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Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
LA RELACIÓN CON LA
NATURALEZA A TRAVÉS DEL
JARDÍN MADRILEÑO RESPUESTAS DE DISEÑO ESPACIAL Y COMPOSITIVO AL
CONDICIONANTE MEDIOAMBIENTAL
Juan Pablo Camblor Echanove
TFG enero 2016 10064
Tutora Ángela Souto Alcaraz
ÍNDICE
1. Proyectar con la naturaleza
La relación Hombre – Naturaleza
El jardín y el medio
La evolución de la técnica mal entendida
La vuelta a la lógica proyectual: movimientos y posturas actuales
2. Análisis medioambiental de Madrid
Clima
Suelo
Hidrografía
3. Antecedentes
El jardín mediterráneo
El jardín clásico madrileño
4. Estudio de los jardines de Madrid
Jardín el Capricho de la Alameda de Osuna, 1787-1839
Jardín de la Casa Sorolla, Sorolla, 1911-1918
Jardín de la Casa Huarte, Corrales y Molezún, 1966
Jardín de la Casa Caruncho, Caruncho, 1989
5. Conclusión
1. Proyectar con la naturaleza
La relación Hombre - Naturaleza
Hasta hace relativamente poco tiempo, la supervivencia del ser humano ha
estado condicionada por el medio en el que vive. Obligados a protegernos del clima,
sin más herramientas y posibilidades que las dadas por la propia naturaleza, hemos
sido capaces de adaptarnos a los diferentes ambientes que existen en el mundo. En
cualquier lugar de la Tierra, podemos observar que las costumbres y la cultura están
fuertemente relacionadas con el medio ambiente en el que se han desarrollado.
Relaciones enfrentadas y simbióticas a la vez; nos protegemos de la naturaleza a la vez
que vivimos de ella.
En el campo concreto de la arquitectura, los asentamientos y las construcciones
vernáculas nos muestran dichas relaciones de la manera más clara y directa, ya que su
primera función es precisamente la de protegernos. Los diseños están perfectamente
adaptados, generando espacios con condiciones higro-térmicas adecuadas a nuestras
necesidades, y utilizando materiales que acompañan a dicho diseño y que se
encuentran en el entorno inmediato. Estas construcciones representan de manera
muy clara una relación del hombre con la naturaleza, con un determinado medio físico,
del que se tiene que defender y a la vez beneficiarse. Relaciones que podemos
encontrar en cualquier zona habitada por el ser humano.
Aunque esta arquitectura popular podamos considerarla como mera
construcción y funcionalismo, es indudable pensar que las obras cuyo interés
arquitectónico es reconocido tienen origen en estas construcciones. No es casualidad
que la Alhambra esté en Granada, o que los sombríos y cerrados templos egipcios se
encuentren en un medio extremadamente árido y caluroso. Los edificios históricos que
consiguen trascender de lo vernáculo y funcional siempre lo contienen de una manera
u otra, incluso cuando su razón de ser es únicamente simbólica. Y es aquí donde entra
el objeto de este trabajo: el estudio de las relaciones entre el ser humano y la
naturaleza, aplicándolas al jardín en vez de a la construcción.
El jardín y el medio
A pesar de que en un principio pueda parecer que el jardín carezca de
funcionalidad más allá de la necesidad del contacto con la naturaleza, realmente sí que
podemos afirmar que tiene cierto origen vernáculo y utilitario. Como primera idea, nos
encontramos el origen de los jardines en los huertos1. Los huertos, fruto de la
necesidad de alimentarnos, están basados únicamente en cuestiones de eficiencia
agraria y de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Sin embargo, poco
a poco, debido a nuestra condición humana que nos hace buscar la belleza en nuestros
1 Jardines, JCN Forestier
espacios, los huertos se van convirtiendo en jardines contemplativos, sin
necesariamente perder su carácter de cultivo. Aunque hay autores que niegan esta
idea y opinan que los orígenes de ambos son diferentes, sí que afirman que a lo largo
de la historia la técnica agraria y el arte del jardín se han unido y separado
constantemente. Tal es la unión entre ellos, que los únicos escritos de jardines que
encontramos de antes del siglo XX en España son tratados de agricultura, y hablan de
ellos desde un punto de vista generalmente práctico2. Y fruto de este origen podemos
observar ejemplos muy claros, tales como los patios de los naranjos de las mezquitas
de Córdoba y Sevilla o la Quinta de los Molinos en Madrid.
Al igual que la arquitectura, también el jardín muchas veces cumple con el
propósito de protegerse del clima. Por ejemplo, la sombra de los árboles o la
posibilidad de refrescar el ambiente hacen que los jardines siempre puedan
acompañar a la construcción en su cometido de protección. Y no solamente apoyando
a un edificio, si no también generando un ambiente propicio para la persona que esté
en el propio jardín. Ello se da de una manera muy clara en los patios de la arquitectura
hispanomusulmana. El jardín hispanomusulmán nace en el Mediterráneo, en un clima
cálido en el que hay una alta necesidad de agua a la par que escasez de ella, además de
una vegetación también escasa y variada. Como respuesta, se hacen jardines cerrados
y muy construidos, buscando la sombra y la protección del viento. Con ello se evita la
evaporación del agua, que corre por canales y albercas refrescando el ambiente y
regando las plantas. La relación de dichos patios con la edificación hace que no solo
ellos tengan un ambiente propicio para el ser humano, sino que también sirvan para
aclimatar las estancias interiores.
Por último, la construcción de un jardín se hace con los elementos naturales,
que pueden ser agrupados básicamente en agua, vegetación y topografía. Este uso de
las propias herramientas de la naturaleza va a provocar que el jardín sea la expresión
más fuerte de nuestra relación con ella, cambiando radicalmente según el lugar y el
clima. Así, cuando nace el jardín paisajista en la Inglaterra del siglo XVIII, lo hace en un
lugar en el que el agua y la vegetación abundan, siendo esta última poco variada. Las
grandes áreas de hierba o los extensos lagos artificiales serían impensables en climas
diferentes como el mediterráneo, en el que el agua es un bien escaso y preciado.
Además, el uso de vegetación autóctona (adaptada al medio, por tanto sostenible en
su mantenimiento) proporcionará características propias a los jardines en cada lugar.
En definitiva, el cómo se encuentran y desarrollan los elementos naturales en un
determinado sitio afectará al diseño espacial y compositivo del jardín.
Estos tres puntos de vista de la relación del hombre con la naturaleza a través
de la jardinería (el origen agrícola de esta, su papel como refugio frente al clima y el
cómo son los elementos naturales en el lugar en el que se desarrolla) van a ser en los
que se base el estudio de los jardines de Madrid. Dicho estudio tendrá dos acotaciones
importantes: se eligen jardines proyectados para una propiedad privada, y que sean a
partir de finales del siglo XVIII. La primera se justifica en que los parques tienen una
2 El jardín clásico madrileño y los Reales Sitios, Alberto Sanz Hernando
complejidad extra para ser analizados; su condición de espacio público pesará igual o
más que cualquier otra. Aunque también su diseño tenga que estar influido por
condicionantes climáticos, su espacialidad siempre estará pensada con una perspectiva
urbanística, con todas las complicaciones que ello conlleva (siempre hablando de
espacios verdes públicos urbanos). La acotación en el tiempo viene dada por la entrada
de un modelo de jardín nacido en un clima completamente diferente: el paisajismo
inglés. Dicha importación pondrá en relieve las diferencias entre dos climas,
descubriéndose las adaptaciones que se tienen que hacer para que las ideas y
conceptos trasladados puedan desarrollarse en la capital de España. Esto mismo se
repetirá constantemente hasta nuestros días, en los que la globalización permite
fuertes intercambios culturales. Intercambios que probablemente nos hagan
diferenciar entre lo que realmente es propio de cada lugar, y los conceptos que
puedan ser catalogados como universales.
La evolución de la técnica mal entendida
Si la adaptación de ideas a un determinado lugar nacidas en otro la llamásemos
éxito, tendríamos que tener en cuenta que también puede haber fracasos. El traslado
de un modelo de un sitio a otro sin ser repensado es algo que puede ocurrir con
facilidad, con todos los problemas que ello conlleva. En el caso de los jardines, es muy
fácil ver que determinadas plantaciones en un lugar del que no son originarias pueden
necesitar un cuidado excesivamente grande, con gastos desproporcionados de agua y
esfuerzo humano. O que, copiado de un determinado modelo, un espacio muy abierto
permita un fuerte soleamiento, provocando que este sea inhóspito en determinadas
épocas del año. En definitiva, que se copie un “estilo” en vez de adaptar un concepto o
idea. Esto es algo que se tendrá que tener en cuenta en el estudio de los jardines, por
lo que habrá que conocer bien los modelos de referencia.
Sin embargo, los avances tecnológicos de los últimos tiempos han puesto en
duda esta idea. Ahora, tenemos la posibilidad de hacer lo que queramos. Podemos
cambiar las características químicas del suelo, por lo que la posible incompatibilidad de
éste con una determinada planta deja de ser un inconveniente. La accesibilidad al agua
ya nunca es un problema, y la cantidad que se quiera utilizar depende únicamente de
la capacidad económica del consumidor. Teóricamente, a un arquitecto no le hace
falta conocer el medio ambiente en el que va a proyectar, ya que todo puede
solucionarse mediante la tecnología. Y esta posibilidad es la que nos ha traído la mayor
parte de los fracasos antes mencionados; modelos copiados de otros sitios, sin ningún
tipo de adaptación3.
Todo ello ha provocado la situación ya reconocida en todo el mundo: la alta
contaminación y el consecuente cambio climático. Los avances tecnológicos nos han
permitido proyectar cosas tan inverosímiles como campos de golf en pleno desierto,
siendo la capacidad económica el único impedimento para ello. Sin embargo, dichos
3 Proyectar con la naturaleza, Ian L. McHarg
avances tecnológicos no son malos en sí mismos, sino que un mal uso de ellos nos
puede hacer olvidar nuestra relación con la naturaleza, llevándonos a no respetarla. Y
esto es lo que ha sucedido.
La vuelta a la lógica proyectual: movimientos y posturas actuales
En los últimos años, a la vez que las consecuencias de la contaminación van
adquiriendo más visibilidad, vamos cambiando nuestra mentalidad hacia un desarrollo
sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Para ello, se intentan conseguir
avances tecnológicos que caminen en la dirección de la eficiencia energética; avances
que nos permitan equilibrar nuestro desarrollo con la capacidad de recarga de la
Tierra. Poco a poco, dichos avances van llegando en todas las áreas de conocimiento y
realidades cotidianas, y es cuestión de tiempo que reduzcamos drásticamente los
niveles de contaminación que producimos (aunque dicho tiempo será crucial a la hora
de evaluar el daño causado a nuestro planeta). Sin embargo, tenemos otra manera
más importante de abordar el problema: con el enfoque pasivo de la eficiencia.
Aunque los avances tecnológicos vayan a ayudarnos, tenemos que volver a la
relación hombre-naturaleza a la que antes estábamos obligados por razones de
supervivencia. Podría decirse que, aunque actualmente como individuos podamos
sobrevivir sin dicha relación, como especie no podemos afirmar lo mismo. Y las
consecuencias de hacerlo ya las estamos viendo. Por tanto, volver a conocer la
naturaleza para poder vivir de ella (a la vez que protegernos de sus hostilidades), será
primordial a la hora de detener el cambio climático. Y, como arquitectos, esta relación
no es otra cosa que proyectar con lógica; proyectar teniendo en cuenta el clima y el
lugar en el que se hace.
En el caso de la jardinería, la idea de volver a proyectar con la naturaleza va a
tener movimientos y reflexiones concretas, en los que se abordan los temas del
desarrollo humano y la contaminación. En todas ellas, de diversas maneras se tratará
de recuperar un entendimiento con la naturaleza. La xerojardinería, concretamente, va
a ser un movimiento muy relacionado con este trabajo.
El concepto de xerojardinería surge a principios de los años 80 del pasado siglo
en Estados Unidos, concretamente en California y Colorado, y nace debido a unas
graves sequías producidas en los 70. La escasez de agua obliga a replantearse el diseño
del jardín, por lo que este movimiento recoge una serie de normas para que apenas se
necesite riego. Básicamente, estas normas se reducen a la idea de utilizar el agua de
manera racional; agrupando las plantas según sus necesidades hídricas, usando
vegetación autóctona o protegiendo del viento y sol para evitar la evaporación.
Además, busca otros objetivos, como evitar el uso de productos químicos dañinos o
maquinaria contaminante4. Aunque esta manera de hacer jardines haya surgido en
lugares con climas concretos, sus ideas son perfectamente adaptables, siempre
4 Artículos.infojardin.com
teniendo en cuenta que los objetivos pueden ser diferentes. Realmente, la
xerojardinería es intentar entender la naturaleza, es volver a proyectar jardines con
sentido y lógica.
Esta idea de “proyectar con lógica” es la que motiva este trabajo de fin de
grado, aplicándose al caso concreto de la jardinería en Madrid. Para ello se estudiarán
jardines existentes, con los criterios contados con anterioridad, tratando de dar un por
qué a los espacios y composiciones de estos. En definitiva, buscar nuestra relación con
la naturaleza a través del jardín madrileño, con lo que ello supone en cuanto a
aprender a proyectar de manera sostenible.
2. Análisis medioambiental de Madrid
Clima
El clima de Madrid va a depender en gran medida de la latitud geográfica en la
que se encuentra (entre los 40 y los 41 grados de latitud Norte) y de su posición central
en la península, a mitad de camino entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Al
igual que la mayor parte de la península, la capital de España va a pertenecer al
dominio de los climas mediterráneos, por lo que sus rasgos más importantes son la
estacionalidad de las temperaturas, la sequía estival y la irregularidad de las
precipitaciones. A nivel local, los parámetros climáticos tienen grandes contrastes, con
precipitaciones medias anuales que oscilan entre los 400 y los 2000 mm, temperaturas
medias entre los 7o C y los 15o C y temperaturas absolutas desde los -8o C hasta los
44oC5.
La velocidad media del viento ronda durante todo el año entre los 4.5 y los 5.5
m/s, aunque hay cierta diferencia entre los meses más fríos y los más calurosos, en los
que dicha media alcanza los mínimos6. En comparación con Andalucía (donde están los
jardines hispanomusulmanes que pueden servir como referencia), el viento es
bastante parecido, aunque no hay tanta variabilidad entre el verano y el invierno.
En definitiva, nos vamos a encontrar tanto con inviernos como veranos
bastante secos, pero con grandes contrastes de temperatura. La temperatura media
de julio y agosto ronda los 25oC, suavizándose considerablemente en septiembre,
mientras que en enero (el mes más frío), la media será de 6o C. Por tanto, las
estaciones de primavera y otoño serán las más favorables para la habitabilidad del ser
humano. Además, la escasez de precipitaciones durante todo el año (agudizada en los
últimos tiempos) va a provocar que el cielo de Madrid esté despejado
mayoritariamente, por lo que incluso en los meses más fríos va a haber soleamiento.
Suelo
En cuanto al relieve, la Comunidad de Madrid va a tener dos grandes unidades;
la Sierra y la depresión del Tajo. Entre ellas queda la Rampa, una zona de transición. El
punto más alto es el Pico Peñalara con 2429 m, mientras que el más bajo se encuentra
en el cauce del río Alberche en Villa del Prado, con 430 m de altitud5.
La litología de la Sierra va a estar compuesta principalmente por granito y gneis,
con la excepción de Somosierra, donde se localizarán pizarras y cuarcitas. En la
depresión del Tajo se pueden distinguir tres zonas: los páramos (calizas, arcillas, yesos,
margas, etc.), las campiñas (arenas, margas arenosas, margas yesíferas y arcillas), y las
5 Atlas del Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid 6 Atlas Eólico, IDAE
vegas (arenas, gravas y limos). La zona de transición encontramos fundamentalmente
arcillas, arenas, margas y otros materiales detríticos7.
Tanto el relieve como la litología van a tener repercusión en el tipo de
vegetación que se desarrolla, distinguiéndose claramente las tres zonas antes
mencionadas (la Sierra, la depresión del Tajo y la Rampa). En la Rampa o zona de
transición, donde se encuentran todos los jardines que se van a estudiar, dicha
vegetación va a ser menos variada que en el resto, habiendo generalmente encinares,
barbechos y secanos y pinares. Los encinares ocupan la parte más cercana a la Sierra,
llegando hasta el casco urbano de Madrid por el Pardo, mientras que el resto está
ocupado por secanos y barbechos. Los pinares se encuentran salpicados por toda la
zona, aunque siempre pegados a uno de los tres ríos que la cruzan (Jarama,
Manzanares y Guadarrama)7.
Hidrografía
Prácticamente toda la Comunidad Autónoma de Madrid está comprendida en
la cuenca hidrográfica del río Tajo, salvo un pequeño territorio al norte que vierte sus
aguas en el Duero. La red hidrográfica es tributaria del Tajo por su margen derecha,
recogiendo una serie de ríos con la dirección predominante Norte-Sur, que traen sus
caudales desde las cumbres de la Sierra. Dicha red está compuesta por los afluentes
principales Jarama, Guadarrama y Alberche, además de sus correspondientes
subafluentes7.
Sin embargo, aparte de la red hidrográfica, en Madrid va a ser de vital
importancia la existencia de aguas subterráneas, convirtiéndose en un recurso hídrico
estratégico en épocas de sequía. Dichas aguas están en disposición de aportar
aproximadamente un tercio de los recursos hídricos totales del territorio7. Además,
esto favorecerá el desarrollo de vegetación de raíces profundas, que puedan sobrevivir
durante largos periodos sin lluvia.
7 Atlas del Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid
3. Antecedentes
El jardín mediterráneo
Aunque este jardín se pueda referir a todo el desarrollado en las regiones
bañadas por el mar Mediterráneo, aquí nos centraremos en el desarrollado en la
península ibérica. Sin embargo, se usa el término mediterráneo por su relación con
todo el territorio, ya que no puede entenderse nuestro jardín sin su contexto e
influencias. Hasta el siglo XX, dicho jardín no va a ser reconocido o estudiado en
profundidad, siendo el arquitecto paisajista francés J.C.N. Forestier el primero en
hacerlo. Elegido en 1910 para realizar el proyecto del Parque de María Luisa en Sevilla,
queda asombrado con los jardines hispanomusulmanes que va a visitar antes de hacer
el parque. En ellos descubre un modelo completamente adaptado al lugar, e
investigará sus influencias y orígenes mediterráneos. Dichos orígenes los desarrollará,
tras haber trabajado con Forestier, el español Nicolás María Rubió y Tudurí, que en
1981 escribe el libro “Del paraíso al jardín latino” con estos estudios. A partir de estos
dos autores, que hablan del jardín mediterráneo y su relación con su clima y lugar, se
investigan las influencias más directas y cercanas al jardín madrileño.
Forestier, en su libro “Jardines. Cuaderno de dibujos y planos”8, recoge sus
numerosas obras por toda Francia. Sin embargo, deja un apartado especial llamado
“Algunos jardines bajo el clima del naranjo”, en el que muestra sus proyectos por
España, aparte de alguno en el norte de África, en la Habana y en Buenos Aires. En este
apartado hace una introducción en la que habla del jardín mediterráneo, poniendo
especial interés en la adaptación al clima y en los orígenes históricos de éste. Dichos
orígenes se remontan a las tradiciones de la antigua Persia, que los musulmanes
adoptan y traen a la Península Ibérica y a África del Norte. En España, estos seguirán
desarrollando su cultura, en la que los jardines van a marcar el alto grado de
civilización al que llegaron. En estos jardines, Forestier empieza destacando su sentido
en la combinación de plantas aromáticas, su variada vegetación y el uso del agua en
fuentes, estanques y canales. Y, seguidamente, da un sentido a todo ello, hablando del
clima mediterráneo. Explica que la sequía y el calor (prácticamente presentes durante
todo el año) provocan que el agua sea un bien escaso y preciado, ya que refresca y
viene acompañada de vegetación exuberante. Por tanto, el aprovisionamiento y la
distribución de ésta son elementos esenciales de la cultura mediterránea,
especialmente en el jardín. Además, siempre queda patente un esfuerzo en mostrar el
agua todo lo posible en lugar de recluirla en conductos escondidos, para que así tenga
más protagonismo. Por último, en lo que se refiere a ésta, las avenidas de los jardines
mediterráneos van a estar siempre elevadas (en algunos casos hasta más de 1 metro),
con la finalidad de mantener el agua de riego en los cuadriláteros plantados.
8 Toda la información de esta parte está sacada del mismo libro
Otras características debidas al clima mediterráneo que señala el autor francés
van a ser el desarrollo de la azulejería en los pavimentos y la gran cantidad de asientos
o lugares estanciales. El tipo de pavimentos usado defiende que viene de la tradición
del Mediterráneo oriental, en la que se evitaban suelos de polvo (que con la lluvia
pasaba a ser barro) para poder ir descalzos o en babuchas. Ello acaba provocando un
fuerte desarrollo de los mosaicos y la azulejería en todo el territorio, aunque
diferenciándose según cada lugar concreto. La abundancia de asientos y bancos, que
acaba convirtiéndose en un motivo compositivo y espacial muy importante, es debido
a la intención de hacer paseos más agradables, que de lo contrario serían agotadores
por el sofocante calor. Estos asientos están tratados también con azulejerías y
materiales cerámicos generalmente, con la intención de que sean refrescantes.
Rubió y Tudurí, a diferencia de su predecesor, ahonda en el recorrido histórico
del jardín mediterráneo (al que él se refiere como latino) y en los conceptos que lo
originan, remontándose incluso hasta el paleolítico9. A diferencia de Forestier, el
arquitecto-paisajista catalán defiende un origen simbólico y mágico del jardín, que en
ocasiones se juntará con la agricultura dejándose influir por ella. Para el autor, será de
vital importancia el dualismo en los jardines entre la geometría y la naturalización. Este
dualismo no se romperá hasta el final del barroco, cuya exageración impondrá la
geometría a toda la vegetación, y provocará la respuesta del paisajismo inglés (en el
que se elimina dicha geometría). Hasta ahí, las líneas cartesianas articulan el jardín y lo
delimitan, pero siempre dejando cierta naturalización en los recuadros que quedan.
La búsqueda de esta naturalización es la primera idea que da pie a los jardines.
El hombre cazador, en sus prehistóricos inicios, trata de recrear los paraísos que
descubre en sus búsquedas de presas. Aunque esta idea es teórica y discutible, sí que
podemos aceptar que en un jardín se intenta “atrapar” una naturaleza relativamente
lejana y salvaje, tratando de recrear algo visto con anterioridad. Sin embargo, lo que
más va interesarnos va a ser el concepto de jardín como oasis mencionado por el
autor, muy en relación con la anterior idea. En regiones especialmente desérticas, se
va a tratar de crear espacios que rompan con el paisaje general (en este caso
excesivamente caluroso), imitando los oasis existentes en esa propia naturaleza. Y este
concepto de oasis puede ser aplicado en cualquier lugar del mundo. Si, por ejemplo,
vamos al otro extremo, el hombre primigenio de los bosques del norte de Europa
tendrá como “oasis” un claro entre los árboles, cuyo soleamiento le será muy
preciado. En el jardín mediterráneo, que bebe directamente del egipcio o el
desarrollado en Babilonia, tendrá mucho de oasis en el desierto.
La geometría tiene en su base un origen simbólico, adquiriendo más tarde
propiedades funcionales derivadas de los conocimientos agrícolas. De todo ello, surge
el esquema básico de las dos avenidas perpendiculares que dividen el jardín en 4
recuadros, y por las que fluye el agua para regar estos. Dicho esquema se mantendrá
9 Estas ideas y las siguientes están sacadas de su libro “Del Paraíso al jardín latino”
siempre en la evolución del jardín mediterráneo, y concretamente tendrá bastante
importancia en el levante hispánico.
La dualidad de geometría y naturalización va a servirnos para entender bien el
papel agrícola en el jardín, a veces difícil de identificar. Aunque la geometría tuviese un
origen únicamente simbólico, es indudable que se aprovechará y perfeccionará para el
cultivo y cuidado de las plantas (incluso cuando la disposición de ésta sea
aparentemente arbitraria).
Por último, cabe destacar de Rubió y Tudurí su explicación del diferente
desarrollo del jardín mediterráneo en cada lugar según sus condicionantes
medioambientales. Así, la topografía cambiante de la Toscana provocará los
escalonamientos propios del renacimiento italiano, mientras que en el llano país galo
Le Nôtre trata de definir el espacio mediante la vegetación.
El jardín clásico madrileño
Alberto Sanz Hernando, doctor arquitecto y profesor asociado del
Departamento de Composición Arquitectónica de la ETSAM, realiza un profundo
estudio de los jardines clásicos madrileños, del que saca importantes conclusiones10.
En dicho estudio, Sanz tiene en cuenta, aparte de las características espaciales y
compositivas, el clima y el medio físico en el que se implantan los jardines. Estos
últimos serán en muchas ocasiones los causantes de dichas características, diferentes
siempre en algo de los modelos de referencia renacentistas y barrocos.
La introducción de la concepción espacial perspectiva italiana va a mezclarse
con la influencia medieval islámica, dando como resultado ejemplares de gran riqueza
espacial. La adaptación al medio, que implica la utilización de diversos elementos
arquitectónicos estructurante del trazado jardín (con el patio como célula básica
espacial), y la pérdida de la axialidad en el mecanismo de crecimiento, producen estas
composiciones.
Estos dos conceptos se reducen esencialmente a la ausencia en el espacio
musulmán de una búsqueda de la continuidad y convergencia focal, idea que asimila la
arquitectura española. Por tanto, el trazado unitario renacentista, aunque presente,
nunca se convierte en el principal generador del espacio del jardín del renacimiento en
España. Éste estará caracterizado por ser un espacio múltiple, con desarrollos
quebrados perpendicularmente y un crecimiento fragmentado, al modo del jardín
hispanomusulmán.
Vista de manera muy básica la introducción del jardín renacentista italiano en
España (y concretamente en Madrid), en la que se observa por primera vez la
adaptación de un modelo diferente a nuestro clima, Sanz nombra ciertas
10 Sanz realiza dicho estudio en su tesis doctoral, a partir de la que luego saldrá su libro “El jardín clásico madrileño y los Reales Sitios”, utilizado para este trabajo
características que surgen como respuesta arquitectónica a condicionantes climáticos
en el jardín hispanomusulmán. Dichas características se mantendrán de una manera u
otra en los modelos que se implanten en España, siendo la primera la búsqueda de la
protección contra la luz solar y el viento, evitando así la evaporación. En segundo lugar,
la existencia del patio ajardinado como una habitación más sin techo, integrado en el
esquema de la vivienda, y encargado de hacer las correcciones climáticas
mencionadas. La tercera es la utilización del agua y la vegetación para reducir los
efectos de la aridez, mientras que en la cuarta habla del trazado básico en cruz de las
avenidas pavimentadas y elevadas sobre los cuadros de vegetación. Por último, se
buscan espacios cerrados y compartimentados para corregir el impacto climático y
conseguir ámbitos más íntimos a escala humana, interrumpiendo las vistas con
pantallas arquitectónicas.
Todas estas características que acaban por definir el espacio del jardín
hispanomusulmán, van a estar presentes de alguna manera en el jardín clásico
madrileño. Así, la introducción del sistema perspectivo italiano por medio de Juan
Bautista de Toledo queda variada por nuestra tradición, que cualifica y cambia la
composición final de los jardines. Se hacen jardines que van creciendo por medio de
repetición de células básicas (el patio ajardinado) y con una articulación quebrada. Los
patios tendrán dos corrientes de desarrollo: los patios ajardinados, y los jardines
cerrados adosados a la arquitectura (que realmente no son patios, pero mantienen su
carácter). La importancia de los elementos arquitectónicos frente a los naturales
debido a las dificultades de nuestro clima, se traduce en un fuerte desarrollo de los
mismos (galerías, miradores, pabellones, ánditos). Todo ello, que se traducirá en la
complejidad espacial que nos diferencia del resto de Europa, tendrá una gran
relevancia tanto en los jardines renacentistas como barrocos.
4. Estudio de los jardines de Madrid
Se han escogido 4 jardines de autores reconocidos con los criterios explicados
con anterioridad (jardines privados y posteriores al siglo XVIII). Además, se ha
intentado que estén lo más repartidos posible en el tiempo, llegando hasta finales del
siglo XX. Todos ellos se analizarán con el mismo esquema, cuyos puntos principales son
la relación con las técnicas agrarias, la protección contra el clima y el tratamiento de
los elementos naturales.
La elección de cada uno de ellos está basada en su tipología, intentando ver
casos diferentes. El que más diverge de los demás es el primero, el Capricho, en el que
se puede estudiar la adaptación realizada en uno de los mejores ejemplos de jardín
paisajista en Madrid. Los otros tres ejemplos, aunque responden a una vuelta al jardín
mediterráneo, lo hacen de maneras diferentes. El jardín de Sorolla, algo ecléctico,
pertenece a la familia de los jardines cerrados, mientras que en la Casa Huarte se
moderniza y asimila la idea del patio ajardinado. En ambos las influencias parece que
van más allá de nuestra costa levantina, adaptando además algunas características del
jardín renacentista italiano. Por último, en la vivienda de Fernando Caruncho, éste
trata también de recuperar y adaptar el modelo mediterráneo11, utilizando los dos
conceptos de patio ajardinado y jardín cerrado.
11 Mirrors of Paradises The Gardens of Fernando Caruncho, Guy Cooper y Gordon Taylor
Jardín el Capricho de la Alameda de Osuna, 1787-1839
Encargado por los Duques de Osuna (especialmente promovido por la Duquesa)
a dos importantes jardineros franceses, Mulot y Provost (que se suceden en el
tiempo), el jardín está dividido en tres partes: una de inspiración francesa, una italiana,
y otra inglesa y paisajista12. Esta última será la que nos interese para el análisis,
obviándose las otras dos.
Al pretender ser un jardín paisajista
de inspiración inglesa, precisamente se va
a querer evitar a toda costa cualquier
referencia agraria que implique una
reminiscencia a una naturaleza artificial.
Salvo alguna parte concreta en la que se
colocan huertos y arquitecturas a modo de
escenas, el jardín mantiene una
composición aparentemente arbitraria.
Los árboles y plantas no guardan ningún
tipo de ritmo, y los caminos serpentean
haciendo curvas abiertas mientras se van
descubriendo las diferentes zonas del
jardín.
El Capricho, dada su condición
paisajista, se va a caracterizar por tener
diversos espacios estanciales de diferentes
tipos. Algunos de ellos serán acogedores
en invierno, mientras que otros cumplirán
ese cometido en verano. Así, podemos
encontrar una gran cantidad de lugares y
caminos en los que la vegetación se cierra
lateralmente, incluso llegando a formar
bóvedas. También, con el mismo objetivo,
numerosos árboles de copa alta y
expandida (entre los que destacan los
pinos piñoneros) se alzan proyectando una
agradable sombra. Todos estos espacios, unidos al frescor añadido por la propia
vegetación y por los arroyos y estanques, hacen del Capricho un jardín que se puede
disfrutar durante los meses de calor. A su vez, también nos encontramos con
explanadas verdes típicas del modelo inglés, aunque a una escala mucho menor. Por lo
tanto, estos espacios recibirán soleamiento todo el año, haciendo que el jardín sea
apto para usar durante el invierno. Ésta es la principal diferencia respecto al jardín
12 El Capricho (Alameda de Osuna), Pedro Navascués Palacio
Planta Alameda de Osuna antes de las
últimas rehabilitaciones. Fuente: Pedro
Navascués Palacio, “La Alameda de Osuna,
una villa suburbana”
paisajista inglés: se buscan espacios muchos
más contenidos y protegidos del sol,
mientras que las grandes explanadas de
césped cobran menos protagonismo.
Los límites del jardín no van a tener
una especial relevancia, más allá de
delimitar físicamente la propiedad. Además,
la gran cantidad de vegetación respecto a
los pequeños espacios abiertos hace que
dichos límites no tengan la necesidad de
unir el jardín con el entorno natural (en la
actualidad urbano), ya que las visuales no
son tan largas como en los jardines ingleses.
Con ello también se responde al sentido de
intimidad y recogimiento propio del jardín
hispano.
Respecto a la topografía, la situación
del jardín en un terreno con fuerte
pendiente permite que con pequeños
movimientos de tierra se huya del plano y su
monotonía, siguiendo así las ideas del
paisajismo inglés. La densa vegetación y el pequeño tamaño de las praderas tampoco
obligan a hacer grandes modificaciones del relieve, cuidado únicamente donde éstas
se dan.
La vegetación va a ser uno de los puntos más conflictivos a la hora de proyectar
un jardín inglés en Madrid. El césped, necesario para las grandes extensiones verdes,
necesita de una gran cantidad de agua a la que en principio no tiene acceso natural en
la capital de España. Aunque, como ya se ha explicado antes, dichas praderas tienden a
ser más reducidas por otras razones, este inconveniente apoya aún más la disminución
de la escala. Y con todo, sigue siendo discutible su utilización, ya que requiere un
fuerte mantenimiento. Sin embargo, en la Alameda de Osuna podemos observar
ciertos usos de la vegetación para adaptar dicha característica del modelo inglés, si
bien también se ha utilizado la hierba.
El primer método de adaptación es la sustitución del tipo de planta para
conseguir un “manto” verde, con la hiedra destacando como opción. La hiedra, aparte
de tener pocas necesidades hídricas, crece en lugares en sombra, por lo que puede
sustituir al césped en determinadas zonas. En el Capricho, esta opción se puede
observar en los márgenes del riachuelo que cruza la parcela, cuya escasez de agua no
se echa en falta gracias a esta vegetación (ya que transmite sensación de abundancia).
También, en otras muchas partes del jardín, el césped es sustituido por hiedra u otro
tipo de planta tapizante de características similares.
El espacio del Capricho va a ser muy
cerrado en muchas zonas, sirviéndose de
vegetación no muy densa
La segunda manera
de tratar el césped que
podemos observar está en
cierto detalle, fruto de la
última remodelación de la
Alameda de Osuna para
convertirlo en un parque
público histórico. Aunque en
principio dicho detalle no
entraría en los criterios
establecidos (por responder
principalmente a
condicionantes diferentes de
los medioambientales), es
interesante verlo también
desde nuestro punto de
vista. Éste consiste en que las praderas se limitan con un borde de hiedra que
visualmente separa el césped de los caminos de tierra. Lo primero que se consigue con
ello es hacer consistentes dichos bordes, evitando las posibles “calvas” que
desdibujarían los límites de las praderas. Y además, provoca que los visitantes del
parque eviten pisarlas, ya que actúa de barrera (se ha demostrado que funciona
bastante bien, también en otros parques públicos históricos como el Retiro).
Por último, respecto a la vegetación, es importante señalar un aspecto a tener
en cuenta que en el Capricho, en algunos casos, se convierte en defecto. La plantación
de cierto tipo de árboles (entre los que destaca el pino en nuestra región) en medio de
una pradera de hierba, produce calvas alrededor del tronco. Estos árboles desarrollan
raíces superficiales que compiten por el agua, impidiendo a otras plantas más débiles
desarrollarse si ésta no es suficiente. Las calvas, que en principio tienden a ser la
proyección de la copa sin romper demasiado el tapiz verde, pueden desfigurarse
dejando grandes áreas amorfas de tierra. Esta situación se da en algunas zonas del
jardín, lo cual se puede considerar como un fallo.
El modo de tratar el agua es otro punto que marca diferencias importantes
respecto al modelo inglés. En el capricho, únicamente hay un riachuelo que realmente
parezca natural, pero que en ocasiones está seco. Las dificultades que entraña realizar
lagos y ríos artificiales por la sequedad del ambiente y el suelo hacen que estos
necesiten de construcciones sólidas para mantener el agua. Por ello, salvo el
mencionado riachuelo, el resto del agua va a estar contenida en estanques
construidos, imitando formas en planta de ríos y lagos (también hay otros con formas
regulares carentes de una intención paisajista, colocados como escenas
independientes). Esta falta de aspecto natural se ve agudizada con las últimas
intervenciones hechas en el jardín, en las que se recubrió con hormigón pintado de
blanco la mampostería que hacía de “bañera”. Aunque esto se hizo probablemente
para evitar filtraciones, sin duda contribuye a esa pérdida de “naturalidad” buscada en
Hiedra utilizada como planta tapizante en las riberas del
riachuelo
el jardín inglés. En cualquier caso, el uso del agua no está bien resuelto en el Capricho,
si bien se han introducido posibles caminos a seguir, como el riachuelo con la hiedra o
estanques sueltos a modo de escenas repartidas.
Jardín de la Casa Sorolla, Sorolla, 1911-1918
En 1909 Joaquín Sorolla compra un solar en Madrid cuidadosamente elegido,
orientado al sur en la actual calle Paseo del General Martínez Campos. Encarga el
proyecto para hacer su vivienda con un jardín al arquitecto Enrique Repullés y Vargas,
que tratará de responder a las peticiones del pintor. Y, aunque en el diseño de la
vivienda también interviene activamente, el del jardín va a tener prácticamente su
firma. Dicho jardín, dividido en tres partes, tiene influencias italianas y andaluzas,
convirtiéndose en una adaptación de un modelo mediterráneo al clima madrileño.
Además, la casa está equipada
también con un patio andaluz,
aunque éste no se tendrá en
cuenta para el análisis.
Actualmente, la construcción de
los edificios medianeros quita
cierto soleamiento al jardín con
el que se contaba en el
momento que se proyectó13,
pero sin llegar a perder su
esencia o idea. Por ello se
supondrá que sigue
funcionando de manera
parecida, y que la vegetación no
ha cambiado excesivamente
debido a ello, afectando muy
poco al análisis. También hay
que mencionar la última
restauración a cargo de la
paisajista Lucía Serredi en 1991,
por la que ciertas plantaciones
que vemos hoy están hechas
con sus criterios.
Aunque en la disposición general del jardín no se intuye una composición
relacionada con la agricultura, sí que podemos ver que las agrupaciones de las plantas
tienen lógica en este sentido. Así, por ejemplo, los setos de boj (caracterizados por una
gran capacidad de adaptabilidad) delimitan recuadros en cuyo interior crecen otras
especies de menor resistencia. Los setos actúan como barreras, evitando que el viento
afecte a las plantas protegidas, reduciendo la humidificación y la exposición a su
fuerza. También los árboles, sobre todo en algunas zonas, protegen al resto de la
vegetación de un excesivo soleamiento, posibilitando su desarrollo. En definitiva, la
colocación de ciertas plantas se hace con el objetivo de generar microclimas que
13 Museosorolla.mcu.es
permitan el desarrollo de otras. Además, la concentración de ellas en los recuadros
permite un máximo aprovechamiento del riego.
En su papel de refugio ante el clima, el jardín va a tener ciertas características
que lo hacen funcionar de manera correcta. Su orientación sur permite un constante
soleamiento, que Sorolla consigue administrar bien tanto en verano como en invierno.
En los meses calurosos, la gran cantidad de vegetación, la sombra generada por los
árboles y la presencia de fuentes y albercas ayudan a refrescar el ambiente. Sin
embargo, va a haber diferencias entre las tres partes del jardín, que quedan separadas
por pantallas semitransparentes formadas por arquitectura y vegetación (siguiendo así
el modelo de espacios concatenados propio de la arquitectura hispanomusulmana). En
la parte más alejada de la calle, con una clara vocación estancial, una pérgola de
madera con enredaderas sombrea una zona pegada a una alberca con una fuente y
rodeada de vegetación frondosa. Las pantallas semitransparentes situadas entre dicha
parte del jardín y su contigua y formadas por columnas y árboles ayudan a darle
intimidad al espacio, a la vez que generan más sombra. En la entrada, en cambio, el
jardín está menos sombreado por la menor vegetación, y la presencia de agua se
reduce a una fuente situada en el centro. Probablemente, esta parte se pensó para ser
más de paso, de entrada a la casa, a la vez que no interrumpe ni el soleamiento ni las
vistas de ésta. Entre medias de las mencionadas partes queda otra de condiciones
también intermedias; no tan umbría como la estancial, pero con una presencia de agua
mayor. Una alberca con surtidores inspirada en el Patio del Generalife humedece el
ambiente, mientras que algunos árboles de un porte importante se encargan de
reducir el soleamiento. Además, la presencia de bancos y asientos para descansar del
calor, afectando incluso al diseño de las separaciones de los diferentes espacios, va a
ser una importante característica heredada del jardín hispanomusulmán.
Vistas las condiciones del jardín en verano, es interesante descubrir las mismas
en los meses fríos. Para no perder el verde de la vegetación en invierno, es importante
tener en cuenta la relación y colocación de plantas de hoja caduca y hoja perenne. Y
dicha relación queda muy bien conseguida en el jardín de Sorolla: mientras que no se
pierden las cualidades
estéticas de éste,
ciertos árboles dejan
caer sus hojas,
favoreciendo el
soleamiento. Dichos
árboles están
cuidadosamente
colocados, estando
todos pegados al
límite con la calle (el
sur del jardín). En
cambio, los árboles
que no tienen
En esta fotografía realizada en enero se puede apreciar la
estratégica colocación de los árboles de hoja caduca
incidencia en el soleamiento van a ser de hoja perenne, manteniendo el verdor
durante todo el año. El resto de la vegetación también está pensada en estos términos,
aunque su influencia sobre el soleamiento es mucho menor. La parte intermedia del
jardín va a ser la que más note esta estrategia, quedando más soleada, mientras que
en la del fondo va a afectar menos (ya que sigue contando con el emparrillado y la
vegetación no pierde toda su densidad).
Los límites del jardín son muros ciegos que, además de separar físicamente la
propiedad de la calle aportando intimidad, cierran el espacio visualmente y lo
protegen del viento (característica propia del jardín hispanomusulmán). Queda por
tanto un jardín en cuyas tres partes el espacio va cambiando, haciéndose más cerrado
e íntimo a medida que se separa de la entrada, y con la capacidad de adaptarse al
cambio estacional sin perder sus cualidades.
La topografía del jardín, aunque no tiene una gran relevancia por su pequeño
tamaño y su escasa variabilidad, parece estar aprovechada para separar los espacios
en diferentes niveles. La calle, en pendiente, nos permite deducir que no es casualidad
que la parte de la entrada esté dos escalones más alta que la de en medio. La zona
separada de la calle (también con dos escalones de diferencia respecto a la de en
medio) no podemos saber realmente si aprovecha el terreno o lo fuerza para conseguir
sus objetivos. Si nos dejásemos guiar por la pendiente de las calles perpendiculares a
General Martínez Campos entre las que se encuentra la manzana (Zurbano y Miguel
Ángel), podemos observar que probablemente Sorolla haya sido consecuente en este
sentido. Sean o no ciertas estas suposiciones, los pequeños desniveles ayudan a las
pantallas semitransparentes a separar y a cerrar los espacios, quedando así más
independientes.
El uso de la vegetación,
del que ya se ha dicho con
anterioridad algunas
características relativas a su
correcto desarrollo, está también
fuertemente inspirado en el
jardín mediterráneo. La dificultad
de mantener todo el jardín con
vegetación abundante provoca el
intento de concentrarla, dejando
las zonas estanciales y de paso
con suelo cerámico. Con ello, se
evita la discutida utilización del
césped, usando otras plantas
tapizantes solamente en zonas de
vegetación. Por tanto, estamos ante un jardín muy construido, en el que las plantas se
concentran donde no hay avenidas o espacios estanciales. Los asientos, los cambios de
Los elementos arquitectónicos definen en gran
medida el espacio del jardín, pero siempre ayudados
por la vegetación, en un diálogo geometría-
naturalización muy conseguido
nivel y los límites del jardín participan de esta manera de hacer el jardín, aportando
además con la azulejería cierto frescor.
El agua va a estar presente en las tres partes del jardín, por medio de fuentes y
albercas integradas de diferentes maneras. En la zona de la entrada, una fuente se alza
en el centro con fines más compositivos que funcionales, mientras que en el resto del
jardín el aporte de frescor y humedad va a tener una gran relevancia. En la parte
intermedia, una alberca alargada excavada en el suelo con surtidores en los laterales
es la encargada de ello. Dicha humedad, además de acondicionar el jardín, también
sirve de ayuda a las plantas más cercanas. Por último, otra alberca contenida con un
bordillo y colocada entre la vegetación, aporta frescor a la zona más estancial y alejada
de la calle. El recogimiento y la protección al sol de este espacio hacen que no sean tan
necesarios los surtidores, saliendo el agua de una única fuente de manera más
comedida. Las dos albercas tienen formas regulares, y están fabricadas con acabados
de azulejos cerámicos, por lo que conservan bien el agua al tiempo que van acordes
con el resto del jardín.
Jardín de la Casa Huarte, Corrales y Molezún, 1966
Construida en 1966, la Casa Huarte está considerada como uno de los hitos de
la arquitectura moderna española del siglo XX. Ubicada en la urbanización Puerta de
Hierro y encargada por el constructor y mecenas Jesús Huarte a los arquitectos
Corrales y Molezún14, la vivienda va a estar fuertemente relacionada con el jardín,
hasta el punto de no entenderse la una sin el otro. La casa obedece conceptualmente a
una clara inspiración mediterránea, heredando la idea de intimidad y organizándose
alrededor de tres patios.
Dichos patios se generan
por un cuerpo principal y
alargado orientado al sur
del que salen dos brazos
dividiendo el jardín. Por el
sur se cierran mediante
otro cuerpo de menor
altura, cuya cubierta está
ajardinada y relacionada
con estos mediante
escaleras. Queda un
conjunto en el que
vivienda y jardín están
perfectamente integrados, con espacios concatenados y escalonados, y respondiendo
a la búsqueda de intimidad y soleamiento a la vez. Los tres patios, al igual que las
diferentes partes del jardín de Sorolla, irán sucediéndose en gradiente público-privado,
desde el de las visitas hasta el de los dormitorios, y quedando en medio el familiar.
La influencia de las técnicas de cultivo y agrarias en el jardín va a verse reflejada
en la disposición de la vegetación, situada en diferentes niveles. Los escalonamientos
producidos entre los patios y la cubierta del cuerpo sur de la casa dejarán recuadros
independientes, llenándose cada uno de ellos con un tipo de plantas. Así, los
correspondientes al nivel de los patios serán explanadas de césped, mientras que los
siguientes, con mucho menos fondo, contendrán diversos arbustos. En el nivel
superior, donde no hay espacios habitables (es decir, donde realmente no es cubierta)
hay colocados árboles de gran porte. Con ello se reparten racionalmente las plantas
según sus necesidades hídricas, más altas en los niveles inferiores que en los
superiores.
El jardín de la Casa Huarte, más que para aclimatarse (o protegerse del clima) a
sí mismo, está pensado para aclimatar los espacios de la vivienda. Según las palabras
del promotor Jesús Huarte (que vivió durante más 15 años con su familia en la misma),
"Vivir aquí fue maravilloso […] La intimidad, el clima... todo el día teníamos las puertas
abiertas, no hacía falta el aire acondicionado, regabas el patio con la manga, y ya
estabas fresco"14. Ciertamente, esta afirmación va a apoyar el presente análisis, y
14 La soledad de la casa de los supersónicos, Patricia Gosálvez, El País
Planta Casa Huarte, Corrales y Molezún
además justifica en cierta medida el uso del césped, como veremos más adelante. Y es
que, realmente, la función de los patios andaluces en los que se inspiran Corrales y
Molezún no es otra que la de aportar luz y ventilación a la vivienda.
En el proceso de
adaptación a Madrid, los patios
se abren más al sur, buscando el
soleamiento en los meses fríos.
Los árboles situados en este lado
del jardín son de hoja caduca,
por lo que no serán un obstáculo
en invierno, mientras que en
verano proyectarán su sombra
sobre la casa. Los espacios
interiores, caracterizados por ser
diáfanos, están muy abiertos a
los patios, por lo que recibirán
soleamiento en los meses fríos.
Durante los calurosos, los grandes ventanales abiertos favorecerán la ventilación
cruzada, disipando así gran parte del calor que se pueda generar en las estancias. La
vegetación, el riego de ésta y la piscina (situada en el segundo patio, muy cercana e
integrada con la casa) aportarán también cierto frescor. Por último, la condición de la
vivienda, cerrada sobre sí misma buscando intimidad, también supondrá una
protección al viento (positiva en invierno por el frío, y en verano para mantener mejor
el agua del riego).
De nuevo, al igual que en el jardín de Sorolla, la topografía no va a ser de gran
relevancia debido al relativamente pequeño tamaño de la parcela. En la Casa Huarte,
tal vez sea discutible el probable relleno y movimiento de tierras utilizado para
completar el cuerpo sur, cuyos extremos no son construcciones habitables. Sin
embargo, ello tampoco tiene mucha importancia, ya que seguramente la propia
cimentación del edificio haya necesitado de un vaciado y movimiento de tierras mayor.
Realmente, sería una discusión más de concepto que de sostenibilidad, y ello
suponiendo que realmente el terreno no favoreciese esta decisión.
La vegetación, a diferencia de los dos jardines anteriores, no va a ser utilizada
generando espacios, más allá de los árboles y los arbustos ayudando a delimitar los
patios por el sur. Los recuadros de césped no son estanciales, habiendo un uso que de
la hierba que podría calificarse como “testimonial”, por lo que su mantenimiento no es
tan costoso. Además, el agua utilizada para el riego, como antes se descubría en las
palabras de Jesús Huarte, hace el papel de refrescar el ambiente que tenían antes las
fuentes y surtidores en los jardines hispanomusulmanes. Aunque habría que hacer
números y pruebas para averiguar exactamente el gasto de agua en relación a la
bajada de sensación térmica, es muy interesante esta idea, asentada actualmente en
casas con jardines. Además, justifica la utilización de plantas que requieran un poco
Vista desde el patio de visitas hacia el sur. Fuente:
MLMR arquitectos
más de agua para su desarrollo, algo que se ha hecho siempre en el jardín
mediterráneo (pensados con la intención de evitar la evaporación del agua y favorecer
el riego para mantenerlas).
El suelo estancial y de paso, como en el modelo de jardín mediterráneo, será de
pavimento cerámico, y va a estar en continuidad con el interior de la casa. Al igual que
en los ejemplos hispanomusulmanes, el espacio de la casa y de los patios se fusionan,
gracias a las grandes cristaleras y al mencionado tratamiento del suelo.
Otro uso de la
vegetación muy interesante va a
ser la utilización de la hiedra
recubriendo todas las fachadas,
otra característica que ayuda a
reducir el calor producido por el
soleamiento directo. El tipo de
hiedra, además, es de hoja
caduca, por lo que se evita que
haga lo mismo durante el
invierno.
Corrales y Molezún
sustituyen las albercas por la
piscina, que integran
perfectamente en el segundo
patio, y las fuentes y surtidores por el riego, como ya se ha explicado antes. Esta
sustitución, propia y natural de nuestros tiempos, los dos arquitectos españoles la
comprenden y asimilan, terminando de adaptar un modelo no solamente al clima
madrileño, sino también al movimiento arquitectónico y a las exigencias funcionales
del momento.
Patio de visitas. Fuente: DPMAGAZINE
Jardín de la Casa Caruncho, Caruncho, 1989
El paisajista Fernando Caruncho diseña su propia vivienda-estudio en una
urbanización a las afueras de Madrid. Dicha vivienda está fuertemente influenciada
por la arquitectura mediterránea, por lo que el jardín, al igual que en la Casa Huarte, va
a ser una parte esencial de la misma. Con la entrada de la calle en el norte y una
pendiente ascendente del terreno, la edificación se va a organizar en forma de “L” en
una sola planta, aparte del garaje semienterrado. En el interior de la “L” queda un
patio abierto, completado por una pérgola en uno de los laterales. La pérgola recorre
además el resto de la casa pegada a la fachada, quedando una “U” en planta abierta al
sur, formando un claustro incompleto. El recuadro que queda en su interior es una
alberca, en la que el agua refleja el
terreno que sigue subiendo y cerrando
en cierta medida el patio por el sur. En
dicha subida unos bojes recortados con
la apariencia del movimiento del mar
(con cierta inspiración oriental) dejan
finos caminos que zigzaguean hasta un
quiosco japonés situado en lo alto de la
parcela. El cuerpo de la vivienda,
además, contará con otros dos patios
más recogidos y cerrados. El resto del
jardín, rodeando a la edificación, estará
formado por caminos ortogonales que
dejan recuadros de vegetación a los
lados y una alberca con poco fondo
pegada a la fachada, y que la acompaña
en casi todo su desarrollo15.
Caruncho utiliza para su jardín un número muy controlado de especies
vegetales, compuestas con sencillez y elegancia. Ello no va a permitirnos vislumbrar
ningún tipo de relación agraria o de técnicas de cultivo, ya que casi todo el jardín tiene
boj y varios tipos de enredaderas (aparte de algunos árboles). Tal vez sí que podamos
afirmar que el boj está siempre colocado con orientación norte, de manera que nunca
recibe un excesivo soleamiento (algo que soportaría, aunque no es lo preferible). Las
enredaderas, en cambio, sí que están expuestas a pleno sur (salvo la hiedra, colocada
también en las mismas condiciones que el boj), situadas en lo alto de la pérgola.
En cuanto al espacio del jardín, éste va a tener características similares a la Casa
Huarte de Corrales y Molezún, con el que comparte la herencia de la vivienda
mediterránea. A diferencia de ésta, Caruncho no va a disponer de los espacios
concatenados de la misma manera, ya que en este caso hay claramente uno principal
sobre el que se organiza el resto. Sin embargo, para llegar a este claustro, el recorrido
que hay que hacer sí que está quebrado, e incluso partido con pantallas
15 Mirrors of Paradise the Gardens of Fernando Caruncho, Guy Cooper y Gordon Taylor
Planta esquemática de la vivienda y el
jardín. Fernando Caruncho
semitransparentes que lo muestran y que dejan pasar la luz del sol tamizada. Con ello,
se distinguen los dos tipos de espacios principales del jardín: el claustro y los patios
interiores a la vivienda.
El claustro, abierto
al sur (aunque cerrado
ligeramente por la
pendiente ascendente del
terreno y la vegetación),
permite cierto soleamiento
de la casa durante el
invierno, mientras que en
verano, la pérgola lo impide
debido a la mayor
inclinación del sol. A pesar
de sus grandes
dimensiones, la alberca que
ocupa el centro hace que
realmente la única parte
estancial sea el espacio que
queda debajo de la pérgola. Por ello, la idea del espacio cerrado mediterráneo queda
patente en el jardín. Además, esta zona está rehundida en torno a medio metro
respecto del nivel del agua y el de la casa, reforzando así dicha idea. Este espacio
también se reproduce con claridad en los dos patios interiores de la vivienda, cerrados
con tapias en los laterales (salvo algunos paños con rejas y enredaderas) y con
cubiertas que tamizan la luz (en un caso con un toldo de herencia andaluza, y en el
otro con un emparrillado metálico
con enredaderas).
La topografía de la parcela va
a ser aprovechada por el paisajista,
cobrando mucha importancia en el
jardín. Gracias a ella, el claustro no
queda completamente abierto por
el sur, conservando intimidad a la
vez que se permite el soleamiento
durante los meses fríos. Además,
Caruncho lo aprovechará para
realizar una composición de
inspiración japonesa, con los bojes y
el quiosco, que actúa como fondo
del jardín. La topografía también
permite la posición en alto de la
casa respecto a la calle, quedando
Imagen de la alberca central con la pérgola de fondo. Tras
la rejilla con enredaderas de la derecha se intuye uno de
los patios interiores
Imagen de uno de los patios interiores. Fuente:
Theartoftheroom.com
por el interior del jardín prácticamente al mismo nivel que el terreno.
Salvo por el boj utilizado en gran parte del jardín, recortado siempre de manera
muy intencional, el resto de éste va a estar muy construido y pavimentado, evitando
utilizar otras plantas de necesidades hídricas altas como el césped. Los cerramientos
de la parcela están constituidos por un primer nivel de ladrillo enfoscado y un segundo
con una valla con hiedra. En los patios interiores, se aprovecha su condición umbría
para colocar en macetas plantas que no tengan tanto aguante al sol.
Caruncho busca que el agua esté siempre presente en el jardín, refrescando
zonas estanciales y de paso. Así, como ya se ha dicho con anterioridad, en el claustro la
alberca ocupa casi todo el espacio, adquiriendo un importante protagonismo. Aunque
no hay fuentes, el agua se derrama por los laterales a unos canalones excavados en el
suelo en toda la longitud de la pérgola, refrescando así la zona que queda debajo de
ésta. La alberca situada a lo largo de la fachada que da a la calle, en cambio, tiene más
motivos compositivos (en los que se incluye el sonido del agua) que de climatización,
ya que es únicamente una zona de paso.
5. Conclusión
Tras analizar los diferentes jardines y sus influencias más cercanas, parece
lógico pensar que el jardín madrileño tiene unas características espaciales y
compositivas propias debidas a factores medioambientales. Dichas características
beben directamente de la tradición del jardín mediterráneo, concretamente del
hispanomusulmán, aunque con ciertas variaciones como consecuencia de las
diferencias climáticas. Ciertamente, el limitado número de ejemplos, aunque dispares
y paradigmáticos, no es lo suficientemente grande como para poder determinar un
modelo o manera de proyectar a partir de ellos. Sin embargo, su relación con los
antecedentes citados, permite intuir que realmente las coincidencias no son casuales,
que tienen una razón de ser. Que incluso las modificaciones que tienen respecto a sus
influencias van en la misma línea en cada jardín.
Así, podemos observar que el espacio buscado en los jardines va a tener
interesantes coincidencias. Es llamativo que, teniendo modelos de referencia
totalmente opuestos, los espacios del Capricho van a ser bastante parecidos a los del
jardín de Sorolla, ambos formados por medio de la vegetación. Dicha vegetación no es
muy frondosa, formando pantallas semitransparentes entre los diferentes espacios,
que van sucediéndose uno detrás de otro de manera concatenada y quebrada (más
aparentemente arbitraria y naturalista en el Capricho)). Las proporciones de estos son
similares, exceptuando las amplias áreas verdes de la Alameda de Osuna (que, a pesar
de ser mucho más reducidas que las del modelo inglés, son precisamente una de las
características más discutibles del jardín). En ambos jardines, además, los diferentes
espacios permiten su utilización tanto en los meses calurosos como en los fríos, dados
los diferentes grados de soleamiento que tienen. A ello hay que añadirle la correcta
utilización de los árboles de hoja caduca, que también ayudará a administrar el paso de
la luz solar, y la protección al viento presente en los 4 ejemplos de diferentes maneras.
Muy importante va ser también la inclusión de elementos construidos en el
jardín, hasta el punto de que se proyecte totalmente en base a estos. En el único
ejemplo en el que no se sigue esta idea, el Capricho, la presencia del agua va a dar
bastantes problemas, llegando a tener que romper con la idea paisajista para poder
llevarla a cabo. Los otros tres casos, en cambio, van a ser jardines muy construidos,
destacando en este sentido la Casa Huarte de Corrales y Molezún. Por el contrario, el
jardín de Sorolla no está tan integrado y relacionado con la vivienda, siendo algo
independientes el uno del otro, siguiendo así el modelo de jardín cerrado frente al de
patio ajardinado. El ejemplo de Caruncho, en cambio, tiene en cierta medida las dos
corrientes, siendo toda la parcela un jardín tapiado en la que en su interior la casa de
desarrolla en torno a un claustro (además de los otros patios integrados en ésta).
En cuanto a la vegetación, los problemas y oportunidades derivados de la
escasez de agua en el clima madrileño dejan ciertas discusiones en la utilización de
determinadas especies. Las plantas tapizantes, en concreto, van a tender a hacia
posibilidades diferentes al césped, que además cambian la concepción de un suelo de
manera radical (destacando la hiedra por su mínima necesidad de agua y soleamiento,
lo que la hace perfecta para los espacios en sombra del jardín).
Por último, es interesante la adaptación de los patios realizada tanto en la casa
Huarte como en la de Caruncho. Dichos patios buscan el soleamiento bajando (o
eliminando) el límite sur de los mismos, y buscando opciones alternativas para evitarlo
durante el verano, como la colocación de árboles de hoja caduca o la utilización de
pérgolas. De nuevo, vemos aquí la importancia de combatir tanto el frío como el calor
en los jardines madrileños, necesidad que marcará las diferencias más importantes
respecto al modelo hispanomusulmán.
Bibliografía
Proyectar con la naturaleza, Ian L. McHarg
El jardín clásico madrileño y los Reales Sitios, Alberto Sanz Hernando
Atlas del Medio Ambiente en la Comunidad de Madrid, Comunidad de Madrid
Arquitectura bioclimática en un entorno sostenible, F. Javier Neila González
Del paraíso al jardín latino, Nicolás Mª Rubió y Tudurí
Cuaderno de dibujos y planos, J. C. N. Forestier
articulos.infojardin.com (10/10/2015)
Atlas eólico, IDAE; Ministerio de industria, energía y turismo; Gobierno de España
Técnicas de implantación de encinas en terrenos agrícolas, Centro de mejora forestal
“El Serranillo”, Ministerio de medio ambiente, Gobierno de España
El Capricho (Alameda de Osuna), Pedro Navascués Palacio, Catálogo exposición
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museosorolla.mcu.es (29/12/2015)
ElPaís, reportaje “La soledad de la casa de los ‘supersónicos’”, 8/02/2010, Patricia
Gosálvez
Mirrors of paradises the gardens of Fernando Caruncho, Guy Cooper/Gordon Taylor