Espinosa, Gustavo - La máquina de desinflar.docx

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La máquina de desinflar Gustavo Espinosa Lo supe desde el primer momento: entre una mujer que ha dedicado 20 de sus 33 años al estudio de la sangre y un humilde artesano de 148 kilos puede haber, de repente, amor o calentura. Pero por muy poco tiempo. Hoy, que ya no hay nada que resolver ni modificar, vuelvo a pensar en eso mientras pedaleo sin ritmo en la máquina, o después, por la noche, cuando trato de distraerme sacando alguna melodía en el saxofón. Pero ya no es un pensamiento envenenado; es como el fantasma de un terror desactivado. Otra cosa que pienso a menudo es que existe una relación clara y rara entre estas dos actividades mías. Durante el día permanezco sentado frente a la máquina. Así me gano la vida. Es verdad, como todo el mundo sabe, que esto es agotador. Pero no es cierto, sin embargo, que sea un oficio embrutecedor, que para hacer lo que hago no se necesite imaginación ni habilidad, que basta un poco de paciencia y algo de fuerza en las manos. Esto es así cuando se trata de objetos muy simples o —para decirlo con precisión— inconsistentes. Cualquiera —es suficiente que tenga 1

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La mquina de desinflarGustavo Espinosa

Lo supe desde el primer momento: entre una mujer que ha dedicado 20 de sus 33 aos al estudio de la sangre y un humilde artesano de 148 kilos puede haber, de repente, amor o calentura. Pero por muy poco tiempo.Hoy, que ya no hay nada que resolver ni modificar, vuelvo a pensar en eso mientras pedaleo sin ritmo en la mquina, o despus, por la noche, cuando trato de distraerme sacando alguna meloda en el saxofn. Pero ya no es un pensamiento envenenado; es como el fantasma de un terror desactivado. Otra cosa que pienso a menudo es que existe una relacin clara y rara entre estas dos actividades mas. Durante el da permanezco sentado frente a la mquina. As me gano la vida. Es verdad, como todo el mundo sabe, que esto es agotador. Pero no es cierto, sin embargo, que sea un oficio embrutecedor, que para hacer lo que hago no se necesite imaginacin ni habilidad, que basta un poco de paciencia y algo de fuerza en las manos. Esto es as cuando se trata de objetos muy simples o para decirlo con precisin inconsistentes. Cualquiera es suficiente que tenga cierto conocimiento de los materiales y del funcionamiento de la herramienta puede extraer el aire de un contrabajo o, digamos, de una tolva cerrada. Pero quisiera ver a ms de uno de los detractores de nuestra profesin enfrentado a un objeto de los denominados consistentes, por ejemplo, la bola de granito de dos metros de circunferencia (era parte de un monumento) que me trajeron de la intendencia el mes pasado. O mejor: quisiera ver a esos soberbios que discursean sobre el trabajo inmaterial lidiando con un objeto complejo, como un timbre comn y corriente (siempre engorroso por su pequeez) o lo peor de todo con otra mquina de desinflar, si es posible una Thames inglesa, de las que todava quedan varias funcionando. No hay duda de que, para cumplir medianamente bien con trabajos de este tipo, se necesita tener, a veces, la fuerza de un toro y, a veces, el cerebro parsimonioso de un chino. Por eso, descanso en las noches tocando el saxo. Tengo un Keilwerth tenor (me lo trajo un cliente y nunca volvi a retirarlo) que empec a probar hace como 30 aos, cuando el saxo o la imagen de alguien tocando el saxo apareca en todos los clips y en las propagandas de coca cola. Soplo libremente escalas espontneas o alguna cancin de moda (no me drogo, no uso cortes de barba raros, no s nada de jazz) fcil de sacar de odo. Evidentemente esta diversin es algo as como el negativo de mi trabajo. De da me ocupo de desalojar el aire encerrado dentro de cosas muy definidas, ya sean compactas y simples o las ms de las veces muy complicadas. De noche, en cambio, trato de echar todo el aire de mis pulmones al aire invisible, al universo indeterminado y abierto. As que esta especie de simetra entre la naturaleza del trabajo y la del pasatiempo es lo nico extrao o misterioso que hay por lo menos que yo sepa en mi vida. Si ella hubiese sabido eso, si lo hubiera entendido as, yo hubiese podido pensar que se fue el motivo de su enamoramiento. Pero s que no fue de esa manera y que nunca voy a conocer la combinatoria equvoca de fluidos elctricos y hormonas coloidales que se desencaden en su cerebro (tan lujoso) o en el ncleo intenssimo de su cltoris y que sea como sea me la trajo.Nos conocimos en uno de los domos de plstico blanco de la muestra de tecnologa que la embajada japonesa organiz en la explanada de la intendencia. Se exponan heladeras blandas y motos transparentes, pero tambin (en stands contiguos) instrumentos de viento y microscopios electrnicos. Con despreocupacin, como algunos hablan de ftbol o del tiempo con el desconocido que le toc en suerte en el mnibus o en el ascensor, me comenz a explicar el funcionamiento de uno de aquellos artefactos. Desde el principio, mientras caminbamos por la feria sin mirar nada, sin que ella dejara de hablar, me fascin y me humill el diseo fastuoso de su lenguaje. Era como una continuidad oral de los poliedros inverosmiles que decoraban la muestra japonesa. Cuando nos sentamos en el bar de enfrente, la sangre ya era el nico tema de su monlogo. Pero eso lo s ahora. Yo no poda reconocer la sangre (de accidente, de menstruacin, de western) en aquel palabrero torrentoso y agudo, slo interferido por alguna risita de entusiasmo ansioso, por algn jadeo como asmtico. Para m aquellas sinuosidades que llegaron a parecerme obscenas eran el relato de una fiesta ocurrida dentro de una pesadilla deslumbrante:Floculacin, Hemosiderina, Anuria, Exoeritroxtrico, Esplenognesis, Shock. No s si fueron sas las palabras que dispar aquella tarde, como una metralleta mgica, si las dijo tres aos ms tarde o si no las combin nunca. Todava puedo inventar disparates o prrafos intercambiando pedazos de su cdigo sagrado, que se me peg en la corteza de la memoria de tanto orlo:Una vez homogeneizada en el frasco extractor, la anemia macroctica conserva su punto nodal de pool, mantenindose tambin cierto riesgo azulino de fraccin globulina gama.De vez en cuando, hasta que apareci Passeyro y me aconsej que no, yo sola decirle cosas como sta, y ella sin que hubiese forma de predecirlo se pona furiosa o se rea.Pero durante aquel primer encuentro slo habl ella. Antes de que por fin dejara de declamar, yo ya haba calculado que no le iba a interesar la msica ni mucho menos mi trabajo. As que, resignado a no estar a la altura, intent hablar de dos de los tres libros que he ledo en mi vida:Robinson Crusoe(cuyo apellido original era Kreutznaer, cosa que pocos recuerdan, le expliqu) yPress: The Life and Times of the Great Lester Young.Del tercer libro (The Toshiba Vademecum on Deflating Complex-inconsistent Objects)me avergonc, como a veces me avergenzo de ser obeso, por lo que no lo mencion. Ella no prest atencin a mis comentarios ni para decir que eran ridculos, como yo haba temido.Al otro da apareci en mi casa y taller.Si me habra chupado su torbellino de la tarde anterior, que recin al verla callada y parada bajo la puerta entreabierta me fij en que era delgada, baja y descolorida. Se haba baado justo antes de venir: tena el pelo fino, corto como el de un hombre, pegado a la cabeza, y ola a shampoo. Sonri, no slo como si estuviera muy contenta, sino como si aquella fuera la tarde ms alegre de su vida. En puntas de pie, me abraz y me bes metindome la lengua entre las muelas. Creo que sa fue la vez que la vi ms lejos de su sangre terica. Ms lejos aun que ahora. Sorprendido, y a la vez un poco incmodo (hubiera querido verla en otro lado, ocultarle por un tiempo mi casa tomada por la mquina y por las cosas de mi oficio), la invit a pasar con una parodia de reverencia y un beso en la mano. Muy rpido me saqu el delantal lleno de virutas tornasoladas de no recuerdo qu cosa en que estaba trabajando y di vuelta como pude el cartel que cuelga del picaporte:DESINFLAMOSCUALQUIEROBJETOLa conduje derecho a la cama, que por suerte estaba limpia y tendida con su colcha colorada como un gran cogulo en medio de la penumbra.Al medioda siguiente me despert pegajoso y solo. Ella, desnuda, sin importarle que el polvo del piso se le adhiriese a los pies hmedos, recorra cada recoveco del taller abarrotado, mova cosas con cierto desdn crtico, como descartndolas. Supuse que estaba inspeccionando todo, pero a juzgar por lo que vino despus, es ms probable que no estuviese viendo mucho de lo que pareca mirar. Al fin lleg hasta el cuarto de la mquina. Yo estaba demasiado contento y cansado para preocuparme de que ella pudiera asustarse o decepcionarse al descubrir mi profesin. De todos modos, me sorprendi la ligereza con que puso su mirada sobre el armatoste. La gente que ve por primera vez un aparato de este tipo suele hallarlo extrao, cuando no monstruoso, por sus escafandras de buzo colgadas a un costado, su correaje de cuero gordo, sus tripaje de fierros y resortes ennegrecidos, su efluvio casi visible de lubricante antiguo y el asiento del operario con cierto aire de silla elctrica. Las 39 bobinas de estos modelos no dejan de zumbar aun cuando el mecanismo est apagado. Recuerdo cmo la vibracin le hizo temblar apenas las pequeas tetas blancas y rosadas.Sin embargo, ella vio aquello como quien ve un ropero, volvi a la cama y desde all pregunt:Qu grupo tens?Apenas me dej contestar que no saba, y empez a desenroscar otra vez la peroracin centelleante que, al parecer, tena agazapada en los boquetes de la mente:Debers saber que Landsteiner fue el primero en establecer, en 1901, diferencias entre la sangre humana, de importancia en transfusiones.Despus sigui y sigui. Pudo haber dicho que los hemates del grupo AB son dominantes sobre los subgrupos del sistema descubierto por Dungen y Hirszfeld en 1911, o que segn Coombs, Vieroz y Scudder, el plasma en estado de facetizacin crepuscular puede ser inyectado o conservado in vitro, siempre y cuando no contenga fibrculas de piroplasmosis.Probablemente no dijo nada de esto. Quizs mezcl otros tramos de su logorrea, que se agrandaba da a da como un fibroma despierto dentro de su cabeza.Lo cierto es que yo, maravillado y repito humillado por aquello, pens que no haba calentura (aunque, en verdad, ms que eso, ella haba mostrado sobre el cubrecama rojo algo as como una eficiencia desaforada) ni an amor capaces de retenerla a mi lado por mucho tiempo.Al otro da reapareci con un kit de jeringas y tubos para saber cul era mi grupo. Lo hizo con preocupacin y alegra, como ciertas mujeres preguntan la fecha de nacimiento para saber qu animal nos corresponde en el horscopo chino. Dijo tambin que en media hora llegara un camin con algunas cosas y que se quedara a vivir en el taller.Desde ese entonces empec a pensar que tena que intentar algo para que todo no durase tan poco como era esperable. Pero nunca termin de saber qu hacer hasta que bastante tiempo despus, en realidad lleg Passeyro.Ella misma le abri la puerta cuando vino al taller con un potente spot de quirfano, un trabajo muy delicado y costoso con el que retribu buena parte del que Passeyro iba a hacer para nosotros. Recuerdo que se sorprendi con la cantidad de grandes sobres amarillos que estaban dispersos por todo el taller, como hojas de un otoo de otro planeta. Membretados con logos solemnes y siglas incomprensibles, contenan la folletera enviada por las inmensas farmacias transatln-ticas con las que ella mantena correspondencia (sostena que las ms prestigiosas eran las que continuaban utilizando el correo postal). Algunos das despus, cuando empezbamos a entrar en confianza y Passeyro pasaba algunas tardes vindome trabajar o charlando con ella (de lo que yo supona que eran temas cientficos), l me cont que tambin lo haban asombrado los frascos de conservacin de plasma, las pipetas y los vidrios de exposicin que traan los vendedores de instrumental qumico o que eran enviados por los hospitales de ultramar. Esa cristalera estaba brillando y tintineando por todas partes y a veces algo se rompa con la vibracin de la mquina. Una de aquellas tardes en que ella baj a la panadera, apenas saludando, murmurando un rosario de frmulas, me anim a contarle mi preocupacin a Passeyro. l juguete con los anteojos concntricos, con su bigote ms de proxeneta que de cirujano mientras escuchaba. Entendi bien el problema y creo que compadeci mi humillacin. Cuando par de hablar, dijo algunas cosas que siempre he repetido despus, tal vez para justificarme. Si ella no era mdico, si no tena una formacin universitaria, lo cual era asombroso, todos aquellos saberes o palabras eran un adorno peligroso o una mana. Por lo visto, por lo que yo le haba contado, el mtodo cientfico iba a continuar inflndose de modo imparable dentro de su mente, como se cra un parsito, sin que yo ni mi mquina pudisemos hacer nada. Aquello no era un iluminismo, asegur. Era proliferacin intil. Algo as como cncer o poesa.Eso: un tumor abstracto recuerdo que dijo, as que squese de la cabeza que se pueda resolver en un divn frente a un tipo que fuma pipa.Ella volvi pronto y, a propsito de nada al parecer, comenz a decirle a Passeyro (o a decir ante Passeyro) que el principal riesgo de la profesin de l, la neurociruga craneana, dada la naturaleza, la topografa y la capacidad evolutiva del sistema nervioso central, es la hemorragia. Expuso tambin que los medios para combatirla han ido evolucionando desde el msculo hasta la venoclisis, pasando por el suero caliente, la compresin suave y prolongada, el bistur elctrico, las membranas de fibrina, la cera de Horsley y la aspiracin. Detenindose apenas para hacer lugar a alguna ratificacin breve de Passeyro, agreg que entonces la transfusin es indicada para evitar el shock, restablecer el volumen y para vehicular los elementos bsicos. No s qu ms expuso, porque no sin cierto orgullo por la sabidura sinfn de mi mujer (aunque era un orgullo entretejido con el miedo, como el de alguien que se jacta de tener una enfermedad muy rara), me fui a seguir trabajando en la mquina, mientras ella continuaba hablando. Luego, cuando lo acompa a la puerta para despedirlo, Passeyro murmur que, efectivamente, haba que hacer algo rpido.La suerte trajo el principio de una solucin. Passeyro inform que debamos aprovechar ese primer eslabn fortuito para agregarle el resto de la cadena.Lo primero, lo casual, fue que yo contraje una de esas incmodas infecciones deesser boreoso.Como se sabe, esa bacteria suele hallarse en las lengetas de caa que se colocan en la embocadura del saxofn. Es fastidioso pero no grave si se lo combate a tiempo. Lo que no entend fue que el doctor (entonces sus visitas al taller eran casi diarias) se entusiasmara por verme con los labios partidos y supurantes. Me explic que la infeccin era el primer paso de nuestro plan. Despus slo tendramos que: b) esperar que ella se contagiara y c) internarla en cierta sala ubicada en el stano del hospital Maciel, donde l trabajaba.Eso s me previno, usted no tendr acceso a lo que hay entre la parte d y la parte z del plan.Muy cordialmente, como si furamos amigos, asegur tambin que esperaba presenciar lo que vendra despus de z, cuando yo no tuviera nada que temer, ni escuchara nunca ms nada sobre aglutininas ni sndromes hemorragparos.Entonces termin, mientras yo hago lo que va de d a z, usted trate de desinflar ese otro foco que le traje.La fase b, entonces, era esperar.Pero mi paciencia no era mucha. Ella no se contagiaba. Passeyro me preguntaba todos los das:Y?Los antibiticos que yo, por otra parte, no poda dejar de tragar amenazaban con terminar con elesser boreoso, mientras yo la besaba todo el tiempo y trataba de que bebiera de mi vaso. Ella me esquivaba. Pero no porque se preocupara por el contagio que pretextara su internacin, sino porque en esos das andaba demasiado ofuscada con el estudio de los prpuras, y porque creo que ya estaba empezando a abandonarme. As que, perdida la paciencia, y tal vez a punto de perder todo, tuvimos que dar por concluida la parte b de manera diferente a lo planeado. Bast con echar un poco de polvo de tiza roja en el bol de gelatina de frutilla que le serva de desayuno, almuerzo y cena, para que le viniera fiebre. De inmediato apareci Passeyro, esta vez con estetoscopio, para diagnosticar compungido que aquel estado febril haca evidente que, por fin, pese a todas las precauciones por l recomendadas, la porfiada bacteria haba hecho presa de ella. Era aconsejable, entonces, y teniendo en cuenta que era la primera vez que ella incubaba semejante cosa, que se la internara para mantenerla en observacin.Estos msicos viejos ya estn curtidos, pero en un organismo virgen la situacin puede llegar a complicarse. Y no digas que no te avis que le aflojaras con los besitos.Con movimientos suaves y seguros, con palabras o sonidos tranquilizadores, disolvi un polvillo dentro de un vaso de agua. El agua se volvi un jarabe anaranjado que pareca hervir y que ella trag sin resistirse. La ambulancia iba a llegar en 15 minutos.A partir de ahora me susurr empieza mi parte.Cuando vinieron los enfermeros a llevrsela, medio dormida ya, cubierta slo por una de esas batas de hospital abiertas por detrs, entrev, antes de que cerraran la puerta tras ellos, la desvalidez de su culo suave. Me conmovi que nada menos que ella hubiese sido engaada de ese modo, con aquella fiebre boba de tiza roja.Los primeros das se me permiti visitarla. Para bajar al stano y llegar hasta ella haba que pasar muchos controles, mostrar tarjetas, franquear censores y rejas, y finalmente recorrer corredores intestinales, hmedos y asfixiantes, como de mazmorra. Pero cuando se abra por fin la ltima puerta corrediza era como pasar de la Edad Media a una pelcula de marcianos. Ella estaba en el centro de un aparataje hermoso, desnuda y conectada a electrodos sutiles y monitores del espesor de una hoja de papel. Yo le tarareaba alguna meloda que haba sacado en el saxo o le lea pedazos deRobinson Crusoe, aprovechndome de que eso ya no la fastidiaba como antes. La ltima noche que se me permiti verla en el stano (ella no saba que era la ltima; ya estaba muy sedada) le dije como despedida una de las bromas o contraseas de los primeros das:Chau, Roseola.Treponema pallidumpudo contestar ella, como corresponda.A partir de eso: otra vez a esperar durante ms de dos meses, ansiando el informe repetido y regular de Passeyro, aunque saba que no significaba nada:Estable. Hay que esperar.Cuando por fin me avis que al otro da la tendra en casa, me arruin un poco la euforia con la advertencia de que no gastara en flores porque iba a ser intil.La trajeron los mismos enfermeros, con la misma bata color verde manzana y con la cabeza vendada como un hind.Passeyro anunci con precisin qu deba esperarse de su trabajo. Pero de todas maneras sospecho que no fue perfecto. Y no lo digo por la cicatriz, que no se notar cuando le crezca el pelo. Ni porque ella no pueda retener una especie de estalactita de saliva del lado izquierdo de la boca: antes ella dorma con la boca abierta y tambin dejaba manchas amarillas en la almohada. Tampoco me entristece que ella haya engordado tanto. Al contrario: eso me da esperanza de que algn da nos igualaremos tambin fsicamente. Lo que me preocupa es el silencio, ms denso de lo que esperaba, en que la ha encerrado. El silencio me recuerda a las cpsulas de vidrio irrompible que contenan cadveres embalsamados en los tiempos de la Unin Sovitica. Y lo peor es que el vidrio irrompible se rompe y hay algunas cosas que han quedado pegoteadas en la memoria de ella. En momentos de rabia y reconozco de ingratitud llego a pensar que en lugar de practicar la minuciosa higiene quirrgica que yo me haba imaginado, Passeyro revolvi dentro del crneo como quien cocina un guiso. Lo empec a sospechar hace poco, una tarde tranquila. Mientras ella me miraba trabajar (era algo simple y silencioso, un zepeln de aeromodelismo, creo), escuch de repente algo como un rezo: de ah mi nombre de Robinson Kreutznaer, alterado en Inglaterra por una corrupcin muy comn, y transformado en el de Crusoe, con el cual seguimos firmando mi familia y yo actualmente.De esto, sin embargo, me repuse enseguida. Despus de todo era algo que yo le haba explicado en nuestra primera conversacin y que le haba ledo en uno de los ltimos encuentros. Tal vez (toda esperanza, al fin y al cabo, es un delirio) un golpe o un susto hiciesen que la claridad de su cabeza se pusiera a funcionar de nuevo, como una usina activada por mareas impredecibles. Entonces, quizs ella se aplicara al estudio microscpico de la obra de Daniel Defoe.Pero lo peor, lo asqueroso, es ese poema o cosa que repite siempre. Siempre en el momento en que eyaculo dentro de ella. No s si es una estrofa armada azarosamente con los restos brillantes de su modelo naufragado o si es una cita ms de sus estudios sobre los prpuras. Sea lo que sea, ahora s eso de memoria:Es una leucemia aguda?Es una atrofia mieloide?Es un prpura de Werlhoff?Es un prpura de Schlein-Henoch?Es un prpura sintomtico, txico o infeccioso,debiendo agregar el escorbuto en el nio?2