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CRISIS DEL ESTADO Y ESTRUCTURA ATENCIONAL Por el doctor Guillenno F. MARGADANT Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Illtroducción Vivimos en plena era de intcrdisciplinariedad, y también para los que nos interesamos por las ciencias políticas resulta interesante flirtear de vez en cuando con musas ajenas. Personalmente, me gusta, al res- pecto, la de la biología, Ella nos facilita el contacto, además, por el hecho de extender hacia nosotros una famosa nueva disciplina -que .1tluncia descaradamente su ambición de absorber, con el tiempo, la sociología, el derecho y (¡cxcusez du peul) la {ilosofía-: la "sociohio- logía" (una "so-so-bioJogy", en términos de sus detractores).1 .Ahora bien; si en este trabajo llamo la atención sobre el concepto el dcredlO)' (¡excuse/. du peutl) la filosofía-: la "sociobio- de grupos de animaJes. 2 no es por querer conquistar para éste un lugar monista y central en las ciencias políticas: para el análisis de fenóme- nos socio-históriros tan complejos como es el Estado, conviene cambial' :1 menudo el .íngulo de la visión, y usar sucesivamente varios conceptos, d<ÍndoJes tempora1mente un lugar central, para fannar así, finalmente, una intuición genend de la realidad de) tema investigado. Un monismo permanente, al que tienden, por efecto, ciertos autores dogmáticamente marxistas (no todos a1ortunadamente), sólo empobrece el análisis. Así, en este trabajo trataremos de ver la del Estado, y su crisis ;1clual .. a la lu1. del concepto de "estructura atenciana}", esperando que ejercicio mental nos ayude a comprender como eslabones natura' les, dentro de una evo! uci6n en bJ'fan parte previsible (y no por esto menos lm-.JllÍctante) -' ciertos aspectos de la vida política a que muchos J Véase MARGADANT, G. }<., ,Contribución de la Biologia a la Sociología de la ngresión "Revista de la Facultad de Derecho de México" UNA.M, XXIX, lJa (mayo· ,Ig.). 1979 (en prensa), con literatura. 2 WaSON, .E. O., S(Kiobio[@g)', tile Ne'ilJ S).'nnthesis, Harvard Univ. Prcss, J97f). pp. 518/9, con literatura. Clásico, al respecto, t'S: CHANCE, M.R.A., Attentio?! StTU( ':UTe as nasis o/ P1"imale Rank Orders, Man. 2 (4) 1967, 503·518. La observaciótl de los biólogos apunta hacia dos técnicas distintas para orientar la attention en )a primera, una élitc central, siempre muy visible, lleva la batuta; eo la otra existe una "'lite que ."ólo en momentos·clave viene a llamar la atención del ,grupo. www.juridicas.unam.mx Esta obra forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.bibliojuridica.org DR © 1980, Facultad de Derecho de la UNAM

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CRISIS DEL ESTADO Y ESTRUCTURA ATENCIONAL

Por el doctor Guillenno F. MARGADANT

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.

Illtroducción

Vivimos en plena era de intcrdisciplinariedad, y también para los que nos interesamos por las ciencias políticas resulta interesante flirtear de vez en cuando con musas ajenas. Personalmente, me gusta, al res­pecto, la de la biología, Ella nos facilita el contacto, además, por el hecho de extender hacia nosotros una famosa nueva disciplina -que .1tluncia descaradamente su ambición de absorber, con el tiempo, la sociología, el derecho y (¡cxcusez du peul) la {ilosofía-: la "sociohio­logía" (una "so-so-bioJogy", en términos de sus detractores).1

.Ahora bien; si en este trabajo llamo la atención sobre el concepto ~uciología. el dcredlO)' (¡excuse/. du peutl) la filosofía-: la "sociobio­de grupos de animaJes.2 no es por querer conquistar para éste un lugar monista y central en las ciencias políticas: para el análisis de fenóme­nos socio-históriros tan complejos como es el Estado, conviene cambial' :1 menudo el .íngulo de la visión, y usar sucesivamente varios conceptos, d<ÍndoJes tempora1mente un lugar central, para fannar así, finalmente, una intuición genend de la realidad de) tema investigado. Un monismo permanente, al que tienden, por efecto, ciertos autores dogmáticamente marxistas (no todos a1ortunadamente), sólo empobrece el análisis. Así, en este trabajo trataremos de ver la evoluc~ón del Estado, y su crisis ;1clual .. a la lu1. del concepto de "estructura atenciana}", esperando que e,~tc ejercicio mental nos ayude a comprender como eslabones natura' les, dentro de una evo! uci6n en bJ'fan parte previsible (y no por esto menos lm-.JllÍctante) -' ciertos aspectos de la vida política a que muchos

J Véase MARGADANT, G. }<., ,Contribución de la Biologia a la Sociología de la ngresión "Revista de la Facultad de Derecho de México" UNA.M, XXIX, lJa (mayo· ,Ig.). 1979 (en prensa), con literatura.

2 WaSON, .E. O., S(Kiobio[@g)', tile Ne'ilJ S).'nnthesis, Harvard Univ. Prcss, J97f). pp. 518/9, con literatura. Clásico, al respecto, t'S: CHANCE, M.R.A., Attentio?! StTU(

':UTe as nasis o/ P1"imale Rank Orders, Man. 2 (4) 1967, 503·518. La observaciótl de los biólogos apunta hacia dos técnicas distintas para orientar la attention ~tJ'Ucture; en )a primera, una élitc central, siempre muy visible, lleva la batuta; eo la otra existe una "'lite que ."ólo en momentos·clave viene a llamar la atención del ,grupo.

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todavía nos acercamos demasiado frecuentemente con oratoria y nobles sentimientos moralizadores.

l. Jerarquía

Sociedad es jerarquía. Inclusive en la convivencia de un grupo re­ducido de gatos domésticos, uno ve cómo, mediante luchas intermi­tentes, aHí se busca jerarquía. En los primeros días que pasan los niños en una Primaria, mediante varias pequeñas vivencias comienza a esta­blecerse la jerarquía del grupo. No existe una sociedad de iguales, y el lema optimista que hace poco encontramos en las paredes de nuestra una élite central y machos periferales, mediante mecanismos en que Facultad de Filosofía y Letras de "¡Todos al poderl", es ingenuo. Has­ta en tiempos de Rousseau, la desigualdad siempre ha sido aceptada como natural (a veces se trató de compensarla por la consoladora idea: " ... pero Dios quiere igualmente al rey y al limosnero ... "). El Estado, como sociedad, también es un conjunto jerarquizarlo, y uno de sus problemas es el de organizar y conservar su jerarquía con sólo un mínimo de tensión. A esto se refiere el tema de la "estructura aten­cional".

n. Enseñanzas de la biología

Las obras de O. Wilson y su escuela, han puesto de moda, nueva­mente, el análisis de las sociedades animales. Ya inmediatamente re­sulta interesante la comparación entre, por una parte, la sociedad de hormigas (con división de labores, coerción y jerarqufa, pero sin "po­lftica", ya que cada individuo está anatómicamente predestinado a su papel social) y, por otra, grupos de monos, todos con la misma estruc­tura física, en los cuales, de todos modos, se fonna una jerarquía, con el papel de las hembras es a menudo importante y sorprendente.'

En el caso de los monos hallamos, no sólo una sociedad, como entre las hormigas, sino, además: politica. Y uno de los fines de esta polltica, con los que la especie persigue el objeto de mejorarse paulatinamente, es el de obtener que la masa genética de los mejores llegue en forma dominante a la próxima generación; el individuo, con su alegre hedo­nismo, no se da cuenta de cómo, "led by an invisible hand" a la Adam Smith, en realidad está trabajando para fines superiores. Es interesante, por ejemplo, la unión entre particularidades menstruales y la organización del grupo que produce, en ciertas sociedades de mo­nos, el resultado de que "todos tienen acceso a la copulación, pero sólo la élite se propaga ... • Sin embargo, la finalidad de la jerarquización

3 Fox R., y TIGER, L., The Imperial Animal, N. York, Chicago, S. Frandsco~ 1971, p. 30, con literatura.

4 Fox y TIGER, op. cit., p. :n.

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social no se limita a lo· genético: también sirve para fines económicos y para que el grupo tenga mejores posibilidades de sobrevivir en mo­mentos de crisis: mecanismos sociales colocan en el focus de la atención del grupo a ciertos machos de la élite, que proporcionan el liderazgo, y que unifican sodológicamente el grupo: ningún miembro de éste tiene dudas respecto de la cuestión de saber quién figura en cada mo' mento dentro de la élite.' Esta no es inmutable: cobardla o impotencia sexual" pueden· eliminar a ciertos individuos de la élite, y ésta se re­nueva, absorbiendo a otros, mediante mecanismos en los cuales la he­rencia juega un gran papel,' pero que no excluyen la posibilidad de que individuos valientes, enérgicos y con carisma, del círculo periférico, lieguen a veces al foco de la atención grupaL As!, para la existencia de una sociedad sana de monos, la estructura atendonal, enfocada ha­cia una élite de composición variable, es esencial.

III. De la sociologia animal hacia la sociología humana

El primitivo grupo humano tiene los mismos problemas b;isicos del grupo de monos: para hacerse frente, con éxito, a la naturaleza, tiene que agruparse y jerarquizane, con el detalle de que el mono -como también mis gatos. Y. supongo, animales en general-o son más filosó­ficos que el hombre: están contentos cuando viven bien. mientras que el hombre es caracterizado, cada vez más, por un descontento faústico. insaciable, que lo empuja hacia la conquista cada vez más penetrante del medio ambiente, para lo cual tiene que refinar más su organización social. Un grupo social primitivo puede trabajar sus campos y capturar de vez en cU,ando a un animal importante; pero no puede producir bombas de neutrones 'y lnandar sofisticados pedazos de material, a in­vestigar cómo se ve Júpiter, para esto se necesita crecimiento cuantita~ tivo del grupo, y un infinito refinamiento cualitativo de su organiza~ ción, en el camino del cual el hombre se alejará cada vez más de sus tradiciones, arraigadas durante un millón de años de vida sana y sen­cilla, en colaboración con la naturaleza. y Se quejará más de su "ena­jenación" .

5 Parece que también para la transmisión de costumbres, esta elite puede jugar un papel importante.

6 Para la importancia --de la. potencia para que el rey conserve su puesto, véase FRi\ZFR, The GoldetJ Dou.gh, y WESTERMANN. La importancia del bienestar dd rey para el bien~tar del grupo juega on papel en muchas sagas (d. el informe "fisherking" de la saga de Parcifal, que convierte todo su reino en "tierra yerma" Ptema que juega un papel en el Wasleland de Elliot; entre los Dohamey, la muerte de un rey da lugar a una fase de anarquía ritual~ véase CLAESSF..N, Van Vorsten en Volk.en, tesis., Leiden, 1970).

'1 Fox y TJGER, op. cit., p. 30, nota 9.

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Así, descOntento faústico, intensificación· social, y eriajenación son cohceptos lógicamente concatenados.

Pero, hay más: el crecimiento cuantitativo de las sociedades y su intensificación organizatoria, no hubieran sido posibles :sin un elemen~ to, que no carece de antecedentes en el mundo animal.8 pero que crece exorbitadamente en la esfera humana: la ritualización, el slmbolo.

V éamos Un momento qué sucede cuando un grupo 'de monos c.:rece más allá de lo que' permite su habitat territorial. Se subdivide, y sólo si los dos grupos quedan cercanos, en contacto, se establece durante algún tiempo entre ellos una relación de grupo-jefe a grupo-súbdito.' En el mundo social humano, tal cohesión y relación de jerarquía entre grupos, Se fonna y perpetua más fácilmente: símbolos, nombres comu­nes. animales totémicos, religiones basadas en los mismos antepasados, conservan cierta unidad entre familias dispersas, de tronco común. Se forman clanes, y fuera del hogar o del grupo de familias establecidas en un solo lugar, surge una zona gris entre la intimidad local "Y el gran universo de los "hostes" (a la vez extranjeros y enemigos). Así, cuando uno encuentra _ a otro individuos, conviene averiguar primero a cual grupo pertenece, para saber si uno puede colaborar con él, platicar ale­gremente, jugar o si uno tiene derecho -y a veces deber- de matarlo.

Además, la tradición establece frecu€ntemente relaciones de subor­dinación entre los grupos troncales "Y los separados (hasta hace poco, en el Japón, la dístinción entre las ramas principales y las Tama~ jóvenes de las familias tuvo inclusive relevancia jurídica).

De ahí, la importancia otorgada a las genealogJas, en la. antiguas sagas del norte de Europa, en el Antiguo Testamento, etc.: el mundo no se compone de abstractos individuos iguales, sino de una humani­dad ramificada, y según la sangre que corre en las venas de cada uno, tendrá derecho a un lugar en nuestro sistema social y emocional. La poligamia de los jefes de clanes ayuda a mejorar la red de relaciones amistosas con otros grupos humanos; en la medida en que el mundo comenzó a poblarse (la terminación de la última época glacial con, por ejemplo, la amplia formación de desiertos en el norte de Afriea, lendió a barrer a la gente hacia unas pocas regiones fértiles), la mayor densidad provocó conflictos, clanes aliados triunfan sobre otros: la es­tructuración social de la humanidad se vuelve más compleja. Como en el caso de los monos, la élite triunfante utiliza su posición para expan­sión sexual (d. derecho de pernada, y una vez más, la poligamia de la

8 El concepto de 'ritualización" fue introducido por Julian Huxley, y luego elaborado por LOfCm y otros. Véase Wll.SON. Sociobiology (nota 2 de esta ponen­cia), pp. 224·231.

9 Y. FUllUYA, FissiOll 01 Troops o/ JttjJanese Monkey$, Pr;males 10 (1). 1969 <·17·69) •

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llevan hacia un nuevo fenómeno: imperios. La cohesión de estos en­cuentra su base en algo que los monos, por falta de idioma adecuado y por falta de símbolos, no pudieron tener: religiones comunes, ritos, mitos y protocolo, que orientan la atención de todo un territorio hacia un solo punto: la élitc central.

ASÍ, el resultado es una jerarquía ya no de individuos sino de gru­pos: el hogar, el clan, distritos alrededor de una capital, en la que vive una super-élilc, a menudo bifurcada entre especialistas de organización y otros jefes, que por sus relaciones sobrenaturales dan legitimidad a los primeros; algo parecido a, más tarde, el dualismo Mayordomo-rey de los francos, shogún-cmperador del Japón pre-Meiji9 0, en fonna dis­tinta, el dualismo Emperador-Papa del Reich medieva1.9a

La obsesión lnnnan~l de jerarquizar no termina allí: se crean dioses a los que inclusive los emperadores y supremos sacerdotes dehen obe­decer, {lue cutre el1o~ forman otra jerarquía,~b y que, a su vez, en oca­siones, deben pleitesía a una fuerza osuna, abstracta, .<;,uperior a ellos como la A .. nakc de los griegos. Así surgen los primeros grandes imperios de la fase neolítica o d~ bronce, con una jerarquía de éJires, entre la'! que se forman relaciones de cooperación y lucha que conocemos como "historia". Los criterios para la {ormaciólil de tales élites son, original­mente carisma,~f) elocucncia,ll y valor, pero luega se convierte en here­ditarias, basadas en propiedad, pretendido apoyo sobrenatural o sangTe

va ElZIONI, Amitai: Dwal Leadership in ComPlex VrganiUltiuns, Am. Sociologkal

Review, 30 (1965), 688-698. A menudo el dualismo obedece a la necesidad de orientar la atención dd grupo hacia un jefe de aureola religiosa, ligado:. a la ~angl'e y por 10 tanto hereLiitaria, y otro jefe de f<lpaddades organizatorias (!;¡~ n(;lJc~.

desgraciadamente, no ~on hneditarias del todo).

9b Cuando se quiere pmtegcr un concepto teológico múltiple contra la ()bsc~jóJl humana de jerarquizar -como en caso de la trinidad que no debe llegar a ~er un jefe con dos colaboradores- se tiene cuidado lic organizar la institución con ele­mentos de niveles incomparables: un Dios-padre, que a pesar de ser el gran creador y organizador, no llega a ocupar el centTO de la religión )' no le da su llombre, por estar acompafIado de un Dios-hijo, que por sacrificio personal tiene todo el mérito de la salvación de la obra, aJiadiendo luego un Espíritu Santo que, ya por su forma de pújaro resulta totalmente incomparable con los otros dos ele­mentos.

10 La idea de carisma)' "mana" (mahano), elaborada inicialmente por Cording­lon, y que resulta ser 1l1l poder social que se transmite ritualmente, es analizada ahora en forma collviccnte por Th. Po. van BAARK'Ii, en "\Vij Mf'nsen", tJtrecht, 1960.

11 En ITlises ellcontrarnos una figura que debe su enonne popularidad no en su valor personal (nunca está muy interesado en exponerse) sino en su eI()(uencia. Vados títulos para altas funciones en sociedades primitivas apuntan hacia la calidad de "hablar bien".

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divina,12 conocimientos esotéricos transmitidos de padre a hijo,18 etc. En niveles inferiores, las élites deben Su posición a factores hereditarios, en combinación con su aceptación por el nivel superior,

Así, en los estados primordiales de la humanidad, el centro de la atención social es ocupado por una élite responsable, compuesta gene­ralmente de un rey (a menudo con un mayordomo. shogúu, nacaro -mayas-, cihuacóatl -aztecas-, ete.) , nobles (jefes de clanes subordi­nados) y sacerdotes. Por su forma de vivir, su indumentaria exclusiva,l. diversos ritos, símbolos exclusivos, leyendas y mitologías, ellos llaman constantemente la atención del grupo social, y ocupan un lugar central en la fantasía del hombre común.

IV. La élite en busoa de estabili<Úld

Panta rhei. Sin embargo, la élite busca estabilidad, y ésta sólo es p<>"

sible en caso de aceptación, tácita si no puede ser expresa, por los de abajo. Cuando la élite se vuelve hereditaria, y cuando la valentía, la elocuencia o el carisma de la generación fundadora se diluye, la esta­bilidad del grupo requiere medios artificiales: ya hemos mencionado como uno de ellos la transmisión de riqueza, de dominios. de la corona o nobilitarios, la creación de leyendas personales alrededor de la cús­pide del poder (d. las burdas leyendas alrededor de Clovis, las mila­grosas curaciones atribuidas a los reyes de Francia, la traida de los aceites de coronación por palomas celestes, etc.)," y a veces toda una mitología o teología alrededor del trono (el origen divino de ciertos reyes; la sangre del Dios del Sol, que, hasta 1945, corría por las venas

12 La idea de que el jefe tiene sangre divina, lo protege contra ambiciosos (de sangre humana) que quieren tomar su papel. Para tener finalmente a un

verdadero "rey", los aztecas tuvieron que procurar primero que algunos de sus nobles tuvieran- sangre tolteca: sólo así pudieron ser candidatos a aquel puesto.

13 La transmisión de persona a persona, de conocimientos esotéricos, como con­dición para el poder político, tiene la ventaja para el grupo dominante de que el simple Mérito de "los de abajo" no basta para subir: se necesita, además, un acto de colaboración por parte de miembros de la élite. Cf. el acceso al "lenguaje de Zuyua" (lengua tolteca?), oonditio sine qua non para ascender a la élite del Segundo Imperio Maya.

14 En tiempos de Cook. los descubridores occidentales, al ponerse en contacto con grupos autóctonos, generalmente pudieron deducir correctamente cual era la jerarquía del grupo, fijándose en lo extravagante del atavío de cada uno. Más surrealista el aspecto, más elevado el rango (todavía en la actualidad, nunca he visto a algún hippy vestido tan curiosamente como la reina de Inglaterra en gran­des ceremonias).

15 lodavía en la fase barroca, el rey de Francia tuvo que curar ca30S de tu­berculosis' en Sto Marcoulf. mediante imposición de la mano. Otros ejemplos. Schramm, 1966.

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de Hirohito, ete.) para lo cual una íntima relación entre trono y altar (con repartición de beneficios) era necesaria (d. el intento de la co­rona francesa de convertir al Papa en elemento de su monarquía: el "exilio papal" en Avignon). Todo esto sirve para unificar la atención del grupo en la cúspide. También grandes obras públicas palaciegas, de irrigación, religiosas (pirámides, ete.) y ceremonias pomposas sirven para este fin, así como un protocolo complicado y una indumentaria especial, ya mencionada, 10 más antí-anatómica posible, vedada a los que no merecen un lugar en el foco de la estructura atencional. A este catálogo de medidas pertenecen también los antiguos desfiles de triunfo después de cada victoria. Toda una red de medidas es creada alrededor de la necesidad de fijar esta "attention structure": leyes, costumbres, refranes, la educación escolar y doméstica, la religión, todo debe enfocar la atención pública hacia una élite que debe respetarse, quererse (a distancia) imitarse (en nivel popular, y bajo toda clase de restriccio­dones en cuanto a imitaciones que podrían dar lugar a confusión); dudar 0, peor, burlarse de ella es lesa majestad, y una barrera de pro­tocolo impide que el público pudiera darse cuenta de que también la cúspide social tenga facetas excesivamente humanas (es difícil seguir rindiendo homenaje divino a un rey que estornuda sobre su manga). Se inculca a menudo la liga entre la dite y lo divino ("todo poder procede de Dios"; Hirohito es la generación 124 de una familia que desciende del Sol -Iverdad oficial hasta 19451), lo cual corta de ante­mano la ambición de subir a la cúspide, y limita la posibilidad de algún individuo de "los de abajo", de llamar la atención social ("el clavo que sobresale recibe el martillazo", dice el antiguo refrán japo­nés). así, ropa llamativa, sólo puede llevarse por la élite oficial, etc.; a menudo, sola élIa tiene derecho de montar caballo ("caballero", "eques"), y va a la batalla con corazas exhibicionistas de hierro, plumas y colores que a veces imposibilitan cualquier movimiento eficaz de ataque o defensa.

Así, touo un sistema de normas guarda la atención pública fijada en una élite oficial relativamente impermeable, que dirige la suerte na· cional.

V. Rey y aristocracia

Brevitatis causa, en lo que sigue brincaremos por encima de la antigua historia mediterránea (aunque, desde luego, ofrece muchos ejemplos ilustrativos de lo que estamos diciendo), para limitamos a la historia de Europa occidental desde la caída del Imperio de Occiden· te, con, de vez en cuando, una referencia a la historia del Japón.

Enel foco de la atención y fantasía populares se desarrolla durante la Edad Media una élite hereditaria, circundada por una aureola crea·

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da por diversos medios sociales, una élite que puede decir: El estado, somos nosotros ". Tiene privilegios, pero, por otra parte, "noblesse obligue", y en casos de crisis se espera de ella valor y liderazgo; pero también fuera de momentos de emergencia, se considera que la acepta­ción de la élite por las fuerzas sobrenaturales garantiza las cosechas y, en general, la felicidad de la población" de manera que, perpetua­mente, el ciudadano se considera dependiente, para todos los aspectos de la vida, de la élite, sobre todo de rey.

Esta aristocracia tiende a cerrarse para outsiders: el que no se en­cuentre en el foco de la atención popular, tiene que resignarse: por sus estudios, méritos, etc., quizá podrá llegar a dar más bril10 a la corte de algún aristócrata, pero nunca a competir con él, o a sustituirlo. Y, en honor a la estabilidad, la aristocracia tiende a divulgar la idea tIe que, sin la necesaria sangre azul, uno nunca será aristócrata (cL el "mito de los metales" que Platón recomienda en la República como saludable mentira, para que cada uno se quede para siempre en su propio nicho social). Los que viven fuera del foco atencional, son los comuneros, lo vil (los villanos; der Gemeine Mann), y con "horror vacui" los aristócratas detornan la mirada del mundo de la gente ~in verdadero "nombre". Los no aristócratas pueden ser útiles. pueden ser buenos profesionales, pero se les remunerará sólo por lo que hacen; mientras que los aristócratas valen por lo que son, como afirma la Baronesa Karen BIixen (Isak Dinesen). Tiene la aristocracia su propia escala de valores, su propia visión sobre la vida, y su propia manera de vivir, que en esencia, se conservarán también durante los episodio," de miseria. En el centro de su existencia, se encuentran la idea del ho­nor y el deseo de llegar a una situación en que sea posible aquel gran gesto, aquel acto heroico, que hará inmortal.17 No debemos confundir moral con honor; la aristocracia es un concepto que gira más bien alre­dedor de la estética que la ética.18 A este ambiente estético de la aris­locracia debemos las excelentes descripciones de la esenria de la nob1eza

16 Aunque, en el Reich medieval, los grandes eleclOr~ hubieran podido escoger a los emperadores, cada vez en alguna otra familia, de hecho se quedaron gene­rahnente dentro de b órbita de una sola familia: no era el emperador que tCI1Í" ni Reich, sino que el Rcich tenfa al emperador, sirviéndose de él como un instru­mento útil en las relaciones con las fuerzas sobrehumanas. Si alguna familia resul­Laba ser grata a Dios, y por lo {auto era un uLit instrumel'lto para la fdkidad de] Reich. sería imprudente cambiar.

17 ]OHANNESON, E. O., The World o{ Isak Dinesen, Univ. (Jf Washington, J961, capítulo V ("Aristocracy"). Cf. "the reluctance with which, when fonu time to time compelled to do so, the world of names tumed its eres to the world oí namelessness, was the "horror vacui"" Isak DINESEN, Last Tales, lAmdres, 1957, p. 804) •

18 .Eu.ING, Karer¡ Blixen, Danske Digtere i det GX Aarhundrede, Copcnhagen, 1951, p. 527.

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europea por tres literatos de primer rango: la baronesa Karen Blixen (que solía escribir bajo el seudónimo de Isak Dinesen). Joseph Con­rad -también de familia nobilitaria- y el príncipe de Lampedusa. Vive dentro de un juego elegante de reglas artificiales de honor, sin miras de provecho material,19 sin sentimentalidad, sin compasión. Acepta con ecuanimidad y sin remordimiento alguno sus privilegios hereditarios: son la recompensa nonnal de su necesidad social.

Se siente, no como clase explotadora, sino como una clase útil, orde­nadora de la historia, con una responsabilidad que el vulgo nunca sentirá; y también como una clase educadora. El padre de Isak Dincsen opina que el papel de los pájaros de rapiña es el de obligar a las de­más aves a volverse más inteligentes.2o Su ambiente es el honor y el peligro; ¡glorifica el peligro! "Si el Señor decidiera que durante toua una década ningún barco se hundiría, nos volveríamos flojos o impru­dentes, y durante diez años navegaríamos inclusive, en viejos periódi­cos, para hundirnos en el onceavo", observa el padre de Isak Dinesen. El estado exige sacrificios, y la verdadera aristocracia, todavía no abur­guesada, dá el ejemplo: no retrocede ante peligros y sacrificios, e inspira al pueblo a hacer lo mismo; por otra parte, se considera exenta de la vil preocupación por los detalles materiales de la vida. "Un gentil­hombre tiene el Honor de pelearse por el Rey_. _ y esto lo libera de la tarea de molestarse por bagatelas. En la batalla de Parma casi perdí la vida, y así considero como natural que a mi regreso puedo maltra­tar a mis sirvientes, burlar a mis acreedores y tomar a mis amigos, si tengo ganas, sus esposas, e inclusive sus amantes!", es la irónica formu­lación que Anatole France pone en labios de M. de Anteville.21

Otro aspecto interesante de los reyes de la aristocracia ha sido su papel de Mecenas: a causa de la pompa, necesaria para atraerse la atención nacional, la aristocracia necesitaba y fomentaba las artes (Haydn y Mozart llevaron todavía librea ... ). Todavía en la época ro­

cocó, los grandes científicos generalmente eran satélites de alguna cor­te. ASÍ, la cultura cooperaba con la tarea de guardar la atención nacional fijada en la élite: rey y aristocracia.

VI. La l\iueva Elite

Por otra parte, desde la alta Edad Media el papel social de la aris­tocracia se encontraba amenazada por paulatinos cambios socia1es. Los reyc3 comenzaron a sustituir la nobleza hereditaria, antes la prolonga-

1!l Aunque siempre considerando que podían tomar o exigir tranquilamente todo lo que necesitaban para vivir decorosamente.

20 jOHANNSON. 0r. cit., p. 93. Zl Rotisserie de la Reine Pédauque. cap. XVII.

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ci6n de su voluntad en la provincia. por funcionarios asalariados, ya no hereditarios. Ejércitos de mercenarios comienzan a sustituirse a los ejércitos de los nobles con sus vasallos. Privilegios de derecho público SOn objeto de un lento proceso de erosión. En las ciudades que por todas partes surgen, sobre todo a partir del siglo XIII, una burgnesía, en parte muy rica, usa sus finanzas para obtener favores oficiales, A menudo, el aristócrata, privado de sus antiguas fundones sociales, y de muchos de sus privilegios. se refugia hacia un desdén esnobista para con la nueva clase útil, talentosa, próspera, que no tiene sangre azul, que no participa en sus esotéricos modales, y que no sabe exactamente cómo están ligadas las familias nobiliarias,22 pero con tal actitud s610 se acelera su impopularidad y decadencia. Por otra parte, en el mundo de la burguesía cristaliza paulatinamente una nueva oligarquía, de di­nero, talento y buen gusto. que a veces se acerca socialmente a la antigua aristocracia y es aceptada por ella (d. el caso de Goethe). Inclusive se dan casos de aristócratas que pasan, políticamente, hacia el campo de la alta burgnesía, como Philippe Egalité, el hermano del Rey, durante la Revolución Francesa.

La aristocracia a veces conserva algún tiempo sus bienes hereditarios -a menudo gracias a mayorazgos y otros fideicomisos vinculatorios­pero frecuentemente se empobrece, en cuyo caso existe generalmente la posibilidad de "dorar el blasón" mediante matrimonios con hijas de la nueva. rica burguesía. Y aSÍ. la estructura atencional de las na­ciones cambia: en el foco se encuentra ahora un grupo muchos menos cerrado, ya que no determinado por sangre azul: la busrguesía de mérito, generalmente alrededor del rey. en mezclas diversas con restos de la aristocracia.

Esto ya es un foco mucho menos determinado. Además, el ambiente del siglo de las Luces y de la subsecuente Revolución Francesa había creado una división oficial de opiniones políticas: al lado del foco oficial surgen ahora para la atención, focos secundarios, de oposición. Y, otra cosa: las artes y las ciencias ya no giran alrededor de la aristo-­eracia y la Corte: comienza aquella dispersión de la estructura a ten­cional, que pronto debilitará tanto al Estado.

El cambio de acento de una aristocracia relativamente unificada ha­cia una burguesía relativamente diversificada, es resentido por la aris­tocracia, cuyos representantes a veces manifiestan su claro desdé~ del burgués ("el burgnés está siempre listo con sus lágrimas, pero no -como nosotros- con su sangre", opina el padre de Isaak Dinesen)." La vida del alto burgnés gira alrededor de prosperidad y seguridad, no

22 MoRRlS. E., The World o( the Shining Price, Pinguin (Peregrine Books) 1969, pp. 81/2.

23 Isak DINESEN, Winter"J Tales. Londres, 1953, 229-267.

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CRISIS DEL ESTADO Y ESTRUCTURA ATENClONAL 223

alrededor de honor y peligro. Este clash queda bellamente ilustrado en uno de los cuentos más profundos de aquella última voz de la aristocracia en la literatura europea, Isak Dinesen: Sorrow Acre23 con su dramática oposición entre la aristocracia de Dinamarca rural, repre­sentada por el tío, duro consigo mismo y con los otros, al servicio de lo ceremonial y monumental; y, por otra parte, la nueva meritocracia burguesa, con su sentido común, su sentimentalidad, y su humanita­rismo, muy orientada hacia el nuevo mundo americano, representada por el sobrino.

Por otra parte, el burgués se empeña en presentar caricaturas de la aristocracia, y tiene mas éxito popular que la propaganda antiburguesa de ciertos sectores de la aristocracia. Los rebeldes plebeyos rusOS del Renacimiento -y todavía de tiempo de Catalina al Grande: Púgachof-, para sus éxitos populares tuvieron que pretender ser de sangre azul; pero desde la Revolución Francesa es cada vez más frecuente que el líder popular tenga que ocultar sus eventuales ligas COn las familias aristócratas.

La atención popular queda ahora desenfocada; pero en mucllOs paí­ses del siglo pasado quedaba todavía un imán nacional, un centro claro de atención: la Corte, impregnada de alta burguesía. Las ideolo­gías predominantes, leyes y costumbres procuran proteger este foco contra dispersión: los nuevos reyes, de esta fase "reinan pero no go­bienan"; están por encima de los partidos y de la crítica, y su vida privada queda circundada por una aureola difícilmente penetrable, con cuya preservación la prensa, por ley o disciplina autoimpuesta, colabo~ ra, En momentos de crisis nacional, tales monarcas todavía lograron dar cierta unidad sicológica al R<;tado, como en Holanua se vió todavía durante la Segunda Guerra .Mundial; también para los enormes sacri· ficios que impuso el Japón a sus ciudadanos -con fenómenos extra­ordinarios como los kamikase- la unificación de la atenóón nacional en la persona del Emperador era esencial (repetimos que Hirohito inclusive era todavía divino hasta 1945, mientras que la reina de Ho­landa tuvo que contentarse, más modestamente, de ser reina "por gracia divina"),

Vil. Una atención nacional Poli/ocal

Ta~nbién este foco para la estructura atención nacional, pronto se volvió borroso, Reyes, y sus parientes inmediatos, tienen a menudo "ida<; demasiado "flamboyantcs", y la moderna información ya no se para en la puerta de los palacios o siquiera de las recámaras de éstos. En otras ocasiones la actitud personal de los monarcas durante los gran­des sacudimientos político-sociales o militares de este siglQ, o los negocios financieros de monarcas o sus próximos parientes, no siempre

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correspondió a lo que la fantasía popular hubiera esperado de especia­listas del concepto de honor; y en caso de insistir dogmáticamente en este concepto, a veces les fué peor, políticamente. Así, a pesar del no­table y excepcional regreso reciente de un monarca al centro de la atención nacional en España, la lista de las monarquías occidentales (y orientales) ha ido acortándose notablemente.

Hirohito tuvo que renunciar a su oficial aureola sobrenatural y a toda iniciativa personal en materia constitucional (es interesante la comparación entre la Constitución 1'Ieiji y la actual Constitución japo­nesa), y en la actualidad, el único monarca occidental que todavía goza de una prerrogativa sobrenatural (también ya criticada dentro del seno de sus jerarquía), es el Papa, que tiene .el curioso privilegio de ser infalible, bajo ciertas circunstancias.

A la luz de esta desaparición o capitis deminutio de las cortes mo­nárquicas en el occidente (yen aquel "Extremo Occidente" que es el Japón), ¿cuál es ahora la situación predominante de la estructura atendonal en los estados occidentales?

El antiguo, claro foco de la atención nacional, que era un rey here­ditario circundado por una nobleza nítidamente delimitada por sangre azul, y alrededor de la cual giraba toda la vida artísticay dentífica, se diluyó primero hacia un rey, circundado por una élite más permeable, amorfa, de una burguesía culminante, en mezcla con restos de la no­bleza, y ahora, como foco político, suele presentarse una burguesía di­vidida entre varios panidos, al lado de una antiburguesía, también ya dividida en partidos y facciones. Al lado de la política, con su rápida sucesión de múltiples 'líderes, nada hereditarios, surge la burocracia, encabezada por presidentes que se suceden cada x años, asistidos por ministros que, por iniciativa del presidente o por movimientos en el parlamento, son de umi inestabilidad proverbial.

Pero al lado de este foco político-burocrático, que ya no tiene nada de la antigua permanencia, y en el cual encontramos a personas que ya 110 se encuentran apoyadas por apellidos inspiradores y tradiciona­les, indumentaria exclusiva, aureolas sobrenaturales o estilos de vida diferentes de otras personas de cierta prosperidad, han surgido gran cantidad de otros focos para la atención nacional al lado de los cuales el foco estatal parece ser cada vez más periférico.

VIII. El panorama actual

La "crisis del estado" en el sentido de que la estructura atencioual nacional ha perdido un atractivo foco político, y se dispersa ahora entre varios campos, entre los cuales el político resulta subprivilegiado, no se presenta en todo el panorama moderno. Por ejemplo, los estados

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modernos autorizados (de la izquierda o de la derecha) suelen arre­glarse favorablemente Con este problema, En primer lugar, tienen la ventaja de dominar totalmente los medios de comunicación. Además. presentan unidad, en vez del panorama multicolor de la lucha política democrática: el ambiente de Pekín o de Moscú se parece más a la tradicional imagen del rey con su corte aristócrata. Además, suele aña" dir una aureola mesiánica, ideológica. a la vida estatal, al estilo de lo que sucedió con las antiguas élites del poder; además, a pesar de perio­dos de protesta contra el "culto a la personalidad", en casos como el de Lenin, de Mao, y, ahora, del líder norcoreano Sun Il Kim, se dota al jefe de facultades .sobresalientes, casi sobrehumanas, También se incorpora la vida artística -y científica en la existencia estatal: ningún pintor, compooitor, físico, etc, puede llegar a atraer la atención popu­lar, si no ha sido aprobado por el Estado, mediante altas condecora~ dones o sobresalientes nombramientos (algo que a veces pone al Estado en ridiculo, como en el caso del biólogo Trofim D_ Lysenko -venerado indebidamente- o del compositor Shostakovich, humillado indebida­mente en 1936 y 1948), De todos modos, en los estados autoritarios

. hallamos un ambiente, muy parecido a la atmósfera de la fase barroca, de un monarca con su aristocracia, iluminados por leyendas y mitolo­gías, y alrededor de los cuales gira toda la vida cultural: la estructura atencional, en tales circunstancias, sigue enfocada hacia el estado y su élite,

También- se escapan a esta forma de "crisis del estado" varios países mesoclasicistas .. La clase media siempre tiende a la cuidadosa observa~

·ción de la -política: por su habitual tenencia de fortunas medianas, tiene algo que perder, y a causa de su talento y espiritu de trabajo, en caso de una sensata política económica y una debida capilaridad social tiene algo que ganar: lo que sucede en el ambiente estatal es intere­sante para ella. Así, en varios países occidentales, a pesar de que el imán de' una pintoresca, llamativa élite política estable ha desapareci' do, el ciudadano de la 'predominante clase media, con interés personal y sin borresguismo, sa<.Tifica parte de su tiempo al estudio de los eventos y programas políticos'-

IX. El caso de México

El caso de México es distinto: a pesar de la predominación de un solo partido (en realidad no muy monolítico) el ambiente no es auto' ritario; por otra parte, UnO de los rasgos más destacados de la vida en México, es la delgadez de su clase media. Por lo tanto, no pertene­cemos a las dos mencionadas categorías de países en que la -atención pública queda razonablemente enfocada hacia la vida estatal.

Además, perjudica al respecto la difundida creencia de que los po-

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líticos y los altos funcionarios sean corruptos, a cuyo respecto, sobre una base de hechos ha surgido una super-estructilrá' de' rumores que hace mucho daño a la "Einfuhlug" entre el público Y el mUndo de lá política. También perjudica el hecho de que el público raras vece. tiene la oportunidad de escoger entre dos candidaiosviableS, algo que disminuye el interés del ciudadano en la comparación de programa! y opiniones. Así, surge un ambiente socio·sicológico en que, para el ciudadano, la élite poHtica y burocrática se compone de "ellos", lo~ "otros", impuestos desde una cúspide en que el ciudadano no puede influir, y persiguiendo sus propios fines egoístas.' Desde luego, -esta idea difundida no corresponde a una objetiva realidad, pero en estaS materias, la leyenda es generalmente má, relevante que la verdad. Asl, sufrimos el impacto del descrito desarrollo: entre los múltiples 'focos entre los cuales la atención nacionaJ tiene que repartirse, el político es el ceniciento. '. "." '. . "

La situación es' curiosa: a pesar de la creciente influenCia de] estado en la economía y otras facetas de la vida mexicana, CI. público nO conOCe realmente a la élite política y se interesa poco por los proble:, mas con que ella se enfrenta. Nuestro electorado conoce los detalleS de la vida privada de estrellas de la pantalla, especula sobre pronósti­cos deportistas, y convierte la visita del Jefe de la iglesia católica ~un monarca extranjero- en un acontecimiento de un entusiasmo popu131' espontáneo, del que, desde Madero, ningún político del país habla gozado. El público sabe -sin duda- quién es ahora el Presidente de la República, pero, por lo demás está mejor orientado sobre la jerar­quía de los santos alrededores de Dios, que sobre la jerarquía de los nltos funcionarios alrededor de nuestro Presidente. -En un experimento entre 52 estudiantes de una universidad privada de la buena burguesla, sólo 5 supieron quién es el actual Ministro de Gobernación, aunt)uc éste, en nues.tra estructura del poder Gubernativo, podría considerarse como "el segundo a bordo". A pesar de un honrado esfuerzo de "apertura democrática", circundado por una enorme propaganda pu­hlicitaria, y a pesar de las grandes facilidades para la votación, esW verano sólo la mitad del electorado tuvo la elemental cortesía de ir s' llenar su boleta. Una fracción mínima de nuestros ciudadanos sabe quién representa en este momento su Distrito en la Cámara de Dipu­tados, y en las conversaciones de la clase t¡ledia, el tono en el que se habla de los polfticos nos acerca cada vez más a lo que Doris Lessing pinta en su profunda obra: "Memoirs of a Survivor", que muestra cómo el público se aleja cada vez más de "Los habladores", The talkers" (o ¡ea los políticos y altos funcionarios) para buscar propias solucion"" dentro de la sociedad desingrante que ellos nos describen.

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X. Posibles remedios

¿Cómo uc"olvercmo::. <! 10 estatal el lugar que merece dentro de la estructura atendonal nacional?

No podelllos regresar a fórmulas superadas. Exhibicionismo y pompa ya -no son caminos al enfoque simpatizante de la atención pública; al contrario, ahora conviene que la élíte política haga declaraciones pú~ blicas a favor de la austeridad; y para frenar su impopularidad es recomendable que no viole estas declaraciones demasiado francamente (inclusive, el líder portugués Salazar logró enfocar gran parte de la simpatía popular sobre sí, por su ostentativo apego a la austeridad; otro ejemplo es Gandhi aunque sus opulentos patrocinadores sollan quejarse de que "cuesta muchísimo dinero guardar a Gandhi pobre ... "; estos dos políticos -y podrían citarse otro&- comprendieron que en la actualidad la ostentación de austeridad atrae más apoyo popular que, como antes, la ostentación de un lujoso modo de vivir).

Otra fórmula (que temporalmente puede dar resultado, pero que es inmoral y peligrosa) e~ la de crear una tensa situación exterior, para que el público se sienta inclinado a unificarse detrás de su gobierno. (cf~ el dicho 1'U'iO: "Si quieres unión en tu hogar, renta a un lobo para aullar delante de su puerta"); pero nosotros no debemos, y no podemos h~cer {,"Sto. El lobo en cuestión no podría ser el castrismo (la resisten­cia de la ruidosa ala izquierda sería demasiado grande); y provocar más fricción con Washington sería suicidal; ya estamos balanceando en una peligrosa orilla, al respecto.

¿Más ceremonias oficiales? Sólo los obligados van, y de mala gana. ¿Más declaraciones oficiales? Desde el régimen anterior, con su avalan­cha de discursos, ya es una técnica trillada, y después de tantos fraca, fooOS llamativos, el ciudadano se ha vueho esCéptico: nos acercamos al ~imbiente que Doris Lessing nos describe, en que Jos políticos O' funcio­narios hablan los unos para los otros, ya no para el ciudadano. ¿Crear nuevas mitologías politicas? Esto se hace en Jos países autoritarios. pero mientras que conservemos nuestros ideales de una democracia p]uralis­ta, no podremos recurrir a este remedio atavístico: cada intento sería -contestado por una avalancha de críticas. de moderno sentido G)JllÚH.

~Colocar c~ el centro de la atención popular, ya no a personajes t(:'m­porales y a veces excesivamente humanos, sino laj instituciones form,!­les, como "la Constitución" 0, "el sistema mexicano"? Desde luego. es difícil que el público venere algo que estamos cambiando todo el tiempo, que constantemente es objeto de críticas, y que tan frecuente­mente es desobedecido. Además es algo difícil respetar una organiza­ción como tal, si al mismo tiempo nuestro camino hacia la democracia nos acostumbra cada década más a criticar a los titulares de esta orga· nización.

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GUILLERMO F. MA.RGA.DA.NT

No; parece evidente que la solución tendrá que buscarse en todo Jo que favorezca el continuado crecimiento de la clase media (puerta abierta en materia de educación media, aunque sacrifiquemos hasta cierto grado calidad o cantidád; cuidado con la presión fiscal sobre el sector mediano de ingresos; posibilidades para inversiones medianas que resistan a la inflación); además deberemos fomentar todo lo que elimine la barrera entre el "nosotros" del ciudadano y el "el\os" del mundo estatal, o sea: una prudente intensificación de la vigilancia de los patrimonios de funcionario. y sus próximos parientes; liga. po­pulares, con elementos cívicos ilmpios, contra la corrupción (con dere­cho de picaporte con alto. funcionario. de indiscutible integridad); pluralidad de candidatos viables para cada puesto de elección popular COn discusión pública previamente a la elección; prudente continua­ción de la apertura democrática; experimentos con instituciones nuevas al estilo del Ombudsman; revitalización de la "soberanía" de las enti· dades federativas, y, sobre todo, estímulo de la vida democrática mu­niciPal (que podría ser tan buena escuela cívica, por .discutirse en ena problemas concretos, generalmente no muy ideológicos y más bien pragmáticos); el uso de buenos especialistas en relaciones humanas al­rededor de las personas más destacadas de la vida política; mesas redondas (sin oratoria), con opiniones contrastantes (en vez de discur· sos unipersonales), sobre los grandes problemas del palo; en lo posible, evitación de "circos" indignos en el forum político; y la eliminación de la adulación y oratoria de la explicación política. nel lado oficial mexicano hay siempre suficiente ingenio, sentido de humor e inteli­gencia, y del lado del pliblico suficiente receptividad respecto de estas calidades, como para poder crear un ambiente propicio para la pro­gresiva absorción lel ciudadano, ahora todavía tan pasivo y apático, en una vida política razonablemente democrática, en que la vida estatal esté conectada, más que ahora, con la estructuraatencional de la nación,

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RESUMEN

En el ambiente moderno de interdisciplinariedad, para las ciencias sociales resulta interesante, también, el contacto con la biología. De este diálogo nació la sociobiología, pero también resultaron del mismo otras hipótesis y conceptos que no siempre caben dentro de la atmós­fera y ambición tan especiales de la sociobiología_

Un concepto que surgió antes de la sociobiología, pero que ha sido aprovechado por ésta, es el de estructura atencional: para el debido comportamiento (por ejemplo, en momentos de crisis) y la deseable transmisión de tradiciones en grupos de monos, resulta necesario que alguna élite se encuentre en el foco de la atención estructurada del grupo. El mecanismo respectivo que ha sido observado y analizado por biólogos, también existe, mutatis mutandis, en sociedades huma­nas, pero en éstas se presenta un fenómeno adicional (cuyos rudi­mentos ya han sido señalados en grupos de monos): la frecuente escisión de grupos, que en el mundo animal sólo excepcionalmente y por breves temporadas da lugar a una relación jerárquica entre gru­po y grupo, en la vida social humana produce más fácilmente y en forma más duradera tal jerarquía: al lado de la jerarquización dentro del grupo observamos ahora una jerarquización entre grupos, para lo cual el símbolo y la ritualización, de incrementada eficacia debida al idioma, ayudan poderosamente. Así comienzan a formarse reinos territoriales. e inclusive imperios. En éstos también existe la necesidad de una estructuración de la atención del grupo hacia una élite, lo cual da lugar a fenómenos políticos como reyes con sus cortes, circun­dados por llamativas aristocracias hereditarias, todos apoyados por pintorescas jerarquías sacerdotales, y ayudados por símbolos (indumen­taria reservada a personas que ocupen ciertas funciones. ceremonias, escudos heráldicos, banderas, recientos que requieren comportamiento respetuoso. himnos, etc.), sagas que justifican el status qua de la je­rarquía, genealogías verdaderas o falsas -inclusive absurdas-, una teo­logía o mitologías favorables a la estructura atencional enfocada hacia la élite, y una aureola de artes y ciencias alrededor de ésta.

Desde el siglo XIII, en el mundo occidental surge luego una nueva clase, menos cerrada, menos hereditaria: la burguesía que en una COm­plicada historia de oposición y convivencia obtiene finalmente la igual­dad de "todos" ante el derecho, y en gran parte llega a sustituirse a la nobleza, en la éJite política y burocrática. Durante esta evolución,

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los reyes pierden importantes prerrogativas (a mediados del siglo XVII un importante rey occidental ya es decapitado), las ciencias y artes comienzan a independizarse ue los palacios, y por el surgimiento del parlamentarismo y el sistema partidista, la vida política comienza a volverse más borrosa. En vez de un rey con su nobleza, o un rey ya burgués con una élite mezclada de alta burguesía y restos de la nobleza (pensemos en Louis Philippe, o la reina Victoria) encontramos cada vez más frecuentemente en los países occidentales una cúspide política y burocrática con alta capilaridad social, con rápida sucesión de per~ sonajes culminantes, productos de las\ familias más diversas y de varias clases sociales, todo bajo el signo de que "panta rhei". Al mismo tiem' po, la vida artística y científica, ya separada de la élite pol/tica, . co­mienza a presentar muchos nUevos focos que compiten pot- la atención del público.

Los Estados autoritarios logran orientar todavía la estructura aten~

cional hacia la élite política; países que tienden hacia el pluralismo político, pero que cuentan con una amplia clase media, también- lo­gran guardar la vida política en un lugar importante, dentro de la estructura atencional nacional; pero países como México, que han optado por un relativo pluralismo político, y que, por otra patte, todavía no cuentan con una poderosa clase· media, se encuentran a menudo en una posición curiosa, en relación con nuestro tema! el Estado tiende a acumular un notable poder, pero la atención del público -¡del electoradol- se dirige hacia una multitud de focos; entre los cuales el foco político de ningún modo predomina; la ignorancia del público respecto del "quién es quién" de la política y de los me­canismos estatales, resulta llamativa, algo que la ponencia ilustra con una selección de ejemplos.

Como remedios, pueden sugerirse todas aquellas medidas que pue­dan fomentar el crecimiento de la clase media.

También es importante que emprendamos una diversificación de la vida política mediante; a) una continuada apertura pol/tica (a ·cuyo respecto no debemos dejarnos desanimar por la reacción apática del electorado, en este año), b) la presentación ante el electorado de más opciones entre candidatos viables, e) el fomento de un verdadero fe­deralismo, d) el estímulo de la democracia municipal -todavía tan débil-, y e) la sustitución del discurso unipersonal por mesas redon· das con opiniones en pugna. Además parece recomendable una gra­dual y prudente intensificación de la lucha contra la corrupción po' lítica y burocrática, que tanto daño hace a la Einfühlung entre el ciudadano y el Estado, y una mejor información, objetiva, del público respecto de los antecedentes de candidatos (al estilo de los ficheros cívicos que en varios países están a la disposición del electorado).

En caso de éxito, de todos modos no se llegará nunca a una. estruc-

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C1ust'i Of.f. [:;!)l'AD() f l::S1'R{/CTUUA ATElt,,¡CIOSAL

tUl'.l HCIK.ional dc ;a nación, tan eniocada hacia los políticos y buró­cratas COfilO ha sido c1 caso en, por ejemplo, la alta Edad Media oc· ddcntal; prm esto tampoco ,sería necesario o siquiera deseable. Si, a la larg,!, (Oll tales medidas l)btCllCmos que el público se interese L:Hl.!O por la política como, en la actualidad, por los deportes, ya ha· brclno') crc:ldo una hase para una vida política con amplia participa· ción, una apreciable dosis de sentido común, y un mejor equilibrio entre l()'j dos elementos de persuasión y de Locrciún .

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