Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares,...

14
Ería, 73-74 (2007), págs. 178-191 Excursión por la Sierra de Guadarrama I A TRAVÉS DE LA PEÑA Y DE UNA IDEA E L DÍA 11 de noviembre de 2006 el grupo reunido en el seminario de Miraflores de la Sierra salió de ex- cursión por el Guadarrama. Un año antes los componen- tes de los equipos de trabajo de Pau y de Madrid ya ha- bíamos hecho un recorrido serrano, aunque en un día de nubes, nieblas y frío. En cambio, la excursión de 2006 que ahora reseñamos se desarrolló con un tiempo es- pléndido y con más variados participantes. Fue un día memorable en todos los órdenes y por eso dejamos aquí constancia por escrito de su inserción en las actividades de las jornadas que han dado lugar a esta publicación. Comenzó el itinerario en la Residencia de la Cristalera, donde se celebraban las jornadas, ascendimos al Puerto de la Morcuera, bajamos al Valle de Lozoya, lo recorri- mos río arriba, alcanzamos el Puerto de los Cotos, subi- mos hasta la Laguna de Peñalara, luego atravesamos el Puerto de Navacerrada y Valsaín, y (guiados aquí por Nicolás Ortega) disfrutamos de los jardines de La Gran- ja hasta el atardecer, tanto desde sus caminos como por sus significados. Vimos, pues, la sierra machadiana de piedra, agua y bosques y también uno de los rostros hu- manos nobles de la montaña. No obstante, es tal la potencia territorial de Madrid que hasta la próxima Sierra de Guadarrama, hasta la cumbre que aún guarda la excelencia de una vigorosa personalidad natural, tiene ya una clara dependencia de la ciudad, de sus redes materiales y, por fortuna, ade- más, de sus iniciativas inmateriales. Cada día que pasa, la montaña, todavía original y de marcados rasgos natu- rales, pertenece más al dominio territorial de la capital. De este modo, esa naturaleza de la Sierra contrasta casi sin transición con terrenos urbanizados, pero esa rela- ción intensa también le ha permitido adquirir señalados prestigios nacidos de la admiración, del estudio y de la vivencia cultural de la naturaleza. De éstos derivaron su valoración como paisaje y la voluntad de preservarlo. La Sierra de Guadarrama es un territorio, pero es tam- bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes culturales han dado lugar a una honda apreciación del monte, el regato, la nieve, el campo o el pueblo, valores que conviven con otros procesos menos desinteresados, propios de la urbe creciente y dominante que se agita a sus pies: frente al trasiego, la Sierra aún es sosiego. La Sierra de Guadarrama no se explica sin esta comple- mentariedad. Salir de excursión es también localizar la calidad propia de esta montaña, su nido del silencio. Por ello, vamos a describir primero tres de sus componentes sustanciales y después señalaremos las claves de nuestro recorrido en busca de tales elementos. II LA MONTAÑA DE PIEDRA Toda esta sierra reproduce las formas bruscas y sim- ples de los bloques alargados de rocas viejas del sustrato meseteño, levantados y dispuestos en alineaciones sen- cillas. Sigue los volúmenes de los eslabones de una ca- dena más amplia que iza roquedos profundos y an- tiguos, gneises, granitos, pizarras y cuarcitas, desde la FIGS. 1 a 6 (de izquierda a derecha y de arriba abajo). 1. La falda boscosa de la Sierra; 2. El límite superior del pinar serrano; 3. Invierno en La Morcuera; 4. Al descender del puerto de Canencia; 5 y 6. Riscos de La Pedriza. Fotografías de Eduardo Martínez de Pisón.

Transcript of Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares,...

Page 1: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

Ería, 73-74 (2007), págs. 178-191

Excursión por la Sierra de Guadarrama

IA TRAVÉS DE LA PEÑA Y DE UNA IDEA

E L DÍA 11 de noviembre de 2006 el grupo reunido enel seminario de Miraflores de la Sierra salió de ex-

cursión por el Guadarrama. Un año antes los componen-tes de los equipos de trabajo de Pau y de Madrid ya ha-bíamos hecho un recorrido serrano, aunque en un día denubes, nieblas y frío. En cambio, la excursión de 2006que ahora reseñamos se desarrolló con un tiempo es-pléndido y con más variados participantes. Fue un díamemorable en todos los órdenes y por eso dejamos aquíconstancia por escrito de su inserción en las actividadesde las jornadas que han dado lugar a esta publicación.Comenzó el itinerario en la Residencia de la Cristalera,donde se celebraban las jornadas, ascendimos al Puertode la Morcuera, bajamos al Valle de Lozoya, lo recorri-mos río arriba, alcanzamos el Puerto de los Cotos, subi-mos hasta la Laguna de Peñalara, luego atravesamos elPuerto de Navacerrada y Valsaín, y (guiados aquí porNicolás Ortega) disfrutamos de los jardines de La Gran-ja hasta el atardecer, tanto desde sus caminos como porsus significados. Vimos, pues, la sierra machadiana depiedra, agua y bosques y también uno de los rostros hu-manos nobles de la montaña.

No obstante, es tal la potencia territorial de Madridque hasta la próxima Sierra de Guadarrama, hasta lacumbre que aún guarda la excelencia de una vigorosapersonalidad natural, tiene ya una clara dependencia dela ciudad, de sus redes materiales y, por fortuna, ade-más, de sus iniciativas inmateriales. Cada día que pasa,la montaña, todavía original y de marcados rasgos natu-

rales, pertenece más al dominio territorial de la capital.De este modo, esa naturaleza de la Sierra contrasta casisin transición con terrenos urbanizados, pero esa rela-ción intensa también le ha permitido adquirir señaladosprestigios nacidos de la admiración, del estudio y de lavivencia cultural de la naturaleza. De éstos derivaron suvaloración como paisaje y la voluntad de preservarlo.La Sierra de Guadarrama es un territorio, pero es tam-bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos yprados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientesculturales han dado lugar a una honda apreciación delmonte, el regato, la nieve, el campo o el pueblo, valoresque conviven con otros procesos menos desinteresados,propios de la urbe creciente y dominante que se agita asus pies: frente al trasiego, la Sierra aún es sosiego. LaSierra de Guadarrama no se explica sin esta comple-mentariedad. Salir de excursión es también localizar lacalidad propia de esta montaña, su nido del silencio. Porello, vamos a describir primero tres de sus componentessustanciales y después señalaremos las claves de nuestrorecorrido en busca de tales elementos.

IILA MONTAÑA DE PIEDRA

Toda esta sierra reproduce las formas bruscas y sim-ples de los bloques alargados de rocas viejas del sustratomeseteño, levantados y dispuestos en alineaciones sen-cillas. Sigue los volúmenes de los eslabones de una ca-dena más amplia que iza roquedos profundos y an-tiguos, gneises, granitos, pizarras y cuarcitas, desde la

FIGS. 1 a 6 (de izquierda a derecha y de arriba abajo). 1. La falda boscosa de la Sierra; 2. El límite superior del pinar serrano; 3. Invierno enLa Morcuera; 4. Al descender del puerto de Canencia; 5 y 6. Riscos de La Pedriza. Fotografías de Eduardo Martínez de Pisón.

Page 2: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 179

Page 3: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

180 E R Í A

oriental Sierra de Ayllón, y que se alargan hacia occi-dente, quebrando el zócalo rocoso peninsular, por losmacizos de Gredos y Béjar, hasta la portuguesa Sierrade la Estrella. Las cumbres del Guadarrama no estánapenas astilladas, sino que se extienden en largos reco-rridos en tendidas lomas pedregosas con collados altos,apenas marcados, formando barreras costosamentefranqueables. No es, pues, una sierra laberíntica, pero síun muro. Sus cuerdas están poco ramificadas, sus hila-das poco repetidas, sus vertientes son largas, sus lade-ras extensas.

En tal edificio de arquitectura clásica, de bloques yfosas con materiales igualmente sencillos de la cortezaantigua, el gneis gastado de formas romas, de lomasmonótonas, aparecen lugares definidos en contraste porel granito, muy manifiesto por sus paisajes torreados,sus relieves en canchales, domos, agujas, losas y pasi-llos. El dédalo, por tanto, sólo está destacado localmen-te, como expresivamente se manifiesta en los llamati-vos relieves graníticos de la Pedriza de Manzanares (enSiete Picos no son enmarañados sino torreados), pero elconjunto es de líneas rotundas de cuerdas, canales yrampas, con un solo valle verdaderamente interno, es-trictamente intramontañoso y amplio entre dos altos ylargos cordales, que hace de corazón de la cadena: lafosa del Lozoya. Los demás valles que modelan sus fal-das, aunque a veces son amplios y profundos, como elboscoso Valsaín, se abren hacia los llanos del entorno.

Casiano de Prado recogió en el año 1864 los nom-bres vernáculos con los que se denominaba popular-mente a las formas del Guadarrama de piedra por exce-lencia, el granítico. Un paisaje de palabras: «Cuetos,cabezos, berruecos, lanchas, tolmos, canchos, piedrasdesmoronadizas, desmembradas y desprendidas». LaPedriza de Manzanares es, como decimos, el mejorejemplo de esos originales escenarios torreados en laladera hendida y escalonada de la Sierra, formando unacascada de resaltes pétreos que desciende desde laCuerda Larga hasta la base de la montaña. En la Pe-driza, la roca, el granito, es el elemento definidor delpaisaje. Cada peldaño de su quebrada ladera está com-puesto por grupos de domos y haces de riscos sepa-rados por dédalos de callejones y por travesaños queescarpan rítmicamente su valle en pautas geométricasde carácter aéreo, armónico y repetitivo, con marcadaindividualidad geográfica. Su conjunto es un sistemaarmónico, un todo estructurado de formas de diversostamaños, encajadas unas en otras. La roca, pues, esaquí el fundamento del paisaje, del pico voluminoso alguijarro.

Peñalara, también paisaje pétreo, significa en cam-bio en la Sierra de Guadarrama la suma de la alta mon-taña a su conjunto. Hace al Guadarrama mejor, máscompleto. Culmina la Sierra, con los rasgos propios dela altitud, que es el atributo de identidad más acentuadode todas las montañas del mundo. Acompañando a estefactor aparece de modo concentrado el modelado glaciarque esculpe sus flancos, otorgando sus claves a este re-cinto suspendido. Su tamaño reducido lo hace abarcableen una sola mirada y permite poner en relación todossus elementos: los rocosos en los escarpes de gneis y loserosivos en los circos, umbrales, cubetas y morrenas,dando lugar a escenarios que evocan con la fuerza de lasíntesis un pasado no tan antiguo de efectivo y severocambio climático. Peñalara es el gran regalo del Guada-rrama. Es el complemento capital del conjunto de frag-mentos valiosos que constituyen su suma. Y ese riscoque forma la cima de la Sierra es también un paisajecultural: lo es en las valoraciones, está presente en pági-nas de escritores y en cuadros de pintores de primera fi-la, ha dado lugar a estudios, a libros, a enseñanza, a as-censionistas que viven un acto cultivado en su camino ala cumbre, a amantes de la naturaleza que han logradoen su conservación un nivel altamente civilizado. Peña-lara es a la vez una montaña y un símbolo acumulativo.

IIIMONTAÑA DE BOSQUES

Si venimos desde el sur de la Comunidad de Ma-drid, por ejemplo desde las alamedas ribereñas deAranjuez, cruzaremos campos, riberas, pueblos y ciu-dad (mucha ciudad como un motor a toda máquina),atochares y encinares. En los llanos son numerosos losmelojares, encinares y quejigares que han pasado a sertomillares, retamares, jarales, espartales o campos decultivo, barbechos y no poca veces (cada día más) ce-mento. Pero, cuando alcancemos la Sierra, el paisaje seenriquecerá con enebrales, fresnedas, robledos y pastos,para luego ascender entre densos pinares silvestres has-ta los matorrales y pastos de altitud. La fisonomía delos llanos revela sobre todo la huella de actividad hu-mana, los campos de labranza, las tierras pastoriles, losterritorios urbanos y los antiguos cazaderos reales, conalgunos elementos residuales de naturaleza entre laspiezas de su mosaico territorial.

Si descendemos, a la inversa, de una cumbre pedre-gosa de la Sierra por encima de los 2.000 metros de alti-tud, veremos cómo recubren a los altos canchales y pe-

Page 4: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 181

FIGS. 7 a 12 (de izquierda a derecha y de arriba abajo). 7. La fosa delLozoya; 8. Los hoyos colgados en la montaña del Lozoya; 9 y 10. Elcirco de Peñalara; 11. Las morrenas y el antiguo lecho glaciar de PepeHernando; 12. El Cerro Claveles, desde la cumbre de Peñalara.Fotografías de Eduardo Martínez de Pisón.

Page 5: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

182 E R Í A

dreras los piornales y jabinares con brezos y cambroños,festucas, gencianas y algunos cervunales. Por debajo en-traremos en el pinar albar serrano, que forma un tapiz dearbolado esbelto por las vertientes montañosas, un bos-que de ambientes propios, de luces filtradas, copas oscu-ras, troncos rojizos y sotobosque de piornos, enebros,helechos, retamas, con lugares junto a los arroyos espe-cialmente tocados de gracia, con tejos, abedules y ace-

bos. Si continuamos descendiendo atravesaremos el re-bollar con arces, retamas y brezos. Ya en las peanas se-rranas complementarán el perfil que hemos recorridoenebros, encinares, fresnedas y jarales, saucedas. Lospaisajes que configuran estos conjuntos vegetales esca-lonados son ámbitos muy propios del Guadarrama, cla-ramente diferenciados en sus rasgos y ritmos de losagrarios y urbanos.

FIGS. 13 a 17 (de izquierda a derecha y de arriba abajo). 13 y 14. El puerto de Navacerrada y sus cumbres próximas; 15. Cumbre en los SietePicos; 16 y 17. Huellas cortesanas en La Granja y Valsaín. Fotografías de Eduardo Martínez de Pisón.

Page 6: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 183

Si hay un pinar de reconocidas calidad y belleza en laPenínsula, ése es el de Valsaín. Los pinos silvestres, quecubren mayoritariamente su superficie, adquieren en éldimensiones, formas y conjuntos de muy apreciable va-lor. El paisaje boscoso de la Sierra, completado aquí porrebollares y agrupaciones de otras especies, como ace-bos, tejos, serbales, arces, ha alcanzado en este valle sumás completa expresión. Es hábitat de fauna simbólicaen el Sistema Central, como el buitre negro o la nutria.Haber estado en Valsaín parece una exigencia para cual-quier naturalista o amante de la naturaleza. Es difícilhablar de ésta con conocimiento de causa sin haberobservado detenidamente sus espléndidas arboledas.Propiedad antaño de Segovia, pasó Valsaín luego sucesi-vamente a la Corona, al Patrimonio y al Organismo Au-tónomo de Parques Nacionales. El monte es en la actua-lidad objeto también de aprovechamientos tradicionalescombinados, regulados y compatibilizados. Por todasestas confluencias naturales e históricas, además de porsu belleza, Valsaín podría ser considerado el modelo delbosque del Guadarrama, a la vez pinar noble y montemaderero pero sobre todo símbolo del gran paisaje fores-tal serrano. El pino silvestre, árbol elevado de tronco de-recho y de silueta añosa que sigue los cánones pictóricosde los paisajistas orientales, árbol que alcanza el límitesuperior del bosque adaptando su forma a la ventisca oque se acomoda al roquedo con armonía estética, exten-dido por Europa desde Escandinavia a nuestras monta-ñas, forma en Valsaín una de sus espesuras más céle-bres, casi en el confín de su amplia área de distribución.

Además, entre los vallejos que se abren en las lade-ras del Guadarrama hay uno particularmente recogido ybello: el del Reajo del Sestil del Maíllo, que podemostomar como ejemplo complementario de las singularesarboledas en riberas serranas. Hasta su nombre sonoro ycompuesto es evocador de una sierra auténtica, la delarroyo o regajo sonoro, claro y humilde, la del ganadoque sestea y la del fruto del manzano silvestre. Allí se re-únen en un paisaje apacible el rumor del torrente que sal-ta con pequeños brillos en el cauce sombrío y el de la bó-veda de las copas de los altos árboles balanceadas por unviento suave que mueve la luz entre las hojas. Es la Sie-rra del bosque en su más delicada forma de presentación.Entre la cumbre pétrea y el valle humanizado se extien-de la ladera boscosa guadarrameña, el monte rústico yforestal serrano, en el que ya no hay sino paisaje, inclusointerior del paisaje. Por aquí vaga el alma de la Sierra.

Matorrales cimeros, achaparrados jabinos, piornos,cambroños, herbazales secos y húmedos, cervunales, os-curos pinares silvestres, rebollares mil veces cortados,

encinares, fresnedas mochadas, saucedas, dehesas, ba-rrancos con abedules, tejos y acebos, todos tienen unfino tejido físico y una historia de pastores, leñadores,gabarreros, ordenaciones, guardas, madereros y protec-ción. Este cuadro es un resultado a la vez de la evolu-ción biogeográfica de las montañas interiores españolasy un producto de ordenanzas, propiedades, selviculturay aprovechamientos. Hay muchas voces que aún hablanen el silencio del bosque del Guadarrama.

IVEL ROSTRO HUMANO DE LA SIERRA DE

GUADARRAMA

Sobre páramos, campiñas y vegas, desde ambas me-setas, sobre restos de encinares y campos castigados, sealzan las moles oscuras de pinares y también leonadas overdes de robledos serranos o los tendidos perfiles denieve de personalidad diferenciada. Por su alta cuerdaserpentea la habitual cinta blanca del telón invernal ma-drileño: o, como escribía Villaespesa en versos de 1911,de noche la luz de la luna cruza un escalofrío de platapor las nevadas vértebras de la Sierra.

En ese contraste geográfico de relieve, clima, aguas,vegetación, anida también una humanización de identi-dad marcada, una red de pueblos, de campos cercados ydehesas, cuyo conjunto forma en el mapa una banda in-terpuesta original con escenarios escalonados. Un paisa-je de dominio aún mixto rural y natural que, junto a lasciudades (Segovia y sobre todo Madrid, por su mismamasa y agitación), representa un milagro respecto al aje-treo urbano. De modo principal, la Sierra es un lugardonde vivir. Es un paisaje con rostro humano secular, unacumulador de vida histórica, de circunstancias presen-tes y sueños futuros. La vida está así impresa en su pai-saje. El paisaje serrano guarda huellas nobles por todaspartes. La conservación es también un nuevo modelo deuso noble y un programa de futuro en conexión con losprocesos de asentamiento, de aprovechamiento y de con-cepto cultural de la Sierra. Decía Cela que habría queevitar que esa escritura quedara borrada, como la tiza deun encerado, por el cepillo de la trivialidad moderna.

Si se atiende a los nombres de los lugares, resalta elsentido dado por una larga humanización al territorio se-rrano. Todo está bautizado con un sentido, una perspecti-va, unos cánones, una función, unas personas, unos suce-sos. Allí está la Pradera de Navalasviudas o Majaelcojo,evocando historias y personajes perdidos, el Vado de losTres Maderos o el Puerto del Medio Celemín, para re-

Page 7: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

FIGS. 18 y 19. Cambios en la Sierra. Inicios del siglo XX. Fotografíade B. H. Briz. Inicios del XXI. Fotografía de Eduardo Martínez dePisón.

184 E R Í A

cordar obras y trabajos. Desde las cumbres, en los altostodavía hay sitios llamados Los Pelados y las Peñas,donde abunda la roca, o los Hoyos y los Neveros, dondelos antiguos glaciares o la nieve reciente marcan su dibu-jo en altitud, o los Puertos, las Cabezas o los Cerros en lalínea de cumbres. En las laderas están los Regajos oarroyuelos, las Majadas del ganado, los Rasos, Canchosy Umbrías, según cambia el terreno, los Palancares, Ro-bles e Hiruelas al variar el monte y el aprovechamiento.Y en los fondos de los valles están las arboledas, comola Alameda y la Pinilla, la humedad del suelo en el Pau-lar, el relieve en Oteruelo, las dedicaciones en los Lina-res, el Prado, los Molinos, el Monasterio o la Mata Ve-dada, y la tierra gastada en el Tomillar y el Calvero. Enlas denominaciones de los lugares el observador atentode la sierra va recuperando geografía, viva y perdida, ytambién nieblas de gentes que perduraron sólo en elnombre confuso de una espesura, un prado o un puerto.

El Valle del Lozoya es, como hemos dicho, el valleserrano por excelencia. Desde las lomas de acceso a laNajarra hay una vista de Peñalara que pintó Morera a fi-nes del siglo XIX; si buscamos hoy esa misma perspec-tiva, el paisaje en sus líneas generales parece no habercambiado: la alta y la media montaña siguen en aparien-cia similares, y hasta están voluntariamente recuperadas.Pero en el valle y más aún en las rampas externas de laSierra hay una transformación en pleno proceso, aunqueno pocas señas de su identidad paisajística también semantienen, dando lugar a originales paisajes rurales. Unvisitante que no haya venido por esas peanas en un de-cenio no dejará de asombrarse alarmado por las reconfi-guraciones urbanas de los paisajes, sobre todo en los en-tornos de las poblaciones a costa de los viejos alfoces de

campos cercados. Pero todavía hay persistente, podría-mos decir, un estilo carpetano impreso en los suelos delvalle, en dehesas, campos cercados, terrenos ganaderos,que revela madurez, algo decantado y bien hecho, salvocuando entran en abandono o son sustituidos por la ex-citación invasora de terrenos urbanizados. Son el com-plemento activo de los elementos naturales y el legadode una historia asentada en los paisajes. Cuando se con-serva, el tejido territorial del Valle y del piedemonte aúnaparece como un conjunto integrado, como un tapizbien tramado.

El paisaje rural visto desde el valle está cerrado porun cíngulo de cumbres en marcados desniveles, y apare-ce constituido por un mosaico de robledos y prados conmuros extendido por los entornos campestres del siste-ma de pueblos, que quedan agrupados y ordenados se-gún el eje del río. Una constelación de pueblos próximosarma aquí un sistema de poblamiento y de relaciones,que late acompasadamente en una unidad formal, econó-mica, social, cultural y estética. El conjunto de campos,montes, cercas, caminos, puentes, dehesas, líneas de ar-boledas, es expresión de una organización ganadera y hallegado a constituirse en un legado patrimonial cuyo di-bujo es bello y donde las formas acumulan significados.

Desde esa base o ese fondo, el escenario está en rela-ción con las amplias, empinadas y desniveladas laderasmontaraces y hasta con las elevadas cumbres, por ejem-plo de la Cuerda Larga o de de los Montes Carpetanos,que se rematan en Peñalara, o incluso poco más allá deSiete Picos, reunión de cimas mayores y significativasdel Guadarrama. Desde los relieves montañosos, los es-carpes, de barrancos con sus cascadas, que encuadranlas rampas y los fondos de valle, la fosa del Lozoya, con

Page 8: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 185

su dibujo aparentemente cerrado que le otorga un airede recinto aislado, de ejido y huerto retirados en el inte-rior de la montaña.

Hay dos modalidades en este paisaje humanizado:por una parte, lógicamente, la rural, por otra la monu-mental, introducida desde la corte, el poder o la Iglesia.El ejemplo más evidente de la primera son, como veni-mos diciendo, los campos cercados que aún hacen retí-culas de prados, árboles y muros en torno a los pueblos;de la segunda, sin duda, El Paular, análogo en significa-do a otros puntos serranos de fuerte peso cultural comoEl Escorial y La Granja. El Monasterio de El Paular seentiende mejor enclavado en el entorno que lo encuadra,que le aporta calidad, sosiego, arboledas, río y silueta delas montañas que como un objeto aislado de arte, tantomás puesto que se asienta en la misma bisagra dondecambia el valle de fosa rústica a cabecera progresiva-mente natural, de campo a monte, como puerta a lo fo-restal, a los arroyos encajados, a las pendientes fuertes,al camino hacia el puerto y la cumbre, como una im-plantación de calidad, un notorio valor más emplazadojustamente en el tránsito entre los dos entes geográficoscapitales del Valle, la montaña boscosa y de peñascal yla fosa campesina. Al Paular, la vieja Cartuja silenciosacantada por Enrique de Mesa, han ido a escuchar su vozinterior los hombres también atentos al ritmo concertadode la naturaleza, han ido a oirla inserta en el coro delagua, del aire, de la piedra y del árbol.

Fundado el monasterio en 1390 se levantó a lo largodel siglo siguiente, con piezas añadidas del XVI, XVII yXVIII. El templo está cargado de identidad: ha tenido,por supuesto, monjes, arquitectos famosos y canterosanónimos, escultores, forjadores, jardineros, labriegos,

molineros, visitantes reales y santos. Desamortizado en1835, salió de él la orden de San Bruno y El Paular sevació. Se le dieron, no obstante, distintas utilizaciones yreconocimientos tras este suceso, como su declaraciónde Monumento Nacional en 1876. En 1954 se quiso re-vitalizar como el Montserrat del Guadarrama y a sus mu-ros y patios volvieron monjes, ahora benedictinos, queretomaron la prolongada continuidad interrumpida de susignificado monástico. Azorín recogía las glosas de unprior del Paular que identificaba cultura y paisaje. Barojapasaba temporadas a fines del siglo XIX alojado allí consu familia. También lo hacían Menéndez Pidal o Mesa oinstitucionistas, junto a otros intelectuales y artistas ma-drileños, que mantuvieron de modo laico en este encla-ve, a la vez cercano y apartado, olvidado y reconocido,un centro de sentido espiritual. De este grupo nacería unestilo de amor a la Sierra caracterizado por la exigenciade calidad. Ahí tiene también sus raíces su primer afánde protección. El Valle es, pues, el eje geográfico delGuadarrama en muchos sentidos, y la puerta dorada deingreso al corazón de la sierra madrileña. Y, en él, elPaular es el símbolo físico e inmaterial de su identidaden la misma entrada a la montaña propiamente dicha.

Los otros dos elementos monumentales claves de lapresencia cortesana en la Sierra, bien conocidos, son ElEscorial y La Granja. Se ha escrito de todo sobre ambosparajes, pero siempre queda la vuelta a ellos en días so-segados, si es que aún existen, por ejemplo con el dis-frute del austero zócalo del monasterio de El Escorial,cara al monte o de su explanada ajardinada hacia el so-leado llano, arquitectura paisajista que realza la naturaldivisión de umbría y solana. Los escritores han tenidoaquí impresiones de magnitud, de moles de piedra, de

Page 9: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

186 E R Í A

trato con cosas esenciales, de obligatoria meditación.Ortega y Gasset lo describió integrado en su entorno fo-restal, cambiando con él en las estaciones: «en inviernocobrizo, áureo en otoño y de un verde oscuro en estío».El filósofo vio así el paisaje constituido combinadamen-te por la naturaleza y el hombre.

Aunque el palacio y los jardines de La Granja tien-den a recluirse, a mirarse a sí mismos, a aislarse de lamontaña dentro de su cerca, juegan inevitablemente consus elementos naturales de agua, clima y vegetación. Enrealidad, es procedente seguir la cabal mirada que sobreellos lanzaron Breñosa y Castellarnau, autores de la guíadel Real Sitio de San Ildefonso publicada en 1884. Suejemplar descripción sitúa el Real Sitio, como es debi-do, en su emplazamiento geográfico, en sus condicionesambientales, las nubes, las tempestades, «cuyos truenosretumban con fragor en las concavidades de la cordille-ra», las poblaciones, las industrias, los sucesos notablesy los paisajes de sus alrededores. De este modo, Val-saín, y con él la Sierra entera, cobran su parte indispen-sable de presencia de montes, arroyos y rocas en repre-sentación compartida con la del Real Sitio y se aprendeque la Sierra de Guadarrama es todo ello, ordenado, reu-nido y combinado, porque es de tal suma de donde deri-va la verdadera entidad de sus calidades.

Pero, además, el Guadarrama no está exento de visi-bles marcas negativas en su naturaleza y en sus paisajes,aunque eso no impida valorar lo mucho valorable queaún tiene. La huella humana sobre el terreno se extiende

año tras año siguiendo proyectos y obras intensamentetransformadoras. A su pie son, por ejemplo, embalses,edificaciones, carreteras, canteras, y en altitud remontes,pistas y obras de estaciones de esquí de alto impacto. Sinembargo, cuando hay voluntad de protección y de recu-peración de la naturaleza y el paisaje, éstas se vuelvenposibles: en la Sierra está el excelente ejemplo del resca-te de Peñalara, una montaña perdida en el naufragio deun negocio de esquí y urbanización de altitud mal enten-dido. Tal rescate es un ejemplo internacional, que animaa buscar la consolidación de una Sierra defendida y cui-dada. El proceso de Peñalara es de este modo el símbolode la Sierra, proyectado al conjunto de la montaña.

Tal guía simbólica arraiga en un fondo cultural denotable entidad. Es el mismo itinerario de las ideas y ac-titudes que dominaron en el descubrimiento cultural dela Sierra y que deben también ser recuperadas. Fue ElPaular el enclave, el foco en el que se consolidó ese mo-vimiento intelectual asociado a la Institución Libre deEnseñanza y a una minoría intelectual y artística de pri-mera fila. Ello abrió un proceso de atención científica,que consiguió logros rápidos en el entendimiento de lamontaña, y en la puesta en valor cultural de la Sierra,asociada a la vieja historia, a la literatura tradicional, ala pintura del paisaje, a la educación y a un sentimientode recuperación de identidad abatido después del 98.Con Giner de los Ríos y sus discípulos se otorgó, comoes sabido, el sentido y el sentimiento profundo que aúntienen los paisajes de la Sierra. Y la atención que le con-cedió la gran literatura del 98 o la que le regaló Ortega yGasset dieron pie a una continuidad cultural que se aña-dió a la atención prestada por forestales y naturalistas.Constituyó esta aproximación, por tanto, un ciclo com-pleto, pues también nuestra escuela de pintura del paisa-je vinculó la Sierra a sus principales expresiones artísti-cas con Haes, Morera, Espina, Beruete y Sorolla, entreotros. En conjunto todo este ciclo cultural logró el en-cuentro de un significado, de modo que la Sierra deGuadarrama es una de nuestras montañas más llenas decontenidos culturales. Si su paisaje es merecedor de ad-miración, estos significados obligan a su respeto y con-ducen necesariamente a su protección.

V«¿NO BROTA EL AGUA SANTA DEL PEÑASCO?»

(A. MACHADO)

Tarda en brotar, sin duda. El proceso, tanto tiempo«en el hondón del barranco», según otro verso del mis-

FIG. 20. Preámbulo excursionista serrano franco-español: en elReajo del Sestil del Maíllo (2005). De izquierda a derecha: OmarMoncada, Susana Álvarez Camporro, Danièle Laplace-Treyture, Hélè-ne Saule-Sorbé, Ángela García Carballo (detrás), Elia Canosa, ManuelMollá, Jacobo García Álvarez, Isabelle Degrémont (detrás, de perfil),Eduardo Martínez de Pisón y Juan Carlos Castañón. Fotografía de Ni-colás Ortega.

Page 10: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 187

mo poeta, ya casi centenario, aún espera su término.Nuestra experiencia directa en ese proceso está restrin-gida a la Comunidad de Madrid y se ha desarrollado enun ambiente riguroso, realista y, en suma, solvente. Perotambién nos ha dado a conocer un entorno menos cuali-ficado. El proyecto reciente de un Parque Nacional de laSierra de Guadarrama debería haber sido de todos yestar incluido por todos en una política de salvaguardapatrimonial, por encima de la instrumentalización pasa-jera. Sin embargo, dicho proceso ha ido quedando inevi-tablemente envuelto también entre otros intereses ino-portunos, aunque más agresivos, desacertados en casospara llevar adelante con eficiencia esta oportunidad depreservación en las tres escalas que requiere, local, re-gional y nacional, o incluso hostiles a la consecución detan generosa idea. Y una vez más se va demostrandoque una buena parte de nuestra sociedad no parece estaral nivel que requiere nuestra realidad natural ni es capazmuchas veces de acometer empresas que demanden gra-dos mayores de calidad. Claro está, también puede ocu-rrir que la idea de Parque Nacional requiera un nivelcultural que no todos alcanzan. Bien decía Giner (y estáclaro que la afirmación sigue en vigor) que en Españano se está normalmente a la altura de nuestros paisajes.

Entretanto, el Plan de Ordenación preceptivo paracumplir con los requisitos legales y para plantear conseriedad las propuestas, directrices y normas del Parqueen la vertiente madrileña se terminó en su momento y hapasado por sus distintas fases de exposición, aproba-ción, alegaciones y refrendos públicos. Este plan se re-fiere sólo, como debe ser, a la ordenación de los recur-sos naturales, no a otras cosas, y sigue unas pautas en unmarco prefijado por las normas y en referencia concretaa los caracteres de un área de estudio igualmente prefi-jada. Como una parte de los excursionistas somos coau-tores de dicho Plan, nuestro viaje fue también de modoinevitable una exposición de sus resultados y propues-tas, en directa confrontación con el terreno.

El PORN que hemos elaborado consta de dos partes:la primera es un estudio de más de veinte tomos y la se-gunda un volumen único de normativa. El estudio com-prende las secciones de naturaleza, territorio, economía,cultura, deporte y paisaje, y la parte aplicada contiene lasíntesis de la metodología, el diagnóstico, la zoni-ficación, las directrices generales de ordenación, la nor-mativa general, por tipos de recursos y de usos, y losregímenes de protección, con su cartografía. Comoaplicación de las figuras previstas en las normas vigen-tes a las características de las distintas áreas del territo-rio estudiado seleccionamos aquellas figuras que po-

drían formar un cuadro conjunto coherente entre sí, conelementos de mutuo apoyo. La propuesta final consisteen el otorgamiento de la figura de Parque Nacional alnúcleo serrano que se extiende entre los puertos de Na-vafría y del León, con la siguiente zonificación interna:una Zona de Uso Restringido con sus Reservas, real-mente el núcleo del Parque Nacional, por ser geográfi-camente congruente con su calidad intrínseca, con el es-tado y carácter de su naturaleza, por su carácter axial yorganizador en el terreno, y por su necesidad específicade conservación; una Zona de Uso Moderado comoaureola de la anterior, donde caben ciertas compatibili-dades de usos; una Zona de Uso Especial en la que se haprevisto englobar, bajo control directo del Parque Na-cional, a los asentamientos y equipamientos de las áreasinmediatas a los puertos de Navacerrada y Los Cotos; yuna Zona de Asentamientos Tradicionales en la célulalimítrofe de El Paular, con edificaciones y usos, dado suelevado significado cultural. Además, se establece unaZona Periférica de Protección, en seguimiento del PlanDirector y con el propósito de proteger gradualmentemediante una nueva aureola externa el Parque Nacional;para conservar mejor su área con figuras propias másprecisas, aunque con un tipo y un nivel diferentes, seotorga a esta zona periférica en un sector la categoría deParque Regional y en otro la de Paisaje Protegido. Fi-nalmente, fuera ya del Parque y de su zona periférica, seaplica al resto del ámbito madrileño objeto del PORN, enámbitos ya de áreas urbanizadas o con condiciones nosusceptibles de inclusión en las figuras de protección dela naturaleza existentes, un tipo de régimen cualificadocomo Zona de transición, asimilada en su gestión al

FIG. 21. Vieja relación entre el guadarramismo y los pirineístasde Pau: páginas de la guía del Guadarrama de Zabala (1911).

Page 11: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

188 E R Í A

conjunto descrito, que tienda a los fines de calidad delpaisaje y que se interponga entre los sectores de intensafuncionalidad y los sectores de protección. En cualquiercaso, quien desee más detalles puede usar el documentosometido a la consideración de la Asamblea de Madriden junio de 2006 donde tendrá acceso a 104 páginas depuntualizaciones que aquí no puedo reproducir. En con-clusión, este documento propone pasar de unas unidadestradicionales de protección dispersas y de rango medio,de tamaño restringido en el terreno propiamente serranoy relativamente inconexas, a otras amplias, unidas, derangos alto y medio, y conectadas en un conjunto mon-tañoso de soporte geográfico más riguroso. En conjuntoes una propuesta orgánica y progresiva con funcionesdiferenciadas, e incluso el Parque Nacional estricto lo estambién internamente y, por ello, la gestión propuesta semodula gradualmente según esas áreas diferenciadas yescalonadas y se coordina en el territorio completo y ensu relación externa.

VIDE VIAJE

Con estos precedentes y condicionantes emprendi-mos nuestra visita a la Sierra poniendo el énfasis de laexplicación en su significado patrimonial, tanto naturalcomo humano y, en suma, en su entidad paisajística. Elambiente natural del recorrido efectuado es, en síntesis,el siguiente:

Hasta Miraflores llega uno de los tentáculos metro-politanos de Madrid, ondulando entre prados y arboledaspor la peana de la Sierra y con uno de sus extremos ocampamentos avanzados justo en dicho pueblo. Por ello,la ladera serrana arranca desde él con un marcado con-traste. La ascensión al Puerto de La Morcuera permiteseguir el perfil meridional, la solana de la Sierra, desdecasi su base hasta la cuerda divisoria. Tal vez lo más ex-presivo de esta ladera es su robledal amplio, con los in-tervalos derivados de sus pedrizas y de las riberas de sustorrentes, que cierra el paisaje con su arboleda caracte-rística y su cromatismo rojizo, contrastando con el do-minante del puerto y de la cumbre, área de matorral depiorno, salvo en las repoblaciones de pino salpicadas yen los escalonados resaltes rocosos que ascienden haciaLa Najarra. El rellano elevado de La Morcuera conformaun lugar bastante especial, el dorso de un bloque inter-medio entre la base de la fosa del Lozoya y el de la alo-mada cuerda cumbreña. La Sierra central tiene aquí unexcelente mirador a ambas vertientes, con la mejor pers-pectiva para explicar su orografía, tanto la de la CuerdaLarga y sus Cabezas de Hierro como la convergente delos Montes Carpetanos con su culminación en Peñalara.

El valle puede ser entendido desde aquí en armoníacon sus cumbres, pues aparece deprimido entre ambosrelieves por las netas directrices tectónicas que lo defi-nen y separan de sus laderas, y también escalonado ha-cia la mencionada convergencia por los mismos acci-dentes que dan lugar a las gradas de la montaña. Lavista de Peñalara permite, además, distinguir sus formasglaciares orientales de conjunto, tanto sus peldaños co-mo sus circos, cumbres y morrenas, e identificarlos consus singulares topónimos. La huella institucionista estásimbólicamente representada por la Fuente de Cossío (otambién Fuente Cossío) y el recuerdo de lo contado enlas memorias familiares de Fernanda Troyano hace re-cobrar el itinerario casi expedicionario de los tal vez pri-meros amantes madrileños, en sentido moderno o talvez estricto, del Guadarrama, cuando se acercaban des-de Madrid y Miraflores al entonces casi escondido Vallede Lozoya y su apreciado enclave de El Paular. Es elmismo recorrido que ahora repetimos. Están suavizadaslas formas altas del bloque de La Morcuera por el mode-lado periglaciar y quedan retocadas por las cabecerasmal definidas y los cauces altos poco marcados de lostorrentes que luego se precipitan hacia el norte. En esadirección los rellanos mueren casi repentinamente en re-saltes y escarpes rocosos en los que se han clavado,agargantándose, los vallejos que van al Lozoya. Entretales incisiones torrenciales fuertes persisten algunos le-

FIG. 22. En el circo de Peñalara (2006). Fotografía de Nicolás Ortega.

Page 12: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 189

ves peldaños aluviales intercalados, mientras en la lade-ra de umbría reaparece el robledal con modalidades se-gún su ubicación entre las peñas o en declives menoresy, claro está, según descendemos hacia la fosa.

El fondo de la fosa permite la extensión del robledo,pero en realidad constituye un mosaico de variedadapreciable, pues en él aparecen también encinas conenebros y sabinas, propias de la solana basal, riberaspropias de valle amplio con su soto, áreas de prados yde cultivos y de asentamientos, pinar que pronto sucedeen altitud al roble e incluso se entremezcla con él en unabanda de transición, riberas profundas con tejos, am-plios pinares silvestres que bajan de las laderas, prade-ras y pinos en las mesas y rellanos intermedios e inclusoterrazas fluviales, conos de depósitos torrenciales y se-dimentos que introducen modificaciones locales en lossuelos y en las formas.

La ascensión hacia el Puerto de los Cotos interna ne-cesariamente a quien la realiza en una de las mejoresmuestras de pinar de pino silvestre del Guadarrama, elPinar de los Belgas, hasta el momento compatibilizadocon un aprovechamiento maderero ponderado, mientrasla parte superior del valle se estrecha y empina entre losmás altos picos que cierran esta cabecera. El camino vasuperando sucesivos escalones y cortando torrentes conperfiles ya marcados hasta dicho Puerto. Aquí, a cota su-perior a los 1.800 metros de altitud, comienza a otearseel paisaje de la alta montaña guadarrameña, aún boscosopero progresivamente rocoso hacia las pendientes en as-censo que arman el macizo de Peñalara. Pronto los pi-nos altos pasan a troncos curvados con ramajes disimé-tricos o en bandera e incluso reclinados hacia el suelo.

En una caminata breve se penetra en el área morréni-ca externa procedente de los circos de Peñalara, con suscaracterísticos muros arqueados, sus arenas, gravas ybloques y un recubrimiento de altitud por matorral depiorno y de jabino en el que sólo aparecen dispersosunos últimos pinos resistentes. La morrena se apoya so-bre uno de los últimos peldaños morfotectónicos que es-calonan el macizo. Al atravesar este prominente arcomorrénico hacia el interior del macizo por el tajo que enél ha abierto el torrente que procede de la Laguna, elcambio es radical: un paisaje característico de la altamontaña se abre de pronto y se adueña del escenario.Los circos pétreos gemelos y confluentes de La Lagunay de Dos Hermanas, con sus riscos, umbrales y escalo-nes, y la ceñuda loma cumbreña que los remata cierranun arco de panorama que prosigue a nuestros lados y es-palda con el otro arco de peñas desgajadas, la gran mo-

rrena, directamente arrancadas de ese anfiteatro rocoso,transportadas por el hielo de un viejo glaciar pleistoce-no, mostrando en círculo su huella en planta y volumen,su molde o caja perfecta vaciada. Entre la gran canteranatural y su depósito sólo falta hoy el hielo que talló laprimera y transportó y abandonó a su alrededor el cantu-rral arrancado. Cualquier geógrafo imaginativo podríaver allí, en el hueco, el hielo de hace 20.000 años bri-llando al sol castellano. Penetramos, pues, ahora en elrecinto por antonomasia del Guadarrama o, siguiendo laexpresión de un ilustre viajero francés del XIX, en elmismo cuenco del ojo de la sierra.

Las señas de identidad de las montañas que estuvie-ron un día glaciadas ya habitan aquí: estrías y aborre-gamientos en las peñas, lagunillas intermorrénicas, blo-ques erráticos, rellanos internos con aguazales, arroyosrápidos y pastos encharcados de aguas lentas, prados hú-medos y secos, formas rugosas de antiguas morrenas deablación de hielos negros que aún reproducen la plantade aquellas lenguas cubiertas de piedras, umbrales consus paredes desgajadas según fisuras visibles y coloniza-das por líquenes, con cornisas y dorsos abiertos en lajassegún sus diaclasas, roídos por la abrasión, colonizadospor herbazales y matorral en sus pequeñas depresionesarenosas y húmedas, y, más al fondo, la base del circojunto a la laguna y las últimas morrenas de retirada delhielo de Peñalara, las pedreras posteriores que formantaludes de derrubios, las paredes de los circos cinceladassegún su haz de fracturas perfectamente perceptible, consus cornisas rocosas colonizadas y sus canales abiertas ycon derrubios en conos y laderas, inactivos y activos. Enel inmediato circo de Dos Hermanas, una trasera está re-matada por un arco morrénico final de menores dimen-

FIG. 23. En la Laguna de Peñalara (2006). Fotografía de NicolásOrtega.

Page 13: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

190 E R Í A

siones pero que cerró esta cuenca permitiendo su rellenodetrítico y guardando sobre él formas más recientes designificativas coladas de piedras generadas ya en mo-mentos posglaciares por mecanismos de tipo periglaciar.

La serie o secuencia de la agrupación de morrenasde este lugar en arcos tan bien definidos y repartidos nosha permitido desde hace años no sólo identificarlos ycartografiarlos sino interpretarlos en una sucesión cro-nológica ejemplar. Su pequeña dimensión no es incom-patible con su gran historia; es más, su proporción abar-cable facilita su visión de conjunto. Todos los restosmorrénicos del antiguo glaciar de La Laguna expresanepisodios sucesivos de una sola glaciación pleistocenareciente: los dos arcos más externos, juntos, indican unaprimera fase de expansión glaciar confluente desde losdos circos, con terminación inicialmente de la lengua ensu momento de mayor longitud en punta de lanza. Esedoble arco significa sólo una pulsación menor de esteepisodio. Posteriormente el glaciar pierde longitud enesa punta de la lengua, se repliega encima del peldañomorfotectónico penúltimo y allí se estabiliza largo tiem-po con pequeños estadios internos, como muestra elgran acúmulo de materiales morrénicos en esa posición,con la yuxtaposición y convergencia de los hielos proce-dentes tanto del circo de Dos Hermanas como del de LaLaguna. Cuando la glaciación toca a su fin, esa lenguase disocia en dos según los dos circos gemelos, con unamorrena mediana muy clara entre ellas. Las dos lenguasempiezan a retroceder simultáneamente aunque con in-dependencia, pierden longitud y espesor y se recubrende piedras procedentes de las paredes traseras formandolo que se llama hielo negro o sucio o cubierto. Esas len-

guas en crisis acaban por fundir in situ y dejan sus recu-brimientos en forma más indefinida que los arcos, comoel fantasma de unos hielos ya camino de la extinción.Por último, éstos se repliegan en los cuencos últimos deambos circos en forma de lentejones de hielo y constru-yen en su linde inferior sendos arcos morrénicos de me-nor dimensión hasta que funden por completo: el huecodel cuenco meridional se rellena entonces de detritus yel del septentrional, potenciado por una cubeta local deexcavación, se inunda por las aguas de fusión dando lu-gar a esa laguna llena de evocaciones y que, sin serlo,ha merecido el nombre de Grande. Las leyendas localesy hasta las poesías cultistas se han encargarlo de acen-tuar sus rasgos de misterio perdido en la sierra.

Sobre el doble anfiteatro cortado, ya en la línea pe-dregosa de cumbre de pendiente atenuada y con resaltesmenores, prosiguen dispersos el matorral de altitud y lasformaciones herbosas entre los guijarros y en terracillaspor pendientes donde se mueve el sustrato, pero nuestraexcursión, que aún tenía que visitar Valsaín y La Granjano llegó a tal cota en esta ocasión. Puede que acaso sínos viera a nosotros un pequeño pájaro propio sólo delos altos relieves, el acentor alpino, símbolo quizá de to-dos los significados de este lugar.

En este recorrido final de la ascensión, que culmina-mos al borde de la Laguna Grande de Peñalara, se estárenaturalizando un espacio único y muy valioso en elGuadarrama que estuvo, no sé si sólo con torpeza, ato-londradamente o incluso inicuamente, artificializado poruna inoportuna estación de esquí y amenazado por susobras e incluso por directos propósitos de urbanizaciónen altitud. Desde el año 1990 este espacio fue recobradopara la naturaleza por una expresa acción de políticaconservacionista (que lo recalificó como Parque Natu-ral) y los paisajes perdidos empezaron a volver tras de-moliciones de artefactos, restauraciones de desperfectosy una gestión encaminada al retorno a un medio similaral anterior al asalto y abatimiento que experimentó en eldecenio de los setenta del siglo XX. Fue tal decisión deretorno un reparador acto de civilización y un ejemploirradiante de preservación de la naturaleza para todo elGuadarrama. Nunca estaremos suficientemente agrade-cidos a tal proceso de recuperación del paisaje. Lo únicoque deseamos es, por un lado, que no nos lleve el loableafán restaurador más allá del límite de lo natural, y, porotro, que no se acantone aquí el impulso sino que tras-cienda a la sierra en su conjunto.

Nicolás Ortega, director de las jornadas, nos guióluego por el frondoso Valsaín camino del palacio y sus

FIG. 24. Dibujando las morrenas de Peñalara (2006). De izquier-da a derecha: Alicia Vadillo, Antonio López Ontiveros, Juan F. Ojeda,Jacobo García Álvarez, Eduardo Martínez de Pisón, Isabelle Degré-mont y Danièle Laplace-Treyture. Fotografía de Nicolás Ortega.

Page 14: Excursión por la Sierra de Guadarrama - … · bién una idea, es un legado de peñas, pinares, robledos y prados y, a la vez, una herencia cultural. Esas corrientes ... Península,

EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE GUADARRAMA 191

jardines en San Ildefonso, en un complemento profundoque terminó el trazado íntegro del perfil madrileño y se-goviano del Guadarrama hasta el atardecer en la lindeentre el refinamiento del hombre y el poder del bosqueque iba siendo ganado por la penumbra. Entre los textosque nos entregó hay uno de la Sociedad para el estudiodel Guadarrama, de 1886, donde se escribe que «paraconocer un objeto es indispensable verlo» y que las ex-

cursiones son uno de esos medios para ver. Rebeldescontra el vicio cultural de «prescindir del examen direc-to», propugnaron las excursiones como «una protestaenérgica contra este sentido», para «estudiar la naturale-za en medio de ella». Esta excursión nuestra por el mis-mo Guadarrama fue también un modo de sumarnos aesa estupenda rebeldía.– EDUARDO MARTÍNEZ DEPISÓN

FIG. 25. Formas glaciares de Peñalara. Dibujo de Eduardo Martínez de Pisón.

Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto de Investigación SEJ2004-03777, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y el FEDER.

Recibido: 19 de marzo de 2007Aceptado: 24 de julio de 2007