ESTADOS DEL ARTE PARA LOS CAMPOS DEL ARTE Y...
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ESTADOS DEL ARTE PARA LOS
CAMPOS DEL ARTE Y PRACTICAS
CULTURALES PARA LAS
POBLACIONES: INFANCIA,
JUVENTUD, INDÍGENAS,
COMUNIDADES CAMPESINAS y
PUEBLO ROM
INFORME 2: AVANCES
CONCEPTUALES Y
METODOLÓGICOS
Elaborado por:
William Vásquez – Director
Cristina Ruiz‐ Equipo de apoyo
Contrato: 325 de 2009
Enero 2010
Aproximaciones al concepto de “Práctica Cultural”
Contenido
Ejercicios de definición de las “prácticas culturales” 3
Dimensiones de la “práctica cultural” 5
La “práctica cultural” y el “capital cultural” 6
Vida cotidiana y “práctica cultural” 7
La práctica como Signo distintivo 8
La exploración semiológica de la “práctica cultural” 9
Prácticas culturales, habitus y maneras 10
Hacia una construcción de la mirada 11
La “práctica cultural” como objeto de estudio 12
El arte y la naturaleza de las poblaciones en estudio 14
Introducción a los mapas conceptuales 17
Mapas conceptuales
Qué mirar+Cómo mirar: configuración conceptual y metodológica
de los estados del arte 20
Qué mirar+Cómo mirar: sistema relacional estados del arte y
prácticas culturales 21
Estado del arte sobre prácticas culturales en infancia. 22
Estado del arte sobre prácticas culturales en juventud. 23
Estado del arte sobre prácticas culturales en indígenas. 26
Estado del arte sobre prácticas culturales en comunidades campesinas. 27
Estado del arte sobre prácticas culturales en pueblo rom. 28
Referencias 29
Bibliografía 29
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Aproximaciones al concepto de “Práctica Cultural” Por William Vásquez Rodríguez
Ejercicios de definición de las “prácticas culturales”
• A partir del ejercicio que hace Pierre Bourdieu de vincular “capital cultural” y
prácticas, podremos afirmar que la “práctica cultural” es el ejercicio identitario de
unos agentes que fungen como instancias de acumulación, producción y/o
reproducción del “capital cultural”, desde redes sociales que se hacen presentes,
mediante unos habitus posibles para unos hombres libres para su elección.
(Requiriéndose para el entendimiento cabal de esta afirmación, de la necesidad de
detenerse en cada uno de los conceptos aquí expuestos).
• La “práctica cultural”, en la medida que es un constructo social, resultante de
acuerdos surgidos entre “unos” iguales‐diferentes, como miembros de una
comunidad autónoma, y que por lo tanto se presenta como «una entidad abstracta
que representa una convención natural» (Eco, 1976).
• Es en el ejercicio de la “práctica cultural” que ésta es, pues solo tiene sentido
durante su existencia y por ello se entiende como acción, la que se agota
instantáneamente en su propio accionar, pero que a su vez perdura como
memoria, que subyace en una colectividad, y puede ser revivida en un nuevo
discurso o en una nueva acción, idea constituida en el sentido de la acción en
Hannah Arendt (Arendt, 1958).
• La “práctica cultural” es “unitaria”, sobre todo en la medida en que es objeto
cultural que «denota unidad cultural», pero que es al mismo tiempo diferencial,
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pues a su vez se entiende como «cualquier cosa que la cultura tiene definida como
unidad distintiva diversa» (Eco, 1976).
• La lectura de las “prácticas culturales” por los otros (por ejemplo los
investigadores) diferentes a sus propios agentes, en primera instancia se da como
si éstos fuesen «significantes que explican los significantes de significantes
presentes» (Eco, 1976), pero que al mismo tiempo podrían llegar a ser un juego de
experiencias afectadas por las prácticas como las experiencias estudiadas.
• La “práctica cultural” es el ejercicio vivo de la condición pública de unos hombres
que viven en sociedad, práctica ésta que en el transcurrir del tiempo se genera, se
transforma permanentemente y se sustituye por otra, o que simplemente se
entrega al olvido. A este fluir permanente en términos conceptuales no le caben
las definiciones certeras o concluyentes, por eso el concepto “prácticas culturales”
debe rodearse reflexivamente para llegar verdaderamente a un “sentido”.
• Las “prácticas culturales” son “dispositivos de enunciación colectiva” que operan
en lo simbólico dando lugar a flujos de creatividad que desbordan las lógicas
significantes para proponer unas semiologías simbólicas que ponen en juego una
multiplicidad de estratos de expresión, gestuales, rituales verbales, sexuales, de
juego, de canto, de música, tecnológicos y estéticos… conectándose con flujos
cósmicos y moleculares que dan lugar a lo nuevo. Entonces se puede hablar de una
Cultura institucional que se centra en expresiones que dependen del lenguaje
oficial donde predomina el significado de las palabras, el poder massmediático y la
razón de estado, mientras subsisten expresiones residuales que se alejan de este
lenguaje dando lugar a un concepto de cultura que despliega el sentido para
vehicular un modo distinto de entender su dominio relacionado directamente con
el cuerpo, el entorno, la vida y la diferencia.
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Dimensiones de la “práctica cultural”
Al asociar la ocurrencia de la “práctica cultural” a una práctica simbólica se pueden
asumir para aquella en el presente estudio, las propiedades y principios propios de
ésta última, derivados de las posibilidades de análisis resultante de la función signica
que se desencadena en tal práctica. Así mismo se reconocen planos o aspectos de las
“prácticas culturales” que se constituyen a su vez en miradas diversas sobre una
misma función semiológica, y que plantean una aproximación metodológica diferente
para cada “Estado del arte”, siendo ellos, primero, los aspectos tangibles; segundo, los
aspectos intangibles y tercero, los aspectos asociados al comportamiento humano:
Aspectos tangibles de la “práctica cultural”
• Formas perceptibles con las cuales los miembros de una comunidad se hacen
presentes socialmente.
• Formas o maneras de hacer las cosas con que se hace presente ante otros una
comunidad.
• Recurrencias manifiestas en las cosas públicas con que se hace presente
socialmente un individuo o una comunidad.
Aspectos intangibles de la “práctica cultural”
• Red de relaciones amplias entre individuos en las que se inscribe (y está inmersa) la
“práctica cultural”.
• Reunión de saberes contenidos en el ejercicio efectivo o memoria de la “práctica
cultural”.
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• Potencialidad de transmisión de saberes entre generaciones, contenidos en el
ejercicio efectivo o memoria de la “practica cultural”.
• Profundidad virtual (Ricoeur, 2000)1, memoria o soporte del contenido simbólico
de la “práctica cultural”.
Aspectos de la acción humana en la “práctica cultural”
• Comportamientos creativos reiterados o espontáneos de los agentes asociados a
la interacción cotidiana entre los miembros de una comunidad, y de ésta con otros
grupos, configurando la experiencia social humana.
• Acción entre hombres, como un volver al origen, dar comienzo a algo, el fin que
permanece en el tiempo de algo, el registro de una transformación por (o en) la
acción humana.
• El relato de la acción como gesta humana, que se presenta como una narración
posterior de las prácticas.
La “práctica cultural” y el “capital cultural”
La “práctica cultural” entendida como riqueza de un colectivo, que requiere para su
generación y acumulación del trabajo, labor y acción de sus miembros comunitarios, y
que por lo tanto adquiere la posibilidad de ser aumentada, enriquecida, apropiada,
enajenada, empobrecida. Tranzada como si fuese un capital político o económico.
Bourdieu nos lo dice «y he analizado muy detenidamente cómo el peso relativo, en el
capital de los adolescentes (o de sus familias), del capital económico y del capital
1 Memoria virtual e intangible que junto a la materia tangible constituyen la totalidad de la experiencia humana cada vez.
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cultural (lo que llamo la estructura del capital) aparece retraducido en un sistema de
preferencias que les lleva a privilegiar o bien el arte en detrimento el dinero, las cosas
de la cultura en detrimento de los asuntos de poder, etc.» (Bourdieu, 1994, p. 43).
La práctica permite visibilizar esta riqueza, y el espacio de las “posiciones sociales” las
que se retraducen en un espacio de “tomas de posición” a través del espacio de las
“disposiciones” (o de los habitus), donde el concepto de “retraducción”, debe ser
pensado en el sentido de un decir lo mismo que su esencial contenido o sistema
relacional, perceptivo y cognitivo de lo público cada vez. Bourdieu lo plantea también
de la siguiente manera: «sistema de desviaciones diferenciales que define las
diferentes posiciones en las dimensiones mayores del espacio social, corresponden a
un sistema de desviaciones diferenciales en las propiedades de los agentes (o de las
clases constituidas de agentes), es decir en sus prácticas y en los bienes que poseen».
(Bourdieu, 1994, p. 19).
Para Bourdieu la “práctica cultural” no es azarosa o caótica, sino que al contrario
subyace en ella una estructura, que aunque invisible, se refleja en las tensiones y
direcciones que produce. «A cada clase de posición corresponde una clase de habitus
(o de aficiones) producidos por los condicionamientos sociales asociados a la condición
correspondiente y a través de estos habitus y de sus capacidades». (Bourdieu, 1994, p.
19).
Vida cotidiana y “práctica cultural”
Entender a cada grupo poblacional de referencia como una instancia productora
particular y/o generadora de prácticas culturales, donde en ésta se reconoce la
capacidad de iniciar algo, la potencia de transformar las practicas ya existentes, de
olvidar las pasadas o de alentar las “practicas culturales” futuras.
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La “práctica cultural” trasciende la expresión comunicativa objetiva de la pura “función
signica”, pues no necesariamente en la “práctica cultural” esta última se muestra
como simplemente racional, pues puede pertenecer a aquello que Eco denomina «el
texto como ejemplo de la invención» (Eco, 1976, p. 71), donde en el acontecimiento
mismo de la práctica se manipula la expresión, se reajusta el contenido y se puede
presentar otra visión del mundo, que provoca emoción estética, y que desencadena
nuevos valores estéticos, movilidad en el pensamiento y la explosión del decir poético,
de allí que la intuición e incluso la ambigüedad auto reflexiva, sean afines con lo
artístico y lo plástico que se hace presente en el arte social tradicional.
Así como sucede en el carnaval o en los contenidos de algunos bailes tradicionales, en
las “practicas culturales” se da la violación de reglas expresivas y del contenido propio
de la vida cotidiana y también se da la articulación simbólica, de ritmos, de cuerpos
etc., con ésta.
Ante la presencia de la “práctica cultural” se requiere flexibilidad interpretativa, pues
aunque se corresponde más o menos con la rutina diaria de los miembros de un
colectivo, la práctica siempre implica “retraducción”, “reescritura”, nuevos “matices”
configurando un territorio puramente estético, más allá de lo puramente utilitario.
La práctica como Signo distintivo (Eco, 1976)
• Bourdieu reconoce el origen estructural de la “practica cultural”, y retoma el
principio agustiniano del signo como «qualcosa che sta al posto di qualcos’altro»,
planteado por Umberto Eco, donde lo que se nos hace presente físicamente,
oculta el origen, el sentido y las posiciones relacionales de una sociedad especifica.
• Por estar precisamente por fuera de lo absolutamente objetivo, es que se requiere
que la “práctica cultural” se mantenga como «todo aquello que es sobre la base de
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una convención social y previamente aceptada» (Eco, 1976), dicho de otra manera,
la subjetividad que le es connatural transforma por acuerdos creativos la vida
cotidiana y rutinaria de los miembros de un grupo social.
• La “práctica cultural” sucede sobre la base de un acuerdo social, y se resalta por
sobre la preexistencia de un continuum cultural de relaciones más amplio y
complejo, que no necesariamente se muestra explícitamente en ella y que
denominamos cultura.
• En la “práctica cultural” se produce una relación de copertenencia entre expresión
y contenido, una relación que acontece entre un mundo tangible, percibido y
sensible; y otro intangible y simbólico que trasciende al espacio físico objetivo y al
tiempo cronológico. La experiencia de aquello que es “practica cultural”, se aúna a
la experiencia del espacio vivido o territorio simbólico (diferente al terreno
geográfico) de la que no sólo es inseparable, sino necesaria para que la práctica
pueda abrirse a un mundo que ella misma trae.
• Así finalmente, lo que se capta y registra ‐a menos que se sea el agente de ésta‐ es
la experiencia del investigador ante las “prácticas culturales” en ámbitos
específicos, no la práctica misma. Pues somos lectores y espectadores de una
práctica que en principio es extraña a nuestras maneras y códigos de
interpretación.
La exploración semiológica de la “práctica cultural”:
La “práctica cultural” se nos presenta como «función signica» (Eco, 1976)2 en la
medida que asocia un plano expresivo perceptivo de carácter vehiculante a uno de
2 tomando nuevamente la idea de Eco de trascender la estaticidad del signo por la flexibilidad del concepto de función.
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contenido no explícito e incluso misterioso e inefable que es vehiculado en el primero.
Por ello la tarea de campo de este estudio será la de detectar posibilidades expresivas
pertinentes, recurrentes y coherentes en sí: que configuren una visualización de unas
“prácticas culturales” entre un continuum de múltiples posibilidades culturales. Estas
aparecerán sin sentido en un primer momento durante la exploración, en la medida
que no tenemos acceso a estructuras de interpretación y que poco a poco se irán
develando junto a las “maneras” encontradas.
La “práctica cultural” puesta en el puesto de otra cosa, es una premisa para el arte
social, que relaciona el conjunto de posiciones sociales no puestas explícitamente
(redes simbólicas), con la oferta de “disposiciones” o “retraducciones” tangibles con
las que éstas se hacen presentes socialmente.
Prácticas culturales, habitus y maneras
• La “práctica cultural” es la manera como el “habitus” se desencadena socialmente.
Especialmente si se entiende el “habitus” como «ese principio generador y
unificador que retraduce las características intrínsecas relacionales de una posición
en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas,
de bienes, y de prácticas» (Bourdieu, 1994).
• Cada “habitus” en uso singulariza y diferencia a las poblaciones y les permite a su
vez ser identificadas por otros, y finalmente a sus miembros tener conciencia de su
pertenencia a ellas.
• «Como las posiciones de las que son producto, los “habitus” se diferencian pero así
mismo son diferenciantes» y continúa con la aproximación semiológica. «Los
“habitus” son principios generadores de prácticas distintas y distintivas» pero
también permiten, y de allí su importancia metodológica en el presente estudio
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«esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión, aficiones
diferentes» (Bourdieu, 1994).
• Las “prácticas culturales” se pueden convertir para quien las ejerce o para quien
logra aproximarse sensiblemente a ellas, en «un autentico lenguaje», en una
diferencia autónoma y simbólica en sí mismas, llenas de matices, siendo ellas
además las que permiten decir lo no nombrado por la vía usual de la razón.
• Las “maneras” son «diferencias constitutivas de sistemas simbólicos», es decir
poseen «signos distintivos», «ser distinto y significativo son la misma cosa»
(Bourdieu, 1994, pp 20‐21), pero que en sí mismas o al aislarlas externamente no
alcanzan a configurar una práctica. Las “prácticas” implican a las “maneras”
particulares de un grupo humano específico como forma concreta de hacerse
presente socialmente, y es a través de éstas que podemos captar a lo largo del
tiempo autenticidades, simulacros, desplazamientos estéticos, hibridaciones,
imposiciones, academizaciones, empobrecimientos, procesos plásticos etc.
Hacia una construcción de la mirada
Dos posibilidades de acercamiento a las “practicas culturales” son las siguientes, que
se alternan en la medida que se registran y se analizan estos fenómenos:
• La lectura de una “práctica cultural”: el ejercicio del otro en lo público, se
manifiesta como la posibilidad de aproximación interpretativa del espectador a lo
tangible de la “práctica cultural”, siendo el primer paso hacia la comprensión del
sentido que es esquivo a una decodificación que sea puramente racional.
11
• El sentido de la “práctica cultural”: el saber y el ejercicio en común de la cultura
mientras dura, ocurre o sucede la experiencia, o mientras la memoria o el discurso
reviven la práctica, se otorga el sentido esencial de ésta.
La “práctica cultural” como objeto de estudio
La práctica cultural hace parte de un continuum social más amplio denominado “la
cultura”. Para el caso del presente estudio se asocian las “prácticas culturales” a cinco
grupos poblacionales específicos de la ciudad de Bogotá, grupos éstos reconocidos
institucionalmente y que a su vez son definidos en razón a las “prácticas culturales”
que en su sentido más general les son propias.
El investigador se presenta como una entidad externa, como quien tiene la experiencia
del caso singular (presencial o mediada por la palabra, la imagen, el cuerpo etc.), e
intenta levantar una nueva realidad conceptual y material acorde a los hallazgos
encontrados, para configurarla y clasificarla a partir de los ejes analíticos, será ésta una
realidad reflexionada y categorizada acorde con los registros y sucesos acaecidos.
No solo será la idea de comunidad, sino la de dos instituciones más concretas las que
permitirán «la reproducción de las estructuras de la distribución del capital cultural
[que] se lleva a cabo en la relación de las estrategias de las familias y la lógica
especifica de la institución escolar» (Bourdieu, 1994, p. 33), las cuales tendrán un peso
específico diferente según sea la población objetivo a la que se haga referencia.
Además de las anteriores instituciones Bourdieu hablando del caso de Francia observa
una relación entre Estado y las ideas de “publico”, “bien común” y de “servicio
público” que conforman su parte central y que a su vez se muestra «inseparable de la
invención de las instituciones que fundan el poder de la nobleza del estado y su
reproducción» (Bourdieu, 1994, p. 38), y de ello surgen las preguntas por ¿la relación o
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carencia de ésta, surgida entre las “prácticas culturales” y las “instancias” oficiales y no
oficiales? y ¿Qué afectación sobre las “practicas culturales” se da como resultante de
dicha relación?
La “práctica cultural” pertinente al Estado moderno será como todos los hechos de la
cultura que le son materia de gobierno, aquella que sea el resultado del “humanismo
critico de los funcionarios” (Bourdieu, 1994), lo cual permitirá la acción pública
efectiva no solo sobre las “practicas culturales” sino sobre todo sobre las instancias
que las producen y juegan en el ámbito de la gestión pública.
Los “sujetos” de las “prácticas culturales”, no son invitados de piedra, ellos son en
realidad agentes actuantes y concientes dotados de un “sentido practico”, ejecutantes
de un «sistema adquirido de preferencias, de principios de visión y división (lo que se
suele llamar un gusto), de estructuras cognitivas duraderas (que esencialmente son
fruto de estructuras objetivas) y de esquemas de acción que orientan la percepción de
la situación y la respuesta adoptada» (Bourdieu, 1994, p. 40)
Vamos por lo tanto a “captar” el momento específico del encuentro sostenido entre
población e investigadores, Bourdieu lo plantea como el encuentro entre el Estado
(academia e institución estatal) con una oferta de bienes y de prácticas posibles, es
decir tendremos la posibilidad de registrar un conjunto de “habitus” que ocultan unas
“posiciones sociales”, y que van unido por una relación homóloga a un conjunto de
actividades que a su vez están vinculadas relacionalmente.
Así, las “prácticas culturales” en cuanto saberes, contenidos ó sentidos que subyacen,
pertenecen a una categoría más amplia denominada “posiciones sociales” (concepto
relacional), que se hacen presentes mediante posibilidades del hacer como
“disposiciones” (o los “habitus”) y finalmente –y frente a ellas‐ la opción libre de
asumir estas o no como las “tomas de posición”, o las “elecciones” que los agentes
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sociales llevan a cabo en los ámbitos más diferentes de las prácticas, como podrían ser
la cocina o el deporte, la música o la política, etc.
Las “prácticas culturales” pueden ser asumidas por nuevos jugadores que van llegando
al territorio, y lo mismo que, transformadas, abandonadas y olvidadas por ellos en el
tiempo, también presentes simultáneamente de forma diversa aún en un mismo
momento en eventos concretos diferentes, o que lo hagan a través de la mediación de
la memoria y del relato contado a otros posteriormente.
El arte y la naturaleza de las poblaciones en estudio
Determinar el estado del arte de las “prácticas artísticas” involucra la idea del ejercicio
artístico de las poblaciones. Sin embargo debemos deslindar la idea moderna del arte
que se tiene para estos análisis, para vincularlos a un concepto del arte más
contemporáneo y pertinente a la época que vivimos.
La modernidad convirtió al arte en un circuito o red de producción, mercantilización y
consumo, en el cual las obras, los artistas, los estilos, las galerías, los curadores y la
crítica son los más visibles. Igualmente la modernidad desvinculo a la producción
artística de las masas ignorantes y populares, y creó una elite de las Bellas Artes
soportada en las academias tradicionales y la idea de un arte moderno sobre cuyos
discursos se legitima. Se creo desde el siglo XIX un arte para intelectuales u hombres
poderosos política y económicamente que literalmente se tomaron la reflexión y la
crítica artística de la ciudad.
Ante esta realidad de exclusión, tenemos que preguntamos ¿Qué sucede en culturas
singulares como aquellas que son constitutivas de las poblaciones de referencia para
el presente estudio? ¿No existirá un nuevo planteamiento del arte que las acoja y las
legitime?
14
Esta preocupación ya era latente en los años sesenta y setenta del siglo XX en
Alemania occidental, agotada ya por ese entonces por los metarrelatos y por la
separación que se daba del arte y de la vida cotidiana. Ante ello y por la separación de
pueblos hermanos, la carrera armamentista, la perdida de singularidad e identidades y
el peligro ambiental, el artista alemán Joseph Beuys planteó el “concepto ampliado del
arte” donde el “arte es el elemento en la esencia del mundo. Allí donde el hombre
experimenta que es el punto del cual sale algo para introducirse en el mundo, algo
evolucionario desde donde sale algo que contiene el mundo”3. Proponiendo una
nueva forma de sociedad, con un nuevo papel para el artista, pues la plástica se
transfiere de las materias inermes y frías utilizadas hasta entonces hacia el hecho de
poder moldear y movilizar realidades sociales, que mediante la creatividad posibilitan
nuevos mundos e imprimen calor, afecto y sentido a los grupos de hombres que se
implican en este juego.
Beuys transfiere el concepto de artista a cada hombre que se ejercita en su condición
creativa y de configurador de mundo, por ello piensa que el arte es político, porque se
inserta y tiene su desencadenamiento en las relaciones vitales entre los hombres, y de
estos con la naturaleza y los planos más espirituales que lo acompañan.
Así, para el estado del arte de una población específica en esta época, es posible
determinar las capacidades creativas de individuos y comunidades, también la
capacidad de pensar humanamente y de construir colectivamente proyectos de
sentido, la intención de entrega al otro, de consumirse en el servicio del otro. Por eso
es un arte práctico y concreto, pues actúa sobre fuerzas materiales y espirituales que
transforman la sociedad, el entorno y el sistema de relaciones que en él se produce.
Por lo anterior, sobre todo por la acción humana que ocurre, es que podemos
indiferenciar arte y practica cultural. El estado del arte podría arrojar como conclusión
3 Mayra Carrillo en su investigación toma esta cita del video de Inter Naciones).
15
el hecho de detectar un empobrecimiento de “lo artístico” en la “práctica cultural”, la
que a su vez se desdibujara del sentido de la práctica misma.
Para Beuys no seria posible una verdadera “practica cultural” sin un soporte creativo,
una producción cultural humana libre o la acción comprometida dirigida hacia los
otros. Visto así la practica se puede constituir en “acción” calorífica, de sentido
material‐espiritual, de reconversión de energías que transformara en experiencia
estética y plástica el ejercicio cotidiano o rutinario.
Durante la “práctica cultural” o en el ejercicio de re‐pensarla o rememorarla, cada
hombre permanecerá en un «proceso de confrontación interna» (Carrillo, 2006), de
“deconstrucción‐construcción de las vivencias y creencias” en las cuales se la ha vivido.
Lo ancestral u originario como aquello que permanece y subyace en “lo artístico” de la
práctica cultural, siempre será bienvenido para ser protegido y resguardado. Lo nuevo
sin origen ni profundidad claras deberá ser sembrado y entregado al paso del tiempo
para que se afirme y movilice lo viejo y lo ya establecido.
La pobreza se presenta como la carencia de experiencia, los excesos resultantes de la
manipulación planificadora de la actividad humana, la simulación de “lo artístico” sin
sentimiento ni capacidad reflexiva. Si el arte se entiende entonces como acumuladora
de experiencias y de riqueza cultural en el ámbito de lo publico podrá ser objeto
incluso del ejercicio estatal, como instancia posible de generación calorífica,
vitalidades y sobre todo de posibilidades de sentido para vivir la vida.
Podríamos concluir como lo dice Rancière «el arte consiste en construir espacios y
relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio común» (Rancière,
2005, p. 17), lo mismo que «las practicas del arte in situ» generan desplazamientos e
hibridaciones, produciendo una «desespecificación de los instrumentos, materiales o
dispositivos propios de los diferentes artes, la de la convergencia hacia una misma idea
16
y practica del arte como forma de ocupar un lugar en el que se redistribuyan las
relaciones entre los cuerpos, las imágenes, los espacios y los tiempos» y más adelante
nos habla de la experiencia común y del propio tiempo y espacio que establecen
dichas practicas, de allí que sean inseparables el arte y la practica cultural en un
tiempo contemporáneo.
Este ejercicio ampliado del arte se concreta en la “practica cultural” en la forma de
palabras, imágenes, cuerpos, mediaciones, espacios y territorios simbólicos, artefactos
y procesos caloríficos. Es la búsqueda de lo propio de cada quien, y el abandono
paulatino de lo inauténtico y lo calculado por el mercado y el consumo a ultranza.
Introducción a los mapas conceptuales
El siguiente se constituye en un ejercicio inicial sobre los conceptos, relaciones,
sinergias, productos y metodologías posibles para abordar el trabajo de campo en las
poblaciones de referencia.
La relación directa con las comunidades, los RAEs, las entrevistas, el registro etc., nos
plantearán nuevos retos y necesidades conceptuales que acentuarán y/o modificarán
lo aquí planteado.
Tal como se pudo establecer en el texto sobre “prácticas culturales”, éstas serán el
centro de todo ejercicio conceptual que se realice, y de ella se desprenderán, sea el
caso particular de cada población, los demás conceptos y variables.
Los mapas presentan elementos y ejes comunes por cuanto se constituyen en estados
del arte pertenecientes a un mismo estudio, pero igualmente presentan diferencias
sustanciales pues los pesos específicos varían (y lo seguirán haciendo)
significativamente de una población a otra.
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Se presentan los siguientes mapas:
• Qué mirar+Cómo mirar: configuración conceptual y metodológica de los estados
del arte.
• Qué mirar+Cómo mirar: sistema relacional estados del arte y prácticas culturales.
• Estado del arte sobre prácticas culturales en infancia.
• Estado del arte sobre prácticas culturales en juventud.
• Estado del arte sobre prácticas culturales en indígenas.
• Estado del arte sobre prácticas culturales en comunidades campesinas.
• Estado del arte sobre prácticas culturales en pueblo rom.
18
Referencias
Arendt, Hannah (1958). La condición humana. Traducción de Ramón Gil Novales,
Paidós, Barcelona, 1993.
Bourdieu, Pierre (1994). Razones prácticas, sobre la teoría de la acción. Anagrama,
Barcelona, 2007.
Carrillo, Mayra (2006). La huella del caminar. Estudio sobre el concepto ampliado del
arte de Joseph Beuys. Tesis de la Maestría en Historia y Teoría del Arte y la
Arquitectura. Dirigida por Mtro. Miguel Huertas. Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, 2006
Eco, Umberto (1976). Tratado de semiótica general. Editorial Lumen, España, 2000.
Rancière, Jacques (2005). Sobre políticas estéticas. Ed. Museo de Arte Contemporáneo
de Barcelona, Barcelona, 2005.
Ricoeur, Paul (2000). La memoria, la historia y el olvido. Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2004.
Bibliografía
Bodenmann‐Ritter, Clara (1975). Joseph Beuys. Cada hombre, un artista. Ed. Visor,
Madrid, 1995.
Huertas, Miguel; Vásquez William y otros. Experiencia y acontecimiento. Reflexiones
sobre educación artística. Unibilos, Bogotá, 2008.
20