AÑO XI

VOLUMEN XLIX

MARZO 1962

NUM. 143

ESTUDIOS

Problemas actualesde la educación musical*CESAR AYMAT OLASOLO

Asesor musicalde la Comisaría de Extensión CulturalMinisterio de Educación Nacional

I. Importancia de la educación musical

El hombre que no tiene música en si,ni se emociona con la armonía de los dulces sonidos,es apto para las traiciones, las estratagemas y las

malignidades;los movimientos de su alma son sordos como la noche,y sus sentimientos, tenebrosos como el Erebo.No os fiéis jamás de un hombre así.

SHAKESPEARE: El mercader de Venecia. ( Acto V.)

LA MUSICA EN NUESTROMUNDO ACTUAL

Al tratar de educación musical deberíamos co-menzar por precisar el concepto que tienen dela música muchos intelectuales de nuestro país,incluyendo entre ellos a no pocos pedagogos.

El silencio es arma de doble filo: lo mismoesconde una profunda reverencia como el másenconado desprecio. Ambas actitudes —positivauna, negativa la otra— presuponen, al menos, unconocimiento previo de lo enjuiciado. Hay, em-pero, una tercera actitud: el silencio neutro. Elno querer decir ni si ni no sobre una cosa, sen-cillamente porque esa cosa es como si no exis-tiese para nosotros. ¿Tal vez no se valora lamúsica porque se la considera como arte de en-tretenimiento? ¿Tal vez porque es un arte de

* El presente trabajo es el primero de unaserie de cuatro sobre los problemas actuales dela educación musical en la enseñanza. El se-gundo de ellos, que se publicará en el próximonúmero, correspondiente a abril de 1962, versarásobre la «Metodología de la educación musical».

difícil aprendizaje? ¿O será simplemente que,debido a su naturaleza abstracta y a su dimen-sión temporal, choca con nuestro mundo prefa-bricado, donde sólo cuenta el ojo y la palabra?

Existe otra razón, posiblemente de mas peso.La estructuración del mundo contemporáneo, des-de la implantación general del maquinismo in-dustrial, reclama en la educación una crecientepreparación tecnológica. Y ello, a consecuenciade que el hombre —sobre todo el hombre quevive en los grandes núcleos de población— seve arrastrado, incluso a su pesar, por la diná-mica económica, materialista y deshumanizada,que obsesiona e inutiliza para contenidos de ma-yor trascendencia. El adelanto en el instrumentotecnológico, junto a la complejidad del mundoeconómico-industrial, provoca la división del tra-bajo y la especialización. División y especializa-ción que significan para el hombre, en definitiva,limitación.

Pertenecemos a nuestra época, se oye decir portodas partes. Es verdad; el hombre es, en ciertomodo, lo que la época en que vive. Ahora bien,¿quiere decir esto que tenga que ser necesaria-mente víctima de los vicios de la época? El pe-

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dagogo contestará sin titubear: no. Precisamen-te él es quien más se preocupa por mantener esedifícil equilibrio que toda educación ideal exigeen lo relativo a moral, sensibilidad, facultadesintelectuales y desarrollo físico. Si en una épocacomo la nuestra dominan los valores materiales,será obligación del educador tratar de compen-sar en lo posible esta influencia exterior median-te el ejercicio continuo de la vida moral y espi-ritual del niño. Con ello se proporciona a ésteuna sólida armadura que le servirá de protec-ción y ajuste el día en que la vida no le ahorresus golpes.

Así, pues, al materialismo imperante hoy debe-mos buscarle una neutralización. Yo propongo,haciéndome eco de las opiniones de muchos edu-cadores antiguos y modernos, la educación mu-sical como uno de los medios más eficaces paraconseguir este contrapeso espiritual. He aquí al-gunas razones.

LA EDUCACION MUSICALCOMO MEDIO FORMATIVODEL ESPIRITU

La necesidad afectiva del niño se ve colmadapor dos caminos distintos: uno, de expresióndirecta (el niño materializa sus sentimientos pormedio de gestos, sonidos mejor o peor articula-dos, reacciones de ajuste ante los estímulos ex-teriores, etc.); otro, de apropiación de elementosexpresivos adecuados del mundo que le circunda(si el niño está alegre, su propia alegría le im-pulsará a participar en los juegos ruidosos y ac-tivos de los demás niños). La educación musicalaprovechará esta doble vertiente de la afectivi-dad infantil. La música, por su especial natura-leza, posee, de una parte, la facultad de recibirel sentimiento del niño, objetivándolo y devol-viéndole su imagen como en un espejo espiritual;de otra, ejerce en su ánimo un intenso predo-minio. Ambas facetas confieren a la pedagogíamusical la importante misión de obrar directa-mente sobre el alma infantil. Por ello, actual-mente los métodos tradicionales de educaciónmusical que se apoyan desde el principio en con-ceptos puramente intelectuales han sido recha-zados por psicólogos, pedagogos y músicos.

La eficacia que el arte musical posee corno me-dio de formación está reconocida desde antiguo.Cuando Platón fija läs bases político-sociales ymorales de la república ideal, no se olvida dehablar extensamente de la educación a que de-ben ser sometidos los futuros ciudadanos. Voy atranscribir, aunque la cita es un poco larga, lassustanciosas palabras que Platón, en su Repú-

blica, pone en boca de Sócrates en el diálogoque éste sostiene con Glaucón: «Nos interesa,por el contrario, buscar aquellos artistas capaces,

por sus dotes naturales, que guíen a nuestrosjóvenes al encuentro de todo lo bello y gracioso.a fin de que sean educados en medio de susobras, como en una atmósfera sana y pura, yreciban sin cesar saludables impresiones por losojos y los oídos; que desde la infancia se veaninsensiblemente conducidos a imitar y amar lobello y a obrar en perfecta armonía entre la ideade la belleza y sus acciones.» Un poco más ade-lante prosigue Sócrates: «Y no es por estas mis-mas razones, Glaucón, la música parte principalde la educación? Tengamos en cuenta que nadahay más apto que el ritmo y la armonía parainsinuarse desde muy temprana edad en el almay apoderarse tenazmente de ella, y proporcionar-le. como resultado, el sentido de la gracia y de lobello; ello siempre que se dé esta parte de la edu-cación como es conveniente, puesto que sucedetodo lo contrario cuando se la desatiende...» (1).

En la esmerada educación que recibían losconductores del pueblo griego no faltaba nuncala música; hasta tales extremos, que a Temís-tocles se le criticaba en las concurrencias y re-uniones urbanas —según nos dice Plutarco en susVidas paralelas—el no saber «templar una lirao tañer un salterio».

Por su parte, Aristóteles dice en su Política:

«Resulta imposible no reconocer el poder moralde la música, y puesto que este poder es real,es preciso hacer figurar la música en la educaciónde los niños» (2).

Para Aristóteles, las artes musicales (poesía,música, danza) reproducen, con la ayuda del rit-mo, de la palabra y de la sucesión melódica,los estados de alma, las afecciones y las acciones,poseyendo, como consecuencia, la facultad demodificar nuestros sentimientos. De ahí su tras-cendencia como medio de educación.

INFLUENCIA PSIQUICADE LA MUSICA

Actualmente se concede tanta importancia ala influencia psíquica de la música sobre el indi-viduo, que la moderna medicina utiliza este artecomo instrumento de psicoterapia individual ycolectiva, dando lugar a una nueva rama médi-ca, la llamada musicoterapia o terapéutica mu-sical (con sus dominios particulares: la sonote-rapia, la ritmoterapia y la meloterapia, segúnutilice preferentemente el sonido, el ritmo o lamelodía) (3). Tampoco este aspecto práctico dela música es totalmente nuevo. Poseemos intere-santísimos testimonios de que los antiguos grie-

( 1) PLATÓN: República, Libro III.(2) ARISTÓTELES : Política, 1. V. Cap. V.(3) En los Estados Unidos existe una asociación que

se ocupa de la investigación y aplicación terapéutica dela música, la National Association for Music Therapy,fundada en el año 1950.

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gos, árabes, hebreos e indios reconocían y apli-caban este efecto curativo de la música. Sobra-damente conocido es también el poder mágicoque para los pueblos primitivos tenía el sonidoy el ritmo. Música y magia eran poderes que sóloposeían los sacerdotes por concesión directa delos dioses. Mediante las fórmulas musicales deencantamiento no sólo se curaban las enferme-dades, sino que se pretendía someter a la manodel hombre las fuerzas psíquicas y de la natura-leza. Había cantos mágicos para domar a losanimales, para obtener la lluvia y el buen tiem-po, para provocar el amor, conseguir la fecun-didad de la mujer, apaciguar a los demonios, et-cétera (4). Según los antiguos egipcios, el diosTilín creó el mundo no por el pensamiento o elgesto, sino profiriendo un gran grito. Y entre losgriegos, Píndaro nos dice que Esculapio curabaa los enfermos «envolviéndoles en suavísimoscantos» (5). La célebre leyenda de Orfeo y suimportancia en la literatura es una prueba másdel papel que desempeñó la música como podermisterioso sobre el espíritu del hombre antiguo.

La tradición griega, junto a la influencia dela música judía de la Sinagoga, pasa en la altaEdad Media al templo y al monasterio cristianode Europa bajo una forma original de monodiacantada, el «canto gregoriano» o «canto llano»,según se le denominó después. Si importanciatuvo la música en Grecia como vehículo de edu-cación, no fue menor la que le dió la Edad Me-dia, esta vez bajo el signo casi exclusivo de loreligioso. Son innumerables los textos de aquellaépoca, que señalan la influencia espiritual de lamúsica sobre la moral de los fieles. Si la músicaemplea modos exclusivamente licenciosos, el re-sultado conseguido es apartar al hombre de lavirtud; si emplea modos severos y movimientosrecogidos, estimula la vida espiritual. Tan gran-de llegó a ser el poder de penetración de la mú-sica en aquella época, que el Concilio de Coloniadel ario 1316 prohibió cantar «contra las perso-nas» (canon 21) la bellísima prosa «Media vitain morte sumus», pues los fieles, dominados porel efecto que les causaba, llegaron a concederlepoderes mágicos.

Cuando el efecto psíquico de la música no secontrola debidamente, puede degenerar en unespectáculo histérico, como el que nos ofrecenesos jóvenes de hoy que se dejan hipnotizar porcierto tipo de bailes modernos de ritmo nerviosoy excitante. En semejantes casos, el abuso delritmo llega a provocar en el individuo un des-equilibrio nervioso que raya casi en lo patológico.

La poderosa influencia que la música ejercesobre los sentimientos humanos ha hecho que seaplique también sistemáticamente en los estable-cimientos penitenciarios de algunos países comomedio de reeducación de los delincuentes, obte-

(4) COMBARIE17 : La musique et la magie. París, 1909.(5) Asimismo, los eirao ti. eran cantos especiales con-

tra la peste.

niéndose con ello resultados altamente satisfac-torios, según datos facilitados por funcionarios delas penitenciarías inglesas (6).

LA MUSICACOMO FACTORDE DESARROLLO IMAGINATIVO

• Si importancia tiene la música en cuanto aldesarrollo afectivo del niño, no es menor la queposee como factor de desenvolvimiento de la fa-cultad imaginativa. Mediante una presentaciónadecuada de la música llamada «de programa»,es decir, la música que pretende describir esce-nas de la vida real o argumentos más o menoshilvanados, el niño pone en actividad sus facul-tades evocadoras. La música, en este caso, obracomo elemento catalizador.

Naturalmente, no se trata aquí de solventarel problema de si la música, por su naturalezaabstracta, puede o no sugerir in mente realida-des objetivas. Téngase en cuenta que lo que pre-tendemos no es hacer una estética propiamentemusical; nuestra finalidad limitase a utilizar lamúsica como vehículo de educación. Por tanto,todo lo que resulte útil a este fin estará plena-mente justificado.

El niño, debido a su inestabilidad psicológica,tiene una dificultad innata para fijar prolonga-damente su atención sobre un mismo objeto.Ello impide la eficacia del comentario previo quetoda obra musical de este tipo debe llevar con-sigo. A fin de allanar esta aspereza, debemoselegir piezas musicales muy breves, a ser posibleonomatopéyicas (del estilo del Carnaval de losanimales, de Saint-Saüns), de carácter argumen-tal muy simple, extraído preferentemente delmundo imaginativo del niño, como ciertas piezasde los Cuadros de una exposición, de Mussorgsky.Eficacísimas en este sentido son también lasobras escritas por grandes compositores directa-mente para la infancia, como ese delicioso cuen-to musical de Prokofiev Pedro y el lobo. (Con-viene aclarar que nos estamos refiriendo a niñosen edad preescolar.)

LA MUSICA COMO POTENCIADORADE LAOBSERVACIONDE LA MEMORIA

En esta actividad evocadora, al desarrollo dela imaginación se une asimismo la doble ejerci-

(6) Véase la comunicación La musique, moyen deredressement moral des delinquants, presentada en laConferencia Internacional que sobre la música en laeducación tuvo lugar en Bruselas en 1953. (La musiquedan» l'éducation, Unesco.)

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tación de la atención y la memoria y, como con-secuencia, la educación receptiva del gusto. Elniño, que en sus primeras experiencias musicalessiente que la música es algo amorfo y huidizo,en lo que nada resulta suficientemente salientepara fijar su atención, va concretando en su men-te, poco a poco y tras repetidas audiciones, laimagen o contorno musical. Si el niño supieraexpresar por imágenes sus sensaciones, diría, porejemplo, que la música es para él una superficielisa e inclinada por donde resbala libremente sinhallar nada característico en que sujetar su aten-ción. Este fenómeno no es extraño al adulto.Toda audición inédita provoca sorpresa en eloyente; es como un intruso que se desliza subrep-ticiamente en los dominios de nuestro gusto es-tético con ánimo de perturbarlo. El gusto se basa,sobre todo, en el hábito. La música que no noses habitual se nos antoja, por tanto, ajena anuestro ser. La tolerancia musical está, por idén-tica razón, en función directa del número de au-diciones a que nos sometemos no sólo respectoa una obra determinada, sino también en cuantoa los diversos estilos y géneros musicales. Elloexplica ese conocido fenómeno de impermeabili-dad que se da en el público de todas las épocasy latitudes frente a la música nueva. Hay eneste fenómeno una trasmutación de valores ar-tísticos que precisan de mucho tiempo para serdigeridos por el público. De ahí la impopularidadde las corrientes musicales actuales.

la música se soslayará la participación directaen la reproducción del ritmo, pues la experienciaha demostrado que la pulsación rítmica (puntoinfinitesimal) resulta deformada por el gestocuando éste no responde todavía a una organiza-ción interior. En consecuencia, se comenzará porintroducir al niño de modo inconsciente en lamúsica mediante una actividad puramente senso-rial, acercándole poco a poco a nuestro complejomundo musical y haciéndole más tarde partícipedirecto del mismo y creador. Cuando el niño seha habituado a escuchar los sonidos aislados(dentro de un espacio sonoro muy reducido, pen-tatonal, por ejemplo), le será fácil distinguirlosentre si, tanto en altura como en timbre y diná-mica. He aquí el momento más adecuado paraponer un instrumento musical en sus manos, unode esos sencillos instrumentos creados especial-mente para él (por ejemplo, la rica variedad dexilófonos y pequeños instrumentos de percusiónrecomendados por Carl Orff).

En la participación activa del niño convieneestudiar algo que creo es del máximo interésdesde el punto de vista educativo: el desarrollode la facultad creadora.

LA EDUCACION MUSICALCOMO PEDAGOGIADE LA OBRA CREADORA

LA EDUCACION MUSICALCOMO FOMENTODE LA PARTICIPACIONACTIVA DEL INDIVIDUO

Independientemente de la influencia que lamúsica ejerce sobre la afectividad, la facultadimaginativa, la atención y la memoria del niño,señalemos otra de las grandes virtudes de laeducación musical: el placer activo que toda re-producción vocal o, en un grado más desarro-llado de formación, toda interpretación instru-mental lleva consigo. Casi todos los métodás mo-dernos de educación musical coinciden unáni-memente en reconocer la importancia formativadel canto y de los movimientos rítmicos.

Contra lo que se cree corrientemente, el sen-tido organizado del ritmo no es instintivo enel niño, a pesar de que este elemento musical esparte constitutiva de la vida misma (en la re-gularidad de los movimientos del corazón, en lasinergia fisiológica, en el binomio vital actividad-reposo, en la sucesión de las estaciones, etc.). Porlo general, el niño siente al principio una difi-cultad invencible, tanto en la sincronización desus movimientos con el ritmo musical como enla reproducción exacta de un esquema rítmico.Por eso en los primeros contactos del niño con

En general, la educación a que es sometido elniño en nuestro país a lo largo de diez arios o masde estudios primarios y secundarios está enfocadapreferentemente hacia un progresivo desarrollodel entendimiento. Pero esta meta, a la que setiende mediante un almacenamiento continuo deconocimientos en la memoria del niño y del ado-lescente, deja al margen toda participación acti-va de éstos como seres creadores. ¿Es lógico quela educación ideal que toda pedagogía sana pro-pone omita el desarrollo de facultad humana tansobresaliente? Toda la metodología moderna de laeducación musical coincide en destacar como pro-posición incuestionable el valor y la necesidad deinclinar al niño a una labor de creación personal.Con ello, el placer afectivo, la imaginación y elplacer activo que hemos estudiado anteriormente,hallan un cauce ideal de sintetización. Ahorabien, ¿qué debemos entender, en este caso, porcreación musical? Desde luego, cosas distintassegún la edad y el grado de madurez del niño.

En las primeras experiencias musicales con-viene dejar que el niño, provisto de un instru-mento de expresión «a su altura» (xilófonos sen-cillos, juegos de campanitas, etc.), exprese conabsoluta libertad su propio mundo interior. Tén-gase en cuenta que, para el niño no iniciado, lamúsica de los mayores está basada en una seriede convenciones incomprensibles. El sistema ar-

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mónico (7), basado en los tres ejes tónica-dominante-subdominante, con sus fórmulas ca-denciales, sus encadenamientos y relaciones, asícomo la estructura rítmica sometida de continuoa la regularidad del compás y al tiempo fijo, lasgrandes masas corales y orquestales, etc., todoello resulta extraño al alma primitiva del niño.En este sentido, algunas de las tendencias actua-les de la música, en lo que tienen de libertad deacción y anticonvencionalismo, se hallan máspróximas de las primeras representaciones sono-ras infantiles. El ario pasado, en Viena, y conmotivo de la IV Conferencia Internacional de laInternational Society for Music Education, tuvela oportunidad de apreciar la perfección e iden-tificación con que niños de siete y ocho ariosinterpretaban y sentían la música dodecafónica.

Aunque lo que haga el niño nos parezca capri-choso, pensemos que en ese capricho late unagran sinceridad y espontaneidad. Tratar de im-poner muy pronto una excesiva rigidez a sus ma-hifestaciones traería inevitablemente consigo ladestrucción del germen creador que empezabaa brotar. Por timidez, el niño se inhibe; lo queantes era juego —con lo que tiene el juego deprofundo sentido— se convierte ahora en obliga-ción; lo sencillo resulta dificil. Este conjunto decambios posee una gran significación psicológicapara el alma infantil. Por consiguiente, es de vitalImportancia dejar al principio que el niño seexprese musicalmente con absoluta libertad, con-duciéndole más tarde y mediante una educaciónadecuada (8), a la comprensión de nuestra mejormúsica. Pero este fin sólo se conseguirá si cuida-mos de que la actividad musical del niño esté,en todo momento, de acuerdo con su desarrollopsicológico natural.

(7) Me refiero, naturalmente, al sistema tonal tradi-cional.

(8) En el próximo articulo estudiaremos los más im-portantes métodos de educación musical.

LA EDUCACION MUSICALCOMO INSTRUMENTODE LA SOLIDARIDADSOCIAL

Al placer que el niño siente en la reproducciónvocal o en la interpretación instrumental colec-tiva —por simple que ésta sea—, únese estrecha-mente el sentimiento de solidaridad social, puestoda intervención activa como célula de un con-junto vocal o instrumental despierta en el niñola conciencia de la comunidad, habituándole arespetar la autoridad que mana del director. Estesometimiento voluntario, que, por otra parte, noanula de ninguna manera la propia concienciadel yo, es un símbolo de sus relaciones posteriorescon la sociedad. La participación en conjuntosmusicales de este tipo resulta especialmente útilen esa dificil y anárquica edad del niño, quecomienza, por lo general, hacia los doce arios(Remplein llama a esta fase «segunda edad de laobstinación» (9). Se trata de la época en que elniño, por su afán de independización y su incli-nación a la crítica y al aislamiento respecto a losmayores, más necesidad tiene de un vínculo es-pontáneo con la sociedad. El canto en común es,sin duda, ese vínculo ideal de conciliación. Unavez más tenemos que señalar la estrecha relaciónque guarda toda educación con las múltiplesy distintas fases por las que atraviesa la edaddel niño. Cualquier método de educación musicalque pretenda una plena eficacia, deberá tener encuenta en todo momento las condiciones físicasy psicológicas del niño según su edad (10).

(9) II. REMPLEIN : Die seelische Entwicklung desMenschen im. Kindesund Jugendalter. Munich, 1958.Pág. 430.

(10) Para un estudio minucioso de las edades delnifio, véase H. REMPLEIN, ap. cit.

La preparaciónpara las enseñanzas técnicasy el desarrollo económicoLUIS REISSING

Fundador del Colegio Autónomo deEstudios Superiores de Buenos Aires

LA PREPARACION TECNICAY EL DESARROLLO ECONOMICO

El agente principal del desarrollo económico—obvio es decirlo— es el hombre. Por tanto,cuanto mejor preparado esté, mejor será un ren-dimiento y mayor será ese desarrollo. La prepa-ración que da ese resultado se conoce por pre-paración técnica. La técnica tiene un contenidomás amplio que el instrumental por el que nor-malmente se la distingue, pues es una de lasprincipales actividades formativas del hombre;pero en cuanto al punto que vamos a tratar noimporta que la consideremos dentro del campoexclusivo de la actividad económica.

La preparación técnica le da al hombre, entreotros valores, un valor económico, y debido alpapel principal que aquélla desempeña en su vida,puede decirse que dicho valor aparece como con-secuencia forzosa de toda actividad social.

La economía moderna no inventa, pues, nadacuando pide técnicos para su desarrollo. Su «in-vento» consiste en pedir que todo el mundo tengauna preparación técnica, es decir, que todos sepanhacer algo que en forma directa o indirecta influ-ya económicamente en favor del funcionamientoy desarrollo de la sociedad a que pertenece.

Ninguna otra actividad ha tenido una preten-sión de naturaleza tan global. Su derecho se de-riva de la calidad y extensión de sus funciones,pues prácticamente está implícita o explícita entoda acción del hombre; y aunque este planteolevante críticas, lo cierto es que no hay país enel mundo que no quiera tener el mayor númeroposible de técnicos de la más alta calidad, pueslos beneficios que con ellos se reciben songrandes.

La preparación técnica como factor de creci-miento económico tiene a su favor pruebasabundantes. El producto nacional promedio porhabitante, por ejemplo, guarda proporción con elnúmero de técnicos y profesionales. En 1952,

dicho producto era en Estados Unidos de 1.857dólares y su porcentaje de profesionales, técnicosy trabajadores afines dentro de la población eco-nómicamente activa, 7,9 por 100; en Venezuela,518 dólares y 3,3 por 100, y en Haití, 65 dólaresy 0,5 por 100, respectivamente (1).

Cabe observar que el Brasil, aunque con ungran potencial económico, tiene sólo el 2,3 por 100de técnicos y profesionales en su población eco-nómicamente activa, o sea menos que Finlan-dia (5,4 por 100) y Panamá (3,7 por 100), cuyospotenciales económicos son evidentemente meno-res; el Brasil tiene 600.000 alumnos matriculadosen las escuelas secundarias y apenas 18.000 enlas escuelas industriales (2). En Méjico, la ma-trícula en los cursos de ingeniería por cada 100.000habitantes en 1951 fue de 12,8; en Panamá, 29;en los Estados Unidos, 112,5, y en Brasil, fue 15,9(1953) (3).

REACCION CONTRA SISTEMASQUE DESCUIDANLA PREPARACIONPARA EL DESARROLLO

Durante la década 1950-60 se ha acentuado lareacción contra los sistemas escolares que des-cuidan la preparación técnica para el desarrolloeconómico. Esto se acentuará más en la décadaen que estamos, pues aumenta el número depaíses que se alarman, porque tienen, por ejem-plo, muchos abogados, bachilleres y analfabetosy pocos ingenieros. Si esto se tolera en sociedadesasentadas sobre sistemas económicos de un nivel

(1) E. S. MASON : Productive Uses of Nuclear Energie,Washington D. C., National Planning Association, 1955,p. 42, y Focal Point, Interamerican Statistical Institute,Pan American Union, Washington, D. C., marzo 1959.

(2) Informe de los profesores BERNARDO SANDLER yCARLOS DA SILVA TEMEIRA.

(3) UN. Demographie Yearbook, 1956, y Departamentode Estadistica, Unión Panamericana, Washington, D C.