EXPSICION.
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KANT Y LA FÁBRICA DE CONOCIMIENTOS.
1. Introducción.
BIOGRAFÍA.
Kant nació en konigsberg Rusia en 1724 y murió en 1804. Filosóficamente se
formó en el racionalismo, siendo alumno de Wolff, que a su vez era discípulo de
Leibniz. Nunca se casó, decía que casarse era bueno pero no casarse era aún mejor,
porque pensaba que el matrimonio lo distraería de su trabajo. Era un hombre
extremadamente rutinario y metódico. En el prólogo de "Prolegómenos" confiesa que
la lectura de Hume le sacó de "su sueño dogmático" y le puso en guardia contra las
concepciones racionalistas, a las que dirige su crítica.
Sus obras más importantes son "Crítica de la razón pura", donde se plantea la
posibilidad de la metafísica como ciencia equiparable a las matemáticas y a la física;
escrita en 1781. Y la "Crítica de la razón práctica", escrita en 1788, donde intenta
resolver los problemas que se le plantean en la primera obra citada. En 1790 publica
"La crítica del juicio", pero antes (1785) publica una breve obra donde resume los
contenidos fundamentales de la "Crítica de la razón pura", para rebatir críticas que se
habían hecho a la complejidad y difícil lenguaje de dicha obra: "Prolegómenos a toda
metafísica futura que quiera presentarse como ciencia". Por último, escribió
"Fundamentación de una metafísica de las costumbres".
2. Crítica de la Razón Pura. Introducción y conceptos previos
La obra consta de una introducción, en la que se plantea el problema y se
explican los conceptos previos; a la que siguen tres partes:
— Estética trascendental, en la que se tratan el valor y límite del
conocimiento sensible.
— Analítica trascendental, donde estudia el entendimiento y sus conceptos.
— Dialéctica trascendental, en la que estudia la posibilidad de la metafísica
como ciencia, al analizar la razón y su función unificadora de los conceptos del
entendimiento mediante las ideas.
Kant pretende hallar una vía intermedia entre el racionalismo y el empirismo. De
ahí que afirme, de una parte, la necesidad del conocimiento sensible como punto de
partida del conocimiento. Mientras que, por otra, desconfía de los mismos (de hecho el
primer tema que se plantea es la fiabilidad de los sentidos), siendo esto una clara
herencia racionalista.
Kant distingue entre noúmeno o cosa en sí, y fenómeno o cosa para mí. El
primero hace referencia al objeto tal como es en realidad; mientras que el segundo se
refiere a lo que del objeto llega a conocer el sujeto.
Según el esquema kantiano, en todo conocimiento concurren dos componentes:
los datos procedentes del objeto (materia), y los esquemas cognoscitivos a través de
los cuales el sujeto se hace con el objeto (forma). Lo primero procede del noúmeno, la
suma de materia y forma, compone el fenómeno. De ahí que el conocimiento que
poseemos de los objetos parte de datos procedentes de los sentidos, pero es
informado, y en cierta medida de formado, por el sujeto que conoce. Kant distingue
tres niveles de formalización: la sensibilidad (interna y externa), el entendimiento y la
razón. Cada uno tiene sus FORMAS "A PRIORI" que aplica al conocimiento
procedente del objeto.
"A priori" (anterior a la experiencia) y "a posteriori" (posterior a la experiencia) son
términos utilizados por Kant para clasificar los diferentes tipos de juicios que la mente
humana emplea. Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está
implícito en el sujeto. Por el contrario, los juicios sintéticos son aquellos en los que el
predicado aporta datos no incluidos en el sujeto. De su misma definición se deduce
que: los juicios analíticos no significan ningún avance para el conocimiento, mientras
que en los juicios sintéticos se da un avance. De aquí que a la ciencia sólo le interesen
los juicios sintéticos.
Pero por otro lado los juicios, simplemente sintéticos, aunque aporten nuevo
conocimiento, si sólo pueden ser a posteriori, no sirven para "predecir" y dominar la
realidad, que es uno de los fines del conocimiento científico. Por tanto el tipo de juicio
idóneo para la ciencia, es el juicio sintético a priori. Ya que con él se aumenta el
conocimiento al mismo tiempo que se puede prever con anterioridad a que ocurran los
fenómenos.
Así, tenemos que Kant denomina a priori a aquel conocimiento cuya validez no
depende de la experiencia, mientras que todo conocimiento a posteriori depende de la
experiencia. El conocimiento a priori es necesario y universal, de ahí que lo llame
conocimiento puro. El conocimiento a posteriori es contingente y limitado. El problema
se plantearía así: ¿cómo es posible un conocimiento necesario y universal, de una
realidad contingente y singular? A esta pregunta intentará responder en esta obra.
Además del anterior problema, y como pasos previos a su resolución, Kant
intenta resolver las siguientes cuestiones: ¿cómo es posible la ciencia matemática,
física o metafísica? y ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas,
física y metafísica?
La división de la obra responde a la última pregunta, ya que en la Estética
abordará la posibilidad del a priori en las matemáticas; en la Analítica tratará del a
priori en la física, y en la Dialéctica estudiará si es posible este tipo de conocimiento en
la metafísica.
El principio fundamental de la filosofía Kantiana se podría resumir así: TODO
CONOCIMIENTO COMIENZA EN LA EXPERIENCIA, PERO NO TODO LO
QUE HAY EN EL CONOCIMIENTO PROCEDE DE LA EXPERIENCIA.
Además, Kant distingue entre entendimiento y razón:
ENTENDIMIENTO (VERSTAND), es la primera síntesis de orden racional que el
sujeto aplica a los datos procedentes del conocimiento sensible. Es la facultad de
juzgar, de pensar el objeto que nos presenta la INTUICIÓN SENSIBLE (Kant sólo
admite este tipo de intuición; contra Descartes, que sólo admitía la intuición
intelectual). El conocimiento procedente de la intuición sensible es subjetivo y por tanto
particular, es el entendimiento quien hace de él un conocimiento universal. Kant no
considera conocimiento —en sentido estricto— al conocimiento sensible; de ahí que
hasta que no interviene el entendimiento, ordenando los contenidos de la sensibilidad,
mediante los conceptos y los juicios, no hay conocimiento.
RAZÓN (VERNUNFT), es la segunda síntesis y la tercera formalización a la que
el sujeto somete los datos procedentes de la sensibilidad. Es la facultad de los
principios; su función es conferir unidad a los juicios dispersos del entendimiento.
Esta facultad tiene dos usos: la razón teórica —a la que Kant denomina razón
pura— que tiene por objeto regular el funcionamiento de las categorías o juicios del
entendimiento. La razón práctica, tiene como finalidad regir la conducta humana, su
función consiste en determinar las condiciones a priori del valor moral de la conducta.
Otros conceptos importantes en Kant:
TRASCENDENTAL [1], este término equivale al uso de la razón pura. Se opone a
trascendente, que es el uso acrítico que la metafísica anterior a Kant hacía de la
razón, extrayendo conclusiones no fundamentadas en la experiencia. Trascendental
equivale a conocimiento a priori, pero referido siempre a la razón, no al entendimiento
ni a la sensibilidad.
METAFÍSICA, término que tiene en Kant dos acepciones diferentes:
a) disposición natural innata del ser humano (todo hombre intenta tener una
cosmovisión, una respuesta al problema de la libertad humana, de la inmortalidad y de
Dios);
b) ciencia o pretensión —fallida hasta Kant— de dar una respuesta racional a los
problemas anteriores (alma, mundo y Dios).
Estas dos acepciones aparecen en Prolegómenos.
Toda la obra de Kant está encaminada a la elaboración de una metafísica
científica, que dé una respuesta rigurosa y cierta a los problemas planteados por el
hombre de todos los tiempos. Kant se sorprende de que, tras tantos siglos de
especulación filosófica, no haya una respuesta unívoca a estos problemas. Tacha de
dogmáticos a los racionalistas, y de escépticos a los empiristas, en especial a Hume.
Pero él mismo, al final de la Crítica de la razón pura, se encuentra con un problema:
los objetos propios de la metafísica, no proceden de la experiencia, como los objetos
de las restantes ciencias. Por tanto, si todo conocimiento, para ser válido y no
dogmático, ha de proceder de la experiencia... no cabe un conocimiento científico de
los objetos de la metafísica. La "Crítica de la razón práctica" intentará encontrar el
modo de fundamentar, desde la ética, lo que desde el conocimiento científico resultó
imposible.
PROLEGÓMENOS A TODA METAFÍSICA FUTURA QUE QUIERA
PRESENTARSE COMO CIENCIA
CONTENIDO
l. Prólogo
"Estos prolegómenos no son para el uso de escolares, sino de futuros maestros,
a quienes les tienen que servir no para ordenar la exposición de una ciencia ya
existente, sino, ante todo, para forjar esta ciencia misma".
Así comienza el prólogo, señalando la finalidad de la obra: dar las pautas para
elaborar la metafísica como ciencia. A continuación se lamenta del estado en el que la
metafísica ha permanecido durante siglos, "mientras las demás ciencias progresan sin
cesar, sea ésta, que pretende ser la sapiencia misma, cuyo oráculo todos consultan,
donde se esté permanentemente en un punto muerto".
Señala como punto decisivo en la historia de la metafísica el ataque de Hume al
concepto de causalidad, en particular; y a los conceptos de la razón, en general:
"Hume demostró irrefutablemente que a la razón le es absolutamente imposible
concebir a priori y por medio de conceptos una relación semejante (causalidad)". Aquí
vemos cómo niega la posibilidad de que la razón conciba este tipo de relaciones, lo
que implica la imposibilidad de la metafísica, por ser todos sus conceptos de este tipo.
Kant se lamenta de que Hume no fue comprendido por sus contemporáneos, ya
que de lo contrario, su crítica hubiese sido un estímulo para acelerar la necesaria
reforma de la metafísica. Las críticas a Hume se centraron en el "sentido común", pues
resulta evidente que el concepto de causa es el más usado por el hombre en todos los
niveles de conocimiento. Esto para Kant era desenfocar el tema, ya que Hume lo que
proponía se centraba en tomo al origen del concepto; no se refería a su realidad ni a
su uso.
"En primer lugar intenté ver si la objeción de Hume era válida en general, y pronto
descubrí que la noción de relación de causa y efecto estaba lejos de ser la única
relación por medio de la cual el entendimiento establecía a priori relaciones de las
cosas e, incluso más, descubrí que la metafísica consiste única y exclusivamente en
esto". En este texto vemos cómo es Hume el que centra la temática del estudio
kantiano sobre el origen de los conceptos de la razón.
A continuación Kant arremete contra los detractores de su "Crítica de la razón
pura" (obra donde lleva a cabo un estudio exhaustivo de la razón y todos sus
"productos"; con el fin de establecer si es posible la metafísica como ciencia). Dichas
críticas se centraban en la oscuridad de sus términos, así como en lo árido de la
exposición. Kant califica de superficiales estas críticas, y argumenta que la empresa
de cimentar una ciencia rigurosa, requería la utilización de vocablos precisos, etc. Pero
una vez culminada su obra cumbre, en la que no sólo expone un método o un proyecto
para la metafísica, sino que realiza paso a paso la revisión de dicha ciencia; en
"Prolegómenos" pretende satisfacer a sus críticos, dando una síntesis asequible de
todo el desarrollo de la "Crítica de la razón pura". Por último, invita —a aquellos que
con esta simplificación no consigan entenderlo— a que abandonen los estudios
metafísicos.
2. Capítulo I: "Pregunta general de Prolegómenos: ¿Es, en general, la Metafísica
posible?"
"Si hubiera una metafísica que se pudiera declarar ciencia, se podría decir: "aquí
está la metafísica, no tenéis más que estudiarla y os convencerá de un modo
irresistible y constante de su verdad"; en este caso, esta pregunta sería innecesaria...".
En este texto Kant plantea de nuevo la necesidad de una metafísica dotada de una
evidencia, semejante a la de las restantes ciencias. Acusa a las elaboradas hasta
entonces, de ausencia de rigor a la hora de aplicar las proposiciones sintéticas —como
el principio de razón suficiente— con que de hecho cuenta. Esto explica las
contradicciones que se han dado a lo largo de la historia de la metafísica, ya sea en
los contenidos o en las demostraciones de los mismos. Lo que ha originado bastante
escepticismo respecto a la fiabilidad de la metafísica.
La metafísica, al ser una tendencia natural del hombre, ha estado presente desde
los primeros tiempos. Mientras que las ciencias experimentales, requieren un mayor
esfuerzo para descubrir las leyes de la naturaleza, etc.; de ahí que brotaran más
lentamente y con mayor orden. Esto no ha beneficiado a la metafísica, ya que con el
tiempo, se han ido superponiendo las distintas interpretaciones, sin que ninguna diese
una solución satisfactoria. La filosofía se redujo, para muchos, a "recoger
codiciosamente" los productos contradictorios de los diferentes sistemas.
Prolegómenos pretende "indicar lo que se tiene que hacer" para elaborar
correctamente esta ciencia. El método que propone es analítico: tiene que partir de
algo conocido con certeza, a partir de lo cual uno puede remontarse a lo aún no
conocido.
Como punto de partida también contamos con la certeza de que hay
conocimientos del tipo del que queremos investigar: científico. A saber: la Ciencia
natural pura y la Matemática pura.
Así, llegamos a la pregunta general que se plantea Kant en este libro: ¿Cómo es
posible el conocimiento procedente de la razón pura? (que sería la segunda parte del
primer capítulo).
En la primera parte del capítulo, se había establecido la diferencia entre juicios
analíticos y sintéticos, así como la necesidad de proposiciones sintéticas a priori para
elaborar la ciencia. Aquí se vuelve a parar en estos conceptos básicos, y plantea que
hay que verificar la existencia y posibilidad de los juicios sintéticos a priori, aunque no
es la primera tarea a llevar a cabo dado el carácter analítico del método. Así, lo
primero que se tiene que estudiar es: cómo es posible un conocimiento semejante —
sintético puro— por parte de la razón, para deducir a partir de los principios que lo
hacen posible, las condiciones de su uso, su alcance y sus límites.
Toda filosofía que no responda previamente a este problema es totalmente inútil.
Toda la metafísica anterior ignoraba toda esta problemática; sólo Hume intuyó, y no
con la profundidad que aquí se expone, este tema. Hume planteó cómo de un
concepto dado se podía derivar otro que no estuviera contenido en el primero (causa-
efecto), de modo que el segundo parecía formar parte necesariamente del primero.
Para Hume sólo la experiencia puede suministrar semejantes vinculaciones, y desechó
el principio de causalidad, afirmando que el supuesto conocimiento a priori, no era más
que una extendida "costumbre".
Tras "suspender en sus funciones" a todos los metafísicos en tanto no hayan
resuelto este problema, Kant pasa a explicar lo que entiende por "filosofía
trascendental": "Es la que precede necesariamente a toda metafísica (...) la resolución
íntegra de la pregunta aquí formulada en un orden sistemático y con minuciosidad".
Kant concluye que no ha existido hasta entonces ninguna filosofía trascendental, ya
que lo que había recibido este nombre con anterioridad, no era más que una parte de
la metafísica no científica. Mientras que tal como lo plantea Kant, debe ser una
disciplina previa, que justifique la posibilidad de la Metafísica como ciencia.
Termina el capítulo haciendo una nueva referencia al método analítico, en el que
se parte de un presupuesto: "que estos conocimientos que provienen de la razón pura
son reales". Partiendo de los conocimientos de este tipo que utilizan la Matemática
pura y la Ciencia natural pura, remontándonos desde éstos, al estudio del fundamento
de su posibilidad.
Por último distingue dos conceptos de metafísica:
a) la Metafísica como ciencia;
b) la metafísica como conocimiento "a priori" surgido de un modo natural, aunque
"no exento de dudas respecto a su verdad".
Para solucionar la crisis de ésta última, es necesario responder a la pregunta
trascendental, la cual puede dividirse a su vez en otras cuatro preguntas:
l) ¿Cómo es posible la matemática pura?
2) ¿Cómo son posibles las ciencias naturales puras?
3) ¿Cómo es en general posible la metafísica?
4) ¿Cómo es posible la Metafísica en cuanto ciencia?
3. Capítulo II: "Tercera parte de la cuestión principal trascendental: ¿Cómo es
posible la Metafísica en general?
La matemática pura se basa en su propia evidencia, la ciencia natural pura, en la
experiencia y en la constante ratificación de ésta; por tanto por ninguna de ellas sería
necesario llevar a cabo una deducción como la que aborda esta obra.
Pero como la Metafísica, además de los conceptos de la naturaleza —
procedentes de la experiencia— se ocupa también de los conceptos de la razón, que
no proceden de la experiencia, ni de suyo son evidentes —como los conceptos
matemáticos—; por tanto sus contenidos no pueden ser comprobados por medio de
ninguna experiencia. Pero por otro lado, esta parte de la metafísica es la culminación
de toda la obra de la razón. Sin ella sería imposible la síntesis de conocimientos, hacia
la que la razón tiende de modo natural.
Del mismo modo que el entendimiento necesitó de las categorías para unificar y
ordenar los datos de la experiencia; así, la razón requiere de las ideas para alcanzar la
síntesis final de toda experiencia, de ahí que este conocimiento sea trascendente, por
rebasar el campo de toda experiencia posible.
Estas ideas se hallan en la naturaleza de la razón, igual que las categorías lo
están en la del entendimiento. Podría ocurrir que llevasen en sí una cierta capacidad
de engaño o ilusión, pero esto es lo que se debe impedir mediante el conocimiento de
la razón en su uso trascendente. Así quedarán al descubierto, si existen, los errores en
los que la razón incurre, al aplicar al objeto en sí, lo que únicamente concierne al
propio sujeto.
A continuación pasa a diferenciar las "ideas" de las "categorías". Todos los
conocimientos puros de entendimiento se dan en la experiencia, y sus principios son
confirmados por ella. Los conocimientos trascendentales de la razón, ni se dan en la
experiencia, ni sus proposiciones son jamás confirmadas por ella.
Esta distinción entre categoría e idea es uno de los máximos objetivos de Kant en
la "Crítica de la razón pura", así como diferenciar los tipos de conocimiento, y todos los
conceptos pertenecientes a cada uno de ellos, para por último determinar con total
seguridad su uso correcto.
Kant sitúa el origen de las "CATEGORÍAS" en las cuatro funciones lógicas de
todo juicio del entendimiento. Y el origen de las "IDEAS" en las tres funciones de los
silogismos. De ahí que a los tres tipos de silogismo(categóricos, hipotéticos y
disyuntivos) les correspondan las tres ideas de la razón:
l) La idea psicológica: la idea de "sujeto completo", como síntesis de todos los
fenómenos subjetivos.
2) La idea cosmológica: el mundo síntesis de todos los fenómenos de la
naturaleza.
3) La idea teológica: como síntesis total de todo lo posible.
Con todo esto Kant concluye como ya lo había hecho en la Crítica de la razón
pura, que las ideas de la razón son conceptos a los que no corresponde objeto alguno
procedente de los sentidos. De donde se deriva que no es posible el conocimiento
científico de los objetos propios de la metafísica.
Pero por otro lado dichas ideas tienen como tarea la de unificar el conocimiento
disperso, procedente del entendimiento. Y esta función unificadora es necesaria,
además de ser una tendencia innata en el hombre.
Recoge en este capítulo las contradicciones a las que se llega, al analizar
racionalmente las tres ideas de la razón. Citando los paralogismos de la razón pura
que surgen a partir del análisis de la idea psicológica; las antinomias resultantes de la
idea cosmológica; y por último critica el ideal de la razón pura: la idea de Dios[2].
El capítulo finaliza con una "observación general sobre las ideas
trascendentales", en la que vuelve a resaltar que la finalidad de éstas es dotar de
unidad al conocimiento de la inteligencia (entendimiento). Pero esa unidad no procede
de los objetos que conocemos, es un producto de la razón.
4. Capítulo III: CONCLUSIÓN: De la determinación de los límites de la razón
pura.
Kant comienza el capítulo afirmando que sería absurdo pretender conocer más de
lo que pertenece a la experiencia. De manera que si se diese el caso de aplicar los
conceptos puros del entendimiento sobre algún objeto, que no procediese de la
intuición sensible y de la experiencia, dichos conceptos perderían toda significación.
Tan absurdo es el no admitir la cosa en sí, como afirmar que nuestra experiencia
es el único modo de conocer, extremos en los que racionalistas y empiristas
incurrieron, respectivamente.
El escepticismo, al que llegan los empiristas, y en especial Hume, se debe a la
indisciplina que reinaba en la metafísica. El uso incorrecto de los principios a priori de
la razón originó los excesos del racionalismo, y la correspondiente reacción empirista.
Frente a esto, Kant recomienda una actitud crítica, que sin caer en el escepticismo,
señale los límites dentro de los que se debe usar la razón.
Niega que la experiencia sensible sin más sea la única fuente fiable de
conocimiento; ya que la experiencia de por sí no satisface la curiosidad natural
humana. La razón tiene como finalidad unificar los datos procedentes de la
sensibilidad. Pero no le es lícito a la razón tener por objeto aquello que no proceda
previamente de la intuición sensible. Esta es la limitación fundamental de la razón, que
de suyo tiende a plantearse temas que rebasan estos límites.
Las ideas trascendentales, son los límites de la razón. Kant plantea una
posibilidad, el uso trascendente de la razón: "ya que nunca podremos conocer estos
seres del entendimiento por lo que ellos pueden ser en sí, es decir de un modo exacto,
pero no obstante debemos admitirlos en relación al mundo sensible y combinarlos a
éste por medio de la razón, por eso podemos por lo menos concebirlos (...) por medio
de sus propiedades, que están tomadas del mundo sensible, entonces no es más que
un ser del entendimiento, se concibe como uno de los fenómenos y pertenece al
mundo sensible". Pone como ejemplo el concepto deísta de Hume. En este concepto
se elabora la idea de Dios —como concepto racional totalmente puro— pero partiendo
de un antropocentrismo, que es lo que Hume critica; ya que la idea de Dios se elabora
aplicándole nuestra noción de entendimiento, voluntad, etc. Conceptos todos ellos
inadecuados para Dios, ya que tanto el entendimiento como la voluntad humanas
requieren de la experiencia sensible, y esto no es aplicable a Dios.
Contra esta crítica de Hume, Kant afirma que se puede dar un deísmo que no
caiga en estos errores. Propone un antropomorfismo moderado o simbólico, que no
concierne al objeto del que se habla sino solamente al lenguaje empleado. Justifica la
posibilidad de este conocimiento de la siguiente manera: "Si limitamos nuestro juicio a
la relación que el mundo puede tener con un ser cuyo concepto mismo esté fuera de
todo este conocimiento del que somos capaces dentro del mundo".
Un conocimiento como el anterior es un conocimiento por analogía, no en el
sentido empleado por autores anteriores, que entendían por analogía una semejanza
imperfecta, entre dos cosas. Para Kant la analogía significa una semejanza perfecta
de dos relaciones, entre cosas totalmente diferentes. Gracias a esta analogía
podemos obtener un conocimiento bastante determinado del Ser Supremo.
Afirma que con este argumento los ataques que Hume dirige al deísmo, no
atañen a esta nueva elaboración. A continuación plantea cómo de este deísmo se
puede pasar al teísmo, ya que nada nos impediría atribuir al Ser Supremo una
causalidad respecto al mundo. Con todo esto, lo que sea el Ser Supremo en sí, nos
sigue siendo desconocido; por tanto no hemos sobrepasado los límites de la razón,
pues sólo hemos abordado la relación de dicho Ser con el mundo, lo que entra dentro
del campo de la experiencia posible.
Así Kant se sitúa en una postura intermedia entre el dogmatismo, combatido por
Hume, y el escepticismo en el que este autor cae.
A continuación Kant se detiene a considerar la noción de límite aplicada al
conocimiento racional. Señala tres campos del conocer humano: la sensibilidad, el
entendimiento y la razón. La última abarca los dos anteriores. La sensibilidad, aunque
parte de la experiencia, no se limita a ella (utiliza formas a priori), de manera que sus
límites son "exteriores" a ella misma... Kant define esta noción: "un límite es algo
positivo que pertenece tanto a lo que está incluido en este límite como al espacio que
le rodea exteriormente" (p. 74).
La teología natural es un concepto, situado en el límite de la razón humana, que
para orientarse adecuadamente en su conocimiento de los fenómenos —cuyo
conocimiento obtiene por medio de la experiencia sensible— se ve obligada a "elevar
su mirada hasta la idea de un Ser Supremo" (p. 74); no para determinar algo respecto
a dicho Ser, sino para ordenar su conocimiento del mundo sensible, dotándolo de una
unidad que de otra manera no existiría. La unidad a la que se refiere, es la
dependencia que todo lo sensible tiene respecto al Ser Supremo como causa última.
El resultado de toda la crítica se resume: "la razón con todos sus principios a
priori nunca nos enseña más que objetos de experiencia posible, y de éstos, tampoco
nos enseña más que lo que puede ser conocido en la experiencia; pero esta limitación
precedente no impide que la razón nos lleve hasta el límite objetivo de la experiencia,
es decir, a la relación con algo que no debe ser objeto de la experiencia, pero sí sin
embargo, el principio supremo de todos estos objetos de experiencia posible, sin
darnos a conocer, no obstante, nada del objeto en sí, sino sólo en relación al propio
uso íntegro de la razón encaminado a fines más elevados..." (p. 75).
Por último, plantea la inutilidad de la metafísica, en lo que respecta al
conocimiento de la naturaleza. Pero como reconoce que es una tendencia natural que
se da en el hombre, y asegura que en la naturaleza no hay nada que sea
absolutamente inútil, afirma que "continúa siendo un problema digno de investigar, el
descubrir los fines de la naturaleza a los que pueda servir esta disposición de nuestra
razón" (p. 76).
"Cuando examino todas las ideas trascendentales, cuya esencia constituye el
problema propiamente dicho (...) creo descubrir que esta disposición natural aspira a
liberar nuestro concepto de las cadenas de la experiencia y de las limitaciones de la
mera observación de la naturaleza (...) sino para que los principios prácticos que (...)
no podrían alcanzar esta universalidad que necesita absolutamente la razón para su
fin moral" (p. 76). Con esto Kant relega a la metafísica al campo de la razón práctica
negando su calidad de conocimiento científico, justificando su existencia como
necesaria pero exclusivamente para justificar el comportamiento moral. La metafísica,
como conocimiento del ser real de la realidad, es rechazada de plano.
Además su finalidad es fundamentalmente "defensiva": la idea psicológica nos
aparta del materialismo; las ideas cosmológicas sirven para apartarnos del
naturalismo, que quiere hacernos ver la naturaleza como suficiente a sí misma; la idea
teológica libera del fatalismo, y nos plantea el concepto de una causa libre y de una
inteligencia suprema.
Así, las ideas trascendentales sirven, no para instruirnos positivamente en el
conocimiento de la naturaleza, pero sí para suprimir el materialismo, el naturalismo y el
fatalismo. Y con esto le "hacen un sitio a las ideas morales (...) y esto me parece que
explicaría, en cierto modo, esta disposición natural. La utilidad práctica que puede
tener una ciencia puramente especulativa está fuera de los límites de esta ciencia; por
tanto se puede considerar simplemente como un escollo (...) el uso especulativo de la
razón en la metafísica debe necesariamente formar una unidad con su uso práctico en
la moral" (p. 77).
Por tanto la metafísica se justifica en base a la moral, no a la ciencia.
5. Capítulo IV: Solución de la pregunta general de Prolegómenos: ¿Cómo es
posible la Metafísica como ciencia?
En este capítulo Kant expone las condiciones que debe reunir una metafísica
científica. En el capítulo anterior el concepto de metafísica al que se refirió era el de
tendencia natural de la razón. Esa acepción de metafísica ya quedó relegada al ámbito
de la razón práctica. Pero para Kant, hay una posibilidad aún no desarrollada: una
metafísica científica, que tome como punto de partida para su elaboración rigurosa,
una crítica de la razón, semejante a la elaborada por él. La crítica es un paso previo
para elaborar la metafísica científica, en la que ningún contenido se acepte
dogmáticamente, y toda afirmación aparezca correctamente fundamentada.
"Siempre existirá en el mundo una metafísica (...) una metafísica que a falta de un
patrón común cada uno se la cortará a su medida. (...) Lo que hasta ahora se ha
llamado metafísica no puede satisfacer a ninguna persona que piense" (p. 82).
Kant señala dos condiciones para la nueva metafísica: no partir de hipótesis, cosa
que sólo se le permita a la ciencia empírica de la naturaleza; y un no recurrir al sentido
común, como conocimiento equiparable al entendimiento o a la razón. Define sentido
común como la facultad del conocimiento y del uso de las reglas "in concreto" por
oposición al entendimiento especulativo, que es la facultad del conocimiento de las
reglas "in abstracto". El sentido común se limita a la experiencia sensible, por tanto es
inadecuado utilizarlo para la especulación abstracta. Por tanto no se puede apelar
nunca al sentido común en Metafísica que es la ciencia de la razón pura.
6. Capítulo V: Apéndice. "De lo que se puede hacer para constituir la Metafísica
como ciencia".
Kant dedica el apéndice a criticar a Christian Garve, que había publicado un
artículo, en la "Revista erudita de Göttingen", en el que atacaba el contenido de la
"Crítica de la razón pura".
Las críticas se centraban en lo oscuro del lenguaje y en la inutilidad de sus
conclusiones. Kant lo resume así: "algo así como si alguien que, no habiendo oído ni
visto nunca nada de geometría, encontrara un ejemplar de Euclides y le solicitaran que
diera un juicio sobre este libro y, tras haber observado muchas figuras, dijera: 'este
libro es un método sistemático de dibujo; el autor utiliza un lenguaje particular para dar
reglas oscuras e incomprensibles que al final no logran más que lo que cada uno
puede conseguir mediante un buen golpe de vista natural'." (p. 91).
Uno de los ataques consiste en cifrar la teoría kantiana como "idealismo
trascendental". Ataque que Kant aprovecha para aclarar lo que él entiende por
idealismo: "El principio de todo auténtico idealista, desde la escuela eleática hasta
Berkeley, está contenido en esta fórmula: Todo conocimiento que proviene de los
sentidos y de la experiencia no es más que ilusión, y tan sólo en las ideas del
entendimiento puro y de la razón pura se encuentra la verdad. El principio que
constantemente rige y determina mi idealismo es, por el contrario: Todo conocimiento
de las cosas, que proviene únicamente del entendimiento puro o de la razón pura, no
es más que ilusión; no hay verdad más que en la experiencia". (p. 91).
El idealismo de Kant se reduce a considerar al espacio y al tiempo como formas a
priori de la sensibilidad. Distingue tres tipos de idealismo: idealismo dogmático
(Berkeley), idealismo escéptico de Descartes, e idealismo formal o crítico (Kant).
A continuación exige de su crítico que demuestre científicamente una sola de las
proposiciones de la metafísica clásica; si lo consigue, Kant se ofrece a reconsiderar lo
expuesto en la Crítica de la razón pura y en Prolegómenos.
Anima a los pensadores a lanzarse a la tarea de constituir una metafísica
realmente científica, que puede ser útil, tanto a las restantes ciencias como incluso a la
Teología.
VALORACIÓN DOCTRINAL
Prolegómenos, como resumen que es de la doctrina kantiana recogida en la
"Crítica de la razón pura", incurre también en los mismos errores teóricos.
En primer lugar, el principio en el que Kant basa toda su crítica ("TODO
CONOCIMIENTO COMIENZA EN LA EXPERIENCIA, PERO NO TODO LO QUE HAY
EN EL CONOCIMIENTO PROCEDE DE LA EXPERIENCIA") limita las posibilidades
del conocimiento, restringiéndolas a dos ámbitos:
a) conocimiento procedente de los sentidos;
b) conocimientos a priori, inherentes al propio sujeto.
Al reconocerse sólo estos modos de conocer como válidos, el conocimiento
queda encerrado en los límites del SUJETO.
Esto se agrava con la afirmación de Kant de que el OBJETO lo constituye el
propio sujeto, al aplicar sobre el "fenómeno" la categoría correspondiente. Las mismas
leyes racionales recogidas tanto en las matemáticas como en la física, no son otra
cosa que la formulación concreta de aquello que en realidad el sujeto poseía como
formas a priori. De ahí que para Kant tanto el OBJETO como la LEY científica son
constituidos por el sujeto, en base a dos formas a priori del entendimiento: las
categorías para el objeto, y los principios para la ley.
Si a esto añadimos que en la definición de noúmeno Kant deja claro que la cosa
en sí es totalmente inaccesible para el sujeto, ¿a qué se refiere cuando habla de que
todo conocimiento ha de partir de la experiencia? Esta experiencia queda reducida
al fenómeno, que a su vez es una "creación" del sujeto, que Kant no aclara en ningún
momento qué tipo de relación posee con el noúmeno o cosa en sí.
La filosofía kantiana queda así totalmente encerrada dentro del sujeto, que es
quien pone la materia de conocimiento, las leyes y los límites del conocimiento.
Pero no todos los objetos que el conocimiento humano aborda, son reductibles a
cantidades o cualidades sensibles. Este es el caso de los tres temas que Kant propone
como objetos de la metafísica: Dios, la inmortalidad del alma, el cosmos.
De ahí la invalidez del planteamiento kantiano por varios motivos:
a) Pretender aplicar el método de las ciencias empíricas a objetos no
cuantificables.
b) Reducir el ámbito del conocimiento al "experimental" y a priórico.
c) Privar a la razón de su ámbito de conocimiento, reduciendo su papel al uso
"trascendental".
Dificultades del kantismo:
l. Escepticismo. Toda la ambición de Kant fue escapar del escepticismo de Hume,
y fundar de una manera indudable la ciencia y la moral. Admite la postura de Hume de
limitar el poder del conocimiento al fenómeno (lo que aparece a nuestra sensibilidad) e
intenta liberarse de la crítica disolvente de Hume, descubriendo los principios
trascendentales que fundan la ciencia. Por tanto, la postura de Kant no es escéptica,
sino idealista: un idealismo que él llama trascendental.
Sin embargo se presenta una dificultad, que Jacobi —contemporáneo de Kant—
la percibió enseguida: "Sin la cosa en sí no puedo entrar en ese sistema; con la cosa
en sí no puedo permanecer en él". En efecto; admite cosas en sí más allá de los
fenómenos, puesto que todo nuestro conocimiento parte de las impresiones que son
recibidas pasivamente por la sensibilidad; pero la cosa en sí es incognoscible: para
afirmarlas hay que hacer un uso trascendente del principio de causalidad, cuando la
crítica de Hume —y que él comparte— sólo permite un empleo inmanente de este
principio. Tampoco es lógico declarar a las cosas en sí incognoscibles, pues si
sabemos que existen, ya sabemos algo muy importante de ellas.
La postura kantiana está el equilibrio inestable entre el idealismo y el realismo:
— puesto que las cosas en sí nos son incognoscibles, para nosotros son como si
no existieran; por tanto lo más práctico es olvidarnos de ellas y hablar sólo de lo que
podemos conocer: el espíritu y sus leyes. Idealismo.
— otro modo de escapar del kantismo es el realismo: el fenómeno es el mismo
ser desvelado. No es evidentemente todo el ser, pero sí un aspecto del ser; puesto
que nuestro conocimiento no se queda en las meras representaciones de nuestra
sensibilidad, sino que se dirige directamente a las cosas.
2. Juicios analíticos y sintéticos. La tendencia más común es que esta
clasificación es invención de Kant, y poco consistente. Un mismo juicio puede ser
analítico o sintético, según la definición que se dé del sujeto, o el grado de
conocimiento que tenga la persona que lo formula sobre el Sujeto de la proposición.
Así, por ejemplo: "todos los cuerpos son extensos", es un juicio analítico para Kant,
pues en la definición de "cuerpo" está incluida el ocupar una extensión. Sin embargo,
"todos los cuerpos son pesados", es un juicio sintético, pues el concepto "peso" no
está incluido en la definición de "cuerpo". Evidentemente, sería analítico para aquél
que defina el "cuerpo" como aquello que pesa. El juicio "hombre, animal racional",
sería analítico, pero para aquel que no sepa lo que es el hombre, sería sintético.
Por otra parte, todo juicio es sintético, pues hace la síntesis de dos conceptos
distintos al afirmar que son idénticos en la realidad.
3. Crítica a la Metafísica. La concepción que tiene Kant de Metafísica es muy
discutible. Es la de Wolff, no conoce otra, y no tiene noticia de la metafísica de
Aristóteles ni de la de Santo Tomás. Por eso, se puede decir que ninguna de las
críticas que lanza a la metafísica alcanza a Aristóteles; y sí que tiene razón al criticar la
metafísica de Wolff, pues un conocimiento del ser en sí a priori, es imposible.
Sobre la crítica de que la Metafísica no ha alcanzado aún el camino seguro de
una ciencia, habría que decir:
— Kant considera como ciencia, sólo un tipo de ella: la física matemática de
Newton, y pretende aplicar este método a todas las ciencias. Cae en un cientifismo,
olvida que cada ciencia tiene su método, al explicar un determinado campo de la
realidad, y por tanto tener objetos distintos. Lo que dice Kant, es que la metafísica no
es una ciencia matemática, y en eso estamos de acuerdo, puesto que su objeto no es
la cantidad, sino el ser, pero eso no impide que sea ciencia.
— La prueba que muestra que la metafísica no es ciencia, es que es incapaz de
establecer una verdad que satisfaga a todos los filósofos, como sucede en
matemáticas o en física. Es el antiguo argumento escéptico de las "contradicciones de
los filósofos". Se cae en una falacia, pues si se dice que todos los sistemas tienen el
mismo valor, es porque se consideran desde fuera, sin preocuparse de penetrar en
ellos, mediante el estudio; pero entonces no es lícito sostener que ninguno es válido,
puesto que no han sido examinados
En realidad, la metafísica estaba sentenciada, desde el momento que Kant no
admite más que los fenómenos de experiencia, es decir, desde que admite el principio
de inmanencia negando la posibilidad de conocer el ser en sí, ha negado la metafísica,
puesto que ha negado su objeto.
4. Llevado de su afán de escapar del escepticismo, sitúa la Crítica del
conocimiento como ciencia primera, y la que dará carta de ciudadanía a la metafísica y
a todo saber que quiera presentarse como Ciencia. En definitiva, el
saber cómo conocemos es previo a saber qué conocemos: el modo del conocimiento
prima sobre el mismo conocimiento. Con ello pretende escapar tanto del escepticismo
de Hume como del dogmatismo de Wolff.
La Crítica no puede ser la Ciencia primera. Lo primero es conocer la realidad y
sólo después podemos preguntarnos cómo conocemos, sin olvidar lo que es evidente
—y por tanto no necesita demostración—: que conocemos cosas.
Si la Crítica se convierte en la ciencia primera, sucede que es una reflexión en el
vacío, pues sin conocer el objeto, no podemos preguntamos cómo lo conocemos.
Consecuencia de esto será que gozará de libertad para determinar a priori,
puesto que no está medido por la realidad, sobre qué es lo que podemos conocer, en
función de las categorías que sitúe en el conocimiento humano. Es algo semejante a
un científico que determine a priori los aumentos que va a tener su lente, y no admita
más realidad que la que pueda ver con su microscopio. Ciertamente verá distintas
especies de microorganismos, pero se le escaparán otros muchos, que él declarará
incognoscibles o sin explicación posible. Esto es lo que parece suceder a Kant: limita
su campo de conocimiento, a priori, a las experiencias de las sensibilidad; en
consecuencia la cosa en sí y todo aquello que escape los límites de la experiencia
sensible, como Dios, la causalidad, la Moral, etc. será incognoscible.