Extinción de la fauna endémica colonización humana de las ...

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MANUEL PÉREZ RIPOLL * Extinción de la fauna endémica y colonización humana de las grandes islas del Mediterráneo La I' %ración de lafO/llla endémica de las grandes islas del Mediterrál/eo riellt! muchos pulIlas de coincidellcia. el/ especial el eswdio de la e.l.'Iil/ciól/ de los gral/des 11l00lllJeros J la parlicipación el! ll/misll/tI de humallos prehistóricos. Es el caso del /¡ipop6ulI/lO J ele- ftlllle el/al/Os de Clli/m!. el Pmlag ll .5 de Córcegll. el Megaceros )' Pr olaglls de Cerddia y el MyOlraglls de Ma llorca. El! Crcw l/O se hall C ll collfrado COII)11I110S de falllla endémica que se encucntren asociados eOI/ res/os c/llturales. COII ello, la ClI:a de la gran fil/ lIIl1 por parle de poblacio/Jes prelleofíticas //0 (Jueda sujiciemememe e!tlra. En {':lfe articulo se aborda la cOlllrOl'ers;a existente ell las islas lle Chip/,(' y Cerdelio y Je disellfe el eWiO concrefo de Myorraglls. Por orro lado. /{/lIIbién se l/borda el esrlldios de /a fa l/ll a m/l'aje il/froduci· da por/l/s neolíticas y se discllre Sil importal/cia. Pafabr(l .\' claves: Arqlleozoo{og ía . Islas del Mediterrál1eo. Neolítico. Recursos. I NT RODUCC i ÓN La problemática que plantea el estudio del poblamien- to humano inicial de las grandes islas de l Mediterráneo es muy pareci da en todas e ll as. en especial el es tu d io de los yaci miento s que cont ienen una estratigrafía configu rada por unos ni ve les superiores con materiales arque ológicos y otros in feriores con importantes acumulacion es óseas de fauna endémica, cuya naturaleza ha dado lu gar a inte r- pretaciones diferenciadas. No comentamos a fondo las se- cuencias de [os yacimientos arqueológicos de la isla de Si - cilia, porqu e sus hi s torias t afo nómica s están mlÍ s en consonancia con [os planteamien tos genérico s de los ya- cimientos continentales. En definil iva, el tema se cen trn en [a extinción de la fauna end ém ica y la contribución en la mi s ma de los grupos humanos que colonizaron las islas. La teoría del e Xl enninio por sobre caza. sostenida por Sondaar para el macizo Co rso-sardo (Sondaar, 2000) , O Simmon s para Chi pre (Simmons , 1996: 1999), explica la rápida tinción de los grandes y medianos mamíferos. Vi gne pre- fiere hablar de visitas ocasionales de cazadore s humano s en el macizo Corso-sardo durante el Pl eistoceno final , an- teriores a las ocupaciones estables durante el Holocello (Vi- gne. 1998). Otros in ves ti gadores. co mo Alcover y sus co- laborado res, relacionan las ext in ciones de la fauna de las Bal eares co n faclores humano s, que directa o indir ec ta- mente incidieron en ella: presión de caza, destru cc ión de l hábitat, introducción de competidores o depredadores e in - troducción de enfermedades (A[eover 2000; A[ cove r, Sans y Palmer, 1998; A leover. Seguí y Bover. 1999; A[cover, Ra- mis. eo ll y Trias, 200 1). Explicaron que también se hace extensi bl e a[ co nj unto de las islas del Med it erráneo Occ i- dental (Vigne y Alcover. 1985). Otro de los grandes temas se centra en [a co mposición y evo lu ción de la fauna doméstica y salvaje introduc id a en las is las por [o s colonizadores humanos. Sería el caso del estudio del proceso de domesticación a partir de los datos que apor- ta Chipre. o la valoración de los propios datos fau nísti cos. muy especialmente de las especies salvajes, aparecidas en la s islas de Chipre y Creta, que evid encian el in icio de prácticas re - * Deparlame nt de Pre hi stori a i d·Arqueologia. UniversiwI de Valencia. Bl aseo Ibfí ñez, 28 . 46010 Valencia. E-mai!: Manucl.pcrez@ uv.cs 147

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MANUEL PÉREZ RIPOLL *

Extinción de la fauna endémica y colonización humana de las grandes islas del Mediterráneo

La I'%ración de lafO/llla endémica de las grandes islas del Mediterrál/eo riellt! muchos pulIlas de coincidellcia. el/ especial el eswdio de la e.l.'Iil/ciól/ de los gral/des 11l00lllJeros J la parlicipación el! ll/misll/tI de ca:ado"e.~ humallos prehistóricos. Es el caso del /¡ipop6ulI/lO J ele­ftlllle el/al/Os de Clli/m!. el Pmlagll.5 de Córcegll. el Megaceros )' Prolaglls de Cerddia y el MyOlraglls de Mallorca. El! Crcw l/O se hall Cllcollfrado COII)11I110S ó.~eos de falllla endémica que se encucntren asociados eOI/ res/os c /llturales. COII ello, la ClI:a de la gran fil/ lIIl1 por parle de poblacio/Jes prelleofíticas //0 (Jueda sujiciemememe e!tlra. En {':lfe articulo se aborda la cOlllrOl'ers;a existente ell las islas lle Chip/,(' y Cerdelio y Je disellfe el eWiO concrefo de Myorraglls. Por orro lado. /{/lIIbién se l/borda el esrlldios de /a fa l/lla m/l'aje il/froduci· da por/l/s pob/(/ciol1e.~ neolíticas y se disc llre Sil importal/cia.

Pafabr(l .\' claves: Arqlleozoo{ogía . Islas del Mediterrál1eo. Neolítico. Recursos.

INTRODUCC iÓN

La problemática que plantea e l estud io de l poblam ien­to humano inicial de las grandes islas de l Mediterráneo es muy pa recida en todas e ll as. en especia l el es tud io de los yaci mientos que cont ienen una estrat igrafía configu rada por unos ni ve les superiores con materia les arqueológ icos y otros in feriores con importantes acumulaciones óseas de fauna endémica, cuya naturaleza ha dado lugar a inte r­pretac iones diferenc iadas. No comentamos a fondo las se­cuencias de [os yacimientos arq ueológicos de la isla de Si ­cilia, porque sus hi storias tafo nómicas es tán mlÍs en

consonancia con [os planteamien tos genéricos de los ya­c imientos continentales . En definil iva, e l tema se cen trn en [a ex tinción de la fauna endémica y la con tribución en la misma de los grupos humanos que colonizaron las islas. La teoría de l e Xlenninio por sobre caza. sostenida por Sondaar para e l mac izo Corso-sa rdo (Sondaar, 2000) , O Simmons para Chi pre (Simmons, 1996: 1999), expl ica la rápida ex~

tinción de los grandes y medianos mamíferos. Vigne pre-

fie re habla r de visi tas ocas iona les de cazadores humanos en e l mac izo Corso-sardo durante el Pleis toceno final , an­teriores a las ocupaciones estables durante el Holocello (Vi­

gne. 1998). Otros in vestigadores. como Alcove r y sus co­laborado res, re lac ionan las ex t inc iones de la fauna de las Baleares con fac lores humanos, que d irecta o indirec ta­mente incidie ron en ella: presión de caza , destrucción de l hábitat, introducción de competidores o depredadores e in ­troducción de enfermedades (A [eover 2000; A[ cove r, Sans y Palmer, 1998; A leover. Seguí y Bover. 1999; A[cover, Ra­mis. eo ll y Trias, 200 1). Explicaron que también se hace extensible a[ conj unto de las islas del Med iterráneo Occi­

dental (Vigne y Alcover. 1985). Otro de los grandes temas se centra en [a composic ión y

evolución de la fauna doméstica y salvaje introduc ida en las islas por [os colonizadores humanos. Sería el caso del estudio del proceso de domesticación a partir de los datos que apor­ta Chipre. o la valoración de los propios datos fau nísticos. muy especialmente de las especies salvajes, aparecidas en las islas de Chipre y Creta, que evidencian el in ic io de prác ticas re-

* Deparlament de Prehistoria i d·Arqueologia. UniversiwI de Valencia. Blaseo Ibfí ñez, 28. 46010 Valencia. E-mai!: Manucl.pcrez@ uv.cs

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MAN UEL PÉREZ RI PO LL

Phanourios Elephas Dama Sus Gcnctta Mus Avcs Vipcra lbrtug~1 Peces Monodonta Patella

Nivel super. 4.387 9 24 193 22 Estrato , 123 42 13 594 33 Estrato 1/2 1.151 1 1 10 235 12 1.822 75 Estrato 1/4 4.566 3 53 3 7 680 33 Estrato 2 3.966 2 2 2 2.074 146 5 14.172 325 Estrato 3 503 40 38 99 5 Estrato 2/4 11.428 " 1 190 2 5 1.028 52 Estrato 4 192.335 199 4 2 547 18 15 1 1.979 95

Tabla l. La fauna de Akrotiri Aetokrcmnos. Número de restos (Reese. 1966 y Recse y Roter. 1999).

pobladoras ele espec ies sa lvajes con el fin de cubrir las nece­

sidaeles de productos que no existían en las islas. especia l­

mente pie les.

Para estudias cada unos de estos apartados. vamos a pa­sar revista a cada una de las grandes islas.

C HIPRE

El abrigo de Akrotiri Aetokremnos ha proporcionado las

cronologías más antiguas de la ocupación inic ial de la isla.

El número de dataciones realizadas asciende a 3 1, de las que 26 de e llas se agmpan en lomo al 10.529 BP. La ocupac ión del yacimiento fue corta según dichas dataciones y según la simílitud de los datos arqueológicos; se calcula que duró UIlOS

centenares de años (Mandel y Simmons, 1997; Wigand y Sim­mons, 1999). Las excavaciones se realizaron en tre los años 1987 y 1990; la superfi cie excavada fue de unos 55 metros

cuadrados (S immon s. 1991 ). La importanc ia de este yaci­miento se encuentra en ser e l primero en mostrar una aso­eLación entre la gran fauna endémica, hipopótamos y elefan­

tes enanos, y objetos arqueológicos (útiles líticos. e lementos de adorno) (Simmons. 1996; Simmons y Mandel , 1999; Sim­mons y Recd, 1999). Sin embargo, esta asoc iación está en­

vuelta por una c ierta po lémica. El yacimiento consta fundamentalmente de tres unidades

estratigráficas. El estralO I no contiene materia les in silll , lo

mismo que los estratos 1/2,2/4 y 1-4. Los estratos 2, 3 Y 4 son los únicos que no están alterados. El espesor de éstos es de un metro. El estrato superior, es tá configurado por e l ni ­

ve l 2, de un espesor de 10 a 50 Clll , que con tiene la mayor parte de útiles líticos y productos de talla; los huesos de hi­popótamo son escasos. En la parte superior de este estrato

(2A). aparecen grandes cant idades de pequeños fragmentos de carbones, dando una matriz oscura; aquí se concentran la mayor pm1c de los út iles. malacofauna y elementos de ador-

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no. El estrato 3 es esté ril , de unos lOa 30 cm en a lgunas zonas, pero en otras es muy de lgado o incluso está ausente. El estrato 4 es la unidad estratigráfica inferior, de lO a 50 cm,

ex tremadamente densa en huesos de hipopótamos, tanto que su volumen supera al de la propia matriz, El sedimento are· naso está oscurecido por carbones pul verizados. En el estra · to 48 se concentra mayor can tidad de huesos qucmados. Con­

siguientemente. los es tratos 2 y 4 aparecen sumamente alterados por la actividad humana, especialmente por e l pro­cesado y cocinado de las presas (Mande! y Simmons, 1997;

Mande!. 1999). El total de e lementos líticos es de 102 1 piezas, de las

cuales J 28 son útiles y piezas retocadas y los restantes son productos de talla, El total correspondiente a los estratos 2

y 4 es dc 756 piezas. concen tradas [a gran mayoría en e l es­trato 2, (un 84%). Las piezas retocadas se concent ran en el

estrato 2, con 69 piezas frente a las lI del estrato 4. Los úti ­les se componen princi palmente de raspadores (40'6%), ho­

jas y ¡¡íminas retocadas (29'7%) Y buriles ( 15 '6%). La agru ­pac ión de estos úti les a lo largo de los estratos 2 y 4 no

muestra difercncias s ign ifi cativas. y se interpreta como un genérico Epipaleo lítico O Neolítico inic ial (Sitnmons, 1991; 1999).

El conjunto genera l de la fauna (tabla 1) está domina­do por e l hipopótamo enano (Plwllourios minUllls) . que re­presenta un 95% sobre e l totHI de especies (o un 98'3% so­

bre e l tOlal de ve rtebrados si cons ideramos los estra tos 2 y 4). El e lefante enano es escaso. La restante fau na está for­mada por animales pequeños, principal mente moluscos y aves . La gran fa una , se concentra en el estrato 4, que li e­ga a reunir un 98% de reslQs de hipopótamos y elefan tes. Por el contrario. la fauna pequeña se concentra en el est ra­

to 2, que contiene el 95% de la maJacofauna y huesos de ave (Reese, 1996).

El li siado publicado en 1996 (Reese, 1996), ha sido com­

pletado con e l añadido de 14 restos de Sus y 4 restos de Da-

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EXTINCIÓN DE LA FA UNA ENDÉMICA y COLONIZACiÓN HUMANA DE LAS GRANDES IS LAS DEL MEDITER RÁNEO

lila mesopotámica (Recsc y Roler, 1999). El material de Sus se compone de un diente, 4 metapodios y 9 falanges, que se distibuyen del modo siguiente, 10 restos al estrato 2 y 4 res­tos al estrato 4. Los autores piensan que estos huesos son de jabalí, porque en estos momentos cronológicos el Sus aún no se había domesticado en tierras continentales y debieron de ser traídos a la isla como fauna salvaje. Los 4 restos de Dama corresponden a dos falanges 1 y dos fa langes 1II , dis­tribuidas entre el estrato 1/2 (1 falange 1), el2 (1 falange I y 1 falange IU) y el 3 (1 fa lage 1II). Estos restos son inespe­rados porque la Dama fue introducida por los colonizado­res neolíticos.

Los únicos restos de carnívoros son dos huesos de Ge­nelfa, un maxilar juvenil y la parte proximal de una tibia, am­bos del estrato 4 (Steensma y Reese, 1999).

El estudio de marcas antróp icas fue encomendado a S. Olsen. Durante la excavación de 1990, fueron examinados 16.601 huesos de Phanolfrios, que procedían del estrato 4/2 (359 huesos) y del estrato 4B (restan tes huesos) . Los re ­sultados fueron los siguientes: -No se encontraron marcas líticas relacionadas con el procesamiento humano. -No se observaron fracturas relacionadas con la extracción de la médula. Las fracturas existen tes ti enen naturaleza postde­posicional. -Las marcas observadas son abrasiones redon­deadas y zonas pulidas que sugieren transportes fluviales o turbaciones conectadas con el pisoteo de grandes mamífe­ros o por los propios humanos. Consecuentemente, esta in­vestigadora concluye que la acumulación ósea de este ma­mífero se debe a causas naturales. La exi stencia de un procesamientos humano de la carne dejaría en los huesos alguna marca, aunque fuese mínima. La ocupación poste­rior del abrigo por grupos humanos que se establecerían so­bre la acumulación natural de huesos, a lo largo de ciertos intervalos de tiempo, para el consumo de aves y mol us­cos, di storsionaría la acumulación ósea natural , mezclando los hueso y mater iales, tanto por la acción del pisoteo co­mo por los acondicionamientos y excavaciones del suelo, a lo que habría que añadir los fuegos de los hogares, que afec­tarían a los huesos situados por debajo, entre unos 10 y 15 cm. (Olscn. 1999).

Sin embargo, Simmons y Reesc (Simmons, 1991 , 1999; Reese, t 996; Simmons y Reese, 1999) mantienen que la con­figuración de los estratos 2 y 4 es antrópica. Aetokremnos era un lugar de caza temporal, en el que los grupos humanos pro­cesaban las presas, principalmente hipopótamos. Los argu­mentos que sostienen son los siguientes:

- La asociación de huesos con útiles líticos y elementos de adorno es una ev idencia de la activ idad humana en este yacimiento.

- La existencia de huesos quemados en los dos estratos (46% en huesos de hipopótamo del estrato 4A-B, y 14'5% deI4C).

- Los huesos no aparecen en conexión natural. Se en­cuentran desarticulados.

- La abundancia de carbones. - No pueden ex istir mezclas de niveles porque los es-

tudios sedimentológicos demuestran que los estratos 2 y 4 está separados por el estrato 3 que es estéri l. Aunque se documentan dos ocupaciones primarias, representadas por estos dos nive les, la separación cro­nológica de las mi smas no puede medirse en años ra­diocarbónicos por la brevedad de las ocupaciones.

- La ausencia de marcas de útiles líticos se explica por la dureza de la piel del hipopotámo y el espesor de la grasa acumulada debajo de la misma, que impi­den que el uten silio toque el hueso y deje huell as. As imismo, es un exponente de la habi lidad de l car­ni cero, que era capaz de procesar un cuerpo sin de­jar huellas lít icas.

Las posiciones crít icas vienen por parle de Vignes, Bu­nimovitz y Barkai (Vigne 1996a; Bunimovitz y Barkai, 1996) y por la propia S. Olsen , que hemos visto anteriormente. Los argumentos son:

- El estrato 2 es antrópico mientras que el 4 es natura l. La mezcla de elementos antrópicos con huesos del es­trato 4 se puede ex plicar por alteraciones estatigráfi­cas, causadas tanto por la ac ti vidad humana como por otras causas naturales.

- Los útiles líticos, dominados por raspadores junto a piezas retocadas, truncaduras, microlitos, no son apro­piados para procesar hipopótamos y elefantes.

- A pesar de haber un número muy elevado de huesos, no hay evidencias de marcas de carnicería.

- Es difícil explicar dicha acumulación en un espacio temporal relativamente corto.

- Los huesos quemados pueden explicarse por procesos postdeposicionales.

- Vigne piensa que la base alimenticia animal de los pri­meros pobladores de la isla se basaría en el consume de especies de pequeño tamaño (aves, moluscos mari­nos, reptiles), de forma semejante al consumo de ani­males pequeños efectuado por las poblaciones preneo­líticas de Córcega,

La ocupación permanente de la isla se establece a parti r de las primeras poblaciones neolíticas. El yac imiento de Shi­l1ourokambos corresponde a los momentos iniciales de la l1e­gada de los primeros colonos de econom ía productora, cu­ya cronología se sitúa hacia el 9.300 BP (G uilaine el olíi, 1996; Vigne, 2000). Los hechos más relevantes son :

- Aparecen las primeras semillas procedentes de la agri­cultura.

- La vida se desenvuelve en un poblado. - Los animales introducidos fueron los bovinos, cabras,

ovejas, cerdos y gamos.

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MANUEL PÉREZ RIPOLL

Shillourokambos Ais Yiorki s Khirokitia

Bos X X

Ovis/Capra X X (+) X (++)

Sus X X (++) X (+)

Dama X X (++) X (++)

Vulpes X X

Fclis X X

Aves X

Tabla 2. Relación de especies y la abundancia re lativa de las mi s­mas en Ai s Yiorkis y Khiroki tia (+ abundante. ++ muy abundante, +++ predominHnte).

Este yac imiento es básico para el conocimien to del pro­

ceso de domesticación animal e n el Próximo Or ie nte, pues

los rasgos zoo lóg icos de los huesos muestran que aparente­

mente no hay diferencias entre éstos y las correspondientes formas sa lvajes, lo cual es indicat ivo de que estamos en los

momentos inicia les de la domesti cación y los cambios ge­néticos aún no son perceptibles.

Otro hecho fundamental se encuentra en la introducción

de Dama mesopolamica , que puede expl icarse como e l pri­

mer intenlO de repoblación de un espac io natural. que se en­

cuentra libre de gmndes mamíferos por la ext inción de la gran fa una endémica (tabla 2).

Los yacimien tos precerámicos correspond ie ntes al V[II

mi lenio y parte del VII BP. no muestran cambios aparentes.

Trad icionalmente se pensaba que los bovinos no fueron in ­

troducidos en la isla hasta la Edad del Bronce (Knapp. 1994).

Pero Shillourokambos demuestra que los bov inos están pre­

sentes desde los momentos iniciales del poblamie nto neolí­

tico. Durante el VIll y VII mi lenios BP no llegaron a desapa­

recer, como lo demuestra e l poblado de Ais Yiorkis

(Si rnmons, 1998), que contiene linos pocos reslOS de este

ungu lado. a pesar de que en Khirokitia (Davis, 1994) no hay

bovinos. En estos dos últimos yacimientos , Dama mesopo­

lamica vuelve 11 tener un importante protagonismo; si n em­

bargo, la secuenc ia de Khirikitia dem uestra un descenso de

este cé rvido desde los n ive les más antiguos a los más re­

cientes, de modo que al final de la secuencia tiene poca par­

ticipación. La explicación más plausible se debe al aumen­

to de la superficie dedicada a los c ulti vos. que mermó e l

espacio disponible para la Dama. Otro hecho remarcable a partir de la muestra ósea de Ais

Yiokis y Kh irok iti a es la introducc ión de dos pequeños carní­

voros, el zorro y un pequeño felino, cuya fi nalidad principal

fue la repoblac ión de las áreas geog ráficas sin cul tivar con el

fin de oblener animales que proporc ionen pieles de cierta ca­

lidad, hecho que vuelve a repetirse en la isla de Creta.

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Knossos (Jarmall) NA NI-I NI-JI NM NF

130s X X X X X Ovis X X X X X Capra hircus X X X X X Sus X X X X X Can is X X X X X Cervus X Meles X X X X X Martes X

Tabla 3. Relación de especies representadas en Kllossos. según Jannan ( 1996). NA Neolít ico Acerámico. NI Neolítico ¡nidal. NM Neolítico Medio. NF Neo lítico Fina l.

CRETA

Según el estado act ual de los e studios, no se ha reco­

nocido con seguridad un poblamiento de cazadoreslreco­

lec tores anterior a la ll egada de las comu nidades produc­

toras (Cherry. 1990; Lax y Strasse r. 1992). Knossos es cl

yacimiento que muestra el poblamie nto más an tiguo de [a

isla, que c ubre toda la secuencia del neolítico, comenzan­

do con un ni vel ini c ial acerámico. La fauna estudiada por

Jannan (Jarman y Jarman, 1968; Jarl11<l n, 1996) procede de

las excavac iones a ntiguas realizadas por J .D.Evans. Las

espec ies domésticas son las mislll'!,s que las de Chipre. pe­ro con un fue rt e protagonismo de las cabras y ovejas , que

poco a poco ceden paso a los bovinos. Según estos es tu­

dios, desde los mome ntos ini c ia les de la ocupación apa­

rece n restos del tejón, que continuará a lo largo de los ni­

veles neolíticos. La marta, si embargo, se encuentra en el

neolítico final (tab la 3).

En las excavaciones recientes, la fauna estudiada ha ve­

nido a perfi lar los estudios de Jarman (Pé rez Ripoll , en es­

tudio). Se ha podida determinar la ex istencia de cabra sa l­

v:'lje, que posiblemente co rresponda a la Capra aegagms.

Sus res tos se encuent ran en los nive les de l Neo [ítico me­

d io y fina l. La exp licac ión de su existencia puede basarse

en dos supuestos, e l regreso a condic iones saivajes de ejem­

plares escapados y refugiados e n la montaña , o bien pudo

se r una int roducción, semej ante a la observada en Chi pre

con la Dama. La mot ivación de estas repoblaciones podría­

mos encontrarl a e n [a búsqueda de l mayor aprovechamiento

de los recursos potenciales de la montaña , para obtener

carne, además de desarroll ar una serie de actividades ci­

negé ticas en unas is la s que quedaron desprovi s tas de la

gra n fa una por la eX linción de los mamíferos endémicos

(tabla 4) . Esta especie tambi é n ha sido determinada e n

Phais tos en unos n iveles correspondientes al Neolítico fi­

na l (Wilkens . 1996).

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EXTINCiÓN DE LA FAUNA ENDÉMICA Y COLON IZACiÓN HUMANA DE LAS GRANDES ISLAS DEL MEDITERRÁNEO

Knossos (Pérez) NA NI-I NI-U NIJNM NM NF

Bos X X X 1++) X 1++) X 1++) Ovis / Capra X X 1+++) X 1+++) X 1++) X 1++) X 1++) Ovis aries X X X X X Capra hircus X X X Sus se. domesticus X X X X X X Canis familiaris X X Capra aegagrus X

Sus sc. ferus X X Martes sp X Meles meles X X

Tabla 4. Re lac ión y abundancia relativa de especies representadas en Knossos según Pércz Ripoll.

Otra especie nueva es e l jabalí, determinado en el neo­lít ico medio y final. Los restos son pocos, pero nuevamente apuntan hacia un aprovechamiento de las posibilidades ci­negéticas y, tal vez, lúdicas.

Se confirma la presencia de los dos carn ívoros mencio­nados , el tejón y la marta. Estas dos especies fueron intro­ducidas desde el continente para obtener pieles , continuan­do la trayectoria observada en la isla de Chipre.

La valoración que podernos hacer de la fauna salvaje se centraría en realzar la importancia que ésta tenía para las co­munidades neolíticas. Tanto, que en los lugares geográficos desprov istos de grandes mamíferos salvajes, como las islas mediterráneas, y con el fin de aprovechar los espacios no ocu­pados directamente por los cu lt ivos, se repoblaron con ma­míferos para cubrir las neces idades humanas, tanto en car­ne (la dama en Chipre o la cabra montés y el jabal í en Creta) , como en pie les (zorros y gatos en Chipre, tejones y martas en Creta y zorros en Córcega y Cerdeña) . Consecuentemen­te, se evidencia la gran importancia de la activ idad cinegé­tica en una economía productora; es por ello, que no se pro­duce un corte sino una complememariedad con los recursos logrados a partir de la caza.

ISLAS DEL M EDITERRÁNEO CENTRAL

CERDEÑA

Córcega y Cerdeña estuvieron unidas entre sí en las épo­cas del máximo glaciar, por ello compartieron características similares en la composición taxonómica de la fauna endé­mica. Por entonces, el nive l del mar estaba unos 120 metros más bajo que el actual. Aún así, el macizo corso-sardo no es­tu vo unido al continente. Con el Holoceno y la consecuente

tansgresión marina, ambas islas se separaron , aunque la dis­tancia entre e ll as sería de tan só lo unos 10 ki lómetros (Mar­tin i, 1992).

Las manifestaciones culturales humanas más antiguas de la isla corresponden a 10 yacimientos arqueológicos que han proporcionado últi les líticos , englobados en un phi/l/m clactoniense, que puede ser agrupado en un Clac toniense inic ial (Riu Altana series I y Sa coa de Sa Multa), si tuado en e l Pl eistoceno medio (glac iación Minde l), y un Clacto­niense final (Sa Pedrosa-Pantallinu , Riu Altana se ri es 3, Giuanne, Malteddu, Interisc ias, Pre ideru, Laerru ), si tuado en e l Ri ss . Estos yac imientos no están asociados a con­juntos paleontológicos y las atribuciones cronológicas se han reali zado según los estudios geomorfológicos y pedo­lógicos (Mart ini, 1992).

Debido a l ai slamiento, e l mac izo Corso-sardo desa rro­lló una fauna endémica duranle e l Ple istoceno final , com­puesta por un cérvido, Megaceros caziOli y un peq ueño cá­nido, se mejante a Ull zorro , C)'flofherillll/ sa rdOllS. El Megaceros continenta l era un cérvido de gran talla, de unos 2 metros de alzada en la cruz, mientras que e l de las is las tenía una alzada media de unos 85 cm (Vigne y Gauthier, 1987). En ausencia de grandes depredadores, la población de M egaceros debió de se r e levada, y las fluctuaciones po­blac ionales dependerían de las variaciones medioambien­ta les . Junto a estos dos mamíferos, habitaba e l macizo una poblac ión numerosa de pequeños mamíferos. De todos ellos, destacamos un lagomorfo, Prolagus sardus, del tamaño de una gran rala, dos roedores , Rhagal1lys olhodon y Tyrrlte­nicola henseli, y un gran insectívoro, Episoriculus similis­corsicallllS. Vigne no descarta que duranle el Paleolítico se produjeran desde e l continente visitas ocasionales de ca­zadores al macizo Corso-sardo con el fin de aprovechar es­tos recursos, como se desprende de la interpretac ión que dicho investigador realiza del registro de la cueva de Cor­beddu. Pero la información arqueológ ica de los yacimien­tos de la isla de Córcega indica que la ocupación estable de la isla luvo lugar en e l IX milenio BP con la llegada de las poblaciones preneolíticas (Vigne, 1987a y 1987b).

El yac imiento clave para es tud iar la evolución de la fa una en conexión con la ac ti vidad antrópica es la cueva de Corbeddu. Las excavaciones se efectuaron en cuatro sa­las. En 1976 se realizaron dos muestreos en la Sala 3, cu ­yas superficies se abrieron en ex tensión a partir de 1982. Desde 1983 hasta 199 1 se real iza ron excavaciones en la Sala 2. En 1984 se abrieron nuevas superficies en la Sala 1 y en 1986 en la sala 4. En 1993 la excavación se centró en la zona llamada DEF-Pit de la Sala 2, de una profundi­dad de 637 cm (Klein Hofmeijer, 1997). La estratigrafía de la Sala 2 muestra {res niveles, el nivel I corresponde al Ne­olítico antiguo (la base está datada en 6690 ±80 BP, (UtC-125 1), e l Nive l 2 corresponde a depósitos de l Holoceno

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MANUEL PÉREZ RIPOLL

Corbbcdu. Nivel 3. Sala 2

Megaccros Cynolhcriu l11

Prolagus

Roedores

Insec tívoros Aves

Malacofau l1 a

Tabla 5. Composición taxonómica de Corbcddu, Nive l 3 de la Sala 2 (Klein Holfrncijer, 1997).

NR

10.666

53

202

6

3

3

(8750 ±140 BP. UtC-300) y el 3 al PleislOceno superior (11350 ± IOO UtC-2583 de la Capa 1 a 42000 +30001-2000 BP UtC-980 de la parte infe ri or de DEF-Pit,) (Klein Hof­me ijer, 1997). La estratigrafía de la Sala 1 se compone de los estratos A y B, que parecen contener una mezcla de ma­teriales de la Edad de l Bronce. Neolíticos y Preneolíticos. y los ni ve les e a l F. Prencolíticos, s ituados ent re el 12000 al 14000 BP Y contemporáneo CO Il el nive l 3 de la exca­vac ión pr inc ipal de la Sala 2 (Sondaar el alU. 1991; Klein Ho lfmeije r el alii, 1987).

La industria lítica más importante se e ncuentra en la Sa­la 1, nive les C al F, que contienen 20 piezas líticas. La sala 2 sólo ha proporcionado 6 úti les en el nive l 2 y uno en e l nivel 3. Todos e ll as se producen sobrc materia prima loca l. princi­pa lmen te roca calcárea margosa, só lo hay dos piezas de sí­lex y una de cuarzo. Sus tipologías son elementa les y atípi­cas (Sondaar, 2000: Klei n Holfmeijer el alii, 1987; Sondaar elalii, 1991; Mart ini, 1992).

En la Sala 2 nive l 2 aparecieron dos restos humanos, un hueso tempora l y un maxilar izquierdo. Los dos fragmentos craneales muestran "características endémicas", derivadas del ai slamie nto de las poblaciones humanas, que evo lucio­nan para le lamente con la industria lítica atíp ica. muy d ife­rente de la continental (Sondaar, 2000: Spoor y Sondaar. 1986; Marti ni, 1992). En e l de pós ito DEF-pit de la Sah¡ 2 se e n­contró una fa lange hu mana, que por su posición estratigráfi­ca se si túa en c. 20000 BP.

La fauna del nivel l se carac te ri za por contene r fauna domést ica j un to a huesos de Prolaglls. El nive l 2, por una abundancia de Profagus y unos pocos huesos de M egace­

ros. La fauna de l ni ve l 3 ha sido objeto de una estudio ex­haus tivo en sus primeras ocho capas, que abarcan un es­pesor de 70 c m. Se compone de M egaceros caúoli,

Cyllolherillm sardlls, Profag lls sardl ls, Nesioles similes,

Tyrrf¡enit.:o la henseli y R/wgall/)'s orllwdoll (tabla 5). Del tota l de especies re prese ntadas, M egacel'os es clarame nte predominante, con un 97% de representatividad (Klei n Holf­meijer, 1997).

152

Sondaar propone la evoluc ión de cuatro complejos lí­ticos d iferenciados en la isla de Cerdcña a lo largo de l Pleis­toceno y Holoceno, de acuerdo con los materia les líticos de los yacim ientos menc ionados anteriormente. corres­pondie ntes al Ple istoceno medio, y los materi a les de Cor­beddu. El primero y el segundo de estos complejos líti­cos los re laciona con e l C lactoniense inicia l y e l C lacto niense fin a l. respec t ivamente. Después de un "ia­

lus. el tercer complejo se encontra ría en la cueva de Cor­bcddu Sala l. si tuado c nt re el 14.000 y e l 12.000 BP, con­figurado po r la tipología lítica atípica. El cuarto se re laciona con e l conjunto pertenec iente a l Neolíti co. La presenc ia de estos complejos y los restos óseos hu manos desc ri tos an­teriormente han inducido a Sondaar a pensar que la is la es­tu vo poblada por grupos humanos desde el Pleis toceno me­dio hasta el Holoceno.

Cada complejo lítico nuevo se relaciona con la e ntra­da de g rupos humanos, que a l introduc ir nuevas téc nicas de caza, causaron la ex tinc ión de grandes mam íferos po r una caza excesiva: a su vez. és tos eran reemplazados por nuevas especies continentales. depend iendo de las varia­c iones cl imá ticas y las osc ilaciones del nive l de l lllar. E l primer complejo (Clacton iense inicia l), correspond iente al Ple istoceno medio. se re laciona con la asociación ra unís­tica Tyrr /¡el1ico/a y Caprine y posiblemente con /-10/110 erec­

IlIs. El segundo complejo (Clactoll iense final) , si tuado e n e l trá nsito de l Pleistoce no medio/superior, se re laciona con la asoc iación M egaceros y Tyrrhell¡'cofa; en é l tuvo lugar la ex tinc ión de Macaca y Caprine y se produjo la ll egada de Megaceros y un arcaico HOII/o sapiens. El tercer com­plejo se encuentra en e l Pleistoceno superior fi nal y e l trán­si to al Holoceno (úti les atíp icos de Corbeddu 3 y 2); con­t inúa la asoc iación con Megaceros y Tyr,.hellicofa, pero en los momentos inic iales se ex tinguió M egaceros, originán­dose una nueva asoc iación con Prolaglls y Ty rrh el/icola,

que da comienzo a la máxima importancia de Prolagus , que había estado presente desde Pleistoceno medio, pero a fa l­ta dc la gran fauna se convierte ahora en el sustento bás i­co de los cazadores preneolíticos, muy bien represe nta­dos en la is la de Córcega.

Este modelo es denominado por Sondaar modelo vis i­tante , basado en la visión de una ocupación permanente de gntpos humanos a part ir de l Pleistoceno medio, que conLrasta con las ideas de Vigne. que piensa que la informac ión que proporciona Cerdeña sólo cond uce a afirmar la ex istencia de vi sitas ocasionales por parte de cazadores humanos, an terio­res a la ocupac ión pennanc nte preneolítica correspondiente al Holoceno, que precede a la entrada de los grupos coloni­zadores neolíticos. Los recursos de la is la no debieron de ser lo su fi cientemente at ractivos para que d ichos grupos vivie­ran de un modo estable (Vigne. 1995b). Cherry opina que es mu y d ifícil concebir una presenc ia hu mana a lo largo de mu-

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EXTINC IÓN DE LA FAUNA ENDÉM ICA Y COLON IZACIÓN HUMANA DE LAS GRANDES ISLAS DEL MED ITER RÁNEO

chos miles de años, sin que se produjeran trazas visib les de su permanencia, a pesar de los esfuerzos investigadores de paleontólogos, geólogos y arqueó logos (Cherry 1990: 1992).

Para c larificar la responsabilidad de cazadores huma­nos en la formación de acum ul aciones óseas, nuevamente Corbeddu se convie rte en el yacimiento clave. En los años ochenta y princ ipios de los noventa, las posic iones mante­nidas de acuerdo con los estudios tafonómicos reali zados en este yacimiento pretende demostrar el origen antrópico de los conjuntos óseos del nivel 3 (Sondaar el alii, 1984; Klei n Hof­meijer y Sondaar. 1991 ; Sondaar el alij, 1986; Sondaar el a/ii,

199 1; Klein Hofmcijer el alii, 1987). Los arg umenlos se ba­san en las siguientcs caracterísitcas:

- La distribución espacial de algunos huesos puede atri ­bui rse a factores rituales y no a causas naturales.

- La abundanc ia de dientes sueltos, especialmente in­cisivos. Las pequeñas fracturas del esmalte de la su­perfic ie oclusal de estos últimos son indicalivas de ha­ber sido empleados como út iles.

- La abundanc ia de mándibulas con respecto a otras par­tes esqueléticas. A esta circunstancia se añade la frac­tura post lI/Orlcl1I de algunas cúspides de los dientes y e l desgas te part icular de ciertos molare~ , que han in­ducido a pensar que las cúspides de los molares, des­pués de frac turadas, eran empleadas para con feccionar armaduras.

- La existencia de cortes en algunos huesos y otras mar-cas re lacionadas con el proceso de carnicería.

- Fracturas atípicas en huesos naturales. - Úti les de huesos. El análisis de estos elementos ha llevado a decir que Cor­

beddu era un taller de fabricación de útiles. A estos puntos de vista, Vigne contesta afirmando que

Corbcddu ni vel 3 de la Sala 2 y niveles C-F de la Sala 1 no aporta ninguna prueba que haga pensar que el conjunto all í ex istente tenga un origen humano (Vigne, 1987a; 1990). La ausencia aparente de se lección de partes esqueléticas, de tra­zas de fuego o de descarnado, de hogares o de concentracio­nes de carbones, de huesos trabajados y sobre todo la ausen· c ia de industria lítica segura, determinan que e l ni vel 3 de Corbcddu se deba a una formación natural. Además, en Cór­cega no hay elementos arqueo lógicos anteriores a la ocupa­ción preneolítica, a excepción de l yac imiento de Coscia, que como veremos plan tea dudas sobre la presencia humana en los momentos iniciales de la última glac iación, siendo así que ambas islas estuvieron unidas en los momentos de regresión marina de la últ ima glac iación y posib lemente del tardigla· ciar; de haber tenido lugar una ocupación humana, ésta tuvo que haber dejado huellas en Córcega por estar más cerca de la costa conti nental (Vigne, [987a). Las dudas sobre la atri­bución humana de este mismo nivel han sido expuestas en tér­minos similares por Cherry (1992).

Respec to al ni vel 2 de la Sala 2. su cronología entra bien con la ocupación humana inicial de Córcega y por ello sería contemporáneo con la ocupación preneolítica de la isla. Las dudas se centran en los pocos huesos de Megaceros exis­tentes en este nivel, cuyas trazas parecen indicar que no son de origen antrópico.

Las posiciones que tienden a demostrar e l origen humano de los materiales fueron reafim1adas posteriormente por Klein Hofmeijer con nuevos argumentos (Klein Hofmeijer. 1997).

El perfil de edad obtenido a partir de las mandíbulas de Megaceros se asemeja al de una estructura viva, por un do­minio de indiv iduos jóvenes y un escalonamiento de eda­des hasta llegar a los individuos viejos. Según Klein Hof­meijer este perfil no se atribuye a una mOrlalidad natural, o a un acarreo por parte de C)'flollierium; la única causa es hu· mana. La actividad cazadora se centraba en los machos, que serían acarreados complelOs a la cueva duranle la primavera y el olOño.

Por otro lado. este investigador resalta la abundancia de ulnas adultas separadas del radio, que sólo se explica por cau­sas antrópicas. Los humanos separan la ulna del nId io para ut ili zarl a corno un útil. Esto mismo cabe decir de la mandí­bul a, atendiendo algunos desgastes molares y los fragmen­tos de cúspides antes mencionados.

A todo esto cabe aíladir el elevado grado de desarticula­ción, di spersión, y distribución espacia l de los huesos, como indicativos de un alto nivel de acti vidad humana (Klein Hof­meijer, 1997).

Sin embargo. nos encontramos con un panorama muy semejante al del yacimiento de AelOkremnos, cuando abor­damos las marcas y e l grado de fragmentació n del con­junto óseo. Tomando en consideración todos los e lementos esque lé ticos, la fragmen tac ión no es muy acusado. Si se considera por separado cada elemento esquelético, se ob­serva que los huesos largos completos son predominan­tes. El 97 % del húmero, radio y metacarpo están enteros y este porcentaje se sitúa en el 93% del fémur, tibia y me­tatarso. Por el contrario, el cráneo, costi Il as y escápula apa­recen muy fragmentados. Consecuentemente. no hay una activ idad antrópica dirigida al cons umo de la médula , 10 cual es improbable que se produzca en una comunidad ca­zadora prehistórica, según nuestra experiencia alcanzada a partir del estudio de diversos yacimientos del mediterráneo español (Pérez Ripoll, 1992; Pérez Ripoll y Martínez Va­lle. 2001). A ello hay que aÍladir que en el estudio de Klein Hofmeijer no se ofrecen pruebas de marcas lít icas que de­muestren la ex istencia de un proceso de descarnado de las unidades anatómicas y de la desarticu lación de los huesos; según las fotog rafías publicadas en este y ot ros trabajos (Sondaar. 1984; Klein Hofmeijer y Sondaar, 1991 ; Sondaar el (l/h. 1986: Sondaar el a/ii. 1991; Klein Hofmeijer el a/ii,

1987) las alterac iones que se observan en varios huesos pa-

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MANUEL PÉREZ RIPOLL

Araguina LOlIgone Mte. Leolle Slrctte I)ictracorbara Corbedu Corbedu (N.XVIII) (N.5 a 3) (XXIV-XXln 8 2 3

Roedores X X X X X X

Prolagus X (+++) X (+++) X (+++) X (+++) X (+++) X (+++) X

Megaceros X X (+++)

Aves X X X

Peces X (+) X X (+) X

Moluscos X X X X X X

Monachus X

T¡lbla 6. La n'lUna de nive les preneolíticos de yacimientos de Córccgil y Cerdcña.

recen co inc idir con las fo rmas ahorquilladas que se en­cuentran en ciertos huesos de Myolmglls. como veremos más adelan te (que se formaron por las mordeduras del pro­pio M yolragus); estas formas y los surcos que las acompa­ñan son producidas por mordeduras. posiblemente causa­das por Megaceros. circunstancia que ya fue advertida por Vigne (Vigne, 1990). lo que viene a indicarnos que no hay un proceso de carnicería antrópico.

CÓRCEGA

Recientemente se ha publ icado la cueva de Coscia, cu­yos ni ve les de l Wünn antiguo cont ienen importantes acu­mulaciones de Megaceros, que según el equipo que ha es­tudiado este yacimiento, se originaron por la actividad humana (Bonifay el a/ii, 1998). Los indi cios que son atri bu idos a dicho origen son:

- En el nive l D de l interior de la cueva, hay acumula­ciones de huesos de Megaceros en forma de túmulo, con pre­domin io de los huesos de la cabeza (c ráneos enteros con su cuernos, cuernos en su mayoría completos y gran parte de ellos son de desmogue). Los huesos largos raramente apa­recen en conex ión anat6mica. El CYl/otheriulII no es e l res­ponsable de esta acumulación porque los huesos no con tie­nen mordeduras de carn ívoro.

- En e l exterior de la cueva y en los sedimentos de la te­rraza, han aparecido estruc turas de hogares con sus cube­tas llenas de cenizas y carbones, delimitadas por bloques cal­c inados . Las tres primeras es tructuras (hogares 1, 2 Y 3) contienen un fragmento de canto rodado, una pequeña l as~

ca de cuarzo y algunas lascas calcáreas. Los hogares 4, 5 Y 6 no tienen industria lítica. En estos hogares no hay restos

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óseos. En el interior de la cueva los indicios de fuego son ra­ros. Los carbones probablemente son arrastrados de los ho­gares del ex terior.

Dejando a parte este yaci mien to, los indicios de una ocu­pación humana estable provienen de los yacimientos que con­tienen unos niveles preneolíticos. situados cronológicamen­te entre c. 9.000 y el 7.000 BP. Los es tud ios faunís ticos realizados pertenecen a los yac imientos de Aragu ina-Senno­la XVIII , Curacchiaghiu 7, Strete 11 XX IV-XX n, Monte Leo­ne y Pietracorbara 7 y 8 (tab la 6). La composición faunísli­ca de todos ellos es común, constituida por especies de tamaño pequeño, no hay mamíferos medianos. El conjunto está do­minado por Pro/agl/s , que constit uye la espec ie principal en el sumi nistro de a li mentac ión cárnica a la población hu­mana, seguido de peces. malacofauna marina, aves. roedo­res y un resto de foca monje en Araguina. (Vigne, 1995a; 1995b; Vigne y Desse-Berset. 1995).

Los yacimientos correspondientes al Neolítico (tabla 7) son Basi 7 (neolíti co ant iguo) , Strete XIV (neolítico anti­guo), Strete XJlI (neolítico antiguo final). Araguina-Sen­nola XV II (neolítico antiguo fi na l), Araguina-Sennola XVI­XIV (neolítico med io) , Pielracorbara 6 (neolítico antiguo fina!) , Pietracobara 5 (neolítico medio) y ScafTa Piana (neolí­tico medio). En todos e llos la fauna sa lvaje está cons titui ­da por Pro/ag us, malacofauna y tres restos de zo rro en Ba­s i. La fauna doméstica es predom inan te en todos , a excepción de Araguina xvn y Strc tte XIII -XIV. en los que el número de restos de animales domésticos sólo represen ~

ta e l 1'4 Y el 9'6% respectivamente sobre e l tOla l. La fau ­na sa lvaje está formada predominantemente por Prolaglls,

le s ig ue aves, peces y moluscos mari nos (Vig ne, 1984; 1987c: 1995a; 1995b).

Es de destacar la existencia de tres restos de zorro en Ba-

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EXTINC iÓN DE LA FAUNA ENDÉMICA Y COLON IZAC IÓN HUMANA DE LAS GRANDES ISLAS DEL MEDITER RÁNEO

Basi Araguina Araguina Scaffa Pictracorbara Pietracorbara Corbedu Corbcdu Filiestru 7 XVII XVI-XIV Piana 6 5 la lb 7

Bos X (+) X X X X X X

Ovi s/Capra X (++) X X (++) X (++) X (+) (++) X (++) X (++) X (++)

Sus X (+) X X (+) X (+) X X (+) X X X

Monachus X Prolagus X X (+++) X X (+) X X X X

Vulpes X X

Peces X X X

Moluscos X X (++) X X X

Tabla 7. La fauna de los niveles neolíticos de los yacimientos de Córcega y Cerdena.

si, que significa una introducción humana para repoblar la is­la y obtener pieles, práctica que hemos visto en las islas de

Chipre y Creta. La fauna doméstica está compuesta por ovcjas, cabras y

cerdos en los nive les del neolítico ant iguo. Los bovinos apa­recen a partir del neolítico antiguo final. Esta circunstancia sirvió para que Lcwthwa ite trazara la vía de expansión de las comunidades neolíticas por el Mediterráneo centra l, partien­do de Italia del Sur, siguiendo por Cerdeña, Córcega y Pro­venza, itinerario que ha estado marcado por el uso de los do­mest icados, sometidos a una e lecc ión o filtro según las posibilidades, necesidades o condicionantes del med io (Lewth­wai t, 1989).

La pequeña fauna endémica, EpisoriCllllls, Thyrrellico­

la, Rhagamys y Prolaglls continuó viviendo hasta la Edad del Bronce y Edad del Hierro . Su larga perv ivencia se explica por diversas causas.

- Las altas tasas de reproducción facilitaron su perdura­

ción. - La acti vidad cinegética humana sobre Prologus fue un

factor importante de su ext inción. - La in troducción de nuevos depredadores, como el pe­

rro y el zorro, pudieron se r fac tores importantes de desestabi I i zación.

- La llegada de nuevos roedores (Apodel11lls sylvariclls,

Mu.s, Raftlfs) aumentaría la competencia por la ocupa­ción de los nichos.

- La act ividad agropastori l causó una progresiva defo­restac ión y una destrucción de los ambientes de estos

mamíferos. Por e llo, no se puede habla r de un solo factor sino de

una combinación de todos ellos (Vigne, 1983; 1987; 1990;

1994; 1996b).

SICILIA

En los estad ios iniciales del Plioceno, el estrecho de Mes­sina se configuraba como un profundo valle marino que se­paraba los macizos crista linos de Pe loritani de Aspromonte (Calabria) . Con la actuac ión de movimientos tectónicos du­rante e l Pleistoceno medio , se configuró un istmo que faci li ­tó el tránsito de an imales entre el sur de Ita lia y la isla. Du­rante la última glac iac ión, e l descenso de l nive l de l mar determinó la unión de la is la al continente hasta las fases Pre Borea l y Boreal, que marcaron las cond iciones insulares ac­tuales (Leighton, 1999; Malone, 1997- 1998).

Este hecho ha marcado las diferencias del poblamiento de la isla de Sici lia con respecto a las de Córcega y Cerde­ña. La recuperación de útiles líticos en superficie , ha susci­tado ciertas con troversias sobre la existencia de un Paleolí­tico inferio r. Ahora bien , los yacimientos asig nados al Paleolítico superior, especialmente al Epigravetiense, mues­tran con seguridad la constatación de una actividad huma­na. La impresión general es que Sicilia estuvo conectada cul­turalmente con el sur de Italia durante el Paleo lítico superior final. La fauna estudiada en diversos yac imientos, también muestra esta conexión. La fauna endémica desaparece en el Pleistoceno superior final y las cspecies con tinentales apa­recen representadas en el espectro faunístico , como e l cier­vo (Cervlls elaplllls), corzo (Cap reollls capreollls), jabalí (Sus scropha ferlls), uro (Bos primigenius), asno sa lvaje (Equ.lIs hydrumil1us), zorro (VII/pes vIllpes) y pos iblemente lince (Leighton, 1999).

La población humana fu e pe rmanente hasta la ll egada de las primeras comu nidades neo lít icas, recorriendo e l Epigravetiense, Epigravetiense final y Mesolítico. El c ier­vo fue la especie predominante en los yac imientos estudia­dos (Fontana Nuova, San Teodoro, Grotta Genovesi 3, Pe-

ISS

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MANUEL PÉREZ R1POLL

dagaggi, Sperli nga S. Bas ilio, Grotla Corruggi y GrO Lt a dell'Uzzo). excepto Pedagagg i. en el que prevalece el ja­balí (Le ighton, 1999). En la Grotta dell 'Uzzo destac¡m. ade­más de las espec ies mencionadas, oso, tobo , marta y co­madreja en los nive les basales; foca monje y gato sa lvaje en los nive les de la fase 11 de l Mesolítico. Además, en to­dos ellos aparece una gran cantidad de aves. moluscos y pe­ces (Tag liaeozzo, 1993) .

El estado final de los conjuntos óseos muestran induda­bles trazas humanas, desde huesos quemados, huesos frac­turados para la extracción de la médula. fragmentac ión ósea acusa y marcas lít icas del procesado de los cuerpos, que con­trasta con e l estado óseo de las restantes islas.

LAS BALEA RES

La ocupación humana inicial de las is las Baleares plan­tea en estos momen tos pun tos de vista crít icos con respecto a los postulados que en su día fueron establecidos por Wal­dre no de acuerdo con la revisió n de los materiales de yac i­mientos trad icionales y e l estudios de yacim ientos nuevos. Las hipótesis hasta hace poco mantenidas se basaban en el estudio de unos pocos yac imientos. Cava de Moleta, Son Mat­ge (Waldren. 1974, 1982; Waldrcn y RosselJó, 1975) y Cova de Canet (Koppcr. 1984).

Las ideas de Waldren sometidas a crítica (Waldren. 1974; 1982; 1993: 1998). se centran en e l estudio del periodo an­terior al neolítico. situado entre c . 6700 y e l 4700 SP. pa­rale lo al neolítico con tinenta l, en e l que se constata la au­sencia de cerámica y fau na domésti ca continental. La base de subsistencia se basaba en una especie endémica, Myo ­lragus b(lleariclls. un bóvido que por la ausenc ia de depre­dadores desarro lló una locomoción lenta por tener unas ex­tremidades cortas debido a la escasa longitud del metacarpo. meLatarso y las fala nges: además, el cubonavicu lar, cune i­fo rme y metatarso forman una sola unidad funcional. El pIa­no de visión no era exac tamente lateral, como correspon­de a los ungu lados. La dentic ión muestra un desarrollo muy particu lar, con un incis ivo, un premolar y tres molares in ­fer iores y dos premolares y tres molares super iores (A Ico­ver et alíi , 1981). La erupc ión . crec imiento, reemplazo de la dentición y e l desarrollo de los incisivos también pre­sentan rasgos peculiares (Bover y Alcove r, 1999 y 2000).

La cav idad nasa l era muy pequeña, el tamaño de los ojos era re lat ivamente grande. La combinación de estos fac tores

sugiere que la percepción era inusual , más visual que olo­rosa, frente a la capac idad olfativa de los artiodác tilos (A I­cover, 2000). Alcanzaba una a ltura en la cruz de 45 cm en indi viduos adu ltos y pesaba entre 13 y 20 Kg para indivi­

duos adultos pequeños y 50-70 Kg para individuos grandes (Bovcr y Aleover. 1999; 2000).

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La caza y captura debería de se r re lati vamente fácil, y Waldren pensó que los grupos humanos obtu vieron e l má­ximo provecho al domesticar esta especie. Según sus tesis, las relaciones humanas con e l Myotrag // s estarían marcada por dos fases, una inicial, cazadora y una segunda. ca racte­rizada por e l contro l directo de sus poblac iones. El dec li ve de este bóvido coi nc ide con la aparic ión de la cerám ica y la introducción de animales domést icos.

El abrigo de Son Matge aportó las ev idencias más c laras de su contro l y manipulación por parte humana. En las uni ­dades de ocupación más antiguas (estratos 34, 35 y 36) apa­rec ieron importantes acumulac iones de coprolitos y huesos de Myotragus que a juicio de es te invest igador. contenían marcas antróp ica. Los restos que más ll amaron su atenc ión fueron los cráneos que tenían los cuemos seccionados en for­ma de V y los huesos largos con señales de manipu lación lítica en las partes art iculares. Los coprolitos se interpretaron como una prueba de la exis tencia de una estabulac ión y los cuernos cortados como una evidencia de un con trol gana­dero para ev it ar que los machos se causaran heridas en e l pe­

riodo del ce lo. La cronolog ía de esta fase se sitúa en tre c. 6700 y 5800 BP (Estrato 35: 6680 ± 120 BP sin cali brar lQL-29]; estrato 34: 5820 ± 360 BP sin ca librar [CS IC-177 J) (Wal­dren, 1982; 1993) .

Los estratos 33 al 29 están asociados a una serie de ho­gares (se han descrito 9, con estructuras de piedra) . Los hue­sos de Myotragus aq uí existen tes muestra n evidencias de haber sido procesados, como se ded uce a partir de los hue­sos enteros quemados y fragmentados result an tes de la ex­tracc ión de la méd ula . Las a lterac iones de esta segund a fase son el efecto una de activ idad doméstica. La cronolo­gía se si túa entre c. 5700 y el 4700 BP (Es tra to 33: 5750 ±

115 BP sin calibrar [1-55 161). Hasta estos momentos no hay ce rám ica. Por otro lado, en todos estos nive les las eviden­cias de út iles líticos son escasas, un núcleo de sílex en e l es­trato 33, ¡ilgunas lascas de sílex y can tos en e l estrato 3 1 (Waldren , 1982, 1993).

La ocupac ión neolítica abarca los estratos 28 al 24, con una cronolog ía cercana al 4700 y 4000 BP (Estrato 28: 4650 ± 120 BP si n calibrar [QL-988J. Estrato 26: 4093 ± 392 BP sin ca li bra r rBM -1408]. Por primera vez aparecen animales continentales domésticos, cabra, oveja, cerdo y bovinos, aso­ciados a cerámica. Los huesos de Myotrag lls se encuent ran mezclados con los de los an imales introducidos. En el es­trato 24 ya no aparece el Myotragm y se loca lizan cuatro ce­rá micas incisas de est ilo campaniforme (Waldren, 1982).

A parti r de l estrato 22 desaparee el M)'otragu5 , coinci­diendo con el ca lcolítico (estratos 22 al 17). La cronología es c. 4000 al 3600 BP (Guerrero, 2oo0a).

Con respecto a la Cava de Moleta, el sector X ha pro­porcionado en los estratos 1,2 Y 3 restos óseos pertene­cientes a an imales domésticos. El estrato 4 tiene un esca-

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EXTINCiÓN DE LA FAUNA ENDÉMICA y COLONIZACiÓN HUMANA DE LAS GRANDES ISLAS DEL MEDITERRÁNEO

so registro humano. El 5 cont iene animales domésticos, a l­gunos res lOS de Myotraglls y cerámicas que se inscriben en la cultura talayót ica (Guerero, 1997). El estrato 6 presen­ta restos óseos pertenecientes a cabra y a Myotragus aso­ciados a cerámica. Ésta es de tipología neolít ica. parecida i.l la de Son Matge (Wa ldren. 1982). El es trato 7 muestra una gran abundancia de huesos de M)'otraglls y varios res­tos humanos. No hay cerámica. La datación de estos últi­mos dieron una fecha de 5935± 110 BP sin ca librar (KNB-640d), aunque en ella se utilizaron huesos de di stintos individuos por lo que debe de ser lOmada con cautela; se­gún una rec iente datación, la edad es mucho más joven. 3680±60BP (Bela- 13S404) (Ram ís y Aleovcr. 2001). En este mismo estralO se dataron huesos de M yorraglls, que proporcionaron fechas más antiguas (7135 ± 80 BP IKNB-640a) y 8570 ± 350 UCLA-1740e]). Por otro lado, de es­te mismo estralO procede un radio que a juzgar por las fo­tografías publicadas por Waldren muestra cortes oblicuos de desarticulación en la parte proximal efectuados por un útil; en la publicación de 1974 se dice que pertenece a Myo­tragllS , pero en la de 1982 no se indica su pertenencia ta ­xonómica. Estos extremos son de gran importancia, pues este hueso evidenciaría un contacto claro de grupos hu­manos con el Myolragus si se verificase esta penenencia y si se confirmasen directamente dichas marcas. También en es te nivel aparecieron los útiles más antiguos, consistentes en dos pequeñas láminas de sílex, 6 cantos rodados y II

agujas de hueso (Wandren, 1993). Poco después del estudio de Waldren, fue publicada la

cueva de Canet (Kopper. 1984). que aportó nuevas eviden­cias que hacían remontar la llegada humana hacia el 9170 BP (Guerrero. 1997). Las pruebas directas de su presencia se cen traban en la loca li zac ión de estructuras de combus­tión y huesos con marcas de carnicería. Después de un ni­vel superfic ial. que mostraba mezcla de materiales arqueo­lógicos, se encuentran unos depósitos con carbones asociados a huesos hasta la cota de 250 Clll. En la cota de los 255 cm se local izó lll1<1 estructura de combustión , datada en 9170 ± 570 BP (P-2408). y huesos de Myorraglls que a juicio de Kopper mostraban cortes y fracturas ant rópicas (Kopper, 1984). Posteriormente, Pons-Moya y Coll Concsa volv ie­ron a excavar la cueva y sus resultados confirmaban la es­tratigrafía de Kopper. Después de un ni vel superficial, el ni ­vel B proporc ionó carbones asociados a MyotragllS. En el nivelO aparec ieron nuevas concentraciones de carbones junto a huesos de este bóvido que fueron datados en c. 6370 Br (COla 100 cm. 6370±320 BP (Bela6948]). El nível E díó nuevos restos de carbón y huesos de MyO/ragas (Pons-Mo­ya y ColI Concsa. 1986).

Hamillon fue la primera investigadora en mostrar reti ­cencias a la posible domesticación del Myolraglls, según los estudios de edad realizados a parti r de las mandíbu las pro-

cedentes de la Cava des Moro y Cava de Moleta. Dicha es­tructura de edad mostraba un perfil atricional. que no tenía que ver con el perfil de una población ganadera. Por ello, las acumulaciones óseas de Myotraglls eran naturales (Hamil­Ion. 1984).

Sin embargo, las hipótesis de Waldren fueron admitidas de forma genera li zada (Guerrero, 1997; 1999; Alcover el alii,

1981; Cherry, 1990), pero a la luz de nuevos proyectos de in­vestigac ión , recientes excavaciones (excavaciones de Cova des Moro, Cova Estreta) y la revisión de materiales proce­dentes de yacimien tos paleontológicos. ha dado paso al cues­tionamienlO de los planteamientos de Waldren y la formula­ción de nuevos modelos.

La limpieza de cráneos procedentes de Son Berenguer (San ta Maria) , adscritos al interglacia l Ri ss~Wünn. mos­traban unos cuernos con alteraciones semejantes a las de Son Matge, que juntamente con huesos procedentes de Ca­va des Moro que mostraban las mismas tipologías de mar­cas. hicieron pensar que el agente causal 110 era antrópico (Ramis, 2000). A ello hay que unir los resultados de la ex­cavac ión de Cova Estreta, yacimiento meramente paleon­tológico (Encinas y Alcover, 1997). La existencia de im ­p011antes acumulaciones de coprolilos en el nivel superficia l hicieron pensar que su presencia no era ulla prueba de es­tabulación y, consecuentemente, de domesticación (Gue­rrero, 2000) .

El estudio sis temático de materiales óseos por un lado (Ramis, 2000; Ramis y Bover, 200 1) Y el estudio de una mues­tra ósea procedente de diversos yacimientos, por e l otro (Pé­rez Ripoll y Nadal , 2000), confirmaron que e l origen de las alterac iones tanto en cuernos como en diversos huesos del esqueleto no tenían un origen humano.

El reciente impulso investigador sobre los inicios de la colonizac ión humana, ha configurado las posiciones críticas que se centran en el inicio de la colonización humana y en la valoración científica de los datos de que aClualmente se dis­pone, tales como la naturaleza y limitaciones de las data ­ciones tradicionales de C14, nuevas dataciones y proble­mas sedi mentológicos, que ha conducido a la presentación de dos modelos distintos (Guerrero. 2000b; A1cover el a!!i,

200 1; Ramis y Alcover. 200 1). Una vez planteado el estado de la cuestión, se procede

a exami nar los puntos de vista de Waldren y a plantear las teorías más recientes sobre el poblamiento humano de las Baleares.

Los argumen tos que este investigador desarrolla para de­mostrar las estrechas relaciones de los grupos humanos con Myotraglls, que posibilitaron la domesticación de este bó­vido antes de la ll egada de las comunidades neolíticas, son los siguientes:

- La presencia de coprolitos de M)'orragus en los nive­les 36, 35 Y 34 de son Malge.

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MANUEL PÉREZ RIPOLL

- La presencia de cuernos seccionados, en forma de V. - Aparición de huesos quemados. - Existencia de carbones y estructuras de combustión. - La determinación de cortes de carnicería en los huesos,

que eran una prueba de las relaciones humanas con el Myotragus y ev idenciaban su consumo.

Sin embargo, los arg umentos ut ili zados son susceptible de re visión . Las líneas argument ales cr íticas son las si­guientes:

J. La existenc ia de coprol itos en Cova Est reta (Enci ­nas y A1cover, 1997) y cava des Moro en contextos natura­les en los que se descarta la presencia humana, pone de ma­nifiesto que Myotragus uti lizaba las cuevas como lugares de refugio y, consiguientemente, estas acumu laciones se deben a l comportamiento biológico de este bóvido. Por ello , las acumulaciones de copro li tos en Son Matge tienen una cau­sa natural (Guerrero, 1999).

2. Las formas ahorqui ll adas (en V) de los cuernos no aparecen só lo en estas partes óseas, se loca li zan en diver­sos huesos del esqueleto; además, sus carac terísticas mor­fológicas no corresponden a cortes efectuados por un uten­silio lítico ; tampoco se deben a mordeduras de carnívoros. Sus ca racte rísticas son idé nt icas a las marcas producidas por ungulados. El es tudio de una colección de cuernos de c iervo. mordidos por los mismos ciervos, procedente del Centro Biológ ico de Doñana (Sevilla) ha se rvido de base referencia l para comprender las alteraciones óseas del Myo­tragus . Las fo rmas ahorquilladas aparecían en los cuernos de c iervo , los rasgos morfológicos de las fracturas del hue­so y los surcos provocados por las supe rficies puntiagudas de las cúspides de los dientes, origi nados por la acción de morder, también se encontraban en los huesos de la colec­c ión de referenc ia. A e llo hay que añadir que es tas mi s­mas formas han sido estudiadas en yacimientos paleonto­lógicos de Creta (Su tc liffe, 1973; 1977). Consecuentemente, no cabe duda de que las marcas estudiadas por Waldren rue­ron causadas por las mordeduras del mismo Myotraglls. En zonas pobres en minerales, e l recurso más direc to para ob­tener fósforo y calcio es morde r los huesos, como alterna­tiva para hacer frente a situaciones es tacionales c rít icas (Smi th, 1980).

3. La presencia de huesos quemados no es una prue­ba direc ta de la actividad humana. Los depósitos de Son Matge correspondientes a los es tratos 29 a l 33 contienen

los siguien tes huesos quemados: -Dos cráneos, que según e l autor están fractu rados para la extracción de la masa ce­rebral (Waldren, 1982, Lámi na 32); sin embargo, los cuer­

nos de uno de ellos mostraban las formas ahorqu illadas des­critas anteriormente y los surcos transversa les típicos de las mordeduras de ungu lados, por lo que es tas alteraciones no pueden atribuirse a la ac tividad humana. Sus fracturas no son antróp icas - Un rad io, cuya parte distal tenía la fo r-

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ma de horquill a. - Una tibia, que cOJl[enía los surcos trans­versa les producidos por mordedu ras. - Además, los huesos quemados estaban enteros, lo que contradice la rragmenta­ción acusada de los huesos mani pu lados por los humanos para extraer la médula en contex tos de cazadores pre hi stó­ricos (Pérez Ripoll , 1992; Pérez Ripol! y Martínez Va lle, 2001; Nada1 , 1998).

4. Los yac imientos correspondientes a cazadores pre­histór icos se caracterizan por contener un elevado núme­ro de huesos frac turados corno resultado de la intensa ac ti­vidad para extraer la médula. Además, en dichos contextos los huesos cont ienen un buen número de marcas produc i­das por los cortes efectuados con los utensilios líticos para descarnar, desarticular y limpiar los huesos de carne. Con­siguientemente, la presencia de cortes indica la ex istenc ia de un desarrollo del proceso de carnicería, conjuntamente con el elevado número de fracturas intencionadas. Los hue­sos largos enteros son inex istentes o excepcionales (Pérez Ripoll , 1992; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 200 1; Nada l, 1998). Por ello, la ausencia de fracturas y cortes de útiles líticos junto a la presencia de huesos largos enteros o poco fragmentados nos aproximan a una asociación ósea de ca­rácter natural y no ant rópica. La ex istencia de huesos en­teros en Moleta y Son Mat ge, hace supone r que e l proce­

so de carnicería no ha tenido lugar, y no es posible plantear que la médu la e ra desperdic iada , máxime si habl amos de

unas condiciones limitadas por la insularidad. que harían muy difícil conseguir recursos energét icos.

Los pocos huesos con cortes líticos publicados por Wal­dre n no tienen origen humano. Un húmero de Myotragus del estrato 36 con surcos transversa les en las zonas arti ­cu lares y en la diáfi sis se presenta como prueba de haber sido manipulado por un útil lítico (Waldren , 1982; Lámina 22:2). La tipología, el sentido y la locali zación de estas mar­

cas no corresponden a las hue llas que deja un utensilio lí­tico. En general y en contextos de soc iedades cazadoraslre­colectoras prehistóricas , las marcas transversales y oblicuas situadas cerca de las a rticulaciones se producen a l desar­ticu lar los huesos, pe ro las que se si túan en la diáfisis 1lL1tl ­

ca sue len se r transversa les, son longi tudinales y oblicuas, respondiendo a la acción de l proceso de descarnado de las distintas unidades anatómicas (Pérez Ripoll , 1992); por ello, las marcas transversa les obse rvadas en la diáfisis del hú­mero de Myorragus no pueden cata logarse como antrópi ­caso Por otro lado , su tipología es muy diferente a la efec­tuada por un utensilio lítico. Las hue llas de descarnado suelen ser rascados, muy ala rgados, de intensidad varia­ble (Pérez RipoH, 1992; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 1995; Nadal , 1998). Las marcas del húmero no tienen es tas ca­racterísticas, se re lacionan con las mordeduras estudiadas en la colección de referenc ia.

Lo mismo cabe decir de las marcas locali zadas en euer-

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EXTINCiÓN DE LA FAUNA ENDÉMICA y COLONIZACIÓN HUMANA DE LAS GRANDES ISLAS DEL MEDITERRÁNEO

nos que son interpretadas como cortes de carnicería (Wal­dren, 1982, Lámina 33: 1. Matge).

Tan sólo queda por evaluar el radio de la Cova de Mo­leta, que anteriormente hemos comentado, y que , según las fotografía s publicadas , los cortes localizados en su parte proximal fueron efectuados por un utensi lio . Pero no ha si­do posible observar directamente este hueso por 10 que su determinación es incierta. Ahora bien, según las caracterís­ticas morfológicas apreciadas a partir de la fotografía pu­blicada, se considera que este hueso pertenece a Capra/Ovis y no a Myorragus (Alcoverel alli, 2001). A esto hay que in­dicar que este yacimiento está siendo estudiado sistemáti­camente y los resultados confirman que las alteraciones tan­to de los cuernos como de diversos huesos del esq ueleto se deben a mordeduras del propio Myotraglls (Ramis y Bover, 2001).

Respecto a los huesos procedentes de la Cova de Canet, el examen de un metatarso, que supuestamente presenta en la cara plantar unas cortes transversales, no ha podido clari­ficar la procedencia de estas marcas debido al tratamiento de limpieza y consolidación aplicado al hueso que ha desfigu­rado las marcas y ha imposibilitado su determinación.

A estos trabajos hay que añadir recientes estudios que dc­muestran que el águila que vivía en las Baleares (Aqllila

chrysaetos) también era capaz de producir acumulaciones de huesos de Myotraglls y provocar alteraciones en sus cucrnos (Arnau, Bover, Seguí y Alcover, 2000). Consecuentemente, es un agente tafonómico que debe de tenerse en cuenta para la determinación de los agentes causales de las modificacio­nes óseas en futuros trabajos.

Las pruebas que en estos momentos indican la presencia humana antes de la llegada del Neolítico son escasas y, des­cartando las hipótes is de Waldren , se centran en la existen­cia de escasos útiles líticos, poca utilización del sílex, talla muy primaria, obtenida a partir de cantos calc::íreos, cons is­tente fundamentalmente en lascas. Estos útiles los encon­tramos en Son Matge (estratos 33 y 31), Cova de Moleta (es­trato 7 del sector X), Cueva de Canct (algunos cantos) y Cava des Moro (cantos calcáreos tallados y lascas sin retocar -Gue­rrero, 2000-). Las posibles agujas de hueso de Moleta son en realidad fmulas de Myotragus sin trazas de elaboración (Gue­rrero, 2000; Alcover er alii, 2000; Ramis y Alcover, 2001). Finalmente, sólo quedaría como prueba más inmediata la da­tación de los restos humanos de Moleta (KBN-640d, 5934±109 llP, -5250-4500 cal BC al 95% de probabi lidad) , que debe ser revisada a la luz de la datación de una vértebra de este mismo conjunto óseo, que ha proporcionado la fecha de 3680± 60 D P, 22 10-1900 ca l BC al 95% de probabilidad (Beta-135404) (Ramis, 2001). La reciente datación de otro hueso humano de Cava des Moro ha dado la fecha de 3840± 60 BP, 2470-2130 cal BC a195% de probabilidad (UtC-7878) (Guerrero, 2000b), que se aproxima a la anterior.

Esta situación ha replanteado el inicio de la coloniza­ción humana. Guerrero propone una etapa previa a la co­lonización estable, que se ca racterizaría por visitas espo­rádicas de cazadores . Cronológ icamen te, es ta etapa se situaría entre c. 7500 a 4500 ca l. BC (Guerrero, 2000b). Alcover y su equipo señalan que no hay evidencias cultu­rales de la presencia de grupos humanos anterio res al IIr milenio cal. BC Los datos sólidos más ant iguos sobre la misma corresponden a tres dataciones: - un hueso de un ca­prino doméstico de la cueva Simó (Beta-154196), - hueso doméstico de un caprino de cova des Moro (Beta-155645), - y un hueso humano de cava des Moro (utC-7878). A par­tir de ellas se concluye que la presencia humana en Ma­llorca es posterior al 2300 cal BC con una p>95 % (A lco­veretal/i,2001).

Consecuentemente, se puede hablar de dos modelos de colonización : -En uno de ellos, e l contac Lo entre humanos y Myotraglls fue temprano y largo en el tiempo (Guerrero, 2000a, 2000b), en el que no hay vest igios claros de mani ­pulación ósea por parte humana, --en el otro, la llegada hu­mana fue más ¡ardía, que propició un contacto corto en el tiempo entre humanos y Myolragus, que ocasionó la extin­ción rápida de este último (Alcover, el a/li, 2001).

Es evidente que la última palabra la tiene la investiga­ción sobre nuevos yacimien tos.

CONCLUSIÓN

Tres yacimientos del Mar Mediterráneo presentan pro­blemáticas muy parecidas, Aetokremnos, Corbeddu y Son Matge. En todos ellos, aparecen unos niveles inferiores muy controvert idos , que para unos son de formación humana y para otros son de formación natural. En ellos se observan los mismos problemas, escasez de útiles líticos , de tecnología simple. atípica, y básicamente de naturaleza calcárea en Cor­beddu y Aetokremnos; carbones y posibles estructuras de hogares en Aetokremnos, Son Matge y Moleta; huesos que­mados en Aetokremnos y Son Matge. Una parte importan­te de los huesos están enteros, sin que exista una fractura­ción clara para la extracción de la médula , aspecto que comparten todos los yacimientos. No hay huesos con cortes de carnicería. Los pocos casos que se presentan como ejem­plos de huesos con cortes producidos por útiles líticos , en realidad no son tales cortes, tanlo en los huesos de Cobed­du como en Son Matge, son sucos causados por mordedu­ras de Megaceros y Myolragus respectivamente, teniendo en cuente que los roedores también son agentes que alteran

la morfología de los huesos. corno hemos observado en al­gunos ejemplares de Myotragus. y sus marcas pueden ha­berse confundido con cortes de útil es.

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MANUEL PÉREZ RIPOLL

Todo ello. nos lleva a pensar que los depósitos de la gran fau na e ndémica corrcspondienlc a niveles inferiores no ti e­nen una natura leza humana y la causa de su formación es

natural.

AGRADEC IMI ENTOS

Mi agradecimiento a V. Guerre ro, que nos encargó un informe preliminar sobre las marcas de los huesos de Myo­traglls, revi só e l mi smo y faci litó toda clase de informa­ción . A J. Nada!' que participó en el informe. A J.A. AI­cover, qu ié n nos Faci litó toda cl ase de informac ió n. publicada y s in publicar, di scutió y nos ayudó en la cla ri ­ficació n de las marcas ex istentes en los huesos de Myo­fragu.\'. A D. Ramis, que nos proporcionó información. A

R. Soriguer del Centro Biológico de Doñana, que nos fa­c il itó e l mate rial comparati vo.

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Sección C:

ESTUDIOS REGIONALES