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a pintura de Alejandro Varela secaracteriza por su cercanía con lascosas cotidianas, tanto desde el

tema como desde el estilo. Personajesque nos resultan conocidos, sobrepaisajes que son los de siempre. Esta esuna postura en el arte: la obra comoparte de la identidad y de la culturapopular. Varela busca refuerzos en dos recursosimportantes, los materiales -que extraedel uso cotidiano- y la publicidad -juegode símbolos que invaden nuestra vida yque, por lo tanto, son parte nuestra. Pero este estilo no es el centro de suatención, sino tan solo el marco de sueje principal, el conflicto latente en lassituaciones, los gestos y las miradas. –¿Por qué te interesó tanto esacombinación de niñez y urbanidad? –En primer lugar, el paisaje urbano esmi paisaje, por más que busque una cosamás natural. Yo soy de Flores, y a los 25años me vine para la zona norte. Nuncasalí de la ciudad. El tema de los chicos es una especiede juego de palabras y sentidos. Hay unaedad, sobre todo de los 9 a los 11 años,donde se ven un montón de reaccionesde los chicos por primera vez; el origen

de las cosas, desde el hecho más cruelhasta el hecho más sublime. Es como elprincipio de todo. De ahí hasta la vejezse van a adquirir algunas cosas nuevas,pero muchas otras se van a repetir. Y esfácil echarle la culpa después a esemomento entre la niñez y la ado-lescencia. Es justificatorio. Por eso eltítulo: “Pequeños expiatorios”. –¿Qué significa el barrio para vos? –Me parece importante reflexionaracerca del barrio y el espacio público.Sin querer ser melancólico, me pareceque se perdió. Hay una doble culpa.Una, de nosotros mismos, de dejarperderlo. Y otra desde las diferentesdirigencias donde no interesaba que semantenga. El espacio público es lo quehace a la gente, donde se puedecomunicar y contar lo que le ocurre.Perdido ese espacio, se pierden lasvoces. En el libro muestro que el espaciotodavía está, es cuestión nuestrarecuperarlo. –¿Cómo incorporás en tu obra esosespacios? –Hay un proceso que tiene que ver conlos orígenes de la cosa barrial, que es elde los materiales. Yo trabajo con papelde diario, papel higiénico, servilletas,

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Alejandro Varela es un maestro delcollage. En su obra “Pequeñosexpiatorios”, se dedica a pegarfragmentos de barrio en la tela,como territorio de su gran tema(actual): la niñez rota.

por Martín Azcurra

elementos fácilmente reciclables y pocotenidos en cuenta. No es que me interesetoda la especulación del “arte pobre”,sino el material cotidiano y con pocarelevancia. A partir de ahí, una vezhecho el collage, se trabaja con óleo,dibujo y todo el material que sirva. –Algo interesante en tu obra es el usode la publicidad callejera. –Es algo que estamos trabajando conmi mujer, que es fotógrafa, sobre lacontaminación urbana visual. Comolugar físico final, en donde vos vivís, queestá lleno de publicidades, letras,

arquitecturas, planos, etc. Muchísimoruido visual. Entonces, el retrato urbanosin el signo de las personas que vivenen la ciudad es casi ilusorio. Lo cual esválido, pero en este caso no. –¿Hay ironía? –Hay varios trabajos donde aparecengestos, recortes y letras, que tienen unmensaje, tiene ironía, pero no es loprincipal, es sutil. –También sos muy narrativo. –Sí, por eso apelo a la figuración. Lafiguración es la narración. Las letras noterminan de decir, la narración la dan

los personajes. Cuando vos hacés algofigurativo, siempre hay una historiadetrás, empezando por la propia. Detrásdel objeto, el personaje y demás, vas vosy lo que pensás, y lo que te pasa, hastallegar hasta los universales. –¿Utilizás tus conocimientos dearquitectura para los paisajes urbanos? –Yo hice prácticamente en formaparalela el estudio de arquitectura y elde pintura. Para poder lograr algún tipode imagen propia en la pintura, yo veníacon una carga conciente e inconcientemuy marcada porque era muy fuerte la

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manera de ver y representar de laarquitectura. Tuve que deconstruir esamanera casi automática de repre-sentación para intentar una visión lo máspersonal posible. Ese fue un procesobastante doloroso y que me llevóbastante tiempo. Lo casi automatizadosalía a cada rato, ante una imagenurbana, ante algo edilicio, siempreestaba el recurso de la perspectiva. Fuetratar de borrar todo eso y decir: “bueno,busquemos otra salida”. –En el acto de liberarse como artistahay que hacer también un gran esfuerzoy un sacrificio… –Sí, el arte es muchísimo de reflexión.A esto se refería Da Vinci cuando decíaque “la pintura es cosa mental”. De nadate sirve automatizar el proceso creativo,porque es una cosa utópica. –Hay una idealización del artistacomo alguien que pinta lo que le sale delalma… –Sí, de manera casi automática,

inconciente… Pero es un laburo mentalque también incluye eso otro, incluye ese“rapto” inconciente y glorioso, casimístico, pero es parte. También tenésque reflexionar a posteriori acerca depara dónde vas vos, para dónde va lapintura, qué salió, qué no salió… Pensáque siempre son elecciones. ¿Quéconservás? ¿Qué no conservás? ¿Quétapás y qué no? Ante una gama infinitade posibilidades, ¿qué elegís? En estemomento, a través de Internet o de loslibros, tenés acercamiento a infinitasexpresiones artísticas del mundo. Bueno,podés agarrar por un camino, agarrarpor otro. Acá está lo complicado, poderreflexionar acerca de vos mismo e iracotando las posibilidades en beneficiode un camino personal. –Y después está la postura del artistafrente al material, que te puede limitaro expandir… –Totalmente. Y cuando encarás con esapreocupación, siempre tenés que estar

dispuesto a lo novedoso, a lo inesperado.Y lo inesperado abarca la totalidad, hastaun giro en tu propia obra, o en tu propiohacer la obra. El ejercicio es dar laposibilidad de tirar todo y arrancar porese lado. Eso es muy personal. Hay genteque tiene un estilo propio y lo respeta yse siente conforme. Para mí esimportantísimo poder pensarse… –¿Qué te dio el arte? –A mí me ha hecho crecer comopersona. La pintura es un quehacerbastante solitario, y –en últimainstancia– estás trabajando con vosmismo. Más allá de lo que quierasrepresentar, lo que hacés tiene que tenertu carga, porque no tenés muchas otrasmaneras de cargar las cosas; lo que salede tu mano sos vos mismo, bien o mal.Ese bien o mal es lo que te hace trabajarcon vos mismo. No quiero decir quepara ser pintor tenés que ser unaexcelente persona, pero tenés quetrabajar con vos… desde el silencio.

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El arte como expresión de la identidadpor Carlos Fernández Balboa (*)

Hay algunas “verdades populares” que suelen manifestarse en el mundo del arte. Laprimera es ese preconcepto que existe entre los que no pertenecen al universoartístico, o la de aquellos iniciados que suponen que para disfrutar de una obra hayque ser un especialista. Haciendo una analogía, esto supondría que para escucharmúsica habría que saber solfeo o poder leer una partitura. Sin embargo en muchosmuseos y galerías, las exhibiciones o la forma en cómo se cuelgan las obras seempeñan en exponer para “los especialistas”, dejando de lado a aquellos que asistenpor primera vez a este tipo de eventos. En ese sentido parecería que sigue habiendo una “cultura del arte” y una “culturapopular”, diferencia incentivada por los propios medios que consumen arte. Inclusoesto se nota en los museos públicos y entonces queda en manos y decisión de laexpresión del artista la posibilidad de que se pueda acceder más fácilmente a su obra. Este es el caso de la pintura de Alejandro Varela. Tal vez el trazo o la temática queaborda permite romper esa visión “elitista” del acercamiento al arte con un enfoquemás cercano, más abierto a la percepción de quien está mirando la obra. Incluso sinproponérselo, toda la pintura de Varela resulta motivadora, inclusive aquella quepuede clasificarse como la más abstracta, nos está “relatando”, transmitiendo algoconcreto, en muchos casos unívoco...(*) Museólogo. Del prólogo del libro Pequeños expiatorios .

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