Exposiciones de arte actual en Zaragoza. Reseñas escogidas...

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  • exposicionesde arte actual en ZaragozaReseñas escogidas1962-2012

  • Ángel Azpeitia Edición y selección a cargo de Jesús Pedro Lorente

    exposicionesde arte actual en ZaragozaReseñas escogidas1962-2012

  • AZPEITIA, Ángel

    Exposiciones de arte actual en Zaragoza : reseñas escogidas 1962-2012 / Ángel Azpeitia ; edición y selección a cargo de Jesús Pedro Lorente. — Zaragoza : Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2013

    738 p. ; 23 cm. — (De Arte ; 1) Bibliografía: p. 18. — ISBN 978-84-15770-30-5

    LORENTE, Jesús PedroArte–S. XX7.036:061(460.224)(049.32)

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    © Ángel Azpeitia y Jesús Pedro Lorente© De la presente edición, Prensas de la Universidad de Zaragoza

    1.ª edición, 2013

    Colaboran en la publicación de este libro: Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, Instituto de Estudios Altoaragoneses, Institución «Fernando el Católico» (n.º 3217), Asociación Española de Críticos de Arte, Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública y Heraldo de Aragón.

    Colección: De Arte, n.º 1

    Diseño de la cubierta: Inma García. Prensas de la Universidad de Zaragoza

    Prensas de la Universidad de Zaragoza. Edificio de Ciencias Geológicas, c/ Pedro Cerbuna, 12. 50009 Zaragoza, España. Tel.: 976 761 330. Fax: 976 761 [email protected] http://puz.unizar.es

    Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

    Impreso en EspañaImprime: Servicio de Publicaciones. Universidad de ZaragozaD.L.: Z-129-2013

  • La crítica de arte, que en puridad es una dedicación muy adoles-cente, en cotejo con otras literarias, ya se está deteriorando, pese a su juventud, víctima de numerosas enfermedades que no procede enumerar aquí. Puede ser que la suerte le juegue la mala pasada de devolverla a solo cuestión técnica, o a hacerla degenerar —y eso es lo que más me temo— en pura palabrería. Pues bien, he aquí un razonable argumento para empeñarse en trazar un panorama retrospectivo de estimaciones, procedentes de los textos que fueren, los más dispares entre sí. En los que se hallarán modelos de lo que se debe o no se debe hacer, siempre que se deje de creer que estamos inventando todo.

    Juan Antonio Gaya Nuño Historia de la crítica de arte en España, 1975

  • Esta publicación es un compendio de la excepcionalmente larga trayectoria como crítico de arte de Ángel Azpeitia, pues lleva cincuenta años reseñando la actualidad artística en las páginas de Heraldo de Aragón, un caso único en toda España desde que empezó a existir este oficio periodístico. Pero también se plantea este libro como una reivindicación del papel que Zaragoza ha desempeñado en la promoción del arte más reciente, con sus salas y galerías de exposiciones, sus medios de comunicación, y sus expertos, que han creado un público aficionado a la vez que muy bien informado.1 Ahora que tanto se reivindica el punto de vista de las periferias, en contrapunto a la versión dominante emanada de las grandes capitales, parece oportuno ofrecer una visión crítica de las aportaciones artísticas del último medio siglo, desde la perspectiva de un lúcido observador de provincias. Si es que cabe emplear todavía esa castiza ex-presión, en un mundo tan globalizado…

    Me apresuro a aclarar que Ángel Azpeitia ha sido siempre un hombre cosmopolita, muy viajero e informado: un comentarista muy al día de las últimas novedades inter-nacionales, como prueban las citas o referencias a artistas o corrientes artísticas de varios continentes y a pensadores universales —en particular, Umberto Eco— vertidas en sus libros o en sus artículos para revistas especializadas.2 Incluso en lo que aquí nos concierne, que son sus colaboraciones para Heraldo de Aragón, presuntamente dirigi-das sobre todo al gran público, no faltan alusiones a la teoría de la información, el

    Introducciónjesús pedro lorente

    1 Somosmuchosloshistoriadoresdelarteconvencidosdequenuestrotrabajoyanopuedecentrarse,comoentiemposdeVasari,enlabiografíadelosartistas,sinomásbienenunamplioestudiodelcontextodeproducciónyconsumodelasobrasartísticas,especialmenteenloreferentealartecontemporáneo,puestanimportantescomo loscreadoressonahora losnuevoselementosde intermediaciónentresusobrasy la recepciónpúbli-ca.Contamos ya con excelentes librosdedicados a lasprincipales exposicionesde arte en lamodernidad yposmodernidad,ynopocossobre fuentes textuales,e inclusosobre lahistoriade lacríticaartística: remitoalabibliografíacitadapor laprofesoraAnnaMariaGuaschque,aunandotodasesasespecialidades,ofrecióunejemplarestudiosobremediosiglodeexposicionesquepresentaronalpúblicolasnuevastendenciasartísticasysuscorrespondientes textos (Guasch,1997).Peroeseampliopanoramamundial,dondecincuentaañosdehitosexpositivosinternacionalessecomentanconextractostextualesdesuscatálogosy/odelasreseñascríticascorrespondientes,hadecomplementarseconestudioslocales,quedenaconocerlasexposicionesylostextossobrearteactualsurgidosenotrasciudades,fueradelasgrandescapitalesartísticas.

    2 Deentresusnumerosaspublicaciones,importaaquídestacarsobretodoundiccionariodeterminologíadelacrí-ticaactual,dondeabundanlostérminoseninglésuotrosidiomasylasreferenciasarecientescorrientesartísticasinternacionales(Azpeitia,2002).Sucurrículumcompleto,ymuchasinformacionesbiográficasdetodotipo,hansidorecogidasenellibroÁngelAzpeitia: Historiador y crítico de arte: Intensidad radial 1933-2012(Pérez-Lizano,2012).

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    estructuralismo y la simbología para consumo de los expertos e iniciados. Pero esas colaboraciones periodísticas se las planteó en todo momento como un trabajo de notario de la actualidad artística zaragozana, para dejar constancia de todo, tanto de lo que le gustaba mucho como de lo que no le interesaba nada. Concienzudamen-te, sus reseñas de exposiciones han sido escritas como una fuente histórica que que-dase para la posteridad como testimonio de la vida cultural zaragozana, poniendo meticuloso empeño en cartografiar todo lo expuesto en las salas y galerías de la ciu-dad, desde las más ilustres a las más modestas. No obstante, también ha comentado en dicho periódico no pocas exposiciones en el resto de la provincia, como el espacio artístico abierto por Enrique Gastón en Jaulín a finales de los ochenta, las convocato-rias de talleres de escultura en Calatorao o los concursos del Premio Pradilla en Villa-nueva de Gállego. Más raro ha sido que se ocupase de novedades en el resto de Ara-gón, porque la actualidad cultural en Huesca y Teruel ha sido cubierta por otras firmas colaboradoras en las ediciones y suplementos especiales de Heraldo de Aragón para esas provincias; aunque también hay casos señalados, como la inauguración al público del techo pintado por Antonio Saura en la Diputación Provincial de Huesca. Y solo excepcionalmente ha reseñado certámenes fuera de Aragón, para comentar, por ejemplo, la presencia aragonesa u otras participaciones artísticas relevantes en las Exposiciones Nacionales de Madrid, o en las ferias de ARCO, o sus valoraciones como crítico acreditado en la Bienal de Venecia. Pero incluso allí su mirada era la de un crí-tico zaragozano, y Ángel Azpeitia se siente tan orgulloso de ello que, por expreso de-seo suyo, esta antología solo recoge artículos publicados en el diario decano de la prensa aragonesa, dejando de lado sus colaboraciones en revistas especializadas de ámbito nacional, como la madrileña El Correo del Arte o la barcelonesa Revistart.

    Con todo, también por indicación suya, esta compilación evita pecar de excesivo loca-lismo pues, por más que la actualidad artística zaragozana suela estar protagonizada en buena medida por exposiciones de autores aragoneses, hubiera sido muy reiterati-vo ofrecer un exhaustivo seguimiento de nuestros paisanos. Además, existe afortuna-damente en nuestro contexto un rico filón de publicaciones y catálogos dedicados a artistas aragoneses,3 mientras que son más raros los estudios sobre la recepción en Aragón de autores y tendencias foráneos. Por eso, solo en casos de nuestros artistas más señalados se han incluido aquí hasta un máximo de tres o cuatro artículos mono-gráficos de diferentes épocas, para que sea más extenso e interesante el muestreo geográfico, de autores y de tendencias representados. En cambio, tras meditarlo lar-gamente, no he incluido otros textos ensayísticos o de crónica social publicados por

    3 elpropioAzpeitiafueunodelosprincipalesresponsablesdeundiccionariodeartistasaragonesescontemporá-neos,obradeautoríamúltiplequesuelesercitadaporsunombre,yaqueescribióelprólogogeneralennombredetodoslosimplicados(Azpeitia,1983).Ademásdelabibliografíarecogidaluegoenotrogranestudiodecon-juntosobreartesplásticascontemporáneasenAragón(Lomba,2002),seencontraránaportacionesconvaliosaspuestasaldíadeinformaciónenlasactasdedosrecientesColoquiosdeArteAragonésn.ºXII(GiménezyLomba,2009)yXIII(GarcíaGuatas,LorenteyYeste,2009).

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    Ángel Azpeitia en Heraldo de Aragón, ni siquiera las emocionadas necrológicas que dedi-có a grandes artistas consagrados —como Picasso, De Chirico, Benjamín Palencia o Pablo Serrano— o artistas a los que le unía amistad personal —como Luis Marín Bos-qued, Javier Ciria o Francisco García Torcal—. Por tanto, esta antología no incluye tex-tos sobre noticias y se centra en el discurso crítico e interpretativo suscitado por la con-templación del arte en exposiciones públicas. Y admira comprobar que, a pesar de lo que digan muchos quejumbrosos, en el último medio siglo el público zaragozano ha podido tener acceso de primera mano a las obras de muchos nombres de la escena es-pañola e internacional, aunque también hay que reconocer clamorosas ausencias, y un cierto décalage cronológico en tantos casos, que nos llegaron aquí con años de retraso.

    Otro criterio complementario seguido al escoger los artículos, ha sido ofrecer un amplio abanico de técnicas artísticas: no solo pintura y escultura, sino también dibu-jos, obra gráfica, esmaltes, cerámicas, cristales, forjas, tapices u otros medios. Inclu-yendo la fotografía, aunque nuestro protagonista no ha hecho habitualmente muchas reseñas de exposiciones fotográficas, ya que durante años fueron la especialidad de sus colegas Mercedes Marina y Héctor López. En cuanto a la actualidad sobre cine o arquitectura suele corresponder a otras firmas y secciones en Heraldo de Aragón. Esto mismo ocurre en otros periódicos nacionales, donde las páginas sobre cine y artes escénicas van aparte de las que comentan la actualidad artística, en las cuales, por cier-to, rara vez se habla de otra cosa que no sea exposiciones. Por eso, como es infrecuen-te que haya exposiciones de arquitectura, urbanismo o arte público, las novedades re-lativas a estos aspectos de la historia artística zaragozana, apenas han sido comentadas por Ángel Azpeitia, salvo de forma indirecta, en algunas de sus reseñas sobre muestras en salas y galerías. Eso sí, quizá porque fue catedrático en la Escuela de Artes y Oficios antes de ser profesor en la Universidad de Zaragoza, ha mostrado siempre gran interés por la artesanía, el diseño gráfico, el cómic, la publicidad u otros terrenos fronterizos del campo artístico. Igualmente, ha profesado, por lo general, un gran respeto a lo que en inglés se denomina hermosamente outsider art, pues ha reseñado a menudo exposi-ciones de trabajos infantiles, de enfermos mentales, de cursillos ocupacionales, y mu-chos artistas amateurs. Algo de eso se trasluce también en mi selección que, dada la alta proporción femenina en estos lindes entre artistas profesionales y no profesionales, tiene un elenco de mujeres artistas representadas muy superior al habitual en otras miradas panorámicas sobre nuestra escena artística reciente.

    Porque más que un muestreo representativo de las críticas de Ángel Azpeitia y/o de cómo ha sido la realidad artística zaragozana en los últimos cincuenta años, este libro es característico de nuestras miradas y reflexiones presentes, pues evidentemente he realizado la selección con criterios actuales, pensando en los intereses del público del siglo xxi. Es un planteamiento que deriva del propio magisterio del homenajeado, quien siempre ha insistido en que hay que considerar con ojos de hoy incluso las obras de los maestros de siglos pasados. Pero, contrariando los deseos del protagonista, no he incluido aquí ninguna reseña de exposiciones de arte histórico. Ángel Azpeitia ha

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    escrito enjundiosos comentarios sobre muestras zaragozanas de arte medieval, rena-centista, barroco, decimonónico, de las vanguardias modernas u otros periodos; algu-nos fueron textos publicados también en su sección de crítica artística en Heraldo de Aragón de los que se siente muy orgulloso, y que desde su punto de vista constituyen también importantes aportaciones como crítico de arte. Él sigue en ese criterio a vene-rables autoridades como José Camón Aznar, Juan Antonio Gaya Nuño y tantos otros partidarios de una amplia definición de la crítica de arte basada en Benedetto Croce. A mí me resulta difícil discrepar de esa tradición intelectual según la cual sería en teo-ría imposible trazar una división cronológica entre el trabajo de los historiadores del arte y los críticos de arte; pero estos tienen como labor preferencial, tal como en la práctica es entendido ese oficio por la sociedad, interpretar el arte coetáneo. Por eso, como criterio para esta compilación, yo he eliminado aquí las reseñas de exposiciones protagonizadas por arte o artistas pretéritos, para centrar la atención en los textos refe-ridos a artistas vivos. El título «arte actual» es una nomenclatura muy típica de Azpeitia.

    También he prescindido de la mayoría de las críticas negativas, por dos razones fáciles de comprender. La primera es que, por lo general, cuando Ángel Azpeitia ha repro-bado sin ambages algunas exposiciones, eran tan obviamente mediocres que hubiera resultado cruel recordar para siempre por aquel pecadillo a quienes lo habían perpe-trado. En segundo lugar, porque de haber escogido muchas no hubiera sido esta se-lección muy veraz e históricamente representativa de su carrera como crítico, pues casi siempre ha tenido palabras de aliento para todos, incluso cuando le ha tocado comentar cosas que no le gustaban mucho. Buena prueba de ello es el paradójico comentario que dio el 9 de noviembre de 1967 sobre la primera exposición de Josep Guinovart en Zaragoza, montada en la Galería Galdeano: «Su pintura —bueno, es un decir— no es de las que a mí más me agradan. Pero es necesario prestar el máximo interés a todo lo que nos desconcierta». Algunos otros comentarios picantes de este tipo sazonan a los artículos de esta antología donde, como doble criterio general, he procurado escoger reseñas atractivas de exposiciones interesantes.

    Un tercer criterio, que he tenido en cuenta para descartar algunos textos, ha sido no reeditar ninguno que hubiera aparecido tal cual en otras antologías.4 Por cierto, a di-ferencia de lo que suele ser habitual en este tipo de compilaciones, en esta todos los

    4 ÁngelAzpeitiayaeditóhacediezañosunaseleccióndesuscríticasdearte,concretamentealgunasdelasre-señasdeexposicionescelebradasenlaSalaLuzándelaCAi,recogidasenunlibropublicadopordichaentidadconmotivodelveinticincoaniversariodeesasala(Azpeitia,2003);peroreescribióyrecortópárrafosenterosdelosartículosoriginales…comotantosotroscríticosquesehanvistoentaltesitura,incluidounodelosmásfamo-sos,ClementGreenberg,cuandoeditósupropiarecopilaciónde1961tituladaArt and Culture.esasreseñasdelaSalaLuzán,portanto,soloaparecenaquícuandoelartistaencuestiónnoestababienrepresentadoenotrosartículosy/oeltextooriginalhabíasidomuyretocado.tampocoheconsideradooportunovolverapublicarahoraeltextodeÁngelAzpeitiaqueyaseleccionéparaunaantologíahistóricadelacríticadeartepublicadaporPrensasuniversitariasdeZaragoza,dondeincluísureseñadelaexposicióndeisabelGuerraenlaLonjaennoviembrede2000(Lorente,2005:656-658).Sobresuscríticasentornoalaesculturadelosañosochentaexisteyaunestudiopublicado(Landíbar,2001).

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    artículos se incluyen íntegros, para otorgarles un trato riguroso como documentos his-tóricos, sin sacar de contexto párrafos o frases, ni desvirtuar la estructura y estilo típicos del autor. Ni siquiera me he atrevido a puntear los textos con notas al pie, para no agrandar más todavía la considerable extensión del libro. Mi labor como «editor» de la recopilación ha consistido, por tanto, en escoger las mejores reseñas, dura tarea en la que afortunadamente he contado con la ayuda del propio autor. Solo se han hecho algunos mínimos cambios para corregir gazapos de imprenta, enmendar errores en el escaneo de los textos, o actualizar el uso de tildes a las nuevas normas ortográficas.

    Así pues, en seguida podrán reconocer los lectores, cualquiera que sea la página por la que abran este libro, la personal escritura y argumentos de Ángel Azpeitia, siempre tan fiel a sí mismo. Los principales cambios que se perciben en su larga trayectoria como crítico de arte en Heraldo de Aragón suelen ser extrínsecos, consecuencia de las variaciones de formato, equipos o planteamiento de las páginas sobre actualidad artís-tica en dicho periódico.5 En los años sesenta y setenta había más referencias «de socie-dad» sobre las inauguraciones, las personalidades que asistían o los conciertos u otras formas de amenización cultural ofrecidas. En los ochenta las reseñas son más nume-rosas a la vez que más extensas, pero también más literarias, seguramente influido por la vis tan retórica que cobró en general la crítica de arte en la posmodernidad. Con el cambio de siglo, empieza a haber rótulos secundarios que segmentan sus artículos. Pero importa sobre todo, notar que a medida que han pasado los años y nuestro protagonista ha ido cobrando conciencia de su veteranía e insigne estatus en el oficio de crítico,6 ha ido centrando sus comentarios no tanto —o no solo— en el arte, sino también en el propio discurso. Esto ha agudizado su ya habitual tendencia a la autorreferencialidad metacrítica, hasta el punto de no conformarse con informarnos sobre otras exposiciones pasadas que había reseñado anteriormente del artista que ahora se disponga a comentar —citando incluso entre comillas frases o párrafos ente-ros de sus antiguas críticas—, sino que, además, intercala en los últimos años algunas consideraciones sobre qué es la crítica, qué teóricos le vienen a la mente al ponerse a escribir sobre la exposición en cuestión, etc.

    5 Apartirdel14-Xi-76suscolaboracioneshabitualesdeHeraldo de Aragónseconviertenenunapáginafijasemanaltitulada«De Arte».endiciembredeeseañoempezóacolaborartambiénenellaLuisj.GarcíaBandrés,hastaoctubrede1981.Desdeel1-Xii-88,porcambiodeformato,lasecciónseamplíaadospáginas.enfebrerode1995,vuelveaunapágina.Desde2002vanenunaodospáginasenelsuplementoculturaldelosjueves«ArtesyLetras».tambiénvancambiandoeincrementándoselosdemásautoresdereseñas.Desdeel1-V-1986lasecciónsobreartecontabaconlasfirmasfijasdeÁngelAzpeitiayMercedesMarina.Desdeoctubrede1990,lasreseñasdeexposicionesvananombredeÁngelAzpeitiayHéctorLópez.Desdefebrerode1994vanfirmadasporÁngelAzpeitia,HéctorLópezyPedroPabloAzpeitia.Desde2002llevanlosnombresdeÁngelAzpeitia,PedroPabloAzpeitiayAlejandroratia;apartirdeabrilde2009dejadecolaborarPedroPabloAzpeitiaylesustituyericardoGarcíaPrats.

    6 Ganóen1983elPremionacionaldelaCrítica«CamónAznar»,yen1988elPremionacional«CorreodelArte»alamejorlaborcrítica.FuepresidentedelaAsociaciónAragonesadeCríticosdeArte(AACA)desdesufundaciónen1986hasta1994,ypresidentede laAsociaciónespañoladeCríticosdeArte (AeCA)desde1994a2001(actualmenteespresidentedehonor).

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    Por lo demás, no ha variado apenas en medio siglo de labor ininterrumpida —salvo por graves problemas de salud, de marzo a mayo de 2006 y entre abril de 2008 y sep-tiembre de 2011—, ni su estilo ni sus planteamientos. Siempre ha sido partidario acérrimo de las frases cortas, muy propias de la prosa periodística, hasta el extremo de separar con puntos oraciones subordinadas, y hasta frases sin verbo. El resultado es un ritmo sincopado, como los de la escritura en verso, que parece recalcar individual-mente cada afirmación, por más que sean cavilaciones continuamente contrapuntea-das por matizaciones en frases adversativas o de relativo. Otro rasgo estilístico muy suyo ha sido siempre evitar la primera persona del singular, con circunloquios como «el abajo firmante», «quien escribe», u otros artificios que eludan el «yo» tan ardien-temente cultivado por Baudelaire o tantos otros colegas de oficio partidarios de una crítica rabiosamente personal y subjetiva. Quienes le conocemos, y sabemos con qué rotundidad se expresa en privado, o incluso le hemos visto en ocasiones enardecido como un Júpiter Tonante, siempre nos hemos pasmado por su contención al escribir para Heraldo de Aragón. El discutidor implacable, que verbalmente es capaz de lanzar duros comentarios al más pintado, por escrito rara vez ha llegado a descalificar rotun-damente nada, dulcificando siempre sus pullas con algunas matizaciones. Pero si du-rante más de medio siglo ha ejercido el oficio sin «quemarse» ni granjearse demasia-das enemistades, en una ciudad de provincias donde el mundillo artístico es tan reducido, ha sido seguramente gracias a saber medir bien sus palabras, combinando juicios negativos con alabanzas.7 En sus inicios profesionales hacía severas reseñas decididamente reprobatorias, luego fue adoptando un punto de vista más distanciado e irónico, procurando ejercer una crítica constructiva y optimista, como comentaba él mismo al reseñar el 12 de enero de 2012 una exposición de la Academia de San Luis en el palacio de Montemuzo, que en otros medios había sido muy fustigada: «la crítica sirve para informar al que mira, acompañarlo y facilitarle la comprensión de la obra, y no tanto para descubrirle sus defectos, más que sus virtudes».

    Ahora bien, mientras otros críticos eluden completamente la emisión de juicios de valor, y prefieren limitarse a una crítica descriptiva e informativa, Ángel Azpeitia siempre ha sostenido que hay que partir de oportunas dosis de información, para pasar luego a la interpretación, que oriente al lector, y sin eludir las valoraciones.8

    7 elactualpresidentedelaAsociaciónAragonesadeCríticosdeArte,quenotienepelosenlalengua,hacomen-tadorespectoaesteequilibrioymesura:«DeÁngelAzpeitia,sinduda,avalorarsuanálisissereno,elusoenocasionesdeunsutildoblelenguaje,esaambigüedadcalculada,tandifícildecaptarparaelnoentendidoylainapreciableutilizaciónderecursoshistóricoscuandoeltemalorequiere.Suscríticas,vistasenconjunto,ofrecenunaingentecantidaddedatos,tannecesariosparafuturostrabajos»(Pérez-Lizano,2011).

    8 Ya en una conferencia sobre la función de la crítica que impartió dentro de las jornadasArtístico-CulturalesAragonesasdelaAgrupaciónnacionalSindicaldeBellasArtes(AnSiBA),reseñadael20dediciembrede1974enHeraldo de Aragón,serefirióÁngelAzpeitiaalacríticaespañolacontemporánea«señalandocomoelemen-tosmáscaracterísticosdelamismasusjuiciosdevalor,susfactoresdescriptivos(queayudanalespectadorysignificanunciertodidactismoen lamisióndelcrítico)y laconcordanciadelcríticocon la intencionalidaddel

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    De hecho, continuamente ha concebido así sus reseñas, a menudo estructuradas en este orden, presentándonos primero al artista con datos informativos y analizando luego la enjundia e interés de la exposición en cuestión. Aunque en ocasiones empie-za ya afirmando que la muestra comentada es importantísima, de primera categoría. O aborda abruptamente el comienzo con otras frases sorprendentes, que captan la atención del lector, como en el sarcástico comentario sobre una exposición en el Pa-raninfo publicado el 28 de abril de 1994, que se abre con tanta rotundidad: «Dicen, cuentan que los han censurado. Tan frescos, tan provocativos, tan majos, tan panta-gruélicos, tan agudos. Los malconocen. Y les estropean el invento». Luego suele sere-nar el ánimo, en la parte central de sus artículos, en donde quiero destacar —pues son dos aspectos que muchos críticos pasan por alto— que él siempre se muestra muy atento a comentar el montaje expositivo y los textos del catálogo —o la ausencia de catálogo—. También procura adaptar su modo de ejercer la crítica a lo que comenta: mientras que al arte realista más académico lo juzga por criterios tradicionales como el análisis de perspectivas o acabados, a la pintura abstracta le suele aplicar valoracio-nes formalistas, y al arte conceptual comentarios semióticos, etc. Incluso ha amolda-do tanto sus artículos al estilo del artista comentado, que ha llegado a emular el fervor de una pintora-poetisa como la cubana Nivaria Tejera o el lenguaje coloquial de al-gún joven contestatario como Darío Corbeira. Por último, el final suelen ser palabras alentadoras. Incluso nuestro protagonista tuvo durante años la costumbre de acabar siempre todas sus reseñas invitando a los lectores a visitar la exposición en cuestión.

    En definitiva, se ha comportado como un intérprete que ofrece sus comentarios para servir de ayuda a sus lectores, pero animándoles siempre a ver y valorar las obras con sus propios ojos e ideas. Pocos habrán dado tantas muestras de liberalismo en el gusto estético. Jamás ha pretendido el papel de valedor de determinado grupo o corriente artística, como Pierre Restany con los nouveaux réalistes o Achile Bonito Oliva con la transavanguardia, por citar dos autores de este tipo nombrados a menudo en sus artícu-los. Eso no quita para que, como todos los críticos, le guste presumir de haber acertado al vaticinar el éxito de algunos artistas cuando eran jóvenes principiantes, como José Manuel Broto o Lara Almárcegui. No ha escondido nunca sus preferencias, pues a menudo se define a sí mismo como un hombre de la generación del informalismo y del neodadaísmo: le encanta el art brut, así que Jean Dubuffet ha sido uno de sus

    autor».estoúltimopareceunaalusiónaCamónAznar,quiengustabadeafirmarquelacríticanoconsistíatantoenemitirjuiciosdevalor,sinomásbienencrearuntextoensimpatíaconlapropiapulsiónestéticainherentealaobracomentada.Pero,aunquecadavezhayamásescépticossobreelpapelylainfluenciarealdeloscríticosenelsistemaartístico(BirnbaunyGraw,2008),ÁngelAzpeitianuncahaperdidosufeenestalabor.enunartículopublicadoenHeraldo de Aragónel21-Xi-2012reclamabaunanecesariareflexiónsobre«elalcancequelasopi-nionesaparecidasenlosmediostienenparapromoverlasartes»,yconcluíaaseverando:«Descalificaralacríticaenconjuntoresultaingenuo.osuponeciertasdosisdedogmatismo.Desconocesuimportanciaparacentrarloqueacontece,valorarloysugeririnterpretacionesyprioridades.Quienleniegacualquiervalidezescomoelque,enciencias,ignoraelcriteriodelacomunidadcientíficainternacional.Quenoesartículodefe,nitampocodesde-ñablesinmotivo».

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    artistas internacionales favoritos; mientras que entre los españoles Lucio Muñoz desta-ca entre los que más han acaparado sus alabanzas. Tampoco ha tratado de disimular sus fobias, y a veces se trasluce bien a las claras su desconfianza hacia los artistas realis-tas, sobre todo si utilizan la denominación «realismo mágico» como prueban sus co-mentarios sobre Antonio López al reseñar el 15 de octubre de 1992 una exposición presentada en el Centro de Exposiciones de Ibercaja. En cambio, entre los artistas aragoneses, siempre ha tratado con respeto a pintores de un realismo muy académico como Miguel Ángel Albareda o Enrique de Vicente Paricio; aunque obviamente le entusiasmasen mucho más los que abstraen a partir de la realidad, como Virgilio Al-biac, Martín Ruiz Anglada o Ángel Aransay. Más todavía se ha apasionado por nuestros informalistas: sobre todo Juan José Vera, Daniel Sahún, Manuel Viola, Salvador Victo-ria, José Orús, o Francisco García Torcal; pero, tras un encontronazo9 inicial con el Grupo Zaragoza, ha mostrado sobre todo su apoyo decidido por otros colectivos como Tierra, Ágora, Intento, Azuda-40, Forma, LT, la Hermandad Pictórica, Algarada, Colec-tivo Plástico, Trama, Somatén Albano, Zotall, Radiador, Écrevisse, etc.

    De todos ellos, y sobre muchos otros artistas, se hallarán informaciones interesantes en estas páginas y, a la vez, queda retratada la actividad de las galerías y salas institucionales que han dado tanta vitalidad a la escena artística zaragozana en los últimos cincuenta años. Como se comprobará, Ángel Azpeitia siempre tuvo palabras de ánimo para los galeristas, y hay aquí abundantes reseñas protagonizadas por las inauguraciones o cie-rres de estos espacios comerciales. Sobre algunos tan históricos como Libros, Kalos, Atenas o Miguel Marcos ya hay bibliografía especializada; pero a través de estas páginas recuperaremos la memoria de muchas que ya no existen, algunas de las cuales conta-ron con su especial predilección, como Pata Gallo, Caligrama, CAZ, etc. Hay un busca-do equilibrio entre las salas expositivas de asociaciones no venales, o ligadas a obras culturales de entidades financieras aquí representadas, aunque hay tres casos justa-mente destacados, como un pódium triunfal, que corresponde a la Sala Luzán u otras dependientes de la CAI, junto con las de Ibercaja y el Banco Zaragozano. Entre los

    9 el30-Xii-1964ÁngelAzpeitiapublicóenHeraldo de Aragónunartículotitulado«ApropósitodelGrupoZaragoza»,respondiendoalasreclamacionesquehabíanenviadoaldiariovariosprestigiosospintoreszaragozanosquepro-testabanporladenominaciónadoptadaporelGrupoZaragoza,pornorepresentar,enmodoalguno,alatotalidaddelospintoresplásticosdelacapitalaragonesa.elcríticoaclarabaqueelnombreadoptadoporricardoSanta-maría,juanjoséVerayDanielSahúndeningúnmodopodíasignificar«ningunaunióndepintoreszaragozanosquedesgraciadamentenoexiste.tampocorecogelomássignificativodenuestroartedevanguardia.Paraello,lefaltanalgunasfirmasimprescindibles».el6-i-1965elperiódicopublicóuna«CartaabiertadelGrupoZaragoza»,enlaqueargumentabanquesunombreeraunhomenajeala«escueladeZaragoza»,denominacióninventadaporelcríticofrancésjeanCassouparalosPórtico,utilizadaporotrosseguidoresabstractos;pero«paranoherirsusceptibilidadesdeotrasescuelaslocales,oficialesoprivadas,yparaevitarsiguieranconfundiéndonosconungrupoescolaroescuelaposeedoradenormasparahacerarte,decidimoslasupresióndeescuela,reduciéndolaaGrupoZaragoza,denominacióngeográfica,alaque,comohijosdelaciudad,tenemosderecho,talcomoelse-ñorAzpeitiareconoce».Ysedeclarabanabiertosacuantosartistaszaragozanosquisieranintegrarseenelgrupo,citandofinalmenteunasentenciadeConfuciofavoritadeSantiagoLagunas:«valemásencenderunahumildevelaquemaldecirlaoscuridad».

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    museos, como es natural, hay un particular seguimiento del Pablo Serrano y algunas críticas sobre la larga gestación de su nueva concepción como Centro Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneo;10 sin que falten tampoco reseñas de exposiciones en el Museo Pablo Gargallo, en el Museo Camón Aznar y en el Museo de Zaragoza, en la medida en que hubo exposiciones de arte contemporáneo. Pero la artillería dialéctica se la reservó siempre Ángel Azpeitia para la política cultural de las instituciones, que a través de sus premios, exposiciones y encargos han consagrado unas líneas de actua-ción sobre las que a menudo ha polemizado en sus reseñas para Heraldo de Aragón. Un motivo recurrente de sus quejas fue la ausencia de una Facultad de Bellas Artes, que solía esgrimir al comentar el voluntarismo y escasos medios de la Escuela de Artes: su vinculación con esta institución se nota en la atención con que siguió sus exposiciones y la carrera de sus profesores o egresados. Igualmente, por parecidas razones, se nota el cariño a las exposiciones de la Facultad de Filosofía y Letras o del Paraninfo, y a al-gunos artistas antiguos alumnos de la Universidad de Zaragoza. También la Institución «Fernando el Católico» aparece siempre bien parada, aunque tras el final del franquis-mo le tomó el relevo en estas actividades expositivas la Diputación Provincial de Zara-goza, que a veces sí se lleva algún duro reproche cuando ha flaqueado a juicio del autor la habitual excelencia expositiva en el palacio de Sástago. Más beligerante aún se ha mostrado nuestro protagonista con el Gobierno de Aragón, por la desigual trayectoria de la Sala Hermanos Bayeu, cuando existía. O con el Ayuntamiento de Zaragoza, sobre todo si la calidad media de la oferta artística contemporánea en sus salas más modestas contrastaba a su parecer con exposiciones protocolarias en la Lonja. Con todo, él es el primero en reconocer la excepcional riqueza de la oferta artística zaragozana, de la cual, las páginas siguientes ofrecen un singular testimonio.

    Ojalá sean ocasión de disfrute y aprendizaje para muchos lectores, como lo han sido para mí, a pesar del ímprobo trabajo que me ha conllevado revisar y escoger o descar-tar tantos artículos. He contado con la ayuda eficaz de Manuel Sánchez Oms al esca-near los textos y de María Luisa Grau Tello en la revisión editorial: a ambos quiero hacer constar mi agradecimiento. También he de agradecer efusivamente a Prensas de la Universidad de Zaragoza el entusiasmo con el que en seguida aceptaron publi-car este libro, y también estoy en deuda por su contribución con la Institución «Fer-nando el Católico», el Instituto de Estudios Altoaragoneses, la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, la Asociación Española de Críticos de Arte, el grupo de investiga-ción consolidado «Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública» y Heraldo de Aragón. A veces he pasado un poco de vergüenza al tener que porfiar ante ellos en un papel de pedigüeño, que no esperaba tener que ejercer cuando Ángel me propuso

    10Muchasveceshalamentadolosvaivenesyfaltadeproyectoparaunmuseoaragonésdeartecontemporáneo,singularmentealreseñar,el2demayode1991,laexposicióncelebradaenelMuseoPabloSerrano,olaqueenelmismocentrodabaaconocerlaobragráficadonadaporelcoleccionistarománescolano,comentadael23demayode1996,asícomoladedicadaporesainstituciónaladonacióndeFélixAdelantado,reseñadael2demayode1991.

  • 18 jeSúSPeDroLorente

    esta tarea y la asumí encantado, dejando de lado otros trabajos, entre ellos una anto-logía de los artículos de crítica de arte de José Camón Aznar (espero no haber quema-do todos mis cartuchos, y que si les tengo que volver a solicitar ayudas me vuelvan a abrir sus puertas). Siento mucho que este libro no haya salido a tiempo para las cele-braciones del cincuenta aniversario como crítico de arte de su protagonista, pues ni él ni yo imaginábamos que resultaría tan lento y complicado; en todo caso, nunca me han faltado las palabras de aliento de Ángel Azpeitia, así que a él, sobre todo, he de dar las gracias, pues sin su colaboración en el acopio y revisión de materiales no me hubiera sido posible llevar a buen puerto esta iniciativa.

    Referencias citadas

    AZPeitiABurGoS,Ángelet al. (2002):Diccionario antológico de artistas aragoneses, 1947-1978.Zaragoza,institución«FernandoelCatólico».

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    — (2003):Mirar dentro de la Caja: Exposiciones de la Sala CAI Luzán (1962-1977-2000).Za-ragoza,CajadeAhorrosdelainmaculada.

    BirnBAuM,Daniele isabelleGrAW(eds.) (2008):Canvases and Careers Today. Criticism and Its Markets.Fráncfort:StembergPress-institutfürKunstkiritk.

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    GiMÉneZnAVArro,Cristina,yConchaLoMBASerrAno(eds.) (2009): XII Coloquio de Arte Aragonés: El arte del siglo xx. Zaragoza,institución«FernandoelCatólico»yDeparta-mentodeHistoriadelArtedelauniversidaddeZaragoza.

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    — (2011):Ángel Azpeitia: Historiador y crítico de arte: Intensidad radial 1933-2012.Zaragoza,Aladrada.

  • reseñasescogidas

    1962-2012

  • 15 de mayo de 1962

    Luis Berdejo en la Sala del Palacio Provincial

    Buscando los polos de la representación pictórica, e incluso de todo el Arte, hallamos en uno la forma rígida y tangible, que puede llegar a la ordenación geométrica, mien-tras que en el otro se presenta la expresión cromática, fluida e impalpable.

    A partir de la ruptura de la forma llevada a cabo por el impresionismo, se inician los intentos de recomposición estructural. Particular importancia reviste la aporta-ción del cubismo, que descubre el valor de la resolución geométrica y matemática, ejerciendo influencia sobre artistas de las más variadas tendencias.

    Luis Berdejo es un amante de la forma, de una forma ponderada, de lleno en el camino de la reproducción real. Nada más evidente, liso y directo que sus bodegones. Nada más normal ni más asequible. Tratados con sobriedad y realismo, pertenecen plenamente a la pintura figurativa.

    Desnudos y retratos de admirable corrección, ofrecen una muestra de buen hacer. Algunos, como Figura, son prueba de un dominio que se acerca a la maestría. Pecan quizá de academicismo, si el academicismo es un pecado.

    Pero Luis Berdejo ama la estructura por encima de la semejanza. En ocasiones, se aparta de la exacta reproducción visual, para darnos composiciones que inciden en el neocubismo, con adecuado análisis de línea y color en elementos que no llegan a quedar totalmente aislados. Es aquí donde residen sus mejores aciertos.

    Entre el valioso conjunto, deben destacarse Figura, Peinándose y los tres bocetos, pertenecientes a la última tendencia apuntada.

    30 de junio de 1962

    I Bienal de Pintura, «Premio Zaragoza»

    La Bienal de Pintura de Zaragoza tuvo su primer éxito en la cantidad y calidad de obras presentadas, prueba de una brillante, organización, en la que, con el Ayunta-miento, ha colaborado el pleno de las instituciones de nuestra ciudad. Ahora, se apunta un segundo éxito, quizá de más consideración: la asistencia de un público numeroso. Y aquí radica la extraordinaria importancia de esta I Bienal, en que toda esta labor no se ha hecho para un reducido grupo de entendidos, y ha de tener,

  • 22 ángel azpeitia

    principalmente, una función educadora del gusto. Era, por tanto, absolutamente necesario, y así parece haberlo estimado el Jurado de Admisión, dar cabida a todas las tendencias. De este modo, la extrañeza ante un nuevo sentido estético que, por otra parte, no tenía por qué resultar tan nuevo, desaparecerá cuando se hayan com-prendido sus «reglas de juego». Se ha dicho que ninguna norma hay en arte que no pueda ser removida. Bastará recordar, por ejemplo, las audacias del «Dadá», escuela tan anárquica como efímera, y que, sin embargo, tan poderosa influencia tuvo sobre el surrealismo naciente. En pintura, toda revolución supone una conquista; pero es preciso que los ojos se habitúen a mirar lo adquirido.

    Lo que puede verse en esta exposición no es, hablando en sentido absoluto, revo-lucionario. Es más, la mayor parte de los artistas se mantienen en un tono «digerible» para el público en general. No obstante, significa mucho, si tenemos en cuenta el va-lor medio y las tendencias de las exposiciones que acostumbramos a padecer. E inclu-so es seguramente una virtud que las novedades se presenten de una forma asequible. Es curioso observar las reacciones del Público visitante ante determinados cuadros más o menos abstractos.

    Lo cierto que el tema forzado de paisaje ha supuesto una dificultad para los extre-mos no figurativos. Sin embargo, hay algo en las obras de Enrique Barandiarán y Francisco Sempere. De este último es muy destacable Pintura, con una sólida valora-ción de la materia, que habría que conectar con el movimiento no objetivista y con algunas creaciones suprematistas.

    Más poderosa es la influencia de las escuelas estructurales, con un fuerte sentido de la línea, que encuentran campo apropiado en el paisaje urbano. El mismo cubis-mo, superado o no, ejerce profundo influjo sobre maestros pintores que no pueden olvidar el valor de la forma y la esquematización geométrica.

    Decorativismo y pintura de raíz académica ocupan su amplio e inevitable lugar. Tal vez hubiera podido pedirse una mayor calidad para nuestra Bienal o una más

    rígida selección, ya que una pequeña parte de los cuadros que se exponen no escapan a la categoría de aficionados modestos. Pero lo mucho de positivo supera a lo poco de criticable. Nada hay perfecto, y la Bienal cumple muy afortunadamente su principal función. En un próximo futuro, hay que augurar excepcional resonancia para el «Pre-mio Zaragoza». Tanto el Sr. Gobernador Civil de quien partió la idea de este certa-men, como el Ayuntamiento y cuantos han colaborado en su organización, merecen el mayor elogio.

    La relación de cuadros premiados fue publicada con motivo de la inauguración, y figura en el catálogo, lujosamente editado.

    En la concesión de distinciones, el Jurado se inclinó, con muy buen criterio, hacia obras con seguridad y completa corrección técnica, dentro de los más sólidos valores. Así, se otorgó la Medalla de Oro a Florencia, de José Beulas, que presenta además, en Estrecho de Quinto, un aspecto menos elaborado, pero quizá más expresi-vo. En ambas ocasiones, se aprecia una voluntaria reducción de la gama de color y muy hábil factura.

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 23

    Con la misma idea parecen haberse elegido el segundo y tercer premio: Luis Ber-dejo Elipe, en un cuadro a base de tonos grises, de iluminación muy bien matizada; y Albarracín, de Luis Domingo, con preferencia para el dibujo y excelente dominio de la perspectiva.

    Entre los premiados es forzoso destacar Parcelario, de Alberto Coma Estadella, composición casi cartográfica, con reminiscencias de vista aérea, que se adapta al más estricto sentido de paisaje agrario. Su magnífico equilibrio de color y forma hacen pensar en el abstracto.

    Gran dominio técnico demuestran los tres cuadros de José Puigdengolas; así como la aportación de Jacinto Olivé; Junto a1 río, de Vicente Delgado Rubio; los paisajes za-ragozanos de Andrés Conejo, o la perspectiva de Albarracín, de Baqué Ximénez.

    Sin entrar en detalle, ya que resulta imposible reseñar, ni siquiera de pasada, cuan-to hay merecedor de atención, pueden citarse algunos nombres. Juan Ribera Beren-guer nos ofrece una prueba de su hacer enérgico en Patio de hospital. Con Paseo, de José Cerdá, admiramos la resolución de profundidad y luz. Julián Borreguero nos da su visión personal en Interpretación de Borja. Los Mallos de Riglos, de Mariano Cariñena, sincronizan volumen y colorismo luminoso. Aún habría que destacar el dominio pai-sajístico de Pedro Bustamante; la versión de la tierra aragonesa de Juan Gimeno Gue-rri, y el sentido que Salvador Chordá demuestra para el color puro. A Bernardo San-juán se debe una de las creaciones más interesantes, siendo también notables las obras de Virgilio Albiac, Miguel A. Albareda, Rafael del Real, María Pilar Moré, María Pilar Burges, Martínez Novillo, Vicente García, Antonio Mateo, Antonio Guijarro y varios otros que, insistimos, resulta imposible reseñar.

    El Museo de Bellas Artes ofrece un marco adecuado, resultando excelente el mon-taje y la iluminación. Únicamente hay alguna deficiencia en el conjuntado de luz na-tural y artificial, difícil de resolver.

    En definitiva, la I Bienal de Zaragoza ha constituido un logro sin precedentes, éxito que sin duda ha de aumentar en versiones sucesivas.

    5 de oCtubRe de 1962

    José Beulas, en la Sala Libros

    Magnífica inauguración de la temporada en la Sala Libros. Es sobradamente conoci-do el prestigio de José Beulas, que a sus numerosos galardones añadió recientemente el Premio Zaragoza (Medalla de Oro) de nuestra I Bienal.

    José Beulas sigue trabajando en la mejor de sus líneas, pero cada nueva presenta-ción de sus obras supone un positivo progreso.

    La tendencia a la descomposición geométrica que nos presentó en Florencia, persiste en los aspectos urbanos (Gerona, Ávila), ahora más jugosos, aunque quizá menos elaborados.

  • 24 ángel azpeitia

    Pero lo característico de Beulas es aún su fiel y personalísima interpretación del paisaje aragonés, del mejor de nuestros paisajes: seco, árido, con fuertes contrastes de luz, monótono en la gama, pero lleno de armonías insospechadas. Varias de estas in-terpretaciones de la tierra aragonesa se nos ofrecen ahora junto a Estrecho de Quinto, que ya había tenido ocasión de admirar en la Bienal.

    Este exacto sentido del campo y del sol, de las hileras de viñas y la tierra que se comba, casi viva, es, sin duda, las medida de las enormes posibilidades de Beulas, sin que la acertada realización de visiones más suaves, como los bosques de Odesa, ten-dente a la impresión, puedan alcanzar tanta fuerza.

    Una mención aparte merece su Catedral de Huesca, impecable de técnica, donde la masa carcomida de piedra dorada se contrasta y armoniza con el azul del cielo. Este cuadro puede señalar todavía una nueva dirección igualmente fecunda, porque Beulas es, en monumentos como en paisajes, un ferviente admirador de nuestra región.

    17 de oCtubRe de 1962

    Exposición de Arte Zaragozano Actual

    Patrocinada por la Comisión de Festejos del Excmo. Ayuntamiento, se abrió al públi-co la «Exposición de Arte Zaragozano Actual», de cuya inauguración Heraldo de Aragón dio cuenta oportunamente.

    Esta muestra de arte actual en nuestra ciudad se considera fase previa para la se-lección con destino al «I Certamen Nacional de Artes Plásticas», convocado por el Servicio de Educación y Cultura, certamen que, a juzgar por los objetivos de sus orga-nizadores, está llamado a adquirir notable importancia y hasta, seguramente, a modi-ficar criterios respecto a las nuevas corrientes artísticas, «rompiendo los usuales me-dios de selección», si, efectivamente, no se deja llevar por prejuicios.

    La exposición, efectuada en el Museo de Bellas Artes, ha sido de extraordinario interés, tal vez la más interesante del año. Menos segura, menos hecha que la I Bienal, se ha ofrecido, en cambio, más abierta a los distintos estilos y, por consiguiente, más prometedora.

    Reunido el Jurado, bajo la presidencia de don Antonio Beltrán, se han concedido los premios de la fase provincial, en la forma siguiente: Premio Goya de pintura, do-tado con 15 000 pesetas, a Plaza de la Catedral, de Alberto Pérez Piqueras, con un accé-sit para Montalbán, de María Pilar Moré. Premio Pablo Gargallo, de escultura, a Home-naje a Leonardo, de Ricardo L. Santamaría.

    En pintura fueron admitidas ciento cuarenta obras, varias de ellas, entre las que se cuenta algunas de las más apreciables, fuera de concurso. Así, el Adán y Eva, de Luis Berdejo, los tres cuadros de Mariano Cariñena o las Fluctuaciones, de José Orús, dota-das de poder irradiante y fuerza singular.

    Abundan las tendencias de actualidad, tales como el abstracto que representan Juan José Vera y Ricardo L. Santamaría, verdadero intermedio entre pintura y escultura, que

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 25

    arranca en la búsqueda —casi en la experimentación— de nuevas formas. Este nuevo formulismo no representa la realidad, sino que simboliza los estados esenciales del Uni-verso. En sus «relieves», sobre todo en los de Vera, podría encontrarse un punto próxi-mo a los de Jean Pougny. Hay también otros varios abstractos, entre los que deben des-tacarse los de Santiago Lagunas. En cambio, Daniel Sahún, artista para quien repetidamente hemos apuntado muchas posibilidades, parece evolucionar hacia el in-formalismo, ya que sus arpilleras pretenden más «ser» que representar o simbolizar.

    Una mención especial merecen: Contrapunto, de Rafael del Real, con hábil con-traste de luz; el colorismo de María Pilar Moré, y los paisajes aragoneses de Juan Gi-meno Guerri, cercanos a los de Beulas. Junto con ellos, conviene anotar la obra de Virgilio Albiac, Julián Borreguero, Jesús Unquera, Guillermo Castellano, Ander Isasi, Concepción Andrés, Fany Lozano y Alicia de la Puente. Luis Díez presenta dos cua-dros, en los que el sentido geográfico de la erosión le lleva a un geometrismo próximo a las directrices cubistas. María Pilar Burges expone su proyecto para el mural de un ábside, que sería grato ver realizado. En cuanto al Premio Goya, Alberto Pérez Pique-ras nos da una creación solidísima, con estudio a base de planos iluminados, que nos recuerda inevitablemente a las de Marín Bagüés.

    Fuera de esto, y salvo alguna omisión involuntaria, poco hay que valga la pena, puesto que una buena parte de las obras ni siquiera debieron ser admitidas.

    Por lo que se refiere a escultura, el certamen ha representado una desilusión, en la que no solo tiene parte el escaso número de obras que han concurrido.

    Se ha dicho recientemente que el público otorga su preferencia a la escultura, cansado del engaño que se oculta bajo parte de la pintura extraplástica, exigiendo, al menos, el dominio de una técnica (fundido, talla o modelado). Sin embargo, no es esta nuestra opinión. La necesidad de una técnica artesana resta, en efecto, número de autores, pero la preferencia del público por el arte tridimensional viene del mo-mento que atravesamos. Cada vez que el espíritu artístico se desvía de la sumisión a la realidad o ingresa en el dominio de los símbolos, se da un momento favorable para la escultura. Por ello resulta más decepcionante esta pobre aportación.

    Las mejores posibilidades se centran en Félix Burriel, Ricardo L. Santamaría y Juan José Vera, pudiéndose añadir, a lo sumo, las pequeñas figuras macizas de M. Antonio Urdániz. Entre ellos, Félix Burriel resulta el más seguro, si es que la comparación es fac-tible entre estilos tan dispares. No obstante, Santamaría, más audaz y de tendencia mu-cho más convincente, ha obtenido el Premio «Gargallo», con entera justicia. Su obra abstracta tiene algo de constructivismo, por sus armazones de madera encerrando el es-pacio. No oculta su admiración al movimiento y a la máquina (Homenaje a I. B. M.) En la misma línea sigue Vera, quizá más dado a lo simbólico y expresivo (Après la guerre). También es preciso señalar las forjas de Ulises Paramio y Pablo Remacha.

    Para el «I Certamen Nacional de Artes Plásticas» han sido seleccionados, en pintu-ra: Pérez Piqueras, Moré, Berdejo, Vera, Santamaría, Albiac, Gimeno Guerri, Borre-guero, Orús, Del Real, Sahún, Cariñena y Abenia. En escultura: Santamaría, Burriel y Remacha.

  • 26 ángel azpeitia

    21 de noviembRe de 1962

    Martínez Novillo, en la Sala Libros

    Una de las características que da unidad a la denominada Escuela de Madrid es su apertura a los influjos de la renovación europea. De esta Escuela de Madrid y por lo tanto, con espíritu abierto a cuantos hallazgos puedan aportarse, arranca el excelente pintor Martínez Novillo.

    Martínez Novillo es artista al que resulta forzoso destacar especialmente entre el número, un tanto amorfo, de los que acostumbran a visitarnos. La mayor parte de ellos nos obsequian con una enumeración de premios conseguidos en exposiciones diversas. No queda más remedio que desconfiar. Al parecer, no es muy difícil obtener galardones en un sitio o en otro. Pero hay que insistir en que ahora tropezamos con una excepción: Martínez Novillo ha merecido la Primera Medalla de Pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes y, desde luego, con la máxima justicia. El conjunto de cuadros que pre-senta en la Sala Libros está entre lo mejor, y aun diríamos que es lo más importante que hemos visto en la temporada, si no nos resistiéramos a las comparaciones.

    Su pintura mantiene el contacto con lo figurativo (bodegones o edificación). No obstante, es mucho más actual que la mayor parte de los abstractos, de los que, por lo demás, tiene casi todas las virtudes: cálculo de equilibrios estáticos, relaciones de co-lor y de distancia, situaciones armónicas…

    La obra de Martínez Novillo está profundamente meditada. Nada es dejado al azar; pero al mismo tiempo, sabe escapar del frío razonamiento especulativo.

    Preferimos sus guaches, más brillantes, donde el blanco consigue muy buenos efectos luminosos. Sin embargo, también sus óleos, más densos en color, están dota-dos de poderosa personalidad.

    Con una buena parte de la Escuela de Madrid, ha sufrido influencias cubistas con su secuela de marcha a las estructuras íntimas, prescindiendo del lento montaje des-criptivo. Pero no hay que suponer a Martínez Novillo tan ligado a escuela que no haya alcanzado independencia y originalidad. Está totalmente en posesión de su estilo lo cual ya es bastante decir.

    Hemos de felicitar a la Sala Libros por su acertada selección de expositores.

    7 de diCiembRe de 1962

    Exposición monográfica sobre «Albarracín», de María Pilar Burges

    No se puede ocultar la simpatía por una pintora que, como María Pilar Burges, se entrega totalmente a los temas, se «enamora» de ellos. Si además se trata de algo como Albarracín, es forzoso compartir su admiración.

    La temática no carece de importancia en la obra de María Pilar Burges. Esto, a pesar de que sus buenas calidades texturales y su sentido del color le permitirían in-cluso abandonar la figuración, bastando para demostrarlo la presencia de cuadros

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 27

    como Fósil. Pero estamos ante un episodio de compenetración entre el artista y el objeto. Así le sucedió en Albarracín, como antes le había sucedido en París.

    Idealmente, puede reconstruirse la llegada y la sorpresa. Tras Las murallas, todavía con esquemas compositivos habituales, se deja ganar por el contraste de color y sombra, por la luz intensa del barranco de Santa María. Abordará luego aspectos parciales: tierra o sol, personas o casas, para llegar a la definitiva fusión en su propio autorretrato.

    María Pilar Burges recuerda, sin extremar los parecidos estilísticos, a otra gran enamo-rada del color, Sonia Delaunay, por sus ritmos circulares (Amanecer y Crepúsculo) y también por su nada desdeñable voluntad de aplicación del arte. Ahora hemos podido ver algunas muestras, a las que las forjas de Ramón Bellido prestan adecuado marco.

    Es característico su deseo de nuevas adquisiciones. En lo más lineal, en realizaciones como El despertar, recuerda aún momentos anteriores. Pero ha llegado a aplicar la materia con mayor fuerza, a la manera de pequeños grupos sólidos o granos cereales, y así lo hace, por ejemplo, en Guadalaviar. Prosigue, en una palabra, su excelente evolución.

    La exposición, que consta de treinta cuadros y varios dibujos, ha sido presentada en la Sala del Palacio Provincial, bajo patrocinio de la Institución «Fernando el Cató-lico» y el Instituto de Estudios Turolenses.

    13 de diCiembRe de 1962

    Forjas de Pablo Remacha en la Sala Baylo

    El dominio que de la forja viene demostrando Pablo Remacha es ya de todos conocido.Pablo Remacha dedica su saber a las artes aplicadas y con ello está, como ya hemos

    repetido en diversas ocasiones, muy al compás de los tiempos.Una técnica muy segura se pone al servicio de las pequeñas cosas, candiles o cande-

    labros, convirtiéndolas en objetos de arte. En verdad, merece la calificación de alta forja.Su inquietud le lleva hacia nuevos caminos. Las figuras se estilizan en un Calvario

    espiritual, o bien trata de encontrar rasgos arcaizantes para sus Cristos.Igualmente incide en el mito o en lo simbólico, terreno muy apto para la escultu-

    ra, como en su Centauro español, visión del caballero don Quijote.Hay predominio de la línea. No el bloque, sino el espacio en que las extremidades

    juegan papel para el volumen total, con tendencia a las estilizaciones.Pablo Remacha sigue siendo un gran exponente del concepto de artesano-artista.

    22 de diCiembRe de 1962

    Exposición antológica de la Escuela de Madrid

    El Ateneo de Madrid, con el patrocinio del Ministerio de Información y el Ayunta-miento de Zaragoza, ha organizado en nuestro Museo Provincial de Bellas Artes una magnífica exposición antológica de la llamada Escuela de Madrid, de cuya inaugura-ción dio cuenta Heraldo de Aragón días pasados.

  • 28 ángel azpeitia

    Vale la pena recorrer con detenimiento los claustros de nuestro Museo, que han quedado como rejuvenecidos con esta colección de arte contemporáneo, en la cual se reúnen buena parte de los pintores de mayor importancia en la actualidad, aunque no todos hayan concurrido con obras mayores.

    Recientemente comentábamos que una de las características que unifica a este movimiento, dentro de su diversidad, es la apertura a las corrientes europeas. Esta disposición hacia toda nueva tendencia dota a la escuela de una singular capacidad de evolución, hasta el punto de que, para entenderse debidamente, hay que hablar de varias y sucesivas escuelas de Madrid.

    Un precedente ilustre, Juan Gris, dejó marcada su huella en la fuerza de composi-ción y seguridad de las estructuras. Pero las columnas fundamentales se encuentran en los tres grandes maestros: Solana, Vázquez Díaz y Benjamín Palencia. De este últi-mo hemos podido admirar una buena muestra, en cuanto a voluntad de llevar al pai-saje las posibilidades expresionistas.

    La directriz de Solana, que también se deja sentir sobre Palencia, es seguida, por ejemplo, en el Bodegón religioso, de Máximo de Pablo, por lo que se refiere a referencia temática, o bien en la espesa y modelada inspiración de la materia de Juan Guillermo, que difiere, no obstante, en la minuciosa grafía de la realización.

    En todo caso, la norma no es imitar. Los maestros dan «el síntoma; no el síndro-me», como dice Sánchez Camargo. Un Zabaleta asimila al mismo tiempo el rigor formal, nacido del cubismo, y una violencia de color, de abolengo «fauve». Pero su propia personalidad se impone.

    El expresionismo significa también una constante: así, hemos podido ver las obras de Rubio Camín; de María Antonia Dans, con su galleguismo jubiloso y su potencia imaginativa; o del excepcional Mateos, pleno de espíritu burlón y del más antiacadé-mico colorismo.

    Ya hemos apuntado la preferencia estructural. En el grupo de mayor preocupa-ción formalista puede adscribirse a Lara, a Julio Antonio Ortiz, con sus escuetas figu-ras flotando sobre el fondo; y también, pasando al abstracto, a Mampaso.

    Son abundantes los no imitativos, que llegan a ello por los más diversos caminos: desde la clásica latinidad, como Vaquero Turcios, del que aún recordamos los torsos de emperadores romanos, o, como Caballero, desde un surrealismo dudoso, avalado por un dibujo solidísimo.

    La confluencia del expresionismo con la neofiguración, término de evolución en varios pintores, podemos verla en H. Mompó, que se ha ido alejando del expresionis-mo propio, conservando, sin embargo, su musicalidad cromática; en la Maternidad de Vento: o en los cuadros de Albalat y Genovés.

    Otros abstractos, más o menos próximos, tenemos en Santalo, Sáez, Suárez, Vela, Manrique, Canogar, Droc, Echevarría, Francés, Rivera y Zobel. En el mismo campo inciden: el Artefacto núm. 2, de Manuel Méndez, próximo al suprematismo o más bien al constructivismo; la excelente Pintura número 178, de Antonio Lorenzo; y el relieve de Lucio Muñoz.

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 29

    En cambio, en la figuración tradicional quedan pintores de la categoría de Zaba-leta, Ortega Muñoz (del que se expone Cruce de caminos, con su hacer parco y ascéti-co), Palacios, Avia, Antonio López e incluso el suprarrealista Gregorio Prieto, que se muestra buen dibujante en su Homenaje a Murillo.

    Quedan aún autores como Martínez Novillo, comentado con motivo de su recien-te exposición; Villaseñor, en un cuadro específico de planos luminosos, versión parti-cular del tenebrismo; las interesantes Seis versiones de una aparición, de Vera; el alto valor de Farreras; la composición de Cárdenas; o el colorido de Delgado, donde la plástica de ordenada traducción visual, va predominando sobre la realización.

    Presentan también obras: Barjola, Trinidad Fernández, María Victoria de la Fuen-te, García Abuja, García Ochoa, Lago, Medina y Molina Sánchez, cada uno de los cuales bien merecería un especial comentario.

    Esta muestra de arte actual ha sido, sin duda, lo más destacado que podía ofrecerse, ya que constituye una verdadera visión panorámica sobre la Escuela de Madrid. Hemos de agradecer la organización, deseando sinceramente se repitan estas iniciativas.

    16 de abRil de 1963

    Pinturas murales de Alejandro Cañada en la Diputación Provincial

    Durante estos días, propicios para el arte sacro, en la Sala de Exposiciones de la Dipu-tación Provincial se recoge la monumental obra que Alejandro Cañada ha realizado por encargo del ministro de Hacienda, señor Navarro Rubio, para la iglesia de Burbá-guena, su pueblo natal.

    Se presentan cuatro de los seis grandes paneles destinados a dicha iglesia, además de otro que ha de colocarse en el baptisterio de Castelserás.

    Los bocetos nos permiten ver el adecuado paso entre concepción y realización, sin apenas variaciones. Gracias a ellos hemos podido admirar también los motivos de Crucifixión y San José Artesano, que, por estar ya montados, no pueden exponerse.

    Alejandro Cañada nos muestra en sus murales una íntima compenetración con la temática religiosa, al mismo tiempo que un ponderado sentido de modernidad.

    Las dificultades de una pintura en estas dimensiones se esconden ante la aparente facilidad de la realización, como si el único problema fuese la proporción de tamaño. El autor se revela, como un técnico envidiable. Excelente dibujante, se recrea en los estudios de línea y perspectiva, como lo hace, por ejemplo, en las manos de su panel de la Cena.

    Una evidente unidad formal, junto con una gama plenamente adaptada a los mu-rales, armonizan el conjunto. Sin embargo, Alejandro Cañada, como por virtuosismo, da en cada tema el tono de color dominante de acuerdo con las representaciones: blanco para la Eucaristía, piedra para la Elección de Pedro.

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    En resumen, una obra sólida e importante, de maestro, casi a la manera de los antiguos pintores de catedrales, con algo de artesanía y de elaborado trabajo, donde el saber hacer se pone al servicio de los más altos Ideales.

    16 de abRil de 1963

    XXVI Salón del Estudio Goya en el Centro Mercantil

    Como todos los años, y con motivo del «Día del Artista», que ha de celebrarse el próxi-mo domingo 21 de abril, el Estudio Goya contribuye en el presente con una nueva aportación.

    El número de expositores es corto, solamente ocho esta vez; pero su tónica de conjunto ha mejorado con respecto al XXV Salón, que se exhibió en 1962.

    Entre los más destacables sigue figurando José Plou, mejor en su Abrazo que en el Ángel. Próximo a este, José Esparcía, que se afianza cada vez más en la figura y en el paisaje, y ha conseguido en Deberes o Enfadada retazos de género muy apreciables.

    Luis Díez marcha, en sus aspectos pirenaicos, camino de una naturaleza que se geometriza y nos recuerda a su anterior Erosión.

    La faceta más académica viene dada por el bodegón de Luis Esteban, mientras que José Luis Blasco, más avanzado, continúa señalándose en el paisaje urbano.

    Mención aparte merece la infantil pintura de Ester Sevil, dotada, no obstante, de peculiaridad.

    Un retrato de Ángel Bayona y ocho apuntes de Eugenio Marco completan la muestra, que da una idea de cierta evolución en el Estudio Goya.

    7 de mayo de 1963

    «Seis pintoras zaragozanas y una ceramista», en la Diputación Provincial

    Fue inaugurada el sábado la primera exposición del interesante ciclo «Seis pintoras zaragozanas y una ceramista», patrocinado por la Institución «Fernando el Católico», de la Excma. Diputación Provincial.

    Esta fase inicial recoge las obras Julia Pérez Lizano y Teresa Jassá, habiéndose in-cluido una composición de María José Moreno y otras dos de Julia Dorado. De estas últimas esperamos ver algo más las fases siguientes, junto a Piluca Clúa, María Pilar Marco y Marilyn Navarro.

    Ya en alguna ocasión, habíamos apuntado la gran afluencia femenina a la pintura, durante los últimos tiempos, así como algunas características especiales que entraña. Casi todas estas notas se hallan presentes en los cuadros de Julia Pérez Lizano, que pueden sintetizarse como un decidido predominio del valor visual y del colorismo sobre la ordenación lógica del conjunto.

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 31

    Julia Pérez Lizano tiene una acusada personalidad que se traduce, principalmen-te, en un impacto por el color. Por otra parte, su tendencia a lo puramente decorativo queda de sobras compensada por sus hallazgos en procedimiento y materiales.

    Presenta una colección de paisajes y flores, en la que, por composición y fondos, se encuentran reminiscencias ocasionales del arte oriental.

    Todo ello grato a la vista y, en definitiva, brillante.En cuanto a Teresa Jassá, merece un especial comentario como ceramista.Casi tan viejo como el hombre es el noble «arte del fuego y de la tierra», ligado a

    las manifestaciones de la Prehistoria. Todas las épocas han sentido un profundo res-peto por esta forma de modelado en barro, que tanto recuerda a la Creación. Teresa Jassá no ignora las tradiciones que le preceden. Es más, se complace en ellas. Tal vez sus mejores obras son las unidas al pasado, sobre todo sus once platos, recuerdos ibéricos y latinos, como aquellas monedas «del caballo» y la técnica de la barba pun-teada, que demuestran su amoroso estudio.

    Varios de sus platos y dos de sus paneles nos revierten hacia el Museo Celtibérico de Soria, de donde parecen haber despertado.

    Pero la gama de Teresa Jassá es muy extensa y un tanto desigual. Algo más bajos quedan su «pescadora» o «segadores». En cambio, son afortunadas las incursiones modernas, como Maternidad o sus Quijote y Sancho. Igualmente lo son los cuencos, ja-rras y servicios para cerveza, en donde la cerámica encuentra el objeto para el que fue ideada: servir para el uso, sin olvidar por eso la belleza.

    7 de mayo de 1963

    II fase del ciclo «Seis pintoras zaragozanas y una ceramista», en la Diputacion Provincial

    En el salón de la Diputación Provincial, y bajo el patrocinio de la Institución «Fernan-do el Católico», se presenta hoy la II fase del ciclo «Seis pintoras zaragozanas y una ceramista», de cuya inauguración dio cuenta Heraldo de Aragón días pasados.

    Se ofrecen ahora al público obras de Piluca Clúa, Julia Dorado, María Pilar Marco, María José Moreno y Marilyn Navarro, manteniéndose al mismo tiempo algunas cerá-micas de Teresa Jassá y varias flores de Julia Pérez Lizano, que ya comentamos ante-riormente.

    Podría señalarse, en principio, una marcada diferencia entre dos sectores: el figu-rativo y el abstracto.

    En el primero, María Pilar Marco ofrece el peso de una mayor seguridad. Muy exacta —y femenina— en el color, nos da en Tranquilidad una buena muestra expre-siva, diversificándose en La Cena, con resurgencias de arte viejo.

    Marilyn Navarro, que en cada nueva aparición resulta más interesante, destaca por su contenida emotividad, de la que es trasunto un cerrar el límite de la forma y des-componer la superficie, disgregando en planos de luz.

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    En Piluca Clúa, la gama agresiva y la composición de Linda se contraponen a su Barrio viejo de Annecy, de excelente factura.

    Las dos pintoras no figurativas son dignas de atención. Julia Dorado, que demues-tra buenas cualidades para el retrato, es, sin embargo, una abstracta convincente, dotada de singular dinamismo. Su Composición de color núm. 35 recuerda a las de Au-gusto Puig, aunque más alejada del retorno a lo real.

    María José Moreno, con diversa tendencia, brilla por su energía en el trato de la materia, oscilando entre los ritmos circulares y los equilibrios de forma y color, e inci-de, en una ocasión, en el radiante de negro y fuego.

    7 de junio de 1963

    Alberto Pérez Piqueras, en la Diputación Provincial

    Pérez Piqueras es, ciertamente, en la actualidad, uno de los más destacados pintores aragoneses, y merece esta exposición-homenaje que le dedica la Cátedra Goya de la Institución «Fernando el Católico». La muestra ha sido montada, en su mayor parte, a base de obras propiedad del Ayuntamiento de Zaragoza o de coleccionistas particu-lares, y parece recoger momentos muy diversos en la evolución del autor.

    Creo haber señalado, y precisamente con referencia a dos de los cuadros que aho-ra se presentan (Blanco y azul y Plaza de la Seo) que Pérez Piqueras ofrece en sus espe-cíficos planos de luz un punto de contacto con Villaseñor, aun sin llegar a la particular suerte de tenebrismo que este practica. Lo dicho no supone, en todo caso, imitación. Más bien, cuando su arte gusta de detenerse y construir en superficies de color ilumi-nado, se debe a una actitud mental del autor con la que se encuentra en plena com-penetración.

    Si las realizaciones citadas no bastasen para asociarlo a marcados presupuestos cubistas, podrían añadirse otras indudables, como Composición o Retrato de Carmencita y Pilarín Rived.

    En todo momento se advierte un hacer muy trabajado y exacto, que nada deja para improvisar. Composición, estructura y luz sobre superficie, hacen de Pérez Pi-queras un pintor de solidez poco común.

    10 de julio de 1963

    Ha sido clausurada la II Bienal de Pintura y Escultura

    El domingo fue clausurada la II Bienal de Pintura y Escultura. Hora, por lo tanto, de recapitulación de méritos; momento apropiado para señalar aciertos y desaciertos, re-calcando los primeros, porque, en conjunto, lo hecho hasta la fecha con la I y II Bienal supone mucho para el ambiente artístico de Zaragoza.

    Todos los medios de difusión locales se han ocupado repetidamente del aconteci-miento como lo han hecho también varios que rebasan el ámbito de nuestra ciudad.

  • ReSeÑaS eSCogidaS 1962-2012 33

    Ello ha de redundar en beneficio de un creciente prestigio. Por lo demás, ha habido comentarios para todos los gustos.

    En lo que a mí se refiere, no oculto la simpatía por la orientación que se viene dando a este certamen. Siempre habrá decisiones discutibles y, a pesar de lo hecho, siempre quedará mucho más por conseguir. Sin embargo, consuela pensar que los medios «oficiales» no muestran ningún prejuicio en favor de lo estatuido, de lo «clá-sico» en el mal sentido de la palabra, que vale tanto como decir de lo envejecido y sin videncia. Si acaso han marcado preferencias, estas han sido por lo nuevo. Y así debe ser, indiscutiblemente.

    Durante mucho tiempo han sido los seguidores de rígidas normas los que gozaron de favor. Y no digo que los resultados hayan sido deplorables. Han sido, simplemente. Ensayemos ahora lo contrario. Es preciso ser fiel al momento en que se vive. Lo malo no está en los clásicos, sino en los clasicistas, o en una parte, al menos, de ellos, que nada saben encontrar y se conforman con una copia más o menos convencional. «No sigas a nadie, ni siquiera a mí», decía —más o menos— Víctor Hugo. Además, el Arte, como la misma Naturaleza, se complace en una política de balancín. Algo como el ritmo de los días y de las estaciones, en que la luz sigue a la sombra y la libertad a la reglamentación. Y no pasa de prejuicio el decir que el día es más hermoso que la noche.

    Valga lo dicho como justificación, si es que la necesita, al criterio de selección, que ha regido para esta II Bienal. Una vez tenido en cuenta, discútanse, en buena hora, los resultados.

    En la sección de pintura hay que advertir, no obstante, que no han predominado, ni mucho menos, las tendencias no representativas. Si mal no recuerdo, ha habido poco abstracto entre los premiados, fuera del dinámico Viaje imaginario, de Santama-ría, y de los dos cuadros de Santiago Montes (Y la luz se hizo y Raíces) que, por su inten-ción cósmica y creativa, puede encuadrarse en el surrealismo abstracto. Considerando al resto, hay que añadir que los de Ana Izquierdo, Carmen H. Ejarque, García Piber-nat, Manuel Valdés, así como los curiosos radios circulares de Agustín Ballester, y poco más.

    Quedan, por supuesto, los siempre interesantes «relieves» de Vera Ayuso y Santa-maría, y la experimentación de materiales en el Resurgir, de Daniel Sahún. En suma, puede que sea entre los zaragozanos donde se advierte una más fuerte escuela no fi-gurativa. No en vano tenemos notables precedentes.

    Puede verse, además, bastante de proceso hacia la no figuración, sobre todo en el paisaje. Típico, por ejemplo, en las acertadísimas tierras de Arias, o bien, en Martínez Novillo, uno de los más sólidos pintores de la fecha. Camino semejante sigue el zara-gozano Sauz Azona.

    En ocasiones, resulta difícil dilucidar si se van perdiendo los elementos de repre-sentación o se marcha de regreso a ellos. Así, en la confluencia de la neofiguración, dotada de las conquistas no imitativas, con un expresionismo amplio, pueden situarse varios sectores de las nuevas escuelas de Madrid. Tal es el caso, como referencia, de las obras de Agustín Albalat.

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    Por cierto, llama la atención el dominio de autores madrileños sobre la aportación catalana. Entre los primeros, destaca la violenta expresividad de Máximo de Pablo, en La estocada; la potencia imaginativa de María Antonio Dans; las formas llenas de Bar-jola; la especial suerte de tenebrismo que practica Villaseñor; la fluctuación eluida en Manola, de Francisco Echauz; las excelentes acuarelas de Vicente Delgado Rubio; así como los cuadros de Ángel Medina, Zarco Fortes y Antón Oneo. Aún debe anotarse la aportación de Manuel Mingorance, con su alarde de composición en Maternidad, y un adecuado ritmo espiral en Coliseum.

    Son bastantes los autores que merecen comentario, pero es preciso limitarse a una breve reseña.

    Cristino Vera presenta dos cuadros muy sobrios en la gama y de notable fuerza expresiva. Para Antonio Guijarro, los interiores se entregan a un juego de ilusión óptica, con mucha de abstracción, incluso manteniéndose en contacto con la reali-dad. Alberto Pérez Piqueras continúa construyendo en bien delimitados planos de luz. Juan Gimeno Guerri evoluciona, dentro de su paisaje, hacia una mayor violen-cia en el color. José Pérez Gil muestra su dominio de los grises, con una sencillez casi franciscana. El geometrismo de Baqué Ximénez adquiere, en Pueblo, ricas perspec-tivas. Mariano Cariñena da prueba, en su Composición, de un poco común sentido de equilibrio. De igual modo, cabría detenerse en García Ergüin, Miguel Ángel Albare-da, Virgilio Albiac, Regino Pradillo, Eugenio Marco, Ruiz Abascal, Julia Pérez Liza-no, María Luisa Monzón, Alberto Datas, María Calvet, María Pilar Burges, García Torres, Arturo Heras, María Asunción Cantón, Luis Berdejo, José Esparcía y Marcos Bustamante.

    En cuanto a la Medalla de Oro, Bodegón musical, de José Lapayese, está dotado de una cuidadosa división en espacios, hábilmente compensados, y una distribución maestra en planos.

    Completamente dentro del campo tradicional, descuella la perfecta técnica de Luis Domingo Gracia, en la que subyace un dibujante de excepción. Soria Aedo nos muestra, por su parte, la mutación desde la manera convencional de Bailarinas hasta la más fogosa de Romería en Monchín.

    Hay que mencionar también la excelente realización de Salvador Chordá; la me-ditada, aunque ingenua en apariencia, composición de José Tranzo; el personal paisa-je urbano de Borreguero; el colorismo de Pilar Arenas; la vivez y exacto equilibrio en Dos amigas, de Ismael Balanyá; y los esquemas compositivos de Pilar Moré.

    En cuanto a la escultura, empezaré por reconocer que no alcanza el nivel de la pintura, ni por número ni por calidad de las obras, salvo honrosas excepciones. Escul-tura auténtica (de esculpir, no de modelar) hay muy poca en este certamen. Déficit tanto más lamentable cuando se viene considerando que es esta, precisamente, la modalidad de arte mejor adaptada a nuestra época.

    Por tendencias, hay cierto equilibrio, De «neofigurativos» pueden calificarse Vera Ayuso, Antonio Oneu y Santamaría. A veces, como en El autómata, de Vera, es

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    muy clara la referencia a la realidad. Cierta semejanza, por simbolismo y contacto con lo real, suponen las creaciones de Martín Casas, con sus formas sueltas y movi-das; las cerradas esculturas en hierro, de Antonio Sacramento, medidas en la valora-ción del espacio interior y en la dinámica de predominio espiral; y el Rey muerto, de José Cubells.

    Entre los no imitativos hay que señalar, además, a Dolores Franco Secorum, Rubio Camín y Juan A. Giraldo.

    En plena tradición mediterránea se encuentra, en cambio, Enrique Galcerá, con una Siesta espléndida, de sólidos volúmenes.

    La Medalla de Oro fue concedida a la obra Mártir, de Venancio Martín, realización noble, aunque en pequeño tamaño, que guarda reminiscencias de los «profetas» de Gargallo.

    Muy interesante el gran Toro y torero, de Ramón Lapayese, por más que los materiales incluidos (pintados además) lo alejen un tanto de lo estrictamente escultórico.

    José Gonzalvo hace aparente, en dos de sus hierros, la facilidad para moldear las diferentes piezas en un todo armónico. Martí Sabé aborda con notable acierto, en Maternidad y Vendedora, las formas angulosas, con predominio del rombo. Así, en fin, se podrían citar las obras de Juan Palomer, Vicente Larrea, Tomás Crespo, Antonio Carillo, Amador Rodríguez y Ricardo Salas.

    Un lugar especial merecen dos pequeñas estatuillas: Gimnasia, de María Teresa Eguíbar, perfecta en composición y ritmo, y Portera, de Antonio Morales, de gran ex-presividad.

    En resumen, esta II Bienal supone un éxito de organización por el que es obligado felicitar al Ayuntamiento de Zaragoza y a cuantas entidades han colaborado en su montaje.

    20 de noviembRe de 1963

    Inauguración de la Galería de Arte Kalos

    Ayer, a la una y media de la tarde, fue brillantemente inaugurada, en el Pasaje Palafox, la Galería de Arte Kalos. Asistieron al acto el alcalde de Zaragoza, don Luis Gómez Laguna; presidente de la Diputación, don Antonio Zubiri Vidal; vicerrector de la Uni-versidad, don Francisco Yndurain, así como otras varias personalidades zaragozanas.

    La idea que ha conducido al montaje de Kalos, llevada de «la mano de don Fede-rico Torralba», no podía menos que constituir un éxito seguro. Esta nueva galería puede ser incluso el comienzo de una nueva fase para el arte de nuestra ciudad.

    El acertadísimo montaje es ya una garantía de capacidad y buen gusto. La sala de exposiciones resulta, sin duda, la más agradable de que hasta ahora hemos disfrutado.

    Por lo demás, el contribuir a la noble tarea de la decoración es, de por sí, algo que no puede merecer más que alabanzas, sobre todo si sabe orientar y mejorar, con buen

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    criterio, la estética del público. Hay que dar por hecho que así será, contando con la experta dirección de Torralba.

    Se abre la sala con una colección de obras grabadas, originales de Pablo Picasso, Antonio Clavé, Antonio Tàpies y Juan Vila-Casas.

    Imposible enjuiciar aquí la obra de estos cuatro grandes artistas, y mucho menos tomando por base realizaciones que, aunque muy notables, tienen carácter de me-nores.

    Tal vez el menos conocido en un amplio sector sea Vila-Casas, excelente pintor catalán, cuya estructura se basa en el orden que ha denominado «planimétrico», con la utilización de líneas entrecruzadas. Cultiva asiduamente el grabado, con exacto sentido de la calidad, del que hemos tenido ahora buena prueba.

    De Picasso, se presentan dos grabados ya conocidos (Paloma de la paz) y tres lino-leuns, procedimiento en el que el autor ha encontrado un adecuadísimo medio de expresión, con el que se compenetra. Se ha hecho alguna cuidada edición de los lino-leuns de Picasso, pero siempre es grato contemplar originales como estos.

    Pueden verse también unas litografías de excepción, obra de Clavé, muy suyas, con esas formas agigantadas (como Pez en rojo) y esa tendencia a la fragmentación de los espacios.

    Quedan, por último, los aguafuertes de Tàpies, maestro indiscutible del informa-lismo español, que ha aportado una nueva manera de concebir la imagen.

    En conjunto, una magnífica oportunidad para los visitantes y un dignísimo co-mienzo para una galería de arte, en cuyo porvenir no hay duda.

    15 de eneRo de 1964

    Joven figuración en España. Sala del Palacio Provincial

    Con gran brillantez, fue inaugurada, en la Diputación Provincial, la muestra colectiva «Joven Figuración en España». Como introducción a la apertura, pronunció una do-cumentada conferencia la ilustre crítica de arte y catedrática de Barcelona, doña Mer-cedes Molleda, con el tema «¿Qué es lo nuevo en la pintura actual?».

    En su interesante charla, doña Mercedes Molleda hizo un recorrido panorámico sobre el arte de hoy, comparando su desarrollo, desde lo narrativo hasta el signo, con la evolución de la pintura entre el Paleolítico y el Neolítico. Analizó, seguidamente, las aportaciones estéticas actuales, para concluir lo que hay de nuevo y de subsistente en nuestros días.

    Asistió al acto el presidente de la Diputación Provincial, don Antonio Zubiri, e hizo la presentación del conferenciante el director de la Cátedra Goya, don Federico Torralba. La exposición «Joven Figuración en España» incluye un total de cincuenta y nueve obras, bastante diversas entre sí. Tales son las diferencias, que cabe preguntar el motivo por el cual han sido agrupadas.

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    El término Joven Figuración no deja de ser complejo y corre riesgo de confusiones con la neofiguración. Por supuesto, el primero es más amplio, en cuanto a tendencias, y parece dispuesto a admitir en su seno a toda la pintura que guarde algún parentesco con la imitación. En cuanto al calificativo de joven, incluye —explica ahora Carlos Antonio Areán— una vertiente de edad, entre los veinte y los cuarenta años, a la ma-nera de la Bienal de París, y otra generacional, con el concepto de generación artística, no siempre ajustado a los años.

    La neofiguración, tan en boga, puede, por lo tanto, incluirse con facilidad dentro de la figuración joven, aunque una parte notable de los imitativos jóvenes no sean neofigurativos. Esto último requeriría características precisas, en contacto con los ha-llazgos abstractos y en confluencia con el expresionismo.

    La anotada diversidad, que hace la muestra un tanto heterogénea, no le quita, de ningún modo, su importancia. Esta iniciativa de la Institución «Fernando el Católico» brinda la oportunidad de conocer un conjunto poco común. Vale le pena detenerse ante la mayor parte de los cuadros.

    Solo muy brevemente pueden reseñarse algunos de los autores presentados. Entre ellos, merecen singular atención: Fernando Sáez, encuadrable en una neofiguración cargada de expresividad, lo mismo que la acertadísima obra de Cardona Torandell; Antonio Povedano, con la movilidad de sus ritmos curvos; Carlos Mensa, incorporan-do arpilleras, a la busca de expresión por la materia; Miguel Rivera Baguer, inmerso en el ingenuismo poético; Juan Guillermo que, en su Verbena infantil, hace presente una fragmentación de espacios, recordando los dibujos de Zabaleta; José Beulas, en su ya conocido y excelente paisaje aragonés; Lilianne Less, de fuerte empaste y gruesa pincelada; José M. Rodríguez, afecto a un realismo ingenuo; así como José Lapayese, Mariano Aguayo, Ornar el Nagdi, García Llert y Ricardo Macarrón.

    Enumerar no supone, en modo alguno, una valoración, y mucho menos en este tipo de «concentraciones horizontales» que, con una sola obra, no pueden dar la medida del pintor.

    No obstante, hay que insistir en señalar creaciones que revisten también singular interés. Así, el esmalte de Emilia Xargay; Los oledores de margaritas, de Fausto de Lima, en su línea lírico-burlesca; el singular impacto del Hannibal, de Narotzky; la proximi-dad surreal de John Heras; la disolución formal de Juan Brotat; las equilibradas es-tructuras de Carmen Pinteño; La capea, de Jordi; las incorporaciones objetivas de Mar-tí; el certero popularismo de María Antonia Dans; y los cuadros de María Josefa Colom, Carmen Laffont, Santi Suros, Aurelio Teno, Mari Girona, Victoria de la Fuen-te, Pepi Sánchez, Mohamed Sabry, Víctor Ventur, Antonio Estradera, Aguilar Moré, María Gloria Morera y Antonio Zarco.

    Por tendencias, se advierte un predominio de la nueva figuración, a que ya nos hemos referido. En cierto modo, la pintura actual, por más objetiva que pretenda ser, lleva digerida, para bien o para mal, una serie de hallazgos y experiencias. Toda ella es nueva, en su manera de figurar.

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    En el lenguaje plástico se impone, sobre todo, la expresión, válida para el procedi-miento y para el contenido.