Esnifar es pecado

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Esnifar es pecado Jorge Londoño Ariza Quien tiene vicios tiene debilidades; y si tiene debilidades, fracasará en el fondo de su ser. Hay quienes ingieren alucinógenos con el engañoso convencimiento de que nadie lo sabe, pero lo que no entienden los ilusos es lo que todos sabemos: que se les nota en las pupilas y en sus gestos, porque los ojos y los mohines son las manifestaciones del individuo y el rostro, el reflejo de los estados personales, en donde la ansiedad es imposible de ocultar a pesar de la pasividad que se quiera mostrar. Una cosa muy distinta es que quienes lo saben callen, porque estos actos mientras no sean públicos, pertenecen a la vida privada de cada persona, o porque comentarlos resulta bochornoso. Y este problema de salud pública no es una responsabilidad de terceros, porque consumir narcóticos es una decisión personal, bien sea por atender a un engaño, o por acudir a la cavilación individual que tiene cada quien para hacerlo. Afortunadamente ellos mismos se apartan de la gente decente. Huyen los impíos sin que nadie los persigaDice el maestro. A quienes les gusta esnifar, argumentan no estar haciéndole daño a alguien y creen que pueden hacer de sí lo que se les antoje en contrario; queriendo desconocer que el cuerpo es la vasija del espíritu y todo aquello que atente contra el espíritu y la naturaleza misma del cuerpo humano, es pecado, como nos lo enseñó Jesús de Nazareth: “Porque no eres capaz de hacer un cabello negro o blanco, la vida no te pertenece”. Quienes ingieren alucinógenos o sobrestimulantes, quizás no le hagan daño a alguien en particular, pero se hacen daño a sí mismo y a su familia que no lo comparte y eso es peor. Porque una familia que lo admite, no tendrá derecho a reclamo cuando la injusticia la atropelle. Ya no es valedera la justificación de usar narcóticos como aliciente a los estados de depresión a que todos estamos expuestos, por las dificultades que pasamos en nuestra sociedad y este conflictivo ambiente terrenal. Si usted piensa así, tenga cuidado. Esto lo dejó muy en claro Jesucristo. Para quienes creen que la Biblia no censura las drogas heroicas, esto no tiene discusión ni siquiera desde el punto de vista humano, sin hablar de compromisos espirituales: Cuando los reos eran condenados a muerte de crucifixión en Jerusalem, en tiempos de Cristo; las mujeres judías compasivas, le daban de beber a los torturados un narcótico hecho de una mezcla de mirra y vinagre, para atenuar el sufrimiento de la crucifixión. Jesús se negó a recibir este analgésico. ¿Habrá peor dolor que el vivido por Cristo, para que una persona intente justificar ingerir estupefacientes?... Y si lo hace por vicio, doble es la trasgresión que la existencia misma le cobrará. Está derrotado el planteamiento de dolor como justificación de escapismo a lo existencial y cruel que nos pueda parecer la vida, porque sencillamente es una desobediencia a una enseñanza universal que no es la enseñanza de un necio. Si la vida se hace angustiosa por alguna razón o por cualquier circunstancia, o te asusta la soledad, ahí están sin fanatismos los calmantes como el Evangelio de Pablo, el amor hacia los demás, los paseos en contacto con los árboles, la lectura emoliente, el deporte, las artes, la familia, la honradez en el trabajo, la amistad sincera, el respeto al derecho ajeno, la naturaleza con toda su belleza; y sobre todo, la cultura de todas estas cosas que te enseñarán que eres mucho más valioso como persona, que la vanidad propia de los vicios. Una vida limpia y la ilustración del conocimiento puro, te permitirán aquellos estados que te harán fantasear de la manera más lícita y hasta le arrancarás una sonrisa a quienes te escuchen y te vean hablar con sabiduría, de las cosas que te llenarán de afición por todo el espacio de su universo. Una persona que tiene vicios tiene debilidades; y si tiene debilidades, fracasará en el fondo de su ser…

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Reflexión del escritor Jorge Londoño Ariza acerca del consumo de cocaína.

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Esnifar es pecado Jorge Londoño Ariza

Quien tiene vicios tiene debilidades;

y si tiene debilidades,

fracasará en el fondo de su ser.

Hay quienes ingieren alucinógenos con el engañoso convencimiento de que nadie lo sabe, pero lo

que no entienden los ilusos es lo que todos sabemos: que se les nota en las pupilas y en sus

gestos, porque los ojos y los mohines son las manifestaciones del individuo y el rostro, el reflejo

de los estados personales, en donde la ansiedad es imposible de ocultar a pesar de la pasividad

que se quiera mostrar. Una cosa muy distinta es que quienes lo saben callen, porque estos actos

mientras no sean públicos, pertenecen a la vida privada de cada persona, o porque comentarlos

resulta bochornoso. Y este problema de salud pública no es una responsabilidad de terceros, porque consumir

narcóticos es una decisión personal, bien sea por atender a un engaño, o por acudir a la cavilación

individual que tiene cada quien para hacerlo. Afortunadamente ellos mismos se apartan de la

gente decente. “Huyen los impíos sin que nadie los persiga” – Dice el maestro.

A quienes les gusta esnifar, argumentan no estar haciéndole daño a alguien y creen que pueden

hacer de sí lo que se les antoje en contrario; queriendo desconocer que el cuerpo es la vasija del

espíritu y todo aquello que atente contra el espíritu y la naturaleza misma del cuerpo humano, es

pecado, como nos lo enseñó Jesús de Nazareth: “Porque no eres capaz de hacer un cabello negro

o blanco, la vida no te pertenece”.

Quienes ingieren alucinógenos o sobrestimulantes, quizás no le hagan daño a alguien en particular, pero se hacen daño a sí mismo y a su familia que no lo comparte y eso es peor.

Porque una familia que lo admite, no tendrá derecho a reclamo cuando la injusticia la atropelle.

Ya no es valedera la justificación de usar narcóticos como aliciente a los estados de depresión a

que todos estamos expuestos, por las dificultades que pasamos en nuestra sociedad y este

conflictivo ambiente terrenal.

Si usted piensa así, tenga cuidado. Esto lo dejó muy en claro Jesucristo. Para quienes creen que la

Biblia no censura las drogas heroicas, esto no tiene discusión ni siquiera desde el punto de vista

humano, sin hablar de compromisos espirituales: Cuando los reos eran condenados a muerte de

crucifixión en Jerusalem, en tiempos de Cristo; las mujeres judías compasivas, le daban de beber

a los torturados un narcótico hecho de una mezcla de mirra y vinagre, para atenuar el sufrimiento

de la crucifixión. Jesús se negó a recibir este analgésico. ¿Habrá peor dolor que el vivido por

Cristo, para que una persona intente justificar ingerir estupefacientes?... Y si lo hace por vicio, doble es la trasgresión que la existencia misma le cobrará.

Está derrotado el planteamiento de dolor como justificación de escapismo a lo existencial y cruel

que nos pueda parecer la vida, porque sencillamente es una desobediencia a una enseñanza

universal que no es la enseñanza de un necio.

Si la vida se hace angustiosa por alguna razón o por cualquier circunstancia, o te asusta la

soledad, ahí están sin fanatismos los calmantes como el Evangelio de Pablo, el amor hacia los

demás, los paseos en contacto con los árboles, la lectura emoliente, el deporte, las artes, la

familia, la honradez en el trabajo, la amistad sincera, el respeto al derecho ajeno, la naturaleza

con toda su belleza; y sobre todo, la cultura de todas estas cosas que te enseñarán que eres

mucho más valioso como persona, que la vanidad propia de los vicios.

Una vida limpia y la ilustración del conocimiento puro, te permitirán aquellos estados que te harán

fantasear de la manera más lícita y hasta le arrancarás una sonrisa a quienes te escuchen y te

vean hablar con sabiduría, de las cosas que te llenarán de afición por todo el espacio de su

universo.

Una persona que tiene vicios tiene debilidades; y si tiene debilidades, fracasará en el fondo de su

ser…

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Una persona con debilidades tiene insatisfacciones y si tiene insatisfacciones podrá doparse toda la

vida, o tener todos los derechos y lujos habidos y jamás se llenará, ni le quedará espacio para

entender que alguna vez ha hecho el bien, pues siempre que haga un favor lo hará por vanidad,

pero jamás en nombre de un Ser superior en la vergüenza y humildad de su corazón; pues un

consumidor de narcóticos no podrá estar en comunión con Dios, porque los narcóticos son

existencialistas y van camino de las tinieblas, mientras que la vida misma es el camino de la luz.

Las fantasías de los estupefacientes, son engañosos destellos entre las sombras y mensajes de un

dios falso en medio de la oscuridad.

¡Vaya retírese de las drogas y no le de miedo! que no es más que el esfuerzo de la voluntad.

No crea que si se retira del vicio, usted será un desgraciado que no tiene derecho a un momento

de felicidad, o se le habrá acabado una de las cosas bellas de la vida. No crea que porque usted

vive narcotizado es más feliz que los demás, no sea tonto, no se las crea, no se haga el ignorante que la conciencia no perdona.

Está claro que quienes no conociendo a Dios violan la ley, Dios los juzgará a través de su

conciencia; y quienes violan la ley conociendo a Dios, doble será su castigo. No hay escapatoria.

Sin embargo, queda la alternativa de la reconciliación y el perdón.

Y si en la tierra llegaras a pasar, por esas cosas de la individualidad humana, en la gloria no

pasarás; en la gloria no se te perdonará el haber asaltado el recinto sagrado del espíritu de Dios

en tu nariz: “Y alentó soplo de vida en tu nariz, para que fueras alma viviente sobre la faz de la

tierra”. Santuario sagrado de la esencia de la vida. Sois chupadores de polvillo de vidrio,

inhaladores de maldad, traidor de los efluvios del espíritu, esclavos del pensamiento, transeúntes

sobre la materia de las tinieblas. Aún se está a tiempo para acariciar en tu corazón el perdón. No

lo olvides: ¡Vives porque respiras!. Y no confundas individualidad con individualismo.

Consumiendo narcóticos se pone en peligro la estabilidad de la familia y se corre el riesgo de

perder la vergüenza; y los desvergonzados son tan necios, como sus carraspeos para huir de la

realidad.

Hay quienes piensan que por cumplir con una responsabilidad cotidiana les da derecho al uso de

estimulantes y mantenerse en el vicio, pero no; esto no justifica la postiza personalidad que un

adicto asume en el ámbito de lo pernicioso. Un individuo íntegro es honrado en público y privado.

¿En dónde te esconderás sin que la mirada de la vida te vea?...

Este atrevimiento a decir que es pecado, no es porque moralmente lo consideremos ofensivo de

parte de alguna persona, sino, porque físicamente es dañino. Los moralistas son los falsos

defensores de la verdad. Y es pecado no porque atente contra quienes no compartimos el mal y el dolor ajeno, sino, porque está contra usted y usted es parte de Dios, queremos que lo entienda.

Y si usted dice no creer en Dios anestesiándose por vicio, está en evidencia, porque si usted cree

no necesitar de Dios para nada (y eso es respetable) haga como los necios encogiéndose de

hombros y siga esnifando; y no crea que ha sido la intención juzgarle o condenarle, sino,

simplemente que en estos casos, miles de aclaraciones brotan por mandato de La Palabra, que es

la manifestación del Ser; para quedar satisfechos del deber cumplido cuando la conciencia nos

juzgue, pues ya no podremos alegar el desconocimiento, o alegar que nadie lo advirtió, cuando

está claro desde tiempos remotos en la enseñanza de los maestros.

Y ya no podrá haber acusaciones de prevaricato si la denuncia se ha hecho de labio a oído en el

espíritu de La Palabra, pues cuando uno ha visto algo dañino y calla, lo más seguro es que resulte

implicado por omisión…

Mirra: planta gomorresina aromática y amarga, de color rojizo brillante de la familia de las

terebintáceas, cultivada en el Medio Oriente. Se emplea en medicina como tonificante y se puede

elevar al grado de narcótico.

Palmira, abril 11 de 1.994