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Esther Díaz

(editora)

LA POSCIENCIA EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

EN LAS POSTRIMERÍAS DE LA MODERNIDAD

Susana de Luque

Esther Díaz

Mónica Giardina

Antonio Gutiérrez

María Cristina Gracia

Eduardo Laso

Enrique Moralejo

Rubén H. Pardo

Silvia Rivera

Juan Samaja

Editorial Biblos

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167.1 Díaz, Esther

DÍA La posciencia el conocimiento científico en las

postrimerías de la modernidad. I a ed.

Buenos Aires : Biblos, 2000. 407 p.; 23x16 cm.

ISBN 950-786-243-9

I. Título - 1. Epistemología

Primera edición: marzo de 2000 Primera reimpresión: julio de 2000

Diseño de tapa: Horacio Ossani Ilustración de tapa: fotograma de la película Cóndor Crux (2000), dirigida por Pablo Holcer, Juan Pablo Buscarini y Swan Glecer (Patagonik Films Group S.A.) Armado: Hernán Díaz Coordinación: Afónica Urrestarazu

© Los autores, 2000 © Editorial Biblos, 2000 Pasaje José M. Giuffra 318, 1064 Buenos Aires [email protected] / www.editorialbiblos.com Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Impreso en la Argentina

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en forma alguna, ni tampoco por medio alguno, sea éste eléc­trico, químico, mecánico, óptico de grabación o de fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte de la editorial.

Esta segunda reimpresión de 2.000 ejemplares se terminó de imprimir en Indugraf S.A. Sánchez de Loria 2251, Buenos Aires, República Argentina, en febrero de 2004.

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EL CONOCIMIENTO COMO TECNOLOGÍA DE PODER*

Esther Díaz

Cuando en 1938 recibimos en el Laboratorio Curie la noticia de que se había logrado la par­tición del átomo de uranio, comprendí con horror que se había roto el pacto entre el hombre y el mundo.

E. SÁBATO, "La solidaridad salvadora"

1. GRIS ES TODA TEORÍA

Había una vez un aprendiz de brujo que se sentía humi l l ado an te el saber, el poder y la soberbia de su maes t ro . El d isc ípulo es taba ans ioso por descubr i r los art i lugios de las mezc las exót icas . Quer ía c o m b i n a r colas de lagartijas con pe los de s i renas v í rgenes , t rozos de azufre con polvo de d iamante , l imaduras d e hierro con panci tas de sapo. Quer í a que de esas mezc las surgieran póc imas mágicas o seres ext raordinar ios c o m o los que se decía que producía el brujo, grac ias a su d o m i n i o d e las fuerzas naturales y sobrenaturales . S in embargo , el d isc ípulo debía conformarse con barrer y ba ldear el gabinete de su a m o , qu ien tenía poder sobre los e lementos de la natura leza y no se cues t ionaba la legi­t imidad ética de sus conoc imientos .

Has ta que un día el aprendiz se rebeló , pero no tanto. S i m p l e m e n t e

* En este articulo desarrollo algunas ideas que esbocé por primera vez en "El paradigma ético y la comprensión científica del mundo", en E. Díaz y M. Heler, Hacia una visión crítica de la ciencia (Buenos Aires, Biblos, 1992); e inserto asimismo fragmentos de otro artículo de mi autoría, "La filosofía de la ciencia como tecnología de poder político social", en Femando Lema (ed.). Pensar la ciencia. Desafias ético-políticos del conocimiento en la posmodernidad (Caracas, IESALC-UNESCO, 2000).

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a p r o v e c h ó la ausencia del hech icero para util izar sus retortas y sus ungüen tos , t ra tando de producir una espec ie de robot . Y lo logró. Pro­dujo una e scoba mecán ica capaz de t ras ladarse hasta un ar royo ce rcano y acar rear agua para ba ldear la gruta del maes t ro . Pe ro tal vez h u b o un error en las m e d i d a s o en la ar t iculación de ciertos conjuros; lo c ier to es que, en l uga r de aparecer una escoba, se sucedieron, dos , tres, diez, c ientos y c ien tos de indomables e scobas reproduciéndose al infinito.

H e aqu í una metáfora del conoc imien to científico conver t ido en m e r a tecnología . El sabio hechicero es semejante al científico m o d e r n o que conoce los secre tos de la na tura leza y, en función de el lo, aspi ra a dominar la . N o se pregunta , por cierto, po r las impl icancias ét icas ni por las consecuenc i a s h u m a n a s y eco lóg icas de tal domin io . El científ ico m o d e r n o se cons idera mora lmen te neutra l respecto de los conoc imien­tos q u e p roduce y de lega toda la responsabi l idad en quienes man ipu lan los p roduc to s de su saber. Por su par te , el aprendiz de brujo es s eme­j a n t e al t écn ico o al empresar io que r ep roducen los logros científ icos sin p reocupa r se t ampoco por sus posibles efectos. Pero es innegable que , a veces , la tecnología "se le va de las m a n o s " al hombre .

E n la década de 1940, el ra tón M i c k e y representaba el pape l de ap rend iz de brujo en la pel ícula Fantasía de W a l t Disney. Esta pel ícula es u n o de los cantos de cisne de una época histórica que estaba conc lu­y e n d o , la modern idad . El episodio de M i c k e y representa una parábola de la tecnociencia , ese gran invento mode rno , y se muest ra a t ravés d e una fo rma d e arte propia de la modern idad tardía: el c ine de an imac ión . La m o d e r n i d a d apos taba al futuro aunque , tal c o m o se deja v e r e n el ep isodio del aprendiz de brujo, c o m e n z a b a a ser consciente de sus propios excesos .

El te rcer mi len io se inició, entre ot ras megamanifes tac iones , con una ve r s ión p o s m o d e r n a del clásico de Disney. La nueva pel ícula se l l ama Fantasía 2000. E n la nueva vers ión de Fantasía se util iza uno de los inven tos que iniciaron esta época histórica: la tecnología digital, par tera del futuro. Se recicla al ratón Mickey , representante del pasado . Y se proyec tó por pr imera vez durante el pasaje al tercer milenio, ante un públ ico mult i tudinar io , mient ras una de las pr incipales filarmónicas del m u n d o interpretaba el a compañamien to musical , en v ivo , c o m o indis­cut ible af i rmación del presente. És te es un claro e jemplo de la mult ipl i ­c idad de t i empos propio de la posmodern idad que , si b ien apun ta al futuro, t amb ién rescata el pasado y trata de reafirmar el presente .

A part ir de manifestaciones c o m o éstas, cabe preguntarse si real­men te e s t amos ante una nueva época histórica (posmodern idad) o si se trata sólo de otra "vuelta de tuerca" de la modern idad . Pues 'moderno ' es s inón imo de nuevo. Por lo tanto, todo lo nuevo entraría en las carac-

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El conocimiento como tecnología de poder 17

terísticas de la modern idad . N o obstante , conformarse con esta deter­

minación terminológica de la modern idad es un tanto simplista. Cons i ­

dero que los cambios acaecidos , fundamenta lmente a partir de la mi tad

del siglo x x , no son so lamente cuantitativos, en el sent ido de m á s pro­

ducción económica , m á s manipu lac ión de la naturaleza, más informa­

ción, s ino también cualitativos, porque responden a otras formas de

producción, de manipu lac ión y de información. U n o de los pa rad igmas

de la mode rn idad fue la ciencia^ tal c o m o se la ha conceb ido desde Tos

siglos xv i y XVII. Pero , desde hace ap rox imadamen te c ien años , ese

conocimiento c o m e n z ó a conmoverse . S u s leyes y a no son tan absolu tas

(como se pre tendió en tonces) , tan de terminis tas ni tan revers ibles .

A h o r a bien, no es casual que j u s t amen te para la m i s m a época en quej

comienza la crisis de la ciencia moderna , comience también j a reflexión

sobre ella, es decir , la epis temología . Ésta, c o m o rama específica de la

filosofía, surge en los a lbores del siglo x x . La filosofía comienza a ref lexio­

nar sobre lo y a acaecido y crea u n n icho teór ico pa ra pensar sobre

aquel lo que comienza a perder su verdor .

La ciencia moderna fue pensada desde una ep is temología "gris", es to

es, formalis ta y pre tendidamente ahistórica. Esa epis temología , p reocu­

pada fundamenta lmente por la recons t rucc ión racional de las teor ías

científicas, p r edominó hasta la década de 1960. Ac tua lmen te se la de ­

nomina "concepción heredada". 1 En ella la c iencia es reducida a c o n o -

cimiento científico sin considerar lasjDrácticas sociales que , entrelaza­

das con lo^e j iur tc iados , const i tuyen la empresa científica. N o se trata,

por cierto, de que la concepc ión heredada haya sido abandonada; ac­

tualmente exis ten "nuevos formal ismos" que cont inúan equ ipa rando

"epistemología" con "justificación lógica de las teorías". 2 Pero surgen al

mismo t i empo filosofías de la ciencia que, además de considerar las

estructuras formales de las teorías científicas, las re lac ionan con las

1. Esta denominación ha sido acuñada por Hllary Putnam en "Lo que las teorías no son* (en L. OHvéyA.R. Pérez Ransanz, Filosofía de la ciencia: teoría y obsemación, México, Siglo Veintiuno, 1989, p. 312) y alude a las epistemologías formalistas desde Rudolf Camap hasta Karl Hempel, incluyendo a Hans Reichenbach, Karl Popper, Ernst Nagel y otros epistemólogos justificacionistas. El sentido de 'formalistas' y /o 'justificacionistas' se ex­plica y aclara en el desarrollo del presente libro.

2. "Por numerosas y reiteradas que sean las criticas de los nuevos formalistas (Joseph Sneed, Wolfgang Stegmüller y Carlos Moulines, entre otros) a los promotores de la con­cepción enunciativa de las teorías científicas, su punto de partida, sus premisas teóricas y axiomas profesionales siguen siendo exactamente los mismos. Es evidente que los nuevos lógicos de la ciencia siguen identificando «filosofía de la ciencia» con «contexto de justificación» y, a pesar de todo, considerándolo prioritario sobre el «contexto de descu­brimiento» y el único capaz de Justificar la «racionalidad» y el «progreso de la ciencia»"; A.

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práct icas conc re t a s y con su inserción histórica. A esta nueva m a n e r a

de pensar la c ienc ia -a la que a d h i e r o - la d e n o m i n o "postepis temología"

o "epis temología ampl iada a lo histórico-social" . S e trata de un in tento

de mat izar con p ince ladas de color el i r remediab le gr is de la teoría.

2. ¿QUÉ ES LA POSCIENCIA?

¿ E s t a m o s as i s t iendo a un c a m b i o d e pa rad igma en el nivel del c o n o ­

c imien to y de las práct icas científ icas? E n tal caso, ¿exis te aún la c ien­

cia, en sen t ido m o d e r n o , o en t r amos en la era de la posciencia , en

sent ido p o s m o d e r n o ?

E n el s iglo x v i , los pr imeros es tudiosos que se a t revieron a desafiar

los d o g m a s es tab lec idos por la en tonces re inante física ar is totél ico-

med ieva l fueron revolucionar ios . H o m b r e s c o m o Johannes Kepler , N i ­

colás Copé rn i co , Giordano Bruno y Gal i leo Gali lei , entre otros, e s t reme­

cieron u n saber mi lenar iamente acep tado . Y lo hic ieron desde práct icas

y d iscursos marg ina les respecto de las ve rdades oficiales. Logra ron así

un n u e v o d o m i n i o de saber: el físico-matemático. Pe ro , tan pronto c o m o

la c iencia newton iana se convir t ió en el conoc imien to of icialmente r eco­

noc ido , a s u m i ó el poder y se convir t ió en ideología (en el sent ido d e

d iscurso h e g e m ó n i c o ) . [Comenzó a imponer se c o m o el mode lo que debía

seguir cua lqu ie r discipl ina que aspirara al r econoc imien to social en

tanto conoc imien to sólido.

I L a s leyes científ icas inmutables y universa les pre tendían encerrar lo

caót ico den t ro d e los l ímites de una obje t iv idad in temporal . S in embar ­

go , e n el s iglo x x la ciencia ha deb ido aceptar la inestabi l idad, el azar ,

la inde te rminac ión , los procesos i r reversibles , la expans ión del univer­

so, la d iscont inuidad, la evoluc ión d e las especies , las catástrofes, el

caos , así c o m o el es tudio riguroso de los s i s temas s imból icos , del incons­

c iente y de los in tercambios humanos .

Pero la c o n m o c i ó n venía de lejos. En 181 U e a n - J o s e p h Fourier enun­

ció la ley de la conservación del calor (pr imer pr incipio de la te rmodiná­

mica ) . Po r fin, u n proceso irreversible había logrado su formulación

matemát ica . Has ta ese m o m e n t o la mater ia se comprend ía según los

pr incipios newton ianos . El edificio científico de la modern idad se hab ía

Beltrán. "Introducción" a T. Kuhn. ¿Qué son las revoluciones científicas? Y otros ensayos (Barcelona. Paidós, 1996. p. 38). (Los términos técnicos aquí mencionados son debida­mente aclarados más adelante.)

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construido sobre leyes consejyat is tas , revers ibles y determinis tas , en las que se pretendía que el^tiempo no afectaba las t rayector ias de los cuerpos . Por lo tanto, en ésfrdtnamica, el p a s a d o y el futuro es taban contenidos en el hoy. Ac tua lmen te las t rayector ias revers ibles const i tu­yen una referencia conceptual y técnica en e í quénace r científico, pe ro ya no se cons ideran absolutas .

A d e m á s , el s egundo principio de la t e rmod inámica est ipula que la energía -s i b ien se mant iene cons tan te - está afectada de entropía, t ien­de a la degradac ión , a la incomunicac ión , al desorden . En nuest ro siglo, los procesos i rreversibles - q u e con anter ior idad a la t e rmod inámica eran cons iderados excepc iones l igadas a nuest ra ignoranc ia - son re to­mados , entre otros, por Ilya Pr igogine , qu ien g a n ó el P remio Nobe l de Qu ímica de 1977 por sus inves t igaciones sobre, es t ructuras dis ipat ivas . Se trata de u n mode lo de análisis que puede ser ap l icado a dis t intas discipl inas (física, química, biología, c iencias socia les) y representa una perspect iva científica ppümis ta . J Pues en una|Situación caót ica) la con-ductaCjjnprevisibl^ de un e lemento del s is tema e n crisis puede or ientar una evoluc ión hacia la comunicación y el es tab lec imiento de unnueyo, orden. La degradación no necesariamente c o n d u c e al ex t e rmin io . 3

A d e m á s , Pr igogine destaca la artificialidad d e los p rocesos pretendi­dos reversibles , pues en los acontec imientos na tura les el t i empo cor re en una sola d imens ión . Podemos, r eeordar^e lpasado pero no p o d e m o s ;

"recordar" el futuro. H e aquí lancha del tiempd)4 E s t a m o s en el t i empo , ¡ e s tamos por lo tanto en los m i s m d s p r o c e s o s q u e es tud iamos . S e d i luye j así la imagen d e u n invest igador no c o m p r o m e t i d o con el m u n d o que 1 j estudia. El científico, a partij^de-^>u nueva ubicac ión en el c o s m o s , j d e b e r & j d ^ c ^ a r e j j m j ? ^ ^ e intentará, m á s 1

bien.Cajalogafr con ella. -Y a A lbe r t Einste in había socavado al obse rvador absolu to imag inado

por Isaac N e w t o n . L a determinación de la ve loc idad de la luz c o m o constante universal indica que no es pos ib le t ransmit i r señales a una ve loc idad m a y o r que la de la luz en el vac ío . S e es tablece así que la s imul taneidad absoluta de dos sucesos dis tantes n o puede ser definida, a no ser desde un de te rminado s is tema de referencia. X a . re la t iv idad modifica las ideas modernas de objet ividad y universal idad; sin embar -

3. Véase I. Prigogine e I. Stengers, La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia, Madrid, Alianza, 1983.

4. La noción de "flecha del tiempo* se gesta en contraposición a la pretendida "reversibi­lidad" del tiempo, propia de la concepción newtoniana. La flecha del tiempo reside en la posibilidad de poder diferenciar entre un "antes" y un "después" respecto de cualquier acontecimiento.

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g o , insiste aún en persegui r una descr ipción comple ta de la naturaleza.

La mecánica cuánt ica , en cambio , no sólo dejará de lado esa pretensión

sino que aTEérará aún m á s la idea de de te rminac ión y de objet ividad

a tempora les .

Por su parte , la b io logía evolucionis ta también le fue p o n i e n d o h i s -

toria a las l eyes de las c iencias naturales. Las especies no obedecen a

leyes inmutab les s ino que interactúan con el medio y , en función de el lo,

ins tauran sus regular idades . T i ene historia a s imi smo el ADN, una his­

toria microfís ica de l ind iv iduo al que per tenece, una especie de parodia

posmode rna del m i to de Narc i so , en la que todo mi ser está represen tado

en una molécu la . Has ta la astrofísica teje historias s iderales , pues su

objeto de es tud io e s un un iverso en expansión. ~

Los m o v i m i e n t o s y los cambios a lcanzaron inc luso a las c iencias

formales . La lóg ica b iva lente (verdadero-falso) , que desde Ar is tó te les se

ufanaba de ser única en ío suyo, estal ló en una p lura l idad de lógicas

d ivergentes . L a matemát ica , por su parte, se manifes tó c o m o un s i s tema

iñcomplé toTTíur t G ó d e l ; en 1931 , mos t ró que todo s i s tema logís t ico

rázóñábTemente rico cont iene por lo m e n o s un enunc iado o. teorema que

no es decidibTé en el s is tema m i s m o . Esta revelación, lejos de detener los

es tudios en c iencias formales , les inyectó energía. Se es taba en tonces en

los p ro l egómenos de la informática.

La aparición de las pr imeras computadoras digitales electrónicas ocu­

rrió en plena Segunda Guerra Mundial . El pr imer prototipo (el ENIAC) se

utilizó fundamentalmente para el cálculo de proyectiles y para el proyecto

que culminó con la fabricación de la b o m b a atómica. Ése fue el momen to

crucial en el que la tecnología dejó de ser secundaria en la ciencia y pasó

a ocupar el lugar prioritario que hasta hoy conserva. La tecnología marca

hoy los derroteros de la ciencia. Marca a s j m i s m o u n cambio de rumbo

respecto de los cánones impuestos por la ciencia moderna, no sólo porque

la tecnología digital con su enorme potencialidad atraviesa absolutamente

todas las disciplinas científicas sino también porque la informática surgió

(directamente c o m o tecnología. Este acontecimiento representa una rup­

tura con lo que entendió la modernidad por ciencia e instaura una nueva

forma de conocer el mundo .y relacionarse con él. A esta nueva forma de

saber la denomino \posciencia^.

Es indudable que Ia~fisión"áel á tomo y la informática han s ido las dos

invenciones que - a partir de la mi tad del siglo X X - c a m b i á r o n l a historia

de la humanidad . Pero ese m i s m o siglo no se agotó antes de dar al

m u n d o otra inquietante criatura tecnocientífíca: la b iotecnología . La

fisión del á tomo, la informática y la b iotecnología se interrelacionan de

m o d o interesante y es tablecen al ianzas. Ni la part ición del á tomo ni la

biotecnología podr ían haber l legado a tener el desarrol lo y la potencia

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que a lcanzaron sin la informática. Y las tres - r eacc ión en cadena a tómi­ca, ingenier ía genét ica e in formát ica- se caracter izan, entre o t ras cosas , por la capac idad de reproducirse al infinito. N o es casual que es to sea posible en una época en la que ot ro tanto ocurre con la e c o n o m í a y con el s is tema polí t ico hegemónico , el neol ibera l i smo.

La economía , gracias a la apl icación de la rac ional idad científica, se expande de manera total izante a todas y cada una de las reg iones del planeta. L o impor tante es que cada v e z hay m á s riqueza, pe ro lo alar­m a n t e es que cada v e z está en m e n o s manos . E n la e c o n o m í a ocurre c o m o e n la tecnociencia y en la ética. En economía se r ep roducen las gananc ias , desde la tecnología se reproducen las mo lécu l a s (a tómicas y b io lógicas) y en el terreno ét ico se reproducen los cód igos mora les . El J m u n d o g loba l izado es un m u n d o que esculpe o "lima" sus va lo re s é t icos v al ritmo de los med ios mas ivos de comunicac ión . U n m u n d o conec t ado por haces de luz - l a escri tura digital es sólo luz- . U n m u n d o cuyos disposi t ivos de poder son tan inasibles c o m o las letras de la pantal la y cuyas estrategias de poder fo rman ret ículas que se e x p a n d e n y a t ravie­san países , inst i tuciones, edificios, hogares y cuerpos . Cas i c o m o una ( reacción a tómica en cadena, casi c o m o una répl ica infinita d e c lones , casi c o m o la saturación informát ica que envuelve el p laneta . Es tos fe­n ó m e n o s indican que el saber -poder hegemón ico c o n t e m p o r á n e o y a n o reviste las característ icas dis t int ivas de la ciencia moderna ; en función de el lo - y de otras ca rac te r í sücas jme se anal izan en el desarrol lo de este l i b r o - se puede hablar de(posc ienc ia ) comprend iendo en esta expres ión no sólo una nueva manera de conocer sino t ambién de modif icar (o interactuar con) la naturaleza y la sociedad.

Las soc iedades se han dividido s iempre entre los poderosos y los carenciados , los que saben y los ignorantes , la él i te y las masas . A lo largo de la historia se ha segregado a las personas por su casta, su clase, su rel igión, su color de piel , sus ideas o su sexual idad, ent re otras exclus iones posibles . S iempre se han e laborado jus t i f icac iones para las injusticias que unos pocos han impues to a la mayor ía . A h o r a , con la apar ic ión de la ingeniería genét ica, la sociedad con templa la posibi l idad de una nueva y m á s grave forma de segregación: la que se basa en el geno t i po . 5 Es decir, en el conjunto de información genét ica que posee un individuo. A partir de esa información se discr imina, po r e jemplo , a qu ienes t ienen propens ión a de te rminadas enfe rmedades exc luyéndo­los de ámbi tos laborales y sociales en general .

L o s defensores de que la invest igación básica no debe a sumi r respon-

5. Véase J. Rifkln, El siglo de la biotecnología, Barcelona, Critica, 1999.

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sabi l idad ét ica o de que la ciencia pura no t iene re lación con el poder se q u e d a n sin a rgumen tos ante la biología molecular . Só lo pueden decir un t ímido "y bueno , t ambién se pueden utilizar para usos posi t ivos". Pero y a es hora de preguntarse si esos usos amer i tan que se haga invest iga­c ión con genes que - i n g e n u o sería n e g a r l o - indefect ib lemente d e s e m b o ­can e n una nueva eugenesia.6 Con el agravante de que, c o m o todas las eugenes i a s que ha conoc ido la historia, se han p roduc ido para benef ic io exc lus ivo de qu ienes t ienen m á s poder , lo que ac tua lmente se t raduce c o m o "quienes mane jan el mercado" .

Po r o t ra parte, sin tecnología de base no se p roduce invest igación científ ica ni se p u e d e n pone r a prueba las hipótesis . Pe ro la tecnología requ ie re fuertes invers iones económicas . Obv iamen te , esas invers iones se r ecuperan con creces cuando qu ienes invier ten en inves t igación lo ­g ran que sus ap l icac iones tecnológicas se co loquen en el mercado . L a ingenier ía genét ica , el desarrol lo bé l ico y la tecnología consumis ta son las q u e obt ienen m á s y mejores subsidios . Éste es, sin lugar a dudas , u n o d e los mot ivos por el que cier tas discipl inas científicas son reitera­d a m e n t e re legadas . M e refiero a las c iencias sociales, que no sólo son m e n o s rentables -s i se las compara con las na tu ra les - s ino t ambién m á s "molestas", po rque se trata de discipl inas que p u e d e n poner en tela de j u i c i o nues t ros mitos , es decir , aquel los sobre los q u e se apoya y hace a g u a el m u n d o hiperdesarrol lado.

La razón , logoy para los gr iegos , no es un at r ibuto innato del ser h u m a n o . EgunaTconstrucción histórica que surgió en Grecia cuando se perfi laba una nueva época histórica respecto de la arcaica, es decir, al c o m i e n z o de la ant igüedad. Ent re las práct icas y d iscursos que consti­tuyeron la racional idad sólo menc ionaré - e n esta o p o r t u n i d a d - las lu­chas de poder entre filósofos y sofis tas . 7

6. Tradicionalmente se llama "eugenesia" a la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana. La eugenesia actual es producida desde la biotecnología, que mediante la manipulación de genes "diseña" seres vivos "su­periores".

7. Para un estudio pormenorizado del surgimiento de la razón, véase J.-P. Vemant, Los orígenes detpensamiento griego (Buenos Aires, Eudeba, 1984)y M. Detienne, Los maestros de ta verdad en la Grecia arcaica (Madrid, Taurus, 1983).

3. EN EL PRINCIPIO NO FUE EL LOGOS

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Los sofistas, en esa especie ^po^smodernidad" ant igua que fue el siglo v antes de Cristo, tenían pocas pos ib i l idades de ganar la ba ta l la teór ico-pedagógica contra los f i lósofos . 8 Mient ras estos ú l t imos ofrecían m u n d o s verdaderos , estables, universa les e indestruct ibles , los sofistas hablaban de la no exis tencia de la v e r d a d a no ser c o m o consenso , p l eno de inestabi l idad, de rela t ivismo y de cambio . Es obvio que los sofistas n o per tenec ían a la clase social m á s pr ivi legiada (necesi taban gana r se un salar io) , pero t ampoco es taban tan ma l ( tenían t i empo y g a n a s d e es tu­diar y debat i r ) . Platón, en cambio , es taba casi s i empre en las ce rcan ías del pode r o quer ía estarlo. De este m o d o , su doctr ina desarro l laba con-ceptos res tauradores de la unidad perdida , ar is tocrát icos y h e g e m ó n i -cos . Pe ro Pla tón ha sido uno de los pensadores m á s prec laros de Occ i ­dente . A l m e n o s uno de los m á s exi tosos . Cons t ruyó un m u n d o de ideas t rascendentes , que nadie ve , escucha, toca, hue le ni degusta . S in e m ­bargo , ese m u n d o , en contra de toda evidencia , pasó a ser el ve rdade ro , mient ras este m u n d o concreto , sól ido, percept ible y obv io e s só lo un s imulac ro . 9

Las cua l idades de los entes de es te m u n d o pueden ser r econoc idas c o m o casos part iculares de una m i s m a propiedad porque c o m p a r t e n algo, que n o es material s ino ideal . Pe ro esa copar t ic ipación hace a los entes semejantes entre sí po rque repl ican, de mane ra imperfecta , la perfección de la forma pura, esto es, la idea. Ella, además , es la r azón de ser de todos y cada uno de los entes . Es ta doctr ina p u d o re inar e n u n a Grecia corroída por la incer t idumbre de una unidad polí t ica que se estaba perd iendo (fin del siglo v y siglo iv antes de Cris to) y vo lv ió a re inar con el cr is t ianismo triunfante (siglo v d e nuestra e ra ) . E n este ú l t imo caso, la Iglesia, para fundamentar concep tua lmente sus p remisas , "pu­rificó" y "bautizó" la teoría platónica p r imero y la aristotél ica después . A l m i s m o t iempo, las re lacionaba con sus propios d o g m a s y las instru­men taba comuni ta r iamente para ins taurar un rígido control social , e n n o m b r e d e la mora l y el orden. Éste e s u n claro e jemplo his tór ico d e u n disposi t ivo de verdad-poder . ^

Las formas celestiales pla tónicas son uniformes y ordenadas ; los astros que obse rvamos en el cielo dan cuenta de ello. Si pe rc ib imos

8. En realidad se trata de la época "posarcaica". Pero, aunque en este contexto no esta­bleceré análisis al respecto, existen puntos en común entre la actual nostalgia de lo moderno como una época de grandes ideales que hoy están perdiendo vigencia y lo que el griego clásico "sentía" respecto de una edad de oro perdida para siempre.

9. Ese mundo ideal pero real se recicló en las leyes modernas de la naturaleza, conside-i radas más reales que los fenómenos y (a diferencia de ellos) universales, eternas y verda­deras.

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24 Conocimiento, investigación, progreso e historia de la ciencia

anomal í a s en los mov imien tos de los planetas , el pensamien to p la tónico

las in te rpre taba c o m o una falencia de nuestra capac idad de observa­

ción. P la tón cons ide raba que esas i r regular idades son aparentes y en­

gañosas , p u e s las formas son perfectas y el un iverso es o rdenado . El

desaf ío q u e la an t igüedad lega a sus sucesores es encont rar una c o m ­

binac ión sat isfactoria de movimien tos c i rculares perfectos que puedan

expl icar las "engañosas" anomal ías de los astros .

L a teor ía de P la tón reina en épocas pol í t ico-socia les en las que se le

o torga preferencia a la razón sobre la sensación. Este filósofo "beatifica­

do" po r la Igles ia c o m o el gran negador del cuerpo - a l g o que quien lea

se r i amente a l g u n o s de sus escri tos sabe que no es a s í - 1 0 desarrol la una

idea que y a es taba subyacente en la ep i s teme ant igua: el armazón_de

este m u n d o es de l o rden de lo formal, de lo abstracto, de lo ma temát ico .

Es to y a lo h a b í a n d icho los pitagóricos,, esos g randes fetichistas del

número ; lo r e toma Pla tón y l lega a su m á x i m a expres ión en la mode r ­

n i d a d .

A h o r a b ien , en el caso de la teoría pla tónica lo que hay que descubr i r

son formas , ideas , conceptos . Esto obv iamen te no requiere invest iga­

c ión empír ica . L o empír ico es propio de esc lavos , no de los amigos de la

sab idur ía . 1 1 Y no es que no haya que es tudiar los f enómenos concre tos

en tan to el los ponen de manif iesto un orden , una forma que nos remi te ,

a u n q u e m á s n o sea c o m o reminiscencia , a las causas necesar ias , for­

zosas , obl iga tor ias , de las cosas . Esas causas necesar ias , para Pla tón,

deben busca r se por med io de la razón. Ella posibil i ta el acceso a la

ve rdad o al ve rdade ro amor, que es el a m o r a la verdad . Este t ipo d e

amor , a su vez , es sumamen te deseable porque remi te a la forma pura

o ve rdad en sí misma . Se trata de una ve rdad t rascenden te . 1 2

Platón sienta las bases para que su d isc ípulo Aris tó te les le dé "forma

académica" al pensamien to de su maes t ro . Es decir, un pensamien to

desar ra igado d e las metáforas poét icas , del a m o r por los cuerpos be l los

y de las ape lac iones al mi to , con los que todavía se permit ían delei tarse

en la A c a d e m i a de Platón. Con Aris tó te les se bor ran del escenar io del

pensamien to occidental los ú l t imos ves t ig ios del deseo, del cuerpo y del

amor , no porque es tos temas estén prohib idos en Aris tó te les s ino por­

que los clasifica y tipifica "científicamente", a lejándolos un tanto de la

10. Por ejemplo. Banquete, Fedro y República (no así Fedón).

11. Etimológicamente, 'filosofía' significa amor a la sabiduría o amistad con la sabiduría. El filósofo, entonces, es el amante o el amigo de la sabiduría.

12. Trascendente', que traspasa los límites de la experiencia sensible, es lo contrario de 'inmanente', que permanece o se encuentra en los límites de tal experiencia.

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El conocimiento como tecnología de poder 25

encarnadura de la v ida y del l i r i smo de la poesía que aún palpi tan en var ios textos pla tónicos .

En el universo de Aris tó te les la Tier ra inmóvi l es el cent ro de ro tac ión de la trayectoria circular de los astros . L a s estrel las inmutab les ocupan la esfera exter ior del s is tema (son las m á s a le jadas d e la cor rupc ión terrestre) . Ese universo es finito. M á s allá de las estrel las no hay nada. Pero m á s acá hay todo; es decir , el universo e s p leno , no exis te el vac ío . El m u n d o sublunar está "lleno" con los cuatro e l emen tos (agua, aire, fuego y tierra) y el m u n d o celeste, con el éter.

Para Aris tó te les la finalidad de la ciencia es reve lar las causas de los entes. La teleología - e s decir , la or ientación hacia u n fin ú l t imo y per­fecto en la na tu ra leza- es inmanen te a los objetos. Para el pensamien to aristotélico, en la naturaleza no existe el azar o la casual idad s ino el o rden y la r egu la r idad . 1 3 El m u n d o sublunar está const i tu ido por cosas particulares y concretas. U n a multifacética alteridad entre f o r m a y materia c o m p o n e una real idad r ica y cambian te . El m o v i m i e n t o , para Ar is tó te ­les , es cambio , es el paso de la potencia al acto. Esta modif icación se mide en t i empo) que es un accidente de la sustancia. El t i empo no posee ser en sí, es la medida del cambio , es una ca t egor í a . 1 4 Pero el c a m b i o afecta ún icamente al m u n d o sublunar: u n m u n d o imprevis ib le , incier­to, corruptible; t ambién un m u n d o feraz, productor , genera t ivo . Sob re esta sinfonía de generac ión y muer te existe otra real idad, la de los cuerpos celestes , const i tu idos por una mater ia incorrupt ible , el éter. Es el qu in to e l emen to o quintaesencia . L o s ^ u e r p o s celes tes só lo exper i ­men tan el mov imien to de rotación, ignoran otros c a m b i o s espur ios c o m o la a l teración de la sustancia, la forma o la cant idad. S o n s iempre iguales a sí m i smos , el t i empo no los afecta, no se co r rompen ni degeneran .

El topos uranos (mundo de las ideas) p la tónico fue "bajado" al m u n d o concre to por Ar is tó te les . Porque el concepto , para este autor, se encuen­tra en los entes , no en un m u n d o de ideas t rascendentes c o m o las platónicas. N o obstante , Aris tó te les dejó algo en el c ie lo de su maes t ro , puesto que los cuerpos celestes son s iempre iguales a sí m i smos , n o cambian , no mueren , son eternos, en fin, son las ideas pla tónicas tra­ves t idas en planetas y estrellas. Ar is tó te les je rarquizó los entes sublu-nares . les d io la_posibilidad de ser reales (no mera apariencia, c o m o en Pla tón) . He aquí una de las condic iones de posibi l idad de la invest igación empírica, que ya se inicia con Aris tó te les y que e n la época moderna se

13. Aristóteles desestima los conceptos materialistas atomistas (que se tratan más ade­lante en este artículo) y se fortalece en sus tesis intelectualistas.

14. Esto está preanunciando la reversibilidad del tiempo propia de la física moderna. II

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26 Conocimiento, investigación, progreso e historia de la ciencia

convert i rá en experimento.15 Sólo los cuerpos celes tes g o z a n la dicha del más perfecto de los movimien tos , el circular, el que n o empieza ni ter­mina e n n i n g u n a parte , c o m o el poder de los gobe rnan te s absolu tos o de un d ios imperecede ro .

N o obs tante , t a m p o c o los seres celestes ar is totél icos son pe r fec tos . 1 6

Sólo el m o t o r i nmóv i l lo es. M u e v e sin ser mov ido . A t r a e hacia sí toda la naturaleza. Es ac to puro, sin materia . Es objeto de amor , nos seduce , mejor d icho , s e d u c e ind iscr iminadamente a todo lo exis tente . Pues c o m o todo aspira a la per fecc ión y la perfección está en ese Dios , es por a m o r a él que se desarro l la desde la más t ímida h ierba has ta el m a g n á n i m o león, desde el m á s humi lde de los h o m b r e s has ta el m á s sabio de los filósofos, es decir , e l que piensa, el que usa la razón que , para Ar is tó te les , es la m á s p r ec i ada d e las facul tades h u m a n a s .

Es tan fuerte la influencia del rac iona l i smo en nues t ro imaginar io social que a u n q u e ac tua lmente cons ide ramos que la razón es una cons ­t rucción his tór ica, de tanto ser exal tada y a labada casi o lv idamos que se ges tó desde los d iscursos y las práct icas sociales . A l g u n o s no dudan

_en af i rmar q u e la r azón es la esencia h u m a n a . A la concepc ión te leológica aristotélica de la na tura leza le correspon­

de una noc ión é t ica del m i s m o sent ido. T o d o lo que hace el h o m b r e en el p lano mora l lo hace porque lo considera un b ien . Exis te la pos ibi l idad de equ ivocarse y hace r el mal . N o obstante , para Ar is tó te les , no e l eg imos el ma l por el ma l m i s m o sino porque c r eemos e r róneamente que e s t amos el igiendo lo mejor , es decir, el bien. Exis ten dis t intos t ipos de bienes: los que son m e d i o s pa ra otros fines y los fines ú l t imos . L a búsqueda n o es infinita. S e de t iene en el B ien que le da sent ido a todos los d e m á s b ienes . Se trata de la felicidad, de aquel lo que e l eg imos s iempre por sí m i s m o y nunca por o t ra cosa . La m a y o r felicidad es la que es tá referida a lo racional , la que t i ene que ve r con el pensamien to . C o m o el mo to r inmóvi l es pensamien to puro , el acto más perfec tamente moral , aquel que nos daría la m á s absolu ta felicidad, seria el que se acercara m á s a lo abso­lu tamente racional . T o d a s las conduc tas mora les t ienden pues hacia la perfección del fin ú l t imo. La concepc ión ét ica aris totél ica se cor responde así con su comprens ión científica del universo .

Var io s son los mot ivos del éxito his tór ico del s is tema aristotél ico. Pero la p rueba de que su "verdad" no triunfa por sí mi sma es q u e

15. La característica fundamental del experimento es que se formula un supuesto (hipó­tesis) acerca de ciertas relaciones entre fenómenos, y luego se contrasta ese supuesto con la realidad empírica. 16. La cristiandad, sobre todo la católica, asimiló a los seres celestes aristotélicos con los ángeles o seres intermedios entre la perfección divina y la podredumbre humana.

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El conocimiento como tecnología de poder 27

después de su éxi to inicial no sólo fue o lv idado por va r ios siglos en

Occidente s ino que T o m á s de A q u i n o (siglo Xlli) e s tuvo a pun to de ser

excomulgado por e x h u m a r las enseñanzas de Ar is tó te les . A d e m á s , la

aceptación en v ida del filósofo no es ajena a su cercanía a los d isposi t ivos

m á s densos del poder : fue maes t ro de Ale jandro M a g n o . T a n t o su acep­

tación pr imera c o m o su regreso triunfal al saber occ identa l medieva l

tardío cor responden a épocas en íasc[ue lo pol í t ico, lo re l ig ioso y lo social

se concebían d i r ig idos por u n poder central h e g e m ó n i c o , l l ámese e m p e ­

rador, Dios , señor feudal, abad o padre de familia.

En cuanto a la hegemon ía del mach i smo , para el cua l t ambién la

filosofía aristotél ica (y no m e n o s la tomis ta) es m u y fecunda, n o merece

la pena mencionar la . Pues casi toda la c iencia y la filosofía occidental ,

con m u y pocas excepc iones , están teñidas con este r a sgo has ta el s iglo

XX, cuando se levantaron a lgunas voces de h o m b r e s y mujeres que

comenza ron a marca r el sex i smo machis ta de es tas d i sc ip l inas . 1 7

4. LOS SIGLOS MEDIOS Y EL ANTROPOCENTRISMO

Durante el med ioevo s igue vigente la noc ión de f inal ismo. Pero la tendencia será hacia un Dios increado y c reador que rige los des t inos del universo y pre tende ser "atractor" de las conduc tas mora le s de los mor ­tales. De todos m o d o s resulta difícil, si no imposib le , busca r denomina­dores c o m u n e s entre las dist intas t radiciones cient íf ico-culturales de un per íodo tan ex tenso de la historia de Occidente . A pesar de el lo, se puede decir que en la Baja Edad Med ia se perfila una corr iente d e opin ión que t iende a impone r las ideas del e x h u m a d o Almagesto de P to lomeo, es decir , la concepc ión geocéntr ica del universo . En ella la Tier ra soberana es c i rcundada por el Sol , la L u n a y los p lanetas . Mi l estrellas le s i rven de corona. Esta teoría adolecía de g randes compl ica­ciones , pero ofrecía a lgunas ventajas, por e jemplo, "salvaba las aparien­cias" y era c a m p o propic io para la convergencia de la as t ronomía y la as t ro logía . 1 8 T a l convergenc ia no era poca cosa en una época en la que se creía de manera casi unán ime en la influencia de los astros sobre los dest inos humanos .

17. Antes del siglo xx parecería que sólo en la antigüedad hubo comunidades en las que hombres y mujeres compartían la actividad filosófica; la más conocida, además del Jardinl de Epicuro, fue la de los grupos de filósofos cínicos.

18. "Salvar las apariencias", en este caso, significa que se construían teorías para darle fundamento racional a lo que se ve, por ejemplo, que el Sol "sale" y "se pone".

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28 Conocimiento, investigación, progreso e historia de la ciencia

Para qu ienes reg ían los des t inos de los hombres , para qu ienes ma­nejaban las redes del poder , era impor tan te conocer los des ign ios celes­tes. S e profesaba tal fe en la escri tura de los cielos que, si las predicc io­nes as t ro lógicas fal laban, se cons ideraba que había una deficiencia en los cá lculos . Resu l taba impensab le la falta de coinc idencia entre los m o v i m i e n t o s es te lares y los des t inos humanos . Unos s iglos m á s tarde, en la m o d e r n i d a d , los cient íf icos fieles a un pa rad igma discurr i rán d e m a n e r a similar . Si una serie de acontec imientos refutan (faisán), de hecho , un pa rad igma conceptua l científico fuer temente acep tado , será p o r q u e a lgo falla en las cond ic iones iniciales, en la med ic ión o en el desarro l lo de las técnicas cont ras tadoras . N o se acepta fác i lmente la falta de co inc idenc ia entre los da tos de la exper iencia y las h ipótes is que in ten tan expl icar los o p re tenden conocer los .

El mode lo ptolomeico ofrecía la posibil idad de leer el movimien to de los astros y , al m i s m o t iempo, interpretar los signos del destino. A d e m á s , en una cultura c o m o la medieval , que consideraba que la semejanza era el m o d o vál ido de acceso al conocimiento, se establecían analogías entre el m u n d o material y el espiritual. Mientras que en la ant igüedad la concep­ción aristotélica quería que la perfección fuera el incentivo para el movi­miento natural y para la acción moral , en el medioevo una visión centra­lista querrá que el universo y Dios estén al servicio del hombre . S e buscan entonces semejanzas y diferencias entre la divinidad y el resto de la crea­ción, así como entre los distintos seres de la creación misma. Los hombres pueden dedicarse tranquilos a tales entretenimientos cognoscit ivos por­que, en última instancia, la divinidad se hace cargo de los yerros humanos .

La historia de Occidente nunca había asist ido a este c a m b i o de roles: u n d ios humi l l ándose para responder - an te sí m i s m o - de la t ransgre­s ión de sus criaturas. Por otra parte, el padre celestial le permi te al h o m b r e leer sus des ignios en los astros. Este es tado de cosas se co ­r responde con la teoría geocént r ica del universo . L a s de te rminac iones d i v i n a s es tán grabadas en las Sagradas Escri turas y en la naturaleza. El h o m b r e medieva l es un gran he rmeneu ta ( intérprete) . Tra ta de des­cifrar los s ignos con los que el c reador escribió con u n lenguaje en la Bibl ia y con otro en la naturaleza.rc:uandq his tór icamente el pode r está de par te de la Iglesia, lo impor tante es saber interpretar las Escr i turas ; en cambio , cuando el poder comienza a cambiar de m a n o s y v a pa sando del lado de la ciencia c o m o inst i tución, lo impor tante será saber leer el lenguaje con el que Dios escribió en la naturaleza, es decir, los números.J

Cons idero que la Edad Med ia fue una época centrista en lo científico, por su v is ión del universo y antropocéntr ica en la au tovalorac ión huma­na. El hombre vivía en el centro de una especie de útero cósmico . Estaba rodeado por los astros, que le marcaban su dest ino. Es decir , se toma-

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El conocimiento como tecnología de poder 29

ban el trabajo de hacer coincidir sus t rayector ias con la suerte de es tas

pequeñas cosas (comparadas con el v o l u m e n de el los) que s o m o s las

cr ia turas h u m a n a s . A d e m á s , c u a n d o ese h o m b r e - cu lpab l e d e s d e el

n a c i m i e n t o - muriese , seria rec ibido por el padre celest ial .

El m o d e l o centrista a lcanza su m á x i m a expres ión estét ica e n la Di­

vina comedia, en la que la Tierra , sede de los morta les , está rodeada po r

nueve esferas astrales y coronada por el paraíso celestial . El c ie lo p ro­

tector abraza al hombre desde el éter. Dios y el Sol lo i luminan cada día.

A part ir de este imaginar io , y sin negar la mul t ip l ic idad de los d is t in tos

modos de conoc imien to medieva les , se podr ía afirmar que los p r o b l e m a s

de re lac ión entre el hombre y Dios se d i r imen a favor del h o m b r e . D i o s

hace todo por el hombre y para el h o m b r e , hasta ubicó la T ie r ra (sede

de su m i m a d a criatura) en el centro del universo . Desde mi perspect iva ,

en la E d a d Media la idea de an t ropocent r i smo se registra en la c iencia ,

en lo é t ico-rel igioso y en lo pol í t ico.

El señor feudal "protegía" a su s iervo. És te retr ibuía con su t rabajo,

con su cuerpo , con su familia y a v e c e s con su vida. El señor desar ro l laba

sus es t ra tegias t ratando de que el s iervo se dijera a sí m i s m o : ¿ q u é

m e n o s puedo hacer por un señor que arr iesga la v ida para p ro tege rme ,

casi de la m i sma manera en la que Dios dio su v ida por sa lva rme? Y si

el vasa l lo n o se lo decía, el a m o se ocupaba de imponérse lo .

5. EL PROYECTO MODERNO

Galileo exhuma una antigua creencia de los pitagóricos, quienes con­

sideraban que la estructura de la realidad era matemática. T a m b i é n para

Galileo el lenguaje de la naturaleza está escrito en caracteres matemát icos .

He aquí el origen de la rigidez e idealidad de las leyes naturales modernas .

Una red estructural subyacente sostiene una realidad fenoménica que

puede ser ilusoria. Las leyes, las relaciones invariables entre fenómenos ,

son más fiables que los fenómenos que ellas relacionan. Einstein dirá que

la percepción cotidiana de la irreversibilidad del t iempo es sólo una ilusión,

porque si la ciencia formaliza el transcurrir del t iempo de manera rever­

sible, el t iempo "tiene que ser" revers ib le . 1 9

19. Esta postura de Einstein es trabajada y discutida por I. Prigogine en ¿Tan sólo una ilusión?, Barcelona. Tusquets. 1988. j

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30 Conocimiento, investigación, progreso e historia de la ciencia

Esta conv icc ión había fo rmado parte del principio gene rador d e la física m a t e m á t i c a newtoniana , persist ió en la teoría de la re la t ividad y p re tenderá defenderse aún en l o s p r imeros t i empos de la física cuánt ica . A l g u n o s cient í f icos todavía se p l iegan a la concepc ión de que el t i empo es revers ib le .

La mecán ica de las trayectorias concebía fenómenos ideales: p lanos incl inados infinitos, movimiento perenne, reversibilidad temporal , cuer­pos c a y e n d o en el vacío . Ninguno de estos hechos existe en la naturaleza; se trata d e construcciones mentales . La ciencia moderna se originó a espaldas d e los hechos: primero la ley, luego el experimento. Gracias a l a legalidad, los hechos adquieren claridad. Las leyes se han elaborado a partir d e la naturaleza. Pero al haberles dado la exactitud del cálculo se const i tuye una representación anticipadora que ha de ser "llenada" con la / confrontación empírica. He aquí el experimento, que comienza poniendo una ley por fundamento del conocimiento. A partir del siglo xvii ganan las fuerzas legales: todo lo que se produce es deducible de la definición ins­tantánea d e sus masas . P.S. Laplace imagina un genio que, conociendo la posición y el momento de cada uno de los puntos del universo en un instante determinado, podría retrodecir todo el pasado y predecir el futuro. El edificio científico d e j a modern idad se construye sobre leyes conserva­tivas, reversibles y deterministas.

D e s d e la filosofía, Kan t le o torga el m á x i m o status a esta concepc ión e in tenta apunta lar la con el r igor de su pensamien to . Po r u n lado, ma rca la neces idad y la universa l idad de las leyes naturales , leyes soberanas y abso lu tas que sustentan f enómenos part iculares y cont ingentes . Y , por o t ro , es t ipula que el t i empo no es una cosa e n sí s ino una fo rma pura de la sens ibi l idad. Esta segunda caracterís t ica parece negar la tesis aquí defendida, pues to que en este pun to Kan t sost iene una postura aparen­t emen te contrar ia a la de Newton , qu ien cons ideraba el t i empo c o m o una real idad subsis tente . JEn la concepc ión newtoniana , t i empo y espac io c o m p o n e n una especie de cont inente en el que acaecen los f enómenos . S in e m b a r g o , Kan t contradice una teor ización m á s b ien s imple del t iem­p o - c o m o la de N e w t o n - para fundamentar mejor la estructura profunda de todo el pensamien to científico moderno . E n Newton , el t i empo es una var iable revers ible y no determina ine luc tablemente los p rocesos . R e ­sulta m u c h o m á s coherente , en tonces , que el t i empo no sea a lgo e n s í m i s m o s ino una forma pura del en tendimiento (esto se cond ice mejor t eór icamente con la hipótesis de N e w t o n ) . M e atrevería a deci r que - a l m e n o s en este a s p e c t o - Kant "mejora" la hipótesis newton iana acerca de la na tura leza del t i e m p o . 2 0

20. Véase I. Kant, Crííica de la razón pura, Buenos Aires, Losada, 1970.

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A la vis ión mode rna científico-filosófica d e la naturaleza le cor respon­de una concepc ión aná loga en el ter reno ét ico. A s í c o m o la filosofía moderna trató de fundamentar rac iona lmente el conoc imien to científi­co, trató también de fundamentar rac iona lmente la mora l . En Crítica dejl la razón pura, Kan t establece que el sujeto es una const i tución apriorís-j/ tica (sujeto t rascendenta l ) en el que se d a n j a s condic iones de posibili-|( dad del conoc imien to . 2 1 D e manera similar, en Ta reflexión mora l estipu-^ la que si los pr incipios ét icos aspiran a tener neces idad y va l idez han d e ser independien tes de la experiencia , e s decir , a priori . T a l e s p r inc ip ios deben ser racionales , puesto que su cumpl imien to depende de la v o l u n - , tad y és ta es una facultad de la razón.^La^Jeterminación de la vo lun tad no se hace según la mater ia s ino ^fegún la forma*(él deber ) , así c o m o la de terminación científica del m u n d o no se p roduce a part ir .deJpsTenó-menos s ino según lá~s re laciones invar iantes entre el los (las leyes) . É n j ambos casos la consis tencia se logra a part ir de la posibi l idad de forma-\ lizar un iversa lmente . Fórmulas ma temá t i ca s para la naturaleza y fo rma i pura_para el deber .

E n el d o m i n i o de la naturaleza t odo está cond ic ionado según l eyes causales . El domin io de la moral , en cambio , se rige por la l ibertad. P e r o las leyes mora les t ambién son universa les . A s í c o m o e n la na tura leza las leyes se c u m p l e n con el acontecer de los f enómenos , en la mora l las l eyes se cumplen cuando las conductas de los sujetos responden al d e b e r . 2 2

E s j a ^ s j ó n c i e n t í f i c o : é t í c ^ en el ima­ginario s o c i a l j i e la modern idad , j ) u e s la burgues ía ascendente es taba imponiendo u n orden absoluto al que todo integrante de la pob lac ión debía someterse . El que no lo hacía era encer rado . La modern idad en­cerraba a t odos aquel los que n o hac ían b i en sus deberes : p o b r e s , l ocos , prosti tutas, hechiceros , homosexua le s o libertinos., T o d o s es tos es tados h u m a n o s eran cons iderados "irracionales", en tonces , se los d iscr imina­ba. L a razón mode rna se consol idó exc luyendo . Para el lo se va l ió no só lo I de las leyes científicas, en el nivel del conoc imien to , s ino también d e l a s ' leyes mora les , en el de la ética, y de las l eyes del buen orden bu rgués , en el nivel de los disposi t ivos de p o d e r . 2 3

21. En Kant existe una correspondencia entre la posibilidad de conocer del sujeto y la constitución de los objetos; cambiando lo hay que cambiar, existe una correspondencia similar entre la posibilidad de ser moral del sujeto y el deber. 22. Véase I. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Madrid. Espasa-Calpe, 1983) y Critica de la razón práctica (México, Porrúa. 1970). 23. Véase M. Foucault, Historia de la locura en la Época Clásica (México, FCE, 1977), y Vigilar y castigar (México. Siglo Veintiuno. 1977).

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32 Conocimiento, investigación, progreso e historia de la ciencia

6. DISPOSITIVOS DE SABER-PODER

La idea d e ep i s t eme c o m o un saber des in teresado, movi l i zado única­

men te por el deseo de saber y exento de cualquier m e c a n i s m o de poder ,

se o r ig inó en la an t igüedad c lás ica . 2 4 Fue ges tada por los señores que

de ten taban el poder , mien t ras mi les de esc lavos se ocupaban de solu­

c ionar las neces idades bás icas de quienes gobe rnaban , entre es tos úl­

t imos t amb ién hab ía a lgunos que es tudiaban ( tenían t i empo y sos tén

e c o n ó m i c o para hace r lo ) . Esto no le quita mér i to al saber en sí m i s m o ,

pero i l umina las re lac iones que - d e s d e el or igen de la his toria del cono­

c i m i e n t o - a m a l g a m a la interacción entre pode r y saber.

T a m p o c o le qui ta mér i to al poder, en la med ida en que se const i tuya

en p roduc t ivo y gene re espacios de conoc imien to . La pregunta que se

impone , en tonces , es por qué Occidente se t o m ó ^ se t o m a - tan to

trabajo para ocul tar lo que ya desde la an t igüedad fue obv io para m u ­

chas p e r s o n a s (por e jemplo , los sofistas). Es to es , para ocul tar q u e T a

ve rdad se i m p o n e s i empre y cuando esté sujeta a a lgún t ipo de poder .

N o po rque el pode r sea tan o m n í m o d o que pueda impone r cualquier

v e r d a d a rb i t ra r iamente y s iempre salga i n m u n e d e el lo s ino porque e n

la compe tenc i a po r la impos ic ión de diferentes pos turas acerca de la

real idad la so l idez d e una teoría es una condic ión necesar ia pero n o

suficiente para q u e se imponga a sus rivales.

La p r imera teoría a tómica (a tomismo) fue u n invento del siglo v antes

de Cris to . L e u c i p o imag inó un universo infinito const i tu ido por mater ia

y vac ío . Conc ib ió la existencia de e lementos indivis ibles - l o s á t o m o s -

que al uni rse p roducen la real idad y al separarse la des t ruyen abr iendo

espac ios de vac ío s iderales . Demócr i to perfeccionó la teoría de Leuc ipo

y encont ró una solución ejemplar para responder el en igma del ser y el

devenir . L o s á t o m o s de Demócr i to son una especie de puente entre dos

teorías apa ren temen te irreconcil iables c o m o la de Pa rménides y la de

Herácl i to . Pues los e lementos de los pr imeros a tomis tas gr iegos conser­

v a n por par tes iguales la necesidad racional de lo inmóvi l , c o m o en

Parménides , y la revelación empír ica de un m u n d o en pe rmanen te cam­

bio, c o m o en Herác l i t o . 2 5

24. Enceste libro 'episteme' se utiliza también en otro sentido, significando la condición de posibilidad histórica de las distintas épocas: se trata de las formas generales del saber considerado sólido, en cada momento de la historia.

25. Si se produce un saito histórico, es posible establecer analogías entre las teorías fundantes de la episteme occidental y los supuestos científicos de la primera modernidad, dado que Parménides sigue presente en la inmutabilidad, necesidad y universalidad de

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,Los á tomos de D e m ó c r i t o j e n tanto indivisibles, son inmutab les . Sin embargo , desde el pun to de vis ta de sus t rayector ias cambian , es tán dotados de mov imien to . Pe ro la impor tancia de la h ipótes is de Demócr i ­to no se det iene ahí. Se manifiesta a s imismo en el h e c h o de que su doctr ina n o se res igna a ser una mera teoría sobre la rea l idad física s ino que aspira a una concepc ión total.del m u n d o , inc luyendo , c o m o una de sus par tes esenciales , la ética. Pero no tina ét ica esc indida del conoci ­miento de la naturaleza s ino operante en la c o n s t r i c c i ó n mjsnja.de lo que en t endemos c o m o real idad.

Es ve rdad que, en genera l , los filósofos g r iegos cons ide raban que para acceder al conoc imien to se debía cumpl i r con cier tos requis i tos de orden moral . N o obs tante la ética, al m e n o s entre los que fueron rectores de la cultura occidental posterior , consti tuía una r a m a m á s de la filo­sofía, al esti lo de la lógica o de la estética. Pero desde el c o m i e n z o de la modern idad los ámbi tos de la ve rdad científica y de la ref lexión ética v a n a quedar fuer temente e sc ind idos . 2 6

E n los a lbores de l s iglo x x , la ep is temología lógico-formalis ta , a la q u e l l amamos "concepción heredada" (en ep is temología) ha defendido la neutral idad moral de la ciencia^ aceptando, la r e f l ex ióné t i ca só lo_comp una ins tancia para pensar sobre t e c n o l o g í a | M i pos tura apues ta a intro­ducir la reflexión ét ica desde el m i s m o inicio del p roceso científicoJtEn este sentido, rescato a los sofistas y a filósofos c o m o Leuc ipo , Demócr i to y Lucrecio , así c o m o a los es toicos y epicúreos , a los que - n o casua lmen­t e - la filosofía oficial académica suele denomina r "filósofos menores" .

La teoría a tómica fue r e tomada por Epicuro en el s iglo rv antes de Cristo," es decir, en Ta m i s m a época erí la que Ar is tó te les (un poco m á s viejo que Epicuro) y a había conceb ido sus ideas acerca de la conforma­ción de la real idad c o m o un orden estratif icado y j e rá rqu ico , cuyos principios i r reduct ibles son los cuatro e lementos : agua , fuego, aire y tierra, y acerca de la exis tencia de un fin ú l t imo hac ia el que toda la naturaleza t iende, la perfección. E n la concepc ión aristotélica, de ma­nera similar a la teoría platónica, tanto la naturaleza c o m o los h u m a n o s están subordinados a ideas rectoras superiores . E n cambio , la doctr ina de Epicuro no se subord ina a organizac iones celest iales t rascendentes (nada de m u n d o de las ideas ni de motores inmóvi les ) . Incluso, a dife-

las leves físico-matemáticas, mientras la noción de cambio de Heráclito sejnanifjesta en la contingencia y la inestabilidad de los fenómenos empíricos que son indispensables para confrontar hipótesis.

26. Desde la filosofía Rene Descartes.el primer gran filósofo de la modernidad, establece que para llegar a la verdad se debe seguir un método riguroso. Este método se pretende exento de elementos éticos.

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rencia de los p r imeros a tomismas , para qu ienes el deveni r a tómico

respondía a una espec ie de neces idad racional , Epicuro in t roduce el

azar )en el p roceso a tómico generador de r ea l idades . 2 7

S e g ú n la v i s ión ep icúrea del m u n d o , los á t o m o s corre tean entre

nosot ros , es tán e n nosot ros , nos const i tuyen y son nues t ro e n t o r n o . El

( a z a r ) en los h e c h o s de la naturaleza, es s imilar a la^libertad/para la

condic ión h u m a n a . Liber tad y azar hacen y deshacen m l e ^ t f o d e v e n i r .

L o s á t omos son inal terables en sí m i s m o s aunque cambian tes en sus

t rayector ias . U n o s t rescientos años después de la p ropues ta epicúrea,

Lucrec io descr ibe , en impecab les versos lat inos, el desp lazamien to en el

vac ío de los á t o m o s que s iguen t rayectorias parale las . Exis te una espe­

cie de a rmonía . Pe ro esa a rmonía no es eterna. E n a lgún m o m e n t o

impredec ib le se p roduce la incl inación de un á tomo , o clinamen, que

p rovoca una v o r á g i n e indescript ible de choques , explos iones y confu­

sión. E l peso de los á t o m o s los desplaza hacia abajo, pe ro la desviac ión

los impe le hac ia o t ras d i r ecc iones^Es to desencadena u n ca tac l i smo

l a t ó m i c o que , paradój icamente , es'caoji y wrden al m i s m o t i empo. Mejor

¡ d i c h o . Ta catástrofe inicial es la condic ión de pos ib i l idad de la generac ión

de un n u e v o o r d e n . ^ 1 de la organizac ión d e ^ l a r e a l i d a d tal c o m o la

c o n o c e m o s . 2 8

Desde los pa rámet ros de la física cuánt ica con temporánea , la doctri­

na a tómica grecola t ina parece m á s consis tente que la p la tónica o la

aristotélica. N o obstante , estas ú l t imas fueron h e g e m ó n i c a s en Occ i ­

den te durante casi dos mi l a ñ o s . 2 9 Sin embargo , la teoría a tómica anti­

gua fue sos layada o negada durante milenios , para resurgir t r iunfante

rec ién a f ines de l s iglo x ix . Duran te ese t i empo fue re legada a polvor ien­

tos manua le s de filosofía o ci tada en historias de la ciencia c o m o a lgo

anecdót ico m á s que fértil, delirante más que razonable , superficial m á s

que profundo.

27. Platón. Aristóteles y los demás teóricos que durante siglos representaron el "conoci­miento oficial" en Occidente han negado la incidencia del azar. Recién con la exhumación del atomismo en el modernismo tardío el azar alcanzó status cognitivo.

28. Ilya Prigogine, en La nueva alianza, retomará la fertilidad de estos conceptos y su pertinencia actual, mutatis mutandis, en relación con las teorías atómicas, del caos y de las estructuras dislpativas.

29. En la antigüedad, la hegemonía de la teoría de Platón se alternó con la de Aristóteles (Platón, cuando la democracia comenzaba a mostrar sus grietas; Aristóteles, cuando su discípulo Alejandro Magno barrió con los últimos sueños de igualdad legislativa en Gre­cia). Luego, en la primera Edad Media, reinó el neoplatonismo, y en la Edad Media tardía, el tomismo aristotélico: el primero con el horror a la concupiscencia propio del medioevo monacal; el segundo, con el "Renacimiento" medieval y su ascendente apertura al mundo.

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Fue tan corta su difusión y tan largo su olvido que cabe p regun ta r se ) si esta exclus ión histórica se debe a una falta de cons is tencia cogni t iva , de rigor lógico o de expl icación coherente de los a tomis tas o si, en realidad, no habrá otros mot ivos . Mot ivos que no necesa r i amen te son cognosci t ivos sino valora t ivos y del orden del poder . Pues los a tomis tas ^ - a d e m á s de permit i rse introducir la muliiplicíidad~, el cambio, la diferen­cia y el azaren la expl icac ión deJa na tura leza- in t rodujeron la libertad y la ética. H a y que agregar que compar t ie ron sus d i scus iones teór icas con mujeres. En el Ja rd ín de Epicuro había filósofos y filósofas. M a n i ­festaron, quizá, demas iadas t ransgres iones al o rden pol í t ico-socia l es ­tablecido c o m o para que sus teorías pudieran ser inc lu idas en las "pu­bl icaciones oficiales".

E s evidente que concepc iones teóricas c o m o las de P la tón y Ar is tó te ­les responden mejor a las expectat ivas de los poderes h e g e m ó n i c o s , pues en el las el orden j e rá rqu ico y la neces idad lógica ( impues ta obvia­mente por ese m i s m o orden) impera sobre las diferencias, las l iber tades individuales y los "seres inferiores". A d e m á s , nada cambia en las estruc­turas profundas p la tónicas o aristotélicas, c o m o nada d e b e cambia r -desde el deseo de las c lases d o m i n a n t e s - en las es t ructuras profundas de lo social. Teor ías c o m o las de Platón, Aris tó te les y , m á s adelante , Newton (aun sin proponérse lo) s irven de fundamentac ión teórica para los imper ia l i smos, los co lonia l i smos y, en general , la man ipu lac ión de las redes de poder de t ipo hegemón ico . Po r el contrar io , concepc iones teóricas c o m o las no determinis tas y microfis icas se co r responden ,

j i u n q u e t ampoco se lo p ropongan consc ien temente , con la va l idac ión del respeto por las diferencias y los poderes plurales , democrá t i cos y c a m ­biantes. A u n q u e no garan t izan t ampoco la real ización d e los idea les "polí t icamente correctos" d e la modern idad . L a explos ión a tómica d e mediados del s iglo XX o los misi les cayendo sobre K o s o v o al f inalizar ese mismo siglo dan cuenta de lo relat ivo de los p roduc tos de una c iencia que soñó la utopía de un m u n d o en el que la human idad toda encontra­ría la felicidad.

El decl inar de la ciencia moderna fue engendrado por ella misma. L a tecnología es hija de la ciencia. Pero en la actual idad la tecnología (in­formática, ingenier ía genét ica, fisión del á tomo, med ios m a s i v o s d e comunicación, entre otros der ivados de la tecnociencia) ha o c u p a d o el lugar de verdad-poder que , hasta med iados del siglo pasado , ocupaba la ciencia, entendida c o m o búsqueda del conoc imien to po r el conoci ­miento mismo . En la era de la posciencia, más del 9 0 por c iento de las invest igaciones se realiza en función de su apl icación a la real idad, es to es, de la tecnología.

El vo lumen histórico, que ayer no más ocupaba la c iencia moderna ,

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es o c u p a d o hoy por la posciencia . E s decir , por un conoc imien to sól ido depend ien t e de la técnica y po tenc iado a la vez por ella. La invenc ión de la informát ica - q u e nac ió c o m o t ecno log ía - da cuenta de u n c a m b i o ep i s t émico fundamental . El conoc imien to , hoy, no necesi ta va l idarse a partir d e u n metad i scurso (por e jemplo , el kant iano, en la modern idad) para reaf i rmarse cognosci t iva y soc ia lmente . Se val ida, m á s b ien , a part ir de su eficacia. S in olvidar que la eficacia se mide con pa rámet ros e c o n ó m i c o s es tablecidos por qu ienes manejan las leyes; pero n o tanto las l eyes ju r íd icas , mora le s o científicas sino m á s b ien las l eyes del m e r c a d o mul t inacional .