Evangelio IV Domingo de Adviento - ciclo c

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No temas el riesgo de dilatar tu corazón y encontrar respuestas siempre nuevas que te descolocan o te desinstalan, porque se trata de la presencia del Amor. Vive el momento presente colmándolo de amor, como María. Llena todos los momentos del sentido de lo esencial. La vida está hecha de muchos y breves minutos de esperanza y, en ese camino, los pequeños pasos son tiempo de Dios. Él puede hacer lo que tú sueñas. José Alegre Lucas 1, 39-45. Cuarto domingo Adviento C . Comentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez Cabriada.

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No temas el riesgo de dilatar tu corazón y encontrar respuestas siempre nuevas

que te descolocan o te desinstalan, porque se trata de la presencia del Amor.

Vive el momento presente colmándolo de amor, como María.

Llena todos los momentos del sentido de lo esencial. La vida está hecha de muchos

y breves minutos de esperanza y, en ese camino, los pequeños pasos son tiempo de Dios.

Él puede hacer lo que tú sueñas.

José Alegre

Lucas 1, 39-45. Cuarto domingo Adviento C .Comentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez Cabriada.

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39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

Jesús, el Camino, todavía no puede caminar solo. Necesita ser llevado por su joven madre,

portadora de buenas noticias, mensajera de alegría. Las circunstancias y acontecimientos personales que está viviendo no le impiden

a María continuar su vida cotidiana, pensar en los demás, acercarse a quien la necesita.

Camina de prisa. El impulso del Espíritu no entiende de lentitudes.

Ain Karen.Lugar al que fue María

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40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno,

Nosotros también vivimos la situación de María e Isabel.

Puede ser que, como a Isabel, alguien nos visite, ponga en marcha la vida

que cada uno llevamos dentro y provoque en nosotros una reacción

de inmensa alegría.Puede ser que, como María,

alguna de nuestras actitudes provoque alegría, esperanza, ganas de vivir ... en los demás.

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Isabel, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó:“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

El encuentro de las dos mujeres está cargado de ternura y de movimiento interior; provoca alabanza y alegría. Bendecir es hablar bien, ensalzar, alabar, glorificar. Ojalá estemos dispuestos a bendecir con frecuencia…Si tratamos de mirar con los ojos de Jesús, veremos la bondad de todo lo que recibimos y brotará en nosotros el deseo de alabar y de bendecir.¿Se podría decir de cada uno de nosotros que donde estamos, donde vamos, llevamos alegría, bendición, esperanza, Buena Noticia?

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43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? 44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

Todo el plan salvífico de Dios está en manos de dos sencillas mujeres. María quiere estar cerca de Isabel, quiere abrazar, captar el brillo de sus ojos, los latidos de su corazón, escuchar su voz, ofrecer y aceptar ayuda, compartir los detalles sencillos y cotidianos: la mirada, la cercanía, el silencio, la escucha, la palabra adecuada, el ánimo...El mismo Espíritu nos mueve hoy a hacer de nuestra vida un encuentro. ¿Con quién? ¿Qué tipo de encuentros tengo con los demás? ¿Superficiales? ¿Interesados? ¿Profundos y humanos a nivel de amistad, de solidaridad, de fe? ¿Contagio alegría e ilusión a las personas con las que me encuentro?

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45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

La fe siempre es motivo de alegría. Uno de los rasgos más característicos de ella es saber acudir junto a quien necesita nuestra presencia. Acompañar a vivir. Es el lenguaje que todo el mundo entiende: la fe traducida en disponibilidad, acogida, cercanía, servicio y solidaridad. Dios cumple siempre sus promesas contando con nosotros.

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45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

La fe siempre es motivo de alegría. Uno de los rasgos más característicos de ella es saber acudir junto a quien necesita nuestra presencia. Acompañar a vivir. Es el lenguaje que todo el mundo entiende: la fe traducida en disponibilidad, acogida, cercanía, servicio y solidaridad. Dios cumple siempre sus promesas contando con nosotros.