Estado laico y libertad ideológica - Revista Este...

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El debate sobre el Estado laico en México se ha cir- cunscrito, por lo general, a la separación que debe haber entre las iglesias y el Estado. Se trata de un enfoque que se justifica plenamente desde un punto de vista histórico, pero que amerita ser enri- quecido para tener una lectura contemporánea de los retos que tenemos en México en materia de Estado laico. Desde los defensores de la religión se suele invocar con mucha frecuencia (para fines muy diversos, a veces incluso antagónicos) la libertad religiosa, que es un derecho fundamental recogi- do en el artículo 24 de la Constitución mexicana vigente. Cabe, sin embargo, tomar una perspectiva distinta y defender la idea –ya presente en distin- tos instrumentos internacionales de derechos humanos– de que existe una libertad ideológica, la cual sería más amplia que la libertad religiosa e incluso previa a ella, dado que permitiría decidir en primer término si adoptamos o no una convic- ción religiosa. La libertad ideológica consiste en la posibilidad de que toda persona tenga su propia cosmovisión y entienda de la forma que quiera su papel en el mundo, su misión –si es que considera que tiene alguna– en la vida y el lugar de los seres humanos en el universo. Por supuesto, no se trata de una dimensión puramente interna del sujeto, sino que la libertad ideológica protege las manifestaciones externas de los ideales que se forjan, como no podría ser de otra manera, en el fuero interno de cada persona. El valor que sostiene en parte a la libertad ideo- lógica es la tolerancia, la cual exige que respete- mos al otro aún cuando no estemos de acuerdo con su conducta y la misma nos parezca (moral- mente) reprochable; como señala Jürgen Haber- mas, “debemos respetar en el otro también al conciudadano aún cuando consideremos falsos tanto su fe como su pensamiento y mala la corres- pondiente conducta vital. La tolerancia protege a una sociedad pluralista de ser desgarrada como comunidad política por conflictos entre cosmovi- siones rivales”. 1 La libertad ideológica tiene un componente indi- vidual y un componente colectivo. 2 El primero se desprende del principio de dignidad de la persona y es una consecuencia de la autodeterminación de la misma; el componente colectivo o institucional, por su parte, cobra sentido en la medida en que las per- sonas buscan y necesitan comunicar sus creencias, compartirlas con otras personas e integrarse en gru- pos que mantengan una ideología afín a la suya. Desde luego, el componente colectivo puede sur- gir de forma más o menos voluntaria, según la per- sona busque integrarse en un grupo o colectividad afín de forma espontánea o bien que esa misma persona pertenezca de forma involuntaria y por las razones que sean a un grupo o comunidad (tal sería el caso de las minorías étnicas o culturales). En cualquier caso, la dimensión colectiva de la libertad ideológica es una base mínima para generar la convivencia pacífica dentro de las sociedades democráticas contemporáneas, que presentan acen- tuados rasgos de pluralismo y multiculturalidad. 3 Las manifestaciones externas que conforman el ámbito protegido de la libertad ideológica son, al menos, las siguientes: 4 La libre tenencia de opiniones y creencias, es decir, la posibilidad de que cada persona tenga o deje de tener unas u otras convicciones y que esas convicciones sean inmunes frente a cualquier for- ma de intervención, coacción o prohibición, en tanto que no transgredan algún tipo de límite constitucional, si es que se manifiestan por medio de determinadas acciones. Laicismo, Estado Estado laico y libertad ideológica MIGUEL CARBONELL Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. ABRIL 2010 ESTE PAÍS 228 60

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El debate sobre el Estado laico en México se ha cir-cunscrito, por lo general, a la separación que debehaber entre las iglesias y el Estado. Se trata de unenfoque que se justifica plenamente desde unpunto de vista histórico, pero que amerita ser enri-quecido para tener una lectura contemporánea delos retos que tenemos en México en materia deEstado laico.

Desde los defensores de la religión se sueleinvocar con mucha frecuencia (para fines muydiversos, a veces incluso antagónicos) la libertadreligiosa, que es un derecho fundamental recogi-do en el artículo 24 de la Constitución mexicanavigente. Cabe, sin embargo, tomar una perspectivadistinta y defender la idea –ya presente en distin-tos instrumentos internacionales de derechoshumanos– de que existe una libertad ideológica,la cual sería más amplia que la libertad religiosa eincluso previa a ella, dado que permitiría decidiren primer término si adoptamos o no una convic-ción religiosa.

La libertad ideológica consiste en la posibilidadde que toda persona tenga su propia cosmovisióny entienda de la forma que quiera su papel en elmundo, su misión –si es que considera que tienealguna– en la vida y el lugar de los seres humanosen el universo. Por supuesto, no se trata de unadimensión puramente interna del sujeto, sino quela libertad ideológica protege las manifestacionesexternas de los ideales que se forjan, como nopodría ser de otra manera, en el fuero interno decada persona.

El valor que sostiene en parte a la libertad ideo-lógica es la tolerancia, la cual exige que respete-mos al otro aún cuando no estemos de acuerdocon su conducta y la misma nos parezca (moral-mente) reprochable; como señala Jürgen Haber-mas, “debemos respetar en el otro también al

conciudadano aún cuando consideremos falsostanto su fe como su pensamiento y mala la corres-pondiente conducta vital. La tolerancia protege auna sociedad pluralista de ser desgarrada comocomunidad política por conflictos entre cosmovi-siones rivales”.1

La libertad ideológica tiene un componente indi-vidual y un componente colectivo.2 El primero sedesprende del principio de dignidad de la persona yes una consecuencia de la autodeterminación de lamisma; el componente colectivo o institucional, porsu parte, cobra sentido en la medida en que las per-sonas buscan y necesitan comunicar sus creencias,compartirlas con otras personas e integrarse en gru-pos que mantengan una ideología afín a la suya.

Desde luego, el componente colectivo puede sur-gir de forma más o menos voluntaria, según la per-sona busque integrarse en un grupo o colectividadafín de forma espontánea o bien que esa mismapersona pertenezca de forma involuntaria y por lasrazones que sean a un grupo o comunidad (talsería el caso de las minorías étnicas o culturales).

En cualquier caso, la dimensión colectiva de lalibertad ideológica es una base mínima para generarla convivencia pacífica dentro de las sociedadesdemocráticas contemporáneas, que presentan acen-tuados rasgos de pluralismo y multiculturalidad.3

Las manifestaciones externas que conforman elámbito protegido de la libertad ideológica son, almenos, las siguientes:4

La libre tenencia de opiniones y creencias, esdecir, la posibilidad de que cada persona tenga odeje de tener unas u otras convicciones y que esasconvicciones sean inmunes frente a cualquier for-ma de intervención, coacción o prohibición, entanto que no transgredan algún tipo de límiteconstitucional, si es que se manifiestan por mediode determinadas acciones.

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M I G U E L C A R B O N E L L Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.

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Derecho a pertenecer a grupos y asociacionesorientados por convicciones y creencias; se trataría,en este supuesto, de la dimensión colectiva de lalibertad mencionada en el inciso anterior. En estesentido, es de particular importancia subrayar que lalibertad ideológica permite, en principio, que todapersona pueda integrarse en cualquier tipo de mino-ría, por heterodoxa o peculiar que le parezca a lamayoría, así como la posibilidad de que deje de per-tenecer en cualquier momento a esa minoría.

Derecho a no declarar sobre la propia ideologíao sobre las creencias personales. Esta manifesta-ción de la libertad ideológica (que se extiende tam-bién a la libertad religiosa) es muy importantepara evitar fenómenos de discriminación. Como sesabe, la Constitución mexicana prohíbe la discri-minación por motivo de “opiniones” o “preferen-cias” (artículo 1, párrafo tercero); de dicha prohibi-ción en general y de la libertad ideológica enparticular puede desprenderse el derecho a mante-ner en secreto nuestras creencias y nuestras prefe-rencias, de forma que ninguna autoridad y ningúnparticular nos pueda obligar a hacer pública nues-tra religión, nuestras preferencias sexuales o la opi-nión que tenemos sobre algún tema. Una manifes-tación concreta muy importante de este aspecto dela libertad ideológica es el secreto del voto, garanti-zado por la legislación electoral a nivel federal yestatal. Otra manifestación de este derecho es laprotección contra la difusión de datos personales(hoy en día ordenada por el párrafo segundo delartículo 16 constitucional).

Libre conformación de opiniones, convicciones ycreencias. La libertad ideológica no solamente bus-ca proteger la mera “tenencia” de creencias, sinoque también protege la búsqueda de los elementosnecesarios para conformarlas, lo cual se concretade muchas maneras; por ejemplo a través de lalibertad de educación, a través del derecho a recibirinformación veraz o por medio del derecho de lospadres a elegir el mejor modelo educativo y forma-tivo para sus hijos, dentro de las opciones contem-pladas por la ley.

Libertad de comunicación de ideas y opiniones;éste es un aspecto que guarda íntima relación conla libertad de expresión. Quizá solamente haga fal-ta precisar que dentro de la libertad de comunica-ción de ideas se encuentra el fundamento de lalibertad de cátedra (que también encuentra susten-

to, como es obvio, en la libertad educativa y en lafigura de la autonomía universitaria).

Libertad para arreglar la propia conducta a lascreencias u opiniones que se tengan; esto suponela libertad de practicar los cultos religiosos en losque se crea, así como la posibilidad de manifestaruna objeción de conciencia para no cumplir conalguna obligación que sea contraria a nuestras cre-encias. También este aspecto de la libertad ideoló-gica supone, con algunas excepciones, la posibili-dad de defensa de los individuos frente atratamientos médicos que sean contrarios a suscreencias; las excepciones o límites se pueden darcuando se trate de menores de edad, cuando lapersona no tenga la posibilidad de manifestar conclaridad su pensamiento o cuando se acredite unestado de necesidad que ponga en peligro un bienprotegido constitucionalmente (como lo puede serla vida); así por ejemplo, un juez puede ordenaruna transfusión sanguínea aún a pesar de la negati-va del paciente.5

Los anteriores son simplemente algunos aspectosen los que se concreta la libertad ideológica.

La libertad ideológica es la matriz a partir de lacual se pueden desarrollar otros derechos. El másobvio es el derecho a la libertad religiosa, que yahemos mencionado.6 Pero también de la libertadideológica se han desprendido los derechos multi-culturales, que permiten a individuos, grupos ycomunidades establecer sus propias formas de vidae impiden que el derecho aprobado por la mayoríadentro de un territorio puede hacérselas cambiaren favor de modelos más “evolucionados” o másortodoxos; la tolerancia que sostiene en parte a lalibertad ideológica, exige que se eliminen los pre-juicios, que en tantos momentos de nuestra histo-ria han generado enormes fenómenos dediscriminación contra las minorías.

En esa virtud, no deberíamos permitir que prejui-cios acerca de la homosexualidad o de la autodeter-minación de las mujeres en materia de maternidadterminen dando contenido a las leyes en México.

Finalmente, es también a partir de la libertadideológica como pueden entenderse varios dere-chos de participación política, pues tales derechossuponen la posibilidad de tener y defender dife-rentes ideologías en el terreno de lo público, a par-tir de las cuales se puede intentar conformar ungobierno para modificar la orientación política de

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un Estado o integrar un partido político para soste-ner ciertos puntos de vista sobre determinadostemas, entre otras cuestiones.

En suma, la libertad ideológica se encuentra enel principio mismo del Estado constitucional, perose proyecta también a lo largo de varias de susprincipales líneas evolutivas, reforzando su carácterdinámico y potenciando desarrollos futuros quetodavía están por ser explorados. Cualquier análi-sis de lo que significa e implica el Estado laico nopuede dejar de incluir esta forma en que se concre-ta nuestra libertad de creer o de no creer. Me pare-ce que adoptar la perspectiva de la libertadideológica para la comprensión adecuada del Esta-do laico ofrece grandes ventajas, tal como se haintentado argumentar en las páginas anteriores.

1 “De la tolerancia religiosa a los derechos culturales”,Claves de razón práctica, número 129, Madrid, enero-febrero de 2003, p. 7.

2 Xiol Ríos, Juan Antonio, “La libertad ideológica olibertad de conciencia” en Varios autores., La libertadideológica. Actas de las VI Jornadas de la Asociación deLetrados del Tribunal Constitucional, Madrid, CEPC,2001, pp. 19-22.

3 Sobre la tolerancia en las sociedad plurales, Martínezde Pisón, José, Tolerancia y derechos fundamentales enlas sociedades multiculturales, Madrid, Tecnos, 2001.

4 Xiol Ríos, “La libertad ideológica o libertad de con-ciencia”, cit., pp. 29 y ss.

5 Idem, pp. 64-65; dentro del mismo libro, sobre el

tema, véase Santolaya, Pablo, “De cómo la libertadideológica puede modular el cumplimiento de algu-nas obligaciones legales (según la jurisprudencia)”,pp. 94 y ss.

6 En una decisión de 1947 (en el caso Everson versusBoard of Education), la Suprema Corte de EstadosUnidos, bajo la ponencia del juez Hugo Black, defi-nió los alcances de la libertad religiosa; en una expo-sición memorable, Black escribió que la establishmentclause contenida en la Primera Enmienda de la Cons-titución de los Estados Unidos significa que ni elgobierno federal ni los estatales pueden levantar unaiglesia, ni tampoco aprobar leyes que ayuden a unareligión, a todas las religiones o que prefieran a unareligión sobre otra. No pueden forzar a una personaa ir o a no ir a una iglesia en contra de su voluntad oforzarla a profesar o dejar de profesar una creenciade cualquier religión. Ninguna persona puede sercastigada por tener o profesar creencias o por ir odejar de ir a la iglesia. Ningún impuesto, en ningunacantidad, grande o pequeña, puede ser cobrado paramantener ninguna actividad o institución religiosas,se llamen como se llamen y cualquiera que sea laforma que adopten para enseñar o practicar una reli-gión. Ni el gobierno federal ni los estatales puedenparticipar, abierta o secretamente, en los asuntos dealguna agrupación religiosa y viceversa. Black termi-naba su párrafo citando a Jefferson para concluir quela cláusula que impedía al Congreso estadounidenseimponer como obligatoria una religión tenía porobjeto levantar un muro de separación entre la igle-sia y el Estado. Como se puede percibir, la tesis deHugo Black conlleva una férrea defensa del Estadolaico y de la neutralidad que deben mantener las ins-tituciones públicas frente a las religiosas. Es todo unmodelo en su género.

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