Estigma de Los Cuerpos Tatuados
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ESTIGMA DE LOS CUERPOS TATUADOS
INTRODUCCION
El trabajo de campo empezó con la simple idea de ver a los tatuajes como expresiones de
identidad y quienes se realizan los mimos. Esta visión simplista fue cambiando con el transcurso
del tiempo y, especialmente, por las entrevistas, charlas e interacción que surgió con la gente,
tanto usuarios de tatuajes como con quienes los acompañaban o solo miraban. Ya que, en el
trabajo de campo surgieron temas que iban relacionados, directa o indirectamente, con los tatuajes
y sus diferentes facetas.
Otra decisión crucial dentro de mi investigación fue la elección del lugar donde se iba a realizar el
trabajo de campo, ya que a un principio empecé a trabajar con tatuajes de estudios bien
establecidos, con esto me refiero a tatuadores con permisos sanitarios con un lugar fijo de trabajo y
con maquinas originales para realizar los trabajos, esto cambio cuando surgió la oportunidad de
trabajar como “aprendiz” de un tatuador ambulante de la Feria 16 de Julio de la Ciudad de El Alto.
Lugar donde las interacciones con la gente crecieron de una forma exponencial, siendo este lugar
el que mejor se disponía para mi investigación.
La experiencia de trabajar como “aprendiz” con este tatuador cambio radicalmente los conceptos
que trabaje de ahí en adelante, acerca de lo tatuajes. Este trabajo me facilito la interacción con la
gente, logrando un cierto grado de confianza, y en cierto modo, de aprobación de la gente que se
realizaba los tatuajes. Es de esta interacción que los temas fueron saliendo utilizando el método de
la Teoría Fundamentada, que me permitió, a partir de los datos, recién ir hacia la teoría y no al
revés, donde la rigidez de la escritura y de la recopilación de datos fue dejado a un lado y deje que
las ideas y los conceptos fluyan a partir de la interacción y de el análisis de los diferentes palabras
que se gente utilizaba.
Los conceptos a partir de la interacción y del análisis de los discursos que iban surgiendo con la
gente fueron cambiando, pero tenían un hilo conductor. Utilice los conceptos de la antropología del
cuerpo para poder analizar cómo se utiliza el cuerpo en estos tiempos, desde un punto de vista
cultural y social el cuerpo fue, y será, la mejor forma de expresar la imitación impuestas o auto
impuestas por la sociedad y la cultura, una construcción mas allá de lo biológico, verlo como una
construcción social y cultural.
Dentro de esta interacción otro de los temas que surgió fue la ritualidad de los tatuajes, una nueva
ritualidad transformada de transición y aceptación, en este punto los prejuicios fueron
derrumbándose. El tema de los estigmas y la estigmatización del individuo, seguía presente, pero
con un nuevo enfoque ya que si bien el tatuaje tiene y tenia esta visión de un “atributo
desacreditador” en el trabajo de campo que realice se ve a los tatuajes como un “estigma” que tapa
otro “estigma”, otros atributos desacreditadores que no son aceptados “estéticamente” por la gente.
DESARROLLO
El estigma visto desde la misma noción de performatividad, presente en la misma obra de
Goffman. “Erving Goffman analizó la manera “teatralizada” por medio de la cual las personas se
despliegan en sociedad, e interactúan unas con otras.” (Prieto 2005: 55), en esta visión de la
“teatralización” o actuación de las sujetos, es que me baso para hablar del “estigma”. Goffman, ve
al estigma como: “[H]acer referencia a un atributo profundamente desacreditador; pero lo que en
realidad se necesita es un lenguaje de relaciones, no de atributos.” (Goffman 1998: 13), esta
relación necesaria en el lenguaje surge a través de los dichos de los sujetos.
Estos dichos no salen, solo de los sujetos que usan tatuajes, salen de las personas que son los
“observadores”, me refiero a quienes de forma externa emiten un juicio acerca de lo que es
“normal”. Es así, que cuando hablo de estigma de los tatuajes, hablo de cómo, los demás, perciben
a los mismos. Es por eso que cuando alguno de los sujetos iba con algún acompañante, me
importaba la opinión de las personas que lo acompañaban. Las frases de estas personas surgían
desde: “[E]s su decisión, si a él le gusta”, o con más contundencia personas que se acercaban a
ver a quienes se realizaban el tatuaje “[Q]ue feo, yo nunca me haría algo así”1, es que a través de
este lenguaje se le da el “atributo” de estigma a los tatuajes.
En si el tatuaje como menciona Goffman “[N]o es ni honroso, ni ignominioso en sí mismo.”2 Es el
lenguaje, el cual le da el carácter de estigma, es a través de la visión de las personas que utilizan
este atributo para “confirmar la normalidad de otro” (Goffman 1998: 13), confirmar una “normalidad”
impuesta en el cuerpo, en que por patrones socio-culturales, no debe ser “marcado”, y si es el
caso, es solo marcado por aquellos que tienen un “pasado” cuestionable con esto me refiero a
personas violentas o con una historia de pandillero o de haber caído en la cárcel. Para esto me
baso en algunas frases de las personas que veían la realización de los tatuajes:
“No te hagas, ¿estás loco? Vas a parecer maleante”3
“Tan feo te has hecho tu cuerpo, tanto te hemos cuidado para que lo arruines así”4
“Eso solo se hacen los maleantes”5
Estas frases reafirman, lo ya expuesto, el lenguaje que se construye alrededor de lo que llamamos
“estigma”. Es lo que hace al estigma una acción performativa, “El acto performativo (…) habrá de
1 Una muchacha de unos 20 años que observaba como una persona se realizaba un tatuaje en el toldo
2 Goffman 1998
3 Novia de uno de las personas que observaba diseños, tomando la decisión de hacerse un tatuaje.
4 Una de las madres cuando vio que su hijo se estaba haciendo un tatuaje en el toldo.
5 Un hombre de unos 50 años que pasaba por el toldo.
ser considerado en términos de su eficacia de su éxito o fracaso y de los efectos que produzca”
(Cordoba 2003: 90), el realizar un tatuaje viene a ser un “acto performativo” que crea un “estigma”,
ya que como ya explique, el resultado, es la creación de un lenguaje de rechazo alrededor del
mismo. Por lo tanto creando una respuesta socio cultural alrededor del tatuaje, que en algunos
casos es de rechazo.
Esta es una forma de explicar el estigma que cargan lo tatuajes. En los códigos y en la teoría se lo
ve y se lo enuncia de esta manera, pero también surgen los casos en que este ya no es visto como
un estigma, por el contrario es aceptado estéticamente. Esto se puede explicar no solo por frases
dichas sino también por el nuevo rol que, en algún momento, los tatuajes toman.
La pregunta que me surge es ¿Qué pasa cuando el tatuaje tapa otro estigma?, en otras palabras
que es lo que pasa si se quiere tapar un estigma con otro estigma. Esto surge en el trabajo de
campo cuando en varias de las charlas surgen frases como:
“Con esto ya no se nota, con esto se va a tapar”6
“Con esto se tapa ¿no?”7
“Se puede tapar con esto ¿no?”8
“Si no quiero que se vea, mucho te molestan”9
Estas frases denotan una eficacia de los tatuajes como un instrumento performativo, para tapar
cierto tipo de estigmas. En este caso, todas las frases, surgen de personas que querían tapar
algún tipo de cicatriz, que quedaba por la acción de un accidente y que, en algún momento, esta
cicatriz tuvo el mismo tratamiento que los estigmas en el lenguaje. Pero este estigma ahora es
“tapado” por otro, que en algún momento, puede tener el mismo tratamiento, el tatuaje. Pero en
estos casos, el tatuaje no es visto como una forma de estigma, es visto como algo estético que
puede tapar algo, para ellos, grotesco.
De nuevo entramos en un “acto performativo”, un acto que como vemos, trata de “normalizar” el
cuerpo. Entrando en ciertas normas preestablecidas acerca de la estética del mismo, me refiero a
lo que mencione más arriba, acerca de las marcas en el cuerpo. En esta caso las marcas vienen
acompañadas de cicatrices, estas cicatrices van desde levantamientos de la piel, avulsiones, que
pueden ser interpretadas por la gente que la observa como si hubiera hecha por un arma blanca, y
no en un accidente. Para esto pongo de ejemplo mi propio prejuicio en uno de los casos cuando el
sujeto fue a hacerse el tatuaje:
6 Uno de los sujetos cuando elegía un diseño para tapar la cicatriz de una herida.
7 Ibíd.
8 Ibíd.
9 Hombre de unos 35 años que pegunto si un tatuaje podía tapar unas heridas en su antebrazo, eran cortes profundos.
“- ¿La marca te la hiciste en una pelea?
- No, (con cara de enojo) me lo hice en los Yungas, cargando
madera.
- Parece un tajo.”10
Este fue una forma de, a través de mi propia experiencia, ver como el prejuicio acerca de este tipo
de estigmas se reproduce. Lo que buscan estos sujetos, es cambiar esa realidad es conseguir ser
aceptados a través de las miradas “[F]eo te miran, hasta los pacos te molestan”11
, es entonces que
sale el análisis de cómo este “acto performativo”12
, llega:
“[S]egun la cual el sujeto construye la realidad y su propia identidad mediante los
actos que ejecuta, que interpreta, y a la vez este (el sujeto) no posee una existencia
previa a dichas acciones que lo conforman.” (Gil 2002: 7)
Es decir llegar a una actuación, para llegar a un ideal estético del cuerpo, donde serán juzgados a
partir de lo bien o mal que se ve el instrumento de esta actuación, el tatuaje. Dejando atrás, la
actuación anterior, la del estigma de la cicatriz. Llegando a ser aceptados por esta actuación, a
través del lenguaje, por quienes “aprecian”, este “instrumento” de su actuación, los tatuajes.
Estigma sobre estigma
Pero que es lo que pasa cuando lo que surge es la idea de que los sujetos son los que buscan el
estigma. Esto es difícil de explicar, pero en todo caso, es lo que los sujetos trataban de reafirmar.
Esto a través de nuevo de actos performativos donde la actuación venia acompañada de un cierto
resultado buscado por los individuos.
Esta afirmación surge cuando algunos de los sujetos acudían al toldo del Gordo a realizarse un
tatuaje, con un propósito en especial. Estos sujetos, en la mayoría de los casos, no pasaban de los
22 años. Eran jóvenes que buscaban una forma de resaltar, o conseguir el instrumento de
actuación para ser tomados en cuenta dentro del grupo al cual pertenecen. En todo caso, las
frases eran:
“Así no te joden, pareces mas grande”13
“Para que no me jodan, así no tengo que dar explicaciones”14
10
Charla con uno de los sujetos mientras se hacia un tatuaje, esta es mejor explicada en el capítulo de hallazgos. 11
Ibíd. 12
Gil 2002 13
Sujeto de unos 20 años que venía a hacerse un tatuaje de un payaso en el antebrazo. 14
Sujeto de unos 18 años que no tenía tatuajes en los brazos, ahora quería hacerse un tatuaje en el antebrazo, hacerse uno más llamativo.
En estos casos lo que buscan los sujetos no es una aceptación, buscan una actuación de ciertos
paramentaros relacionados con cierto tipo de comportamiento, directamente asociado al estigma al
cual se adscribían. Como Goffman menciona:
“La incertidumbre del estigmatizado surge no solo porque ignora en que categoría
será ubicado, sino también, si la ubicación lo favorece, porque sabe que en su fuero
interno los demás pueden definirlo en función de su estigma.” (Goffman 1998: 25)
En este caso lo que los sujetos veían, era que este “estigma”, los favorecía. En el primer caso lo
que se buscaba era que las personas que lo rodeaban, sus amigos, lo vieran más rudo, mas
grande. Buscaba, de nuevo, un acto performativo donde el acto:
“[N]o se dirige (…) a un sujeto que ya existe con anterioridad a este acto, sino que lo
produce en su misma operación. Los significados sociales que se pretende que se
deducen de la subjetividad interpelada son inscritos allí por ese acto de nominación y
definición” (Cordoba 2003: 91)
En este caso, lo sujetos quieren romper con la actuación anterior, mostrar una imagen ante los
demás donde ellos tratan de encarnar aquello que otros rechazan. Cumplen este “acto de
nominación”, que lleva a los sujetos a usar su estigma como una ventaja, y no como algo que los
desacredita. Explotan la idea de “atributo desacreditador” utilizando, cierta imagen “ganada” con
una actuación, ante los demás de lo que algunos rechazan.
CUERPO
Dentro de toda la discusión acerca del rol de los tatuajes, uno de los puntos más importantes, es
del cuerpo. Veo al cuerpo no solo como una construcción meramente biológica, la veo como una
construcción socio-cultural. Donde tanto el medio como las convenciones socio-culturales se
encarnan en el cuerpo. Siendo el cuerpo un reflejo de la imposición del poder, de estos patrones,
sobre los sujetos.
Antropología del cuerpo
Desde hace algunos años, dentro de las ciencias sociales, los estudios del cuerpo tomaron un
espacio preponderante. Especialmente en Antropología, esto debido a como lo menciona Turner:
“Douglas fue capaz de utilizar la idea de los límites del cuerpo como metáfora del
sistema social para explicar una amplia variedad de patrones culturales (desde las
reglas del antiguo testamento al comportamiento moderno); aun mas importante, hizo
del análisis cultural del cuerpo un tema central en la propia teoría antropológica.”
(Turner 1994: 14)
Estos primeros pasos dados en tratar de comprender al cuerpo, no solo son merito de autores
como Mery Douglas. Muchos autores clásicos de la Antropología, empezando por Malinowsky,
tocaron al cuerpo como punto de partida para entender al ser humano y sus patrones culturales.
En esta investigación, la premisa es entender al cuerpo como un lienzo en blanco, una
construcción sociocultural, en la cual construimos nuestros deseos y reflejamos nuestra rebeldía
ante imposiciones que se encarnan en nuestros cuerpos.
Podemos ver al cuerpo como el lugar de expresión, pero también de mayor represión simbólica
dentro de los parámetros socioculturales:
“[S]ignifica que el cuerpo es un medio de expresión altamente restringido, puesto que
está muy mediatizado por la cultura y expresa la presión social que tiene que soportar”
(Martínez 2004: 130)
Siendo los tatuajes una forma de esta expresión, que a la vez se convierte en una estigmatización
de los usuarios. Soportando una presión, pero que en algunos casos, les sirve como reafirmación
de una individualidad ilusoria. Esto ya que entran dentro de una imitación constante de parámetros,
en algunos casos ya aceptada.
Es en esta restricción de los cuerpos que surgen las, ya mencionados, actos performativos. Son
actuaciones e imitaciones de ciertos patrones impuestos sobre el cuerpo, pero que en su imitación,
no perfecta, constituyen una transgresión. Los tatuajes vienen a ser un instrumento de esta
transgresión, saliendo de la restricción que se hace sobre el cuerpo.
“[L]as relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan,
lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas
ceremonias, exigen de él unos signos" (Foucault 1998: 32)
Haciendo de la piel el lugar donde se inscribe una nueva forma de lenguaje, donde se expresan,
las diferentes facetas de la vida de los sujetos.
“[E]l cuerpo y el tiempo nos marca indeleblemente, haciendo de nuestra piel el
pergamino en el que se resume nuestra vida. Es una escritura cargada de memoria,
absolutamente simbólica y que solo se descifra desde la primera persona, monólogos
que conforman un solo libro que es nuestra biografía. Sobre la piel escribimos
incesante y repetidamente sí, he vivido.” (Olivares 2007: 2)
Las marcas que trascienden el cuerpo, trascienden la restricción. Pero también tenemos que ser
sinceros en decir que en muchos casos estas imitaciones también denotan, la imposición. Ya que
al ser imitaciones de patrones demuestran su carácter restrictivo.
RITUALIDAD
Dentro del manejo del cuerpo, hacho a través de los tatuajes, otro acápite que surgió fue el de la
ritualidad, una nueva ritualidad de aceptación. Aceptación del sujeto dentro de un nuevo grupo, por
lo tanto dentro de una nueva etapa de vida. Siendo el manejo de la ritualidad vista por Turner como
una acción performativa, como un punto de partida para mi desarrollo del acápite.
Lo Performativo del Ritual
Entonces como podemos decir que el ritual es una acto performativo. Volviendo a la definición de
acto performativo, el acto performativo, se refiere a cierta acción que será “[C]onsiderado en
términos de su eficacia, de su éxito o fracaso y de los efectos que produzca.” (Cordoba 2003: 90),
que con el ritual se da a través de la eficacia presente en la aceptación o el rechazo dentro de un
nuevo grupo. También la reafirmación de cierto fracaso en la actuación ante los demás, surgiendo
la subversión del acto.
Viendo esta posición acerca del ritual Turner enuncia acerca de los “dramas sociales”, refiriéndose
a la actuación del individuo ante la comunidad. Es decir lo que llamaríamos “la decisión”, que se
refiere al performance del sujeto, y la aceptación o rechazo de este performance por parte de
quienes lo observan. Esto en el sujeto que se hace un tatuaje se refiere a la decisión de hacerse el
tatuaje esperando, en esta actuación, el rechazo o la aceptación.
En este sentido dentro de la ritualidad de hacerse un tatuaje, entran varios de los elementos
reconocidos por Turner. La arena que en términos de Turner es: “Las arenas constituyen el
escenario concreto en el cual los paradigmas se transforman en metáforas y símbolos.” (Amparan-
Gallegos 2001, 139), en este caso, la arena, es el lugar donde se realizan los tatuajes, el toldo del
Gordo. Ya que, los tatuajes se transforman en los símbolos y las metáforas que marcan el proceso,
los tatuados tienen el poder de decisión y las demás personas que participan en el ritual,
tatuadores y espectadores dan su aprobación o rechazo del mismo.
Para hacer estas afirmaciones me baso en dichos que surgen de las personas que asisten al toldo
del tatuador:
“[E]l decide, ya es hombre”15
“[N]o es cualquier cosa pues, es para que sepan”16
“[Y]a he vivido un año solo, no se van a hacer lio”17
15
Madre de uno de los conscriptos que vino al toldo a hacerse un tatuaje. 16
Padre que acompaño a su hijo a hacerse un tatuaje del cuartel, la respuesta viene a la pregunta si estaba de acurdo con que el muchacho se hago uno.
Estas frases surgen de las personas que acompañan a quien se hace un tatuaje o de los mismos
sujetos que se hacen el tatuaje. Estas frases son referidas a tatuajes hechos por conscriptos, que
terminaron su servicio militar. En la segunda frase podemos denotar la decisión de hacerse un
tatuaje y la consiguiente aprobación de sus pares o de sus padres a esta nueva marca corporal, un
cambio en la decisión de ser aceptado. Las otras frases surgen de padres que acompañan a los
hijos a hacerse el tatuaje.
Estos tatuajes son hechos en lugares visibles, como la cara anterior del antebrazo o en el dorso de
la mano. Este mostrar a todos el “estigma”, es el de tener una nueva significancia en el cuerpo, una
metáfora de aceptación un símbolo de madurez, hecha en la “arena” del tatuaje. Poniendo de
nuevo de relevancia el performance del ritual, parecerse a alguien el actuar ante los demás para
conseguir una reacción de quienes los ven:
“[S]e produce una significación nueva de todo el pasado del individuo, de toda la
historia individual previa a la interpelación, que viene a dar consistencia y carta de
naturaleza a esa nueva identidad” (Cordoba 2003: 91)
Hablando desde el acto performativo en que se convierte el ritual de hacerse el tatuaje. La
resignificación de ser hombre, la mirada de haber pasado el servicio militar y ser parte de nuevas
decisiones y la libertad de tomarlas. El tatuaje, el instrumento para lograrlo, siendo el cuerpo el
lienzo de esta nueva resignificación de la performatividad del sujeto.
Sujetos en el Limbo
Otro de los atributos que Turner menciona para el ritual que puede ser identificado en el acto
performativo del tatuaje, es el de la liminalidad. El estado donde el sujeto no pertenece a ningún
estado de pertenencia, ni la del pasado ni el futuro,
“[E]l estado del sujeto del rito (o pasajero) es ambiguo, atravesando por un espacio en
el que encuentra muy pocos o ningún atributo del estado pasado o de la situación
futura” (Amparan-Gallegos 2001: 145)
Es el momento en el cual el sujeto se cuestiona sus paradigmas, el momento de decisión. El
momento en que no se siente perteneciente a ningún grupo, solo es aceptado en le momento en
que el símbolo es impuesto en el cuerpo. Es decir hacer el tatuaje visible, que todo el mundo sepa
que hizo el servicio militar y así, poder tomar sus propias decisiones.
Como Turner menciona “La fase de reagregación” (Turner 1995, 103), es la fase de aceptación del
sujeto. El momento que a través de la toma de decisiones, logra poder pasar y ser integrado en un
17
Un conscripto de uno 18 años que recién había salido del cuartel.
nuevo grupo, el de los hombres, ya que los hombres pasan el servicio militar. Esto visto solo en el
grupo de sujetos que venían a hacerse el tatuaje en el toldo del tatuador.
La liminalidad, de estos sujetos, se evidencia en la toma de decisiones. Es decir en salir del
cuartel, pero la necesidad que los demás sepan que hicieron el servicio militar. Mientras no se
hagan el tatuaje, por lo tanto no resinifiquen el cuerpo a través del tatuaje, se encuentran en un
limbo. Limbo que no les deja tomar sus propias decisiones, es por eso que cuando incorporan el
símbolo al cuerpo, el tatuaje, este los hace entrar en el lugar de decisiones aceptadas por su
madurez, o en este caso, por el paso, por el servicio militar.
Estos componentes identificados dentro de la ritualidad propuesta por Turner son los cuales salen
de la recogida de datos. Estos pasos son identificados a partir de las frases dichas por los sujetos,
y el discurso que construyen con el mismo. También podría decir que este ritual que se practica es
un intercambio de dolor, ya que para ellos aguantar el dolor del tatuaje es una forma de conseguir
algo nuevo. No solo la aceptación dentro de un nuevo grupo de poder de decisión, sino, en ciertos
casos, de aceptación estética, poniendo de ejemplo a otra charla:
“- ¿No te duele?
- Sí, pero no importa, más bien que se apure. “18
Esta frase me hizo pensar, en el porqué aguantar el dolor de un tatuaje. En este caso en particular,
era para tapar otro estigma, el estético, para el sujeto no importaba el dolor, lo importante era tapar
la cicatriz de una herida. Salir de la liminalidad, de no ser aceptado estéticamente, y entrar en una
arena de aceptación, a través de un tatuaje.
Este intercambio entre el dolor y conseguir algo es lo que me llamo la atención para poder hablar
de un ritual como tal. Esta comparación de intercambio y de obtención de un nuevo reconocimiento
es en el ámbito que me moví para hablar de los rituales dentro de mi investigación.
CONSTRUCCIONES CORPORALES A TRAVES DE LOS TATUAJES
Era un domingo de abril por la mañana, el día era soleado, había comenzado algo nublado a las
8:30 de la mañana, hora en la cual yo llegue. En el transcurrir de las horas, el día fue mejorando
llegando a ser un día caluroso, es así que todas las persona que pasaban por el toldo del tatuador,
que estaba ubicado sobre la riel en la feria 16 de julio, estaban vestidas con poleras o cosas muy
livianas.
La feria como siempre estaba concurrida. Los vendedores salieron temprano, desde las 7:30 de la
mañana, algunos recién empezaron a armar sus puesto de venta a las 9:30 hasta las 10:00. Como
18
Charla con un sujeto que se realizaba un tatuaje para tapar la cicatriz de una herida.
siempre frente al toldo de “El Gordo”19
, se puso su comadre, una señora que vende casetes de
música, y siempre teníamos música a todo volumen todo el día, es música de la más variada desde
cumbia chicha hasta clásicos en ingles. No es exactamente de mi agrado, pero durante todo mi
trabajo de campo fue lo que escuche los jueves y domingos, durante los 6 meses que duro.
A las 10:05 de la mañana, de ese mismo día, vino un cliente. Era un muchacho de unos 25 años,
alto de tez morena y cabello negro, se puso a ver los diseños. Algo que inmediatamente me
empezó a llamar la atención fue el tipo de ropa que estaba usando, por el clima que en ese
momento sentíamos, estaba haciendo calor. Tenía una chompa negra de cuello alto, era de hilo,
pero aun así, el mismo se veía sofocado, tenía una chamarra de jean encima, esta tenía frisa por
dentro y usaba unos jeans de color claro, que estaban muy viejos. Estaba pensativo con la cabeza
gacha y no de muy buena gana, al escoger los diseños, se detuvo en los que eran grandes, en
dimensión y grandes en longitud, le intereso especialmente los de víboras y eligió, justamente, uno
de estos.
Era una víbora que tenía la cabeza y parte del cuerpo extendido, lo demás terminaba enroscada
sobre sí misma. Como ya dije, desde un principio me llamo la atención el por qué usaba una
chompa negra y con cuello de tortuga en un día tan caluroso, pero cuando le dijo donde y sobre
que se quería hacer el tatuaje, todo tuvo sentido. Empezó a sacarse la chompa ya que quería que
el tatuaje se lo hiciera sobre el cuello, es entonces que dejo al descubierto una herida grande de
unos 10 a 15 cm sobre la parte lateral izquierda y se continuaba hasta la parte trasera del cuello. Al
principio estaba renuente a hablar conmigo, pero el que dio pie a la charla fue El Gordo, ya que me
hizo hablar con el cliente porque tenía miedo que por el dolor de hacerlo en una parte tan sensible
y sobre una herida de ese tipo, se sintiera mal y se desvanezca.
La cicatriz era levantada, con puntos rojizos por encima, era lo que en términos médicos se conoce
como queloide: “Son crecimientos excesivos de tejido cicatricial en el sitio de una lesión de piel que
ha sanado. (...) Es de color carne, roja o rosada. Está localizada en el sitio de una herida o lesión.
Protuberante (nodular) o con rebordes.”20
Él lo consideraba algo malo, feo: “Feo se ve ¿no? Por
eso ando con esta cuello”21
(al referirse al cuello alto de la chompa) desde mi punto de vista lo veía
como un estigma, una marca a la cual él quería tapar, en este caso, con un tatuaje.
Este estigma es aquello que los demás no aceptan ante la vista, algo que deforma lo que
podríamos llamar “normal” dentro de la visión del cuerpo y de la estética del mismo. Por lo tanto,
19
Seudónimo que utilizare para mi informante clave el tatuador ambulante, recurriendo a uno de sus atributos físicos más notables. 20
Enciclopedia medica en español de la página: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000849.htm
Recuperado en día 2 de junio de 2009.
21 Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del
tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años.
dentro de la visión de lo normal se cubre el estigma a través de esta modificación, de esta nueva
alteración que, para quiénes se los hacen, cubre aquello que los demás no aceptan:
“Estos “anormales” -como los tildaría Michel Foucault (1975)- son objeto de
descalificaciones, exilios, rechazos, privaciones, negaciones, desconocimientos, “(...)
es decir, todo el arsenal de conceptos o mecanismos negativos de
exclusión”(Foucault,1975,2001:51).” (Browne 2004: 1)
La pregunta me surge entonces: ¿Qué lleva a las personas a recurrir a cosas como los tatuajes
para tapar estas “imperfecciones” ante los demás? Una de las posibles respuestas a esto es lo que
indica Goffman: “La vergüenza se convierte en una posibilidad central, que se origina cuando el
individuo percibe uno de sus atributos como una posesión impura” (Goffman, 2001: 18), más aún
cuando hablamos del cuerpo, como una forma central de expresión de construcción de identidad
ante los demás. El cuerpo como lugar de confluencia de las miradas de aceptación social o de
rechazo:
“[E]s una metáfora, el centro de la escena de un delito. El punto en donde confluyen
un sinnúmero de categorías que suponen una escena dentro de la cual se
manifiestan, ahí, en el cuerpo, esas categorías se constituyen como unidades, y hacia
él se dirige la corrección, la mirada, el control, la represión, la destrucción, la
clasificación, el verdadero desorden cartesiano. Porque de lo que se trata es de
identificar la procedencia de los hechos: sus marcas individuales y singulares que se
entrecruzan, los accidentes y las desviaciones, inscritas en la superficie del cuerpo.”
(Constante 2006: 1)
Cuando El Gordo empezó a hacerle el tatuaje, y yo, ayudándole con los materiales, empecé la
charla acerca de su cicatriz y el tatuaje. El dijo que: “Me estoy haciendo para tapar esta cosa”22
(al
referirse a la cicatriz), que el mismo lo percibía como algo que los demás no aceptaban, como dice
Goffman:
“[U]n atributo profundamente desacreditador; (…) un atributo que estigmatiza a un tipo
de poseedor puede confirmar la normalidad de otro y, por consiguiente, no es honroso
ni ignominioso en sí mismo.” (Goffman 1998:13)
Inmediatamente después, menciono: “Cuando te ven con estas cosas te joden…. Incluso los
policías, te ven feo”23
, aquí me sugiere la idea de tapar este “atributo desacreditador”, con el tatuaje
22
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años. 23
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años.
como una forma de “normalizar” su cuerpo, tapar este atributo: “El mimetismo borra los contornos,
disuelve el cuerpo en el espacio que lo rodea, asimila, lo identifica con su soporte.” (Vargas 2008:
3) Construir el cuerpo como una forma de expresión social y no solamente biológica es, uno de los
pensamientos que me surge, al escuchar y ver como esta persona construye su cuerpo a través de
la modificación, por medio de un tatuaje, me lleva a pensar que, si bien, se lo ve como algo
netamente biológico, tanto la opinión que los demás tienen del mismo, y como lo vemos nosotros,
surge netamente de una percepción social y cultural del cuerpo. Como menciona Prada:
“[S]uponen complexidades vivas, entramados biológicos, biosociales, bioculturales, y
biopoliticos. Sobre todo los cuerpos suponen subjetividades; es decir, construcciones
imaginarias, perspectivas propias, codificaciones y decodificaciones singulares,
acoplamientos y hermenéuticas particulares” (Prada 2003: 123)
Poniendo de manifiesto las construcciones que hacemos, y que nos imponen, con y a través del
cuerpo. Son construcciones socioculturales complejas:
“[E]l cuerpo es el efecto de una elaboración social y cultural, por lo tanto no es solo
una colección de órganos y funciones determinadas por las leyes anatómicas y
fisiológicas, sino que es una estructura simbólica y cultural (Le Breton, 2002).” (Brena
2007: 7)
El manejo de su cuerpo es manifiesto ya que es decisión propia la de hacerse el tatuaje, y ni que
decir de la construcción de su imagen ante los demás:
“Voy a modificar mi cuerpo pero no de la manera en que tú lo quieres, la mayoría de
la gente está inconforme con su cuerpo, creo que de algún modo ese es el sentido
más original y más fuerte que tiene el modificar el cuerpo mediante las perforaciones y
los tatuajes.” (Alzati 2004: 2)
Construcción ante los demás donde lo importante es la de tapar un “atributo desacreditador”, para
poder entrar dentro de lo “normal”, llegar a una imagen estética aceptada por lo demás. Evitar las
miradas que lo juzgan y lo incomodan, las miradas que lo obligan a cambiar.
"El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo
recompone. Una "anatomía política", que es igualmente una "mecánica del poder"
está naciendo; define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no
simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como
quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina
fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos 'dóciles'" (Foucault 1998: 141)
Se quedan mirando
Las miradas sobre la herida son lo que también me llamo la atención. Como la gente se detenía a
ver, más que el tatuaje, la herida. Al principio, no le tome importancia hasta que el cliente me dijo:
“Se quedan mirando”24
, y se notaba una gran incomodidad cuando lo decía, dibujaba un mueca de
hastió en la cara cuando lo mencionaba. Empecé a tomar en cuenta como la gente se paraba en la
parte delantera del toldo a ver, como ya mencione, más la herida que el tatuaje y empecé a
escuchar lo que la gente decía: “Que feo”, fue uno de los comentarios otro fue: “Ay que dolor”,
todos estos, también el cliente los escuchaba.
Las miradas que menciona Levi-Strauss en Tristes Trópicos, acerca de la modificación que llevan a
cabo los Caduveos con su cuerpo, esas miradas acusadoras salidas de los misioneros, mirada de
asco y prejuicio hacia el manejo de su cuerpo:
“El misionero se muestra alarmado por ese desprecio a la obra del Creador; ¿por qué
los indígenas alteran la apariencia del rostro humano? ¿Quizá para engañar el
hambre pasan las horas trazando sus arabescos? ¿Quizá para ocultarse de sus
enemigos? ¿Por qué? ¿Por qué sois tan estúpidos?, preguntaban aquellos misioneros
a esos hombres que pierden días enteros haciéndose pintar, olvidados de la caza, de
la pesca y de sus familias. ¿Por qué somos estúpidos? Respondían éstos ¿por qué no
os pintáis como los eyiguayeguí?” (Levi-Strauss 1997: 195)
Son estas miradas, entre admiración, miedo y más que todo que juzgan, lo que él quería evitar, no
importaba el dolor que sufría al hacer el tatuaje sobre una parte de la piel ya dañada: “Duele pues,
pero no importa mejor si se apura.”25
Este dolor era una forma de intercambio, entre tapar su
cuerpo y conseguir tapar el “estigma”, una ritualidad implícita entre el dolor y la modificación, entre
dejar las miradas a un lado y conseguir la aceptación. Modificar su cuerpo para volver a lo
“estético”, a lo normal.
Como menciona Turner: “Un ritual es una secuencia estereotipada de actos que comprende
gestos, palabras, objetos, etc...(…) en función de los objetivos e intereses de los que lo llevan a
cabo (actores del ritual).” (Turner 1974: 17), donde lo que yo veo es el intercambio como forma
central de evidenciar esta “secuencia estereotipada”; el intercambio del dolor para obtener algo
nuevo, algo que viene a sacarlo de un grupo para incluirlo en otro, sacarlo de un grupo
estigmatizado, por la herida, para entrar en un nuevo grupo “estéticamente” aceptado, por el
tatuaje. Cumpliendo un objetivo, que el mismo se delineo, el ser aceptado:
24
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años. 25
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años.
“Los tatuajes rituales existen como marcas, como heridas con eficacia simbólica, en la
medida que transforman la realidad del sujeto. Con el tatuaje de hoy algo de esa
eficacia podría anhelarse, el encuentro con nuevos discursos de legitimación, nuevas
vías para el reconocimiento de la singularidad del sujeto social.” (Brizolara 2008: 8)
Todas estas afirmaciones acerca de la ritualidad que expongo, tienen que tener un espacio de
acción. Este espacio de acción esta dado en lo que Turner llama “arenas”:
“[C]onstituyen el escenario concreto en el cual los paradigmas se transforman en
metáforas y símbolos (…) y ponen a prueba las relaciones de fuerza existentes entre
los actores. La ´la arena` es el marco (institucionalizado o no) en el cual se busca un
reconocimiento público de la toma de decisiones, es el escenario para tomar
decisiones.” (Turner 1974: 133-135)
Este lugar es el toldo de El Gordo, lugar de intercambio y de transformación, lugar no
institucionalizado donde se muestra y se ve. Lugar donde el símbolo toma vida a través de la
significación que le dan los que vemos el tatuaje y los que se los hacen. Lugar de aprobación o
desaprobación de las miradas, lugar de decisión de los actores.
Partiendo de la visión de Turner, el ritual tiene diferentes fases y en este caso el tatuado, llega a
una fase de liminalidad: “[E]s más confusa o ambigua .Las características del ritual pasan a una
esfera o dimensión en la que no posee ningún (o muy pocos) atributos del estatus pasado o del
futuro.” (Turner 1974: 8), ya que, desde mi visión, y en este caso en particular, el tatuado se
encuentra en un momento de ambigüedad hasta obtener la aprobación de lo estéticamente
aceptado, a través de las miradas o de los comentarios.
Desde mi visión, esto es parte de la actuación que llevamos ante los demás:
“Sociólogos como George Simmel opinan que las personas de una comunidad tienden
a identificarse con algún grupo de pertenencia a través de la imitación, repetición de
actos o prácticas de los integrantes del grupo y de la elaboración de tradiciones;
además, que es necesario para los miembros de una sociedad, buscar gestos que les
permitan sentir que no forman una entidad única e indiferenciada del grupo.” (Mattano
2004: 3)
De la performance que llevamos a cabo, donde el cuerpo es la forma de relación con el entorno, de
expresión de pertenencia. Siendo cualquier alteración del mismo, un estigma a ser “maquillado”,
para poder entrar dentro de la estética de lo normal ante los demás. Y los tatuajes, vienen a ser un
instrumento para lograrlo.
Esta forma de tapar el cuerpo, surge de los comentarios que las mismas personas hacen en el
momento de hacerse los tatuajes. Como en este caso en que vino y dijo: “Si pues... justo ahorita
me he comprado esta chompa de cuello alto, con esto nomas caminaba para tapar ahora sin esto
nomas con el tatuaje se tapa”26
. En este comentario vemos como las alteraciones en el cuerpo
tratan de ser tapadas a través de los tatuajes, podemos hablar de una performance ante los
demás como menciona Judit Vidiella “La performance es un hacer o re-hacer que, además, implica
una auto-conciencia sobre ese hacer y rehacer, por parte tanto de los performers como de los
espectadores.” (Vidiella, 2007: 16), donde el performer, quien se hace el tatuaje, esta consiente de
la modificación que se hace al cuerpo. También los espectadores, aquellos que antes veían de
mala forma a su cicatriz, están consientes de esta modificación; pero la aceptan como tal, al verla
como una forma de tapar un estigma que antes era, para ellos, “anormal”.
Observamos la performatividad presente, la performatividad vista como: “Que disimula las huellas
de las construcciones repetitivas y, por tanto, conlleva regulación y constricción” (Vidiella, 2007:
16), ya que lo que los cuerpos, como construcciones sociales sufren procesos en los cuales:
“Se constituyen las identidades y las realidades sociales, por una serie de
aproximaciones a modelos pre-establecidos y también por todos aquellos “actos
fallidos” que no consiguen aproximarse a la norma y que, por tanto, ponen de
manifiesto su carácter construido.” (Vidiella, 2007: 15)
Donde los cuerpos, también son parte de la actuación ante los demás, y su aceptación depende de
seguir estos modelos pre-establecidos.
Dentro de la visión propuesta de performatividad, los cuerpos vienen a ser la principal forma de
presentación de la imagen del individuo ante la sociedad. Por lo tanto tapar el cuerpo, es una
elección de las personas ante ciertos “estigmas” que la misma sociedad los impone. Los tatuajes
son un instrumento, consiente de tratar de imitar un modelo pre-establecido del cuerpo; pero
también, una demostración de la construcción social del cuerpo, ya que sirven para tapar de
manera estética estos “actos fallidos” (Vidiella, 2007: 15). Donde la performance y la
performatividad pone de manifiesto el carácter repetitivo, y la actuación, que hacemos con nuestros
cuerpos, ante los demás.
Con esto se tapan
Es en este momento y con este caso que me di cuenta de la verdadera dimensión de ver a los
tatuajes, no solo como un estigma. Viendo y revisando mi cuaderno de campo vi que tenía muchos
más casos en los cuales se repetía estas frases de ver a los tatuajes como una forma de tapar, lo
26
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años.
que se llamarían “estigmas”, estos “atributos desacreditadores”, a los cuales se refiere Goffman. En
mis anotaciones resaltaban los comentarios de otros clientes, que estaban directamente
relacionados con la idea que planteo de tapar un estigma con otro.
La primera se trataba de un muchacho que no pasaba de los 20 años que llego al puesto del
tatuador un 24 de mayo de este año. El ya se había hecho un tatuaje anteriormente, en el
antebrazo izquierdo y volvía a hacerse el tatuaje en el antebrazo derecho: “He vuelto para
completar mi nombre”27
, esto porque en el antebrazo izquierdo estaba tatuado la segunda parte de
su nombre compuesto, en el antebrazo derecho además de querer completar el nombre tenía unas
marcas que quería tapar.
Estas marcas eran pequeñas, parecían unos pequeños granos pero numerosos rojizos. El gordo
opino que eran quemaduras de cigarrillo, yo los veía como pequeñas ampollas. Cuando
empezamos a hablar acerca del porque se hacia el tatuaje, me comento que primero era para
completar más que todo el nombre: “Ya me ha hecho el casero mi anterior tatuaje”28
, el lo veía
como un juego:
“En muchos adolescentes el tatuarse se asemeja a un juego, de ilusión de creación de
objeto, de intento de dominio, trascendencia; acercándose a una posibilidad
simbolizable. El cuerpo del adolescente, marcado por el tatuaje, redimensiona también
la imagen del cuerpo ´con el que se ha nacido`, propone apropiación y diferenciación
frente a los progenitores. En otro extremo puede transformarse en la constatación de
una fantasía de completud y autogestación donde el efecto de esa marca en el cuerpo
rige su vida.” (Briazola 2008: 7)
La segunda era la de tapar las marcas me decía: “Si jodidas, pero con esto se tapan”29
, al
responder a mi pregunta si es que lo hacía por tapar las marcas. También se puso muy incomodo
cuando hice la pregunta, nunca me dijo como se las hizo, esta frase de nuevo me hizo pensar
acerca de los tatuajes como una modificación corporal que tapa este tipo de estigmas. Estos
estigmas, por lo que podemos ver, son los que más se tratan de tapar, el mismo Gordo decía que:
“Si, con el dibujo se tapan, para verse mejor”, pero yo lo veía como una forma de confirmar la idea
de un estigma, en esta caso producido por ellos mismo o por accidentes, que se tapa con otro, ya
que si bien en mi trabajo de campo surge la idea de que el tatuaje ya no es considerado como un
estigma, lo sigue siendo en otros círculos fuera de la Ciudad de El Alto.
27
Charla con un sujeto que no pasaba de los 20 años, se tatuó algo a la altura del antebrazo, se tatuó su nombre, lo interesante es que también se tapo una cicatriz que quería ocultar. Esta charla se llevo a cabo el 24 de mayo de 2009 a horas 12:00 del medio día en el toldo del tatuador. 28
Ibid. 29
Charla con un sujeto que no pasaba de los 20 años, se tatuó algo a la altura del antebrazo, se tatuó su nombre, lo interesante es que también se tapo una cicatriz que quería ocultar. Esta charla se llevo a cabo el 24 de mayo de 2009 a horas 12:00 del medio día en el toldo del tatuador.
La tercera razón por la que se hacia el tatuaje, es la de reforzar el estigma. Esta forma de reforzar
un estigma es lo que más me llamo la atención de esta charla.
Otra de las charlas que me ayudo a ver esta nueva forma de ver a los tatuajes, fue la que realice a
una muchacha de unos 20 años. Esta muchacha vino un jueves por la mañana al toldo de El
Gordo, era joven de tez morena venia con una gran gorra como tapándose la cara, al verme se
puso nerviosa de que haya alguien más aparte del tatuador dentro del toldo, pero cuando le dije
que yo era un aprendiz y que estaba ahí para ayudar al tatuador se calmo un poco y empezó la
charla. Al principio solo me dedique a pasarle los materiales a El Gordo, pero luego de pasados
unos cinco minutos empecé a hablar con ella.
Ella escogió el diseño de una Virgen de Guadalupe para realizarse el tatuaje. El tamaño era
mediano de unos 20 centímetros, quería solo el delineado de la figura y no el relleno con color, el
tatuaje se lo realizo sobre unas ronchas rojizas de gran tamaño. Cuando le pregunte por qué eligió
la Virgen de Guadalupe, ella dijo que “por devoción”30
, cosa que no me lo dijo con ningún
convencimiento.
Cuando le mencione las marcas que tenía en el antebrazo y si no le causaba dolor el hacerse el
tatuaje sobre las mimas ella me dijo: “Por eso me estoy haciendo el tatuaje”31
, con mucho
sarcasmo como diciendo que era algo obvio. Durante la charla trate de preguntarle cómo se hizo
las marcas que quería tapar, pero solo conseguí que me dijera: “Cuando era chiquita me he hecho,
hace años las tengo”32
, poniendo de evidencia la intención de querer tapar las marcas con el
tatuaje. Una vez que terminamos el tatuaje, se sentía feliz por el tatuaje, y lo veía diciendo: “Ya no
se notan ¿no?”33
, al referirse a las marcas.
Estos casos nos ponen en evidencia como ahora los tatuajes son instrumentos que utilizan las
personas, para la construcción de sus cuerpos. Como todas estas personas ven en los tatuajes ya
no un estigma algo que los desacreditaría ante los demás, por el contrario ven en ellos una forma
de tapar otros “estigmas”, una forma de volver a lo “normal”, ser aceptados desde lo “estético”,
viendo en los tatuajes, este instrumento de aceptación.
¿Se ve bonito no ve?
Para terminar este capítulo retomo la idea con que empecé a desarrollarlo, con el caso en
especifico que toque, el de tapar un estigma con el tatuaje, y el tatuaje como instrumento de
construcción del cuerpo a través de la performatividad que se presenta en la imitación y la
30
Charla realizada un jueves 9 de Abril de 2009 en el toldo de El Gordo a las 9 de la mañana en la ciudad de El Alto en la Feria 16 de Julio. Codificación F-12. Sujeto femenino de unos 20 años. 31
Charla realizada un jueves 9 de Abril de 2009 en el toldo de El Gordo a las 9 de la mañana en la ciudad de El Alto en la Feria 16 de Julio. Codificación F-12. Sujeto femenino de unos 20 años. 32
Ibid. 33
Ibid.
performance que es llevada a cabo por las personas que se tatúan. Otro tema que podría retomar
es la situación de ritual que lleva a cabo la persona que se hace un tatuaje.
Al final, cuando se terminó de hacer el tatuaje, el cliente pronuncio la frase “¿se ve bonito no ve?”.
Se veía más tranquilo y con muchas más ganas con las que llegó. Estaba adolorido pero no
importaba, lo importante para él, era haber “tapado” el disimular su cuerpo. Al tener la aceptación
de que se veía mejor y que la cicatriz estaba casi totalmente tapada, se sentía más “estéticamente”
aceptado.
También puedo decir que salía de la etapa de “liminalidad”, propuesta por Turner. Esto debido a la
aceptación que el necesita, y es dada a través de la confirmación a la pregunta, la confirmación de
que a la vista ya es diferente. La confirmación de la entrada a un grupo donde él es “estéticamente”
aceptado, donde las miradas ya no se centran en la marca el “estigma”, se centra en el tatuaje, tal
vez otro estigma, pero que de un tiempo a esta parte es aceptado.
La idea de imitar un modelo, un modelo de cuerpo el cual no son aceptados las alteraciones de
ningún tipo:
“El cuerpo con características óptimas y máximamente explotable será considerado
como un signo de excelencia y, al mismo tiempo, como un medio individual de
producción con mejores oportunidades en un contexto de fuerte competencia.”
(Constante 2006: 8)
El tatuaje, le da la oportunidad de ser parte de esta actuación para tapar esta alteración que no es
aceptada. El tatuaje es el instrumento, para pasar de un grupo a otro es el símbolo que como dice
Gertz:
“Se desprenden de cualquier cosa que tenga significación, es decir, se usa el termino
símbolo para designar cualquier cosa, objeto, acto hecho, cualidad o situación que
sirva como vehículo de una concepción.” (Gertz 1992: 15)
El haber tapado este “estigma”, con otro, no importaba, para él lo importante era haber tapado lo
que realmente le desacreditaba, la cicatriz. El tatuaje ya no era una “moda”, era algo que se queda
en su cuerpo como una parte de su “actuación” ante los demás “no creo que me de problemas, se
ve bien”34
, es la forma de mostrarse ante los demás. Ver que las personas ya no centran su
atención en la cicatriz, sino en el tatuaje.
34
Charla realizada el 9 de abril de 2009, en la ciudad de El Alto, en la Feria 16 de Julio, a las 11:30 am, en el toldo del tatuador, Codificación M-6. Sujeto masculino de unos 25 años.
IMAGINARIOS Y REFUERZOS DE LOS ESTIGMAS
Otro de los momentos que más me hizo reflexionar dentro de mi trabajo de campo, ocurrió un
domingo por la mañana, era un 24 de mayo de este año. Como en la mayoría de los domingos
llegue temprano a las 8:30 de la mañana, el toldo de El Gordo ya estaba armado, los otros puestos
recién salían. Me puse a ver los diseños mientras alguien llegaba, esta vez la gente empezó a
llegar temprano, pidiendo que les hagan tatuajes pequeños como corazones o iníciales,
especialmente, en sus antebrazos.
El día se empezó a poner un poco nublado pero no tan frio como otros, el clima estaba templado. A
las 11 de la mañana, llegaron al toldo del Gordo dos personas, una señora y su hijo. Ambos
estaban bien vestidos, tenían la tez blanca, la señora ya algo mayor de más de 50 años muy pulcra
en su vestimenta con un paraguas para protegerse del sol, el hijo de unos 25 años con una polera,
un jean y una gorra, de la misma forma muy bien cuidados, al verlos no pensé que venían a
hacerse un tatuaje.
La primera que hablo fue la madre: “Hemos vuelto casero”35
, al referirse a que no era la primera
vez que venían y que no era la primera vez que acompañaba a su hijo. Ella se veía algo enojada, a
un principio, veía los tatuajes, primero con desdeño y luego con interés. Su hijo callado y con una
fotocopia donde estaba el diseño de un tatuaje, se limitaba a asentir cuando su madre decía algo o
reír cuando ella hablaba.
Cuando El Gordo empezó a hablar le pregunto: “Como está el otro tatuaje que le he hecho.” Se
refería a un tatuaje que el muchacho se realizo después de Alasitas, también había venido con su
madre, era un tatuaje mal hecho, que El Gordo lo “covereo”36
. Tanto madre como hijo se sentían
satisfechos por el trabajo y era por eso que volvieron al toldo de El Gordo a que el hijo se haga un
nuevo tatuaje.
En el proceso de realizar el tatuaje, la señora notó mi presencia. Empezó una charla acerca de su
hijo y por qué se hacia el tatuaje. Ella me pregunto “¿y usted está aprendiendo?”37
Al referirse del
por qué estaba ahí parado viendo. La respuesta fue positiva de mi parte. Fue el pie para empezar a
hablar acerca de los tatuajes ella me dijo “prefiero acompañarle a que se haga estas cosas”38
, el
hijo solo se rio. “Prefiero que lo hago conmigo a que se lo haga a escondidas”39
, fue lo siguiente
que dijo, la madre.
35
Charla realizada el 24 de mayo de 2009, en la ciudad de El Alto a las 10 de la mañana, en el toldo del tatuador, mujer de unos 50 años. Codificación F-9. 36
Termino utilizado en la jerga de los tatuadores para referirse a realizar un tatuaje sobre otro. 37
Charla realizada el 24 de mayo de 2009, en la ciudad de El Alto a las 10 de la mañana, en el toldo del tatuador, mujer de unos 50 años. Codificación F-9. 38
Ibid. 39
Charla realizada el 24 de mayo de 2009, en la ciudad de El Alto a las 10 de la mañana, en el toldo del tatuador, mujer de unos 50 años. Codificación F-9.
La charla continuó con la premisa de hablar de los tatuajes como una nueva “moda” y de cómo su
hijo se animo a hacérselos: “Mi otro hijo, es fisicoculturista, el es que se ha hecho primero, y este,
por seguirlo se ha hecho”40
, aquí podemos observar de nuevo esta imitación a un modelo, en este
caso a la idea del hermano que se los hizo, como dice Vidiella: “[S]e constituyen las identidades y
las realidades sociales, por una serie de aproximaciones a modelos pre-establecidos.” (Vidiella
2007:15)
Imitaciones que de nuevo nos llevan a una performatividad implícita, donde lo que se percibe es la
actuación de la persona ante los demás, la imitación de ciertos patrones para conformar un
conjunto de características, que en algún momento son impuestas y no seguirlos llega a la
transgresión.
No, se ve bonito
Surgió la pregunta de mi parte: ¿Y como madre no se hace lio de que se haga los tatuajes?, y la
respuesta fue, “no, se ve bonito.” Esto me llevó a reflexionar de donde realmente salía el prejuicio
de los tatuajes, y de las personas que los usan, ya que en esta frase se ve una aceptación implícita
de los tatuajes.
El hecho de ir al trabajo de campo con una prenoción de lo que los demás piensan y dicen de los
tatuajes, fue un sesgo, que me hizo entender a los tatuajes como estigmas, “[V]ale decir, de la
situación del individuo inhabilitado para una plena aceptación social.” (Goffman 1998:7). Cosa que
con el transcurrir del tiempo fue cambiando:
“[L]o único que tenía eran prenociones teórico-metodológicas: todo lo demás había
que irlo reconstruyendo en el momento mismo de hacerlo. La forma, como lo señala
Gastón Bachelard (1982), se conoce en contra de lo conocido, desmontando los
saberes previos.” (Domínguez 2006: 3)
El haber ido a mi trabajo de campo con esta prenoción, me hace reflexionar acerca de la forma de
abordar mi tema. Utilizar la observación participante es la premisa, pero: “Es una inmersión
necesariamente ficticia en un contexto extraño, y el objetivismo de la “mirada lejana” de un
observador que se mantiene tan alejado de sí mismo como de su objeto” (Bourdieu 2004, 15), ya
que, ponía una berrera entre los sujetos y mi persona, como algo lejano y diferente.
Es entonces que nace la reflexión de primero hacer una autoubicación, una “objetivación
participante”41
, una forma de ubicarme a mí, ante los sujetos de estudio y ante mi propia
investigación:
40
Ibid. 41
Bourdieu “Objetivación Participante” conferencia dictada por Pierre Bourdieu el 6 de diciembre del 2000.
“[L]a objetivación participante busca explorar no la “experiencia vivida” del sujeto
consciente sino las condiciones sociales de posibilidad y por tanto los efectos y los
limites de esa experiencia y, más exactamente, el acto de objetivación mismo. Su
meta es objetivizar la relación subjetiva con el objeto” (Bourdieu 2004: 15)
Analizar esa relación subjetiva entre quien hace la investigación, en este caso yo, y los sujetos con
quienes trato, para eso tengo que ubicarme como un usuario de tatuajes un portador de,
supuestamente, un “atributo desacreditador”42
, que hace tres años, cuando mi madre los vio por
primera vez dijo: “pareces maleante”, que hizo que me sintiera mal. Llegando a mi trabajo de
campo con la idea de que todos tenían esa visión acerca de los tatuajes, pero que con las frases
que iban saliendo de mis conversaciones, esta idea cambiaba.
Los tatuajes ya no son vistos como algo simple y efímero, sino más bien como algo ya más
complejo. Son vistos como parte de la construcción de nuestros cuerpos, la aceptación de una
modificación, que afirma la presentación de una imagen ante los otros, ya no encasilla, no los hace
diferentes. Los hace portadores de algo que reafirma la construcción social del cuerpo, la decisión
de hacerse el tatuaje, es la decisión de transgredir la “norma”.
La complejidad, surge en la ritualidad. Los tatuajes, en un nuevo lenguaje, representan la
ritualidad, ya sea de la transición de niño a hombre, cuando se acepta al tatuado como
perteneciente al grupo de los hombres por haber hecho el Servicio Militar. En la decisión individual
del manejo de nuestro cuerpo, cuando la decisión es parte ya sea de una actuación o de la
individualidad que representa el tatuaje. Con la decisión de decisión de modificar el cuerpo para
tapar un estigma.
Esta idea me surge por lo que Turner y Gertz hablan sobre el rito donde lo que ellos mencionan es
que el rito es una transición que necesita de un vehículo, ese símbolo que ayuda a la salida de un
grupo y a la entrada a otro, ese símbolo es el tatuaje visto como: “Símbolos asociados a intereses
humanos que les otorgan significados al usarlos en el espacio de la arena publica.” (Amparan y
Gallegos 2001: 141)
La decisión de una persona del manejo individual de su cuerpo, buscando la aceptación de
transición, se manifiesta en la aceptación o el rechazo del entorno, o del grupo al cual el individuo
quiere pertenecer. Un ejemplo de esto lo podemos ver cuando una madre vino con su hijo para que
él se haga un tatuaje de su cuartel, en la mano, un lugar muy vistoso, me dijo cuando se hacia el
42
Goffman “Estigma la identidad deteriorada”, al referirse de la percepción de los demás ante los estigmas.
tatuaje: “Ya es hombre él decide.”43
Como aceptando la incorporación, a través de la decisión
tomada del hijo, a el status de “hombre”.
La relación que yo formaba con quienes conversaba, era casual, y no llegaba a una real
profundidad. Excepto aquellas en las que una pequeña frase me impactaba y yo trataba de
profundizar la conversación entonces salían frases como “ya es hombre él decide”, o “bien bonito
se ve”, me hacían pensar en la aceptación de los tatuajes, no como modas ni como decisiones
pasajeras, ya que esta frases no salían de los usuarios, salían de madres o parejas que iban con
ellos. Por eso los tatuajes según Ganter:
“[E]l tatuaje no sería algo que se hace por azar, o bien, por capricho y moda, sino que
tendría una representación menos profana y por lo mismo más profunda, pues sería
un arte, una obra de arte, una práctica artística y estética que posee el carácter de
perenne.” (Ganter 2006, 17)
No sé por qué se hacen lio
Retomando la charla que realizaba con la madre del joven que se hacía el tatuaje, la charla
continuo dentro del toldo de El Gordo. La madre se sentó casi al lado mío, y hablaba mucho acerca
de los tatuajes y, en especial de su hijo, por la gran afición que tenia por estos. Empezó a expresar
la idea de cómo ella aceptaba a estos, como algo- en estos tiempos- natural, lo siguiente que me
menciono fue: “[N]o sé porque la gente se hace lio, si esto se ve bonito.”44
Esta frase fue
importantísima, ya la charla se profundizo acerca de la aceptación y de lo “natural” de los tatuajes.
En este sentido, la charla continuó, acerca de cómo las personas aceptan o estigmatizan a la gente
que usa los tatuajes. Ella muy orgullosamente me decía: “[A]hora, ya no sé dé que se hacen lio,
por ejemplo, mi hijo el mayor es abogado, y este es ingeniero, no sé porque la gente ve feo a estas
cositas.”45
Refiriéndose siempre a la aceptación que ella tenía hacia la inclinación de sus hijos a los
tatuajes; pero que con el trabajo de campo que desarrollé en este lugar se iba confirmando cada
vez mas.
En muchos momentos de mi trabajo de campo surgieron tanto comentarios de aceptación, como
de desaprobación hacia los tatuajes. Lo interesante fue que los comentarios de aceptación no
salían de personas muy ajenas a la persona que se hacia el tatuaje, por el contrario los
comentarios salían de mamás o esposas que venían con ellos para que se realicen un tatuaje.
43
Frase que me la dice una señora de pollera que acompaña a su hijo a hacerse un tatuaje, por haber salido del cuartel. Esta decisión la consideraba de alguien maduro. 44
Charla realizada el 24 de mayo de 2009, en la ciudad de El Alto a las 10 de la mañana, en el toldo del tatuador, mujer de unos 50 años. Codificación F-9. 45
Ibid.
Esto por supuesto llamó mi atención y me replanteo la idea de que los tatuajes eran un “estigma”,
uno de los prejuicios con los que empecé mi trabajo de campo.
Así, no los molestan
Dentro de la idea de ver quién y en qué momento el tatuaje es visto como un estigma, dentro mi
trabajo de campo. Empecé a repasar muchas de mis notas acerca de cómo tanto hombres como
mujeres venían a realizarse un tatuaje y lo que buscaban no era tapar un estigma para lograr
aceptación, lo que querían era reforzar la idea de estigma para sentirse diferentes. Estos ejemplos
son casos especiales que se empezaron a repetir con frecuencia, pero que no necesariamente
representan una generalidad dentro las personas que se hacen tatuajes.
La imagen que el sujeto trata de presentar ante los demás es preponderante en este pequeño
análisis ya que lo que se demuestra con estas particularidades, es una presentación del individuo
ante los demás esperando una respuesta. Esta respuesta no siempre es la de aceptación mas por
el contrario lo que se busca es la individualidad, desde el aislamiento de los otros; o tal vez, la
aceptación a través de la imagen ruda que se impone en el grupo al cual ellos frecuentan.
Esperando una respuesta ante la mirada, una interpretación de lo que ellos llevan como “marca”.
Una interpretación externa de lo que ellos escriben sobre su cuerpo:
“Los tatuajes en el cuerpo y los tatuajes en los árboles, son textos visuales. Todo texto
visual, es además resultado de la lectura visual que realiza el lector, destinatario o
espectador. La lectura, como concepto, se origina en la linealidad del lenguaje verbal,
pero en la imagen, la lectura no es lineal, sino que se trata de una exploración de la
mirada sobre la superficie visual; y la interpretación de una expresión con respecto a
un contenido dependerá de la coherencia textual de la imagen, la cual es una
propiedad semántico-perceptiva.” (Mattano 2004: 10)
Buscando la lectura torcida de los espectadores, buscando la interpretación del estigma por parte
de quienes los ven no de quienes lo hacen, ni de quienes los portan. Exponiendo una coherencia
textual, de rudeza e impasividad ante la mirada.
Uno de los ejemplos que plasma estas afirmaciones surge de la charla con un sujeto de unos 35
años un jueves de abril de este año, en la tarde. Cuando el llego al toldo de El Gordo, se veía
seguro de lo que buscaba, directamente fue a preguntar el costo de hacerse un tatuaje en forma de
lunar en la cara, en la parte derecha a un lado de la nariz. No tenía ninguna expresión de duda
acerca de lo que quería, la charla no pudo ser muy larga.
Realizar el tatuaje no tardo más de cinco minutos, pero mientras esperaba que El Gordo preparara
sus materiales, trate de empezar la charla. Su actitud fue muy arisca no quiso hablar mucho
conmigo, pero por la insistencia empezó a esbozar algunas respuestas. Mis preguntas iban
dirigidas a por qué se hacia el tatuaje y por qué elegía un lugar tan complicado como la cara. El
fríamente me respondió que: “No tengo ningún problema en hacerlo en la cara.”46
Cosa que era ya
muy extraño, ya que uno de los estigmas más relacionados con los tatuajes es que sean muy
visibles, pero lo que al final me dijo fue: “Me lo hago para que no me jodan”47
, con todo el
convencimiento que si se hacia el tatuaje ya sea para que yo le deje de preguntar o para que los
demás piensen eso de él, no lo molesten.
Con este comentario, trate de ver la imagen que construyen, algunas personas, hacia los demás
con la decisión de hacerse un tatuaje. Esto viendo a Goffman que habla acerca de cómo el sujeto
construye una imagen de sí mismo ante la sociedad: “La información acerca del individuo ayuda a
definir la situación, permitiendo a los otros saber de antemano lo que él espera de ellos y lo que
ellos pueden esperar de él.” (Goffman 1997: 13), en este caso tratando por el contrario de reafirmar
el estigma. Con este tipo de comentarios vemos el reforzamiento de una “imagen” ante los demás,
pero que más allá de tratar de relativizar o usar el tatuaje como una “moda” o como algo estético
dentro de sus cuerpos, lo que hacen es reforzar una “actuación” una “imagen:”
“Cuando un individuo desempeña un papel, solicita implícitamente a sus observadores
que tomen en serio la impresión promovida ante ellos. Se les pide que crean que el
sujeto que ven posee en realidad los tributos que aparenta poseer, que la tarea que
realiza tendrá las consecuencias que en forma implícita pretende y que, en general,
las cosas son como aparentar ser.” (Goffman 1997: 29)
Esta imagen “trabajada” a través del tatuaje que reafirma, para ellos, una “actuación” ante los
demás, con una imagen de rudeza o aislamiento: “Me gustó el primero, pero ahora para que no me
jodan me estoy haciendo lo de mi brazo, así ya no te joden”48
, en esta segunda frase hecha por un
joven no mayor a los 20 años, que usaba un jean ancho, una polera ancha y larga casi hasta las
rodillas y una gorra desgastada, se ve como esa actuación y creación de la imagen a través de los
tatuajes, crea una implícita construcción de tu cuerpo hacia los demás. Esta charla ya la use como
ejemplo en un anterior capitulo pero, me parece que esta frase viene al caso en demostrar la
importancia de la construcción de la imagen del individuo y que quiere mostrar.
46
Charla realizada con un sujeto masculino de unos 35 años que se tatuó un lunar en la cara, a la altura de la nariz y que respondió de eta forma a la pregunta de por qué eligió la cara para hacerse el tatuaje. 47
Charla realizada con un sujeto masculino de unos 35 años que se tatuó un lunar en la cara, a la altura de la nariz y que respondió de esta forma a la pregunta de por qué eligió la cara para hacerse el tatuaje. 48
Charla con un sujeto que no pasaba de los 20 años, que en realidad se tatuó algo a la altura del antebrazo, se tatuó su nombre, lo interesante es que también se tapo una cicatriz que quería ocultar. Esta charla se llevo a cabo el 24 de mayo de 2009 a horas 12:00 del medio día en el toldo del tatuador.
En ambos ejemplos, tanto de la madre que ve con buenos ojos los tatuajes, como de las personas
que se los realizan para encontrar una respuesta de los demás ante ellos, me surge la pregunta
¿De dónde viene el estigma de los tatuajes?, por lo expuesto no es realmente de quienes los ven,
mas por el contrario ellos los aprecian ya sea de una manera “estética” o de decisión propia de
quienes los usan o sea una forma de reafirmación de que ellos toman la decisión de qué hacer con
sus cuerpos:
“En la mayoría de los rituales queda una marca en el cuerpo, una señal, que funciona
como herida con eficacia simbólica, en la medida que transforman la realidad del
sujeto. Pensamos que hoy algo de esa eficacia podría anhelarse, el encuentro con
nuevos discursos de legitimación, nuevas vías para el reconocimiento de la
singularidad del sujeto social. (López, Ana Lía 2002)” (López 2003:5)
Se observa la realización y el reconocimiento del sujeto socialmente hablando, donde la decisión
de hacerse el tatuaje le da el reconocimiento ante la madre y ante la sociedad de su poder de
decisión individual de manejo de su cuerpo, un ritual implícito de paso y de aceptación a un grupo
más grande de personas que manejan y construyen su cuerpo tanto socialmente como
culturalmente.
Mientras que aquellos, que manejan su cuerpo como una forma de actuación ante los demás lo
que buscan es la reafirmación del estigma y eso nos puede lleva a pensar que el estigma no es
algo visto de afuera hacia los demás; sino por el contrario es algo construido y reafirmado por
quienes se los realizan para dar una imagen de ellos ante los que los observan.
CONCLUSION
Dentro de las conclusiones a las que llego a través de la investigación. Puedo mencionar a los
tatuajes como instrumentos de una performatividad de los cuerpos, donde la ritualidad implícita del
acto performativo, es evidente en la repetición y la imitación de patrones impuestos por la cultura y
la sociedad.
Los cuerpos desde cualquier punto de vista son el lugar de depósito de estos instrumentos, lo
tatuajes. Que, llegan a convertirse en los símbolos de la ritualidad que se demuestra en la
performatividad. Es a través de los cuerpos que se encarna las normas de los patrones socio-
culturales.
La ritualidad se pone en evidencia a través de los tatuajes de los conscriptos. Esto debido a que
como acto performativo, el hacerse el tatuaje es una reafirmación de un paso de un estado a otro,
donde los conscriptos salen del estado de liminalidad, para poder pasar a un nuevo estado de
aceptación ante los demás.
Dentro de estos parámetros el estigma es un acto performativo donde el lenguaje le da la carga
negativa. Esto es confirmado a través de las frases de la gente y de los mismos sujetos que se
realizan los tatuajes. Esta estigmatización tiene varios matices, especialmente cuando es utilizada
para tapar otros estigmas y así ser aceptado estéticamente y entrar de nuevo a una actuación del
cuerpo ante los demás.
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