España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

48
ESPAÑA PEREGRINA JUNTA DE CULTURA E S P A Ñ O L A 2 SUMARIO Juan Larrea..................... Introducción a un Mundo Nuevo (II) ... . Emilio Prados................. La voz cautiva.............................................. José Manuel Gallegos__ Semana Santa (1937) ................................ Homenaje a Antonio Machado Poema inédito del poeta.................................. Palabras de J. Bergamín, C. Pellicer, A. Reyes, J. Xirau y J. Puche... José Renau....................... Sobre la crisis ideológica del arte Pierre Mabille................. Aléxico y España.......................... Gerard de Nerval............ Canto de un español................... Crítica y Polémica Una buhardilla y un manifiesto............................................................. Como un solo poeta, por Juan Larrea ................................................ Ensimismamiento y alteración, de José Ortega y Gasset, por José Ma- nuel Gallegos...................................................................................... Alerta a los pueblos, del Gral. Vicente Rojo, por Adolfo S. Vázquez. Todo un hombre, de Miguel de Unamuno, por Paulino Masip.............. Estafeta Mexicana Memorias de Ultratumba Registro bibliográfico, por Agustín Millares 51 58 61 64 65 70 75 76 78 80 84 85 86

description

 

Transcript of España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

Page 1: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

E S P A Ñ AP E R E G R I N A

JUNTA DE CULTURA E S P A Ñ O L A

2S U M A R I O

Juan Larrea..................... Introducción a un Mundo Nuevo (II) . . . .Emilio Prados................. La voz cautiva..............................................José Manuel Gallegos__ Semana Santa (1937)................................

Homenaje a Antonio MachadoPoema inédito del poeta..................................

Palabras de J. Bergamín, C. Pellicer, A. Reyes, J. Xirau y J. Puche...

José Renau....................... Sobre la crisis ideológica del artePierre Mabille................. Aléxico y España..........................Gerard de Nerval............ Canto de un español...................

Crítica y Polémica

Una buhardilla y un manifiesto.............................................................Como un solo poeta, por Juan Larrea................................................Ensimismamiento y alteración, de José Ortega y Gasset, por José Ma­

nuel Gallegos......................................................................................Alerta a los pueblos, del Gral. Vicente Rojo, por Adolfo S. Vázquez. Todo un hombre, de Miguel de Unamuno, por Paulino Masip..............

Estafeta Mexicana Memorias de Ultratumba

Registro bibliográfico, por Agustín Millares

515861

6465

707576

7880

848586

Page 2: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

J U N T A DE C U L T U R A E S P A Ñ O L AD I N A M A R C A 8 0-----M E X I C O , D . F .

PRESIDENCIA:José Bergamín

Escritor.José Carner

Escritor, Ministro Plenipotenciario.Juan Larrea

Archivero, Bibliotecario y Arqueólogo.

VOCALES:Juan M. Aguilar

Catedrático de la Universidad de Sevilla.Roberto F. Balbuena

Pintor y Arquitecto.Corpus Barga

Periodista.Pedro Carrasco Garrorena

Director del Observatorio Astronómico de Madrid. Decano de la Facultad de Ciencias.

José Gallegos RocafullProfesor de la Universidad de Madrid.

Rodolfo HalffterCompositor.

Emilio HerreraIngeniero Aeronáutico.

Manuel MárquezDecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid.

Agustín MillaresCatedrático de Paleografía de la Universidad de Madrid.

Tomás Navarro TomásDirector de la Biblioteca Nacional de Madrid. Prof. de la Universidad de Colúmbia, U. S. A.

Isabel O. de PalènciaEscritora, Ministro Plenipotenciario.

Pablo PicassoPintor.

Augusto Pi y SuñerDirector del Instituto de Fisiología de la Universidad de Barcelona.

Enrique RiojaProf. de Biología de la Facultad de Madrid.

Luis A. SantullanoDe la Junta para ampliación de estudios.

Ricardo VinosDirector de la Escuela de Orientación Profesional de Madrid.

Joaquín XiraitDecano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona.

SECRETARIO:Eugenio Imaz

Escritor.

E STA TU TO S DE LA JU N TA D E CU LTU RA E SP A Ñ O L A

iL a J u n ta d e C u ltu ra E sp añ o la re p re s e n ta la vo lun­

ta d de a s e g u ra r la p ro p ia fisonom ía e s p ir i tu a l de la c u l tu ra españo la , favo rec iendo su n a tu ra l desa rro llo y. consecuen tem ente , la de u n ir y ay u d a r en su s tra b a jo s a los in te le c tu a les españo les ex p a triad o s .

nE s m isión de la J u n ta s u p lir con su p re sen c ia ac ­

tiv a y v ig ila n te y con u n e s p ír i tu colectivo de s a c r if i­cio la acc ión de los o rg an ism o s ofic iales, de las ins­titu c io n es de to d o géne ro y de los estím ulos y ex igencias del am b ien te , que en la in te g rid a d de la v ida españo la p ro m o v ían y a se g u ra b a n el desenvo lv im ien to de n u e s tra c u l tu r a . .

mEs p ro p ó s ito de la J u n ta e v i ta r la d isg reg ac ió n de

los in te lec tu a les ex p a triad o s , estab leciendo e n tre ellos re lac ió n c o n s ta n te , su sc itan d o y apoyando c ie r ta s in i­c ia tiv a s . coord inando o tra s , y p ro cu ran d o , p o r todos los m edios a su a lcance , que se es tab lezcan en el d es tie rro los ó rg an o s de c rea c ió n , e x p re s ió n y conserv ac ió n de la c u l tu ra españo la que se ju z g u en necesarios.

IV

Com pete a la J u n ta es ta b lece r co laboración e in ­te rcam b io con la s en tidades e in s tituc iones c u ltu ra le s del e x tra n je ro y con su3 cen tro s de investigac ión y en señ an z a p a r a co n seg u ir que. p o r su in term ed io , se m a n te n g a n y am p líen aque llas re lac iones cu ltu ra le s que son ind is­pensab les p a r a su p ro p io desarro llo .

V

Es asim ism o m isión de la J u n ta p rom over y h acer e fec tivas am istad es y apoyos a la c u l tu ra españo la en el e x t ra n je ro p o r aquellos m edios que en c a d a p a ís y en eada m om ento p a re z c a n m ás indicados p a r a conse­

g u irlo . Con es te ob je to , la J u n ta p rom ove rá la creación de ag ru p ac io n es de “ A m igos de la C u ltu ra E sp añ o la” en su sede c e n tra l, en las localidades donde funcione u n a delegación de la J u n ta , y en aquellos o tro s lugares que se estim e conven ien te .

V I

L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se conside ra in teg ra ­d a p o r aquellos españo les en los que co n c u rra la doble c a lid a d : de e s ta r d es te rrad o s y de se r creadores o m an ­tenedores de la c u l tu ra españo la . De todos ellos hará u n a re lac ió n nom in a l. L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se considera ig u a lm e n te in te g ra d a p o r aque llas entidades que, desa rro llan d o u n a ob ra cu ltu ra l , m a n if ie s te n bu adhesión a la J u n ta y se p re s te n , s i a ello se les re ­q u ir ie ra , a co lab o ra r a sus fin e s en la fo rm a que en cada caso se determ ine .

vnL a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se r ig e p o r u n di- !

rec to rio , in teg rad o p o r sus fundado res y p o r la s personas ¡ que estos v ay a n designando . E s te d irec to rio p o d rá dele- I g a r todas o a lg u n as de sus funciones en u n S ecre tariado { o C om isión E jecu tiv a .

V II I

L a sede c e n tra l de la J u n ta de C u ltu ra E spañola e s tá a c tu a lm en te en M éxico, D. F . Se es ta b lece rán dele­gac iones de la J u n ta en los pa íses donde se considere opo rtuno . S us m odalidades de constitu c ió n y funciona­m ien to se d e te rm in a rá n en cad a caso.

IX

L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la , a s í como las Delega­ciones que se v ayan estab leciendo , se so m ete rán a las disposiciones legales v igen tes en los pa íses respectivos, que les p e rm ita n a d q u ir ir u n a p erso n a lid ad ju r íd ic a con la que p u ed a n h ac er adqu isiciones, ce leb ra r c o n tra to s , etc-

Page 3: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

ESPAÑA PEREGRINAJ U N T A DE C U L T U R A ESPAÑOLA

R egistrado como artícu lo de 2» clase en la A dm in istración de Correos de M éxico, D . F ., con fecha 28 de febrero de 1940

Tomo I 15 de Marzo de 1940 Núm. 2

I N T R O D U C C I O N A U N M U N D O N U E V O

IIPor Juan LARREA.

Las tres ciudades

Cuando el curso progresivo de la histo­ria produjo en tiempos antiguos el relaja­miento del bloque cultural establecido en el oriente mediterráneo y el acento político vino a cargar de lleno sobre este mar, Roma fué adquiriendo el auge oportuno para convertirse en el centro de gravedad de la entidad cultural nueva. Granado el Imperio y consolidada su vida política queda constituido geográficamente el orga­nismo plurimembre propio para el desen­volvimiento de un nuevo ciclo histórico. Luego de llevarse a cabo esta operación pre­liminar y sólo entonces, es proyectada des­de tierras asiáticas la chispa síntesis que había de infundir un estado de espíritu a ose cuerpo, mundo o complejo vital prepa­rado para animarse originalmente al reci­birla: el cristianismo.

La generación cultural realizóse, pues, en dos distintas etapas o tiempos: uno previo, de carácter predominantemente material, cesáreo, que ha predispuesto el medio, y °fro complementario, de orden espiritual, que ha prestado unidad al conjunto. Es decir, se ha realizado de idéntico modo a como en el capítulo anterior hemos visto, en hipótesis, desarrollarse el proceso evo­lutivo de las dos columnas relacionadas con la creación del mundo nuevo, y de la uusma manera como el pensamiento dua- usta ha imaginado que se efectuaba la generación de cada sér humano: concepción del cuerpo al cual, en cierta fase de su des­

arrollo viene a atribuírsele el alma que, según ese pensamiento, le corresponde.

La Roma cesárea arde en la fe de Cristo hasta transformarse en la incandescente Ro­ma pontifical cuya' autoridad prevalece sobre la de los monarcas de la tierra. Con­vertida en el centro político-espiritual del mundo visible, en la ciudad por antonoma­sia, asume exclusivamente la virtualidad metafórica que el lenguaje sagrado, de hon­da esencia poética, asigna a la urbe pre­ponderante. En ella se fija la ilusión de eternidad segregada por el instinto social de perduración que crea a su imagen y semejanza el mito de la ciudad eterna; y sobre ella recae la sucesión total de las ciu­dades sagradas precedentes, las tradicionales Babilonia y Jerusalem que tan importante oficio metafórico desempeñan en ambos Tes­tamentos. Roma, ciudad máxima, corazón y cerebro del mundo cristiano: hacia ella confluyen los ojos de los vivientes dentro del área cultural de que es núcleo capita- licio.

Bajo su predominio político-espiritual, la cristiandad, absorbida por exigencias de un estado de conciencia basado preferentemente sobre la realidad subjetiva (espiritual), ve transcurrir siglos de evolución lenta, pau­latina, imperceptible. La conciencia huma­na se desenvuelve durante ese tiempo dentro de un área estrecha. En el sentir de los que entonces participan en los afanes vi­vientes, la historia carece de finalidad, no tiene movimiento significante. Quizá la más inmediata evidencia que sobre ellos actúa

Page 4: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

es la naturaleza tstática del mundo en que se mueven, con el consiguiente ideal adiná­mico que por simple trasposición esa natu­raleza formula. Existe en el fondo de toda cosa, por efecto de la apariencia inmediata, un agua estancada cuya tersura refleja la bóveda del cielo, una superficie donde se imagina la existencia de un elemento com­plementario sin el cual el entendimiento no puede comprender, por injustificable, la realidad efectiva del mundo en que vive. Fragmentada la conciencia en tantos tro­zos como individuos, y no teniendo dentro de ellos elemento alguno universal en que fijarse, el fenómeno de la vida, envuelta en sombras, no admite para su explicación más hipótesis que la de una razón exclusiva­mente personal. Mas como lo insuficiente del conocimiento excluye, por su evidencia, toda posibilidad de disimulo, la justifica­ción lógica del universo no puede conce­birse sin la existencia de otro SER diferente del hombre, síntesis de lo universal, del otro platillo de la balanza indispensable pa­ra el equilibrio y de cuya Conciencia absolu­ta el hombre sólo participará en el más allá abstracto de otra vida a la que se designa con el nombre de cielo, ámbito natural donde la luz se ilimita. Los dos aspectos tradicionales de la dualidad entre cuyos tér­minos no existe solución de continuidad con­cretamente perceptible, quedan si cabe aún más perfectamente delimitados: Dios y hom­bre; cielo y tierra. Tan remoto es su abo­lengo que en el nombre de Adán con que en el primordial apólogo sagrado se designó, frente a Dios, al primer hombre, se halla presente el concepto tierra.

Edad Media. Mientras van teniendo lu­gar en la cristiandad las vicisitudes que prestan fisonomía propia a cada uno de sus miembros componentes, mientras éstos van derivando el latín hacia los moldes de un localismo lingüístico diverso en cada co­marca, Roma reina inmutablemente sobre el mundo interior, sobre el estado de con­ciencia que pudiera llamarse mediterráneo. A ella, foco absoluto de la vida religiosa, conducen todos los caminos. Es preciso el transcurso de no poco tiempo, la babeli- lación, babilonipación o confusión de len­guas con cuanta alteración mental lleva esto implícito, y como consecuencia el de­

bilitamiento de la suerte de vasallaje que Roma ejerce sobre los espíritus de entonces, para que éstos adquieran la latitud de vol­verse hacia otro lugar e interesarse, siquiera en forma retrospectiva y con cierta incon­fesable añoranza, por otra ciudad sagrada: jerusalem. Esto ocurre cuando descoyun­tada, descompuesta, la fuerza nuclear de Roma, se activa el proceso de desintegra­ción que no sólo da origen a los diferen­tes romances sino que empieza a despegar las distintas regiones de su capital. Se re­gistran entonces las Cruzadas. Verdaderos ríos humanos se dirigen a rescatar la ciudad santa caída en manos de los enemigos de la fe, de los secuaces de Mahoma, dando curiosa y encubierta forma al afán de ex­pansión que preside al desarrollo de todas las sociedades humanas. Las ciudades sa­gradas se hacen entonces dos.

Mas he aquí que completando el proceso dislocatorio de la noción del presente, aca­parado antes por Roma, y ajustándose así a una ley elemental de equilibrio, surge prestigiosamente del fondo de una imposible leyenda una tercera y última ciudad de ca­rácter sagrado: Compostela. Hacia ella, co­mo hacia Roma y Jerusalem, empiezan a conducir desde entonces los caminos que canalizan los pasos de una peregrinación ininterrumpida. Hay miles de hombres arrastrados por no se sabe qué recónditos y misteriosos anhelos que, desafiando los numerosísimos peligros e indescriptibles pe­nalidades que tan prolongada aventura lle­va consigo, ceden a un ansia viajera y salen en busca de algo para ellos necesario, de algo que corresponde a la realidad sujetiva de innumerables seres humanos y que, por lo visto, no se encuentra en las ciudades más conspicuas, Jerusalem y Roma.

La cristiandad posee desde entonces tres ciudades de carácter religioso y dinamismo peregrinante, tres focos sociales diferencia­dos: una al oriente, otra en el centro, la tercera en el extremo occidente. Las tres se hallan construidas sobre tres sepulcros co­rrespondientes, en esa tenebrosa época de muerte de la conciencia, a tres distintas mo­dalidades de una misma esperanza en la resurrección: el de Cristo, el de Pedro y el de Santiago. ¿Qué más allá de la muerte distinto a los que ofrecen Roma y Jerusalem

Page 5: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

sugiere Compostela, la ciudad de la estrella, para que así los cristianos se desvíen bus­cando intuitivamente algo de que por lo visto carecen los otros dos centros urbanos?

Ahora bien, si Roma, dueña absoluta del presente, reina sobre el espacio de tiempo en que se dilata el ciclo cultural que deter­mina su existencia, y si Jerusalem designa incontestablemente el pasado, el punto de origen de ese mundo o entidad cultural, ¿qué puede significar dentro de un lenguaje rudimentario, formulado en alusiones y ele­mentales sobreentendidos, esa tercera ciu­dad embrionaria situada al extremo de la ruta solar, si no es el futuro, el natural y luminoso punto de destino de ese ciclo? Si la primera se enclava en los dominios del Padre, al oriente, de donde el sol procede —Asia—, y si la segunda marca el zenit en el centro del mundo del Hijo —Europa—, ¿qué puede indicar la tercera ciudad si no es el futuro mundo del Espíritu a donde la luz se dirige cuando en los otros lugares reinan las tinieblas? ¿Qué, por tanto, sino América?

Tómese una regla, un planisferio y mí­dase. Compostela se encuentra en la avan­zada de Europa más próxima cd Continen­te americano. Una increíble leyenda, un afán interior, una intuición extra racional, sirvieron de motivo para que desde las pro­fundidades de la cristiandad acudieran in­numerables peregrinos al sepulcro presumido de Santiago y que, después de visitarlo, obedeciendo sin duda a una imantación del Nuevo Mundo, se acercaran ritualmente a las orillas del océano, proveedor de sus simbólicas insignias de peregrino, para es­crutar el insondable horizonte como si in­quirieran ese más allá, esos nuevos orbes a que se refiere la extraordinaria profecía civil del poeta español Séneca. Y al hacerlo así aquellos hombres, encarnación de un ansia de resurrección de la conciencia hu­mana, estaban situados en el lugar más próximo a América. Siguiendo el itinerario ’deal que trazan los anhelos impersonales de toda aquella masa humana, Colón, si­glos después, desembarcará en el Nuevo •” undo. Y al hacerlo así cumplirá la más grandiosa, compleja e impersonal profecía en acción de que existe indicio.

Si esa tácita profecía se refiere realmente a la existencia de un mundo nuevo en que se cifran las esperanzas globales, indiferen­ciadas, de la muchedumbre y en particular las más elevadas del secular esplritualismo humano ¿no es lógico que su formulación se distinga por su carácter nuevo y por superar la conciencia entonces vigente de manera que corresponda al estado de con­ciencia más desarrollado que con el tiempo había de venir a comprender aquel lenguaje a posteriori? Dentro del orden creador ¿no son los vegetales antes en el tiempo que los animales que de ellos se nutren? No existe filosóficamente pero alguno que oponer a este singular fenómeno y sí, en cambio, mucho que admirarse con su perfección asombrosa. Conviene recordar, en efecto, que todo cuanto se refiere al futuro, al mundo nuevo, así como a la destrucción del mundo actual, ha sido'siempre designado en el lenguaje subjetivo de nuestra cultura, tal como aparece en los libros sagrados, por medio del símbolo de las ciudades o enjambres humanos viviendo en sociedad.Jerusalem, Babilonia. Sión---- son otrostantos conceptos simbólicos que juegan lo mismo en el Antiguo Testamento que en el Nuevo, y particularmente, por lo que a éste se refiere, en su codicilo: el Apocalipsis. ¿Qué mucho que cuando deba entrar en trance de cumplimiento ese fin de mundo y ese principio deshaciendo la dualidad anti­nómica de los dos mundos, convergiendo las realidades abstractas y las concretas hacia un solo lugar, se identifiquen también el lenguaje abstracto de los libros en que se explaya la realidad espiritual y el lenguaje concreto de los hechos exteriores de manera que a la noción espiritual de ciudad res­ponda como un eco la existencia real y efectiva de una ciudad? Esta metáfora na­tural y elemental que designa a su vez una organización social de orden colectivo, sale así de los dominios abstractos para tomar cuerpo en el reino de lo concreto. De este modo se desindividualiza el fenómeno pro- fético de acuerdo con la esencia profunda de la realidad colectiva, la cual se mani­fiesta también en la substitución del indi­viduo por la masa de personas sin nombre que tomaron parte en la gesta profètica compostelana. Todo ello es de una natura­

Page 6: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

leza tan compleja y perfectamente adecuada a las exigencias de la actual inteligencia consciente, concuerda con ella en forma tan complementaria que, una vez percibido, no es posible desentenderse de su verdad mien­tras no aparezca otra hipótesis mejor para substituir su apremiante evidencia.

Resulta así que, si uno de los patronos de España, la Virgen del Pilar, se relaciona manifiestamente con el Nuevo Mundo, San­tiago, ya vinculado a él por la aparición de Zaragoza, se nos muestra a su vez par­ticularmente relacionado con ese nuevo mun­do que se revelará un 12 de octubre, día en que se celebra la conjunción de los dos tér­minos de la dualidad de nuestro subjetivo nacional, como corresponde al mundo de la unidad o mundo universal que presagian. Los dos elementos figurados, cada cual por su parte y ambos mancomunados, designan una sola y misma cosa.

Confirmando estas perspectivas sucede que, dentro de la dualidad judeo-cristiana cielo-tierra, Compostela se halla situada materialmente en el Finisterre, al final de la tierra y, por consiguiente, en la suma cercanía del otro término, junto al cielo o reino prometido de Dios, de la Unidad. Y que su nombre anunciador, Compostela, (vulgarmente campo de la estrella, es decir, cielo), lleva en sí el elemento celeste que guía a los magos junto a la cuna del naci­miento donde se ofrece pai en la tierra a los hombres de buena voluntad, Venus, el lucero brillante de la mañana. Y así co­mo Roma se encuentra en el centro del mar interior (subjetivo) y Jerusalem en las tie­rras asiáticas que conducen a ese mar, Com­postela se encuentra en el territorio que bañan ambos mares pero a orillas del océa­no o mar universal (objetivo). Nótese al pasar cómo esta misma exposición escrita se caracteriza por ofrecer en visión objetiva un elemento exteriorizado que hasta el pre­sente pertenecía al mundo imaginario, poé­tico, en cuyos dominios el sujeto se des­envuelve.

La coherencia es todavía más completa. Según la substancia teológica de que vive el pensamiento cristiano, la unidad es trina, se compone de tres elementos. Tres son, en efecto, por lo que al presente nos toca, las ciudades que místicamente auguran en el

mundo suyo su fruto futuro o nuevo mundo donde hallará verdadera realización, indi­cando que el mundo universal o de la uni­dad habrá de constar de tres elementos, de tres bloques previamente distribuidos en el tiempo y correspondientes al Padre, al Hijo y al Espíritu. Sólo la aparición del tercer elemento puede resolver en definitiva el an­tagonismo virulento consubstancial al mun­do de la dualidad; consubstancial por cuanto que la ausencia del tercer elemento regula­dor implica que la esencia dinámica del universo, al no estar establecido el trifásico ciclo rotatorio, se traduzca en la lucha cons­tante entre los dos términos situados en oposición continua y amenudo violenta. De aquí que la guerra sea inherente a ese mun­do así como que con él termine.

En términos generales puede decirse, pues, que a la clave histórica representada civil­mente por el mito de las dos columnas co­rresponde, como término complementario dentro del mundo de la dualidad en que se han plasmado, otra clave histórica de carácter religioso, constituida por la exis­tencia de las tres ciudades, la cual, frente a la dualidad mediterránea, lleva en sí el con­tenido tridimensional de la universalidad oceánica.

¿Cómo sorprenderse entonces de que a orillas de esa universalidad se divisen estas realidades que establecen una solución de continuidad en la evolución de la conciencia empezando a resolver la antinomia que pa­recía irreductible? ¿Pueden legítimamente rechazarse bajo el pretexto de que tales rea­lidades no eran hasta el presente conocidas? ¿Acaso no ignoraba el hombre durante mu­chos siglos cosa tan íntima e inmediata para cada uno de sus individuos como la circu­lación de la sangre? Además, el plus ultra de España ¿no afirmaba la esperanza en un más allá? ¿Recusaremos porque sí ese más allá cuando se nos aparece como tal en for­ma enteramente inédita? ¿Podrá repug­narnos, por otra parte, que la vida histórica, correspondiente a un estado de conciencia insuficientemente desarrollado, se vista de imágenes como los sueños puesto que como en ellos existe una realidad reprimida que no puede manifestarse sino de modo metafórico o indirecto? ¿No es correcto del todo atri­buir la noción mezquina que de ciertos

Page 7: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

aspectos profundos de la realidad tiene to­davía la conciencia humana a la naturaleza dual del mundo en que vive identificada con uno de los dos términos y deducir que existe un tercer elemento clave de la reali­dad de la que estas revelaciones son testi­monio, es decir, que existe en el orden espi­ritual un verdadero Nuevo Mundo?

*

Santiago es en lengua española el santo por antonomasia: el único en quien el ca­rácter sagrado se consustancia con el nom­bre. ¿A qué es debido tan excepcional realce?

Sin duda a sus legendarias intervenciones sobrenaturales a favor del pueblo cristiano en la lucha que éste mantuvo durante ocho siglos contra los mahometanos invasores. No son una ni dos, ni son Clavijo ni Coim- bra las solas veces en que, montado en su caballo blanco, la tradición nos le muestra viniendo en auxilio de los cristianos que en esta península sostuvieron el choque occidental contra la avalancha agarena. A él se le atribuyen las difíciles victorias ga­nadas en última extremidad. Véasele mon­tado en su caballo sin mancha, en el equus, como una personificación del espíritu de equidad, en equilibrio como el fiel de la ba­lanza de la justicia y blandiendo ésta su espada, sembrando el pavor y desbaratando los ejércitos infieles. El es el Salvador de España, el santo de los santos, el dique providencial que contuvo la formidable ma­rea sarracena para acabar arrollándola. Modelo de guerreros cristianos, a su inspi­ración fué debida la creación de la Orden Militar que lleva su nombre. La intermi­nable guerra de la reconquista, guerra al mismo tiempo de religión, conoció por él un final victorioso.

Obsérvese que el sentido de la enconadí­sima lucha religiosa sostenida en la penín­sula tiene un carácter muy definido. Frente a. la cristiandad triunfante y sus afirma­ciones pacíficas, allá en las lóbregas pro­fundidades de la edad media prende en el pueblo árabe un afán irreprimible de do­minación y de conquista. No contento con señorear en el lado sur del mediterráneo, pre­tende adueñarse de Europa. Invade a Espa­

ña, penetra en Francia, se apodera de Jeru­salem, irrumpe en los Balkanes por el orien­te. Durante muchos siglos constituyó la pesa­dilla de Roma que veía en él un peligro siempre inminente de intrusión devastadora. Puede decirse que la realidad mediterránea se manifiesta en la pugna entre estos dos ele­mentos de la dualidad medieval cuyo punto de colisión occidental es España.

¿Qué es lo que contiende espiritualmente en tierras españolas? Una doctrina de paz contra una doctrina material de guerra. Mahoma, auténtico inventor de la guerra santa, opone a la mansedumbre del cruci­ficado su dogma pagano de índole sensual y violencia bélica, su elevación de la fuerza a suprema categoría histórica. De este mo­do santifica los instintos primarios e irra- tionales de conquista justificándolos con razones de espíritu. Mas éste queda así pervertido, sometido -al arbitrio de la ma­teria. La proyección espiritual de tal sis­tema, su manera de concebir la perfección paradisíaca, nos revela la naturaleza de su contenido profundo. Al paraíso intelectual, abstracto, de espíritus puros y cuerpos san­tificados, Mahoma opone un paraíso sensual dominado por el espectro corpóreo. Esta calidad antinómica, verdadera inversión de valores, fué causa de que los pueblos cris­tianos consideraran durante la edad media a Mahoma y a sus huestes como una per­sonificación del Anticristo.

Sucede, pues, que la edad media española se caracteriza fundamentalmente en el pla­no filosófico por ser una lucha de una doc­trina de paz contra una doctrina guerrera y anticaritativa de fuerza, o sea, contra una modalidad pseudo espiritualizada de la esen­cia de Hércules, siendo Santiago el defensor de los cristianos contra esa sistemática vio­lencia. Aparece aquí ya planteada la mis­ma batalla agresiva de la fuerza contra la defensiva del más allá de la fuerza que acabamos de ver desarrollarse durante la guerra civil.

Más aún, tenemos que sólo después de consumada en 1492 la expulsión de los mo­ros se descubre el Nuevo Mundo. De otro modo: sólo cuando es vencido por completo y estirpado el mito de la fuerza, cuando son quebrantadas en su proyección espiri­tual las columnas de Hércules, aparece en

Page 8: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

figura de nuevo continente el apetecido más allá. Las intervenciones de Santiago des­aparecen por completo de la vida nacional. Se extinguen las peregrinaciones. En cam­bio, para que en el aspecto subjetivo no quede duda alguna, Santiago vuelve a apa­recer, a hacer acto legendario de presencia en América, en el solar de su promesa, en el Cuzco, la Nueva Castilla, donde volvió a prestar auxilio a los conquistadores cris­tianos.

¿Cabe mayor perfección, mejor musical acuerdo, en la trama significativa de estas figuras? Más allá de la fuerza, Nuevo Mun­do, América, son elementos que están en constante juego sutil y profundísimo. Una vez más los motivos espirituales vienen a confirmar el tema básico. Ahora es la exis­tencia de Compostela o ciudad de Santiago, situada en la punta del Finisterre y en las proximidades de América la que indica que el nuevo mundo a que sirve de hito, ese cielo metafórico, se halla más allá de la fuerza, más allá del mundo grecolatino, más allá de la tierra de Adán, en el reino verda­dero del espíritu.

¿Casualidad? La palabra ROMA, deriva­da del griego, significa fuerza.

*

El Apocalipsis ejerció, como es notorio, una considerable influencia sobre las ima­ginaciones medievales. A él se debieron en buena parte los terrores del año mil. Y a su poderosa imaginería puede atribuirse, sin duda, la forma que tomó en España el mito de Santiago al aparecer montado en su caballo blanco atropellando moros como el Verbo de Dios cuando lucha en la reve­lación apocalíptica contra el dragón y sus secuaces. Mas si esto explica el modo como se comporta uno de los elementos que in­tervienen en el maravilloso drama poético mostrándonos, además, la vía por la que a él logró entrada, nada nos enseña sobre los inmediatos determinantes de los siguien­tes hechos que son, sin embargo, apocalíp­ticamente complementarios:

El enigmático número 666, número de hombre, que, según el Apocalipsis, corres­ponde a la bestia en que se manifiesta la

fuerza en su grado más agresivo, coincide en griego, como muchas veces se ha seña­lado, con el nombre de Mahoma, profeta de la fuerza.

Mahoma, los mahometanos, son arroja­dos del territorio peninsular donde Santiago suplanta por anticipado la figura del Verbo, inmediatamente antes de que aparezca el Nuevo Mundo, la prenda significativa de la Jerusalem celestial. Se suceden, pues, en España las mismas etapas apocalípticas: vencimiento de la bestia y descubrimiento de la universalidad cifrada en el Nuevo Mundo.

Ocurrió todo ello inmediatamente des­pués de la unificación de la península, a saber, cuando se realizó políticamente la unión de los múltiples reinos en una misma institución y personas y cuando, en el mis­mo año que los agarenos, fueron a su vez expulsados los judíos. De esta manera Es­paña en el lindero de la unidad se despren­dió de los dos elementos de la dualidad del viejo mundo de Abraham, —elementos que hoy contienden sintomáticamente en Jeru­salem—, de las dos religiones que con el cristianismo integraron la trinidad penin­sular.

Cuando este conjunto solidario de hechos se realiza, el escudo de los Reyes Católicos ostenta no menos sintomáticamente el águi­la del Apocalipsis, tratado del fin de la multiplicidad babilónica con su confusión lingüística y su consecuente ideal de fuerza- Una sola lengua nacional reina desde en­tonces, el Verbo de la Unidad, el castellano.

Tan concretas coincidencias autorizan a afirmar que España muestra en la distri­bución de ciertos elementos esenciales de su historia, en las postrimerías de la edad me­dia, un evidentísimo parentesco con las fi­guras apocalípticas .constituyendo una pri­mera traducción a lenguaje histórico del contenido esencial de ese admirable tratado imaginativo. Los dos lenguajes se unifican. Clave y figura del mundo en su tendencia a la universalidad, España es entonces anuncio ignorado de aquello que hoy, y solamente hoy, después de su realización, se nos muestra en perspectiva visible. La dualidad aparente que forman los elemen­tos objetivos de la historia y los subje­

Page 9: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

tivos del pensamiento imaginativo generan en aquel momento una entidad intermedia. Dios y César convergen hacia una futura identificación moviéndose dentro de un área de realidades complementarias aunque en apariencia dispares. Los extremos, —obje­tivo y subjetivo—, se tocan situando a la conciencia en pleno plano poético, dentro de la misteriosa y revolucionaria dimensión cuya presencia produce, para empezar, el vértigo.

¿Un paso más allá?Decimos que Compostela, la ciudad se­

pulcral de Santiago, anuncia la realización del prometido cielo, siendo por tanto una primera imagen de la ciudad que del cielo baja en el Apocalipsis. Conducidos por la estrella contenida en la palabra de su nom­bre —¿no estamos en el plano del Ver­bo?—y al modo como los Magos se acerca­ron a la humanidad recién nacida de Cris­to, concurrieron a ella innumerablemente aquellos hombres en quienes adquiría rea­lidad dinámica durante la edad media la aspiración a un orden de luz, maravillosa­mente nuevo, a un amanecer del espíritu.

Como consecuencia de una metáfora plás­tica, si no por otras razones, a la nebulosa estelar que cruza nuestro cielo diósele el nombre de Camino de Santiago.

Pues bien, resulta que hasta hace muy poco la astronomía afirmaba que nuestro universo, el universo que se mueve por ese camino de Santiago, se dirigía hacia la cons­telación de Hércules, de la fuerza. Recien­tes cálculos realizados en este umbral de la universalidad, en los primeros albores del mundo nuevo, nos afirman, y así consta en los manuales de astronomía, que nuestro universo se dirige —por el celeste camino de Santiago— hacia la constelación de la

Lira, de la Poesía, esto es, de la creación en su realidad dinámica y visión directa tal como, según el Génesis, era perceptible en el paraíso antes de que fuera de él arro­jada la fabulosa pareja que perdió de este modo la visión de Dios, de la Unidad crea­dora.

¿No asegura, por cierto, el Apocalipsis, que el cielo antiguo desaparecerá como un libro que es arrollado y que aparecerá, en cambio, un cielo nuevo?

El que pueda explicar que explique.Por nuestra parte, nos contentaremos con

subrayar la extrema riqueza de esta síntesis; poética integrada por elementos de toda suerte, y de carácter prácticamente univer­sal: objetivos, subjetivos, históricos, legen­darios, geográficos, cósmicos, filosóficos, reli­giosos, engranándose armónicamente dentro de un único orden poético, en movimiento y, en verdad, maravilloso. ¿Podría ser otro el modo de dar testimonio fehaciente de la realidad universal? ¿No nos hallamos aca­so en plena poesía, en plena dimensión creadora? ¿No es significativo a este res­pecto que todos los poetas de España y de América se hayan encontrado junto al pue­blo español en su cruento sacrificio? ¿Po­dría ser acaso de otro modo?

Mundo nuevo, conciencia nueva.Cielo nuevo...Y como consecuencia el grave e inevitable

trastorno de la idea de tiempo, en cuanto que se vislumbra la esencia simultánea de cosas que la historia registra como suce­sivas. ¿Mas no nos dice "el ángel fuerte” del Apocalipsis, aquel cuyas piernas “son como dos columnas de fuego” y tiene en su mano un librito, aquel que “juró por el que vive para siempre jamás, que ha criado el cielo y las cosas que están en él y la tierra y las cosas que están en ella y el mar y las cosas que están en él”, es decir, por el Creador, “que el tiempo no será más”?

Page 10: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

L A V O Z C A U T I V APor Emilio PRADOS.

I

Como el agua pregunta.Como la misma lumbre se resbala.

Si tajaran el pecho; si cercenaran la garganta:¡qué hondo estanque redondo encontrarían!

Quieta el agua profunda de la sangre:¡qué crisálida eleva de su centro!¡qué luí votiva o cinta interrogante!

Como un cisne, allí en medio,—¡qué fecunda palma!— vive la voz cautiva.

IIUltima Lucha

Pero, ¿quién llama?¿qué solemne espectrosu presencia real atemoriza en tanto golpe?La carne no contiene su quebranto; suben desmelenadas las hordas de sus pulsos.Contra paredes, hielos u horizontes empeñará combates resistiendo.¡Oh, las sienes, que espanto!

Ya llegan.Multitudes aprietan cielos de lucha, estrellas íntimas. Devastan las ciudades ráfagas sin viento.Las ventanas claman.El humo o sombra insiste calcinando.Huye fugaz sueño perseguido.

Y esa voz. . . ¿a quién llama?

Page 11: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

—Escuchad.Aquí estoydentro del pecho: ¡abridme!

Que las tumbas despeguen sus pétalos unidos. Que gritos de ceniza eleven braços ¡Viva la luç, el aire!¡Oh turbión de la sangre!¡Oh desmandada fuer ça que dominas!: que pise el cuerpo tierra firme.¿Dónde van altas yedras por las nubes?

Pero vienen; ya llegan.¡Oh triunfadora lucha!¡Oh dura bocanada de la Muerte,tu arboleda se rinde,tus torres se desploman ya vencidas!¡Qué torrentes de vida se levantan de tus sombras caídas!

Canta.Canta el violento impulso de este encuentro.Canta el calor del hombre.

¡Oh solemne espectro, emerge pronto del escombro o de la carne!

IIICanto

Ancha lengua que subes.Destructora conciencia aguda que no perdonas: trabaja, lame, pule o edifica tu ardiente vasallaje.

Abrete segura, hoja o cabellera que tu voluntad grita. Ataca, punça, desmorona la carne, el canto o el cemento.Sube, enróllate, aprieta con tu asfixiante estrago la cal o la mentira, la fibrosa entraña, los caños de la vida, la madera o el yeso.¡Gubias por el aire!

Page 12: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

Cruje, crujan, que crujan abajo, arriba, en el blando costado.Húndete en las profundas negras galerías.Te hundas en las tronchadas aguas descendentes, en el papel más blanco, en el turbio secreto.Salta.Cruje, crujan, que crujan:¡no descanses!¡Oh espeso manto de tu ardiente aliento, asciende,revuélvete en el suelo, que agoniza!

Ancha lengua que subes.Tela que sin memoria, enloquecida, devastas cuerpos, ríos y ciudades:Vuelve, que vuelvas, vuelva,que te llaman las torres, las crujientes venas, la piedra en las campanas: - Ven,que vengas, _ - •que vuelvas, rompedora de sombras.¡Oh! ¡Clávate en los pechos!Tus buriles se pierdan por la sangre.¡Más hondo!¡Más arriba!¡Libértala!¡Liberta su edificio!¡Oh luz desmelenada!¡Destructora conciencia!¡Ancha lengua que subes por el viento!

(1934)

Page 13: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

S E M A N A - S A N T A(1937)

Por José Manuel GALLEGOS.

Para la gente, para la inmensa mayoría de la gente, ser católico ¿es un baldón de ignominia o una singularísima honra? Com­prendo de sobra que este dilema carece de sentido. Y, sin embargo, es en esa forma, ni tan zafia ni tan absurda como a primera vista parece, cómo las gentes resumen el juicio que les merece la conducta de los ca­tólicos.

Sin sospecharlo o con plena conciencia, el certero instinto popular pone el dedo en la Haga. Porque si iihputa a gloria o deshonra del catolicismo lo que hacen o dejan de ha­cer los católicos ¿no afirma por esto mismo la terrible responsabilidad que sobre ellos pesa como obligada consecuencia de su vo­cación divina? Y ¿no es esto calar hasta al ser más hondo y puro del católico?

Esta obligación de dar testimonio de Cristo, consustancial al católico, es la ver­dad profunda que inspira y justifica las re­criminaciones, las injurias a veces, que se hacen a los católicos. Se les exige que sean lo que deben ser. Y cuando no lo son, la gente tropieza en ellos como en piedra de escándalo. Sincero y ferviente homenaje a la verdad, esos reproches, gritos de dolor y de desilusión.

Pero les falta, para su completa exacti­tud, recoger otro aspecto primario y funda­mental del catolicismo, pues no es éste in­vención y conducta humanas, sino revela- ción y gracia divinas. Esos escándalos, con todas sus consecuencias, han sido previstos

el plan divino de la salvación de los nombres. Más aún, forman parte integran­te de ese plan que necesita para desenvol­verse con toda su generosa amplitud vencer los obstáculos de toda clase que le ponen los hombres.

Lo comprendí con más claridad que nun- ca en la Semana Santa de 1937, en plena guerra contra España, cuando la conducta de muchísimos católicos españoles sacudía de indignación a los aue no lo eran y llena­

ba de confusión y de dudas a muchos que . siempre lo habían sido. Me refugié enton­ces en el recuerdo de la Pasión de Cristo y ella me dió la clave para acercarme al lado misteriosamente divino de hechos y pala­bras bajamente humanas.t : *

En los altares, cada día se crucifica a Cristo. No pasa un minuto sin que se rea­lice en el mundo, en este mundo, la verdad divina del cristianismo. Pasión, muerte, re­surrección de Cristo y sólo de Cristo. Y re­dención de los hombres. Como Dios quiere y en la forma que quiere.

Del altar a la Cruz, de la misa a la Pa­sión. Una y la misma realidad. Por esta sola vez, el sacerdote es también la víctima. Cristo se entrega a los esbirros. Es la volup­tad del Padre. Cumplirla le pareció, mo­mentos antes, cáliz amargo. Pero ya pasó. Su vida por la de todos los hombres. Yo soy; pues si a mí buscáis, dejad ir a éstos.

Estos son los que entonces constituyen con El el germen de la Iglesia. A su cabeza está el que será el primer Papa, Pedro. Y Pedro, que no es el que va a morir, saca la espada para impedir que muera el. Maestro. Si el medio es malo, el fin es aún peor. Quiere matar y no morir. Y el misterio divino exige morir y no matar.

Los soldados que prenden a Jesús son emisarios de toda la humanidad. De los hombres de todos los tiempos y de todos los países. No conocen a Cristo la mayor parte. Y los que han oído algo de El, le odian. Pero son suyos. Se los ha dado el Padre. Y el rescate de su ignorancia y de su odio es la muerte del Justo.

Pedro aún no lo sabe. Sin embargo, días antes, Caifás le había comprendido. El enemigo fué más clarividente que el discí­pulo. El pueblo necesita la muerte del Jus­ta. Y hay que salvar al pueblo. En nombre del pueblo habló Caifás. Y Caifás dijo

Page 14: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

que era necesario que un hombre muriese por el pueblo. Terrible verdad que, una vez por todas, va a hacerse patente en el Calvario.

En esta hora de plenitud, la presienten todos. Más que nadie el pueblo. Su frenesí deicida es ansia de salvación. Contenida en el pecho mucho tiempo, sale a borboto­nes de los labios en esta hora redentora. ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Está cumplien­do su deber. En la pasión pone lo que debe poner: su ignorancia, su miseria, su pecado.

Cristo en el centro, alrededor el pueblo. Y es el pueblo con su intuición profunda —odio y amor, crueldad y compasión— el instrumento de que se sirve la voluntad del Padre. Pilato, el cobarde, se rinde a las exi­gencias del pueblo, que le obliga a hacer justicia. La justicia divina que está sobre la humana. Sería absurdo invocar leyes hu­manas, cuando está a punto de cumplirse el fallo de Dios. Pilato se lava las manos y deja libre el curso de la justicia divina.

Todos viven como les corresponde esta hora única. Todos, menos Simón Pedro. Simón Pedro, que tenía espada, sacóla e hirió al siervo del Pontífice y le cortó la oreja derecha. Si los discípulos que huye­ron secundan el gesto de Pedro, su violen­cia sacrilega hubiera sido un nuevo obstácu­lo para la realización del eterno plan divi­no. Los únicos creyentes que entonces exis­ten no cooperan, sino que se oponen a los designios divinos. Punzante revelación que ya jamás podrá olvidarse. Junto a Cristo, la debilidad humana de los suyos. Cuando Dios impone morir, los hombres que le si­guen prefieren matar.

Pero Cristo está allí. Mete tu espada en la vaina. El vaso que el Padre me ha dado ¿no lo tengo de beber? Sólo Cristo puede ser el redentor y El quiere morir.

Noche de conciliábulos y misterios. Mien­tras el pueblo brama en la calle, los pode­rosos intrigan en los palacios. Por un mo­mento han depuesto sus sempiternas rivali­dades. Herodes y Pilato se han reconciliado. Nacionalistas y romanos fraternizan. Todos están ya de acuerdo. Les une el miedo. Han comprendido que si ellos no acaban con Cristo, Cristo acabará con ellos. Y su poder es lo primero.

Pero son cobardes y no quieren confesar públicamente sus fines. Necesitan ocultar con palabras altisonantes su intenciones po­dridas. Maestros en el arte del disimulo, pronto las encuentran. La defensa de la na­ción. El prestigio de la autoridad. Y, sobre todo, el honor de Dios. Vuelan las consig­nas, que una gran parte del pueblo cree cán­didamente. Ellos, los poderosos, no defien­den sus privilegios, ni pretenden robustecer sus poderes vacilantes. Se sacrifican por la buena causa. Cristo es un agitador. Despre­cia las tradiciones patrias. Fomenta el des­contento contra la dominación romana. Y, ¡pecado de los pecados!, es un blasfemo. Guerra santa. En nombre de Dios hay que matar a Cristo.

En pleno éxito de la maniobra, Pedro quiere intervenir. ¿Para desbaratarla? ¿Pa­ra decir a gritos la verdad y, si no era oído, morir con Cristo? En esta hora suprema, Cristo tiene que estar solo, terriblemente so­lo. Abandonado de todos. También del que será su Vicario, Pedro sigue sin comprender nada de la terrible verdad que tiene ante los ojos. Ahora que se le ha pasado el furor bélico, pretende conseguir con la astucia lo mismo que antes quiso obtener con la vio­lencia. Que no muera Cristo, que la reden­ción no se consume.

Llega en un momento oportuno. Uno tras otro se han enfrentado con Cristo todos los poderes de este mundo. De este mundo, que es lo único que Cristo no quiere salvar. A este mundo, a los poderes de este mundo, Cristo no tiene nada qué decirles. Calla. Tercamente. Obstinadamente. Sus palabras no cabrían en ese ambiente cerrado, sin ai­re y sin libertad. Si quieren saber de él, que pregunten al pueblo. Siempre habló en la plaza pública.

De ella huye Pedro. ¿Por qué la deja? ¿A qué viene al palacio del poder temporal el que dentro de muy pocos días va a reci­bir plenos poderes espirituales? Dejar la ca­lle por el palacio ¿no es ya trocar la ver­dad lisa y llana por la componenda y «1 amaño? ¿Qué tendrá qué decir Pedro allí donde Cristo guarda el más completo si­lencio?

El Pedro que entra en casa del soberano pontífice es el de los días aciagos. Aquel

Page 15: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

que en una ocasión quiso disuadir a Cristo de que muriera en la cruz. Y Jesús le dijo: Apártate de mí, Satán; me eres escándalo, porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres. Ahora también sus pensamientos son humanos. Pedro va a pactar con los poderes de este mundo. Pe­dro va a hacer política. Una política sacri­lega, dispuesta a ceder lo único inalienable: la libertad, para evitar lo único inevitable: la muerte de Cristo. Si aquel zorro viejo que había conseguido por treinta dine­ros que Judas vendiera a su Maestro, llega a ponerse al habla con Pedro ¿qué conce­siones no le hubiera arrancado?

Jesús tiene atadas las manos. Lo primero que han hecho los poderes de este mundo es encadenarlo. Quizá llegaran a tolerarlo, si permaneciera siempre así, callado y quie­to. Pero El va a morir, quiere morir. Es li­bre. Nadie ni nada podrá arrancarle su li­bertad. Las intenciones políticas de Pedro no prosperarán. Allá abajo, en la portería, ante una humilde criada, una, dos, tres ve­ces, Pedro niega y reniega de su Maestro. Huye despavorido. Canta el gallo. Cristo triunfó.

»

Ni de Cefas, ni de Pablo, ni de Apolo. De Cristo. Unicamente de Cristo. Por El y con El contra todo y para todos. La fe, ingrávi­da, espiritual, divina, estaría siempre en vi­lo, si no tuviera el apoyo de la palabra de Cristo. Sólo Tú tienes palabras de vida eterna, reconocía Pedro. Vida eterna, fuera del tiempo, fuera de este mundo.

Quien empieza a vivirla, no tiene más Que un camino: el de la Cruz. Morir con Cristo. Negarse a pactar con el mundo. Y salvar al pueblo, que es el dón que el Pa- dfe ha hecho a Cristo. Pasión y muerte, siempre pasión y muerte. En el altar. En el corazón de cada creyente sincero.

Sin compasión humana. Solo. Terrible­mente solo. A los pies, el mundo; detrás, el diablo; dentro, Cristo. El sacrificio empie- za. ¡Cómo duele! El mundo tira hacia aba­jo. Se rompe con el mundo. El demonio ti- ra hacia atrás. Se lucha con él. Cristo empuja hacia adelante. ¡Cómo cuesta se­guirle! Cada tirón, una desgarradura. Cada paso, una caída. Adelante. Siempre adelante.

Y viene la gran tentación. Pedro, el mis­mo de la pasión, a evitar el sacrificio. En vez de pasión y muerte, política. A entrar en negociaciones con el mundo. La libertad a cambio del privilegio. Crucifixión, no; pro­tección. ¿Y el pueblo? El pueblo para el César. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.

¡Cómo duele! Y Cristo, aún más callado que en casa de Caifás. No quiere ahorrar­nos ninguno de sus dolores. Y ahora Pedro no está en la portería. Lo han subido arri­ba, al estrado principal, se sienta a la mesa de los poderosos de este mundo. Confusión impura y cegadora.

¡Luz! ¡Luz! ¿Es ya la muerte? ¡Si aún no nos han crucificado! Pero ya empiezan. Latigazos de palabra. Almas en la picota, como cabezas de condenados. Penas que, co­mo espinas, se clavan muy adentro. ¡Dios mío, Dios mío; por qué me has abandona­do! ¿Dónde está Cristo?

La cabeza da vueltas y más vueltas. Os­curidad. Angustia. Duda. ¿No quiero se­guir a Cristo? ¿Por qué entonces en su nombre me condenan? Un relámpago de comprensión. Se está cumpliendo el miste­rio. El divino misterio de la humana debi­lidad de los cristianos. De todos los cristia­nos. De los que se sacrifican, en su desfalle­cimiento; de los que persiguen, en su in­comprensión. Cristo, y sólo El, muere. Cris­to y sólo El, redime.

Un suspiro de alivio. Aún sigue la tor­menta, pero ya no es tan negra. ¿Crees? Creo. Lo que Pedro enseña. Ni más ni me­nos de lo que Pedro enseña. ¿Obedeces? Obedezco. Voy en busca del cielo por el ca­mino que Pedro me traza, con los pastores que Pedro me da. Pero mi fe y mi obedien­cia me hacen libre para amar a Cristo y lo que El amó. Con mi libertad he de defen­der mi vida de cristiano.

Sólo Cristo es inconmovible y lo que se basa en El Junto a Cristo, la debilidad de los suyos. Unas veces sacan la espada o declaran la guerra santa y otras —Pedro también lo hizo— lloran lágrimas de arre­pentimiento. En ellos y de ellos triunfa la gracia de Cristo. ¿Política clerical? No. ¿Pactar con el mundo? No. ¿Abandonar al pueblo? No.

Hombres de poca fe, ¿por qué dudáis?

Page 16: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

H O M E N A J E A A N T O N I O M A C H A D O

El primero de los actos organizados por la Junta de Cultura Española tuvo lugar en los salones de su nueva casa, el sábado 24 de febrero. Estuvo dedicado a la conmemoración del altísimo poeta Antonio Machado en el primer aniversario de su muerte, acaecida en el destierro, como se sabe, el 22 de febrero de 1939. Ocu­rrió la pérdida irreparable en Collioure, playita mediterránea situada a pocos kilómetros de la frontera española, en cuyo cementerio y a cargo de una comisión de la que forma parte un delegado de la Junta de Cultura, los restos del poeta aguardan junto a los de su madre, a que el pueblo español, arrojado infamemente del solar de sus mayores, pueda reintegrarse en cuerpo y alma, por entero, a los hogares que en legitimidad le pertenecen.

Se caracterizó el homenaje por su deliberada ausencia de todo artificio. Creyó la Junta de Cultura servir de modo más perfecto a la memoria del poeta supri­miendo en absoluto toda preparación. Limitóse a dar ocasión, por medio de una sencilla convocatoria, a que se manifestara improvisadamente, en selectísima inti­midad, la emoción que embargaba a los reunidos frente al retrato, ornado de cla­veles rojos, del ilustre poeta.

El resultado, a juicio de la asistencia, fué notable. Conducido el cambio de recuerdos e impresiones por José Bergamin, inmediatamente adquirió la gran al­tura debida de la que no decayó ni un solo instante. Mexicanos y españoles se su­cedieron en el uso de la palabra, con igual felicísima inspiración. Los poetas Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer leyeron con emoción insuperable varios poemas por ellos elegidos. La palabra española brotó de este modo espontánea, auténtica, ma­ravillosamente, a través de sus naturales medios de expresión, de la comunión es­tablecida entre los allí congregados con la verdad transcendente de nuestro pueblo.

En homenaje al ilustre desaparecido, ESPAÑA PEREGRINA se honra pu­blicando a continuación, apenas retocada, la versión taquigráfica de la sesión in­olvidable.

Mas no sin antes ofrecer a sus lectores el siguiente poema inédito, de An­tonio Machado, escrito hace ya muchos años, un adiós a los campos de Soria, donde dejaba el cuerpo de su amada mujer muerta:

A d i ó s , campos de Soria donde las rocas sueñan, cerros del alto llano, y montes de ceniza y de violeta. Adiós, ya con vosotros quedó la flor más dulce de la tierra. Ya no puedo cantaros, no os canta ya mi corazón, os r e ía .. .

Page 17: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

José BERGAMIN:

Nos reunimos aquí esta tarde para conmemorar el primer año de la muerte de don Antonio Ma­chado. Pocos días antes de llegarme a París la noticia de que había muerto, tuve yo carta suya en que, contestando agradecido a aquellos amigos que en Francia le ofrecían sus propias casas en el campo —el profesor Cohén, Jean Richard Bloch, Jouvenel y tantos otros— me confiaba el poeta todavía sus proyectos, sus esperanzas. Viene ahora a mi recuerdo, al recordarle, aquél presentimien­to melancólico que me hizo detener la pluma cuan­do escribía sobre él para Hora de España, evo­cando las últimas horas en que estuvimos juntos. Era en Barcelona al empezar el otoño sangriento de 1938. Visitaba yo al poeta en aquella amplia casa, mejor palacio, en que vivía, rodeado de un viejo jardín romántico. Por aquellos vericuetos frondosos discurríamos su hermano José y yo, hablando íntimamente de don Antonio; y co­mentábamos cómo su dramático destino le impe­día gozar de todo aquello que había deseado siem­pre. En efecto, el poeta que vivió la mayor parte de su vida, desde que perdiera su infancia, en humildes cuartuchos pequeños, reducidos, vivía de la nostalgia de jardines inmensos, de estancias apartadas, de inacabables galerías; y ponía un dejo melancólico en nuestro discurrir presente el que fuese ahora, cuando el poeta apenas si podía andar_ por ellas, cuando las amplias estan­cias y galerías, las avenidas del jardín solitario, le llegasen, las tuviese tan cerca; como si su iró­nico destino le cercase con ellas por la muerte. No me atreví yo entonces a escribir eso tan en­teramente como ahora lo digo y como entonces lo pensaba sin querer pensarlo; por eso detuve mi pluma al escribirlo; y al suceder, después, meses después tan sólo, la muerte del poeta, recordaba, como ahora lo recuerdo, este triste presagio. La muerte fué cercando su vida poco a poco con lo que más hubiera deseado; y fué trayéndole, como recuerdo infantil, como juguete de niño, aquellos jardines, aquellas inmensas estancias y largas ga- lerías, para llevarle, y llevárnosle dulcemente por días, apartándole del vivir en que apuraba su nostalgia.

Daba el reloj las doce... y eran doce golpes de azada en tierra...■ ■■¡Mi hora! —grité—- .. . El silencio Tne respondió: —No temas; tú no verás caer la última gota que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía sobre la orilla vieja, y encontrarás una mañana pura amarrada tu barca a otra ribera.

Murió Antonio Machado en el destierro; y exactamente como él lo presagiaba: en pleno mediodía. Había muerto asesinado Federico Gar­

cía Lorca al amanecer. Don Miguel de Unamúno preso en su casa, en aquél "angosto gabínetiia" de su Salamanca, que sus amigos recordaremos siempre, murió al caer la tarde. No nos parece: vaga y sin sentido esta relación en el tiempo de morir de nuestros tres poetas. Es significativa.

“Mataron a Federico, cuando la luz asoma­ba". Y era natural que así fuese en quien al dar su vida como testimonio de la verdad porque inocentemente moría, uniendo al del pueblo espa­ñol su propio destino, moría con la esperanza: “cuando la luz asomaba”. Murió, en cambio, don Miguel de Unamuno acercándose al atardecer, como si todo el sentido y razón de su agonia se perfilase de este modo, por el morir, ante la no­che oscura; entrando en ella por la muerte al clarear de la estrellada. La noche oscura y clara de San Juan y de Fray Luis en la que don Miguel hondamente vió y pensó y sintió el destino de Es­paña. Moría don Antonio Machado cuando “daba el reloj las doce y eran doce golpes de azada en tierra”. “En la desnuda tierra”. Muerte plenamen­te esclarecida, la suya, como plenamente esclare­ció con su palabra, el sentido total y humano de nuestro pueblo. Fué plenitud humana la de su poesía, la de su palabra firme, luminosa. Poesía que en su palabra tuvo siempre seguros contor­nos de pensamiento.

Aquella palabra honda, clara, de esta poesía popular y española de don Antonio Machado, es la que vamos a repetir aquí esta tarde en su me­moria, con el fervor de su recuerdo; y vamos a avivar a este recuerdo, como brasa al soplo de su voz, todas nuestras mejores esperanzas, las que fueron las suyas. Duerme el poeta para siempre "sobre la orilla vieja" y hoy encontramos, “una mañana pura", que amanece “su barca atada a otra ribera"; a esta ribera nuestra. Don Antonio se fué, su barca vacía está aquí con nosotros. Su barca, atada a esta ribera, evoca, recoje sus pala­bras. Escuchémoslas cuando como ahora:

en el ambiente de la tarde flota ese aroma de ausencia que dice al alma luminosa: nunca, y al corazón: espera.

Xavier VILLAURRUTIA:

Lee los poemas de Antonio Machado, Recuer­do infantil, Yo escucho los cantos y Copla ele­giacas.

Carlos PELLICER:

Hace dos años y medio vi por primera y única vez en Valencia a Antonio Machada Se celebraba el Congreso de Escritores antifascistas; No lo volví a ver nunca más. Hace veinte años se me había encargado mi primer trabajo litera­rio, una selección para la publicación en México-, de los poemas de Antonio Machado. Aunque e r a '

Page 18: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

muy muchacho, por primera vez aprendí a re­flexionar sobre la poesía. En el curso de literatura, en el preparatorio, había oído leer un magnífico poema de Rubén Darío dedicado a Machado. Un soneto, Caracol, un canto de vida y esperanza. A esa edad, a no ser uno un Alfonso Reyes, dice muchas tonterías. De las notas que yo puse al frente de la selección, no me atrevo a recordar sino cinco renglones de una donde se afirma que tanto Machado como Rubén Darío tenían una sensible preocupación de la muerte. Al cantor de los cisnes le horrorizaba no saber a dónde vamos ni de donde venimos. Y citaba yo el mismo poema a que se ha referido José Bergantín.

Daba el reloj las doce... y eran docegolpes de azada en tierra...

Carlos Pellicer lee a continuación los poe­mas Retrato y Tarde de Primavera.

Alfonso REYES.

No puedo negarme a la invitación tan amable de mi amigo José Bergantín, pero conste que yo no venía dispuesto a hablar sino a escuchar. En efecto, mi propósito era el de recoger, en las conversaciones que aquí han de desarrollarse, ia visión del último Antonio Machado, el que yo ya no conocí.

Mis últimos encuentros con don Antonio da­tan de muchos años, de muchos lustros; de allá cuando él aparecía de tiempo en tiempo en Madrid, porque estaba metido en su Soria fría, donde, además del calor de su poesía, le acom­pañaban aquellas sus constantes inquietudes de meditador y estudiante de filosofía, aspecto sobre el cual la crítica no siempre ha insistido y de que queda testimonio en sus versos. No me refiero sólo a la atmósfera filosófica de su pensamiento, sino a sus aficiones estudiosas, a sus lecturas de libros de filosofía (recuérdese, en uno de sus poemas, la mención de Los datos inmediatos de la conciencia, de Bergson).

No es esta la ocasión de hacer una revisión de aquella poesía que parece agua para la sed del alma, agua bebida en el manantial y echado de bruces sobre el suelo.

Todos aquí conocen ya la calidad de esta obra poética, donde lo que más sorprende es que Machado haya podido alcanzar, con recursos tan elementales y sencillos, tan exquisitos efectos ar­tísticos. Y esto es más notable en una época como la que vió nacer aquella poesía, época en la cual se abusaba un poco de lo que, tomándolo a mala parte, se ha llamado literatura. Esta virtud estética de Machado no es más que una prolon­gación de su forma ética. En Machado la probi­dad era virtud de la conducta y también del pen­samiento. Sólo escribió cuando tenía algo que decir. Su bondad fué tan grande que le llevó a las altu­ras de la heroicidad (siempre probo) sin usar de

las actitudes histriónicas de la heroicidad. Pero, repito, todo esto lo saben ustedes y no es necesario extenderse sobre ello.

Para traer alguna aportación, por modesta que sea, a estas conversaciones, quiero sólo refe­rirme aquí a esa nostalgia de grandes patios y jardines que José Bergamin acaba de señalarnos como una visión de fondo constante en el espíri­tu de Machado. Según él nos dijo. Machado logró realmente vivir en ese ambiente durante sus últi­mos días de Cataluña. Pero yo quiero señalar el hecho de que aquella nostalgia era, en efecto, una nostalgia verdadera, es decir: un recuerdo. Es, en suma, el recuerdo de su infancia pasada entre los patios y jardines de aquella casa sevillana lla­mada la casa de Pilatos, donde el parque se esca­lona en terrazas a distintos niveles a la manera de Italia; dulce ambiente de naturaleza que el gran español sólo encontró otra vez en los días que precedieron a su muerte.

José BERGAMIN:

Es exacto lo que acaba de decirnos ahora Al­fonso Reyes. Vivía en el poeta esa nostalgia de jardines y galerías, como las de! alma, por un claro recuerdo de niñez: el de Sevilla. Y también es exacto que fué en él determinante de su vida y de su poesía el afán humano de la verdad. Y esto es filosofía y ética. Pues todos le vimos igual­mente “hundir sus manos puras en el agua serena' para “alcanzar los frutos encantados” de ese saber que el vió ‘en el fondo de la fuente”, soñando. Eué siempre la poesía la que dió expresión verdadera a su pensamiento; pero fué también siempre este pensamiento, hondo, vivo, español, el que dió raíces vivas, filosóficas y morales a su poesía. Así dialogaba consigo mismo como dialogaba con don Miguel de Unamuno que le dijo, al separarse de él por última vez en 1936, tan sólo estas pala­bras : “Estoy ciego, estoy ciego'. Cuando el propio don Antonio me contaba este último diálogo entre él y don Miguel, veía yo trascender de su recuer­do aquél dialogar con las sombras vagas que siempre convivieron, para el poeta, con esta otra sombra quijotesca de Unamuno. Sombras que están ahora también esta tarde con nosotros, sombras magistrales de Abel Martín y Juan de M aireña. Este dramático dialogar entre sombras ponía en don Antonio y en don Miguel aquél acento claro y hondo de un pensar y sentir español que es también un diálogo y del que se ha dicho que expresa el dramático dialogar íntimo de todo lo español como la yustaposición de lo estoico con lo cristiano. Esta es la línea viva del estilo esencial de España en la palabra de su pueblo por sus filósofos y poetas. Así, en don Migue! de Unamuno y don Antonio Machado, dialogaba sombríamente este dramático modo español de ser humano y, por lo popular, divino.

Como ahora lo estamos recordando en su ima­gen aquí retratada, vemos que esta imagen que la

Page 19: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

fotografía nos ofrece, demasiado sombríamente dura, tiene un perfil estoico, senequista; pero si esta misma figura pudiese volverse hacia nosotros y mostrarnos su rostro enteramente, veríamos en él aquél otro aspecto cristiano, evangélico, que encendía de amor y de bondad su imagen viva.

No insisto más en esto. La vida del poeta fué un ejemplo de este doble sentir y pensar tan es­pañol, tan popular español, que es lo estoico- cristiano. Entre Unamuno y él había una cruz trazada como un símbolo. En esta cruz no amaba mucho don Antonio ver clavado a su Cristo vivo; en esta cruz lo contemplaba en cambio don Mi­guel, agonizante, como el Justo, como el claro reflejo lunar de la justicia eterna. Pero no fué para ninguno de los dos, esta cruz, la cruz de la espada de Pedro, la cruz de Roma. Cristianos y estoicos, uno y otro, dialogaron dramáticamente toda su vida entre sí y consigo mismos, expresán­dose por la palabra española, en su raiz y en su forma, como espejo de este pueblo español que inmortalizaron por su palabra misma, cuando él, con su sangre, los ha inmortalizado a ellos.

Ved: aquí ha quedado un libro abandonado sobre un sillón vacío; son las poesías de don An­tonio que vamos a seguir leyendo. Mas por ese hueco se acercan a nosotros con la sombra querida, las otras dos sombras filosóficas de Juan de Mai- rena y de Abel Martín. Las tres forman ahora, para nosotros, viva, como una sola sombra. Som­bra magistral, amistosa y clara. Esta tarde que nosotros exprimimos la penumbra de un sueño

en nuestro vaso", brindémosle con el vaso del poeta “de pura sombra —¡oh pura sombra!— Heno".

Algún día. serán estos que expuse aquí te­mas de conversación en esta casa. Entretanto, ya que he de recoger la alusión que Alfonso Reyes acaba de hacemos, tan certeramente, sobre la reso­nancia filosófica y moral del maestro, dejemos la palabra a un filósofo que acompañó a don An­tonio Machado en su última salida dolorosa de España.

Joaquín XIRAU:

Dice que, efectivamente, tuvo el raro privile­gio de ser de los últimos españoles que estuvieron en trato personal con Machado. Había sido desde hace su adolescencia una de sus grandes admira­ciones, lo había conocido en Segovia y en Madrid. 1 ero en Barcelona tuvo ocasión por azares de su Pestiño trágico, de vivir durante seis meses con i * X luego le cupo el honor de acompañarle hasta ■a frontera. No hablará por tanto de filosofía, ni Poesía, ni de la íntima conjunción en que ambas estuvieron en la mente, en la voz y en los escritos ue don Antonio. Se limitará a contar unos cuan­tos hechos cotidianos, íntimos y familiares, de su ultima estancia en Barcelona. Vivía, en efecto, en una vieja casa romántica siglo XIX, al pie de la montaña y cara al mar, rodeada de jardines muy rondosos, viejos y abandonados, llenos los ca­

minos de hoja seca, con su madre una vieja an­daluza, bellísima, su hermano y su cuñada. Su hermano José era para él un cirineo y casi un doble.

Las tardes de los sábados y domingos, en compañía de algunas personas más, solían reunir­se en un salón muy siglo XIX, lleno de cornuco­pias y de dorados, en el cual tocaban y cantaban, también don Antonio, sobre todo canciones popu­lares españolas, andaluzas, castellanas, gallegas, bailes y danzas catalanas y se mezclaba la música con lecturas no sólo de clásicos, sino sobre todo de poesías y coplas populares. Veía don Antonio en esas coplas una gran profundidad de pensa­miento y tenía la idea de que probablemente en ellas estaba el germen de una filosofía española. Sus versos están llenos de coplas, muy revestidas de dignidad poética y de simbolismo francés, pero por dentro hay el esqueleto de la copla: la sen­tencia. Machado estaba físicamente decaído, pero tenía la cabeza firme y el espíritu sano, lleno de bondad. Difícilmente se hablaba de cualquier per­sona sin que respondiera enseguida: buena perso­na. Un hombre que dice de los demás buena persona es que es él “buena persona".

Estas pequeñas tertulias eran constantemente interrumpidas por apagones de luz y bombardeos de la aviación italiana. Rehecha la luz, volvían la copla y la conversación. En aquel ambiente ro­mántico lleno de verdadera, íntima poesía no desaparecía nunca la serenidad.

La actitud de don Antonio era digna, seño­rial, perfecta, pero en nada, en nada, ligeramente optimista ni histriónicamente heroica. Aguantaba en aquel rincón de España por dignidad humana, pero sobre, todo —y lo repetía constantemente— por patriotismo. Su patriotismo era silencioso, pero auténtico y verdadero. Voy a contar una anécdota que revela esta actitud suya digna, se­rena, al mismo tiempo heroica y pesimista: ve­nían constantemente del frente de batalla esplén­didos jóvenes que le traían presentes —corderos, panes, tabaco— de la intendencia m ilita r... Una vez, en los días optimistas en que las tropas re­publicanas atravesaron el Ebro, llegaron algunos de aquellos jóvenes, gallardos, sonrientes. Le traían un cordero. En el comedor romántico, más am­plio que esta sala, don Antonio les preguntó: ¿Que tal, muchachos, cómo va eso? —Muy bien, don Antonio, esto va muy bien—. Si, claro, esta va bien —contestó— y volviéndose a mí añadió: como el irlandés del cuento. Y me contó el cuento del irlandés. Con conciencia plena de la tragedia, don Antonio seguía allí, sereno y resignado. Eií cierto sentido, en efecto, las cosas iban muy bien. En medio de la hecatombe moral del mundo, en aquel rincón de España se mantenía íntegra la dignidad.

No había tabaco, no había te. A los ingleses que venía enviados por los amigos cuáqueros les ofrecíamos tila. No quiero insistir en detalles, sino pasar más bien al final de la epopeya silenciosa de Machado. Un día, un domingo, el último do­

Page 20: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

mingo que estuvimos allí, seguía la misma imper­turbable tertulia. Ese día los bombardeos apenas nos dejaban cantar. Estaban casi permanentemente treinta aviones rociando bombas. La música se­guía.

Al día siguiente recuerdo que al bajar hacia Barcelona, por la calle Muntaner hubo una alarma de bombardeo y nos metimos en el refugio del Ministerio de la Guerra. Nos dimos cuenta que el Ministerio empaquetaba y preparaba la eva­cuación. Entonces fui a la Facultad donde ese día, lunes, se dieron con normalidad todas las clases. Lo digo en honor de aquellos muchachos y muchachas que hasta el último momento siguie­ron sonrientes, comentando a San Agustín o ha­ciendo etimologías.

El señor Xirau cuenta las diversas gestiones que hizo hasta conseguir que don Antonio Macha­do y su familia se salvaran con un grupo de inte­lectuales de la Facultad de Letras de Barcelona y destaca e! papel primordial que tuvo Puche en aquella salvación. Relata después la llegada a Ge­rona, la instalación en unja hermosa casa perdida en medio del campo, donde pasaron varios días ignorantes de cuanto pasaba (sólo por rumores conocieron la caída de Barcelona). Eran unos días magníficos. Con la paz del campo parecía imposi­ble que hubiera guerra. Allí se reanudaron las tertulias y se hicieron incluso proyectos para la reorganización de la labor intelectual. Don Anto­nio pasaba las horas al pie de la ventana contem­plando el campo de Cataluña. Deseaba vivamente verlo para cantarlo. No le había sido posible vi­sitarlo antes por la carencia de vehículos. Esa contemplación del campo era su mayor placer, lo miraba, lo acariciaba con la mirada. Al cabo de unos días salimos de aquel rincón solitario. Descansamos de noche en la vieja casa solariega del mas Faixat. Cerca de la frontera los chóferes de las ambulancias que nos conducían nos dejaron en medio de la carretera, sin maletas ni dinero, al entrar la noche en un alto acantilado cerca del mar en medio de la muchedumbre que se apretu­jaba. El frío era intenso. Llovía abundantemen­te. Cuarenta personas. Mujeres. Niños. La madre de don Antonio, de ochenta y ocho años, con el pelo calado de agua, era una belleza trágica. En­tramos en Francia sin dinero ni documento al­guno. Nos dieron pan blanco y queso. Al cabo de unos días, estando en París, el señor Xirau supo con dolor inmenso la muerte de don Antonio y la de su madre.

José BERGAMIN

El doctor Xirau nos ha hablado de la amis­tosa ayuda médica y personal que prestara a don Antonio Machado durante la guerra y en sus úl­timos meses y días, nuestro amigo el doctor Pu­che. Voy a leeros unas palabras del poeta que me sirven de invitación al doctor Puche para que él mismo os pueda contar su recuerdo.

“Soy viejo y enfermo —escribía M achado- viejo, porque paso de los sesenta, que son muchos años para un español; enfermo, porque las visceras más importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente su fun­ción. Pienso, sin embargo, que hay algo en mí todavía poco solidario de mi ruina fisiológica, y que parece implicar salud y juventud de espíritu...

Y añadía estar, por ello: “al lado de la España joven y sana, de todo corazón al lado de! pueblo, de todo corazón también enfrente de esas fuerzas negras —¡y tan negras!— ...Porque: “En España lo mejor es el pueblo. Por eso la abnegada y heroica defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve pero no me sorpren­de. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos —nuestros harinas— invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La democracia es en­tre nosotros un deber elementalísimo de gra­titud”.

Por haber estado al del pueblo cumpliendo su deber, estuvo el doctor Puche al lado de don Antonio Machado todo el tiempo de nuestra lucha. El mismo va a contarnos como.

José PUCHE:

Después de las palabras que acabo de escu­char resulta anacrónico habiaros de los achaques de un viejo amigo... Mas no temáis que os cuente la historia clínica de don Antonio.

Yo no le conocí hasta que el olvido de su deber a que se abandonaron algunas personalida­des médicas, me ascendieron a la categoría de notabilidad suplente. Esto me llevó a asistir a don Antonio Machado. Sentía yo por él la gran ad­miración que todos los españoles tenían. A esa admiración se debe quizá que me lo imaginara como un hombre poderoso, fuerte. Mas pronto me di cuenta de que tenía ante mí una máquina gastada... Fui prestando a don Antonio una asistencia más de amigo que de médico, teniendo él la comprensión de un paciente inteligente y yo ciertas tolerancias para el enfermo, llegando in­cluso a un acuerdo para que pudiese transgredir a veces mis disposiciones.

Tanto en su estancia en Valencia como en Barcelona pude apreciar cómo la dignidad extraor­dinaria de que todo momento daba pruebas le impedía pedir a sus amigos nada. Se prestaba a sufrir todas las privaciones por atender en primer término a unas sobrinitas que con él vivían, des­pués a_ su madre y a su hermano, reservando para sí el último lugar. Cualquier dádiva que recibía de sus amigos era para ellos. La dignidad le acompañó en todos sus actos. Muchas veces le ser­ví yo de elemento de enlace con los jóvenes que deseaban obtener de don Antonio unas cuartillas, una dedicatoria, una consigna de aliento para el

Page 21: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

frente... Se trabó entre nosotros una amistad entemecedora y me fué dado pasar grandes ratos en su casa y apreciar su bondad sin límites.

Recuerda después el doctor Puche a la ma­dre de don Antonio que cuidaba a éste como a un niño de pocos años, con preferencia a sus otros hijos, probablemente porque era el hijo enfermo.

Finalmente, el doctor Puche refiere las tres últimas visitas médicas que hizo en Barcelona, ya en los momentos angustiosos, en vísperas de su caída. Eran visitas médicas a tres personalidades ilustres y representativas de la República. A la primera de estas personalidades a quien visitó la encontró desasosegada, impaciente, dando visibles muestras de querer salir pronto de la ciudad ame­nazada y aun de España. A la segunda de estas personalidades, la de más poderosa salud y resis­tencia física, la encontró como derribada de su habitual firmeza y confianza, aunque sobrepo­niéndose noblemente a su momentánea depre­sión. Don Antonio Machado era la tercera de estas personalidades. Y en él creí ver, por su calma, por su serenidad en aquellas horas dra­máticas, dice el doctor Puche, la más auténtica expresión del alma española.

Carlos PELLICER:

Lee los poemas de Antonio Machado, El vio­lero, Yo voy soñando caminos. Cante hondo, d un olmo seco, Yo amo a Jesús.

José BERGAM IN:

Creo que debemos señalar como significativo Para nosotros que la primera conversación tenida en esta casa se haya verificado a la sombra glo­riosa de Antonio Machado. Esta reunión será,

por ello, la mejor introducción a la vida inte­lectual que queremos hacer en esta casa, españoles y mexicanos juntos. Todos los que aquí estamos reunidos hoy en nombre del poeta, hemos sen­tido esta emoción fraterna. Yo os, invito a los que aquí estáis, a continuar en esta conversación permanente que es para nosotros esta casa. Con­versación en que todas las ideas puedan verifi­carse en el diálogo a esta sombra excelsa del poeta que hoy evocamos por su muerte. Pero como esta evocación, como la del retrato foto­gráfico, parece demasiado ensombrecida por la atención que le prestamos esta tarde a sus últi­mos días, a sus últimas horas dolorosas, quiero que recordemos este acto recordando otros ver­sos suyos, que subrayan el verdadero y vivo sen­tido de estos poemas que acaba de leernos Pelli­cer, con la afirmación, siempre española, de la esperanza:

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya —así en la costa un barco—sin que el partir te

(inquiete.Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya; porque la vida es corta y el arte es un juguete.Y si la vida es cortay no llega la mar a tu galera,aguarda sin partir y siempre espera,que el arte es largo y, además, no importa.

Esta afirmación, siempre española, de la es­peranza; este verso final que nos dice que el arte que vivió, que amó el poeta, no importa, o im­porta lo que puede importarnos un juguete, debe acudir ahora como llamada a nuestro corazón, a nuestro pensamiento. Y afirmar por esta palabra española de la esperanza ese otro algo que sí im­porta—esa sola cosa que importa—y que todos llevamos grabada en nuestro corazón y en nues­tro pensamiento.

EN MEMORIA DE ANTONIO MACHADO, víctima del destierro, no ol­videmos que en los campos de concentración de Francia o bien diseminadas en sus albergues y ciudades cuando no incorporados a las penosísimas compañías de trabajo, sufren indeciblemente desde hace ya más de un año, numerosos com­pañeros y amigos nuestros cuyo mayor deseo sería incorporarse a nuestras acti­vidades honradas. Mas no nos contentemos con dedicarles un recuerdo conmovido. Que todos, y en particular los ya colocados, hagan lo posible y lo imposible por facilitar el viaje y acomodo de alguno de los que lucharon en nuestras filas con tanto desinterés como denuedo. Es esta una inexcusable obligación moral que so­bre todos pesa. Que nuestros amigos americanos nos ayuden, por su parte, en este empeño justo, provechoso y verdaderamente humanitario.

Page 22: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

R EF LEX IO N E S SOBRE L A CRISIS ID EO LO G ICA D E L A R T E

La reciente Exposición Internacional del Surrealismo —así denominada por sus or­ganizadores—, a pesar de su confusionismo como conjunto surrealista, nos da la opor­tunidad de actualizar viejos temas de po­lémica a la claridad con que los años van afirmando, rotunda y silenciosamente, la razón interna de los hechos artísticos.

Aparte de otros aspectos críticos que me llevarían muy lejos de mi propósito y que, por otra parte, han sido ya abordados con gran agudeza, una de las cuestiones que más diáfanamente puede plantearse sobre esta plataforma circunstancial, es la cuestión capital de la ideología del arte, de esa ten­dencia a la unidad espiritual que anima a todos los iniciadores de ismos y a cuya ten­dencia, en los momentos de mayor exalta­ción y fiebre experimental, se intenta dar cuejrpo teórico, conciliando en lo posible todo lo que de contradicción existe entre pensamiento y acción y entre éstos y la realidad circundante.

Me apasiona en extremo todo lo que se refiere a esta cuestión. Una exposición, un lienzo, una manifestación artística cualquie­ra, han provocado siempre en mí, como hechos humanos, por encima de su aprecia­ción estética o especulación profesional, las más variadas reacciones psíquicas. Confieso sinceramente que dentro del campo de lo que podría llamar finalidad de mi impulso crítico subjetivo, desde hace tiempo, y más agudamente desde que viví la exaltada plas­ticidad del drama español, toda manifes­tación artística que he presenciado me ha producido un profundo sentimiento de in­satisfacción, de esa mezcla de angustia y de remordimiento que se siente ante los hechos solitarios, recogidos en sí mismos, al margen del cauce viril por el que discu­rre el vertiginoso curso de la historia con­temporánea. Y sólo me ha salvado del des-

Por José RENAU I

aliento la firme creencia de que la situación de los hechos jamás es definitiva o irreme­diable, de que toda transformación ulterior de las cosas no depende de leyes fatales, sino de la voluntad determinada y concre­ta del hombre actuando sobre condiciones objetivas dadas.

Contrariamente al punto de vista general de la crítica de arte y hasta de la posición que adoptan la mayoría de los artistas ante su obra, llego a estas conclusiones por vía casi exclusivamente sentimental, por uno de esos extraños trances psicológicos en que el hombre, como contemplador, se desindi­vidualiza, abstrayéndose de sus propios in­tereses, se desintelectualiza, perdiendo la noción de las categorías abstractas, y se re­integra a su complejidad instintiva y vital.

He comprobado que todos estos destellos de delirio crítico no son consecuencia di­recta de una conciencia teórica de los pro­blemas y de las cosas. Las sensaciones reci­bidas en un tal estado vienen de fondos más imponderables, como de un instinto huma­no anterior a toda teoría, a toda sistema­tización, a toda conciencia racional de los hechos artísticos.

Me admira extraordinariamente, por in­verosímil o artificiosa, la facultad de abs­tracción. la facilidad para penetrar en la obra de arte al primer intento con propósi­tos puramente intelectuales, pasando por encima de la actividad que irradia toda obra como hecho, con la fría actitud del disector que penetra el maravilloso meca­nismo anatómico abstrayéndose, por nece­sidad profesional, del drama humano que tiene entre sus manos. Desde mi punto de vista, en el artista menos que en nadie, es lícito ese exclusivismo parcelador de la realidad. Yo diría que, en última instancia, quien no sea capaz de contemplar y apre­ciar su propia obra como hombre, como

Page 23: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

simple espectador, no será capaz de crearla como artista. Porque estoy plenamente con­vencido de que lo substancial en el arte co­mienza allí donde termina el interés profe­sional, allí donde la obra deja de ser un valor intelectual para transformarse en un fenómeno autónomo que ocupa su lugar preciso en la vida de los hombres, como una roca, un día de sol o una conmoción sentimental. . .

Y es precisamente en esta contraposición del sentido subjetivo de la obra de arte con su naturaleza real en el tiempo y en el es­pacio, emancipada ya de los intereses espe­culativos del artista, donde se realiza el profundo drama en que se debate el arte de nuestros tiempos.

*

El movimiento artístico de los primeros veinte años del siglo actual contiene una intensa preocupación teórica.

Además de los estímulos y propósitos sub­jetivos que movían al artista en su reacción contra el pintoresquismo desaforado del impresionismo, nos plantea por primera vez preocupaciones, por así decirlo, extraartís­ticas.

El cubismo, como movimiento fundamen­tal de esta época y a pesar de haber sido, en el sentido literal de la palabra, el movi­miento artístico más absolutamente abs­tracto. más deliberadamente ligado a las leyes puras del espíritu, se manifiesta con una fuerte voluntad de contemporaneidad; en su teoría alude frecuentemente al ana­cronismo del arte en boga, a la falta de coherencia entre éste y la vida moderna. Pretende captar el espíritu de la época a través de la expresión individual de esa geometría lírica del espíritu apoyándose en hechos y realidades exteriores: en el maqui- nismo, en el ritmo de la vida industrial y urbana. Pretende recoger el espíritu eterno del arte clásico conjugándolo con una fuerte tendencia actualizante, tomando en consi­deración toda una serie de cambios sobre­venidos, tanto en la realidad exterior, en la psicología del artista, como en ciertas pre­tendidas necesidades espirituales de las gen­tes.

Esta conciencia de la realidad exterior, esta percepción de los cambios y de las ne­cesidades en que se justificaban social y filosóficamente los cubistas, a pesar de su unilateralidad, tienen, en la historia de las ideologías artísticas, un valor considerable, pues reconocen ya el principio de una dia­léctica entre la facultad creadora y un mun­do exterior objetivo e independiente de la voluntad del artista.

Este intento, en la última y más ortodoxa etapa del cubismo, terminó en la vía muerta de la inteligencia pura. Los cubistas se die­ron cuenta, pero sin acertar las causas, de que a pesar de su voluntad de contempo­rización con la realidad, los principios abs­tractos les llevaban a un vacío en el que se asfixiaban por falta de ambiente humano.

El movimiento cubista al plantear va­lientemente una situación psicológica de los artistas, exacerbaba y ponía al descubierto la descomposición intelectual de estos tiem­pos. El fracaso en el propósito de iniciar y- desarrollar una gran era de arte, llenó de escepticismo a los artistas y puso ya de ma­nifiesto que la complejidad y fermentación de la realidad humana y social en esa épo­ca no podía ser captada ni asimilada par­tiendo de la plástica misma y de sus leyes.

Se comenzó a hablar francamente del arte de minorías, a transformar el escepticismo que produce la impotencia, en un resenti­miento hacia la sociedad, incapaz de com­prender y estimular todo lo que partiese de la inteligencia. La voluntad teórica de ce­rrar el círculo total de un movimiento ar­tístico se fué debilitando y se llegó a la dis­persión, a la atomización del sistema en mil teorías individuales.

Dadá y los surrealistas, sumando a este escepticismo la tremenda exacerbación de sentimientos negativos que produjo la caída de todo un orden psicológico y moral des­pués de la gran guerra, arremetieron furio­samente contra todo lo que pudiera oler a racionalismo, a plástica pura, lanzándose por el camino de una mayor complejidad y extensión en las relaciones entre el mundo exterior y la conciencia subjetiva del artista.

Pero partiendo también de la especula­ción puramente intelectual, quisieron desviar el impulso artístico hacia esa parte que se

Page 24: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

manifiesta en el hombre a través de sus sen­timientos irracionales, sacando a la luz, co­mo elementos para la creación, toda la in­fraestructura de la condición humana.

El intento, pese a sus graves deformacio­nes éticas y a su tendencia fuertemente ni­hilista, fué, quizás, la más audaz aproxima­ción a una dialéctica revolucionaria del ar­te: Pretendieron crear todo un movimiento universal de disconformidad con el espíritu burgués, penetrar en la psicología de Jas gentes con un espíritu disolvente, creyendo, de esta manera resolver la contradicción en­tre la conciencia —subconsciencia (sic)— social o política y la conciencia intelectual, cerrando así el círculo ideológico de una teoría revolucionaria del arte.

Para el observador profundo de aquellos movimientos —saludables en su tiempo y en el ambiente espiritual de su tiempo— un aspecto queda claro sobre todos los demás: el impulso por romper los círculos viciosos del arte y sacar la cabeza al aire fresco de la vida. El camino fué unilateral y el re­sultado no podía ser positivo. Tanto Dadá como el surrealismo fracasaron en su inten­to de conmocionar al mundo.

¿Cuál es la situación actual? Los surrea­listas, que contrariamente a los puristas sos­tuvieron que no era posible un arte inde­pendiente de la vida, un arte que se justi­ficase en sí mismo, viven hoy sumidos en la más absurda paradoja que conoció la cultura de todos los tiempos. Convertida su teoría en un modus vivendi en un bluff pu­blicitario, siguen sosteniendo a estas alturas sus principios teóricos. Pero sus afirmacio­nes viven cínicamente fuera, de sus obras. Todo su actual verbalismo político se ex­presa en una confusión muy poco surrealis­ta, ligando los pocos valores que se salvaron del naufragio, a la política de los auxilia­res más activos de la reacción antipopular. Y estas son o lo que parece, las consecuen­cias últimas de la solución surrealista a las contradicciones entre la conciencia política y la conciencia intelectual.

La extraordinaria complejidad y rapidez con que actualmente se suceden los aconte­cimientos, desconcierta al pensamiento, lleva al fracaso todas las teorías que tienden a fundamentar empíricamente un movimiento artístico.

Esa continua sucesión de ismos nos de­muestra también, por una parte, el carácter agudo de la descomposición espiritual que reina entre los intelectuales y, por otra, el carácter violento y decisivo de los aconteci­mientos.

La impotencia intelectual para dar forma plástica, poética o literaria a estos hechos de una violencia psicológica sin preceden­tes, ha producido en los artistas un decai­miento total en sus esfuerzos por fundamen­tar su actitud creadora sobre una teoría o sistema de orden filosófico.

Los movimientos c u b i s t a , futurista, constructivista, surrealista, vivos todavía y aún jóvenes muchos de sus animadores, per­tenecen ya a la historia. Salvados los valo­res plásticos que crearon, de indudable sig­nificación en el progreso de la expresión artística, han dejado como tales una expe­riencia negativa, dispersando a los artistas y creando en cada uno de ellos un proble­ma individual angustioso.

El individualismo más cerrado reina hoy en el terreno del arte y la reacción psicoló­gica de la mayoría de nuestros artistas jó­venes, a consecuencia de estos desastres, es buscar una salida individual, la de encon­trar una precaria paz interior en la que condicionar y estimular su actividad artís­tica.

En la mayoría de los casos esta actitud de aislamiento no es más que un intento de fuga ante ese cúmulo de acontecimientos que cada día se aparecen como más inacce­sibles.

íío trato de definir ahora la naturaleza y dimensiones exactas de esa realidad, cosa por demás arriesgada y problemática; creo que sobre todos nosotros gravita de una manera evidente esa gigantesca presencia que nos apabulla y desconcierta. Es preci­samente la actitud ética del artista frente a esa realidad, lo que yo considero de valor capital en los fundamentos psicológicos del arte contemporáneo.

En general, esos fracasos a que más arri­ba me refiero han matado en la conciencia del artista todo afán de contemporaneidad. El tiempo ha sido desterrado de entre los factores psicológicos de la creación artísti­ca, realizándose una retirada hacia los va­lores eternos del arte. Aquélla se hace cada

Page 25: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

vez más intelectualista; el espacio abierto de la realidad humana es substituido por la realidad de las cuatro paredes de museo. Allí todo está quieto. Nada cambia. Allí están los valores clasificados en una penum­bra de eternidad que no plantea problemas incómodos ni disyuntivas que hayan de ser afrontadas heroicamente.

Esa mentalidad neo-académica en los ar­tistas que podíamos llamar museólogos les hace ver en la realidad objetiva simples re­ferencias a la otra realidad absoluta y eter­na de las cuatro paredes. La teoría débil­mente fundamentada de este estado psicoló­gico se resume en una serie inarticulada de justificaciones y añoranzas trasplantadas del ambiente de otras épocas, abstrayendo de ellas, desde luego, la realidad histórica correspondiente.

Hay otro tipo de artista que rehuye por principio toda inquietud teórica o humana, escondiendo la cabeza bajo el caparazón de un blando sensualismo, entregándose al ex­clusivo placer físico de pintar.

En oposición a esta ideología difusa y negativa de los artistas puros, existe una corriente saludable, una fuerza irresistible que atrae a buena parte de artistas a la lu­cha al lado de las fuerzas positivas que mueven la historia contemporánea. Pero la revolución, su teoría, sus principios y sus realidades no pueden ofrecer —sería con­tradictorio y antidialéctico— una fórmula acabada y madura por la que puedan en­cauzar su producción. De este hecho se de­riva la paradoja de que muchos artistas, qui­zás psicológicamente más simples que los anteriores, menos estragados por la especu­lación intelectual, y, por lo tanto, más sanos en principio, creen encontrar una solución mágica a su drama profesional entregán­dose a las cómodas fórmulas de un pre­tendido arte de masas, confundiendo lo que es un hecho de propaganda política al ser­vicio de los intereses inmediatos que va creando la marcha del proceso revolucio­nario con la verdadera misión del arte, pues­to al servicio de una elocuencia cósmica más profunda, más humanamente creadora. Por eso, la profunda satisfacción ética que se siente de estar en estrecho contacto con la realidad de los hechos vivos, no logra saciar Plenamente, en los más inteligentes, esa in­

quietante fiebre de creación por llegar a una forma de expresión más emocional y exal­tada.

Entre estos dos distintos caminos para escamotearse del verdadero drama que la realidad plantea al artista, salvando las dis­tancias y diferencias de naturaleza, los úl­timos tienen de bueno 1q que de bueno tiene la justeza humana de los propósitos, la uti­lidad y eficiencia social de su obra. Los otros se contentan con la precaria delecta­ción de minorías desmoralizadas, condena­das a la desaparición inevitable por la de­cadencia de toda una época histórica de ci­vilización y de cultura. Pero ni de lo uno ni de lo otro quedará nada de pie en el es­pacio histórico, como expresión de una gran época de inquietudes, de turbulencias crea­doras y revolucionarias.

*

Es indudable que un arte nuevo no pue­de ser improvisado de la noche a la maña­na por ningún pueblo, por ningún cerebro o sensibilidad privilegiados, por ninguna teoría particular o general.

Quitando al acto de creación artística ese absoluto y literal sentido que se le ha venido dando, y ambientando su alcance dentro de una justa relatividad, es induda­ble que el artista no es independiente del me­dio en que vive ni extraño, en principio, a los métodos, modas y modos de expre­sión de su época. Sobre esta base, todo cam­bio ideológico, lento o repentino, no puede determinar el abandono radical de las for­mas de expresión ancladas en su sensibili­dad por otras más adecuadas o eficientes con relación a la nueva necesidad expresiva. La historia del arte no nos informa de ningún caso de esta naturaleza. Y aunque el acele­rado ritmo de los cambios de todo orden so­brevenidos en los tiempos actuales no ten­gan precedente alguno, creo que esto no pue­de alterar los fundamentos esenciales de esa mecánica de las formas técnicas de expre­sión que tiene sus propias leyes físicas, re­lativamente independientes de la conciencia creadora del artista.

El artista —y aquí no hago más que ex­presar una posición personal— debe partir de la conciencia de esta contradicción teóri­

Page 26: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

camente inconciliable, como punto de par­tida, como situación psicológica frente a la realidad de nuestros tiempos. En consecuen­cia, el artista no puede aspirar deliberada­mente a lo definitivo. Su ambición debe encauzarse por la vía de un aprendizaje penoso, a una larga etapa de experimenta­ción, de lucha tenaz, consigo mismo en pri­mer lugar, por ir superando los valores expresivos que aprendió o heredó, para ir vi­talizándolos con nuevos registros de expre­sión humana, organizando lentamente el caos antiartístico y viril de nuestra realidad, transformándolo en valores de expresión superior. De ahí que el aceptar como irre­mediable la contradicción que en un princi­pio tiene que haber forzosamente entre la obra y la posición ideológica y psicológica del artista frente a esa realidad, sea la posi­ción más justa.

A esta altura del problema, la honradez intelectual no es una facultad innata de or­den simplemente ético o instintivo. Para el artista de hoy la honradez es una posición difícil, nada ventajosa desde el punto de vista material ni, lo que es peor aún, con respecto a esa relativa paz interior a que to­dos aspiramos. Ser honrados significa, más que nada, el reconocimiento de los extremos contradictorios en que se apoya el drama del artista creador, representa el atreverse a vi­

vir plenamente dentro de esta contradicción, a desnudar ante el mundo esa falta de pa­ralelismo entre la voluntad humana del ar­tista y la realidad material de su obra.

Esta posición determina en mi concien­cia intelectual dos convicciones íntimas. En primer lugar, que el nuevo orden social y humano que amanezca de esta conmoción que cruza el mundo tendrá su expresión plástica en razón directa al heroísmo inte­lectual del artista, a su capacidad, en esta etapa de lucha, para ir asimilando su natu­raleza psicológica a las nuevas fuerzas que van abriendo paso a la historia de los hom­bres, en la medida en que vaya afirmando su voluntad creadora por descubrir y expre­sar el esencial fondo humano y la intención cósmica que impulsa a estas fuerzas. Y, por último, la seguridad de que cuando todo lo que hoy sucede pertenezca al pasado, el do­cumento emocional y humano de nuestros días no lo constituirán esas calidades plás­ticas o valores poéticos acabados de nues­tros inteligentes, sensibles o geniales artistas, sino todas aquellas obras cuyos colores y formas expresen la emoción con que el ar­tista se debate en medio de la tremenda con­tradicción, su voluntad de ser, de hacer cons­tar el valor humano de su gestión creadora por encima de toda derrota histórica de las tendencias particulares de las escuelas, de los ismos decadentes.

LA FU ND ACIO N RO CKEFELLER DE M ADRID

Transcribimos de una carta de un ilustre catedrático madrileño a otro no me­nos eminente:

"Supongo que tendrá usted noticias de allá por la prensa y amigos, pero creo pcdeile dat algunas de interés ti7 17 de ociub'e si celebró ante el tribunal militar número l, el juicio sumarísimo de urgencia “contra profesores y colaboradores del Instituto Nacional de Física y Química". (Fundación Rockefeller.) Base principal de la acusación: “haber construido aparatos para la aviación retardando con ello el final de la guerra”. Los profesores y colaboradores acusados, en número de die­ciocho (más los rebeldes, entre los que se cuentan Enrique Moles, Pérez Vitoria, etcétera), fueron vituperados por el fiscal “por haber prestado a los rojos su con- curso inteligente, inteligencia de que carecían éstos” . .. Resultado: a González Nú- ñei, Sarabía, Pina, A. Prieto y a Segis, el mozo, 20 años de presidio. A Teresa Toral y a I. Caamaño, 12 años. A los demás penas que caen dentro del indulto del F de octubre. Mientras Bru y Velayos han vuelto tranquilamente a sus cátedras, a Crespi le tienen, como a nosotros, fuera del escalafón. Como usted ve, es una mons­truosidad”.

Page 27: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

M E X I C O Y E S P A Ñ AFierre M ASILLE

TESTIMONIOS AJENOS

La guerra de España constituye el aconteci­miento sensacional que servirá de test para apre­ciar los diversos componentes de la realidad colectiva de hoy y de mañana. Es un fenómeno misterioso. La importancia que le atribuyo podrá parecer excesiva a los espíritus superficiales que ignoran la virtud mágica que adquieren ciertos territorios en ciertos momentos. No se atribuya mi emoción ai salvajismo ni a la duración de la guerra civil. Porque si sólo se tratara de hacer cálculos basados en el número de muertos, la guerra de 1915 ocuparía el primer lugar; si hubie­ra que referirse al carácter inumundo de la pugna exterminadora de mujeres y niños,' nadie duda que aventuras como las de Etiopía o China son más repulsivas aún.

El valor realmente único del combate proviene de que los acontecimientos se formulan con nitidez casi simbólica. La lucha de un pueblo desprovisto hasta entonces de todos los conocimientos y de todas las técnicas modernas, sin más fuerza que su alzamiento y su conciencia, contra todas las internacionales de opresión, contra todas las po­tencias europeas y mundiales (cristianismo, ca­pitalismo, pseudodemocracias liberales), reviste un aspecto homérico en que se siente latir un mito. Característica es la llegada espontánea de combatientes de todos los países del orbe: no de los especuladores —codiciosos los habrá habido ciertamente—, sino de todos los desesperados, de cuantos sufren; estos desdichados habían recono­cido en ese drama el suyo propio, su última espe­ranza en la tierra de una vida a la postre humana. También diría que consiguió la adhesión inmediata de todas las sensibilidades exentas de podredum­bre. No era más elevado el número de probabi­lidades que existían para que la humanidad reco­siese las hazañas de un puñado de exaltados reunidos antaño en torno de un agitador judío. Y, sin embargo, se han construido muchos siglos de esperanza sobre tales personajes y no sobre el virtuoso Marco Aurelio. Habida cuenta de todos ¡os cómputos, de los cálculos más distintos, de los impulsos sensibles, profundos y controlados, me atrevo a afirmar que hemos asistido a la creación

de un mito inmenso. La España revolucionaria no es la expresión integral del Bien —el futuro atenuará sus flaquezas—, pero contiene el Bien. El ímpetu portentoso que arrebata a la humanidad hacia la conciencia de su destino ha tomado allí forma de ejemplo.

Si hubiera triunfado España, Europa entera hubiera podido salvarse. Pero el curso de las civi­lizaciones no ha sido turbado una vez más por milagro de ningún género; el destino se cumple, los viejos mueren, el esfuerzo balbuciente del futuro debe encontrar por sí mismo la fuerza con que ha de labrarse su devenir. Transcurridos tres­cientos sesenta años, los vencedores de América se ven impulsados a pedir asilo a los pueblos que sufrieron sus más rudos asaltos. Los vencidos van a llevar a ciudades de nombres idénticos a las de su patria el peso inmenso de su dolor y la fuerza contagiosa de su rebeldía. México, donde aún emergen en un cielo inflamado los antiguos tem­plos del sol, donde las razas se han mezclado ven­tajosamente para el indígena regenerado, se dis­pone a aceptar fraternalmente la tarea de llevar a feliz término la obra renovadora. Este país que ha estirpado de su superficie laboriosa la mala roña: nobleza y clero que un mal viento le había transportado, es digno de ser investido de la mi­sión suprema. Puesto que el curso de los siglos ha dado al Atlántico el valor que tuvo antaño el Mediterráneo, se forma allí una agrupación hu­mana susceptible de soportar la carga de una ci­vilización. Entre los Estados Unidos, filial del imperialismo anglosajón, y México, se renovarán las luchas y los canjes que dieron razón de ser a nuestro occidente cristiano.

(Del libro: Egregores, ou la vie des civilisations, acabado de imprimir en París el 6 de septiembre de 1938, bajo la siguiente dedicatoria: “Dedico estas páginas a los combatientes de España revolucionaria aplastados por el peso de un mundo de muerte. Primeros vividores de la gran Leyen­da en que se forjará la nueva con­ciencia de los hombres".)

Page 28: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

C A N T O D E U N E S P A Ñ O LPor Gérard de Nerval.

(1805-1855)

Día terrible, días de dolores.¡Ay, España está avasallada!¡La libertad de nuestra patria sucumbe con sus defensores!

En vano, ¡oh fortuna enemiga!, de los crímenes de la tiranía pretendíamos vengarnos.¡Esfuerzos vanos! ¡España entera doblega su cabera altiva bajo banderas extranjeras!

Vuelven ya aquellos días de llanto y desventura en que contento del mal, de la común tortura, el vicio palmeteaba por nuestra desunión.¡Tornando a aparecer con nuevos crímenes, basando su poder en un montón de víctimas, hemos visto alearse la Superstición!

A todos los secuaces de su furor impío grita rabiosamente el fanatismo odioso:"Asolemos, amigos, el culto aborrecido "que el hombre a pesar nuestro rinde a la verdad."¡Matad, exterminad, un dios os da asistencia,"mereced el gran nombre de salvadores de la Iglesia!"De nuestros derechos preteridos declaróos protectores,"¡que todo se hunda con tal de que seamos vencedores!"

¡Así su tropa sanguinaria, sembrando la muerte y el terror, en nombre de un dios de paç nos impone la guerra!

¿Europa no se ha conmovido? ¿Alentando nuestra esperança no han tomado todos nuestra defensa contra tan bárbaro enemigo?

Page 29: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

¡Ah, todo se derrumba, todo expira, vana defensa, inútiles esfuerzos!¡Ya están contentos! ¡Ya tienen el Imperio! ¡Ya reinan sobre montañas de muertos!

La libertad dormida sobre sus laureles ha cesado de ampararnos.¡Temed, tiranos, la hora en que despierte pues ha de ser para vengarnos!

C H A N T D ’ U N E S P A G N O L

Jour terrible, jours de douleurs. — Hélas! l’Espagne est asservie! — La liberté de la patrie — Expire avec ses défenseurs!

En vain, ó fortune ennemie!, — Des crimes de la tyrannie — Nous avions voulu nous venger. — Vains efforts! L’Espagne entiére — Incline sa tète altiére— Sous les drapeaux de l’étranger!

lis reviennent, ces jours de pleurs et d’infortune — Oü, content du malheur, de la douleur commune, — Le vice applaudissait à la división. — Déjá repa- raissant avec de nouveaux crimes, — Assurant son pouvoir d’un monceau de victimes, — On a vu s’élever la Superstition!

A tous les partisans de sa fureur impie — L’odieux fanatisme en sa rage s’écrie: — “Amis, foulons aux pieds ce cuite détesté — Que l’homme malgré nous rend à la vérité. — Massacrez, egorgez, un dieu vous favorise, — Méritez le grand nom de sauveurs de l’Eglise. — De nos droits méprisés montrez vous protecteurs, — Que tout tombe, pourvu que nous soyons vainqueurs!"

Ainsi leur troupe sanguinaire, — Semant la mort et la terreur, — Au nom d’un dieu de paix nous apporte la guerre!

Et l’Europe n a pas frémi? — Et ranimant notre espérance, — Tous n’ont pas pris notre défense? — Contre ce barbare ennemi!

Ah! c’en est fait, tout tombe, tout expire, — Vaine défense! Inútiles efforts!— lis sont contents! lis ont l’empire! — lis régnent sur des tas de morts!

Sur des lauriers, la liberté sommeille — Et cesse de nous protéger. — Tyrans, craignez qu’elle ne se réveille — Car ce sera pour nous venger!

Page 30: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

FASTOS CULTURALES

U N A B U H A R D I L L A Y U N M A N I F I E S T O

En este mes de marzo, el día trece exacta­mente, se cumple el primer aniversario de la creación en París de la Junta de Cultura Espa­ñola. Cataluña acababa de sucumbir ante la com­pleja coalición de occidente. Los campos de con­centración, etapa preliminar del éxodo —para muchos, ay, inacabable—, hallábanse en su máxi­mo apogeo. París se poblaba de fugitivos espa­ñoles. La Agregación Cultural a la Embajada de España, obligada por falta de medios a trabajar en sordina durante la guerra, movilizó inmedia­tamente a sus allegados y amigos para ponerse a funcionar a pleno rendimiento. Las circunstan­cias no admitían dilaciones. De esta manera pudo ser el primer organismo que llevó un consuelo material, reducido pero precioso, a los intelectua­les recién llegados. La desde entonces histórica buhardilla de la Avenida George V, salvada pro­videncialmente del cataclismo y en la que, cinco pisos por encima de la oficina de Falange, hubo de instalarse la oficiosa Agregación Cultural al reconocimiento de Franco, convirtióse en foco activo por donde pasaban diariamente centenares de personas buscando más que un auxilio mate­rial el calor de una esperanza.

Cuando la traición casadista consumó la de­rrota y vióse, por otra parte, que el silencio de las personas que hubieran podido señalar un rumbo era definitivo, en aquella estrechísima buhardilla entró en actividad una idea grande e imperiosa: era necesario preparar la sucesión de los organismos españoles de orden cultural que el destierro invalidaba creando un instrumento adecuado a las circunstancias inéditas en que la emigración española iba a tener que desenvolverse. El problema de nuestra cultura presentaba para su resolución dos aspectos distintos. Por una parte era indispensable facilitar en un clima favorable la continuidad y desarrollo de dicha cultura, tanto más cuanto que la península, sometida a la tira­nía de la letra que mata, quedaba inepta para todo florecimiento en el orden del espíritu. En segundo lugar, enmudecidos los cañones, la lucha por los hondos principios humanos sostenidos por la Re­pública, asumía nuevos caracteres, recayendo so­bre los intelectuales el peso de la próxima jomada. Por fortuna, el carácter de nuestra emigración era totalmente distinto al de las ya conocidas. Para los rusos y alemanes tanto como para los italianos y austríacos, el extranjero empieza por completo allí donde con las fronteras de su patria acaba la vigencia económica de su lenguaje. No así para los españoles. Allí donde acaba España empieza Hispanoamérica, todo un continente her­mano donde la lengua española, cuerpo efectivo de nuestra cultura, reina libremente de extremo

a extremo. Por la fuerza de las circunstancias y tendiendo a resolver espontáneamente los dos as­pectos del problema referido, a América habían de afluir en gran número nuestros compatriotas. Era imprescindible, pues, favorecer, en primer término, la distribución de nuestros intelectuales en las diferentes repúblicas, creando entre ellos un espíritu verdadero de solidaridad, independiente de todo partidismo político, uniéndolos entre sí, con vistas a una organización ulterior, por víncu­los espirituales. El fenómeno inmediatamente político se hallaba condenado a inevitable des­composición desde el momento que en el destierro desaparecían los fundamentos materiales que en la península determinaban su necesidad y su for­ma. La política de partidos, asiéndose a cuantos incidentes a ello se prestaran, habría de dividir a los emigrados con las actuaciones personales de quienes, responsables en buena parte de la derro­ta, no se habrían de resignar a abandonar la es­cena sin antes fomentar hasta el último extremo el espíritu de división del que dependía su super­vivencia. Como tal cosa favorecía el juego de nuestros mortales enemigos, fué consigna en aque­lla histórica buhardilla la declaración de guerra a la baja política generadora de división, a todo lo que tienda a distraernos de las realidades pro­fundas que llevamos con nosotros, selladas con la sangre caudalosa de nuestros caídos innume­rables.

Existía, pues, una visión perfectamente clara del problema en sí, así como de los medios ade­cuados para su solución correcta, y existía un puñado de intelectuales con plena conciencia de sus deberes y, por tanto, convencidos de que lo más urgente en aqyellos instantes del general sálvese el que pueda, era olvidarse de sí mismos para consagrarse por iniciativa propia a las exi­gencias de nuestra razón colectiva.

Después de varios cambios de impresiones se citó a un grupo de intelectuales entonces en París a una reunión que tuvo lugar el lunes 13 de marzo en los locales de que el Centro Cervantes dispo­nía en el número 179 de la rué Saint-Jacques. A ella acudieron los señores Bergamín. Gallegos, Márquez, Pi y Suñer (Don Augusto), Xirau, Cas­tro, Bonilla, Balbuena, Aguilar, Larrea, y la re­presentación de Picasso. Se habló mucho de nues­tra cultura y de América, presente en aquel acto, por feliz coincidencia, en la persona de Fernando Gamboa, de la Legación de México. Y se tomó el acuerdo de crear una entidad apta para man­tener vivo el espíritu español en la emigración, lo más sintética • posible, en la que se hallaran representados en el menor número de personas los varios sectores de nuestra intelectualidad, en­

Page 31: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

tidad que se designaría con el nombre de Junta de Cultura Española.

Desde aquel día, la Junta, establecida en la Avenida George V, ha ido sin cesar creciendo. Mil obstáculos le han salido al paso siempre que se ha tratado de realizar sus fines. Mas como la rea­lidad a fin de cuentas manda y como el problema no era ilusorio sino real y efectivo y la volun­tad de aquel grupo de personas se encontraba en íntima relación con su naturaleza y orientaciones, contra todo y contra todos la junta ha ido pros­perando. Y seguirá adquiriendo, estamos seguros, cada vez mayor desarrollo de acuerdo con las tareas históricas verdaderamente importantes que está llamada a acometer y con el porvenir sin límites que aguarda a la causa española unlver­salizada. Pronto o tarde acabarán formando parte activa y entusiasta de ella toodos los intelectuales españoles que no se hayan extraviado definitiva­mente. Instalada hoy en los hermosos locales de la calle Dinamarca, no puede menos de acordarse con emoción de aquella pajarera colgada sobre los tejados de París en la que tuvieron lugar sus humildísimos comienzos.

Por aquellos mismos días del mes de marzo de 1939, el mismo grupo de personas sacudidas interiormente por los sucesos que entonces ocu­rrían en España y con objeto de concretar y poner a salvo aquello que constituía el verdadero espíritu popular español separándolo de ciertas graves impurezas y claudicaciones tan compren­sibles como lamentables puesto que, sin más pro­pósito que salvar una personal actitud, debilitaban al pueblo español en su lucha a muerte o vida, juzgó oportuno suscribir una declaración colec­tiva que, por razones de conveniencia general, se decidió entonces conservar inédita. Como esas razones han desaparecido, aprovechamos esta fe­cha de aniversario para hacerla pública.

El pueblo español ha luchado más de dos años Por su independencia y libertad defendiendo su Ley, expresión única de su voluntad, en las insti­tuciones republicanas que legítimamente le repre­sentaban. Y en los azares dolorosos de su gloriosa lucha se ha encontrado ahora, de repente, prisio- uero de dos traiciones: la de los que primero le atacaron —vencedores en el espacio por la fuerza prestada de sus armas invasoras, a tal traición debida— y la de aquellos otros que leales, al pa­recer, hasta el presente, se levantan hoy, para apuñalarle por la espalda y ampararse con el ofre­cimiento de su cuerpo asesinado como trinchera de una paz que comercia con sangre el solicitado Perdón de sus enemigos.

Tal hecho de traición, traiciona a los mismos Que lo cometen, mostrándolos ante la historia como los más viles y necios; pues es claro para todo juicio que al traicionar así a su pueblo y su

Ley —la del último Gobierno legitimo de Espa­ña— pierden aquello mismo que pretextaron que­rer salvar: las últimas posibilidades de una paz digna, condicionada a los dos extremos en que aquel Gobierno las mantenía: la salvación de miles de vidas humanas y las garantías inexora­bles de la independencia española.

De dónde arranca la responsabilidad personal que ha provocado con su conducta indigna tales hechos sangrientos, no es éste el momento de pre­cisarlo, basta tanto no se discriminen debida­mente todos estos hechos. Pero sí puede señalarse, desde abora, con evidencia dolorosa, la deserción de su deber público en quien no pudo mostrár­noslo sino enmascarado por el eufemismo de una dimisión ejecutada fuera de lugar y tiempo. En­tretanto todos aquellos que tal responsabilidad comparten puedan ir sufriendo la condenación del juicio histórico que a su conducta corresponde, nosotros, españoles, que no hemos querido perma­necer neutrales nunca, ni un instante, en esta trágica contienda que b'a sacrificado nuestra pa­tria a los designios extranjeros, utilizadores de tales traiciones y engaños, declaramos, una vez más en estos momentos solemnes, cuando agoniza, en Madrid, en España entera, nuestro pueblo español sacrificado, que estamos con él, como siempre estuvimos, por la verdad y la justicia que deja con su sangre como siembra de fe y de esperanza. Afirmamos que gracias a este sublime esfuerzo heroico que aun sostiene en pie nuestro pueblo, solo, ante todos —y contra todos— preso de la doble traición cainita de unos militares de casta, y de quienes secundaron, serviles y cobardes, su empeño; preso en la cadena internacional de per­secución y mentira en que doblemente se le encie­rra y acosa para asesinarle; afirmamos de nuevo, que por esta generosa sangre popular inocente se enciende el horizonte español de luminosa espe­ranza y que, gracias a ella, España podrá encon­trar, tal vez en fecha no muy distante, la paz de su independencia nacional y su libertad popular verdaderas.

París, marzo 1939.

José Bergamín, Juan Larrea, Roberto Fer­nández Balbuena, José Manuel Gallegos, Rafael Sánchez Ventura, Eugenio Imaz, José Puche, An­tonio Porras, Eduardo Ligarte, Emilio Prados, B. F. Osario Tafall, Victorio Macho, Manuel Márquez, Juan M f Aguilar, Corpus Barga, Pau­lino Masip, Andrés Herrera, Leonardo Martin Echevarría, Luis A. Santullano, A. Agramunt, etc.

Page 32: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

C O M O U N S

Reproducimos, por los interesantes datos que contiene, este artículo apa­recido en “ Voz de Madrid" el I3 de agosto de 1938.

La casualidad ha contribuido no hace mucho a poner de manifiesto la voluntad que anima a los combatientes de la República. Obligadas al­gunas unidades del Ejército español a trasponer la frontera, cada uno de los soldados que las componían hubo de escoger libremente ante las autoridades francesas la zona peninsular a que deseaba ser repatriado. De la totalidad de 14,874 milicianos que dos distintos éxodos colo­caron en este trance, 13,977 optaron por la Repú­blica, con sus atroces quiebras, y sólo 897 por el "paraíso" franquista.

Cierta falaz propaganda pudo pretender hasta esos días que los milicianos peleaban esclaviza­dos por el terror. Desde entonces la opinión mun­dial sabe a qué atenerse sobre la libre determi­nación de quienes derraman su sangre por defender la causa que estiman digna del supremo sacrifi­cio. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, decía Don Qui­jote.

Por elocuente que haya sido el resultado de tan espontáneos plebiscitos no excluye, sino al con­trario, la conveniencia de explorar más a fondo el sentido con que se está produciendo la cauda­losa hemorragia hispánica. En realidad nadie mejor que esa sangre podría revelárnoslo; la san­gre. el fluyente labio espiritual de la vida misma. Contra lo que pudiera parecer, no ofrece tal em­presa dificultades invencibles si se admite que entre la palpitación de la sangre del pueblo y la proyección intuitiva del lenguaje español, tal como se realiza a través de sus poetas, existe una co­rrespondencia íntima, es decir, si se da por sentado que así como en su día el Verbo Hispánico se manifestó por la boca de nuestros vates del Siglo de Oro y más tarde por los que cantaron la gue­rra de la Independencia, hoy el genio popular, confundidas sus raíces con la sangre de todos, brota de los labios de los poetas que se exaltan, que imprecan, que se angustian.

AI alcance de cualquiera se halla la Antología publicada en 1932 por Gerardo Diego bajo el tí­tulo Poesía Española 1913-1931. En ella se con­tienen dieciséis nombres, después de eliminado el de Fernando Villalón, fallecido hacía ya algún tiempo, número que no tardó en disminuir cuando Federico García Lorca, el poeta más popular de España, el que por serlo, por encarnar material­mente al pueblo de que era genio y figura, com­

O L O P O E T A

Por Juan LARREA.

partió su misma suerte en Granada y fué como él asesinado. Su sangre, puesta también en liber­tad más allá de sus naturales fronteras, clama y da testimonio revelando el sentido de los acon­tecimientos a que se ha visto mezclada. Ese cla­mor es corroborado por los sentimientos popular­mente democráticos, de sobra conocidos, que animaban en vida a Federico y, sobre todo, por la significación profunda de su obra, incluso en ese aspecto recóndito que probablemente escapó a la conciencia del artista. Véase, por ejemplo, su Grito hacia Roma, proferido contra la pervertida ciudad que si fué algún tiempo sede de virtudes espirituales, propugnadora de la caridad, de la humildad, de la mansedumbre cristianas, hoy di­ce: pa%, paz, paz, entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita,

ciudad donde un hombre se orina sobre una (deslumbrante paloma.

Difícil es concebir una imagen más gráfica de! envilecimiento en el escarnio del espíritu a que. en el sentir de Lorca, podia llegar la ciudad que era el centro espiritual de un mundo que se ha condenado a sí mismo y está en la actualidad ejecutando la sentencia. Ahora bien, ¿por qué ese grito de execración que agita iracundamente al poeta?

Porqueno hay más que un millón de herreros forjando cadenas para los niños que han de venir, porqueno hay más que un millón de carpinterosque hacen ataúdes sin cruz.porqueno hay más que un gentío de lamentos que se abren las ropas en la estera de la bala.

La profecía no puede ser más precisa. ¿Y por qué tan terribles castigos?Porque queremos que se cumpla la voluntad de que da sus frutos para todos. (la Tierra

He aquí alzada proféticamente contra Roma, mucho antes de que existiesen las odiosas razones que hoy existen, la voz del pueblo que quiere los frutos pacíficos de la Tierra para los hombres todos, voz que al servir de vehículo a la profe­cía de manera tan evidente como justa auten­tifica a la persona a que sirvió de medio expresi­vo. Voz del pueblo, sólo a los enemigos del pueblo, a sus monstruosos verdugos, podía ser dado sofo­carla.

Poco después, la muerte de don Miguel de Unamuno, ocurrida en Salamanca a fines de 1936,

Page 33: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

redujo a catorce, dentro de esa Antología, el nú­mero de poetas vivos. ¡ Pobre don Miguel! De nada le valieron aquellas sus primeras reacciones favorables que, víctima de la propaganda, pro­digó al movimiento franquista. El, que a su modo representaba también a España, la España que, a fuerza de hallarse con ella identificado, le dolía como su cuerpo mismo, no tardó en ser objeto de excomunión, miembro amputado de la colec­tividad que, al arrojar de sí a la figura repre­sentativa de España, reveló su engañoso conte­nido. ¡Pobre don Miguel, contradictor nunca escarmentado! No se dió cuenta de que la España quíesta trágica vez le rodeaba no era ya su Es­paña. Tan grave paso en falso le llevó a preci­pitarse en el abismo que él mismo había imagi­nado al escribir:

No un manojo, una manada es el fajo del fajismo: detrás del saludo, nada; detrás de la nada, abismo.

La oleada de bajezas que barrió y barre la pe­nínsula, la misma que ahogó la voz de Lorca porque encarnaba al pueblo, condenó a silencio a Unamuno, lo arrastró, arrinconándole hasta su muerte, inevitable porque representaba a España. No fué ello obstáculo, sin embargo, para que su recuerdo haya sido utilizado como medio de pro­paganda ‘‘comercial” por los modernos mercade­res de Venecia que han vendido no un kilo sino cantidades inmensas de la carne de su pueblo.

Por encontrarse en vida los restantes poetas aportan directamente su testimonio. Helos aquí:

Antonio Machado, mantenedor eminente del sacro fuego, firme en la brecha espiritual, incli­nado entrañablemente a la cabecera del pueblo que sufre, por amor del cual ha llegado a es­cribir: Siempre que advirtáis un tono seguro en mis palabras, pensad que os estoy enseñando algo que creo haber aprendido en el pueblo.

Juan Ramón Jiménez, haciendo causa común desde el primer momento con la defensa popular, abandonó su legendario retraimiento para actuar 'aliente y meritísimamente en el Madrid amena­zado. Más tarde se trasladó a América donde sigue militando con tesón acrecido en las filas espirituales del pueblo.

fosé Moreno Villa, batallador literario en Es­paña y fuera de España. En la actualidad se en­cuentra en México, en la Nueva España, comba­tiendo en todos los terrenos y con la totalidad «e medios a su alcance.

Pedro Salinas, esforzado e infatigable luchador de la libertad. En Norteamérica, donde en la ac­tualidad sostiene su batalla, ni a él el tiempo le apacigua ni él da paz a su razón ni a su mano.

Dámaso Alonso, leal y eiemplarmente firme en su puesto desde el primer día, contribuye con sus Huchas armas culturales a la defensa de los valo- resf del espíritu.

luán 1,arrea, el que esto escribe, que todo lo dejó para tomar parte decidida en la contienda.

Rafael Alberti, el alma lírica de Madrid sitia­

do, de donde aun enfermo no ha consentido salir por afán de compartir hasta el final su suerte y la de sus heroicos defensores a quienes con sus escritos y alocuciones sostiene y enardece.

Emilio Prados, voz sin reposo, atormentada, profunda, donde la tragedia ha encontrado, con su clima natural, el instrumento en carne viva que fielmente la expresa.

Vicente Aleixandre, el poeta enfermo que sigue viviendo en Madrid junto a la línea de fuego, oponiendo al cercano enemigo su fe y su aliento invencibles.

Luis Cernuda, alistado en un principio como miliciano en el Guadarrama, hoy en Londres de­fendiendo la causa republicana con la autoridad que le confiere su alta calidad artística.

Manuel Altolaguirre, el benjamín de antaño, entregado hoy sin limitación a las mil activida­des líricas, dramáticas, etc., que le inspira su acendrado entusiasmo comunicativo.

¿Cabe más concluyente plebiscito? Compacto escuadrón de poetas que no se ha contentado con manifestar simpatías platónicas sino que se ha lanzado a lo recio de la pelea; apostolado del alma del pueblo, que viene a dar testimonio indiscu­tible, a calificar con su. presencia, confirmando el sentido que arrojan las vidas y las muertes de don Miguel y de Federico, el carácter de la lucha que sostiene el pueblo de España, a señalar, el platillo de la balanza en que cargan su acento creador las realidades positivas del espíritu.

Frente a este veredicto, sirviendo de excepción a la regla general, se encuentran dos nombres en la Antología: Manuel Machado y Gerardo Diego. Si se considera al primero ea función de Antonio, su hermano, podría pensarse que a su figura incumbe calificar cuanto el bando en que milita tiene de Caín.

A Gerardo Diego, el recopilador de la Anto­logía, ha correspondido en este Apostolado el papel de Judas. Sí, de Judas, triste es para, mí decirlo. No sólo ha traicionado a la Poesía.en sí y en la persona de los poetas que figuraron desin­teresadamente en su selección, sino que mientras todos ellos han abrazado la suerte de su pueblo, mientras García Lorca, asesinado, profería .su Grito hacia Roma, Gerardo Diego se ha atrevi­do a cantar públicamente, según se me asegura, a las Alas Italianas, a la aviación criminal que lacera la carne viva del pueblo de España: Ello ha servido para que asi resalte con absoluta in- dubitabilidad el valor del referéndum poético realizado, al patentizar que Gerardo Diego estaba lejos de dejarse llevar, cuando verificó su selec­ción, por otras simpatías que no fueran las since­ramente artísticas.. ■ • • ->

Idéntico resultado arroja, confirmando el an­terior, la segunda Antología de Gerardo- Diego (Madrid, ¡9141, más amplia que la que acaba de ser examinada. Si el bando faccioso se enrique­ce con el nombre de 'Eduardo Marquina, al de! pueblo se incorporan los de Antonio Espina, Juan fosé Domencbina, León Felipe, Ernestina de Champourcin. . . ■ .

Page 34: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

La conclusión que se desprende de este escru­tinio, abrumadora para la causa facciosa, es que la voluntad manifestada por el pueblo español a través de sus poetas coincide exactamente con la que arroja el plebiscito de los milicianos de la Re­pública. Ambos forman, al completarse, un todo indivisible que, como consecuencia, no consiente duda alguna sobre el lugar que ocupa en la con­tienda el alma española y con ella, en modo po­sitivo, la virtualidad creadora de la vida. Allí donde se encontrare el cuerpo se encontrarán las águilas, decía el Evangelio de Jesús. Allí donde se encuentra el pueblo se encuentran los poetas, traduce en su lenguaje España; los poetas que en estos furiosos días de ira se hacen lenguas de fuego, cuando no como Federico García Lorca, ensordecedoras lenguas de sangre. Así se atreve a decir Altolaguirre:

Fuera de si mi voz canta el ardiente delirio de este incendio apasionado, canta su rojo fuego vengativo.Canta el odio de un pueblo que renace desgarrando una entraña de verdugos.

Ese fuego es el mismo que hace a Moreno Villa fundirse con el miliciano en una aleación más próxima del acero de cañón que del bronce de

. campana:Converso con vosotros porque estáis en mis

( venas,en mi garganta y en mi frente y porque yo a mi vez estoy viviendo en el gatillo de vuestro fusÜ.

Por su parte, Emilio Prados se ha compene­trado de tal modo con la materialidad de su pueblo que entre su persona y la capital de Es­paña no existe solución de continuidad:

Ay, ciudad, ciudad sitiada, ciudad de mi propio pecho, iDónde comienzas, Madrid, o es Madrid que eres mi cuerpoT

La aptitud de algunos de los poetas contenidos en la Antología tiende tanto en estos momentos a la acción directa como al canto lírico. Por re­nunciar a cuanto no sea mera y positiva contien­da han hecho éstos la suprema renunciación: la del cultivo de la poesía. En ellos se formulan silencios o semisilencios tanto más reveladores cuando que provienen de poetas en cuyos labios ciertos ecos de la tragedia se expresaron profé- ticamente con anterioridad a los sucesos sangrien­tos. La profecía inspiró, por ejemplo, a Aleixan- dre, autor de! libro tan sintomáticamente titulado Espadas como labios, donde resuena con antici­pación la voz destrozada del pueblo español, de su Verbo victimado, presente con mayor inten­sidad aún si cabe, en su último libro, de título también muy significativo: La Destrucción o el Amor.

En el mismo caso se encuentra Salinas, a través de cuya oersonalidad se manifiesta la exacta rea­lidad de Víspera del Gozo, característica de la Es­

paña de hoy; realidad aún más visible, por más concretamente plasmada, en su libro Razón de Amor, aparecido muy pocas semanas antes del estallido de julio del año 36. Termina este libro con tres poemas titulados cuán significativamen­te: Fin de Mundo, Suicidio hacia arriba y La felicidad inminente. Léense en este último los si­guientes versos con acento, modalidad y signifi­cación de salmo:

Me estremeceun gran temblor de víspera y de alba.Escogido estoy para la hazaña del gran gozo del mundo.

Porque viene a luchar su lucha en mí.Veo su doble rostro,su doble ser partido, como el nuestro,las dos mitades fieras, enfrentadas.

Así también Larrea, gran parte de cuya obra parece estar en íntima relación con el sentido profundo y aun inconsciente que está pugnando por abrirse paso en estos días que vivimos.

¿Qué otra cosa con más autoridad que la con­dición profètica determinante de tales vaticinios podría dar testimonio de la naturaleza del Espí­ritu que mueve a los humanos instrumentos donde se transforma en música y expresión el hondo aliento del pueblo? Día ha de llegar en que ciertos aspectos desapercibidos de la poesía española, como los apuntados aquí tan a la ligera, serán analizados a fondo para maravilla de unos y con­fusión de otros. ¿Podrá causar extrañeza que, si se acerca para España el nuevo mundo del Espí­ritu, se vislumbren ya algunos chispazos carac­terísticos comparables a aquellas aves que anun­ciaron a los navegantes de Colón, consumada la travesía la proximidad del nuevo mundo de Amé­rica?

Mientras tanto, y puesto que de poesía se tra­ta, fuera injusto olvidar a un gran número de poetas que por razones de diversa índole, cuando no por la invencible de la edad, no tuvieron cabida en las Antologías de Gerardo Diego. Con el mismo entusiasmo y frecuentemente con no menores méritos, militan en las filas del pueblo: Miguel Hernández, fosé Maria Quiroga Pla, Pe­dro Garfias. Rosa Chacel, José Herrera Petere, Juan Chabás, Arturo Serrano Piafa, Juan Gil- Albert. Ramón Gaya, Antonio Aparicio, Lorenzo Varela, etc. Ha bastado que el vendaval patrió­tico sacudiera el árbol popular para que haya surgido por todas partes un armonioso resonar de labios y de pechos, un estremecimiento de can­ciones que se trasmiten de español a español hasta hacer de España un inmenso crisol poético al rojo siempre vivo. Así ha nacido el Romancero de la Guerra Civü, como nació el romancero clá­sico cuando nuestros antepasados batallaban con­tra idéntica morisma y contra idénticos imperia­lismos invasores. Recita el miliciano, la moza, el muchachuelo, recita el frente y la retaguardia; brota la poesía de las trincheras en las noches

Page 35: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

espantosas de angustia, rima con el borboteo febril de las heridas, irrumpe bajo el cielo derrum­bado de los bombardeos, entre violentas execracio­nes, violentos optimismos y anhelos, no menos violentos, de bien y de justicia; emana de una voluntad poética irrazonada que revela el con­tenido de estos hombres que se enfrentan a las máquinas de la muerte con un romancillo entre los labios.

No es esto todo. El pueblo español, tan suma­mente abandonado en otros aspectos, goza en el dominio de la Poesía de todas las ayudas. Al coro de gargantas peninsulares ha venido a sumarse un sonoro rumor de versos e imprecaciones que, vuel­tas hada el corazón de nuestro pueblo, emiten todas las latitudes. No es sólo España, es el orbe hispánico el que se encuentra en orden unánime de batalla. Es César Vallejo, muerto simbólica­mente con el nombre de España eternizado en su último suspiro y dejando un libro: España, apar­ta de mí este cáliz; son Gabriela Mistral, Vicente Huidrobo, Pablo Neruda, autor del bello libro: España en el Corazón y todos los demás poetas chilenos que han colaborado en el homenaje a la Madre España; son Enrique González Martínez Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia, Maples Arce, Carlos Pellicer, Octavio Paz, mexicanos, autor

A P O T E O S I S D E

Todos los medios son buenos para remediar, siquiera aparentemente, la carencia total de poe­tas que hoy se deja sentir en España. Después de elevar en alas de la fuerza al bajisonante José María Pemán hasta la Presidencia de la Real Academia Española, no se ha tenido escrúpulo en encumbrar de oficio a Adriano del Valle para hacer de él un figurón con que disimular ilustres ausencias. En los vericuetos de la tragicomedia franquista se ha extraviado, sin duda, el sentido de lo ridículo.

Por muy grotesco que parezca, el acto de la consagración pública de Adriano del Valle se cele­bró “en las proximidades de la plaza Mayor”, centro de España”, reuniendo a "poetas y escri­

tores de todas las provincias presididos por jerar­quías de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., y académicos de la Historia Y de la Lengua”.

La reseña del aparatoso simulacro, tal como aparece en el N® 143 de Domingo, no tiene des­perdicio.

Eduardo Llosent y Marañón (?) ofreció el acto. Dionisio Ridruejo (?) “hizo una oración Poética que terminó con las palabras de Rubén Uario en el Responso a Verlaine, llamando a Adriano padre y maestro mágico”. Ni más ni me­nos.

Eugenio d’Ors “estudió los dos valores disí­miles por él alumbrados a la mayor gloria de la Poesía española contemporánea: Ramón de Bas- terra y Adriano del Valle”.

"En un verdadero torneo literario dieron su

este último del libro a España Bajo tu clara som­bra; es el cubano Nicolás Guillén, que ha dado a luz su España, poema en tres cantos y una esperanza; son decenas, centenares de poetas los que llevados por una intuición libre de todo com­promiso han venido de todas las Repúblicas ame­ricanas a dar testimonio colectivo, a congregarse en tomo a este lecho de dolor donde —pobre el que no sienta— algo de importancia defini­tiva está naciendo.

Gran parte de estos hombres carecían en 1936 de una posición política determinada. Ha bastado, sin embargo, que unos generales atacaran al pueblo para que en su casi totalidad los poetas del orbe hispánico tomaran inmediatamente partido. Por­que en España no se trata hoy de política en el sentido vulgar de la palabra, sino de vida y muer­te, materia de que la sensibilidad poética entiende más que la del resto de los hombres. Algo hay en España en estado naciente y algo que, des­pués de condenarse para siempre, está muriendo. Así se explica que los poetas de todas las lati­tudes, en contraste con la posición equívoca que mantienen otros hombres de profesiones menos desinteresadas, hayan acudido a congregarse a Es­paña, unánimemente, como un solo poeta, como ese sumo Poeta que se llama Verbo Hispánico.

L E S P E R P E N T O

homenaje al poeta: Manuel Machado, PedroMourlane Michelena, Pedro Laín Entralgo, Pablo Sebastián, Diego Romero, Alvaro Cunqueiro, Ma­nuel Halcón, Manuel Augusto, Antonio Maricha- lar, Claudio de la Torre, Antonio Tovar, y leye­ron bellísimas poesías en su honor Federico de L'rrutia, Margarita Pedroso, Josefina de la Torre y Manuel Machado”. En su casi totalidad muy señores nuestros.

Nos es de antiguo conocida la opinión que merece a algunos de los aquí mencionados la poesía y la persona de Adriano del Valle, verda­dero poeta alumbrado y objeto de la conmisera­ción del Parnaso en pleno. Lo que no evita que se encuentren aquí engrosando el coro de a su vez conmiserables figurantes, en esta consagración centrohispánica refrendada por un alegre revolo­tear de ángeles custodios y otras zarandajas de Real Academia y de las J. O. N. S. (¿De qué calibre era esta vez el revólver, Antonio Mari- cbalar?) Las jerarquías mandan.

Y esas jerarquías no se han contentado con asesinar a Federico García Lorca. El ultraje de la poesía tenía que alcanzar las cumbres del es­carnio.

Que la mentira sea de tal magnitud que, so­brecogidos, nadie se atreva a ponerla en duda, nos enseña Mein Kampf, arte de hacer pasar gato por liebre.

Mas ni siquiera se trata de gato esta vez sino de ratón; ratón auténtico, categórico, lo mismo antes del parto, que en el parto y después del par­to del montaraz Eugenio d’Ors.

Page 36: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

LIBROS Y ESPECTACULOSJOSE ORTEGA Y GASSET

E N S I M I S M A M I E N T O Y A L T E R A C I O N(Espasa-Calpe Argentina. Buenos Aires, 19)9.)

D. José Ortega y Gasset ha roto, por fin, su pertinaz silencio de cuatro años y publica un libro. No ha podido —nos dice— ni darle figura más noble, ni más depurada entraña. Le urgía publi­carlo. Seguramente por razones más hondas que la que él mismo confiesa: “he decidido hacer con­currencia a esos piratas del Pacífico y publicar yo esos libros suyos, que son míos".

La remuneración de sus derechos de autor se la habrán podido piratear, pero la propiedad intelectual, no. Cada una de las líneas del libro atestigua su origen. El mismo estilo brillante y sugestivo, la misma pulcritud intelectual al plan­tear los problemas, las mismas disgresiones, feli­císimas a veces, para atacar el tema de flanco, la misma táctica de dejar el ánimo en suspenso y aplazar la solución para otra conferencia u otro libro ...

En este, en la primera parte de este, D. José Ortega arremete briosamente contra los sociólogos y entre verdades como puños que les suelta, jus­tas y_ exactas, se le escapa esta sorprendente afir- mación: “La sociología, en efecto, no está a la altura de los tiempos, y, por eso, los tiempos, mal sostenidos en su altitud, caen y se precipitan". ¿Qué significa esto? ¿Es que afirma en serio que la crisis por que atraviesa Europa y el mundo obedece simplemente a la frivolidad de los soció­logos? ¿Es que la inquietud, la angustia, el fervor con que los hombres gritan, combaten y matan, no tiene más causa que la pseudo-sociología y que todos se aquietarían como por ensalmo, en cuanto que un sabio, el mismo Ortega, por ejemplo, les dijese clara y certeramente qué es la sociedad y qué es lo social? ¿A qué espera entonces para decirlo, y cómo no lo ha dicho en estos tres años de guerra en que tanta falta nos hacía?

Tal vez porque estábamos alterados y él mis­mo estaba ensimismado. La crítica de los soció­logos no es más que la introducción al tema cen­tral de su conferencia que versa toda ella sobre ensimismamiento y alteración. La alteración no es tan sólo ni principalmente, la acción de alterar o alterarse, sino la actitud del “que está siempre atento a lo que pasa fuera de él, a lo otro que él”. Alteración es, pues, en cierto sentido, lo con­trario al narcisismo. El ensimismamiento da al hombre la posibilidad de meditar, que es su atri­buto esencial. En cambio, "la alteración le ob­nubila, le ciega, le obliga a actuar mecánicamente en un frenético sonambulismo".- Hace del hom­bre un mono, pues son, en efecto, esas, “diablescas bestefuelas” las que nos dan el más alto ejemplo de constitutiva alteración.

Si el Sr. Ortega hablara tan sólo del pensa­dor y para pensadores, sería tal vez más explicable este prurito de edificar una vez más _ la clásica torre de marfil. Y aun en este caso, ¿cómo podrá pensar el hombre que jamás ha abierto con estu­por sus pupilas para que en ellas se refleje el inquietante misterio de la naturaleza o de la vida? ¿Ni qué vigor podrá tener el pensamiento que no se nutra de un interés alterado, de una pasión por lo otro, aunque ese otro sea el mismo sujeto pensante? Y ¿cuál será la verdad del pensamien­to que no recoja el logas, la voz de las cosas?

Cuando fija el sentido que va a darle a la palabra alteración, el Sr. Ortega comete un peque­ño error de traducción, sin ninguna importan­cia en sí mismo, pero de enorme trascendencia por lo que implica. Dice que alteración viene de alter, que él traduce lo otro, cuando significa, en rea­lidad, el otro, el prójimo. La alteración no puede significar entonces un estar disperso y como perdi­do por el mundo, sino la preocupación y solicitud por la vida de los demás. No querer egoístamente encerrase en sí mismo para a solas saborear los propios pensamientos, sino abrirse fraternalmen­te a los demás para compartir con ellos sus an­gustias y sus sufrimientos.

Es verdad que hay dos maneras de vivir: en sí y fuera de sí. Fuera de sí viven todos los que aman, los que se entregan con alma y vida a las ideas y a las personas, a lo otro y a los otros que él. Precisamente porque aman, se enteran de verdad de lo que son las personas y las cosas. En la comunión o comunidad que el amor esta­blece quedan patentes los secretos más herméti­camente cerrados a la pura y fría especulación. ¿Cómo una Santa Teresa, por ejemplo, que jamás se ensimismó en el estudio de la Teología, llegó a construir una y de la más alta calidad, sino porque salió fuera de sí por amor de Dios? ¿E* que rompía su intimidad porque la agrandaba y enriquecía hasta meter dentro dé ella nada menos que a Dios?

Como los alterados conocen de distinta ma­nera que los ensimismados, hablan también de modo distinto. Es difícil discernir en sus palabras lo que es estrictamente personal y lo que es eco de pensamientos e inquietudes compartidas más o menos conscientemente por todos. Don José Orte­ga se aparta de este camino con visible repugnan­cia por horror de la demagogia. Pero además del demagogo hay el profeta. Y hay todo el problema de la creación de la cultura. ¿Podrá nunca ser creador un ensimismamiento si no lo fecunda el otro o lo otro, la alteración?

Page 37: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

Exactamente como los ensimismados, los al­terados aciertan unas veces y otras se equivocan, porque no es reflexión lo que les falta, sino ensi­mismamiento. Pero acierten o se equivoquen, viven hasta sus raíces la dramática peripecia que es la vida humana. Dentro de sí evidentemente se está más seguro. "Cuando el hombre se pone “Fuera de si” es que aspira a descender y recae en la animalidad". Don José Ortega parece que no admite más que un fuera de sí y no ve que el pun­to culminante del peligro y riesgo de la vida humana está precisamente en la dirección que toma el hombre cuando sale fuera de sí. Al salir fuera de sí puede perderse en el mundo, en la animalidad, pero también puede encontrarse en el prójimo, en la colectividad, en Dios.

Quizá el vacío más grande del pensamiento de Don José Ortega, la causa y explicación de todos sus otros vacíos, sea justamente esta ausen­cia de perspectivas divinas, que persiste a lo largo de toda su obra.

José Manuel GALLEGOS.

GENERAL VICENTE ROJO: ALERTA A LOS PUEBLOS

(ESTUDIO político-militar del pe­riodo final de la guerra española-- Ed. Anicetto López.—Buenos Aires).

Tan vivo, tan caliente está aún el drama de nuestro pueblo, que el ex Jefe de Estado Mayor Central de la República Española, al ofrecernos su testimonio no puede sustraerse al temblor an­gustioso y al aliento febril y apasionado de los días de lucha Y en buena hora. Porque ¡ay! de aquellos que traten de hundirse en nuestra tra­gedia, andando sólo a través de planos y de cartas. En nuestro drama hay que sumergirse en su en­traña ardiente. Y quemarse.

Vamos, pues al libro, con nuestra experiencia viva de español y ex combatiente. Vamos pronto, con la cicatriz abierta, al mismo corazón de la tragedia.

A lo largo de todo el libro avanzan dos co­rrientes que se acercan y se alejan, poniéndonos al desnudo la contradicción interna de un espa­ñol honrado, con fe en su pueblo, pero con una fe limitada y cercenada por las aristas del mi­litar, del profesional de la guerra. De ahí provie­ne su exaltación fervorosa del combatiente y su desprecio, su declaración de odio coñtra la re­taguardia. Estas dos corrientes se mueven, en su Perfil y en su latir más profundo, envueltas en una atmósfera amarga, a la que de vez en cuando el general Rojo hace llegar algunos rayos de luz y de esperanza.. Su profesión de fe, al abrir las primeras pá-

Bnas, nos alientan en su lectura: “extinguida la jucha, sin renunciar a ninguno de los ideales que defendió y conservando las creencias y la fe en fes destinos del pueblo”, encontramos, ahora, en el

anónimo, al ex Jefe de Estado Mayor del Ejér­cito Popular.

Y con esta fe entra en la última fase de ia guerra española, comenzando por presentamos un cuadro general de la situación política y militar antes de la batalla y retirada de Cataluña. Al analizarla, después de pintamos un panorama, crudo, lleno de obscuras traiciones y de turbias encrucijadas, Rojo se pregunta^ ¿Por qué no se dejó hacer al Gobierno una auténtica política de guerra? Era la misma pregunta que, estérilmente, se hacían los soldados que permanecían algunos días en la retaguardia.

Rojo rompe este silencio, tímidamente. El que sepa leer entre líneas o el que haya sentido en su carne el drama de nuestro pueblo, comprende en seguida qué extensión tienen las críticas y las acusaciones veladas de Rojo. Cuando él arremete contra los que obstaculizaron y debilitaron la autoridad del Gobierno y del Ejército, sabemos a quiénes alcanza esta responsabilidad histórica. Pero aunque Rojo intenta desenterrar la verdad lo hace tan débilmente que a veces la verdad se escurre y aparece ante nuestros ojos una reta­guardia podrida, unos dirigentes vencidos y un pueblo que no está a la altura de la grandeza y del heroísmo de su Ejército. ¡Y eso no! Los que impedían fuese una realidad las medidas salva­doras que el pueblo venía reclamando casi desde el comienzo de la guerra —y que justamente son las que Rojo señalaba— fueron las momias de la vieja política, que después de una sorda y turbia labor de descomposición se alinearon al lado de los traidores casadistas. Fueron los que hoy, muer­tos ya para siempre política y humanamente, quieren hacer de sepultureros de nuestro pueblo, del brazo de los monarquizantes.

Y sigamos adelante. La situación militar des­pués del terrible desgaste sufrido en la batalla del Ebro, era muy difícil. Militarmente se había previsto cuanto era posible. De la zona Centro-Sur debía llegar una ayuda salvadora mediante una serie de operaciones escalonadas que comenzarían con un desembarco en Motril.

Y cuando todo está ultimado, el edificio cons­truido laboriosamente se desploma. Miaja de acuerdo con el Jefe de la Flota, se opone termi­nantemente a la operación.

La batalla de Cataluña comenzamos a per­derla al suspender la operación sobre Motril. Y yo añadiría: Y España. Rojo asoma de nuevo, uno de los frutos de su contradicción: Es inocen­te culpar a nadie de lo ocurrido; el hecho era efecto de un sistema absurdo en el ejercicio del Mando militar y en la dirección de la guerra. Esto es sólo una verdad a medias y es necesario señalar verdades enteras. Era efecto del trabajo de los que, hundidos en la sombra, temerosos de verle la cara al pueblo, no cesaban de conspirar y traicionar. Aprovechando la grave situación que se avecinaba, comenzaron a salir a la luz sus actividades. La actitud de Miaja fué un grave y mortal síntoma. Con esta situación política y militar, el telón del drama se alza. Y el drama

Page 38: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

se desarrolla sobre dos escenarios. Mientras en uno el Ejército Popular, en un esfuerzo desespe­rado y heroico lucha contra la superioridad aplas­tante de los invasores, en el otro el peso de la ac­ción lo llevan los enemigos de dentro, descom­poniendo, retorciendo y rompiendo, finalmente, ios hilos de la resistencia del pueblo.

Rojo nos lleva al primer escenario. Toda su descripción del curso de la batalla podría sus­cribirla, por exacta y por honrada, cualquiera que haya vivido los hechos. En medio de la derrota aparece una vez más la gloria de nuestro Ejército conservándose basta el último momento en manos del mando sin una violencia, sin una -protesta.

En pleno desastre, Rojo, cargado de temores, de desesperanza, llega al dilema crucial: ¿Liqui­dar la guerra o continuarla? Su posición era la de una renuncia terminante a la lucha. Creemos en su honradez, pero su actitud, era totalmente cie­ga. Abrumado, desbordado por la culminación de la tragedia, su fe se desvaneció y cayó. Cayó, eso sí, para levantarse del brazo que le tendiera el Presidente Negrín. La guerra no podía terminar más que con la solución aprobada por las Cortes en Figueras. Era la solución justa, humana y digna.

Liquidada la batalla de Cataluña, la otra faz sombría, obscura de nuestra guerra iba a florecer. Como en los días más difíciles, maduro ya el fru­to, salieron a la superficie los odios enconados, los resentimientos, arrastrados todos por el agua tur­bia de la traición. Y estalló la insurrección ca- sadista.

Rojo condena el movimiento, su_ esterilidad, su sed de sangre. Pero rehuye llamarle por su verdadero nombre. Inútilmente, navega por el Diccionario en busca de otro calificativo. La in­surrección tiene un nombre. Y es este: TRAI­CION.

El llamado Consejo Nacional de Defensa en­tregó a España, no por error ni torpeza. Cons­ciente, deliberadamente, después de un largo- pro­ceso de descomposición y de conspiración, Ca­sado y Besteiro se alzaron para entregar a Es­paña y a su pueblo, obedeciendo órdenes de Chamberlain y Daladier. Esta es la verdad lisa, llana y tremenda.

Como para mitigar la indignación y la amar­gura que este episodio vergonzoso le produce, Ro­jo dedica un capítulo a exaltar las virtudes del combatiente español, que espera paciente y enno­blecido sobre los campos de concentración, las nuevas cárceles de la sociedad moderna. Justo el elogio. Bien merecido. Y valioso por venir de quien viene. Pero que quede claro para el señor Rojo esto que se esfuma a lo largo de su libro. Y es que si verdaderamente el Ejército fué lo más abnegado, lo más puro y lo más noble de nuestra guerra, lo fué por ser la flor de nuestro pueblo. Por esto no es justo señalar el hondo va­lor humano de nuestros combatientes en oposi­ción a todo lo que quedaba fuera, desconociendo sus raíces y su procedencia. Los que no se sal­vaban del desastre porque nada fiemen que ver

con nuestro pueblo ni con su Ejército era toda aquella “charca” tan bien definida por Negrín, de batracios sociales y políticos desmoralizados y cuya incapacidad de abnegación y de sacrificio nos había conducido al desastre.

Después de esto, próximo ya el final del libro, Rojo asoma una vez más su alma, anegada en su terrible contradicción. Y como arrepentido o como si intentara salvar de un tirón todo lo in­salvable, afirma que la causa de nuestra derrota se debe “al fracaso de los sistemas y los proce­dimientos seguidos en el desarrollo de la doctrina democrática”. De esta tremenda realidad, se­gún él, nadie es culpable.

Y naturalmente, no estamos de acuerdo. Las causas de nuestra derrota son dos, fundamental­mente. La primera y más decisiva, procede de fuera, es: la cobardía, la traición y la complicidad de los gobiernos que elaboraron la fórmula de la No intervención. Todos ellos, al dejarnos con las manos vacías, indefensos, inermes, contribuyeron a estrangularnos. La responsabilidad más grave alcanza a los gobiernos de Inglaterra y de Fran­cia, forjadores y animadores de esta política cri­minal. Salvamos, en cambio, de acuerdo con Rojo, a la U. R. S. S„ por su ayuda decidida y a Mé­xico. La segunda causa, la hemos expuesto a lo largo de esta nota: es la acción interior y di­solvente de los traidores y derrotistas. Por encima de una y de otra, queda limpia y clara la gran­deza de nuestro pueblo. Nada puede obscurecer su gloria.

Y ahora, al cerrar las últimas páginas del li­bro de Rojo, rendimos homenaje a su sinceridad española y nos alegramos de que el ex Jefe de Estado Mayor Central, esté con nosotros en la hora de la fe, de la esperanza y de la confianza en nuestro pueblo.

Adolfo S. VAZQUEZ.

TODO UN HOMBRE, DE DON MIGUEL DE UNAMUNO, EN EL TEATRO ARBEU

Un actor español emigrado, Benito Cibrián, ha elegido para su presentación en México la obra dramática de don Miguel de Unamuno. Todo un hombre.. Como es sabido, esta comedia —empleo el vocablo en su sentido más genérico— proviene de la novela Nada menos que todo un hombre y pasó a la escena adaptada por Julio de Hoyos, escritor discreto y respetuoso.

Don Migue! solía hablar mal de la adapta­ción realizada por Julio de Hoyos. Cometía injus­ticia, pero era explicable que cayera en ella. En la elaboración imprescindible, para que la masa novelística se aviniera a los ritmos y módulos de la escena, don Miguel no intervino o intervino muy poco o intervino menos de lo que hubiera querido o, a su juicio, Julio de Hoyos intervino demasiado porque aunque los extraños aoenas veíamos las huellas del adaptador, don Miguel las veía, como es natural, y, como es —era— na­

Page 39: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

tural también en él, le sacaban de quicio. El hom­bre más singular, por vocación de serlo, que Es­paña ha parido no podía soportar la presencia cié manos ajenas en una creación de su espíritu y Julio de Hoyos fué víctima inocente de su rencor, atemperado, de vez en vez, por las relativamente cuantiosas liquidaciones económicas percibidas, argumentos a los que aquel gran don Miguel, tan humano, no era insensible.

Don Miguel se veía traicionado o, por lo menos, escamoteado, y, en cierto modo, tenía razón. Todo un hombre es la menos unamunesca de sus obras dramáticas. Unamuno está en ella integro, total, en cuerpo y alma, como a él le gus­taba estar, como él quería pasar a la otra vida, con su barbita blanca y sus gafas y su chaleco cerrado y su sombrero redondo y su perfil de buho. Pero no está solo. Comparte el ámbito con una sombra suave, tenue, dulcemente luminosa que pule aristas, enguanta ángulos, lima esquirlas y, por su influencia, Unamuno, sin dejar de ser él, se presenta adobado y, hasta me atrevería a de­cir un poco, no mucho, amaestrado. Pero, a la vez, por esa protesta contra Julio de Hoyos don Mi­guel completa su identidad radical con Alejandro Gómez, protagonista de la comedia, hombre —todo un hombre según él— de soliloquio, de principio y fin en sí mismo, de "cuando estoy conmizo está todo el mundo en mi”.

La aparición de don Miguel de Unamuno sobre una escena mexicana nos ha producido pla­cer veteado de melancolía nostálgica, si no hay redundancia en la conjunción de estos dos voca­blos. Don Miguel se nos perdió para siempre en el torrente de sangre y de fuego que anegó nuestra patria —aun no han descendido sus caudales- durante tres años. Murió del dolor que tantas veces había gritado por su boca, su dolor de Es­paña, y murió, como exigía su destino, crucificado en su propia cruz, el mástil tendido al filo de las dos mitades de nuestro ser nacional, un brazo sobre una mitad y el otro sobre la otra. Pese a las presencias impuras la realización dramática nos lo muestra con mayor viveza que los libros. Si él siempre es él, en el teatro, y aun en esta obra, nos aparece más de bulto y real. La música del diálogo tiene tal fuerza unamunesca, a pesar de todo, que las voces prestadas no la empañan y es su voz aguda, metálica, un poco gangosa, la que nuestros oídos oyen.

Los actores españoles que, con Benito Cibrián y Pepita Meliá en cabecera, interpretaron Todo un hombre, pusieron en el empeño talento, estudio y pasión. El público los premió con grandes aplau­sos merecidos. Nuestra gratitud de emigrados, por la velada, no podía expresarse con las palmas ri­tuales. Vaya entera en estas líneas.

Paulino MASIP.

B I B L I O T E C A S

La prensa de México ha publicado el siguente telegrama de Madrid:"El Director General de Archivos y Bibliotecas, señor Artigas, ha visitado al Ministro

de Justicia para ofrecerle la instalación en las cárceles de España, de bibliotecas que faciliten libros para lectura de los reclusos.

El señor Bilbao acogió con todo cariño la idea y la trasladó a la Dirección General deprisiones.

También dijo el señor Artigas que estaba dispuesto a que se pongan al frente de las bi­bliotecas carcelarias funcionarios especializados del Cuerpo de Bibliotecarios”.

¿Cabe confesión más explícita de que media España está en la cárcel? ¿Cuándo de otro modo se pensaría en instalar bibliotecas públicas servidas por el Cuerpo de Bibliotecarios? Más aún: ¿no quiere esto decir que la mayoría de los que en España leen se encuentran encarcela­dos? ¿No queríais cultura?, parece decir siniestramente el régimen franquista.

La Junta de Cultura Española, mientras tanto, ha empezado a recibir libros enviados por sus favorecedores. Raro es el día en que no llega un paquete. Reiteramos, sin embargo, a nuestros amigos, la necesidad que sentimos de formar un fondo bibliográfico considerable. Una vez más nos dirigimos a su generosidad. Ayúdesenos a oponer a la movilización bélica de nuestros enemigos la defensa natural del espíritu.

Page 40: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

E S T A F E T A

En cordial intimidad, sin invitación proto­colaria, el domingo 11 de febrero se abrieron a los miembros de la Junta de Cultura los nue­vos locales de que ésta dispone en Dinamarca 80.

Se distinguió la reunión por la cordialidad que reinó entre todos los asistentes, mexicanos y españoles, que pudieron admirar a su sabor la Casa de la Cultura Española con sus magníficos salones, su biblioteca incipiente, sus espléndidas terrazas y su sección deportiva, compuesta de frontón y piscina.

Los concurrentes, esta fué la impresión de todos, se sintieron como en su propia casa, augu­rio felicísimo para las tareas de orden cultural que se preparan.

Bajo los auspicios del Gobierno Mexicano y con asistencia de su representación oficial en la persona del licenciado García Téllez, Secre­tario de Gobernación, se reunió en México, de los días 14 al 17 de febrero la Conferencia Pan­americana de Ayuda a los Republicanos Espa­ñoles. Concurrieron delegaciones de los Estados Unidos, Argentina, México, Cuba, Uruguay, Chile y Puerto Rico, del Comité Internacional de Coor­dinación, de la Oficina Internacional por la In­fancia, etc. La Junta de Cultura Española, hon­damente preocupada por la situación lastimosa que aflige a los intelectuales refugiados en Fran­cia, no sólo destacó observadores que hicieran valer sus puntos de vista sobre los diferentes as­pectos del problema, sino que tuvo la satisfacción de albergar en sus locales, recientemente abiertos, a las diferentes comisiones deliberadoras de la Conferencia.

En la elaboración de las conclusiones apro­badas, la Junta de Cultura ha visto con agrado triunfar el criterio emigratorio por ella sostenido en la última Conferencia Internacional reunida en París, en junio de 1939, y que no fué tomado en consideración entonces.

M E X I C A N A

José Bergamín, en representación de la Junta, dirigió la palabra a los congresistas en la sesión plenaria de clausura, para agradecerles sus afa­nes en favor de los emigrados españoles y afir­mar una vez más la identificación de los intelec­tuales que la Junta representa con nuestro pueblo.

La Junta de Cultura Española nombró una delegación compuesta por los señores Millares, Iglesias y Larrea, para representarla en las sesio­nes del IV Congreso Mexicano de Historia cele­brado últimamente en la ciudad de Morelia. Por inoportuna indisposición de los otros dos dele­gados sólo pudo asistir a ellas el señor Ramón Iglesia, quien presentó un trabajo sobre la crónica de López de Gomara que fué muy apreciado por los doctos congresistas.

Hemos tenido el gusto de recibir entre nos­otros al Secretario de la Comisión Argentina de Ayuda a los Intelectuales Españoles, señor Nor- berto A. Frontini, a cuya actividad y entusiasmo extraordinarios se deben algunas de las mejores satisfacciones experimentadas por la Junta, en relación con la República Argentina. La víspera de su marcha la Junta se reunió en fraternal al­muerzo de despedida, para reiterar a Norberto A. Frontini el testimonio de su amistad y de su reconocimiento.

También hemos tenido la satisfacción de sa­ludar en los Delegados que Chile ha enviado al Congreso Panamericano de Ayuda, a nuestros amigos de la Alianza de Intelectuales de Santiago, señores Barrenechea y Calvo, que nos trasmi­tieron saludos y noticias abundantes de nuestros compañeros de Chile.

ESPAÑA PEREGRINA, publicación mensual de la Junta de Cultura Espa­ñola, pretende ser el órgano de expresión de cuantos estiman que la lucha por los altos principios que animaron a la República ba entrado en una fase no por discreta y laboriosa menos importante que la que con tanto heroísmo se libró en la península. Las cartas de aliento y adhesión, las iniciativas e indicaciones de toda especie, las colaboraciones de calidad, así como las suscripciones, serán reci­bidas con verdadero agradecimiento.

Page 41: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

M E M O R I A S D E

LA VERDAD SOBRE LA ESPAÑA DE FRANCO

Por A. V. PHILLIPS.

Con este título el diario News Chroni- cle de Londres, publicó el 19 de enero último el artículo que traducimos a con­tinuación.

El señor A. V. Phillips es uno de los pocos periodistas ingleses que, después de haber hecho reportajes de la Guerra Civil Española, perma­neció en Madrid bajo el régimen de Franco.

En agosto pasado se decidió a regresar a Inglaterra a fin de pasar unas vacaciones cortas, y cablegrafió a sus amigos para que lo espera­ran. No llegó y todos los esfuerzos que se hicieron para lograr comunicarse con él fracasaron. Ahora acaba de llegar a Londres y ha explicado su silen­cio forzado: Franco retuvo a este inglés, durante los cuatro meses transcurridos, sin otorgarle si­quiera el formulismo de un juicio y por sospechar que sus simpatías se hallaban del lado republicano.

El señor Phillips relata aquí —exclusivamente para el NEW S CHRONICLE— sus experiencias y nos ofrece un cuadro de lo que ocurre en la Es­paña de Franco.

Me soltaron de la cárcel después de 130 días de prisión y pude salir al fin de Madrid hace unas dos semanas. Había vivido allí cerca de trece años. Hicieron el viaje conmigo sólo siete personas, nin- gona_ de ellas española. A la generalidad de los españoles les es imposible conseguir permiso para salir del país.

. Dejaba una tierra en donde se supone que reina ia paz y me preparaba para entrar en un País en guerra. Mas para mí la elección no eradudosa.

España ha salido de una guerra cruel, pero sus consecuencias continúan.

Franco ha perdido excelentes oportunidades de ser generoso. Después de ganar la guerra pudo caber ganado al pueblo. Pero fracasó en ello. Pudo Paber tomado a Madrid en el sentido más am- Plio de la palabra. Mas no lo ha logrado.

Sólo en Madrid hay unas cien mil personas en a Putcel, o sea un 10% de la población total.

En la casa en que yo vivía, un edificio de 24 apartamentos, no menos de seis tenían algún •arnilíar en la cárcel.

Lo mismo ocurre en el resto de España. Es- ando en la cárcel de Porlier vi llegar presos de

j lala.8a, Avila y otras ciudades y todos contaban a misma historia. Los de Málaga decían que ha- la 6,000 reclusos en una de las cárceles de allí.

U L T R A T U M B A

Puede asegurarse, a mi juicio con bastante fun­damento, que las cárceles de España contienen en la actualidad de uno a dos millones de hombres.

Franco cuando habla sobre el particular afirma que es ésta una de sus mayores preocupaciones, pero, asegura al mismo tiempo, que no puede pensarse en una amnistía.

Su única solución para el problema es la re­dención por el trabajo. Lo cual estaría bien a su modo si los castigos impuestos fuesen justos. Pero las sentencias de 20 y 30 años sobrevienen por los pretextos más fútiles.

Existe inevitablemente una corriente subterrá­nea en contra de Franco. Debe conocerla y te­merla. Aún está vigente la ley marcial y ha de pasar tiempo antes de que sea levantada.

No existe, sin embargo, peligro de rebelión. El pueblo tiene un agudo sentido político y sabe que sería inútil. Más aun:- están todos esperando que se solucione la contienda entre la Falange, los nacional-sindicalistas, los requetés y los tradi- cionalistas.

Los últimos son monárquicos, desde luego, y gran parte del pueblo está con ellos porque exis­te la creencia que el rey daría, al regresar, una amnistía. En estas circunstancias la monarquía recibiría el apoyo del millón o dos millones de personas que se encuentran en las cárceles y de los cinco a diez millones que las esperan a las puer­tas con los brazos abiertos.

Las dificultades entre la Falange y los Reque­tés van ahondándose y me imagino que no ter­minará el año sin que haya ocurrido algo serio entre ellos.

Se hacen todavía en Madrid unas mil ejecucio­nes por mes. Se observa en tomo de ellas el más profundo silencio. Se reúne a los prisioneros de las cárceles de Madrid durante la noche y se les concentra en Porlier. De allí son llevados, en gru­pos, al Cementerio del Este, en donde se oyen, de madrugada, los tiros de fusil. A veces sacan hasta cuatro grupos y las calles resuenan con gritos de: “¡Viva el socialismo!” “Viva el comu­nismo!”

No podría decir el número exacto de ejecucio­nes realizadas en Madrid, pero creo poder asegu­rar que pasan de 40,000, ya que fueron hechas en masa durante los primeros meses de la ocupación de Franco.

Franco se refirió, en su discurso del primero de año, a la matanza de 100,000 de sus hombres, lo que se esgrime por la España fascista como justificación de ejecuciones en la misma gran es­cala. Pero estoy seguro de que dicha suma ha sido sobrepasada ya.

Con tantos trabajadores en prisión —los brazos más hábiles— la agricultura y el trabajo en general

Page 42: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

se encuentran en situación desastrosa. Además, existe tal carencia de materias primas que puede decirse que la industria se halla prácticamente paralizada.

La consigna de la España nacionalista es: “Es­paña : Una, Grande, Libre”, pero puede estar segu­ro Franco de que España no es ninguna de esas cosas. Con su política de odio en lugar de amor y perdón no hace más que dividir el país en grupos de opresores y oprimidos. España no será nunca una nación libre mientras sus cárceles sigan con­teniendo muchedumbres.

¿Cuánto tiempo pasará sin que Franco se aperciba de ello? Si no despierta pronto a estas realidades puede estar seguro de que le esperan muy graves complicaciones.

EL SEXTO ANIVERSARIO DE LA ENTRE­VISTA DE JOSE ANTONIO CON

EL D IC E ITALIANO

M A D R ID .— L o s p e r ió d ic o ? r e c u e r d a n q u e h o y s e c u m p le n s e is a ñ o s de l a e n t r e v i s t a q u e s o s ­tu v o e n R o m a e l f u n d a d o r d e l a F a l a n g e , J o s é A n to n io P r im o d e R iv e r a , c o n e l D u c e d e I t a l i a . E r a n lo s d ía s e n q u e e l m á r t i r p r e p a r a b a l a fu n d a c ió n d e l m o v im ie n to q u e t a n h o n d a r e p e r ­c u s ió n h a b ía d e t e n e r m á s t a r d e e n e l p o r v e ­n i r p o l í t ic o y s o c ia l de E s p a ñ a . P e r o a n t e s d e e n c a u z a r d e f in i t i v a m e n te l a o r g a n iz a c ió n , J o s é A n to n io m a n tu v o u n a e x te n s a e n t r e v i s t a c o n B e n i to M u s s o lin i , e l g e n i a l c r e a d o r d e l f a s ­c is m o i t a l i a n o .

L a f e c h a , d e c o n s ig u ie n te , t i e n e u n c a r á c t e r h i s tó r ic o y c o n s t i t u y e u n o d e lo s g ra n e le s f a s ­to s p a r a e l m o v im ie n to y l a c a u s a d e F a l a n g e E s p a ñ o la T r a d i c io n a l i s t a y d e la s J . O. N. S.

D iez d ía s m á s ta r d e , e n e l T e a t r o d e l a C o ­m e d ia . d e M a d r id . s e c e l e b r a b a e l a c to f u n d a ­c io n a l d e F a l a n g e , in t e r v in i e n d o e n é s te l a s m á s r e l e v a n t e s f i g u r a s d e l m o v im ie n to q u e n a c ía . H a b la r o n R u iz d e A ld a y A lfo n s o G a rc ía V a ld e c a s a s , c e r r a n d o e l h i s tó r ic o c o m ic io u n d i s c u r s o p r o f é t i c o cíe J o s é A n to n io P r im o d e R iv e r a . \

( E x c é l s io r ” , f e b r e r o 14 d e 1940.)

R ecuérdese que un m es después de esa v is ita de José Antonio Primo de R ivera a M ussolini, el 31 de m arzo de ese m ism o año de 1934. se rea­lizó la otra fam osa en trev ista confesada públi­cam ente por A ntonio Goicochea. Je fe de Acción Española. Según la m inuta que de esta últim a se conserva, el Duce o freció a los com isionados dinero y arm as, aceptados con agradecim iento, para provocar la guerra c iv il, con e l asesinato de cien tos de m iles de españoles, y fac ilitar la suprem acía ita liana . ¡A cendradísim o españo­lism o!

LA CULTURA EN ARMAS

E n e l c o n g r e s o e x t r a o r d i n a r i o d e l S in d ic a to E s p a ñ o l U n iv e r s i t a r io , c e le b r a d o e n E l E s c o r ia l , b a jo la p r e s id e n c ia d e l d e le g a d o n a c io n a l s e ñ o r G u i ta r te . y c o n a s i s t e n c i a d e l g e n e n a l M u ñ o z G ran d 'e , m in i s t r o S e c r e ta r io de F a l a n g e lo s c o n ­s e je r o s e s tu d i a r o n lo s t e m a s : “J u v e n tu d y U n i ­v e r s id a d , “J u v e n tu d y e l M u n d o " , “J u v e n tu d y R e v o lu c ió n , “ M ilic ia s U n i v e r s i t a r i a s " y “S in - a ic a c ió n O b ü g a to r i a ” . E n s u d is c u r s o e l g e n e r a l M u ñ o z G ra n d ’e. d i jo : “T o d o lo q u e h a g a m o s e n m e jo r a d e n u e s t r o p a ís de n a d a s e r v i r á s i n o te n e m o s u n e jé r c i to f u e r t e y p o d e ro s o q u e t e n ­g a a r a v a a^ to d o s n u e s t r o s e n e m ig o s . P a r a l o g r a r e s t e e j é r c i t o h a y q u e d o ta r lo d e a r m a s p a r a e l c o m b a te y s e m b r a r e n t r e s u s c o m p o ­n e n te s l a i n t e r i o r s a t i s f a c c ió n q u e le s p e r m i t a i r h a c i a la m u e r te c o n a l e g r í a . P e r o n o e s

p o s ib le s o s t e n e r u n a o f ic ia l id a d p r o f e s io n a l que s a t i s f a g a la s n e c e s id a d e s d e l a n a c ió n e n a r ­m a s . n i se d e b e r e c u r r i r o t r a v e z a l s is te m a p a s a d o , e n q u e s ó lo e l v a lo r l e g e n d a r io de n u e s t r a r a z a , e n c a r n a d o e n lo s a l f é r e c e s p r o ­v is io n a le s . r e s o lv ió la s m á s d i f í c i le s s i tu a c io ­n e s . E s p r e c is o o b te n e r l a o f ic ia l id a d p o r s e ­le c c ió n e n t r e lo s a u e , r e u n ie n d o u p a a d e c u a d a b a s e de c u l t u r a , p o s e a n a q u e l la s o t r a s d e a u s ­te r id a d , g r a n d e z a m o r a l y c o n o c im ie n to s m i l i ­t a r e s q u e le s p e r m i t a n e n c u a d r a r la s u n id a d e s o r g a n iz a d a s e n l a m o v il iz a c ió n b a jo l a g u í a d i ­r e c ta de l a o f ic ia l id a d p r o f e s io n a l . L o s c e n t ro s d e e n s e ñ a n z a s u p e r io r h a n d e s e r , p o r c o n s i ­g u ie n te , lo s q u e n o s p ro p o r c io n e n , m e d ia n te la a d e c u a d a in s t r u c c ió n p r e m i l i t a r , lo s o f ic ia ­le s d e l e jé r c i t o e s p a ñ o l” .

( “N o v e d 'ad és” , f e b r e r o 14 de 1940.)

M A D R ID , f e b r e r o 25. ( T r a n s o c e a n . ) — E l s in ­d ic a to de la s U n iv e r s id a d e s e s p a ñ o la s c o m u n ic a q u e p r ó x im a m e n te s e h a r á o b l ig a to r i a l a i n s ­t r u c c ió n p r e m i l i t a r p a r a toc tos lo s e s tu d ia n tç s .

P o r e l S in d ic a to E s p a ñ o l U n iv e r s i t a r io se ha a c o r d a d o la c r e a c ió n de C e n t ro s de A cció.n H is ­p á n ic a . h a b ié n d o s e p r o p u e s to a u e e l p r im e r o de e llo s s e c r e e e n G a lic ia , v l a f u n d a c ió n e n M a­d r id d e l C o le g io de A m é r ic a , e n e l a u e r e c ib i ­r á n in s t r u c c ió n 30 a lu m n o s a m e r ic a n o s a u e . a c a ­b a s e n d e r e c ib i r s e e n A m é ric a .

( “N o v e d a d e s ” , 15 f e b r e r o 1940.)

M A D R ID , f e b r e r o 7. (A .P .)— L a “G a c e ta O fi­c i a l ’ p u b lic a u n d e c r e to d e l g e n e r a l F r a n c o , el c u a l a u t o r i z a a lo s o f ic ia le s p r o v is io n a le s qpe s i r v ie r o n a c t iv a m e n te e n lo s e j é r c i t o s n a c io n a ­l i s t a s , a e x a m in a r s e a f in d e o c u p a r 4.000 e m ­p le o s d e m a e s t r o s d e e s c u e la .

( “ E x c é ls io r " . 8 f e b r e r o 1940..)

P r e s id id a p o r F r a n c i s V e u b e k e , h a v is i ta d o a l g e n e r a l F r a n c o la c o m is ió n d e c a tó l ic o s b e lg a s q u e f u e r o n a M a d r id c o n e l e x c lu s iv o o b je to de h a c e r le e n t r e g a de u n a e s p a d a a u e le re g a la n lo s c a tó l ic o s b e lg a s a l J e f e d e l E s t a d o e sp a ñ o l.

( “N o v e d a d e s ” . 8 f e b r e r o 1910..)

LA HISPANIDAD EN MARCHA

M A D R ID , f e b r e r o 24. (A . P . ) — L u ig i F e d e rz o - n i. p r e s id e n te d e la R e a l A c a d e m ia d e I t a l i a , l le ­g ó p a r a i n a u g u r a r e l 27 d e l a c t u a l e l I n s t i t u t o I t a l i a n o d e C u l tu r a .

E l C a l i f a d e M a r ru e c o s h a o to r g a d o c o n d e ­c o ra c io n e s d e l a O rd e n de l a M e d a h u ia a y a - r io s c a t e d r á t i c o s d e l a U n iv e r s id a d d e M adrid , y h a n o m b ra d o C o m e n d a d o r e s a lo s re ç to rç s . B e r m e jo y R o d a x . y o f ic ia le s a lo s s e ñ o r e s F e* r r á n d iz y S o sa . A d o n P ío Z a b a la le h a o to rg a d o la G ra n C ru z d e d ic h a O rd e n .

( “N o v e d a d e s ” , 26 e n e r o 1940,)

PENETRACION JESUITICA

E n el t e a t r o e s p a ñ o l h a s id o l e íd a p a r a per e s t r e n a d a e n b re v e , l a o b r a d r a m á t i c a E sp a fi: ' bien maridada, d e la q u e e s a u t o r e l p a d r e .ie- s u í t a A u g u r io S a lg a d o .

( “N o v e d a d e s ” . 16 f e b r e r o 1940.)

E n la n u m e r o s a m a t r í c u l a a u e h a s id o r e g i s ­t r a d a e n la s d iv e r s a s F a c u l t a d e s de M a d r id , se n o ta e l in g r e s o d e n u m e r o s a s m u c h a c h a s . E n F i lo s o f í a de 900 m a tr ic u la d o s , l a m i ta d s o n m u ­j e r e s : e n F a r m a c ia h a v i n s c r i t a s 460: e n C ie n ­c ia s . 281: 101, en M ed ic in a , v 81 e n D erecho- De este número estudian C iencias y Letras unas doscientas re lig iosas. E stas cifras se refieren solam ente a la capital de España.

(“N o v e d a d e s ” . 13 e n e r o 1940.)

Page 43: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

R E G I S T R O B I B L I O G R A F I C O ' 11(1939-1940)

Pop A gustiu MILLARES CARLO.

A b re v ia tu ra s :

A. I .I .E .:— A n a le s d e l I n s t i t u t o d e I n v e s t ig a c io ­n e s E s t é t i c a s . ( U n iv e r s id a d N a c io n a l d e M éx ic o .)

AJP.t— A r te s P l á s t i c a s . D i r e c to r : M a n u e l R o d r í ­g u e z L o z a n o . M éx ico .

B. B . M .j— B o le t ín B ib l io g r á f ic o M e x ic a n o . M é ­x ico . ( I n s t i t u t o P a n a m e r i c a n o de B ib l io ­g r a f í a y D o c u m e n ta c ió n . )

E. y C .:— V é a s e n ú m e r o 4.

E. P .í— V é a s e n ú m e ro 6.

Ev«t— E v e n ts . A M o n th ly R e v ie w o f W o r ld A f- f a i r s . S p e n c e r R o d n e y , E d i to r . N e w Y o rk .

H. R .:— H is p à n ic R e v ie w . N e w Y o rk .

L. de 31.:— L e t r a s d e M éx ico . G a c e ta l i t e r a r i a y a r t í s t i c a . M e n s u a l. E d i t a d a p o r O. G. B a r r e d a .

Lnm .:— L u m in a r . R e v i s ta d e o r ie n ta c ió n d in á ­m ic a . D i r e c to r : Pe< ïro G r in g o i r e . M éx ico .

Jí. E .:— -V éase n ú m e r o 9.

B*!— R u ta . R e v i s t a m e n s u a l d e l i t e r a t u r a . D i­r e c to r : J o s é M a n c is id o r .

B- d. C. A .:— -V éase n ú m e r o 8 .

B* F . H .:— R e v i s t a d e F i l o lo g ía H is p á n ic a . B u e ­n o s A ir e s .— N u e v a Y o rk .

R* H . m . í— R e v i s t a H i s p á n ic a M o d e rn a . N u e v a Y o rk .— B u e n o s A ire s .

B- M. s . :— R e v i s t a M e x ic a n a d e S o c io lo g ía . P u ­b l ic a d a p o r e l I n s t i t u t o d e I n v e s t i g a c i o ­n e s S o c ia le s de l a U n iv e r s id a d N a c io n a l A u tó n o m a . M éx ico .

Bom.ï— V é a se n ú m e r o 11.

s*-:— S p e c u lu m . A J o u r n a l o f M e d ie v a l S tu d ie s . C a m b r id g e . M a s s a c h u s e t t s .

T*-— T iem p o . R e v i s ta M e x ic a n a d e C ie n c ia s S o ­c ia le s y L e t r a s . D i r e c to r : J o a q u ín R a m í­re z C a b a ñ a s . M éx ico , 1940.

T- X.t— T i e r r a N u e v a . R e v i s t a d e L e t r a s U n i­v e r s i t a r i a s . M éx ico . U n iv e r s id a d N a c io n a l A u tó n o m a .

(. . a « L i b r o s , f o l l e t o s y a r t í c u l o s d e a u t o r e s] í ï r a n ^e r o a s o b r e t e m a s e s p a ñ o l e s , b . L i b r o s , f o - n a l? s . / a r t í c u l o s d e a u t o r e s e s p a ñ o l e s . E n p r e - i ^ r a c ió n : I n v e n t a r i o d e l a p r o d u c c i ó n h i s p á n i c a r ï ^ B i 'ç n d i d a e n t r e 18 d e j u l i o d e 1936 y 31 hro<? • s i e m b r e d e 1938. c o n e x c l u s i ó n d e l o s l i • de r o I l e to s y a r t í c u l o s r e f e r e n t e s a l a G u e r r a b iir.li' spj l ñ a » l o s c u a l e s s e r á n o b j e t o d e u n a B i-

¿ o g ra f fa e s p e c i a l , q u e p u b l i c a r á M ig u e l F e r r e r . < R evista de!» Catalans d ’ Am erica, n ú m . 2,n °v . 1 9 3 9 ). p á g s . 9 6 -9 7 .)

A N U A R IO S . R E V IS T A S .

1 . A m iga. R e v i s t a d e l m u n d o fe m e n in o . M é­x ic o . 1940 (E D IA P S A .)

2 . Anuario México. 1940. A lm a n a q u e - A g e n d a - M a g a z in e . M éx ic o , 1940.

3 . C atalunya. B u e n o s A ire s . 1939-1940.4 . Educación y Cultura. R e v i s t a M e n s u a l . M é ­

x ic o . 1940. D i r e c to r : J u a n C o m a s .5 . España día a día. C u a d e rn o s m e n s u a le s de

i n f o r m a c ió n e s p a ñ o la , e d i ta d o s p o r O v id io G o n d i. M éx ico , 1939-1940.

6. España Peregrina. R e v i s ta m e n s u a l . M é­x ic o . 1940. (P u b l ic a c ió n d e l a “J u n t a de C u l tu r a E s p a ñ o la " .)

7 . Germanor. S a n t ia g o d e C h ile , 1939-1940.8 . La R ev ista deis C atalans d'Am érica. M é­

x ic o . T a l l e r e s G rá f ic o s d‘e l a N a c ió n , 1939- 1940.

9 . N uestra España. R e v i s ta m e n s u a l . D i r e c ­t o r : A lv a r o d e A lb o rn o z . L a H a b a n a , 1939.

10 . R essorgim ent. B u e n o s A ire s . 1939.11 . Rom ance. R e v i s t a P o p u la r H is p a n o - A m e -

r i c a n a . M éx ic o , 1940. (E D IA P S A .)12 . R om pctacones. R e v i s t a i n f a n t i l d e lo s j u e ­

v e s . D i r e c to r : A n to n io r r o b le s . M é x ic o , 1940.

A G R IC U L T U R A . T E C N IC A A G R IC O L A

13 . L o m a y O te y z a , J o s é L u is . A ritm ética del agricu ltor. M éx ico . E d i t . “ N u e s t r o P u e b lo " , 1939. ( B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

A R Q U E O L O G IA14 . C o lo m b in a s R o c a s , J . T eires cu ites carth a-

g in o ises d’E lv issa . P a r í s . E d . U n iv e r s i t a i - r e s . 1939. 36 lá m s .

15. Com ission Internationale pour la preh is-to ire «le la M éditerranée O ccidentale. T r a - v a u x d e la C o n fé re n c e d e B a r c e lo n e en 1935: F o u i l l e s d e M a jo r q u e e t l a p r é h i s - t o i r e d'es B a l é a r e s : E t a t a c t u e l d e l ’a r - c h é o lo g ie d e M in o rq u e ; C u l tu r e s a r d e e t s e s r e l a t i o n s m é d i t e r r a n é e n n e s ; C iv i l i s a - t io n p r é h i s t . M a l th a i s e ; C o lo n is a t io n p h é - n ic ie n n e e t c a r th a g in o is e . P a r i s . E d . U n i- v e r s i t a i r e s , 1939. 50 p á g s . 48 lá m .

B IB L IO G R A F IA , B IB L IO T E C O N O M IA

16. F e r r e r , M ig u e l : ;Cóm o se organ iza nnn B i­b lioteca Popular? e n B. E . M.. 31 d e e n e r o d e 1940. p á g s . 27-28.

17 . S e r ís , H .: S o b r e C la r a L o u is a P e n n e y : L i s t of Books printed 1«01-17(H), in th e L ib r n r y of the H ispànic Soeiety o f Am erica. N e w Y o rk , 1938. e n R . F . H ., p á g s . 72-74.

18 . S m ith , R o b e r to C .: La fundación h ispánica en la B iblioteca de los E stados Unidos de Am érica, e n B. B. M., 31 d e e n e r o de 1940, p á g s . 24-26.

B IO G R A F IA19 . P i - S u n y e r , C é s a r . M a r ta .S k ïa d o w s k n . e n

R. d . C. A., 3 (1 9 3 9 ) , p á g s . 7-19. (S o b reM a d a m e C u r ie .)

20 . R u b io M a ñ é . I g n a c io . G utierre de Cetina y sus herm anos en las Indias, e n L. de M.,7 . (15 d'e j u l i o d e 1939), p á g . 7.

21 . V i l l a - U r r u t i a , M a r q u é s de. C ristina de Sue­cia . B u e n o s A ire s . 1939.

Page 44: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

22 . X. P ere Coromines í Muntanya, e n R. *1. C.A ., 3 (1 9 3 9 ), p á g s . 105 106. (N o ta n e c r o ló g i ­ca . c o n l a b i b l io g r a f í a d e l e s c r i t o r d e s a p a ­r e c id o .)

C IE N C IA S

23. B a r g a l ló . M o d es to . N ociones de F ísica . M é­x ic o . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo -'. 1939. (B ib l. P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

24. B a r g a l ló , M o d e s to . La fís ica del hogar. M é­x ic o . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo " , 1939. (B ib l. P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

2 5 . C a r r a s c o , P e d ro . Las estrellas, e l hombre y e l perro, e n Rom.. A ñ o I , n ú m . 2 (1940), p á g . 4.

26 . G a r c ía F r e s c a , A n to n io . E l cuerpo huma­no y su s activ idades. M éx ic o . E d i t . “N u e s ­t r o P u e b lo ” , 1939. ( B ib l io te c a P o p u la r de C u l t u r a y T é c n ic a .)

27. G u in e a . E m il io . La vida de la s plantas.M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” . 1939. (B i­b l io t e c a P o p u l a r d e C u l t u r a y T é c n ic a .)

28 . M ira n d a . F a u s t in o . La vegetación del mun­do. M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” , 1939. ( B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

29 . P i S u ñ e r . Los átom os m arcados. E n “ R e» v i s t a N a c io n a l d e C u l t u r a ” . (V e n e z u e la .) N ú m e ro s 11-12.

30. P o r t i l lo . F e d e r ic o . La vida de los anim a­les . M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” , 1939. (B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

31 . R io ja , E n r iq u e . N ociones de h istoria natu­ral. M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” , 1939. ( B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

32. R io ja . E n r iq u e . Fundam entos de la Cien­cia de la Vida o B iología . M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” , 1939. ( B ib l io te c a d e C u l­t u r a y T é c n ic a .)

33. R io ja , E n r iq u e . E l mar, residencia de m ons­truos lum inosos, e n Rom., A ñ o I , n ú m . 1 1939, p á g . 4.

34. R io ia . E n r iq u e . La lucha por la v ida y los m edios de defensa de los anim ales. M éxico . E d i t . “ N u e s t r o P u e b lo ” . 1937. ( B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

35 . R io ja . E n r iq u e . O rientaciones actuales de las c iencias b io lógicas, e n E. y C„ A ñ o I, n ú m . 1 (1 9 4 0 ). p á g s . 22-27. v I I (1940), P á g ? . 81-86.

36 . R o d r íg u e z M a ta , E m il io . Lum inotecnia. M éxico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” . 1939. (B i­b l io te c a P o p u l a r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

37. R o d r íg u e z M a ta . E m il io . Medidas eléctr i­cas. M éx ico . E d i t . “N u e s t r o P u e b lo ” . 1939. ( B ib l io te c a P o p u la r d e C u l tu r a y T é c n ic a .)

38 . S a n ta ló , M a rc e lo . E l enigm a de la luna. M éx ico . E d i t . “ N u e s t r o P u e b lo ” . 1939. ( B i­b l io te c a P o p u l a r de C u l t u r a y T é c n ic a .)

C R IT IC A . E N S A Y O S39 . A b re u G ó m e z . E r m i lo . León Felipe. Espa­

ñol del éxodo y del llan to , e n L. de M., 13(1$ d’e e n e r o d e 1940), p á g . 5.

40. B a t a i l l o n , M a rc e l. S o b re H e n r i P é r e s . L’E s- pngne vne par le s voyageurs m usulm ans de 1010 a 1030. P a r í s , A d r ie n -M ju is o n n e u v e . 1937. e n R. F . H., a ñ o I . n ú m . 1 (1 9 3 9 ), p á g s . 69-70.

41 . B e r g a m ín , J o s é . Noches de la lírica cas­tellana. La m tislca extrem ada del m aestro Fray Luis le León, e n Rom., A ñ o I, n ú m . 1 (1 939). p á g . 11.

42. B e r n a d e te , M. J . The Ufe and personalltyof I nnmnno, e n " T h e P e r s o n a l i s t ” . (L o s A n g e le s ) . V o l. 20. n ú m s . 1 y 2 (1 9 3 9 ).

43. C a r n e r , J o s é . A lfonso R eves y E spaña, en E . A ñ o I. n ú m . 1 (1 940), p á g s . 37-38. (S o b re e l l ib r o “C a p í tu lo s d e l i t e r a t u r a e s p a ñ o la ” . M éx ico , " L a C a s a d e E s p a ñ a ” , 1939.)

44. C a r n e r . J o s é . S o b r e P é r e C o ro m in e s , E leg ía a V alencia. P a r i s . Im p . V u íb e r t . 1938. en R. d. C. A„ I I . (n o v ie m b r e d e 1939), p á g s . 111- 112.

45 . C a y u e la , A r tu r o M a., S. J . Menéndez y Pe- layo orientador de la cultura española.B a r c e lo n a , 1939. 403 p á g s .

46. D ie z -C a ñ e d o , E n r iq u e . E l teatro y sus ene­m igos. M éx ico . 1939. ( “L a Case, de E s p a ­ñ a ” ) , 166 p á g s .

47. D ie z -C a n e d a , E n r iq u e . E l arte y e l tiempo, en Rom., a ñ o I. n ú m . 1 (1939), p á g s . 1-2. (S o b re e l l ib r o d e C a r lo s O b re g ó n S a n ta - c i l ia , “ E l M a q u m is m o , l a V id a y l a A rq u i­t e c t u r a ” .)

48 . E n c in a . J u a n d e la . E l paisaje moderno. (E nsayo.) M o re lia , T a l le r e s t ip o g r á f ic o s F im a x , 1939. 76 p á g s . ( P u b l ic a c io n e s de la U n iv e r s id a d d e M ic h o a e á n .)

49 . E n c in a , J u a n de la . De lo “Goyesco'* me­xicano. A puntes de un extranjero, en A . I . I . E ., 4 (1 9 3 9 ), p á g s . 5-9.

5 0 . E r r o . C a r lo s A lb e r to . TJnamanp y Kierke- gaard, e n “ S u r” . (B u e n o s A ir e s ) , n ú m . 49. (1 9 3 9 ) .

51 . F . G. R . S o b re M a r ía Z a m b r a n o , Pensa­m iento y poesía en la vida española, en “E l N o tic ie ro B ib l io g r á f ic o ” , (M é x ic o ) , T o­m o I , n ú m . 5 (n o v ie m b r e d e 1939.

52. F e r r á n d e P o l. L . S alvat-P apasseit. Temes de la seva poesía. E n R. d. C. A„ I I (n o ­v ie m b r e d e 1939). p á g s . 55-62.

53 . G a r c ía M o re n te . M a n u e l. Idea de la hispa­nidad. I. España como estilo . I I . E l caba­llero cristiano. 2a e d ic ió n . B u e n o s A ires.

' E s p a s a - C a lp e , 1939. 123 p á g s .54 . G in e r d e lo s R ío s , E . Carta de Colón, en

Rom., A ñ o I, n ú m . 2 (1 9 4 0 ), p á g . 20. (So­b r e Carta de Cristóbal Colón e n q u e da c u e n t a d e l d e s c u b r im ie n to d e A m é r ic a , M é­x ic o . ( Im p . U n iv e r s i t a r i a , 1939. E d ic ió n f a c ­s ím i l ) .

55 . G in e r d e lo s R ío s . F. E l español del éxodo y de llanto, de León F elip e , e n E . P .. Año I. n ú m . 1 (1 9 4 0 ), p á g s . 39-40.

56 . G in e r d’e lo s R ío s , F . S o b re M a r ía Z am - b ra n o . Pensam iento y poesía en la vida española. M éx ico , 1939. E n L. de E., 12 (15 d e d ic ie m b re d e 1939). p á g s . 5-6.

57 . G o n z á le z v G o n z á le z , A lic ia . La leyenda del R ey Don Rodrigo. H istoria-novela , en T . N., A ñ o I . n ú m . 1 (1 9 4 0 ), p á g s . 35-44.

58 . G o n z á le z P a lè n c ia . A . H uellas islámicas en el carácter español, e n H. R., V II , 3 ( J u ly , 1939), p á e s . 185-204.

59 . G r in g o i r e . P e d ro . S o b re M a r ía Z a m b ran o . Poesía y F iloso fía , e n Lnm., 3 (1 9 3 9 ), p á ­g in a s 399-400.

60 . H e r r e r a P e te r e . J . S o b re R o d ’o lfo H a lf f te r . Cancionero popular español. M éx ico , 1940, e n Rom., A ñ o I , n ú m . 2 (1940), p á g . 15.

61 . Im a z , E u g e n io . D iscurso “in partibns", en E . p . . A ñ o I . n ú m . 1 (1940), p á g s . 15-18.

62 . Im a z , E u g e n io . Dos libros de María Zam­brano, e n E . A ñ o I . n ú m . 1 (1940).p á g s . 38-39. (S o b re P ensam iento y poesía en la vida española.

63. Don Lindo de Alm ería en el c ie lo de Mé­xico, e n Rom., A ñ o I . n ú m . 1 (1 9 3 9 ), pág- 5, (A p r o p ó s i to d e l b a l l e t d e R o d o lfo H a lr t" t e r y J o s é B e r g a m ín .)

64. J a r n é s , B e n ja m ín . Gracián, Prim or y re­beldía. e n Rom., A ñ o I , n ú m . 2 (1939)» p á g . 11.

65 . J a r n é s , B e n ja m ín . E l arte m ágico de Gi* raudoux. e n T„ n ú m . 1 ( e n e ro d e 1940)- p á g s . 23-32. (D e l l ib r o in é d i to Cartas Ebro.)

66. J a r n é s . B e n ja m ín . Pauta y arabesco, e n Tr n ú m . 2 ( f e b r e r o d e 1940), p á g s . 109-118- (D e l l i b r o e n p r e p a r a c i ó n , d e l m is m o tí t u lo . )

67 . L a r r e a , J u a n . Introducción a un mando nuevo, e n E . P„ A ñ o I , n ú m . 1. (1 940). p á ­g in a s 21-26.

Page 45: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

68. L a r r e a . J u a n P icasso en N ueva York, e n E . P . , A ñ o I , n ú m . 1 (1 9 4 0 ). p á g s . 25-36.

69. Lidia, M a r ía R o s a . T ransm isinón y recrea­ción de tem as greeolatinos, çn la poesía lírica española, e n R. F . H., A ñ o I. a ú in .1 (1 9 3 9 ), p á g s . 20-63.

70. M a ra s s o , A r tu r o . Las arm as de Marte en el Q u ijo te , e n R. F . H ., A ñ o I, n ú m . 1 (1939), p á g s . 64-65.

71. M a r t ín e z , J o s é L u is . S o b r e A z o r ín , E n tor­no a José Hernández, e n T. N.. A ñ o I, n ú ­m e ro 1 (1 9 4 0 ), p á g s . 55-56.

72. M e lv i l le , R o b e r t . P icasso , m aster o í th e phantom e. O x fo rd IJ n iv . N e w Y o rk . 1939.

73. M en é n d e z S a m a r a . A . S o b re Los fragm en­tos de H eráclito. V e r s ió n d e J o s é G ao s. M éx ico , 1939. e n L. de M., 11 (15 n o v ie m ­b re d e 1939), p á g . 4.

74. N. B . E l hacha. E leg ia española. E n R.»10 (1 9 3 9 ). p á g s . 57-5$, (S o b re e l l ib r o d e L e ó n F e l ip e , d e l m is m o t í t u lo . )

75. N ico l, E d u a r d o . Frend, e n L. de M., 11 (15 d’e n o v ie m b r e d e 1939). p á g s . 1, 2 y 11.

76. N ico l, E duarcT o. P a isa tg e i verita t, e nR. d. A .. 3 (1 9 2 9 ), p á g s . 21-27.

77. N ico l. E d u a r d o . Tiem po en silencio , e n T., n ú m . 2 ( f e b r e r o de 3 94 0 ), p á g s . 130-134.

78. O n ta ñ ó n , E d u a r d o d e . Corrida de toros, e n T ., n ú m . 1 ( e n e ro d e 1940), p á g s . 53-64.

79. O ría , J o s é A. S o b r e J e a n B a b e lo n , C e r ­v a n te s . P a r i s , 1939. e n R. F . H ., p á g i ­n a s 75-76.

80. P a s c u a l L e o n e , A lv a ro . S o b re E r m i lo A bi^eu G ó m ez, R uiz de A larcón. B ib liografía cri­tica . M éx ico , 1939, e n L. de M., 11 (15 d e n o v ie m b re de 1939), p á g . 5.

81. P i - S u n y e r . J a u m e . La hum anitat en v e lle ix f en R. d. C. A„ I ( o c tu b r e , 1939), p á g s . 19-26.

82. R o u r a - P a r é l l a , J o a n . La realització de si m ateix, e n R- d. C. A ., I I ( n o v ie m b r e d e 1939). p á g s . 13-24.

83. S á n c h e z B a r b u d o , A . V alle Inclán y sn paisaje, e n Rom.. A ñ o I , n ú m . 2 (1939),Pág. 9.

84. S a n ta ló , M a rc e l. E l d estl astral, e n R. d. C. A ., 3 (1939), p á g s . 2 9 )3 8 .

85. S o le r i V id a l. J. L'n cata là a la rea litza ­ció de la Icaria de Cabet. e n R. d. C. A.,3 (1 9 3 9 ). p á g s . 71-89.

86. T r in k e r . M a r th a K . d’e . Las m ujeres en el Don Q uijote de C ervantes com paradas con las m ujeres en los dram as de Shakespeare.M éx ico . T a l le r e s d e l a E d i t . C u l tu r a . 1939. 118 p á g in a s .

87. V e lo , C a r lo s . Ritm o y Cinema, e n Rom., A ño I, n ú m . 2 (1 9 4 0 ), p á g . 17.

88. X ir a u , J o a q u ín . N otes sobre la v ida in te­rior, e n R. d. C. A ., 5 ( o c tu b r e 1939). p á ­g in a s 11-18.

89. X ira u , J o a q u ín . Libertad y vocación, e n E . y C. A ñ o I, n ú m . 2 (1 9 4 0 ). p á g s . 61-67.

50. Z a m b r a n o , M a r ía . P oesía y filo so fía , en “T a l l e r ” . M éx ico , 1939. ( F r a g m e n t o d e l l i ­b ro , d e l m is m o t í t u l o . )

51. Z a m b r a n o , M a r ía . Pensam iento y poesía enln vida española. C o n f e r e n c i a s d e " L a C a ­s a d e E s p a ñ a e n M é x ic o ” . M éx ico . 1939. 179 p á g in a s . ( L a C a s a de E s p a ñ a e n M é ­x ic o .)

^2. Z a m b r a n o , M a r ía . F ilo so fía y poesía. V i­ñ e ta s d e R . G a y a . ( E d ic io n e s c o n m e m o r a ­t iv a s d e l IV C e n te n a r io d e l a F u n d a c ió n de l P r im i t iv o v N a c io n a l C o le g io d e S a n N ic o lá s d e H id a lg o : 1540-1940 .) M o re l ia , M ich .. P u b l i c a c io n e s d e l a U n iv e r s id a d M i- c h o a c a n a . 157 p á g in a s .

D E R E C H O . L E G IS L A C IO N

93. A l t a m i r a , R a f a e l . Investigación en la h is­toria ¿el derecho indiano. M é x ic o , 1 9 3 9 . E d . R o b r e d o .

94 . A l ta m ir a , R a f a e l . La de central isa t ion le - g is la t iv e dans le régim e co lon ia l espagnol.e n “B u l l e t i n d u C o m ité I n t e r n a t i o n a l d e s S c ie n c e s H i s t ò r i q u e s ” ( P a r í s ) , n ú m e r o 43 (1 9 3 9 ), p á g s . 165-190.

95 . G a b i lá n P ia - A lc a h u d . L egislación españo­la. S a n S e b a s t i á n . 18 de j ü l i o d e 1936 a lç d e a b r i l d'e 1939. 6 v o ls .

E C O N O M IA

9 6 . C u v i l l ie r , A rm and*. Proudhon. V e r s ió n e s ­p a ñ o la d e M a r ía L u i s a D ie z -C a ñ e d o . M é ­x ic o . Im p . M a n u e l L e ó n S á n c h e z , 1939. 380 p á g s . (F o n d o de C u l tu r a E c o n ó m ic a . S e ­r i e de lo s I n m o r ta le s . )

9 7 . H a r in g , C la re n c e H . Comercio y navega ­ción entre España y la s Indias. T r a d u c id o p o r E m m a S a l in a s . M éx ico . (F o n d o d e C u l­t u r a E c o n ó m ic a .) 1939.

F IL O S O F IA

9 8 . C o m a s , J u a n . S o b re G. D u m a s , Nouveau tra ité de psychologie, VI. P a r i s , 1939, e n E. y C., A ñ o I. n ú m . 2 (1 9 4 0 ), p á g s . 111-113.

99 . Los fragm entos de H eráclito. ( T r a d u c c ió n , a d v e r t e n c i a y n o ta s d e J o s é G a o s .) G r a ­b a d o s e n b o j p o r C a r lo s A lv a r a d o L a n g . E d ic io n e s " A lc a n c ía ” . M éx ico , 1939. ( T i r a ­d a d e 100 e je m p la r e s n u m e r a d o s y c o m ­p u e s to s a m a n o .)

100 . G a o s , J o s é . La filo so fía en M éxico. E n L.de M ., n ú m . 6 (15 d e ju n io d e 19 3 9 ), p á g s . 1-2 . (S o b re S a m u e l R a m o s , E l p erfil del hombre y la cu ltura en M éxico. M éx ico ,1938. )

101 . G a o s . J o s é . Cátedra de filo so fía . Curso de1939. Curso público de Introducción a 1® filo so fía .) M éx ico , 1939. 27 p á g in a s . ( L a C a s a d e E s p a ñ a e n M éx ic o .)

3 02 . G a o s . J o s é . F ilo so fía y pedagogía, e n E. y C .f A ñ o L n ú m . 1 (1940). p á g s . 11-16 .

103. G a o s , J o s é y F r a n c i s c o L a r r o y o . Dos ideas de ln filo so fía . M éx ico , 1940. (L a C a s a de E s p a ñ a e n M é x ic o .)

104. G a r c ía B ., * Ju an D a v id . Qué e s la m oderna f ilo so fía «le las ciencias. E n " R e v i s t a d e l a U n iv e r s id a d d e A n t io q u ia .” M e d e l l ín C o ­lo m b ia ) . n ú m s . 34-35. o c tu b r e - n o v ie m b r e d’e 1939.

105. G id e , A n d ré . E l pensam iento v iv o «le Mon­ta ign e. T r a d u c c ió n d i r e c t a p o r F r a n c i s c o M a d r id . B u e n o s A ire s , 1939. E d i t . L o s a d a . ( " B ib l io t e c a d e l P e n s a m i e n to V iv o ” , v o lú - m e n 6.)

106 . H u le y . J u l i á n . E l pensam iento v iv o deDarivin. T r a d u c c ió n p o r F . J im é n e z d e A sú a . B u e n o s A ire s . 1939. E d i t . L o s a d a . ( “B ib l io te c a d e l P e n s a m ie n to V iv o ” , v o lú - m e n 7 .)

307 . K e y s e r l i n g . C o n d e d e . La vida ín tim a. V e r ­s ió n c a s t e l l a n a de L u is L ó p e z B a l le s te r o s . B u e n o s A ire s . 1939. E s p a s a - C a lp e . 184 p á ­g in a s . (C o le c c ió n A u s t r a l , v o l. 92 .)

108 . X ir a u . J o a q u ín . D os cursos lib res de F i­loso fía , e n c a r g a d o s a d o n J o a q u í n X ir a u . M éx ico , 1939. A r te s G r á f ic a s C o m e rc ia le s , 18 p á g in a s . ( L a C a s a d e E s p a ñ a e n M é ­x ic o .)

F O L K L O R E

109. B a l G a y . J. R om ances y v illa n c ico s esp a­ño les del s ig lo XVI. D ispuesto en edición m oderna para canto y p iano. (C o n u n f a c ­s ím i l d e u n v i l l a n c ic o d e 1154). P r i m e r a s e r ie . M éx ico , 1939. ( L a C a s a de E s p a ñ a e n M éx ic o .)

110. M e n d o z a . V . T . E l rom ance español y el corrido m exicano. E stad io com parativo.M éx ico . 1939. E d ic io n e s d e l a U n iv e r s id a d N a c io n a l A u tó n o m a . X V I I I - 838 D ág s.

Page 46: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

ESPAÑA PEREGRINAPUBLICACION MENSUAL DE LA JUNTA DE CULTURA ESPAÑOLA

D i n a m a r c a , 80 MEXICO, D. F. t e l . l-5358 y 18-69-96.

Número su e lto .................................Suscripción anual:

México...................................Países de América — ..........Otros países .........................

Edición en papel de lujo (100 ejs.):México, anualmente ...........Países de Am érica...............Otros países .........................

Un peso.

Diez pesos.Dos dólares.Dos y medio dólares.

Veinte pesos.Cuatro dólares.Cinco dólares.

Para la mejor defensa de nuestra causa, para que ESPAÑA PEREGRINA, boy tan modesta, alcance el desarrollo que merece y conviene, necesitamos su subscripción, así como la de sus allegados y amigos. Bien reclama un esfuerzo la memoria de los que tanto dieron.

ESPAÑADIA A DIA

CUADERNOS MENSUALES DE INFORMACION ESPAÑOLA

•BALDERAS 37 MEXICO, D. F.

EDUCACION Y CULTURAR evista de Pedagogía

D ire c c ió n :Joan Canuta y A ntonio Ballestero»

P u b l i c a r á m e n s u a lm e n te u n n ú m e r o de 56 p a g in a s c o m o m ín im o c o n s t i tu y e n d o a l a ñ o u n v o lu m e n de m á s d e 700 p á g in a s .

P r e c io de s u s c r ip c ió n y v e n ta :M E X IC O :

U n a ñ o (12 n ú m e r o s ) ........... $ 10.00 m . m .U n s e m e s t r e (6 n ú m e r o s . . . 6.00 „N ú m e ro s u e l t o ........................... 1.25 „

A M E R IC A L A T IN A :U n a ñ o (12 n ú m e r o s ) ........... $ 12.00 m . m.N ú m e ro s u e l t o ........................... 1.50 „

R E S T O D E A M E R IC A Y E U R O P A :U n a ñ o (12 n ú m e r o s ) ........... 2.50 d ó la re s .N ú m e ro s u e l t o .......................... 0.25 „

lirecciéa y Adaíiisiraciéa: A briba» Giizálu 14, BeiartantaU 14 ■éiici, D. F.

A M I G AR ev ista del M undo Fem enino

Im prescind ib le en todos los h o g ares .P o rque A m ig a in s e r ta en sus p á g in a s todo cu a n to

a la m u je r le puede s e r ú ti l y g ra to .Y, adem ás, tien e u n a so lución s e n s a ta p a r a cada

p rob lem a fem en ino .

A M I G ASerá siem pre sn m ejor I miga 3 t centavos ejem plar

LOS DIAS 1 T 15 DE CADA MES EN KI0SK0S Y LIBRERIAS

A M I G ALa R ev ista m ás orig inal y p rác tica del m undo fem enino

EDUCACIONREVISTA DE PEDAGOGIA

Y ORIENTACION SINDICAL

México, 12 números.................$ 5.00Número suelto ............ 0.50

Extranjero, 12 números............ 1 DólarNúmero suelto . 0.10 „

Page 47: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

Revista que ofrece la información más completa del movimiento literario mun­dial y un animado panorama de todas las actividades de la cultura.En sus páginas colaboran lasfirmas más prestigiosas y representativas del conti­nente americano y de algunos países de Europa.30 Centavos el Ejemplar

Búsquelo usted los días 1 y 15 de cada mes, en librerías y kioskosLA REVISTA QUE REFLEJA EL MOMENTO ACTUAL DE LA CULTURA

DE HABLA ESPAÑOLA

REVISTA POPULAR HISPANO-AMERICANA

Oficinas: Avenida Juárez 95

A C A D E M I A H I S P A N O M E X I C A N APaseo de la Reforma 80.Tels. 11-51-95 y 13-03-52.

(Incorporada)ENSEÑANZAS:

Secundaria — Preparatoria — Ingeniería — Arquitectura Internado — Medio Internado — Externos.

CONSEJO PATRONATO:Lie. D. Eduardo Villaseñor, Lie. y Gral. D. Aarón Sáenz, A r­quitecto D. Carlos Obregón Santacilia, Ing. Gonzalo Robles, Dr. D. Juan Roura, Ing. D. José Antonio Lillo, Lie. D. José Camer, Director de la ACADEMIA, D. Ricardo Vinos, Doc­

to r en Ciencias Exactas.

La apertura para los cursos generales tendrá lugar el día 6 de febrero. Las inscripciones se liarán en la Secretaría de la ACADEMIA, Paseo de la Reforma número SO.

HÑTSTITTJTO “XjTJIS VIVES’

Sadi Carnot, 52.

COLEGIO ESPAÑOL DE MEXICO (Incorporado)

Gómez F arías, 40.

Prim aria. Secundaria. Preparatoria. Comercio. Idiomas.Externado. Medio Internado. Internado.

Patronato: Don Pedro Carrasco Garrorena, Don José Gaos. Don Joaquín Xirau, Don Felipe Teixidor y Don Fructuoso González.

Director: Don Joaquín Alvarez Pastor.

Kindergarden: Arquímedes, 4.

VISITE USTED SUS AULAS Y LABORATORIOS.

Page 48: España Peregrina Año i num 2 marzo de 1940

LEALESQUE SON:

L a b e r i n t o : Obras Completas de A N T O N IO M A C H A D O .

Unica edición autorizada con exclusiva para todos los países de habla

española. Obras Completas de SAN JU A N DE LA CRUZ

E S T E L A : EL PROBLEMA SO CIAL DE LA LEPRA, por el Dr. J. Be-

jarano. LA MUJER, EL AM O R Y LA V ID A , por el Dr. José Torre

Blanco. VALORES PSICOLOGICOS DE LA PERSONALIDAD, por el

Dr. Abaunza. EL MAR, AQ U A R IU M DEL M U N D O , por el Prof. Enrique

Rioja. COSTUMBRES DE LOS INSECTOS, por el Prof. Ignacio Bolívar.

EL CIELO ABIERTO, por el Prof. Pedro Carrasco Garrorena.

A R B O L : POESIAS LIRICAS, de G il Vicente. (Primavera y Flor.)

BARAJA DE CRONICAS CASTELLANAS DEL SIGLO X IV . Selección

y prólogo de Ramón Iglesia. (Primavera y Flor). EL VICTORIAL (Cró­

nica de D. Pedro N iño). (Primavera y Flor). DISPARADERO ESPAÑOL,

por José Bergamín.

L u c e r o : ESPEJO DE ALEVOSIAS (Inglaterra en España), por

E. Dzelepy, el diplomático desconocido. NABI, por José Carner. PIE­

DRAS BLANCAS, por Pablo L. Landsberg. M EM ORIA DEL O LV ID O ,

por Emilio Prados. ESPAÑA APARTA DE MI ESTE C ALIZ, por César

Valle jo. ENTREACTO, por José Herrera Petere. PASEO DE MENTI­

RAS, por Juan de la Cabada.

E d i t o r i a l

E N E C ADINAMARCA 80. MEXICO. D. F.