Expositos - La Tipografia en Buenos Aires

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Sobre la primera imprenta de la ciudad de Bueno Aires

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  • Patrimonio e Instituto Histrico

    La tipografa puede definirse como el arte de imprimir con tipos mviles. Pero, cmo llega esta tcnica a Buenos Ai-res y cmo se desarrolla, quines fueron sus actores y cules sus impresos?Expsitos. La tipografa en Buenos Aires. 1780-1824 propone un recorrido histrico por la que fuera la primera imprenta portea, y la nica por ms de 30 aos: la Imprenta de Nios Expsitos. Un camino transitado por prestigiosos historiadores como Antonio Zinny, Jos Mara Gutirrez, Jos Toribio Medi-na, Bartolom Mitre, Carlos Heras, y el padre jesuita Guillermo Furlong. Esta propuesta presenta, adems, una reconstruccin tipogrfi-ca de los primeros caracteres y ornamentos utilizados, realizada a partir de documentos impresos que integran el fondo docu-mental del Gobierno de la Ciudad. Es un trabajo que pretende recuperar una pequea parte del patrimonio de aquel taller que acompa con su produccin oficial la evolucin urbana y con sus catones educ a los ms jvenes, instruy en la fe religiosa a travs de los catecismos, festej el triunfo de la Reconquista durante las Invasiones Inglesas, y que mediante la distribucin de algunos textos y las primeras gacetas, contribuy a la difusin de las ideas de libertad de cara a la Revolucin de Mayo, aconte-cimiento del cual conmemoramos el Bicentenario.

  • Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    Jefe de GobiernoMauricio Macri

    Ministro de CulturaHernn Lombardi

    Subsecretaria de CulturaJosefina Delgado

    Directora General de Patrimonio e Instituto Histrico

    Liliana Barela Patrimonio e Instituto Histrico

    Ares, Fabio EduardoExpsitos : la tipografa en Buenos Aires 1780-1824 / Fabio Eduardo Ares ; coordinado por Lidia Gonzlez ; dirigido por Liliana Barela. - 2a. ed. - Buenos Aires : Direccin General Patrimonio e Instituto Histrico, 2011. 152 p. : il. ; 22x20 cm.

    ISBN 978-987-1642-11-3

    1. Impresin. 2. Historia. I. Gonzlez, Lidia, coord. II. Barela, Liliana, dir. III. Ttulo. CDD 686.230 9

    Fecha de catalogacin: 05/07/2011

    2011 Direccin General Patrimonio e Instituto HistricoISBN 978-987-1642-11-3

    Direccin General Patrimonio e Instituto HistricoBolvar 466 (C1066AAJ) Buenos Aires, ArgentinaTel. 54 11 4342-1778Correo electrnico: [email protected]

    Direccin editorialLiliana Barela

    Coordinacin de la investigacinLidia Gonzlez

    Investigacin, textos, diseo tipogrfico y editorialFabio Ares

    Supervisin de la edicinLidia GonzlezRosa De Luca

    Edicin y correccinMarcela BarsamianNora ManriqueFernando Salvati

    AgradecimientosAlberto Gabriel Pieiro, Sandra Condoleo, Jorge Gmez, Mercedes De La Jara, Miriam Ponzi, Virginia Prez, Roberto Araujo, Graciela Perrone, Javier Marcon, Mabel Faria, Marina Garone, Ral Escndar, Patricio Gatti.

    Archivo fotogrfico, Archivo Histrico y Biblioteca de la Direccin General Pa-trimonio e Instituto Histrico; Museo Histrico Brigadier General Cornelio de Saavedra; Biblioteca Nacional; Biblioteca de Maestros; Biblioteca del Museo Mitre.

    Hecho el depsito que marca la Ley 11.723.Libro de edicin argentina. Impreso en la Argentina.

    No se permite la reproduccin total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la trans-misin o la transformacin de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrnico o mecnico, mediante fotocopias, digitalizacin u otros mtodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccin est penada por las leyes 11.723 y 25.446.

  • 3La imprenta y la tipografa

    HOy los medios de comunicacin son omnipresentes y herra-mientas centrales tanto en el manejo del poder como en la vida cotidiana de cada individuo. Su origen es la invencin de la imprenta en el siglo XV, primer paso tcnico y conceptual hacia la democratizacin y masificacin de la escritura y las imgenes, que protagoniz la difusin durante cuatrocientos aos y se constituy en instrumento del saber y de la propaganda, del poder y del contrapoder, presente en todos los procesos histricos de la modernidad.

    En el Ro de la Plata la primera imprenta lleg de la mano de las re-formas polticas y culturales fomentadas por Espaa a fines del siglo XVIII, que tenan como objetivo reforzar el poder espaol en las colonias ame-ricanas, aunque en muchos casos produjeron el efecto opuesto.

    Uno de los virreyes que asumi esta tarea fue Juan Jos de Vrtiz y Salcedo, quien fund en 1779 la Casa de Nios Expsitos. Un ao despus instal la primera imprenta de Buenos Aires, que pretenda re-caudar fondos para aportar a su mantenimiento. Si bien no fue rentable como para cumplir este objetivo, a principios del siglo XIX se convirti en una herramienta de difusin de ideas y en sostn de publicaciones que documentaron los primeros momentos de la vida de nuestro pas.

    Pretendemos aqu hacer pblica la historia de esta imprenta y facilitar el acceso a sus textos y a su tipografa que, en ocasiones, comu-nica tanto como el sentido de las palabras.

    En el ao del Bicentenario, consideramos que una de las mejores maneras de conmemorar la Revolucin de Mayo es honrar desde el pre-sente su herencia sustantiva: la libertad de pensar y del decir, y la demo-cratizacin del saber.

    Expsitos: la tipografa en Buenos Aires 1780-1824 tuvo una exce-lente repercusin y despert un alto grado de inters en especialistas, es-tudiantes de distintas disciplinas y pblico en general. Ello nos motiv a pensar esta segunda edicin, en la que se pueden verificar algunos cambios como la incorporacin de documentos de fondos nacionales, aportes de especialistas en tipografa contactados durante la difusin del trabajo, nue-va bibliografa, mejoramiento de imgenes y de la calidad total del mate-rial. El enriquecimiento de esta nueva edicin da cuenta de que se trata del producto genuino de un constante trabajo de investigacin.

    Liliana Barela

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    Carta impresa por la Real Imprenta de Nios Expsitos, c. 1807. Adems de la letra romana antigua, se utilizaron vietas y tipos de corte moderno llegados desde Montevideo.

    Col. Direccin General Patrimonio e Instituto Histrico.

  • 5I n t r o du c c i nEN el ao 2005, el Instituto Histrico de la Ciudad de Bue-nos Aires edit 1806-1807. Invasiones Inglesas al Ro de la Plata. Aporte Documental, obra que reproduce y describe una seleccin de documentos del Fondo Estrada Lynch, adquirido por el Gobierno de la Ciudad, a poco de conmemorarse el Bicente-nario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires.

    Al realizar el diseo editorial de aquella obra, not que la ma-yor parte de los impresos haba tambin cantidad de manuscritos posean el pie de la Real Imprenta de Nios Expsitos.

    Inmediatamente record cuanto haba ledo o escuchado so-bre esa imprenta en tiempos de estudiante, y cuando repas su his-toria, a travs de prestigiosos autores como Jos Toribio Medina, el padre Guillermo Furlong o Carlos Heras cuyas obras fueron una herramienta fundamental para realizar este libro descubr que no se le ha dado el lugar que le corresponde en la historia de Buenos Aires.

    La Imprenta de los Expsitos fue la introductora del arte ti-pogrfico en nuestra ciudad casi dos siglos y medio despus de su llegada a Amrica. Instruy a nios y adultos a travs de sus catones y cartillas, acerc a la religin mediante sus catecismos, fue la infor-mante de toda la sociedad gracias a los primeros noticieros, festej el triunfo de la Reconquista y, como formadora de opinin, difundi las nuevas ideas en tiempos de la Revolucin de Mayo y acompa cada modelo gubernamental hasta los tiempos rivadavianos.

    En la actualidad, no quedan rastros fsicos de aquel taller de la calle Per, y apenas quedan algunas pistas del destino de una de sus prensas, y hasta se dice casi como en una leyenda que sus tipos, una vez fundidos, terminaron como municin para detener una su-blevacin en Salta. Pero sus documentos son los testigos ms vivos de

  • 6aquellos tiempos; podemos encontrarlos en diversos archivos pbli-cos y colecciones privadas en todo el mundo.

    En el ao 2008, conformada la Direccin General Patri-monio e Instituto Histrico, pens de qu forma podramos con-tribuir, desde mi profesin, a recuperar, al menos, una pequea parte de la Imprenta de los Nios Expsitos.

    As naci el proyecto que se materializa en estas pginas. Una obra que pretende recorrer la historia de la Imprenta manual mos-trando, adems, los antecedentes de la impresin en Europa y en los dominios espaoles en Amrica, cmo era la ciudad que la recibi en 1780, los motivos e ideas que dieron contenido a sus impresos y los aspectos tcnicos de la impresin tipogrfica de aquellos tiempos. Intenta tambin revalorar una pequea parte del patrimonio porte-o, pues a partir de sus impresos y gracias al inapreciable aporte de Alberto Gabriel Pieiro, director del Museo Histrico Brigadier Ge-neral Cornelio de Saavedra pude realizar una experiencia tipogr-fica que tiene como fin recuperar una serie de caracteres tipogrficos del taller de Expsitos, una versin digital que permitir la recreacin de aquellos documentos tan importantes para nuestra historia, y que se podr utilizar con fines educativos y culturales.

    Cabe destacar que este es el comienzo de un extenso trabajo que busca reconstruir digitalmente los tipos utilizados en esta im-prenta portea a lo largo de su historia. La delimitacin hecha hasta aqu apenas muestra los usados en la primera etapa del taller, antes de la incorporacin de la letra nueva trada de Europa, y la anexin de la imprenta montevideana y sus tipos modernos, ms un conjunto de vietas.

    Las tres familias tipogrficas resultantes de esta primera expe-riencia fueron incorporadas al diseo de la publicacin. Pueden verse aplicadas en la composicin de la tapa, en la de las cartulas textos y cuadrilongo y en las capitales al comienzo de cada captulo.

    Expsitos. La tipografa en Buenos Aires. 1780-1824 es un humilde aporte a la historia de nuestra tipografa, y los signos re-

  • 7cuperados, una devolucin al patrimonio de nuestra ciudad en el Bicentenario de la Revolucin de Mayo.

    En esta segunda edicin de la obra, se agregaron algunos datos, y gracias al valioso aporte de Ral Escndar, director de la Biblioteca Americana del Museo Mitre, se incorporaron impor-tantes documentos, como la portada a dos tintas que menciona-ran en sus estudios Bartolom Mitre y Juan Mara Gutirrez.

    Al cierre de esta nueva entrega se estaban practicando es-tudios especficos sobre los restos originales de la prensa que se guarda en el Museo del Cabildo y la Revolucin de Mayo. Estos fueron motivados por el pedido de restitucin por parte de la provincia de Misiones, que sostiene que habran pertenecido a las misiones jesuticas, es decir, que seran los hallados en Santa Mara la Mayor en 1784. He sido gentilemente invitado a participar de este proceso, y por ello quisiera agradecer a la directora del museo, Mara Anglica Vernet, a Marta Alsina, y especialmente a Virginia Fernanda Gonzlez por hacerlo posible. Estos trabajos, sin dudas, reavivan la polmica en torno a dicha prensa. Reclamada a su vez en 1997 por la provincia de Crdoba, en base a lo expuesto por varios autores, que afirmaron que los restos que atesor el Mu-seo Histrico Nacional hasta 1942, y que pasaran al Cabildo, pre-via reconstruccin fueron los de la Imprenta de Crdoba, luego trasladada a Buenos Aires para transformarse en la de Expsitos, im-primir aqu por ms de cuarenta aos, y ms tarde ser trasladada a la provincia de Salta en 1824, donde otros aseguran que se encuentra.

    Por ltimo, quisiera destacar la generosidad y las observa-ciones siempre pertinentes de Marina Garone, especialista en ti-pografa e historiadora del libro antiguo, el aliento de los docentes Silvia Gonzlez, Pablo Cosgaya y Miguel Catopodis, y la mirada especfica del impresor Patricio Gatti, a quienes tuve el honor de conocer a partir de la publicacin de este trabajo.

    Fabio Ares

    El autor es graduado de la carrera de Diseo en Comunicacin Visual de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata en 1993. Docente, investigador, y extensionista de dicha casa de estudios. Desde 1998 trabaja en el rea de Publicaciones de la Direccin General Patrimonio e Instituto Histrico (antes Instituto Histrico de la Ciudad de Buenos Aires).

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    Prensa para imprimir, Jost Amman, grabado aparecidoen Eygentliche Beschreibung Aller Stnde auff Erden, Frankfurt, 1568.

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    Europa recens descripta, Guilielmo Blaeuw, Grabado por Copper, Amsterdam, c. 1640.

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    Los comienzos

    LA imprenta puede definirse como el arte de componer con tipos mviles las formas impresoras, en palabras y lneas seguidas, entintarlas y estamparlas sobre un pa-pel. Llamamos con este nombre tanto al arte como al lugar don-de se ejerce; por lo tanto el impresor es el operario encargado de la estampa, aunque esta denominacin se hace extensiva a todos los responsables del proceso de impresin.

    La forma ms antigua de imprimir es la tcnica del sello y fue utilizada por diversas culturas como forma de identificacin, como smbolo religioso, o bien, en documentos, como sustituto de la firma. Al principio se utilizaron piedras con dibujos graba-dos, que eran coloreados con pigmentos y se opriman contra la superficie a estampar.

    La produccin de textos estaba a cargo de los escribas, quienes realizaban uno a uno sus manuscritos. Esto se observa en civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana.

    Hacia el ao 200, los chinos impriman textos e imgenes a travs de la xilografa, una tcnica de impresin en relieve que utilizaba planchas grabadas de madera blanda de boj o cerezo, aplicadas ejerciendo presin sobre el soporte. Este arte no era novedoso, pues se utilizaba para estampar dibujos sobre telas cien aos antes de Cristo. Los factores que favorecieron el desa-rrollo de la impresin en China fueron la invencin del papel y la difusin de la religin budista.

    En latn hablamos de typogrphia, que viene de typus y significa forma, figura o molde; y grapho, escritura. Con este tr-mino podemos referirnos al arte de imprimir con tipos mviles, aunque para el caso de la imprenta, adems llamamos as a los diferentes caracteres tipogrficos, y hasta al establecimiento en donde se imprime.

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    Se dice que los romanos tuvieron casi en sus manos la ti-pografa, pues utilizaban sellos con letras en relieve para marcar diferentes objetos, como vasos y alhajas. Tambin, para fabri-car monedas, utilizaban cuos en bajorrelieve. Lo mismo puede verse en Fenicia, Grecia y Cartagena.

    Hacia el ao 1050, durante la dinasta Song, un inventor chino llamado B Shng utiliz por primera vez caracteres mvi-les al trasladar el concepto xilogrfico a bloques individuales de porcelana que contenan los signos. Al respecto deca el religioso espaol Fray Francisco Mndez: () segn los chinos afirman, su primer principio fue en su reino, y el inventor un hombre que ellos reverencian por santo; de donde se deriv y trajo muchos aos despus que ellos tenan el uso, al reino de Alemania, por la Rusia y Moscovia, por donde tienen por cierto que se puede venir por tierra, y que mercaderes venan de all al dicho reino por el mar Bermejo, y de la Arabia felice, trajeron los libros, de donde el Juan Gutembergo ( quien las historias hacen autor) tom motivo.2 El invento fue desestimado por la inmensa can-tidad de caracteres que hacen falta para la escritura china.

    Por lo general se atribuye la invencin de la tcnica de ti-pos mviles al alemn Johannes Gutenberg, pero este habra to-mado la tcnica de los asiticos, la perfeccion y difundi. Hay indicios de tipos metlicos fundidos en Corea cien aos antes, incluso un libro que estara compuesto con estos tipos cuyo t-tulo es Chikchi Shimguiong, editado en 1377. Los primeros ti-pos construidos en el taller de Gutenberg, en Maguncia, eran de madera, pero fueron desestimados, puesto que al entintarse, lavarse, secarse y moverse en el taller, acababan por descanti-llarse, torcerse y alterar prontamente su figura. Atento a esto, el impresor, orfebre de oficio, produjo tipos metlicos a partir de una aleacin de plomo y estao. El diseo de los caracteres estaba inspirado en la letra gtica de los manuscritos. Se dice que el primer impreso fue el Misal de Constanza, en 1449, pero

    Caracteres chinos.

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    La imprenta y la tipografa

    el mayor trabajo de Gutenberg, el que inaugur la Edad de la Imprenta, fue el conocido como la Biblia de 42 lneas (por el nmero de lneas de cada pgina), una versin impresa de la Vul-gata, realizada entre 1450 y 1455. Su edicin dio comienzo a la produccin masiva de textos en Occidente.

    Entre 1450 y 1500 se imprimieron ms de seis mil obras en Europa; sera el tiempo de los incunables.3 La produccin de obras religiosas era caracterstica del norte, mientras que en Ita-lia se realizaban adems libros de corte profano, como los de autores clsicos griegos y romanos, y publicaciones cientficas de eruditos del Renacimiento.

    La imprenta y la tipografa en Espaa

    La imprenta se introdujo en la Pennsula por maestros alema-nes. Se cree que el primero fue el impresor Juan Prix, de Hei-delberg, convocado por el obispo de Segovia, Juan Arias D-vila. Aunque las referencias sobre la introduccin de la prensa en Hispania son escasas, se estima que el primer impreso espaol fue el Sinodal de Aguilafuente, de Prix, en 1472, y la primera obra literaria impresa, Obres o trobes en lahors de la Verge Maria, realizada en 1474 en Valencia por Lambert Pal-mart, natural de Colonia. Las diferencias en las investigacio-nes de los distintos autores se deben a los pocos datos que se encontraron en los archivos y a la ausencia de colofones en las primeras obras.

    Los primitivos impresores fueron ambulantes y se insta-laban donde haba probabilidades de encontrar trabajo (gene-ralmente en centros comerciales), creaban sociedades o firma-ban contratos por unos aos. Los pocos utensilios y caracteres 4 necesarios para esta profesin hacan factible el traslado de una ciudad a otra (esto puede verse por la fecha de los libros impre-

    Detalle de la Biblia de 42 lneas, donde se aprecia la letra gtica textura y una capital iluminada. Col. Museo Gutenberg.

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    sos por un mismo impresor durante un breve perodo en locali-dades diferentes).

    Las primeras obras fueron compuestas con caracteres ro-manos y despus con gticos.

    Al finalizar el siglo XV haba en Espaa ms de treinta talleres de impresin repartidos entre las ciudades ms importantes, monasterios y algunos pueblos.

    Uno de estos talleres fue el del impresor y librero alemn Jacobo Cromberger, iniciador de la dinasta de impresores sevillanos. A comienzos del siglo XVI, Sevilla ya era una ciudad muy importan-te, centro de las ediciones litrgicas. Cromberger domin la industria, cerca de los dos tercios de los libros impresos en Sevilla salan de su imprenta. En 1512, vendi pliegos y cartillas a una expedicin franciscana que parti para evangelizar a los indios del Caribe; este es el primer contacto conocido entre un impresor y el Nuevo Mundo. A partir de 1525, y gracias a su relacin con el obispo de Mxico Juan de Zumrraga, comenzara un activo comercio con Amrica, actividad que luego continuar su hijo Juan, como podremos ver ms adelante.

    En los impresos anteriores al siglo XVI, los espaoles demostraron predileccin por los caracteres gticos (utilizaron la bastarda). Existe una marcada diferencia entre los libros editados en este estilo y los realizados en la letra romana de los primeros impresos. Algunos nom-bres dados a la letra gtica fueron: de Bula, Antigua, Formata, Lemo-sina, de Calderilla y de Tortis.

    Fascculus temporum, de Werner Rolewinck, im-preso en el taller de Bar-tolom Segura y Alfonso del Puerto, Sevilla, 1480.Considerado el primer libro ilustrado estampa-do en Espaa.

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    La imprenta y la tipografa

    En Madrid no se establecieron imprentas hasta el segundo tercio del siglo XVI, fueron aos donde la tipografa espaola se desarroll a menor ritmo que en otros pases europeos.

    Era el tiempo de los grabadores de punzones, responsa-bles de los diseos tipogrficos humanistas que dominaran los impresos de Europa por ms de trescientos aos. El mtodo de fabricacin de tipos involucr complejos procesos manuales como la formacin de los punzones, el tallado de matrices y la fundicin de los caracteres, obra de verdaderos artistas de la talla de Claude Garamond, Robert Granjon, Pierre Haultin, o Pieter van den Keere.

    Sus romanas (llamadas tambin redondas) abastecieron a todo el Viejo Mundo, haciendo innecesario el grabado de nue-vos punzones. Se comercializaron los juegos de matrices y las fundiciones, y cuando hizo falta, se copiaron los modelos tipo-grficos respetando los cnones que establecieron.

    Fabricacin de caracteres mvilesPara crear un tipo mvil se utilizaba una tcnica completamente ar-tesanal. Primero, era necesario fabricar un punzn de metal duro en los comienzos de latn o bronce, y ms tarde de acero, en cuyo ex-tremo se tallaba el signo en espejo, mediante un buril.Luego se proceda a la obtencin de una matriz, golpeando el pun-zn sobre un bloque metlico menos duro (de cobre), y a fundir los caracteres sobre esta, con la ayuda de un molde. Para la fundicin se utilizaba una aleacin de plomo, estao y antimonio en algunos ca-sos con agregado de hierro y plata, cuyas proporciones variaban de acuerdo con el fabricante.

    En el Manuel Typographique de Pierre Simon Fournier, editado en 1764, se mencionan un total de 60 fundiciones en Europa.

    Punzones grabados por Garamond, Col. Museo Plantin-Moretus.

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    1547 ST 3-5 Crnica de las Indias La primera edicin de la Historia general y natural de las Indias reali-zada en Sevilla en 1535 contiene, junto con la relacin de los sucesos polticos y militares de Amrica, la observacin y descripcin atenta de su naturaleza, su geografa y sus pobladores por la que lleg a ser consi-derada como la primera historia natural del nuevo continente. Su autor, el capitn Gonzalo Fernndez de Oviedo y Valds, realiz el primero de sus seis viajes a las Indias en 1513, tomando parte de la expedicin de Pedrarias Dvila, y permaneci durante dcadas en el territorio ameri-cano en el que muri. En 1532 fue nombrado Cronista de Indias. Este ejemplar perteneciente a la BNM lleva el ttulo Coronica de las Indias. La hystoria general de las Indias agora nueuamente impressa corregida y emendada, y pertenece a la segunda edicin de la obra. [Sobre resea original de Martn Paz] In 4 / tinta negra y roja Salamanca / Casa de Juan de Junta Portada orlada con grabado xilogrfico que tiene por motivo el escudo de armas de Carlos V. Textos titulares compuestos con letra gtica bastarda justificada y centrada. Biblioteca Nacional de Maestros

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    En Espaa, una vez superada la preferencia por los tipos gticos originarios del perodo incunable, se adoptaron las tipo-grafas humansticas: primero las romanas, y ms tarde la itlica o cursiva, mucho ms legibles que aquellas; luego se introdujo el tipo elzeviriano (del holands Elzevir) ms delgado que los an-teriores. Estas tipologas dominaran los impresos hasta finales del siglo XVIII y se trasladaran a sus colonias, como daremos cuenta ms adelante.

    Aqu comienza un perodo de estancamiento para la tipo-grafa espaola, producto de la falta de grabadores y de recursos econmicos para solventar los costos de una produccin propia. Por lo tanto, y cuando fue posible, importaron matrices de los ms destacados grabadores del Renacimiento; pero ante la im-posibilidad de reemplazarlas, impriman con caracteres gastados, incluso de segunda mano. En estos aos suele verse la mano de orfebres locales, encargados de completar y reparar las matrices deterioradas. Toda esta improvisacin, sumadas las dificultades en la justificacin, generaron un verdadero estilo que por cir-cunstancias similares se trasladara a los impresos coloniales.

    En el reino de Castilla y Len, hacia 1685, se intenta enca-rar la produccin de caracteres, tarea que encomiendan al tip-grafo Pedro Disses, relacionado con la corona austraca, aunque no prosper por razones econmicas.

    El resurgir de la imprenta espaola llegar finalmente despus de la mitad del siglo XVIII, perodo denominado Ilus-trado, a partir de los reinados de Fernando VI, y especialmente el de Carlos III, cuyas polticas proteccionistas apuntaron a la propia produccin cultural. Este crecimiento estuvo fomentado por dos medidas muy importantes: la prohibicin de importar libros extranjeros en castellano, y la recuperacin de la produc-cin y distribucin de libros litrgicos5 (en manos del clebre Christophe Plantin y sus sucesores, y los monjes Jernimos).

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    La imprenta y la tipografa

    TipometraAntes de que existieran los sistemas de puntos para medir el cuerpo tipogrfico, y desde el comienzo mismo de la imprenta, los impresores europeos utilizaban nombres para referirse al tamao de los caracteres.Los trminos no respetaban un criterio determinado, algunos respon-dan a la naturaleza de los impresos que componan, como el misal, bre-viario o canon, para referirse a los cuerpos utilizados tradicionalmente en este tipo de publicacin religiosa. As, atanasia y San Agustn res-ponden al tamao de letra utilizado en los primeros libros que trataron sobre San Atanasio y San Agustn. Texto y lectura, por ejemplo, desig-nan a los cuerpos que se utilizaban para los textos principales de obras para leer. Los grados menores evocaban directamente el origen orfe-bre de los grabadores de punzones, como diamante y perla. Parisiena (por parisienne), nomparela (por non pareille) y miona (de mignone), denotan la influencia francesa en el diseo tipogrfico. Ccero remite a una publicacin de Cicern, impresa en Roma, en 1467.En el ao 1764, en su conocida obra Manuel Typographique, el ti-pgrafo francs Pierre Simon Fournier propuso la unificacin de los cuerpos tipogrficos mediante un sistema de puntos basado en la pul-gada francesa. Ms tarde, su compatriota Firmn Didot desarroll la idea de cara a unificar en Europa mediante un patrn nico de medida basado en el pie de rey. El punto didot equivale a 0,376 mm, y doce de estos, a un ccero. Gran Bretaa y Estados Unidos no tomaron este sistema, pero se basaron en l para desarrollar el propio. El punto en el sistema anglosajn basado en la pulgada inglesa es igual a 0,352 mm, y doce puntos forman una pica. Al ir implementndose los sistemas de puntos en la produccin editorial, la antigua jerga fue dejndose a un lado en forma paulatina.

    Fuente: Ignacio Rmulo, y Dimas Garca La nomenclatura tradicional de los tamaos de las letras, artculo disponible en http://www.unostiposduros.com

    Matrices Garamond, Col. Museo Plantin-Moretus.

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    Nomenclatura de los grados tipogrficos y su equivalencia en puntos Didot

    Denominacin PuntosDiamante ............................................................................................. 3Perla ...................................................................................................... 4Parisiena ............................................................................................... 5Nonparell ............................................................................................. 6Miona o glosilla ................................................................................ 7Gallarda ................................................................................................ 8Breviario .............................................................................................. 9Filosofa o entreds ........................................................................... 10Lectura chica o ccero ....................................................................... 11Lectura o ccero .................................................................................. 12Atanasia o San Agustn ..................................................................... 13Texto ..................................................................................................... 14Texto gordo ......................................................................................... 16Parangona chico ................................................................................. 18Gran Parangn ................................................................................... 20Palestina ............................................................................................... 22Cnon chico ...................................................................................... 26Trimegista .......................................................................................... 32Gran cnon ........................................................................................ 42Doble cnon chico ........................................................................... 52Doble cnon ....................................................................................... 56Triple cnon ....................................................................................... 72Gran Nonparell ................................................................................ 115Gran Diamante ................................................................................ 138

    Antonio Serra y Oliveres, Manual de la tipografa espaola, o sea arte de la imprenta, edicin del autor, Madrid, 1852, p.64.

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    Su impresin estaba a cargo, bajo proteccin real, de la Real Compaa de Impresores y Libreros.

    Figuras como el cataln Eudald Pradell, primer pun-zonista espaol, Jernimo Antonio Gil y Antonio Espinosa de los Monteros, grabadores de la Imprenta Real, son repre-sentativas de este perodo.

    La tipografa espaola llega a su mximo esplendor durante el reinado de Carlos III, quien impulsa una serie de medidas para reformar la imprenta y mejorar la situacin de los trabajadores del rubro. El monarca se mostr ms liberal en el otorgamiento de licencias para imprimir (inclusive en los Dominios), modific las regulaciones que caan sobre la venta y produccin de obras impresas, y eximi del servicio militar a impresores, punzonistas y fundidores.

    Hacia fines del siglo XVIII, la Imprenta Real posea la ms extensa coleccin de caracteres de Espaa. Sus catlogos no solo incluyeron los tipos de los mejores grabadores, sino que tambin se adquiri letra de los ms destacados fundido-res del pas, como Juan Merlo, Francisco Rongel o Antonio Rojo. Ms tarde se habilita un obrador de fundicin propio y se compran matrices de texto latino, griego, rabe y hebreo, adems de titulares y vietas a tipgrafos franceses e italianos, como Pierre Simon Fournier, o el clebre Giambattista Bodo-ni, a quien se atribuye la creacin de la letra moderna.

    Prrafo aparte merece Joaqun Ibarra y Marn, el im-presor ms representativo de esta poca. Instalado en Ma-drid desde 1754 hasta 1836, su taller edit unas 2500 obras, incorporando varias novedades en la impresin y el proceso de composicin, como el satinado del papel para eliminar marcas de la forma impresora; el formato estandarizado para la confeccin de tipos, basado en la superficie de la M (similar a las reglas que ms tarde elaborara Fournier);

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    y suprimi algunas convenciones tipogrficas ya desajusta-das al uso de la poca, como emplear la V para representar la U, o usar el mismo bloque para la s larga y la f , tan co-munes en los impresos espaoles anteriores al siglo XIX.

    Las observaciones de Ibarra fueron recogidas sistemticamente por Jos Sigenza, uno de sus discpulos, y fueron publicadas en 1822 en forma de recopilacin como Mecanismo del arte de la imprenta para facilidad del operario que le exerzan, una obra muy interesante que describe los detalles del arte tipogrfico de entonces.Existe un trabajo de reciente publicacin llamado Cdigos tipogrfi-cos: fuentes para conocer la imprenta manual, del cataln Oriol Nadal Badal, que incluye este y otros manuales tipogrficos, como el de Juan Caramuel (1680) o el de Antonio Serra y Oliveres (1852), piezas fundamentales para el estudio de la tipografa espaola.

    Notas1. Francisco Mndez, Tipografa espaola historia de la introduccin, propagacin y progresos del arte de la imprenta en Espaa, Madrid, 1861. Palabras del obispo en la obra Carminum.2. Francisco Mndez, Tipografa espaola historia de la introduccin, propagacin y progresos del arte de la imprenta en Espaa, Madrid, 1861.3. Del latn incunabulae (en la cuna). Se llam as a los primeros libros impresos con la tcnica de tipos mviles. Desde la aparicin de la imprenta hacia 1450 hasta 1500.4. Apenas unos 34 kg en los comienzos de la imprenta manual.5. Libros sacros, de la Iglesia.

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    Prensas para imprimir

    La mquina utilizada para transferir la tinta desde la forma impresora al papel se denomina prensa. Era el artefacto ms costoso del taller, y se cree que esta-ba inspirada en las prensas empleadas para la obtencin de aceite vegetal.

    Las primeras prensas de imprimir estaban conformadas por una estructura de madera dura, generalmente sujeta al techo por su parte superior para evitar posibles desplazamientos al trabajar.

    Su funcionamiento era muy simple, basado en el principio del tornillo, conocido ya en tiempos de los egipcios. La forma impreso-ra, un bastidor de madera o metal, contena las pginas compuestas por caracteres, elementos impresores y blancos, fijados para que no pudieran moverse; se pona sobre un mrmol plano, ms tarde susti-tuido por una lmina de acero. La forma se entintaba luego por medio de una bala un tampn de piel relleno de lana, y despus se pona el papel sobre los caracteres. Para transferir la estampa se ejerca pre-sin vertical poniendo en movimiento el tornillo sinfn mediante una barra o palanca de hierro con manija de madera, en cuyo extremo se fijaba una bandeja plana: la platina, situada exactamente paralela por encima de la forma. As, el pliego, prensado de manera uniforme con-tra los elementos en relieve por la platina, reciba su huella.

    Con el tiempo se aadi un tmpano para colocar o marcar las hojas con precisin y posibilitar el registro, y una frisqueta para prote-ger los mrgenes del entintado accidental.

    Para poder entintar rpidamente, la forma y el mrmol esta-ban montados sobre rieles por donde avanzaban y retrocedan a travs de la accin de una manivela. An as, la operacin del prensista y su ayudante resultaba lenta y trabajosa; producan un mximo de 250 impresiones por hora, y solo estampaban una cara del soporte.

    A comienzos del siglo XIX empiezan a usarse las prensas de hierro la primera se atribuye a Lord Stanhope y los tornillos se sus-tituyen por palancas para bajar la platina y aplicar la presin. Estas me-joras no consiguieron aumentar demasiado el nmero de impresiones

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    Prensa tipogrfica, Col. Museo Gutenberg.

    Tornillo, rbol, platina y cama de la prensa expues-ta en el Cabildo de Buenos Aires. Col. Museo Histri-co Nacional del Cabildo y de la Revolucin de Mayo.

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    por hora (300), pero s permitan utilizar formatos mayores, por lo que, de cada estampa, se poda obtener un nmero mayor de pginas. De este modo, la impresin de libros, de cuatro y ocho pginas por pliego a veces de doce, se increment a diecisis y ms pginas por pliego.

    Cmo se fabricaba el papel

    La tcnica artesanal para la elaboracin de papel es introducida en Es-paa por los moros en el siglo IX.

    Trapos viejos generalmente de camo, lino o algodn o cuerdas eran recogidos en centros urbanos y puertos por comerciantes especializados denominados traperos. Luego de un proceso de selec-cin, la materia prima se reduca a trozos (drumpage), y se colocaba en agua en locales subterrneos donde fermentaba, y se eliminaba la grasa para obtener la celulosa. La pulpa as obtenida se trasladaba al molino de agua, cuyo rbol estaba compuesto por palas encargadas de accionar unos mazos y pilones provistos de clavos y cuchillas que se movan dentro de recipientes de madera con agua jabonosa dosifi-cada, de modo de obtener una pasta ms o menos espesa: la pasta de papel. Esta pasta se llevaba luego a una cuba llena de agua calentada a determinada temperatura; donde se sumerga la forma, un marco de madera con una malla de hilos de latn aqu se entretejan otros hilos para lograr las filigranas que filtraba el agua y retena la pasta. La forma se sacuda con un movimiento de saranda para repartir la pasta de manera uniforme y lograr que las fibras se entrecruzaran; se secaba unos minutos, y un obrero (alzador) retiraba la hoja obtenida, y la pona sobre un fieltro para absorber el agua. Se prensaban para eliminar ms lquido. Se necesitaban alrededor de 2000 litros de agua pura para obtener un kilo de papel. Si el agua tena hierro, tierra, algas o residuos orgnicos poda colorear el producto.

    El paso siguiente era secar las hojas al aire libre en un pequeo tendedero.

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    Grabado que ilustra el proceso de fabricacin de papel.

    Forma impresora, Col. Museo Plantn-Moretus.

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    El papel obtenido luego de este proceso se someta al encolado, porque sin esta carga absorba la tinta en demasa y no era apto para la impresin. Ms tarde se volva a colgar para terminar el secado.

    El proceso, sumamente lento y costoso, se completaba con el ali-sado y satinado por medio del pedernal, y se reuna en resmas de 500 ho-jas, manos de 25 hojas, y ramas de 20 manos, para su comercializacin.

    Ms tarde el uso de trapos fue sustituido por la molienda de madera de rboles para obtener la pulpa celulsica, una tcnica cono-cida como pasta mecnica atribuida al alemn G. Keller. La primera mquina mecnica para la fabricacin de papel fue desarrollada en In-glaterra por los hermanos Hery y Seale Fourdrinier, en 1803.

    Tinta tipogrfica

    Desde los aos de la imprenta de tipos mviles, la fabricacin de las tintas tipogrficas fue menester de los propios impresores. Cada esta-blecimiento posea su propia tcnica, producto de la adaptacin de los materiales utilizados para estampar, como era el caso del papel.

    La tinta est conformada por dos elementos fundamentales: el material colorante (las partculas que tienen el color) o pigmento, y el vehculo o barniz, encargado de trasladar el colorante al soporte, asegurando su penetracin, fijacin y secado.

    El pigmento ms utilizado para fabricar tinta negra era el ho-lln (o negro de humo), fruto de la combustin de materias orgnicas, como maderas especialmente resinosas, como la de pino o aceites. Se obtena en hornos con cmaras especiales que acumulaban el mate-rial, dejando salir solo los gases, luego se retiraba y se someta al calor para deshacer las partculas y resinas que pudieran quedar, haciendo un polvo de grano ms fino. El producto era muy resistente a la luz, no alteraba el papel ni a otras tintas cuando se mezclaba.

    Para fabricar los pigmentos de colores se utilizaban tierras de diferentes regiones (yacimientos arcillosos), como la tierra de Siena,

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    o se obtenan qumicamente a partir de sales metlicas o minerales, como el cinabrio para el bermelln.

    El barniz ms usado era el obtenido por temperatura a partir del aceite de lino. Su preparacin y consistencia se adaptaba siempre a condicionantes de la produccin grfica, como la calidad del papel o los factores climticos reinantes. Tambin se le incorporaban aditivos, como la trementina o el almidn, para alterar sus propiedades en fun-cin de la impresin.

    El secado de las tintas impresas se produca por absorcin, al penetrar el material en el papel, y luego por oxidacin, al exponerse los pliegos colgados al aire.

    Del barniz para la tinta de negro tres arrobas de aceyte de linaza se le echarn seis libras de ajos ae-jos, solo las cabezas, que estn bien secos, para lo cual estarn ntes al sol quince dias : dos libras de litargirio : dos de tierra de Roma : dos de sombra de Venecia : una de almidon; y media de azarcon.Junto todo esto, se machacar excepto los ajos: se pondr tostar en una sarten hasta que est dorado, y se echar despus en una olla de cobre (de ningun modo de barro), que coxa doble cantidad. Si las dos horas de continuada lumbre no cuece, se le ir aliviando de lla, y se echarn dos onzas de cal viva ; mas si hace la subida no se echarn, pero s se aliviar la lumbre verificada que sea la subida, no apartn-dose de la olla, pues en llegando subir, no se puede detener sino menendolo con un hierro (no con palo, que se encender) : tampo-co se acudir tapar a la olla, por ser tal su fortaleza, que reventaria, no hacerlo con una arpillera bien mojada en agua, aunque algunos sienten lo contrario, por no ser este barniz como los otros.Para conocer si est en su punto, se saca con dicho meneador unas quantas gotas, y se echan en un papel blanco, dexndolas enfriar; y

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    si se cala el aceyte por el reverso, le falta que cocer algo mas: no se apartar hasta haber hecho la subida.Para saber si est fuerte floxo, se coger una de las gotas del papel entre los dedos pulgar inicial, y si hace mucha opresion, est dema-siado fuerte, lo que no se puede remediar tan fcilmente; por cuyo motivo se debe tener gran cuidado no se pase el punto: despues se colar por un tamiz, limpiado bien la olla donde se haya hecho, cuya operacin regularmente se hace con estera ardiendo.As en este barniz como en otro cualquiera que se haga se pondr especialsimo cuidado en desengrasar bien el aceyte, por ser la parte principal, sin cuyo requisito todo se echar perder.El barniz no tiene su perfecto negro hasta que se le da el operario con el humo de pez griega, la qual ha de ser de flor sin tierra alguna, proporcionndolo segn la cantidad y calidad, que de dicho barniz se eche en el moledor, y se menear muy bien con un palo fuerte redon-do que hay para el efecto metido en el agujero de un madero que se halla encima del barreo donde se hace esta operacin.Si se necesita imprimir de azul, se echar en el barniz azul de Prusia muy molido y pasado por el tamiz, y albayalde, menendolo como se hace con el bermellon.Con respecto al suministro de tinta para la prensa, escriba:() Cuidar que el tintero donde se ponga el color est muy limpio, como asmismo que las balas no tengan nada de aceyte, limpindolas muy bien, porque de estos descuidos resulta el quitar la hermosura al color: las balas que sirvan para el color, de ninguna manera servirn para el negro; porque si se mezclase el color con el negro que regular-mente queda en los canteros, aunque se limpien bien, se pondria de color de chocolate morado.

    Juan Josef Sigenza y Vera, Mecanismo del arte de la imprenta para facilidad del operario que le exerzan. Madrid, Imprenta de la Compaa, 1822, pp. 175-177.

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    Bala para entintar, Col. Museo Plantn-Moretus.

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    La imprenta de las misiones jesuticas, Lonie Matthis, gouache, c. 1925-1935. Col. Museo Histrico Brigadier General Cornelio de Saavedra.

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    America noviter delineata, Jodoco Hondio, grabado por H. Picard, c. 1640.

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    LA imprenta lleg a Amrica con un fin muy claro, di-fundir textos entre los habitantes originarios de estas tierras, dotando a los misioneros de una herramienta muy importante para su prdica evangelizadora. Los primeros impresos se ocuparon, entonces, de los temas religiosos: cate-cismos, misales, lminas, estampas y vocabularios de lenguas locales, pero a partir del siglo XVIII aparecieron nuevas tem-ticas: filosofa, literatura, poltica y los primeros peridicos o gacetas, en los que se dej ver la influencia del pensamiento ilustrado europeo.

    La imprenta en Mxico

    La ciudad de Mxico fue la primera en tener imprenta a instancias de don Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva Espaa, y del obispo Juan de Zumrraga, a quien mencionara antes relacionado a Jacobo Cromberger y al comercio de libros con Amrica. Este ltimo, en 1533, solicit al emperador Carlos V una imprenta y un molino de papel.

    El padre jesuita Guillermo Furlong sintetiz estos comienzos: () cuando parece que solo se poda pensar en vivir, se pensaba en imprimir, y cuando poda creerse que no haba quienes podan dedicarse a la lectura, por ser poqusimas las escuelas, pues era tan escasa la poblacin que entonces exista, se crea til y conveniente introducir una imprenta e instalar una fbrica de papel. 1

    En 1539, el impresor Juan Pablos, natural de Brescia, firma un contrato en Sevilla con Juan Cromberger para abrir un taller en Tenuchtitln; se traslada al Nuevo Mundo y rpidamente estampa una Doctrina Cristiana en lengua mexicana y castellana, el primer impreso americano. Su colofn, cumpliendo con una de las clusulas contractuales, dice que la obra se imprimi en la Casa de Juan Cromberger.

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    Ahora se viva e imprima, pero segua faltando papel. El propio Zumrraga, en 1538, manifest al Rey que poco se puede adelantar en lo de la imprenta por caresta de papel, que ste dificulta las muchas obras que ac estn aparejadas y otras que habran de nuevo darse a la estampa. Esto nos muestra la urgencia y la necesidad de seguir imprimiendo, se deba cumplir con el trabajo atrasado, e incluso reeditar algunas obras.

    Tras la muerte de Juan Cromberger, en 1540, una Real Cdula le otorg a la viuda e hijos de Juan Cromberger, la exclusividad de imprimir y vender libros por el trmino de diez aos con el cien por ciento de la ganancia, respondiendo a una tradicin espaola que integraba a las viudas a las imprentas por obligacin testamentaria. As, Brgida Maldonado, descendiente de los Carn, una familia de libreros de Salamanca, se transform en la administradora del

    Antes de proceder a una tirada deban solicitarse las correspondien-tes licencias al obispo y al virrey (privilegios), y otorgadas estas, se incorporaban a las pginas preliminares y a los colofones, hacindose adems, las aprobaciones y correcciones de los censores e inquisidores.

    Jos Torre Revello, El libro, la imprenta y el periodismo en Amrica durante la dominacin espaola, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, 1940, p.142.

    Lo primeros impresos estaban compuestos con caracteres gticos ro-tundos. Ms tarde se incorporan los romanos con sus variantes en algunos casos aparecen ambos y se utilizan grabados y vietas en las portadas al gusto espaol. Algunas de estas se estamparon a dos colo-res. La tinta negra y la roja eran las utilizadas en aquel entonces.

    Doctrina cristiana en len-gua espaola y mexicana hecha por los religiosos de la Orden de Santo Do-mingo, Mxico, Juan Pa-blos, 1548.

    Colofn del Manuale sacramentorum, Mxi-co, Juan Pablos, 1560.

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    1. Que no se imprima libro de Indias sin servicio y aproba-do por el Consejo.2. Que ninguna persona pueda passar las Indias libros impressos, que traten de materias de Indias sin licencia del Consejo.3. Que no se imprima, ni use arte, ni Vocabulario de la len-gua de los Indios, sin estar aprobado conforme esta ley.4. Que no se consientan en las Indias libros profanos y fa-bulosos.5. Que en los registros de libros para passar las Indias, se pongan expecificamente, y no por mayor.6. Que las visitas de Navios se hallen los Provisores con los Oficiales Reales, para ver y reconocer los libros.7. Que los Prelados, Audiencias y Oficiales Reales reconoz-can y recojan los libros prohibidos, conforme los Expurga-torios de la Santa Inquisicin.8. Que no se lleven las Indias libros del Rezo sin permis-sion del Monasterio de San Loreno el Real.9. Que d la forma de poner cobro en los libros del Rezo, y su procedido.

    10. Que el Presidente y Juezes de la Casa de Contratacion embarguen los libros de el Rezo, que llevaren los Navios, y dn cuenta al Consejo.11. Que los Oficiales Reales de las Indias encaminen los li-bros del Rezo donde fueren dirigidos, cobren su procedido, y lo remitan por cuenta a parte, y qu orden ha de guardar la Casa de Sevilla.12. Que el Oidor mas antiguo de cada Audiencia co-nozca privativamente de las causas sobre introducir li-bros en las Indias contra el privilegio de San Loreno el Real.13. Que las condenaciones, que se aplicaren la Camara de los que huvieren llevado libros de el rezo, sin licencia, se pongan a parte, y el Oidor pueda llevar la que le tocare.14. Que se recojan los libros de Hereges, y impida su co-municacin.15. Que cada libro, que se imprimiere en las Indias, se remi-tan veinte al Consejo.

    Leyes de Indias, Libro I, Ttulo XXIV.

    De los Libros, que se imprimen y passan las Indias.

    establecimiento. Pero con el tiempo, Pablos fue propietario de la imprenta, pues en 1548 firm En Casa de Juan Pablos en el colofn de la Doctrina hecha por los dominicos.

    Antes de finalizar el siglo se haban instalado varios talleres en Mxico que dieron a luz ms de doscientas obras. Entre las ms importantes, se destacan: la Didctica de Aristteles (1554), la Fsica especulativa (1557), el Misal romano (1561), la Msica del Graduale (1571) y el Tratado breve de medicina (1592).

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    1597 ST 1-6 Libro general de las reducciones de plata y oro Libro general de las redvciones de plata, y oro de diferentes leyes y pesos, de menor mayor cantidad, y de sus interesses tanto por ciento, con otras reglas, y auisos muy necessarios para estos Reynos del Piru, una obra de Juan de Belveder que forma parte de las primeras producciones de la imprenta sudamericana. Debido a la escasez de ejemplares de los que se tiene conocimiento, es considerado por los biblifilos un libro rarsimo. La obra de Belveder es un manual impreso por el gran tip-grafo piamonts Antonio Ricardo, quien fuera el artfice de las prime-ras obras realizadas por la imprenta limea. [Sobre resea original de Martn Paz] In 4 / 197 fs. / tinta negra Lima / Antonio Ricardo Presenta ttulo justificado y centrado en letra romana antigua. Des-tacado en romana antigua redonda e itlica, justificado y centrado. Destacado en itlica moderna. Grabado con el escudo real. Pie de im-prenta en romana antigua. Biblioteca Nacional de Maestros

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    La imprenta en Lima

    Entre los varios talleres que funcionaban en Mxico estaba el de Pedro Ocharte y Antonio Ricardo. En 1580, el mismo ao en que Garay fund Buenos Aires, Ricardo marcha a Lima seduci-do por los jesuitas del Per que estaban buscando un impresor, llevando consigo moldes y prensas. Se estableci en el Colegio de San Pedro y San Pablo, de la Compaa de Jess, a la espera de los permisos necesarios.

    Por disposicin real, Lima no poda imprimir libro algu-no en aquel entonces, por lo que hubo que solicitar las licencias al Cabildo de la ciudad y al claustro universitario, quienes eleva-ron el pedido a Felipe II diciendo cuan necesario que era que en aquellas partes hubiese imprenta para poder dar a luz cartillas y libros de devocin. El monarca ordena por Real Cdula que se informe sobre tal necesidad, y si en ello haba inconveniente, y por qu causa, pero curiosamente, diez das antes de la firma, la Real Audiencia de Lima autoriza al turins imprimir la Doctrina cristiana y catesismo para la instruccin de los indios, cuyos prime-ros pliegos se estampan en 1584 ante la urgencia de una resolu-cin conciliar establecida en octubre del ao anterior, que orde-naba la edicin de un catecismo en los tres idiomas del Per.

    Pero este no sera el primer impreso de la capital del Vi-rreinato del Per, porque hubo que suspender su tirada por or-den de la Audiencia, para editar la Pragmtica de los diez das del ao, correccin gregoriana al calendario local. Los jesuitas, para continuar con su buena relacin con la autoridad poltica, dan curso inmediatamente a esta obra, que se transform, como dijo el historiador Torre Revello, en la primera muestra tipogrfica de la Amrica del Sur,2 en 1584.

    En 1604 obtuvo licencia para imprimir Francisco Del Canto, al que se le atribuye la inclusin de las portadas a dos tintas, como el Directorio espiritual impreso en 1608.

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    Orgenes de la imprenta en los dominios americanos

    Tales fueron los orgenes de la imprenta en Lima, ciudad que sera por ms de un siglo, destino obligado de las obras impresas en Amrica del Sur.

    La imprenta de las Doctrinas

    Los comienzos de la imprenta en lo que actualmente es nuestro pas se remontan a 1630, no es el ao en que se estampa la pri-mera obra, sino el ao en que la Compaa de Jess comienza las gestiones para traer desde Europa a un hermano jesuita que supiera el arte de imprimir, como tambin una imprenta y asi-mismo las necesarias licencias para usar de la misma.

    Con estos fines, y ante el pedido surgido de la Quinta Congregacin Provincial del Paraguay, celebrada en Crdo-ba, parti hacia Roma el padre Juan Bautista Ferrusino, quien

    () los libros impresos en Lima no descuellan por su hermosura tipogrfica; lejos de eso, su inmensa mayora se nos presenta con ca-racteres de un arte verdaderamente primitivo: hecho que no puede parecer extrao cuando se considera el escaso y pobre material con que trabajaban: mala tinta, fabricada de ordinario en el pas, vietas toscas, prensas ordinarias y tipos gastados hasta lo increble. Basta el examen de las mismas portadas para darse cuenta de que aun para una pgina tan importante como era en un libro, se vean muy de or-dinario los impresores obligados a emplear tipos de distintos cuerpos o a mezclar en consorcio detestable las letras cursivas en medio de vocablos compuestos con redondas.

    Jos Toribio Medina, Historia de la imprenta en los antiguos dominios espa-oles de Amrica y Oceana. Tomo II, Fondo Histrico y Bibliogrfico Jos Toribio Medina, Santiago de Chile, 1958.

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    entrega un escrito al padre general Mucio Vitelleschi donde se enunciaban las necesidades para imprimir obras en la lengua de Angola y tambin en la lengua Caca del Valle de Calchaqu en los propios territorios por no poder llevar a Europa a los que entienden las dichas lenguas.

    Ferrusino se embarca nuevamente hacia el Ro de la Plata con la promesa de que pronto tendra un hermano impresor de Flandes, aunque sin la imprenta ni las licencias para usarla.

    En 1637, tras la Sexta Congregacin jesuita, parte hacia Madrid el padre Antonio Ruiz de Montoya, llevando consigo algunas obras en guaran para imprimir all, cosa que finalmente consigui con gran esfuerzo, pues hubo que fundir tipos espe-ciales. Se tiraron 5000 ejemplares del Arte de la lengua guaran y de la Conquista espiritual, aunque solo llegaron al Nuevo Mundo dos mil cuatrocientos cuerpos de cada una. Estos contratiem-pos haban sido previstos por Vitelleschi, quien haba escrito un tiempo antes que dudaba del xito de la tarea por la dificultad de los requisitos propios de su estampa; a su vez, deseaba que pronta-mente se encontrara un impresor, y recordaba que lo que hubiese que imprimir podra enviarse mientras tanto a la ciudad de Lima.

    El fracaso de las gestiones y las dificultades que significaba imprimir del otro lado del mundo fueron el impulso definitivo que necesitaban los misioneros para crear su propio taller. Segn el padre Furlong: lo que acaeci al padre Ruiz de Montoya en su ida a Madrid debi confirmar a los jesuitas del Ro de la Plata en la necesidad de tener una imprenta propia.

    Diversos autores le atribuyen esta empresa, hacia fines del siglo XVII, a los padres Juan Bautista Neumann, de origen austria-co, y al espaol Jos Serrano, responsable de muchas traducciones al guaran, ambos misioneros de Nuestra Seora de Loreto.

    Se afirma que ellos mismos construyeron la prensa, graba-ron las matrices y fundieron los tipos para inaugurar el arte tipo-grfico argentino, y lo hicieron posible gracias a los habitantes

    Cruzando un ro, Florin Paucke, acuarela, c. 1752.

    Reconstruccin de una prensa tipogrfica del si-glo XVIII. Se afirma que a partir de los restos en-contrados en Santa Ma-ra. Col. Museo Histrico Nacional del Cabildo y de la Revolucin de Mayo.

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    Orgenes de la imprenta en los dominios americanos

    originarios que poblaban las reducciones. Un escrito del P. Martn Dobrizhoffer, a fines del siglo XVIII, sostiene que no pocos de ellos imprimieron libros, y libros de gran volumen, y no solamente en lengua latina, y, lo que es ms, ellos mismos fundieron con estao los caracteres o notas tipogrficas.

    Meses antes de finalizar el siglo, el provincial de la compa-a, Tirso Gonzlez, solicita al procurador general de la orden en Espaa que gestione la licencia ante el Consejo de Indias a fines de producir una serie de obras que tenan preparadas. Se supone que a esta altura los indios haban vaciado los caracteres de imprenta y tenan ya grabadas las lminas que deban ilustrar las traducciones al guaran de las obras que se trataba de publicar.3

    En 1700, el padre Neumann realiza el primer impreso nacional, un Martirologio Romano. Sera reeditado nueve aos ms tarde por haberse publicado con numerosas faltas. 4

    El jesuita Antonio Sepp escriba entonces: En este mis-mo ao el P. Juan Bautista Neumann de la Provincia de Bohe-mia, dio a la luz pblica un volumen impreso con caracteres, un Martirologio Romano, del que hasta ahora careca la mayora de las Reducciones, y aunque los tipos de la impresin son desiguales a los de las impresiones eu-ropeas, son del todo legibles.

    Tres aos ms tarde estampan el Flos Sancto-rum de Rivadeneira, con la traduccin de Serrano, y en 1705, se edita el libro de Eusebio Nieremberg, De la diferencia entre lo temporal y lo eterno, el im-preso ms brillante producido en las misiones, en-teramente en guaran, con cuarenta y tres lminas grabadas ilustrndolo, la mayora reproducidas a partir de las que en 1684 realizara Bouttats para la edicin de Amberes, aunque una tercera parte son parcial o completamente originales; adems incluye sesenta y siete vietas y letras capitulares.

    Portada de De la diferen-cia entre lo temporal y lo eterno, 1705. Col. Com-plejo Museogrfico Enri-que Udaondo.

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    Reeditado el Martirologio, entre 1711 y 1721, solo se conocen cuatro libros realizados en las misiones. Sobre la produccin de estos aos, y refirindose a Serrano, relata un misionero: este

    empeoso padre ha impreso ya varios trataditos en lengua espaola y en guaran, e igualmente otro padre, llamado Buenaventura Surez, dispuso con acierto sus libritos de efemrides, calendarios, ta-blas astronmicas, anuarios, cursos de los planetas, mudanzas del tiempo, todo con arreglo a la altura del polo en estos pases; y los ha impreso, habindo-se difundido sus papeles hasta el Per.

    Luego se public el Manuale ad usum Pa-trum Societatis Jesu y un ao ms tarde, en 1722, el Vocabulario de la lengua guaran, ambos de Ruiz Montoya, este ltimo, segn Furlong, la obra tipo-grfica ms perfecta salida de los talleres de la mi-siones, luego del libro de Nieremberg.

    () Forma esta obra un volumen en 4 de 438 pginas a dos colum-nas. La impresin del libro es correcta en todo sentido, y tal vez sea el ms perfecto de cuantos se publicaron en la Amrica Meridional, durante los siglos XVII y XVIII. Aun hoy da, honrara a un taller tipogrfico, por la limpieza y nitidez de sus pginas. Los tipos son hermosos y variados, y sin duda mejor trabajados y fundidos que los usados en no pocas imprentas europeas de aquella poca. Los hay de elegantes contornos y de fina delineacin. Incuestionablemente fue-ron fundidos en estao, como eran de estao o cobre las lminas gran-des, que se hallan en la primera parte del libro ()

    Guillermo Furlong , Historia Social y Cultural del Ro de La Plata. El Trasplante Cultural: Arte, Buenos. Aires, TEA Tipogrfica Editora Argentina, 1969, p. 8.

    Lmina de De la diferen-cia entre lo temporal y lo eterno, 1705. Col. Com-plejo Museogrfico Enri-que Udaondo.

    Catecismo impreso en Santa Mara, en 1724.

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    Orgenes de la imprenta en los dominios americanos

    En los colofones de las obras impresas en el Para-guay figuran tres locaciones diferentes, y en algunos casos solo dice Impreso en las Doctrinas. Los libros aparecen editados en Loreto, Santa Mara la Mayor y San Francisco Javier. Esto hizo suponer que habra existido ms de un ta-ller, pero solo se encontraron restos en Santa Mara. Parece ser que la imprenta era trasladada de una reduccin a otra, tal como hacan los impresores alemanes en Espaa.

    No se sabe a ciencia cierta en qu ao dej de fun-cionar la imprenta en el Paraguay medio siglo antes de la expulsin de los jesuitas; si fue por fundarse sin respetar los reglamentos vigentes para las Indias, por la falta de papel para imprimir, o por la publicacin de una polmica carta, conocida como de Antequera.5

    El ltimo libro editado fue un tomo de Sermones de 307 pginas, fechado en San Javier, en 1727 y el ltimo impreso, la lmina Sanctus Joannes Nepomuceno, realizada un ao ms tarde. Algunos documentos dan cuenta de que la imprenta funcion hasta 1747 con el tiraje de grabados y pequeas muestras aun-que no se conocen ejemplares que sostengan su validez.

    () Conocida ya la ubicacin de los pueblos en que se imprimieron los libros publicados por los jesuitas en el Paraguay, cmo explicar que lo hayan sido en Lo-reto, en Santa Mara, en San Francisco Xavier? Hubo talleres tipogrficos en cada uno de esos pueblos, o la misma imprenta fue sucesivamente trasladada de una parte a otra? Si los aos de impresin fuesen los mis-mos, podra, desde luego, asegurarse que haba ms de un taller funcionando en distintos sitios a la vez; pero la diversidad de aos y la similitud de tipos indican que

    era uno solo el que funcionaba sucesivamente en cada una de las misiones. Pero a qu obedecan esas diversas traslaciones? No habra sido infinitamente ms fcil trasladar los operarios, o que el autor lo hubiese hecho, si era necesaria su presencia, y no que se mudase el taller entero? Causas poderosas que no es fcil explicarse hoy, pero que deben haber existido, median sin duda para ello. ()

    Jos Toribio Medina, op. cit.

    Sermones y exemplos en lengua guarani, 1727. El ltimo libro editado en las misiones.

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    La imprenta en Crdoba

    La historia de la imprenta en Crdoba est asociada ms a la edu-cacin que a la religin, porque si bien se gest en el seno de la Compaa de Jess, al igual que su par misionera, surgi de la necesidad que tuvieron la Universidad de Crdoba y el Colegio Monserrat fundados por los jesuitas en 1614 y 1686 respectiva-mente, de imprimir las tesis y los trabajos de los estudiantes que all se graduaban. Segn Toribio Medina () las tesis que se les exiga para graduarse en las distintas Facultades que abrazaba la enseanza, se hacan difciles y carecan del brillo necesario, si no se contaba con una imprenta que facilitase aquellos actos y levan-tase el estmulo de los examinandos.

    Para mediados del siglo XVIII, estas instituciones haban ad-quirido un importante prestigio, y no solo a nivel local, puesto que concurran alumnos de otras provincias, y para mantener esta jerar-qua se haca imperioso contar con la produccin de impresos.

    Haba para esto dos posibilidades: llevarlo a imprimir fuera de la provincia, o hacerlo en un taller propio. La primera opcin se haca extremadamente dificultosa por las distancias y los costos operativos. La imprenta del Paraguay ya estaba desactivada por esos aos, lo que significaba que las opciones eran Lima o Espaa, y a partir de 1754, Ambato, ciudad donde los jesuitas abrieron una estampa, a cargo del hermano Adn Schwartz, ms tarde trasladada a Quito.

    Lo cierto es que optaron por tener su propia imprenta y con ese fin hicieron venir de Espaa los elementos necesarios. Para esta misin fueron encomendados los padres Pedro de Arroyo y Carlos Gervasoni, quienes adems de traer la prensa y sus acceso-rios deban solicitar los correspondientes permisos ante las cortes de Madrid y Roma.

    En este texto se fundamentan las razones del pedido: Soli-citarn igualmente Real Cdula de Su Majestad para que, sin per-juicio de tercero, pueda el Colegio Mximo y Universidad de Cr-

    Letra capital decorati-va enmarcada. Grabado utilizado en la imprenta cordobesa y ms tarde en Buenos Aires.

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    Orgenes de la imprenta en los dominios americanos

    doba del Tucumn tener imprenta propia, como la hay en Lima y otras diferentes partes, representando para obtenerla los muchos gastos y trabajo que tiene aquella Universidad en los frecuentes papeles que tiene que imprimir, no habiendo imprenta alguna en las tres provincias de Buenos Aires, Tucumn y Paraguay.

    Hasta 1758 no se tuvieron noticias sobre la importante gestin. De las cuentas de Gervasoni pudo leerse luego: Colegio Mximo de Crdoba entreg 2903 pesos 3 reales. Se le debe todo el juego de la imprenta que va en 17 cajones que no contienen otra cosa() y restan que comprar, que mucho encarga, papel para la imprenta ()

    Se sabe entonces que por esos aos la imprenta ya estaba comprada con todos sus accesorios y que restaba adquirir papel. Nada se menciona sobre la autorizacin Real.

    Finalmente, tras larga espera, en 1764 lleg la imprenta a la Universidad, pero su entonces rector, el padre Manuel Querini, no

    Crdoba, Florin Paucke, acuarela, c. 1749.

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    estaba de acuerdo con su instalacin, situacin que aprovech el titular del Colegio Real de Monserrat, el religioso Ladislao Orosz, que compra la imprenta para que no recayese en manos extraas.

    An quedaba por obtener el permiso por parte de las auto-ridades de acuerdo con las leyes vigentes. De esto se encarg el pa-dre Matas Boza, procurador general de la Provincia de Chile con el poder sobre las pares de Paraguay, Buenos Aires y Tucumn. A mediados de 1765 se present la solicitud en Lima, ante el virrey del Per, don Manuel de Amat y Junient, junto a una muestra de los tipos que se utilizaran.

    Respecto de la aprobacin del virrey y las leyes vigentes, sostiene Toribio Medina: el Virrey libr decreto autorizando el establecimiento de la Imprenta que pretendan fundar los Jesuitas, agregando s, de acuerdo con las leyes vigentes entonces, que no se publicase ningn libro de materia de Indias, sin especial licencia del Rey despachada por el Consejo, ni papel alguno en derecho sin permiso del Tribunal ante quien pendiese el negocio, ni arte o voca-bulario de lengua de los indios sin que se examinase primero por la Real Audiencia del distrito, y con la obligacin de que de los libros

    o papeles impresos previas las formalidades indicadas, se reservasen veinte para remitir al Consejo de Indias.

    Inmediatamente despus del decreto aproba-torio, y estando todo dispuesto de acuerdo con la le-gislacin, Boza cubri los 118 pesos del impuesto al medianato y la conduccin a Espaa de la licencia, y sum 100 pesos ms como donativo a su Majestad por la licencia que se le concedi () para erigir en su Real Colegio de Monserrat de la ciudad de Crdoba del Tucumn una oficina de Imprenta.

    La imprenta, a cargo de Pablo Karer, al pare-cer un excelente impresor, se instal en uno de los stanos del establecimiento y, en 1766, se imprimi la primera obra surgida de los trculos de la prensa

    Portada de Cinco lauda-torias de Duarte Quirs, 1766.

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    Orgenes de la imprenta en los dominios americanos

    cordobesa, las Cinco laudatorias de Duarte Quirs, y luego varias ms, como una Instruccin Pastoral del Arzobispo de Pars, un Manual de Ejercicios Espirituales y diversas publicaciones meno-res, como tesis y conclusiones.

    La imprenta funcion por muy poco tiempo, precisamente hasta la pragmtica de Carlos III, en 1767, que estableca la expul-sin de los jesuitas de todos sus dominios.

    Este sera el antecedente directo de la tipografa en Buenos Aires, pues esta misma imprenta pocos aos despus, y como ve-remos ms adelante, sera la que inaugurara este arte en la capital del nuevo Virreinato.

    Notas1. Guillermo S. J. Furlong Cardiff, Historia Social y Cultural del Ro de La Plata. 1536-1810. El Trasplante Cultural: Arte, Buenos Aires, TEA Tipogrfica Editora Argentina, 1969.2. Jos Torre Revello, El libro, la imprenta y el periodismo en Amrica durante la dominacin espaola, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, Buenos Aires, 1940.3. Ibdem.4. El nico ejemplar existente fue descubierto en Bolivia, por Hans Roth, en el ao 1972.5. Se trata de una carta escrita por Jos de Antequera desde la Crcel de Corte, en Lima. En ella responde a otras tan-tas publicadas por el obispo del Paraguay, Fray Jos de Palos, en la que acusaba a aquel de perversidad en su conducta como juez y gobernante. En razn de esto, se segua a Antequera el proceso judicial que concluy en su sentencia de muerte, cumplida el 5 de julio de 1730.

    Los franciscanos, que sucedieron a los jesuitas en la direccin del Colegio de Monserrat no comprendieron en realidad la importan-cia que tena el establecimiento tipogrfico que all exista, si bien es cierto que no se hallaba en la ciudad, y acaso en todo el virreinato, un maestro impresor que reemplazase al religioso lego que para el inten-to ocupaban los jesuitas. Sin embargo, lejos de prestarle la atencin que mereca aquel valioso taller, toleraron que los jvenes estudiantes se apropiasen de algunos tipos para aplicarlos a otros usos, descaba-lando algunas suertes.

    Jos Toribio Medina, op. cit.

    Manual de Ejercicios Es-pirituales , 1766.

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    Vista de Buenos Aires desde el camino de las carretas, Brambila, aguada, 1794. Biblioteca de la Direccin General Patrimonio e Instituto Histrico.

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    Plan de la Ciudad de Sta. Maria Puerto de la SS. Trinidad de Buenos Ayres, Martn Boneo, 1780. Biblioteca de la Direccin General Patrimonio e Instituto Histrico.

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    El Virreinato

    DEsde mediados del siglo XVIII, Buenos Aires, que hasta ese entonces formaba parte del Virreinato del Per, junto con las gobernaciones de Tucumn, Pa-raguay y Cuyo, comenz a salir del prolongado estancamiento que le haba impuesto Espaa desde su fundacin, para iniciar un proceso de evolucin urbana, a nivel administrativo, eco-nmico, y demogrfico. Este crecimiento fue gracias a la im-portancia estratgica que tena su ubicacin, hecho que puede comprobarse claramente con los avances de Portugal e Ingla-terra sobre las posiciones territoriales y comerciales espaolas en la regin, as como con las incursiones portuguesas sobre la Banda Oriental y el establecimiento de los ingleses en las Malvinas en 1765.

    Con el objetivo de fortalecer la seguridad y reducir las unidades administrativas en tan vastos territorios, en 1776 parte de Cdiz una armada dirigida por Pedro Antonio de Cevallos Corts y Caldern hacia el Ro de la Plata. Su primera accin fue tomar la Villa de Santa Catalina, en las costas brasileas. Luego llega a Montevideo para auxiliar a Vrtiz, quien se encontraba all protegiendo la frontera, y finalmente toma la Colonia del Sacramento, un verdadero baluarte militar e importante escala para el contrabando de sus aliados ingleses. Cuando finaliza la expedicin, Cevallos se dirige hacia Buenos Aires y se encarga de dar cumplimiento a las clusulas del Tratado de San Ildefonso.1 Por Real Orden de Carlos III se crea el Virreinato del Ro de la Plata que comprenda las provincias de Buenos Aires, Para-guay, Tucumn, Potos, Santa Cruz de la Sierra, Charcas y los territorios de Mendoza y San Juan, desprendidos de la Capitana General de Chile.

    Buenos Aires se convirti a su vez en sede del gobierno virreinal con lo que adquiri un notable impulso.

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    Pedro Antonio de Cevallos Corts y Caldern fue el primer virrey del Ro de la Plata; dict para el puerto de Bue-nos Aires el auto de libre internacin de los productos, lo que permiti el libre comercio interno y el intercambio con Espaa. Hasta entonces la actividad econmica se realizaba a travs de Lima, por lo que el puerto de Buenos Aires se vea seriamente afectado, ya que los productos se encarecan enormemente an-tes de llegar a l comerciar con la Corona significaba realizar una dura travesa de seis meses en carreta entre Lima y Buenos Aires. Con este panorama, la ciudad careca de un rpido y til aprovisionamiento, y entonces estaba condenada a practicar el contrabando.

    En 1778, tras ocho meses de ocupar Cevallos el cargo pro-visorio, asumi el virreinato en forma permanente el gobernador de Buenos Aires, Juan Jos de Vrtiz y Salcedo, natural de M-rida, Mxico, hijo de un poltico espaol, que por su formacin militar haba combatido en Espaa y Portugal y, como se men-cionara, resistido el avance portugus en la Banda Oriental.

    Los cinco aos que durara su mandato quedaron en el imaginario porteo como un smbolo de progreso, humanidad y austeridad en la gestin. Para algunos autores, sus iniciativas se potenciaron por la suma de su fuerte personalidad y la heren-cia de un Estado prspero, gracias a la situacin econmica en ascenso.

    La obra del virrey

    A comienzos de su gestin, en 1778, Vrtiz realiz un censo que arroj, segn Nicols Besio Moreno en Historia de los Censos de Buenos Aires, una poblacin de 24.205 habitantes. La clase dominante estaba representada por terratenientes y comerciantes; las clases medias podan dividirse en dos estra-

    Frente a la Aduana, Vidal, acuarela, 1817.

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    La Buenos Aires de Vrtiz

    tos, uno ms alto conformado por funcionarios administrati-vos, religiosos y profesionales liberales, y otro integrado por mercachifles, artesanos y pequeos productores rurales. El es-trato ms bajo estaba a cargo de la poblacin negra, en su ma-yora esclavos, y un nmero ms reducido de blancos, mestizos, mulatos e indios, ocupados como peones y jornaleros. A este censo le siguieron otros, pero sin lugar a dudas fue de gran tras-cendencia porque permiti una idea ms amplia del crecimien-to demogrfico de Buenos Aires y de esta manera implementar con mayor eficacia las medidas necesarias para el progreso y el bienestar de la poblacin.

    El crecimiento poblacional decidi a los propietarios a construir casas de renta pequeas y a subdividir los solares exis-tentes, cambiando la fisonoma de la zona cntrica. Deca Diego de Alvear y Ponce de Len: Al parecer el nico afn de los ar-quitectos consiste en labrar con fines de lucro cuartos estrechos y viviendas pequeas, con puertas y ventanas a la calle, para ser ocupadas por tiendas y pulperas de las que est llena la ciudad, no habiendo casa donde no se venda algo. El desarrollo comer-cial signific un incremento de la poblacin comerciante; los negros y mulatos se establecieron en la ciudad, mientras que los indios y mestizos aumentaron en la campaa.

    A lo largo del siglo existieron intentos de agremiacin por parte de diferentes sectores. A partir de un bando de 1780, el virrey invitaba a todos los artesanos a organizarse. As surgie-ron los gremios de plateros, zapateros, sombrereros, panaderos y otros.

    La obra pblica fue cuantiosa en tiempos de Vrtiz, y es uno de los puntos ms sobresalientes y recordados de su gestin.

    Orden la nivelacin y el empedrado de las calles cntri-cas, para lo que nombr al ingeniero Joaqun Antonio Mosque-ra. La primera cuadra en empedrarse, a pedido de los vecinos, fue la de Bolvar entre Alsina y Victoria.

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    Abri nuevos caminos de acceso a la ciudad y mand de-secar los pantanos de las zonas ms bajas.

    Organiz el primer servicio de limpieza urbano, impo-niendo a los alcaldes a cuidar diariamente el aseo y la limpieza de las calles, terceros (arroyos), baldos y plazas, y que castiga-ran a quienes los usaran de basurales. Recordemos que antes de la llegada de Vrtiz, los vecinos arrojaban las aguas servidas a la calle, y segn los relatos de viajeros, podan verse adems animales muertos, como mulas, caballos y hasta los toros de la corridas.

    Se terraplenaron unas cuatro cuadras al norte del Fuerte, donde se plantaron sauces y una doble fila de ombes, prohi-bindose que se soltaran all animales a pastar, se ataran caballos a los rboles, y que las lavanderas tendieran su ropa en esa zona. Naca as el Paseo de la Alameda.

    Recibi el apodo de Virrey de las Luminarias luego de disponer que un concesionario instalara cien faroles con velas de cebo que deban encenderse todas las noches al toque de nimas, a menos que la luna iluminara a esa hora.

    Segn consta en las Actas del Cabildo del 22 de agosto de 1783, el virrey consulta sobre la construccin de una casa de comedia para la ciudad. La misma comenzara a funcionar en 1778 con el nombre de La Ranchera, y estara en la esquina de las actuales calles Alsina y Per, donde los jesuitas alojaban a los esclavos; mediante su arriendo se contribua a la manutencin de la Casa de Nios Expsitos.

    En lo que respecta a la salud de la poblacin, a partir de 1780, el ejercicio de mdicos, cirujanos, boticarios y sangra-dores fue controlado por el Tribunal de Protomedicato, que se encarg de la enseanza de la medicina, ciruga, farmacia y flebotoma, y de vigilar la entrada desde el extranjero de pestes como la viruela y la lepra, muy comunes en Buenos Aires por aquel entonces.

    Plaza de toros de Montserrat.

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    La Buenos Aires de Vrtiz

    Se debe a Vrtiz el origen de una nmina de instituciones destinadas al control de la marginalidad, entre ellos el Hospi-cio de Pobres y Mendigos, la Casa de Correccin para Mujeres y la Casa de Expsitos, esta ltima para resolver el problema de los nios abandonados a su suerte en las puertas de las casas, huecos as se llam a los lugares que se transformaran en pla-zas e iglesias.

    Con respecto al plano educativo, cre el Real Convictorio Carolino, que era un instituto religioso que dependa del virrey y no de la Iglesia. En 1783, inaugur formalmente el Real Cole-gio de San Carlos, aunque ya haca algunos aos que se dictaban estudios medios. De su reglamento puede leerse: () ordeno y mando que ningn colegial cargue ni tenga en su cuarto ar-mas ofensivas o defensivas, no se les permitir tomar tabaco en humo, jugar naipes, dados, ni otros juegos prohibidos por ley.

    Tambin contina las gestiones iniciadas por el Cabildo Secular en 1771 para abrir una Universidad, hecho que se pos-tergara an ms por la indiferencia de la Corona, las diferencias entre religiosos y la oposicin de las ciudades que ya posean una casa de estudios superiores.

    Otras acciones sobresalientes en este perodo de gobier-no fueron: poner lmite a la ganancia ilcita de los comerciantes, supervisar la venta de alimentos de consumo pblico, reprimir el juego clandestino, prohibir el uso de las armas y combatir la delincuencia en las calles.

    Como puede verse, fueron tiempos de profundos cambios para la capital del Virreinato, aquel pueblecillo, que describa el jesuita Antonio Sepp en 1691, donde todas las casas son de paja o mejor dicho cabaas de barro, se convertira rpidamente en una ciudad. Lo dijo el marino espaol Juan Francisco Aguirre en 1783: no hay uno que no se asombre de la transformacin de Buenos Aires casi de repente.

    La Ranchera.

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    La vida cotidiana

    En la poca virreinal, la vida en Buenos Aires era marcadamente religiosa. El clero conformaba un sector social de gran influencia en las decisiones polticas, al tiempo que reglaba casi todos los aspectos de la vida social. Se realizaban ceremonias, procesiones y misas a las que acuda buena parte de la poblacin. Recorde-mos que ya existan varios templos religiosos que, segn relatos de los viajeros, fueron durante mucho tiempo las nicas cons-trucciones que se vislumbraban desde la rada del ro.

    Las viviendas sencillas y modestas, como los ranchos, van desapareciendo del centro aunque perduran en las afueras y al borde de la barranca. Paulatinamente son reemplazadas por construcciones ms slidas de adobe y ladrillo cocido, ligados primero con barro y luego con argamasa cuando la cal se hace ms accesible. Los tirantes de urunday y pinotea reemplazan a Buenos Aires vista desde

    el Ro, Brambila, aguada, c. 1794.

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    las caas, y la teja cocida se va generalizando en las casas princi-pales. Los interiores de las viviendas ms acomodadas se tapizan con terciopelos europeos y alfombras de Turqua; los espejos eran generalmente trados de Venecia; los muebles eran de fina madera tallada del Paraguay y la vajilla, en la que podan encon-trarse a menudo piezas de plata, obra de artesanos locales.

    El comercio minorista se sostena sobre una red de seiscien-tas pulperas en las que se venda todo tipo de artculos, y adems servan de punto de reunin y diversin para los hombres. Se reali-zaban las corridas de toros con msica y desfile de muecos, aunque ya no en la Plaza Mayor, sino en el Hueco de Monserrat, y ms tarde en Retiro (1801). Las bochas y las rias de gallos se desarro-llaban en el fondo de las pulperas, el ro se aprovechaba en verano para baarse y se festejaba el carnaval en las calles. En las zonas ms alejadas se organizaban el juego del pato y las carreras cuadreras.

    Para el abasto de la poblacin llegaban los productos de las quintas y estancias, y la carne y el pescado se vendan en ca-rros estacionados en la plaza. Sorprende a los viajeros lo que se tiraba diariamente. Segn Concolorcorvo, en la casa del ms pobre les sobra la carne 2. Tambin se consuma en la ciudad yerba, azcar y tabaco del Paraguay, y frutas secas, aguardientes y vino mendocinos. El agua se extraa del aljibe, aunque pocas casas lo tenan, y deba recurrirse al aguatero o a las turbias aguas del ro mismo.

    Notas1. El 1 de octubre de 1777 se firm en San Ildefonso el Tratado de Lmites en Amrica Meridional por el cual Portugal cedi a Espaa las islas Martn Garca, Dos Hermanas y San Gabriel, la Colonia de Sacramento y la nave-gacin de los ros de la Plata, Paraguay, Paran y Uruguay. Por su parte, Espaa entregaba una parte del territorio de la Laguna Grande y Mern, una extensin del sudeste del Per y devolva la isla de Santa Catalina.2. Concolorcorvo es el seudnimo de Carlos Calixto Bustamante Inca, o para otros, de Alonso Carri de la Vande-ra. Autor de El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, editado en 1773, de donde tomamos esta frase.

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    La Casa de Nios Expsitos

    El 7 de agosto de 1779, a pedido de Marcos Jos de Riglos, sndico procurador general, y por la inmediata orden del virrey, se funda la Casa de Expsitos.

    Deca Juan Jos de Vrtiz: () por el establecimiento de esta casa se evita muchas veces la muerte de un inocente y el delito ms abominable la deslizada madre que le dio el ser: y se consigue tam-bin que estos hijos ilegtimos puedan educarse de manera que lleguen ser hombres tiles la sociedad.

    La urgencia de la resolucin del funcionario se basa en las pruebas adjuntadas a la solicitud, una serie de testimonios que de-nunciaban situaciones gravsimas sobre los nios: abandonados en las puertas y huecos; parcial o casi totalmente comidos por perros y cerdos; dejados en las calles y luego pisados por los carros; arrojados a los albaales para que mueran de fro o ahogados en el Ro de la Plata.

    Cabe destacar que Vrtiz concret la creacin de la institu-cin a riesgo de ser desautorizado o reprendido, pues no sigui con la reglamentacin impuesta por la Corona. Segn Real Cdula del 13 de septiembre de 1782, su majestad Carlos III, ante los informes

    del Consejo de Indias y del Fiscal que respaldaban la decisin del virrey, y en un gesto inusual para aquel entonces, agradeci el celo con que se es-meraba en el servicio.

    La institucin se situ en un viejo edificio de los jesuitas, ubicado en San Carlos esquina San Jos (hoy Adolfo Alsina y Per). En su entrada se coloc un torno para que dejaran a los nios. El torno era una armazn de tableros verticales uni-dos por un eje comn, con suelo y techo circulares; se ajustaba al hueco de una pared y, al girar sobre un eje, serva para pasar a los chicos de una parte a

    Puede observarse un tor-no similar en la Casa de Ejercicios Espirituales.

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    otra sin que se vieran las personas que los daban o los reciban. Sobre el muro exterior poda leerse: Mi padre y mi madre me arrojaron de s y la piedad divina me recoge aqu.

    Para sostener a esta institucin, la Junta de Aplicaciones, admi-nistradora de la Junta de Temporalidades, destin las rentas de nueve viviendas cntricas, el producto de la Casa de Comedias y el de la Im-prenta. Adems, el gobierno le adjudic los ingresos provenientes de la caza de lobos marinos, le destin lo recaudado en multas, y la mitad de los ingresos de la Plaza de Toros. An as, la falta de recursos sera siempre un problema para la Casa.

    Gracias a las generosas donaciones que Vrtiz continu rea-lizando aun viviendo en Montevideo, la institucin tuvo una cierta estabilidad financiera en sus primeros aos.

    En 1784 la direccin pasa a la Hermandad de la Santa Caridad y la Casa cambia de sede, se compra la propiedad contigua al Hospital de Mujeres, en Moreno y Balcarce, al fondo del Convento de San Francisco.

    Para 1786, hay 150 nios alojados, con el cuidado de amas de leche para los lactantes, y a su despecho, amas de cra. Los primeros diez aos cumpli solamente la funcin de asilo y luego se les dio a los nios educacin en artes y oficios.

    En el ao 1796 se establece que los nios deben llevar dos nom-bres, cumpliendo el segundo la funcin de apellido cuando el expsito no fuera adoptado, y se redacta la Constitucin de la Casa de Expsitos. Tambin se envan doce nios a Espaa para que pudieran all ins-truirse en las artes y dems saberes, un viaje propuesto y costeado por Francisco Casimiro Necochea, un rico comerciante de la ciudad.

    A partir de 1810 el Gobierno toma mayor injerencia en la Casa, disminuyendo las atribuciones de la Hermandad.

    En 1815 se designa como administrador a Saturnino Segu-rola, quien insiste en la importancia de contar con un profesional mdico que asista a los expsitos y una botica que los provea de las medicinas necesarias. En 1817 se nombra mdico de la Casa al Dr. Juan Madera, destacado en el cuidado de los heridos durante

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    las Invasiones Inglesas, pero al ao siguiente es reemplazado por Cosme Argerich.

    En 1838 el bloqueo anglo-francs coloc al Gobierno de Buenos Aires en una grave crisis financiera. El gobernador Rosas dej entonces sin presupuesto pblico a todas las instituciones dedicadas a la salud y a la educacin, ordenando que la Casa no admitiera nuevos expsitos, distribuyendo a los existentes entre las personas que tuvieran la caridad de recibirlos.

    La mortalidad promedio de los expsitos desde 1779 a 1838 se estima en un 40%.

    Recin en 1852, con la cada de Rosas, la Sociedad de Bene-ficencia, presidida Mariquita Snchez, rehabilit la Casa de Exp-sitos, fu