo poltico. Palabra Obrera, una fraccin trotskista, se decidipor el silencio y la prdida de un activista e intelectual como Nstor Perlongher;el Partido Comunista oscil entre el espanto, el paternalismo y la no-promocinde homosexuales en sus cuadros; el trotskismo liderado por Nahuel Moreno fuems abierto a la inclusin, pero por la puerta de servicio, porque, como sostenaMoreno, las masas an no estaban preparadas. Entre las fuerzas de la guerrilla elpanorama fue tambin complejo. Para el ERP,15 la homosexualidad era peligrosapor su cercana a las prcticas de delacin. Mientras tanto, Montoneros se despegde la acusacin de la revista lopezrreguista16El Caudillo con el cantito No somosputos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros.17 Sin embargo,

    Montoneros era un conglomerado de clulas, columnas e internas dirigenciales.Y parece ser que, entre las paquetas clulas de la facultad de Agronoma de laUniversidad de Buenos Aires, los montoneros no teman el deambular gatuno depantalones Oxford y zuecos de compaeros que compartan bolsa de dormir en loscampings de instruccin. Recuerda Luis B., un ex activista de Montoneros:

    Cuando salamos a las manifestaciones, o en las corridas de las pintadas, yoiba en zapatos de plataforma y pantalones superajustados, ni loca me pona ese

    15 El Ejrcito Revolucionario del Pueblo era una agrupacin militar marxista-leninista relacionadacon el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

    16 Jos Lpez Rega fue Ministro de Bienestar Social del ltimo Gobierno de Pern de 1973, dirigentede la fraccin derechista filo-fascista y creador de la agrupacin terrorista de ultraderecha AlianzaArgentina Anticomunista, ms conocida como la Triple A.

    17 Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) fueron una fraccin armada de la izquierda marxista,y Montoneros fue la agrupacin armada de la izquierda peronista.

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    uniforme de campera y zapatillas. A veces zaf por eso, quin iba a pensar quesemejante putn podra ser montonero y no del FLH. Me entenda ms con laideologa de los peronistas de izquierda que con la de las trotskas del Frente [...]Quise armar dentro de mi cuadro un grupo de reflexin sobre lo gay y la gente seneg [...] Sobre el famoso cantito No somos putos. saba que exista, pero param formaba parte de la ortodoxia ms jodida [...] nosotros ramos ms liberales.(Rapisardi y Modarelli 160)

    Pero el FLH perlonghiano no se amedrent con los rechazos de la izquierda.Fueron el Frente Anti-imperialista y Socialista, en el que militaban Agustn Tosco,18 yel Partido Revolucionario de los Trabajadores los que le dieron un lugar, nuevamentesecundario, pero este espacio poltico no temi ser acusado de puto por la TripleA, como si algn comentario del fascismo fuera una injuria. Este lugar fue nominal,pero las palabras tienen su fuerza, y all puede reconocerse uno de los intentos msinteresantes y productivos de articulacin entre la izquierda y el movimiento quepor aquel entonces se denominaba homosexual.

    Pero el momento en que se conformaba esta alianza era el de mayor ofensiva delterrorismo estatal del gobierno de Isabel Pern, lo que, sumado a la complejidad dela alianza ensayada, la dispersin y los recaudos adoptados, no permiti profundizareste encuentro entre sexualidad y revolucin, entre activistas del goce y el cuerporevolucionario.

    El Frente, entonces, se articul con el feminismo en el grupo Poltica Sexual,y desde all movieron volantes, consignas, manifestaciones y crticas. Esta alianzapudo hacerse tanto desde la pretendida universalidad de la lucha como desde laautonoma: ambas tendencias del debate se sintieron cmodas con la alianza ensayada.

    Sin embargo, esta experiencia constituy un punto de infl

    exin: el abandono de labsqueda de una articulacin en trminos equivalentes con la izquierda poltica yun alejamiento de las narrativas de clase y explotacin.

    Pero pronto ya no habra lugar para ensayos. Al FLH le llegara un aviso enforma de cadver: un activista del frente, Federico (ya nadie recuerda su apellido),aparece flotando en el Ro de La Plata con un tiro en la cabeza.19 Algunos/as temen.Otros/as se exilian. De los/las cientos de militantes que se animaban a desafiar almachismo criollo, slo treinta quedan sosteniendo la bandera, ya no tan alta, sinodisimulada para poder guardarla cuando los perros rabiosos de la ltima dictaduracvico-militar20 salan de caza bajo la extraa ceguera de la mayora de un pas.

    18 Destacado dirigente sindical del gremio de los trabajadores de las empresas de energa elctrica.19 Testimonio de Sara Torres, activista feminista y ex militante del FLH.20 La dictadura cvico-militar fue un gobierno de alianza entre grandes empresarios, las Fuerzas

    Armadas y partidos polticos, con el apoyo de la Doctrina de Seguridad Nacional profesada por elimperialismo.

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    En ese mismo ao, 1975, una casa en la que los ltimos activistas del FLH estabanpreparando una protesta contra el Papa es allanada. Ya nada es seguro. El Frente deLiberacin Homosexual se desarticula como frente poltico y contina trabajando,los/as pocos/as que quedan en Buenos Aires continan como un grupo de reflexin.Algunos/as huyen a Europa o Brasil, otros/as desaparecen y otros/as tantos/as seesconden en los meandros de la ciudad o de las ciudades del conurbano donde lamano de la represin llega con cierta dificultad. Todo ser noche, todo ser muertey dolor, pero tambin resistencia, en mltiples formas, contra una santa alianzaque lleg para asegurar a la Argentina como una estacin de la circulacin delcapital sobre los cuerpos de los y las 30.000 desaparecidos y desaparecidas, muchos/as de los/as cuales fueron gays y lesbianas, lo que era suficiente para hacer msdegradantes (si esto fuese posible) las torturas en los campos de concentracin, o

    para encontrar el castigo o la muerte en las comisaras policiales.21La dictadura fue, entonces, una maquinaria monstruosa (bajo la racionalidad

    del capital) que dej sus marcas en la sociedad argentina construyendo un espaciode equivalencia, de inhumanidad interior-exterior como lmite de la buena sociedadoccidental y cristiana en la que lo abyecto (subversivo, maricn, tortillera, artista,hippie, izquierdista) se convirti en un sintagma y en metonimias del mal a erradicar.Pero en esa cadena los trminos no eran intercambiables, sino que su productividadpoltica era y es diferencial, por lo que al volver a la legalidad democrtica en ladcada del ochenta volveran a divorciarse y rearticularse al calor de la rearticulacinhegemnica.

    4. MIRQUELINDOESSERGAY: DERECHOSHUMANOS, MULTICULTURALIDADCRIOLLAYSOSPECHASPARAUNACRTICA

    La derrota en la guerra de las Malvinas, en el ao 1982, acelera la debacledel rgimen poltico cvico-militar. Algunos homosexuales22 comienzan areorganizarse en domicilios privados para reflexionar sobre la experiencia de ser gay.Pocos, salvo excepciones, saban de la experiencia del FLH. En sus reflexiones se vaarticulando una agenda acorde con la poca: se comienza a hablar de derechos y deespacios propios. El discurso socialdemcrata atrae a la comunidad gay portea,que vota masivamente por Ral Alfonsn. El peronismo asusta por sus posturas,

    21 En la actualidad se est investigando el nico caso registrado de un gay asesinado en la ciudad deTigre, en la provincia de Buenos Aires, quien fue secuestrado y poco despus asesinado. No existenregistros de las causas de las detenciones, pero el Rabino Myer, miembro de la Comisin Nacionalsobre la Desaparicin de Personas (CONADEP), coment off the recordal activista Carlos Jureguique, en los testimonios recopilados entre ex detenidos/as en campos de concentracin, se comentla especial saa en la tortura a gays y lesbianas (Juregui 171).

    22 El concepto gay comienza a circular con fuerza en Buenos Aires a partir de los aos ochenta.

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    que no privilegiaban los derechos individuales, sino la identidad nacional, y quereproducan la funesta teora de la unidad cvico-militar. El triunfo de Alfonsnfue vivido como propio: la Av. Santa Fe, espacio privilegiado de circulacin gay,fue una fiesta el da de su triunfo. Los gays que haban migrado al conurbano seanimaron a volver a la capital a festejar, no con las banderas rojas y blancas delpartido triunfante, sino con su pavoneo por las calles, lo que crean era el iniciode una nueva poca. Sin embargo, al poco tiempo se daran cuenta que nadahaba cambiado: las razias policiales utilizando los edictos policiales y la Ley deAveriguacin de Antecedentes23 se hacen cada vez ms frecuentes. Hasta que unagigantesca razia en un bar de San Telmo decide a los grupos de reflexin, que anestaban discutiendo en la tibieza de los hogares, a organizarse y salir a la luz pblicabajo la sigla CHA: Comunidad Homosexual Argentina.

    Esta primera CHA organiza su agenda bajo el lema El libre ejercicio de lasexualidad es un derecho humano, al que pretendan articular con un presupuesto:los derechos humanos son indivisibles. Este es el momento en que comienzanlas relaciones con lo que podramos denominar progresismo social, es decir, losorganismos de derechos humanos y otras organizaciones sociales. Si bien estosorganismos aceptaban el presupuesto de la indivisibilidad, no les fue tan fcilreconocer a la sexualidad como tema a incorporar a sus agendas. Los intentos dearticulacin con los organismos fueron interminables: marchar con ellos, adherira sus marchas, intentar firmar sus volantes, ir a sus reuniones. Pero la tan deseadaarticulacin nunca se produjo.

    En este marco, la CHA incorpor a uno de sus documentos polticos, denominadoPoltica de sexualidad en un estado de derecho,la consideracin de las fuerzaspoliciales como uno de los eslabones del aparato represivo no desmantelado por

    el alfonsinismo, as como la idea de que la represin ejercida por el Estado se hacede manera diferenciada. Los organismos, si bien reconocan a la polica comoparte del aparato represivo, no constituan an para ellos una preocupacin quepodamos denominar como de agenda. Pero la segunda consideracin, el carcterdiferenciado del ejercicio de la violencia estatal, era directamente obviado porestas organizaciones.

    En el documento en cuestin se postula la lucha por el libre ejercicio de lasexualidad como un derecho humanoy la indivisibilidad de los derechos humanos.Esta articulacin propuesta oscila entre la ampliacin de la agenda de derechoshumanos en trminos sumatorios y, en menor medida, el carcter de especificacinque el libre ejercicio de la sexualidad operara en trminos de una hermenutica

    23 Ley inconstitucional que faculta a las fuerzas de seguridad para detener ciudadanos/as por docehoras para averiguar sus antecedentes, lo cual era usado, junto con los edictos policiales, como unmodo de persecucin o como amenaza para practicar chantaje.

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    de la opresin. Sin embargo, la perspectiva sumatoria es la que prevalece tantoen el documento como en el accionar de la CHA en los aos ochenta. El modo deorganizacin poltica fue definitivo en la determinacin de esta opcin en trminosde identidad: autonoma y sumatoria en trminos de un declogo de derechos en elmarco de la democracia liberal, que devena en paradigma dominante.

    Sin embargo esta tensin no era eliminada. Leemos en el libro de ZelmarAcevedo:

    Dentro del ambiente homosexual existen individuos cuya forma de conducirse[...] se asemeja, o pretende asemejarse a la forma de conducirse de las mujeres.Estos homosexuales han internalizado los roles impuestos por una sociedadque admite nicamente los tipos masculino o femenino de conducirse [...] Elhomosexual afeminado asimila de ese modo el rol que para l tiene asignado lasociedad. (56)

    Y unos prrafos ms abajo:

    el marica [...] aparece de pronto con una capelina y un vestido ajustado. Eso esuna bomba en medio del sistema que pretende dicotomizar el sexo. De all sedesprende el color revolucionario que nosotros damos al marica: demuestra en laprctica los que el sistema proclama imposible en la teora. (56)

    Nuevamente la tensin, el debate sobre la identidad sexual y genrica, seconvierte en campo de batalla en el que se articula un reflexin en torno a laarticulacin entre modos de organizacin y cultura poltica. Si el afeminamientoconstituye la internalizacin de la sociedad, entonces su crtica pretende operaruna equivalencia hacia otras opresiones, an a costa de sostener declogos deaceptabilidad machistas. Esta crtica es conforme a la decisin de la CHA en losaos ochenta de no permitir el ingreso de travestis a sus filas de activistas, en tantose consideraba una problemtica distinta a la que se configuraba en su agenda.

    Prosigue Acevedo:

    Todo es relativo, establece el dicho. As como los homosexuales afeminadosrepresentan un grupo minoritario en el contexto de la comunidad homosexual,tambin suelen darse los casos en que el afeminamiento no est emparentadocon un tipo de respuesta homosexual [...] El autor de este trabajo nunca olvidaruna dramtica frase pronunciada por un joven heterosexual enamorado de unalesbiana: Quisiera ser una mujer para que ella pudiese amarme como ama a susamigas. (58)

    El afeminamiento es una superficie en la que se inscribe un debate:conservadurismo o revolucin parece ser la dicotoma que no slo afecta a un

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    colectivo social, sino tambin a la cultura poltica deseada por el activismo demediados de esa dcada, en tanto el conservadurismo aparece bajo la forma de unadiatriba contra el afeminamiento o una loa a su deambular, y la revolucin comola crtica de su carcter prosistema o su deambular desprejuiciado.

    Esta perspectiva o pretensin de articulacin con una cultura emancipatoriaaparece, nuevamente, como una tensin entre una reivindicacin de la homosexualidadcomo un espacio de equivalencia y clave hermenutica de la opresin cultural ypoltica y la explotacin econmica en general, y como una particularidad aarticular en una variedad de multiculturalidad criolla.

    El citado texto de Acevedo sostiene esta tensin en repetidas ocasiones:

    La culminacin de la sexualidad en una sociedad basada en la explotacin es la

    reduccin de la potencia libidinal a una sola parte del cuerpo: los genitales; ellose debe a que los genitales es [sic] la nica zona ergena del cuerpo que posibilitala reproduccin. La posibilidad de gozar con otras partes del cuerpo es penadadebido a que el sistema necesita de todas las zonas corporales para integrarlas altrabajo alienado, a la produccin capitalista. (45)

    Para Acevedo no puede divorciarse la opresin machista del dominio poltico,la represin policial y la explotacin econmica. En este sentido existe una cadenade equivalencia. Sin embargo, leemos tambin en su texto:

    Resulta ser importante el giro que la opinin pblica de los pases occidentalesindustrializados est teniendo respecto de la homosexualidad, probablementepor el mayor conocimiento del tema que ha llevado a verificar que no somosesos monstruos violadores de nios ni desequilibrados mentales que por mucho

    tiempo sostuvo la mitologa popular [...] Cada vez ms prevalece la idea de quela libertad sexual no es un objetivo desbocado y que lo que cada persona haga enla cama debe estar sometido a eleccin individual. (294)

    Sin detenernos en las resonancias etnocntricas de este comentario, la nocinde derechos individuales y la distincin pblico-privado dista mucho de ser unanarrativa emancipatoria en trminos de clase y reintroduce, as, una concepcin decultura poltica ms acorde a modos de organizacin poltica particularista y denegociacin liberal. Sin embargo, ms abajo Acevedo sostiene que la liberacinde una minora dentro de una generalizada estructura de dominacin es una utopa(295), lo que implica una narrativaen tirantez con la anterior.

    Esta tensin narrativa entre considerar la represin como un problema decoaccin de la eleccin individual, que supone como perspectiva terica una

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    cultura poltica de fragmentacin multicultural,24 o como una estructura complejade regulacin cultural que puede especificarse en la sexualidad, la clase, el gneroo la etnia, permanecer en el centro de las intervenciones polticas de diversidadessexuales durante todas las dcadas del ochenta y los noventa.

    Cul era la postura del activismo homosexual en ese momento respectoa la izquierda poltica y sus narrativas universalizantes, que en la dcada delsetenta era visualizada como una aliada potencial? Podemos decir que a la lgicadesconfianza hacia partidos que no eran capaces de comprender ni articular unapoltica emancipatoria en el tema GLTTBI se sumaba la problemtica poltica dela identidad gay de la CHA y otras organizaciones que comenzaban a aparecer,as como que, por el carcter de clase de sus interpelaciones y por su aceptacindel marco liberal de negociacin como perspectiva para impulsar sus reclamos,

    no se poda articular un espacio de encuentro de las culturas de izquierdas y lanueva generacin de movimientos de diversidad sexual. Esta poltica lleg alextremo de invisibilizar el apoyo de la izquierda a las demandas de la CHA, porejemplo cuando en el boletn Vamos a Andarde dicha agrupacin, se borraronen una fotografa de una marcha las banderas del partido trotskista Movimintoal Socialismo (MAS), que aparecan detrs de la pancarta de la organizacin. Ocuando Carlos Juregui, de Gays por los Derechos Civiles, critic el nombre delpartido en el que su agrupacin haba ubicado a un candidato a diputado nacionalporque en ste figuraba la palabra izquierda.25

    El desencuentro entre las izquierdas y el movimiento GLTTTBI en las dcadas delos ochenta y los noventa fue un proceso a dos puntas, es decir, el de una oscilacinproblemtica que solidific un divorcio entre movimiento social y movimientopoltico, produciendo consideraciones en el movimiento de diversidades sexuales

    sobre el carcter de las sociedades del presente en trminos demoliberales, de laparticipacin poltica como cogestin estatal bajo la forma de ONGs, del poder entrminos de gestin, de la cultura como superficie conciliable y del sujeto y de laidentidad como eternamente presentes.

    Una revisin de esta postura fue producida a mediados de la dcada del noventa,donde el movimiento de travestis irrumpe en la escena poltica de diversidadessexuales, problematizando la nocin de identidad en tanto modo de organizacin,as como su relacin con las culturas polticas, al reintroducir, aunque nuevamentebajo la forma de la ambigedad, el antagonismo.

    24 Distingo fragmentacin de especificacin en tanto la primera constituye el modo en que elmulticulturalimo y el particularismo consideran la diferencia cultural: como una determinacinidentitaria que debe celebrarse y no como clave de compresin en relacin compleja con otrosmodos de opresin, represin y explotacin que opera la categora de especificacin.

    25 Nos referimos a Jos Luis Pizzi, candidato a diputado nacional por el Frente Democracia AvanzadaIzquierda Democrtica.

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    Lohana Berkins, una de sus principales dirigentes, sostuvo:

    Nosotras cuestionamos las construcciones de identidades en torno a lo genital.Esos mundos binarios, de oposiciones biolgicas, mujer o varn, nos exclua[sic]. Y entonces pusimos nuestro cuerpo como simbolizacin. Dijimos, ademsde la genitalidad, est el cuerpo. En un paisaje establecido por gays y lesbianas,nuestra aparicin rompi la armona. Lo ms interesante es que no rompimos unacuerdo para imponer una propuesta superadora, sino que abrimos la puerta paraagregar un matiz que le faltaba al arco iris [...] Una brecha por la que pudiesenentrar tambin otros colores. En ese sentido me pareci jodido que muchos delos que se decan adalides de los derechos humanos se sorprendieron de nuestrosreclamos. No puedo olvidar que en la primera Marcha del Orgullo del movimientoen la que participamos se negaron a poner la palabra travesti. Recuerdo que

    en una de las reuniones preparatorias, una lesbiana nos interpel: Pero Uds.que quieren? Y Mara Beln, una travesti muy conocida por sus performancesde Evita, le constest suavemente: Que nuestro nombre aparezca en el cartel.(Rapisardi y Modarelli 219)

    Entre un matiz y una brecha se configura nuevamente una tensin, unaoscilacin que acompaa al movimiento de diversidades sexuales desde suaparicin, y que no puede leerse ni como un mero reflejo del contexto en su interiorni como un desarrollo terico-poltico predeterminado, sino como el conflicto entremodos de organizacin, cultura poltica y antagonismo en la lucha hegemnica.La brecha abierta por las travestis en el movimiento de diversidades sexualesrepolitiz el problema identitario en trminos de gnero, clase y etnia. Leemos enel texto Transgeneridad: la construccin/deconstruccin de nuestra identidad:

    Elijo la palabra travesti porque es importante resignificar el trmino con el cualse refieren a nosotras [...] Tenemos diferencias fsicas y culturales con las mujeres.Acepto que hemos sido criadas con toda una carga patriarcal [...] [pero] somos,como las mujeres, traidoras del patriarcado, y eso es algo que muchas tenemos quepagar con nuestras vidas [...] El gnero que queremos construir no es el femenino,pero no podemos negar que algunas de las caractersticas que asumimos seencuentran en las mujeres [...] Es aqu en donde nosotras somos lo que queremosser en solidaridad contra un enemigo comn [...] que se manifiesta en la opresinsocial desprecio y falta de trabajo y en la violencia institucional [...] Tenemosdos opciones: somos las mujeres que consume el sistema, lindas, dulces, etc. onos indentificamos con quienes luchan por el aborto, por la libre eleccin sexualy con las bolivianas que luchan por sus tierras, entre otras. (s/p)

    Una de las claves de este texto es el de identificacin en trminos deprctica articulatoria-antagnica y no como sujeto preexistente. A diferencia de la

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    incorporacin de un matiz en una poltica de arco iris, esta articulacin antagnicaen trminos hegemnicos permite pensar tanto fenmenos de equivalencia como defrontera, de constitucin de interpelaciones democrticas como de interpelacionespopulares que no se excluyen mutuamente ni se articulan residualmente, sino quepermiten pensar la identidad y la diferencia como un modo de vivir la desigualdad.En este sentido, Silvia Delfino sostiene que las culturas de las diferenciasredefinen las oposiciones jerrquicas elevado/ordinario, dominante/subalterno,centro/periferia como rearticulacin y no como agotamiento del proyecto de laModernidad (24-27).

    Nuevamente la tensin entre la identidad como algo dado o como construccinantagnica no suturada se inscribe en las prcticas terico-polticas de lasdiversidades sexuales como una articulacin de posibles modos de organizacin

    poltica. En este sentido podemos leer en todos estos textos y testimonios lo queEve Kosofsky Segdwick caracteriza como una especie de dialctica no resueltaentre una visin minimizadora y una visin maximizadora: an la versin msesencialista es condicin de posibilidad de las perspectivas articulatorias para estaterica, planteo que queremos problematizar.

    Los finales de la dcada del noventa no fueron slo el fin de un siglo, sinoel de una de las peores utopas: la de la validez inapelable del modelo neoliberal.Con la rpida sucesin de las atrocidades de las polticas neoliberales en nuestropas desde la debacle del programa econmico de Domingo Cavallo, en 1995,tambin cae la ilusin de la posibilidad de inclusin ilimitada a la mesa de repartoestatal de nuestro capitalismo. Ese ao es tambin el momento de la ruptura delmovimiento diversidades: la aparicin de las travestis puso en tela de juicio elcarcter neutral en trminos de clase de las polticas del movimiento, lo que produjo

    una prolija divisin en dos: los grupos articulados en torno a los temas identitarios(HIV y sida, y unin civil) y los que privilegiaron las alianzas en los conflictosdesatados en torno a las demandas del colectivo de las travestis contra la policay por el acceso a los circuitos de participacin y consumo (lucha antirrepresiva ypor derechos sociales y econmicos).

    Este nuevo perodo tendr su momento ms crtico en la revuelta popular dediciembre de 2001 para derrocar al gobierno neoliberal de Fernando de La Ra, enla que murieron treinta y cinco personas en todo el pas producto de la represinpolicial. En un contexto de fuerte convulsin social y de crisis orgnica26 de laburguesa argentina la poltica de las diversidades sexuales se vio enfrentadasnuevamente al efecto de frontera: Qu agenda se presenta como adecuada en el

    26 Por crisis orgnica me refiero al concepto gramsciano de ruptura de las cadenas de dominio yhegemona en un cuerpo social.

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    contexto de pauperizacin? Qu papel cumplen las luchas identitarias en un pasen debacle? Existe alguna relacin necesaria o contingente con otros actoressociales? Cul es la relacin terico-poltica entre las luchas del movimiento y lanueva combatividad de los sectores populares?

    En este marco, algunas organizaciones reforzaron sus narrativas identitariasfijando agendas en torno a derechos civiles en trminos liberales, es decir, en tantolucha por conquistar prerrogativas legales nada despreciables, pero acotadas y, encierto sentido, suturadoras de reclamos en trminos de luchas contra la crecientedesigualdad social instalada como horizonte en el contexto de desocupacin ypobreza.27 Otras organizaciones, en cambio, privilegiaron los acuerdos con losmovimientos que hicieron aparicin en ese contexto, como los acuerdos con laAsamblea Nacional de Trabajadores/as Desocupados/as.28Y en estas dos perspectivas

    no slo existe una diferencia de agenda, sino tambin de los modos en que la identidades concebida como modo de organizacin poltica: organizacin no gubernamentalen el primer caso, movimiento social en el segundo.

    Quiz un posible modo de repensar esta dialctica irresuelta en el debateen torno a la identidad, que a nuestro entender es una puesta en escena de unproblema de modos de organizacin, pueda encontrarse en las relaciones entreluchas democrticas y luchas populares sobre las que reflexiona Laclau:

    Como antes sealramos, la proliferacin de los espacios polticos y la complejidady dificultad de su articulacin son unas de las caractersticas centrales de lasformaciones sociales del capitalismo avanzado. Retendremos pues, de la concepcingramsciana, la lgica de la articulacin y la centralidad poltica de los efectos defrontera [...] Hablaremos pues de luchas democrticas en los casos en que stas

    supongan una pluralidad de espacios polticos, y de luchas populares en aquellosotros casos en que ciertos discursos construyen tendencialmente la divisin de unnico espacio poltico en dos campos opuestos. Pero est claro que el conceptofundamental es el de lucha democrtica y que las luchas populares slo constituyencoyunturas especficas, resultantes de una multiplicacin de efectos de equivalenciaentre luchas democrticas. (181)

    Para no condenar a las posiciones articulatorias o univesalizantes a convertirse enuna especie de correctivos permanentes, o hilvanados de dobladillo como sostieneMichael Walzer respecto a la posicin comunitarista (23),29 es necesario revisarentonces esta historizacin de las intervenciones de diversidades sexuales, atendiendo

    27 Ver el tipo de agenda articulada en este momento por la CHA 28 Ver crnicas de esos encuentros en 29 Para Walzer, la crtica comunitarista puede convertirse en una crtica de la posiciones liberal-

    universalista a condicin de la existencia de ambas como correctivos permanentes.

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    al debate de la identidad no como un mero debate en torno a una ontologa dela identidad (biolgica o cultural), sino de las articulaciones antagnicas operadasen contextos de lucha hegemnica. De este modo, esta discusin permanente enlas intervenciones terico-polticas y en los textos producidos por los activismosde las diversidades sexuales en Argentina nos permite rastrear no simplementeun reflejo del contexto cultural-poltico (revolucionario, derechos humanos ymulticulturalidad), sino una tensin entre luchas democrticas y populares quese multiplican (y no meramente se fragmentan) en Amrica Latina y en distintasregiones del mundo.

    Una comprensin de las luchas polticas en torno a las identidades requiere,como sostuvo Louis Althusser, interrogar con rigor la estructura del todo socialpara descubrir all el secreto de la concepcin de la historia en la cual se piensa el

    devenir de este todo social (107), devenir en el que encarnan textos y luchas en lasque nos comprometemos a partir de decisiones inevitables que siempre nos suturan,en tanto sujetos polticos, al espacio del antagonismo y de la hegemona en disputa:territorio, horizonte, lmite y desafo que siempre es posible subvertir a partir de laampliacin de los campos de conflictos y los acuerdos democrticos.

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