Etica de Platon
-
Upload
andrea-pilar-turpo-aquino -
Category
Documents
-
view
15 -
download
3
description
Transcript of Etica de Platon
ETICA DE PLATON
Datos biográficos
Platón, (427-347 a.C.), filósofo griego nacido en Atenas, fue el creador de un
sistema filosófico y de un método de exposición de la filosofía que le convierte,
probablemente, en el filósofo más influyente de toda la historia. Descendiente de
una acomodada y aristocrática familia, era hijo de Aristón y Perictíona. Tuvo dos
hermanos: Adimanto y Glaucón, y una hermana, Potone. A la muerte de Aristón, la
madre de Platón se casó con Pirilampo, un antiguo amigo de Pericles, con quien
tuvo un hijo, Antifón.
Aunque el verdadero nombre de Platón era Aristocles, era conocido por el apodo de
Platón debido a su gran envergadura y a su ancha frente. Como descendiente de
una familia aristocrática, tuvo una educación esmerada en todos los ámbitos del
conocimiento. Su educación filosófica estuvo durante un cierto tiempo a cargo del
filósofo heracliteano Crátilo, aunque su verdadero maestro fue Sócrates. Desde los
veinte años y hasta el último día de la vida de Sócrates, que murió ejecutado en el
año 399 a.C. por orden del gobierno democrático de Atenas, Platón fue discípulo y
amigo suyo, y la influencia de Sócrates sobre el pensamiento platónico fue muy
importante, hasta el punto de que en sus obras Platón siempre le rindió homenaje.
Por otra parte, a través de sus obras, se puede constatar que Platón tenía un amplio
conocimiento de los filósofos presocráticos y que recibió una gran influencia de
Heráclito y de Parménides. La influencia del pitagorismo es especialmente
importante en el pensamiento platónico, hasta el punto de que Aristóteles
considera el platonismo como una variante de la filosofía pitagórica.
Tanto por su pertenencia a una familia muy relacionada con la política de Atenas,
como por vocación, Platón parecía estar destinado a dedicarse a la acción política.
Sin embargo, viendo los nefastos resultados de una dirección política que llevaba a
la sociedad a la ruina moral y engendraba la injusticia (la dictadura injusta de los
Treinta Tiranos, en un caso, y la demagogia que condujo a la muerte de Sócrates,
en la restablecida Democracia, en otro caso), Platón orientó su pensamiento en el
sentido de encontrar un fundamento sólido para conseguir instaurar un orden justo.
Como su maestro Sócrates, consideraba que sólo el conocimiento de la justicia
puede hacernos más justos, y el fundamento de la justicia y la posibilidad de su
conocimiento deben encontrarse a partir de la filosofía. De todas maneras, aunque
Platón renunció a la política activa en su ciudad, no abandonó nunca el proyecto
general de instaurar un Estado ideal. Esta orientación, no sólo está presente en
todo su pensamiento, sino que le impulsó también a intentar, por tres veces, llevar
a la práctica su proyecto en Siracusa.
A la muerte de Sócrates, Platón emprendió diversos viajes. Fue primero a Megara
donde fue acogido por el filósofo Euclides. Se trasladó a Egipto (probablemente
hacia el año 390 a.C.), viajó también a Cirene, donde entró en contacto con el
filósofo y matemático Teodoro, y reencontró a Aristipo, que había formado parte del
círculo de discípulos de Sócrates. Finalmente viajó al sur de Italia y Sicilia, donde
trabó amistad con filósofos pitagóricos como Filolao, Eurito y, especialmente, con el
filósofo y gobernante pitagórico Arquitas de Tarento. De estos contactos se deriva
buena parte de la orientación pitagorizante de la filosofía platónica.
En Sicilia, Platón conoció a Dion, que sería durante muchos años su gran amigo, y a
través suyo intentó llevar a la práctica sus ideas políticas en tres ocasiones (años
388, 367 y 361 a.C.), fracasando en las tres ocasiones. Dion era cuñado del tirano
de Siracusa, Dionisio I, y persuadió a Platón para intentar llevar a la práctica sus
ideas políticas. Un primer intento (en el año 388 a.C.) acabó con un estruendoso
fracaso y Platón tuvo que huir de Siracusa, ya que Dionisio creyó que era víctima de
un complot urdido por Dion y Platón para arrebatarle el poder. En el 387 a.C., de
regreso a Atenas, Platón, con intención de fundar una «escuela», compró unos
terrenos situados al lado del gimnasio dedicado a Akademo, en el noroeste de
Atenas, junto a la Doble Puerta, razón por la cual dicho centro de enseñanza e
investigación se conoció como la Academia, que se convertiría rápidamente en un
gran centro de investigación cuya existencia perduró hasta el año 529. En el año
367 a.C., Platón acudió de nuevo a Siracusa llamado por Dion, ya que había muerto
Dionisio I y había accedido al poder el hijo de este, Dionisio II. Con la esperanza de
llevar a la práctica sus ideas políticas y, especialmente, con el afán de volver a
encontrarse con Dion, Platón intentó por segunda vez pasar de la teoría a la
práctica. Nuevamente la experiencia constituyó un fracaso y, en el año 365 a.C.,
volvió a Atenas. Todavía haría Platón un tercero e infructuoso intento de colocar a la
filosofía como rectora de los destinos políticos, de manera que en el año 361 a.C.
volvió por tercera y última vez a Siracusa, con la promesa de Dionisio II de aprender
a comportarse como un filósofo-rey. En esta última ocasión, la experiencia acabó
con la muerte de Dion y con el convencimiento de Platón de la necesidad de revisar
algunos aspectos de su concepción política. A partir del año 360 a.C., Platón residirá
en Atenas dedicado a su labor en la Academia hasta su muerte (347 a.C.).[1]
Líneas generales de la ética de Platón
Dentro de sus obras, especialmente Gorgias, Protágoras y República, Platón
manifiesta las controversias entre dos clases de vida que buscaban la primacía: la
entregada al placer y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud. Platón
nunca aceptó la doctrina hedonista, derivada de la imprecisión de las doctrinas
socráticas, como ideal de vida, que ponía al placer como Sumo Bien, sino por el
contrario, se inclina hacia el ascetismo y la mortificación, expresándolo en el Fedón
y en República, donde, en ésta última, condena de manera enérgica la vida
entregada al placer y propone un ideal que se base en la virtud y en el cultivo de la
sabiduría.
Sin embargo, en el Filebo, Platón trata de regular y someter el placer a la medida de
la razón, ya sin condenarlo, aunque terminantemente queda excluido como Sumo
Bien, dada su inestabilidad e insuficiencia y sólo se considera un bien particular de
la parte más baja del hombre, quien, de entregarse al placer sensible
completamente, quedaría reducido a una vida meramente animal y no humana, ya
que si bien, el hombre posee un cuerpo material, tiene también un alma inteligente.
Tal inteligencia tampoco es pura, sino que comparte y se mezcla
proporcionadamente con el placer. Este se ha de purificar y dosificar según tenga
que entrar en la vida feliz junto con la sabiduría, conforme a una escala de bienes,
adecuada a las notas esenciales del Bien, según la mentalidad griega: la medida, la
verdad y la belleza. Cinco son los grados de la escala:
1. La medida, la moderación, lo convincente.
2. La proporción, la belleza, la perfección.
3. La mente y la inteligencia.
4. Las ciencias, las artes y las opiniones rectas.
5. Los placeres puros, sin mezcla de dolor.[2]
“La mezcla dosificada de placer y sabiduría, armonizados en la vida virtuosa, darán
por resultado la felicidad de que el hombre es capaz en este mundo”[3].
Por otra parte, hay que considerar el objeto de la ciencia: el Ser inmutable,
necesario e ilimitado, que constituye a la vez el Bien absoluto, al cual tiende la vida
virtuosa y en la cual la felicidad suprema del hombre encuentra su consistencia.
La moral de Platón se eleva gracias a su teoría de la Ideas, consideradas el Bien
Supremo, así como por la creencia de la inmortalidad del alma, orientando la
conducta del hombre, no sólo a la práctica de la virtud, sino también al cultivo de la
Filosofía, de la Dialéctica, específicamente. En esto consiste la felicidad del hombre
en esta vida, de tal manera que “el justo conserva se virtud, su libertad y su
felicidad incluso en medio de los mayores tormentos”[4], estableciendo el orden, la
armonía y el equilibrio en todo su ser, sometiéndolo a la razón.
El Sumo Bien es accesible al hombre por la contemplación, que a su vez es mediada
por la reminiscencia y la Dialéctica, que se auxilia de una vida virtuosa. Pero, ¿qué
entiende Platón por virtud? Para explicarlo comienza recuperando la concepción
tradicional que relacionaba la ley, la justicia y la virtud con un orden ontológico,
permanente, objetivo y divino: el ser. Uniendo esto a su propia doctrina sobre el
alma, la divinidad y las Ideas subsistentes, Platón plantea los siguientes criterios
para determinar la virtud en su naturaleza:
a) La virtud como armonía, partiendo del concepto de Justicia que tiene por función
“introducir la armonía entre los elementos múltiples y contrarios que integran el
compuesto humano, unificándolos y sometiéndolos a la razón”[5], imitando la
armonía cósmica que rige todo el Universo, haciendo de ésta la norma trascendente
de la virtud.
b) La virtud como salud del alma, en relación con las virtudes del cuerpo (salud,
fuerza y belleza), opuestos a los males (enfermedad, debilidad y fealdad), es
resultado de la armonía como medida y proporción en la vida humana.
c) La virtud como purificación. Las almas, semejantes a los dioses y a las Ideas, de
alguna forma, da un sentido profundamente moral al concepto platónico de la vida
humana, revistiendo a la virtud con una connotación ascética, catártica y finalista,
reprimiendo las pasiones inferiores y purificando, “para ir desprendiendo el alma
del cuerpo, preparándola para el retorno al estado feliz primitivo de contemplación
de las realidades eternas del mundo ideal”[6].
d) La virtud como imitación de Dios. Para Platón, asemejarse a Dios es huir del
mundo de las apariencias y de la mutación, haciendo justo y santo por medio de la
sabiduría, en lo posible, obteniendo la felicidad de los hombres divinos; tal es el
premio de la vida del filósofo. “El hombre que cultiva el amor de la verdad y de la
sabiduría y se ejercita en pensar cosas inmortales y divinas debe participar de la
inmortalidad y de la felicidad de Dios”[7]. La virtud es la expresión más perfecta de
religiosidad.
e) Las Ideas, norma de la vida virtuosa. La Idea de Bien, que es la medida más
exacta para discernir lo bueno y lo malo, determina el sentido práctico y finalista de
la conducta humana. El Bien absoluto, constituido por el Ser necesario e ilimitado,
es la tendencia de la vida virtuosa, en cuya contemplación se encuentra la
aspiración más alta del hombre: la felicidad suprema.
f) División de las virtudes. No hay una norma general en Platón para determinar el
lugar correspondiente a cada virtud. Entre las fundamentales, menciona a la
Justicia, si se entiende como la armonía entre las distintas partes integrantes del
compuesto humano; mientras que, si se considera el fin último al que tiende y se
orienta la acción virtuosa y la conducta humana, conforme a su consecución,
entonces la Prudencia y la Sabiduría toman mayor relevancia entre las virtudes. Por
tanto, se puede dividir las virtudes de la siguiente manera:
1. Justicia, que tiene por objeto “poner orden y armonía en el conjunto, asignando a
cada parte la función que le corresponde dentro de la totalidad”[8]. Tal orden es
reflejo del Universo y del mundo de las Ideas.
2. Prudencia o Sabiduría, virtud propia del alma racional, teniendo por objeto las
cosas divinas, además de “poner orden en los pensamientos, disponiendo el alma
para huir del mundo engañoso de las apariencias y prepararla para la
contemplación de las realidades superiores”[9].
3. Fortaleza o valor, que regula las acciones del alma de las pasiones nobles y
generosas, “haciendo que el hombre se sobreponga al sufrimiento y al dolor,
sacrificando los placeres cuando es necesario para el cumplimiento del deber”[10].
4. Templanza. Implica serenidad, armonía, dominio de sí mismo, regulando los actos
concupiscibles, liberando de las bajas inclinaciones naturales y groseras que
perturban la paz del alma, que aprende a liberarse del cuerpo.
Platón no logró sistematizar las virtudes y los vicios, como lo hizo Aristóteles, quien
clasifico virtudes intelectuales y morales. Conforme a la división aristotélica, las
virtudes mencionadas por Platón se ordenan de la siguiente manera:
ñ Virtudes intelectuales: prudencia, conocimiento, conocimiento intelectual, ciencia,
sabiduría, comprensión o hacerse cargo, buen consejo.
ñ Virtudes morales: justicia, templanza o moderación, fortaleza o valor, dominio de sí
mismo, piedad o justicia para con los dioses; alegría, buen humor, magnificencia,
arte y habilidad industriosa.
ñ Vicios: estupidez, ignorancia, intemperancia, injusticia, perjuicio o daño, cobardía,
arrogancia, insolencia o mal humor, bajeza, maldad, adulación, envidia y
descontento o incomodidad.
Obras centrales sobre su pensamiento ético-moral
Las obras de Platón, sus Diálogos, ya algunas han sido mencionadas a los largo del
desarrollo del subtema anterior, aquí se enlistan y se resume la línea ética que
maneja cada una o el reflejo del pensamiento moral platónico que expresa a
grandes rasgos.
ñ República: propone el ideal basado en la virtud y en el cultivo de la sabiduría.
ñ Gorgias: presenta a Calicles proclamando como ideal de vida la fuerza, el poder, el
desenfreno y el libertinaje, doctrina que será rebatida.
ñ Fedón: muestra su inclinación al ascetismo y la mortificación.
ñ Filebo: escala de bienes.
ñ Banquete: es feliz el que amando el Bien lo hace suyo.
ñ Leyes: orden y armonía del Universo, equiparable a la armonía individual. La virtud
es la expresión más perfecta de la religiosidad.
ñ Fedro: carácter finalista de la virtud.
ñ Teeteto: distinción de dos clases de hombres: unos divinos y felices y otros vacíos de
Dios y miserables. Semejanza divina del hombre.
ñ Laques: plantea el problema de la unidad o multiplicidad de la virtud.
ñ Menón: la virtud es sabiduría, en todo o en parte.[11]
Comentario personal
La ética platónica, conforme a lo que se ha presentado, se basa en el concepto de
la virtud, entendida como el ejercicio necesario para alcanzar el Sumo Bien. La
virtud se particulariza, permitiendo hablar de virtudes, con una especificación clara
y concreta, según una clasificación. De tal forma, que el fin último de tales virtudes,
al practicarlas, junto con el cultivo de la sabiduría, permiten llegar a la felicidad
después de la muerte, dado el carácter inmortal del alma.
Sin embargo, el reflejo de la filosofía idealista de Platón no deja de manifestarse,
planteando todo su pensamiento en una continua marcha hacia el mundo de las
Ideas, dejando de lado la postura realista que podría orientar también la vivencia de
la felicidad no sólo después de la separación del alma y el cuerpo, sino hacer de ella
(la felicidad) un camino más que una meta, no al extremo de dejarse llevar por una
doctrina hedonista, sino subrayando la práctica de la virtud en la construcción de la
misma sociedad, entendiéndonos no como individuos, sino como personas, capaces
de entablar relaciones, acuerdos y consensos, que hagan de este mundo,
contingente y limitado, un espacio donde el Sumo Bien sea capaz de encarnarse,
haciendo partícipe a nuestra naturaleza de la divinidad ya desde este mundo,
planificándose en el hiperuranío
El pensamiento platónico. Lo que cabe destacar de el pensamiento platónico es:
La teoría de las ideas
Platón representa el dualismo. Según él, existen dos mundos totalmente contrapuestos: el mundo de las ideas y el mundo sensible. El mundo de las ideas se caracteriza por lo único, eterno, inmutable e inmaterial, y es superior al mundo sensible, que se caracteriza por lo múltiple, perecedero, cambiante y material.
Las ideas son plasmadas en el mundo sensible por la acción del demiurgo. Además, éste establece la jerarquización del mundo de las ideas. En el nivel más bajo se sitúan las ideas matemáticas. En un nivel más alto se encuentran la belleza y la justicia. La jerarquización culmina con la idea de bien, el origen del mundo de las ideas y el máximo grado de conocimiento al que el ser humano puede aspirar.
El conocimiento
El pensamiento platónico defiende que el conocimiento de las cosas se alcanza mediante la dialéctica, cuyo significado en ambiguo. Primero, se define como el camino que lleva al ser humano desde la ignorancia al conocimiento del mundo de las ideas. Segundo, se define como la ciencia de las ideas; es decir, el saber que nos permite conocer las ideas y establecer una jerarquización entre ellas.
Existen dos tipos de conocimiento: la ciencia y la opinión. La ciencia tiene por objeto el conocimiento de las ideas, siendo un conocimiento seguro e invariable. La opinión, en cambio, se refiere al ámbito de lo cambiante y perecedero y es un conocimiento variable e inseguro.
Según Platón, el hombre es una realidad dual, ya que es la confluencia del alma (originaria del mundo de las ideas) y del cuerpo (originario del mundo sensible). Cuando el alma se une al cuerpo accidentalmente, olvida la existencia del mundo de las ideas y cae en la ignorancia. Sin embargo, observando el mundo sensible, sigue un camino a través del cual intenta recordar las ideas, culminando en la idea de bien. A este recuerdo se le denomina reminiscencia.
Ética y política
La ética y política de Platón se puede explicar remitiéndonos al concepto de justicia. Según Platón, la justicia en el individuo consiste en el acuerdo de las tres partes del alma:
- El alma racional, representada por la sabiduría, la prudencia y la razón. Busca
alcanzar el conocimiento a través de la ciencia.- El alma irascible, representada por el valor y el ánimo. Controla la capacidad para organizar acciones en función del apetito.- El alma concupiscible, representada por la moderación y el apetito.
En la sociedad también existe la justicia, que consiste en el acuerdo de los tres grupos sociales existentes:
- Gobernantes: son el símil con alma racional.- Soldados: son el símil con alma irascible.- Artesanos: son el símil con alma concupiscible.
Para Platón, existen seis tipos de gobierno que, ordenados de óptimo a pésimo son:
- Aristocracia, o gobierno de los sabios (filósofos).- Timocracia, o gobierno de la ambición.- Oligarquía, o gobierno del poder del dinero.- Democracia, o gobierno del pueblo.- Tiranía, o degradación de la verdad y la libertad
Mito de la caverna
Este mito es un símil de la vida de Sócrates. Cuenta que en una caverna (el mundo sensible) habitan varias personas encadenadas. El Sol (demiurgo) proyecta sobre la pared de la cueva las sombras, procedentes de elementos del exterior de la cueva (mundo de las ideas). Sin embargo, en la cueva no se aprecia su forma, por lo que se pierde información.
Un día, una de las personas rompe las cadenas y emprender el camino para salir de la cueva (dialéctica). Al salir, el Sol (idea de bien) le ciega, pero poco a poco se iría acostumbrando al mundo exterior hasta que llega a poder ver el Sol (reminiscencia) y darse cuenta de que él es el responsable de la vida.
En el hipotético caso de que volviese a la cueva a contar lo que vio (que el mundo exterior es real y verdadero, al contrario que el interiro de la cueva), los demás lo asesinarían acusándolo de mentiroso, ya que aceptar este hecho supondría un cambio radical y repentino.
Mito de Fedro
En este mito se hacer un símil del alma con un carro alado. El alma está formada por el alma racional, el alma irascible y el alma concupiscible. En este mito, el alma racional es representada por un auriga, el alma irascible por un caballo blanco (bueno) y el alma concupiscible por un caballo negro (malo). Para alcanzar la justicia, o acuerdo de las tres partes del alma, el auriga y el caballo blanco deben controlar al caballo negro, que intenta conducir el carro hacia el mundo sensible, para poder así seguir a los Dioses en su camino hacia la justicia.
BIBLIOGRAFIA
http://eticafilosoficaises.blogspot.pe/2011/11/etica-de-platon.html
http://www.apuntesytrabajos.info/2011/11/el-pensamiento-platonico.html
ETICA DE PLATON
Datos biográficos
Platón, (427-347 a.C.), filósofo griego nacido en Atenas, fue el creador de un
sistema filosófico y de un método de exposición de la filosofía que le convierte,
probablemente, en el filósofo más influyente de toda la historia. Descendiente de
una acomodada y aristocrática familia, era hijo de Aristón y Perictíona. Tuvo dos
hermanos: Adimanto y Glaucón, y una hermana, Potone. A la muerte de Aristón, la
madre de Platón se casó con Pirilampo, un antiguo amigo de Pericles, con quien
tuvo un hijo, Antifón.
Aunque el verdadero nombre de Platón era Aristocles, era conocido por el apodo de
Platón debido a su gran envergadura y a su ancha frente. Como descendiente de
una familia aristocrática, tuvo una educación esmerada en todos los ámbitos del
conocimiento. Su educación filosófica estuvo durante un cierto tiempo a cargo del
filósofo heracliteano Crátilo, aunque su verdadero maestro fue Sócrates. Desde los
veinte años y hasta el último día de la vida de Sócrates, que murió ejecutado en el
año 399 a.C. por orden del gobierno democrático de Atenas, Platón fue discípulo y
amigo suyo, y la influencia de Sócrates sobre el pensamiento platónico fue muy
importante, hasta el punto de que en sus obras Platón siempre le rindió homenaje.
Por otra parte, a través de sus obras, se puede constatar que Platón tenía un amplio
conocimiento de los filósofos presocráticos y que recibió una gran influencia de
Heráclito y de Parménides. La influencia del pitagorismo es especialmente
importante en el pensamiento platónico, hasta el punto de que Aristóteles
considera el platonismo como una variante de la filosofía pitagórica.
Tanto por su pertenencia a una familia muy relacionada con la política de Atenas,
como por vocación, Platón parecía estar destinado a dedicarse a la acción política.
Sin embargo, viendo los nefastos resultados de una dirección política que llevaba a
la sociedad a la ruina moral y engendraba la injusticia (la dictadura injusta de los
Treinta Tiranos, en un caso, y la demagogia que condujo a la muerte de Sócrates,
en la restablecida Democracia, en otro caso), Platón orientó su pensamiento en el
sentido de encontrar un fundamento sólido para conseguir instaurar un orden justo.
Como su maestro Sócrates, consideraba que sólo el conocimiento de la justicia
puede hacernos más justos, y el fundamento de la justicia y la posibilidad de su
conocimiento deben encontrarse a partir de la filosofía. De todas maneras, aunque
Platón renunció a la política activa en su ciudad, no abandonó nunca el proyecto
general de instaurar un Estado ideal. Esta orientación, no sólo está presente en
todo su pensamiento, sino que le impulsó también a intentar, por tres veces, llevar
a la práctica su proyecto en Siracusa.
A la muerte de Sócrates, Platón emprendió diversos viajes. Fue primero a Megara
donde fue acogido por el filósofo Euclides. Se trasladó a Egipto (probablemente
hacia el año 390 a.C.), viajó también a Cirene, donde entró en contacto con el
filósofo y matemático Teodoro, y reencontró a Aristipo, que había formado parte del
círculo de discípulos de Sócrates. Finalmente viajó al sur de Italia y Sicilia, donde
trabó amistad con filósofos pitagóricos como Filolao, Eurito y, especialmente, con el
filósofo y gobernante pitagórico Arquitas de Tarento. De estos contactos se deriva
buena parte de la orientación pitagorizante de la filosofía platónica.
En Sicilia, Platón conoció a Dion, que sería durante muchos años su gran amigo, y a
través suyo intentó llevar a la práctica sus ideas políticas en tres ocasiones (años
388, 367 y 361 a.C.), fracasando en las tres ocasiones. Dion era cuñado del tirano
de Siracusa, Dionisio I, y persuadió a Platón para intentar llevar a la práctica sus
ideas políticas. Un primer intento (en el año 388 a.C.) acabó con un estruendoso
fracaso y Platón tuvo que huir de Siracusa, ya que Dionisio creyó que era víctima de
un complot urdido por Dion y Platón para arrebatarle el poder. En el 387 a.C., de
regreso a Atenas, Platón, con intención de fundar una «escuela», compró unos
terrenos situados al lado del gimnasio dedicado a Akademo, en el noroeste de
Atenas, junto a la Doble Puerta, razón por la cual dicho centro de enseñanza e
investigación se conoció como la Academia, que se convertiría rápidamente en un
gran centro de investigación cuya existencia perduró hasta el año 529. En el año
367 a.C., Platón acudió de nuevo a Siracusa llamado por Dion, ya que había muerto
Dionisio I y había accedido al poder el hijo de este, Dionisio II. Con la esperanza de
llevar a la práctica sus ideas políticas y, especialmente, con el afán de volver a
encontrarse con Dion, Platón intentó por segunda vez pasar de la teoría a la
práctica. Nuevamente la experiencia constituyó un fracaso y, en el año 365 a.C.,
volvió a Atenas. Todavía haría Platón un tercero e infructuoso intento de colocar a la
filosofía como rectora de los destinos políticos, de manera que en el año 361 a.C.
volvió por tercera y última vez a Siracusa, con la promesa de Dionisio II de aprender
a comportarse como un filósofo-rey. En esta última ocasión, la experiencia acabó
con la muerte de Dion y con el convencimiento de Platón de la necesidad de revisar
algunos aspectos de su concepción política. A partir del año 360 a.C., Platón residirá
en Atenas dedicado a su labor en la Academia hasta su muerte (347 a.C.).[1]
Líneas generales de la ética de Platón
Dentro de sus obras, especialmente Gorgias, Protágoras y República, Platón
manifiesta las controversias entre dos clases de vida que buscaban la primacía: la
entregada al placer y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud. Platón
nunca aceptó la doctrina hedonista, derivada de la imprecisión de las doctrinas
socráticas, como ideal de vida, que ponía al placer como Sumo Bien, sino por el
contrario, se inclina hacia el ascetismo y la mortificación, expresándolo en el Fedón
y en República, donde, en ésta última, condena de manera enérgica la vida
entregada al placer y propone un ideal que se base en la virtud y en el cultivo de la
sabiduría.
Sin embargo, en el Filebo, Platón trata de regular y someter el placer a la medida de
la razón, ya sin condenarlo, aunque terminantemente queda excluido como Sumo
Bien, dada su inestabilidad e insuficiencia y sólo se considera un bien particular de
la parte más baja del hombre, quien, de entregarse al placer sensible
completamente, quedaría reducido a una vida meramente animal y no humana, ya
que si bien, el hombre posee un cuerpo material, tiene también un alma inteligente.
Tal inteligencia tampoco es pura, sino que comparte y se mezcla
proporcionadamente con el placer. Este se ha de purificar y dosificar según tenga
que entrar en la vida feliz junto con la sabiduría, conforme a una escala de bienes,
adecuada a las notas esenciales del Bien, según la mentalidad griega: la medida, la
verdad y la belleza. Cinco son los grados de la escala:
1. La medida, la moderación, lo convincente.
2. La proporción, la belleza, la perfección.
3. La mente y la inteligencia.
4. Las ciencias, las artes y las opiniones rectas.
5. Los placeres puros, sin mezcla de dolor.[2]
“La mezcla dosificada de placer y sabiduría, armonizados en la vida virtuosa, darán
por resultado la felicidad de que el hombre es capaz en este mundo”[3].
Por otra parte, hay que considerar el objeto de la ciencia: el Ser inmutable,
necesario e ilimitado, que constituye a la vez el Bien absoluto, al cual tiende la vida
virtuosa y en la cual la felicidad suprema del hombre encuentra su consistencia.
La moral de Platón se eleva gracias a su teoría de la Ideas, consideradas el Bien
Supremo, así como por la creencia de la inmortalidad del alma, orientando la
conducta del hombre, no sólo a la práctica de la virtud, sino también al cultivo de la
Filosofía, de la Dialéctica, específicamente. En esto consiste la felicidad del hombre
en esta vida, de tal manera que “el justo conserva se virtud, su libertad y su
felicidad incluso en medio de los mayores tormentos”[4], estableciendo el orden, la
armonía y el equilibrio en todo su ser, sometiéndolo a la razón.
El Sumo Bien es accesible al hombre por la contemplación, que a su vez es mediada
por la reminiscencia y la Dialéctica, que se auxilia de una vida virtuosa. Pero, ¿qué
entiende Platón por virtud? Para explicarlo comienza recuperando la concepción
tradicional que relacionaba la ley, la justicia y la virtud con un orden ontológico,
permanente, objetivo y divino: el ser. Uniendo esto a su propia doctrina sobre el
alma, la divinidad y las Ideas subsistentes, Platón plantea los siguientes criterios
para determinar la virtud en su naturaleza:
a) La virtud como armonía, partiendo del concepto de Justicia que tiene por función
“introducir la armonía entre los elementos múltiples y contrarios que integran el
compuesto humano, unificándolos y sometiéndolos a la razón”[5], imitando la
armonía cósmica que rige todo el Universo, haciendo de ésta la norma trascendente
de la virtud.
b) La virtud como salud del alma, en relación con las virtudes del cuerpo (salud,
fuerza y belleza), opuestos a los males (enfermedad, debilidad y fealdad), es
resultado de la armonía como medida y proporción en la vida humana.
c) La virtud como purificación. Las almas, semejantes a los dioses y a las Ideas, de
alguna forma, da un sentido profundamente moral al concepto platónico de la vida
humana, revistiendo a la virtud con una connotación ascética, catártica y finalista,
reprimiendo las pasiones inferiores y purificando, “para ir desprendiendo el alma
del cuerpo, preparándola para el retorno al estado feliz primitivo de contemplación
de las realidades eternas del mundo ideal”[6].
d) La virtud como imitación de Dios. Para Platón, asemejarse a Dios es huir del
mundo de las apariencias y de la mutación, haciendo justo y santo por medio de la
sabiduría, en lo posible, obteniendo la felicidad de los hombres divinos; tal es el
premio de la vida del filósofo. “El hombre que cultiva el amor de la verdad y de la
sabiduría y se ejercita en pensar cosas inmortales y divinas debe participar de la
inmortalidad y de la felicidad de Dios”[7]. La virtud es la expresión más perfecta de
religiosidad.
e) Las Ideas, norma de la vida virtuosa. La Idea de Bien, que es la medida más
exacta para discernir lo bueno y lo malo, determina el sentido práctico y finalista de
la conducta humana. El Bien absoluto, constituido por el Ser necesario e ilimitado,
es la tendencia de la vida virtuosa, en cuya contemplación se encuentra la
aspiración más alta del hombre: la felicidad suprema.
f) División de las virtudes. No hay una norma general en Platón para determinar el
lugar correspondiente a cada virtud. Entre las fundamentales, menciona a la
Justicia, si se entiende como la armonía entre las distintas partes integrantes del
compuesto humano; mientras que, si se considera el fin último al que tiende y se
orienta la acción virtuosa y la conducta humana, conforme a su consecución,
entonces la Prudencia y la Sabiduría toman mayor relevancia entre las virtudes. Por
tanto, se puede dividir las virtudes de la siguiente manera:
1. Justicia, que tiene por objeto “poner orden y armonía en el conjunto, asignando a
cada parte la función que le corresponde dentro de la totalidad”[8]. Tal orden es
reflejo del Universo y del mundo de las Ideas.
2. Prudencia o Sabiduría, virtud propia del alma racional, teniendo por objeto las
cosas divinas, además de “poner orden en los pensamientos, disponiendo el alma
para huir del mundo engañoso de las apariencias y prepararla para la
contemplación de las realidades superiores”[9].
3. Fortaleza o valor, que regula las acciones del alma de las pasiones nobles y
generosas, “haciendo que el hombre se sobreponga al sufrimiento y al dolor,
sacrificando los placeres cuando es necesario para el cumplimiento del deber”[10].
4. Templanza. Implica serenidad, armonía, dominio de sí mismo, regulando los actos
concupiscibles, liberando de las bajas inclinaciones naturales y groseras que
perturban la paz del alma, que aprende a liberarse del cuerpo.
Platón no logró sistematizar las virtudes y los vicios, como lo hizo Aristóteles, quien
clasifico virtudes intelectuales y morales. Conforme a la división aristotélica, las
virtudes mencionadas por Platón se ordenan de la siguiente manera:
ñ Virtudes intelectuales: prudencia, conocimiento, conocimiento intelectual, ciencia,
sabiduría, comprensión o hacerse cargo, buen consejo.
ñ Virtudes morales: justicia, templanza o moderación, fortaleza o valor, dominio de sí
mismo, piedad o justicia para con los dioses; alegría, buen humor, magnificencia,
arte y habilidad industriosa.
ñ Vicios: estupidez, ignorancia, intemperancia, injusticia, perjuicio o daño, cobardía,
arrogancia, insolencia o mal humor, bajeza, maldad, adulación, envidia y
descontento o incomodidad.
Obras centrales sobre su pensamiento ético-moral
Las obras de Platón, sus Diálogos, ya algunas han sido mencionadas a los largo del
desarrollo del subtema anterior, aquí se enlistan y se resume la línea ética que
maneja cada una o el reflejo del pensamiento moral platónico que expresa a
grandes rasgos.
ñ República: propone el ideal basado en la virtud y en el cultivo de la sabiduría.
ñ Gorgias: presenta a Calicles proclamando como ideal de vida la fuerza, el poder, el
desenfreno y el libertinaje, doctrina que será rebatida.
ñ Fedón: muestra su inclinación al ascetismo y la mortificación.
ñ Filebo: escala de bienes.
ñ Banquete: es feliz el que amando el Bien lo hace suyo.
ñ Leyes: orden y armonía del Universo, equiparable a la armonía individual. La virtud
es la expresión más perfecta de la religiosidad.
ñ Fedro: carácter finalista de la virtud.
ñ Teeteto: distinción de dos clases de hombres: unos divinos y felices y otros vacíos de
Dios y miserables. Semejanza divina del hombre.
ñ Laques: plantea el problema de la unidad o multiplicidad de la virtud.
ñ Menón: la virtud es sabiduría, en todo o en parte.[11]
Comentario personal
La ética platónica, conforme a lo que se ha presentado, se basa en el concepto de
la virtud, entendida como el ejercicio necesario para alcanzar el Sumo Bien. La
virtud se particulariza, permitiendo hablar de virtudes, con una especificación clara
y concreta, según una clasificación. De tal forma, que el fin último de tales virtudes,
al practicarlas, junto con el cultivo de la sabiduría, permiten llegar a la felicidad
después de la muerte, dado el carácter inmortal del alma.
Sin embargo, el reflejo de la filosofía idealista de Platón no deja de manifestarse,
planteando todo su pensamiento en una continua marcha hacia el mundo de las
Ideas, dejando de lado la postura realista que podría orientar también la vivencia de
la felicidad no sólo después de la separación del alma y el cuerpo, sino hacer de ella
(la felicidad) un camino más que una meta, no al extremo de dejarse llevar por una
doctrina hedonista, sino subrayando la práctica de la virtud en la construcción de la
misma sociedad, entendiéndonos no como individuos, sino como personas, capaces
de entablar relaciones, acuerdos y consensos, que hagan de este mundo,
contingente y limitado, un espacio donde el Sumo Bien sea capaz de encarnarse,
haciendo partícipe a nuestra naturaleza de la divinidad ya desde este mundo,
planificándose en el hiperuranío
El pensamiento platónico. Lo que cabe destacar de el pensamiento platónico es:
La teoría de las ideas
Platón representa el dualismo. Según él, existen dos mundos totalmente contrapuestos: el mundo de las ideas y el mundo sensible. El mundo de las ideas se caracteriza por lo único, eterno, inmutable e inmaterial, y es superior al mundo sensible, que se caracteriza por lo múltiple, perecedero, cambiante y material.
Las ideas son plasmadas en el mundo sensible por la acción del demiurgo. Además, éste establece la jerarquización del mundo de las ideas. En el nivel más bajo se sitúan las ideas matemáticas. En un nivel más alto se encuentran la belleza y la justicia. La jerarquización culmina con la idea de bien, el origen del mundo de las ideas y el máximo grado de conocimiento al que el ser humano puede aspirar.
El conocimiento
El pensamiento platónico defiende que el conocimiento de las cosas se alcanza mediante la dialéctica, cuyo significado en ambiguo. Primero, se define como el camino que lleva al ser humano desde la ignorancia al conocimiento del mundo de las ideas. Segundo, se define como la ciencia de las ideas; es decir, el saber que nos permite conocer las ideas y establecer una jerarquización entre ellas.
Existen dos tipos de conocimiento: la ciencia y la opinión. La ciencia tiene por objeto el conocimiento de las ideas, siendo un conocimiento seguro e invariable. La opinión, en cambio, se refiere al ámbito de lo cambiante y perecedero y es un conocimiento variable e inseguro.
Según Platón, el hombre es una realidad dual, ya que es la confluencia del alma (originaria del mundo de las ideas) y del cuerpo (originario del mundo sensible). Cuando el alma se une al cuerpo accidentalmente, olvida la existencia del mundo de las ideas y cae en la ignorancia. Sin embargo, observando el mundo sensible, sigue un camino a través del cual intenta recordar las ideas, culminando en la idea de bien. A este recuerdo se le denomina reminiscencia.
Ética y política
La ética y política de Platón se puede explicar remitiéndonos al concepto de justicia. Según Platón, la justicia en el individuo consiste en el acuerdo de las tres partes del alma:
- El alma racional, representada por la sabiduría, la prudencia y la razón. Busca alcanzar el conocimiento a través de la ciencia.- El alma irascible, representada por el valor y el ánimo. Controla la capacidad para organizar acciones en función del apetito.- El alma concupiscible, representada por la moderación y el apetito.
En la sociedad también existe la justicia, que consiste en el acuerdo de los tres grupos sociales existentes:
- Gobernantes: son el símil con alma racional.
- Soldados: son el símil con alma irascible.- Artesanos: son el símil con alma concupiscible.
Para Platón, existen seis tipos de gobierno que, ordenados de óptimo a pésimo son:
- Aristocracia, o gobierno de los sabios (filósofos).- Timocracia, o gobierno de la ambición.- Oligarquía, o gobierno del poder del dinero.- Democracia, o gobierno del pueblo.- Tiranía, o degradación de la verdad y la libertad
Mito de la caverna
Este mito es un símil de la vida de Sócrates. Cuenta que en una caverna (el mundo sensible) habitan varias personas encadenadas. El Sol (demiurgo) proyecta sobre la pared de la cueva las sombras, procedentes de elementos del exterior de la cueva (mundo de las ideas). Sin embargo, en la cueva no se aprecia su forma, por lo que se pierde información.
Un día, una de las personas rompe las cadenas y emprender el camino para salir de la cueva (dialéctica). Al salir, el Sol (idea de bien) le ciega, pero poco a poco se iría acostumbrando al mundo exterior hasta que llega a poder ver el Sol (reminiscencia) y darse cuenta de que él es el responsable de la vida.
En el hipotético caso de que volviese a la cueva a contar lo que vio (que el mundo exterior es real y verdadero, al contrario que el interiro de la cueva), los demás lo asesinarían acusándolo de mentiroso, ya que aceptar este hecho supondría un cambio radical y repentino.
Mito de Fedro
En este mito se hacer un símil del alma con un carro alado. El alma está formada por el alma racional, el alma irascible y el alma concupiscible. En este mito, el alma racional es representada por un auriga, el alma irascible por un caballo blanco
(bueno) y el alma concupiscible por un caballo negro (malo). Para alcanzar la justicia, o acuerdo de las tres partes del alma, el auriga y el caballo blanco deben controlar al caballo negro, que intenta conducir el carro hacia el mundo sensible, para poder así seguir a los Dioses en su camino hacia la justicia.
BIBLIOGRAFIA
http://eticafilosoficaises.blogspot.pe/2011/11/etica-de-platon.html
http://www.apuntesytrabajos.info/2011/11/el-pensamiento-platonico.html