Esos alienígenas que todos llevamos dentro - Carmen Pacheco

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  • 8/8/2019 Esos aliengenas que todos llevamos dentro - Carmen Pacheco

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    la cu tin d i xi t a vidaxt at t int ig nt una

    con tant n a i to ia d au anidad y uno d o t a

    preferidos de la ciencia ccin.

    Durante estos meses he intentado expli-car en qu consiste el gnero de la ciencia

    iccin y cules son sus principales ramas,con el nico objeto de hacerla ms accesi-ble a los lectores pro anos. He intentado de-

    ender que como ejercicio especulativo quees, todos participamos de ella, que es partede nuestra naturaleza, de nuestra orma depensar, y que englobando obras tan distin-tas entre s, es probable que haya una lectu-ra adecuada para cada uno de nosotros.

    Pero si queda algn lector reacio, que semantiene atrincherado y en la seccin defccin generalista de la librera, en su frmeconviccin de que ningn tema de la cienciafccin puede interesarle, an me quedan al-gunos ases en la manga. Para empezar, retoal lector hiperrealista a que me diga que nose ha parado nunca a re lexionar sobre laexistencia de vida en otros planetas.

    Seres humanos de todas las edades, to-das las culturas, todos los tiempos, han mi-rado alguna vez las estrellas y se han pre-guntado preguntado: habr alguien ah?.Desde el momento en que descubrimos queno ramos ms que una mota insignifcanteen la inmensa vastedad del cosmos no he-mos dejado de buscar a otros.

    Nuestra naturaleza, adems de curiosa,es tambin social y, en este caso, la Humani-dad entera se comporta como el tpico nioque espera nervioso la llegada de un compa-ero. Nos caer bien? Ser ms listo y me-

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    jor que nosotros? Podremos aprender cosasde l? Nos tratar mal?

    Los aliengenas en la ciencia fccin soncomo un gran espejo de eria en el que todala humanidad se mira, poniendo de ma-ni iesto lo que ms tememos de nosotrosmismos. El anlisis sera muy extenso perooscilara siempre entre los dos extremos cl-sicos: extraterrestres buenos y extraterres-tres malos.

    En plena poca colonial, el ingls H.G.Wells escribi la primera novela sobre unainvasin aliengena, La Guerra de los Mun-dos, en la que el hombre era vctima de otracivilizacin superior proveniente de Marte. Aunque la de H.G. Wells uera una crtica in-tencionada, no han altado despus relatosde invasiones aliengenas con un en oqueradicalmente contrario, que exalta los valo-res de raza humana o patria terrestre renteal enemigo comn.

    Esos aliengenasque todos llevamos dentroCarmen Pacheco

    As como es ms cil empatizar con unmam ero que con un insecto, porque se pa-rece ms a nosotros, es habitual en la cienciafccin que estos los insectos encarnena nuestros hostiles invasores. En la nove-la Tropas del espaciode Robert A. Heinlein yen El juego de Enderde Orson Scott Card los

    los aliengenas son Comoun gran espejo de feriaen el que nos miramos,poniendo de manifiestolo que ms tememosde nosotros mismos

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    Ca n pac co (www.ca n ac co. ) ic ncia-da n pub icidad y rr. pp. y actua nt co agina ut abajo co o dacto a n una ag ncia d ub icidadcon a c itu a. ha ub icado a nov aMisteriosoasesinato en Oz (ev t, 2008) yTres veces la mujer de gris (sm, 2009), a a b ico juv ni infanti .

    humanos combaten a unos seresde aspecto arcnido llamados co-loquialmente chinches y a la a-mosa civilizacin de insectores ala que se en renta el precoz geniomilitar de Ender. Aparte de estaobvia xeno obia mor olgica, escurioso observar cmo en ambasnovelas, escritas por estadouni-denses durante el principio y el f-nal de la Guerra Fra, respectiva-mente, la individualidad del hroese impone a la mente colmenade un enemigo colectivo, tan sos-pechosamente parecido a sistemacomunista.

    Los reptiles, animales de mala ama le-gendaria y hasta bblica, tampoco se salvan.Todos recordamos a los malvados invaso-res de la serie de televisn V, que lucan es-camas bajo su alsa epidermis. La saga cine-matogr ica de Alien, por su parte, retrataa una resistente y extremadamente hostilraza xenomor a que combina lo peor de in-sectos y reptiles. La suma representacin delo que en nuestras pesadillas denominara-mos como bicho asqueroso.

    En el otro extremo estn los extraterres-tres indudablemente eos, pero entraablesy sabios, como el E.T. de Spielberg que, consu amor y pacifsmo, nos ayudan a superarnuestros prejuicios. Es decir, el buen inmi-grante idealizado que viene a darnos leccio-nes de moral.

    Pero realmente es tan importante su as-pecto? Tan superfciales somos los huma-nos? En El fn de la in ancia,Arthur C. Clarkpro undiza en esta necesidad, casi en ermi-za, de ponerle un rostro a nuestro interlo-cutor. Los superseores, una civilizacinsuperior en todos los sentidos a la humana,llegan a la Tierra para salvarla de todos sus

    males y gobernarla con sabidura y justicia,pero los superseores se niegan a mos-trarse sicamente. Este enigma mantiene laintriga durante gran parte de la novela y esimposible no seguir leyendo slo para saberqu aspecto tendrn fnalmente.

    Lo ms gracioso es que, sean como seanlos extraterrestres, nuestra imaginacin losobliga siempre a tomar alguna postura res-pecto a nosotros: educarnos, intercambiarconocimiento y tecnologa, destruirnos oesclavizarnos. Antropocntricos como so-mos, parece que no podamos asumir que,de existir vida inteligente, no despertra-mos su inters. Tal vez porque los humanos,en nuestra egolatra colectiva, necesitamosdesesperadamente que existan otros parareafrmarnos y averiguar por fn quines so-mos nosotros.

    r E f l E X i o N E s