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2016

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio

Septiembre Octubre

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

Compuestos por:[email protected]

ENERO. 7 de enero de 2016. Elcriterio.8 de enero de 2016.Sorprendidos por un abrazo.12 de enero de 2016. Luchacon Dios.14 de enero de 2016. Derrotay victoria.15 de enero de 2016. Un pasomás allá.18 de enero de 2016. Odresnuevos.

19 de enero de 2016. Santo ypecador.21 de enero de 2016. Elúltimo instrumento.22 de enero de 2016. Lasdoce columnas.28 de enero de 2016. Sinmedida.29 de enero de 2016. Delpecado a la corrupción.

7 de enero de 2016. Elcriterio. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.2, viernes 15 de enero de 2016 Quien pone en práctica lasobras de misericordia tiene laprueba de que su acción vienede Dios: el único criterio paracomprenderlo giraefectivamente en torno a laconcreción de la «encarnación,de Jesús venido en la carne». Y

así no tiene sentido «imaginarplanes pastorales y nuevosmétodos para acercar a lagente» si la fe en Jesúsencarnado no lleva al serviciode los demás. Francisco lorecordó celebrando la misa eljueves 7 de enero por lamañana en la capilla de la CasaSanta Marta. Y también pusoen guardia contra quienestienen una apariencia deespiritualidad porque, dijo, siese espíritu no viene de Dios es«el anticristo», la expresión dela «mundanidad».Para esta reflexión el Papa se

basó en la primera lectura desan Juan (Jn 3, 22-4, 6),haciendo notar inmediatamentecómo el apóstol retoma «unapalabra de Jesús en la ÚltimaCena: “permanecer”».Precisamente Juan escribe: «Elque guarda sus mandamientos“permanece” en Dios y Dios enél». Y «este “permanecer” enDios es un poco la respiraciónde la vida cristiana, y el estilo»,explicó Francisco. En efecto,podemos decir que «uncristiano es aquel quepermanece en Dios». Una vezmás escribe Juan en su carta:

«En esto conocemos que Diospermanece en nosotros: por elEspíritu que nos ha dado».Por tanto, volvió a decirFrancisco, «un cristiano esaquel que “tiene” el EspírituSanto y se deja guiar por él:permanecer en Dios y Diospermanece en nosotros, por elEspíritu que nos ha dado». Ytambién retomó la advertenciadel apóstol de «estar atento: yaquí viene el problema. Estadatentos, no os fiéis de cualquierespíritu, más bien poned aprueba a los espíritus paraexaminar si vienen

verdaderamente de Dios».Precisamente «esta es la reglacotidiana de vida que nosenseña Juan».Por tanto, «poner a prueba alos espíritus». «Pero, ¿quéquiere decir este “poner aprueba a los espíritus”? Pareceque existieran fantasmas…». Encambio, no, afirmó el Pontífice,porque en realidad Juansugiere «poner a prueba a losespíritus para examinar dedónde vienen: examinar elespíritu, qué sucede en micorazón». Así, «nos lleva allí, alcorazón», a preguntarnos

precisamente «¿qué sucede,qué siento en mi corazón, quéquiero hacer? La raíz de lo queestoy sintiendo ahora, ¿dedónde viene?».Por tanto, explicó el Papa,«esto es poner a prueba para“examinar”». Y precisamente«el verbo examinar» es el másapropiado para verificarverdaderamente «si esto quesiento viene de Dios, delespíritu que me hacepermanecer en Dios, o si vienede otro». A la pregunta,«¿quién es el otro?», larespuesta de Francisco es

clara: «El anticristo». Por lodemás, precisó, «elrazonamiento de Juan essimple, directo, diría circular,porque vuelve enseguida almismo argumento: o eres deJesús o eres del mundo». Y«retoma lo que Jesús tambiénhabía pedido al Padre paratodos nosotros: que no nosquite del mundo, sino que nosdefienda del mundo». Porque«la mundanidad es el espírituque nos aleja del espíritu deDios que nos hace permaneceren el Señor».Al llegar a este punto,

Francisco expresó losinterrogantes que,naturalmente, surgen sobre lacuestión: «Pero, padre, estábien, sí, está todo claro, pero,¿cuáles son los criterios parahacer un buen discernimientode lo que sucede en mi alma?».Juan propone un solo criterio ylo presenta con estas palabras:«Todo espíritu —toda emoción,toda inspiración que siento—que reconoce a Jesucristovenido en la carne, es de Dios;y todo espíritu que no reconocea Jesús, no es de Dios”.«El criterio es Jesús venido en

la carne, el criterio es laencarnación», insistióFrancisco. Tanto que «puedosentir tantas cosas dentro,incluso cosas buenas, ideasbuenas, pero si estas ideasbuenas, estos sentimientos nome llevan a Dios que se hizocarne, no me llevan al prójimo,al hermano, no son de Dios».Por eso «Juan comienza estepasaje de su carta diciendo:“Este es el mandamiento deDios: que creamos en elnombre de su Hijo Jesucristo ynos amemos unos a otros”».Aplicando esta verdad a la vida

cristiana de cada día, elPontífice recordó que «podemoshacer tantos planes pastorales,imaginar nuevos métodos paraacercarnos a la gente, pero sino hacemos el camino de Diosvenido en la carne, del Hijo deDios que se hizo hombre paracaminar con nosotros, noestamos en el camino delespíritu bueno». Más bien, elque prevalece «es el anticristo,es la mundanidad, es el espíritudel mundo».Ahora bien, añadió, «cuántagente encontramos en la vidaque parece espiritual, pero ni

hablar de hacer obras demisericordia». Y «¿por qué?Porque las obras demisericordia son precisamentelo concreto de nuestraconfesión de que el Hijo de Diosse hizo carne: visitar a losenfermos, dar de comer a quienno tiene alimento, cuidar a losdescartados». Las «obras demisericordia», «porque cadahermano nuestro, que debemosamar, es carne de Cristo: Diosse hizo carne para identificarsecon nosotros, y lo que sufre esel Cristo que lo sufre».Por eso, dijo Francisco, «si tú

vas por este camino, si túsientes esto, está bien», porqueprecisamente «este es elcriterio de discernimiento parano confundir los sentimientos,los espíritus, para no ir por uncamino que no va». Vuelven,pues, las palabras de Juan: «Noos fieis de cualquier espíritu —estad atentos—, más bienponed a prueba a los espírituspara examinar si vienenverdaderamente de Dios». Poreso, reafirmó con fuerza, «elservicio al prójimo, al hermano,a la hermana que tienenecesidad —son tantas las

necesidades—, incluso de unconsejo, de mi oído para serescuchado: estos son los signosde que vamos por el camino delespíritu bueno, o sea, el caminodel Verbo de Dios que se hizocarne».Antes de reanudar lacelebración de la misa,Francisco pidió «al Señor lagracia de conocer bien quésucede en nuestro corazón, quénos gusta hacer, es decir, quéme toca más: si el espíritu deDios, que me lleva al serviciode los demás, o el espíritu delmundo, que gira entorno a mí

mismo, a mis cerrazones, a misegoísmos, a tantas otrascosas». Sí, concluyó el Papa,«pidamos la gracia de conocerqué sucede en nuestrocorazón».

8 de enero de 2016.Sorprendidos por un abrazo. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.2, viernes 15 de enero de 2016 El año santo de la misericordianos recuerda que «Diossiempre es el primero enamar», sin condiciones, y nosacoge así como somos paraabrazarnos y perdonarnoscomo un padre. Francisco, en lamisa del viernes 8 de enero por

la mañana celebrada en lacapilla de la Casa Santa Marta,recordó sobre todo a quienes sereconocen pecadores, lacerteza del amor de Dios.«El apóstol Juan —observó elPapa— continua hablando a losprimeros cristianos sobre losdos mandamientos que Jesúsnos ha enseñado: amar a Diosy amar al prójimo». Se lee, dehecho, en el pasaje de suprimera carta (1 Jn 4, 7-10)propuesto por la liturgia:«Queridos hermanos,amémonos unos a otros, ya queel amor es de Dios». Y «esta

palabra “amor” —evidencióFrancisco— es una palabra quese usa muchas veces y no sesabe, cuando se dice, quésignifica exactamente». ¿Quées, entonces, el amor? A veces,dijo el Pontífice. «pensamos enel amor de las telenovelas: no,eso no se parece al amor. Esoque parece amor es en realidadentusiasmo por una persona ydespués se apaga».La verdadera pregunta, por lotanto, es: «¿de dónde provieneel verdadero amor?». Escribesan Juan: «Todo el que ama hanacido de Dios y conoce a Dios,

porque Dios es amor». Elapóstol no dice «todo amor esDios». Lo que dice es «Dios esamor». Y continúa Juan, «Diosnos ha amado tanto que envióa su Hijo unigénito, para quevivamos por medio de él». Porello, afirmó Francisco, «es Diosquien da su vida en Jesús, paradarnos a nosotros la vida». Deahí que, prosiguió, «el amor eshermoso, amar es hermoso yen el cielo habrá sólo amor, lacaridad: lo dice Pablo». Y si elamor «es hermoso, se hacesiempre fuerte y crece en eldon de la propia vida: crece en

el darse a los demás».Francisco ha vuelto a leer otropasaje de la carta de Juan: «Enesto consiste el amor: no enque nosotros hayamos amado aDios, sino en que él nos amó».E hizo hincapié en que «Diosnos amó primero; él nos hadado la vida por amor, ha dadola vida y a su Hijo por amor».Por eso «cuando encontramos aDios, siempre hay unasorpresa: es él quien nosespera primero: es él quien nosencuentra».Refiriéndose al pasaje litúrgicodel Evangelio de Marcos (Mc 6,

34-44), que narra el episodiode la multiplicación de lospanes, el Papa invitó a mirar aJesús. «Esa gente —explicó— loseguía para escucharlo, porquehablaba como uno que tieneautoridad, no como losescribas». Pero «él miraba aesa gente e iba más allá.Precisamente porque amaba,dice el Evangelio, “secompadeció de ellos”, que no eslo mismo que tener pena». Lapalabra justa es precisamente«compasión: el amor lo lleva a“sufrir con” ellos, ainvolucrarse en la vida de la

gente». Y «el Señor estásiempre ahí, amando primero:él nos espera, él es lasorpresa».Es precisamente esto lo que lesucede, recordó el Papa, a«Andrés cuando va a Pedro y ledice: “Hemos encontrado alMesías, ¡ven!. Pedro va a Jesús,este lo mira y le dice: “¿Tú eresSimón? Serás Pedro”. Loesperaba con una misión. Anteslo había amado Él».Lo mismo sucede «cuandoZaqueo, que era pequeño, sesubió al árbol para ver mejor aJesús». Jesús «pasa, mira hacia

arriba y dice: “DesciendeZaqueo, quiero ir a cenar a tucasa”. Y Zaqueo, que queríaencontrar a Jesús, se diocuenta que Jesús lo estabaesperando».También Francisco recordó lahistoria de Natanael que«acude a ver a quién dicen quees el mesías, con un poco deescepticismo». A él Jesús ledice: «Te he visto bajo el árbolde higos». Por lo tanto,«siempre Dios ama primero».Lo vemos también en laparábola del hijo pródigo:«Cuando el hijo, que había

gastado todo su dinero de laherencia del padre en una vidade vicios, vuelve a casa, se dacuenta que el padre lo estabaesperando. Dios siempre es elprimero en esperarnos.Siempre antes que nosotros. Ycuando el otro hijo no quiere ira la fiesta porque no entiendeel comportamiento del padre, elpapá va a buscarlo. Y así haceDios con nosotros: siempre esel primero en amarnos».Así, repitió el Papa, «podemosver en el Evangelio, cómo amaDios: cuando tenemos algo enel corazón y queremos pedir

perdón al Señor, es Él quiennos espera para darnos elperdón».Este año de la misericordia,afirmó Francisco, «también esun poco esto: que nosotrossepamos que el Señor nos estáesperando, a cada uno denosotros». Y nos espera «paraabrazarnos, nada más, paradecir: “Hijo, hija, te amo. Hedejado que crucificaran a miHijo por ti; este es el precio demi amor, este es el regalo deamor”».El Papa aconsejó pensarsiempre en esta verdad: «El

Señor me espera, el Señorquiere que yo abra la puerta demi corazón, porque Él está ahíy me espera para entrar». Sincondiciones.Claro que alguno podrá decir:«Pero, padre, a mí me gustaríapero ¡tengo muchas cosas feasdentro!». A este respectoFrancisco dio una respuestaclara: «¡Es mejor!¡mejor!Porque te espera, así comoeres, no como te dicen que “sedebe hacer. Se debe ser comoeres tú. Te ama así, paraabrazarte, besarte,perdonarte».

De aquí la exhortaciónconclusiva del Papa invitando air sin tardanza al Señor y decir:«Tú sabes, Señor, que yo teamo». O, si «no me sientocapaz, decirla de este otromodo: “Tú sabes, Señor, que yoquerría amarte, pero soy muypecador, muy pecadora”». Conla certeza que Él hará como elpadre «con el hijo pródigo quese ha gastado todo el dinero enlos vicios. No te dejaráterminar tu discurso, con unabrazo te hará callar: el abrazodel amor de Dios».

12 de enero de 2016. Luchacon Dios. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.2, viernes 15 de enero de 2016 El poder de la oración, elverdadero motor de la vida dela Iglesia, fue el centro de lahomilía de Francisco en la misacelebrada el martes, 12 deenero en Santa Marta.La reflexión del Papa se inspiróen la lectura del pasaje del

primer libro de Samuel (1 Sam1, 9-20), en el que se citan trespersonajes principales: Ana, elsacerdote Elí, y el Señor. Lamujer, explicó el Papa, «con sufamilia, con su marido, cadaaño, subía al templo paraadorar a Dios». Ana era unamujer devota y piadosa, llenade fe, pero que «llevaba sobresí una cruz que la hacía sufrirmucho: era estéril. Ella queríaun hijo».La descripción de la oraciónsincera de Ana muestra «cómoestuvo a punto de pelearse conel Señor», implorando con

«ánimo amargado, llorandocopiosamente. Una oración queda lugar a una promesa:«Señor, si miras la aflicción detu sierva, y te acuerdas de mí ysi no olvidas a tu sierva, yconcedes a tu sierva un retoñovarón, lo ofreceré al Señor portodos los días de su vida». Congran humildad, dijo Francisco,reconociéndose «miserable» y«sierva», hizo «la promesa deofrecer al niño».Así que Ana, dijo el Papa, «lodio todo para conseguir lo quequería»: su insistencia llama laatención y el sacerdote anciano

Elí se da cuenta ya que«observaba su boca». Ana, dehecho, «hablaba para sí en sucorazón», solamente moviendolos labios sin hacer oír su voz.Es una imagen intensa la quenos propone la Escritura porquerefleja «el coraje de una mujerde fe con su dolor, con suslágrimas, le pide la gracia alSeñor».En este sentido, el Papa dijoque en la Iglesia hay «muchasmujeres igualmente valientes»,que «van a orar como si fueseun desafío», y recordó, porejemplo, la figura de Santa

Mónica, madre de Agustín,«que con sus lágrimas fuecapaz de obtener la gracia de laconversión a su hijo».El Papa se detuvo después paraanalizar el personaje de Elí,que no era malo, sino «unpobre hombre», confesandoentre otras cosas de sentir«una cierta simpatía», porque«también yo encuentrodefectos que me hacenacercarme él y entenderlobien».Este anciano sacerdote «habíacaído en la tibieza, habíaperdido la devoción» y «no

tenía la fuerza para detener asus dos hijos», que eran lossacerdotes «perodelincuentes», ellos sí, eranrealmente malos y «seaprovechaban de la gente». Elíes, en definitiva, «un pobrehombre sin fuerza» y, por lotanto, incapaz de «entender elcorazón de esta mujer». Asíque viendo a Ana mover loslabios, angustiada, piensa:«Esta ha estado bebiendodemasiado». Y el episodiocontiene una lección para todosnosotros: «la ligereza—dijoFrancisco— con la que

juzgamos a las personas, lofácil que es no tener el respetode decir: “¿Qué tendrá en sucorazón? No sé, pero yo nodigo nada”». Y agregó:«Cuando falta piedad en elcorazón, siempre se piensamal, se juzga mal, tal vez parajustificarnos a nosotrosmismos».La falta de comprensión de Elíes tal que «al final, dijo:“¿Hasta cuándo vas a seguirborracha?”». Y aquí surge otravez la humildad de Ana, que nocontesta: «Y tú que eres viejo,¿qué sabrás?». Por el contrario,

ella dice: «No, mi señor». Eincluso sabiendo lo que hacíansus hijos, no reprende a Elíechándole en cara: «¿Y tushijos qué hacen?». En cambio,dice: «Yo soy una mujerapenada y no he bebido vino nilicor, sólo desahogaba mi almaante el Señor. No trates a tusierva como una perdida, pueshe hablado así por mi congoja yaflicción».El Papa Francisco ha dicho queAna encomendó «la oración concongoja y aflicción» al Señor. Yañadió que esta mujer recuerdaa Cristo: de hecho «esta es la

oración de Jesús en el Huertode los Olivos, cuando teníatanta angustia y dolor que sudósangre, y no acusó al Padresino que le dijo: “Padre, si esposible que pase de mí estecáliz. Pero no se haga como yoquiero, sino como quieres tú”».También Jesús respondió comoesta mujer, con«mansedumbre». De ahí laconstatación de que a veces«rezamos, pedimos al Señorpero no sabemos llegar a estalucha con el Señor, a laslágrimas, a pedir, pedir lagracia».

Francisco ha citado al respectoun episodio que ocurrió en elsantuario de Luján, BuenosAires, donde había una familiacon una hija de nueve añosmuy enferma. «Después desemanas de tratamiento —contó Francisco— no habíalogrado salir de esaenfermedad, había empeoradoy los médicos, a las 6 de latarde, le dijeron a los padresque le quedaban pocas horasde vida». A continuación, «elpadre, un hombre humilde,trabajador, inmediatamentesalió del hospital y se fue al

santuario de la Virgen, enLuján», a setenta kilómetros dedistancia. Llegó alrededor delas 10 de la noche y todoestaba cerrado, y se aferró a lareja de la puerta y rezó a laVirgen y luchó en la oración.Esto —explicó— es un hechoque realmente ocurrió, en eltiempo que estuve allí. Y así semantuvo hasta las 5 de lamañana».Ese hombre «rezaba, llorabapor su hija, luchaba con Dios através de la intercesión de laVirgen por su hija. Luegoregresó, llegó al hospital entre

las 7 y las 8, fue a buscar a suesposa y ella estaba llorando yeste hombre pensó que la niñahabía muerto y ella dijo: “No loentiendo, no lo entiendo... Hanvenido los médicos y me handicho que no entienden lo queha pasado”. Y la niña volvió asu casa».En la práctica —dijo el Papa—con «esa fe, la oración anteDios, convencido de que Él escapaz de cualquier cosa, porquees el Señor», el padre deBuenos Aires recuerda a lamujer del texto bíblico quien nosólo obtuvo «el milagro de

tener un hijo después de unaño y, a continuación, la Bibliadice, que tendrá muchosotros», sino que también logróel «milagro de despertar unpoco el alma tibia de esesacerdote». Y cuando Ana«explica al sacerdote —quehabía perdido todo, todo, todala espiritualidad, toda la piedad— por qué estaba llorando, élque la había llamado“borracha”, le dice: “Vete enpaz, y que el Dios de Israel teconceda el favor que le haspedido”. Hizo salir de debajo decenizas el pequeño fuego

sacerdotal que estaba en lasbrasas».Esta es la enseñanzaconcluyente: «La oración —dijoFrancisco— hace milagros». Yse los hace incluso a los«cristianos sean fieles laicos,sacerdotes, obispos, que hanperdido su devoción».Por otra parte —explicó— «laoración de los fieles cambia a laIglesia: no somos nosotros, losPapas, sacerdotes, religiosas losque llevamos adelante a laIglesia, ¡son los santos! Y estosson los santos», como la mujerdel pasaje bíblico: «Los santos

son los que se atreven a creerque Dios es el Señor, y Élpuede hacer todo». De ahí laexhortación a invocar al Padreque «nos dé la gracia de laconfianza en la oración, derezar con valentía y también dedespertar la piedad, cuando lahemos perdido, y seguiradelante con el pueblo de Diosal encuentro de Él».

14 de enero de 2016. Derrotay victoria. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.3, viernes 22 de enero de 2016 La homilía del Papa Franciscodurante la misa celebrada eljueves 14 de enero en SantaMarta se centró en la fuerza dela oración del hombre de fe. ElPontífice comparó la primeralectura y el Evangelio del día,destacando cómo en estos

textos se habla «de unavictoria y de una derrota». Enel pasaje tomado del primerlibro de Samuel (1 Sam 4, 1-11) se lee, en efecto, acercadel pueblo de Dios que «fuederrotado en batalla, en guerracontra los Filisteos» mientrasque en el Evangelio de Marcos(Mc 1, 40-45) se narra, encambio, la victoria sobre laenfermedad del leproso que sepone en las manos de Jesús.Dos resultados opuestosdebidos a los distintos tipos defe de los protagonistas.Francisco comenzó

deteniéndose sobre los eventosque llevaron al desastre paraIsrael, que «fue derrotada ycada uno huyó a su tienda. Fueuna gran derrota: cayeron30.000 infantes. ¡Treinta mil!El Arca de Dios también fueapresada y murieron Jofní yPinjás, los dos hijos de Elí. Elpueblo, de este modo, habíaperdido todo. También ladignidad...». Pero, ¿por qué,sucedió eso? se preguntó elPapa. El Señor siempre haestado con su pueblo: «¿Quéha llevado a esta derrota?». Elhecho es, explicó, que el pueblo

«paso tras paso, lentamente sehabía alejado del Señor; vivíanmundanamente», incluso sehabía hecho ídolos. Es verdadque los israelita iban alsantuario de Siló pero lo hacían«un poco como... si fuera unacostumbre cultural: habíanperdido la relación filial conDios». He aquí, por tanto, elpunto central: «no adorabanmás a Dios». Por ello el Señorlos dejó solos». Se alejan yDios los dejó actuar.Pero no es todo. El Pontífice enefecto, continuó su análisis delcomportamiento de los

israelitas. Cuando perdieron laprimera batalla, «los ancianosse preguntaron: “Pero, ¿porqué nos ha derrotado hoy elSeñor, ante los filisteos? Vamosa recuperar el arca de laAlianza”». En ese momento dedificultad, en efecto, «seacordaron del Señor», pero unavez más sin auténtica fe. Dehecho, destacó el Papa, «sefueron a recuperar el arca de laalianza como si fuera algo —perdonad la palabra— un tanto“mágica”». Decían:«Recuperemos el arca, nossalvará». Pero en el arca —

subrayó Francisco— «estaba laley», esa ley «que ellos noobservaban y de la cual sehabían alejado». Todo estosignifica que «no existía ya unarelación personal con el Señor:se habían olvidado de Dios quelos había salvado».Sucedió así que los israelitasllevaron el arca y que losfilisteos al inicio se asustaron,pero después dijeron: «¡Perono, comportémonos comohombres, sigamos adelante!». Yvencieron. La masacre —comentó el Papa— «fue total:30.000 infantes. Y además el

arca de Dios fue tomada por losfilisteos; los dos hijos de Elí,aquellos sacerdotesdelincuentes que seaprovechaban de la gente en elsantuario de Siló, Jofní y Pinjásmurieron». Un balancedesastroso: «el pueblo sininfantes, sin jóvenes, sin Dios ysin sacerdotes. Una derrotatotal».En el salmo responsorial(tomando del salmo 43)hallamos la reacción del pueblocuando se da cuenta de aquelloque ha sucedido: «El Señor, nosha rechazado y cubierto de

vergüenza». El salmista reza:«Levántate Señor, no nosrechaces más. ¿Por qué nosescondes tu rostro y olvidasnuestra desgracia y opresión?».Esta, concluyó el Pontífice, «esla derrota: un pueblo que sealeja de Dios acaba así». Y esuna lección que vale paratodos. También hoy. Tambiénnosotros, aparentemente,somos devotos, «tenemos unsantuario, tenemos tantascosas...». Pero, preguntó elPapa, «¿tu corazón está conDios? ¿Tú sabes adorar aDios?». Y si crees en Dios, pero

«un Dios un poco neblinoso,lejano, que no entra en tucorazón y tú no obedeces susmandamientos», entoncessignifica que estás ante una«derrota».Por otra parte, el evangeliohabla de una victoria. Tambiénen este caso Francisco haquerido recordar la Escritura,en la que se narra que «vino aJesús un leproso que lesuplicaba de rodillas —precisamente con un gesto deadoración— y le decía: “Siquieres, puedes limpiarme”».El leproso, explicó el Papa, en

un cierto sentido «reta al Señordiciendo: yo soy un derrotadoen la vida». En efecto, «era underrotado, porque no podíahacer vida común; era siempreun «descartado», dejado delado». Y continúa: «Tú puedestransformar esta derrota envictoria». Y «ante esto, Jesústuvo compasión, extendió lamano, y lo tocó diciendo:“Quiero: queda limpio”». Por lotanto, otra batalla: esta, sinembargo, «se acabó en dosminutos con la victoria»,mientras que la de los israelitasduró «todo el día» y acabó con

la derrota. La diferencia está enel hecho de que «aquel hombretenía algo que lo impulsaba a irhacia Jesús» y a lanzarle esereto. Esto es, «tenía fe».Para profundizar la reflexión, elPontífice citó un pasaje delquinto capítulo de la primeracarta de Juan, donde se lee:«lo que ha conseguido lavictoria sobre el mundo esnuestra fe». Y es precisamentelo que le sucedió al leproso: «Siquieres, puedes hacerlo». Losderrotados descritos en laprimera carta, en cambio,«rezaban a Dios, llevaban el

arca, pero no tenían la fe, lahabían olvidado».A este punto el Papa llegó alnúcleo de su reflexión,subrayando que «cuando sepide con fe, Jesús mismo hadicho que se mueven lasmontañas». Y recordó laspalabras del Evangelio: «Lo quepidáis en mi nombre, yo loharé. Pedid y se os dará,buscad y encontraréis, llamad yse os abrirá». Todo es posible,pero sólo «con la fe. Y esta esnuestra victoria».Por ello, dijo Franciscoconcluyendo la homilía,

«pidamos al Señor que nuestraoración siempre tenga esa raízde fe»: pidamos «la gracia dela fe». La fe, en efecto, es undon y «no se aprende en loslibros». Un don del Señor quese debe pedir. «“Dame la fe”.“Creo, Señor” ha dicho esehombre que pedía a Jesús quecurase a su hijo: “Creo, Señor,ayuda mi poca fe”». Por ello,debemos pedir «al Señor lagracia de rezar con fe, de estarseguros que cada cosa quepedimos a Él nos será dada,con esa seguridad que nos da lafe. Y esta es nuestra victoria:

nuestra fe».

15 de enero de 2016. Un pasomás allá. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.3, viernes 22 de enero de 2016 La fe es «un don» que nopuede ser comprado oadquirido por méritos propios.Basándose en la liturgia deldía, el Papa Francisco, en lamisa celebrada el viernes 15 deenero en Santa Marta, continuóhablando sobre las

características de la fe.Recordando cómo el díaanterior el evangelio habíapresentado el episodio delleproso que le dice a Jesús: «Siquieres, puedes limpiarme», elPontífice se centró en lasfiguras de otros hombres queimpulsados por la fe semuestran «decididos» y«valientes». Retomando elpasaje de san Marcos (Mc 2, 1-12), Francisco relató el episodiodel paralítico llevado por susamigos frente a Jesús. Él,«como siempre, está en mediode la gente, mucha gente».

Para acercar el enfermo a Él losamigos se atrevieron a todo,«pero no pensaron en losriesgos» que conlleva«descolgar la camilla por eltecho» o también el peligro deque «el propietario de la casallamase a la policía y losenviase a la cárcel». Ellos, dehecho, «pensaban sólo enacercarse a Jesús. Tenían fe».Se trata, dijo el Papa, de la«misma fe de la señora quetambién, en medio de lamultitud, cuando Jesús fue a lacasa de Jairo, se las arreglópara tocar los vestidos de

Jesús, su manto, para sersanada». La misma fe del«centurión que dijo: “No, no,maestro, no te molestes: sólouna palabra tuya, y mi criadoquedará sano”». Una fe«fuerte, valiente, que va haciaadelante», con el «corazónabierto».Sin embargo, en este punto,señaló Francisco, «Jesús va unpaso más allá». Para explicarlo,el Papa recordó otro episodiodel Evangelio, en el que Jesús«en Nazaret, al comienzo de suministerio, se fue a la sinagogay dijo que había sido enviado

para liberar a los oprimidos, lospresos, dar vista a los ciegos...inaugurar un año de gracia, esdecir, un año —se puedeentender— de perdón, deacercarse al Señor». Es decir,indicaba un nuevo camino, «uncamino hacia Dios». Lo mismosucede con el paralítico, al queno se limita a decir: «Quedassanado», sino: «Tus pecados teson perdonados».Con esta novedad, señaló elPapa, Jesús provocó lasreacciones de «los que teníansus corazones cerrados.Quienes «ya aceptaban —hasta

cierto punto— que Jesús era unsanador»; pero que tambiénperdonase los pecados era«demasiado» para ellos.Pensaban: «No tiene el derechode decir esto, porque sólo Diospuede perdonar los pecados».Entonces, Jesús replicó: «¿Porqué pensáis estas cosas? Paraque comprendáis que el Hijodel hombre tiene autoridad —he aquí, explicó Francisco, «elpaso más allá»— para perdonarlos pecados. Levántate, coge lacamilla y echa a andar». Jesúscomienza a expresarse conaquel lenguaje «que en algún

momento va a desalentar a lagente», un lenguaje duro, conel que «habla de comer sucuerpo como un camino desalvación». Comienza, es decir,a «revelarse como Dios», algoque después dejó claro ante elsumo sacerdote diciendo: «Yosoy el Hijo de Dios».Un paso que se proponetambién a la fe de loscristianos. Cada uno denosotros, de hecho, puedetener fe en «Cristo, Hijo deDios, enviado por el Padre parasalvarnos: sí, salvarnos de laenfermedad, el Señor ha hecho

y nos ayuda a hacer muchascosas buenas»; pero sobre todohay que tener fe en que Él havenido para «salvarnos denuestros pecados, salvarnos yllevarnos al Padre». Esto, dijoel Papa Francisco, es «el puntomás difícil de entender». Y nosólo los escribas eran quienesdecían: “¡Esto es blasfemia!Sólo Dios puede perdonar lospecados”». Algunos discípulos,de hecho, «dudaron y semarcharon» cuando Jesús sepresentó «con una misión másgrande que la de un hombre,para dar el perdón, para dar la

vida, para recrear lahumanidad». Tanto que elmismo Jesús «tuvo quepreguntar a su círculo máscercano: “¿También vosotrosqueréis marcharos?”».La pregunta de Jesús sirvió alPapa para invitar a todos apreguntarse: «¿Cómo es mi feen Jesucristo? ¿Creo queJesucristo es Dios, el Hijo deDios? ¿Esta fe me cambia lavida? ¿Hace que mi corazón serenueve en este año de gracia,este año de perdón, este añode acercamiento al Señor?».Se trata de una invitación a

descubrir la calidad de la fe,conscientes de que esta «es undon. Nadie “merece” la fe.Nadie la puede comprar».Francisco exhortó a hacerse lapregunta: «¿Mi fe en Jesucristome lleva a la humillación? Nodigo a la humildad: a lahumillación, alarrepentimiento, a la oraciónque pide: “Perdóname,Señor”», y que es capaz de dartestimonio: «Tú eres Dios. Tú“puedes” perdonar mispecados”».De aquí la oración final: «Queel Señor nos haga crecer en la

fe» para que nos hagamoscomo quienes habiendo oído aJesús y visto sus obras «semaravillaban y alababan aDios». De hecho, es «laalabanza la prueba de que yocreo que Jesucristo es Dios enmi vida, que fue enviado a mípara “perdonarme”». Y laalabanza, agregó el Pontífice,«es gratuita. Es un sentimientoque da el Espíritu Santo y quete lleva a decir: “Tú eres elúnico Dios”».

18 de enero de 2016. Odresnuevos. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.3, viernes 22 de enero de 2016 El cristiano que se escondedetrás del «siempre se hahecho así...» comete pecado,convirtiéndose en idólatra yrebelde y viviendo una «vidaparcheada, a medias», porquecierra su corazón a las«novedades del Espíritu

Santo». El Papa Francisco, enla misa celebrada el lunes 18de enero por la mañana en lacapilla de la Casa Santa Marta,invitó a dejar espacio a las«sorpresas de Dios» y aliberarse de las «costumbres».En la primera lectura, tomadadel primer libro de Samuel (1Sam 15, 16-23), «hemosescuchado —señaló el Papa—como el rey Saúl es rechazadopor Dios por no obedecerle: elSeñor le dijo que iba a vencerla batalla, en la guerra y quedebía exterminarlo todo». PeroSaúl «no obedeció».

«Cuando el profeta reprochó aSaúl esto y después lo rechazóen nombre de Dios como rey deIsrael, él —continua el pasaje—ofrece una explicación: “Elpueblo ha dejado con vida lomás selecto de las ovejas y lasvacas, para ofrecerlo ensacrificio al Señor”».«Es una cosa buena hacer unsacrificio —explicó Francisco—pero el Señor había ordenado,había dado el mandato dehacer otra cosa». Y entoncesSamuel dice a Saúl: «¿Lecomplacen al Señor lossacrificios y holocaustos tanto

como obedecer su voz?». Por lotanto, afirmó el Papa «laobediencia va más allá» ysupera también las palabras dejustificación de Saúl: «Heescuchado al pueblo y el pueblome ha dicho: ¡siempre se hahecho así! Las cosas de másvalor se ofrecerán al Señor,tanto en el templo como paralos sacrificios. ¡Siempre se hahecho así!».De esta forma «el rey quequería cambiar este “siemprese ha hecho así...”, dijo aSamuel: “Tuve miedo delpueblo”». Saúl «tuvo miedo» y

por esto «dejó que la vidacontinuase contra la voluntaddel Señor». El mismocomportamiento —prosiguió elPapa refiriéndose al pasajelitúrgico de san Marcos (Mc 2,18-22)— nos lo enseña Jesúsen el Evangelio, cuando losdoctores de la ley le reprochanque lo discípulos no ayunasen:“Siempre se ha hecho así, ¿porqué los tuyos no ayunan?”. YJesús respondió con esteprincipio de vida: “Nadie echaun remiendo de paño sinremojar a un manto pasado;porque la pieza del manto —lo

nuevo de los viejo— y deja unroto peor. Tampoco se echa vinonuevo en odres viejos; porqueel vino revienta los odres, y sepierden el vino y los odres; avino nuevo, odres nuevos».En esencia, afirmó Francisco,«¿qué significa esto: quecambia la ley? ¡No!». Significa,más bien, que «la ley está alservicio del hombre, que está alservicio de Dios, y para esto elhombre tiene que tener elcorazón abierto». La actitud delos que dicen: «Siempre se hahecho así ...» en realidad nacede «un corazón cerrado». En

cambio, «Jesús nos dijo: “Voy aenviar al Espíritu Santo y él osconducirá a la verdad plena”».Por lo tanto, «si tú tienes elcorazón cerrado a la novedaddel Espíritu, nunca llegarás a laverdad plena». Y «tu vidacristiana será una vida amedias, parcheada, remendadade cosas nuevas, pero sobreuna estructura que no estáabierta a la voz del Señor: uncorazón cerrado, porque noeres capaz de cambiar losodres».Precisamente «esto —explicó elPontífice— fue el pecado del rey

Saúl, por el cual fuerechazado». Y también es «elpecado de muchos cristianosque se aferran a lo que siemprese ha hecho y no dejan cambiarlos odres». Terminando así porvivir «una vida a medias,parcheada, remendada, sinsentido».Pero «¿por qué sucede esto?¿por qué es tan grave? ¿porqué el Señor rechaza a Saúl yluego elije a otro rey?». Larespuesta la da Samuel cuando«explica lo que es un corazóncerrado, un corazón que noescucha la voz del Señor, que

no está abierto a la novedaddel Señor, al Espíritu quesiempre nos sorprende». Quientiene un corazón así, diceSamuel, «es un pecador». Selee en el pasaje bíblico: «Sí, elpecado de adivinación es larebeldía, es culpa y terafim —es decir idolatría— laobstinación». De aquí que,afirmó Francisco, «loscristianos obstinados en el“siempre se ha hecho así, estees el camino, este es la vía”,pecan: pecan de adivinación»:es «como si fuesen alquiromante». Así que al final

resulta «más importanteaquello que se dijo y que nocambia; lo que siento —dentrode mí y de mi corazón cerrado— que la palabra del Señor». Yesto «es también pecado deidolatría: la obstinación. Elcristiano que se obstina, peca,peca de idolatría». Frente aesta verdad, la pregunta quedebemos hacernos es: «¿Cuáles el camino?». Franciscosugirió «abrir el corazón alEspíritu Santo, discernir cuál esla voluntad de Dios». Es verdadque «siempre, después de lasbatallas, el pueblo tomaba todo

para los sacrificios al Señor,también para su propiabeneficio, incluso las joyas parael templo». Y «era costumbreen la época de Jesús, que losbuenos israelitas ayunaran».Pero, explicó, «hay otrarealidad: está el Espíritu Santoque nos conduce a la verdadplena». Pero «para estonecesita de corazones abiertos,corazones que no se obstinanen el pecado de la idolatría desí mismos», que consideran que«es más importante lo quepienso» que «la sorpresa delEspíritu Santo».

Y «esto —comentó el Papa— esel mensaje que hoy nos da laIglesia; y que Jesús dice contanta fuerza: “¡Vino nuevo enodres nuevos!”». Porque,repitió, «ante las novedades delEspíritu, ante las sorpresas deDios, también las costumbresdeben renovarse». Antes decontinuar la celebración,Francisco dijo que espera «queel Señor nos dé la gracia de uncorazón abierto, un corazónabierto a la voz del Espíritu,que sepa discernir lo que nuncadebe cambiar, porque esfundamento, de aquello que

tiene que cambiar para poderrecibir la novedad del EspírituSanto».

19 de enero de 2016. Santo ypecador. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.4, viernes 29 de enero de 2016 A pesar de los pecados, todohombre ha sido elegido paraser santo. Es el mensaje deconsolación y de esperanzaofrecido por el Papa Franciscoen la misa celebrada en SantaMarta el martes 19 de enero.Quien sugirió la reflexión

fueron las vicisitudes del reyDavid, el «santo rey David»,figura central en la liturgia deestos días, que presentapasajes tomados del libro deSamuel.Después de haber visto cómo elSeñor había «rechazado a Saúlporque tenía el corazóncerrado», y había pensado enotro rey porque este no lehabía obedecido. En la primeralectura (1 Sam, 16 1-13) seencuentra la narración de cómo«fue elegido» el rey David. Selee, por lo tanto, que Dios sedirige a Samuel: «¿Hasta

cuándo vas a estar sufriendopor Saúl, cuando soy yo el quelo ha rechazado como rey deIsrael? Llena tu cuerno deaceite y ponte en camino». Elprofeta intenta resistirtemiendo la venganza de Saúl,pero el Señor le invita a ser«astuto» y a simular un simpleacto de culto, un sacrificio:«toma una novilla y ve».De aquí inicia, explicó elPontífice, la narración de lo quefue «el primer paso de la vidadel rey David: la elección». Enla Escritura se lee, por lo tanto,que Jesé «presenta a sus hijos»

y que Samuel ante el primerodice: «Seguro que está suungido ante el Señor». Veíaante sí, en efecto, subrayóFrancisco, «un buen hombre».Pero el Señor replicó a Samuel:«No te fijes en su apariencia nien lo elevado de su estaturaporque lo he descartado. No setrata de lo que vea el hombre.Pues el hombre mira a los ojos,mas el Señor mira el corazón».He aquí, por lo tanto, laprimera lección: «Nosotrossomos tantas veces esclavos delas apariencias, esclavos de lascosas que aparecen y nos

dejamos llevar por estas cosas:“Pero esto parece...” Pero elSeñor es la verdad».La narración continúa, «pasanlos siete hijos de Jesé y elSeñor no ha elegido a estos»,de modo que Samuel preguntaa Jesé si le había presentado atodos los hijos. Y Jesé revelaque, en realidad, «Todavíaqueda el menor, que estápastoreando el rebaño». Denuevo el contraste entreapariencia y verdad: A los ojosde los hombres —comentó elPontífice— este pequeño nocontaba».

Sucede que, habiendo hechotraer al muchacho, el Señordijo a Samuel: «Levántate yúngelo». Y, sin embargo era elmás pequeño, el que a los ojosdel papá no contaba» y «noporque el papá no lo amase»,sino porque pensaba «¿cómoDios escogerá estemuchacho?». No considerabaque «el hombre ve laapariencia, y en cambio elSeñor ve el corazón». Así«Samuel cogió el cuerno deaceite y lo ungió en medio desus hermanos. Y el espíritu delSeñor vino sobre David desde

aquel día en adelante» toda suvida «fue la vida de un hombreungido por el Señor».Se podría uno preguntar:«Entonces el Señor lo hizosanto?». La respuesta deFrancisco es neta: «No, el reyDavid es el santo rey David,esto es verdad, pero santodespués de una larga vida»,llegó, en efecto, a una edadrespetable, «aunque tambiénuna vida constelada de variospecados». David fue «santo ypecador». Era «un hombre quesupo unir el Reino, supo llevaradelante el pueblo de Israel» y

también un hombre que «teníasus tentaciones» y cometiópecados. David, incluso, «fueun asesino» que, «para cubrirsu lujuria, el pecado deadulterio» mandó matar.Precisamente él. Tanto que unose pregunta: «¿Pero el santoRey David mató?». Es cierto,pero también es cierto quecuando Dios envió al profetaNatán para hacer «ver estarealidad» a David que «no sehabía percatado de la violenciaque había ordenado»; el mismoDavid «reconoció: “He pecado”y pidió perdón».

Así la vida del rey David«siguió adelante» llena deluces y sombras. Sufrió «en sucarne la traición del hijo, perojamás usó a Dios para venceruna causa propia».Esbozando la figura del santo ypecador, Francisco recordócómo en el «momento tandifícil de la guerra», cuandodebió «huir de Jerusalén»David tuvo la fuerza deregresar el arca: «No, Señor,que se quede allá; no usaré alSeñor en mi defensa». Y aún,cuando encontró a quien ledecía «hombre sanguinario» él

detuvo a uno de los suyos quequería matar a quien leinsultaba diciéndole: «Si esteme insulta, el Señor le ha dichoque me insulte». En efecto, «ensu corazón David sentía: “Me lomerezco”, por ello ordenó:“Dejadlo, quizá el Señor tendrácompasión de mi humillación yme perdonará aún más». En suvida misma David conociótambién «la victoria», y la gran«magnanimidad» que lo llevó ano matar a Saúl aun pudiendohacerlo. En definitiva, concluyóel Pontífice, «¿pero este es elsanto Rey David? Sí, santo,

elegido por el Señor, elegidopor el pueblo de Dios»; fuetambién «un gran pecador, peroun pecador arrepentido». Ycomentó: «a mí me conmuevela vida de este hombre y mehace pensar en la nuestra». Enefecto, «todos nosotros hemossido elegidos por el Señor en elBautismo, para estar en supueblo, para ser santos»; todoshemos sido consagrados por elSeñor, en este camino de lasantidad», sin embargo,concluyó Francisco, leyendo lahistoria de este hombre —un«recorrido que comienza de

muchacho y sigue adelantehasta un hombre anciano»—que ha hecho tantas cosasbuenas y otras no tan buenas,«me viene el pensar que en elcamino cristiano», en el caminoque el Señor invita hacer, «nohay un santo sin pasado, nitampoco un pecador sinfuturo».

21 de enero de 2016. El últimoinstrumento. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.4, viernes 29 de enero de 2016 Contra la envidia, pecado quellega a matar a las personas,Francisco puso en guardiadurante la misa celebrada eljueves 21 de enero en la capillade la Casa Santa Marta.Tomada del primer libro deSamuel (1 Sam 18, 6-9; 19, 1-

7), la primera lectura —observóenseguida el Papa— «relata laentrada del rey Saúl en laciudad, después de la victoriacontra los filisteos», obtenidacon el «duelo entre David yGoliat». En verdad, «era lavictoria de todo el pueblo». Ypor eso el pueblo «hacía fiesta:era casi una fiesta ritual». LaBiblia, explicó Francisco, relata«que cuando murió el rey Saúlen la batalla, el ejército entródespués del ocaso, en silencio:victorioso, pero no había hechofiesta porque el rey habíamuerto». En cambio, esta vez

«sí hace fiesta, según latradición». Y así, se lee en laEscritura, «salieron las mujeresde todas las ciudades»,cantando y danzando parafestejar la victoria». Es también«un ritual de alegría»:recordemos —dijo Francisco—al rey David, cuando danzabadelante del Arca: cantabantodos, acompañándose contambores, con gritos de alegríay con sistros».La Biblia añade también que lasmujeres, danzando, cantaban:«Saúl mató sus millares yDavid sus miríadas». Y eran

palabras «que improvisaban enel momento, quizá porqueentraba así en el canto». Portanto, quien había «vencido erael rey: David había matado alfilisteo —¡es verdad!—, habíasido el instrumento, y el puebloentendía que el rey era elungido por el Señor». Así«cantaban: conocían aquellahistoria de David y lo ponían enel canto».Pero «Saúl, en lugar de estarcontento por esta fiesta, seirritó mucho». Evidentemente«el corazón de Saúl tenía algomalo» —explicó Francisco—,

porque «hizo un cálculo: dierona David miríadas, ¡y a mímillares!». En suma, «era soloun canto, pero lo tomó a mal:¿por qué?».La cuestión, prosiguió elPontífice, es que el corazón deSaúl «tenía algo que ayudó aque se enfadara: era celoso».«Tuvo un ataque de celos» acausa de ese canto. Tanto quela Biblia nos dice,precisamente, que «se irritómucho». Así su corazón«comenzó a funcionar en esadirección». Y «termina peor»,hasta tal punto que lo induce a

pensar: a David «no le faltanada más que el reino». Poreso «desde aquel momentomiraba a David con sospecha»,imaginando continuamente:«¡Este me traicionará!». Poresta razón, afirmó el Papa, Saúl«tomó la decisión de matar» aDavid. Y «el motivo no era elcanto en cuanto canto; elmotivo era el corazón enfermode celos, que lleva a Saúl a laenvidia».«¡Qué fea es la envidia!»,remarcó Francisco. En efecto,se trata de «una actitud, de unpecado feo». Y «en el corazón

los celos o la envidia crececomo la mala hierba: crece ysofoca la hierba buena». Y así«todo lo que le parece que lehace sombra, le hace mal: notiene paz. Es un corazónatormentado, es un corazónfeo». Y «el corazón envidioso —lo hemos escuchado— lleva amatar, a la muerte».Por lo demás, la Escritura lodice claramente: «Por laenvidia del diablo ha entrado lamuerte en el mundo». No pornada, recordó el Papa, «laenvidia es también una de lasobras de la carne que los

Apóstoles enumeran en suscartas, cuando dicen: “las obrasdel Espíritu Santo son estas;las obras de la carne sonestas…”». «La envidia mata —reafirmó Francisco— y notolera que otro tenga algo queyo no tengo». Y siempre causasufrimiento, «porque el corazóndel envidioso o del celososufre: es un corazónsufriente». Precisamente «esesufrimiento lo lleva adelante, adesear la muerte de losdemás».«Cuántas veces en nuestrascomunidades —no debemos ir

demasiado lejos para ver esto—por celos se mata con lalengua», advirtió Francisco. Asísucede que «uno tiene envidiadel otro, y comienzan lashabladurías: y las habladuríasmatan». El pasaje bíblicorelata, además, que el reySaúl, aconsejado por su hijoJonatán, decide no matar aDavid. Pero después, «pasadoel tiempo, en un exceso de ira,buscó» verdaderamentematarlo, «mientras sonaba elarpa». En suma, la envidia «esuna enfermedad que viene, quevuelve».

«Pensando y reflexionando eneste pasaje de la Escritura»,añadió el Pontífice, «me invitoa mí mismo —y a todos— abuscar si en mi corazón hayalgo atribuible a los celos o a laenvidia, que siempre lleva a lamuerte y me impide ser feliz».Porque, prosiguió, «siempreesta enfermedad lleva a mirarlo bueno del otro como si fueraen perjuicio tuyo». Y «este esun pecado feo: es el inicio detantos, tantos crímenes».«Pidamos al Señor —prosiguióel Papa— que nos dé la graciade no abrir el corazón a los

celos, de no abrir el corazón ala envidia, porque siempreestas cosas llevan a lamuerte». Y recordó, a propósitode esto, la actitud de Pilato:era un hombre «inteligente, yMarco, en el evangelio, diceque Pilato se había dado cuentade que los jefes de los escribasle habían entregado a Jesús porenvidia».Por tanto, «la envidia —segúnla interpretación de Pilato, queera muy inteligente, ¡perocobarde!— es la que llevó a lamuerte a Jesús». Y fue «elinstrumento, el último

instrumento: se lo habíanentregado por envidia».Antes de reanudar lacelebración, Francisco pidió «alSeñor la gracia de no entregarjamás, por envidia, a la muertea un hermano, a una hermanade la parroquia, de lacomunidad, ni siquiera a unvecino del barrio: cada unotiene sus pecados, cada unotiene sus virtudes. Son propiasde cada uno». Y al final invitó a«mirar el bien y a no matar conlas habladurías por envidia opor celos».

22 de enero de 2016. Lasdoce columnas. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.4, viernes 29 de enero de 2016 «Oración y testimonio» son las«dos tareas de los obispos» queson «columnas de la Iglesia».Pero si se debilitan, sufre todoel pueblo de Dios. Por eso, pidióel Papa Francisco durante lamisa celebrada el viernes 22 deenero en la capilla de la Casa

Santa Marta, es necesario rezarinsistentemente por lossucesores de los doceApóstoles.La reflexión del Pontífice sobrela figura y la misión del obispose basó en el pasaje delevangelista Marcos (Mc 3, 13-19) proclamado durante laliturgia de hoy. «Hay unapalabra, en este pasaje delevangelio, que atrae laatención: Jesús “instituyó”». Yesta palabra «aparece dosveces». En efecto, escribeMarcos: «Instituyó a Doce, quellamó apóstoles». Y después

retoma: «Instituyó, pues, a losDoce», y los nombra uno trasotro». Por tanto, explicó elPontífice, «Jesús, entre tantagente que lo seguía —nos diceel evangelio—, “llamó a sí a losque quería”». En suma, «hayuna elección: Jesús eligió a losque él quería». Y,precisamente, «instituyó aDoce. Que llamó apóstoles». Enefecto, prosiguió Francisco,«había otros: estaban losdiscípulos», y «el evangeliohabla de setenta y dos, en unaocasión». Pero «estos eran otracosa». Los «Doce son

instituidos para que estén conél y para mandarlos a predicarcon el poder de expulsar losdemonios», explicó el Papa. «Esel grupo más importante queJesús eligió, “para queestuvieran con él”, máscercanos, “y para mandarlos apredicar” el Evangelio». Y «conel poder de expulsar losdemonios», también añadeMarcos. Precisamente los «Doceson los primeros obispos, elprimer grupo de obispos».Estos Doce «elegidos —observóFrancisco— tenían conscienciade la importancia de esta

elección, tanto que después deque Jesús subió a los cielos,Pedro habló a los otros y lesexplicó que, vista la traición deJudas, era necesario haceralgo». Y así, precisamenteentre ellos que habían estadocon Jesús, desde el bautismo deJuan hasta la ascensión,eligieron «un testigo “connosotros” —dice Pedro— de laresurrección». Por eso,prosiguió el Papa, «el puesto deJudas fue ocupado, lo tomóMatías: fue elegido Matías».Además, «la liturgia de laIglesia», refiriéndose a

«algunas expresiones dePablo», llama a los Doce «lascolumnas de la Iglesia». Sí,afirmó el Pontífice, «losApóstoles son las columnas dela Iglesia. Y los obispos soncolumnas de la Iglesia. Aquellaelección de Matías fue laprimera ordenación episcopalde la Iglesia».«Me gustaría decir hoy algunapalabra sobre los obispos»,confió Francisco. «Nosotros,obispos, tenemos estaresponsabilidad de ser testigos:testigos de que el Señor Jesúsestá vivo, que el Señor Jesús

ha resucitado, que el SeñorJesús camina con nosotros, queel Señor Jesús nos salva, que elSeñor Jesús dio su vida pornosotros, que el Señor Jesús esnuestra esperanza, que elSeñor Jesús nos acoge siemprey nos perdona». He aquí «eltestimonio». En consecuencia,prosiguió, «nuestra vida debeser esto: un testimonio, unverdadero testimonio de laresurrección de Cristo». Ycuando Jesús, como relataMateo, hace «esta elección» delos Doce, tiene dos razones.Ante todo, «para que

estuvieran con él». Por eso «elobispo tiene la obligación deestar con Jesús». Sí, «es laprimera obligación del obispo:estar con Jesús». Y es verdad«a tal punto que cuando surgió,en los primeros tiempos, elproblema de que los huérfanosy las viudas no estaban biencuidados, los obispos —estosDoce— se reunieron y pensaronqué hacer». E «introdujeron lafigura de los diáconos,diciendo: “Que los diáconos seocupen de los huérfanos, de lasviudas”». Mientras que a losDoce, «dice Pedro», les

corresponden «dos tareas: laoración y el anuncio delEvangelio».Por consiguiente, volvió a decirFrancisco, «la primera tarea delobispo es estar con Jesús en laoración». En efecto, «laprimera tarea del obispo no eshacer planes pastorales… ¡no,no!». Es «rezar: esta es laprimera tarea». Mientras que«la segunda tarea es sertestigo, es decir, predicar:predicar la salvación que elSeñor Jesús nos ha traído».Son «dos tareas difíciles —reconoció el Pontífice—, pero

son precisamente estas dostareas las que hacen fuertes lascolumnas de la Iglesia». Enefecto, «si estas columnas sedebilitan, porque el obispo noreza o reza poco, se olvida derezar; o porque el obispo noanuncia el Evangelio, se ocupade otras cosas, también laIglesia se debilita, sufre. Elpueblo de Dios sufre».Precisamente «porque lascolumnas son débiles».Por esta razón, afirmóFrancisco, «hoy quieroinvitaros a rezar por nosotros,obispos: porque también

nosotros somos pecadores,también nosotros tenemosdebilidades, también nosotroscorremos el peligro de Judas:también él había sido elegidocomo columna». Sí, prosiguió,«también nosotros corremos elpeligro de no rezar, de haceralgo que no es anunciar elEvangelio y expulsar losdemonios». De ahí, reafirmó elPapa, la invitación a «rezarpara que los obispos sean loque Jesús quería, y que todosnosotros demos testimonio dela resurrección de Jesús».Por lo demás, añadió, «el

pueblo de Dios reza por losobispos, en cada misa se rezapor los obispos del lugar: sereza por Pedro, la cabeza delColegio episcopal, y se reza porel obispo del lugar». Pero «estopuede ser insuficiente: se diceel nombre por costumbre y seva adelante». Es importante«rezar por el obispo con elcorazón, pedir al Señor:“Señor, protege a mi obispo;protege a todos los obispos, ymándanos obispos que seanverdaderos testigos, obisposque recen y obispos que nosayuden, con su predicación, a

comprender el Evangelio, aestar seguros de que tú, Señor,estás vivo, estás entrenosotros”».Antes de reanudar lacelebración, el Papa sugiriónuevamente rezar, «pues, pornuestros obispos: es una tareade los fieles». En efecto, «laIglesia sin obispo no puede iradelante». Por eso, entonces,«la oración de todos nosotrospor nuestros obispos es unaobligación, pero una obligaciónde amor, una obligación dehijos para con el Padre, unaobligación de hermanos, para

que la familia permanezcaunida en la confesión deJesucristo, vivo y resucitado».

28 de enero de 2016. Sinmedida. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.5, viernes 5 de febrero de 2016 El tema del testimonio,entendido como elementofundamental de la vida delcristiano, fue el centro de lareflexión del Papa Franciscodurante la misa celebrada enSanta Marta el jueves 28 deenero por la mañana. Pero,

¿qué debe caracterizar estetestimonio? El Pontífice sacó larespuesta directamente delEvangelio del día, retomando elpasaje de Marcos (Mc 4, 21-25)inmediatamente sucesivo a la«parábola del sembrador».Después de haber hablado de«la semilla que logra dar fruto»y de aquella que, en cambio,cayendo «en tierra no buenano puede dar fruto», Jesús«nos habla de la lámpara», queno se pone debajo del celemín,sino en el candelero. Ella «esluz —explicó—, y el evangeliode Juan nos dice que el

misterio de Dios es luz y que laluz vino al mundo y lastinieblas no la acogieron». Unaluz, añadió, que no puedeesconderse, sino que sirve«para iluminar».He aquí, pues, «uno de losrasgos del cristiano, que harecibido la luz del Bautismo ydebe darla». El cristiano, dijo elPapa, «es un testigo». Yprecisamente la palabra«testimonio» encierra «una delas peculiaridades de lasactitudes cristianas». En efecto,«un cristiano que lleva estaluz, debe hacerla ver porque él

es un testigo». Y si un cristiano«prefiere no hacer ver la luz deDios y prefiere las propiastinieblas», entonces «le faltaalgo y no es un cristianocompleto». Una parte de él estáocupada, las tinieblas «leentraron en el corazón, porquetiene miedo de la luz» yprefiere «los ídolos». Pero elcristiano «es un testigo»,testigo «de Jesucristo, luz deDios. Y deber poner esta luz enel candelabro de su vida». En elpasaje evangélico propuestopor la liturgia también se habla«de la medida», y se lee: «Con

la medida con que midáis, se osmedirá y aun con creces». Estaes, dijo Francisco, «la otrapeculiaridad, la otra actitud»típica del cristiano. En efecto,se hace referencia a lamagnanimidad, porque es hijode un padre magnánimo, degran ánimo».También cuando dice: «Dad yse os dará», la medida de laque habla Jesús, explicó elPapa, es «plena, buena,rebosante». Del mismo modo,«el corazón cristiano esmagnánimo. Está abierto,siempre». No es, pues, «un

corazón que se cierra en elpropio egoísmo». No es uncorazón que se pone límites,que «cuenta: hasta aquí, hastaallá». Y continuó: «Cuando túentras en esta luz de Jesús,cuando entras en la amistad deJesús, cuando te dejas guiarpor el Espíritu Santo, elcorazón se abre, llega a sermagnánimo». Se activa, eneste punto, una dinámicaparticular: el cristiano «nogana: pierde». Pero, enrealidad, concluyó el Pontífice,«pierde para ganar otra cosa, ycon esta “derrota” de intereses,

gana a Jesús, ganaconvirtiéndose en testigo deJesús».Para calar en concreto en sureflexión, Francisco se dirigióen este punto a un grupo desacerdotes que celebraban lasbodas de oro de su ordenación:«cincuenta años por el caminode la luz y del testimonio», y«tratando de ser mejores,tratando de llevar la luz en elcandelabro»; una luz que, es laexperiencia de todos, a «vecescae», pero que siempre esbueno tratar de volver aproponer «generosamente, es

decir, con corazónmagnánimo». Y, al agradecer alos sacerdotes cuanto hanhecho «en la Iglesia, por laIglesia y por Jesús»,deseándoles la «gran alegría dehaber sembrado bien, de haberiluminado bien y de haberabierto los brazos para recibir atodos con magnanimidad», elPapa también les dijo:«Solamente Dios y vuestramemoria saben a cuánta gentehabéis recibido conmagnanimidad, con bondad depadres, de hermanos» y «acuánta gente que tenía el

corazón un poco oscuro, habéisdado luz, la luz de Jesús».Porque, concluyó precisando surazonamiento, «en la memoriade un pueblo» permanecen «lasemilla, la luz del testimonio yla magnanimidad del amor queacoge».

29 de enero de 2016. Delpecado a la corrupción. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.5, viernes 5 de febrero de 2016 Una oración por toda la Iglesia,para que jamás caiga delpecado a la corrupción, fuerecomendada por el Papadurante la misa celebrada elviernes 29 de enero por lamañana en la capilla de la CasaSanta Marta.

Refiriéndose a la primeralectura —tomada del segundolibro de Samuel (11, 1-4. 5-10.13-17—, Francisco observóenseguida: «Hemos escuchadoel pecado de David, el gravepecado del santo rey David.Porque David es santo, perotambién pecador, fue pecador».En efecto, «hay algo quecambia en la historia de estehombre». De hecho, sucedióque «en tiempo de guerra,David mandó a Joab con susservidores a combatir, y él sequedó en el palacio».Generalmente “él iba a la

cabeza del ejército”, pero estavez su comportamiento fuediferente.El relato bíblico, explicó elPapa, «nos muestra a un Davidun poco cómodo, un pocotranquilo, no en el sentidobueno de la palabra». Tantoque «un atardecer, después dela siesta, mientras daba unpaseo por la terraza delpalacio, ve a una mujer ysiente la pasión, la tentación dela lujuria, y cae en el pecado».La mujer era Betsabé, esposade Urías el hitita. Se trata,pues, de «un pecado». Y Dios,

observó Francisco, «lo queríatanto a David».A continuación, «las cosas secomplican, porque, pasado unpoco de tiempo, la mujer lehace saber que estabaembarazada». Su marido —recordó el Papa— «combatíapor el pueblo de Israel, por lagloria del pueblo de Dios».Mientras que «David traicionóla lealtad de aquel soldado porla patria, traicionó la fidelidadde aquella mujer por sumarido, y cayó muy bajo».Y «cuando tuvo la noticia deque la mujer estaba

embarazada —se preguntó elPontífice—, ¿qué hizo? ¿Fue arezar, a pedir perdón?». No, sequedó «tranquilo» y se dijo a símismo: «saldré adelante». Así,convocó «al marido de la mujery lo hizo sentir importante». Selee en el pasaje bíblico queDavid «le preguntó cómoestaban Joab y la tropa, y cómoiba la guerra».En suma, «una pincelada devanidad para hacerlo sentir unpoco importante». Y después, aldarle las gracias, «le hizo darun hermoso obsequio»,recomendándole que fuera a su

casa a descansar. De estemodo, David «quería cubrir eladulterio: aquel hijo habríasido hijo del marido deBetsabé».Pero «este hombre —prosiguióel Papa— era una persona deánimo puro, tenía un granamor y no fue a su casa: pensóen sus compañeros, pensó en elarca de Dios bajo las tiendas,porque llevaban el arca, y pasóla noche con sus compañeros,con los siervos, y no fueenseguida donde su mujer».Así, «cuando le avisaron aDavid —porque conocían la

historia, los rumores circulaban—, ¡imaginaos!».He aquí, entonces, que «Davidlo invitó a comer y beber conél, preguntándole —y aquí eltexto es algo reducido— “pero,¿por qué no has ido a tucasa?”». Y la respuesta delhombre noble es: «¿Podríapermitirme, mientras miscompañeros están bajo lastiendas, el arca de Dios estábajo una tienda, en luchacontra los enemigos, ir mi casaa comer, a beber, a acostarmecon mi mujer? ¡No! Esto nopuedo hacerlo». Y así «David lo

hizo volver, le dio de comer ybeber otra vez y lo hizoemborrachar». Pero «Urías novolvió a su casa: pasó lasegunda noche con suscompañeros».Por tanto, prosiguió el Papa,«David se encontraba endificultad, pero pensó para sí:“Pero no, lo lograré”». Y así«escribió una carta, comohemos escuchado: “Poned aUrías al mando, frente a labatalla más dura, despuésretiraos detrás de él para quesea herido y muera”». En pocaspalabras, se trata de una

«condena a muerte: estehombre fiel —fiel a la ley, fiel asu pueblo, fiel a su rey— escondenado a muerte».«Me pregunto —confióFrancisco– leyendo este pasaje:¿dónde está aquel David,muchacho valiente, que sale alencuentro del filisteo con suhonda y cinco piedras, y ledice: “Mi fuerza es el Señor”?No, no son las armas. Tampocolas armas de Saúl andaban bienpara él».«Es otro David», destacó elPapa. En efecto, «¿dónde estáaquel David que, sabiendo que

Saúl quería matarlo, dos vecestuvo la oportunidad de matar alrey Saúl, y dijo: “No, no mepermito tocar al ungido delSeñor”?». La realidad, explicóFrancisco, es que «este hombrecambió, este hombre sereblandeció». Y, añadió, «meviene a la mente un pasaje delprofeta Ezequiel, capítulo 16,versículo 15, cuando Dios hablaa su pueblo como un esposo asu esposa, y dice: “Perodespués de que te di todo esto,te ufanaste de tu belleza y,aprovechando de tu fama, tehas prostituido. Te has sentido

segura y te has olvidado demí”».Y es precisamente «lo quesucedió con David en aquelmomento», insistió Francisco:«El grande, el noble David sesintió seguro, porque el reinoera fuerte, y pecó así: pecó delujuria, pecó de adulterio ytambién asesinó injustamente aun hombre noble, para cubrirsu pecado».«Este es un momento en lavida de David —hizo ver elPontífice— que podríamosaplicar a la nuestra: es el pasodel pecado a la corrupción».

Aquí «David comienza, da elprimer paso hacia lacorrupción: obtiene el poder, lafuerza. Por eso «la corrupciónes un pecado más fácil paratodos nosotros que tenemosalgún poder, ya sea podereclesiástico, religioso,económico, político». Y «eldiablo nos hace sentir seguros:“Lo lograré”». Pero «el Señorquería tanto a David, tanto quedespués mandó reflejar sualma: envió al profeta Natánpara reflejar su alma; y él searrepintió, lloró —“hepecado”—, y se dio cuenta de

ello».«Quiero subrayar hoy —reafirmó Francisco— sólo esto:hay un momento en el que lacostumbre del pecado o unmomento en el que nuestrasituación es tan segura y somosbien vistos y tenemos tantopoder, tanto dinero, no sé,tantas cosas». También «anosotros, sacerdotes, puedesucedernos esto: tanto que elpecado deja de ser pecado y setransforma en corrupción. ElSeñor siempre perdona. Perouna de las cosas más feas quetiene la corrupción es que el

corrupto no tiene necesidad depedir perdón, no la siente».El Papa, pues, invitó a rezar«por la Iglesia, comenzandopor nosotros, por el Papa, porlos obispos, por los sacerdotes,por los consagrados, por losfieles laicos: “Señor, sálvanos,sálvanos de la corrupción.Pecadores, sí, Señor, somostodos, pero corruptos, jamás”».Al Señor, concluyó, «pidámosleesta gracia».

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

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FEBRERO.1 de febrero de 2016. No hayhumildad sin humillación.4 de febrero de 2016. Lamejor herencia.5 de febrero de 2016.Disminuir, disminuir,disminuir.23 de febrero de 2016. Entreel hacer y el decir.25 de febrero de 2016. Elnombre y el adjetivo.29 de febrero de 2016. Lasalvación viene de lo

pequeño.

1 de febrero de 2016. No hayhumildad sin humillación. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.5, viernes 5 de febrero de 2016 No hay humildad y no haysantidad sin pasar a través delcamino de la humillación: esesta la verdad que Francisco havuelto a proponer —recordandola historia de David— durantela misa celebrada el lunes 1 defebrero, por la mañana, en la

capilla de Santa Marta.«En la primera lectura secontinúa con la historia del reyDavid, el santo rey David»,hizo notar inmediatamente elPapa, refiriéndose al pasajetomado del segundo libro deSamuel (15, 13-14,30; 16, 5-13). Es una historia, explicó,«que comienza cuando Samuelfue a casa de su padre y Davidfue ungido rey», aun siendotodavía un muchacho. Después«creció, tuvo sus dificultades,pero siempre había sido unhombre que respetaba al reyque no lo quería». El soberano,

en efecto, «sabía que él seríasu sucesor». Y «al final Davidpudo unificar el reino de Israel:todos en torno a él» pero «sesintió seguro y comenzó adebilitarse el celo por la casadel Señor».Precisamente «en aquelmomento —hemos escuchadoel otro día— David está a unpaso de entrar en lacorrupción», continuóFrancisco. Así «el santo reyDavid, pecador pero santo,llegó a ser corrupto». Sinembargo, he aquí que «elprofeta Natán, enviado por

Dios», le hace entender quécosa fea había hecho, una cosamala: porque un corrupto no seda cuenta. Es necesaria unagracia especial para cambiar elcorazón corrupto». Así «David,que aún tenía el corazónnoble», reconoce haber pecado,«reconoce su culpa». ¿Y quédice Natán? He aquí suspalabras: «El Señor perdona tupecado, pero la corrupción quetu sembraste crecerá. Túmataste un inocente paraencubrir un adulterio. Laespada no se alejará jamás detu casa». Por lo tanto, explicó

el Papa, «Dios perdona elpecado, David se convierte,pero las heridas de unacorrupción difícilmente securan. Lo vemos en tantaspartes del mundo».Es en este punto de la historiade David, afirmó Francisco, que«llegamos al pasaje de hoy: elhijo de David hace la guerra alpadre. Quiere el poder: el hijoya está corrompido». Pero«¿qué hace David? con esanobleza que, después de supecado, reconquistó —tambiénla penitencia que había hechopara salvar al hijo que había

muerto, el hijo del adulterio—reúne a los suyos: “Dejemos laciudad, para que Absalón —elhijo— no haga caer sobrenosotros la desgracia y pase ala ciudad bajo el filo de laespada”, como era costumbreen aquellos tiempos».«Dios le impuso a David unduro castigo: “La espada no sealejará jamás de tu casa”»,recordó el Pontífice. Pero «éldefiende la casa y huye, seva». ¿Es quizá «un cobarde?No, es un padre». Y «deja queregrese el arca», no se pone a«usar a Dios, para defenderse».

En definitiva, David «se va parasalvar a su pueblo: este es elcamino de santidad que David,después de aquel momento enel que había entrado lacorrupción, comienza arecorrer».El pasaje bíblico, prosiguió elPapa, nos presenta a Davidmientras sube, llorando, lacuesta de los olivos. Llevaba«la cabeza cubierta», en señalde luto, y caminaba descalzo.Hacía penitencia. También«toda la gente que estaba conél, los más íntimos, llevaba lacabeza cubierta y subía

llorando: el llanto y lapenitencia». La Escritura noshace saber que «algunos, queno lo querían, comenzaron aseguirle e insultarle». Entreestos, estaba Simei, que lollamaba «sanguinario»,recordándole «el crimen quehabía cometido con Urías elhitita para encubrir eladulterio».Abisaí, una de las personas máscercanas a David, «quieredefenderlo» y quiere cortarle lacabeza a Simei para hacerlecallar. Pero David da «un pasomás: “si este hombre maldice

es porque el Señor se lo hadicho: maldice a David”». Y«después dice a sus siervos:“He aquí que, el hijo salido demis entrañas busca quitarme alvida”». Piensa, en efecto, en suhijo Absalón. Y por esto sedirige aún a sus siervos: «Aeste hombre de la tribu deBenjamín dejadlo maldecir, yaque se lo ha ordenado elSeñor».La cuestión, explicó Francisco,es que «David sabe ver lasseñales: es el momento de lahumillación, es el momento enel que él está pagando su

culpa». Tanto es así queexclama: «Quizá el Señormirará mi aflicción y medevolverá bien a cambio de lamaldición de hoy». En resumen«se confía a las manos delSeñor: este es el recorrido deDavid, desde el momento de lacorrupción a este abandono enlas manos del Señor. Y esta essantidad. Esta es humildad».Yo pienso —prosiguió el Papa—que cada uno de nosotros, sialguien dice una cosa fea»,reacciona diciendo: «Pero no,yo no lo he hecho, esto no esverdad, no». En la práctica

nosotros «buscamosinmediatamente decir que noes verdad». O bien «hacemoscomo Simei: damos unarespuesta aún peor». Pero «lahumildad —afirmó Francisco—puede llegar a un corazónsolamente a través de lahumillación: no hay humildadsin humillaciones». Y «si tú noeres capaz de soportar algunashumillaciones en tu vida, noeres humilde. Es así: yo diríaasí de matemático, así desimple».Por ello, volvió a decir el Papa,«el único camino para la

humildad es la humillación».Por lo tanto, «el fin de David,que es la santidad, llega através de la humillación».También «el fin de la santidadque Dios regala a sus hijos,regala a la Iglesia, viene através de la humillación de suHijo que se deja insultar, que sedeja llevar sobre la cruz,injustamente». Y «este hijo deDios que se humilla es elcamino de la santidad: David,con su actitud, profetiza estahumillación de Jesús».Antes de continuar con lacelebración eucarística,

Francisco pidió «al Señor, porcada uno de nosotros, paratoda la Iglesia, la gracia de lahumildad, y también la graciade entender que no es posibleser humildes sin humillación».

4 de febrero de 2016. Lamejor herencia. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.6, viernes 12 de febrero de2016 «La fe es la más grandeherencia que un hombre puededejar». Y precisamente la fenos invita a «no tener miedo dela muerte», que es sólo el iniciode otra vida. Es el puntocentral de la reflexión del Papa

en la misa del jueves 4 defebrero, en la capilla de la CasaSanta Marta.«En estas semanas la Iglesia,en la liturgia, nos ha hechoreflexionar sobre el santo reyDavid», hizo presenteFrancisco. Y «hoy —prosiguió—nos narra su muerte».Al recordar que «en cada vidahay un fin», el Papa volvió aproponer la regla que Daviddeja al hijo Salomón: «Yo mevoy por el camino de cadahombre sobre la tierra». Noobstante, añadió, «sea alcamino de la vida», es también

«un pensamiento que no nosgusta tanto». En efecto, hadicho Francisco, tendemos casia alejar el pensamiento de lamuerte —«Estoy enfermo,estoy un poco anciano...»,«pero, ¡sé fuerte, sigueadelante!»— y «tenemosmiedo», también si «es larealidad de todos los días».«En un poblado del norte deItalia» recordó el Pontífice,precisamente «al ingreso delcementerio está escrito así: “Túque pasas, detén tu paso ypiensa, de tus pasos, en elúltimo”». Pensar, por lo tanto:

«esta es una luz que ilumina lavida». Y «la vida de David —explicó— fue una vida vividacon intensidad por aquelmuchacho que llevaba a pastarel rebaño, con tantasdificultades; ungido por elSeñor, después vivió bien, comoun hombre que amaba alSeñor; después, cuando sesintió seguro, comenzó a pecary casi, casi, casi acaba en lacorrupción».Pero David, prosiguió Francisco,«se arrepintió, lloró, peco otravez. Y así. Pero aprendió apedir perdón por sus pecados. Y

la Iglesia dice: el santo reyDavid. Pecador, pero santo».Por lo que «esta vida acaba así:comienza a los 16, 17 años, yacaba». Además, «la duraciónde su poder, del reino, fue decuarenta años». Pero «tambiénlos 40 años pasan».«En una de las audiencias delmiércoles —confesó— seencontraba una hermanitaanciana, pero con una carapacífica, una mirada luminosa».Francisco le preguntó cuántosaños tenía. Y la religiosa, conuna sonrisa: «83, pero estoyacabando mi recorrido en esta

vida para comenzar el otrocamino con el Señor, porquetengo un cáncer de páncreas».Y «así en paz —dijo el Papa—esa mujer había vivido conintensidad su vida consagrada.No tenía miedo de la muerte»,tanto que dijo: «Estoyacabando mi camino de vidapara comenzar el otro». Lamuerte, recalcó el Papa, «es unpaso» y «estos testimonios noshacen bien».«Cuando se está por morir —prosiguió Francisco— escostumbre dejar untestamento». Así hace también

David llamando «al hijoSalomón». Y «¿qué le aconseja,que le deja en herencia alhijo?». Le dice: «Ten valor y séhombre». En síntesis, David«vuelve a lo que el Señor ledijo a Moisés, a Josué: Séfuerte, sé hombre; observa laley del Señor, tu Dios,continuando en sus caminos ycumpliendo las leyes, susmandatos, sus normas, lainstrucción, como está escritoen la ley de Moisés». David lehereda el reino, un reinofuerte», pero «deja tambiénotra cosa, que es la herencia

más bella y más grande que unhombre o una mujer puedadejar a los hijos: le deja la fe».En el pasaje bíblico actual seleen las palabras de David:«para que el Señor cumpla lapromesa que me hizo diciendo:“Si tus hijos vigilan sus pasos,caminando fielmente ante mí,con todo su corazón y toda sualma, no te faltará uno de lostuyos sobre el trono deIsrael”». Es precisamente «la feen la promesa de Dios: dejar lafe como gran herencia», explicóFrancisco. «Cuando se hace untestamento —añadió el

Pontífice— la gente dispone:“Esto lo dejo a este, esto aaquel...”». Pero «la más bellaherencia, la más grandeherencia que un hombre, unamujer puede dejar a sus hijoses la fe» recalcó. Y «David seacuerda de las promesas deDios, hace memoria de lapropia fe en estas promesas yse las recuerda al hijo: dejar lafe como herencia». A propósitoel Papa hizo notar: «Cuando,en el rito del bautismo, damos—los papás— la vela encendida,la luz de la fe, decimos:“Custódiala, consérvala, hazla

crecer en tu hijo y en tu hija, ydéjala en herencia”». Por lotanto, «dejar la fe comoherencia: esto nos enseñaDavid. Y muere así,sencillamente como todohombre». Pero «sabe bien quéaconsejar al hijo y cuál es lamejor herencia que le puededejar: no el reino, sino la fe. Yrecita de memoria lo que elSeñor había prometido».«Todos nosotros iremos por elcamino de nuestros padres —afirmó Francisco— perocuándo, sólo lo sabe Él». Y así«nos hará bien preguntarnos:

«¿Cuál es la herencia que yodejo con mi vida? ¿Dejo laherencia de un hombre, unamujer de fe? ¿A los míos dejoesta herencia?».En esta perspectiva, concluyó,«pidamos al Señor dos cosas».Sobre todo «no tengáis miedode este último paso, como lahermana de la audiencia delmiércoles» que confía: «Estoyacabando mi recorrido ycomienzo otro». Y la segundacosa que hay que pedir alSeñor es «que todos nosotrospodamos dejar con nuestravida, como mejor herencia, la

fe: la fe en este Dios fiel, esteDios que siempre está anuestro lado, este Dios que esPadre y no defrauda jamás».

5 de febrero de 2016.Disminuir, disminuir,disminuir. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.6, viernes 12 de febrero de2016 Juan Bautista, «el más grandede los profetas», nos enseñauna regla fundamental de lavida cristiana: hacernospequeños con humildad paraque sea el Señor quien crezca.

Es este el «estilo de Dios»,diverso del «estilo de loshombres», que el Papa propusodurante la misa celebrada elviernes 5 de febrero en lacapilla de la Casa Santa Marta.Marcos, en el pasaje evangélicode hoy (6, 14-29), escribe «quela gente hablaba de Jesúsporque “su nombre se habíahecho famoso”». En definitiva«todos hablaban» y sepreguntaban quién sería élrealmente. Y así uno decía: «Esuno de los profetas que haregresado». Y otro: «Es JuanBautista que ha resucitado». El

hecho es que ante Jesús «lagente se quedaba concuriosidad». Mientras que elrey Herodes, escribe aúnMarcos, era «temeroso,angustiado» también porque«era perseguido por elfantasma de Juan» a quien élhabía mandado matar.Además, hizo notar Francisco,están «otros personajes queaparecen en este pasaje delEvangelio: una mujer mala,que odiaba y buscabavenganza; una muchacha queno sabía nada y solo leinteresaba su vanidad». Tanto

que «parece una novela»: es lahistoria de Herodías y de suhija.Precisamente en este marco —explicó el Papa— el evangelistanarra el fin de Juan Bautista,«el hombre más grande nacidode mujer» como dice la fórmulade canonización». Y nacido demujer, el santo más grande: asíJesús lo canonizó».Pero Juan «acaba en la cárcel,decapitado». Y «la única frase»del pasaje evangélico de hoyparece tener además una notade «resignación»: «losdiscípulos de Juan, al enterarse

del hecho, fueron a recoger elcadáver y lo pusieron en unsepulcro». Es así que «acaba“el hombre más grande nacidode mujer”: un gran profeta, elúltimo de los profetas, el únicoa quien se le permitió ver laesperanza de Israel». Sí «elgran Juan que ha invitado a laconversión: todo el pueblo loseguía y le preguntaba “¿quédebemos hacer?”».Lo seguían, añadió el Pontífice,«también los soldados, todosiban detrás de él para hacersebautizar, para pedir perdón, atal punto que los doctores de la

ley fueron a él para hacerleuna pregunta: ¿eres tú aquelque nosotros esperamos?».La respuesta de Juan es clara:«No, no, yo no. Hay otro queviene detrás de mí: ese es. Yosoy solamente la voz que gritaen el desierto».Al respecto, explicó el Papa,«san Agustín nos hace pensarbien cuando dice: “Sí, Juan dicede sí mismo que es la voz,porque detrás de él viene laPalabra”». Y «Cristo es laPalabra de Dios, el verbo deDios». En verdad «Juan esgrande» propuso Francisco.

Grande cuando dice que no esél aquel a quien esperan:precisamente «aquella frase essu destino, su programa devida: “Aquel, el que vienedetrás de mí, debe crecer; yo,en cambio, disminuir”».Precisamente «así fue la vidade Juan: disminuir, disminuir,disminuir y acabar de estamanera tan prosaica, en elanonimato». Y así, Juan fue«alguien grande que no buscósu propia gloria, sino la deDios».Y no acaba aquí. El Pontíficequiso destacar el hecho de que

Juan «sufrió en la cárcelademás —digamos la palabra—la tortura interior de la duda».Hasta preguntarse: «Pero,quizá me he equivocado. EsteMesías no es como imaginabaque debería ser el Mesías».Tanto que «invitó a susdiscípulos a preguntar a Jesús:“Di la verdad: ¿eres tú quiendebe venir?”».Evidentemente «esa duda lahacía sufrir» y se preguntaba:«¿Me he equivocado enanunciar uno que no era? ¿Heengañado al pueblo?”». Fuegrande «el sufrimiento, la

soledad interior de estehombre». Y así vuelven, contoda su fuerza, sus palabras:«Yo, en cambio, debo disminuir,pero disminuir así: en el alma yen el cuerpo, todo». A la dudade Juan, «Jesús responde:“Mira lo que sucede”. Y se fía,no dice: «Soy yo». dice: «Id yanunciad a Juan lo que habéisvisto». Da también las señales,y lo deja sólo con la duda y lainterpretación de los signos».Así pues, afirmó Francisco,«este es el gran profeta». Perosiempre respecto a Juan «hayuna última cosa que nos hace

pensar: con esta actitud de«disminuir» para que Cristopueda «crecer», ha preparadoel camino hacia Jesús. Y Jesúsmurió en angustia, solo, sindiscípulos». La «gran gloria» deJuan, por lo tanto, es el habersido profeta no sólo depalabras, sino con su carne:con su vida preparó el caminohacia Jesús. ¡Es un grande!».En conclusión, el Papa sugirió—«nos hará bien»— «leer hoyeste pasaje del Evangelio deMarcos, capítulo 6». Sí, insistió,«leer ese trozo» para «vercómo Dios vence: el estilo de

Dios no es el estilo delhombre». Y precisamente a laluz del pasaje evangélico,«pedir al Señor la gracia de lahumildad que Juan tenía, y noadjudicarnos a nosotros méritosy glorias de otros». Y «sobretodo la gracia de que nuestravida siempre esté en su lugarpara que Jesús crezca ynosotros disminuyamos, hastael final».

23 de febrero de 2016. Entreel hacer y el decir. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.8, viernes 26 de febrero de2016 No sirve de nadaautoproclamarse cristianos,porque «Dios es concreto» y lavida cristiana es la del «hacer»y no «la religión del decir». Asílo expresó el Papa Francisco enla homilía de la misa celebrada

en la capilla de la Casa SantaMarta el 23 de febrero por lamañana, invitando a todos arealizar un examen deconciencia sobre lasbienaventuranzas y en especialsobre el propio testimonio en lafamilia.«La liturgia de la Palabra dehoy nos introduce en ladialéctica evangélica entre elhacer y el decir», observódesde el inicio el Papa,refiriéndose al pasaje del librodel profeta Isaías (1, 10. 16-20). «El Señor llama a supueblo a hacer: “Venid,

discutamos”. Discutamos y“dejad de hacer el mal,aprended a hacer el bien,buscad la justicia, socorred aloprimido, haced justicia alhuérfano, defended la causa dela viuda». En resumidascuentas «haced, haced cosas»,porque «Dios es concreto».Por otra parte, Jesús mismodijo: «No aquellos que medicen: “Señor, Señor” entraránen el reino de los cielos: sino¡los que han hecho!». Por lotanto, «no aquellos que dicen»y basta, sino «quienes hanhecho la voluntad del Padre».

De esta forma el Papa recordóque «el Señor nos enseña elcamino del hacer».Y, añadió, «cuántas vecesencontramos gente —tambiénnosotros—, muchas veces en laIglesia», que proclama: «¡soymuy católico!». Y te dan ganasde preguntar: «¿tú quehaces?». Por ejemplo, evidencióFrancisco, «muchos padres sedicen católicos, pero nuncatienen tiempo para hablar conlos hijos, para jugar con lospropios hijos, para escuchar asus hijos». Quizás, prosiguió,«tienen a sus padres en una

residencia de ancianos, perosiempre están ocupados y nopueden ir a visitarlos y losdejan abandonados». Perorepiten: «¡Ey, soy muycatólico! Formo parte de esaasociación...».Esta actitud, afirmó el Papa, estípica de la «religión del decir:yo digo que soy así, pero mecomporto como un mundano.Como estos clérigos de loscuales hablaba Jesús».A ellos «les gustaba exhibirse,les gustaba la vanidad, pero nola justicia; les gustaba hacersellamar maestro; les gustaba el

decir pero no el hacer».Una realidad que se repitetambién en el pasajeevangélico de la liturgia,tomado del capítulo 23 deMateo (1-12). «Pensemos —dijo el Papa— en esas diezjóvenes que eran felices,porque esa noche tenían que ira esperar al esposo. ¡Estabanfelices! Cinco habían hecho loque se debía hacer paraesperar al esposo; las otrascinco estaban en las nubes». Yasí, prosiguió, cuando «llegó elesposo les faltaba el aceite:eran necias».

«Decir y no hacer es unengaño» advirtió el Pontífice. Y«es un engaño que nos llevaprecisamente a la hipocresía».Tal «como Jesús dice de estosclérigos». Pero «el Señor vamás allá: ¿qué es lo que lesdice que hagan a los que seacercan?».Sus palabras son: «¡Vamos,venid y discutamos! Aun sivuestros pecados fuesen comoescarlata, se volverán blancoscomo la nieve. Si fuesen rojoscomo la púrpura se volveráncomo lana».De ahí que, explicó Francisco,

«la misericordia del Señor estáen el hacer». Tanto que a«quienes tocan a la puerta ydicen: “Pero, Señor, te acuerdasque yo he dicho...”», Él lesresponde: «¡No te conozco!».Sin embargo, a quienes«hacen» les dice: «Erespecador como la escarlata, túserás blanco como la nieve».Así, «la misericordia del Señorva al encuentro de quienestienen el coraje de confrontarsecon Él, pero confrontarse sobrela verdad, sobre las cosas quehago o las que no hago, paracorregirme». Y «este es el gran

amor del Señor, en estadialéctica entre el decir y elhacer».A continuación el Papa recalcóque «ser cristiano significahacer: hacer la voluntad deDios». Y «el último día —porque todos nosotrostendremos uno— ¿qué nospreguntará el Señor? Nos dirá:“¿qué habéis dicho sobre mí?”.¡No! Nos preguntará sobre lascosas que hemos hecho». Nospreguntará, en resumen, por«las cosas concretas: “Teníahambre y me diste de comer;tenía sed y me diste de beber;

estaba enfermo y viniste averme; estaba en la cárcel yviniste a visitarme”». Porque«esta es la vida cristiana». Porel contrario «el solo decir noslleva a la vanidad, a eseaparentar ser cristiano. Perono, ¡no se es cristiano así!».Inmersos en el tiempo que nosacerca a la Pascua, «en estecamino de conversióncuaresmal», Francisco propusoun examen de conciencia,sugiriendo algunas preguntaspara hacerse a uno mismo:«¿Yo soy de esos que dicentanto y no hacen nada? O

¿hago algo e intento hacermás?». El objetivo, subrayó, es«hacer la voluntad del Señorpara hacer el bien a mishermanos, a quienes están máscerca».Como conclusión, antes decontinuar con la celebracióneucarística, el Papa invitó arezar para que «el Señor nosdé esta sabiduría de entenderbien dónde está la diferenciaentre el decir y el hacer, nosenseñe el camino del hacer ynos ayude a ir por ese camino,porque el camino del decir noslleva al lugar donde estaban

estos doctores de la ley, estosclérigos, a los cuales lesgustaba engalanarse y sercomo reyezuelos». Pero «¡estano es la realidad delEvangelio!».Y de ahí, la oración para que«el Señor nos enseñe estecamino».

25 de febrero de 2016. Elnombre y el adjetivo. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.8, viernes 26 de febrero de2016 ¿Estamos abiertos a los demásy somos capaces demisericordia? o ¿vivimosencerrados en nosotrosmismos, esclavos de nuestroegoísmo? La parábolaevangélica de Lázaro y del

hombre rico, presentada por laliturgia, condujo al PapaFrancisco —en la misacelebrada el jueves 25 defebrero de 25 en Santa Marta—a una reflexión sobre la calidadde la vida cristiana. Recordandola antífona de entrada tomadadel salmo 139 (23-24), el Papasubrayó la importancia de pediral Señor «la gracia de saber» siseguimos «un camino dementiras» o el «de la vida».Nos encontramos, explicóFrancisco, en la línea de lareflexión desarrollada en losdías anteriores cuando se

hablaba de la «religión delhacer» y de la del decir», y quees suscitada por los dospersonajes evangélicos: elhombre rico, descrito como uno«que vestía de púrpura y linofinísimo» y que «todos los díasse entregaba a lujososbanquetes». Unacaracterización un poco forzadaque quiere mostrarnos a unapersona que «tenía todo, todaslas posibilidades». Frente a élse encuentra «un hombrepobre llamado Lázaro» que«estaba en su puerta, cubiertode llagas, deseando

alimentarse con lo que caía dela mesa del rico; pero eran losperros los que venían y lelamían las llagas».El Papa analizó la descripciónde los personajes y evidenciócomo el rico —«se ve en eldiálogo final con el padreAbraham»— era «un hombrede fe», que «había estudiado laley, conocía los mandamientos»y que «seguramente todos lossábados iba a la sinagoga y unavez al año al templo»; en pocaspalabras: «un hombre quetenía una cierta religiosidad».Al mismo tiempo, del relato

evangélico emerge como éltambién era «un hombrecerrado, cerrado en su pequeñomundo, el mundo de losbanquetes, la ropa, la vanidady los amigos». Encerrado en su«burbuja de vanidad», este «notenía capacidad de mirar másallá» y no se «daba cuenta delo que sucedía fuera de sucerrado mundo». Por ejemplo,«no pensaba en las necesidadesde muchas personas o en lanecesidad de compañía de losenfermos», sino que por elcontrario pensaba en sí mismo,«en sus riquezas, su buena

vida: se dedicaba a la buenavida». Era —concluyó suanálisis el Pontífice— unhombre «religioso, aparente».De hecho, un perfecto ejemplo«de la religión del decir».El rico epulón «no conocíaninguna periferia, estaba todoencerrado en sí mismo». Y sinembargo, «precisamente laperiferia» estaba «cerca de lapuerta de su casa», pero él «nola conocía». Esta, explicóFrancisco, «es el camino de lamentira» del cual en laantífona se pide al Señor quenos libre.

Ante esta descripción, elPontífice ha profundizado en elanálisis interior del hombrerico, una persona que «sóloconfiaba en sí mismo, en suscosas» y «no confiaba enDios», absolutamente lejos del«dichoso hombre que confía enel Señor», que se le contraponeen el salmo responsorialtomado del salmo 1. «Quéherencia —se preguntóentonces el Papa— dejó estehombre?». Seguramente, dijode nuevo citando el salmoresponsorial, «no es como unárbol plantado junto a

corrientes de agua», sino«como paja que se lleva elviento».Este hombre tenía una familia,hermanos. En el relatoevangélico se lee que le pide alpadre Abraham que envíe aalguien para advertirles:«Deteneos, ¡este no es elcamino!». Y cuando murió,explicó Francisco, «no dejóherencia, no dejó vida, ya quesólo estaba cerrado en símismo».Una esterilidad de vidarecalcada, señaló el Papa, porun detalle: el Evangelio

hablando de este hombre «nodice cómo se llamaba, sólo diceque era un hombre rico». Undetalle significativo, porque«cuando tu nombre essolamente un adjetivo, esporque has perdido: hasperdido la sustancia, hasperdido fuerza». De ahí que dealgunos se diga: «este es rico,este es poderoso, este puedehacerlo todo, esta es unsacerdote de carrera, un obispocarrera ....». A menudo sucede,explicó el Papa, que tendemosa «nombrar a las personas conadjetivos, no con nombres,

porque no tienen sustancia».Esta era la realidad del rico delrelato de hoy.En este punto, Francisco sehizo una pregunta: «Dios quees Padre, ¿no tuvo misericordiade este hombre? ¿No llamó asu corazón para conmoverlo?».Y la respuesta fue inmediata:«Sí, estaba en la puerta, estabaen la puerta, en la persona deLázaro». Lázaro, él sí que teníaun nombre. «Lázaro —añadió elPapa— con sus necesidades ysus miserias, susenfermedades, era el Señorquien llamaba a la puerta, para

que este hombre abriese sucorazón y la misericordiapudiese entrar». Y sinembargo, el rico «no veía»«estaba cerrado» y «para él,más allá de la puerta, no habíanada».El pasaje del Evangelio,comentó el Pontífice, es útilpara todos nosotros, a mitad decamino cuaresmal, parahacernos algunas preguntas:«Yo, ¿estoy en el camino de lavida o el camino de la mentira?¿Cuántas cerrazones aún tengoen mi corazón? ¿Dónde está mialegría: en el hacer o en el

decir?», y también: ¿ mi alegríaestá «en salir de mí mismopara ir al encuentro de losdemás, para ayudar?», o «¿mialegría es tener todo resuelto,encerrado en mí mismo? ».Y mientras pensamos en todoesto, concluyó Francisco,«pidamos al Señor» la gracia«de ver siempre a los Lázarosque están en nuestra puerta,los Lázaros que tocan alcorazón», y aquella de «salir denosotros mismos congenerosidad, con actitud demisericordia, para que lamisericordia de Dios pueda

entrar en nuestro corazón».

29 de febrero de 2016. Lasalvación viene de lopequeño. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.9, viernes 4 de marzo de 2016 La salvación de Dios no vienede las cosas grandes, del podero del dinero, de los grupitosclericales o políticos, sino de lascosas pequeñas y sencillas que,algunas veces, suscitan inclusoindignación. Es la meditación

propuesta por Franciscodurante la misa celebrada ellunes 29 de febrero, por lamañana, en la capilla de laCasa Santa Marta.«La Iglesia nos prepara para laPascua y hoy nos hacereflexionar sobre la salvación:cómo pensamos que es lasalvación, esa salvación quetodos nosotros queremos»,afirmó Francisco. Yprecisamente la historia «de laenfermedad de Naamán»,narrada en el segundo libro delos Reyes (5, 1-15), «nosacerca al hecho de la muerte:

¿y después?». En efecto,«cuando hay una enfermedad,siempre nos remite a esepensamiento: la salvación».Pero, se preguntó el Pontífice,«¿cómo viene esta salvación?¿Cuál es el camino para lasalvación? ¿Cuál es larevelación sobre la salvaciónque Dios nos hace a nosotroscristianos?».Para el Papa «la palabra clavepara comprender el mensaje dehoy de la Iglesia esindignación». Cuando«Naamán, al ir al encuentro deEliseo, pide la curación, Eliseo

manda a un mensajero adecirle que se bañe siete vecesen el Jordán. Una cosasencilla». Tal vez precisamentepor esto «Naamán se irritó»exclamando: «Hice un viaje así,con tantos dones...»: todo, encambio, se resuelve con unsimple baño en el río. Más alláde todo, reprocha Naamán:«nosotros tenemos río mejoresque este».Incluso «los habitantes deNazaret —puso de relieveFrancisco refiriéndose al pasajeevangélico de Lucas (4, 24-30)— se indignaron después de

escuchar la lectura del profetaIsaías, que leyó Jesús esesábado en la sinagoga diciendo“hoy se cumple esto”, que hablade la liberación, del modo en elque el pueblo será liberado». Ycomentaban: «¿Qué se creeeste? Es uno de nosotros, lovimos crecer cuando era unmuchacho, nunca estudió». Y«se indignaron» en tal medidaque «querían matarlo».También, continuó el Papa,«más adelante Jesús escuchóeste desprecio por parte de losdirigentes, los doctores de laley que buscaban la salvación

en la casuística de la moral—“esto se puede hasta aquí,hasta allá...”—, y de ese modotenían no sé cuántosmandamientos, y el pobrepueblo...». Precisamente poresto la gente no confiaba enellos. Lo mismo sucedía con«los saduceos, que buscaban lasalvación en los acuerdos conlos poderes del mundo, con elimperio: unos con los grupitosclericales, otros con losgrupitos políticos buscaban deeste modo la salvación». Pero«el pueblo tenía olfato y nocreía» en ellos. En cambio

«creía en Jesús porque hablabacon autoridad».«Pero, ¿por qué estaindignación?», es la cuestiónplanteada por el Pontífice.«Porque —destacó— en nuestraimaginación la salvación debevenir de algo grande, de algomajestuoso: nos salvan sólo lospoderosos, los que tienenfuerza, los que tienen dinero,los que tienen poder, estospueden salvarnos».En cambio «el plan de Dios esotro». Y así «se indignanporque no pueden comprenderque la salvación sólo viene de

lo pequeño, de la sencillez delas cosas de Dios». Y «cuandoJesús propone el camino de lasalvación, nunca habla de cosasgrandes», sólo «de cosaspequeñas».En esta perspectiva, el PapaFrancisco sugirió releer lasBienaventuranzas evangélicas—«Te salvarás si haces esto»—y el capítulo 25 de Mateo. Son«los dos pilares del Evangelio:“Ven, ven conmigo porque hashecho esto”». Y se trata de«cosas sencillas: tú no hasbuscado la salvación o tuesperanza en el poder, en los

grupitos, en las negociaciones,no; has hecho sencillamenteesto». Pero precisamente «estoindigna a muchos».«Como preparación a la Pascua—propuso el Papa— os invito,también yo lo haré, a leer lasBienaventuranzas y Mateo 25,y pensar y ver si algo de estome indigna, me quita la paz».Porque «la indignación es unlujo que sólo pueden permitirselos vanidosos, los orgullosos».Precisamente «al final de lasBienaventuranzas —explicóFrancisco— Jesús dice unapalabra» fuerte:

«Bienaventurado quien no seescandaliza de mí», es decir,«que no se indigna por esto,que no siente indignación». Yreflexionando sobre la razón deestas palabras, el Papa repitióque «nos hará bien dedicar unpoco de tiempo —hoy, mañana— y leer las Bienaventuranzas,leer Mateo y estar atentos a loque sucede en nuestrocorazón: si hay algo deindignación».Y «pedir al Señor la gracia decomprender que la única vía dela salvación es la locura de lacruz, es decir el abajamiento

del Hijo de Dios, de hacersepequeño».En la liturgia de hoy, concluyó,«lo pequeño» estáprecisamente «representadopor el baño en el Jordán y porel pequeño poblado deNazaret».

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

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MARZO.1 de marzo de 2016. Laecuación del perdón.3 de marzo de 2016. Historiade una fidelidad fallida.14 de marzo de 2016. Nocomprendo pero confío.15 de marzo de 2016. Laserpiente que mata y la quesalva.17 de marzo de 2016. El hilode la esperanza.

1 de marzo de 2016. Laecuación del perdón. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.9, viernes 4 de marzo de 2016 La misericordia es el «eje» dela liturgia del martes 1 demarzo. Es la «palabra másrepetida» y en ella se centró lareflexión del Papa Franciscodurante la misa celebrada enSanta Marta.En toda la liturgia de la Palabra

resuena este concepto, y en elsalmo responsorial se repite:«Acuérdate, Señor, de tumisericordia». Al respecto, elPontífice explicó que es como sise dijese: «Acuérdate de tunombre, Señor: ¡tu nombre esmisericordia!».También en la primera lectura,tomada del libro del profetaDaniel (3, 25.34-43), lapetición de misericordia está enel centro del relato. Se lee, enefecto, de la «oración deAzarías, uno de los jóvenes queestaban en el horno porque noquerían adorar al ídolo de oro»:

él «pide misericordia, para él ypara el pueblo; pide a Dios elperdón». No «un perdónsuperficial», no un quitarsimplemente una mancha«como hacen en la tintoreríacuando llevamos una prenda devestir». La petición, puso derelieve el Papa Francisco, es deun «perdón del corazón» que,cuando viene de Dios, «siemprees misericordia».Azarías «pide humildemente:“Por amor de tu nombre,acuérdate de Abraham, deIsaac, de Jacob”». El joven«recuerda a Dios todas sus

promesas», pero reconoce lanecesidad de perdón: «somosmás pequeños que todas lasnaciones, que hoy estamoshumillados en toda la tierra,por causa de nuestros pecados;ya no hay en esta horapríncipe, profeta ni caudillo, niholocausto».Entra aquí, dijo Francisco, lasegunda palabra clave de lameditación del día: «perdón».La dinámica es la siguiente:«me dirijo a Dios recordándolesu misericordia y le pidoperdón», pero «el perdón comolo da Dios».

Aquí el Pontífice profundizó unacaracterística de este perdón deDios, cuya perfección es tanincomprensible para nosotroshombres que llega al punto deque Él se «olvida» de nuestrospecados. «Cuando Dios perdona—dijo el Papa— su perdón estan grande que es como si“olvidase”». Así, «una vez queestamos en paz con Dios por sumisericordia», si lepreguntáramos al Señor:«Pero, ¿te acuerdas de esa cosafea que he hecho?», larespuesta podría ser: «¿Cuál?No me acuerdo...».

Es, explicó Francisco, «todo locontrario de lo que hacemosnosotros» y que surge confrecuencia de nuestras«conversaciones: “Este hizoeso, hizo aquello, hizo tambiénesto otro...”». Nosotros «noolvidamos» y de muchaspersonas conservamos «lahistoria antigua, media,medieval y moderna». Y larazón está en el hecho de «queno tenemos un corazónmisericordioso».Dirigiéndose al Señor, encambio, Azarías puede hacer«un llamado» a su misericordia

«para que nos dé el perdón y lasalvación y olvide nuestrospecados». Por ello pide:«Trátanos conforme a tubondad», y dice también:«Trátanos según la abundanciade tu misericordia». Es lamisma oración que se repite enel salmo responsorial:«Acuérdate, Señor, de tumisericordia».También en el pasaje delEvangelio de Mateo (18, 21-25)se afronta el mismo tema. Aquíel protagonista es Pedro, quien«había escuchado muchasveces al Señor hablar del

perdón, de la misericordia». Elapóstol, evidentemente, en susencillez —«no había cursadomuchos estudios, no teníatítulos: era un pescador»— nohabía comprendido plenamenteel significado de esas palabras.Por ello «se acercó a Jesús y ledijo: “Pero, dime, Señor, si mihermano me ofende, ¿cuántasveces tengo que perdonarlo?¿Te parece que hasta sieteveces?”». Siete veces: tal vezle pareció haber sido incluso«generoso». Pero «Jesús lodetiene y dice: “No te digohasta siete veces, sino hasta

setenta veces siete”».Para explicarse mejor, Jesúsrelata la parábola del rey «quequiso ajustar cuentas con sussiervos». A este, se lee en laEscritura, le fue presentado«uno que le debía diez miltalentos», una cantidad enormepara la cual, «según la ley deesos tiempos», se hubiese vistoobligado a vender «todo,también la esposa, los hijos ylos campos». Ante estasituación, dijo el Paparetomando el relato evangélico,el deudor «comenzó a llorar, apedir misericordia, perdón»,

hasta que «su señor tuvo“compasión”».«Compasión», explicó elPontífice, es otra palabra quese aproxima fácilmente alconcepto de misericordia.Cuando en los Evangelios sehabla de Jesús y cuando sedescribe su encuentro con unenfermo, se lee, en efecto, queÉl «tuvo “compasión” de él».La parábola continúa con elpropietario que «dejó marchar»al siervo «le perdonó ladeuda». Se trataba de «unadeuda grande». El siervo, encambio, al encontrarse «con

uno de sus compañeros, quetenía una pequeña deuda conél, quería mandarlo a lacárcel». Ese hombre, explicó elPapa, «no había comprendido loque su rey había hecho con él»y así se «comportó de formaegoísta». Como conclusión delrelato, el rey llama al siervo alcual había perdonado la deuday lo mandó a la cárcel porqueno había sido «generoso». Esdecir, no había hecho «con sucompañero lo que Dios habíahecho con él».Para sacar una enseñanzaválida para todos, Francisco

recordó la frase delPadrenuestro que dice:«Perdona nuestras ofensas asícomo también nosotrosperdonamos a los que nosofenden». Y afirmó que se tratade «una ecuación», o sea: «Sitú no eres capaz de perdonar,¿cómo podrá perdonarteDios?». El Señor, añadió elPapa, «quiere perdonarte, perono podrá hacerlo si tú tienes elcorazón cerrado, y lamisericordia no puede entrar».Alguien podría objetar: «Padre,yo perdono, pero no puedoolvidar el mal que me ha

hecho...». La respuesta es:«Pide al Señor que te ayude aolvidar». En todo caso, añadióel Pontífice, si es verdad que«se puede perdonar, peroolvidar no siempre se logra»,seguramente no se puedeaceptar la actitud del«“perdonar” y “me lapagarás”». Es necesario, encambio, «perdonar comoperdona Dios», quien «perdonaal máximo».Concluyendo su meditación elPapa se centró en nuestrasdificultades de cada día: «No esfácil perdonar; no es fácil»

reconoció, y recordó cómo enmuchas familias hay«hermanos que pelean por laherencia de los padres y no sesaludan nunca más en la vida;muchas parejas pelean y crece,crece el odio, y esa familiaacaba destruida». Estaspersonas «no son capaces deperdonar. Y este es el mal».Que la Cuaresma, fue el deseode Francisco, «nos prepare elcorazón para recibir el perdónde Dios. Pero recibirlo y luegohacer lo mismo con los demás:perdonar de corazón». Es decir,tener una actitud que nos lleve

a decir: «Tal vez no me saludasnunca, pero en mi corazón yote he perdonado».Es esta la mejor forma,concluyó, para acercarnos «aesta cosa tan grande, de Dios,que es la misericordia». Enefecto, «perdonando abrimosnuestro corazón para que lamisericordia de Dios entre ynos perdone a nosotros». Ytodos tenemos motivos parapedir el perdón de Dios:«Perdonemos y seremosperdonados».

3 de marzo de 2016. Historiade una fidelidad fallida. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.9, viernes 4 de marzo de 2016 Reconocerse pecadores y sercapaces de pedir perdón es elprimer paso para responder conclaridad, sin entablarnegociaciones, a la respuestaque Jesús nos dirige a cada unode nosotros: «¿estás conmigo ocontra mí?». La invitación a

abrirse incondicionalmente a lamisericordia de Dios la lanzó elPapa durante la misa celebradael 3 de marzo, por la mañana,en la capilla de la Casa SantaMarta.Al inicio de la primera lectura,destacó inmediatamenteFrancisco, el profeta Jeremías(7, 23-28) «nos recuerda elpacto de Dios con su pueblo:“escuchad mi voz y yo serévuestro Dios y vosotros seréismi pueblo, y seguiréis todocamino que yo os mandaré,para que os vaya bien». Es «unpacto de fidelidad». Y «ambas

lecturas —prosiguió— nosnarran otra historia: este pactoha caído y hoy la Iglesia noshace reflexionar sobre,podemos llamarla así, unahistoria fallida de fidelidad». Enrealidad, «Dios sigue siendofiel, porque no puede renegarde sí mismo», en cambio elpueblo acumula infidelidades«una tras otra: es infiel, siguiósiendo infiel».En el libro de Jeremías se leeque pueblo no confió en elpacto: «ellos no escucharon, niprestaron el oído a mi Palabra».La Escritura, explicó Francisco,

«nos cuenta muchas cosas quehizo Dios para atraer a loscorazones del pueblo, de lossuyos: “desde la fecha en quesalieron vuestros padres delpaís de Egipto hasta el día dehoy, os envié a todos missiervos, los profetas, cada díapuntualmente. Pero no meescucharon ni aplicaron el oído,sino que atiesando la cervizhicieron peor que sus padres”».Y este pasaje de Jeremíasacaba con una expresiónfuerte: «Ha perecido la lealtad,ha desaparecido de su boca».La «infidelidad del pueblo de

Dios», así como nuestrainfidelidad, «endurece elcorazón: cierra el corazón»; y«no deja entrar la voz delSeñor que, como padreamoroso, nos pide siempre quenos abramos a su misericordiay a su amor». En el salmo 94«hemos rezado todos juntos:¡Oh si escucharais hoy su voz!¡No endurezcáis vuestrocorazón!». En verdad, afirmó elPontífice, «el Señor siemprenos habla así» y «también conternura de padre nos dice:regresad a mí con todo elcorazón, porque soy piadoso y

misericordioso».Pero «cuando el corazón esduro esto no se entiende»,explicó Francisco. En efecto,«la misericordia de Dios seentiende sólo si tú eres capazde abrir tu corazón para quepueda entrar». Y «esto sigue,sigue: el corazón se endurece yvemos la misma historia» en elpasaje del evangelio de Lucas(11, 14-23) propuesto hoy porla Liturgia. «Estaba la genteque había estudiado lasEscrituras, los doctores de laLey que conocían la teología,pero eran muy cerrados. La

multitud estaba admirada: ¡laadmiración! Porque la multitudseguía a Jesús. Alguno dirá:“Pero lo seguía para ser curado,lo seguía por este motivo”».La realidad, hizo presenteFrancisco, era que la gente«¡tenía fe en Jesús! Tenía elcorazón abierto: imperfecto,pecador, pero el corazónabierto». En cambio, «estosteólogos tenían una actitudcerrada». Y «buscaban siempreuna explicación para nocomprender el mensaje deJesús». En tal medida que eneste caso específico, como lo

relata Lucas, dicen: «Pero no,este expulsa los demonios ennombre del jefe de losdemonios».Y así buscaban siempre otrospretextos, continua el pasajeevangélico, «para ponerlo aprueba, le pedían una señal delcielo». El problema de fondo,destacó el Papa, era su modode estar «siempre cerrados».Así, pues, «era Jesús quientenía que justificar lo quehacía».«Esta es la historia, la historiade esta fidelidad fallida —dijoFrancisco—, la historia de los

corazones cerrados, de loscorazones que no dejan entrarla misericordia de Dios, quehan olvidado la palabra“perdón” —“¡PerdónameSeñor!”— simplemente porqueno se sienten pecadores: sesienten jueces de los demás». Yes «una larga historia desiglos».Precisamente «esta fidelidadfallida Jesús la explica con dospalabras claras para acabareste discurso de estoshipócritas: “El que no estáconmigo, está contra mí”». Ellenguaje de Jesús, volvió a

decir el Papa, es «claro: o eresfiel, con tu corazón abierto, alDios que es fiel contigo o estásen contra de Él: “El que no estáconmigo, está contra mí”».Alguno podría pensar que, talvez, hay «un caminointermedio para negociar»,huyendo de la claridad de lapalabra de Jesús «o eres fiel oestás en contra». Y, en efecto,respondió Francisco, «existeuna salida: ¡confiésate,pecador!». Porque «si dices “yosoy pecador” el corazón se abrey entra la misericordia de Diosy comienzas a ser fiel».

Antes de continuar lacelebración, el Pontífice invitó apedir «al Señor la gracia de lafidelidad». Con la conscienciade que «el primer paso para irpor este camino de la fidelidades sentirse pecador». En efecto,«si tú no te sientes pecador,has comenzado mal».Por lo tanto, concluyóFrancisco, «pidamos la graciade que nuestro corazón no seendurezca, que esté abierto ala misericordia de Dios, y lagracia de la fidelidad». Ytambién, «cuando somosnosotros» quienes somos

«infieles, la gracia de pedirperdón».

14 de marzo de 2016. Nocomprendo pero confío. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.11, viernes 18 de marzo de2016 El vagabundo muerto de frío enRoma, las cuatro religiosas dela madre Teresa asesinadas enYemen, las personas queenferman en la «tierra de losfuegos», los refugiadosabandonados al frío: es el eco

de algunos recientes hechosdramáticos en la oración deFrancisco durante la misa del14 de marzo en Santa Marta.«Señor, no comprendo, no sépor qué sucede esto, peroconfío en ti», dijo. Es «unahermosa oración», la únicaposible —explicó— y también lahacen suya los padres detantos niños discapacitados,afectados por enfermedadesraras. Frente a los tantos«valles oscuros» de nuestrotiempo, la única respuestaposible es confiar en Dios.En efecto, «el Señor —notó

enseguida Franciscorefiriéndose al pasaje del librode Daniel (13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62)— trata de hacerlecomprender a su pueblo que Élestá cerca, que camina con él».Y lo hace explicándole conestas palabras: «Dime, ¿hasvisto a un pueblo cuyos diosesestén tan cerca como yo loestoy contigo? Escucha, te heacompañado, he caminadojunto a ti desde el inicio, te heenseñado a caminar como unpapá a su hijo».«La cercanía de Dios a supueblo —afirmó el Papa— es el

mensaje que Él, Padre, quieredarnos; pero el pueblo no logracomprenderlo bien». Y «cuandolo comprende, tiene esaexperiencia que hemosescuchado, la experiencia delbuen pastor expresada en elsalmo 22. Es la experiencia del«Señor que me ama y quesiempre está junto a mí». Peroalguien podría objetar: «Peropadre, ¡esto parece unatelenovela, porque hay tantascosas feas en la vida!». Encambio, por su parte, el poetadel salmo escribe: «Me guía porsenderos de justicia, en gracia

de su nombre. Aunque pase porun valle oscuro, ningún maltemeré, porque tú vasconmigo». Aunque estemos enun «valle oscuro», reafirmóFrancisco, «el Señor está connosotros en esos momentos».He aquí «el mensaje —prosiguió— que hoy nostransmite la liturgia con lahistoria de Susana, esa mujerjusta que es ensuciada por eldeseo malo, por la lujuria deestos jueces». En efecto,«siempre, en la historia, losjueces corren el riesgo dejuzgar por interés: es una

profesión difícil».En esta situación, he aquí laoración de Susana al Señor:«Oh Dios eterno, que conoceslos secretos, que todo loconoces antes que suceda, túsabes que estos han levantadocontra mí falso testimonio. Yahora voy a morir, sin haberhecho nada de lo que sumaldad ha tramado contra mí».Por tanto, «aunque vaya por unvalle oscuro, no temo ningúnmal, porque tú estás conmigo:esta es la experiencia deSusana». La mujer «debía irpor ese camino oscuro que la

llevaba a la muerte, pero elSeñor estaba con ella, el Señorestaba cerca de ella, caminabacon ella como había caminadocon el pueblo, siempre, comoun papá, como una madre». Esla misma experiencia quetambién nosotros vivimos hoy,contemplando «tantos vallesoscuros, tantas desgracias,tanta gente que muere dehambre, por la guerra, tantosniños discapacitados, tantos». Ysi «preguntas a los padres:“¿Qué enfermedad tiene?”», surespuesta es: «Nadie lo sabe:se llama “enfermedad rara”». Y

«es la que causamos connuestras cosas: pensemos enlos tumores de la tierra de losfuegos». En suma, afirmóFrancisco, «cuando ves todoesto», surge espontáneamentela pregunta: «¿Dónde está elSeñor? ¿Dónde estás?¿Caminas conmigo?».Precisamente «este era elsentimiento de Susana, y hoyes también el nuestro».El Papa siguió recordando a lasreligiosas de la congregación dela madre Teresa asesinadas enYemen: «Ves a estas cuatroreligiosas masacradas, pero

servían por amor, ¡y terminaronmasacradas por odio!». Y nosólo. «Cuando ves —dijo— quese cierran las puertas a losrefugiados y los dejan fuera, ala intemperie, con el frío»,vuelve la pregunta: «Señor,¿dónde estás? ¿Cómo puedoconfiar en ti, si veo todas estascosas?». Y, además, si «lascosas me suceden a mí, cadauno de nosotros puede decir:pero, ¿cómo confío en ti?».«Para esta pregunta haysolamente una respuesta,explicó el Pontífice,subrayando: “No se puede

explicar, no: yo no soy capaz.¿Por qué sufre un niño? No losé: es un misterio para mí.Solamente me da algo de luz —no a la mente, al alma— Jesúsen Getsemaní. Jesús, pues,«confía en la voluntad delPadre; Jesús sabe que notermina todo con la muerte ocon la angustia, y la últimapalabra en la cruz: “¡Padre, entus manos me encomiendo!”. Ymuere así». Es un auténticoacto de fe «confiar en Dios quecamina conmigo, que caminacon mi pueblo, que camina conla Iglesia». Entonces «confío»,

diciendo quizá: «No sé por quésucede esto, pero confío: Túsabrás por qué». Y «esta es laenseñanza de Jesús: a quienconfía en el Señor, que espastor, no le falta nada. Aunquevaya por un valle oscuro, sabeque el mal es un mal demomento, pero el maldefinitivo no existirá, porque elSeñor, “porque tú estásconmigo, tu cayado y tu varame dan seguridad”». Pero ésta,precisó el Papa, «es un gracia,debemos pedirla: “Señor,enséñame a encomendarme entus manos, a confiar en tu guía,

incluso en los momentos feos,en los momentos oscuros, en elmomento de la muerte, confíoen ti porque tú no defraudasjamás, tú eres fiel”».En conclusión, Francisco sugirió«pensar hoy en nuestra vida,en los problemas que tenemos,y pedir la gracia deencomendarnos en las manosde Dios». Pensar también,añadió, «en tanta gente que nisiquiera tiene una últimacaricia en el momento demorir: hace tres días murióuno, aquí, en la calle, un sintecho, murió de frío. En plena

Roma, una ciudad con todas lasposibilidades de ayudar». Y asívuelve la pregunta: «¿Por qué,Señor? ¡Ni siquiera una caricia!Pero confío, porque tú nodefraudas; yo no comprendo».Y precisamente «“Señor, nocomprendo” —dijo el Papa— esuna hermosa oración». Y asítambién, «sin comprender, meencomiendo en tus manos».

15 de marzo de 2016. Laserpiente que mata y la quesalva. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.11, viernes 18 de marzo de2016 Si queremos entender la«historia de nuestra redención»debemos mirar el crucifijo. Lahomilía del Papa Franciscodurante la misa del martes 15de marzo giró en torno al

«misterio» del sufrimiento y dela muerte de Jesús que se«hizo pecado» para la salvacióndel hombre.En el centro de la reflexión delPapa, siguiendo la liturgia deldía, estaba la imagen de laserpiente, portadora de un«mensaje». La serpiente, dijoel Papa, «es el primer animalque se nombra en el libro delGénesis», y se la recuerdacomo «el más astuto». Laserpiente retorna en el libro delos Números (21, 4-9), tal ycomo nos recuerda la primeralectura, cuando se narra cómo

en el desierto el pueblomurmuraba contra Dios ycontra Moisés: «El Señor envióserpientes abrasadoras quemordían al pueblo; y muriómucha gente de Israel».Entonces el pueblo searrepintió, pidió perdón y Diosle ordenó a Moisés: «Hazte unaserpiente y ponla en un mástil.Todo el que haya sido mordidoy lo mire, vivirá». El Pontíficecomentó: «Es misterioso: elSeñor no hace morir a lasserpientes, las deja. Pero sialguna de éstas hace mal a unapersona, mire a la serpiente de

bronce y se curará». Laserpiente, a continuación, eselevada para obtener lasalvación. En este punto,siempre siguiendo el desarrollode la liturgia del día, Franciscoretomó el pasaje del Evangeliode Juan (8, 21-30) en el queJesús, discutiendo con losdoctores de la ley, «les diceclaramente: «Si no creéis queYo Soy, ¡moriréis en vuestrospecados! Cuando hayáislevantado al Hijo del hombre,entonces sabréis que “YoSoy”». «¡Yo Soy!», explicó, «esel nombre de Dios; cuando

Moisés le pregunta al Señor:“Si el pueblo me dice, pero¿quién te envía? ¿Quién teenvía, a ti, para liberarnos?¿Cómo se llama? “¡Yo Soy!”».Entonces: «Elevar al Hijo delhombre. Como la serpiente....». El mismo concepto fuereiterado por Jesús en unpasaje citado «dos capítulosantes», cuando éste «dice a losdoctores de la ley: «ComoMoisés levantó la serpiente enel desierto, así es necesarioque el Hijo del hombre sealevantado; para que todo aquelque crea en él se salve».

Es decir, la serpiente, dijo elPontífice cerrando elrazonamiento, es «símbolo delpecado; la serpiente que mata;pero una serpiente que salva. Yeste es el misterio del Cristo».También san Pablo, recordó elPapa, «hablando de estemisterio, dice que Jesús sedespojó a sí mismo, se humillóa sí mismo, se aniquiló parasalvarnos». El apóstol, dehecho, sugiere una expresiónaún más fuerte: «Se ha hechopecado». Entonces, haciendouso del símbolo bíblico,podríamos decir: «Se ha hecho

serpiente». Y este es, dijoFrancisco, «el mensajeprofético de estas lecturas dehoy. El Hijo del hombre quecomo una serpiente, “hechopecado”, es elevado parasalvarnos». Por ello debemos«mirar el Crucifijo y mirarprecisamente este misterio: unDios “vaciado” de su divinidad—totalmente— parasalvarnos». Sin embargo,añadió el Papa: «¿quién es estaserpiente que Jesús toma sobresí para vencerla?»: larespuesta se lee en elApocalipsis de Juan, donde se

encuentra el nombre —entreotras cosas, señaló el Papa, quela serpiente en la Biblia «es elprimer animal que se mencionay tal vez creo que sea elúltimo»— y se dice que «laantigua serpiente fue vencida:Satanás». El pecado, entonces,dijo el Papa, «es la obra deSatanás y Jesús vence aSatanás, “haciéndose pecado”».Así desde la Cruz «nos eleva atodos nosotros». Por lo tanto,«el Crucifijo no es unornamento, no es una obra dearte, con muchas piedraspreciosas, como las que se ven:

el Crucifijo es el misterio de la“aniquilación” de Dios, poramor». La serpiente, explicó elPontífice, «profetiza en eldesierto la salvación»: es, dehecho, «elevada y todo el quela mira es sanado». Pero estasalvación, subrayó, no se hizo«con la varita mágica de undios que hace las cosas»; sinoque más bien se hizo «con elsufrimiento del Hijo delhombre, con el sufrimiento deJesucristo». Un sufrimiento talde llevar a Jesús a pedir alPadre: «Padre, por favor, si esposible, no quisiera beber de

este cáliz». Aquí se puede ver«la angustia», acompañada porla expresión: «Pero que sehaga tu voluntad».Esta, concluyó el Papa, es «lahistoria de nuestra redención»,esta es «la historia del amor deDios». Por lo tanto, «siqueremos conocer el amor deDios, miremos al Crucificado».Allí encontramos «un hombretorturado, muerto, que es Dios,“despojado de la divinidad”,ensuciado, “hecho pecado”». Deahí la oración final: «Que elSeñor nos conceda la gracia deentender un poco más este

misterio».

17 de marzo de 2016. El hilode la esperanza.

Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.12, viernes 25 de marzo de2016 Spes contra spem, «creercontra toda esperanza»: heaquí, según san Pablo, el carnéde identidad del cristiano. Elcual, siguiendo los pasos deAbraham, sabe bien que «elhilo de la esperanza», incluso

en los momentos más difíciles,«corre a lo largo de la historiade la salvación: es más, esfuente de alegría». Estainvitación a no perder nunca laesperanza, con la seguridad deque no seremos decepcionados,la volvió a proponer el Papa enla misa celebrada el jueves 17de marzo, por la mañana, en lacapilla de la Casa Santa Marta.«La liturgia de hoy —pusoinmediatamente de relieveFrancisco— nos prepara paralas fiestas pascuales con lareflexión sobre esa virtud tandejada de lado, tan humilde,

que es la esperanza». En elpasaje evangélico de Juan (8,51-59), «Jesús habla deAbraham y dice a los doctoresde la ley: “Vuestro padreAbraham se regocijó pensandoen ver mi Día”».Abraham, recordó el Papa, es«ese hombre que salió de sutierra sin saber adónde iba, sepuso en camino por obediencia,por fidelidad». Además,Abraham es «ese hombre quecreyó en la Palabra de Dios ypor esa fe fue justificado»; peroes también «ese hombre quetuvo incluso sus tentaciones

por este camino de laesperanza cuando, tanto élcomo su esposa, dibujaron unasonrisa cuando Dios les dijoque tendrían un hijo. Perocreyó».Refiriéndose a la primeralectura, tomada del libro delGénesis (17, 3-9), el Pontíficedestacó la escucha de «estaalianza: “Te daré a ti la tierra,tú serás padre de unageneración”». Así, pues,«Abraham creyó y este hilo dela esperanza corre a lo largo dela historia de la salvación. Esmás: es fuente de alegría».

«Hoy la Iglesia nos habla de laalegría de la esperanza», dijoel Papa. Precisamente «en laprimera oración de la misa —recordó— hemos pedido a Diosla gracia de custodiar laesperanza de la Iglesia, paraque no desfallezca». Ademássan Pablo, «hablando denuestro padre Abraham, nosdice: “Creyó contra todaesperanza”». Y así, insistióFrancisco, «cuando no hayesperanza humana, está esavirtud que te conduce haciaadelante, humilde, sencilla,pero que te da alegría, en

algunas ocasiones una granalegría, otras veces sólo lapaz». Pero nunca disminuye «laseguridad», porque «esaesperanza no defrauda».«Esta alegría de Abraham creceen la historia», continuó elPontífice repitiendo las palabrasdel Señor escritas por Juan enel Evangelio propuesto por laliturgia: «Vuestro padreAbraham se regocijó pensandoen ver mi Día». Es verdad,reconoció el Papa, la esperanza«algunas veces permaneceoculta, no se ve», mientras«que otras veces se manifiesta

abiertamente». Y así «cuandoMaría llega a la casa de Isabel,ella le dice: “Apenas llegó a misoídos la voz de tu saludo, saltóde gozo el niño en mi seno”».En este encuentro está «laalegría de la presencia de Diosque camina con su pueblo». Y«cuando hay alegría, hay paz.Y esta es la virtud de laesperanza: de la alegría a lapaz, que nunca decepciona».He aquí la razón por la cual elpueblo de Dios, incluso «en losmomentos de la esclavitud, enlos momentos en los que eraforastero, que estaba en tierra

extranjera», tuvo siempre «esasensación de seguridad que losprofetas hacían crecer: “ElSeñor os salvará”». Y «este hilode la esperanza —explicó elPapa— comienza aquí, conAbraham, Dios que habla aAbraham, y “termina” en estepasaje del Evangelio donde elmismo Dios habló a Abrahamdice: “Yo soy quien habló; yosoy antes de que Abrahamexistiera; yo soy quien llamó aAbraham; yo soy quiencomenzó este camino desalvación”».Es «el Dios que nos acompaña

—añadió Francisco—, estambién el Dios que sufre, quesufre como sufrió el pueblo,sufre en la cruz, y es fiel a suPalabra».Precisamente con este fin elPapa sugirió un esencialexamen de conciencia sobre lafe, la caridad y la esperanza,proponiendo algunas preguntasdirectas: «¿Tienes fe? Sí,padre, yo tengo fe: creo en elPadre, en el Hijo y en elEspíritu Santo, en lossacramentos. Bien, ¿tienescaridad? Sí, sí, pero no tanta,trato de no pelear, de ayudar a

los necesitados, de hacer algobueno en la vida». Estas sonrespuestas que podemos dar«fácilmente muchas veces»,destacó Francisco. Pero, añadió,cuando se pregunta si tú tienesesperanza, si tienes la alegríade la esperanza», la respuestaes: «Padre, no entiendo,explíquemelo».La esperanza, remarcó elPontífice, es «esa virtudhumilde, esa virtud que correbajo el agua de la vida, peroque nos sostiene para noahogarnos en medio denumerosas dificultades, para no

perder ese deseo de encontrara Dios, de encontrar ese rostromaravilloso que todos un díaveremos». Y «hoy —dijo— esun bonito día para reflexionarsobre esto: el mismo Dios quellamó a Abraham y lo hizo salirde su tierra sin saber adóndetenía que ir, es el mismo Diosque va a la cruz para realizar lapromesa que había hecho». Él,continuó el Papa, «es el mismoDios que en la plenitud de lostiempos hace que esa promesase haga realidad para todosnosotros». Y lo «que une eseprimer momento con este

último momento es el hilo de laesperanza». Así, lo «que unemi vida cristiana a nuestra vidacristiana, de un momento aotro, para ir siempre adelante—pecadores, pero adelante— esla esperanza». Y, también, «loque nos da paz en los malosmomentos, en los momentosmás oscuros de la vida», essiempre «la esperanza».La esperanza, en efecto, «nodecepciona: está siempre allí,silenciosa, humilde, perofuerte» concluyó Francisco. Yrepitió una vez más «la oraciónde hoy, al inicio de la misa:

“Señor, nuestra esperanza estáen tus manos; custodia nuestraesperanza”».

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

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ABRIL.4 de abril de 2016. El día delsí.5 de abril de 2016. Cómo secrea la armonía.7 de abril de 2016. Sangreviva.11 de abril de 2016. Aferradosa la letra.12 de abril de 2016. Dospersecuciones.14 de abril de 2016. Dóciles yfelices.15 de abril de 2016. Cuando

un hombre se ve por lossuelos.18 de abril de 2016. Direcciónobligatoria.19 de abril de 2016.Huérfanos o discípulos.21 de abril de 2016. Camino ymemoria.22 de abril de 2016.Cristianos a tresdimensiones.28 de abril de 2016. Novedady resistencias.

4 de abril de 2016. El día delsí. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.14, viernes 8 de abril de 2016 «Sí»: para el cristiano no hayotra respuesta a la llamada deDios. Y, sobre todo, nunca debecomportarse como quienpretende no entender, y se girahacia otro lado. Esprecisamente en la solemnidadde la Anunciación del Señor, el

lunes 4 de abril por la mañana,que el Papa invitó a vivir unaauténtica «fiesta del sí»,durante la misa en SantaMarta.Un «sí» convencido es el queesta mañana pronunciaron lossacerdotes que concelebraroncon Francisco en el día de sucincuenta aniversario deordenación, y también lasreligiosas vicentinas quetrabajan en Santa Marta querenovaron sus votos. «Es todauna historia la que termina ycomienza en esta solemnidadque hoy celebramos: la historia

del hombre, cuando sale delparaíso», señalóinmediatamente el Papa alcomienzo de la homilía.Después del pecado, de hecho,el Señor ordena al hombre quecamine, y llene la tierra: «Séfecundo y ve hacia adelante».Pero «el Señor estaba atento alo que el hombre hacía». Tantoque «algunas veces, cuando elhombre se equivocó, Él castigóal hombre: pensemos en Babelo en el diluvio».Así que Dios siempre «mirabalo que el hombre hacía: en undeterminado momento, este

Dios que observaba ycustodiaba al hombre, decidióformar un pueblo y llamó anuestro padre Abraham: “Salde tu tierra, de tu casa”». YAbraham «obedeció, dijo “sí”»al Señor «y se fue de su tierrasin saber a dónde iba». Es «elprimer “sí” del pueblo de Dios».Y precisamente «con Abraham,Dios —que miraba al pueblo—comenzó a “caminar con”. Ycaminó con Abraham: “Caminaen mi presencia”, le dijo».Dios, explicó el Papa, «luegohizo lo mismo con Moisés, aquien con ochenta años le dijo:

“Haz esto”. Y Moisés a losochenta —es anciano— dice“¡sí!”. Y va a liberar al pueblo».Y Dios, afirmó de nuevo elPontífice, «hizo lo mismo conlos profetas»: pensemos porejemplo en Isaías que, cuandoel Señor le dice que se vaya yle diga las cosas al pueblo,responde que tiene «labiosimpuros». Pero «el Señorpurifica los labios de Isaías eIsaías dice “¡sí!”».También con Jeremías, recordóel Papa, sucedió lo mismo:«Señor, yo no puedo hablar,¡soy un muchacho!» fue la

primera respuesta del profeta.Pero Dios le ordena que sevaya de todos modos y élcontesta «¡sí!». Son «muchos,muchos» los «que han dicho“sí”», es realmente una«humanidad de hombres ymujeres ancianos quienes handicho “sí” a la esperanza delSeñor». Y en la homilíaFrancisco también quisorecordar a Simeón y Ana.Hoy —explicó— el Evangelionos dice el final de esta cadenade “síes” y el comienzo de otro“sí” que comienza a crecer: el“sí” de María». Precisamente

«este “sí” hace que Dios —afirmó el Pontífice— no sólovea cómo va el hombre, no sólocamine con su pueblo, sino quese haga uno de nosotros ytome nuestra carne». Dehecho, «el “sí” de María abre lapuerta al “sí” de Jesús: “Yovengo para hacer tuvoluntad”». Y «este “sí” va conJesús durante toda su vida,hasta la cruz: “Aparta de míeste cáliz, Padre, pero hágasetu voluntad”». Es «enJesucristo que, como dice Pabloa los corintios, se encuentra el“sí” de Dios: Él es el “sí”». «Es

un día bonito —remarcó el Papa— para dar gracias al Señor porhabernos enseñado que estecamino del “sí”, y también parapensar en nuestra vida». Sobretodo «algunos de vosotros —dijo, dirigiéndose directamentea los sacerdotes presentes en lamisa— celebran el cincuentaaniversario de sacerdocio:hermoso día para pensar en el“sí” de vuestra vida». Pero,«todos nosotros, cada día,tenemos que decir “sí” o “no”, ypensar si siempre decimos “sí”o muchas veces nosescondemos, con la cabeza

hacia abajo, como Adán y Eva,para no decir “no”», fingiendono entender «lo que Diospide».«Hoy es la fiesta del “sí”»,repitió Francisco. De hecho,«en el “sí” de María está el “sí”de toda la historia de lasalvación y ahí comienza elúltimo “sí” del hombre y deDios: ahí Dios recrea, como enel principio con un “sí” hizo elmundo y el hombre, esahermosa creación: con este “sí”yo vengo para hacer tuvoluntad, y de una manera másmaravillosa recrea el mundo,

nos recrea a todos nosotros».Es «el “sí” de Dios que nossantifica, que nos hacer ir haciaadelante en Jesucristo». Poreso, hoy es el día justo «paradar gracias al Señor ypreguntarnos: ¿soy hombre omujer del “sí” o soy hombre omujer del “no”? O ¿soy hombreo mujer que miro un poco haciaotro lado, para no responder?».A continuación el Papa expresóel deseo «de que el Señor nosdé la gracia de entrar en estecamino de hombres y mujeresque han sido capaces de decirel “sí”». Y tras dirigir unas

palabras a los sacerdotes,Francisco concluyó dirigiéndosea las religiosas de la comunidadde Santa Marta: «En estemomento, en silencio, lashermanas que están en estaCasa renovarán los votos: lohacen cada año, porque sanVicente era inteligente y sabíaque la misión que lesencomendaba era muy difícil, ypor esta razón quiso que cadaaño renovasen los votos.Nosotros acompañamos ensilencio la renovación».

5 de abril de 2016. Cómo secrea la armonía. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.14, viernes 8 de abril de 2016 Para vivir en armonía y en elapoyo recíproco, la comunidadcristiana debe renacer delEspíritu Santo. Y hay dossignos para saber si se está enel camino correcto: la falta deinterés por el dinero y el valorpara dar testimonio de Cristo

resucitado. Así lo afirmó elPapa Francisco en la misacelebrada el martes 5 de abrilpor la mañana, en la capilla deSanta Marta. Una indicaciónacompañada de la advertenciade no confundir la verdaderaarmonía con una tranquilidadnegociada o hipócrita.«Jesús le dice a Nicodemo quese debe renacer, pero renacerdel Espíritu: es el Espírituquien nos da una nuevaidentidad, nos da una fuerza yuna forma de actuar nuevas»:esta es la clave de lecturapropuesta por el Pontífice, a la

luz del pasaje del Evangelio desan Juan (3, 7-15), propuestopor la liturgia del día. Y estalínea —señaló— ya se puedever «en la primera lectura, unode los tres o cuatro resúmenescontenidos en los Hechos de losApóstoles» (4, 32-37): unpasaje que cuenta «cómo vivíala primera comunidad, los“renacidos” del Espíritu».Francisco indicó que «éstosvivían en armonía y la armoníasólo la puede dar el EspírituSanto». De hecho, «nosotrospodemos establecer acuerdos,una cierta paz, pero la armonía

es una gracia interior que sóloel Espíritu Santo puede crear».Y estas primeras«comunidades, vivían enarmonía»: se puede ver en losdos signos que caracterizan laarmonía, explicó el Papa.El primer signo es que «nadiepasa necesidad, es decir, todose pone en común». Elauténtico sentido lo explica elpasaje de los Hechos de losApóstoles: «Tenían un solocorazón, una sola alma, y nadiellamaba suyos a sus bienes,sino que todo era común entreellos. No había entre ellos

ningún necesitado».Por otra parte, afirmóFrancisco, «la verdaderaarmonía del Espíritu Santotiene una relación muy fuertecon el dinero: el dinero esenemigo de la armonía, eldinero es egoísta». Y, «por esto,el signo que da es que todosdaban lo suyo, para que nohubiese necesitados».Concretamente, en los Hechosse «da el ejemplo de José, aquien los apóstoles llamabanBernabé, que significa “hijo dela exhortación”, un levitaoriginario de Chipre, dueño de

un campo». Pues bien, Josévendió su campo «y entregó eldinero poniéndolo a los pies delos apóstoles». En una palabra,esta es la verdadera «armonía»que, por lo tanto, «tiene unarelación con el espíritu depobreza, que es la primera delas Bienaventuranzas».Muy diferente, por el contrario,es «el caso de la pareja,Ananías y Safira: venden elterreno y dan todo, dicen quedan todo a los apóstoles, perose quedan con una parte aescondidas para hacerse unacuenta separada para ellos».

Una historia que también senarra en los Hechos de losApóstoles (5, 1-11). Pero —recordó Francisco— «el Señorcastiga con la muerte a estosdos, porque Jesús claramenteha dicho que no se puede servira Dios y al dinero: son dospatrones cuyo servicio esirreconciliable». Sin embargo,advirtió el Pontífice, la«armonía que sólo el EspírituSanto puede crear, no debeconfundirse con latranquilidad». Tanto que «unacomunidad puede estar muytranquila, ir bien» pero no

estar en armonía. «Una vez —confesó el Papa— oí decir a unobispo una cosa sabia: “En ladiócesis hay tranquilidad. Perosi se toca este problema o esteproblema o aquel otro,inmediatamente estalla laguerra”». Esta —observó—sería «una armonía negociada,y no es la del Espíritu: es unaarmonía, digamos, hipócrita,como la de Ananías y Safira,con lo que hicieron». Por elcontrario, «la armonía delEspíritu Santo nos da estagenerosidad de no tener nadacomo propio, mientras haya un

necesitado».Hay después un segundocomportamiento suscitado porla armonía del Espíritu Santo. YFrancisco lo presentóretomando las palabras de losHechos: «Con gran poder losapóstoles daban testimonio dela Resurrección del SeñorJesús, y gozaban todos de gransimpatía».En síntesis, el segundo signo dela verdadera armonía es «elvalor». De esta forma, «cuandohay armonía en la Iglesia, en lacomunidad, hay valor: el valorde testimoniar al Señor

resucitado». En estaperspectiva, el Pontífice sugirió«leer y releer este pasaje delos Hechos de los apóstoles: elcapítulo cuarto, del versículo32 en adelante», señalandoinmediatamente la razón:«Porque es lo que Jesús habíapedido al Padre en la ÚltimaCena: que fuesen “uno”, quehubiese armonía entre ellos». Y«cuando llega el don del Padre,que es el Espíritu Santo, Él escapaz de establecer estaarmonía».Por eso, concluyó el Papa, «noshará bien leer este pasaje, hoy,

y ver las cosas que se dicen ycómo cada uno de nosotrospuede ayudar a su familia, subarrio, su ciudad, suscompañeros de trabajo, deescuela, todos los que estáncerca, para crear esta armonía,que se realiza en el nombre delSeñor Jesús resucitado y quees una gracia del EspírituSanto».

7 de abril de 2016. Sangreviva. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.15, viernes 15 de abril de 2016 La Iglesia «necesita testigos»,necesita mártires, cristianos«coherentes» que «vivan suvida en serio». La reflexión delPapa Francisco durante la misadel 7 de abril en Santa Marta,se centró en la savia de laIglesia, en la «sangre viva»

que la lleva hacia adelante díaa día: el testimonio.Una meditación que se basó enla liturgia del día, en particular,en la primera lectura de losHechos de los Apóstoles (5, 27-33), en la que se presenta «unpasaje de esa larga historia»,que comienza cuando Juan yPedro sanan «al tullido queestaba en la puerta del templollamada Hermosa». Todos,recordó el Papa, «habían vistoesta curación», y nadie podíanegar la excepcionalidad delhecho, ya que «todos conocíana ese hombre que tenía

cuarenta años». Sin embargolos jefes, los sacerdotes,airados, prohibieron a losapóstoles «enseñar en nombrede Jesús» al que se referíancomo «ese hombre» mientrasafirmaban: «Habéis llenadoJerusalén con vuestra doctrinay queréis hacer caer sobrenosotros la sangre de estehombre». Se encontraban enuna situación embarazosa yaque «fue delante de todos.Todos conocían al tullido desdehacía años y ahora lo veíanbailar de alegría, alabando aDios, porque había sido

curado». Ante ellos, «fuerte ensu testimonio», estaba Pedro. Yel Papa quiso recordar,mediante la comparación, ladiferente actitud mantenida porel apóstol cuando negó aCristo: «pensemos en Pedro elcobarde —dijo— la noche delJueves santo, cuando lleno demiedo niega al Señor tresveces». Por el contrario, enesta circunstancia, el apóstolafirma: «Hay que obedecer aDios antes que a los hombres».Dan ganas de decir: «¡Quévaliente!». Francisco comentó:«Ese Pedro no tiene nada que

ver con el Pedro del Jueves,¡nada! Un Pedro lleno de fuerzaque da testimonio».Pero el valiente testimonio tuvoconsecuencias: «Al oír esto, —los jefes, los sumos sacerdotes— se enfurecieron y queríanmatarlos». Por otra parte,explicó el Papa, «el testimoniocristiano» sigue «el mismocamino de Jesús: dar la vida.En un modo o en otro, pero sejuega la vida en el verdaderotestimonio».En este punto, el Papaprofundizó el concepto detestimonio a partir de una

pregunta: «¿Por qué Pedro sehizo tan fuerte en sutestimonio?». Después de sanaral tullido, el apóstol habíadicho: «No podemos dejar dedecir lo que hemos visto yoído». Es decir, explicóFrancisco, «la coherencia entrela vida y lo que hemos visto yoído, es el inicio deltestimonio». Sin embargo,agregó, el testimonio cristianotiene otra característica, «no essólo del que lo da: eltestimonio cristiano, siempre,está en dos». Lo explica elmismo san Pedro: «Nosotros

somos testigos de estas cosas,y también el Espíritu Santo».Por lo tanto, «sin el EspírituSanto no hay testimoniocristiano. Porque el testimoniocristiano, la vida cristiana esuna gracia, es una gracia queel Señor nos da con el EspírituSanto» y «sin el Espíritu nopodemos ser testigos». Unacaracterística fundamental es lacoherencia.Tal comprensión también estáen el Evangelio. En estesentido, el Papa recordó elpasaje en el que Jesús hablacon el discípulo que acudió a Él

durante la noche y afirma quees enviado por Dios, «dice laspalabras de Dios, sin medida. Élda el Espíritu. Y quien viene delcielo da testimonio de lo que havisto y oído». Es, además, eltestimonio mismo de Jesús: «Élda testimonio de lo que havisto y oído con el Espíritu queda a sus discípulos». Y esto,explicó el Papa, «es el valorcristiano, este es eltestimonio». Un testimonio,quiso recordar el Pontífice, queencontramos en «nuestrosmártires de hoy, muchos,expulsados de su tierra,

desplazados, asesinados,perseguidos». Ellos «tienen elvalor de confesar a Jesús hastael momento de la muerte».También es testimonio el «delos cristianos que viven su vidaen serio y dicen: “No puedohacer esto, no puedo hacer elmal a otro; no puedo engañar;no puedo llevar una vida amedias, tengo que dar mitestimonio”». Todo se reduce aun único concepto: eltestimonio es decir lo que en lafe «se ha visto y oído, es decir,Jesús resucitado», con elEspíritu Santo «recibido como

don». Cuántas veces, añadióFrancisco, «en los momentosdifíciles de la historia», se haoído decir: «Hoy el paísnecesita héroes». Del mismomodo, uno puede preguntarse:«¿Qué es lo que la Iglesianecesita hoy?». La respuesta esinmediata: «testigos,mártires», es decir, «santos detodos los días, los de la vidaordinaria» llevada adelante«con la coherencia», perotambién de quienes tienen elvalor de ser «testigos hasta elfinal, hasta la muerte». Todos«son la sangre viva de la

Iglesia». Son ellos, continuó elPapa, «los que llevan la Iglesiahacia adelante, los testigos; losque prueban que Jesús haresucitado, y dan testimoniocon la coherencia de vida y conel Espíritu Santo que hanrecibido como don».Para concluir el Pontífice invitóa rezar para que «el Señor nosdé, a todos nosotros, este valory, sobre todo, la fidelidad alEspíritu Santo que nos ha dadocomo don».

11 de abril de 2016. Aferradosa la letra. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.15, viernes 15 de abril de 2016 Para Jesús, lo que cuenta es lavida de las personas y no unesquema de leyes y palabras:la muerte de Esteban y Juanade Arco, la muerte de muchosotros inocentes en la historia eincluso el suicidio de Judasrecuerdan el mal que puede

hacer «un corazón cerrado a laPalabra de Dios» hasta el puntode utilizarla contra la verdad.Lo dijo el Papa durante la misacelebrada el lunes 11 de abrilpor la mañana, en la capilla dela Casa Santa Marta.En la primera lectura, tomadade los Hechos de los apóstoles(6, 8-15), explicó Francisco, «laIglesia nos hace escuchar elpasaje del discurso de Esteban,y del juicio» contra él.«Algunos de los doctores de laley, doctores de la letra, selevantaron para discutir conEsteban —recordó el Papa—,

pero no pudieron resistir a lasabiduría y al espíritu con quehablaba». De hecho, «Estebanhabía sido ungido por elEspíritu Santo y tenía lasabiduría del Espíritu Santo, yhablaba con esa fuerza, con esasabiduría, la misma que teníaJesús; pero Él era Dios, quehablaba con la autoridad, laautoridad que viene de Dios, laautoridad que viene del EspírituSanto».No pudiendo hacer nada contraél, prosiguió Francisco, esaspersonas que estaban en lasinagoga «instigaron a algunos

para que» lo acusaseninjustamente de haberpronunciado «palabrasblasfemas contra Moisés ycontra Dios». No siendocapaces de «dialogar con él yabrir el corazón a la verdad»,«rápidamente tomaron elcamino de la calumnia». LosHechos relatan que Esteban fuecapturado y llevado ante elSanedrín y que también sepresentaron testigos falsos paraacusarlo. La historia deEsteban, señaló el Papa, essignificativa: «El corazóncerrado a la verdad de Dios se

aferra solamente a la verdad dela ley, de la letra —más que ala ley, a la letra— y noencuentra otra salida que lamentira, el falso testimonio y lamuerte». Precisamente «Jesúshabía reprendido esta actitud,ya que con los profetas, en elAntiguo Testamento, habíasucedido lo mismo». Tanto esasí que «Jesús había dicho» aesas personas «que sus padreshabían matado a los profetas “yvosotros hacéis losmonumentos, los sepulcros”»Sin embargo, su «respuesta esmás que hipócrita, es cínica:

“Si hubiéramos vivido en lostiempos de nuestros padres, nohubiéramos hecho lo mismo”».Y «así se lavan las manos yante sí mismos se juzganpuros». Pero, «el corazón estácerrado a la Palabra de Dios,está cerrado a la verdad, estácerrado al mensajero de Diosque trae la profecía para hacerque el pueblo de Dios sigahacia adelante».«Me duele —confesó Francisco— leer ese breve pasaje delEvangelio de Mateo, cuandoJudas arrepentido va a lossacerdotes y les dice: “he

pecado”, y quiere dar... y da lasmonedas». Pero ellos lecontestan: «¡Qué nos importa!¡Tú verás!». Tienen «uncorazón cerrado ante estepobre hombre arrepentido queno sabía qué hacer». Ellos ledicen: «Tú veras». Y así Judas«fue y se ahorcó». Y, «¿qué eslo que hacen cuando Judas va acolgarse? Hablan y dicen:“pero, pobre hombre...”». Y, acontinuación, refiriéndose a lostreinta denarios añaden, «sonprecio de sangre, no puedenentrar en el templo». Enesencia son «los doctores de la

letra», y así siguen «tal y tal ytal regla...».A ellos, destacó el Papa, «no lesimporta la vida de una persona,no les importa elarrepentimiento de Judas: elEvangelio dice que regresóarrepentido». A ellos «lesimporta sólo su esquema deleyes y las muchas palabras ymuchas cosas que hanconstruido». «Esta es la durezade sus corazones, la insensatezdel corazón de esta gente, quedado que no podía resistir laverdad de Esteban va a buscarevidencias y testigos falsos

para juzgarlo: la suerte deEsteban está marcada como lade los profetas, como la deJesús».Y esta forma de hacer «serepetirá» en el tiempo, dijoFrancisco recordando que «nosólo sucedió en los primerostiempos de la Iglesia». Por otraparte, señaló, «la historia noshabla de mucha gente que fueasesinada, juzgada, a pesar deque era inocente: juzgada conla Palabra de Dios contra laPalabra de Dios». El Papa serefirió «a la caza de brujas o asanta Juana de Arco», y

también «a muchos otros quefueron quemados, condenadosporque no se “ajustaron”, segúnlos jueces, a la Palabra deDios». Es «el modelo de Jesús—concluyó el Pontífice— que,por ser fiel y haber obedecidola palabra del Padre, terminaen la cruz». Francisco volvió aproponer la imagen de la granternura de Jesús que les dijo alos discípulos de Emaús:«Insensatos y tardos decorazón». Al Señor, concluyó,«pidámosle que, con la mismaternura, mire las pequeños ograndes insensateces de

nuestro corazón y nos acaricie»diciéndonos «“insensato y tardode corazón” y comience aexplicarnos las cosas».

12 de abril de 2016. Dospersecuciones. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.16, viernes 22 de abril de 2016 Son dos las persecucionescontra los cristianos: una es la«explícita», y el recuerdo delPapa se dirigió a los mártiresasesinados en Pascua enPakistán, y la otra la «educada,disfrazada de cultura,modernidad y progreso» que

termina por quitarle al hombrela libertad y también el derechoa la objeción de conciencia.Pero precisamente en elsufrimiento de laspersecuciones el cristiano sabeque tiene siempre al Señor a sulado, dijo Francisco durante lamisa celebrada el martes 12 deabril por la mañana en lacapilla de la Casa Santa Marta.Para su meditación, el Pontíficese basó en la primera lectura(Hechos de los apóstoles 7, 51— 8, 1). «Hemos escuchado —explicó— el martirio deEsteban: la tradición de la

Iglesia lo llama el protomártir,el primer mártir de lacomunidad cristiana». Sinembargo, «antes que él huboniños mártires que, sin hablarpero con la vida, habían sidoperseguidos por Herodes». Y«desde ese momento hasta laactualidad existen mártires enla Iglesia, ¡ha habido y hay!». Y«son hombres y mujeresperseguidos sólo por confesar ydecir que Jesucristo es el Señor,pero ¡esto está prohibido!». Esmás, esta confesión «provoca—en algunos momentos de lahistoria, en algunos lugares—

la persecución».«Es lo que aparece claramente—afirmó Papa— en el pasaje delos Hechos de los Apóstoles queleeremos mañana: después delmartirio de Esteban sedesencadenó una granpersecución en Jerusalén».Entonces «todos los cristianoshuyeron, sólo los apóstolespermanecieron». Y, añadió, «lapersecución —yo diría— es elpan de cada día de la Iglesia:por otra parte ya lo dijo Jesús».«Nosotros, cuando hacemos unpoco de turismo por Roma, yvamos al Coliseo, pensamos

que los mártires fueron losasesinados por los leones»,prosiguió el Pontífice. Pero «losmártires no fueron sólo esos».En realidad los mártires «sonhombres y mujeres de todos losdías: hoy, el día de Pascua,hace sólo tres semanas».Francisco se refirió a «loscristianos que celebraban laPascua en Pakistán: fueronmartirizados sólo por celebrar aCristo resucitado». Y «de estaforma la historia de la Iglesiasigue adelante con susmártires». Puesto que «laIglesia es la comunidad de

creyentes, la comunidad de losconfesores, de los queconfiesan que Jesús es Cristo:es la comunidad de mártires».«La persecución —observó elPapa— es una de lascaracterísticas, de los rasgos enla Iglesia, e impregna toda suhistoria» Y «la persecución escruel, como la de Esteban,como la de nuestros hermanospakistaníes hace tressemanas». Sí, cruel «como laque hacía Saulo que estabapresente en la muerte deEsteban, del mártir Esteban:iba, entraba en las casas,

tomaba a los cristianos y losllevaba para ser juzgados».Hay, sin embargo, advirtióFrancisco, «otra persecución dela que no se habla tanto». Laprimera forma de persecución«se debe al confesar el nombrede Cristo» y por lo tanto es«una persecución explícita,clara». Pero la otra persecución«se presenta disfrazada comocultura, disfrazada de cultura,disfrazada de modernidad,disfrazada de progreso: es unapersecución —yo diría un pocoirónicamente— educada». Sereconoce «cuando el hombre es

perseguido no por confesar elnombre de Cristo, sino porquerer tener y manifestar losvalores del hijo de Dios». Por lotanto, es «una persecucióncontra Dios Creador en lapersona de sus hijos».Y así «vemos todos los días quelos potencias hacen leyes queobligan a ir por este camino yuna nación que no sigue estasleyes modernas, cultas o almenos que no quiera tenerlasen su legislación, es acusada,es perseguida educadamente».Es «la persecución que le quitaal hombre la libertad, ¡también

la de la objeción de conciencia!Dios nos ha hecho libres, pero¡esta persecución te quita lalibertad! Y si tú no lo haces,serás castigado: perderás eltrabajo y muchas cosas o serásdejado de lado».«Esta es la persecución delmundo», insistió el Pontífice. Y«esta persecución tambiéntiene un jefe». En lapersecución de Esteban «losjefes eran los doctores de laletra, los doctores de la ley ylos sumos sacerdotes». Encambio, «el jefe de lapersecución educada, Jesús lo

llamó: el príncipe de estemundo». Se puede ver «cuandolas potencias quieren imponeractitudes, leyes contra ladignidad del Hijo de Dios,persiguen a estos y van contraDios Creador: es la granapostasía». Así «la vida de loscristianos sigue adelante conestas dos persecuciones». Perotambién con la certeza de que«el Señor nos ha prometidoque no se aleja de nosotros:“¡Tened cuidado, tened cuidado!No caed en el espíritu delmundo. ¡Tened cuidado! Pero idadelante, Yo estaré con

vosotros”».En conclusión, Francisco pidióal Señor en la oración, «lagracia de entender que elcamino del cristiano siempre vaadelante en medio de dospersecuciones: el cristiano esun mártir, es decir, un testigo,uno que debe dar testimoniodel Cristo que nos ha salvado».Se trata de «dar testimonio deDios Padre, que nos ha creado,en el camino de la vida». Eneste camino el cristiano«muchas veces tiene quesufrir: esto trae muchosufrimiento». Sin embargo,

«así es nuestra vida: Jesússiempre a nuestro lado, con elconsuelo del Espíritu Santo». Y«¡esa es nuestra fuerza!».

14 de abril de 2016. Dóciles yfelices. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.16, viernes 22 de abril de 2016 «Habla Señor, yo te escucho»:con las palabras sencillas deSamuel el Papa sugirió dirigirsea Dios «cuando tenemos unaduda, cuando no sabemos ocuando sencillamentequeremos rezar». Palabras queson también un antídoto para

no caer en la tentación depresentar resistencia alEspíritu. En la misa celebradael jueves 14 de abril, por lamañana, en la capilla de laCasa Santa Marta, Franciscoinvitó a no tener miedo cuandoel Espíritu Santo, con sutrabajo, descoloca nuestrosproyectos. Porque es la alegría,y no «la fidelidad a la letra», loque caracteriza la vida de loscristianos dóciles a la acción delEspíritu.«El protagonista de la palabrade la primera lectura quehemos escuchado», recordó

inmediatamente Francisco,refiriéndose al pasaje de losHechos de los apóstoles (8, 26-40), es precisamente «elEspíritu Santo». Y no Felipe oel eunuco etíope, funcionariode la reina. Por lo demás,añadió, «también en laslecturas que la Iglesia nos hapropuesto en estos días se veclaramente que está el Espíritu,quien hace las cosas. Que estáel Espíritu que hace nacer ycrecer a la Iglesia, y esto es untrabajo del Espíritu».«Los días pasados —afirmó elPapa— la Iglesia nos propuso el

drama de la resistencia alEspíritu: los corazón cerrados,duros y necios que resisten alEspíritu». Y, así, había tambiénpersonas que incluso viendo«las cosas —la curación deltullido realizada por Pedro yJuan en la Puerta Hermosa delTemplo; las palabras y las cosasgrandes que hacía Esteban—permanecieron cerrados a estossignos del Espíritu y seresistieron a la acción delEspíritu». Es más: incluso«buscaban justificar estaresistencia con una así llamadafidelidad a la ley, es decir a la

letra de la ley».Francisco insistió en el hechode que, en cambio, «hoy, ytambién mañana, la Iglesia nospropone lo opuesto: no laresistencia al Espíritu sino ladocilidad al Espíritu, que esprecisamente la actitud delcristiano». Se trata, por lotanto, de «ser dóciles alEspíritu, y esta docilidad haceque el Espíritu pueda actuar yseguir adelante para construirla Iglesia».Volviendo al pasaje bíblico deldía presentado por los Hechosde los Apóstoles, Francisco

puso de relieve que estamosante «un obispo, Felipe, uno delos apóstoles, atareado comotodos los obispos, y que ese díaseguramente tenía sus planesde trabajo». Pero «el Espírituva y dice: “Levántate y hazesto otro, deja el edificioepiscopal y dirígete haciaaquella dirección”». Felipe«obedeció: fue dócil a la vozdel Espíritu» y, así, «dejó todolo que tenía que hacer ese díay fue hacia el sitio indicado».He aquí que el Espíritu lo invitaa ir «por el camino que baja deJerusalén a Gaza», sin darle

explicaciones: “¡Tú ponte encamino!”».Precisamente por la senda quese le había indicado, Felipe seencuentra con «este señor, queera un prosélito etíope: es elministro de economía, es unode los grandes de la reina deEtiopía». Ese hombre, explicóel Papa, «había venido a adorara Dios: adoraba a Dios y leía laEscritura». Es el Espíritu quiensugiere a Felipe acercarse a esecarro. Y, de nuevo, «élobedeció, dócil a la Palabra deDios».Los Hechos de los apóstoles nos

cuentan que «Felipe corrióhasta él y le oyó leer el profetaIsaías; y le dijo: “¿Entiendes loque vas leyendo?”. Él contestó:“¿Cómo lo puedo entender sinadie me hace de guía?”». Y así«invitó a Felipe a subir alcarro; y Felipe le explicaba loque Isaías profetizaba: es decira Jesucristo». En una palabra,Felipe le «explicó la salvacióndel Evangelio».«Tal vez esta explicación fue unpoco larga —afirmó el Pontífice— pero iban viajando,seguramente hablaban: eletíope hacía preguntas, Felipe

respondía y también el Espíritutrabajaba en el corazón deletíope». Y precisamente elEspíritu «le dio el don de la fe:este hombre sintió algo nuevoen su corazón». Y, dijo el Papa,«siguiendo el camino,dialogando, llegaron a un sitiodonde había agua y, como eraun hombre práctico, tenía unaprofesión práctica, concreta,dijo: “Aquí hay agua; ¿quéimpide que yo seabautizado?”». Así «acoge la fe ypide el Bautismo: ¡es dócil! Ladocilidad al Espíritu».He aquí la historia de «dos

hombres: un evangelizador yuno que no sabía nada deJesús, pero el Espíritu habíasembrado la curiosidad sana yno esa curiosidad de lashabladurías». Y «el Espíritu leda el don de la fe». Franciscoexplicó que, tal vez, «despuésde la ceremonia de esteBautismo, nosotros pensamosque quizá los dos siguieronhablando, dialogando: no,cuando salieron del agua —dicela Escritura— el Espíritu delSeñor arrebató a Felipe:¡inmediatamente! Y el eunucoya no lo vio más». Los Hechos

de los Apóstoles dicen que«Felipe, dócil, se encontró enAzoto para evangelizar».Cierto, esto «no estaba en susproyectos, pero fue dócil alEspíritu». Y, en cambio, «¿quéle pasó al eunuco? No le viomás. ¿Lloró? ¡No! ¿Se lamentó?¡No!». Es más, la Escritura nosdice que «siguió gozoso sucamino: la alegría del Espíritu,de la docilidad al Espíritu».Los días pasados, recordóFrancisco, «hemos escuchado loque produce la resistencia alEspíritu» mientras que «hoytenemos un ejemplo de dos

hombres que fueron dóciles a lavoz del Espíritu». Y lo que losdistingue «es la alegría»porque «la docilidad al Espíritues fuente de alegría». He aquípor qué es importante decirse así mismo «yo quisiera haceralgo, esto, pero siento que elSeñor me pide otra cosa: laalegría la encontraré allí, dondeestá la llamada del Espíritu».El Papa propuso también «unahermosa oración para pediresta docilidad», laencontramos, explicó, «en elprimer libro de Samuel: eljoven Samuel dormía y escuchó

la llamada y pensó que era elsacerdote Elí». Así, «se levantóinmediatamente y fue a él:“Aquí estoy”». Pero Elí le dijoque no lo había llamado.Samuel, recordó Francisco,«volvió a la cama» peroescuchó nuevamente lallamada por segunda vez yluego por tercera vez. Elí,afirmó el Papa, «no era unbuen sacerdote, pero entendíalas cosas de Dios: comprendióque era el Señor quienllamaba». Por ello dijo aSamuel: «Vete y acuéstate, y site llaman, dirás: “Habla Señor,

que tu siervo escucha”».Precisamente «esta —dijo elPontífice— es una hermosaoración que podemos hacernosotros, siempre: “HablaSeñor, porque yo escucho”».Es la oración, concluyó, «parapedir la docilidad al EspírituSanto y con esa docilidad llevaradelante la Iglesia, ser losinstrumentos del Espíritu paraque la Iglesia pueda seguiradelante». Sí, «Habla Señor,porque tu siervo escucha»,repitió Francisco, invitandonuevamente a rezar «así,muchas veces al día: cuando

tenemos una duda, cuando nosabemos o cuandosencillamente queremosrezar». Y «con esta oraciónpidamos la gracia de ladocilidad al Espíritu Santo».

15 de abril de 2016. Cuandoun hombre se ve por lossuelos. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.16, viernes 22 de abril de 2016 «Levántate»: es la invitaciónque el Señor le hace a Saulo,caído en tierra en el caminohacia Damasco, y a Ananías,enviado a bautizar alperseguidor convertido.«Levántate y vete», dijo el

Papa, es una invitación tambiénpara cada uno de nosotros,porque un cristiano «debe estarde pie y con la cabezaerguida», mientras que «unhombre con el corazón cerradoes un hombre que está por lossuelos». Con una meditaciónsobre el pasaje bíblico de laconversión de Saulo, tomadode los Hechos de los apóstoles(9, 1-20), en la misa celebradaen Santa Marta el viernes 15de abril Francisco volvió ahablar de la importancia de ladocilidad a la acción del EspírituSanto y a reflexionar «sobre la

actitud de las personas quetienen el corazón cerrado, elcorazón duro, el corazónsoberbio».La liturgia del jueves 14 habíapuesto de relieve «cómo tantoel apóstol Felipe como elministro de la reina tenían uncorazón abierto a la voz delEspíritu». El viernes de latercera semana de Pascua, encambio, nos invita aconfrontarnos con la historia deSaulo, «historia de un hombreque deja que Dios le cambie elcorazón: la transformación deun hombre de corazón cerrado,

duro, torcido, en un hombre decorazón dócil al EspírituSanto».Saulo, explicó el Pontífice,«estuvo presente en el martiriode Esteban» y «estuvo deacuerdo». Era «un hombrejoven, fuerte, valiente, celosode su fe, pero con el corazóncerrado»: en efecto, no sólo«no quería escuchar hablar deJesucristo» sino que fue másallá y comenzó «a perseguir alos cristianos». Por ello, segurode sí mismo, pidió el permisopara «hacer lo mismo» enDamasco.

Mientras iba de camino,continuó el Papa resumiendo elepisodio, «de repente le rodeóuna luz venida del cielo», y «alcaer en tierra oyó una voz».Precisamente él, «Saulo elfuerte, el seguro, estaba caídopor tierra», mostrando así atodos «la imagen de un hombrecon el corazón cerrado», o bien«un hombre caído en tierra». Yallí en lo bajo, continuóFrancisco, él «comprende suverdad; comprende que no eraun hombre como lo quería Dios,porque Dios nos ha creado, atodos nosotros, para estar de

pie, con la cabeza erguida».Ante esta situación el Señorpronuncia «una palabra clave,la misma que había dicho aFelipe para darle la misión de iral encuentro del prosélitoetíope: “¡Tú, levántate y ponteen camino!”. No sólo, también aSaulo, hombre seguro, que losabía todo, se le dice: «Entraen la ciudad y se te dirá lo quedebes hacer». Como si se ledijese: «Tú aún debesaprender». Una humillación. Yno era todo.Al levantarse, Saulo «se diocuenta de que estaba ciego» y

es así que «se dejó llevar de lamano». Precisamente aquí,acotó el Papa, «el corazóncomenzó a abrirse», obligado aser llevado de la mano haciaDamasco. «Este hombre habíacaído en tierra» y «comprendióinmediatamente que tenía queaceptar esta humillación». Alrespecto el Pontífice explicó que«la humillación» es«precisamente el camino paraabrir el corazón». En efecto,«cuando el Señor nos envíahumillaciones o permite quelleguen las humillaciones, esprecisamente para esto: para

que se abra el corazón, paraque sea dócil» y «se conviertaal Señor Jesús».El relato se desplaza luego a lafigura de Ananías. También a élel Señor le dice: «Levántate yvete... Vete». Así, el discípulo«fue, entró en la casa, leimpuso las manos y le dijo:“Saúl, hermano, me ha enviadoa ti el Señor Jesús.... para querecobres la vista y seas llenodel Espíritu Santo”». Una fraseque contiene un detallefundamental: «el protagonistade estas historias —hizo notarFrancisco— no son ni los

doctores de la Ley, ni Esteban,ni Felipe, ni el eunuco, niSaulo... es el Espíritu Santo.Protagonista de la Iglesia es elEspíritu Santo que conduce elpueblo de Dios».En este punto, en los Hechosde los apóstoles se lee que aSaúl le «cayeron de sus ojosunas como escamas, y recobróla vista; se levantó y fuebautizado»: su «dureza decorazón», con el paso de lahumillación, se habíaconvertido en «docilidad alEspíritu Santo». Él, «que secreía ser quien tenía la verdad

y perseguía a los cristianos,recibe la gracia del Señor dever y comprender su verdad:“¡Tú eres un hombre caído entierra y debes levantarte!”».Es una lección para todos: «eshermoso —dijo el Papa— vercómo el Señor es capaz decambiar el corazón y hacer queun corazón duro y terco seconvierta en un corazón dócil alEspíritu». Es necesario, añadió,que «no olvidemos aquellaspalabras clave». Sobre todo:«Levántate», porque «uncristiano debe estar en pie ycon la cabeza erguida».

También: «Vete», porque «uncristiano debe ir, nopermanecer cerrado en símismo». En conclusión:«Déjate guiar», así como Pablo,que «se dejó guiar como unniño; confió en las manos deotro, que no conocía». En todoesto, explicó el Pontífice, está«la obra del Espíritu Santo».Este mensaje es para todos,porque todos «tenemos durezasen el corazón»: quien «no lastiene», añadió el Papa, «que,por favor, levante la mano».Por ello, sugirió Francisco,«pidamos al Señor que nos

haga ver que estas durezas nostiran por tierra; que nos dé lagracia y también —si fuesenecesario— las humillacionespara no permanecer caídos entierra y levantarnos, con ladignidad con la que nos hacreado Dios, y, también, lagracia de un corazón abierto ydócil al Espíritu Santo».

18 de abril de 2016. Direcciónobligatoria. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.17, viernes 29 de abril de 2016 Las coordenadas de la vidacristiana son muy sencillas, nohay necesidad de salir a buscarmil consejos: es suficienteseguir una voz, así como hacenlas ovejas con su pastor. Yprecisamente la imagen deJesús buen pastor estuvo en el

centro de la homilía del PapaFrancisco durante la misacelebrada en la casa SantaMarta el lunes 18 de abril.La liturgia del día, por lodemás, proponía una especiede «eco de las lecturas» del ivdomingo de Pascua, llamadoprecisamente «domingo delbuen pastor, en el cual Jesús sepresenta como el “buenpastor”». Y precisamente deeste tema, en el Evangelio deJuan (10, 1-10) comentado porel Pontífice, se desprendían«tres realidades» sobre lascuales el Papa quiso

«reflexionar un poco: la puerta,el camino y la voz».En primer lugar la «puerta». Elpasaje evangélico recuerda laspalabras de Jesús: «En verdad,en verdad os digo: el que noentra por la puerta en el redilde las ovejas, sino que escalapor otro lado, ese es un ladróny un salteador». He aquí laprimera imagen, y Franciscodestacó: «Él es la puerta: lapuerta para entrar en el redilde las ovejas es Jesús. No hayotra puerta». Se debe poner derelieve, dijo el Papa, que Jesúshablaba siempre a la gente

utilizando «imágenessencillas»: de hecho, «toda esagente conocía cómo era la vidade un pastor, porque la veíatodos los días». Por ello quienlo escuchaba le entendía muybien: «Sólo se entra por lapuerta del redil de las ovejas».Aquellos que, en cambio,quieren entrar en el redilpasando «por la ventana o porotra parte, son delincuentes».El Evangelio los define ladroneso salteadores.Todo, por lo tanto, es muyclaro: «No se puede entrar enla vida eterna por otro sitio que

no sea la puerta, es decir, queno sea Jesús». Y, añadió elPontífice, el Señor «es lapuerta de nuestra vida y nosólo de la vida eterna, sinotambién de nuestra vidacotidiana». Así, por ejemplo,una decisión cualquiera sepuede tomar «en nombre deJesús, por la puerta de Jesús»,o bien, utilizando un «lenguajesencillo», se puede tomar «decontrabando». Pero el Señor«habla claro»: en el redil seentra «sólo por la puerta, quees Jesús».El Evangelio de Juan continúa y

en las palabras del Señor seencuentra otro elementoimportante: el «camino». Enefecto, se lee: «Le abre elportero, y las ovejas escuchansu voz; y a sus ovejas las llamauna por una y las saca fuera.Cuando ha sacado todas lassuyas, va delante de ellas, y lasovejas le siguen, porqueconocen su voz».Francisco se centró en estasegunda palabra clave: «Elcamino es precisamente este:seguir a Jesús». También aquíla vida cotidiana ocupa un lugarcentral: se habla, en efecto, del

«camino de la vida, de la vidade todos los días», que «esseguir a Jesús». Y también eneste punto la indicación esclara: «¡No equivocarse!»,recomendó el Papa. Es Jesús«la puerta a través de la cualentramos y a través la cualsalimos con Él para recorrer elcamino de la vida»; y es Jesúsquien «nos indica el camino».Por lo tanto, «quien sigue aJesús no se equivoca».Aún así, las ocasiones deemprender una sendaequivocada no faltan, tanto queel Pontífice habló de una

supuesta situación que podríapresentarse: «Eh, padre, sí,pero las cosas son difíciles...Muchas veces yo no veo clarolo que tengo que hacer... Mehan dicho que allí había unavidente y fui allí y allí; fui a vera un cartomántico, que me leyólas cartas...». El consejo delPapa fue inmediato: «Si hacesesto, tú no sigues a Jesús.Sigues a otro que te indica otrocamino, distinto», porque «noexiste otro que pueda indicar elcamino».Lo que se acaba de mencionares una dificultad sobre la cual

Jesús mismo había puesto enguardia: «Vendrán otros quedirán: el camino del Mesías eseste, este… No escuchadlos aellos. El camino soy yo». Esta,dijo el Papa, es la certeza: «Silo seguimos a Él no nosequivocaremos».Por último, la tercera palabra:la «voz». Las ovejas, en efecto,siguen a Jesús «porqueconocen su voz». Un conceptoque el Pontífice quisoprofundizar para evitarmalentendidos: «¡Conocer lavoz de Jesús! No penséis queos estoy hablando de una

aparición, que vendrá Jesús yte dirá: “Haz esto”. ¡No, no!». Yentonces alguno podríapreguntar: «Padre, ¿cómopuedo conocer la voz de Jesús?Y, también, ¿cómo defendermede la voz de aquellos que noson Jesús, que entran por laventana, que son salteadores,que destruyen, que engañan?».Una vez más la «receta» es«sencilla» y prevé tresindicaciones. Ante todo, sugirióFrancisco, «encontrarás la vozde Jesús en lasBienaventuranzas». Por ello, sialguien enseña «una senda

contraria a lasbienaventuranzas, es alguienque ha entrado por la ventana:¡no es Jesús!». También, la vozde Jesús se puede reconocer enquien «nos habla de las obrasde misericordia. Por ejemplo enel capítulo 25 de san Mateo».Así, pues, aclaró el Papa: «Sialguien te recuerda lo queJesús dice allí, es la voz deJesús». Por último, la terceraindicación: «Puedes conocer lavoz de Jesús cuando te enseñaa decir “Padre”, es decir, cuandote enseña a rezar elPadrenuestro».

Concluyó el Pontífice: «¡Es asífácil la vida cristiana! Jesús esla puerta; él nos guía por elcamino y nosotros conocemossu voz en lasbienaventuranzas, en las obrasde misericordia y cuando nosenseña a decir “Padre”». Yañadió una oración: «Que elSeñor nos haga comprenderesta imagen de Jesús, esteicono: el pastor, que es puerta,indica el camino y nos enseña aescuchar su voz».

19 de abril de 2016.Huérfanos o discípulos. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.17, viernes 29 de abril de 2016 Con la oración del PadrenuestroJesús entrega a cada uno elcertificado de paternidad: nadiees huérfano, pero existe elriesgo de llegar a serlocerrando el corazón y nodejándonos atraer por el amorde Dios. Lo recordó Francisco

en la misa celebrada el martes19 de abril, por la mañana, enSanta Marta. Y el Papa sugiriótambién recurrir a una oraciónhumilde, con espíritu de hijo:«Padre, atráeme hacia Jesús;Padre, condúceme a conocer aJesús». Precisamente para notener la actitud de aquellosdoctores de la ley que inclusoante los milagros de Jesús y suresurrección hacían de todo contal de negar su evidencia.Para la meditación, Franciscopartió del pasaje de san Juan(10, 22-30) propuesto por laliturgia. «Jesús se confronta

otra vez con los sacerdotes, losdoctores de la ley», destacó deforma inmediata. Y «ellos lehicieron la pregunta: “¿Hastacuándo vas a tenernos en vilo?Si tú eres el Cristo, dínosloabiertamente”». Por lo demás,aquellos doctores «volvíansiempre al mismo tema: ¿quiéneres tú? ¿Con qué autoridadhaces esto?”». El Evangelio nosdice que «Jesús les respondió:“Ya os lo he dicho, pero no mecreéis. Las obras que hago ennombre de mi Padre son lasque dan testimonio de mí; perovosotros no creéis”».

No creen, sin embargo «hanvisto muchas cosas, muchosmilagros». Y es así que«cuando Jesús curó al ciego denacimiento —en el novenocapítulo del Evangelio de Juan— hicieron todas lasinvestigaciones posibles einimaginables: llamaron a lospadres, llamaron a los que loconocían, lo llamaron a él, yluego otra vez...». Endefinitiva, «estaba claro queera un ciego de nacimiento,pero no creyeron». Y fueentonces que «Jesús dijo dospalabras sobre la ceguera

espiritual: ellos, que creíanpoder ver, los ilustres quesabían todo —toda la ley—, noveían porque eran ellos losciegos, los ciegos denacimiento».«Pero vosotros no creéis» diceJesús a los doctores de la ley. Yexplica por qué: aquí estátambién «la novedad de estepasaje del Evangelio» afirmó elPapa. «Vosotros no creéisporque no sois de mis ovejas»dice el Señor. En esencia,continuó Francisco, alguienpodría pensar que «para creerdebo decir “creo” y así entro a

formar parte de las ovejas deJesús». En cambio no, «es alrevés: sólo aquellos queforman parte de las ovejas deJesús pueden creer».Lo confirman las palabras deJuan en el Evangelio: «Misovejas escuchan mi voz; yo lasconozco y ellas me siguen. Yoles doy vida eterna y noperecerán jamás, y nadie lasarrebatará de mi mano». Pero,dijo el Pontífice, «¿estas ovejasestudiaron para seguir a Jesúsy luego creyeron? No». Larespuesta definitiva la da Jesúsmismo: «El Padre, que me las

ha dado, es más grande quetodos». Es precisamente «elPadre quien le da las ovejas alpastor; es el Padre quien atraelos corazones hacia Jesús». Esel Señor quien lo confirma conclaridad: «Nadie viene a mí siel Padre no lo atrae».«En cambio —puso de relieveFrancisco— los doctores de laley tenían el corazón cerrado,se sentían dueños de símismos, pero, en realidad, eranhuérfanos porque no teníanuna relación con el Padre». Enverdad, «hablaban de suspadres —nuestro padre

Abrahán, los patriarcas— perocomo figuras lejanas». Pero«en su corazón eran huérfanos,vivían en una condición dehuérfanos y preferían esacondición antes de dejarseatraer por el Padre».Estamos ante el «drama delcorazón cerrado de esta gente—afirmó el Papa—: creíanhaber sido creados por ellosmismos porque lo sabían todo,y, por esto, su corazón eraincapaz de creer, porque no sedejaban atraer por el Padrehacia Jesús y, así, no formabanparte de las ovejas de Jesús».

Este «drama sigue adelantehasta el Calvario». Luego«también el día de laresurrección: cuando lossoldados van a informar acercade lo sucedido, ¿qué hacenellos? Dan un buen consejo:“Vosotros decid que estabaisdormidos y que los discípulosrobaron el cuerpo”». Y «ponenla mano en el bolsillo», según«el principio de la tangente:“Tú callas y yo te pago porcallar”».Por ello «ni siquiera ante esaprueba, los testigos que habíanvisto la resurrección —destacó

Francisco— se dejaron atraerpor el Padre hacia Jesús». Poresto «no pueden creer, porqueno son de las ovejas de Jesús:son huérfanos», porque«renegaron de su Padre».Refiriéndose a la primeralectura, tomada de los Hechosde los apóstoles (11, 19-26), elPapa destacó cómo se puedereconocer «la actitud opuesta:los discípulos, después de lapersecución que se habíadesatado en Jerusalén tras dela muerte de Esteban, llegaronhasta Fenicia, Chipre yAntioquía, y proclamaban la

palabra a los judíos: algunoscreían, otros no, pero la feseguía adelante». Y «algunosde ellos comenzaron a predicar,a anunciar a Jesucristo tambiéna los paganos, a los griegos, yesto era un cambio muy fuerte:era una transformación de suconcepción del acceso a lasalvación».Por ello, continuó el Pontífice,«los discípulos que habíanpermanecido en Jerusalénsintieron un poco de miedo ymandaron a Bernabé aAntioquía». Y cuando Bernabé«llegó allí por la gracia de Dios,

se alegró y exhortaba a todos apermanecer con corazón firme,fieles al Señor. Aceptó lanovedad, porque se dejó atraerpor el Padre hacia Jesús quequería esto».«Jesús nos invita a ser susdiscípulos —explicó el Papa—pero para serlo tenemos quedejarnos atraer por el Padrehacia Él».Y «la oración humilde del hijo,que nosotros podemos hacer,es: “Padre, atráeme haciaJesús; Padre, condúceme aconocer a Jesús”». Y «el Padreenviará al Espíritu a abrir

nuestro corazón y nos llevaráhacia Jesús». En efecto, «uncristiano que no se deja atraerpor el Padre hacia Jesús es uncristiano que vive una situaciónde huérfano; y nosotrostenemos un Padre, no somoshuérfanos».Como conclusión, Franciscosugirió dirigirse «al Padre comonos enseñó Jesús —“Padrenuestro, que estás en elcielo...”— y pedir la gracia de seatraídos hacia Jesús».

21 de abril de 2016. Camino ymemoria. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.17, viernes 29 de abril de 2016 A lo largo del camino de lavida, los hombres nuncacaminan solos, y saber hacermemoria de la presencia deDios junto a ellos les ayuda aentender que la salvación no esel evento de un momento, sinouna historia que se desarrolla

día a día, entre cosas buenas yerrores, hasta el encuentrofinal. El paralelo entre lahistoria del pueblo de Israel yla personal de cada cristianoguió la meditación del PapaFrancisco en la misa celebradaen Santa Marta el jueves 21 deabril: una historia que hay quevalorizar porque, dijo elPontífice, «la memoria nosacerca a Dios».No es casualidad, destacó elPapa recordando el pasaje delos Hechos de los Apóstolespropuesto por la liturgia del día(13, 13-25), que la primera

predicación, la «de losapóstoles de Jesús», fuese«histórica». En la predicacióndel Evangelio, estos «llegabana Jesús, pero narrando toda lahistoria del Pueblo de Israel»,partiendo del «padreAbraham», pasando por«Moisés, la liberación deEgipto, la Tierra prometida»,hasta que, citando al rey David,concluían: «De la descendenciade este, según la promesa, hasuscitado para Israel unSalvador, Jesús». Así dabancuenta de un «caminohistórico», el camino que Dios

«ha hecho con su pueblo».Todo esto, dijo Francisco, «noshace pensar que el anuncio deCristo, la salvación de Cristo,este regalo que Dios nos hadado, no es una cosa de unmomento y nada más: ¡es uncamino!». El camino «que Diosha querido hacer con supueblo» y que no se debeolvidar. Tanto es así que en laEscritura son continuas lasrecomendaciones al respecto.Por ejemplo, en el libro delDeuteronomio, que esprecisamente «el libro de lamemoria de Israel», se lee:

«¡Recordad, recordad! Hacedmemoria de esto». Por lo tantoes necesario, explicó elPontífice, «volver atrás paraver cómo Dios nos ha salvado,recorrer —con el corazón y conla mente— el camino con lamemoria y así llegar a Jesús».El mismo Jesús ha subrayado laimportancia de hacer memoriay «en el momento más grandede su vida», nos ha dado sucuerpo y su sangre «y hadicho: “Haced esto en memoriamía”». Entonces, debemos,«tener memoria de cómo Diosnos ha salvado».

Esta es un invitación que laIglesia recoge cada día en laliturgia eucarística. En estesentido, el Papa señaló que enla oración al inicio de la misaque estaba celebrando se habíainvocado a «Dios que haredimido al hombre y lo haelevado más allá del antiguoesplendor». Y añadió: «elpueblo debe hacer memoria»de que todo esto Dios lo hahecho «en camino» con supueblo.En cada eucaristía se celebra«la memoria de esta salvación;el memorial de Jesús que se

hace presente sobre el altarpara darnos la vida», pero,añadió Francisco, «tambiénnosotros, en nuestra propiavida personal, debemos hacerlo mismo: hacer memoria denuestro camino», porque «cadauno de nosotros ha hecho uncamino, acompañado por Dios,cerca de Dios, cerca del Señor»a veces también «alejándosedel Señor». En cualquier caso,recomendó el Pontífice, «hacebien al corazón» de todocristiano hacer memoria «delpropio camino» y tener clarocómo Dios lo ha «conducido

hasta aquí», como lo «hallevado de la mano».En esta recuperación delcamino recorrido también nospodemos dar cuenta que aveces le hemos dicho al Señor:«¡No! ¡Aléjate! ¡No quiero!» —y«el Señor», subrayó el Papa,«es respetuoso» también conesto—, pero aun así esimportante hacer memoria «dela propia vida y del propiocamino».Es útil repetir a menudo estapráctica y acordarse: «En esemomento Dios me dio estagracia y yo he respondí así...»,

decirse: «Hice esto, eso yaquello» y darse cuenta decómo Dios nos ha«acompañado» siempre. Deesta manera, dijo el Papa:«llegamos a un nuevoencuentro», que podríallamarse el «encuentro de lagratitud», en el que se podríarezar así: «¡Gracias Señor poresta compañía que Tú me hasdado, por este camino que hashecho conmigo!», y tambiénpedir perdón por los pecados ylos errores de los que podemosdarnos cuenta, conscientes deque Dios «camina con nosotros

y no se asusta de nuestrasmaldades», está «¡siempreahí!».En este sentido, el Pontíficeañadió: «Cuántas veces lehemos cerrado la puerta en lacara; cuántas veces hemosfingido no verlo, no creer queÉl estaba con nosotros; cuántasveces hemos rechazado susalvación... Pero ¡Él estabaallí!». Y es importante «hacermemoria de todo esto», comolo es también en lo querespecta a «nuestras cosasbuenas». Cuántas veces, porejemplo, «hemos ayudado a

otro, cuidado a un enfermo».De ahí la invitación a «hacermemoria de todo el camino»,porque «la memoria nos acercaa Dios». Es, explicó Francisco,«una especie de re-creación»,de «re-generación, que noslleva más allá del antiguoesplendor que tenía Adán en laprimera creación».Hasta el final de la homilía, elPapa repitió varias veces estesencillo consejo: «¡Hacedmemoria!». Sobre cómo ha sidotoda la vida, o sólo el día dehoy, o el último año, essiempre bueno preguntarse:

¿Cómo han sido mis relacionescon el Señor?, y hacermemoria, concluyó el Pontífice,«de las cosas buenas, grandesque el Señor ha hecho en lavida de cada uno de nosotros».

22 de abril de 2016.Cristianos a tresdimensiones. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.17, viernes 29 de abril de 2016 El cristiano, «hombre deesperanza», sabe y testimoniaque «Jesús está vivo» y «estáentre nosotros», que Jesús pideal Padre «por cada uno denosotros» y que «regresará».En la misa celebrada en Santa

Marta el viernes 22 de abril, elPapa Francisco ha sintetizadode este modo la relación entrecada creyente y Jesúsresucitado. Tomando pie de laliturgia del día, el Pontífice haentresacado tres palabrasfundamentales para la vidacristiana: el «anuncio», la«intercesión» y la«esperanza». Sobre todo elanuncio. Como se lee tambiénen el pasaje de los Hechos delos apóstoles (13, 26-33), elanuncio es sustancialmente «eltestimonio que dan losapóstoles de la resurrección de

Jesús». Así Pablo en lasinagoga afirma: «Y cuandohubieron cumplido todo lo quereferente a él estaba escrito lebajaron del madero y lepusieron en el sepulcro. PeroDios le resucitó de entre losmuertos. Él se apareció durantemuchos días a los que habíansubido con él de Galilea yJerusalén y que ahora sontestigos suyos ante el pueblo».Por lo tanto, ha sintetizado elPontífice, el «anuncio es: Jesúsha muerto y ha resucitado pornosotros, para nuestrasalvación. Jesús está vivo». Es

lo que los primeros discípuloshan transmitido «a los judíos ya los paganos de su tiempo» yhan «testimoniado también consu propia vida, con su sangre».Cuando a Juan y a Pedro,continuó el Papa, les fueprohibido anunciar el nombrede Jesús y hablar de laresurrección, «ellos con todo elcoraje, con toda la sencillezdecían: “nosotros no podemoscallar todo lo que hemos visto yoído”». En efecto, «nosotroscristianos por la fe, tenemos alEspíritu Santo dentro denosotros, que nos hace ver y

escuchar la verdad de Jesús,que ha muerto por nuestrospecados y ha resucitado». Esto,por lo tanto, «es el anuncio dela vida cristiana: ¡Cristo estávivo! ¡Cristo ha resucitado!Cristo está entre nosotros en lacomunidad, nos acompaña enel camino». Y no obstante la«fatiga» que a veces hacemospara comprender, «una de lasdimensiones de la vidacristiana» es precisamenteesta: el anuncio. Loentendemos bien por el pasajede la Escritura donde se leeque Juan afirmó: «Lo que

hemos oído, lo que hemos vistocon nuestros ojos, lo quecontemplamos y tocaronnuestras manos». Como sidijera: «Cristo resucitado esuna realidad y yo doytestimonio de esto».La segunda palabra clave de lapropuesta del Pontífice es la«intercesión». El punto deinicio, esta vez viene delEvangelio de Juan (14, 1-6).Durante la cena del juevessanto, en efecto, los apóstolesestaban tristes, y Jesús dijo:«No se turbe vuestro corazón.Creéis en Dios; creed también

en mí. En la casa de mi Padrehay muchas mansiones. Voy aprepararos un lugar». Franciscose detuvo en este pasaje ypreguntó: «¿Qué quiere deciresto? ¿Cómo prepara el lugarJesús?». La respuesta esinmediata: «Con su oración porcada uno de nosotros, Jesúspide por nosotros y esta es laintercesión». Es importante, enefecto, saber que «Jesústrabaja en este momento consu oración por nosotros». Haexplicado el Papa: así como unavez Jesús, antes de la pasión,dijo: «Pedro he rezado por ti»,

así «ahora Jesús es elintercesor entre el Padre ynosotros».Pero en este punto, uno sepregunta: «¿Y cómo rezaJesús?». La de Francisco hasido una respuesta totalmente«personal» —«una cosa mía»,ha especificado, «no es undogma de la Iglesia»— yatrayente: «Yo creo que Jesúsmuestra las llagas al Padre,porque las llagas las ha cargadoconsigo, después de laresurrección: muestra lasllagas al Padre y nombra a cadauno de nosotros». Según el

Pontífice, se puede imaginar asíla oración de Jesús. Y elcristiano se anima sabiendoesto: «en este momento Jesúsintercede por nosotros».Y, por último, la terceradimensión: la de la esperanza.Es también el Evangelio del díael que habla de esperanza.Jesús dice: «Voy a prepararosun lugar» y añade: «Y cuandohaya ido y os haya preparadoun lugar, volveré y os tomaréconmigo para que donde estéyo estéis también vosotros».He aquí la esperanza delcristiano. Jesús dice:

«¡Vendré!». Ha explicado elPapa: «El cristiano es unamujer, es un hombre deesperanza» precisamenteporque «espera que el Señorregrese». Al respecto, haañadido el Pontífice, «eshermoso» notar «cómocomienza y acaba la Biblia». Alinicio se lee: «En elprincipio...», es decir «cuandocomenzaron las cosas». Y elApocalipsis acaba «con laoración: “Ven Señor Jesús”».Toda la Iglesia, en efecto,«espera la venida de Jesús:Jesús regresará». Esta, ha

dicho el Pontífice, «es laesperanza cristiana».Por ello, concluyó el Papasintetizando su meditación,cada uno puede preguntarse:«¿Cómo es el anuncio en mivida? ¿Cómo es mi relación conJesús que intercede por mí? Y¿cómo es mi esperanza? ¿Creode verdad que Jesús resucitó?¿Creo que intercede ante elPadre por mí?». Y por último:«¿Creo de verdad que el Señorregresará?». En otras palabras:«¿creo en el anuncio? ¿Creo enla intercesión? ¿Soy un hombreo una mujer de esperanza?».

28 de abril de 2016. Novedady resistencias. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.18, viernes 6 de mayo de 2016 Desde Pentecostés el«protagonista de la Iglesia» esel Espíritu Santo: es él quien«mueve todo», quien ayuda «aser fuertes en el martirio» perotambién a «vencer lasresistencias» que pueden surgiren el seno de la comunidad

cristiana misma. Es la historiade un camino —recorrido por laIglesia desde los orígenes hastanuestros días— la que contó elPapa Francisco en la homilíadurante la misa celebrada enSanta Marta el jueves 28 deabril. Un camino que, desde lasprimeras discusiones entre losapóstoles, se ha visto marcadopor algunas actitudes:«reunirse», «escucharse»,«discutir», «rezar y decidir»con el Espíritu Santo. Es, pusode relieve el Pontífice, la senda«de la sinodalidad», en la cual«se expresa la comunión de la

Iglesia», que es obra delEspíritu.«El protagonista de la Iglesia,del trabajo de la Iglesia, decrecimiento de la Iglesia» es elEspíritu. Como lo recordó elPapa, se trata de un dato queemerge claramente de lasEscrituras. Es Él, en efecto,«quien desde el primermomento ha dado la fuerza alos apóstoles, uno por uno, deproclamar el Evangelio, elnombre de Jesús». El Espíritu«dijo a Felipe: “Dirígete poraquel camino, donde estaba elprosélito etíope y escucha...”»;

igualmente envió a Pedro aCesarea y a Pablo «dijo: “Ven aMacedonia”, en un sueño».Precisamente allí, donde Pabloy Silas fueron encarcelados, fuetambién el Espíritu quien movióel corazón del carcelero que,ante hechos extraordinarios —en los Hechos de los apóstolesse lee: «De repente se produjoun terremoto tan fuerte que losmismos cimientos de la cárcelse conmovieron. Al momentoquedaron abiertas todas laspuertas y se soltaron lascadenas de todos» (16, 26)—pidió el bautismo.

Concluyó el Pontífice: «Es elEspíritu quien lo hace todo, elEspíritu que conduce a laIglesia hacia adelante». Pero,añadió, la conduce haciaadelante «incluso en laconfrontación con susproblemas». Así, «cuando sedesata la persecución, despuésdel martirio de Esteban, porejemplo, es el Espíritu el queda la fuerza a los creyentespara permanecer en la fe. Y estambién Él «quien hace huir alos creyentes de Jerusalén,después del martirio deEsteban» y los impulsa a

«llevar la fe en Jesús a otrossitios».También en el pasaje propuestopor la liturgia del día, tomadode los Hechos de los apóstoles(15, 7-21), se encuentra laacción del Espíritu «queconduce hacia adelante a laIglesia; y lo hace en momentosde paz, gozosos, de conversión,pero también en los momentosdifíciles de persecución ytambién de resistencias y deobstinación de los doctores dela ley». En el pasaje encuestión, en efecto, se leesobre la «resistencia de los que

creían que Jesús hubiesevenido sólo para el puebloelegido». Ellos, al escuchar queel Espíritu Santo había venido«sobre los paganos, sobre losgriegos, sobre los que nopertenecían al pueblo deIsrael», se rebelaron diciendo:«Pues no, esto no se puedehacer». Incluso inspirados poruna «buena voluntad», oponían«resistencia». Así como cuandoellos mismos introducían otrasexcepciones: «Pues, sí, esverdad, el Espíritu Santodescendió sobre ellos, perodeben hacen el camino según

la ley, para llegar a la gracia,es decir la circuncisión y todoslos ritos de pertenencia alpueblo de Israel».Era una situación de «granconfusión», desatada por lasque el Papa definió «lassorpresas del Espíritu». O seaque «el Espíritu llevaba elcorazón por un camino nuevo»y los apóstoles «se encontraronen medio de situaciones quenunca habrían imaginado,situaciones nuevas». Elproblema era: «¿cómogestionar estas nuevassituaciones?». No por

casualidad el pasaje de losHechos de los apóstolescomienza especificando: «Enaquellos días, se produjo conesto una gran discusión...». Yse trataba, destacó Francisco,de una discusión «encendida»porque los apóstoles por unaparte «tenían la fuerza delEspíritu —el protagonista— queimpulsaba a ir adelante,adelante, adelante»; pero almismo tiempo el Espíritu «losconducía a ciertas novedades,ciertas cosas que nunca sehabían hecho», es más, «nisiquiera las habían imaginado».

Como, por ejemplo, el hecho deque los paganos pudiesenrecibir el Espíritu Santo. Porello se preguntaban: «¿Quétenemos que hacer?». Endefinitiva, explicó el Pontíficeusando una expresión común,«tenían la patata caliente enlas manos, y no sabían quéhacer».En los Hechos de los apóstolesse lee que por este motivo setuvo una reunión en la quecada uno contó «su propiaexperiencia —Pablo, Bernabé,Pedro mismo»— y cómo al finallos apóstoles «se pusieron de

acuerdo». Pero, destacó elPapa, antes de la solución finalse nota «algo bonito: “Toda laasamblea calló y escucharon aBernabé y a Pablo contar todaslas señales y prodigios que Dioshabía realizado por medio deellos entre los gentiles». Así,pues, del relato surge unaspecto fundamental: la«escucha, no tener miedo deescuchar». Es importanteporque, dijo Francisco, «cuandouno tiene miedo de escuchar,no tiene el Espíritu en sucorazón». Y, sobre todo, esimportante «escuchar con

humildad».Sólo «después de haberescuchado», en efecto, losapóstoles «decidieron enviar alas comunidades griegas, esdecir a los cristianos queprocedían del paganismo»,algunos discípulos «paratranquilizarlos y decirles: “Estábien, seguid así”». Por lo tanto,«se pusieron de acuerdo,enviaron a estos hermanos ydecidieron escribir una carta».Y también en esa carta, recordóel Pontífice, «el protagonista esel Espíritu Santo». En la mismase lee: «Que hemos decidido el

Espíritu Santo y nosotros...» yen otras traducciones: «ElEspíritu Santo y nosotroshemos decidido...». Es decir,está claro que los apóstoles«con el Espíritu guían a laIglesia».La lectura del día es, sin lugara dudas, indicativa de cuál es«el camino de la Iglesia antelas persecuciones» y tambiénante las «sorpresas delEspíritu, porque el Espíritusiempre nos sorprende».¿Cómo se afrontan losproblemas? «Con la reunión, laescucha, la discusión, la

oración y la decisión final. Y allíestá el Espíritu». Un estilo, uncamino seguido desde losorígenes «hasta hoy», cada vezque «el Espíritu nos sorprende»con algo de lo cual se dice:«nunca se hizo así»; o bien:«se debe hacer así».«Pensad —añadió el Paparecurriendo a un ejemplo “máscercano a nosotros”— en elVaticano ii, en las resistenciasque tuvo el Concilio Vaticanoii». También hoy, dijo, hay«resistencias que siguen deuna forma o de otra, y elEspíritu sigue adelante». Pero

«el camino de la Iglesia eseste: reunirse, compartir,escucharse, discutir, rezar ydecidir. Y esto es la así llamadasinodalidad de la Iglesia, en lacual se expresa la comunión dela Iglesia».Y una vez más, explicóFrancisco, encontramos al«protagonista» de siempre. Enefecto, «¿quién construye lacomunión? ¡Es el Espíritu!»; y«¿qué nos pide el Señor?Docilidad al Espíritu», o sea«no tener miedo, cuandovemos que es el Espíritu el quenos llama». A veces, es más, es

el Espíritu mismo quien «nosdetiene» y nos indica el caminojusto. Seguramente el Espíritu«no nos deja solos» y «nos dael valor, nos da la paciencia,nos hace segur seguros por elcamino de Jesús, nos ayuda avencer las resistencias y a serfuertes en el martirio». Esteespíritu, concluyó el Papa, «esel don del Padre, que Jesús haenviado».De aquí la invitación final delPontífice: «Pidamos al Señor lagracia de comprender cómosigue adelante la Iglesia, decomprender cómo desde del

primer momento ha afrontadolas sorpresas del Espíritu» ypidamos, también, para cadauno de nosotros, «la gracia dela docilidad al Espíritu».

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

Compuestos por:[email protected]

MAYO.2 de mayo de 2016. El preciodel testimonio.3 de mayo de 2016. Haciendocamino.6 de mayo de 2016. Conalegría y con esperanza.9 de mayo de 2016. Perfectodesconocido.10 de mayo de 2016.Juventud quemada.12 de mayo de 2016. FelipeNeri y la gallina.17 de mayo de 2016. Ese

deseo de treparse.19 de mayo de 2016.Sanguijuelas de hoy.20 de mayo de 2016. Dios noes una ecuación.23 de mayo de 2016. Himno ala alegría.24 de mayo de 2016. Día trasdía.30 de mayo de 2016. Espírituenjaulado.31 de mayo de 2016. Mujeresvalientes.

2 de mayo de 2016. El preciodel testimonio. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.18, viernes 6 de mayo de 2016 En la vida del cristiano hay un«doble testimonio»: el delEspíritu que «abre el corazón»mostrando a Jesús, y el de lapersona que «con la fuerza delEspíritu» anuncia «que elSeñor vive». Un testimonio,este último, para dar «no tanto

con las palabras» sino con la«vida», incluso a costa de«pagar el precio» de laspersecuciones.Fueron una vez más el EspírituSanto y su acción en el corazónde cada creyente el centro dela meditación del PapaFrancisco durante la misacelebrada en Santa Marta ellunes 2 de mayo. La liturgia, enefecto, sigue proponiendo lospasajes de los Hechos de losapóstoles (16, 11-15) con lasprimeras misiones de la Iglesianaciente y pasajes del discursode Jesús durante la última cena

(Juan 15, 26 - 16, 4). Enespecial, en el Evangelio del díase lee que Jesús «habla deltestimonio que el EspírituSanto, el Paráclito, dará de Él ydel testimonio que nosotrosdeberíamos dar también de Él».Y Francisco destacó que aquí lapalabra «más fuerte» esprecisamente «testimonio».El testimonio del Espíritu seencuentra también en laprimera lectura donde,mientras se habla de Lidia, una«comerciante de púrpura de laciudad de Tiatira, una creyenteen Dios», se dice: «El Señor le

abrió el corazón para que seadhiriese a las palabras dePablo». Pero «¿quién ha tocadoel corazón de esta mujer?» sepreguntó el Pontífice,recordando que Lidia «percibiódentro de sí» algo que laimpulsaba a decir: «¡Esto esverdad! ¿Estoy de acuerdo conlo que dice este hombre, estehombre que da testimonio deJesucristo»? La respuesta es:«El Espíritu Santo». Es Él«quien hizo sentir a esta mujerque Jesús es el Señor; hizosentir a esta mujer que lasalvación estaba en la palabras

de Pablo; hizo sentir a estamujer un testimonio».Por lo tanto, explicó el Papa, esel Espíritu quien «da testimoniode Jesús. Y cada vez quenosotros sentimos algo en elcorazón que nos acerca aJesús, es el Espíritu quientrabaja dentro». Jesús mismoexplicó a sus discípulos laacción del Espíritu: «Osenseñará y os recordará todo loque os he dicho». Y el Espíritu,añadió Francisco,«continuamente abre elcorazón, como abrió el corazónde esta señora Lidia», y «da

testimonio para escuchar yrecordar lo que Jesús nos haenseñado».Pero el testimonio, explicó elPapa, «es doble». O sea: «elEspíritu nos da testimonio deJesús y nosotros damostestimonio del Señor con lafuerza del Espíritu». Lorecuerda una vez más Jesús enel pasaje evangélico: «Cuandovenga el Paráclito, que yo osenviaré junto al Padre, elEspíritu de la verdad, queprocede del Padre, él darátestimonio de mí. Pero tambiénvosotros daréis testimonio,

porque estáis conmigo desde elprincipio». Y el Señor, destacóFrancisco, insiste en lascaracterísticas de estetestimonio —«tal vez losdiscípulos no comprendíanbien», dijo— y añadió: «Os hedicho esto para que no osescandalicéis». Les explica «elprecio del testimonio cristiano»de forma directa: «Osexpulsarán de las sinagogas. Eincluso llegará la hora en quetodo el que os mate piense queda culto a Dios».Así, pues, resumió el Pontífice,«el cristiano, con la fuerza del

Espíritu, da testimonio de queel Señor vive, que el Señor haresucitado, que el Señor estáentre nosotros, que el Señorcelebra con nosotros sumuerte, su resurrección, cadavez que nos acercamos alaltar»; y lo hace «en su vidacotidiana, con su modo deobrar». Es, añadió, «eltestimonio continuo delcristiano». Al mismo tiempo, elcristiano debe ser consciente deque a veces este testimonio«provoca ataques, provocapersecuciones»: son «laspequeñas persecuciones»,

como las de las «habladurías» yde las «críticas», pero tambiénlas persecuciones de las que«la historia de la Iglesia estállena», es decir, las queconducen «a los cristianos a lacárcel» o «incluso a dar lavida».Es, por lo tanto, el «EspírituSanto que nos dio a conocerJesús» el que nos impulsa «adarlo a conocer, no tanto conlas palabras, sino con eltestimonio de vida». Y, sugirióconcluyendo el Papa, «es buenopedir al Espíritu Santo quevenga a nuestro corazón, para

dar testimonio de Jesús» yrezar así: «Señor, que yo nome aleje de Jesús. Enséñame loque ha enseñado Jesús. Hazque recuerde lo que dijo e hizoJesús y, también, ayúdame adar testimonio de estas cosas.Que la mundanidad, las cosasfáciles, las cosas que vienenprecisamente del padre de lamentira, del príncipe de estemundo, el pecado, no me alejedel testimonio; que no meescandalice, como dice Jesús,de ser cristiano, porque alguienme evita o porque haypersecuciones».

3 de mayo de 2016. Haciendocamino. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.18, viernes 6 de mayo de 2016 El «camino justo» se llamaJesús y para el cristiano elcamino de la vida está hecho«un poco de cruz y un poco deresurrección». Pero por elcamino está quien se detienecomo «una momia espiritual»,quien se equivoca de dirección

y se obstina, quien se pasa lavida dando vueltas sin sentidoy quien se deja seducir por lasbellezas mundanas: sobre estasactitudes alertó el Papa,invitando expresamente a unexamen de conciencia paraverificar la propia experienciade fe, en la misa celebrada elmartes 3 de mayo en la capillade la Casa Santa Marta.El pasaje evangélico de Juanpropuesto por la liturgia (14, 6-14) —explicó Francisco— «esparte del largo discurso deJesús en la última cena, eldiscurso de despedida: Él se

despide antes de ir a laPasión». Y dice a los apóstoles:«No os dejaré huérfanos; no osdejaré solos; voy a prepararosun sitio». Además, destacó elPapa, en los «dos versículosanteriores a este pasaje quehemos escuchado» se lee:«Donde yo voy sabéis elcamino, vosotros conocéis elcamino». Y Tomás responde:«Señor, no sabemos a dóndevas, ¿cómo podemos saber elcamino?». Y es aquí dondeinicia el texto evangélico de laliturgia del día, con Jesús quedice a Tomás: «Yo soy el

Camino». Es «la respuesta a laangustia, a la tristeza, a latristeza de los discípulos poresta despedida de Jesús: ellosno comprendían mucho, peroestaban tristes por esto». Porello Jesús dice a Tomás: «Yosoy el Camino».Esta expresión de Jesús, afirmóFrancisco, «nos hace pensar enla vida cristiana», que «es uncamino: comenzamos acaminar con el bautismo, ycamino, camino, camino». Sepuede decir que la vidacristiana «es un camino y elcamino justo es Jesús». Tanto

che lui stesso ha detto: «Yo soyel Camino». Por lo tanto, «paracaminar bien en la vidacristiana el camino es Jesús».Pero, advirtió el Papa, «haymuchos modos de caminar».Está «ante todo el que nocamina. Un cristiano que nocamina, que avanza, es uncristiano “no cristiano”, pordecirlo así: es un cristiano unpoco pagano, está allí, estáinmóvil, no avanza en la vidacristiana, no hace florecer lasbienaventuranzas en su vida,no hace obras de misericordia,está estático». Es más, añadió

Francisco, «disculpadme lapalabra, pero es como si fueseuna “momia”, eso, una “momiaespiritual”». Y «existencristianos que son “momiasespirituales”, estáticos: nohacen mal a nadie, pero notampoco el bien. Pero estemodo de ser «no dará fruto: noes un cristiano fecundo porqueno camina».Luego, continuó el Papa, hayalgunos que «caminan y seequivocan de camino». Pero«también nosotros muchasveces nos equivocamos decamino». Es «el Señor mismo

quien viene y nos ayuda, no esuna tragedia equivocarse decamino». En efecto, «latragedia es ser terco y decir:“este es el camino”, y no dejarque la voz del Señor nos diga:“Este no es el camino, vuelve,vuelve hacia atrás y retoma lasenda auténtica”». Hay que«retomar el camino cuando nosdamos cuenta de los errores,de las equivocaciones quecometemos» y «no ser tercos eir siempre por la sendaequivocada, porque esto nosaleja de Jesús, porque Él es elcamino y no el camino

equivocado».Es más, explicó Francisco, «hayotros que caminan pero nosaben dónde van: son errantesen la vida cristiana,vagabundos». En tal medidaque «su vida es un dar vueltas,por aquí y por allá, y, así,pierden la belleza de acercarsea Jesús en la vida de Jesús». Osea, «pierden el camino porquedan muchas vueltas, y muchasveces este dar vueltas, darvueltas errantes, los conduce auna vida sin salida: dardemasiadas vueltas seconvierte en un laberinto y

luego no saben cómo salir».Así, al final, «pierden lallamada de Jesús, no tienenbrújula para salir y danvueltas, dan vueltas, buscan».Luego, continuó el Papa, «hayotros que en el camino sonseducidos por una belleza, poralgo, y se quedan en la mitaddel camino, fascinados por loeso que ven, por esa idea, poresa propuesta, por ese paisaje,y se detienen». Pero «la vidacristiana no es una fascinación:es una verdad. Es Jesucristo».Y «santa Teresa de Ávila decía,hablando de este camino:

“Nosotros caminamos parallegar al encuentro conJesús”»: precisamente «comouna persona que camina parallegar a un sitio, no se detieneporque le gusta un albergue,porque le gusta el paisaje, sinoque sigue adelante, adelante,adelante». Pero «en la vidacristiana» está bien«detenerse, contemplando lascosas que me gustan, lasbellezas —están las bellezas yhay que contemplarlas, porquelas hizo Dios—, pero noquedarse allí». Hay que«continuar la vida cristiana».

Por ello hay que hacer «quealgo hermoso, algo sereno, unavida tranquila no me fascinehaciendo que me detenga». Deeste modo, afirmó el Papa, hay«muchas formas de no recorrerel justo camino», porque «eljusto camino, la senda justa esJesús».En la perspectiva de estareflexión, el Pontífice sugirió unexamen de conciencia a travésde una serie de preguntasdirectas: «Nosotros, hoy,podemos preguntarnos, cadauno de nosotros: Mi caminocristiano, que comencé en el

bautismo, ¿cómo va? ¿Se hadetenido? ¿Se ha equivocadode camino? ¿Estoycontinuamente dando vueltas yno sé dónde ir espiritualmente?¿Me detengo ante las cosas queme gustan: la mundanidad, lavanidad —muchas cosas, ¿no?—, o voy siempre haciaadelante, haciendo concretaslas bienaventuranzas y lasobras de misericordia?». Y,añadió, «hace bien preguntarseesto: es un auténtico examende conciencia». En esencia:«¿Cómo camino? ¿Sigo aJesús?».

Y acerca de «cómo seguir aJesús —explicó el Papa— nos loha dicho Pablo en la primeralectura (1 Co 15, 1-8): “Ostransmití, en primer lugar, loque a mi vez recibí: que Cristomurió por nuestros pecados,según las Escrituras: que fuesepultado y que resucitó segúnlas Escrituras: que se aparecióa Cefas y luego a los Doce”».Es esto, explicó Francisco,«seguir a Jesús es estarconvencido de esto, que elcamino de Jesús ese este:siempre hay un poco de cruz yun poco de resurrección». Pero

«este es el camino» y «cuandoJesús dijo a Tomás: “Yo soy elCamino”, le decía esto». Porello, insistió el Pontífice, «estees el camino y este es elcamino cristiano: el camino deJesús tiene muchasconsolaciones, y también cruz,pero siempre con paz en alalma».Sacando las conclusiones de sureflexión, el Papa volvió arepetir que «no siguetotalmente a Jesús el cristianoque se detiene; el que seequivoca de camino; el que sepasa la vida dando vueltas; el

que fascinado y seducido porlas bellezas o las cosas que leinteresan se detiene allí paramirar y, así, hace más lento elcamino».Antes de continuar con lacelebración, Francisco invitónuevamente a un examen deconciencia —al menos «cincominutitos»— para preguntarse:«¿Cómo estoy en este caminocristiano? Estático, en ladirección equivocada, dandovueltas, deteniéndome ante lascosas que me gustan?». O biencorrespondo a lo que diceJesús: «Yo soy el Camino»? Y,

exhortó, «pidamos al EspírituSanto que nos enseñe acaminar bien, siempre, ycuando nos cansemos»hagamos «una pequeña pausay adelante». Al Señor,concluyó, «pidamos estagracia».

6 de mayo de 2016. Conalegría y con esperanza. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.19, viernes 13 de mayo de2016 El cristiano no anestesia eldolor, ni siquiera el dolor másgrande que hace vacilar la fe, yno vive la alegría y laesperanza como si fuesesiempre carnaval. Peroencuentra el sentido de su

existencia en el perfil de unamujer que da a luz: cuandonace el niño está tan feliz queya no recuerda su sufrimiento.Es esta la apremiante imagenpropuesta por Jesús mismo queel Papa relanzó en la misa delviernes 6 de mayo, por lamañana, en la Casa SantaMarta.«En la liturgia de la Ascensióndel Señor —dijoinmediatamente Francisco,refiriéndose a la celebraciónfestiva del día anterior— laIglesia estalla en una actitudque no es habitual, y al inicio la

primera oración es un grito:“¡Exulte, Señor, tu Iglesia!”».Sí, continuó, «exultar, con laesperanza de vivir y llegarhasta el Señor: “Que exulte dealegría tu Iglesia”». Unainvocación que expresa«precisamente la alegría queinvade toda la Iglesia, alegría yesperanza: van juntas». Enefecto, «una alegría sinesperanza es una simplediversión, una alegríapasajera». Y «una esperanzasin alegría no es esperanza, nova más allá de un sanooptimismo».

He aquí por qué «alegría yesperanza van juntas —explicóFrancisco—, y ambas producenesa explosión que la Iglesia ensu liturgia casi, me permitodecir la palabra, sin pudorgrita: “Que exulte tu Iglesia”,que exulte de alegría, sinformalidad». Porque «cuandoexiste una alegría fuerte, nohay formalidad: hay alegría».Así, pues, repitió el Papa, «queexulte de alegría tu Iglesia yviva en la esperanza».«Con tres pinceladas —afirmóel Pontífice— la Iglesia nos dicecuál debe ser la actitud

cristiana: alegría y esperanzajuntas». Así, «la alegría hacefuerte a la esperanza y laesperanza florece en laalegría». Y «ambas, estas dosvirtudes cristianas, indican unsalir de nosotros mismos: lapersona alegre no se cierra ensí misma; la esperanza te llevaallí, es el ancla que está en laplaya del cielo y te saca fuera».De este modo, podemos «salirde nosotros mismos con laalegría y la esperanza». Setrata de una reflexión que hacereferencia al pasaje evangélicode Juan (16, 20-23) propuesto

por la liturgia.«El Señor nos dice que habráproblemas —continuó el Papa—; y en la vida esta alegría yesperanza no son un carnaval,es otra cosa, pues hay queafrontar las dificultades».Francisco volvió a proponer «laimagen que usa el Señor hoyen el Evangelio: la mujercuando llega a la hora delparto». Sí, explicó, «la mujer,cuando da a luz, experimentael dolor porque ha llegado suhora; pero cuando nace el niñoya no se acuerda delsufrimiento».

Y es precisamente «lo quehacen, en nuestra vida, laalegría y la esperanza juntascuando pasamos portribulaciones, cuando tenemosproblemas, cuando sufrimos».No se trata, ciertamente, de«una anestesia: el dolor esdolor, pero vivido con alegría yesperanza te abre la puerta ala alegría de un fruto nuevo».«Esta imagen del Señor nosdebe ayudar mucho en lasdificultades», aseguró el Papa,también en las «peores, en lassituaciones feas, que inclusonos hacen dudar de nuestra

fe». Pero «con la alegría y laesperanza sigamos adelante,porque después de estatempestad llega un hombrenuevo, como la mujer cuandoda a luz».«También vosotros estáis tristesahora», son las palabras deJesús a los discípulos que nostransmite el Evangelio. Einmediatamente los tranquiliza:«Pero volveré a veros y sealegrará vuestro corazón yvuestra alegría nadie os lapodrá quitar».Son palabras que se debenponer de relieve, añadió el

Pontífice: «La alegría humanapuede ser borrada porcualquier cosa, por cualquierdificultad. Pero esta alegría queel Señor nos da, que nos haceexultar, nos hace gozar en laesperanza de encontrarlo, estaalegría nadie la puede quitar, esduradera. Incluso en losmomentos más oscuros».Francisco concluyó sumeditación con el deseo de que«el Señor nos dé la gracia deuna alegría grande que seaexpresión de la esperanza; yuna esperanza fuerte que seconvierta en alegría en nuestra

vida».

9 de mayo de 2016. Perfectodesconocido. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.19, viernes 13 de mayo de2016 Un perfecto desconocido oincluso «un prisionero de lujo»:esto es el Espíritu Santo paralos muchos cristianos quedesconocen que es él quien«mueve a la Iglesia»,llevándonos a Jesús,

haciéndonos «reales» y «novirtuales». El aliento areflexionar sobre el papelcentral que tiene el EspírituSanto en la vida de loscreyentes, precisamente en lasemana anterior a Pentecostés,fue el tema de la homilía delPapa Francisco en la misa dellunes 9 de mayo, por lamañana, en Santa Marta.Al inicio de la celebración elPapa, indicando la imagen desanta Luisa de Marillac ubicadajunto al altar, recordó sumemoria litúrgica. Y es laprimera vez que se celebra en

esta fecha: desde lacanonización, en 1934, hastahoy se celebraba el 15 demarzo. Además, es hoy elaniversario de su beatificación,celebrada el 9 de mayo de1920. Una jornadaparticularmente importante,explicó el Pontífice, porqueLuisa de Marillac es lafundadora de las Hijas de laCaridad de San Vicente de Paúl,«las hermanas que trabajan yllevan adelante» la Casa SantaMarta. Por ello, dijo Francisco,«ofreceré la misa por lashermanas de la casa».

Para la homilía, el Papa seinspiró en el pasaje tomado delos Hechos de los apóstoles (19,1-8). Pablo encuentra en Éfesoa algunos discípulos que creíanen Jesús y les pregunta:«¿Recibisteis el Espíritu Santocuando abrazasteis la fe?». Yellos, después de mirarse unpoco asombrados, lerespondieron: «Pero si nosotrosno hemos oído decir siquieraque exista el Espíritu Santo».Pablo retoma inmediatamenteel diálogo preguntando québautismo habían recibido, a loque los discípulos dijeron: «El

bautismo de Juan». Así, Pabloles explica que «ese era unbautismo de penitencia, depreparación». Escuchando aPablo, los discípulos de Éfeso«se hicieron bautizar en elnombre del Señor Jesús». Así,pues, explicó el Papa, «es uncamino: el camino deconversión, pero faltaba elbautismo y luego la imposiciónde las manos, para que vinierael Espíritu Santo».«También hoy sucede lomismo» afirmó el Pontífice. «Lamayor parte de los cristianos»sabe poco o nada sobre el

Espíritu Santo, así que puedenhacer propia la respuesta de losdiscípulos de Éfeso a Pablo:«No hemos oído decir siquieraque exista el Espíritu Santo». Ysi preguntamos a muchasbuenas personas: «¿quién es elEspíritu Santo para ti?» y«¿qué hace y dónde está elEspíritu Santo?», la únicarespuesta será que es «latercera persona de la Trinidad».Exactamente como loaprendieron en el catecismo.Pero si le preguntas: «¿quéhace?», te responden que «estáallí». Y «allí se quedan nuestros

cristianos».«El Espíritu Santo —explicóFrancisco— es el que mueve laIglesia; quien trabaja en laIglesia, en nuestro corazón; esquien hace de cada cristianouna persona distinta de la otra,pero de todos juntos hace launidad».Al inicio de la misa, recordó elPontífice, en la antífona deentrada se dijo: «Cuando elEspíritu Santo descienda sobrevosotros, recibiréis fuerza paraser mis testigos en Jerusalén yhasta los confines del mundo».He aquí que «el Espíritu Santo

es quien nos mueve paraalabar a Dios, nos impulsa arezar: “Ora, en nosotros”». ElEspíritu Santo «es quien estáen nosotros y nos enseña amirar al Padre y decirle:“Padre”». Y, así, «nos libera deesa condición de huérfano a laque el espíritu del mundoquiere llevarnos». Por todasestas razones, explicó, elEspíritu Santo «es tanimportante: es el protagonistade la Iglesia viva: es quientrabaja en la Iglesia».Y el Pontífice alertó acerca deun peligro: «Cuando no

estamos a la altura de estamisión del Espíritu Santo y nolo recibimos así», se acaba por«reducir la fe a una moral, auna ética». Y se piensa quecumplir con todos losmandamientos sea suficiente,«pero nada más». Y, así, nosdecimos: «esto se puede hacer,esto no se puede hacer; hastaaquí sí, hasta allí no», cayendoen la «casuística» y en «unamoral fría». Pero, recordó elPapa, «la vida cristiana no esuna ética: es un encuentro conJesucristo». Y «quien meconduce a este encuentro con

Jesucristo» es el Espíritu Santo.De este modo, «tenemos en elcorazón al Espíritu Santo comoun “prisionero de lujo”: nopermitimos que nos impulse, nodejamos que nos mueva». Sinembargo, «lo hace todo, lo sabetodo, sabe recordarnos lo quedijo Jesús, sabe explicarnos lascosas de Jesús». Hay sólo unacosa que «el Espíritu Santo nosabe hacer: cristianos de salón.¡Esto no lo sabe hacer! No sabehacer “cristianos virtuales”, novirtuosos». Al contrario, «hacecristianos reales: él toma lavida real así como es». Por esto

«es el gran “prisionero denuestro corazón” y nosotrosdecimos que es la tercerapersona de la Trinidad yacabamos allí.«Esta semana —sugirióFrancisco— nos hará bienreflexionar acerca de lo quehace el Espíritu Santo ennuestra vida». Para ayudar eneste examen de conciencia elPontífice propuso algunaspreguntas: «¿Me ha enseñadoel camino de la libertad? ¿Lo heaprendido de él? ¿Cuállibertad? El Espíritu Santo, queestá en mí, me impulsa a salir:

¿tengo miedo? ¿Cómo es mivalentía, la que me da elEspíritu Santo, para salir de mímismo, para testimoniar aJesús? ¿Cómo es mi pacienciaen las pruebas? Porque tambiénla paciencia la da el EspírituSanto».Precisamente «en esta semanade preparación para lasolemnidad de Pentecostés», elPapa invitó a los cristianos apreguntarse si de verdad creenen el Espíritu Santo o si paraellos es sólo «una palabra». Y«tratemos —exhortó— dehablar con él y decir: “Yo sé

que tú estás en mi corazón,que tú estás en el corazón de laIglesia, que tú llevas adelantela Iglesia, que tú construyes launidad entre todos nosotros,siendo diversos todos nosotros,en la diversidad de todosnosotros».

10 de mayo de 2016.Juventud quemada. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.20, viernes 20 de mayo de2016 «Quemar la vida por causasnobles»: he aquí unaoportunidad ofrecida a losjóvenes de hoy, que inmersosen una «cultura delconsumismo» y «delnarcisismo» a menudo se ven

insatisfechos y poco felices. Enla misa celebrada el martes 10de mayo en Santa Marta, elPapa Francisco puso en elcentro de su reflexión eltestimonio de los misioneros—«la gloria de nuestraIglesia»— proponiéndolo comomodelo para los jóvenes.La homilía del Pontífice seinspiró en la primera lecturadel día tomada de los Hechosde los apóstoles (20, 17-27),en la cual se lee que —dijo elPapa— «podríamos llamar la“despedida de un apóstol”». Esel pasaje en el cual «Pablo

convoca en Mileto a lospresbíteros de Éfeso y les diceque ya no los volverá a ver,porque debe marcharse, porqueel Espíritu lo impulsa a ir aJerusalén».Analizando esto texto, se veque, ante todo, el apóstol hace«un examen de conciencia:“Vosotros sabéis cómo mecomporté siempre con vosotros,desde el primer día que entréen Asia”». Es una ponderaciónen la cual Pablo «relata suforma de comportamiento» y,en un primer momento, parecetambién «que alardea un

poco». En realidad «no es así»,y él mismo añade:«Sencillamente fue el Espírituquien me condujo a esto».Luego continua: «Impulsadopor el Espíritu voy a Jerusalén.El Espíritu me mandó aquí aanunciar a Jesús y el Espírituahora me llama a ir aJerusalén». Después delexamen de conciencia emergeotro elemento: la «docilidad» alEspíritu Santo. Es un despedidaen la cual Pablo expresa tanto«una nostalgia al mirar haciaatrás lo que el Señor hizo conÉl», como «un sentimiento de

agradecimiento al Señor».Este pasaje de la Escritura,destacó Francisco, hacerecordar «el bonito textoliterario del español Pemán» enel cual se lee «la descripción dela despedida de la vida de sanFrancisco Javier ante las playasde China. También él hace unexamen de conciencia: solo,ante Dios».Significativo es también cómocontinúa la narración, porquenos podemos preguntar: «¿Quéle espera a Pablo?». En efecto,el apóstol escribe que «va aJerusalén “sin saber lo que allí

me sucederá”». Como unmisionero que parte «sin saberlo que le espera». De una únicacosa está seguro: «Solamentesé que en cada ciudad elEspíritu Santo me testifica queme aguardan prisiones ytribulaciones». Y, comentó elPontífice, también «elmisionero sabe que no seráfácil la vida, pero sigueadelante».Por último Pablo añade «otraverdad, que hace llorar a lospresbíteros de Éfeso: “Y ahorayo sé que ya no volveréis a vermi rostro ninguno de

vosotros”». Por ello «daalgunos consejos. Loacompañan hasta la nave y enla playa se arrojaron al cuello,llorando... Y así se despide» dela comunidad de Éfeso, en laciudad de Mileto. «El fin delapóstol es el fin de losmisioneros» comentó el Papa.«Creo —explicó— que estepasaje» evoca «la vida denuestros misioneros: muchosjóvenes, chicos y chicas, quedejaron la patria, la familia y semarcharon lejos, a otroscontinentes, a anunciar aJesucristo». También ellos

«iban “obligados” por elEspíritu Santo», era su«vocación». Y hoy, cuando enesos sitios «vamos a loscementerios» y «vemos suslápidas», nos damos cuenta que«muchos murieron jóvenes,con menos de cuarenta años»,a menudo porque no estabanpreparados para soportar lasenfermedades del lugar.Entendemos que estos jóvenes«entregaron la vida»,«quemaron la vida».Significativa la reflexión deFrancisco: «Pienso que ellos,en ese último momento, lejos

de su patria, de su familia, desus seres queridos, dijeron:“Valió la pena hacer aquelloque he hecho!”».Al recordar a estos jóvenes,«héroes de la evangelizaciónde nuestros tiempos»,recordando cómo Europa llenóotros continentes de misionerosque partían sin regresar —yque probablemente, en su«último momento», el de «ladespedida», dijeron comoJavier: «He dejado todo, ¡perovalió la pena!»— el Papaafirmó: «Creo que sería justodar gracias al Señor por su

testimonio». Algunos murieron«anónimos», otros como«mártires y entregando la vidapor el Evangelio»: estosmisioneros son, dijo Francisco,«¡nuestra gloria! ¡La gloria denuestra Iglesia!».Ante estos ejemplos, elPontífice tuvo un recuerdo paralos «chicos y las chicas dehoy», a menudo incómodos enla «cultura del consumismo, delnarcisismo». Y a ellos les dijo:«¡Mirad el horizonte! Miradhacia allí, mirad a nuestrosmisioneros». Por esto, añadió,es necesario «rezar al Espíritu

Santo que les impulse a irlejos, a “quemar” la vida». Usóprecisamente esta expresiónfuerte precisando: «Es unapalabra un poco dura, pero lavida vale la pena vivirla; peropara vivirla bien» hay que«“quemarla” en el servicio, enel anuncio; y seguir adelante.Es esta la alegría del anunciodel Evangelio».Concluyendo la homilía, el Papaexhortó a todos a dar gracias alSeñor «por Pablo, por sucapacidad de ir a un sitio ydejar ese sitio cuando elEspíritu Santo lo llama en otra

parte», pero también «por losmuchos misioneros de laIglesia» que, en el pasadocomo aún hoy, han tenido lavalentía de partir. El Pontíficetambién invitó a rezar a fin deque el Espíritu entre «en elcorazón de nuestros jóvenes»,donde «hay algunainsatisfacción», y «les oblige air más allá, a quemar la vidapor las causas nobles».Probablemente, dijo, de estoquedará sólo «una lápida, conel nombre, la fecha denacimiento, la fecha de lamuerte; y pasados algunos

años nadie se acordará deellos», pero ellos se «habrándespedido del mundo sirviendo.Y esto es algo hermoso». Deaquí la invocación final: «Queel Espíritu Santo, que vieneahora, siembre en el corazónde los jóvenes estas ganas de ira anunciar a Jesucristo,“quemando” la propia vida».

12 de mayo de 2016. FelipeNeri y la gallina. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.20, viernes 20 de mayo de2016 Un «buen freno en la lengua»cuando nos acomete latentación de murmurar. Porqueprecisamente «las cizañeras»—como llaman en Argentina alas personas que hacen circularrumores— son un

antitestimonio cristiano,causando también divisiones enla Iglesia. Contra este modo decomportarse, por desgraciamuy difundido en el ámbitoeclesial, puso en guardiaFrancisco en la misa celebradael jueves 12 de mayo por lamañana en la capilla de la CasaSanta Marta. «Jesús ora:“Alzando los ojos al cielo,dijo”», relata Juan en el pasajeevangélico (17, 20-26)propuesto por la liturgia deldía. Y Francisco observóenseguida que «Jesús pidió portodos, no pidió solo por los

discípulos, que estaban en lamesa con él, sino por todos».En efecto, escribe Juan, citandosus palabras: «No pido solo porestos, sino también poraquellos que creerán en mí pormedio de su palabra». Estoquiere decir, afirmó el Pontífice,que Cristo «pide por nosotros:pidió por mí, por ti, por ti, porti, por cada uno de nosotros». Yno cesó: «Jesús siguehaciéndolo en el cielo, comointercesor». Es importantecomprender «qué pide Jesús eneste momento al Padre: “Paraque todos sean uno, como tú,

Padre, en mí y yo en ti”, queellos también sean uno ennosotros».En efecto, «cree y pide por launidad, la unidad de loscreyentes, de las comunidadescristianas». Pero piensa en«una unidad como es la que éltiene con el Padre y el Padrecon él: una unidad perfecta». Yla oración, según el relato delevangelio de Juan, termina así:«Para que el mundo crea quetú me has enviado». Por eso«la unidad de las comunidadescristianas» y «de las familiascristianas» es «el testimonio

del hecho de que el Padre envióa Jesús». Francisco dijo que eraconsciente de que «una de lascosas más difíciles es, quizá,llegar a la unidad de unacomunidad cristiana, unaparroquia, un obispado, unainstitución cristiana, unafamilia cristiana».Por desgracia, insistió, «nuestrahistoria, la historia de laIglesia, nos hace avergonzarmuchas veces: hicimos guerrascontra nuestros hermanoscristianos, pensemos en una, laguerra de los Treinta años».Jesús, en cambio, «dice otra

cosa: “Si los cristianos se hacenla guerra entre ellos es porqueel Padre no envió a Jesús, nohay testimonio”». Por nuestraparte, dijo el Pontífice,«debemos pedir tanto perdón alSeñor por esta historia; unahistoria, muchas veces, dedivisiones y no solo en elpasado, sino también hoy,también hoy». Y «el mundo veque estamos divididos y dice:“Que se pongan de acuerdoentre ellos, después vemos,pero, ¿cómo Jesús haresucitado y está vivo, y susdiscípulos no se ponen de

acuerdo?”».«¡Ni siquiera en la Pascuaestamos unidos!», insistióFrancisco. Tanto que «una vez,un cristiano católico lepreguntó a un cristiano deOriente, también él católico:‘Mi Cristo resucita pasadomañana, y el tuyo, ¿cuándoresucita?’». Y así termina conque «el mundo no cree».En este punto, el Papa sepreguntó cómo entran «lasdivisiones en la Iglesia». Y larespuesta fue una invitación aolvidar por el momento «estagran división entre las Iglesias

cristianas» e ir directamente,por ejemplo, a «nuestrasparroquias». El problema,advirtió Francisco, es que «eldiablo ha entrado en el mundopor envidia, dice la Biblia, hasido la envidia del diablo la quehace entrar el pecado en elmundo». Así, «existe elegoísmo porque yo quiero sermás que el otro y muchasveces –diría que es casihabitual en nuestrascomunidades, parroquias,instituciones, obispados– nosencontramos con divisionesfuertes que comienzan

precisamente de los celos, laenvidia, y esto lleva amurmurar uno del otro, semurmura tanto». Y refiriéndosea un modo de sentir difundidoen las parroquias, «en mi tierraes muy común», el Papa confió:«Una vez oí decir algo en unbarrio: ‘Yo no voy a la iglesiaporque mira esta, va todas lasmañanas a misa, recibe lacomunión y después vamurmurando de casa en casa:para ser cristiano así, prefierono ir, como va esta chismosa’».Y prosiguió: «En mi tierra, aestas personas se las llama

‘cizañeras’: siembran cizaña,dividen, y las divisionescomienzan con la lengua porenvidia, celos y también porcerrazón». Esa «cerrazón» quelleva a sentenciar: «No, ladoctrina es esta, y bla, bla,bla».Al respecto, el Papa recordóque el apóstol Santiago, en eltercer capítulo de su carta,dice: «Somos capaces de ponerel freno en la boca al caballo.También una nave, con unpequeño timón, puede serguiada, y nosotros, ¿nopodemos dominar la lengua?».

Porque la lengua, escribeSantiago, «es un miembropequeño, pero se gloría dehacer grandes cosas». Y «esverdad», confirmó Francisco: lalengua «es capaz de destruiruna familia, una comunidad,una sociedad; de sembrar odioy guerras, envidia». Y volvió aproponer las palabras de laoración de Jesús: «Padre, pidopor los que creerán en mí, paraque todos sea uno, como tú yyo». Pero «cuánta distancia»hay entre la oración de Jesús yla vida de «una comunidadcristiana que está habituada a

murmurar». Y «por esto Jesúspide al Padre por nosotros».De ahí la invitación a «pedir alSeñor la gracia de que nos déla fuerza para que en nuestrascomunidades no haya estascosas». Pero, sugirió elPontífice, «Jesús nos dice cómodebemos ir adelante cuando noestamos de acuerdo o algo delotro no nos gusta: ‘¡Llámalo,habla!’». Y si tu interlocutor«no entiende o no quiere,llama a un testigo y haz quesea mediador». Jesús «nosenseñó» este estilo. Pero «esmás cómodo murmurar y

destruir la fama del otro».Para hacer aún más concreta eintensa su meditación,Francisco contó un episodio dela vida de san Felipe Neri:«Una mujer fue a confesarse, yconfesó que habíamurmurado». Pero «el santo,que era alegre, bueno ytambién de manga ancha, ledice: ‘Señora, como penitencia,antes de darle la absolución,vaya a su casa, agarre unagallina, desplume la gallina ydespués vaya por el barrio ysiembre el barrio con lasplumas de la gallina, y luego

vuelva’». Al día siguiente,prosiguió Francisco su relato,«volvió la señora: ‘Hice eso,padre, ¿me da la absolución?’».Elocuente la respuesta de sanFelipe Neri: «No, falta otracosa, señora, vaya por el barrioy recoja todas las plumas»,porque «murmurar es así:ensucia al otro». En efecto,añadió el Papa, «el quemurmura, ensucia, destruye lafama, destruye la vida, ymuchas veces sin motivo,contra la verdad».Por eso «Jesús pidió pornosotros, por todos nosotros

que estamos aquí, y pornuestras comunidades, pornuestras parroquias, pornuestras diócesis, ‘que seanuno’».En conclusión, Franciscoexhortó a pedir «al Señor quenos dé la gracia», porque «estanta, tanta la fuerza deldiablo, del pecado que nosimpulsa a las divisiones,siempre». En efecto, esnecesario dirigirse al Señorpara que «nos dé la gracia, nosdé el don que realiza la unidad:el Espíritu Santo», prosiguió elPapa deseando «que nos dé

este don que realiza laarmonía, porque él es laarmonía, la gloria en nuestrascomunidades». Y que «nos déla paz, pero con unidad».Por eso «pedimos la gracia dela unidad para todos loscristianos, la gran gracia y lapequeña gracia de cada díapara nuestras comunidades,nuestras familias».Y también «la gracia de ponerel freno en la lengua».

17 de mayo de 2016. Esedeseo de treparse. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.21, viernes 27 de mayo de2016 Hay una «tentación» que«divide y destruye a laIglesia»: es el «deseo mundanode tener el poder», la envidia yel deseo «de ir más arriba». Lodijo el Papa Francisco durantela misa celebrada en SantaMarta el martes 17 de mayo,

explicando que esta tentaciónresponde al «pensamiento delmundo», mientras que Jesúshabla «de servicio, dehumillación».Confrontándose con el pasajeevangélico del día, tomado delEvangelio de san Marcos (9,30-37), toda la meditación delPontífice se centró en lacontraposición entre estos «dosmodos de hablar». La Escritura,en efecto, presenta a Jesús que«enseña a sus discípulos» y lesdice «la verdad sobre su vida»—sobre la suya, explicóFrancisco, pero «también sobre

la vida de los cristianos, la“auténtica” verdad»—, revela:«El Hijo del hombre seráentregado en manos de loshombres; le matarán y a lostres días de haber muertoresucitará».Ante esta verdad —«He venidopara esta tarea, para realizaresta misión: dar mi vida por lasalvación de todos»— losdiscípulos no comprenden. Esmás, «no querían entender» y,por «temor a interrogarlo»,habían decidido olvidarlo, comosi dijesen: «las cosas searreglarán solas». Explicó el

Papa: «El temor cerraba sucorazón, cerraba su corazón ala verdad que Jesús les estabaenseñando».El relato evangélico continúa yse lee que ellos «siguieron elcamino, pero no en silencio»:los discípulos «seguíanhablando». Al llegar aCafarnaúm, Jesús pregunta:«¿De qué discutíais por elcamino?». Ninguna respuesta.Ellos, en efecto, «teníanvergüenza de decir a Jesús eltema de la discusión. En elcamino habían discutido entreellos acerca de quién era el

más grande».He aquí, pues, lacontraposición: «Jesús habla unlenguaje de humillación, demuerte, de redención, y elloshablan un lenguaje de trepas:¿quién estará más alto en elpoder?». Esta, dijo Francisco,es una tentación que teníanellos —«eran tentados por elmodo de pensar del mundomundano»— pero «no sóloellos». También la madre deSantiago y Juan, recordó elPontífice, fue a ver a Jesús —elepisodio se puede leer en laspáginas de Mateo (20, 20-21)—

para «pedir que sus hijosestuviesen uno a la derecha yel otro a la izquierda, cuando Élllegase al Reino». Como si hoyse pidiese: «Que uno sea elprimer ministro y el otro elministro de economía» paradividirse «todo el poder».Precisamente esto, en efecto,«es el pensamiento del mundo:¿quién es el más grande?». Porello Jesús se apresura a llamara los doce y les dice: «Si unoquiere ser el primero, sea elúltimo y el servidor de todos».Lo que dice Jesús a losdiscípulos es una enseñanza

válida para todos: «En elcamino que Jesús nos indicapara seguir adelante —dijoFrancisco— el servicio es lanorma. El más grande es quiensirve, quien más sirve a losdemás, no quien se ensalza,quien busca el poder, el dinero,la vanidad, el orgullo».Enseñanza necesaria porque,destacó el Papa, esta «es unahistoria que sucede cada día enla Iglesia, en cada comunidad»donde a menudo se pregunta:«Pero, entre nosotros, ¿quiénes el más grande? ¿Quiénmanda?». Surgen las

«ambiciones», el «deseo detrepar, de tener el poder».El tema lo afronta también laprimera lectura, tomada de lacarta de Santiago (4, 1-10), enla cual el apóstol escribe: «¿Dedónde proceden las guerras ylas contiendas entrevosotros?». Y continúa: «¿Noes de vuestras pasiones queluchan en vuestrosmiembros?», o, tal vez, «¿de lapasión del poder, de mandar, dedominar»?El Pontífice invitó a considerarcon atención el pasajesucesivo, «para pensar cómo

rezamos mal». El apóstol, enefecto, explica a susinterlocutores: «pedís mal, conla intención de malgastarlo envuestras pasiones». Y continúa:«¿No sabéis que la amistad conel mundo es enemistad conDios?». Precisamente aquí,explicó el Papa, se encuentra«el núcleo de este pasaje» ydel mensaje dirigido hoy a laIglesia.La síntesis está en lacontraposición ya mencionada:«Jesús habla un lenguaje deservicio, de humillación, esmás, Él dice: “Yo no he venido

para que me sirvan, para serservido, sino para servir”». Encambio, «el lenguaje del mundoes: “¿quién tiene más poderpara mandar?”. Y este lenguajemundano es enemigo de Dios».Cuando, en efecto, continuóFrancisco, hay «vanidad», el«deseo mundano de tener elpoder, no de servir, sino de serservido», se usan todos losmedios. Así, por ejemplo,aparecen las «habladurías», laintención de «ensuciar a losdemás». Lo «sabemos todos»,añadió, que «la envidia y loscelos siguen este camino y

destruyen».Todo esto, puso amargamentede relieve el Pontífice, «sucedehoy en cada institución de laIglesia: parroquias, colegios,otras instituciones, también enlos obispados... todos». He aquílos «dos modos de hablar»: poruna parte el «espíritu delmundo, que es espíritu deriqueza, vanidad y orgullo»;por otra Jesús que dice: «elHijo del hombre es entregadoen manos de los hombres y lomatarán». Él «vino para serviry nos enseñó el camino en lavida cristiana: el servicio, la

humildad». Por lo demás,explicó Francisco, «cuando losgrandes santos decían sentirsemuy pecadores, es porquehabían entendido este espíritudel mundo que estaba dentrode ellos y tenían muchastentaciones mundanas». Enefecto, «ninguno de nosotrospuede decir: “No, yo no, noyo... yo soy una persona santa,limpia”. Todos nosotros somostentados por estas cosas,somos tentados de destruir alotro para llegar alto». Es una«tentación mundana» que«divide y destruye a la

Iglesia», y no es ciertamente«el Espíritu de Jesús».Concluyendo su reflexión, elPapa dijo que, conservandoante los ojos la escenaevangélica que se acababa dereleer, «nos hará bien pensaren las numerosas veces quehemos visto esto en la Iglesia yen las numerosas veces quenosotros hemos hecho esto, ypedir al Señor que nos ilumine,para comprender que el amorhacia el mundo, es decir haciaeste espíritu mundano, esenemigo de Dios».

19 de mayo de 2016.Sanguijuelas de hoy. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.21, viernes 27 de mayo de2016 La meditación sobre la justarelación que el cristiano debetener con el dinero, con lariqueza, llevó al PapaFrancisco, durante la misacelebrada en Santa Marta eljueves 19 de mayo, a

denunciar las «esclavitudes dehoy» y a quien, aprovechandola difundida falta de trabajo,«explota a la gente» y la obligaa aceptar contratos injustos, ennegro. Traficantes que«aumentan las riquezas» yviven como «auténticassanguijuelas», viven «de lasangre de la gente. Y esto especado mortal», comentó conpalabras duras.Por lo demás, inspiradas en lalectura tomada de la carta delapóstol Santiago (5, 1-6) elPapa mismo las definió «unpoquito fuertes».

Evidentemente, destacóFrancisco, «el apóstol habíaentendido el peligro que existecuando un cristiano se dejadominar por las riquezas» y poresto en su texto «no ahorrapalabras: es directo y claro», yescribe: «Ahora bien, vosotros,ricos, llorad y dad alaridos porlas desgracias que están paracaer sobre vosotros. Vuestrariqueza está podrida y vuestrosvestidos están apolillados».«¿Qué pensará un rico queescucha esto?». Si vamos a ver,explicó el Papa, lo que «nosenseña la Palabra de Dios sobre

las riquezas», comprendemosque «las riquezas en sí mismasson buenas», tanto que Diosmismo da al hombre la tarea deprosperar («Sed fecundos ymultiplicaos, y henchid la tierray sometedla»). Y también en laBiblia «encontramos muchoshombres ricos que son justos».El Pontífice recordó algunos deellos: de Job, por ejemplo, seencuentra la lista «de todas lasriquezas que Dios le da»; peropodemos recordar también aTobías, Joaquín, el marido deSusana. A muchos «el Señor dala riqueza como una

bendición».Así, pues, «las riquezas sonbuenas, pero, añadió Francisco,son también «relativas». Enefecto, el Señor «alaba aSalomón por haber pedido noriquezas sino la sabiduría delcorazón para juzgar al pueblo».Las riquezas «no son algoabsoluto». Algunos, en cambio,dijo, creen «en lo se llama la“teología de la prosperidad”, esdecir, Dios te hace ver que túeres justo si te da muchasriquezas». Pero «es un error».Por ello también el salmistadice: «A las riquezas no

apeguéis e corazón». Y es esteprecisamente el «problema»que implica a cada uno denosotros: «¿está mi corazónapegado a las riquezas, o no?¿Cómo es mi relación con lariqueza?». Al respecto Jesús«habla de “servir”: no se puedeservir a Dios y a las riquezas;son opuestos. En sí mismas sonbuenas, pero si tú prefieresservir a Dios, las riquezaspasan a un segundo plano: alsitio justo». Para explicarsemejor, el Papa recordó elepisodio evangélico del «jovenrico que Jesús amó, porque era

justo», él «era bueno peroestaba apegado a las riquezas yesas riquezas, al final, para élse convirtieron en cadenas quele quitaron la libertad de seguira Jesús».Es el mismo problema queSantiago afronta en su carta,donde «mira a los queconsideran a las riquezas casicomo dios» y «viven para lasriquezas». A ellos, duramente,el apóstol escribe: «Vuestro oroy vuestra plata están tomadosde herrumbre y su herrumbreserá testimonio contra vosotrosy devorará vuestras carnes

como fuego. Habéis acumuladoriquezas en estos días que sonlos últimos». Para aclarar que«la relación con la riqueza quetenía esta gente es unarelación perjudicial», Santiagousa palabras que, destacó elPontífice, parecen escritas poralguien que vive «hoy, en unade nuestras ciudades delmundo: “Mirad, el salario queno habéis pagado a los obrerosque segaron vuestros camposestá gritando; y los gritos delos segadores han llegado a losoídos del Señor de losejércitos”». Se refiere a esas

situaciones en las que «lasriquezas se obtienen con laexplotación de la gente» y «esapobre gente se convierte enesclava». En este puntoFrancisco invitó a pensar en elmundo de hoy, donde «pasa lomismo» y sucede, por ejemplo,que a quien busca trabajo lehacen un contrato «deseptiembre a junio, sinposibilidad de jubilación, sinasistencia sanitaria», luego losuspenden durante los mesesde verano, como si en julio yagosto se comiese aire, y enseptiembre lo contratan de

nuevo. Quienes hacen esto,dijo claramente el Papa, «sonauténticas sanguijuelas», quehacen a la gente esclava deltrabajo.El apóstol Santiago hacíareferencia al trabajo de lossegadores, hoy más en general,conocemos la «esclavitud deltrabajo». Al respecto elPontífice contó la experienciade una joven a la que habíanpropuesto once horas detrabajo al día con salario ennegro de 650 euros mensuales.Ante sus protestas le dijeron:«Mira, mira detrás de ti la fila

que hay. Si te gusta, tómalo, sino te gusta, te puedes marchar.Hay otros que esperan». Estosricos, comentó Francisco,«acumulan riquezas» y parecenlos mismos a los que escribe elapóstol: «Habéis acumuladoriquezas en estos días que sonlos últimos». Y dirigiéndoseidealmente a ellos el Papaañadió: «La sangre de todaesta gente que habéischupado» es «un grito al Señor,es un grito de justicia».Quienes se comportan de estaforma, dijo el Pontífice, son«traficantes» y «no se dan

cuenta de ello». Nosotros,explicó, «pensábamos que losesclavos ya no existían:existen. Es verdad, la gente nova a buscarlos a África paravenderlos en América: no. Peroestán en nuestras ciudades»,está en la «explotación de lagente, la explotación no sólo delos niños, de los jóvenes», sinode «toda la gente» que, en eltrabajo, se la trata «sinjusticia».Reflexionando sobre estostemas, el Papa recordó tambiénla catequesis de la audienciageneral del día anterior,

dedicada al rico Epulón y aLázaro. Ese rico, dijo, «estabaen su mundo, no se dabacuenta que del otro lado de lapuerta de su casa había alguienque tenía hambre» y «lo dejabamorir». En cambio, destacó,aquí hay algo «peor»: vemos«que se hace pasar hambre a lagente con su trabajo para mibeneficio. Vivir de la sangre dela gente. Y esto es pecadomortal. Es pecado mortal, quepide mucha penitencia, mucharestitución para convertirse deeste pecado».Se hace eco de las duras

palabras del apóstol Santiago,en la liturgia del día, tambiénel Salmo 48, «una bonitameditación serena, sobre lapobreza —“Bienaventurados lospobres de espíritu, porque deellos es el Reino de los cielos”»,donde de los ricos se lee demodo “claro” que «bajaránderecho a la tumba, su figurase desvanecerá... el seol serásu residencia».Al respecto, el Pontífice contóotra anécdota breve recordando«a un hombre avaro» de quien,al morir, la gente decía: «“Seha arruinado el funeral”.

—“¿Por qué?”, comentaban. “Esque no pudieron cerrar elataúd”. —“¿Por qué?”. —“Porquequería llevar consigo todo loque tenía, y no podía”». Nadie,comentó Francisco, «puedellevar consigo sus riquezas».Concluyendo la homilía, el Papainvitó de nuevo a pensar en«este drama de hoy: laexplotación de la gente». Y nosólo en los tráficos relacionadoscon la prostitución o el trabajode menores, sino en «esetráfico —digamos— más“civilizado”», del que hay quiendice: «Yo te pago hasta aquí,

sin vacaciones, sin asistenciasanitaria, todo en negro... asíyo llego a ser rico». Y,recordando el pasaje delEvangelio del día (Marcos 9,41-50), pidió al Señor que «noshaga comprender esa sencillezde la que habla Jesús en elEvangelio de hoy: es másimportante un vaso de agua ennombre de Cristo que todas lasriquezas acumuladas con laexplotación de la gente».

20 de mayo de 2016. Dios noes una ecuación. Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.21, viernes 27 de mayo de2016 «Hoy en esta misa hay ochoparejas que celebran cincuentaaños de matrimonio —es unauténtico testimonio en estetiempo de la cultura de loprovisional— y una pareja quecelebra sus veinticinco años».

Precisamente por ellos el Papaofreció la misa del viernes 20de mayo, por la mañana, en lacapilla de la Casa Santa Marta,proponiendo en la homilía unareflexión sobre el matrimoniopara recordar que testimoniarla verdad significa tambiéncomprender a las personas.Lo que atrajo inmediatamentela atención, afirmó Franciscorefiriéndose a las lecturas de laliturgia del día, es la escenarelatada en el Evangelio de sanMarcos (10, 1-12): «Jesús,marchándose de Cafarnaúm,fue a la región de Judea, al otro

lado del Jordán», y «de nuevovino la gente donde él y, comoacostumbraba, les enseñaba».Protagonista, explicó el Papa,es «la multitud que va a suencuentro: Él les enseñaba yellos escuchaban». Todasaquellas personas seguían aJesús precisamente porque lesgustaba escucharle. ElEvangelio dice que «Élenseñaba con autoridad, nocomo enseñaban los escribas ylos fariseos». Por esto «lamultitud, el pueblo de Dios,estaba con Jesús».Pero, precisa el evangelista

Marcos, estaba también, «porotra parte, ese pequeño grupode fariseos, saduceos, doctoresde la ley que siempre seacercaban a Jesús con malasintenciones». El Evangelio nosdice claramente que suintención era «ponerlo aprueba»: estaban siemprepreparados para usar la clásicacáscara de banana «para hacercaer a Jesús», quitándole, deesa forma, «la autoridad».Estas personas, afirmó elPontífice, «estaban separadasdel pueblo Dios: eran unpequeño grupo de teólogos

iluminados que creían tenertoda la ciencia y la sabiduría».Pero «a fuerza de cocinar suteología, habían caído en lacasuística y no podían salir deesa trampa». Y, así, repetíancontinuamente: «¡No se puede,no se puede!». De estaspersonas, añadió el Papa, Jesús«habla mucho en el capítulo 23de Mateo y las describe bien».«La cuestión es elmatrimonio», dijo claramenteFrancisco. Un tema, destacó,que «parece providencial, conocho parejas que celebrancincuenta años de matrimonio

y una sus veinticinco años»presentes en la celebración dela misa en la capilla de la CasaSanta Marta.«Dos veces, en el Evangelio,este pequeño grupo» hace una«pregunta a Jesús sobre elmatrimonio». En particular«una vez los saduceos, que nocreían en la vida eterna,presentaron una preguntasobre el levirato», o searespecto a «la mujer que sehabía casado con sietehermanos y luego al finalmurió: ¿cuál será el marido deesta mujer en el más allá?».

Una pregunta pensadaprecisamente para buscar«poner en ridículo a Jesús».En cambio la otra pregunta esesta: «¿Es lícito repudiar a unamujer?». Pero «Jesús, enambas situaciones, no sedetiene en el caso particular,sino que va más allá: se centraen la plenitud del matrimonio».«En el caso del levirato —explicó el Papa— Jesús secentra en la plenitudescatológica: “En el cielo nohabrá ni marido ni esposa,vivirán como ángeles deDios”». Él se centra «en la

plenitud de la luz que viene deesa plenitud escatológica». Así,pues, «Jesús recuerda laplenitud de la armonía de lacreación: “Desde el comienzode la creación, Dios los hizovarón y hembra”».Está claro, afirmó el Pontífice,que «Él no se equivoca, Él nobusca hacer un buen papeldelante de ellos: “Dios los hizovarón y hembra”». Einmediatamente añade: «Poreso dejará el hombre a supadre y a su madre, y se uniráa su esposa; y la mujer dejaráa su padre y a su madre y se

unirá a su marido —sesobreentiende— y los dos seharán una carne sola». Esto«es fuerte», comentó el Papa,añadiendo: «Una simbiosis, unacarne sola, así siguen adelante:ya no son dos, sino una solacarne». Por lo tanto, «que elhombre no separe lo que Diosha unido».«Tanto en el caso del leviratocomo en esto Jesús respondedesde la verdad aplastante,desde la verdad contundente —¡esta es la verdad!—, desde laplenitud, siempre», destacó elPapa. Por lo demás, «Jesús

nunca negocia la verdad». Encambio, «este pequeño grupode teólogos iluminadosnegociaba siempre la verdad,reduciéndola a la casuística». Adiferencia de Jesús, que «nonegocia la verdad: esta es laverdad sobre el matrimonio, noexiste otra».Sin embargo, «Jesús es muymisericordioso —insistióFrancisco—, es tan grande quenunca, nunca, nunca cierra lapuerta a los pecadores». Secomprende cuando lespregunta: «¿Qué os prescribióMoisés? ¿Qué os ordenó

Moisés?». La respuesta es que«Moisés permitió escribir unacta de divorcio». Y «es verdad,es verdad». Pero Jesúsresponde así: «Teniendo encuenta la dureza de vuestrocorazón escribió para vosotroseste precepto».Aquí, afirmó el Pontífice, «estála plenitud de la verdad, esaverdad fuerte, contundente,pero también la debilidadhumana, la dureza delcorazón». Y «Moisés, ellegislador, hizo esto, pero quelas cosas queden claras: laverdad es una cosa y otra cosa

es la dureza del corazón que esla condición pecadora de todosnosotros». Por ello «Jesús dejaaquí la puerta abierta al perdónde Dios, pero en casa, a losdiscípulos, les repite la verdad:“Quien repudie a su mujer y secase con otra, cometeadulterio”». Jesús «lo diceclaramente, sin giros depalabras: “Y si ella repudia a sumarido y se casa con otro,comete adulterio”».El pasaje evangélico nos revela«las verdades que nos daJesús, que son verdadesplenas, recibidas de Dios, del

Padre, que son siempre así». Ynos muestra también «elmodo», es decir «cómo Jesús secomporta ante los pecadores:con el perdón, dejando lapuerta abierta». Y «en estareferencia a Moisés, deja encierto sentido algo para elperdón de la gente que nologra vivir este compromiso».Por lo demás, también «hoy, eneste mundo en el que vivimos,con esta cultura de loprovisional, esta realidad depecado es muy fuerte».Jesús, «al recordar a Moisés,nos dice que está la dureza del

corazón, está el pecado». Pero«algo se puede hacer: elperdón, la comprensión, elacompañamiento, laintegración, el discernimientode estos casos». Con laconsciencia de que «la verdadnunca se vende, nunca». Jesús«es capaz de decir esta verdadtan grande y, al mismo tiempo,ser tan comprensivo con lospecadores, con los débiles». Encambio, «este pequeño grupode teólogos iluminados, quecaen en la casuística, sonincapaces tanto de horizontesgrandes como de amor y

comprensión respecto a ladebilidad humana».«Nosotros debemos caminarcon estas dos cosas que Jesúsnos enseña: la verdad y lacomprensión», sugirióFrancisco. Y «esto no seresuelve como una ecuaciónmatemática», sino «con lapropia carne: es decir, yocristiano ayudo a esa persona,a aquellos matrimonios queatraviesan una dificultad, queestán heridos, en el camino deacercamiento a Dios».Permanece el hecho que «laverdad es aquella, pero esta es

otra verdad: todos somospecadores, en camino». Y«siempre está este trabajo porhacer: cómo ayudar, cómoacompañar, pero también cómoenseñar a aquellos que sequieren casar cuál es la verdadsobre el matrimonio».Es «curioso» destacar queJesús «al hablar de la verdaddice las palabras claras: perocon cuanta delicadeza trata alos adúlteros». Y, así, «aaquella mujer, que llevaronante él para ser lapidada, concuanta delicadeza» dice:«Mujer, nadie te ha condenado,

tampoco yo, ve en paz y nopeques más». Y «con cuantadelicadeza Jesús trata a lasamaritana, que tenía unabuena historia de adulterios»,diciéndole: «llama a tumarido», y deja que sea ellaquien diga: «no tengo marido».Como conclusión, Franciscoexpresó el deseo de «que Jesúsnos enseñe a tener con elcorazón una gran adhesión a laverdad y también con elcorazón una gran comprensióny acompañamiento a todosnuestros hermanos queatraviesan momentos de

dificultad». Y «esto es un don:lo enseña el Espíritu Santo, noestos doctores iluminados quepara enseñarnos necesitanreducir la plenitud de Dios auna ecuación casuística».

23 de mayo de 2016. Himno ala alegría. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.21, viernes 27 de mayo de2016 «El carné de identidad delcristiano es la alegría»: el«asombro» ante la «grandezade Dios», su «amor», la«salvación» que donó a lahumanidad sólo puedenconducir al creyente a una

alegría que ni siquiera lascruces de la vida pueden dañar,porque también en la pruebaestá «la seguridad de que Jesúsestá con nosotros».Un auténtico himno a la alegríafue la meditación del PapaFrancisco durante la misacelebrada en Santa Marta ellunes 23 de mayo. El punto departida surgió de la liturgia deldía. En particular, el Pontíficequiso releer el íncipit del pasajetomado de la primera Carta dePedro (1, 3-9) que por el «tonoexultante» —dijo—, la«alegría», el modo del apóstol

de intervenir «con toda lafuerza» recuerda el inicio «delOratorio de Navidad de Bach».Escribe, en efecto, Pedro:«Bendito sea el Dios y Padre deNuestro Señor Jesucristo,quien, por su gran misericordia,mediante la Resurrección deJesucristo de entre los muertos,nos ha reengendrado a unaesperanza viva, a una herenciaincorruptible, inmaculada einmarcesible, reservada en loscielos para vosotros, a quienesel poder de Dios, por medio dela fe, protege para la salvación,dispuesta ya a ser revelada en

el último momento».Son palabras en las que sepercibe «el asombro ante lagrandeza de Dios», ante la«regeneración que el Señor—“en Jesucristo y porJesucristo”— hizo en nosotros».Y es «un asombro lleno degozo, alegre»: inmediatamentedespués, destacó el Papa, en eltexto de la carta se encuentrala «palabra clave», o sea: «Porlo cual rebosáis de alegría».La alegría de la que habla elapóstol es duradera. Por ello,explicó Francisco, él añade enla carta que, aunque si por un

poco de tiempo nos vemosobligados a estar «afligidos condiversas pruebas», esa alegríadel inicio «no se nos quitará».En efecto, la misma brota de«aquello que Dios ha hecho ennosotros: nos ha reengendradoen Cristo y nos ha dado unaesperanza». Una esperanza—«la que los primeroscristianos representaban comoun ancla en el cielo»— que,dijo el Papa, es también lanuestra. De allí viene laalegría. Y, en efecto, Pedroconcluyendo su mensaje invitaa todos: «a rebosar de una

alegría inefable y gloriosa».De todo esto, destacó elPontífice, se comprende cómola alegría es de verdad la«virtud del cristiano». Uncristiano, indicó, «es unhombre y una mujer conalegría en el corazón». Es más:«No existe un cristiano sinalegría». Alguien podríaobjetar: «Pero, Padre, yo hevisto de todo», queriendo decircon esto que «no soncristianos: dicen serlo, pero nolo son, les falta algo». He aquípor qué según el Papa «elcarné de identidad del cristiano

es la alegría, la alegría delEvangelio, la alegría de habersido elegidos por Jesús,salvados por Jesús,reengendrados por Jesús; laalegría de esa esperanza deque Jesús nos espera». Ytambién «en las cruces y en lossufrimientos de esta vida»,añadió, el cristiano vive esaalegría, expresándola de otraforma, o sea con la «paz» queviene de la «seguridad queJesús nos acompaña, está connosotros». El cristiano, enefecto, ve «crecer esta alegríacon la confianza en Dios». Él

sabe bien que «Dios lorecuerda, que Dios lo ama, queDios lo acompaña, que Dios loespera. Y esta es la alegría».Como contrapeso a este himnoa la alegría, la liturgia del díapropone «otra palabra»,vinculada al episodio delEvangelio de san Marcos (10,17-27) donde se narra acercadel joven «que se acercó aJesús para seguirlo»: un «buenjoven», tan bueno que logró«conquistar el corazón deJesús», el cual, se lee, «fijó sumirada en él» y «lo amó». Aese joven Jesús le hizo una

propuesta: «Una cosa te falta:anda, cuanto tienes véndelo ydáselo a los pobres... luego veny sígueme»; pero ante estaspalabras él se mostró abatido y«se marchó entristecido».El joven, destacó Francisco,«no fue capaz de abrir elcorazón a la alegría y eligió latristeza». Pero, ¿por qué? Larespuesta es clara: «Porqueposeía muchos bienes. Estabaapegado a los bienes». Por lodemás, Jesús había advertido«que no se puede servir a dosseñores: o sirves al Señor osirves las riquezas». Volviendo

sobre este tema ya afrontadoen una homilía hace pocos días,el Pontífice explicó: «lasriquezas no son malas en símismas», lo malo es «servir ala riqueza». Fue así, endefinitiva, que el joven semarchó triste: «Abatido porestas palabras, se marchóentristecido».Se trata de un episodio quetrae luz también a la vidacotidiana «en nuestrasparroquias, comunidades,instituciones»: aquí, en efecto,destacó el Papa, si«encontramos gente que se

dice cristiana y quiere sercristiana pero es triste», quieredecir que hay algo «que nofunciona». Y es tarea de cadauno ayudar a esta gente «aencontrar a Jesús, a quitar esatristeza, para que pueda vivirel Evangelio, para que puedatener esta alegría que es propiadel Evangelio».Francisco quiso seguirprofundizando este conceptocentral y vincular la alegría alasombro que brota —como lorecuerda san Pedro en su carta— «ante la revelación, ante elamor de Dios, ante las

emociones del Espíritu Santo».Por ello se puede decir que «elcristiano es un hombre, unamujer que se asombra».Una palabra —«asombro»—que se lee también al final delpasaje evangélico del día,«cuando Jesús les explica a losapóstoles que ese joven tanbueno no fue capaz de seguirlo,porque estaba apegado a lasriquezas y dice que es muydifícil que un rico, alguien queestá apegado a las riquezas,entre en el reino de los cielos».Se lee, en efecto, que ellos,«asombrándose aún más»,

decían: «Y ¿quién se podrásalvar?».El hombre, el cristiano —explicó el Papa—, puede quedartan asombrado ante tantagrandeza y tanta belleza, quepuede llegar a pensar: «Yo nosoy capaz. No sé cómo sehace». La respuesta que daJesús mirando a los ojos a susdiscípulos es consoladora:«Para los hombres, imposible —no somos capaces...—; pero nopara Dios». Es decir, podemosvivir la «alegría cristiana», el«asombro de la alegría», ysalvarnos «de vivir apegados a

otras cosas, a la mundanidad»,sólo «con la fuerza de Dios, conla fuerza del Espíritu Santo».Por ello, ha sido la invitacióndel Pontífice al término de lahomilía, «pidamos hoy al Señorque nos conceda el asombroante su presencia, ante tantasriquezas espirituales que nosha dado; y con este asombronos done la alegría, la alegríade nuestra vida y de vivir enpaz en el corazón las muchasdificultades; y que nos protejade buscar la felicidad en tantascosas que al final nosentristecen: prometen mucho,

pero no nos darán nada». Estaes la conclusión: «Recordadlobien: un cristiano es unhombre y una mujer de alegría,de alegría en el Señor; unhombre y una mujer que seasombran».

24 de mayo de 2016. Día trasdía. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.22, viernes 3 de junio de 2016 «Hoy, 24 de mayo, es la fiestade María Auxiliadora, que enChina se celebra con particulardevoción. Ofrezco esta misa portodos los chinos, por este granpaís, para que el Señor bendigaa China»: con estas palabras elPapa Francisco inició la

celebración eucarística en lacapilla de la Casa Santa Martadurante la cual, en la homilía,profundizó el tema de la«santidad sencilla», aquella ala cual todos los cristianosestán llamados: un «camino»—dijo— que se debe hacer«todos los días» con «valentía,esperanza, gracia yconversión».La meditación de Francisco seinspiró en el pasaje de la cartade san Pedro (1, 10-16)propuesto dalla liturgia del día:«un pequeño tratado sobre lasantidad, una exhortación, pero

también una indicación delcamino hacia la santidad». Setrata, explicó el Papa, de la«santidad sencilla de todos loscristianos, la santidad de cadadía, la nuestra, la que debemosconstruir todos los días». Lareferencia última es clara: sanPedro lo indica diciendo: «estáescrito: “Seréis santos porqueyo soy santo”», y Dios mismodice a Abrahán: «Camina en mipresencia y sé irreprensible».Es decir, explicó Francisco: «lasantidad es caminar enpresencia de Dios y de modoirreprensible». Y añadió: «la

santidad no se puede comprar,no se vende. Ni tampoco seregala». En efecto, la misma«es un camino en la presenciade Dios, que lo debo hacer yo:no puede hacerlo otro en minombre». Cierto, «yo puedorezar para que el otro seasanto, pero el camino debehacerlo él, no yo».Para clarificar mejor, elPontífice, siguiendo el texto dePedro, indicó algunas«palabras» útiles paraenseñarnos «cómo es lasantidad de cada día, esasantidad —digamos— incluso

anónima». Ante todo senecesita «valentía». Lorecuerda también Pedro: «Porlo tanto, ceñíos los lomos devuestro espíritu, sed sobrios,poned toda vuestra esperanzaen la gracia que se osprocurará mediante laRevelación de Jesucristo». Senecesita siempre «la valentíade seguir adelante», por ello sepuede decir que «el reino delos cielos de Jesús es para losvalientes».El apóstol luego continúa:«Poned toda vuestra esperanzaen la gracia que se os

procurará». De aquí la segundapalabra útil: «esperanza». Nose puede, dijo el Papa, «ir aemprender un camino sinquerer llegar. Nosotros, añadió,esperamos «un encuentro conDios, un encuentro con Jesús»:esta esperanza «mueve lavalentía».San Pedro habla luego de«gracia». Y es la tercerapalabra que hace comprendercómo «la santidad no podemoshacerla nosotros solos», sinoque «es una gracia». ExplicóFrancisco: «Ser bueno, sersanto, dar todos los días un

paso hacia adelante en la vidacristiana es una gracia de Diosy tenemos que pedirla»; ytener la «disponibilidad» pararecibirla.Sobre el tema de la «esperanzadel camino» el Pontífice sugiriótambién releer el capítulo XI dela Carta a los Hebreos: «relatael camino de nuestros padres,de los primeros llamados porDios. Y cómo ellos siguieronadelante. Y de nuestro padreAbrahán dice: “Y salió sin sabera dónde iba”». Cada uno denosotros, dijo, puede «pediresta gracia al Señor» y «con

sencillez» rezar: «Señor, yo soyun pobrecillo, pero tú puedeshacer el milagro de hacerme unpoco mejor». Así podemos«abrir el corazón» para que elEspíritu trabaje en nosotros.Hay, por último, otra palabraque también sugiere Pedro, queescribe: «Como hijosobedientes, no os amoldéis alas apetencias de antes, deltiempo de vuestra ignorancia,más bien, así como el que os hallamado es santo, así tambiénvosotros sed santos». Aquí sehabla de «conversión». Dijo elPapa: a lo largo del camino «no

debemos mirar hacia atrás: esun camino para ir haciaadelante, hacia el horizonte,con esperanza, con valentía,abiertos a la gracia», perosucede que «un día voy haciaadelante, otro día voy haciaatrás, hacia adelante y haciaatrás. Y esto no ayuda», noshace permanecer «quietos enel mismo sitio». Por ello «todoslos días» necesitamosconvertirnos. Tal vez alguienpodría decir: «Padre, paraconvertirme tengo que hacerpenitencias, darme golpes», y,en cambio, explicó Francisco,

se necesitan «pequeñasconversiones». Y así, «si erescapaz de lograr no hablar malde otro, estás en el buencamino para llegar a sersanto». Estamos llamados ahacer cosas sencillas: «¿Tengoganas de criticar al vecino, alcompañero de trabajo?», seráútil «morder un poco lalengua», tal vez «se hinchará»pero «vuestro espíritu será mássanto, en este camino».Lo importante es «seguiradelante» en este camino«sencillo» pero que requieretambién «fortaleza» —que es

un don del Espíritu Santo—para «cargar con lossufrimientos». En efecto, ellosllegan a la vida: «unaenfermedad o la muerte de unode los seres queridos o unproblema con los hijos o con loshermanos o un problema másgrande en los negocios o en eltrabajo». El punto de referenciaes siempre Jesús, quien «siguióadelante y sufrió». Del mismomodo para nosotros «lospequeños trozos de cruzexisten», pero está también «laalegría de este camino»durante el cual, «en cada

momento», encontramos aJesús.Por lo tanto, resumió Francisco:«Valentía, esperanza, gracia,conversión y fortaleza», así «sehace la santidad de cada día,en la Iglesia: todos los días unpasito hacia adelante en estecamino hacia el encuentro conel Signore».

30 de mayo de 2016. Espírituenjaulado. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.22, viernes 3 de junio de 2016 «Profecía, memoria yesperanza»: son lascaracterísticas que hacen librea una persona, al pueblo, a laIglesia, impidiendo de acabaren un «sistema cerrado» denormas que enjaulan al EspírituSanto. Lo ha recordado el Papa

Francisco en la misa celebradael lunes 30 de mayo, por lamañana, en la capilla de laCasa Santa Marta.«Está claro a quién se dirigeJesús con esta parábola: a losjefes de los sacerdote, a losescribas y a los ancianos delpueblo», ha hecho notarinmediatamente el Paparefiriéndose al pasajeevangélico de Marcos (12, 1-12) propuesto por la liturgia.Por lo tanto «para ellos» elSeñor usa «la imagen de lavid», que «en la Biblia es laimagen del pueblo de Dios, la

imagen de la Iglesia y tambiénla imagen de nuestra alma».Así, ha explicado Francisco, «elSeñor planta una viña, la rodeade una cerca, cava un lagar yedifica una torre».Precisamente en este trabajose reconoce «todo el amor y laternura de Dios para hacer a supueblo: esto el Señor lo hahecho siempre con tanto amory con tanta ternura». Y «élrecuerda siempre a este pueblocuando le era fiel, cuando loseguía en el desierto, cuandobuscaba su rostro». Pero«después la situación se volvió

al revés y el pueblo se adueñóde este don de Dios» al gritode: «Nosotros somos nosotros,somos libres». Ese pueblo «nopiensa, no recuerda que fueronlas manos, el corazón de Diosquien lo hizo, y así se convierteen un pueblo sin memoria, unpueblo sin profecía, un pueblosin esperanza».Es, por lo tanto, «a losdirigentes de este pueblo» aquienes Jesús se dirige «conesta parábola: un pueblo sinmemoria ha perdido lamemoria del don, del regalo; yatribuye a sí mismo lo que es:

Nosotros podemos». Muchasveces en la Biblia se habla deascetas, profetas —ha afirmadoel Papa— y «Jesús mismodestaca la importancia de lamemoria: un pueblo sinmemoria no es un pueblo,olvida sus raíces, olvida suhistoria».Moisés, en el libro delDeuteronomio, repitenumerosas veces esteconcepto: «¡Recordad,recuerda!». Este es, en efecto,«el libro de la memoria delpueblo, del pueblo de Israel; esel libro de la memoria de la

Iglesia, aunque es también ellibro de nuestra memoriapersonal». Es precisamente «ladimensión deuteronómica de lavida, de la vida de un pueblo ode la vida de una persona, quehace siempre volver a lasraíces para recordar y poder noequivocarse en el camino». Encambio, las personas a quienesJesús se dirige con la parábola«habían perdido la memoria:habían perdido la memoria deldon, del regalo de Dios quehabía hecho a ellos».«Perdida la memoria, es unpueblo incapaz de hacer

espacio para los profetas», hacontinuado Francisco. Jesúsmismo, en efecto, «les dice quehan asesinado a los profetas,porque los profetas estorban,los profetas nos dicen siemprelo que nosotros no queremosescuchar». Y así, «Daniel enBabilonia se lamenta:“nosotros, hoy, no tenemosprofetas”». Palabras queencierran la realidad «de unpueblo sin profetas» que lesindican «el camino y lesrecuerdan: el profeta es el quetiene la memoria y hace iradelante». Es así que «Jesús

dice a los jefes del pueblo:“vosotros habéis perdido lamemoria y no tenéis profetas.Es más: cuando teníais a losprofetas, vosotros los habéisasesinado”».Por lo demás, la actitud de losjefes del pueblo era evidente:«Nosotros no tenemosnecesidad de los profetas,nosotros somos nosotros». Pero«sin memoria y sin profetas —advirtió el Pontífice— seconvierte en un pueblo sinesperanza, un pueblo sinhorizonte, un pueblo cerradoen sí mismo que no se abre a

las promesas de Dios, que noespera las promesas de Dios».Por lo tanto, «un pueblo sinmemoria, sin profecía y sinesperanza: este es el puebloque los jefes de los sacerdotes,los escribas, los ancianos hanhecho del pueblo de Israel».Y «¿dónde está la fe?», sepreguntó Francisco. «En lamuchedumbre» respondió,destacando que en el Evangeliose lee: «Buscaban capturarlo,pero tuvieron miedo de lagente». Esas personas, enefecto, «habían entendido laverdad y, en medio de sus

pecados tenían memoria,estaban abiertos a la profecía ybuscaban la esperanza». Unejemplo, en este sentido, vienede «dos ancianillos, Simeón yAnna, personas de memoria, deprofecía y de esperanza».En cambio «los jefes delpueblo» legitimaban supensamiento rodeándose «deabogados, doctores de la ley,que elaboran un sistemajurídico cerrado: creo —hacomentado el Pontífice— queahí había casi 600 preceptos».Y así «cerrado, seguro» era supensamiento, con la idea que

«se salvarán los que hacenesto; no nos importan losdemás». Por lo que respecta «laprofecía: mejor que no venganlos profetas». Y «¿laesperanza? Pero, cada uno laverá». Este «es el sistema através del cual legitimamos:doctores de la ley, teólogos quesiempre caminan en la vía de lacasuística y no permiten lalibertad del Espíritu Santo; noreconocen el don de Dios, eldon del Espíritu y enjaulan alEspíritu porque no permiten laprofecía en la esperanza».Es precisamente «este el

sistema religioso del cual hablaJesús». Un sistema «decorrupción, de mundanidad yde concupiscencia», como diceel pasaje tomado de la segundacarta de san Pedro (1, 2-7),propuesto en la primeralectura. Incluso Jesús mismo«fue tentado de perder lamemoria de su misión, para nodar lugar a la profecía y deelegir la seguridad en lugar dela esperanza». A este propósitoel Papa recordó «las trestentaciones del desierto:“realiza un milagro y muestratu poder”, “tírate del alero del

templo y así todos creerán”;“adórame”».«A esta gente Jesús, porqueconocía en sí mismo lastentaciones» del «sistemacerrado», la reprende porrecorrer «medio mundo paraobtener un prosélito» y para«hacerlo esclavo». Y así «estepueblo tan organizado, estaIglesia así organizada, haceesclavos». De tal modo que «seentiende cómo reacciona Pablo,cuando habla de la esclavitudde la ley y de la libertad que teda la gracia». Porque «unpueblo es libre, una Iglesia es

libre cuando tiene memoria,cuando deja el lugar a losprofetas, cuando no pierde laesperanza».«Que el Señor nos enseñe estalección, también para nuestravida» ha deseado Franciscocomo conclusión, sugiriendopreguntarse a sí mismos en unauténtico examen deconciencia: «¿tengo memoriade las maravillas que el Señorhizo en mi vida? ¿Tengomemoria de los dones de Dios?¿Soy capaz de abrir el corazóna los profetas, es decir a quienme dice: “esto no funciona,

deber ir por ahí, sigueadelante, arriesga”, como hacenlos profetas? ¿Estoy abierto aello o tengo miedo y prefieroencerrarme en la jaula de laley?». Y al final: «¿Tengoesperanza en las promesas deDios, como la tuvo nuestropadre Abrahán, que salió de sutierra sin saber a dóndedirigirse, sólo porque confiabaen Dios?».

31 de mayo de 2016. Mujeresvalientes. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.22, viernes 3 de junio de 2016 Dos «actitudes» se reconocencomo «signos» inequívocos delser cristianos: el «servicio en laalegría» e «ir al encuentro delos demás». En la misacelebrada el 31 de mayo enSanta Marta, el Papa Franciscodio consejos para los cristianos

que «creen ser tales» pero enrealidad «no lo sonplenamente». E invitó a seguirel ejemplo de «mujeresvalientes» como María, capacesde afrontar dificultades yobstáculos por servir a losdemás.Ante una liturgia del día «llenade la alegría que colma nuestrocorazón» el Pontífice eligió enprimer lugar algunos pasajesde la primera lectura tomadadel profeta Sofonías (3, 14-18): «¡Lanza gritos de gozo,hija de Sión, lanza clamores,Israel, alégrate y exulta de

todo corazón, hija deJerusalén! El Señor está enmedio de ti, no temerás yaningún mal»; y también: «Diosestá en medio de ti, ¡unpoderoso Salvador! Él exulta degozo por ti, te renueva por suamor; danza por ti con gritosde júbilo». Es decir, explicó, «esDios quien goza con nosotros»,quien «nos renueva». Es unpasaje que expresa «unaalegría grande, una alegría quellena nuestro corazón y nuestravida». Luego Francisco recurrióal Evangelio de Lucas (1, 39-56): «En el encuentro de María

con su prima» —destacó— serespira el «mismo clima dealegría: “Engrandece mi almaal Señor y mi espíritu se alegraen Dios”». También Jesús sealegra y salta en el seno de lamadre: «todo es alegría allí,todo».«Este —comentó el Papa— es elaire fresco que hoy nos trae laliturgia: el mensaje dealegría». Y comentó: qué «cosafea» son «los cristianos con lacara torcida, los cristianostristes», una «cosa fea, fea,fea». En efecto, «creen» sercristianos «pero no lo son

plenamente».En este clima de alegría «quela liturgia hoy nos da como unregalo», el Pontífice quisoponer de relieve dos aspectos:«una actitud» y «un hecho».La actitud que podemosdestacar en el pasajeevangélico es la del «servicio».María, en efecto, «va a servir».Francisco puso de relieve «losdos verbos que introducen estahistoria en el Evangelio deLucas», o sea: «María selevantó», es decir decide:«hago algo», y, por lo tanto,«fue con prontitud». Lo que

«asombra», dijo el Pontífice, esprecisamente «esta joven dedieciséis años, diecisiete, nomás, que va de prisa por estecamino, donde seguramentehabía bandidos, pero eravaliente. Se levanta y va».María no encuentra excusascomo: «No, estoyembarazada», o también: «Soyla reina del mundo, porque elrey viene a mí». Ellasencillamente «se levanta yva», mostrando, toda su«valentía de mujer».Al respecto el Papa hizo unparéntesis recordando «a las

mujeres valientes que hay enla Iglesia» y que «son como laVirgen»: mujeres que «llevanadelante la familia» y «laeducación de los hijos»,capaces de afrontar «muchasadversidades, mucho dolor»,mujeres «que cuidan a losenfermos... Valientes: selevantan y sirven, sirven». Enellas se reconoce el «signocristiano» del servicio. Y, alrecordar que «quien no vivepara servir, no sirve paravivir», Francisco destacó enmás de una ocasión laimportancia de la actitud del

«servicio en la alegría». Unaalegría que, de todos modos,requiere también«mortificación», es decir noelegir hacer sólo lo que nosgusta. María, por ejemplo, «selevantó y fue con prontitud a laregión montañosa, a unaciudad de Judá», fue «lejos», y«seguramente lo hizo sola. Eravaliente».El Evangelio, luego, proponetambién un «hecho», es decir«el encuentro» entre María eIsabel. «Estas dos mujeres —dijo el Pontífice— seencuentran y se encuentran

con alegría, como cuando seencuentran las mujeres que sequieren: se abrazan, se dan unbeso...». Un encuentro, endefinitiva, caracterizado por la«fiesta». Así, pues, «elencuentro es otro signocristiano». En efecto, explicó elPapa, «una persona que diceser cristiana y no es capaz de iral encuentro de los demás, deencontrarse con los demás, noes totalmente cristiana». Yañadió: «tanto el servicio comoel encuentro requieren» laactitud «de salir de sí mismo:salir para servir y salir para

encontrar, para abrazar a otrapersona».Precisamente con este tipo deservicio y de encuentro, enMaría —que una semana antes«trabajaba, sin saber que suprima estaba embarazada»,luego, con la «alegría grandede la maternidad» suma «laalegría de servir y la alegría delencuentro»— «se renueva lapromesa del Señor» y serealiza «en ese presente». Alrespecto comentó Francisco:«Si nosotros aprendiésemosesto –servicio e ir al encuentrode los demás, no rechazar los

encuentros–, si nosotrosaprendiésemos esto, ¡cuántocambiaría el mundo!». Yconcluyó recordando: «Doscosas solamente, servir yencontrarse, yexperimentaremos la alegría,esta alegría grande de lapresencia de Dios en medio denosotros».

SANTO PADRE FRANCISCO.Año 2016. Junio.

Textos tomados de:www.vatican.vaCompuestos por:

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1 de junio de 2016. Audienciageneral. Cómo se debe rezarpara obtener misericordia.2 de junio de 2016. Retiroespiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Primerameditación.2 de junio de 2016. Retiroespiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Segundameditación.2 de junio de 2016. Retiro

espiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Tercera meditación.3 de junio de 2016. Homilíaen el jubileo de los sacerdotes.3 de junio de 2016. Discurso a la cumbre internacional dejueces y magistrados contra eltráfico de personas y el crimenorganizado.4 de junio de 2016. Discursoa los participantes en laasamblea de las obrasmisionales pontificias.5 de junio de 2016. Homilíaen la Santa Misa y

canonización de los beatosEstanislao de Jesús María yMaría Isabel Hesselblad.5 de junio de 2016.ÁNGELUS.8 de junio de 2016. Audienciageneral. Las bodas de Cana.9 de junio de 2016. Discursoa una representación demédicos españoles ylatinoamericanos.10 de junio de 2016. Discursoa una delegación de lacomunión mundial de lasiglesias reformadas.12 de junio de 2016. Homilíaen el jubileo de los enfermos y

personas discapacitadas.12 de junio de 2016.ÁNGELUS.13 de junio de 2016. Discursoen la visita a la sede delPrograma Mundial de Alimentos(PMA)15 de junio de 2016.Audiencia general. El ciego deJericó.18 de junio de 2016.Audiencia jubilar. Laconversión.19 de junio de 2016.ÁNGELUS.22 de junio de 2016.Audiencia general. Confiar en

la voluntad de Dios significa, enefecto, situarnos ante suinfinita misericordia.24 de junio de 2016. Palabrasdurante el vuelo Roma-Ereván.(Armenia)24 de junio de 2016. Discursoen la visita de oración a lacatedral apostólica. (Armenia)24 de junio de 2016. Discursoen el encuentro con lasautoridades civiles y con elcuerpo diplomático. (Armenia)25 de junio de 2016. Discursoen el encuentro ecuménico yoración por la paz. (Armenia)25 de junio de 2016. Homilía

del Santo Padre en la SantaMisa. (Armenia)26 de junio de 2016. Discursoen la participación en la divinaliturgia en la catedralapostólica Armenia. (Armenia)26 de junio de 2016. Firmade una declaración conjunta desu Santidad Francisco y de suSantidad Karekin II en la santaEtchmiadzin, República deArmenia. (Armenia)28 de junio de 2016. Palabrasdel Santo Padre Francisco en laconmemoración del 65aniversario de la ordenaciónsacerdotal del papa emérito

Benedicto XVI.29 de junio de 2016. Homilíaen la Santa misa y bendición delos palios para los nuevosarzobispos metropolitanos en lasolemnidad de san Pedro y sanPablo.29 de junio de 2016.ÁNGELUS.30 de junio de 2016.Audiencia jubilar. Lamisericordiosa como un estilode vida.

1 de junio de 2016. Audienciageneral. Cómo se debe rezarpara obtener misericordia. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!El miércoles pasado hemosescuchado la parábola del juezy la viuda, sobre la necesidadde rezar con perseverancia.Hoy, con otra parábola, Jesúsquiere enseñarnos cuál es laactitud correcta para rezar einvocar la misericordia delPadre; cómo se debe rezar; la

actitud correcta para orar. Es laparábola del fariseo y delpublicano (cf. Lc 18, 9-14).Ambos protagonistas suben altemplo para rezar, pero actúande formas muy distintas,obteniendo resultadosopuestos. El fariseo reza «depie» (Lc 18, 11), y usa muchaspalabras. Su oración es, sí, unaoración de acción de graciasdirigida a Dios, pero en realidades una exhibición de suspropios méritos, con sentido desuperioridad hacia los «demáshombres», a los que calificacomo «ladrones, injustos,

adúlteros», como, por ejemplo,—y señala al otro que estabaallí— «este publicano» (Lc 18,11). Pero precisamente aquíestá el problema: ese fariseoreza a Dios, pero en realidad semira a sí mismo. ¡Reza a símismo! En lugar de tener antesus ojos al Señor, tiene unespejo. Encontrándose inclusoen el templo, no siente lanecesidad de postrarse ante lamajestad de Dios; está de pie,se siente seguro, casi como sifuese él el dueño del templo. Élenumera las buenas obrasrealizadas: es irreprensible,

observante de la Ley más de lodebido, ayuna «dos veces porsemana» y paga el «diezmo»de todo lo que posee. Endefinitiva, más que rezar, elfariseo se complace de la propiaobservancia de los preceptos.Pero sus actitudes y suspalabras están lejos del modode obrar y de hablar de Dios,que ama a todos los hombres yno desprecia a los pecadores. Alcontrario, ese fariseo despreciaa los pecadores, incluso cuandoseñala al otro que está allí. Osea, el fariseo, que seconsidera justo, descuida el

mandamiento más importante:el amor a Dios y al prójimo.No es suficiente, por lo tanto,preguntarnos cuánto rezamos,debemos preguntarnostambién cómo rezamos, omejor, cómo es nuestrocorazón: es importanteexaminarlo para evaluar lospensamientos, lossentimientos, y extirpararrogancia e hipocresía. Pero,pregunto: ¿se puede rezar conarrogancia? No. ¿Se puederezar con hipocresía? No.Solamente debemos orarponiéndonos ante Dios así

como somos. No como elfariseo que rezaba conarrogancia e hipocresía.Estamos todos atrapados porlas prisas del ritmo cotidiano, amenudo dejándonos llevar porsensaciones, aturdidos,confusos. Es necesarioaprender a encontrar de nuevoel camino hacia nuestrocorazón, recuperar el valor dela intimidad y del silencio,porque es allí donde Dios nosencuentra y nos habla. Sólo apartir de allí podemos, a suvez, encontrarnos con losdemás y hablar con ellos. El

fariseo se puso en camino haciael templo, está seguro de sí,pero no se da cuenta de haberextraviado el camino de sucorazón.El publicano en cambio —elotro— se presenta en el templocon espíritu humilde yarrepentido: «manteniéndose adistancia, no se atrevía ni aalzar los ojos al cielo, sino quese golpeaba el pecho» (Lc 18,13). Su oración es muy breve,no es tan larga como la delfariseo: «¡Oh Dios! ¡Tencompasión de mí, que soypecador!». Nada más.

¡Hermosa oración! En efecto,los recaudadores de impuestos—llamados precisamente,«publicanos»— eranconsiderados personas impuras,sometidas a los dominadoresextranjeros, eran mal vistospor la gente y en general se losasociaba con los «pecadores».La parábola enseña que se esjusto o pecador no porpertenencia social, sino por elmodo de relacionarse con Diosy por el modo de relacionarsecon los hermanos. Los gestosde penitencia y las pocas ysencillas palabras del publicano

testimonian su conscienciaacerca de su mísera condición.Su oración es esencial Secomporta como alguienhumilde, seguro sólo de ser unpecador necesitado de piedad.Si el fariseo no pedía nadaporque ya lo tenía todo, elpublicano sólo puede mendigarla misericordia de Dios. Y estoes hermoso: mendigar lamisericordia de Dios.Presentándose «con las manosvacías», con el corazóndesnudo y reconociéndosepecador, el publicano muestra atodos nosotros la condición

necesaria para recibir el perdóndel Señor. Al final,precisamente él, asídespreciado, se convierte enimagen del verdadero creyente.Jesús concluye la parábola conuna sentencia: «Os digo queeste —o sea el publicano —bajó a su casa justificado yaquel no. Porque todo el que seensalce, será humillado; y elque se humille, seráensalzado» (Lc 18, 14). Deestos dos, ¿quién es elcorrupto? El fariseo. El fariseoes precisamente la imagen delcorrupto que finge rezar, pero

sólo logra pavonearse ante unespejo. Es un corrupto y simulaestar rezando. Así, en la vidaquien se cree justo y juzga alos demás y los desprecia, esun corrupto y un hipócrita. Lasoberbia compromete todaacción buena, vacía la oración,aleja de Dios y de los demás. SiDios prefiere la humildad no espara degradarnos: la humildades más bien la condiciónnecesaria para ser levantadosde nuevo por Él, yexperimentar así lamisericordia que viene a colmarnuestros vacíos. Si la oración

del soberbio no llega al corazónde Dios, la humildad del míserolo abre de par en par. Diostiene una debilidad: ladebilidad por los humildes.Ante un corazón humilde, Diosabre totalmente su corazón. Esesta la humildad que la VirgenMaría expresa en el cánticodel Magníficat: «Ha puesto losojos en la humildad de suesclava. [...] su misericordiaalcanza de generación engeneración a los que le temen»(Lc 1, 48.50). Que nos ayudeella, nuestra Madre, a rezarcon corazón humilde. Y

nosotros, repetimos tres veces,esa bonita oración: «Oh Dios,ten piedad de mí, que soy unpecador».SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que la VirgenMaría, nuestra Madre, queproclama en el Magnificat lamisericordia del Señor, nosayude a orar siempre con uncorazón semejante al suyo.Gracias.

2 de junio de 2016. Retiroespiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Primerameditación. Basílica de San Juan de Letrán.Jueves Ejercicios para sacerdotes2016 Buenos días, queridossacerdotes.Comenzamos esta jornada deretiro espiritual. Creo que nos

hará bien rezar unos por otros,en comunión. Un retiro, peroen comunión, todos.He elegido el tema de lamisericordia. Primero unapequeña introducción para todoel retiro.La misericordia, en su aspectomás femenino, es el entrañableamor materno, que seconmueve ante la fragilidad desu creatura recién nacida y laabraza, supliendo todo lo que lefalta para que pueda vivir ycrecer (rahamim); y en suaspecto más masculino, es lafidelidad fuerte del Padre que

sostiene siempre, perdona yvuelve a poner en camino a sushijos. La misericordia es tantoel fruto de una «alianza» —poreso se dice que Dios se acuerdade su (pacto de) misericordia(hesed)— como un «acto»gratuito de benignidad ybondad que brota de nuestrapsicología más profunda y setraduce en una obra externa(eleos, que se convierte enlimosna). Esta inclusividad haceque esté siempre a la mano detodos el «misericordiar», elcompadecerse del que sufre,conmoverse ante el necesitado,

indignarse, que se revuelvanlas tripas ante una injusticiapatente y ponerseinmediatamente a hacer algoconcreto, con respeto yternura, para remediar lasituación. Y, partiendo de estesentimiento visceral, está alalcance de todos mirar a Diosdesde la perspectiva de esteatributo primero y último con elque Jesús lo ha querido revelarpara nosotros: el nombre deDios es Misericordia.Cuando meditamos sobre laMisericordia sucede algoespecial. La dinámica de los

Ejercicios Espirituales sepotencia desde dentro. Lamisericordia hace ver que lasvías objetivas de la místicaclásica —purgativa, iluminativay unitiva— nunca son etapassucesivas, que se puedan dejaratrás. Siempre tenemosnecesidad de una nuevaconversión, de máscontemplación y de un amorrenovado. Estas tres fases seentrecruzan y vuelven aaparecer. Nada une más conDios que un acto demisericordia —y esto no es unaexageración: nada une más con

Dios que un acto demisericordia—, ya sea que setrate de la misericordia con queel Señor nos perdona nuestrospecados, ya sea de la graciaque nos da para practicar lasobras de misericordia en sunombre. Nada ilumina más la feque el purgar nuestros pecadosy nada más claro que Mateo25, y aquello de «Dichosos losmisericordiosos porquealcanzarán misericordia»(Mt 5,7), para comprender cuáles la voluntad de Dios, lamisión a la que nos envía. A lamisericordia se le puede aplicar

aquella enseñanza de Jesús:«Con la medida que midanserán medidos» (Mt 7,2).Permítanme, pero pienso aquí aesos confesores que «apalean»a los penitentes, que los riñen.Pero, ¡así los tratará Dios aellos! Aunque no sea más quepor eso, no hagan estas cosas.La misericordia nos permitepasar de sentirnosmisericordiados a desearmisericordiar. Pueden convivir,en una sana tensión, elsentimiento de vergüenza porlos propios pecados con elsentimiento de la dignidad a la

que el Señor nos eleva.Podemos pasar sin preámbulosde la distancia a la fiesta, comoen la parábola del Hijo Pródigo,y utilizar como receptáculo dela misericordia nuestro propiopecado. Repito esto, que es laclave de la primera meditación:utilizar como receptáculo de lamisericordia nuestro propiopecado. La misericordia nosimpulsa a pasar de lo personala lo comunitario. Cuandoactuamos con misericordia,como en los milagros de lamultiplicación de los panes, quenacen de la compasión de Jesús

por su pueblo y por losextranjeros, los panes semultiplican a medida que sereparten.Tres sugerenciasTres sugerencias para estajornada de retiro. La alegre ylibre familiaridad que seestablece a todos los nivelesentre los que se relacionanentre sí con el vínculo de lamisericordia —familiaridad delReino de Dios, tal como Jesús lodescribe en sus parábolas— melleva a sugerirles tres cosaspara su oración personal deeste día.

La primera tiene que ver condos consejos prácticos que dasan Ignacio —me excuso por lapublicidad «de familia»— y quedice: «No el mucho saber llenay satisface el alma, sino elsentir y gustar las cosas deDios interiormente» (EjerciciosEspirituales, 2). San Ignacioagrega que allí donde unoencuentra lo que quiere ysiente gusto, allí se quederezando «sin tener ansia depasar adelante, hasta que mesatisfaga» (ibíd., 76). Así que,en estas meditaciones sobre lamisericordia, uno puede

comenzar por donde más leguste y quedarse allí, puesseguramente una obra demisericordia le llevará a lasdemás. Si comenzamos dandogracias al Señor, quemaravillosamente nos creó ymás maravillosamente aún nosredimió, seguramente esto nosllevará a sentir pena pornuestros pecados. Sicomenzamos porcompadecernos de los máspobres y alejados, seguramentenecesitaremos sermisericordiados tambiénnosotros.

La segunda sugerencia pararezar tiene que ver con unaforma de utilizar la palabramisericordia. Como se habrándado cuenta, al hablar de lamisericordia a mí me gustausar la forma verbal: hay quehacer misericordia(misericordiar en español,«misericordiare», tenemos queforzar la lengua) para recibirmisericordia, para ser«misericordiati» (sermisericordiados). «Pero Padre,esto no es italiano». «Sí, peroes la forma que yo encuentropara ir adentro:

“Misericordiare” para ser“misercordiato”». El hecho deque la misericordia ponga encontacto una miseria humanacon el corazón de Dios haceque la acción surjainmediatamente. No se puedemeditar sobre la misericordiasin que todo se ponga enacción. Por tanto, en la oración,no hace bien intelectualizar.Con prontitud, y con la ayudade la gracia, nuestro diálogocon el Señor tiene queconcretarse en qué pecadotiene que tocar su misericordiaen mí, dónde siento, Señor,

más vergüenza y más deseoreparar; y rápidamentetenemos que hablar de aquelloque más nos conmueve, deesos rostros que nos llevan adesear intensamente ponermanos a la obra para remediarsu hambre y sed de Dios, dejusticia, de ternura. A lamisericordia se la contempla enla acción. Pero un tipo deacción que es omniinclusiva: lamisericordia incluye todonuestro ser —entrañas yespíritu— y a todos los seres.La última sugerencia para lajornada de hoy va por el lado

del fruto de los ejercicios, esdecir de la gracia que tenemosque pedir y que es,directamente, la deconvertirnos en sacerdotes másmisericordiados y másmisericordiosos. Una de lascosas más más bellas, que meconmueven, es la confesión deun sacerdote: es algo grande,hermoso, porque este hombreque se acerca para confesar suspecados es el mismo quedespués ofrece el oído alcorazón de otra persona queviene a confesar los suyos. Nospodemos centrar en la

misericordia porque ella es loesencial, lo definitivo. Por losescalones de la misericordia(cf. Laudato si’, 77) podemosbajar hasta lo más bajo de lacondición humana —fragilidad ypecado incluidos— y ascenderhasta lo más alto de laperfección divina: «Seanmisericordiosos (perfectos)como su Padre esmisericordioso». Pero siemprepara «cosechar» sólo másmisericordia. De aquí debenvenir los frutos de conversiónde nuestra mentalidadinstitucional: si nuestras

estructuras no se viven ni seutilizan para recibir mejor lamisericordia de Dios y para sermás misericordiosos para conlos demás, se pueden convertiren algo muy extraño ycontraproducente. De esto sehabla frecuentemente enalgunos documentos de laIglesia y en algunos discursosde los Papas, es decir, de laconversión institucional, laconversión pastoral.Este retiro espiritual, por tanto,irá por el lado de esa«simplicidad evangélica» queentiende y practica todas las

cosas en clave de misericordia.Y de una misericordia dinámica,no como un sustantivocosificado y definido, ni comoadjetivo que decora un poco lavida, sino como verbo—misericordiar y sermisericordiados—. Esto es loque nos lanza a la acción enmedio del mundo. Y, además,como misericordia «siempremás grande», como unamisericordia que crece yaumenta, dando pasos de bienen mejor, y yendo de menos amás, ya que la imagen queJesús nos pone es la del Padre

siempre más grande —Deussemper maior— y cuyamisericordia infinita «crece», sise puede decir así, y no tienetecho ni fondo, porque provienede su soberana libertad.Primera meditación: de ladistancia a la fiesta.Y ahora pasemos a la primerameditación. He puesto comotítulo «De la distancia a lafiesta». Si la misericordia delEvangelio es, como hemosdicho, un exceso de Dios, undesborde inaudito, lo primeroes mirar dónde el mundo dehoy, y cada persona, necesita

más un exceso de amor así. Loprimero es preguntarnos cuáles el receptáculo para talmisericordia; cuál es el terrenodesierto y seco para taldesborde de agua viva; cuáleslas heridas para ese aceitebalsámico; cuál es la orfandadque necesita tal desvivirse encariños y atenciones; cuál ladistancia para tanta sed deabrazo y de encuentro…La parábola que les propongopara esta meditación es la delpadre misericordioso(cf. Lc 15,11-31). Nos situamosen el ámbito del misterio del

Padre. Y me viene al corazóncomenzar por ese momento enque el hijo pródigo está enmedio del chiquero, en eseinfierno del egoísmo, que hizotodo lo que quiso y, en vez deser libre, se encuentra esclavo.Mira a los chanchos que comenbellotas…, siente envidia y leviene la nostalgia. Nostalgia:palabra clave. Nostalgia por elpan recién horneado que losempleados de su casa, la casade su padre, comen para eldesayuno. La nostalgia es unsentimiento poderoso. Tieneque ver con la misericordia

porque nos ensancha el alma.Nos hace recordar el bienprimero —la patria de dondesalimos— y nos despierta laesperanza de volver. El nostosalgos. En este horizonte ampliode la nostalgia, este joven —dice el Evangelio— entró en síy se sintió miserable. Y cadauno de nosotros puede buscar odejarse llevar a ese puntodonde se siente más miserable.Cada uno de nosotros tiene susecreto de miseria dentro...Hace falta pedir la gracia deencontrarlo.Sin detenernos ahora a

describir lo mísero de suestado, pasemos a ese otromomento en que, después deque su Padre lo abrazó y lobesó efusivamente, él seencuentra sucio pero vestido defiesta. Porque el padre no ledice: «Vete, dúchate y despuésvuelve». No, sucio y vestido defiesta. Se pone en el dedo elanillo de par con su padre.Tiene sandalias nuevas en lospies. Está en medio de la fiesta,entre la gente. Algo así comonosotros, si alguna vez nospasó, que nos confesamosantes de la misa y ahí nomás

nos encontramos «revestidos»y en medio de una ceremonia.Es un estado de avergonzadadignidad.Avergonzada dignidad.Detengámonos en esa«avergonzada dignidad» deeste hijo pródigo y predilecto.Si nos animamos a mantenerserenamente el corazón entreesos dos extremos —la dignidady la vergüenza—, sin soltarninguno de ellos, quizáspodamos sentir cómo late elcorazón de nuestro Padre. Eraun corazón que palpitaba deansia cuando todos los días

subía a la terraza para mirar.¿Qué miraba? Si acaso el hijovuelve... Pero en este punto,en este puesto donde haydignidad y vergüenza, podemospercibir cómo late el corazón denuestro Padre. Podemosimaginar que la misericordia lebrota como sangre. Que él salea buscarnos —pecadores—, nosatrae a sí, nos purifica y noslanza de nuevo, renovados, atodas las periferias amisericordiar a todos. Susangre es la sangre de Cristo,sangre de la Nueva y EternaAlianza de misericordia,

derramada por nosotros y portodos los hombres para elperdón de los pecados. Estasangre la contemplamosentrando y saliendo de sucorazón, y del corazón delPadre. Esto es nuestro únicotesoro, lo único que tenemospara dar al mundo: la sangreque purifica y pacifica todo y atodos. La sangre del Señor queperdona los pecados. La sangreque es verdadera bebida, queresucita y da la vida a lo queestá muerto por el pecado.En nuestra oración serena, queva de la vergüenza a la

dignidad, de la dignidad a lavergüenza —las dos juntas—,pedimos la gracia de sentir esamisericordia como constitutivade nuestra vida entera; lagracia de sentir cómo ese latidodel corazón del Padre se aúnacon el latir del nuestro. Nobasta sentirla como un gestoque Dios tiene de vez encuando, perdonándonos algúnpecado gordo, y luego nos lasarreglamos solos,autónomamente. No basta.San Ignacio propone unaimagen caballeresca propia desu época, pero, como la lealtad

entre amigos es un valorperenne, puede ayudarnos.Dice que, para sentir«confusión y vergüenza» pornuestros pecados (y noperdernos de sentir lamisericordia), podemos usar unejemplo: imaginemos que «uncaballero se hallase delante desu rey y de toda su corte,avergonzado y confundido enhaberle mucho ofendido, siendoque de él primero recibiómuchos dones y muchasmercedes» (EjerciciosEspirituales, 74). Imaginemosesta escena. No obstante,

siguiendo la dinámica del hijopródigo en la fiesta,imaginemos a este caballerocomo alguien que, en vez deser avergonzado delante detodos, el rey lo tomainesperadamente de la mano yle devuelve su dignidad. Yvemos que no sólo lo invita aseguirlo en su lucha, sino quelo pone al frente de suscompañeros. ¡Con quéhumildad y lealtad lo serviráeste caballero de ahora enadelante! Esto me hace pensaren la última parte del capítulo16 de Ezequiel, la última parte.

Ya sea sintiéndonos como elhijo pródigo festejado o como elcaballero desleal convertido ensuperior, lo importante es quecada uno se sitúe en esatensión fecunda en la que lamisericordia del Señor nospone: no solamente depecadores perdonados, sino depecadores dignificados. ElSeñor no solamente nos limpia,sino que nos corona, nos dadignidad.Simón Pedro nos ofrece laimagen ministerial de esta sanatensión. El Señor lo educa y loforma progresivamente y lo

ejercita en mantenerse así:Simón y Pedro. El hombrecomún, con sus contradiccionesy debilidades, y el que esPiedra, el que tiene las llaves,el que conduce a los demás.Cuando Andrés lo lleva aCristo, así como está, vestidode pescador, el Señor le pone elnombre de Piedra. Apenasacaba de alabarle por laconfesión de fe que viene delPadre, cuando ya le recriminaduramente por la tentación deescuchar la voz del mal espíritual decirle que se aparte de lacruz. Lo invitará a caminar

sobre las aguas y lo dejaráhundirse en su propio miedo,para tenderle enseguida unamano; apenas se confiesepecador lo misionará a serpescador de hombres; lointerrogará prolijamente sobresu amor, haciéndole sentir dolory vergüenza por su deslealtad ycobardía, pero también por tresveces le confiará el pastoreo desus ovejas. Siempre estos dospolos.Ahí tenemos que situarnos, enese hueco en el que convivennuestra miseria másvergonzante y nuestra dignidad

más alta. ¿Qué sentimoscuando la gente nos besa lamano y miramos nuestramiseria más íntima, mientras elPueblo de Dios nos honra? Heaquí otra situación paraentender esto. Siempre elcontraste. Debemos situarnosaquí, en el espacio en el queconviven nuestra miseriaavergonzada y nuestradignidad más alta. El mismoespacio. Sucios, impuros,mezquinos, vanidosos —lavanidad es el pecado de loscuras—, egoístas y, a la vez,con los pies lavados, llamados y

elegidos, repartiendo sus panesmultiplicados, bendecidos pornuestra gente, queridos ycuidados. Sólo la misericordiahace soportable ese lugar. Sinella, o nos creemos justos comolos fariseos o nos alejamoscomo los que no se sientendignos. En ambos casos, se nosendurece el corazón. O cuandonos sentimos justos como losfariseos, o cuando nos alejamoscomo aquellos que no sesienten dignos. Yo no me sientodigno, pero no debo alejarme:debo estar ahí, en la vergüenzacon la dignidad, las dos juntas.

Profundizamos un poco más.Nos preguntamos: Y, ¿por quées tan fecunda esta tensiónentre miseria y dignidad, entredistancia y fiesta? Diría que esfecunda porque mantenerlanace de una decisión libre. Y elSeñor actúa principalmentesobre nuestra libertad, aunquenos ayude en todo. Lamisericordia es cuestión delibertad. El sentimiento brotaespontáneo y cuando decimosque es visceral parecería quees sinónimo de «animal». Perolos animales desconocen lamisericordia «moral», aunque

algunos puedan experimentaralgo de esa compasión, comoun perro fiel que permanece allado de su dueño enfermo. Lamisericordia es una conmociónque toca las entrañas, peropuede brotar también de unapercepción intelectual aguda —directa como un rayo, pero nopor simple menos compleja—:uno intuye muchas cosascuando siente misericordia.Uno comprende, por ejemplo,que el otro está en unasituación desesperada, límite;le pasa algo que excede suspecados o sus culpas; también

uno comprende que el otro esun par, que él mismo podríaestar en su lugar; y que el males tan grande y devastador queno se arregla sólo con justicia…En el fondo, uno se convencede que hace falta unamisericordia infinita, como ladel corazón de Cristo, pararemediar tanto mal y tantosufrimiento como vemos quehay en la vida de los sereshumanos… Si la misericordiaestá por debajo de eso, noalcanza. ¡Tantas cosascomprende nuestra mente consólo ver a alguien tirado en la

calle, descalzo, en una mañanafría, o al Señor clavado en lacruz por mí!Además, la misericordia seacepta y se cultiva, o serechaza libremente. Si uno sedeja llevar, un gesto trae elotro. Si uno pasa de largo, elcorazón se enfría. Lamisericordia nos haceexperimentar nuestra libertad yes allí donde podemosexperimentar la libertad deDios, que es misericordioso conquien es misericordioso(cf. Dt 5,10), como le dijo aMoisés. En su misericordia el

Señor expresa su libertad. Ynosotros, la nuestra.Podemos vivir mucho tiempo«sin» la misericordia del Señor.Es decir: podemos vivir sinhacerla consciente y sin pedirlaexplícitamente. Hasta que unocae en la cuenta de que «todoes misericordia» y llora conamargura no haberlaaprovechado antes, siendo asíque la necesitaba tanto.La miseria de la que hablamoses la miseria moral,intransferible, esa donde unotoma conciencia de sí mismocomo persona que, en un punto

decisivo de su vida, actuó porsu propia iniciativa: eligió algoy eligió mal. Este es el fondoque hay que tocar para sentirdolor de los pecados y paraarrepentirse verdaderamente.Porque, en otros ámbitos, unono se siente tan libre ni sienteque el pecado afecte toda suvida y, por tanto, noexperimenta su miseria, con locual se pierde la misericordia,que sólo actúa con esacondición. Uno no va a lafarmacia y dice: «Pormisericordia, le pido unaaspirina». Por misericordia pide

que le den morfina para unapersona sumida en los doloresatroces de una enfermedadterminal. O todo o nada. O seva hasta el fondo o no seentiende nada.El corazón que Dios une a esamiseria moral nuestra es elcorazón de Cristo, su Hijoamado, que late como un solocorazón con el del Padre y eldel Espíritu. Recuerdo cuandoPío XII escribió la Encíclicasobre el Sagrado Corazón;recuerdo que alguno decía:«¿Por qué una encíclica sobreesto? Son cosas de monjas...».

Es el centro, el Corazón deCristo, es el centro de lamisericordia. Tal vez las monjasentienden más que nosotros,porque son madres en laIglesia, son icono de la Iglesia,de la Virgen María. Pero elcentro es el corazón de Cristo.Nos hará bien leer esta semanao mañana la Haurietes aquas...«Pero, ¡es preconciliar!». Sí,pero nos hará bien. Se puedeleer, nos hará mucho bien.Es un corazón que elige elcamino más cercano y que locompromete. Esto es propio dela misericordia, que se ensucia

las manos, toca, se mete,quiere involucrarse con elotro, va a lo personal con lomás personal, no «se ocupa deun caso» sino que secompromete con una persona,con su herida. Fijémonos ennuestro lenguaje. Cuántasveces decimos, sin darnoscuenta: «Tengo un caso...».¡Alto! Di más bien: «Tengo unapersona que...». Esto muyclerical: «Tengo un caso...»,«he encontrado un caso...».También a mí me sale amenudo. Hay un poco declericalismo: reducir lo concreto

del amor de Dios, de todo loque Dios nos da, de la persona,a un «caso». Y así me distancioy no me toca. Así no memancho las manos; así hagouna pastoral limpia, elegante,en la que no arriesgo nada.Pero también —no seescandalicen— donde no tengola posibilidad de un pecadovergonzoso. La misericordiaexcede la justicia y lo hacesaber y lo hace sentir; quedaimplicado uno con el otro. Aldignificar —y esto es decisivo,no se debe olvidar: lamisericordia da dignidad—, la

misericordia eleva a aquelhacia el que uno se abaja yvuelve pares a los dos, almisericordioso y almisericordiado. Como lapecadora del Evangelio(cf.Lc 7,36-50), a la cual se laperdonó mucho, porque amómucho y había pecado mucho.De aquí la necesidad del Padrede hacer fiesta, para que serestaure todo de una sola vez,devolviendo a su hijo ladignidad perdida. Esto posibilitamirar al futuro de maneranueva. No es que lamisericordia no tome en cuenta

la objetividad del daño hechopor el mal. Pero le quita podersobre el futuro —y este es elpoder de la misericordia—, lequita poder sobre la vida quecorre hacia delante. Lamisericordia es la verdaderaactitud de vida que se opone ala muerte, que es el frutoamargo del pecado. En eso eslúcida, no es para nada ingenuala misericordia. No es que novea el mal, sino que mira locorta que es la vida y todo elbien que queda por hacer. Poreso hay que perdonartotalmente, para que el otro

mire hacia adelante y no pierdatiempo en culparse ycompadecerse de sí mismo y enlo que se perdió. En el caminode ir a curar a otros, uno iráhaciendo su examen deconciencia y, en la medida enque ayuda a otros, reparará elmal que hizo. La misericordiaes fundamentalmenteesperanzada. Es madre deesperanza.Dejarse atraer y enviar por elmovimiento del corazón delPadre es mantenerse en esasana tensión de avergonzadadignidad. Dejarse atraer por el

centro de su corazón, comosangre que se ha ensuciadoyendo a dar vida a losmiembros más lejanos, paraque el Señor nos purifique ynos lave los pies; dejarseenviar llenos del oxígeno delEspíritu para llevar vida a todoslos miembros, especialmente alos más alejados, frágiles yheridos.Un cura hablaba —esto eshistórico— de una persona ensituación de calle que terminóviviendo en una hospedería.Era alguien cerrado en supropia amargura que no

interactuaba con los demás.Persona culta, se enterarondespués. Pasado algún tiempo,este hombre fue a parar alhospital por una enfermedadterminal y le contaba al curaque, estando allí, sumido en sunada y en su decepción por lavida, el que estaba en la camade al lado le pidió que lealcanzara la escupidera y queluego se la vaciara. Y esepedido de alguien queverdaderamente lo necesitabay estaba peor que él, le abriólos ojos y el corazón a unsentimiento poderosísimo de

humanidad y a un deseo deayudar al otro y de dejarseayudar él por Dios. Y seconfesó. De este modo, unsencillo acto de misericordia loconectó con la misericordiainfinita, se animó a ayudar alotro y luego se dejó ayudar él:murió confesado y en paz. Estees el misterio de lamisericordia.Así, los dejo con la parábola delpadre misericordioso, una vezque nos hemos «situado» enese momento en que el hijo sesiente sucio y revestido,pecador dignificado,

avergonzado de sí y orgullosode su padre. El signo parasaber si uno está bien situadoson las ganas de sermisericordioso con todos enadelante. Ahí está el fuego quevino a traer Jesús a la tierra,ese que enciende otros fuegos.Si no se prende la llama, esque alguno de los polos nopermite el contacto. O laexcesiva vergüenza, que no«pela los cables» y, en vez deconfesar abiertamente «hiceesto y esto», se tapa; o laexcesiva dignidad, que toca lascosas con guantes.

Los excesos de lamisericordiaPara terminar, una palabritasobre los excesos de lamisericordia. El único excesoante la excesiva misericordiade Dios es excederse enrecibirla y en desearcomunicarla a los demás. ElEvangelio nos muestra muchoslindos ejemplos de los que seexceden para recibirla: elparalítico, cuyos amigos lohacen entrar por el techo enmedio del sitio donde estabapredicando el Señor —exageran—; el leproso, que deja a sus

nueve compañeros y regresaglorificando y dando gracias aDios a grandes voces y va aponerse de rodillas a los piesdel Señor; el ciego Bartimeo,que logra detener a Jesús consus gritos y consigue superarincluso la «aduana de lossacerdotes» para ir hacia elSeñor; la mujer hemorroisa,que en su timidez se lasingenia para lograr unaestrecha cercanía con el Señory que, como dice el Evangelio,cuando tocó el manto, el Señorsintió que salía de éluna dynamis…; todos son

ejemplos de ese contacto queenciende un fuego ydesencadena la dinámica, lafuerza positiva de lamisericordia. También está lapecadora, cuyas excesivasmuestras de amor al Señor allavarle los pies con suslágrimas y secárselos con suscabellos, son para el Señorsigno de que ha recibido muchamisericordia, y por eso loexpresa de ese modoexagerado. Pero la misericordiasiempre exagera, es excesiva.La gente más simple, lospecadores, los enfermos, los

endemoniados…, son exaltadosinmediatamente por el Señor,que los hace pasar de laexclusión a la inclusión plena,de la distancia a la fiesta. Yesto no se entiende si no es enclave de esperanza, en claveapostólica, en clave del que esmisericordiado paramisericordiar.Podemos terminar rezando, conel Magnificat de lamisericordia, el Salmo 50 delrey David, que recitamos en loslaudes todos los viernes. Esel Magnificat de «un corazóncontrito y humillado» que, en

su pecado, tiene la grandeza deconfesar al Dios fiel que es másgrande que el pecado. Dios esmás grande que el pecado.Situados en el momento en queel hijo pródigo esperaba untrato distante y, en cambio, elpadre lo metió de lleno en unafiesta, podemos imaginarlorezando el Salmo 50. Y rezarloa dos coros con él, nosotros yel hijo pródigo. Podemosescucharlo cómo dice:«Misericordia, Dios mío, por tubondad; por tu inmensacompasión borra mi culpa…». Ynosotros decir: «Pues yo

(también) reconozco mi culpa,tengo siempre presente mipecado». Y a una voz, decir:«Contra ti, Padre, contra ti solopequé».Y rezamos desde esa tensióníntima que enciende lamisericordia, esa tensión entrela vergüenza que dice: «Apartade mi pecado tu vista, borra enmí toda culpa»; y esa confianzaque dice: «Rocíame con elhisopo y quedaré limpio,lávame; quedaré más blancoque la nieve». Confianza quese vuelve apostólica:«Devuélveme la alegría de la

salvación, afiánzame conespíritu firme y enseñaré a losmalvados tus caminos, lospecadores volverán a ti».

2 de junio de 2016. Retiroespiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Segundameditación. Basílica de Santa María laMayor – Jueves. Segunda meditación: Elreceptáculo de lamisericordia Después de haber meditadosobre la «dignidadavergonzada» y «vergüenza

dignificada», que es el fruto dela misericordia, sigamosadelante en esta meditaciónsobre el «receptáculo de lamisericordia». Es simple. Yopodría decir una frase ymarcharme, porque es unosolo: el receptáculo de lamisericordia es nuestro pecado.Así de sencillo. Pero suelesuceder que nuestro pecado escomo un colador, como uncántaro agujereado por el quese escurre la gracia en pocotiempo: «Porque dos males hahecho mi pueblo: me haabandonado a mí, fuente de

aguas vivas, para hacersecisternas, cisternas agrietadasque no retienen el agua»(Jr 2,13). De ahí la necesidadque el Señor explicita a Pedrode «perdonar setenta vecessiete». Dios no se cansa deperdonar, somos nosotros losque nos cansamos de pedirperdón. Dios no se cansa deperdonar, aunque vea que sugracia pareciera que notermina de echar raíces fuertesen la tierra de nuestro corazón,que es camino duro, lleno demaleza y pedregoso. Ysimplemente porque Dios no es

pelagiano, y por eso no secansa de perdonar. Él vuelve asembrar su misericordia y superdón, y vuelve una y otravez... setenta veces siete.Corazones re-creadosSin embargo, podemos dar unpaso más en esta misericordiade Dios que es siempre «másgrande que nuestra conciencia»de pecado. El Señor no sólo nose cansa de perdonarnos sinoque renueva también el odreen que recibimos su perdón.Utiliza un odre nuevo para elvino nuevo de su misericordia,para que no sea como un

vestido con remiendos ni unodre viejo. Y ese odre es sumisericordia misma: sumisericordia en cuantoexperimentada en nosotrosmismos y en cuanto laponemos en práctica ayudandoa otros. El corazónmisericordiado no es uncorazón emparchado sino uncorazón nuevo, re-creado. Esedel que dice David: «Crea enmí un corazón puro,renuévame por dentro conespíritu firme» (Sal 50,12).Este corazón nuevo, re-creado,es un buen recipiente. La

liturgia expresa el alma de laIglesia cuando nos hace deciresa hermosa oración: «OhDios, tú que maravillosamentecreaste el universo, y másmaravillosamente lo recreasteen la redención» (VigiliaPascual, Oración después de laPrimera Lectura). Por lo tanto,esta segunda creación es másmaravillosa que la primera. Esun corazón que se saberecreado gracias a la fusión desu miseria con el perdón deDios y, por eso, «es un corazónmisericordiado ymisericordioso». Es así:

experimenta los beneficios quela gracia tiene sobre su heriday su pecado, siente cómo lamisericordia pacifica su culpa,inunda con amor su sequedad,reaviva su esperanza. Por eso,cuando, al mismo tiempo y conla misma gracia, perdona alque tiene alguna deuda con ély se compadece de los quetambién son pecadores, estamisericordia arraiga en unatierra buena, en la que el aguano se escurre sino que da vida.En el ejercicio de estamisericordia que repara el malajeno, nadie mejor que el que

tiene fresca la sensación dehaber sido misericordiado en elmismo mal para ayudar acurarlo. Mírate a ti mismo;recuérdate de tu historia;cuenta tu historia, y en ellaencontrarás tanta misericordia.Vemos cómo, entre los quetrabajan en adicciones, los quese han rescatado suelen ser losque mejor comprenden, ayudany exigen a los demás. Y elmejor confesor suele ser el quemejor se confiesa. Podemoshacernos una pregunta: ¿Cómome confieso? Casi todos losgrandes santos han sido

grandes pecadores o, comosanta Teresita, teníanconciencia de que era puragracia preveniente el hecho deque no lo hubieran sido.Así, el verdadero recipiente dela misericordia es la mismamisericordia que cada uno harecibido y le ha recreado elcorazón; ese es el «odrenuevo» del que habla Jesús(cf. Lc 5,37), el «huecosanado».Nos situamos así en al ámbitodel misterio del Hijo, de Jesús,que es la misericordia del Padrehecha carne. La imagen

definitiva del receptáculo de lamisericordia la encontramos através de las llagas del Señorresucitado, imagen de la huelladel pecado restaurado por Dios,que no se borra totalmente nisupura: es cicatriz, no heridapurulenta. Las llagas del Señor.San Bernardo tiene dosbellísimos sermones sobre lasllagas del Señor. Allí, en lasllagas del Señor, encontramosla misericordia. Y es valientecuando dice: «¿Estás perdido?¿Te sientes mal? Entra allí, enlas entrañas del Señor y enellas encontrarás misericordia».

En esa «sensibilidad» propia delas cicatrices, que nosrecuerdan la herida sin dolermucho y la curación sin que senos olvide la fragilidad, allítiene su sede la misericordiadivina: en nuestras cicatrices.Las llagas del Señor, que aúnpermanecen, las ha llevadoconsigo: el cuerpo bellísimo, nohay moratones, pero las llagasse las ha llevado. Y nuestrascicatrices. A todos nos sucede,cuando vamos a una visitamédica y tenemos algunacicatriz, que el médicopregunte: «Pero esta

operación, ¿para qué era?».Miremos las cicatrices del alma:esta intervención que hashecho Tú, con tu misericordia,que has curado Tú... En lasensibilidad de Cristoresucitado que conserva susllagas, no sólo en sus pies y ensus manos, sino que tambiénsu corazón es un corazónllagado, encontramos el sentidojusto del pecado y de la gracia:allí, en el corazón llagado.Contemplando el corazónllagado del Señor nosespejamos en él. Se asemejan,nuestro corazón y el suyo, en

que los dos están llagados yresucitados. Pero sabemos queel suyo era puro amor y quedóllagado porque aceptó servulnerado; el nuestro, encambio, era pura llaga, quequedó sanada porque aceptóser amada. En aquellaaceptación se forma elreceptáculo de la misericordia.Nuestros santos recibieronla misericordiaPuede hacernos biencontemplar a otros que sedejaron recrear el corazón porla misericordia y mirar en qué«receptáculo» la recibieron.

Pablo la recibe en elreceptáculo duro e inflexible desu juicio moldeado por la Ley.Su dureza de juicio loimpulsaba a ser un perseguidor.La misericordia lo transformade tal manera que, a la vez quese convierte en un buscador delos más alejados, de los dementalidad pagana, por otrolado es el más comprensivo ymisericordioso para con los queeran como él había sido. Pablodeseaba ser consideradoanatema con tal de salvar a lossuyos. Su juicio se consolida«no juzgándose ni siquiera a sí

mismo», dejándose justificarpor un Dios que es más grandeque su conciencia, apelándosea Jesucristo que es abogadofiel, de cuyo amor nada ninadie lo puede separar. Laradicalidad de los juicios dePablo sobre la misericordiaincondicional de Dios, quesupera la herida de fondo, laque hace que tengamos dosleyes, (la de la carne y la delEspíritu), es tal porque es elrecipiente de una mentesusceptible a lo absoluto de laverdad, herida allí mismodonde la Ley y la Luz se

convierten en trampa. Lafamosa «espina» que el Señorno le quita es el receptáculo enel que Pablo recibe lamisericordia del Señor (cf. 2Co 12,7).Pedro recibe la misericordia ensu presunción de hombresensato. Era sensato, con lasensatez maciza y trabajada deun pescador, que sabe porexperiencia cuándo se puedepescar y cuándo no. Es lasensatez del que, cuando seentusiasma con esto decaminar sobre las aguas y detener pescas milagrosas y se

excede en mirarse a sí mismo,sabe pedir ayuda al único quelo puede salvar. Este Pedro fuesanado en la herida más hondaque puede haber, la de negar alamigo. Quizás el reproche dePablo, cuando le echa en carasu doblez, tiene que ver conesto. Parecería que Pablo sentíaque él había sido el peor«antes» de conocer a Cristo;pero Pedro lo fue después deconocerlo, lo negó… Sinembargo, ser sanado allíconvirtió a Pedro en un Pastormisericordioso, en una piedrasólida sobre la cual siempre se

puede edificar, porque es piedradébil que ha sido sanada, nopiedra que en su contundencialleva a tropezar al más débil.Pedro es el discípulo a quienmás corrige el Señor en elEvangelio. El más «apaleado».Lo corrige constantemente,hasta aquel último: «A ti qué teimporta, tú sígueme a mí»(Jn 21,22). La tradición diceque se le aparece de nuevocuando Pedro está huyendo deRoma. El signo de Pedrocrucificado cabeza abajo, esquizás el más elocuente de estereceptáculo de una cabeza dura

que, para ser misericordiada,se pone hacia abajo incluso alestar dando el testimoniosupremo de amor a su Señor.Pedro no quiere terminar suvida diciendo: «Yo ya aprendí lalección», sino diciendo: «Comomi cabeza nunca va a aprender,la pongo para abajo». Arribadel todo, los pies que lavó elSeñor. Esos pies son para Pedroel receptáculo por donde recibela misericordia de su Amigo ySeñor.Juan será sanado en susoberbia de querer reparar elmal con fuego y terminará

siendo ese que escribe «hijitosmíos», y se parece a uno deesos abuelitos buenos que sólohablan de amor, él, que era «elhijo del trueno» (Mc 3,17).Agustín fue sanado en sunostalgia de haber llegadotarde a la cita: esto le hacíasufrir mucho, y fue sanado enesta nostalgia. «Tarde te amé»,y encontrará esa maneracreativa de llenar de amor eltiempo perdido escribiendo susConfesiones.Francisco es misericordiadocada vez más en muchosmomentos de su vida. Quizás el

receptáculo definitivo, que seconvirtió en llagas reales, hayasido, más que besar al leproso,desposarse con la damapobreza y sentir a todacreatura como hermana, eltener que custodiar en silenciomisericordioso a la Orden quehabía fundado. Aquí veo yo lagran heroicidad de Francisco: eldeber custodiar enmisericordioso silencio la Ordenque había fundado. Este es sugran receptáculo de lamisericordia. Francisco ve cómosus hermanos se dividentomando como bandera la

misma pobreza. El demonio noshace pelear entre nosotrosdefendiendo las cosas mássantas pero «con mal espíritu».Ignacio fue sanado en suvanidad, y si ese fue elrecipiente, podemos vislumbrarlo grande que era ese deseo devanagloria que se recreó enuna tal búsqueda de la mayorgloria de Dios.En el Diario de un cura rural,Bernanos nos relata la vida deun cura de pueblo, inspirándoseen la vida del Santo Cura deArs. Hay dos párrafos muyhermosos que narran los

pensamientos íntimos del curaen los últimos momentos de suimprevista enfermedad: «Lasúltimas semanas que Dios meconceda seguir sosteniendo lacarga de la parroquia... trataréde obrar menos preocupado porel porvenir, trabajaré tan sólopara el presente. Esa especiede trabajo parece hecha a mimedida... Pues no tengo éxitomás que en las cosas pequeñas.Y si he sido frecuentementeprobado por la inquietud, tengoque reconocer que triunfo enlas minúsculas alegrías». Esdecir, un recipiente de la

misericordia pequeñito tieneque ver con las minúsculasalegrías de nuestra vidapastoral, allí donde podemosrecibir y ejercer la misericordiainfinita del Padre en gestospequeños. Los pequeños gestosde los curas.El otro párrafo dice: «Todo haterminado ya. La especie dedesconfianza que tenía de mí,de mi persona, acaba dedisiparse, creo que parasiempre. La lucha haterminado. No la comprendoya. Me he reconciliado conmigomismo, con este despojo que

soy. Odiarse es más fácil de loque se cree. La gracia esolvidarse. Pero si todo orgullomuriera en nosotros, la graciade las gracias sería apenasamarse humildemente a símismo, como a cualquiera delos miembros dolientes deJesucristo». Este es elrecipiente «amarsehumildemente a sí mismo,como a cualquiera de losmiembros dolientes deJesucristo». Es un recipientecomún, como un jarro viejo quepodemos pedir prestado a losmás pobres.

El «Cura Brochero» —escompatriota mío—, el beatoargentino que pronto serácanonizado, «se dejó trabajarel corazón por la misericordiade Dios». Su receptáculoterminó siendo su propiocuerpo leproso. Él, que soñabacon morir galopando, vadeandoalgún río de las sierras para ira dar la unción a algúnenfermo. Una de sus últimasfrases fue: «No hay gloriacumplida en esta vida». Estonos hará pensar: «no haygloria cumplida en esta vida».«Yo estoy muy conforme con lo

que ha hecho conmigo respectoa la vista y le doy muchasgracias por ello. La lepra lehabía vuelo ciego. Cuando yopude servir a la humanidad, meconservó íntegros y robustosmis sentidos. Hoy, que ya nopuedo, me ha inutilizado unode los sentidos del cuerpo. Eneste mundo no hay gloriacumplida, y estamos llenos demiserias». Nuestras cosasmuchas veces quedan a mediasy, por eso, salir de sí essiempre gracia. Se nos concede«dejar las cosas» para que lasbendiga y perfeccione el Señor.

No tenemos que preocuparnosmucho de nosotros. Esto nospermite abrirnos a las penas yalegrías de nuestros hermanos.Era el cardenal Van Thuán elque decía que, en la cárcel, elSeñor le había enseñado adistinguir entre «las cosas deDios», a las que se habíadedicado en su vida libre comosacerdote y obispo, y Diosmismo, al que se dedicabaestando encarcelado (cf. Cincopanes y dos peces, CiudadNueva 2000). Y así podríamoscontinuar con los santos,buscando cómo era el

receptáculo de su misericordia.Pero ahora pasemos a la VirgenMaría: ¡estamos en su casa!María como recipiente yfuente de misericordiaSubiendo por la escalera de lossantos, en esto de ir buscandolos recipientes para lamisericordia, llegamos anuestra Señora. Ella es elrecipiente simple y perfecto,con el cual recibir y repartir lamisericordia. Su «sí» libre a lagracia es la imagen opuesta delpecado que llevó al hijo pródigoa la nada. Ella integra unamisericordia a la vez muy suya,

muy de nuestra alma y muyeclesial. Como dice enel Magnificat: se sabe miradacon bondad en su pequeñez ysabe ver cómo la misericordiade Dios alcanza a todas lasgeneraciones. Ella sabe ver lasobras que esa misericordiadespliega y se siente«acogida», junto con todoIsrael, por esa misericordia.Ella guarda la memoria y lapromesa de la misericordiainfinita de Dios para con supueblo. El suyo esel Magnificat de un corazóníntegro, no agujereado, que

mira la historia y a cadapersona con su misericordiamaternal.En aquel rato a solas con Maríaque me regaló el pueblomexicano, mirando a nuestraSeñora la Virgen de Guadalupey dejándome mirar por ella, lepedí por ustedes, queridossacerdotes, para que seanbuenos curas. Lo he dicho,muchas veces. Y en el discursoa los obispos les decía quehabía reflexionado largamentesobre el misterio de la miradade María, sobre su ternura y sudulzura que nos infunde valor

para dejarnos misericordiar porDios. Quisiera ahorarecordarles algunos «modos»de mirar que tiene nuestraSeñora, especialmente a sussacerdotes, porque a través denosotros quiere mirar a sugente.María nos mira de modo tal queuno se siente acogido en suregazo. Ella nos enseña que «laúnica fuerza capaz deconquistar el corazón de loshombres es la ternura de Dios.Aquello que encanta y atrae,aquello que doblega y vence,aquello que abre y

desencadena, no es la fuerzade los instrumentos o la durezade la ley, sino la debilidadomnipotente del amor divino,que es la fuerza irresistible desu dulzura y la promesairreversible de su misericordia»(Discurso a los obispos deMéxico, 13 febrero 2016). Loque sus pueblos buscan en losojos de María es «un regazo enel cual los hombres, siemprehuérfanos y desheredados,están en la búsqueda de unresguardo, de un hogar». Y esotiene que ver con sus modos demirar: el espacio que abren sus

ojos es el de un regazo, no elde un tribunal o el de unconsultorio «profesional». Sialguna vez notan que se les haendurecido la mirada —por eltrabajo, por el cansancio... lespasa a todos—, que cuandoven a la gente sienten fastidioo no sienten nada, deténganse,vuelvan a mirarla a ella;mírenla con los ojos de los máspequeños de su gente, quemendiga un regazo, y ella leslimpiará la mirada de toda«catarata» que no deja ver aCristo en las almas, les curarátoda miopía que vuelve

borrosas las necesidades de lagente, que son las del Señorencarnado, y les curará de todapresbicia que se pierde losdetalles, «la letra chica» dondese juegan las realidadesimportantes de la vida de laIglesia y de la familia. Lamirada de la Virgen cura.Otro «modo de mirar de María»tiene que ver con el tejido:María mira «tejiendo», viendocómo puede combinar para bientodas las cosas que le trae sugente. Les decía a los obisposmexicanos que, «en el mantodel alma mexicana, Dios ha

tejido, con el hilo de las huellasmestizas de su gente, y hatejido el rostro de sumanifestación en la Morenita»(ibíd.) Un maestro espiritualenseña que lo que se dice deMaría de manera especial, sedice de la Iglesia de modouniversal y de cada alma enparticular (cf. Isaac de laEstrella, Sermón 51: PL 194,1863). Al ver cómo tejió Dios elrostro y la figura de laGuadalupana en la tilma deJuan Diego podemos rezarcontemplando cómo tejenuestra alma y la vida de la

Iglesia. Dicen que no se puedever cómo está «pintada» laimagen. Es como si estuvieraestampada. Me gusta pensarque el milagro no fue sólo«estampar o pintar la imagencon un pincel», sino que «serecreó el manto entero», setransfiguró de pies a cabeza, ycada hilo ―esos que lasmujeres aprenden a tejer desdepequeñas, y para las prendasmás finas usan las fibras delcorazón del maguey (la pencade la que se sacan los hilos)―,cada hilo que ocupó su lugarfue transfigurado, asumiendo

los detalles que brillan en susitio y, entretejido con losdemás, de igual maneratransfigurados, hacen aparecerel rostro de nuestra Señora ytoda su persona y lo que larodea. La misericordia hace esomismo con nosotros, no nos«pinta» desde fuera una carade buenos, no nos haceel photoshop, sino que, con loshilos mismos de nuestrasmiserias y pecados —justamente con esos—,entretejidos con amor de Padre,nos teje de tal manera quenuestra alma se renueva

recuperando su verdaderaimagen, la de Jesús. Sean, portanto, sacerdotes «capaces deimitar esta libertad de Dioseligiendo cuanto es humildepara hacer visible la majestadde su rostro y de copiar estapaciencia divina en tejer, con elhilo fino de la humanidad queencuentren, aquel hombrenuevo que su país espera. Nose dejen llevar por la vanabúsqueda de cambiar de pueblo—es una tentación nuestra:«Pediré al obispo que mecambie...»—, como si el amorde Dios no tuviese bastante

fuerza para cambiarlo»(Discurso a los obispos deMéxico, 13 febrero 2016).El tercer modo de mirar de laVirgen es el de la atención:María mira con atención, sevuelca toda y se involucraentera con el que tienedelante, como una madrecuando es todo ojos para suhijito que le cuenta algo. Ytambién las mamás, cuando lacriatura es muy pequeña,imitan la voz del hijo para quele salgan las palabras: se hacenpequeñas. «Como enseña labella tradición guadalupana —

sigo refiriéndome a México—,la Morenita custodia lasmiradas de aquellos que lacontemplan, refleja el rostro deaquellos que la encuentran. Esnecesario aprender que hayalgo de irrepetible en cada unode aquellos que nos miran en labúsqueda de Dios —no todoslos miran del mismo modo—.Toca a nosotros no volvernosimpermeables a tales miradas(ibíd.). Un sacerdote, un curaque se hace impermeable a lasmiradas está cerrado en símismo. «Custodiar en nosotrosa cada uno de ellos,

conservarlos en el corazón,resguardarlos. Sólo una Iglesiacapaz de resguardar el rostrode los hombres que van a tocara su puerta es capaz dehablarles de Dios» (ibíd.). Si noeres capaz de custodiar elrostro de las personas quellaman a tu puerta, no seráscapaz hablarles de Dios. «Si nodesciframos sus sufrimientos, sino nos damos cuenta de susnecesidades, nada podremosofrecerles. La riqueza quetenemos fluye solamentecuando encontramos lapoquedad de aquellos que

mendigan, y dicho encuentro serealiza precisamente ennuestro corazón de pastores»(ibíd.). A sus obispos les decíaque estén atentos a ustedes,sus sacerdotes, «que no losdejen expuestos a la soledad yal abandono, presa de lamundanidad que devora elcorazón» (ibíd.). El mundo nosobserva con atención pero para«devorarnos», para volvernosconsumidores… Todosnecesitamos ser mirados conatención, con interés gratuito,digamos. «Ustedes esténatentos ―les decía a los

obispos― y aprendan a leer lasmiradas de sus sacerdotes,para alegrarse con ellos cuandosientan el gozo de contarcuanto “han hecho y enseñado”(Mc 6,30), y también para noecharse atrás cuando sesienten un poco rebajados y nopuedan hacer otra cosa quellorar porque “han negado alSeñor” (cf. Lc 22,61-62), ytambién para sostener [...], encomunión con Cristo, cuandoalguno, abatido, saldrá conJudas “en la noche”(cf. Jn 13,30). En estassituaciones, que nunca falte la

paternidad de ustedes, obispos,para con sus sacerdotes.Animen la comunión entreellos; hagan perfeccionar susdones; intégrenlos en lasgrandes causas, porque elcorazón del apóstol no fuehecho para cosas pequeñas»(ibíd.)Por último, ¿cómo mira María?María mira de modo «íntegro»,uniendo todo, nuestro pasado,presente y futuro. No tiene unamirada fragmentada: lamisericordia sabe ver latotalidad y capta lo másnecesario. Como María en

Caná, que es capaz de«compadecerse»anticipadamente de lo queacarreará la falta de vino en lafiesta de bodas y pide a Jesúsque lo solucione, sin que nadiese dé cuenta, así toda nuestravida sacerdotal la podemos vercomo «anticipada por lamisericordia» de María, quepreviendo nuestras carenciasha provisto todo lo quetenemos. Si algo de «vinobueno» hay en nuestra vida, noes por mérito nuestro sino porsu «misericordia anticipada»,esa que ya en

el Magníficat canta cómo elSeñor «miró con bondad supequeñez» y «se acordó de su(alianza de) misericordia», una«misericordia que se extiendede generación en generación»sobre sus pobres y oprimidos(cf. Lc 1,46-55). La lectura quehace María es la de la historiacomo misericordia.Podemos terminar rezandola Salve Regina en cuyasinvocaciones late el espíritudel Magnificat. Ella es la Madrede misericordia, vida, dulzura yesperanza nuestra. Y cuandoustedes sacerdotes tengan

momentos oscuros, feos,cuando no sepan cómoarreglarse en lo hondo de sucorazón, no digo sólo «miren ala Madre», eso lo deben hacer,sino: «Vayan allí déjense mirarpor ella, en silencio, inclusoadormentándose. Eso hará queen esos momentos feos, quizáscon tantos errores como hancometido y que los han llevadoa ese punto, toda esta suciedadse convierta en receptáculo demisericordia. Déjense mirar porla Virgen. Sus ojosmisericordiosos son los queconsideramos el mejor

recipiente de la misericordia,en el sentido de poder beber enellos esa mirada indulgente ybuena de la que tenemos sedcomo sólo se puede tener sedde una mirada. Esos ojosmisericordiosos son también losque nos hacen ver las obras dela misericordia de Dios en lahistoria de los hombres ydescubrir a Jesús en susrostros. En ella encontramos latierra prometida —el reino dela misericordia instaurado porel Señor― que viene, ya enesta vida, después de cadadestierro al que nos arroja el

pecado. De su mano, yaferrándonos a su manto. Yotengo en mi estudio unahermosa imagen que me haregalado el Padre Rupnik, la hahecho él, de la «Synkatabasis»:representa a María que hacedescender a Jesús, y sus manosson como escalones. Pero loque más me gusta es que Jesústiene en una mano la plenitudde la Ley, y con la otra seaferra al manto de la Virgen:también él agarrado al mantode la Virgen. Y la tradiciónrusa, los monjes, los viejosmonjes rusos, nos dicen que en

las turbulencias espiritualeshay que refugiarse bajo elmanto de la Virgen. La primeraantífona mariana de Occidentees esta: «Sub tuumpraesidium». El manto de laVirgen. No avergonzarse, nohacer grandes discursos: estarallí y dejarse cubrir, dejarsemirar. Y llorar. Cuandoencontramos un sacerdote quees capaz de esto, de ir con laMadre y llorar, con tantospecados, yo puedo decir: «esun buen cura, porque es unbuen hijo. Será un buen padre.Tomados de su mano y bajo su

mirada podemos cantar conalegría las grandezas del Señor.Podemos decirle: Mi alma tecanta, Señor, porque mirastecon bondad la humildad ypequeñez de tu servidor. Felizde mí, que he sido perdonado.Tu misericordia, la quepracticaste con todos tus santosy con todo tu pueblo fiel,también me ha alcanzado a mí.He andado disperso,buscándome a mí mismo, por lasoberbia de mi corazón, perono he ocupado ningún trono,Señor, y mi única exaltación esque tu Madre me alce a su

regazo, me cubra con su mantoy me ponga junto a su corazón.Quiero ser amado por ti comouno más de los más humildesde tu pueblo, colmar con tu pana los que tienen hambre de ti.Acuérdate, Señor, de tu alianzade misericordia con tus hijos,los sacerdotes de tu pueblo.Que con María seamos signo ysacramento de tu misericordia.

2 de junio de 2016. Retiroespiritual impartido por elSanto Padre Francisco conocasión del jubileo de lossacerdotes. Tercera meditación. Basílica de San PabloExtramuros – Jueves. Tercera meditación: El buenolor de Cristo y la luz de sumisericordia Esperemos que el Señor nosconceda lo que hemos pedidoen la oración: imitar el ejemplode la paciencia de Jesús, y con

la paciencia superar lasdificultades.Esta tercera meditación setitula: «El buen olor de Cristo yla luz de su misericordia».En este tercer encuentro lespropongo meditar con las obrasde misericordia, ya seatomando alguna de ellas, la quemás sintamos ligada a nuestrocarisma, ya seacontemplándolas todas juntas,viéndolas con los ojosmisericordiosos de nuestraSeñora, que nos hacendescubrir «el vino que falta» ynos alientan a «hacer todo lo

que Jesús nos diga» (cf. Jn 2,1-12), para que su misericordiaobre los milagros que nuestropueblo necesita.Las obras de misericordia estánmuy ligadas a los «sentidosespirituales». Al rezar pedimosla gracia de «sentir y gustar» elEvangelio de tal manera quenos sensibilice para la vida.Movidos por el Espíritu, guiadospor Jesús, podemos ver ya delejos con ojos de misericordia alque está caído al lado delcamino, podemos escuchar losgritos de Bartimeo; podemosnotar cómo el Señor siente en

el borde de su manto el toquetímido pero decidido de lahemorroísa; podemos pedir lagracia de gustar con él en lacruz el sabor amargo de la hielde todos los crucificados, parasentir así el fuerte olor de lamiseria —en hospitales decampaña, en trenes y enbarcones repletos de gente—;ese olor que no tapa el aceitede la misericordia, sino que alungirlo hace que se despierteuna esperanza.El Catecismo de la IglesiaCatólica, hablando de las obrasde misericordia, nos cuenta que

santa Rosa de Lima, el día enque su madre la reprendió poratender en la casa a pobres yenfermos, ella le contestó:«Cuando servimos a los pobresy a los enfermos, somos buenolor de Cristo» (n. 2449). Esebuen olor de Cristo —el cuidadode los pobres— es distintivo dela Iglesia, siempre lo ha sido.Pablo centró en esto suencuentro con «las columnas»,como él les llama, con Pedro,Santiago y Juan. Ellos «sólonos pidieron que nosacordáramos de los pobres»(Ga 2,10).

Esto me recuerda un hecho quehe contado algunas veces:apenas elegido Papa, mientrascontinuaba el escrutinio, unhermano Cardenal se acercó,me abrazó y me dijo: «No teolvides de los pobres». Es elprimer mensaje que el Señorme hizo llegar en aquelmomento. El Catecismo dicetambién, de manera sugestiva,que «los oprimidos por lamiseria son objeto de un amorde preferencia por parte de laIglesia, que, desde losorígenes, y a pesar de los fallosde muchos de sus miembros,

no ha cesado de trabajar paraaliviarlos, defenderlos yliberarlos» (n. 2448). Y esto sinideologías, solamente con lafuerza del Evangelio.En la Iglesia hemos tenido ytenemos muchas cosas no tanbuenas, y muchos pecados,pero en esto de servir a lospobres con obras demisericordia, siempre hemosseguido como Iglesia alEspíritu, y nuestros santos lohicieron de manera muycreativa y eficaz. El amor a lospobres ha sido el signo, la luzque hace que la gente

glorifique al Padre. Nuestropueblo valora esto: al cura quecuida a los más pobres, a losenfermos, que perdona a lospecadores, que enseña ycorrige con paciencia... Nuestropueblo perdona a los curasmuchos defectos, salvo el deestar apegados al dinero. Elpueblo no lo perdona. Y no estanto por la riqueza en sí, sinoporque el dinero nos haceperder la riqueza de lamisericordia. Nuestro puebloolfatea qué pecados son gravespara el pastor, cuáles matan suministerio porque lo convierten

en un funcionario o, peor aún,en un mercenario, y cuáles sonen cambio, no diría quepecados secundarios —porqueno sé si teológicamente sepuede decir esto—, pero sípecados que se puedensobrellevar, cargar como unacruz, hasta que el Señor lospurifique al final, como harácon la cizaña. Sin embargo, loque atenta contra lamisericordia es unacontradicción principal. Atentacontra el dinamismo de lasalvación, contra Cristo que «sehizo pobre para enriquecernos

con su pobreza» (2 Co 8,9). Yesto es así porque lamisericordia cura «perdiendoalgo de sí»: un jirón delcorazón se queda con el herido,un tiempo de nuestra vida loperdemos para lo que teníamosganas de hacer cuando se loregalamos al otro en una obrade misericordia.Por eso, no se trata de que Diostenga misericordia mí enalguna falta, como si en elresto yo fuera autosuficiente,que de vez en cuando yorealice algún acto particular demisericordia con algún

necesitado. La gracia quepedimos en esta oración es lade dejarnos misericordiar porDios en todos los aspectos denuestra vida y de sermisericordiosos con los demásen todo nuestro actuar. Paranosotros, sacerdotes y obispos,que trabajamos con lossacramentos bautizando,confesando, celebrando laEucaristía..., la misericordia esla manera de convertir toda lavida del Pueblo de Dios ensacramento. Ser misericordiosono es sólo un modo de ser,sino el modo de ser. No hay

otra posibilidad de sersacerdote. El Cura Brocherodecía: «El sacerdote que notiene mucha lástima de lospecadores es medio sacerdote.Estos trapos benditos que llevoencima no son los que mehacen sacerdote; si no llevo enmi pecho la caridad, ni acristiano llego».Ver lo que falta para ponerremedio inmediatamente y,mejor aún, preverlo, es propiode la mirada de un padre. Estamirada sacerdotal —del quehace las veces del padre en elseno de la Iglesia Madre—, que

nos lleva a ver a los hombresen clave de misericordia, es laque se debe enseñar a cultivardesde el seminario y debealimentar todos los planespastorales. Queremos, y lepedimos al Señor, una miradaque aprenda a discernir lossignos de los tiempos en clavede «qué obras de misericordiaestán necesitando hoy nuestrospueblos», para poder sentir ygustar al Dios de la historia quecamina en medio de ellos.Porque, como dice Aparecidacitando a san Alberto Hurtado,«en nuestras obras, nuestro

pueblo sabe que comprendemossu dolor» (n. 386).La prueba de esta comprensiónde nuestros pueblos es que ennuestras obras de misericordiasiempre somos bendecidos porDios y encontramos ayuda ycolaboración en nuestra gente.No así para otro tipo deproyectos, que a veces vanbien y otras no, sin quealgunos se den cuenta de porqué no funciona y se rompan lacabeza buscando un nuevo,enésimo, plan pastoral, cuandouno podría decir sencillamente:no funciona porque le falta

misericordia, sin necesidad deentrar en detalles. Si no esbendecido es porque le faltamisericordia. Falta esamisericordia que tiene que vermás con un hospital decampaña que con una clínica delujo, esa misericordia que,valorando algo bueno, siembraun futuro para encuentro de lapersona con Dios, en vez dealejarla con una críticapuntual...Les propongo una oración conla pecadora perdonada (Jn 8,3-11), para pedir la gracia de sermisericordiosos en la confesión,

y otra sobre la dimensión socialde las obras de misericordia.Siempre me conmueve elpasaje del Señor con la mujeradúltera: cómo, cuando no lacondenó, el Señor «faltó» a laley; en ese punto en que lepedían que se definiera—«¿hay que apedrearla ono?»—, no se definió, no aplicóla ley. Se hizo el sordo —también en esto el Señor es unmaestro para todos nosotros—y, en ese momento, les saliócon otra cosa. Inició así unproceso en el corazón de lamujer que necesitaba aquellas

palabras: «Yo tampoco tecondeno». Con la mano tendidala puso en pie, y esto lepermitió que se encontrara conuna mirada llena de dulzuraque le cambió el corazón. ElSeñor tiende la mano a la hijaJairo: «Dale de comer». Almuchacho muerto, en Naín:«Levántate», y lo entrega a sumadre. Y a esta pecadora:«Levántate». El Señor nosvuelve a poner precisamenteen la postura que Dios quiereque esté: de pie, alzado, nuncapor tierra. A veces me da unamezcla de pena e indignación

cuando alguno se apura aponer en claro la últimarecomendación, el «no pequesmás». Y utiliza esta frase para«defender» a Jesús y que noquede como uno que se saltó laley. Pienso que las palabras queutiliza el Señor forman un todocon sus acciones. El hecho deagacharse para escribir entierra dos veces, pausando loque les dice a los que quierenapedrear a la mujer y luego loque le dice a ella, nos habla deun tiempo que el Señor setoma para juzgar y perdonar.Un tiempo que remite a cada

uno a su interioridad y haceque los que juzgan se retiren.En su diálogo con la mujer, elSeñor abre otros espacios: unoes el espacio de la no condena.El Evangelio insiste en esteespacio que ha quedado libre.Nos sitúa en la mirada de Jesúsy nos dice que «no ve a nadiealrededor sino sólo a la mujer».Y luego, Jesús mismo hacemirar alrededor a la mujer consu pregunta: «¿Dónde están losque te “categorizaban”?» (lapalabra es importante, ya quehabla de eso que tantorechazamos, como es el que

nos cataloguen o noscaricaturicen...). Una vez quela hace mirar ese espacio libredel juicio ajeno, le dice que éltampoco lo invade con suspiedras: «Yo tampoco tecondeno». Y ahí mismo le abreotro espacio libre: «En adelanteno peques más». Elmandamiento se da paraadelante, para ayudar a andar,para «caminar en el amor».Esta es la delicadeza de lamisericordia que mira conpiedad lo pasado y da ánimopara el futuro. Este «no pequesmás» no es algo obvio. El

Señor lo dice «junto con ella»,le ayuda a poner en palabras loque ella misma siente, ese«no» libre al pecado, que escomo el «sí» de María a lagracia. El «no» va dicho enrelación a la raíz del pecado decada uno. En la mujer setrataba de un pecado social, dealguien a la que se le acercabala gente o para estar con ella opara apedrearla. No había otromodo de cercanía con estamujer. Por eso, el Señor no sólole despeja el camino, sino quela pone a caminar, para quedeje de ser «objeto» de la

mirada ajena, para que seaprotagonista. El no pecar no serefiere sólo al aspecto moral,creo yo, sino a un tipo depecado que no la deja hacer suvida. También le dice alparalítico de la piscina deBetesda: «No peques más»(Jn 5,14). Pero a este, que sejustificaba con las cosas tristesque «le sucedían», que teníauna psicología de víctima —lamujer no—, lo pincha un pococon eso de que «no sea que tesuceda algo peor». Aprovechael Señor su manera de pensar,aquello que teme, para sacarlo

de su parálisis. Lo persuade conel susto, digamos. Así, cadauno tenemos que escuchar este«no peques más» de manerahonda, personal.Esta imagen del Señor, quepone a caminar a la gente, esmuy suya: él es el Dios que sepone a caminar con su pueblo,que lleva adelante y acompañanuestra historia. Por eso, elobjeto al que se dirige lamisericordia es muy preciso: eshacia aquello que hace que unhombre o una mujer nocaminen en su lugar, con lossuyos, a su ritmo, hacia donde

Dios los invita a andar. La pena,lo que conmueve, es que unose pierda, o se quede atrás, ose pase de vivo. Que estédesubicado, digamos. Que noesté a mano para el Señor,disponible para lo que él quieramandar. Que uno no caminehumildemente en presencia delSeñor (cf. Mi 6,8), que nocamine en la caridad(cf. Ef 5,2).El espacio del confesionario,donde la verdad nos hacelibresPasemos ahora al espacio delconfesionario, donde la verdad

nos hace libres. El Catecismode la Iglesia Católica nos hacever el confesionario como unlugar en el que la verdad noshace libres para un encuentro.Dice así: «Cuando celebra elsacramento de la Penitencia, elsacerdote ejerce el ministeriodel Buen Pastor que busca laoveja perdida, el del BuenSamaritano que cura lasheridas, del Padre que es-peraal hijo pródigo y lo acoge a suvuelta, del justo Juez que nohace acepción de personas ycuyo juicio es a la vez justo ymisericordioso. En una palabra,

el sacerdote es el signo y elinstrumento del amormisericordioso de Dios con elpecador» (n. 1465). Y nosrecuerda que «el confesor noes dueño, sino el servidor delperdón de Dios. El ministro deeste sacramento debe unirse ala intención y a la caridad deCristo» (n. 1466).Signo e instrumento de unencuentro. Eso somos.Atracción eficaz para unencuentro. Signo quiere decirque debemos atraer, comocuando uno hace señales parallamar la atención. Un signo

debe ser coherente y claro,pero sobre todo comprensible.Porque hay signos que sonclaros sólo para losespecialistas, y estos no sirven.Signo e instrumento. Elinstrumento se juega la vida ensu eficacia —¿sirve o no sirve?—, en estar a mano e incidir enla realidad de manera precisa,adecuada. Somos instrumentosi de verdad la gente seencuentra con el Diosmisericordioso. A nosotros nostoca «hacer que seencuentren», que quedenfrente a frente. Lo que después

hagan ellos es cosa suya. Hayun hijo pródigo en el chiquero yun padre que sube todas lastardes a la terraza a ver siviene; hay una oveja perdida yun pastor que ha salido abuscarla; hay un herido tiradoal borde del camino y unsamaritano que tiene buencorazón. ¿Cuál es, pues,nuestro ministerio? Ser signo einstrumento de que estos seencuentren. Tengamos claroque nosotros no somos ni elpadre, ni el pastor, ni elsamaritano. Más bien estamosdel lado de los otros tres, en

cuanto pecadores. Nuestroministerio tiene que ser signo einstrumento de ese encuentro.Por eso, nos situamos en elámbito del misterio del EspírituSanto, que es el que creala Iglesia, el que hace launidad, el que reaviva una yotra vez el encuentro.La otra cosa propia de un signoy de un instrumento es su noautorreferencialidad, por decirloen difícil. Nadie se queda en elsigno una vez que comprendióla cosa; nadie se quedamirando el destornillador ni elmartillo, sino que mira el

cuadro que quedó bien fijado.Siervos inútiles somos. Esto es,instrumento y signo que fueronmuy útiles para otros dos quese fundieron en un abrazo,como el padre con su hijo.La tercera característica propiadel signo y del instrumento essu disponibilidad. Que elinstrumento esté a la mano,que el signo sea visible. Laesencia del signo y delinstrumento esser mediadores, disponibles. Quizásaquí está la clave de nuestramisión en este encuentro de lamisericordia de Dios con el

hombre. Es más claroprobablemente usar un términonegativo. San Ignacio hablabade «no ser impedimento». Unbuen mediador es el que facilitalas cosas y no poneimpedimentos. En mi tierrahabía un gran confesor, elpadre Cullen, que se sentabaen el confesionario y, cuandono había gente, hacía doscosas: una era arreglar pelotasde cuero para los chicos quejugaban al fútbol, la otra eraleer un gran diccionario chino.Había estado mucho tiempo enChina y quería conservar la

lengua. Él decía que, cuando lagente lo veía en actividades taninútiles, como arreglar pelotasviejas, y tan a largo plazo,como leer un diccionario chino,pensaba: «Voy a acercarme acharlar un poco con este cura,ya que se ve que no tiene nadaque hacer». Estaba disponiblepara lo esencial. Él tenía unhorario para el confesionario,pero estaba allí. Quitaba elimpedimento de andar siemprecon cara de muy ocupado. Yaquí está el problema. La genteno se acerca cuando ve a supastor muy, pero que muy

ocupado, siempre ajetreado.Todos nosotros hemos conocidobuenos confesores. Hay queaprender de nuestros buenosconfesores, de aquellos a losque la gente se les acerca, losque no la espantan y sabenhablar hasta que el otro cuentalo que le pasa, como Jesús conNicodemo. Es importantecomprender el lenguaje de losgestos; no preguntar cosas queson evidentes por los gestos. Siuno se acerca al confesionarioes porque está arrepentido, yahay arrepentimiento. Y si seacerca es porque tiene deseo

de cambiar. O al menos deseode deseo, si la situación leparece imposible (adimpossibilia nemotenetur, como dice el brocardo,nadie está obligado a hacer loimposible). El lenguaje de losgestos. He leído en la vida deun santo reciente, de estostiempos, que, pobrecito, sufríaen la guerra. Había un soldadoque estaba para ser fusilado yél fue a confesarlo. Y se ve queaquel sujeto era un pocolibertino, hacía muchas fiestascon mujeres... «Pero tú ¿tearrepientes de eso?». «No, era

tan bonito, padre». Y estesanto no sabía cómo salir deaquello. Allí estaba el pelotónde ejecución, y entonces ledijo: «Di al menos si te pesa noestar arrepentido». «Esto sí».«¡Ah! está bien». El confesorbusca siempre el camino, y ellenguaje de los gestos es ellenguaje de las posibilidadespara llegar al punto.Hay que aprender de losbuenos confesores, los quetienen delicadeza con lospecadores y les basta mediapalabra para comprender todo,como Jesús con la hemorroísa,

y ahí precisamente les sale lafuerza del perdón.Yo he quedado muy edificadode un Cardenal de la Curia, quea priori yo creía que era muyrígido. Y él, cuando había unpenitente que tenía un pecadoque se avergonzaba decir ycomenzaba con una o dospalabras, comprendíainmediatamente de qué setrataba, y decía: «Siga, siga,que lo he entendido». Y lointerrumpía porque habíaentendido. Esta es delicadeza.Pero esos confesores —meperdonen— que preguntan y

preguntan...: «Dímelo, porfavor...». Tú, ¿tienes necesidadde tantos detalles paraperdonar, o es que te estáshaciendo un film? AquelCardenal me ha edificadomucho. La integridad de laconfesión no es cuestión dematemáticas —¿cuántas veces?¿Cómo? ¿Dónde?...—. A vecesla vergüenza se cierra másante el número que ante elnombre del pecado mismo. Peropara esto hay que dejarseconmover ante la situación dela gente, que a veces es unamezcla de cosas, de

enfermedad, de pecado y decondicionamientos imposiblesde superar, como Jesús, que seconmovía al ver a la gente, losentía en las entrañas, en lastripas y por eso curaba ycuraba, aunque el otro «no lopidiera bien», como aquelleproso, o diera vueltas como laSamaritana, que era como eltero: chillaba en un lado perotenía el nido en otro. Jesús erapaciente.Hay que aprender de losconfesores que saben hacerque el penitente sienta lacorrección dando un pasito

adelante, como Jesús, que dabauna penitencia que bastaba, ysabía valorar al que volvía adar gracias, al que daba paramás. Jesús hacía tomar lacamilla al paralítico, o se hacíarogar un poco por los ciegos opor la mujer sirofenicia. No leimportaba si después no lehacían caso, como el paralíticode Siloé, o si contaban cosasque les había mandado que nocontaran y luego parecía que elleproso era él, porque no podíaentrar en los poblados o susenemigos encontraban motivospara condenarlo. Él curaba,

perdonaba, daba alivio,descanso, dejaba respirar a lagente un hálito del Espírituconsolador.Lo que diré ahora lo he dichomuchas veces, quizás algunode ustedes ya lo ha oído.Conocí en Buenos Aires a unfraile capuchino —aún vive—,algo más joven que yo, que esun gran confesor. Siempre tienedelante del confesionario unafila, mucha gente —de todo:gente humilde, genteacomodada, curas, religiosas,una fila— más y más gente,todo el día confesando. Y es un

gran perdonador. Siempreencuentra la vía para perdonary dar un paso adelante. Es undon el Espíritu. Pero, a veces,le agarran escrúpulos de haberperdonado mucho. Y entonces,una vez, charlando, me dijo:«A veces, tengo esosescrúpulos». Y yo lepregunté: «¿Y qué hacescuando tienes esosescrúpulos?». «Voy delante delsagrario, lo miro al Señor, y ledigo: “Señor, perdóname, hoyhe perdonado mucho. Pero quequede claro, ¿eh?, que la culpala tenéis vos porque me diste el

mal ejemplo”». La misericordiala mejoraba con másmisericordia.Por último, en esto de laconfesión, dos consejos: Uno,no tengan nunca la mirada delfuncionario, del que sólo ve«casos» y se los quita deencima. La misericordia noslibra de ser un cura juez-funcionario, digamos, que detanto juzgar «casos» pierde lasensibilidad para las personas ypara los rostros. Yo recuerdocuando estaba en II deTeología; fui con miscompañeros a escuchar el

examen de «audiendas», quese hacía en III de Teología,antes de la ordenación. Fuimospara aprender un poco, siemprese aprendía. Y recuerdo queuna vez a un compañero lehicieron una pregunta, erasobre la justicia, de iure, perotan enredada, tan artificial… Yaquel compañero dijo conmucha humildad: «Pero Padre,esto no se encuentra en lavida». «Pero se encuentra enlos libros». Aquella moral «delos libros», sin experiencia. Laregla de Jesús es «juzgar comoqueremos ser juzgados». En

esa medida intima que unotiene para juzgar si lo trataroncon dignidad, si lo ningunearono lo maltrataron, si lo ayudarona ponerse en pie... —fijémonosen que el Señor confía en esamedida que es tansubjetivamente personal—.Esta es la clave para juzgar alos demás. No tanto porque esamedida sea «la mejor», sinoporque es sincera y, a partir deella, se puede construir unabuena relación. El otro consejo:No sean curiosos en elconfesionario. Lo he dichoantes. Cuenta santa Teresita

que, cuando recibía lasconfidencias de sus novicias, secuidaba muy bien de preguntarcómo había seguido la cosa. Nocurioseaba el alma de la gente(cf. Historia de un alma,manuscrito C. A la madreGonzaga, c. XI 32 r). Es propiode la misericordia «cubrir consu manto», cubrir el pecadopara no herir la dignidad. Eshermoso aquel pasaje de losdos hijos de Noé que cubrieroncon el manto la desnudez de supadre, que se habíaemborrachado (cf. Gn 9,23).Dimensión social de las

obras de misericordiaAhora diremos unas palabrassobre la dimensión social de lasobras de misericordia.Al final de los Ejercicios, sanIgnacio pone la «contemplaciónpara alcanzar amor», queconecta lo vivido en la oracióncon la vida cotidiana. Y noshace reflexionar acerca decómo el amor hay que ponerlomás en las obras que en laspalabras. Esas obras son lasobras de misericordia, las queel Padre «preparó de antemanopara que laspracticáramos» (Ef 2,10), las

que el Espíritu inspira a cadauno para el bien común (cf. 1Co 12, 7). A la vez queagradecemos al Señor portantos beneficios recibidos desu bondad, pedimos la graciade llevar a todos los hombresesa misericordia que nos hasalvado a nosotros.Les propongo, en estadimensión social, meditar conalguno de los párrafos finalesde los Evangelios. Allí, el Señormismo establece esa conexiónentre lo recibido y lo quedebemos dar. Podemos leerestos finales en clave de «obras

de misericordia», que ponen enacto el tiempo de la Iglesia enel que Jesús resucitado vive,acompaña, envía y atraenuestra libertad, que encuentraen él su realización concreta yrenovada cada día.La conclusión del Evangelio deMateo, nos dice que el Señorenvía a los apóstoles y les dice:«Enseñen a guardar todo loque yo les he mandado» (Mt28,20). Este «enseñar al queno sabe» es en sí mismo unade las obras de misericordia. Yse multiplica como la luz en lasdemás obras: en las

de Mateo 25, que tienen quever más con las obras asíllamadas corporales, y en todoslos mandamientos y consejosevangélicos, de «perdonar»,«corregir fraternalmente»,consolar a los tristes, soportarlas persecuciones, y asísucesivamente.Marcos termina con la imagendel Señor que «colabora» conlos apóstoles y «confirma laPalabra con las señales que laacompañan» (cf. Mc 16,20).Esas «señales» tienen lacaracterística de las obras demisericordia. Marcos habla,

entre otras cosas, de sanar alos enfermos y expulsar a losmalos espíritus (cf. Mc 16,17-18).Lucas continúa su Evangeliocon el libro de los «Hechos»—praxeis— de los apóstoles,narrando su modo de procedery las obras que hacen, guiadospor el Espíritu.Juan termina hablando de las«otras muchas cosas» (Jn21,25) o «señales» (Jn 20,30)que hizo Jesús. Los hechos delSeñor, sus obras, no son meroshechos sino que son signos enlos que, de manera personal y

única en cada uno, se muestrasu amor y su misericordia.Podemos contemplar al Señorque nos envía a este trabajocon la imagen de Jesúsmisericordioso, tal como se lereveló a sor Faustina. En esaimagen podemos ver laMisericordia como una únicaluz que viene de la interioridadde Dios y que, al pasar por elcorazón de Cristo, salediversificada, con un colorpropio para cada obra demisericordia.Las obras de misericordia soninfinitas, cada una con su sello

personal, con la historia decada rostro. No son solamentelas siete corporales y las sieteespirituales en general. O másbien, estas, así numeradas, soncomo las materias primas —lasde la vida misma— que, cuandolas manos de la misericordia lastocan yo las moldean, seconvierten cada una de ellas enuna obra artesanal. Una obraque se multiplica como el panen las canastas, que crecedesmesuradamente como lasemilla de mostaza. Porque lamisericordia es fecunda einclusiva. Estas dos

características importantes: lamisericordia es fecunda einclusiva. Es verdad quesolemos pensar en las obras demisericordia de una en una, yen cuanto ligadas a una obra:hospitales para los enfermos,comedores para los que tienenhambre, hospederías para losque están en situación de calle,escuelas para los que tienenque educarse, el confesionarioy la dirección espiritual para elque necesita consejo yperdón... Pero, si las miramosen conjunto, el mensaje es queel objeto de la misericordia es

la vida humana misma y en sutotalidad. Nuestra vida mismaen cuanto «carne» eshambrienta y sedienta,necesitada de vestido, casa yvisitas, así como de un entierrodigno, cosa que nadie puededarse a sí mismo. Hasta el másrico, al morir, queda hecho unamiseria y nadie lleva detrás, ensu cortejo, el camión de lamudanza. Nuestra vida misma,en cuanto «espíritu», tienenecesidad de ser educada,corregida, alentada, consolada.Esta es una palabra muyimportante en la Biblia:

pensemos en el libro de laconsolación de Israel, delprofeta Isaías. Necesitamos queotros nos aconsejen, nosperdonen, nos aguanten yrecen por nosotros. La familiaes la que practica estas obrasde misericordia de manera tanajustada y desinteresada queno se nota, pero basta que enuna familia con niños pequeñosfalte la mamá para que todo sequede en la miseria. La miseriamás absoluta y crudelísima esla de un niño en la calle, sinpapás, a merced de los buitres.Hemos pedido la gracia de ser

signo e instrumento, ahora setrata de «actuar», y no sólo detener gestos sino de hacerobras, de institucionalizar, decrear una cultura de lamisericordia, que no es lomismo que una cultura de labeneficencia, debemosdistinguir. Puestos a obrar,sentimos inmediatamente quees el Espíritu el que moviliza,que lleva adelante estas obras.Y lo hace utilizando los signos einstrumentos que desea,aunque a veces no sean losmás aptos en sí mismos. Esmás, se diría que para ejercitar

las obras de misericordia elEspíritu elige más bien losinstrumentos más pobres, losmás humildes e insignificantes,los más necesitados ellosmismos de ese primer rayo dela misericordia divina. Estosson los que mejor se dejanformar y capacitar para realizarun servicio de verdaderaeficacia y calidad. La alegría desentirse «siervos inútiles»,para aquellos a los que elSeñor bendice con lafecundidad de su gracia, y queél mismo en persona sienta asu mesa y les ofrece la

Eucaristía, es una confirmaciónde estar trabajando en susobras de misericordia.A nuestro pueblo fiel le gustaunirse en torno a las obras demisericordia. Basta venir a unade las audiencias generales delos miércoles y vemos cuántoshay: grupos de personas que sejuntan para hacer obras demisericordia. Tanto en lascelebraciones —penitenciales yfestivas— como en la acciónsolidaria y formativa, nuestropueblo se deja juntar ypastorear de una manera queno todos advierten ni valoran,

aunque fracasen tantos otrosplanes pastorales centrados endinámicas más abstractas. Lapresencia masiva de nuestropueblo fiel en nuestrossantuarios y peregrinaciones,presencia anónima, peroanónima por exceso de rostrosy por el deseo de hacerse versólo por Aquel y Aquella quelos miran con misericordia, asícomo por la colaboracióntambién numerosa que,sosteniendo con su trabajotanta obra solidaria, debe sermotivo de atención, devaloración y de promoción por

nuestra parte. Y para mí hasido una sorpresa ver cómoestas organizaciones son tanfuertes aquí en Italia yreagrupan tanto al pueblo.Como sacerdotes, pedimos dosgracias al Buen Pastor, la desaber dejamos guiar porel sensus fidei de nuestropueblo fiel, y también por su«sentido del pobre». Ambos«sentidos» tienen que ver consu «sensus Christi», del cualhabla san Pablo, con el amor yla fe que nuestro pueblo tienepor Jesús.Terminamos rezando el Alma de

Cristo, que es una hermosaoración para pedir misericordiaal Señor venido en carne, quenos misericordea con su mismoCuerpo y Alma. Le pedimos quenos misericordee junto con supueblo: a su alma, le pedimos«santifícanos», a su cuerpo, lesuplicamos «sálvanos», a susangre, le rogamos«embriáganos», quítanos todaotra sed que no sea de ti, alagua de su costado, le pedimos«lávanos»; a su pasión lerogamos «confórtanos»,consuela a tu pueblo, Señorcrucificado; en sus llagas

suplicamos «hospédanos»... Nopermitas que tu pueblo, Señor,se aparte de ti. Que nada ninadie nos separe de tumisericordia, que nos defiendede las insidias del enemigomaligno. Así podremos cantarlas misericordias del Señorjunto con todos tus santoscuando nos mandes ir a ti.[Oración del Anima Christi]Alguna vez me han llegadocomentarios de sacerdotes quedicen: «Pero este Papa nosgolpea mucho, nos riñe». Yalgún bastonazo, algunareprimenda se ha dado. Pero he

de decir que he quedadoedificado por muchossacerdotes, muchos sacerdotesbuenos. De esos —los heconocido— que, cuando nohabía contestador automático,dormían con el teléfono sobrela cómoda, y nadie moría sinlos sacramentos; llamaban acualquier hora y ellos selevantaban e iban. Buenossacerdotes. Y agradezco alSeñor esta gracia. Todos somospecadores, pero podemos decirque hay muchos buenos, santossacerdotes, que trabajan ensilencio y desapercibidos. A

veces ocurre un escándalo,pero sabemos que hace másruido un árbol que cae que unbosque que crece.Ayer recibí una carta. La hedejado allí entre aquellaspersonales. La he abierto antesde venir y creo que ha sido elSeñor quien me lo ha sugerido.Es de un párroco de Italia,párroco de tres pueblos. Creoque nos vendrá muy bien oíreste testimonio de un hermanonuestro.Está escrita el 29 de mayo, dehace pocos días.«Perdone la molestia.

Aprovecho la ocasión que meofrece un amigo sacerdote, queen estos días está en Romapara el Jubileo sacerdotal, parahacerle llegar sin ningunapretensión —la de un simplepárroco de tres pequeñasparroquias de montaña,prefiero que me llamen«pastorcito— algunasconsideraciones sobre misencillo servicio pastoral,provocadas —se lo agradezcode corazón― por algunas de lascosas que usted ha dicho y queme llaman cada día a laconversión. Soy consciente de

que no le escribo nada nuevo.Ciertamente, usted ya ha habráescuchado estas cosas. Sientola necesidad de hacermetambién yo portavoz. Me hallamado la atención, me llamala atención la invitación que amenudo nos hace a nosotrospastores a que tengamos olor aovejas. Estoy en la montaña ysé bien lo que quiere decir. Sees sacerdote para sentir eseolor, que es el verdaderoperfume del rebaño. Seríarealmente hermoso si elcontacto diario y el trato asiduode nuestro rebaño, verdadera

razón de nuestra llamada, nofuera sustituido por las tareasadministrativas y burocráticasde la parroquia, de la escuelainfantil y otras cosas. Tengo lasuerte de contar con laicosbuenos y preparados quesiguen estas cosas desdedentro. Pero existe siempre laresponsabilidad jurídica delpárroco, como únicorepresentante legal. Por lo cual,al final, siempre tiene que ircorriendo a todas partes,relegando a veces la visita a losenfermos, a las familias, comoa lo último, y hecha tal vez con

rapidez y de cualquier manera.Lo digo en primera persona, aveces es muy frustrante verque en mi vida de cura se corremucho por el aparatoburocrático y administrativo,dejando a la gente, al pequeñorebaño que se me ha confiado,como abandonado a sí mismo.Créame, Santo Padre, es triste,y muchas veces me dan ganasde llorar por esta falta. Unotrata de organizarse, pero alfinal, se cae en la vorágine delas cosas cotidianas. Comotambién otro aspecto,recordado por usted: la falta de

paternidad. Se dice que lasociedad actual carece depadres y madres. Me parecever que a veces tambiénnosotros renunciamos a estapaternidad espiritual,reduciéndonos brutalmente aburócratas de lo sagrado, con latriste consecuencia desentirnos abandonados anosotros mismos. Unapaternidad difícil, que afectatambién inevitablemente anuestros superiores, ocupadoscomprensiblemente en tareas yproblemas, cayendo en elriesgo de tener con nosotros

una relación formal, ligada mása la gestión de la comunidadque a nuestra vida de hombres,de creyentes y de curas. Todoesto —y termino— no quita encualquier caso la alegría y lapasión de ser sacerdote para lagente y con la gente. Aunque aveces como pastor no tengoolor a oveja, me conmuevesiempre mi rebaño que no haperdido el olor del pastor. Québonito, Santo Padre, cuandonos damos cuenta de que lasovejas no nos dejan solos,tienen el termómetro denuestra estar allí por ellos, y si

por casualidad el pastor se saledel camino y se pierde, ellos loagarran y lo sostienen. Nuncadejaré de dar gracias al Señorporque siempre nos salva através de su rebaño, el rebañoque se nos ha confiado, lagente sencilla, buena, humildey tranquila: ese rebaño que esla verdadera gracia del pastor.De manera confidencial le hehecho llegar estas pequeñas ysencillas consideraciones,porque usted está cerca delrebaño, es capaz de entender ypuede seguir ayudándonos ysosteniéndonos. Rezo por

usted y le doy las gracias,también por esos «tirones deorejas» que necesito en micamino. Bendígame, PapaFrancisco, y rece por mí y pormis parroquias». Firma y alfinal ese gesto propio de lospastores: «Le dejo unapequeña ofrenda. Rece por miscomunidades, en particular poralgunos enfermos graves yalgunas familias condificultades económicas y nosólo. Gracias».Este es un hermano nuestro.Hay muchos de estos, haymuchos. También aquí

ciertamente. Muchos. Nosmuestra el camino. Y vayamosadelante. No pierdan laoración. Recen como puedan, ysi se duermen delante delSagrario, bendito sea. Perorecen. No pierdan esto. Nopierdan el dejarse mirar por laVirgen y mirarla como Madre.No pierdan el celo, traten dehacer… No pierdan la cercanía yla disponibilidad para la gente ytambién, déjenme que les diga,no pierdan el sentido delhumor. Y sigamos adelante.

3 de junio de 2016. Homilía enel jubileo de los sacerdotes. Viernes.

Solemnidad del SagradoCorazón de Jesús. La celebración del Jubileo delos Sacerdotes en lasolemnidad del SagradoCorazón de Jesús nos invita allegar al corazón, es decir, a lainterioridad, a las raíces mássólidas de la vida, al núcleo delos afectos, en una palabra, alcentro de la persona. Y hoy nos

fijamos en dos corazones: el delBuen Pastor y nuestro corazónde pastores.El corazón del Buen Pastor noes sólo el corazón que tienemisericordia de nosotros, sinola misericordia misma. Ahíresplandece el amor del Padre;ahí me siento seguro de seracogido y comprendido comosoy; ahí, con todas mislimitaciones y mis pecados,saboreo la certeza de serelegido y amado. Al mirar a esecorazón, renuevo el primeramor: el recuerdo de cuando elSeñor tocó mi alma y me llamó

a seguirlo, la alegría de haberechado las redes de la vidaconfiando en su palabra(cf. Lc 5,5).El corazón del Buen Pastor nosdice que su amor no tienelímites, no se cansa y nunca seda por vencido. En él vemos sucontinua entrega sin algúnconfín; en él encontramos lafuente del amor dulce y fiel,que deja libre y nos hacelibres; en él volvemos cada veza descubrir que Jesús nos ama«hasta el extremo» (Jn 13,1);no se detiene antes, va hasta elfinal, sin imponerse nunca.

El corazón del Buen Pastor estáinclinado hacia nosotros,«polarizado» especialmente enel que está lejano; allí apuntatenazmente la aguja de subrújula, allí revela la debilidadde un amor particular, porquedesea llegar a todos y noperder a nadie.Ante el Corazón de Jesús nacela pregunta fundamental denuestra vida sacerdotal: ¿Adónde se orienta mi corazón?Pregunta que nosotrossacerdotes tenemos quehacernos muchas veces, cadadía, cada semana: ¿A dónde se

orienta mi corazón? Elministerio está a menudo llenode muchas iniciativas, que loponen ante diversos frentes: dela catequesis a la liturgia, de lacaridad a los compromisospastorales e inclusoadministrativos. En medio detantas actividades, permanecela pregunta: ¿En dónde se fijami corazón? Viene a mimemoria esa oración tan bonitade la liturgia: «Ubi vera suntgaudia…». ¿A dónde apunta,cuál es el tesoro que busca?Porque —dice Jesús— «dondeestará tu tesoro, allí está tu

corazón» (Mt 6,21). Tenemosdebilidades todos nosotros,también pecados. Pero vayamosa lo profundo, a la raíz: ¿Dóndeestá la raíz de nuestrasdebilidades, de nuestrospecados? Es decir: ¿Dónde estáel «tesoro» que nos aleja delSeñor?Los tesoros irremplazables delCorazón de Jesús son dos: elPadre y nosotros. Él pasaba susjornadas entre la oración alPadre y el encuentro con lagente. No la distancia, sino elencuentro. También el corazónde pastor de Cristo conoce sólo

dos direcciones: el Señor y lagente. El corazón del sacerdotees un corazón traspasado por elamor del Señor; por eso no semira a sí mismo —no deberíamirarse a sí mismo— sino queestá dirigido a Dios y a loshermanos. Ya no es un«corazón bailarín», que se dejaatraer por las seducciones delmomento, o que va de aquípara allá en busca deaceptación y pequeñassatisfacciones. Es más bien uncorazón arraigado en el Señor,cautivado por el Espíritu Santo,abierto y disponible para los

hermanos. Y ahí resuelve suspecados.Para ayudar a nuestro corazóna que tenga el fuego de lacaridad de Jesús, el BuenPastor, podemos ejercitarnos enasumir en nosotros tres formasde actuar que nos sugieren lasLecturas de hoy: buscar, incluiry alegrarse.Buscar. El profeta Ezequiel nosrecuerda que Dios mismo buscaa sus ovejas (cf. Ez 34,11.16).Como dice el Evangelio, «vatras la descarriada hasta que laencuentra» (Lc 15,4), sindejarse atemorizar por los

riesgos; se aventura sintitubear más allá de los lugaresde pasto y fuera de las horasde trabajo. Y no se hace pagarlo extraordinario. No aplaza labúsqueda, no piensa: «Hoy yahe cumplido con mi deber, y talvez me ocuparé mañana», sinoque se pone de inmediatomanos a la obra; su corazónestá inquieto hasta queencuentra esa oveja perdida. Y,cuando la encuentra, olvida lafatiga y se la carga sobre sushombros todo contento. Aveces tiene que salir parabuscarla, para hablar,

persuadir; otras veces debepermanecer ante el Sagrario,luchando con el Señor por esaoveja.Así es el corazón que busca: esun corazón que no privatiza lostiempos y espacios. ¡Ay de lospastores que privatizan suministerio! No es celoso de sulegítima tranquilidad —legítima, digo; ni siquiera deesa—, y nunca pretende que nolo molesten. El pastor, según elcorazón de Dios, no defiende supropia comodidad, no sepreocupa de proteger su buennombre, aunque sea

calumniado como Jesús. Sintemor a las críticas, estádispuesto a arriesgar con tal deimitar a su Señor.«Bienaventurados cuando osinsulten, os persigan….»(Mt 5,11).El pastor según Jesús tiene elcorazón libre para dejar suscosas, no vive haciendocuentas de lo que tiene y de lashoras de servicio: no es uncontable del espíritu, sino unbuen Samaritano en busca dequien tiene necesidad. Es unpastor, no un inspector de lagrey, y se dedica a la misión no

al cincuenta o sesenta porciento, sino con todo su ser. Alir en busca, encuentra, yencuentra porque arriesga. Siel pastor no arriesga, noencuentra. No se queda paradodespués de las desilusiones nise rinde ante las dificultades;en efecto, es obstinado en elbien, ungido por la divinaobstinación de que nadie seextravíe. Por eso, no sólo tienela puerta abierta, sino que saleen busca de quien no quiereentrar por ella. Y como todobuen cristiano, y como ejemplopara cada cristiano, siempre

está en salida de sí mismo. Elepicentro de su corazón estáfuera de él: es un descentradode sí mismo, centrado sólo enJesús. No es atraído por su yo,sino por el tú de Dios y por elnosotros de los hombres.Segunda palabra: incluir. Cristoama y conoce a sus ovejas, dala vida por ellas y ninguna leresulta extraña (cf. Jn 10,11-14). Su rebaño es su familia ysu vida. No es un jefe temidopor las ovejas, sino el pastorque camina con ellas y lasllama por su nombre (cf. Jn 10,3-4). Y quiere reunir a las

ovejas que todavía no estáncon él (cf. Jn 10,16).Así es también el sacerdote deCristo: está ungido para elpueblo, no para elegir suspropios proyectos, sino paraestar cerca de las personasconcretas que Dios, por mediode la Iglesia, le ha confiado.Ninguno está excluido de sucorazón, de su oración y de susonrisa. Con mirada amorosa ycorazón de padre, acoge,incluye, y, cuando debecorregir, siempre es paraacercar; no desprecia a nadie,sino que está dispuesto a

ensuciarse las manos por todos.El Buen Pastor no conoce losguantes. Ministro de lacomunión, que celebra y vive,no pretende los saludos yfelicitaciones de los otros, sinoque es el primero en ofrecermano, desechando cotilleos,juicios y venenos. Escucha conpaciencia los problemas yacompaña los pasos de laspersonas, prodigando el perdóndivino con generosa compasión.No regaña a quien abandona oequivoca el camino, sino quesiempre está dispuesto parareinsertar y recomponer los

litigios. Es un hombre que sabeincluir.Alegrarse. Dios se pone «muycontento» (Lc 15,5): su alegríanace del perdón, de la vida quese restaura, del hijo que vuelvea respirar el aire de casa. Laalegría de Jesús, el BuenPastor, no es una alegría para símismo, sino para losdemás y con los demás, laverdadera alegría del amor.Esta es también la alegría delsacerdote. Él es transformadopor la misericordia que, a suvez, ofrece de manera gratuita.En la oración descubre el

consuelo de Dios y experimentaque nada es más fuerte que suamor. Por eso está serenointeriormente, y es feliz de serun canal de misericordia, deacercar el hombre al corazónde Dios. Para él, la tristeza noes lo normal, sino sólopasajera; la dureza le es ajena,porque es pastor según elcorazón suave de Dios.Queridos sacerdotes, en lacelebración eucarísticaencontramos cada día nuestraidentidad de pastores. Cada vezpodemos hacerverdaderamente nuestras las

palabras de Jesús: «Esto es micuerpo que se entrega porvosotros». Este es el sentido denuestra vida, son las palabrascon las que, en cierto modo,podemos renovarcotidianamente las promesasde nuestra ordenación. Osagradezco vuestro «sí», y portantos «sí» escondidos de todoslos días, que sólo el Señorconoce. Os agradezco porvuestro «sí» para dar la vidaunidos a Jesús: aquí está lafuente pura de nuestra alegría.

3 de junio de 2016. Discurso ala cumbre internacional dejueces y magistrados contra eltráfico de personas y el crimenorganizado. Casina Pío IV.

Viernes. Buenas tardes. Los saludocordialmente y renuevo laexpresión de mi estima por sucolaboración para contribuir alprogreso humano y social delque es capaz la PontificiaAcademia de las Ciencias

Sociales.Si me alegro de estacontribución y me complazcocon ustedes es también enconsideración al noble servicioque pueden ofrecer a lahumanidad, ya seaprofundizando en elconocimiento de ese fenómenotan actual, la indiferencia en elmundo globalizado y susformas extremas, ya sea en lassoluciones frente a este reto,tratando de mejorar lascondiciones de vida de los másnecesitados entre nuestroshermanos y hermanas.

Siguiendo a Cristo, la Iglesiaestá llamada a comprometerse.O sea, no cabe el adagio de laIlustración, según el cual laIglesia no debe meterse enpolítica, la Iglesia debe meterseen la gran política porque —citoa Pablo VI— “la política es unade las formas más altas delamor, de la caridad”. Y la Iglesiatambién está llamada a ser fielcon las personas, aún máscuando se consideran lassituaciones donde se tocan lasllagas y el sufrimientodramático, y en las cualesestán implicados los valores, la

ética, las ciencias sociales y lafe; situaciones en las cuales eltestimonio de ustedes comopersonas y humanistas, unido ala competencia social propia, esparticularmente apreciado.En el curso de estos últimosaños no han faltadoimportantes actividades de laPontificia Academia de lasCiencias Sociales bajo elvigoroso impulso de suPresidenta, del Canciller y dealgunos colaboradores externosde notorio prestigio, a quienesagradezco de corazón.Actividades en defensa de la

dignidad y libertad de loshombres y mujeres de hoy y,en particular, para erradicar latrata y el tráfico de personas ylas nuevas formas de esclavitudtales como el trabajo forzado,la prostitución, el tráfico deórganos, el comercio de ladroga, la criminalidadorganizada. Como dijo mipredecesor Benedicto XVI, y lohe afirmado yo mismo envarias ocasiones, éstos sonverdaderos crímenes de lesahumanidad que deben serreconocidos como tales portodos los líderes religiosos,

políticos y sociales, yplasmados en las leyesnacionales e internacionales.El encuentro con los líderesreligiosos de las principalesreligiones que hoy influyen enel mundo global, el 2 dediciembre del 2014, así comola cumbre de los intendentes yalcaldes de las ciudades másimportantes del mundo, el 21de julio del 2015, hanmanifestado la voluntad de estaInstitución en perseguir laerradicación de las nuevasformas de esclavitud. Conservoun particular recuerdo de estos

dos encuentros, como tambiénde los significativos seminariosde los jóvenes, todos debidos ala iniciativa de la Academia.Alguno puede pensar que laAcademia debe moverse másbien en un ámbito de cienciaspuras, de consideraciones másteóricas. Esto respondeciertamente a una concepciónilustrada de lo que debe seruna Academia. Una Academiaha de tener raíces, y raíces enlo concreto, porque si no correel riesgo de fomentar unareflexión líquida que sevaporiza y no llega a nada.

Este divorcio entre la idea y larealidad es evidentemente unfenómeno cultural pasado, másbien de la Ilustración, pero quetodavía tiene su incidencia.Actualmente, inspirada por losmismos deseos, la Academia haconvocado a ustedes, jueces yfiscales de todo el mundo, conexperiencia y sabiduría prácticaen la erradicación de la trata ytráfico de personas y de lacriminalidad organizada.Ustedes han venido aquírepresentando a sus colegas,con el loable propósito deavanzar en la toma de

conciencia cabal de estosflagelos y, consecuentemente,manifestar su insustituiblemisión frente a los nuevosretos que nos plantea laglobalización de la indiferencia,respondiendo a la crecientesolicitud de la sociedad y en elrespeto de las leyes nacionalese internacionales. Hacersecargo de la propia vocaciónquiere decir también sentirse yproclamarse libres. Jueces yfiscales libres ,¿de qué?: de laspresiones de los gobiernos,libres de las institucionesprivadas y, naturalmente, libres

de las “estructuras de pecado”de las que habla mi predecesorsan Juan Pablo II, en particular,de la “estructura de pecado”,libres del crimen organizado. Yosé que ustedes sufrenpresiones, sufren amenazas entodo esto, y sé que hoy día serjuez, ser fiscal, es arriesgar elpellejo, y eso merece unreconocimiento a la valentía deaquellos que quieren seguirsiendo libres en el ejercicio desu función jurídica. Sin estalibertad, el poder judicial deuna Nación se corrompe ysiembra corrupción. Todos

conocemos la caricatura de lajusticia, para estos casos, ¿no?:La justicia con los ojosvendados que se le va cayendola venda y le tapa la boca.Felizmente, para la realizaciónde este complejo y delicadoproyecto humano y cristiano:liberar a la humanidad de lasnuevas esclavitudes y delcrimen organizado, que laAcademia cumple siguiendo mipedido, se puede contartambién con la importante ydecisiva sinergia de lasNaciones Unidas. Hay unamayor conciencia de esto, una

fuerte conciencia. Agradezcoque los representantes de las193 Naciones miembros de laONU, que hayan aprobadounánimemente los nuevosobjetivos del desarrollosostenible e integral, y enparticular la meta 8.7. Estareza así: “Adoptar medidasinmediatas y eficaces paraerradicar el trabajo forzoso,poner fin a las formasmodernas de esclavitud y latrata de seres humanos, yasegurar la prohibición yeliminación de las peoresformas de trabajo infantil,

incluidos el reclutamiento y lautilización de niños soldados, y,a más tardar en 2025, ponerfin al trabajo infantil en todassus formas”. Hasta aquí laresolución. Bien se puede decirque ahora es un imperativomoral para todas las Nacionesmiembros de la ONU actuartales objetivos y tal meta.Para ello, es obligatorio generarun movimiento trasversal yondular, una “buena onda”, queabrace a toda la sociedad dearriba para abajo y viceversa,desde la periferia al centro y alrevés, desde los líderes hacia

las comunidades, y desde lospueblos y la opinión públicahasta los más altos estratosdirigenciales. La realización deello requiere que, como ya lohan hecho los líderes religiosos,sociales y los alcaldes, tambiénlos jueces tomen plenaconciencia de este desafío, quesientan la importancia de suresponsabilidad ante lasociedad, y que compartan susexperiencias y buenasprácticas, y que actúen juntos—importante, en comunión, encomunidad, que actúen juntos— para abrir brechas y nuevos

caminos de justicia en beneficiode la promoción de la dignidadhumana, de la libertad, laresponsabilidad, la felicidad y,en definitiva, de la paz. Sinceder al gusto por la simetría,podríamos decir que el juez esa la justicia como el religioso yel filósofo a la moral, y elgobernante o cualquier otrafigura personalizada del podersoberano es a lo político. Perosolamente en la figura del juezla justicia se reconoce como elprimer atributo de la sociedad.Y esto hay que rescatarlo,porque la tendencia, cada vez

mayor, es la de licuar la figuradel juez a través de laspresiones, etcétera, quemencioné antes. Y, sinembargo, es el primer atributode la sociedad. Sale en lamisma tradición bíblica, ¿no escierto? Moisés necesita instituirsetenta jueces para que loayuden, que juzguen los casos,el juez a quien se recurre. Ytambién en este proceso delicuefacción, lo contundente, loconcreto de la realidad afecta alos pueblos. O sea, los pueblostienen una entidad que les daconsistencia, que los hace

crecer, y hacer sus propiosproyectos, asumir sus fracasos,asumir sus ideales, perotambién están sufriendo unproceso de licuefacción, y todolo que es la consistenciaconcreta de un pueblo tiende atransformarse en la meraidentidad nominal de unciudadano, y un pueblo no es lomismo que un grupo deciudadanos. El juez es el primeratributo de una sociedad depueblo.La Academia, convocando a losjueces, no aspira sino acolaborar en la medida de sus

posibilidades según elmencionado objetivo de laONU. Cabe aquí agradecer aaquellas Naciones que porintermedio de los Embajadoresante la Santa Sede no se hanmostrado indiferentes oarbitrariamente críticas, sinoque, por el contrario, hancolaborado activamente con laAcademia en la realización deesta Cumbre. Los Embajadoresque no sintieron estanecesidad, o que se lavaron lasmanos, o que pensaron que noera tan necesario, losesperamos para la próxima

reunión.Pido a los jueces que realicensu vocación y misión esencial:establecer la justicia sin la cualno hay orden, ni desarrollosostenible e integral, nitampoco paz social. Sin duda,uno de los más grandes malessociales del mundo de hoy es lacorrupción en todos los niveles,la cual debilita cualquiergobierno, debilita la democraciaparticipativa y la actividad de lajusticia. A ustedes, jueces,corresponde hacer justicia, yles pido una especial atenciónen hacer justicia en el campo

de la trata y del tráfico depersonas y, frente a esto y alcrimen organizado, les pido quese defiendan de caer en latelaraña de las corrupciones.Cuando decimos “hacerjusticia”, como ustedes biensaben, no entendemos que sedeba buscar el castigo por símismo, sino que, cuando cabenpenalidades, que éstas seandadas para la reeducación delos responsables, de tal modoque se les pueda abrir unaesperanza de reinserción en lasociedad, o sea, no hay penaválida sin esperanza. Una pena

clausurada en sí misma, que nodé lugar a la esperanza, es unatortura, no es una pena. Enesto yo me baso también paraafirmar seriamente la posturade la Iglesia contra la pena demuerte. Claro, me decía unteólogo que en la concepción dela teología medieval y post-medieval, la pena de muertetenía la esperanza: “se losentregamos a Dios”. Pero lostiempos han cambiado y estoya no cabe. Dejemos que seaDios quien elija el momento…La esperanza de la reinserciónen la sociedad: “Ni siquiera el

homicida pierde su dignidadpersonal y Dios mismo se hacesu garante” (san Juan PabloII, EV, n. 9). Y, si esta delicadaconjunción entre la justicia y lamisericordia, que en el fondo espreparar para una reinserción,vale para los responsables delos crímenes de lesa humanidadcomo también para todo serhumano, a fortiori vale sobretodo para las víctimas que,como su nombre indica, sonmás pasivas que activas en elejercicio de su libertad,habiendo caído en la trampa delos nuevos cazadores de

esclavos. Víctimas tantas vecestraicionadas hasta en lo másíntimo y sagrado de supersona, es decir en el amorque ellas aspiran a dar y tener,y que su familia les debe o queles prometen sus pretendienteso maridos, quienes en cambioacaban vendiéndolas en elmercado del trabajo forzado, dela prostitución o de la venta deórganos.Los jueces están llamados hoymás que nunca a poner granatención en las necesidades delas víctimas. Son las primerasque deben ser rehabilitadas y

reintegradas en la sociedad ypor ellas se debe perseguir sincuartel a los traficantes y“carníferos”. No vale el viejoadagio: son cosas que existendesde que el mundo es mundo.Las víctimas pueden cambiar y,de hecho, sabemos quecambian de vida con la ayudade los buenos jueces, de laspersonas que las asisten y detoda la sociedad. Sabemos queno pocas de esas personas sonabogados o abogadas, políticoso políticas, escritores brillanteso bien tienen algún oficioexitoso para servir de modo

válido al bien común. Sabemoscuán importante es que cadavíctima se anime a hablar de suser víctima como un pasadoque superó valientementesiendo ahora un sobrevivienteo, mejor dicho, una personacon calidad de vida, condignidad recuperada y libertadasumida. Y en este asunto de lareinserción quisiera trasmitiruna experiencia empírica, a míme gusta, cuando voy a unaciudad, visitar las cárceles —yahe visitado varias— y escurioso, sin desmerecer anadie, pero como impresión

general he visto que lascárceles cuyo director es unamujer van mejor que aquellascuyo director es un hombre.Esto no es feminismo, escurioso. La mujer tiene en estode la reinserción un olfatoespecial, un tacto especial, quesin perder energías, recoloca alas personas, las reubica,algunos lo atribuyen a la raízde la maternalidad. Pero escurioso, lo paso comoexperiencia personal, vale lapena repensarlo. Y aquí, enItalia, hay un alto porcentajede cárceles dirigidas por

mujeres, muchas mujeresjóvenes, respetadas y quetienen buen trato con lospresos. Otra experiencia quetengo es que en las audienciasde los miércoles no es raro quevenga un grupo de reclusos —de tal cárcel, de tal otra—,traídos por el director o ladirectora, y estén ahí. O sea,son todos gestos dereinserción.Ustedes están llamados a daresperanza en el hacer lajusticia. Desde la viuda quepide justicia insistentemente(Lc 18,1-8), hasta las víctimas

de hoy, todas ellas alimentanun anhelo de justicia comoesperanza de que la injusticiaque atraviesa este mundo nosea lo último, no tenga laúltima palabra.Tal vez puede ayudar el aplicar,según las modalidades propiasde cada país, de cadacontinente y de cada tradiciónjurídica, la praxis italiana derecuperar los bienes malhabidos de los traficantes ydelincuentes para ofrecerlos ala sociedad y, en concreto, parala reinserción de las víctimas.La rehabilitación de las víctimas

y su reinserción en la sociedad,siempre realmente posible, esel mayor bien que podemoshacer a ellas mismas, a lacomunidad y a la paz social.Claro, es duro el trabajo, notermina con la sentencia,termina después procurandoque haya un acompañamiento,un crecimiento, unareinserción, una rehabilitaciónde la víctima y del victimario.Si hay algo que atraviesa lasbienaventuranzas evangélicas yel protocolo del juicio divinocon el que todos seremosjuzgados, de Mateo c.25, es el

tema de la justicia: felices losque tienen hambre y sed dejusticia, felices los que sufrenpor la justicia, felices los quelloran, felices los pacíficos,felices los operadores de paz,benditos de mi Padre los quetratan al más necesitado ypequeño de mis hermanoscomo a mí mismo. Ellos o ellas—y aquí cabe referirseespecialmente a los jueces—tendrán la más altarecompensa: poseerán latierra, serán llamados y seránhijos de Dios, verán a Dios, ygozarán eternamente junto al

Padre.En este espíritu, me animo apedirles a jueces, fiscales yacadémicos que continúen sustrabajos y realicen, dentro delas propias posibilidades y conla ayuda de la gracia, las felicesiniciativas que les honran enservicio de las personas y delbien común. Muchas gracias.

4 de junio de 2016. Discurso alos participantes en laasamblea de las obrasmisionales pontificias. Sábado. Señor cardenal, venerados hermanos en elepiscopado y en el sacerdocio, queridos hermanos yhermanas:Os doy la bienvenida a todos,directores nacionales de lasObras misionales pontificias ycolaboradores de laCongregación para la

evangelización de los pueblos.Agradezco al cardenal FernandoFiloni las palabras que medirigió, y a todos vosotros porvuestro precioso servicio a lamisión de la Iglesia queconsiste en llevar el Evangelio«a todas las criaturas» (Mc 16,15).Este año nuestro encuentrotiene lugar en el centenario dela fundación de la PontificiaUnión Misional (PUM).La Obra se inspira en el beatoPaolo Manna, sacerdotemisionero del PontificioInstituto para las misiones

extranjeras. Sostenida por sanGuido María Conforti, la mismafue aprobada por el PapaBenedicto XV el 31 de octubrede 1916; y cuarenta añosdespués el venerable Pío XII lacalificó como «Pontificia».A través de la intuición delbeato Paolo Manna y lamediación de la Sedeapostólica, el Espíritu Santocondujo a la Iglesia a tener unaconsciencia cada vez mayor desu propia naturaleza misionera,conducida luego a sumaduración por el Concilioecuménico Vaticano II.

El beato Paolo Mannacomprendió muy bien queformar y educar en el misteriode la Iglesia y en su intrínsecavocación misionera es unafinalidad que concierne a todoel santo Pueblo de Dios, en lavariedad de los estados de viday de los ministerios. «De lastareas de la Unión misionalalgunas son de naturalezacultural, otras de naturalezaespiritual, otras, por último,prácticas y organizativas.La Unión misional tiene lafinalidad de iluminar, de animar,de organizar a los sacerdotes,

y, a través de ellos, a todos losfieles, con vistas a la misión».Así se expresaba el fundador dela Pontificia Unión Misional en1936 en una intervenciónhistórica, que tuvo lugardurante el segundo Congresointernacional de la Obra. Sinembargo, formar para la misióna obispos y sacerdotes nosignificaba reducir la PontificiaUnión Misional a una realidadsimplemente clerical, sinosostener a la jerarquía en suservicio a la misionariedad dela Iglesia, que es misión detodos: fieles y pastores,

casados y vírgenesconsagradas, Iglesia universal eIglesias particulares.Realizando ese servicio con lacaridad que los caracteriza, losPastores mantengan a la Iglesiasiempre y por doquier enestado de misión, la cual essiempre en conclusión obra deDios, y en ella participan,gracias al Bautismo, a laConfirmación y a la Eucaristía,todos los creyentes.Queridos directores nacionalesde las Obras misionalespontificias, la misión hace a laIglesia y la mantiene fiel al

deseo salvífico de Dios. Por ello,incluso siendo importante queos preocupéis de la recogida yla distribución de ayudaseconómicas que diligentementeadministráis en favor demuchas Iglesias y de muchoscristianos necesitados, serviciopor el cual os doy las gracias,os exhorto a no limitaros sólo aeste aspecto.Se necesita «mística».Debemos crecer en pasiónevangelizadora. Yo tengo miedo—os lo confieso— de quevuestra obra permanezca muyorganizativa, perfectamente

organizativa, pero sin pasión.Esto lo puede hacer tambiénuna ONG, pero vosotros no soisuna ONG.Vuestra Unión sin pasión nosirve; sin «mística» no sirve. Ysi tenemos que sacrificar algo,sacrifiquemos la organización,sigamos adelante con la místicade los santos. Hoy, vuestraUnión misionera necesita esto:mística de los santos y de losmártires.Y este es el generoso trabajode formación permanente a lamisión que tenéis que hacer;que no es sólo un curso

intelectual, sino introducido enesta onda de pasión misionera,de testimonio martirial. LasIglesias de reciente fundación,ayudadas por vosotros para suformación misionerapermanente, podrán transmitira las Iglesias de antiguafundación, a veces cargandocon el peso de su historia y unpoco cansadas, el ardor de la fejoven, el testimonio de laesperanza cristiana, sostenidapor la valentía admirable delmartirio. Os aliento a servir conamor grande a las Iglesias que,gracias a los mártires, nos

testimonian cómo el Evangelionos hace partícipes de la vidade Dios, y lo hacen poratracción y no por proselitismo.En este Año Santo de laMisericordia, el ardor misioneroque consumía al beato PaoloManna, y del cual brotó laPontificia Unión Misional, sigatambién hoy haciendo arder,apasionar, renovar, repensar yreformar el servicio que estaObra está llamada a ofrecer atoda la Iglesia. Vuestra Uniónno debe ser la misma el añopróximo que la de este año:debe cambiar en esta dirección,

debe convertirse con estapasión misionera. Mientrasdamos gracias al Señor por suscien años, deseamos que lapasión por Dios y por la misiónde la Iglesia lleve a la PontificiaUnión Misional también avolver a programarse en ladocilidad al Espíritu Santo, envista de una adecuada reformade sus formas de actuar —adecuada reforma, es decirconversión y reforma— y deuna auténtica renovación parael bien de la formaciónpermanente para la misión detodas las Iglesias.

A la Virgen María, Reina de lasmisiones, a los santos Pedro yPablo, a san Guido MaríaConforti y al beato Paolo Mannaconfiamos con gratitud vuestroservicio.Os bendigo de corazón y ospido por favor que recéis pormí, para que no caiga en la«beata quietud»; para que yotambién tenga ardor misioneropara seguir adelante.Y os invito a rezar juntos elÁngelus.

5 de junio de 2016. Homilía enla Santa Misa y canonización delos beatos Estanislao de JesúsMaría y María IsabelHesselblad. Domingo. La Palabra de Dios que hemosescuchado nos conduce alacontecimiento central de la fe:La victoria de Dios sobre eldolor y la muerte. Es elEvangelio de la esperanza quesurge del Misterio Pascual deCristo, que se irradia desde surostro, revelador de Dios Padre

y consolador de los afligidos. Esuna palabra que nos llama apermanecer íntimamenteunidos a la pasión de nuestroSeñor Jesús, para que semanifieste en nosotros el poderde su resurrección.En efecto, en la Pasión deCristo está la respuesta de Diosal grito angustiado y a vecesindignado que provoca ennosotros la experiencia deldolor y de la muerte. Se tratade no escapar de la cruz, sinode permanecer ahí, como hizola Virgen Madre, que sufriendojunto a Jesús recibió la gracia

de esperar contra todaesperanza (cf. Rm 4,18).Esta ha sido también laexperiencia de Estanislao deJesús María y de María IsabelHesselblad, que hoy sonproclamados santos: hanpermanecido íntimamenteunidos a la pasión de Jesús yen ellos se ha manifestado elpoder de su resurrección.La primera Lectura y elEvangelio de este domingo nospresentan dos signosprodigiosos de resurrección, elprimero obrado por el profetaElías, el segundo por Jesús. En

los dos casos, los muertos sonhijos muy jóvenes de mujeresviudas que son devueltos vivosa sus madres.La viuda de Sarepta —unamujer no judía, que sinembargo había acogido en sucasa al profeta Elías— estáindignada con el profeta y conDios porque, precisamentecuando Elías era su huésped,su hijo se enfermó y despuésmurió en sus brazos. EntoncesElías dice a esa mujer: «Damea tu hijo» (1 R 17,19). Esta esuna palabra clave: manifiestala actitud de Dios ante nuestra

muerte (en todas sus formas);no dice: «tenla contigo,arréglatelas», sino que dice:«Dámela». En efecto, el profetatoma al niño y lo lleva a lahabitación de arriba, y allí, élsolo, en la oración, «lucha conDios», presentándole elsinsentido de esa muerte. Y elSeñor escuchó la voz de Elías,porque en realidad era él, Dios,quien hablaba y el que obrabaen el profeta. Era él que, porboca de Elías, había dicho a lamujer: «Dame a tu hijo». Yahora era él quien lo restituíavivo a su madre.

La ternura de Dios se revelaplenamente en Jesús. Hemosescuchado en el Evangelio(Lc 7,11-17), cómo élexperimentó «muchacompasión» (Lc 7,13) por esaviuda de Naín, en Galilea, queestaba acompañando a lasepultura a su único hijo, aúnadolescente. Pero Jesús seacerca, toca el ataúd, detieneel cortejo fúnebre, yseguramente habrá acariciadoel rostro bañado de lágrimas deesa pobre madre. «No llores»,le dice (Lc 7,13). Como si lepidiera: «Dame a tu hijo».

Jesús pide para sí nuestramuerte, para librarnos de ella ydarnos la vida. Y en efecto, esejoven se despertó como de unsueño profundo y comenzó ahablar. Y Jesús «lo devuelve asu madre» (Lc 7,15). No es unmago. Es la ternura de Diosencarnada, en él obra lainmensa compasión del Padre.Una especie de resurrección estambién la del apóstol Pablo,que de enemigo y ferozperseguidor de los cristianos seconvierte en testigo y heraldodel Evangelio (cf. Ga 1,13-17).Este cambio radical no fue obra

suya, sino don de lamisericordia de Dios, que lo«eligió» y lo «llamó con sugracia», y quiso revelar «en él»a su Hijo para que lo anunciaseen medio de los gentiles (Ga 1,15-16). Pablo dice que DiosPadre tuvo a bien manifestar asu Hijo no sólo a él, sino en él,es decir, como imprimiendo ensu persona, carne y espíritu, lamuerte y la resurrección deCristo. De este modo, el apóstolno será sólo un mensajero, sinosobre todo un testigo.Y también con los pecadores, atodos y cada uno, Jesús no cesa

de hacer brillar la victoria de lagracia que da vida. Y hoy, ysiempre, dice a la MadreIglesia: «Dame a tus hijos»,que somos todos nosotros. Éltoma consigo todos nuestrospecados, los borra y nosdevuelve vivos a la mismaIglesia. Y esto sucede de modoespecial durante este AñoSanto de la Misericordia.La Iglesia nos muestra hoy ados hijos suyos que sontestigos ejemplares de estemisterio de resurrección.Ambos pueden cantar por todala eternidad con las palabras

del salmista: «Cambiaste miluto en danzas, / Señor, Diosmío, te daré gracias porsiempre» (Sal 30,12). Y todosjuntos nos unimos diciendo:«Te ensalzaré, Señor, porqueme has librado» (Respuesta alSalmo Responsorial).

5 de junio de 2016. ÁNGELUS. Domingo. Queridos hermanos yhermanas:Os saludo a todos vosotros, quehabéis participado en estacelebración. De modo especialagradezco a las delegacionesoficiales llegadas por lascanonizaciones: la de Polonia,encabezada por el presidentede la República, y la de Suecia.Que el Señor, por intercesiónde los dos nuevos santos,bendiga a vuestras naciones.

Saludo con afecto a losnumerosos grupos deperegrinos de Italia y dediversos países, en particular alos fieles provenientes deEstonia, así como también a losde la diócesis de Bolonia y lasbandas musicales.Todos juntos nos dirigimosahora en oración a la VirgenMaría, para que nos guíesiempre por el camino de lasantidad y nos sostenga alconstruir día a día la justicia yla paz.

8 de junio de 2016. Audienciageneral. Las bodas de Cana. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Antes de comenzar lacatequesis, quisiera saludar aun grupo de parejas quecelebran cincuenta años dematrimonio. ¡Ese sí que es «elvino bueno» de la familia!Vuestro testimonio es untestimonio que los reciéncasados —a quienes saludarédespués— y los jóvenes deben

aprender. Es un hermosotestimonio. Gracias por vuestrotestimonio.Después de comentar algunasparábolas de la misericordia,hoy nos centramos en elprimero de los milagros deJesús, que el evangelista Juanllama «signos», porque Jesúsno los hace para suscitaradmiración, sino para revelar elamor del Padre. El primero deestos signos prodigiosos lorelata precisamente Juan (Jn 2,1-11) y se realiza en Caná deGalilea. Se trata de una especiede «portal de ingreso», en el

cual se han esculpido palabrasy expresiones que iluminantodo el misterio de Cristo yabren el corazón de losdiscípulos a la fe. Veamosalgunas de ellas.En la introducción encontramosla expresión «Jesús con susdiscípulos» (Jn 2, 2). Aquellos alos que Jesús llamó a seguirlolos vinculó a Él en unacomunidad y ahora, como unaúnica familia, están todosinvitados a la boda. Dandoinicio a su ministerio público enlas bodas de Caná, Jesús semanifiesta como el esposo del

pueblo de Dios, anunciado porlos profetas, y nos revela laprofundidad de la relación quenos une a Él: es una nuevaAlianza de amor. ¿Qué hay enel fundamento de nuestra fe?Un acto de misericordia con elcual Jesús nos unió a Él. Y lavida cristiana es la respuesta aeste amor, es como la historiade dos enamorados. Dios y elhombre se encuentran, sebuscan, están juntos, secelebran y se aman:precisamente como el amado yla amada en el Cantar de loscantares. Todo lo demás surge

como consecuencia de estarelación. La Iglesia es la familiade Jesús en la cual se derramasu amor; es este amor que laIglesia cuida y quiere donar atodos.En el contexto de la Alianza secomprende también laobservación de la Virgen: «Notienen vino» (Jn 2, 3). ¿Cómoes posible celebrar las bodas yfestejar si falta lo que losprofetas indicaban como unelemento típico del banquetemesiánico (cf. Am 9, 13-14; Jl 2, 24; Is 25, 6)? El aguaes necesaria para vivir, pero el

vino expresa la abundancia delbanquete y la alegría de lafiesta. Es una fiesta de bodasen la cual falta el vino; losrecién casados pasanvergüenza por esto. Imaginadacabar una fiesta de bodasbebiendo té; sería unavergüenza. El vino es necesariopara la fiesta. Convirtiendo envino el agua de las tinajasutilizadas «para laspurificaciones de los judíos» (Jn2, 6), Jesús realiza un signoelocuente: convierte la Ley deMoisés en Evangelio, portadorde alegría. Como dice en otro

pasaje Juan mismo: «La Leyfue dada por medio de Moisés;la gracia y la verdad nos hanllegado por Jesucristo» (Jn 1,17).Las palabras que María dirige alos sirvientes coronan el marconupcial de Caná: «Haced lo queÉl os diga» (Jn 2, 5). Escurioso, son sus últimaspalabras que nos transmiten losEvangelios: es su herencia queentrega a todos nosotros.También hoy la Virgen nos dicea todos: «Lo que Él os diga —loque Jesús os diga—, hacedlo».Es la herencia que nos ha

dejado: ¡es hermoso! Se tratade una expresión que evoca lafórmula de fe utilizada por elpueblo de Israel en el Sinaícomo respuesta a las promesasde la Alianza: «Haremos todocuanto ha dicho el Señor»(Ex 19, 8). Y, en efecto, enCaná los sirvientes obedecen.«Les dice Jesús: “Llenad lastinajas de agua”. Y las llenaronhasta arriba. “Sacadlo ahora, ledice, y llevadlo al maestresala”.Ellos lo llevaron» (Jn 2, 7-8).En esta boda, se estipula deverdad una Nueva Alianza y alos servidores del Señor, es

decir a toda la Iglesia, se leconfía la nueva misión: «Hacedlo que Él os diga». Servir alSeñor significa escuchar yponer en práctica su Palabra.Es la recomendación sencillapero esencial de la Madre deJesús y es el programa de vidadel cristiano. Para cada uno denosotros, extraer del contenidode la tinaja equivale a confiaren la Palabra de Dios paraexperimentar su eficacia en lavida. Entonces, junto al jefe delbanquete que probó el aguaque se convirtió en vino,también nosotros podemos

exclamar: «Tú has guardado elvino bueno hasta ahora» (Jn 2,10). Sí, el Señor siguereservando ese vino buenopara nuestra salvación, asícomo sigue brotando delcostado traspasado del Señor.La conclusión del relato suenacomo una sentencia: «Así, enCaná de Galilea, dio Jesúscomienzo a sus signos. Ymanifestó su gloria, y creyeronen Él sus discípulos» (Jn 2, 11).Las bodas de Caná son muchomás que el simple relato delprimer milagro de Jesús. Comoen un cofre, Él custodia el

secreto de su persona y lafinalidad de su venida: elesperado Esposo da inicio a laboda que se realiza en elMisterio pascual. En esta bodaJesús vincula a sí a susdiscípulos con una Alianzanueva y definitiva. En Caná losdiscípulos de Jesús seconvierten en su familia y enCaná nace la fe de la Iglesia. Aesa boda todos nosotrosestamos invitados, porque elvino nuevo ya no faltará.SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,

en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que recibiendodel corazón de Jesús la graciaque nos salva, hagamos denuestra vida cristiana unacontinua respuesta de amor aDios, nutriéndonos de supalabra de vida y compartiendocon todos el vino nuevo de lanueva alianza. Muchas gracias.

9 de junio de 2016. Discursoa una representación demédicos españoles ylatinoamericanos. Jueves. Gentiles señoras y señores,¡buenos días!Me alegra encontrarme contodos ustedes, miembros de lasAsociaciones médicaslatinoamericanas. Agradezco alDr. Rodríguez Sendín,Presidente de la Organizaciónmédica colegial de España, susamables palabras.

En este año la Iglesia Católicacelebra el Jubileo de laMisericordia, y esta es unabuena ocasión para manifestarreconocimiento y gratitud atodos los profesionales de lasanidad que, con su dedicación,cercanía y profesionalidad a laspersonas que padecen unaenfermedad, puedenconvertirse en verdaderapersonificación de lamisericordia. La identidad y elcompromiso del médico no sólose apoya en su ciencia ycompetencia técnica, sinoprincipalmente en su actitud

compasiva —padece-con— ymisericordiosa hacia los quesufren en el cuerpo y en elespíritu. La compasión, es dealguna manera el alma mismade la medicina. La compasiónno es lástima, es padecer-con.En nuestra cultura tecnológicae individualista, la compasiónno siempre es bien vista; enocasiones, hasta se la despreciaporque significa someter a lapersona que la recibe a unahumillación. E incluso no faltanquienes se escudan en unasupuesta compasión parajustificar y aprobar la muerte

de un enfermo. Y no es así. Laverdadera compasión nomargina a nadie, ni la humilla,ni la excluye, ni mucho menosconsidera como algo bueno sudesaparición. La verdaderacompasión, la asume. Ustedessaben bien que eso significaríael triunfo del egoísmo, de esa«cultura del descarte» querechaza y desprecia a laspersonas que no cumplen condeterminados cánones desalud, de belleza o de utilidad.A mí me gusta bendecir lasmanos de los médicos comosigno de reconocimiento a esa

compasión que se hace cariciade salud.La salud es uno de los donesmás preciados y deseados portodos. En la tradición bíblicasiempre se ha puesto demanifiesto la cercanía entresalvación y la salud, así comosus mutuas y numerosasimplicaciones. Me gustarecordar ese título con el quelos padres de la Iglesia solíandenominar a Cristo y a su obrade salvación: Christus medicus,Cristo médico. Él es el BuenPastor que cuida a la ovejaherida y conforta a la enferma

(cf. Ez 34,16); Él es el BuenSamaritano que no pasa delargo ante la persona malheridaal borde del camino, sino que,movido por la compasión, lacura y la atiende (cf. Lc 10,33-34). La tradición médicacristiana siempre se hainspirado en la parábola delBuen Samaritano. Es unidentificarse con el amor delHijo de Dios, que «pasóhaciendo el bien y curando atodos los oprimidos»(Hch 10,38). ¡Cuánto bien haceal ejercicio de la medicinapensar y sentir que la persona

enferma es nuestro prójimo,que él es de nuestra carne ysangre, y que en su cuerpolacerado se refleja el misteriode la carne del mismo Cristo!«Cada vez que lo hicisteis conuno de estos, mis hermanosmás pequeños, conmigo lohicisteis» (Mt 25,40). La compasión, este padecer-con, es la respuesta adecuadaal valor inmenso de la personaenferma, una respuesta hechade respeto, comprensión yternura, porque el valorsagrado de la vida del enfermono desaparece ni se oscurece

nunca, sino que brilla con másresplandor precisamente en susufrimiento y en sudesvalimiento. Qué bien seentiende la recomendación desan Camilo de Lellis para tratara los enfermos. Dice así:«Pongan más corazón en esasmanos». La fragilidad, el dolory la enfermedad son una duraprueba para todos, tambiénpara el personal médico, son unllamado a la paciencia, alpadecer-con; por ello no sepuede ceder a la tentaciónfuncionalista de aplicarsoluciones rápidas y drásticas,

movidos por una falsacompasión o por meros criteriosde eficiencia y ahorroeconómico. Está en juego ladignidad de la vida humana;está en juego la dignidad de lavocación médica. Vuelvo a loque dije sobre bendecir lasmanos de los médicos. Y si bienen el ejercicio de la medicina,técnicamente hablando, esnecesaria la asepsia, en elmeollo de la vocación médica laasepsia va contra la compasión,la asepsia es un medio técniconecesario en el ejercicio perono debe afectar nunca lo

esencial de ese corazóncompasivo. Nunca debe afectarel “pongan más corazón enesas manos”.Queridos amigos, les aseguromi aprecio por el esfuerzo querealizan para dignificar cada díamás su profesión y paraacompañar, cuidar y valorizar elinmenso don que significan laspersonas que sufren a causa dela enfermedad. Les aseguro mioración por ustedes: puedenhacer tanto bien, tanto bien;por ustedes y sus familias,porque cuántas veces susfamilias tienen que acompañar

soportando la vocación del o dela médico, que es como unsacerdocio. Y les pido tambiénque no dejen de rezar por mí,que algo de médico tengo.Muchas gracias.

10 de junio de 2016. Discurso auna delegación de la comuniónmundial de las iglesiasreformadas. Viernes. Queridos hermanos yhermanas:Les doy la bienvenida decorazón y les agradezco suvisita: «A ustedes, gracia y pazde parte de Dios nuestro Padrey del Señor Jesucristo» (1Co 1,3). Agradezco de modoparticular las palabras delSeñor Secretario General.

Nuestro encuentro de hoy esun paso más en el camino quecaracteriza el movimientoecuménico; camino bendito ylleno de esperanza, a lo largodel cual buscamos vivir cadavez más de acuerdo con laoración del Señor «para quetodos sean uno» (Jn 17,21).Han pasado diez años desdeque una delegación de laAlianza Mundial de las IglesiasReformadas visitó a mipredecesor, el Papa BenedictoXVI. En este tiempo, lahistórica unificación delConsejo Ecuménico Reformado

y de la Alianza Mundial de lasIglesias Reformadas, que tuvolugar en 2010, ha sido unejemplo tangible de progresohacia la meta de la unidad delos cristianos y, para muchos,un estímulo en el caminoecuménico.Hoy debemos dar gracias a Diosante todo por elredescubrimiento de nuestrafraternidad que, como escribiósan Juan Pablo II, «no es laconsecuencia de unfilantropismo liberal o de unvago espíritu de familia. Tienesu raíz en el reconocimiento del

único Bautismo y en laconsiguiente exigencia de queDios sea glorificado en su obra»(cf. Carta enc., Ut unum sint,42). Católicos y reformadospueden promover uncrecimiento mutuo en estacomunión espiritual, para servirmejor al Señor.La reciente conclusión de lacuarta fase del diálogoteológico entre la ComuniónMundial de Iglesias Reformadasy el Pontificio Consejo para laUnidad de los Cristianos, con eltema La justificación y lasacramentalidad: la comunidad

cristiana como artesana dejusticia, representa un motivoespecial de agradecimiento. Mealegra ver que el informe finaldestaca con claridad el vínculoinseparable entre lajustificación y la justicia. Enefecto, nuestra fe en Jesús nosimpulsa a vivir la caridadmediante gestos concretos,capaces de incidir en nuestroestilo de vida, en las relacionesy en la realidad que nos rodea.Sobre la base del acuerdoacerca de la doctrina de lajustificación, hay muchoscampos en que reformados y

católicos pueden trabajarjuntos para testimoniar el amormisericordioso de Dios,verdadero antídoto frente alsentido de desorientación y a laindiferencia que nos circundan.Hoy se experimenta a menudouna «desertificaciónespiritual». Especialmente allídonde se vive como si Dios noexistiera, nuestrascomunidades cristianas estánllamadas a ser «cántaros» queapagan la sed con la esperanza,presencias capaces de inspirarfraternidad, encuentro,solidaridad, amor genuino y

desinteresado (cf. Exh.ap., Evangelii gaudium, 86-87);han de acoger y avivar lagracia de Dios, para noencerrarse en sí mismos yabrirse a la misión. No sepuede, en efecto, comunicar lafe viviéndola de manera aisladao en grupos cerrados yseparados, en una especie defalsa autonomía y deinmanentismo comunitario. Asíno se da respuesta a la sed deDios que nos interroga y queestá presente también entantas formas nuevas dereligiosidad. Estas pueden

favorecer a veces el replieguesobre sí mismas y sus propiasnecesidades, dando lugar a unaespecie de «consumismoespiritual». Por lo tanto, si loshombres de nuestro tiempo noencuentran «una espiritualidadque los sane, los libere, losllene de vida y de paz, almismo tiempo que losconvoque a la comuniónsolidaria y a la fecundidadmisionera, terminaránengañados por propuestas queno humanizan ni dan gloria aDios» (cf. ibíd., 89).Se necesita urgentemente un

ecumenismo que, junto con elesfuerzo teológico que buscarecomponer las disputasdoctrinales entre los cristianos,promueva una misión común deevangelización y de servicio. Yahay ciertamente muchasiniciativas y buena colaboraciónen diferentes lugares. Perotodos podemos hacer muchomás juntos para dar untestimonio vivo «a todo el quepida razón de nuestraesperanza» (cf. 1 P 3,15):transmitir el amormisericordioso de nuestroPadre, que hemos recibido

gratuitamente y estamosllamados a dar generosamente.Queridos hermanos yhermanas, les renuevo miagradecimiento por supresencia y por su compromisoal servicio del Evangelio, yexpreso el deseo de que esteencuentro sea un signo eficazde nuestra constantedeterminación de caminarjuntos en la peregrinaciónhacia la plena unidad. Que esteencontrarnos sirva de ánimo atodas las comunidadesreformadas y católicas paraseguir trabajando juntos en la

transmisión de la alegría delEvangelio a los hombres ymujeres de nuestro tiempo.Que Dios los bendiga a todos.

12 de junio de 2016. Homilíaen el jubileo de los enfermos ypersonas discapacitadas. Domingo. «Estoy crucificado con Cristo:vivo yo, pero no soy yo, esCristo quien vive en mi»(Ga 2,19). El apóstol Pablo usapalabras muy fuertes paraexpresar el misterio de la vidacristiana: todo se resume enel dinamismo pascual demuerte y resurrección, que senos da en el bautismo. Enefecto, con la inmersión en el

agua es como si cada unohubiese sido muerto ysepultado con Cristo(cf. Rm 6,3-4), mientras que, elsalir de ella manifiesta la vidanueva en el Espíritu Santo.Esta condición de volver anacer implica a toda laexistencia y en todos susaspectos: también laenfermedad, el sufrimiento y lamuerte esta contenidasen Cristo, y encuentran en élsu sentido definitivo. Hoy, en eldía jubilar dedicado a todos losque llevan en sí las señales dela enfermedad y de la

discapacidad, esta Palabra devida encuentra una particularresonancia en nuestraasamblea.En realidad, todos, tarde otemprano, estamos llamados aenfrentarnos, y a veces acombatir, con la fragilidad y laenfermedad nuestra y la de losdemás.Y esta experiencia tan típica ydramáticamente humanaasume una gran variedad derostros. En cualquier caso, ellanos plantea de manera aguda yurgente la pregunta por elsentido de la existencia. En

nuestro ánimo se puede darincluso una actitud cínica, comosi todo se pudiera resolversoportando o contando sólo conlas propias fuerzas. Otrasveces, por el contrario, se ponetoda la confianza en losdescubrimientos de la ciencia,pensando que ciertamente enalguna parte del mundo existeuna medicina capaz de curar laenfermedad. Lamentablementeno es así, e incluso aunque estamedicina se encontrase nosería accesible a todos.La naturaleza humana, heridapor el pecado, lleva inscrita en

sí la realidad del límite.Conocemos la objeción que,sobre todo en estos tiempos, seplantea ante una existenciamarcada por grandeslimitaciones físicas. Seconsidera que una personaenferma o discapacitada nopuede ser feliz, porque esincapaz de realizar el estilo devida impuesto por la cultura delplacer y de la diversión. Enesta época en la que el cuidadodel cuerpo se ha convertido enun mito de masas y por tantoen un negocio, lo que esimperfecto debe ser ocultado,

porque va en contra de lafelicidad y de la tranquilidad delos privilegiados y pone encrisis el modelo imperante. Esmejor tener a estas personasseparadas, en algún «recinto»—tal vez dorado— o en las«reservas» del pietismo y delasistencialismo, para que noobstaculicen el ritmo de unfalso bienestar. En algunoscasos, incluso, se considera quees mejor deshacerse cuantoantes, porque son una cargaeconómica insostenible entiempos de crisis. Pero, enrealidad, con qué falsedad vive

el hombre de hoy al cerrar losojos ante la enfermedad y ladiscapacidad. No comprende elverdadero sentido de la vida,que incluye también laaceptación del sufrimiento y dela limitación. El mundo no serámejor cuando esté compuestosolamente por personasaparentemente «perfectas»,por no decir «maquilladas»,sino cuando crezca lasolidaridad entre los sereshumanos, la aceptación y elrespeto mutuo. Qué ciertas sonlas palabras del apóstol: «Lonecio del mundo lo ha escogido

Dios para humillar a los sabios»(1 Co 1,27).También el Evangelio de estedomingo (Lc 7,36-8,3) nospresenta una situación dedebilidad particular. La mujerpecadora es juzgada ymarginada, mientras Jesús laacoge y la defiende: «Porquetiene mucho amor» (Lc 7, 47).Es esta la conclusión de Jesús,atento al sufrimiento y al llantode aquella persona. Su ternuraes signo del amor que Diosreserva para los que sufren yson excluidos. No existe sólo elsufrimiento físico; hoy, una de

las patologías más frecuentesson las que afectan al espíritu.Es un sufrimiento que afecta alánimo y hace que esté tristeporque está privado de amor.La patología de la tristeza.Cuando se experimenta ladesilusión o la traición en lasrelaciones importantes,entonces descubrimos nuestravulnerabilidad, debilidad ydesprotección. La tentación dereplegarse sobre sí mismo llegaa ser muy fuerte, y se puedehasta perder la oportunidad dela vida: amar a pesar de todo,amar a pesar de todo.

La felicidad que cada unodesea, por otra parte, puedetener muchos rostros, pero sólopuede alcanzarse si somoscapaces de amar. Este es elcamino. Es siempre unacuestión de amor, no hay otrocamino. El verdadero desafío esel de amar más. Cuantaspersonas discapacitadas y quesufren se abren de nuevo a lavida apenas sienten que sonamadas. Y cuanto amor puedebrotar de un corazón aunquesea sólo a causa de unasonrisa. La terapia de lasonrisa. En tal caso la fragilidad

misma puede convertirse enalivio y apoyo en nuestrasoledad. Jesús, en su pasión,nos ha amado hasta el final(cf. Jn 13,1); en la cruz harevelado el Amor que se da sinlímites. ¿Qué podemosreprochar a Dios por nuestrasenfermedades y sufrimientoque no esté ya impreso en elrostro de su Hijo crucificado? Asu dolor físico se agrega laafrenta, la marginación y lacompasión, mientras élresponde con la misericordiaque a todos acoge y perdona:«Por sus heridas fuimos

sanados» (Is 53,5; 1 P 2,24).Jesús es el médico que cura conla medicina del amor, porquetoma sobre sí nuestrosufrimiento y lo redime.Nosotros sabemos que Dioscomprende nuestraenfermedad, porque él mismola ha experimentado enprimera persona (cf. Hb 4,5).El modo en que vivimos laenfermedad y la discapacidades signo del amor que estamosdispuestos a ofrecer. El modoen que afrontamos elsufrimiento y la limitación es elcriterio de nuestra libertad de

dar sentido a las experienciasde la vida, aun cuando nosparezcan absurdas einmerecidas. No nos dejemosturbar, por tanto, de estastribulaciones (cf. 1 Tm 3,3).Sepamos que en la debilidadpodemos ser fuertes (cf. 2Co 12,10), y recibiremos lagracia de completar lo que faltaen nosotros al sufrimiento deCristo, en favor de la Iglesia, sucuerpo (cf. Col 1,24); uncuerpo que, a imagen de aqueldel Señor resucitado, conservalas heridas, signo del durocombate, pero son heridas

transfiguradas para siemprepor el amor.

12 de junio de 2016.ÁNGELUS. Domingo. Queridos hermanos yhermanas:Ayer en Vercelli, fueproclamado beato el sacerdoteGiacomo Abbondo, quien vivióen el siglo XVIII, enamorado deDios, culto, siempre disponiblepara sus feligreses. Nos unimosal gozo y al acción de graciasde la diócesis de Vercelli. Asícomo también a la deMonreale, donde hoy se

beatifica a la religiosa CarolinaSantocanale, fundadora de lasHermanas capuchinas de laInmaculada de Lourdes. Nacidaen una familia noble dePalermo, abandonó lascomodidades y se hizo pobreentre los pobres. De Cristo,especialmente en la Eucaristía,tomó la fuerza para sumaternidad espiritual y suternura para con los másdébiles.En el marco del Jubileo de losenfermos ha tenido lugar en losdías pasados en Romaun Congreso internacional

dedicado al cuidado de laspersonas afectadas por laenfermedad de Hansen. Saludocon agradecimiento a losorganizadores y participantes yos deseo un fructíferocompromiso en la lucha contraesta enfermedad.Hoy se celebra la Jornadamundial contra el trabajoinfantil. Renovemos todosunidos el esfuerzo parasuprimir las causas de estaesclavitud moderna, que privaa millones de niños de algunosderechos fundamentales y losexpone a graves peligros. Hoy

existen muchos niños esclavosen el mundo.Saludo con afecto a todos losperegrinos llegados de Italia yde varios países para estajornada jubilar. Agradezco demanera especial a vosotros,que habéis querido estarpresentes con vuestracondición de enfermedad ydiscapacidad.Un sentido agradecimientotambién a los médicos yagentes sanitarios quienes enlos «Puntos de salud»preparados en las cuatrobasílicas papales, ofrecen citas

especializadas a cientos depersonas que viven a lasafueras de la ciudad de Roma.¡Muchas gracias a vosotros!La Virgen María, a quien nosdirigimos ahora en oración, nosacompañe siempre en nuestrocamino.

13 de junio de 2016. Discursoen la visita a la sede delPrograma Mundial de Alimentos(PMA) Lunes. Discurso durante lainauguración de la Sesión anualde la Junta Ejecutivadel Programa Mundial deAlimentos (PMA)Saludo al personaldel Programa Mundial deAlimentos (PMA)[Discurso preparado por elSanto Padre]

Discurso del Santo Padre ala Sesión anual de la JuntaEjecutiva del Programa Mundial dealimentos (PMA)Señoras y Señores:Agradezco a la DirectoraEjecutiva, Señora ErtharinCousin, la invitación que mecursó para que inaugurara laSesión Anual 2016 de la JuntaEjecutiva del Programa Mundialde Alimentos, así como laspalabras de bienvenida que meha dirigido. Asimismo mi saludopara la Embajadora Stephanie

Hochstetter Skinner-Klée,Presidenta de esta importanteasamblea, que congrega a losRepresentantes de diversosgobiernos llamados aemprender iniciativas concretaspara la lucha contra el hambre.Y al saludar a todos ustedesaquí reunidos, agradezco tantosesfuerzos y compromisos conuna causa que no puede nointerpelarnos: la lucha contrael hambre que padecen muchosde nuestros hermanos.Hace unos momentos he rezadoante el “Muro de la memoria”,testigo del sacrificio que

realizaron los miembros de esteOrganismo, entregando su vidapara que, incluso en medio decomplejas vicisitudes, loshambrientos no carecieran depan. Memoria que hemos deconservar para seguirluchando, con el mismo vigor,por el tan ansiado objetivo de“hambre cero”. Esos nombresgrabados a la entrada de estaCasa son un signo elocuente deque el PAM, lejos de ser unaestructura anónima y formal,constituye un valiosoinstrumento de la comunidadinternacional para emprender

actividades cada vez másvigorosas y eficaces. Lacredibilidad de una Instituciónno se fundamenta en susdeclaraciones, sino en lasacciones realizadas por susmiembros. Se fundamenta ensus testigos.Por vivir en un mundointerconectado ehípercomunicado, las distanciasgeográficas parecen achicarse.Tenemos la posibilidad de tomarcontacto casi en simultáneo conlo que está aconteciendo en laotra parte del planeta. Pormedio de las tecnologías de la

comunicación, nos acercamos atantas situaciones dolorosasque pueden ayudar (y hanayudado) a movilizar gestos decompasión y solidaridad.Aunque, paradójicamentehablando, esta aparentecercanía creada por lainformación, cada día pareceagrietarse más. La excesivainformación con la quecontamos va generandopaulatinamente – perdónenmeel neologismo – la“naturalización” de la miseria.Es decir, poco a poco, nosvolvemos inmunes a las

tragedias ajenas y lasevaluamos como algo “natural”.Son tantas las imágenes quenos invaden que vemos eldolor, pero no lo tocamos;sentimos el llanto, pero no loconsolamos; vemos la sed perono la saciamos. De estamanera, muchas vidas sevuelven parte de una noticiaque en poco tiempo serácambiada por otra. Y mientrascambian las noticias, el dolor, elhambre y la sed no cambian,permanecen. Tal tendencia – otentación – nos exige hoy unpaso más y, a su vez, revela el

papel fundamental queInstituciones como la vuestratienen para el escenario global.Hoy no podemos darnos porsatisfechos con sólo conocer lasituación de muchos hermanosnuestros. Las estadísticas nosacian. No basta elaborarlargas reflexiones osumergirnos en interminablesdiscusiones sobre las mismas,repitiendo incesantementetópicos ya por todos conocidos.Es necesario “desnaturalizar” lamiseria y dejar de asumirlacomo un dato más de larealidad. ¿Por qué? Porque la

miseria tiene rostro. Tienerostro de niño, tiene rostro defamilia, tiene rostro de jóvenesy ancianos. Tiene rostro en lafalta de posibilidades y detrabajo de muchas personas,tiene rostro de migracionesforzadas, casas vacías odestruidas. No podemos“naturalizar” el hambre detantos; no nos está permitidodecir que su situación es frutode un destino ciego frente alque nada podemos hacer. Y,cuando la miseria deja de tenerrostro, podemos caer en latentación de empezar a hablar

y discutir sobre “el hambre”, “laalimentación”, “la violencia”dejando de lado al sujetoconcreto, real, que hoy siguegolpeando a nuestras puertas.Cuando faltan los rostros y lashistorias, las vidas comienzan aconvertirse en cifras, y asípaulatinamente corremos elriesgo de burocratizar el dolorajeno. Las burocracias muevenexpedientes; la compasión – nola lástima, la compasión, el“padecer-con” –, en cambio, sejuega por las personas. Y creoque en esto tenemos muchotrabajo que realizar.

Conjuntamente con todas lasacciones que ya se realizan, esnecesario trabajar para“desnaturalizar” ydesburocratizar la miseria y elhambre de nuestroshermanos.Esto nos exige unaintervención a distintas escalasy niveles donde sea colocadocomo objetivo de nuestrosesfuerzos la persona concretaque sufre y tiene hambre, peroque también encierra uninmenso caudal de energías ypotencialidades que debemosayudar a concretar.1. “Desnaturalizar” la miseria

Cuando estuve en la FAO, conmotivo de la II ConferenciaInternacional sobre Nutrición,les decía que una de lasincoherencias fuertes queestábamos invitados a asumirera el hecho de que existiendocomida para todos, «no todospueden comer, mientras que elderroche, el descarte, elconsumo excesivo y el uso dealimentos para otros fines,están ante nuestros ojos»(Discurso a la Plenaria de laConferencia [20 noviembre2014], 3).Dejémoslo claro, la falta de

alimentos no es algo natural,no es un dato ni obvio, nievidente. Que hoy en plenosiglo XXI muchas personassufran este flagelo, se debe auna egoísta y mala distribuciónde recursos, a una“mercantilización” de losalimentos. La tierra, maltrataday explotada, en muchas partesdel mundo nos sigue dando susfrutos, nos sigue brindando lomejor de sí misma; los rostroshambrientos nos recuerdan quehemos desvirtuado sus fines.Un don, que tiene finalidaduniversal, lo hemos convertido

en privilegio de unos pocos.Hemos hecho de los frutos de latierra – don para la humanidad–commodities de algunos,generando, de esta manera,exclusión. El consumismo – enel que nuestras sociedades seven insertas – nos ha inducidoa acostumbrarnos a losuperfluo y al desperdiciocotidiano de alimento, al cual aveces ya no somos capaces dedar el justo valor, que va másallá de los meros parámetroseconómicos. Pero nos hará bienrecordar que el alimento que sedesecha es como si se robara

de la mesa del pobre, del quetiene hambre. Esta realidad nospide reflexionar sobre elproblema de la pérdida y deldesperdicio del alimento a finde identificar vías y modos que,afrontando seriamente talproblemática, sean vehículo desolidaridad y de comparticióncon los másnecesitados (cf. Catequesis [5junio 2013]: L’O.R., ed. sem.en lengua española, 7 junio2013, p. 12).2. Desburocratizar el hambreDebemos decirlo consinceridad: hay temas que

están burocratizados. Hayacciones que están“encajonadas”. La inestabilidadmundial que vivimos es sabidapor todos. Últimamente lasguerras y las amenazas deconflictos es lo que predominaen nuestros intereses ydebates. Y así, ante la diversagama de conflictos existentes,parece que las armas hanalcanzado una preponderanciainusitada, de tal forma que hanarrinconado totalmente otrasmaneras de solucionar lascuestiones en pugna. Estapreferencia está ya de tal modo

radicada y asumida que impidela distribución de alimentos enzona de guerra, llegandoincluso a la violación de losprincipios y directrices másbásicos del derechointernacional, cuya vigencia seretrotrae a muchos siglos atrás.Nos encontramos así ante unextraño y paradójicofenómeno: mientras las ayudasy los planes de desarrollo seven obstaculizados porintrincadas e incomprensiblesdecisiones políticas, porsesgadas visiones ideológicas opor infranqueables barreras

aduaneras, las armas no; noimporta la proveniencia,circulan con una libertad –perdonen el adjetivo – jactanciosa y casi absoluta entantas partes del mundo. Y deeste modo, son las guerras lasque se nutren y no laspersonas. En algunos casos lamisma hambre se utiliza comoarma de guerra. Y las víctimasse multiplican, porque elnúmero de la gente que muerede hambre y agotamiento seañade al de los combatientesque mueren en el campo debatalla y al de tantos civiles

caídos en la contienda y en losatentados. Somos plenamenteconscientes de ello, perodejamos que nuestra concienciase anestesie y así la volvemosinsensible. Quizás con palabrasque justifican: “y bueno, no sepuede con tanta tragedia”. Es laanestesia más a mano. De talmodo, la fuerza se convierte ennuestro único modo de actuar yel poder en el objetivoperentorio a alcanzar. Laspoblaciones más débiles no sólosufren los conflictos bélicos sinoque, a su vez, ven frenadostodo tipo de ayuda. Por esto

urge desburocratizar todoaquello que impide que losplanes de ayuda humanitariacumplan sus objetivos. En esoustedes tienen un papelfundamental, ya quenecesitamos verdaderos héroescapaces de abrir caminos,tender puentes, agilizartrámites que pongan el acentoen el rostro del que sufre. Aesta meta han de ir orientadasigualmente las iniciativas de lacomunidad internacional.No es cuestión de armonizarintereses que siguenencadenados a visiones

nacionales centrípetas o aegoísmos inconfesables. Másbien se trata de que los Estadosmiembros incrementendecisivamente su real voluntadde cooperar con estos fines. Poresta razón, qué importantesería que la voluntad política detodos los países miembrosconsienta e incrementedecisivamente su real voluntadde cooperar con el ProgramaMundial de Alimentos para queeste, no solamente puedaresponder a las urgencias, sinoque pueda realizar proyectossólidamente consistentes y

promover programas dedesarrollo a largo plazo, segúnlas peticiones de cada uno delos gobiernos y de acuerdo alas necesidades de los pueblos.El Programa Mundial deAlimentos con su trayectoria yactividad demuestra que esposible coordinar conocimientoscientíficos, decisiones técnicasy acciones prácticas conesfuerzos destinados a recabarrecursos y distribuirlosecuánimemente, es decir,respetando las exigencias dequien los recibe y la voluntaddel donante. Este método, en

las áreas más deprimidas ypobres, puede y debegarantizar el adecuadodesarrollo de las capacidadeslocales y eliminarpaulatinamente la dependenciaexterior, a la vez que consientereducir la pérdida de alimentos,de modo que nada sedesperdicie. En una palabra, elPAM es un valioso ejemplo decómo se puede trabajar en todoel mundo para erradicar elhambre a través de una mejorasignación de los recursoshumanos y materiales,fortaleciendo la comunidad

local. A este respecto, losanimo a seguir adelante. No sedejen vencer por el cansancio,que es mucho, ni permitan quelas dificultades los retraigan.Crean en lo que hacen ycontinúen poniendo entusiasmoen ello, que es la forma en quela semilla de la generosidadgermine con fuerza. Dense ellujo de soñar. Necesitamossoñadores que impulsen estosproyectos.La Iglesia Católica, fiel a sumisión, quiere trabajarmancomunadamente con todaslas iniciativas que luchen por

salvaguardar la dignidad de laspersonas, especialmente deaquellas en las que estánvulnerados sus derechos. Parahacer realidad esta urgenteprioridad de “hambre cero”, lesaseguro todo nuestro apoyo yrespaldo a fin de favorecertodos los esfuerzosencaminados.“Tuve hambre y me diste decomer, tuve sed y me diste debeber”. En estas palabras sehalla una de las máximas delcristianismo. Una expresiónque, más allá de los credos ylas convicciones, podría ser

ofrecida como regla de oro paranuestros pueblos. Un pueblo sejuega su futuro en la capacidadque tenga para asumir elhambre y la sed de sushermanos. Y así como unpueblo, así también lahumanidad. La humanidad sejuega su futuro en la capacidadque tenga para asumir elhambre y la sed de sushermanos. En esta capacidadde socorrer al hambriento y alsediento podemos medir elpulso de nuestra humanidad.Por eso, deseo que la luchapara erradicar el hambre y la

sed de nuestros hermanos ycon nuestros hermanos sigainterpelándonos, que no nosdeje dormir y nos haga soñar,las dos cosas. Que nosinterpele a fin de buscarcreativamente soluciones decambio y de transformación. Yque Dios Omnipotente sostengacon su bendición el trabajo devuestras manos. Muchasgracias. Saludo del Santo Padre alpersonal del Programa Mundialde Alimentos (PMA)

Tendría que pronunciar undiscurso en español, pero lamayor parte de ustedes noentiende español, entiendeitaliano, porque viven en Italia.Y los discursos son inclusoaburridos. Por ello entrego eldiscurso a la señora, para quese los entregue luego, y diréalgunas palabras que mesurgen espontáneamente delcorazón.Lo primero que quiero decirles,en mi pobre italiano, esgracias. Gracias porque ustedeshacen el trabajo oculto, eltrabajo «desde atrás», el que

no se ve, pero que hace posibleque todo siga adelante. Ustedesson como los cimientos de unedificio: sin cimientos el edificiono permanece en pie. Muchosproyectos, muchas cosas sepueden hacer, y se hacen en elmundo, en la lucha contra elhambre, y lo hace mucha gentevaliente. Pero este gracias es alapoyo que ustedes dan, a laayuda oculta dada por ustedes.Sus nombres aparecen sólo enla lista del personal —y a finalde mes en la del sueldo—, perofuera nadie sabe cómo se llamacada uno de ustedes. Sin

embargo, sus nombres hacenposible este gran trabajo, estegran trabajo de la lucha contrael hambre. Gracias a unpequeño trabajo, a un pequeñosacrificio, al sacrificio oculto deustedes, pequeño o grande,muchos niños pueden comer, ymucha hambre se derrota. Lesagradezco mucho.Cuando escuché hablar a ladirectora del Programa,pensaba: ¡esta es una mujervaliente! Y creo que estavalentía todos ustedes latienen: la valentía de llevaradelante una obra situados

«detrás del escenario» yayudar. Está la valentía deaquellas personas que se ven,porque en un cuerpo están lospies, están las manos, estátambién la cara: se ve la cara,pero los pies no se ven, porqueestán ocultos dentro de loszapatos; pero ustedes son lospies, las manos, que sostienenla valentía de todos los que vandelante, que sostuvierontambién la valentía de sus«mártires», digámoslo así, desus testigos. Jamás, jamásolvidar los nombres de los queestán escritos allí, en la

entrada. Ellos pudieron hacercosas por el valor que tenían,por la fe que tenían en sutrabajo, pero también porquecontaban con el apoyo deltrabajo que ustedes realizaban.Muchas gracias. Y les pido querecen por mí, para que tambiényo pueda hacer algo contra elhambre. ¡Gracias!* * *[Discurso preparado por elSanto Padre] Señoras y Señores:¡Buenos días! Me alegraencontrarme con ustedes en un

clima sencillo y familiar, reflejodel estilo que anima su entregaen el servicio a tantoshermanos nuestros que hoyencuentran en ustedes uno delos rostros solidarios de lahumanidad. Quisiera tambiéntener presente a sus colegas,que diseminados por todo elmundo, colaboran conel Programa Mundial deAlimentos.A todos ustedes,gracias por su calurosa cercaníay bienvenida.La señora Directora Ejecutivame ha comentado laimportancia del trabajo que

ustedes desarrollan con grancompetencia y no pocossacrificios, de forma generosa,incluso en situaciones arduas ya menudo de inseguridad porcausas naturales o humanas.La amplitud y gravedad de losproblemas que afronta el PAMpide que ustedes siganadelante, poniendo entusiasmoen todo lo que hacen, sindetenerse, siempre dispuestosa servir. Para ello cuenta muchola formación permanente, unafina intuición y sobre todo ungran sentido de compasión, sinel cual todo lo anterior

carecería de fuerza y desentido.El PAM ha puesto una altamisión en sus manos. El éxitode la misma depende en granparte de no dejarse vencer porla inercia y poner en todocapacidad de iniciativa,imaginación y profesionalidad,a fin de buscar cada día víasnuevas y eficaces para derrotarla malnutrición y el hambreque sufren tantos sereshumanos en diversas partes delmundo. Son ellos los que estánpidiendo que les prestemosnuestra atención. Por eso es

importante que ustedes no sedejen agobiar por los dosieres yalcancen a descubrir que, encada papel, hay una historiaconcreta, con frecuenciadolorosa y delicada. El secretoes ver detrás de cadaexpediente un rostro humanoque requiere ayuda. Escucharel grito del pobre les permitiráno dejarse encasillar en fríosformularios. Todo es poco paraderrotar un fenómeno tanterrible como el hambre.El hambre es una de lasmayores amenazas a la paz y ala serena convivencia humana.

Una amenaza que no podemoscontentarnos solamente condenunciar o estudiar. Hay queencararla con decisión yresolverla con urgencia. Cadauno de nosotros, con laresponsabilidad que tiene, debeactuar en la medida de susposibilidades para alcanzar unasolución definitiva a estamiseria humana, que degrada ymerma la existencia de unnúmero muy grande dehermanos y hermanasnuestras. Y, a la hora de ayudara cuantos la padecencruelmente, nadie sobra ni

puede limitarse a presentaruna excusa, pensando que esun problema que le sobrepasa oque no le afecta.El desarrollo humano, social,técnico y económico es elcamino necesario para asegurarque cada persona, familia,comunidad o pueblo puedaafrontar sus propiasnecesidades. Lo cual nos estádiciendo que hay que trabajarno por una idea abstracta, nopor la defensa de una dignidadteórica, sino por salvaguardarla vida concreta de cada serhumano. En las zonas más

pobres y deprimidas, estosignifica disponer de alimentosen caso de emergencias, perotambién posibilitar el acceso amedios e instrumental técnico,a puestos de trabajo, amicrocréditos, y así procurarque la población local fortalezcasu capacidad de respuesta a lascrisis que surjan de formarepentina.Al hablar de esto no me estoyrefiriendo solamente acuestiones materiales. Se trataante todo de un compromisomoral que permita mirar conresponsabilidad a la persona

que tengo a mi lado, así comoal objetivo general de todo elPrograma. Ustedes estánllamados a sostener y defendereste compromiso mediante unservicio que sólo a primeravista puede parecerexclusivamente de caráctertécnico. En cambio, lo queustedes llevan a cabo sonacciones que necesitan unagran fuerza moral, porquecontribuyen a la edificación delbien común en cada país y entoda la comunidadinternacional.Frente a tantos retos, ante los

peligros y trastornos quecontinuamente surgen, da laimpresión de que el futuro dela humanidad solamenteconsistirá en responder apruebas y riesgos cada vez másconcatenados y difíciles depredecir, tanto en su amplitudcomo en su complejidad. Losaben bien por propiaexperiencia. Pero esto no nosdebe desanimar. Anímense yayúdense para no dejar entraren sus corazones la tentaciónde la desconfianza o de laindiferencia. Más bien, creanfirmemente que el quehacer

diario de todos ustedes estácontribuyendo a convertirnuestro mundo en un mundocon rostro humano, en unespacio que tenga como puntoscardinales la compasión, lasolidaridad, la ayuda recíprocay la gratuidad. Cuanto másgrande sea su generosidad, sutenacidad, su fe, en mayorgrado la cooperaciónmultilateral podrá hallaradecuadas soluciones a losproblemas que tanto nospreocupan, podrá agrandar lasvisiones parciales e interesadasy abrir caminos novedosos a la

esperanza, el justo desarrollohumano, la sostenibilidad y lalucha por cerrar la brecha a lasinjustas desigualdadeseconómicas, que tanto hieren alos más vulnerables.Sobre cada uno de ustedes,sobre sus familias y el trabajoque desempeñan en el PAM,invoco abundantes bendicionesdivinas.Les ruego que recen por mí,cada uno en su interior, o almenos que cuando piensen enmí lo hagan en positivo. Mucholo necesito.Muchas gracias.

15 de junio de 2016. Audienciageneral. El ciego de Jericó. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Un día Jesús, acercándose a laciudad de Jericó, hizo elmilagro de devolver la vista aun ciego que pedía limosnajunto al camino (cf. Lc 18, 35-43). Hoy queremos centrarnosen el significado de este signoporque nos toca directamentetambién a nosotros. Elevangelista Lucas dice que ese

ciego estaba sentado junto alcamino pidiendo limosna (cf.Lc 18, 35). Un ciego en esaépoca —pero también hasta nohace mucho tiempo— no podíamás que vivir de limosna. Lafigura de este ciego representaa muchas personas que,también hoy, se venmarginadas a causa de unalimitación física o de otro tipo.Está separado de la multitud,está allí sentado mientras lagente pasa ocupada en susasuntos, absorta en suspreocupaciones y en muchascosas... Y la calle, que puede

ser un lugar de encuentro, paraél en cambio es el lugar de lasoledad. Es mucha la gente quepasa... Y él está solo.Es triste la imagen de unmarginado, sobre todo teniendocomo escenario la ciudad deJericó, el espléndido y lozanooasis en el desierto. Sabemosque precisamente a Jericó llegóel pueblo de Israel al términodel largo éxodo desde Egipto:esa ciudad representa la puertade ingreso en la tierraprometida. Recordemos laspalabras que Moisés pronuncióen esa circunstancia: «Si hay

junto a ti algún pobre de entretus hermanos, en alguna de lasciudades de tu tierra que elSeñor tu Dios te da, noendurecerás tu corazón nicerrarás tu mano a tu hermanopobre. Pues no faltarán pobresen esta tierra; por eso te doyyo este mandamiento: debesabrir tu mano a tu hermano, aaquel de los tuyos que esindigente y pobre en tu tierra»(Dt 15, 7.11). Es fuerte elcontraste entre estarecomendación de la Ley deDios y la situación descrita porel Evangelio: mientras que el

ciego grita invocando a Jesús,la gente lo reprendía parahacerle callar, como si notuviese derecho de hablar. Notienen compasión de él, esmás, les molestan sus gritos.Cuántas veces nosotros,cuando vemos mucha gente enla calle —gente necesitada,enferma, que no tiene paracomer— sentimos que nosmolestan. Cuántas veces,cuando nos encontramos antemuchos refugiados einmigrantes, sentimos que nosmolestan. Es una tentación quetodos nosotros tenemos. Todos,

¡también yo! Es por esto que laPalabra de Dios nos pone enguardia recordándonos que laindiferencia y la hostilidadconvierten en ciegos y sordos,impiden ver a los hermanos yno permiten reconocer en ellosal Señor. Indiferencia yhostilidad. Y a veces estaindiferencia y hostilidad llegana ser incluso agresión e insulto:«¡Sacad de aquí a todosestos!», «¡ubicadlos en otraparte!». Esta agresión es lo quehacía la gente cuando el ciegogritaba: «Pero tú sal de aquí,no hables, no grites».

Notamos un detalleinteresante. El evangelista diceque alguien de la multitudexplicó al ciego el motivo detoda esa gente diciendo: «PasaJesús, el Nazareno» (Lc 18,37). El paso de Jesús estáindicado con el mismo verboque en el libro del Éxodo se usapara hablar del paso del ángelexterminador que salva a losisraelitas en la tierra de Egipto(cf. Ex 12, 23). Es el «paso» dela pascua, el inicio de laliberación: cuando pasa Jesús,siempre hay liberación, siemprehay salvación. Así, pues, al

ciego, es como si leanunciasen su pascua. Sindejarse atemorizar, el ciegogrita más de una vez a Jesúsreconociéndolo como el Hijo deDavid, el Mesías esperado que,según el profeta Isaías, abriríalos ojos a los ciegos (cf. Is 35,5). A diferencia de la multitud,este ciego ve con los ojos de lafe. Gracias a ella su súplicatiene una poderosa eficacia. Enefecto, al escucharlo, «Jesús sedetuvo, y mandó que se lotrajeran» (Lc 18, 40). Obrandoasí Jesús quita al ciego delborde del camino y lo pone en

el centro de la atención de susdiscípulos y de la multitud.Pensemos también nosotros,cuando hemos estado ensituaciones complicadas,incluso en situaciones depecado, cómo fue precisamenteJesús a tomarnos de la mano ya quitarnos del borde delcamino y donarnos la salvación.Se realiza así un doble paso.Primero: la gente habíaanunciado una buena noticia alciego, pero no querían sabernada con él; ahora Jesús obligaa todos a tomar conciencia queel buen anuncio implica poner

en el centro del propio caminoa aquel que había sido excluidodel mismo. Segundo: a su vez,el ciego no veía, pero su fe leabre la senda de la salvación, yél se encuentra en medio de losque habían bajado a la callepara ver a Jesús. Hermanos yhermanas, el paso del Señor esun encuentro de misericordiaque une a todos en torno a Élpara permitirnos reconocer aquien tiene necesidad de ayuday de consuelo. Incluso pornuestra vida pasa Jesús; ycuando pasa Jesús, y me doycuenta de ello, es una

invitación a acercarme a Él, aser más bueno, a ser un mejorcristiano, a seguir a Jesús.Jesús se dirige al ciego y lepregunta: «¿Qué quieres quete haga?» (Lc 18, 41). Estaspalabras de Jesús sonimpresionantes: el Hijo de Diosahora está ante el ciego comoun humilde siervo. Él, Jesús,Dios, dice: «¿Qué quieres quete haga? ¿Cómo quieres que tesirva?». Dios se hace siervo delhombre pecador. Y el ciego yano responde a Jesús llamándolo«Hijo de David», sino «Señor»,el título que la Iglesia desde los

inicios aplica a JesúsResucitado. El ciego pide poderver de nuevo y su deseo esatendido: «Recobra la vista, tufe te ha salvado» (Lc 18, 42).Él mostró su fe invocando aJesús y queriendo encontrarsecon Él de todos los modosposibles, y esto le dio como donla salvación. Gracias a la feahora puede ver y, sobre todo,se siente amado por Jesús. Porello el relato termina diciendoque el ciego «lo seguíaglorificando a Dios» (Lc 18,43): se convierte en discípulo.De mendigo a discípulo,

también este es nuestrocamino: todos nosotros somosmendigos, todos. Siempretenemos necesidad desalvación. Y todos nosotros,todos los días, debemos dareste paso: de mendigos adiscípulos. Y así, el ciego sepone en camino siguiendo alSeñor y entrando a formarparte de su comunidad. Aquel aquien querían hacer callar,ahora testimonia a gran voz suencuentro con Jesús deNazaret, y «todo el pueblo, alverlo, alabó a Dios» (Lc 18,43). Tiene lugar un segundo

milagro: lo que sucedió alciego hace que, al final,también la gente vea. La mismaluz ilumina a todoscongregándolos en la oraciónde alabanza. Así Jesús derramasu misericordia sobre todosaquellos con los que seencuentra: los llama, hace quese acerquen a Él, los reúne, loscura y los ilumina, creando unpueblo nuevo que celebra lasmaravillas de su amormisericordioso. Dejémonostambién nosotros llamar porJesús, y dejémonos curar porJesús, perdonar por Jesús, y

sigámoslo alabando a Dios. Queasí sea.SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que Cristo, enel que brilla la fuerza de lamisericordia de Dios, ilumine ysane también nuestroscorazones, para queaprendamos a estar atentos alas necesidades de nuestroshermanos y celebremos lasmaravillas de su amormisericordioso. Muchas gracias.

18 de junio de 2016. Audienciajubilar. La conversión. Sábado. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Después de su resurrección,Jesús se apareció diversasveces a los discípulos, antes deascender a la gloria del Padre.El pasaje del Evangelio queacabamos de escuchar (Lc 24,45-48) narra una de estasapariciones, en la cual el Señorindica el contenido fundamentalde la predicación que los

apóstoles deberán ofrecer almundo. Podemos sintetizarlacon dos palabras: «conversión»y «perdón de los pecados». Sondos aspectos que califican lamisericordia de Dios que, conamor, cuida de nosotros. Hoytomamos en consideraciónla conversión.¿Qué es la conversión? Estápresente en toda la Biblia, y demanera particular en lapredicación de los profetas, queinvitan continuamente alpueblo a «volver al Señor»pidiéndole perdón y cambiandoestilo de vida. Convertirse,

según los profetas, significacambiar de dirección y dirigirsede nuevo al Señor, basándoseen la certeza de que Él nosama y su amor es siempre fiel.Volver al Señor. Jesús ha hechode la conversión la primerapalabra de su predicación:«Convertíos y creed en elEvangelio» (Mc 1, 15). Es coneste anuncio que Él se presentaal pueblo, pidiendo que seacoja su palabra como la últimay definitiva que el Padre dirigea la humanidad (cf. Mc 12, 1-2). Respecto a la predicación delos profetas, Jesús insiste

todavía más en la dimensióninterior de la conversión. Enesa, efectivamente, toda lapersona está involucrada, conel corazón y la mente, paraconvertirse en una criaturanueva, una persona nueva.Cambia el corazón y uno serenueva.Cuando Jesús llama a laconversión no se erige en juezde las personas, lo hace desdela cercanía, desde el compartirla condición humana, y portanto de la calle, de la casa, dela mesa... La misericordia haciaquienes tenían la necesidad de

cambiar de vida se realizabacon su presencia amable, parahacer partícipe a cada uno deellos en su historia desalvación. Jesús persuadía a lagente con la amabilidad, con elamor; y con estecomportamiento, Jesús llegabaa lo más profundo del corazónde las personas que se sentíanatraídas por el amor de Dios eimpulsadas a cambiar de vida.Por ejemplo, las conversionesde Mateo (cf. Mt 9, 9-13) y deZaqueo (cf. Lc 19, 1-10)sucedieron exactamente deesta manera, porque se

sintieron amados por Jesús y, através de Él, por el Padre. Laverdadera conversión se dacuando acogemos el don de lagracia; y una señal clara de suautenticidad es el hecho quenos damos cuenta de lasnecesidades de los hermanos yestamos preparados para salir asu encuentro.Queridos hermanos yhermanas, ¡cuántas vecessentimos también nosotros laexigencia de un cambio queafecte a toda nuestra persona!¡Cuántas veces nos decimos:«debo cambiar, no puedo

continuar así... Mi vida, poreste camino, no dará frutos,será una vida inútil y yo noseré feliz!». ¡Cuántas veces nosvienen estos pensamientos,cuántas veces!... Y Jesús, anuestro lado, con la manotendida nos dice: «ven, ven amí. El trabajo lo hago yo; yo tecambiaré el corazón, yo tecambiaré la vida, yo te haréfeliz». Pero nosotros, ¿creemosesto o no?; ¿creemos o no?;¿qué pensáis vosotros?; ¿creéisen esto o no? ¡Menos aplausosy más voz!: ¿creéis o nocreéis? [la gente: «¡Sí!»]. Es

así. Jesús que está connosotros nos invita a cambiarde vida. Él, con el EspírituSanto, siembra en nosotros esainquietud de cambiar de vida yser un poco mejores. Sigamosentonces esta invitación delSeñor y no opongamosresistencia, porque sólo si nosabrimos a su misericordia,encontraremos la verdaderavida y la verdadera alegría.Sólo debemos abrir la puertade par en par, y Él hará elresto. Él hace todo, pero anosotros nos corresponde abrirel corazón de par en par para

que Él pueda sanarnos yhacernos seguir adelante. Osaseguro que seremos másfelices. Gracias.* * * * *Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que el SeñorJesús nos conceda la gracia dela auténtica conversión denuestra vida. Si nos abrimos ala misericordia de Dios,encontraremos la verdaderaalegría del corazón. Muchasgracias.

19 de junio de 2016.ÁNGELUS. Domingo. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!El pasaje evangélico de estedomingo (Lc 9, 18-24) nosllama una vez más aconfrontarnos, por así decirlo,«cara a cara» con Jesús. Enuno de los raros momentostranquilos en los que seencuentra solo con susdiscípulos, Él les pregunta:«¿Quién dice la gente que soy

yo?» (Lc 9, 18). Y ellosresponden: «Juan el Bautista;otros, que Elías; otros que unprofeta de los antiguos habíaresucitado» (Lc 9, 19). Por lotanto la gente apreciaba aJesús y lo consideraba un granprofeta, pero aún no eraconsciente de su verdaderaidentidad, es decir que Él fuerael Mesías, el Hijo de Diosenviado por el Padre para lasalvación de todos.Jesús, entonces, se dirigedirectamente a los apóstoles —porque es esto lo que más leinteresa— y pregunta: «Y

vosotros, ¿quién decís que soyyo?». E inmediatamente ennombre de todos, Pedroresponde: «El Cristo de Dios»(Lc 9, 20), es decir: Tú eres elMesías, el Consagrado de Dios,mandado por Él para salvar asu pueblo según la Alianza y lapromesa. Así Jesús se dacuenta que los Doce, y enparticular Pedro, han recibidodel Padre el don de la fe; ypara esto comienza a hablarabiertamente —así dice elEvangelio: «abiertamente»—de lo que le esperaba enJerusalén: «El Hijo del hombre

—dice— debe sufrir mucho, yser reprochado por losancianos, los sumos sacerdotesy los escribas, ser matado yresucitar al tercer día» (Lc 9,22).Esas mismas preguntas se nosvuelven a proponer a cada unode nosotros: «¿Quién es Jesúspara la gente de nuestrotiempo?». Pero la otra es másimportante: «¿Quién es Jesúspara cada uno de nosotros?».Para mí, para ti... ¿Quién esJesús para cada uno denosotros? Estamos llamados ahacer de la respuesta de Pedro

nuestra respuesta, profesandocon gozo que Jesús es el Hijode Dios, la Palabra eterna delPadre que se ha hecho hombrepara redimir a la humanidad,derramando en ella laabundancia de la misericordiadivina. El mundo tiene hoy másque nunca necesidad de Cristo,de su salvación, de su amormisericordioso. Muchaspersonas perciben un vacío asu alrededor y dentro de sí —quizá, algunas veces, tambiénnosotros—; otros viven en lainquietud y la incertidumbre acausa de la precariedad y los

conflictos. Todos tenemosnecesidad de respuestasadecuadas a nuestraspreguntas, a nuestrosinterrogantes concretos. EnCristo, sólo en Él, es posibleencontrar la paz verdadera y elcumplimiento de todaaspiración humana. Jesúsconoce el corazón del hombrecomo ninguno. Por esto lopuede sanar, dándole vida yconsuelo.Después de haber concluido eldiálogo con los Apóstoles, Jesússe dirige a todos diciendo: «Sialguno quiere venir en pos de

mí, niéguese a sí mismo, tomesu cruz cada día y sígame»(Lc 9, 23). No se trata de unacruz ornamental, o de una cruzideológica, sino que es la cruzdel propio deber, la cruz delsacrificarse por los demás conamor —por los padres, loshijos, la familia, los amigos,también por los enemigos—, lacruz de la disponibilidad paraser solidarios con los pobres,para comprometerse por lajusticia y la paz. Asumiendoesta actitud, estas cruces,siempre se pierde algo. Nodebemos olvidar jamás que

«quien perderá la propia vida[por Cristo], la salvará» (Lc 9,24). Es un perder para ganar. Yrecordamos a todos nuestroshermanos que aún hoy ponenen práctica estas palabras deJesús, ofreciendo su tiempo, sutrabajo, su propia fatiga yhasta su vida para no renegarde su fe en Cristo. Jesús,mediante su Espíritu Santo, nosda la fuerza para ir haciaadelante en el camino de la fey del testimonio: actuar deacuerdo con lo que creemos; nodecir una cosa y hacer otra. Yen este camino la Virgen

siempre está cerca nuestro ynos precede: dejémonos tomarde la mano por ella, cuandoatravesamos los momentos másoscuros y difíciles.Después del ÁngelusQueridos hermanos yhermanas:Ayer, en Foggia, se celebró labeatificación de María CelesteCrostarosa, monja, fundadorade la Orden del SantísimoRedentor.Que la nueva beata, con suejemplo y su intercesión, nosayude a conformar todanuestra vida a Jesús, nuestro

Salvador.Hoy, solemnidad dePentecostés, según elcalendario juliano seguido porla Iglesia ortodoxa, con lacelebración de la DivinaLiturgia ha iniciado en Creta elConcilio Panortodoxo.Unámonos a la oración denuestros hermanos ortodoxos,invocando al Espíritu Santopara que asista con sus dones alos Patriarcas, los Arzobispos ylos Obispos reunidos enConcilio. Y todos juntospidamos a la Virgen pornuestros hermanos ortodoxos.

«Avemaría...».Mañana se celebra la Jornadamundial del refugiadopromovida por la ONU. El temade este año es: «Con losrefugiados. Nosotros estamosde la parte de quien se veobligado a huir». Los refugiadosson personas como todos, peroa quienes la guerra les haquitado la casa, el trabajo, losfamiliares, los amigos. Sushistorias y sus rostros nosllaman a renovar elcompromiso para construir lapaz en la justicia.Por esto queremos estar con

ellos: salir a su encuentro,acogerlos, escucharlos, para serjuntos artesanos de paz segúnla voluntad de Dios.Dirijo mi saludo a todosvosotros, romanos yperegrinos; en particular a losestudiantes de la LondonOratory School, a los fieles deEstocolmo y a las comunidadesafricanas francófonas de Italia.Deseo a todos un felizdomingo; y, por favor, no osolvidéis de rezar por mí. ¡Buenalmuerzo y hasta luego!

22 de junio de 2016. Audienciageneral. Confiar en la voluntadde Dios significa, en efecto,situarnos ante su infinitamisericordia. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!«Señor, si quieres, puedeslimpiarme» (Lc 5, 12): lapetición que hemos escuchadoes la que un leproso dirige aJesús. Este hombre no pidesolamente ser curado, sino ser«purificado», es decir curado

integralmente, en el cuerpo yen el corazón. En efecto, lalepra era considerada unaforma de maldición de Dios, deimpureza profunda. El leprosotenía que permanecer alejadode todos; no podía acceder altemplo y a ningún serviciodivino. Lejos de Dios y lejos delos hombres. Triste vida la deesta gente.No obstante esto, ese leprosono se resigna ni ante laenfermedad ni ante lasdisposiciones que hacen de élun excluido. Para llegar aJesús, no teme quebrantar la

ley y entra en la ciudad —algoque no debía hacer, le estabaprohibido—, y al encontrarlo«se echó rostro en tierra, y lerogó diciendo: “Señor, siquieres, puedes limpiarme”»(Lc 5, 12). Todo aquello quehace y dice este hombreconsiderado impuro es laexpresión de su fe. Reconoce elpoder de Jesús: está seguro deque tiene el poder de curarlo yque todo depende de suvoluntad. Esta fe es la fuerzaque le permitió romper con lasnormas y buscar el encuentrocon Jesús; y, postrándose ante

Él, lo llama «Señor». La súplicadel leproso muestra que cuandonos presentamos a Jesús no esnecesario hacer largosdiscursos. Son suficiente pocaspalabras, siempre que vayanacompañadas por la plenaconfianza en su omnipotencia yen su bondad. Confiar en lavoluntad de Dios significa, enefecto, situarnos ante suinfinita misericordia. Tambiényo os haré una confesiónpersonal. Por la noche, antesde ir a la cama, rezo esta breveoración: «Señor, si quieres,puedes limpiarme». Y rezo

cinco «Padrenuestro», uno porcada llaga de Jesús, porqueJesús nos ha purificado con lasllagas. Y si esto lo hago yo, lopodéis hacer también vosotros,en vuestra casa, y decir:«Señor, si quieres, puedeslimpiarme» y pensar en lasllagas de Jesús y decir un«Padrenuestro» por cada unade ellas. Jesús nos escuchasiempre.Jesús siente profundacompasión por este hombre. ElEvangelio de Marcos destacaque «compadecido de él,extendió su mano, le tocó y le

dijo: “Quiero; queda limpio”»(Mc 1, 41). El gesto de Jesúsacompaña sus palabras y haceque sea más explícita suenseñanza. Contra lasdisposiciones de la Ley deMoisés, que prohibía acercarsea un leproso (cf. Lv 13, 45-46),Jesús extiende la mano eincluso lo toca. ¡Cuántas vecesnosotros encontramos a unpobre que se nos acerca!Podemos ser incluso generosos,podemos tener compasión, peronormalmente no lo tocamos. Ledamos la moneda, la tiramosallí, pero evitamos tocar la

mano. Y olvidamos que ese esel cuerpo de Cristo. Jesús nosenseña a no tener miedo detocar al pobre y al excluido,porque Él está en ellos. Tocar alpobre puede purificarnos de lahipocresía e inquietarnos porsu condición. Tocar a losexcluidos. Hoy me acompañanaquí estos jóvenes. Muchospiensan que hubiese sido mejorpermanecer en su tierra, peroallí sufrían mucho. Sonnuestros refugiados, peromuchos los consideranexcluidos. Por favor, ¡sonnuestros hermanos! El cristiano

no excluye a nadie, haceespacio a todos.Después de curar al leproso,Jesús le manda que no hable deello con nadie, pero le dice:«Vete, muéstrate al sacerdote yhaz la ofrenda por tupurificación como prescribióMoisés, para que les sirva detestimonio» (Lc 5, 14). Estadisposición de Jesús muestra almenos tres cosas. La primera:la gracia que obra en nosotrosno busca el sensacionalismo. Amenudo se mueve condiscreción y sin clamor. Paracurar nuestras heridas y

guiarnos por la senda de lasantidad ella trabajamodelando pacientementenuestro corazón según elCorazón del Señor, de tal modoque asimilemos cada vez mássus pensamientos ysentimientos. La segunda:haciendo verificar oficialmentepor los sacerdotes la curaciónrealizada y celebrando unsacrificio expiatorio, el leprosoes readmitido en la comunidadde los creyentes y en la vidasocial. Su reintegro completa lacuración. Como él mismo lohabía suplicado, ahora está

completamente purificado. Porúltimo, presentándose a lossacerdotes el leprosotestimonia ante ellos acerca deJesús y su autoridad mesiánica.La fuerza de la compasión conla cual Jesús curó al leprosocondujo la fe de este hombre aabrirse a la misión. Era unexcluido, ahora es uno denosotros.Pensemos en nosotros, ennuestras miserias... Cada unotiene las propias. Pensemos consinceridad. Cuántas veces lastapamos con la hipocresía delas «buenas formas». Y

precisamente entonces esnecesario estar solos, ponersede rodillas ante Dios y rezar:«Señor, si quieres, puedeslimpiarme». Hacedlo, hacedloantes de ir a la cama, todas lanoches. Y ahora digamos juntosesta hermosa oración: «Señor,si quieres, puedes limpiarme». SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que movidospor la humildad y la confianza

de la petición del leproso, nossintamos todos necesitados dela sanación del Señor, yaprendamos a acercarnos alpobre y al excluidoreconociendo en ellos al mismoCristo. Muchas gracias.

24 de junio de 2016. Palabrasdurante el vuelo Roma-Ereván. Viernes. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Padre Lombardi:Santo Padre, sea bienvenidoentre nosotros. Le presentamosnuestro saludo comocomunidad “volante” de susamigos y colaboradoresperiodistas. Como es habitualen estos viajes, somos un poco

más de 70 periodistas;representamos, como siempre,a muchos países y a diferentesmedios de comunicación. Nosdicen que en Armenia hayacreditados más de 600periodistas, que nos esperanallá, para completar el trabajosobre la marcha. Sabemos quedurante el vuelo de regresotendrá con nosotros laacostumbrada conferencia depreguntas y respuestas;también en esa ocasiónprocederemos como se hacesiempre, pero ahora esperamospoder darle la mano y

saludarlo. Pero creo que estamañana todos nosotros, comoperiodistas, tenemos en mentedos preguntas sobre las quequisiéramos que usted nosdijera algo. Luego, lo dejamosen paz hasta el vuelo deregreso.Las dos preguntas son: Una, laprimera, que hace referencia asu continente, es decir a labuena noticia que tuvimos ayerde Colombia, sobre el avancedel proceso de paz allí, enColombia; y la segunda, con laque nos levantamos estamañana, que se refiere en

cambio al continente europeo yal resultado del referéndumsobre la Brexit. Si pudieradecirnos algo acerca de estasdos cuestiones, lo dejamosdespués saludar con calma.Papa Francisco:Buenos días a todos y gracias,muchas gracias por sucompañía y por su trabajo.Muchas gracias. Pido disculpaspor tener que darle la espalda aalgunos, aunque dicen que losángeles no tienen espalda.Sobre la primera pregunta, mesiento muy feliz por la noticiaque me llegó ayer. Son más de

cincuenta años de guerra, deguerrilla, de tanta sangrederramada. Es una hermosanoticia y espero que los paísesque han trabajado paraconseguir la paz y quegarantizan que ese procesoavance, lo “blinden”, hasta elpunto de que sea imposiblevolver otra vez, por ningúnmotivo interno o externo, a unestado de guerra. Van mismejores deseos para Colombia,que está dando ahora estepaso.Con respecto a la segundapregunta, supe del resultado

final del referéndum aquí en elavión, pues cuando salí de casasólo le di una mirada a IlMessaggero, que aún nomencionaba nada definitivo. Esla voluntad expresada por elpueblo, y nos pide a todosnosotros actuar con granresponsabilidad para garantizarel bien del pueblo del ReinoUnido y también el bien y laconvivencia de todo elcontinente europeo. Así loespero.Muchas gracias. Nos veremosde nuevo en el viaje deregreso. Gracias, muchas

gracias de nuevo.Padre Lombardi:Gracias, muchas graciasSantidad.

24 de junio de 2016. Discursoen la visita de oración a lacatedral apostólica. Echmiadzin.

Viernes. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Santidad, Venerado hermano,Patriarca Supremo y Catholicósde Todos los Armenios,Estimados hermanos yhermanas en Cristo

Crucé con emoción el umbralde este lugar sagrado, testigode la historia de vuestropueblo, centro que irradia suespiritualidad; y considero undon precioso de Dios el poderacercarme al santo altar desdeel cual se difunde la luz deCristo en Armenia. Saludo alCatholicós de Todos losArmenios, Su Santidad KarekinII, a quien le agradezco decorazón la grata invitación avisitar Santa Etchmiadzin, a losarzobispos y a los obispos de laIglesia Apostólica Armenia, ydoy las gracias a todos por la

cordial y alegre bienvenida queme han deparado. Gracias,Santidad, por haberme acogidoen su casa; este elocuentesigno de amor dice, mucho másque las palabras, lo quesignifica la amistad y la caridadfraterna.En esta solemne ocasión, doygracias a Dios por la luz de lafe encendida en vuestra tierra,la fe que confirió a Armenia suidentidad peculiar y la hizomensajera de Cristo entre lasnaciones. Cristo es vuestragloria, vuestra luz, el sol queos ha iluminado y dado una

nueva vida, que os haacompañado y sostenido,especialmente en los momentosde mayor prueba. Me inclinoante la misericordia del Señor,que ha querido que Armenia seconvirtiese en la primeranación, desde el año 301, enacoger el cristianismo como sureligión, en un tiempo en elque todavía arreciaban laspersecuciones en el ImperioRomano.La fe en Cristo no ha sido paraArmenia como un vestido quese puede poner o quitar enfunción de las circunstancias o

conveniencias, sino unarealidad constitutiva de supropia identidad, un don degran valor que se debe recibircon alegría, y custodiar conatención y fortaleza, a preciode la misma vida. Comoescribió san Juan Pablo II, «Conel “bautismo” de la comunidadarmenia, [...] nació unaidentidad nueva del pueblo,que llegaría a ser parteconstitutiva e inseparable delmismo ser armenio. Desdeentonces ya no será posiblepensar que, entre loscomponentes de esa identidad,

no figure la fe en Cristo, comoconstitutivo esencial» (Carta.ap. En el XVII centenario delbautismo del pueblo armenio, 2febrero 2001, 2). Que el Señoros bendiga por este testimonioluminoso de fe, que muestra demanera ejemplar la poderosaeficacia y fecundidad delbautismo recibido hace más demil setecientos años con elsigno elocuente y santo delmartirio, que ha sido unelemento constante en lahistoria de vuestro pueblo.Doy gracias al Señor por elcamino que la Iglesia católica y

la Iglesia Apostólica Armeniahan recorrido a través de undiálogo sincero y fraterno, conel fin de llegar a compartirplenamente la mesaeucarística. Que el EspírituSanto nos ayude a realizar esaunidad por la cual pidió NuestroSeñor, para que sus discípulossean uno y el mundo crea. Mees grato recordar aquí elimpulso decisivo dado a laintensificación de las relacionesy al fortalecimiento del diálogoentre nuestras dos iglesias enlos últimos tiempos por SuSantidad Vasken I y Karekin I,

san Juan Pablo II y BenedictoXVI. Entre las etapasparticularmente significativasde este compromiso ecuménico,recuerdo la conmemoración delos testigos de la fe del sigloXX, en el contexto del GranJubileo del año 2000; laentrega a vuestra Santidad dela reliquia del Padre de laArmenia cristiana, SanGregorio el Iluminador, para lanueva catedral de Ereván;la Declaración Conjunta de SuSantidad Juan Pablo II y deVuestra Santidad, firmadaprecisamente aquí, en Santa

Etchmiadzin; y las visitas queVuestra Santidad ha hecho alVaticano con motivo de grandeseventos y conmemoraciones.El mundo, desgraciadamente,está marcado por las divisionesy los conflictos, así como porformas graves de pobrezamaterial y espiritual, incluida laexplotación de las personas,incluso de niños y ancianos, yespera de los cristianos untestimonio de mutua estima ycooperación fraterna, que hagabrillar ante toda conciencia elpoder y la verdad de laresurrección de Cristo. El

compromiso paciente yrenovado hacia la plena unidad,la intensificación de lasiniciativas comunes y lacolaboración entre todos losdiscípulos del Señor con vistasal bien común, son como luzbrillante en una noche oscura,y una llamada a vivir tambiénlas diferencias en la caridad yen la mutua comprensión. Elespíritu ecuménico adquiere unvalor ejemplar, incluso fuera delos límites visibles de lacomunidad eclesial, yrepresenta para todos unafuerte llamada a componer las

divergencias mediante eldiálogo y la valorización de loque une. Esto impide tambiénla instrumentalización y lamanipulación de la fe, porqueobliga a redescubrir lasgenuinas raíces, a comunicar,defender y propagar la verdaden el respeto de la dignidad detodo ser humano y con modosque trasparenten la presenciade ese amor y de aquellasalvación, que se quieredifundir. Se ofrece de estemodo al mundo —que tienenecesidad urgente de ello— unconvincente testimonio de que

Cristo está vivo y operante,capaz de abrir siempre nuevasvías de reconciliación entre lasnaciones, las civilizaciones y lasreligiones. Se confirma y sehace creíble que Dios es amor ymisericordia.Queridos hermanos, cuandonuestro actuar está inspirado ymovido por la fuerza del amorde Cristo, crece el conocimientoy la estima recíproca, se creanmejores condiciones para uncamino ecuménico fructífero y,al mismo tiempo, se muestra atodas las personas de buenavoluntad, y a toda la sociedad,

una vía concreta y factible paraarmonizar los conflictos quedesgarran la vida civil yproducen divisiones difíciles desanar. Que Dios todopoderoso,Padre de nuestro SeñorJesucristo, por intercesión deMaría Santísima, san Gregorioel Iluminador, «Columna de Luzde la Santa Iglesia de losArmenios», y san Gregorio deNarek, Doctor de la Iglesia, osbendiga a todos y a toda laNación armenia, y la guardesiempre en la fe que harecibido de los padres y quegloriosamente ha testimoniado

a lo largo de los siglos.

24 de junio de 2016. Discursoen el encuentro con lasautoridades civiles y con elcuerpo diplomático. Palacio Presidencial.

Viernes. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Señor Presidente,Excelentísimas Autoridades,Ilustrísimos miembros delCuerpo Diplomático,

Señoras y señores:Es para mí un motivo de granalegría estar aquí y pisar elsuelo de esta tierra armeniatan querida; visitar un pueblode ricas y antiguas tradiciones,que ha testimoniadovalientemente su fe, que hasufrido mucho, pero quesiempre ha vuelto a renacer.«Nuestro cielo turquesa, elagua limpia, el lago de luz, elsol en verano y en invierno elfiero bóreas, [...] la piedra delos milenios, [...] los librosgrabados con el estilo, que seconvierten en oración»

(Yeghishe Charents, Oda aArmenia). Estas son algunas delas impresionantes imágenesque un ilustre poeta vuestronos ofrece para entender laprofundidad de la historia y labelleza de la naturaleza deArmenia. En pocas palabras seexpresa el eco y la hondura dela experiencia gloriosa ydramática de un pueblo y suconmovedor amor por la patria.Señor Presidente, le agradezcovivamente sus gentilespalabras de bienvenida, que meha dirigido en nombre delGobierno y de los habitantes de

Armenia, así como su amableinvitación que me consientedevolverle la visita que ustedrealizó el año pasado alVaticano, cuando participó enla solemne celebración en laBasílica de San Pedro, juntocon Su Santidad Karekin II,Patriarca Supremo y Catholicósde Todos los Armenios, y AramI, Catholicós de la Gran Casade Cilicia, y Su Beatitud NersesBedros XIX, Patriarca de Ciliciade los Armenios, recientementedesaparecido. En aquellaocasión se recordó elcentenario delMetz Yeghérn, el

«Gran Mal», que azotó avuestro pueblo y causó lamuerte de una gran multitudde personas. Aquella tragedia,aquel genocidio, por desgracia,inauguró la triste lista de lasterribles catástrofes del siglopasado, causadas poraberrantes motivos raciales,ideológicos o religiosos, quecegaron la mente de losverdugos hasta el punto deproponerse como objetivo laaniquilación de poblacionesenteras. Es muy triste que, seaen este caso como en los otrosdos, las grandes potencias

miraban hacia otro lado.Rindo homenaje al puebloarmenio, que, iluminado por laluz del Evangelio incluso en losmomentos más trágicos de suhistoria, siempre ha encontradoen la cruz y en la resurrecciónde Cristo la fuerza paralevantarse de nuevo yreemprender el camino condignidad. Esto revela laprofundidad de las raíces de sufe cristiana y el inmenso tesorode consuelo y de esperanza quecontiene. Teniendo ante losojos los terribles efectos que enel siglo pasado causaron el

odio, los prejuicios y el deseodesenfrenado de poder, esperosinceramente que lahumanidad sea capaz deaprender de esas trágicasexperiencias a actuar conresponsabilidad y sabiduríapara evitar el peligro de volvera caer en tales horrores. Quetodos multipliquen susesfuerzos para que en lasdisputas internacionalesprevalezca siempre el diálogo,la búsqueda constante yauténtica de la paz, lacooperación entre los Estados yel compromiso inquebrantable

de las organizacionesinternacionales para crear unclima de confianza quefavorezca el logro de acuerdospermanentes, que miren haciael futuro.La Iglesia Católica deseacooperar activamente con todoslos que se preocupan por eldestino de la humanidad y elrespeto de los derechoshumanos, para que en elmundo prevalezcan los valoresespirituales, desenmascarandoa todos los que desfiguran susentido y su belleza. A esterespecto, es vital que todos los

que confiesan su fe en Diosunan sus fuerzas para aislar aquien se sirva de la religiónpara llevar a cabo proyectos deguerra, de opresión y depersecución violenta,instrumentalizando ymanipulando el santo nombreDios.En la actualidad, igual e inclusotal vez más que en la época delos primeros mártires, loscristianos son discriminados yperseguidos en algunos lugarespor el mero hecho de profesarsu fe, mientras que en diversaszonas del mundo no se

encuentra solución satisfactoriaa muchos conflictos, causandodolor, destrucción y eldesplazamiento forzado depoblaciones enteras. Esindispensable, por tanto, quelos responsables del destino delas naciones pongan enmarcha, con valor y sindemora, iniciativas dirigidas aponer fin a este sufrimiento, yque tengan como objetivoprimario la búsqueda de la paz,la defensa y la acogida de losque son objeto de ataques ypersecuciones, la promoción dela justicia y de un desarrollo

sostenible. El pueblo armenioha experimentado estassituaciones en primerapersona; conoce el sufrimientoy el dolor, conoce lapersecución; conserva en sumemoria, no sólo las heridasdel pasado, sino también elespíritu que le ha permitidoempezar siempre de nuevo. Asípues, yo lo animo a no dejar deofrecer su valiosa colaboracióna la comunidad internacional.Este año se cumple el 25aniversario de la independenciade Armenia. Es un evento paraalegrarse y una ocasión para

rememorar lo conseguido yproponerse nuevas metas. Lascelebraciones por este felizaniversario serán mucho mássignificativas si se conviertenpara todos los armenios, en laPatria y en la diáspora, en unmomento especial para reunir ycoordinar las energías, con elfin de promover un desarrollocivil y social del País, justo einclusivo. Se trata de vigilarconstantemente para que no sedejen de cumplir losimperativos morales de unajusticia igual para todos y desolidaridad con los más débiles

y desfavorecidos (cf. Juan PabloII, Discurso de despedida deArmenia, 27 septiembre 2001).La historia de vuestro país estáunida a su identidad cristiana,custodiada durante siglos. Estaidentidad cristiana, en vez deser un obstáculo para una sanalaicidad del Estado, más bien lareclama y la alimenta,favoreciendo participaciónciudadana de todos losmiembros de la sociedad, lalibertad religiosa y el respeto alas minorías. La cohesión detodos los armenios, y elcreciente esfuerzo por

encontrar caminos que ayudena superar las tensiones conalgunos países vecinos, haránque sea más fácil lograr estosimportantes objetivos,inaugurando para Armenia unaépoca de auténticorenacimiento.La Iglesia Católica, por suparte, a pesar de estarpresente en el país conrecursos humanos limitados, secomplace en ofrecer sucontribución al crecimiento dela sociedad, sobre todo con suactividad orientada hacia losmás débiles y los más pobres,

en el campo sanitario yeducativo, y concretamente enel de la caridad, como lodemuestra el trabajo realizadodesde hace veinticinco años porel hospital «RedemptorisMater», en Ashotzk, lasactividades del Institutoeducativo a Ereván, lasiniciativas de Caritas Armenia ylas obras gestionadas por lasCongregaciones religiosas.Dios bendiga y proteja aArmenia, tierra iluminada porla fe, por el valor de losmártires, por la esperanza, quees más fuerte que cualquier

sufrimiento.

25 de junio de 2016. Discursoen el encuentro ecuménico yoración por la paz. Ereván, Plaza de la República.

Sábado. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Venerado y querido hermano, Patriarca supremo y Catholicósde todos los armenios,Señor Presidente,Queridos hermanos y hermanas

La bendición y la paz de Diosestén con todos vosotros.Mucho he deseado visitar estaquerida tierra, vuestro País quefue el primero en abrazar la fecristiana. Es una gracia para míencontrarme en estasmontañas, donde, bajo lamirada del monte Ararat,también el silencio parece quenos habla; dondeloskhatchkar —las cruces depiedra— narran una historiaúnica, impregnada de fe sóliday sufrimiento enorme, unahistoria rica de grandes testigosdel Evangelio, de los que sois

herederos. He venido comoperegrino desde Roma paraencontrarme con vosotros ypara manifestaros unsentimiento que brota desde laprofundidad del corazón: es elafecto de vuestro hermano, esel abrazo fraterno de toda laIglesia Católica, que os quiere yque está cerca de vosotros.En los años pasados, se hanintensificado, gracias a Dios, lasvisitas y los encuentros entrenuestras Iglesias, siendosiempre muy cordiales y confrecuencia memorables. LaProvidencia ha querido que, en

el mismo día en el que serecuerdan los santos Apóstolesde Cristo, estemos juntosnuevamente para reforzar lacomunión apostólica entrenosotros. Estoy muy agradecidoa Dios por la «real e íntimaunidad» entre nuestras Iglesias(cf. Juan Pablo II, Celebraciónecuménica, Ereván, 26septiembre 2001) y osagradezco vuestra fidelidad alEvangelio, frecuentementeheroica, que es un doninestimable para todos loscristianos. Nuestro reencuentrono es un intercambio de ideas,

sino un intercambio de dones(cf. Id., Carta enc. Ut unumsint, 28): recojamos lo que elEspíritu ha sembrado ennosotros, como un don paracada uno (cf. Exhort.ap. Evangelii gaudium, 246).Compartamos con gran alegríalos muchos pasos de un caminocomún que ya está muyavanzado, y miremosverdaderamente con confianzaal día en que, con la ayuda deDios, estaremos unidos junto alaltar del sacrificio de Cristo, enla plenitud de la comunióneucarística. Hacia esa meta tan

deseada «somos peregrinos, yperegrinamos juntos […] hayque confiar el corazón alcompañero de camino sinrecelos, sin desconfianzas»(ibíd., 244).En este trayecto nos precedeny acompañan muchos testigos,de modo particular tantosmártires que han sellado con lasangre la fe común en Cristo:son nuestras estrellas en elcielo, que resplandecen sobrenosotros e indican el caminoque nos falta por recorrer en latierra hacia la comunión plena.Entre los grandes Padres, deseo

mencionar al santo CatholicósNerses Shnorhali. Élmanifestaba un amor grande yextraordinario por su pueblo ysus tradiciones, y, al mismotiempo, estaba abierto a lasotras Iglesias, incansable en labúsqueda de la unidad, deseosode realizar la voluntad deCristo: que los creyentes «seanuno» (Jn 17,21). En efecto, launidad no es un beneficioestratégico para buscar mutuosintereses, sino lo que Jesús nospide y que depende de nosotroscumplir con buena voluntad ycon todas las fuerzas, para

realizar nuestra misión: ofreceral mundo, con coherencia, elEvangelio.Para lograr la unidad necesariano basta, según san Nerses, labuena voluntad de alguien enla Iglesia: es indispensable laoración de todos. Es hermosoestar aquí reunidos para rezarunos por otros, unos con otros.Y es sobre todo el don de laoración que he venido a pedirosesta tarde. Por mi parte, osaseguro que, al ofrecer el Pan yel Cáliz en el altar, no dejo depresentar al Señor a la Iglesiade Armenia y a vuestro querido

pueblo.San Nerses advertía lanecesidad de acrecentar elamor recíproco, porque sólo lacaridad es capaz de sanar lamemoria y curar las heridas delpasado: sólo el amor borra losprejuicios y permite reconocerque la apertura al hermanopurifica y mejora las propiasconvicciones. Para el santoCatholicós, es esencial imitaren el camino hacia la unidad elestilo del amor de Cristo, que«siendo rico» (2 Co 8,9), «sehumilló a sí mismo» (Flp 2,8).Siguiendo su ejemplo, estamos

llamados a tener la valentía dedejar las convicciones rígidas ylos intereses propios, ennombre del amor que se abajay se da, en nombre delamorhumilde: este es el aceitebendecido de la vida cristiana,el ungüento espiritual preciosoque cura, fortifica y santifica.«Suplimos las faltas concaridad unánime», escribía sanNerses (Cartas de NersesShnorhali, Catholicós de losArmenios, Venecia 1873, 316),e incluso —hacía entender—con una particular dulzura deamor, que ablande la dureza de

los corazones de los cristianos,también de los que a vecesestán replegados en sí mismosy en sus propios beneficios. Nolos cálculos ni los intereses,sino el amor humilde ygeneroso atrae la misericordiadel Padre, la bendición deCristo y la abundancia delEspíritu Santo. Rezando y«amándonos intensamenteunos a otros con corazón puro»(cf. 1 P 1, 22), con humildad yapertura de ánimo,dispongámonos a recibir el donde la unidad. Sigamos nuestrocamino con determinación, más

aún corramos hacia la plenacomunión entre nosotros.«La paz os dejo, mi paz os doy;no os la doy yo como la da elmundo» (Jn 14,27). Hemosescuchado estas palabras delEvangelio, que nos disponen aimplorar de Dios esa paz que elmundo tanto se esfuerza porencontrar. ¡Qué grandes sonhoy los obstáculos en el caminode la paz y qué trágicas lasconsecuencias de las guerras!Pienso en las poblacionesforzadas a abandonar todo, demodo particular en OrienteMedio, donde muchos de

nuestros hermanos y hermanassufren violencia y persecucióna causa del odio y de conflictos,fomentados siempre por laplaga de la proliferación y delcomercio de armas, por latentación de recurrir a lafuerza y por la falta de respetoa la persona humana,especialmente a los débiles, alos pobres y a los que pidensólo una vida digna.No dejo de pensar en laspruebas terribles que vuestropueblo ha experimentado:Apenas ha pasado un siglo del“Gran Mal” que se abatió sobre

vosotros. Ese «exterminioterrible y sin sentido» (Saludoal comienzo de la Santa Misapara los fieles de rito armenio,12 abril 2015), este trágicomisterio de iniquidad quevuestro pueblo haexperimentado en su carne,permanece impreso en lamemoria y arde en el corazón.Quiero reiterar que vuestrossufrimientos nos pertenecen:«son los sufrimientos de losmiembros del Cuerpo místicode Cristo» (Juan Pablo II, Cartaapostólica en ocasión del XVIIcentenario del bautismo del

pueblo armenio, 7); recordarlosno es sólo oportuno, sinonecesario: que sean unaadvertencia en todo momento,para que el mundo no caigajamás en la espiral de horroressemejantes.Al mismo tiempo, deseorecordar con admiración cómola fe cristiana, «incluso en losmomentos más trágicos de lahistoria armenia, ha sido elestímulo que ha marcado elinicio del renacimiento delpueblo probado» (ibíd., 276).Esta es vuestra verdaderafuerza, que permite abrirse a la

vía misteriosa e salvífica de laPascua: las heridas quepermanecen abiertas y que hansido producidas por el odioferoz e insensato, pueden encierto modo conformarse a lasde Cristo resucitado, a esasheridas que le fueron infligidasy que tiene impresas todavíaen su carne. Él las mostrógloriosas a los discípulos lanoche de Pascua (cf. Jn 20,20):esas heridas terribles de dolorpadecidas en la cruz,transfiguradas por el amor, sonfuente de perdón y de paz. Delmismo modo, también el dolor

más grande, transformado porel poder salvífico de la cruz, dela cual los Armenios sonheraldos y testigos, puede seruna semilla de paz para elfuturo.La memoria, traspasada por elamor, es capaz de adentrarsepor senderos nuevos ysorprendentes, donde lastramas del odio se transformanen proyectos de reconciliación,donde se puede esperar en unfuturo mejor para todos, dondeson «dichosos los que trabajanpor la paz» (Mt 5,9). Hará biena todos comprometerse para

poner las bases de un futuroque no se deje absorber por lafuerza engañosa de lavenganza; un futuro, donde nonos cansemos jamás de crearlas condiciones por la paz: untrabajo digno para todos, elcuidado de los más necesitadosy la lucha sin tregua contra lacorrupción, que tiene que sererradicada.Queridos jóvenes , este futuroos pertenece, pero sabiendoaprovechar la gran sabiduría devuestros ancianos. Desead serconstructores de paz: nonotarios del status quo, sino

promotores activos de unacultura del encuentro y de lareconciliación. Que Diosbendiga vuestro futuro y «hagaque se retome el camino dereconciliación entre el puebloarmenio y el pueblo turco, yque la paz brote también en elNagorno Karabaj» (Mensaje alos Armenios, 12 abril 2015).Por último, quiero evocar enesta perspectiva a otro grantestigo y artífice de la paz deCristo, san Gregorio de Narek,que he proclamado Doctor de laIglesia. Podría ser definidotambién «Doctor de la paz». Así

escribía en eseextraordinario Libro que megusta considerar como la«constitución espiritual delpueblo armenio»: «Recuérdate,[Señor, …] de los que en laestirpe humana son nuestrosenemigos, pero por el bien deellos: concede a ellos perdón ymisericordia. […] Noextermines a los que memuerden, transfórmalos.Extirpa la viciosa conductaterrena y planta la buena en míy en ellos» (Libro de lasLamentaciones, 83, 1-2).Narek, «partícipe

profundamente consciente detoda necesidad» (Libro de lasLamentaciones, 83, 3,2), haquerido identificarse inclusocon los débiles y los pecadoresde todo tiempo y lugar, parainterceder en favor de todos(cf. ibíd., 31,3; 32,1; 47,2): seha hecho «“ofrenda de oración”de todo el mundo» (Libro de lasLamentaciones, 83, 28,2). Susolidaridad universal con lahumanidad es un gran mensajecristiano de paz, un gritovehemente que imploramisericordia para todos. Losarmenios, presentes en muchos

países y a quienes deseoabrazar fraternalmente desdeaquí, son mensajeros de estedeseo de comunión. Todo elmundo necesita de vuestromensaje, necesita de vuestrapresencia, necesita de vuestrotestimonio más puro. Que lapaz esté con vosotros.

25 de junio de 2016. Homilíadel Santo Padre en la SantaMisa. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Gyumri, Plaza Vartanants.

Sábado. «Reconstruirán sobre ruinasantiguas […] renovaránciudades devastadas» (Is 61,4).En estos lugares, queridoshermanos y hermanas,

podemos decir que se hancumplido las palabras delprofeta Isaías que hemosescuchado. Después de laterrible devastación delterremoto, estamos hoy aquípara dar gracias a Dios por todolo que ha sido reconstruido.Pero también podríamospreguntarnos: ¿Qué es lo queel Señor quiere queconstruyamos hoy en la vida?,y ante todo: ¿Sobre quécimiento quiere queconstruyamos nuestras vidas?Quisiera responder a estaspreguntas proponiendo tres

bases estables sobre las queedificar y reconstruirincansablemente la vidacristiana.La primera base es la memoria.Una gracia que tenemos quepedir es la de saber recuperarla memoria, la memoria de loque el Señor ha hecho ennosotros y por nosotros:recordar que, como dice elEvangelio de hoy, él no nos haolvidado, sino que se«acuerda» (cf. Lc 1,72) denosotros: nos ha elegido,amado, llamado y perdonado;hay momentos importantes de

nuestra historia personal deamor con él que debemosreavivar con la mente y elcorazón. Pero hay también otramemoria que se ha decustodiar: la memoria delpueblo. Los pueblos, en efecto,tienen una memoria, como laspersonas. Y la memoria devuestro pueblo es muy antiguay valiosa. En vuestras vocesresuenan la de los santossabios del pasado; en vuestraspalabras se oye el eco del queha creado vuestro alfabeto conel fin de anunciar la Palabra deDios; en vuestros cantos se

mezclan los llantos y lasalegrías de vuestra historia.Pensando en todo esto, podéisreconocer sin duda la presenciade Dios: él no os ha dejadosolos. Incluso en medio detremendas dificultades,podríamos decir con elEvangelio de hoy que el Señorha visitado a su pueblo(cf. Lc 1,68): se ha acordado devuestra fidelidad al Evangelio,de las primicias de vuestra fe,de todos los que han dadotestimonio, aun a costa de lasangre, de que el amor de Diosvale más que la vida

(cf. Sal 63,4). Qué bueno esrecordar con gratitud que la fecristiana se ha convertido en elaliento de vuestro pueblo y elcorazón de su memoria.La fe es también la esperanzapara vuestro futuro, la luz en elcamino de la vida, y es lasegunda base de la quequisiera hablaros. Existesiempre un peligro que puedeensombrecer la luz de la fe: esla tentación de considerarlacomo algo del pasado, comoalgo importante, peroperteneciente a otra época,como si la fe fuera un libro

miniado para conservar en unmuseo. Sin embargo, si se larelega a los anales de lahistoria, la fe pierde su fuerzatransformadora, su intensabelleza, su apertura positiva atodos. La fe, en cambio, nace yrenace en el encuentrovivificante con Jesús, en laexperiencia de su misericordiaque ilumina todas lassituaciones de la vida. Es buenoque revivamos todos los díaseste encuentro vivo con elSeñor. Nos vendrá bien leer laPalabra de Dios y abrirnos a suamor en el silencio de la

oración. Nos vendrá bien dejarque el encuentro con la ternuradel Señor ilumine el corazón dealegría: una alegría más fuerteque la tristeza, una alegría queresiste incluso ante el dolor,transformándose en paz. Todoesto renueva la vida, que sevuelva libre y dócil a lassorpresas, lista y disponiblepara el Señor y para los demás.También puede suceder queJesús llame para seguirlo másde cerca, para entregar la vidapor él y por los hermanos:cuando os invite, especialmentea vosotros jóvenes, no tengáis

miedo, dadle vuestro «sí». Élnos conoce, nos ama deverdad, y desea liberar nuestrocorazón del peso del miedo ydel orgullo. Dejándole entrar,seremos capaces de irradiaramor. De esta manera, podréisdar continuación a vuestra granhistoria de evangelización, quela Iglesia y el mundo necesitanen esta época difícil, pero quees también tiempo demisericordia.La tercera base, después de lamemoria y de la fe, es el amormisericordioso: la vida deldiscípulo de Jesús se basa en

esta roca, la roca del amorrecibido de Dios y ofrecido alprójimo. El rostro de la Iglesiase rejuvenece y se vuelveatractivo viviendo la caridad. Elamor concreto es la tarjeta devisita del cristiano: otrasformas de presentarse sonengañosas e incluso inútiles,porque todos conocerán quesomos sus discípulos si nosamamos unos a otros(cf. Jn 13,35). Estamosllamados ante todo a construiry reconstruir, sin desfallecer,caminos de comunión, aconstruir puentes de unión y

superar las barreras queseparan. Que los creyentes densiempre ejemplo, colaborandoentre ellos con respeto mutuo ycon diálogo, a sabiendas de que«la única competición posibleentre los discípulos del Señores buscar quién es capaz deofrecer el amor más grande»(Juan Pablo II, Homilía, 27septiembre 2001).El profeta Isaías, en la primeralectura, nos ha recordado queel espíritu del Señor estásiempre con el que lleva labuena noticia a los pobres, curalos corazones desgarrados y

consuela a los afligidos (cf.61,1-2). Dios habita en elcorazón del que ama; Dioshabita donde se ama,especialmente donde seatiende, con fuerza ycompasión, a los débiles y a lospobres. Hay mucha necesidadde esto: se necesitan cristianosque no se dejen abatir por elcansancio y no se desanimenante la adversidad, sino queestén disponibles y abiertos,dispuestos a servir; senecesitan hombres de buenavoluntad, que con hechos y nosólo con palabras ayuden a los

hermanos y hermanas endificultad; se necesitansociedades más justas, en lasque cada uno tenga una vidadigna y ante todo un trabajojustamente retribuido.Tal vez podríamospreguntarnos: ¿Cómo se puedeser misericordiosos con todoslos defectos y miserias quecada uno ve dentro de sí y a sualrededor? Quiero fijarme en elejemplo concreto de un granheraldo de la misericordiadivina, cuya figura he queridoresaltar declarándolo Doctor dela Iglesia universal: san

Gregorio de Narek, palabra yvoz de Armenia. Nadie como élha sabido penetrar en elabismo de miseria que puedeanidar en el corazón humano.Sin embargo, él ha puestosiempre en relación lasmiserias humanas con lamisericordia de Dios, elevandouna súplica insistente hecha delágrimas y confianza en elSeñor, «dador de los dones,bondad por naturaleza […], vozde consolación, noticia deconsuelo, impulso de gozo, […]ternura inigualable,misericordia desbordante, […]

beso salvífico» (Libro de lasLamentaciones, 3,1), con laseguridad de que «la luz de[su] misericordia nunca seráoscurecida por las tinieblas dela rabia» (ibíd., 16,1). Gregoriode Narek es un maestro devida, porque nos enseña que lomás importante esreconocerse necesitados demisericordia y después, frente ala miseria y las heridas quevemos, no encerrarnos ennosotros mismos, sino abrirnoscon sinceridad y confianza alSeñor, «Dios cercano, ternurade bondad» (ibíd., 17,2), «lleno

de amor por el hombre, […]fuego que consume los abrojosdel pecado» (ibíd., 16,2).Por último, me gustaría invocarcon sus palabras la misericordiadivina y el don de no cansarsenunca de amar: Espíritu Santo,«poderoso protector, intercesory pacificador, te dirigimosnuestras súplicas [...]Concédenos la gracia deanimarnos a la caridad y a lasbuenas obras [...] Espíritu demansedumbre, de compasión,de amor al hombre y demisericordia, [...] tú que erestodo misericordia, [...] ten

piedad de nosotros, Señor Diosnuestro, según tu granmisericordia» (Himno dePentecostés).Al final de esta celebración,deseo expresar vivoagradecimiento al CatholicósKarekin II y al ArzobispoMinassian por las amablespalabras que me han dirigido,así como al PatriarcaGhabroyan y a los obispospresentes, a los sacerdotes y alas autoridades que nos hanrecibido.Doy las gracias a todos los quehabéis participado, viniendo a

Gyumri incluso de diferentesregiones y de la vecinaGeorgia. Quisiera saludar enparticular a los que con tantagenerosidad y amor concretoayudan a los necesitados.Pienso especialmente en elhospital de Ashotsk,inaugurado hace veinticincoaños, y conocido como el«Hospital del Papa»: nacido delcorazón de san Juan Pablo II,sigue siendo una presenciamuy importante y cercana a losque sufren; pienso en las obrasque llevan a cabo la comunidadcatólica local, las Hermanas

Armenias de la InmaculadaConcepción y las Misioneras dela Caridad de la beata MadreTeresa de Calcuta.Que la Virgen María, nuestraMadre, os acompañe siempre yguíe los pasos de todos en elcamino de la fraternidad y de lapaz.

26 de junio de 2016. Discursoen la participación en la divinaliturgia en la catedralapostólica Armenia. Echmiadzín.

Domingo. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Santidad, Queridos Obispos, Hermanos y hermanasAl coronar esta visita, que

tanto he deseado, y para mí yainolvidable, deseo elevar miagradecimiento al Señor, juntocon el gran himno de alabanzay de acción de gracias que subede este altar. Vuestra Santidadme ha abierto en estos días laspuertas de su casa y hemosexperimentado «qué dulzura,qué delicia, convivir loshermanos unidos (Sal 133,1).Nos hemos encontrado, noshemos abrazadofraternalmente, hemos rezadojuntos y compartido los dones,las esperanzas y laspreocupaciones de la Iglesia de

Cristo, cuyo corazón oímos latiral unísono, y en la que creemosy sentimos como una. «Un solocuerpo y un solo Espíritu, comouna sola es la esperanza [...].Un Señor, una fe, un bautismo.Un Dios, Padre de todos, queestá sobre todos, actúa pormedio de todos y está entodos» (Ef 4,4-6): con gozopodemos hacerverdaderamente nuestras estaspalabras del apóstol Pablo. Noshemos encontradoprecisamente en el signo de lossantos Apóstoles. Los santosBartolomé y Tadeo, que

proclamaron por primera vez elEvangelio en estas tierras, y lossantos Pedro y Pablo, quedieron su vida por el Señor enRoma, y que ahora reinan conCristo en el cielo, se alegranciertamente al ver nuestroafecto y nuestra aspiraciónconcreta a la plena comunión.Por todo esto doy gracias alSeñor, por vosotros y convosotros: ¡Gloria a Dios!En esta Divina Liturgia, elsolemne canto del trisagio seha elevado al cielo, ensalzandola santidad de Dios; quedescienda copiosamente la

bendición del Altísimo sobre latierra por intercesión de laMadre de Dios, de los grandessantos y doctores, de losmártires, sobre todo de tantosmártires que en este lugarhabéis canonizados el añopasado. «El Unigénito que vinoaquí» bendiga vuestro camino.Que el Espíritu Santo haga delos creyentes un solo corazón yuna sola alma; que venga arefundarnos en la unidad. Poreso quisiera invocarlonuevamente, tomando algunasespléndidas palabras que hanentrado en vuestra Liturgia.

Ven, Espíritu, Tú, «que congemidos incesantes eresnuestro intercesor ante elPadre misericordioso, Tú, quevelas por los santos y purificasa los pecadores»; infunde ennosotros tu fuego de amor yunidad, y «que este fuegodiluya los motivos de nuestroescándalo» (Gregorio deNarek, Libro de lasLamentaciones, 33, 5), antetodo, la falta de unidad entrelos discípulos de Cristo.Que la Iglesia Armenia camineen paz, y la comunión entrenosotros sea plena. Que brote

en todos un fuerte anhelo deunidad, una unidad que nodebe ser «ni sumisión del unoal otro, ni absorción, sino másbien la aceptación de todos losdones que Dios ha dado a cadauno, para manifestar a todo elmundo el gran misterio de lasalvación llevada a cabo porCristo, el Señor, por medio delEspíritu Santo» (Palabras alfinal de la Divina Liturgia,Iglesia patriarcal de San Jorge,Estambul, 30 noviembre 2014).Acojamos la llamada de lossantos, escuchemos la voz delos humildes y los pobres, de

tantas víctimas del odio quesufrieron y sacrificaron susvidas a causa de su fe;tengamos el oído abierto a lasjóvenes generaciones, queanhelan un futuro libre de lasdivisiones del pasado. Quedesde este lugar santo sedifunda de nuevo una luzradiante; la de la fe, que desdesan Gregorio, vuestro padresegún el Evangelio, hailuminado estas tierras, y a ellase una la luz del amor queperdona y reconcilia.Así como los Apóstoles en lamañana de Pascua, no obstante

las dudas e incertidumbres,corrieron hasta el lugar de laresurrección atraídos por elamanecer feliz de una nuevaesperanza (cf. Jn 20,3-4), asítambién sigamos nosotros eneste santo domingo la llamadade Dios a la comunión plena yapresuremos el paso hacia ella.Y ahora, Santidad, en nombrede Dios te pido que mebendigas, a mí y a la IglesiaCatólica, que bendigas estanuestra andadura hacia launidad plena.

26 de junio de 2016. Firma deuna declaración conjunta de suSantidad Francisco y de suSantidad Karekin II en la santaEtchmiadzin, República deArmenia. Etchmiadzin, Palacio Apostólico.

Domingo. Viaje apostólico del SantoPadre Francisco a Armenia (24-26 de junio de 2016) Hoy, en la Santa Etchmiadzin,centro espiritual de todos los

armenios, nosotros, PapaFrancisco y el Catholicós detodos los Armenios Karekin II,elevamos nuestras mentes ynuestros corazones en acciónde gracias al Todopoderoso porla continua y creciente cercaníaen la fe y el amor entre laIglesia Apostólica Armenia y laIglesia Católica, en sutestimonio común del mensajedel Evangelio de la salvación,en un mundo desgarrado por laguerra y deseoso de consuelo yesperanza. Damos gracias a laSantísima Trinidad, Padre, Hijoy Espíritu Santo, por

permitirnos reunirnos en latierra bíblica de Ararat, quepermanece como recordatoriode que Dios será siemprenuestra protección y salvación.Nos sentimos espiritualmentegozosos al recordar como en elaño 2001, con motivo del 1700aniversario de la proclamacióndel cristianismo como religiónde Armenia, san Juan Pablo IIvisitó Armenia y fue testigo deuna nueva página en lasrelaciones cálidas y fraternalesentre la Iglesia ApostólicaArmenia y la Iglesia Católica.Estamos agradecidos por haber

tenido la gracia de reunirnos enuna solemne liturgia en laBasílica de San Pedro, enRoma, el 12 de abril de 2015,donde nos comprometimos ennuestra voluntad de oponernosa toda forma de discriminacióny violencia, y dondeconmemoramos a las víctimasque la Declaración Conjunta deSu Santidad Juan Pablo II y SuSantidad Karekin II indicó como"el exterminio de un millón ymedio de cristianos armenios,en lo que se conocegeneralmente como el primergenocidio del siglo XX" (27 de

septiembre 2001).Damos gracias al Señor quehoy la fe cristiana es de nuevouna realidad vibrante enArmenia, y que la IglesiaArmenia lleva a cabo su misióncon un espíritu de colaboraciónfraterna entre las Iglesias,sosteniendo a los fieles en laconstrucción de un mundo desolidaridad, justicia y paz.Con inmensa tristeza, sinembargo, somos testigos de lainmensa tragedia que sedesarrolla ante nuestros ojos,en la que un sin número depersonas inocentes están

siendo asesinadas, desplazadaso forzadas a un exilio dolorosoe incierto, a causa de loscontinuos conflictos pormotivos étnicos, económicos,políticos y religiosos en elMedio Oriente y en otras partesdel mundo. Como resultado,minorías religiosas y étnicas sehan convertido en objeto depersecución y tratos crueles,hasta el punto de que sufrir porla propia creencia religiosa seha convertido en una realidadcotidiana. Los mártirespertenecen a todas las Iglesiasy su sufrimiento es un

"ecumenismo de la sangre" quetrasciende las divisioneshistóricas entre los cristianos, yque nos llama a promover launidad visible de los discípulosde Cristo. Oramos juntos, conla intercesión de los santosapóstoles Pedro y Pablo, Tadeoy Bartolomé, por unaconversión del corazón detodos los que cometen este tipode delitos y también deaquellos que están encondiciones de detener laviolencia. Imploramos a losresponsables de las nacionesque escuchen la súplica de

millones de seres humanos quedesean la paz y la justicia en elmundo, que exigen respeto asus derechos dados por Dios,que tienen urgente necesidadde pan, no de armas. Pordesgracia, también asistimos auna presentación de la religióny de los valores religiosos enmodo fundamentalista, que seutiliza para justificar lapropagación del odio, ladiscriminación y la violencia. Lajustificación de este tipo decrímenes sirviéndose demotivaciones religiosas esinaceptable, porque "Dios no es

autor de confusión, sino depaz" (I Corintios 14,33). Porotra parte, el respeto de lasdiferencias religiosas escondición necesaria para laconvivencia pacífica de lasdiferentes comunidades étnicasy religiosas. Precisamenteporque somos cristianos,estamos llamados a buscar y apromover caminos hacia lareconciliación y la paz; y eneste sentido, manifestamostambién nuestra esperanza enuna solución pacífica de losproblemas que afectan aNagorno-Karabaj.

Atentos a lo que Jesús enseñóa sus discípulos cuando dijo:"tuve hambre y me disteis decomer, tuve sed y me disteis debeber, fui forastero y meacogisteis, estaba desnudo yme vestisteis, estaba enfermo yme visitasteis, en la cárcel, yvinisteis a verme" (Mateo 25,35-36), pedimos a todos losfieles de nuestras Iglesias abrirsus corazones y sus manos alas víctimas de la guerra y delterrorismo, a los refugiados y asus familias. Se trata delsentido mismo de nuestrahumanidad, solidaridad,

compasión y generosidad, quesólo puede expresarseadecuadamente a través de uncompromiso práctico einmediato de ayuda concreta.Reconocemos todo lo que ya seestá haciendo, pero insistimosen que aún queda mucho máspor hacer de parte de loslíderes políticos y de lacomunidad internacional paragarantizar el derecho de todosa vivir en paz y seguridad,defender el estado de derecho,proteger a las minoríasreligiosas y étnicas, combatir eltráfico de personas y el

contrabando.La secularización de ampliossectores de la sociedad, sualienación de lo espiritual y delo divino, conduceninevitablemente a una visióndesacralizada y materialista delhombre y de la familia humana.En este sentido, nos preocupala crisis de la familia en muchospaíses. La Iglesia ApostólicaArmenia y la Iglesia Católicacomparten la misma visiónsobre la familia, fundada en elmatrimonio, acto de amorgratuito y fiel entre un hombrey una mujer.

Con alegría confirmamos que, apesar de las continuasdivisiones entre los cristianos,reconocemos con más claridadque lo que nos une es muchomás de lo que nos divide. Estees el sólido fundamento sobreel que la unidad de la Iglesia deCristo se manifestará, segúnlas palabras del Señor, "quetodos sean uno" (Jn 17,21).Durante las últimas décadas, larelación entre la IglesiaApostólica Armenia y la IglesiaCatólica ha entrado con éxitoen una nueva fase, reforzadapor nuestra común oración y

los esfuerzos conjuntos paraenfrentar los desafíoscontemporáneos. Hoy estamosconvencidos de la importanciacrucial de fomentar estarelación, comprometiéndonos auna colaboración más profunday decisiva, no sólo en el ámbitode la teología, sino también enla oración y en la cooperaciónactiva a nivel de lascomunidades locales, con vistasa compartir la comunión plenay las expresiones concretas deunidad. Instamos a nuestrosfieles a trabajar en armonía porla promoción de los valores

cristianos en la sociedad, quecontribuyen eficazmente a laconstrucción de una civilizaciónde la justicia, la paz y lasolidaridad humana. El caminode la reconciliación y de lafraternidad está abierto antenosotros. Que el Espíritu Santo,que nos guía hacia la verdadplena (Juan 16,13), nossostenga en todos los esfuerzosgenuinos para construirpuentes de amor y decomunión entre nosotros.Desde la Santa Etchmiadzinhacemos un llamado a todosnuestros fieles a unirse a

nosotros en la oración con laplegaria de San NersesShnorhali: "Glorioso Señor,acepta las súplicas de tussiervos, y cumplemisericordiosamente nuestraspeticiones, por intercesión de laSanta Madre de Dios, de SanJuan Bautista, del primermártir San Esteban, de SanGregorio nuestro Iluminador, delos santos Apóstoles, Profetas,Teólogos, Mártires, Patriarcas,Ermitaños, Vírgenes y de todostus Santos en el cielo y en latierra. Y a Ti, oh Santa eIndivisible Trinidad, sea gloria y

adoración por los siglos de lossiglos. Amén".Santa Etchmiadzin, 26 de juniode 2016.Su Santidad Francisco. Su Santidad Karekin II

28 de junio de 2016. Palabrasdel Santo Padre Francisco en laconmemoración del 65aniversario de la ordenaciónsacerdotal del papa eméritoBenedicto XVI. Martes.PALABRAS DEL PAPAFRANCISCO.PALABRAS DEL PAPA EMÉRITOBENEDICTO XVI. PALABRAS DEL PAPAFRANCISCO.Santidad:Hoy festejamos la historia de

una llamada que inició hacesesenta y cinco años con Suordenación sacerdotal, quetuvo lugar en la catedral deFrisinga el 29 de junio de1951. Pero, ¿cuál es la nota defondo que recorre esta largahistoria y que desde aquelprimer inicio hasta hoy ladomina cada vez más?En una de las muchas bonitaspáginas que usted dedica alsacerdocio destaca cómo, en lahora de la llamada definitiva deSimón, Jesús, mirándolo, en elfondo sólo le pregunta unacosa: «¿Me amas?». ¡Cuán

bonito y verdadero es esto!Porque es aquí, nos dice usted,en ese «¿me amas?» donde elSeñor funda el apacentar,porque sólo si existe el amor alSeñor Él puede apacentar através de nosotros: «Señor, túlo sabes todo, tú sabes que teamo» (cf. Jn 21, 15-19). Esesta la nota que domina unavida entera entregada alservicio sacerdotal y a lateología, que usted no porcasualidad definió como «labúsqueda del amado»; es estolo que usted siempre hatestimoniado y testimonia aún

hoy: que lo decisivo ennuestras jornadas —de sol o delluvia—, aquello de lo cual sedesprende todo el resto, es queel Señor esté verdaderamentepresente, que lo deseemos, queinteriormente estemos cerca deÉl, que lo amemos, que deverdad creamos profundamenteen Él y creyendo lo amemos deverdad. Es esta forma de amarla que nos llena el corazón,este creer es lo que nos hacecaminar seguros y tranquilossobre las aguas, incluso enmedio de la tempestad,precisamente como le sucede a

Pedro. Este amar y este creeres lo que nos permite mirar alfuturo no con miedo onostalgia, sino con alegría,incluso en la edad ya avanzadade nuestra vida.Y así, precisamente viviendo ytestimoniando hoy de un modotan intenso y luminoso estaúnica cosa verdaderamentedecisiva —tener la mirada y elcorazón orientado a Dios—,usted, Santidad, siguesirviendo a la Iglesia, no dejade contribuir verdaderamentecon vigor y sabiduría a sucrecimiento; y lo hace desde

ese pequeño Monasterio MaterEcclesiae en el Vaticano que serevela de ese modo como algodistinto a uno de esosrinconcitos olvidados en loscuales la cultura del descartede hoy tiende a relegar a laspersonas cuando, con la edad,sus fuerzas disminuyen. Estodo lo contrario. Y estopermita que lo diga con fuerzasu sucesor que eligió llamarseFrancisco. Porque el caminoespiritual de san Franciscoinició en San Damián, pero elverdadero lugar amado, elcorazón pulsante de la Orden,

allí donde la fundó y donde, alfinal, entrega su vida a Dios,fue la Porciúncula, la «pequeñaporción», el rinconcito junto ala Madre de la Iglesia; junto aMaría que, por su fe tan firme ypor su forma tan íntegra devivir de amor y en el amor conel Señor, todas lasgeneraciones la llamaránbienaventurada. Así, laProvidencia quiso que usted,querido hermano, llegase a unlugar, por decirlo así,precisamente «franciscano»,del cual emana unatranquilidad, una paz, una

fuerza, una confianza, unamadurez, una fe, una entrega yuna fidelidad que me hacenmucho bien y nos dan muchafuerza a mí y a toda la Iglesia.Y me permito decir tambiénque de usted viene un sano yalegre sentido del humor.La felicitación con la cual deseoconcluir es una felicitación quedirijo a usted y al mismotiempo a todos nosotros y atoda la Iglesia: que usted,Santidad, pueda seguirsintiendo la mano del Diosmisericordioso que lo sostiene,que pueda experimentar y

testimoniarnos el amor deDios; y que, con Pedro y Pablo,pueda seguir exultando congran alegría mientras caminahacia la meta de la fe (cf. 1 P 1,8-9; 2 Tm 4, 6-8). PALABRAS DEL PAPA EMÉRITOBENEDICTO XVI.Santo Padre, queridoshermanos:Hace sesenta y cinco años, unhermano que fue ordenadoconmigo decidió escribir en elrecordatorio de la primeramisa, además del nombre y lasfechas, sólo una palabra, en

griego: Eucharistoùmen,convencido de que con estapalabra, en sus muchasdimensiones, ya está dicho todolo que se puede decir en estemomento. Eucharistoùmen diceun gracias humano, gracias atodos. Gracias sobre todo austed, Santo Padre. Su bondad,desde el primer momento de laelección, en cada momento demi vida aquí, me admira, mehace partícipe realmente,interiormente. Más que losjardines vaticanos, con subelleza, es su bondad el lugardonde vivo: me siento

protegido. Gracias también porla palabra de agradecimiento,por todo. Y esperamos queusted pueda seguir adelantecon todos nosotros por estasenda de la misericordia divina,mostrando el camino de Jesús,hacia Jesús, hacia Dios.Gracias también a usted,eminencia [cardenal Sodano],por sus palabras que hantocado verdaderamente elcorazón: Cor ad cor loquitur.Usted ha recordado tanto lahora de mi ordenaciónsacerdotal como mi visita en2006 a Frisinga, donde reviví

esto. Sólo puedo decir que así,con estas palabras, usted hainterpretado lo esencial de mivisión del sacerdocio, de miobrar. Le agradezco la relaciónde amistad que desde hacemucho tiempo continúa hastaahora, de tejado a tejado [serefiere a sus casas que estánubicadas en la misma línea yestán cerca]: es casi presente ytangible.Gracias, cardenal Müller, por eltrabajo que hace para lapresentación de mis textossobre el sacerdocio, con loscuales trato de ayudar también

a mis hermanos a entrarsiempre de nuevo en elmisterio donde el Señor seentrega en nuestras manos.Eucharistòmen: en aquelmomento el amigo [Rupert]Berger quería mencionar nosólo la dimensión delagradecimiento humano, sinonaturalmente la palabra másprofunda que se esconde, quese hace presente en la liturgia,en la Escritura, en laspalabras gratias agensbenedixit fregitdeditque. Eucharistoùmen nosremite a esa realidad de dar

gracias, a esa nueva dimensióndada por Cristo. Él transformóen acción de gracias, y así enbendición, la cruz, elsufrimiento, todo el mal delmundo. Y así,fundamentalmente,transubstanció la vida y elmundo; y nos dio y nos da cadadía el pan de la vida verdadera,que supera los límites delmundo gracias a la fuerza de suamor.Al final, queremos entrar eneste «gracias» del Señor, y asírecibir realmente la novedad dela vida y ayudar en la

transubstanciación del mundo:que no sea un mundo demuerte, sino de vida; unmundo en el cual el amor havencido la muerte. Gracias atodos vosotros. Que el Señornos bendiga a todos.Gracias, Santo Padre.

29 de junio de 2016. Homilíaen la Santa misa y bendición delos palios para los nuevosarzobispos metropolitanos en lasolemnidad de san Pedro y sanPablo. Miércoles. La Palabra de Dios de estaliturgia contiene un binomiocentral: cierre - apertura. Aesta imagen podemos unir elsímbolo de las llaves, que Jesúspromete a Simón Pedro paraque pueda abrir la entrada alReino de los cielos, y

no cerrarlo para la gente, comohacían algunos escribas yfariseos hipócritas a los queJesús reprende (cf. Mt 23, 13).La lectura de los Hechos de losApóstoles (Hch 12,1-11) nospresenta tres encierros: el dePedro en la cárcel; el de lacomunidad reunida en oración;y ‒en el contexto cercano denuestro pasaje‒ el de la casade María, madre de Juan, porsobrenombre Marcos, dondePedro va a llamar después dehaber sido liberado.Con respecto a los encierros, laoración aparece como la

principal vía de salida: salidade la comunidad, que corre elpeligro de encerrarse en símisma debido a la persecucióny al miedo; salida para Pedro,que al comienzo de su misiónque le había sido confiada porel Señor, es encarcelado porHerodes, y corre el riesgo deser condenado a muerte. Ymientras Pedro estaba en lacárcel, «la Iglesia orabainsistentemente a Dios por él»(Hch 12,5). Y el Señorresponde a la oración y le envíaa su ángel para liberarlo,«arrancándolo de la mano de

Herodes» (cf. Hch 11). Laoración, como humildeabandono en Dios y en su santavoluntad, es siempre una formade salir de nuestros encierrospersonales y comunitarios. Esla gran vía de salida de losencerramientos.También Pablo, escribiendo aTimoteo, habla de suexperiencia de liberación, lasalida del peligro de ser, éltambién, condenado a muerte;en cambio, el Señor estuvocerca de él y le dio fuerzas paraque pudiera llevar a cabo sutrabajo de evangelizar a los

gentiles (cf. 2 Tm 4,17). PeroPablo habla de una «apertura»mucho mayor, hacia unhorizonte infinitamente másamplio: el de la vida eterna,que le espera después de haberterminado la «carrera» terrena.Es muy bello ver la vida delApóstol toda «en salida» graciasal Evangelio: toda proyectadahacia adelante, primero parallevar a Cristo a cuantos no leconocen, y luego para saltar,por así decirlo, en sus brazos, yser llevado por él que losalvará llevándolo a su reinocelestial.» (cf. 2 Tm 4,18).

Volvamos a Pedro. El relatoEvangélico (Mt 16,13-19) de suprofesión de fe y laconsiguiente misión confiadapor Jesús nos muestra que lavida de Simón, pescador deGalilea ‒como la vida de cadauno de nosotros‒ se abre,florece plenamente cuandoacoge de Dios la gracia de la fe.Entonces, Simón se pone en elcamino ‒un camino largo yduro‒ que le llevará a salir desí mismo, de sus seguridadeshumanas, sobre todo de suorgullo mezclado con valentía ycon generoso altruismo. En

este su camino de liberación, esdecisiva la oración de Jesús:«yo he pedido por ti (Simón),para que tu fe no se apague»(Lc 22,32). Es igualmentedecisiva la mirada llena decompasión del Señor despuésde que Pedro le hubiera negadotres veces: una mirada quetoca el corazón y disuelve laslágrimas de arrepentimiento(cf. Lc 22,61-62). EntoncesSimón Pedro fue liberado de laprisión de su ego orgulloso, desu ego miedoso, y superó latentación de cerrarse a lallamada de Jesús a seguirle por

el camino de la cruz.Como ya he dicho, en elcontexto inmediato del pasajede los Hechos de los Apóstoles,hay un detalle que nos puedehacer bien resaltar (cf. Hch12,12-17). Cuando Pedro seencuentra milagrosamentelibre, fuera de la prisión deHerodes, va a la casa de lamadre de Juan, porsobrenombre Marcos. Llama ala puerta, y desde dentroresponde una sirvienta llamadaRode, la cual, reconociendo lavoz de Pedro, en lugar de abrirla puerta, incrédula y llena de

alegría corre a contárselo a suseñora. El relato, que puedeparecer cómico ‒y que puededar inicio al así llamado«complejo de Rode»‒, nos hacepercibir el clima de miedo en elque vivía la comunidadcristiana, que permanecíaencerrada en la casa, y cerradatambién a las sorpresas deDios. Pedro llama a la puerta.«Y fíjate», hay miedo, hayalegría, «¿abrimos?, ¿noabrimos?», mientras él estácorriendo peligro, pues lapolicía puede cogerlo. Pero elmiedo nos paraliza, nos

paraliza siempre, nos cierra,nos cierra a las sorpresas deDios Este particular nos hablade la tentación que existesiempre para la Iglesia:de cerrarse en sí misma de caraa los peligros. Pero incluso aquíhay un resquicio a través delcual puede pasar a la acción deDios: dice Lucas que en aquellacasa, «había muchos reunidosen oración» (Hch 12,12). Laoración permite a la graciaabrir una vía de salida: delcerramiento a la apertura, delmiedo a la valentía, de latristeza a la alegría. Y podemos

añadir, de la división a launidad. Sí, lo decimos hoyjunto a nuestros hermanos dela delegación enviada por elquerido Patriarca EcuménicoBartolomé, para participar en lafiesta de los Santos Patronos deRoma. Una fiesta de comuniónpara toda la Iglesia, como ponede manifiesto la presencia delos Arzobispos Metropolitanosvenidos para la bendición dePalios, que les serán impuestospor mis Representantes en susrespectivas sedes.Que los santos Pedro y Pablointercedan por nosotros, para

que podamos hacer estecamino con la alegría,experimentar la acciónliberadora de Dios ytestimoniarla a todos.

29 de junio de 2016.ÁNGELUS. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Celebramos hoy la fiesta de lossantos Apóstoles Pedro y Pablo,alabando a Dios por supredicación y su testimonio.Sobre la fe de estos dosApóstoles se funda la Iglesia deRoma, que desde siempre losvenera como patronos. Perotoda la Iglesia universal losmira con admiración,

considerándolos dos columnas ydos grandes luces que brillanno sólo en el cielo de Roma,sino en el corazón de loscreyentes de Oriente y deOccidente.En el relato de la misión de losApóstoles, el Evangelio nos diceque Jesús los envió de dos endos (cf. Mt 10, 1; Lc 10, 1). Encierto sentido también Pedro yPablo, desde Tierra Santa,fueron enviados hasta Romapara predicar el Evangelio.Eran dos hombres muydistintos uno del otro: Pedro un«humilde pescador», Pablo

«maestro y doctor», como dicela liturgia de hoy. Pero si aquíen Roma conocemos a Jesús, ysi la fe cristiana es parte viva yfundamental del patrimonioespiritual y de la cultura deeste territorio, todo ello sedebe a la valentía apostólica deestos dos hijos del CercanoOriente. Ellos, por amor aCristo, dejaron su patria y, sinpreocuparse demasiado por lasdificultades del largo viaje, losriesgos y las desconfianzas queencontrarían, llegaron a Roma.Aquí se hicieron anunciadores ytestigos del Evangelio entre la

gente, y sellaron con elmartirio su misión de fe y decaridad.Pedro y Pablo hoy vuelvenidealmente entre nosotros,recorren las calles de estaciudad, llaman a la puerta denuestras casas, pero sobre todode nuestro corazón. Quierentraer una vez más a Jesús, suamor misericordioso, suconsuelo, su paz. ¡Tenemostanta necesidad de esto!¡Acojamos su mensaje!¡Aprendamos de su testimonio!La fe pura y firme de Pedro, elcorazón grande y universal de

Pablo nos ayudarán a sercristianos alegres, fieles alEvangelio y abiertos alencuentro con todos.Durante la santa misa en labasílica de San Pedro, hoy porla mañana bendije los palios delos arzobispos metropolitanosnombrados en este último año,provenientes de diversospaíses.Renuevo mi saludo y mifelicitación a ellos, a losfamiliares y a quienes los hanacompañado en estaperegrinación; y los aliento aproseguir con alegría su misión

al servicio del Evangelio, encomunión con toda la Iglesia yespecialmente con la Sede dePedro, como lo expresa el signodel palio.En la misma celebración acogícon alegría y afecto a losmiembros de la delegaciónllegada a Roma en nombre delPatriarca Ecuménico, el queridohermano Bartolomé. Tambiénesta presencia es signo de losfraternos vínculos existentesentre nuestras Iglesias.Recemos para que se refuercencada vez más los lazos decomunión y el testimonio

común.A la Virgen María, Salus PopuliRomani, confiamos hoy elmundo entero, y en particularesta ciudad de Roma, para quepueda encontrar siempre en losvalores espirituales y moralesque posee, en abundancia, elfundamento de su vida social yde su misión en Italia, enEuropa y en el mundo.Después del Ángelus:Al terminar la oración mariana,el Pontífice recordó a las yluego saludó a los distintosgrupos presentes.Queridos hermanos y

hermanas:Ayer por la noche, enEstambul, se llevó a cabo unatroz ataque terrorista que hamatado y herido a muchaspersonas. Oremos por lasvíctimas, los familiares y elquerido pueblo turco.Que el Señor convierta elcorazón de los violentos ysostenga nuestros pasos por elcamino de la paz.Oremos todos en silencio. [Unmomento de silencio] AveMaría...Hace poco ha terminado, enRoma, la Conferencia

internacional sobre lasinversiones responsables deimpacto social titulada: «Hacerdel Año de la Misericordia unaño de impacto para lospobres».Que las inversiones privadas,junto a las públicas, favorezcanla superación de la pobreza detantas personas marginadas.Dirijo un cordial saludo a todosvosotros, grupos parroquiales,asociaciones y fielesprocedentes de Italia y demuchas partes del mundo,especialmente de España,Ucrania y China. Saludo a los

estudiantes de las escuelascatólicas de Londres y EstadosUnidos, y a las Hermanas de laUSMI de Lombardía.Mi saludo va hoy dirigido sobretodo a los fieles de Roma, en lafestividad de los santos Pedro yPablo, patronos de la ciudad.Con este motivo la «Pro Loco»de Roma ha promovido latradicional alfombra de flores,realizada por distintos artistasy voluntarios del servicio civil.¡Gracias por esta iniciativa ypor las hermosasrepresentaciones florales! Ydeseo recordar también el

espectáculo pirotécnico quetendrá lugar esta noche enPlaza del Popolo, cuyarecaudación servirá parasostener las obras de caridaden Tierra Santa y países deOriente Próximo.¡Os deseo a todos una felizfiesta, la fiesta de los patronosde Roma! Por favor, no osolvidéis de rezar por mí.¡Buen almuerzo! ¡Hasta lavista!

30 de junio de 2016. Audienciajubilar. La misericordiosa comoun estilo de vida. Jueves. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!¡Cuántas veces, durante estosprimeros meses del Jubileo,hemos escuchado hablar delas obras de misericordia! Hoyel Señor nos invita a hacer unserio examen de conciencia. Esbueno, en efecto, no olvidarnunca que la misericordia no esuna palabra abstracta, sino un

estilo de vida: una personapuede ser misericordiosa opuede no ser misericordiosa; esun estilo de vida. Yo elijo vivircomo misericordioso o elijovivir como no misericordioso.Una cuestión es hablar demisericordia, otra es vivir lamisericordia. Parafraseando laspalabras de Santiago apóstol(cf. Sat 2, 14-17) podríamosdecir: la misericordia sin lasobras está muerta en sí misma.¡Es precisamente así! Lo quehace viva la misericordia es suconstante dinamismo para ir alencuentro de las carencias y las

necesidades de quienes vivenen pobreza espiritual ymaterial. La misericordia tieneojos para ver, oídos paraescuchar, manos paralevantar...La vida cotidiana nos permitetocar con la mano muchasexigencias que afectan a laspersonas más pobres y con máspruebas. A nosotros se nos pideesa atención especial que nosconduce a darnos cuenta delestado de sufrimiento ynecesidad en el que seencuentran muchos hermanosy hermanas. A veces pasamos

ante situaciones de dramáticapobreza y parece que no nosafectan; todo sigue como si nopasara nada, en unaindiferencia que al final nosconvierte en hipócritas y, sinque nos demos cuenta de ello,desemboca en una forma deletargo espiritual que haceinsensible el ánimo y estéril lavida. La gente que pasa, quesigue adelante en la vida sindarse cuenta de lasnecesidades de los demás, sinver muchas necesidadesespirituales y materiales, esgente que pasa sin vivir, es

gente que no sirve a los demás.Recordadlo bien: quien no vivepara servir, no sirve para vivir.¡Cuántos son los aspectos de lamisericordia de Dios hacianosotros! Del mismo modo,cuántos rostros se dirigen anosotros para obtenermisericordia. Quien haexperimentado en la propiavida la misericordia del Padreno puede permanecerinsensible ante las necesidadesde los hermanos. La enseñanzade Jesús que hemos escuchadono admite vías de escape: Tuvehambre y me disteis de comer;

tuve sed y me disteis de beber;estaba desnudo, refugiado,enfermo, en la cárcel y meayudasteis (cf. Mt 25, 35-36).No se puede pasar de largoante una persona que tienehambre: es necesario darle decomer. ¡Jesús nos dice esto! Lasobras de misericordia no sontemas teóricos, sino que sontestimonios concretos. Obligana arremangarse para aliviar elsufrimiento.A causa de los cambios denuestro mundo globalizado,algunas pobrezas materiales yespirituales se han

multiplicado: por lo tanto,dejemos espacio a la fantasíade la caridad para encontrarnuevas modalidades de acción.De este modo la vía de lamisericordia se hará cada vezmás concreta. A nosotros, pues,se nos pide permanecervigilantes como centinelas,para que no suceda que, antelas pobrezas producidas por lacultura del bienestar, la miradade los cristianos se debilite yllegue a ser incapaz de ver loesencial. Ver lo esencial. ¿Quésignifica? Ver a Jesús, ver aJesús en el hambriento, en

quien está en la cárcel, en elenfermo, en el desnudo, en elque no tiene trabajo y debesacar adelante una familia. Vera Jesús en estos hermanos yhermanas nuestros; ver a Jesúsen quien está solo, triste, en elque se equivoca y necesita unconsejo, en el que necesitahacer camino con Él en silenciopara que se sientaacompañado. Estas son lasobras que Jesús nos pide anosotros. Ver a Jesús en ellos,en esta gente. ¿Por qué?Porque es así como Jesús memira a mí, como nos mira a

todos nosotros.* * *Ahora pasemos a otra cosa.Los días pasados el Señor meconcedió visitar Armenia, laprimera nación que abrazó elcristianismo, a inicios del sigloIV. Un pueblo que, en el cursode su larga historia, hatestimoniado la fe cristiana conel martirio. Doy gracias a Diospor este viaje, y estoy muyagradecido con el presidente dela República armenia, con elcatholicós Karekin II, elpatriarca y los obisposcatólicos, y con todo el pueblo

armenio por haberme acogidocomo peregrino de fraternidady de paz.Dentro de tres meses realizaré,si Dios quiere, otro viaje aGeorgia y Azerbaiyán, otrosdos países de la regióncaucásica. Acogí la invitación avisitar estos países por undoble motivo: por una partevalorizar las antiguas raícescristianas presentes en aquellastierras —siempre con espíritude diálogo con las demásreligiones y culturas— y porotra alentar esperanzas ysenderos de paz. La historia

nos enseña que el camino de lapaz requiere una grantenacidad y continuos pasos,comenzando por los pequeños,haciéndolos crecer poco a poco,yendo uno al encuentro delotro. Precisamente por esto mideseo es que todos y cada unoden su propia aportación parala paz y la reconciliación.Como cristianos estamosllamados a reforzar entrenosotros la comunión fraterna,para dar testimonio delEvangelio de Cristo y para serlevadura de una sociedad másjusta y solidaria. Por ello toda

la visita fue compartida con elSupremo Patriarca de la IglesiaApostólica armenia, quien meacogió fraternalmente durantetres días en su casa.Renuevo mi abrazo a losobispos, los sacerdotes, lasreligiosas y los religiosos y atodos los fieles de Armenia.Que la Virgen María, nuestraMadre, les ayude a permanecerfirmes en la fe, abiertos alencuentro y generosos en lasobras de misericordia.Gracias.SaludosSaludo cordialmente a los

peregrinos de lengua española,provenientes de España yLatinoamérica. Que María,Madre de Misericordia, nosayude a dar espacio a lafantasía de la caridad para queel camino de la misericordiasea cada vez más concreto.Muchas gracias.

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

Compuestos por:[email protected]

SEPTIEMBRE.8 de septiembre de 2016.Pequeños artesanos de lapaz.9 de septiembre de 2016.Cuestión de estilo.12 de septiembre de 2016. A laraíz de la unidad.13 de septiembre de 2016. Poruna cultura del encuentro.14 de septiembre de 2016.Santa Misa en sufragio delPadre Jacques Hamel.15 de septiembre de 2016.

Bajo el manto.17 de septiembre de 2016.Tres salidas.20 de septiembre de 2016. Lavergüenza de la guerra.22 de septiembre de 2016.Osteoporosis del alma.27 de septiembre de 2016.Tres gracias.

8 de septiembre de 2016.Pequeños artesanos de lapaz Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano No serán «los grandesmanifiestos» ni «los grandesencuentros internacionales»,con todas las «espléndidaspalabras» de una «conferenciade éxito», los que construyanla paz que «hoy piden todos»,porque «estamos viviendo unaguerra». Así Papa Francisco

solicitó tener sobre todo «lasabiduría de hacer la paz en laspequeñas cosas de cada díapero apuntando al horizonte detoda la humanidad». Con elestilo del artesano, sugirió, esnecesario iniciar por nosotrosmismos, desde la propiafamilia, en el barrio y en elpuesto de trabajo. Es esta laesencia de la verdadera pazque el Pontífice volvió a lanzaren la misa celebrada el jueves8 de septiembre, por lamañana, fiesta de la Natividadde la beata Virgen María, en alcapilla de la Casa Santa Marta.

«En la oración colecta al iniciode la misa –hizo notarinmediatamente– hemos pedidoal Señor, rogado al Señor, eldon de crecer unidos en lapaz». La palabra «paz»,entonces, es decisiva y se tratade «crecer en la paz: hoy –exhortó– pedimos que todosnosotros podamos crecer en lapaz, en la unidad, porque lapaz hace la unidad».En la liturgia del día la palabra«paz» aparece enseguida «enla oración al inicio de la misa».Pero está también repetida enla primera lectura del libro del

profeta Miqueas (5, 1-4):«Cuando él anuncia la llegadadel Salvador, termina así: “Élserá la paz”». Y de nuevo en elEvangelio de Mateo (1, 1-16.18-23): «Después de lagenealogía de Jesús, viene elsueño de José y el ángel dice:“y le pondrán por nombreEmmanuel” que traducidosignifica Dios con nosotros». Y«Dios con nosotros es la paz».He aquí que por «tres veceshoy se habla de la paz» en laliturgia, insistió el Papa,añadiendo: «Y pidamos esto:crecer en la paz. La liturgia de

hoy está toda relacionada coneste camino y todos nosotros,también el mundo entero,necesitamos la paz».«Si nosotros pedimos la paz –explicó– es porque la paz es undon: un don que nos da elSeñor. Pero también pedimoscrecer en la paz: es un don,pero además un don que tienesu camino de vida, su caminode historia; un don que cadauno de nosotros debe tomar ytrabajar para ayudarlo acrecer», Y «en la historia de lasalvación, desde la primerapromesa del Señor en el

paraíso terrestre hasta lallegada de Jesús, hay un largocamino que hemos oído en elEvangelio: este generó a ese,ese generó al otro».Precisamente «este camino desantos y pecadores –afirmó elPapa– nos dice que nosotrostambién debemos tomar estedon de la paz y abrirle caminoen nuestra vida, hacerlo entraren nosotros, hacerlo entrar enel mundo». Por lo demás, «lapaz no se hace de un día paraotro: la paz es un don, pero undon debe ser tomado ytrabajado cada día». Por eso,

prosiguió Francisco, «podemosdecir que la paz es un don quese vuelve artesanal en lasmanos de los hombres: somosnosotros hombres, cada día, losque damos un paso por la paz,es nuestro trabajo. Es nuestrotrabajo con el don recibido:hacer la paz».Llegados a este punto esimportante entender cómollevar a cabo este «trabajoartesanal» por la paz. Y paraayudarnos, explicó el Papa,«hay otra palabra en la liturgiade hoy que nos puede hacerreflexionar, una palabra que

nos habla de pequeñez».Siempre «en la oración colectase habla del nacimiento, de laNatividad de la Virgen: hay unaniña pequeña, de la cual hoy esla fiesta». También «en laprofecía de Miqueas secomienza subrayando» lapequeñez: «Y tú, Belén deEfrata tan pequeño para estarentre los pueblos de Judá...».Palabras claras para decir queBelén es «tan pequeño» que nisiquiera estaba reflejado «enlos mapas».Siempre refiriéndose a laliturgia del día, el Pontífice

indicó que «en el Evangelio,después de esa larga historiade gente, encontramos elpequeño, el pequeño de unadecisión tomada por José, elpequeño de una promesa».Todo esto, afirmó Francisco, nosayuda a entender que «la pazes un don, es un don artesanalque debemos trabajar, todos losdías, pero trabajarlo en laspequeñas cosas, en laspequeñeces cotidianas». Tantoque por supuesto «no bastanlos grandes manifiestos por lapaz, los grandes forosinternacionales si luego no se

hace esta paz en lo pequeño».Es más, insistió el Papa, «túpuedes hablar de la paz conpalabras espléndidas, haceruna conferencia de éxito, perosi en dentro de tusposibilidades, en tu corazón, nohay paz, en tu familia no haypaz, en tu barrio no hay paz,en tu puesto de trabajo no haypaz, no la habrá ni siquiera enel mundo».«Hoy, todos lo sabemos,estamos viviendo una guerra ytodos piden la paz» afirmó elPontífice. Ante esta realidad,añadió, «yo solamente haré

esta pregunta, antes a mí yluego a vosotros y a todos:¿cómo está tu corazón hoy?¿Está en paz? Si no está enpaz, antes de hablar de paz,pon tu corazón en paz. Cómoestá tu familia hoy: ¿está enpaz? Si no eres capaz sacar stu familia, tu presbiterio, tucongregación, sacarla adelanteen paz, no bastan palabras depaz para el mundo».He aquí, prosiguió Francisco,«la pregunta que hoy yoquerría hacer: cómo está elcorazón de cada uno denosotros: ¿está en paz?». Se

debe empezar por las pequeñascosas «para llegar al mundo enpaz».«Hemos pedido al Señor, hoy, eldía de la Natividad de la Virgen—recordó el Papa— crecer en lapaz y en la unidad, obviamenteporque donde está la paz hayunidad». Y «hemos visto que lapaz es un don: un don que setrabaja cada día de maneraartesanal y también, comotodas las cosas artesanales, sehace en lo pequeño para llegara lo grande».En conclusión, antes deretomar la celebración, el Papa

pidió en la oración «al Señorque nos de esta sabiduría dehacer la paz en las pequeñascosas de cada día, peromirando al horizonte de toda lahumanidad».

9 de septiembre de 2016.Cuestión de estilo Viernes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.37, viernes 16 de septiembrede 2016 La evangelización se realizacon el testimonio y luego con lapalabra, estando bien atentos ano caer en la tentación dereducirse a funcionarios quepasean o hacen proselitismo.Relanzando «el estilo»

evangelizador de san Pablo, su«hacerse todo con todos» sinbuscar la vanagloria personal,en la misa celebrada el viernes9 de septiembre, por lamañana, en la capilla de laCasa Santa Marta, el PapaFrancisco quiso volver aproponer también la figura desan Pedro Claver, jesuitamisionero entre los deportados.«El apóstol Pablo explica a loscristianos de Corinto quésignifica evangelizar», afirmóenseguida el Pontíficerefiriéndose a la primeralectura propuesta por la liturgia

del día (1 Cor 9, 16-19.22-27).«También nosotros —explicó—podemos reflexionar hoy sobrequé significa evangelizar,porque nosotros cristianosestamos llamados aevangelizar, a llevar elEvangelio, que significa dartestimonio de Jesucristo».Y Pablo, dirigiéndoseprecisamente a los cristianos deCorinto, comienza así surazonamiento: «Hermanos,¿qué cosa no es evangelizar?Anunciar el Evangelio no espara mí ningún motivo degloria». Por lo tanto, no

podemos gloriarnos «de ir aevangelizar: voy hacer esto,voy hacer esto otro», como sievangelizar fuese «dar unpaseo». Sería como «reducir laevangelización a una función:mi función es esta». Y «estoyhablando —destacó el Papa—de cosas que suceden enalguna parroquia por el mundo,cuando el párroco tienesiempre la puerta cerrada».Puede suceder también,continuó Francisco, queencontremos «laicos que dicen“yo hago esta escuela decatequesis, hago esto, esto,

esto…”». Reduciendo de estemodo lo «que ellos llamanevangelizar a una función». Talvez alardean diciendo: «mifunción es esta, soy unfuncionario catequista, soyfuncionario de esto, de aquello,de aquello... y luego sigo mivida».Pero esta es precisamente laactitud de quien se gloría,insistió el Papa, «es reducir elEvangelio a una función otambién a una forma degloriarse: “yo voy a evangelizary he traído muchos a laIglesia”». Pues, continuó,

«hacer proselitismo es tambiénuna forma de gloriarse». Encambio, «evangelizar no eshacer proselitismo». Es más:evangelizar nunca es «dar unpaseo; reducir el Evangelio auna función; hacerproselitismo».Lo que significa de verdadevangelizar, explicó el Pontífice,lo repite eficazmente sanPablo: «No es para mí ningúnmotivo de gloria; es más bienun deber que me incumbe». Enefecto, dijo el Papareflexionando sobre lasexpresiones paulinas, «un

cristiano tiene el deber, perocon esta fuerza, como unanecesidad, de llevar el nombrede Jesús, y esto desde el propiocorazón». Y recordó laspalabras del apóstol: «¡Ay demí si no predicara elEvangelio!».Una advertencia —«¡Ay deti!»— para ese católico quepiensa: «Voy a misa, hago estoy luego nada más». En cambio,alertó Francisco, «si tú dicesque eres católico, que hasrecibido el bautismo, que estásconfirmado o confirmada, debesir más allá y llevar el nombre

de Jesús: ¡es un deber!».Las indicaciones concretas dePablo, continuó el Papa, llevana preguntarnos cuál debe sernuestro «estilo deevangelización». O sea,«¿cómo puedo estar seguro deque no doy sólo un paseo, queno hago proselitismo y noreduzco la evangelización a unfuncionalismo? ¿Cómo puedocomprender cuál es el estilojusto?».La respuesta la indica siemprePablo: «El estilo es hacersetodo a todos». Escribe elapóstol: «Me he hecho todo a

todos». Significa, en esencia,«ir y compartir la vida de losdemás, acompañar en elcamino de la fe, ayudar acrecer en el camino de la fe».En concreto, explicó Francisco,se trata de comportarnos comocuando «se acompaña a unniño, por ejemplo: cuandoqueremos que un niño aprendaa hablar, no tomamos el libro“Los novios” y le decimos:“Habla, lee esto y habla”». Másbien le enseñamos a decir antetodo «mamá y papá». Yhaciendo así, continuó elPontífice, «nos hacemos como

niños para que el niño crezca».Es así, destacó una vez más elPapa, «con los hermanosdebemos hacer lo mismo:ponernos en la situación en lacual está él y si él estáenfermo, acercarme, noestorbar con discursos; estarcerca, cuidarle, ayudarle». Así,pues, para responder a lapregunta sobre el estilo que sedebe usar para anunciar elEvangelio, Francisco respondióque se evangeliza precisamente«con esta actitud demisericordia: hacerse todo atodos», con la certeza de que

«es el testimonio lo que trae laPalabra».Y en esta perspectiva, el Papaquiso compartir también unaconfesión personal: «Cuandoestaba en Polonia, en Cracovia,en la comida con los jóvenes enla Jornada mundial de lajuventud, un joven mepreguntó: “Padre, ¿qué tengoque decir a un amigo que esbueno —¡es buena persona!—pero es ateo, no cree? ¿Quétengo que decirle para quecrea?». Esta, continuóFrancisco, «es una buenapregunta, todos nosotros

conocemos gente que se haalejado de la Iglesia: ¿qué lestenemos que decir?». En esaocasión, recordó, su respuestaa la pregunta de ese joven fue:«Mira, la última cosa que tienesque hacer es decir algo.Comienza a hacer, él verá loque haces y te preguntará; ycuando él te pregunte, tú dile».En definitiva, afirmó,«evangelizar es dar estetestimonio: vivo así, porquecreo en Jesucristo; yo despiertoen ti la curiosidad de lapregunta “¿por qué haces estascosas?”». Y la respuesta del

cristiano debe ser esta:«Porque creo en Jesucristo yanuncio a Jesucristo y no sólocon la Palabra —hay queanunciarlo con la Palabra—,sino sobre todo con la vida». Osea «hacerse todo a todos, irdonde tú estás, en el estado delalma en el que te encuentres,en el estado de crecimiento enel que estés».Esto «es evangelizar y tambiénesto se hace gratuitamente»explicó el Papa. Lo escribePablo: «¿Cuál es mirecompensa? Predicar elEvangelio entregándolo

gratuitamente. ¿Por quégratuitamente? Porquenosotros hemos recibidogratuitamente el Evangelio. Lagracia, la salvación no secompra y tampoco se vende:¡es gratis! Y gratis debemosdarla». Precisamente «estagratuidad, este testimonio alanunciar a Jesucristo —hizopresente Francisco— lo vemosen muchos hombres, mujeres,consagradas, consagrados,sacerdotes, obispos, que sehacen todo a todos,gratuitamente». Una gratuidadque se encuentra en toda la

historia de la Iglesia. «Hoy —quiso recordar el Papa— es lamemoria de san Pedro Claver,un misionero que marchó atierras lejanas a anunciar elEvangelio. Tal vez él pensabaque su futuro era predicar: ensu futuro el Señor le pidió estarcerca, junto a los descartadosde ese tiempo, los esclavos, losnegros, que llegaban allí, desdeÁfrica, para ser vendidos». Yeste hombre «no salió a dar unpaseo diciendo queevangelizaba; no redujo laevangelización a unfuncionalismo y tampoco a un

proselitismo». San Pedro Claver«anunció a Jesucristo con losgestos, hablando a los esclavos,viviendo con ellos, viviendocomo ellos». Y «como él, en laIglesia, hay muchos que seanonadan para anunciar aJesucristo».Antes de continuar con lacelebración, el Pontífice afirmóque «también todos nosotros,hermanos y hermanas,tenemos el deber deevangelizar, que no es llamar ala puerta del vecino y la vecinay decir: “¡Cristo resucitó!”». Es,sobre todo, «vivir la fe, y

hablar de ella conmansedumbre, con amor, sinintención de convencer a nadie,sino gratuitamente». Porqueevangelizar «es dar gratis loque Dios gratis me dio a mí».

12 de septiembre de 2016. Ala raíz de la unidad. Lunes. Fuente: L’Osservatore Romano,ed. sem. en lengua española, n.37, viernes 16 de septiembrede 2016 «Yo os pido que hagáis todo loposible para no destruir a laIglesia con las divisiones, seanideológicas, sean de avidez yde ambición, sean de envidias».Es el fuerte llamamiento hechopor el Papa Francisco en la

misa celebrada el lunes por lamañana, 12 septiembre, en lacapilla de la Casa Santa Marta.Las palabras que Pablo escribióa los Corintios podrían serdirigidas también «a todosnosotros, a la Iglesia de hoy»,explicó citando un pasaje de laprimera carta: «Hermanos, noos puedo alabar porque osreunís no para lo bueno sinopara lo malo» y «sobre todo,oigo decir que hay divisionesentre vosotros».Precisamente presentando eltexto paulino Francisco pidió«sobre todo rezar y custodiar la

fuente, la raíz propia de launidad de la Iglesia, que es elcuerpo de Cristo, y cuyosacrificio celebramos todos losdías en la Eucaristía». El diablo,explicó, «tiene dos armas muypoderosas para destrozar a laIglesia: las divisiones y eldinero».Pero antes de desarrollar sureflexión sobre el pasaje deSan Pablo propuesto en laliturgia, el Papa quiso señalarun testimonio concreto, simple,directo. «Hoy el Señor nosconcede una gracia, una graciade memoria», dijo justo al

inicio de la homilía presentandoasí a monseñor Arturo AntonioSzymanski Ramírez, «unhermano obispo que hizo todoel concilio: era obispo dos añosantes». El anciano preladomejicano concelebró con elPontífice la misa y con élintercambió el abrazo de lapaz. El viernes pasado el Papaya lo había recibido enaudiencia. «Con sus noventa ycinco años sigue trabajando,ayudando al párroco» dijoFrancisco, invitandoexpresamente a dar gracias alSeñor precisamente «por esta

gracia de la memoria».Monseñor Szymanski Ramírez,arzobispo emérito de San LuisPotosí, nació el 17 de enero de1922. Sacerdote desde 1947 yobispo desde 1960, participó enlos trabajos del ConcilioVaticano II sentándose (pormotivo de su nombre deorígenes eslavos) entre elcardenal Stefan Wyszyński ymonsignor Karol Wojtyła, yteniendo también frecuentescontactos con Joseph Ratzinger.Dejando el cargo de primerarzobispo de San Luís de Potosíel 20 de enero de 1999,

monseñor Szymanski Ramíreznunca ha interrumpido suhumilde servicio entre sugente.Para su meditación Franciscotomó inspiración del pasaje dela primera carta de san Pablo alos Corintios (11, 17-26). Elapóstol, hizo notar, recrimina asus interlocutores «pues haydivisiones» entre ellos: «Lesregaña por la división que hayallí, están divididos: discuten,uno por una parte, el otro porla otra». Y «la división destruyeel tejido de la Iglesia». Por lodemás, explicó el Papa, «el

diablo tiene dos armas muypoderosas para destruir laIglesia: las divisiones y eldinero». Y «con estas dosarmas destruye». Pero «estodesde el inicio: las divisionesen la Iglesia han existido desdeel principio; la avidez por eldinero también».A este propósito el Pontíficerecordó precisamente lasluchas que, entre «divisionesideológicas, teológicas,laceraban la Iglesia: el diablosiembra, celos, ambiciones,ideas, ¡para dividir! O siembraavidez: pensemos en Ananías y

Safira, en los primerostiempos». Porque, subrayó,«desde los primeros tiempos hahabido divisiones y lo que creadivisión en la Iglesia esdestrucción: las divisionesdestruyen, como una guerra:después de una guerra todoestá destruido y el diablo se vacontento».Pero «nosotros, ingenuos, leseguimos la corriente» afirmóFrancisco, añadiendo: «Y osdiré también que más queguerra: es una guerra sucia lade las divisiones, es como unterrorismo. Pero vamos a un

ejemplo claro: cuando en unacomunidad cristiana –sea esauna parroquia, un colegio oinstituciones, cualquiera quesea– se charla, se lanza unabomba para destruir al otro»; yasí «el otro es destruido y yoestoy bien y puedo continuar:¡es el terrorismo de lascharlas!». También el apóstolSantiago, prosiguió el Papa, «lodecía: la lengua mata; así,lanza la bomba, destruye y mequedo».«Hay divisiones, entevosotros»: Francisco repitióestas palabras de Pablo a los

fieles de Corintio. Y, prosiguió,«las divisiones en la Iglesia nodejan que el reino de Dioscrezca; no dejan que el Señorse pueda ver bien, como es Él».Por el contrario «las divisioneshacen que se vea esta parte,esta otra parte contra esta:siempre contra, no es el aceitede la unidad, el bálsamo de launidad».«Pero el diablo va más allá»puso en guardia Francisco,precisando: «No sólo en lacomunidad cristiana, sino queva a la raíz de la unidadcristiana». Y es lo que «sucede

aquí, en la ciudad de Corintio, alos corintios: Pablo les reprochaporque las divisiones lleganjusto a la raíz de la unidad y, esdecir, a la celebracióneucarística». En este caso «losricos llevan para almorzar, paracelebrar; los pobres no, unpoco de pan y nada más en lapropia celebración». El apóstolescribe: «No tenéis, quizás,¿vuestras casas para comer ybeber? O ¿queréis arrojar eldesprecio sobre la Iglesia deDios y humillar a quien notiene nada?».He aquí entonces que Pablo,

explicó el Papa, «toma esto, separa y hace memoria: “Tenedcuidado. Yo efectivamente herecibido del Señor lo que a mivez os he transmitido. El SeñorJesús, la noche en la cual eratraicionado...”; y narra, lohemos oído, la instituciónEucarística, la primeracelebración eucarística». Por lodemás, afirmó Francisco, «laraíz de la unidad está en esacelebración eucarística». Y «elSeñor rogó al Padre que “seanuno, como nosotros”, pidió porla unidad». Pero «el diablointenta destruir incluso hasta

ahí».Llegados a este punto Franciscohizo un llamamiento para«hacer todo lo posible para nodestruir la Iglesia con lasdivisiones, sean ideológicas,sean de avidez y ambición,sean envidias». Y «sobre todode orar y custodiar la fuente, laraíz propia de la unidad de laIglesia, que es el cuerpo deCristo, y cuyo nosotroscelebramos todos los días en laEucaristía». Las palabras quePablo escribe a los Corintiosson válidas también paranosotros: nos pide reunirnos

«para lo mejor» y no «para lopeor», poniendo en guardia deser una «Iglesia reunida para lopeor, para las divisiones: paralo peor, para ensuciar el cuerpode Cristo, en la celebracióneucarística». Y «el mismo Pablonos dice, en otro pasaje:“Quien come y bebe la sangrede Cristo indignamente, come ybebe su propia condena».En conclusión, Francisco pidió,en la oración, «al Señor launidad de la Iglesia, que nohaya divisiones». Y «la unidadtambién en la raíz de la Iglesia,que es precisamente el

sacrificio de Cristo, que cadadía celebramos».

13 de septiembre de 2016.Por una cultura delencuentro. Martes. Fuente: L’Osservatore Romano Una invitación para trabajarpor «la cultura del encuentro»,de manera simple «como hizoJesús»: no sólo viendo sinomirando, no sólo oyendo sinoescuchando, no sólocruzándonos con las personassino parándonos con ellas, nosólo diciendo «¡Qué pena!

¡Pobre gente!» sino dejándonosllevar por la compasión; «paradespués acercarse, tocar ydecir: “no llores” y dar almenos una gota de vida». Eseste, según el Papa Francisco,el mensaje contenido en laslecturas litúrgicas proclamadasdurante la celebración de lamisa matinal en la capilla de laCasa Santa Marta del martes13 de septiembre.Deteniéndose en particular enel episodio de la viuda de Naínnarrado en el Evangelio deLucas (7, 11-17), el Pontíficesubrayó como «la palabra de

Dios» del día hablase de «unencuentro. Hay un encuentroentre la gente, un encuentroentre la gente que estaba en lacalle». Y esta, comentó es «unacosa no habitual».Precisamente, «cuandonosotros vamos por la callecada uno piensa en sí mismo:ve pero no mira; oye pero noescucha»; es decir, cada uno vapor su propia dirección. Y laconsecuencia es que «laspersonas se cruzan entre ellaspero no se encuentran».Porque, quiso aclarardespejando todo tipo de

equívoco, «el encuentro es otracosa», y es precisamente «loque el Evangelio de hoy nosanuncia: un encuentro entreun hombre y una mujer, entreun hijo único vivo un hijo únicomuerto; Entre unamuchedumbre feliz, porquehabía encontrado a Jesús y leseguía, y un grupo de genteque llorando, acompañaba aaquella mujer», que se habíaquedado viuda e iba a enterrara su único hijo.Este encuentro, explicóFrancisco, «nos hacereflexionar sobre la manera de

encontrarnos entre nosotros».Efectivamente, «dice elEvangelio: “al verla el Señor,tuvo compasión de ella”». Apropósito el Pontífice hizo notarcomo no sea «la primera vez»que el Evangelio habla de lacompasión de Cristo. También«cuando Jesús vio a lamuchedumbre, el día de lamultiplicación de los panes –recordó– tuvo gran compasiónante la tumba de su amigoLázaro Él mismo, y lloró».Una compasión, advirtió elPapa, que no es en absoluto lamisma que tenemos nosotros

normalmente «cuando porejemplo vamos por la calle yvemos una cosa triste: ‘¡quépena!’». «Jesús no dijo: “¡pobremujer!”». Sino que por elcontrario, «fue más allá. Tuvocompasión. “Y, se le acercó yhabló. Le dijo: No llores”». Y deesa manera «Jesús con sucompasión se sumerge en elproblema de esa señora. “Seacercó, le habló y tocó”. Dice elEvangelio que tocó el féretro.Pero seguramente cuando dijo“no llores”, tocó a la viudatambién. Una caricia. Porqueestaba conmovido, Jesús. Y

después obra el milagro»: el deresucitar al joven.En eso el Pontífice distinguióuna analogía: «El hijo únicomuerto asemeja a Jesús y seconvierte en único hijo vivocomo Jesús. Y hay un gesto deJesús que enseña la ternura deun encuentro y no sólo laternura, la fecundidad de unencuentro. “el muerto seincorporó y se puso a hablar yél –Jesús– se lo dio a sumadre”. No dijo: “pero, se hahecho el milagro”. No, sino:“ven, tómalo, es tuyo”». Heaquí por qué «cada encuentro

es fecundo. Cada encuentrodevuelve las personas y lascosas a su lugar».Un discurso, este, que suenaactual incluso a los hombres dehoy, demasiado«acostumbrados a una culturade la indiferencia» y por esonecesitados de «trabajar ypedir la gracia de hacer lacultura del encuentro, de esteencuentro fecundo, de esteencuentro que restituya a cadapersona la propia dignidad dehijo de Dios, la dignidad deviviente». Nosotros «estamosacostumbrados a esta

indiferencia», subrayó el Papa,sea «cuando vemos lascalamidades de este mundo»sea ante las «pequeñas cosas».Se limita a decir: «pero, quépena, pobre gente, cuántosufren» para seguir todo rectodespués. Mientras el encuentroes otra cosa, como explicóFrancisco: «Si yo no miro,– noes suficiente ver, no: mirar– siyo no me paro, si yo no miro, siyo no toco, si yo no hablo, nopuedo hacer un encuentro y nopuedo ayudar a hacer unacultura del encuentro».Volviendo a la descripción de la

escena evangélica, el Pontíficepuso de manifiesto despuéscomo, ante el milagro cumplidopor Jesús «la genteatemorizada glorificaba a Dios.Y a mi me gusta ver aquí –explicó – el encuentro de todoslos días entre Jesús y suesposa, la Iglesia, que está enespera de que Él vuelva. Y cadavez que Jesús encuentra dolor,un pecador, una personaperdida, le mira, le habla, ledevuelve a su esposa». Esdecir, «este es el mensaje dehoy: el encuentro de Jesús consu pueblo; el encuentro de

Jesús que sirve, que ayuda,que es el servidor, que seagacha, que escondescendiente con todos losnecesitados». Y, subrayóFrancisco, «cuando digamos“necesitados” no pensemos sóloa los indigentes», sino tambiéna «nosotros necesitados –necesitados de la palabra deJesús, de caricias– y también alos que queremos». ¿Unejemplo concreto? El Papadescribió la imagen de unafamilia reunida en la mesa:«cuántas veces se come, se vela tv o se escriben mensajes en

el teléfono. Cada uno esindiferente a ese encuentro.Justo en el núcleo de lasociedad, que es la familia, nohay encuentro», comentó. Porello, la exhortación final «atrabajar por esta cultura delencuentro, así simplementecomo hizo Jesús».

14 de septiembre de 2016.Santa Misa en sufragio delPadre Jacques Hamel. Miércoles. En la Cruz de Jesucristo —hoyla Iglesia celebra la fiesta de laCruz de Cristo— entendemosplenamente el misterio deCristo, este misterio deaniquilación, de cercanía anosotros. Él, «siendo en lacondición divina —dice Pablo—,no retuvo ávidamente ser igualque Dios, sino que se despojóde sí mismo tomando la

condición de siervo haciéndosesemejante a los hombres yapareciendo en su porte comohombre; obedeciendo hasta lamuerte y muerte de cruz»(Fil 2, 6-8). Este es el misteriode Cristo. Este es un misterioque se hace martirio para lasalvación de los hombres.Jesucristo, el primer mártir, elprimero que da su vida pornosotros. Y de este misterio deCristo comienza toda la historiadel martirio cristiano, desde losprimeros siglos hasta hoy.Los primeros cristianos hanhecho la confesión de

Jesucristo pagando con su vida.A los primeros cristianos se lesproponía la apostasía, es decir:«decid que nuestro dios es elverdadero, no el vuestro.Haced un sacrificio a nuestrodios o a nuestros dioses». Ycuando no hacían esto, cuandorechazaban la apostasía, eranasesinados. Esta historia serepite hasta hoy; y hoy en laIglesia hay más mártirescristianos que en los primerostiempos. Hoy hay cristianosasesinados, torturados,encarcelados, degolladosporque no reniegan de

Jesucristo. En esta historia,llegamos a nuestro «pèreJacques»: él forma parte deesta cadena de mártires. Loscristianos que hoy sufren —seaen la cárcel, sea con la muerteo las torturas— por no renegarde Jesucristo, enseñanprecisamente la crueldad deesta persecución. Y estacrueldad que pide la apostasía—digamos la palabra— essatánica. Y qué bien estaría quetodas las confesiones religiosasdijeran: «matar en nombre deDios es satánico».El padre Jacques Hamel fue

degollado en la Cruz, justomientras celebraba el sacrificiode la Cruz de Cristo. Hombrebueno, amable, fraternal, quesiempre intentaba hacer la paz,fue asesinado como si fuera uncriminal. Este es el hilosatánico de la persecución. Perohay una cosa, en este hombreque ha aceptado su martirioallí, con el martirio de Cristo,en el altar, hay una cosa queme hace pensar tanto: enmitad del momento difícil quevivía, en medio de estatragedia que él veía venir, unhombre amable, un hombre

bueno, un hombre fraternal, noperdió la lucidez de acusar ydecir claramente el nombre delasesino, y dijo claramente:«¡vete, satanás!». Dio su vidapor nosotros, dio la vida por norenegar de Jesús. Dio la vidaen el mismo sacrificio de Jesúsen el altar y de allí ha acusadoal autor de la persecución:«¡vete, satanás!».Que este ejemplo de valor, perotambién el martirio de la propiavida, de despojarse de sí mismopara ayudar a los demás, defraternidad entre los hombres,nos ayude a seguir adelante sin

miedo. Que él desde el cielo —porque debemos rezarle, ¡es unmártir!, y los mártires sonbeatos, debemos rezarle— nosdé la humildad, la hermandad,la paz, y también el valor dedecir la verdad: matar ennombre de Dios es satánico.

15 de septiembre de 2016.Bajo el manto. Jueves. Fuente: L’Osservatore Romano En un mundo de huérfanos,María es la madre que noscomprende en profundidad ynos defiende, porque tambiénella vivió en su propia carne lasmismas humillaciones que hoy,por ejemplo, sufren las madresde los presos. Celebrando lamisa en la capilla de la CasaSanta Marta el jueves 15 de

septiembre, por la mañana, díade la memoria de NuestraSeñora de los Dolores, el PapaFrancisco sugirió refugiarsesiempre, en los momentosdifíciles, «bajo el manto» de lamadre de Dios, volviendo aproponer así «el consejoespiritual de los místicos rusos»que el Occidente ha relanzadocon la antífona «Sub tuumpreasidium».Para su meditación sobre el«misterio de la maternidad deMaría», el Pontífice se inspiróen la última cena: «Jesús, en lamesa, se despide de sus

discípulos: se respira un aire detristeza, todos sabían que habíaalgo que acabaría mal y hacíanpreguntas, estaban tristes».Pero «Jesús, en esa despedida,para darle a ellos un poco dealiento y también paraprepararlos en la esperanza,les dice: “No estéis tristes, quevuestro corazón no seentristezca, no os dejaré solos.Pediré al Padre que os envíeotro Paráclito, que osacompañará. Y Él os enseñarátodo y os recordará todo lo queos he dicho”». Así, pues, elSeñor «promete enviar el

Espíritu Santo para acompañara los discípulos, la Iglesia, porel camino de la historia».Pero Jesús «habla también delPadre». En efecto, recordóFrancisco, «en ese lugar, en eldiscurso con los discípulos,habla del Padre», asegurando«que el Padre los quiere y quecualquier cosa que ellos pidanal Padre, el Padre se la dará.Que confíen en el Padre». Y,así, explicó el Papa, da «unpaso más: no dice solamente“no os dejaré solos”, sinotambién “no os dejaréhuérfanos, os doy el Padre, con

vosotros está el Padre, miPadre es vuestro Padre».Luego, continuó Francisco,«sucede todo lo que sabemos,después de la cena: lahumillación, la prisión, latraición de los discípulos; Pedroniega a Jesús, los demáshuyen».Tanto que, dijo el Pontíficerefiriéndose al pasaje de laliturgia del Evangelio de Juan(19, 25-27), al pie de la cruzestaba «sólo un discípulo, conla madre de Jesús, con Maríade Magdala y la otra María, unapariente». Y allí, junto a la

cruz, «estaba María, la madrede Jesús: todos la miraban», talvez susurrando: «¡Esa es lamadre de este delincuente!¡Esa es la madre de estesubversivo!». Y María, añadióel Papa, «oía estas cosas, sufríahumillaciones terribles y oíatambién a los grandes, algunossacerdotes que ella respetabaporque eran sacerdotes», decira Jesús: «¡Tú que eres tanbueno, baja, baja!». María,afirmó Francisco, junto a «suHijo, desnudo, tenía unsufrimiento muy grande, perono huyó, no negó al Hijo, era

su carne».Con una confesión personal, elPapa recordó: «Me ha sucedidomuchas veces que cuando iba alas cárceles, en la diócesis deBuenos Aires, a visitar a lospresos, veía la fila, la fila demujeres que esperaban paraentrar: eran madres que no seavergonzaban, su carne estabaallí dentro». Y esas «mujeressufrían no sólo la vergüenza deestar allí», escuchando cuantole decían: «Mira aquella, ¿quéhabrá hecho el hijo?». Esasmadres «sufrían también laspeores humillaciones en los

registros por los que tenían quepasar antes entrar, pero eranmadres e iban al encuentro desu propia carne». Y así fuetambién para María, que«estaba allí, con el Hijo, conese sufrimiento tan grande».Precisamente «en ese momento—destacó el Papa— Jesús, quehabía hablado de no dejarnoshuérfanos, que había habladodel Padre, mira a su madre ynos la da a nosotros comomadre: “He aquí a tu madre”».El Señor «no nos dejahuérfanos: nosotros, loscristianos, tenemos una madre,

la misma de Jesús; tenemos unPadre, el mismo de Jesús. Nosomos huérfanos». Y María«nos da a luz en ese momentocon mucho dolor, esverdaderamente un martirio:con el corazón traspasado,acepta darnos a luz a todosnosotros en ese momento dedolor. Y desde entonces ella seconvierte en nuestra madre,desde ese momento ella esnuestra madre, la que se hacecargo de nosotros y no seavergüenza de nosotros: nosdefiende».«Los místicos rusos de los

primeros siglos de la Iglesia —recordó al respecto Francisco—daban un consejo a susdiscípulos, a los jóvenesmonjes: en el momento de lasturbulencias espiritualesrefugiaos bajo el manto de lasanta Madre de Dios. Allí nopuede entrar el diablo porqueella es madre y como madredefiende». Luego «el Occidenteha tomado este consejo y hahecho la primera antífonamariana Sub tuum praesidium:bajo tu manto, bajo tuprotección, oh Madre, allíestamos seguros».

«Hoy es la memoria delmomento en el que la Virgendio a luz —continuó el Papa—,y ella fue fiel a ese parto hastael momento de hoy y seguirásiendo fiel». Y «en un mundoque podemos llamar“huérfano”, en este mundo quesufre la crisis de una granorfandad, tal vez nuestra ayudasea decir: “¡Mira a tu madre!”».Porque tenemos una madre«que nos defiende, nos enseña,nos acompaña, que no seavergüenza de nuestrospecados» y «no se avergüenza,porque ella es madre».

Como conclusión, la oración delPontífice: «que el EspírituSanto, este amigo, estecompañero de camino, esteParáclito abogado que el Señornos ha enviado, nos hagacomprender este misterio tangrande de la maternidad deMaría».

17 de septiembre de 2016.Tres salidas. Sábado. Los representantes pontificiosdeben salir tres veces de símismos: físicamente, porqueestán siempre con las maletaspreparadas; culturalmente,porque deben aterrizar en elcontexto al cual son enviados;y luego con la oración y laadoración ante el sagrario.Concelebrando la misa con losparticipantes en el encuentrojubilar, el sábado 17 de

septiembre, por la mañana, enla capilla de la Casa SantaMarta, el Papa quiso trazar elperfil espiritual de quienesdesempeñan el trabajodiplomático al servicio de laSanta Sede.Lo que inspiró a Francisco parala meditación fue la paráboladel sembrador que Lucas relataen el Evangelio (8, 4-15):«“Salió un sembrador asembrar su simiente”. Es unafigura, una imagen que Jesúsnos ofrece para comprender lavida cristiana: el cristiano esun hombre, una mujer en

salida, siempre, para sembrar».Dirigiéndose directamente a lospresentes, el Papa dijo que «demodo especial, también demodo superlativo, vosotros soishombres en salida: alguna vezos he dicho que vuestra vida esuna vida de nómada, dos, tres,cuatro años aquí, cinco»; yluego, «cuando se aprende bienel idioma, una llamada deRoma: “Ah, oye, ¿cómo estás?”–“Bien” –“Sabes, el SantoPadre, que te quiere mucho, hapensado en ti para esto”.Porque estas llamadas, estasllamadas telefónicas, se hacen

con “azúcar”, ¿no?».El representante pontificio,continuó el Pontífice, sabe queestá siempre preparado para«hacer las maletas e ir a otrositio: dejar amigos, dejarcostumbres, dejar muchascosas que ha hecho». Debecontinuamente «salir de símismo, salir de ese sitio para ira otro y allí volver acomenzar».Pero «hay otra salida —afirmóel Pontífice— que el nunciohace y debe hacer: cuandollega a un país, salir de símismo para conocer, el diálogo,

para estudiar la cultura, elmodo de pensar». Y debetambién «salir de sí mismopara ir a las recepciones,muchas veces aburridas, y allíescuchar». En esos contextos«se siembra» y «la semilla essiempre buena, el grano esbueno, sólo es necesario mirarun poco que el diablo no hayapuesto allí un poco de cizaña;pero el grano es bueno».Este «trabajo de comenzar denuevo, hacer, comprender lacultura —continuó el Papa—, sepodría pensar que es un trabajodemasiado funcional, un

trabajo administrativo incluso»y, visto que «en la Iglesia haytantos buenos laicos», sepodría preguntar: «¿Por qué nopueden hacerlo ellos?». A lacuestión Francisco respondiócon una confesión: «El otro día,hablando sobre este tema, oí alsecretario de Estado que decía:“Pero, mirad, en lasrecepciones, muchos queparecen superficiales buscan “elalzacuellos”».«Todos vosotros sabéis bien —dijo Francisco dirigiéndose a losrepresentantes pontificios— loque habéis hecho en muchas

almas; en esa mundanidad,pero sin asumir la mundanidad,tratando a las personas comoson, escucharlas, dialogar: estambién esta una salida de símismo del nuncio, paracomprender a la gente,dialogar. Es cruz».Retomando la esencia de laparábola evangélica, Franciscodestacó lo que dice Jesús, «queel sembrador siembra el grano,siembra el trigo y luegodescansa, porque es Dios quienlo hace germinar y crecer». Esesto, «también el nuncio debesalir de sí mismo hacia el Señor

que hace crecer, que hacegerminar la semilla; y debesalir de sí mismo ante elsagrario, en la oración, en laadoración». Esto, explicó, «esun testimonio grande: elnuncio solo adora a Aquel quehace crecer, Aquel que da lavida».Estas son para el Papa «las tressalidas de un nuncio». Laprimer es «la salida física:hacer las maletas, la vida denómada». Luego está «lasalida, digamos, cultural:aprender la cultura, aprenderel idioma». Porque, explicó

también Francisco, en esallamada telefónica que elrepresentante pontificio recibepara la comunicación de unanueva misión se le preguntatambién qué idiomas habla. Ytal vez la respuesta podría ser:«Hablo bien inglés, tambiénfrancés, y con el español me lasarreglo». Y se puede inclusoescuchar: «Pero, mira, el Papaha pensado enviarte a Japón»—«¡Pero ni siquiera conozcouna letra de estos japoneses!»—«Bien, aprenderás». Alrespecto el Papa ha confiado alos presentes que «le había

edificado uno de vosotros que,antes de presentar lascredenciales, en dos meseshabía aprendido una lenguadifícil y había aprendido acelebrar en esa lengua: harecomenzado esta salida conentusiasmo, con alegría».La «tercera salida», por último,es «la oración, la adoración». Yeste aspecto, afirmó Francisco,«es más fuerte» en aquellosque ya no están en servicioactivo, porque «es también unatarea de fraternidad»: ellosrezan más, deben rezar «máspor por los hermanos que están

allí, en el mundo». Pero«también el nuncio que está ensus funciones» no debe«olvidar esta adoración, paraque el Señor haga crecer lo queél ha sembrado».Estas son, para losrepresentantes pontificios,«tres salidas y tres modos deservir a Jesucristo y a laIglesia». Y «la Iglesia os da lasgracias por estas tres salidas,les agradece mucho». Y,concluyó el Papa, «también yo,personalmente, quiero daroslas gracias: muchas vecesadmiro al recibir, temprano por

la mañana, vuestrascomunicaciones: “Mira como lohace bien este”». A lospresentes, antes de continuarcon la celebración de la misa, elPapa les deseó queprecisamente el Señor conceda«la gracia de estar siempreactualizados en estas tressalidas, estas tres salidas devosotros mismos».

20 de septiembre de 2016. Lavergüenza de la guerra. Martes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 38, viernes 23 deseptiembre de 2016 «Todos hombres y mujeres detodas las religiones, iremos aAsís no para hacer unespectáculo: simplemente paraorar y rezar por la paz». Antesde salir para la ciudad de sanFrancisco, el Papa quiso

reafirmar el sentido de laperegrinación, celebrando lamisa el martes 20 deseptiembre, por la mañana, enla capilla de Santa Marta. «Heescrito una carta a todos losobispos del mundo —afirmó—para que en sus diócesis setengan hoy reuniones deoración, invitando a loscatólicos, a los cristianos, a loscreyentes y a todos loshombres y mujeres de buenavoluntad, de cualquier religión,a rezar por la paz».Así «hoy el mundo tendrá sucentro en Asís, pero estará todo

el mundo rezando por la paz»,dijo el Pontífice a todos, y nodejó de pedir a todos quededicaran «un poco de tiempo,en su casa», tomando «la Bibliao el rosario», para pedir por lapaz, porque el mundo está enguerra, el mundo sufre». Estaguerra, explicó Francisco,«nosotros no la vemos: seacerca a nosotros algún acto deterrorismo, nos asustamos» y«es feo, esto es muy feo». Pero«esto no tiene nada que vercon lo que sucede en esospaíses, en esas tierras dondedía y noche las bombas caen y

caen, caen y matan niños,ancianos, hombres, mujeres:todo».«Dios, Padre de todos, decristianos y no cristianos —Padre de todos— quiere lapaz», afirmó el Papa,añadiendo: «Somos nosotros,los hombres, bajo la tentacióndel maligno, los que hacemoslas guerras para ganar dinero,para hacerse con másterritorio». Hoy, prosiguió, «enel mundo se sufre mucho por laguerra y muchas vecespodemos decir: «Gracias aDios, a nosotros no nos toca».

Y está bien que «agradezcamos—añadió— pero pensemostambién en los demás», entodos los que, en cambio, hansido afectados por la guerra.Haciendo referencia a laprimera lectura propuesta porla liturgia —trata del libro delos Proverbios (21, 1-6.10-13)— Francisco relanzó, enparticular, la expresiónconclusiva: «Quien cierra eloído al grito del pobre, llamaráa su vez, y no obtendrárespuesta». Y así, explicó, «sinosotros hoy cerramos el oídoal grito de esta gente que sufre

bajo las bombas, que sufre elmaltrato de los traficantes dearmas, puede ser que cuandonos toque a nosotros noobtengamos respuestas».En esta perspectiva el Papavolvió a lanzar su llamamiento:«No podemos cerrar el oído algrito de dolor de estoshermanos y hermanas nuestrosque sufren por la guerra». Ypuso también en guardia contrala idea de que se trate dediscutir que no tienen que vercon nosotros: «¿La guerra estálejos? ¡No, está muy cerca!»,afirmó. «Porque la guerra —

explicó— nos afecta a todos,también la guerra comienza enel corazón: por esto debemosorar hoy por la paz», pidiendo«que el Señor nos dé la paz delcorazón, nos quite todo deseode avidez, de codicia, delucha». «Paz, paz» es el gritoque el Papa ha querido repetir.Con el deseo de «que nuestrocorazón sea un corazón dehombre o de mujer de paz»,listos para salir «más allá delas divisiones de las religiones—todos, todos, todos— porquetodos somos hijos de Dios». Y«Dios es el Dios de paz, no

existe un dios de guerra: el quehace la guerra es el maligno, esel diablo, que quiere matar atodos».El Pontífice invitóexpresamente a pensar «hoyno sólo en las bombas, en losmuertos, en los heridos, sinotambién en las personas —niños y ancianos— a los cualesno les puede llegar la ayudahumanitaria para comer; nopueden llegar las medicinas». Y«están hambrientos, enfermosporque las bombas lesimpiden» tener comida y lasmedicinas necesarias. Y

«mientras nosotros hoyrezamos, sería bueno que cadauno de nosotros sintieravergüenza de que los sereshumanos, nuestros hermanos,sean capaces de hacer esto».Hoy, por lo tanto, volvió a decirFrancisco, debe ser un «día deoración, de penitencia, dellanto por la paz; un día paraescuchar el grito del pobre».Este grito «que nos abre elcorazón a la misericordia, alamor y nos salva del egoísmo».Por último el Papa ha queridoagradecer a los que respondana su invitación «por todo lo que

harán por este día de oración yde penitencia por la paz».

22 de septiembre de 2016.Osteoporosis del alma. Jueves. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 39, viernes 30 deseptiembre de 2016 La vanidad, junto con la codiciay la soberbia, es una de las«raíces de todos los males» enel corazón de cada persona. Lacarrera sin descanso, tan típicade nuestros tiempos, «parafingir, parecer ser, aparentar»

no conduce a nada, «no nos dauna auténtica ganancia» y dejala inquietud en el alma.La vanitas vanitatum delEclesiastés (1, 2-11), propuestapor la liturgia del día, ha sido elcentro de la meditación delPapa Francisco durante la misacelebrada en Santa Marta eljueves 22 de septiembre. Elpunto de partida ha sido lainquietud del rey HerodesAntipas descrita en el Evangeliode Lucas (9, 7-9). El soberano,en efecto, «estaba inquieto»porque aquel Jesús del cualtodos hablaban «era para él

como una amenaza». Algunospensaban que fuese Juan, peroel rey repetía: «A Juan, ledecapité yo. ¿Quién es, pues,éste de quien oigo talescosas?». Una inquietud, pusode relieve el Pontífice, querecuerda aquella del padre,Herodes el grande, quien «sedio un buen susto» cuandollegaron los magos para adorara Jesús.En nuestra alma, explicó elPapa, «está la posibilidad detener dos inquietudes: unabuena, que es la inquietud delEspíritu Santo, que nos da el

Espíritu Santo, y hace que elalma esté inquieta por hacercosas buenas, por seguiradelante; y está también lamala inquietud, aquella quenace de una conciencia sucia».Precisamente esta últimacaracterizaba a los dossoberanos contemporáneos deJesús: «tenían la concienciasucia y por eso estabaninquietos, porque habían hechocosas malas y no tenían paz, ycada acontecimiento a ellos lesparecía una amenaza». Por lodemás, su modo de resolver losproblemas era provocando la

muerte, y seguían adelantepasando «sobre los cadáveresde la gente».Quien como ellos, explicóFrancisco, «provoca el mal»,tiene «la conciencia sucia y nopuede vivir en paz»: lainquietud los atormenta y viven«en un prurito continuo, enuna urticaria que no les deja enpaz». Una realidad interior enla cual se centró la reflexióndel Papa: «esta gente haprovocado el mal, pero el maltiene siempre la misma raíz,cualquier mal: la codicia, lavanidad y la soberbia». Las

tres, añadió, «no te dejan laconciencia en paz», todasimpiden que entre «la sanainquietud del Espíritu Santo», y«llevan a vivir así: inquietos,con miedo».Presentada así la situación,inspirado por la primeralectura, el Pontífice se centróen la vanidad: «¡Vanidad devanidades!, ¡vanidad devanidades... Todo es vanidad».La expresión del Eclesiastés,destacó, puede parecer «unpoco pesimista», aunque enrealidad «no todo es así: haygente buena». Pero, explicó

Francisco, «el texto quiereponer de relieve esa tentacióntan nuestra, que es también laprimera de nuestros padres:ser como Dios». La vanidad, enefecto, «nos infla», pero «notiene larga vida, porque escomo una pompa de jabón» yno lleva jamás a «una gananciaauténtica». Sin embargo, elhombre «se preocupa poraparentar, por fingir, por laapariencia». En pocas palabras:«La vanidad es maquillar lapropia vida. Y esto enferma elalma, porque uno maquilla lapropia vida para aparentar,

para parecer, y todas las cosasque hace son para fingir, porvanidad. Pero al final, ¿quégana?».Para hacer comprender mejoresta realidad interior, el Papaha usado algunas imágenesconcretas: «la vanidad es comouna “osteoporosis” del alma:los huesos por fuera parecenestar bien, pero por dentroestán todos arruinados». Y dijotambién: «La vanidad nosconduce al fraude, así como losestafadores marcan las cartaspara obtener ganancias. Peroesta victoria es falsa, no es

verdadera. Esto es la vanidad:vivir para fingir, vivir paraparecer ser, vivir paraaparentar. Y esto inquieta elalma».A este respecto, recordó elPapa, san Bernardo,dirigiéndose al vanidoso, utilizóuna expresión «incluso muyfuerte»: «Piensa en lo queserás. Serás comida de losgusanos». Como si dijese:«todo este maquillaje de la vidaes una mentira, porque tecomerán los gusanos y no serásnada». Pero, «¿dónde está lafuerza de la vanidad?», se

preguntó Francisco.«Impulsados por la soberbiahacia la maldad», no queremos«permitir que se vea un error»,tendemos a «cubrirlo todo». Esverdad que hay mucha «gentesanta»; pero es igualmenteverdad que hay gente de la quese piensa: «¡Qué buenapersona! Va a misa todos losdomingos. Da grandesdonativos a la Iglesia», sindarse cuenta de la«osteoporosis», de la«corrupción que tienendentro». Por lo demás, «lavanidad es esto: te hace

aparentar con cara de santito yluego tu verdad, por dentro, esotra».Ante todo esto, concluyó elPapa, «¿dónde está nuestrafuerza y la seguridad, nuestrorefugio?». La respuesta nos lada también la liturgia. En elsalmo del día, en efecto, se lee:«Señor, tú has sido paranosotros un refugio de edad enedad». Y en el versículoanterior del Evangelio serecuerdan las palabras deJesús: «Yo soy el camino, laverdad y la vida». Esta, dijoFrancisco, «es la verdad, no el

maquillaje de la vanidad».Por ello es importante pedir«que el Señor nos libere deestas tres raíces de todos losmales: la codicia, la vanidad yla soberbia. Sobre todo de lavanidad, que nos hace tantomal».

27 de septiembre de 2016.Tres gracias. Martes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 39, viernes 30 deseptiembre de 2016 «Reconocer la desolaciónespiritual, rezar cuandohayamos sido sometidos a esteestado de desolación espiritualy saber acompañar a laspersonas que sufren durosmomentos de tristeza y de

desolación espiritual». Son lastres gracias que hay que pediral Señor y que el PapaFrancisco señaló al comentarlas lecturas del martes 27 deseptiembre, durante la misamatinal en Santa Marta.Al ofrecer la celebración deldía, fiesta litúrgica de sanVicente de Paúl, por lasreligiosas de la comunidad de laCasa —que por el santo francés«fueron fundadas» y cuya«vida sigue el camino señaladopor él: hacer la caridad»— elPapa centró su propia reflexión,sobre todo, en la primera

lectura del libro de Job (3, 1-3.11-17.20-23). Este último«tenía problemas» porque«había perdido todo. Todos susbienes, e incluso a sus hijos. Ydespués se había puestoenfermo de una enfermedadque parecía la lepra: agresiva,lleno de llagas». En fin, «susufrimiento era tal» que «en unmomento determinado, abrió laboca y maldijo el día en quenació, lo que le ocurría»,diciendo: «Perezca el día enque nací y la noche que dijo:“¡Un varón ha sido concebido!”.Todo esto hubiera sido mejor

que no hubiera sido, que nohubiera ocurrido. Mejor lamuerte que vivir así».Sin embargo, observó elPontífice, «la Biblia dice queJob era justo, era santo». Y unsanto generalmente no «puedehacer estas cosas».Efectivamente, puntualizó elPapa, Job «no maldijo a Dios.Solamente se desahogó y estoera un desahogo: el desahogode un hijo ante el Padre». Unpoco como hizo el profetaJeremías, según lo narrado enel capítulo 20 de su libro en elAntiguo Testamento:

«Comienza con una cosa muybonita —hizo notar Francisco—y dice al Señor: “Yo he sidoseducido por ti, Señor”»; peroinmediatamente después, comoJob, también Jeremías dice:«Maldito el día en el que hesido concebido». Y aún así«estos dos casos no sonblasfemias: son desahogos». Enambos «se desahogan anteDios así», porque «los dos seencontraban sumidos en unagran desolación espiritual».A propósito de lo anterior, elPontífice subrayó cómo ladesolación espiritual es «una

cosa que ocurre a todos: puedeser más fuerte, más débil...pero, ese estado oscuro delalma, sin esperanza,desconfiado, sin ganas de vivir,sin ver el final del túnel, conmuchas inquietudes en elcorazón y también en lasideas», lo vive cada mujer ycada hombre. «La desolaciónespiritual —explicó— nos hacesentir como si tuviéramos elalma aplanada», que «noquiere vivir: “¡la muerte esmejor!” es el desahogo de Job;mejor morir que vivir así».Pero, dijo el Papa, «cuando

nuestro espíritu se encuentraen este estado de tristezaprolongada, en el que casi nose respira, debemos entender»que eso «sucede a todos»: demodo más o menos acentuado,pero les ocurre a todos. Esta esla invitación a «entender quésucede en nuestro corazón», apreguntarse «qué se debehacer cuando vivimos estosmomentos oscuros, a causa deuna tragedia familiar, unaenfermedad, cualquier cosa quete deja por los suelos».Ciertamente, aclaró, no es elcaso de «tomar una pastilla

para dormir y alejarse de loshechos, o tomar una, dos, tres,cuatro copitas» para olvidar,porque «esto no ayuda». Encambio, «la liturgia de hoy noshace ver cómo» hay quecomportarse «con estadesolación espiritual, cuandoestamos apáticos, alicaídos, sinesperanza».Una ayuda llega del salmoresponsorial: «Llegue hasta timi súplica, Señor». Por lotanto, lo primero que hay quehacer es rezar. «Oración fuerte,fuerte, fuerte», ha repetidoFrancisco, subrayando cómo el

«salmo 87 que hemos recitadojuntos», enseña «cómo se reza,como rezar en el momento dela desolación espiritual, de laoscuridad interior, cuando lascosas no van bien y la tristezaentra con fuerza en el corazón.“Yahveh, Dios de mi salvación,ante ti estoy clamando día ynoche”: las palabras sonfuertes. Es lo que dijo Job:“Grito día y noche. Por favorescucha mi súplica”». Endefinitiva, «es una oración»que consiste en «llamar a lapuerta, pero con fuerza:“Señor, estoy colmo de

desventuras. Mi vida está alborde del abismo. Ya mecuentan con los que bajan a lafosa, soy como uno hombreacabado”».En la vida, observó el Papa,«cuántas veces nos sentimosasí, sin fuerzas». Pero «elSeñor mismo nos enseña cómorezar en estos malosmomentos: “Señor, me hasechado en lo profundo de lafosa, en las tinieblas, en losabismos; sobre mí pesa tufuror, llegue hasta ti mioración”. Esta es la oración: asídebemos rezar en los peores

momentos, los más oscuros, demás desolación, más opresores,que nos oprimen», exhortóFrancisco. Porque «esto esrezar con autenticidad» y, encierta manera, es necesario«desahogarse también como sedesahogó Job con los hijos.Como un hijo».Después de indicar elcomportamiento individual quehay que tener en los momentosde desolación espiritual, elPontífice se detuvo luego encómo acompañar a quien seencuentra en tales situaciones.El pasaje bíblico, en efecto,

continúa con la narración de losamigos que fueron a buscar aJob y «permanecieron ensilencio, mucho tiempo». Enefecto, explicó el Papa, «anteuna persona que se encuentraen esta situación, las palabraspueden hacer daño. Solamentetocarlo, estar cerca», demanera que «sienta lacercanía, y responder a lo queél pregunta; pero no soltardiscursos».En cambio, en el caso de Job«se ve que los amigos despuésde un cierto tiempo seaburrieron del silencio» y

empezaron «a soltar discursos,a decir estupideces». En cambio«cuando una persona sufre,cuando una persona seencuentra en un estado dedesolación espiritual, se debehablar lo menos posible y sedebe ayudar con el silencio, lacercanía, las caricias, suoración ante el Padre».De aquí la actualidad de laslecturas litúrgicas. A partir delas cuales Francisco expresó eldeseo de que «el Señor nosayude: primero a reconocer ennosotros los momentos dedesolación espiritual, cuando

nos encontramos en laoscuridad, sin esperanza, y apreguntarnos por qué;segundo, a rezar como hoy nosenseña la liturgia con estesalmo 87 en el momento de laoscuridad —“llegue hasta ti mioración, Señor”». Y tercero,«cuando me acerco a unapersona que sufre», sea poruna enfermedad sea porcualquier otra circunstancia,«pero que se encuentra sumidoen la desolación: silencio». Unsilencio, concluyó, «con muchoamor, cercanía, caricias. Y nosoltar discursos que al final no

ayudan y, además, hacendaño».

Homilías del Papa Francisco,en la Misa de la mañana en

santa Marta.Año 2016.

Textos tomados de:www.vatican.va

Compuestos por:[email protected]

OCTUBRE.6 de octubre de 2016. Vidas amedias.11 de octubre de 2016.Caraduras.14 de octubre de 2016. Comolas galletas de la abuela.18 de octubre de 2016. Lasoledad del pastor.20 de octubre de 2016. En unmar sin riberas.21 de octubre de 2016.Hagamos espacio.24 de octubre de 2016. Nunca

esclavos de la ley.25 de octubre de 2016. Laharina y la levadura.

6 de octubre de 2016. Vidas amedias. Jueves. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 41, viernes 14 deoctubre de 2016 Nuestra vida, «¿es una vida amedias?». ¿Es una vida queignora la fuerza del EspírituSanto? ¿O somos capaces deabrirnos a este «gran don delPadre»? Son las preguntasformuladas por el Papa

Francisco durante la misacelebrada en Santa Marta eljueves 6 de octubre. El hiloconductor fue, precisamente,una reflexión sobre el EspírituSanto sugerida por las lecturasdel día: el pasaje de la Carta alos Gálatas (3, 1-5), donde enlas palabras de san Pablo seencuentra una «discusiónteológica» dedicada al Espíritu,que es «difícil de seguir»; y elpasaje del Evangelio de Lucas(11, 5-13), en la cual está laque el Pontífice ha definido una«sorpresa»: una parábola, enla cual Jesús «habla de la

oración y al final dice: Pedid yse os dará. Se os dará elEspíritu, el Espíritu Santo comoun gran don».Precisamente de aquí surgió laprimera indicación deFrancisco, que quiso subrayarcómo el Espíritu Santo sea «lapromesa de Jesús» en la Últimacena y el «gran don del Padre»,como se lee en la parábola:«Vuestro Padre os dará elEspíritu». Un Espíritu que es«también la fuerza de laIglesia». No por casualidad,hizo notar el Papa, «cuando elEspíritu aún no había venido y

Jesús había ascendido al cielo,estaban todos encerrados, en elCenáculo; tenían un poco demiedo y no sabían qué hacer».En cambio, «desde el momentoen el que llega el Espíritu, laIglesia se abre, sale, sigueadelante y la palabra del Señorllega hasta los confines de latierra».Por ello, dijo el Pontíficeconcluyendo esta primerareflexión, el Espíritu Santo es«el protagonista de la Iglesia»,es «el protagonista de esteseguir adelante de la Iglesia»:

sin Él hay «cerrazón, miedo»,con Él hay «valentía».En el pasaje sucesivo de lameditación se añadió uninterrogante para cadacristiano: «¿Cómo es nuestraactitud con el Espíritu, cómovivimos con el Espíritu»?El Papa hipotizó tres posiblesrespuestas. La primerarecuerda la actitud de losGálatas de la cual hablaba sanPablo. «Es verdad —dijo elPontífice— que todos nosotroshemos recibido la ley, perodespués de la ley el Señor nosjustifica con la gracia, con su

hijo muerto y resucitado». Esdecir, nos ha sido dado «algomás que la ley», o sea Jesús«que da sentido a la ley». Noobstante, esos Gálatas, si bienhabían creído en Jesúscrucificado, «luego escucharona algunos teólogos que lesdecían: “¡No, no! ¡La ley es laley! Lo que te justifica es laley”». Y así «dejaban aJesucristo de lado». Enpráctica, eran «demasiadorígidos» y «para ellos lo quemás contaba era la ley: se debehacer esto, se debe hacer lootro...». Son el mismo tipo de

personas que atacaban a Jesúsy que Él definía «hipócritas».¿Qué le ocurre a quien razonade esta manera? «Este apego ala ley hace que se ignore alEspíritu Santo» y no deja «quela fuerza de la redención deCristo proceda por obra delEspíritu». Ahora bien, dijo elPontífice, es verdad que «estánlos mandamientos y quenosotros debemos seguir losmandamientos», pero siemprea partir «de la gracia de estedon grande que nos ha dado elPadre». Sólo así se comprendede verdad la ley, y no

reduciendo «el Espíritu y elHijo a la Ley».Precisamente este, explicó elPapa, «era el problema de estagente: ignoraban al EspírituSanto y no sabían seguiradelante. Estaban cerrados,cerrados en las prescripciones:se debe hacer esto, se debehacer aquello otro». Y es lamisma tentación en la cualpuede caer cada cristiano: la de«ignorar al Espíritu Santo».Hay además, continuóFrancisco, una segunda actitud,y es la que lleva a«entristecer» al Espíritu Santo.

En este sentido «Pablo dice alos Efesios: “Por favor, ¡noentristezcáis al EspírituSanto!”». Pero, ¿cuándo sucedeesto? Cuando, afirmó Papa, «nodejamos que Él nos inspire, noslleve hacia adelante en la vidacristiana; cuando decimos: “Sí,sí, está el Espíritu que dasentido a mi vida”, pero nodejamos que Él nos diga –y nocon la teología de la ley, sinocon la libertad del Espíritu– quédebemos hacer». Sucedeentonces que «no sabemos conqué inspiración hacemos lascosas y llegamos a ser tibios».

En definitiva, esta es «lamediocridad cristiana», que severifica cuando se impide alEspíritu que realice «la granobra en nosotros».Entonces, la primera actitud esla de «ignorar al EspírituSanto». Es lo de los doctores dela ley que, puso de relieve elPontífice, «fascinan con lasideas, porque las ideologíasfascinan». San Pablo, en efecto,pregunta: «¡Oh insensatosgálatas! ¿Quién os fascinó avosotros...?». Es unarecriminación válida para todosaquellos que se dejan engañar

por «los que predican conideologías» y dejan creer quepara ellos está todo claro. Encambio, explicó Francisco, si esverdad que la revelación deDios «es clarísima», es tambiénverdad que «debemosencontrarla en el camino»; y«los que creen» tener «toda laverdad en sus manos sonignorantes».En segundo lugar, se corre elpeligro de entristecer alEspíritu Santo. Por último está«la tercera actitud», y es la de«abrirse al Espíritu Santo ydejar que el Espíritu nos lleve

hacia adelante». Es lo quesucedió a los apóstoles, que enel día de Pentecostés«perdieron el miedo y seabrieron al Espíritu Santo». Esprecisamente esto lo quedestaca también el versículodel Evangelio de la liturgia deldía: «Abre, Señor, nuestrocorazón y acogeremos laspalabras de tu Hijo». Explicó elPapa: «Para comprender, paraacoger las palabras de Jesús esnecesario abrirse a la fuerzadel Espíritu Santo. Y cuando unhombre, una mujer, se abre alEspíritu Santo, es como una

barca a vela que se deja llevarpor el viento y sigue adelante,adelante, adelante y ya no sedetiene».Para vivir esta realidadplenamente, sugirió Francisco,es necesario rezar. Es, enefecto, lo que se lee tambiénen la parábola evangélica,donde el hombre pide coninsistencia: «Dame el pan. Abrela puerta, dame el pan». YJesús recuerda: «Comovosotros sabéis dar cosasbuenas a vuestros hijos,¿vuestro Padre no os dará el

Espíritu, el gran don, el granregalo bueno?».El Pontífice concluyó lameditación sugiriendo a cadauno que se confronte conalgunos interrogantes:«¿Ignoro al Espíritu Santo?»;«¿mi vida es una vida amedias, tibia, que entristece alEspíritu Santo y no deja en míla fuerza para seguiradelante», o «es una oracióncontinua para abrirse alEspíritu Santo, para que Él melleve hacia adelante con laalegría del Evangelio y mehaga entender la doctrina de

Jesús, la verdadera doctrina, laque no fascina, la que no noshace tontos, sino laverdadera», la que enseña «elcamino de la salvación?».

11 de octubre de 2016.Caraduras. Martes Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 41, viernes 14 deoctubre de 2016 «¿Religión del aparentar?» o«¿camino de humildad?» En lahomilía de la misa celebrada enSanta Marta, el martes 11 deoctubre, el Papa Franciscoseñaló una elección decisivapara la vida de cada cristiano:

también al «hacer el bien»,efectivamente, se puede caeren un peligroso malentendido,que es el de anteponernos anosotros mismos y no «laredención que Jesús nos hadado». El objetivo es el deafirmar «nuestra libertadinterior» mostrándonos almundo cómo somos realmenteen nuestro corazón, sin fácileso astutas operaciones de«maquillaje» exterior.La reflexión del Pontífice surgiódel concepto de libertad. Lainspiración nace de la primeralectura del día (Gálatas 5, 1-6),

en la cual el apóstol Pabloinvita a «mantenerse, pues,firmes y no dejarse oprimirnuevamente bajo el yugo de laesclavitud, es decir, ser libres:libres en la religión, libres deadorar a Dios». Aquíencontramos la primeraenseñanza: «nunca perder lalibertad». Pero ¿Cuál libertad?«la libertad cristiana — explicóel Papa— sólo viene de lagracia de Jesucristo, no denuestras obras, no de nuestrasllamadas “justicias”, sino de lajusticia que el señor Jesucristonos ha dado y con la cual nos

ha recreado». Una justicia,añadió, «que vieneprecisamente de la Cruz».Sobre este argumento insistetambién el pasaje del Evangeliopropuesto por la liturgia(Lucas 11, 37-41). Aquí se leede Jesús que regaña a unfariseo, un doctor de la ley. Leregaña porque, recordó el Papa,«este fariseo invita a almorzara Jesús y Jesús omite lasabluciones, es decir, no se lavalas manos»: no cumple esasprácticas «que eran costumbresde la ley antigua». Ante ciertasprotestas, el Señor afirma:

«vosotros, los fariseos purificáispor fuera la copa y el plato,mientras por dentro estáisllenos de rapiña y maldad». Unconcepto, resaltó Francisco,que Jesús «repite muchasveces en el Evangelio»poniendo en guardia a ciertagente con palabras claras:«vuestro interno es malvado,no es justo, no es libre. Soisesclavos porque no habéisaceptado la justicia que vienede Dios». Que es además «lajusticia que nos ha dadoJesús».En otro pasaje se lee que

Jesús, después de haberexhortado a orar, enseñatambién como se debe hacer:«en tu habitación, que nadie tevea, así sólo tu Padre te ve».La invitación, pues, es a «norezar para aparentar», parahacerse ver, como hacía esefariseo que —narra siempre elEvangelio— ante el altar deltemplo decía: «Dios, gracias,Señor, porque no soy pecador».Los que actuaban así, comentóel Pontífice, eran precisamenteunos «caraduras» y «no teníanvergüenza».En contra de ciertas actitudes,

existe la sugerencia dada por elmismo Jesús y que el Papasintetizó de la siguientemanera: «Cuando hacéis elbien y dais limosna no lo hagáispara ser admirados. Que tumano derecha no sepa lo quehace la izquierda. Hacedlo aescondidas. Y cuando hagáispenitencia, ayuno, por favortened cuidado con lamelancolía, no seáismelancólicos para que todo elmundo sepa que estáishaciendo penitencia».Esencialmente: lo que importa«es la libertad que nos ha dado

la redención, que nos ha dadoel amor, que nos ha dado la re-creación del Padre».Es una libertad interior, quelleva a hacer «el bien aescondidas, sin tocar latrompeta»: efectivamente, «elcamino de la verdadera religiónes el mismo camino de Jesús:la humildad, la humillación».Tanto que Jesús —recordó elPontífice citando la carta dePablo a los Filipenses— «sehumilló a sí mismo, se despojóde si mismo». Y añadió: «es elúnico camino para despojarnosdel egoísmo, la avidez, la

soberbia, la vanidad, lamundanidad».Ante este modelo encontramos,sin embargo, la actitud deaquellos a quienes que Jesúsreprende: «gente que sigue lareligión del maquillaje: laapariencia, el aparentar, elhacer como que, perodentro...». Para ellos, subrayóel Papa, Jesús usa «una imagenmuy fuerte: “vosotros soiscomo los sepulcrosblanqueados, bonitos por fuerapero dentro llenos de huesos,de muertos y podredumbre”».Por el contrario, «Jesús nos

llama, nos invita a hacer elbien con humildad», porque deno ser así se cae en unmalentendido peligroso: «Túpuedes hacer todo el bien quequieras, pero si no lo haceshumildemente, como nosenseña Jesús, este bien nosirve, porque es un un bien quenace de ti mismo, de tuseguridad, no de la redenciónque Jesús nos ha dado».Una redención que, dijoFrancisco, llega a través del«camino de la humildad y delas humillaciones»:efectivamente «no se llega

nunca a la humildad sin lashumillaciones». De tal maneraque «vemos a Jesús humilladoen la cruz».Siguió la exhortación queconcluyó la homilía: «Pidamosal Señor que no nos cansemosde ir por este camino, de nocansarnos de rechazar estareligión del aparentar, delparecer, del hacer comoque...».El compromiso debe ser, encambio, el de proceder«silenciosamente, haciendo elbien, gratuitamente comonosotros gratuitamente hemos

recibido nuestra libertadinterior»

14 de octubre de 2016. Comolas galletas de la abuela. Viernes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 42, viernes 21 deoctubre de 2016 El cristiano no debe ser comolas galletas de la abuela,popularmente llamadas«mentiras» precisamenteporque son bonitas y grandespor fuera pero huecas y sinsustancia por dentro. Así,

acerca de la hipocresía, con suspeores declinaciones, el PapaFrancisco puso en guardiadurante la misa celebrada elviernes 14 de octubre, por lamañana, en la capilla de laCasa Santa Marta. Y el Pontíficesugirió también las líneas paraun examen de concienciaprecisamente sobre el nivel dehipocresía de cada creyente.Partiendo del pasaje evangélicode Lucas (12, 1-7) proclamadodurante la liturgia, Franciscoindicó inmediatamente «unapalabra que el Señor dice a losdiscípulos: “levadura”». Escribe

Lucas, remitiéndose a laenseñanza de Jesús:«Guardaos de la levadura delos fariseos». El Señor, afirmóel Papa, «habla de la levaduratambién en otras ocasiones, alexplicar, por ejemplo, que elreino de los cielos es como lalevadura que la mujer mezclacon la harina, forma la masa yfermenta: así es el reino de loscielos». Además, «el apóstolPablo dice a los Corintios:“Purificaos de la levadura vieja,para ser masa nueva”».En el pasaje propuesto por laliturgia «Jesús habla de una

levadura que no construye elreino de los cielos, de unalevadura que no es buena». Porlo tanto, hay dos tipos delevadura, una buena y la otramala: «la levadura que hacecrecer el reino de Dios y lalevadura que sólo es aparienciaen el reino de Dios». Por lodemás, «la levadura hacecrecer, siempre; y hace crecer,cuando es buena, de modoconsistente, sustancioso y llegaa ser un buen pan, una buenamasa: fermenta bien. Pero lalevadura mala no hacefermentar bien».

Para explicar más eficazmenteesta imagen, Francisco quisocompartir una confesiónpersonal: «Recuerdo que paracarnaval, cuando éramos niños,la abuela nos hacía galletas, yera una masa muy liviana,liviana, era liviana esa masaque hacía. Luego la ponía en elaceite y la masa se inflaba, seinflaba, y cuando la comíamosestaba hueca». Esas galletas enel dialecto se llamaban«mentiras». Y era precisamentela abuela quien nos explicaba larazón de ello: estas galletas«son como las mentiras:

parecen grandes, pero notienen nada dentro, no haynada verdadero allí; no haynada de sustancia».Y Jesús nos alerta: «Guardaosde la levadura de los fariseos,que es la hipocresía». Por ellola invitación del Señor es tenermucho cuidado «con lalevadura de los fariseos, que esla hipocresía».Por lo demás, destacóFrancisco, «muchas veces Jesúsdice “hipócritas, hipócritas” alos fariseos, a los doctores de laley». Por ejemplo, «basta leerel capítulo 23 de Mateo: una

tras otra». Pero, en realidad,«¿qué es esta levadura mala,esta hipocresía?». Pararesponder el Papa tomó«algunos pasajes de la Biblia».Y es así que «el Señor selamenta con el profeta: “Estepueblo me invoca con suslabios pero su corazón estálejos de mí”». Porque, explicóel Pontífice, «la hipocresía esuna división interna, se diceuna cosa y se hace otra: es unaespecie de esquizofreniaespiritual». Aún más, «elhipócrita es un simulador:parece bueno, cortés, pero

detrás de sí tiene el puñal».Precisamente como Herodes,recordó Francisco, que, conmiedo por dentro, «habíarecibido a los magos» con«amabilidad» y «luego, en elmomento de la despedida, dice:“Id e indagad... y cuando loencontréis comunicádmelo,para ir también yo aadorarle”». En cambio quería«matarlo».«El hipócrita que tiene doblecara —insistió el Papa— es unsimulador». Jesús mismo,«hablando de estos doctores dela ley», afirma que ellos «dicen

y no hacen». Y esta «es otraforma de hipocresía, es unnominalismo existencial: losque creen que, diciendo lascosas, lo arreglan todo. No, lascosas hay que hacerlas, no sólodecirlas». En cambio «elhipócrita es un nominalista,cree que con decir las cosas yase hace todo». Además «elhipócrita es incapaz deacusarse a sí mismo: jamásencuentra una mancha en símismo; acusa a los demás».Pensemos, sugirió Francisco,«en la paja y en la viga»:precisamente «así podemos

describir esta levadura que esla hipocresía».En esta perspectiva, «paracomprender qué quieredecirnos Jesús» el Pontíficepropuso los rasgos de unauténtico «examen deconciencia sobre nuestro modode obrar en la vida, sobrenuestra levadura», de modoque «podamos ser más librespara seguir al Señor y decirnossiempre la verdad». Por ello esimportante preguntarse:«¿Cómo crezco yo? ¿Crezco conla levadura vieja que no sirvepara nada? ¿Crezco como los

«crêpes» de mi abuela, vacío,sin sustancia, o crezco con lalevadura nueva, la queconstruye el reino de los cielos,que hace crecer el reino de loscielos? ¿Cómo es milevadura?». Es decir: «¿Conqué espíritu hago las cosas?¿Con qué espíritu rezo? ¿Conqué espíritu me dirijo a losdemás? ¿Con el espíritu queconstruye o con el espíritu quese convierte en aire?».Francisco aconsejó también quenunca nos engañemos anosotros mismos cuandodigamos: «He hecho esto, he

hecho aquello». E indicó másbien el ejemplo de los máspequeños: «¡Con cuánta verdadse confiesan los niños! Losniños jamás, jamás, jamásdicen una mentira, en laconfesión, jamás dicen cosasabstractas: “He hecho esto, hehecho aquello”». Así, pues,explicó el Papa, los niños son«concretos, cuando están anteDios y ante los demás dicencosas concretas, porque tienenla levadura buena, la levaduraque los hace crecer como creceel reino de los cielos». Así, elPontífice concluyó su

meditación pidiendo al Señorque «nos dé, a todos nosotros,el Espíritu Santo y la gracia dela lucidez para identificar cuáles la levadura con la cual yocrezco, cuál es la levadura conla cual yo obro», para estarsiempre dispuestos a respondersinceramente a esta pregunta:«¿Soy una persona leal ytransparente o soy unhipócrita?».

18 de octubre de 2016. Lasoledad del pastor. Martes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 42, viernes 21 deoctubre de 2016 Pablo, Juan Bautista yMaximiliano Kolbe —y con ellosmuchísimos pastores de todoslos tiempos— han vivido en supropia piel la soledad, elabandono y la persecución,pero también «la cercanía del

Señor» sobre todo en losmomentos de prueba. Es unainvitación a reconocer siemprela presencia de Dios, aun en laexperiencia del dolor y de laenfermedad, lo que el Papasugirió durante la misacelebrada el martes 18 deoctubre en la capilla de la CasaSanta Marta.Para su meditación Franciscotomó inspiración del pasaje dela segunda carta de san Pablo aTimoteo (4, 10-17), propuestopor la liturgia. «Pablo está enRoma, prisionero en una casa,en una habitación, con una

cierta libertad, pero esperandono se sabe qué» explicó. Y «enese momento Pablo se sientesolo»: es «la soledad del pastorcuando hay dificultades, perotambién la soledad del pastorcuando se aproxima su final:desnudado, sólo ymendicante». En esta situaciónel apóstol escribe a Timoteo:«Toma a Marcos y tráelecontigo, pues me es muy útilpara el ministerio. Cuandovengas, tráeme el abrigo y loslibros». Es decir, Pablo está«solo y mendicante: mendiga aTimoteo sus pequeñas cosas

para que le puedan ser deutilidad a él».El apóstol es también «víctimade ensañamiento», hasta talpunto que una persona dice:«¡se ha opuesto tenazmente anuestra predicación!». Pabloestá «solo, mendicante, víctimade ensañamiento», y además«dice esa palabra tan triste:“todos me han abandonado”».En el tribunal ha quedado sinasistencia y reconoce: «Sólo elseñor Jesús ha estado cerca demí».Es verdad que el apóstol está«solo, mendicante, víctima de

ensañamiento, abandonado —afirmó Francisco— pero es elgran Pablo, el que oyó la vozdel Señor, la llamada delSeñor; el que fue de una partea otra, que padeció muchascosas y muchas pruebas porpredicar el Evangelio, que dio aentender a los apóstoles que elSeñor quería que también losgentiles entrasen en laIglesia». Es «el gran Pablo queen la oración subió hasta elséptimo cielo y oyó cosas quenadie había oído antes».Pero ahora «el gran Pablo» está«ahí, en esa pequeña

habitación de una casa, enRoma, esperando comoterminará esta lucha en elinterior de la Iglesia entre laspartes, entre la rigidez de losjudaizantes y esos discípulosfieles a él». Y «así termina lavida del gran Pablo, sumido enla desolación: no en elresentimiento y la amargura,sino en la desolación interior».Por lo demás, hizo notar elPapa, «Jesús le había dicho aPedro que habría terminado asítambién él». Y también «todoslos apóstolos terminaron así:“cuando llegues a viejo,

extenderás tus manos y otro teceñirá y te llevará a donde túno quieras”». Este, explicó elPontífice, «es el final delapóstol».Precisamente «desde aquellapequeña habitación de Pablo —dijo Francisco— podemospensar en dos grandes: JuanBautista y Maximiliano Kolbe.El primero, «en su celda, solo,angustiado, manda a susdiscípulos a preguntar a Jesús:“¿eres tú o debemos esperar aotro?”. Y luego el capricho deuna bailarina y la venganza deuna adúltera le corta la cabeza:

termina así el grande JuanBautista, del cual Jesús diceque era el hombre más grandenacido de una mujer».Y aún más «más cercano anosotros —dijo el Papa—pensemos en la celda deMaximiliano Kolbe, que habíarealizado un movimientoapostólico en todo el mundo ymuchas cosas grandes: está enesa celda, hambriento,esperando la muerte» en elcampo de Auschwitz.«El apóstol cuando es fiel no seespera otro final que el deJesús» afirmó Francisco.

Efectivamente se da «eldespojamiento del apóstol: esdesnudado, sin nada, porque hasido fiel». Y tiene la mismasabiduría de Pablo: «Solamenteel Señor ha estado a mi lado»,porque «el Señor no le deja yahí encuentra su fuerza». «Elfinal de Pablo» es sabido:«Después de casi dos años,viviendo así, en laincertidumbre, en esta luchainterna de la Iglesia, unamañana llegan dos soldados, leapresan, le sacan fuera, lecortan la cabeza».Pero ¿cómo puede terminar de

esta manera —es naturalpreguntarse— «un hombre tangrande que ha viajado por elmundo para predicar, que haconvencido a los apóstoles deque Jesús ha venido tambiénpara los gentiles, que ha hechomucho bien, que ha luchado,que ha sufrido, que ha rezado,que ha tenido la más altacontemplación?». Y sinembargo «esta es la ley delevangelio: si el grano de trigono muere, no da fruto, porqueesta es la ley que Jesús mismonos indicó con su persona».Pero con la certeza de que

«después llega laresurrección».«Uno de los teólogos de losprimeros siglos —recordó elPontífice— decía que “la sangrede los mártires era la semillade los cristianos”». Porque«morir así como mártires, comotestigos de Jesús», esprecisamente como «la semillaque muere y da el fruto y llenala tierra de nuevos cristianos».Y «cuando el pastor vive así, noestá amargado: quizás sesiente desolado, pero tiene esacerteza de que el Señor está asu lado». En cambio, cuando

«el pastor, en su vida, se haocupado de otras cosas que noson los fieles —está, porejemplo, pegado al poder, estápegado al dinero, está pegado alas facciones, está pegado atantas cosas— al final no estarásolo, quizás estarán lossobrinos esperando que muerapara ver qué cosa se puedenllevar».Francisco quiso compartir, alrespecto, lo que siente en sucorazón cuando va «a visitar laresidencia para sacerdotesancianos», donde —narró—«encuentro muchos de estos

buenos sacerdotes que handado la vida por los fieles yestán allí, enfermos,paralíticos, en silla de ruedas;pero en seguida se ve aquellasonrisa, porque sienten alSeñor muy cerca de ellos».Ciertamente no se puedenolvidar esos ojos brillantes quetienen y preguntan: «¿Cómo vala Iglesia? ¿Cómo va ladiócesis? ¿Cómo van lasvocaciones?». Sonpreocupaciones que tienendentro «hasta el final, porqueson padres, porque han dado lavida por los demás». En

conclusión, el Pontífice harelanzado el testimonio de«Pablo solo, mendicante,víctima de ensañamiento,abandonado por todos, menospor el Señor Jesús: “¡Sólo elSeñor ha estado cerca demí!”». Porque, insistió, «elpastor debe tener estaseguridad: si él va por elcamino de Jesús, el Señorestará cerca de él hasta elfinal». Recemos por lospastores que están al final desu vida y que están esperandoque el Señor se los lleve con Él.Recemos para que el Señor les

dé la fuerza, el consuelo y laseguridad de que, aunque sesientan enfermos e inclusosolos, el Señor está con ellos,cerca de ellos: Que el Señor lesdé la fuerza».

20 de octubre de 2016. En unmar sin riberas. Jueves. Fuente: www.osservatoreromano.va Rezar, adorar, reconocersepecadores: son las tres sendasque abren al cristiano elconocimiento y la comprensióndel misterio de Dios. Lo indicóel Papa Francisco en la homilíade la misa celebrada en SantaMarta el jueves 20 de octubrepor la mañana.

La reflexión del Pontífice partióde la frase de san Pablo —tomada de la carta a losFilipenses (3, 8)— proclamadaen el versículo antes delEvangelio: «Juzgo que todo espérdida... y lo tengo por basurapara ganar a Cristo, y serhallado en él». La voluntad de«ganar a Cristo» es también«la gracia» que el apóstol pidepara los Efesios en el pasaje dela carta (3, 14-21) elegido parala primera lectura de la liturgia.Se trata de «un pasaje deoración», explicó Francisco.Pablo, en efecto, enseña a los

Efesios «este camino» y «rezade rodillas: “Doblo mis rodillasante el Padre... para que osconceda, según la riqueza de sugloria, que seáis fortalecidospor la acción de su Espíritu”».Lo que el apóstol pide es la«gracia de ser fuertes,fortalecidos, mediante elEspíritu». Pero, ¿por qué quiere«que los Efesios seanfortalecidos por la acción delEspíritu Santo?». Para que«Cristo —responde Pablomismo— habite por la fe envuestros corazones». Este «esel centro», destacó el Papa.

Pero el apóstol «no se detiene,sigue adelante: “Para que,arraigados y cimentados en elamor, podáis comprender contodos los santos... el amor deCristo”». Y de esa comprensiónla carta a los Efesios da estaoriginal explicación:«Comprender con todos lossantos cuál es la anchura y lalongitud, la altura y laprofundidad, y conocer el amorde Cristo que excede a todoconocimiento».«Pablo en esta oración —recordó Francisco— sigueadelante y se sumerge en este

mar, en este mar sin fondo, sinriberas, un mar inmenso que esla persona de Cristo». Y así«reza para que el Padre done alos Efesios —y la pide tambiénpara nosotros— esta gracia:conocer a Cristo».Pero, ¿cómo se puede «conocera Cristo» para que Él sea «laauténtica ganancia» ante lacual «todo lo demás seabasura»? Se puede hacer através del Evangelio. Cristo,recordó el Papa, «está presenteen el Evangelio»: por lo tanto,«leyendo el Evangelioconocemos a Cristo». Y «todos

nosotros hacemos esto, almenos escuchamos elEvangelio cuando vamos amisa». Cierto, se puedetambién conocer a Jesús «conel estudio del catecismo: elcatecismo nos enseña quien esCristo». Pero todo esto —precisó Francisco— «no essuficiente. Para ser capaces decomprender cuál es la anchura,la longitud, la altura y laprofundad de Jesucristo hayque entrar en un contexto,primero, de oración, como lohace Pablo, de rodillas: “Padre

envíame el Espíritu paraconocer a Jesucristo”».De este modo el conocimientova más allá de la superficie y seintroduce en las profundidadesdel misterio. «Nosotros —destacó al respecto el Papa—conocemos al Niño Jesús, Jesúsque cura a los enfermos, Jesúsque predica, que hace milagros,que muere por nosotros yresucita. Sabemos todo esto,pero esto no quiere decirconocer el misterio de Cristo».Se trata, en efecto, de «algomás profundo y por ello esnecesaria la oración: “Padre,

envíame tu Espíritu para queconozca a Cristo”. Es unagracia. Es una gracia que da elPadre».Además de la oración, esnecesaria la adoración. Pablo,indicó Francisco, «no sólo reza,adora este misterio que superatodo conocimiento y en uncontexto de adoración pide estagracia “a Aquel que tiene poderpara realizar todas las cosasincomparablemente mejor de loque podemos pedir o pensar,conforme al poder que actúa ennosotros, a él la gloria en laIglesia y en Cristo Jesús por

todas las generaciones”. Estoes, por lo tanto, «un acto deadoración, de alabanza:adorar». Porque «no se conoceal Señor sin este hábito deadorar, de adorar en silencio».Una actitud que, para elPontífice, no siempre encuentraespacio en la vida del cristiano.«Creo, si no me equivoco —confesó—, que esta oración deadoración es la menos conocidapor nosotros, es aquella quemenos consideramos», como sise tratase de «perder el tiempoante el Señor, ante el misteriode Jesucristo». Se debe, en

cambio, redescubrir «el silenciode la adoración: Él es el Señory yo le adoro».Por último, «para conocer aCristo es necesario tenerconciencia de nosotros mismos,es decir, tener la costumbre deacusarnos a nosotros mismos,de acusarse a sí mismo»,reconociendo ante Dios: «Soypecador. Pero, no, soy pecadorpor definición, porque tú sabeslas cosas que he hecho y lascosas que soy capaz de hacer».Al respecto, Francisco hizoreferencia al capítulo 6 deIsaías, cuando el profeta, en el

momento en el cual ve «alSeñor y a todos los ángeles queadoran al Señor», exclama:«¡Ay de mí, que estoy perdido,pues soy un hombre de labiosimpuros!»: o sea, admite serun pecador. Por lo tanto, «no sepuede adorar sin acusarse a símismo».En definitiva, «para entrar eneste mar sin fondo, sin riberas,que es el misterio deJesucristo», son necesarias lastres actitudes que el Papa hamencionado como conclusión:«La oración: “Padre, envíame elEspíritu para que Él me

conduzca a conocer a Jesús”.Segundo, la adoración almisterio, entrar en el misterio,adorando. Y tercero, acusarse así mismo: “Soy un hombre delabios impuros”». De aquí eldeseo de que «el Señor nosconceda también a nosotrosesta gracia que Pablo pide paralos Efesios, esta gracia deconocer y ganar a Cristo».

21 de octubre de 2016.Hagamos espacio. Viernes. Fuente: www.osservatoreromano.va El Papa Francisco volvió areflexionar sobre el misterio deCristo y de la Iglesia. Encontinuidad con la meditacióndel jueves 20 de octubre ysiguiendo la línea de la liturgiadel día, en la misa celebrada enSanta Marta el viernes 21 sedetuvo a hablar de la unidadque está en el centro del

«misterio de la Iglesia» y quese realiza a través «del vínculode la paz». Como es habitual,la homilía del Pontífice hizoreferencia a la cotidianidad dela vida de cada cristiano: pararesponder de manera «digna» ala «llamada del misterio», hayque aprender a vivir con«humildad», con la «dulzura»que lleva a «soportarnosmutuamente» y con la«magnanimidad» que abre elcorazón a todos.La reflexión partió del pasajede la carta a los Efesios (4, 1-6) donde san Pablo «trata de

explicar, de ayudar acomprender a los Efesios elmisterio de la Iglesia». Unmisterio, dijo el Papa Francisco,que podemos comprender «sólosi somos pequeños». Y, enefecto, la liturgia misma, através del versículo antes delEvangelio —«Te alabo, Padre,Señor del cielo y de la tierra,porque a los pequeños hasrevelado los misterios delreino»— impulsa a los fieles apedir «esta gracia, con elmismo espíritu de ayer, elespíritu de alabanza, deadoración».

En la carta, destacó el Pontífice,«Pablo es claro» e indicaaquello que es más importante:es decir, preocuparnos por«conservar la unidad en elespíritu por medio del vínculode la paz». Por lo demás,añadió, «el saludo del Señor:“Paz a vosotros”, es un saludoque crea un vínculo; un saludoque nos une para crear launidad en el espíritu».Precisamente por esta senda«se profundiza, en el misteriode la Iglesia, la unidad», que eslo que «Jesús había pedido alPadre en la última Cena: “Que

ellos —los míos— sean uno,como tú y yo”». Y el apóstolcontinúa y lo explica mejor:«Un solo cuerpo y un soloespíritu, como una es laesperanza a la que habéis sidollamados. Un solo Señor, unasola fe, un solo bautismo. Unsolo Dios y Padre de todos».«Pero —preguntó Francisco—¿quién hace la unidad? Elvínculo de la paz». En efecto,«si no hay paz, si no somoscapaces de saludarnos en elsentido más amplio de lapalabra, de tener el corazónabierto con espíritu de paz,

nunca habrá unidad. La unidaden el mundo, la unidad en lasciudades, en el barrio, en lafamilia». No por casualidad «elespíritu del mal siembraguerras, siempre. Celos,envidias, luchas, habladurías...son cosas que destruyen la pazy como consecuencia no puedehaber unidad».Pero, ¿cómo debe comportarse,concretamente, un cristiano«para hallar esta unidad?». Larespuesta, también ahora laencontramos en la cartapaulina: «Comportaos de unamanera digna... con toda

humildad, mansedumbre ypaciencia». Tres actitudes enlas que se detuvo el Papa.Ante todo la humildad: «no sepuede ofrecer la paz sin lahumildad. Donde hay soberbia,siempre hay guerra, siempreese querer vencer sobre elotro, creyéndose superior. Sinhumildad no hay paz y sin pazno hay unidad». Luego la«dulzura, es decir lamansedumbre». Y aquí elPontífice dijo: «Tal vez es unpoco exagerado, pero meatrevo a decirlo: hemosolvidado la capacidad de hablar

con dulzura, nuestro modo dehablar es más bienreprendiéndonos. O hablandomal de los demás... no haydulzura. Y la dulzura tiene unpunto que es la capacidad desoportar los unos a los otros».En efecto, san Pablo escribe:«Soportándoos unos a otros».Por lo tanto, añadió el Papa, senecesita mucha «paciencia:soportar los defectos de losdemás, las cosas que no nosgustan».Por último la «magnanimidad».O sea tener un «corazóngrande, un corazón amplio que

tiene espacio para todos y nocondena, no se queda en laspequeñas cosas», no va detrásde habladurías como: «qué dijoeste...» o «he escuchadoesto...». Sino más bien uncorazón donde «hay sitio paratodos. Y esto construye elvínculo de la paz, este es elmodo digno de comportarnospara construir el vínculo de lapaz que es creador de unidad».Quien crea la unidad, explicóFrancisco, «es el EspírituSanto», pero tener ciertasactitudes «favorece, prepara lacreación de la unidad».

Completando esta meditación,el Pontífice invitó también aleer el capítulo 13 de laprimera carta a los Corintios,donde «Pablo retoma estacatequesis sobre el misterio dela Iglesia» y «enseña cómohacer espacio al Espíritu, conqué actitudes nuestras, paraque él cree la unidad». Yenseña también «cómoconstruir entre nosotros elvínculo de la paz para que elEspíritu cree la unidad».El misterio de la Iglesia —concluyó el Papa invitando atodos a rezar al Espíritu Santo

para que nos dé la gracia decomprenderlo y vivirlo— «es elmisterio del cuerpo de Cristo:“Una sola fe, un solo bautismo”,“un solo Dios y Padre de todos,que está sobre todos”, obra “pormedio de todos y está presenteen todos”: esta es la unidadque Jesús pidió al Padre paranosotros y que nosotrosdebemos ayudar a construir,esta unidad, con el vínculo dela paz. Y el vínculo de la pazcrece con la humildad, con ladulzura, soportándose unos aotros, y con la magnanimidad».

24 de octubre de 2016. Nuncaesclavos de la ley. Lunes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 43, viernes 28 deoctubre de 2016 La rigidez del hipócrita no tienenada que ver con la ley delSeñor, sino que tiene relacióncon «algo oculto, una doblevida» que nos convierte enesclavos y hace olvidar queestar de la parte de Dios

significa vivir «la libertad, lamansedumbre, la bondad, elperdón». Son precisamenteestas las actitudes del cristiano—que no debe aparentar serbueno para enmascarar «laenfermedad» de la rigidez—indicadas por el Papa Franciscoen la misa celebrada el lunes24 de octubre, por la mañana,en la capilla de la Casa SantaMarta.«Hemos rezado en el Salmoresponsorial y repetido laoración “feliz el hombre quecamina en la ley del Señor”»puso inmediatamente de

relieve el Pontífice. Y «diciendoesto —continuó— hemos pedidola gracia de caminar en la leydel Señor, porque no es fácil,no es fácil caminar en la ley delSeñor».Precisamente «el pasaje delEvangelio de hoy —explicó elPapa haciendo referencia altexto de Lucas (13, 10-17)—nos enseña esta dificultad decaminar en la ley del Señor ynos indica que es una graciaque debemos pedir: caminar enla ley del Señor». Franciscoindicó «en este pasaje delEvangelio dos palabras fuertes

sobre la mujer: “liberada” y“prisionera”». Lucas, en efecto,escribe que «había una mujer ala que un espíritu teníaenferma hacía dieciocho años yJesús la libera». Pero lo hace«el sábado y la ley diceclaramente que el sábado no setrabaja». Esa era «la leyantigua», afirmó el Papa,mientras que «la ley nueva nosdice no trabajar el domingo».La curación realizada por Jesússuscita indignación en el jefede la Sinagoga, quien, continuóFrancisco, «siente el deber dereprender a la mujer y dice:

“Hay seis días en que se puedetrabajar; venid, pues, esos díasa curaros, y no en día desábado”». A estas palabras«Jesús responde con fuerza:“¡Eres un hipócrita! Porejemplo, ¿qué haces con tubuey, con tu asno? ¿Lo desataspara llevarlos a abrevar, acomer? ¿Y a esta no?”».«La palabra “hipócrita” —pusode relieve el Pontífice— Jesús larepite muchas veces a losrígidos, a aquellos que tienenuna actitud de rigidez alcumplir la ley, que no tienen lalibertad del hijo: sienten que la

ley se debe hacer así y sonesclavos de la ley». Pero «la leyno ha sido hecha para hacernosesclavos, sino para hacernoslibres, para hacernos hijos»,explicó Francisco. San Pablo«predicó mucho sobre esto; yJesús, con pocas predicaciones,pero con muchas obras, nos hahecho comprender estarealidad».«Hipócritas», recordó el Papa,es una palabra que «muchasveces Jesús repite a la genterígida, porque detrás de larigidez hay otra cosa,siempre». Por esta razón

«Jesús dice “¡hipócritas!”:detrás de la rigidez hay algooculto en la vida de unapersona». En efecto, «la rigidezno es un don de Dios; lamansedumbre sí; la bondad sí;la benevolencia sí; el perdón sí;¡pero la rigidez no!».Por lo tanto, dijo Francisco,«detrás de la rigidez haysiempre algo escondido, enmuchos casos una doble vida».Pero «hay también algo deenfermedad: cuánto sufren losrígidos cuando son sinceros yse dan cuenta de esto, sufrenporque no logran tener la

libertad de los hijos de Dios; nosaben cómo se camina en la leydel Señor y no son felices. Ysufren mucho». De este modo,si bien «parecen buenos,porque siguen la ley, detráshay algo que no los hacebuenos: o son malos, hipócritaso están enfermos». De todasformas «sufren».Para presentar con mayorclaridad su razonamiento, elPapa volvió a proponer lahistoria de los «dos hijos de laparábola del hijo pródigo» querelata también Lucas en suEvangelio (15, 11-32). «El hijo

mayor era bueno», tanto que«todos los vecinos, todos losamigos del padre» decían:«¡Qué buen hijo, hace siemprelo que el padre dice!». Peroluego en sus comentariosañadían: «Pobre padre, con elsegundo hijo ha sido unacalamidad, se marchó con eldinero y lleva una vida sucia,una vida de pecador».Sin embargo, al final, lahistoria «se revierte y esepecador, que se había marchadode casa, se da cuenta de haberobrado mal y vuelve, pideperdón y el padre hace fiesta».

El hijo «bueno», en cambio,«está allí y muestra lo que haydetrás de su bondad». O sea,«la soberbia de creerse justo:“A este tú le celebras unafiesta, a ese hijo tuyo, y a mí,que soy tan bueno, quesiempre te he servido, no mehaces una fiesta”».Es esta, explicó Francisco, laactitud del «hipócrita: detrásde obrar el bien, hay soberbia».El hijo pródigo, por su parte,«sabía que tenía un padre y enel momento más oscuro de suvida se dirige al padre». El hijomayor, en cambio, «del padre

entendía sólo que era elpatrón, pero nunca lo habíasentido como padre: era rígido,caminaba en la ley conrigidez». Y aún más: el hijopródigo «dejó la ley a un lado,se marchó sin la ley, contra laley, pero a un cierto puntopensó en el padre y volvió, yobtuvo el perdón».«No es fácil caminar en la leydel Señor sin caer en la rigidez—dijo el Pontífice—, pero losrígidos, como he dicho, sufrenmucho». Hasta tal punto quetambién el jefe de la Sinagoga,de quien habla Lucas en el

Evangelio, «al final seavergonzó porque Jesús le hizorazonar» diciéndole: «¿Pero nohaces esto con tu asno?». Encambio toda la gente, se leetambién en el pasajeevangélico, se alegraba portodas las maravillas que hacíaJesús.Como conclusión, el Pontíficeinvitó a rezar «por nuestroshermanos y nuestras hermanasque creen que caminar en laley del Señor es convertirse enpersonas rígidas: que el Señorles haga sentir que Él es padrey que a Él le gusta la

misericordia, la ternura, labondad, la mansedumbre, lahumildad». Y «que a todos nosenseñe a caminar en la ley delSeñor con esta actitud».

25 de octubre de 2016. Laharina y la levadura. Martes. Fuente: L’OsservatoreRomano, ed. sem. en lenguaespañola, n. 43, viernes 28 deoctubre de 2016 Es «docilidad» la palabra clavede la reflexión del PapaFrancisco durante la misacelebrada el martes 25 deoctubre en Casa Santa Marta.Debe ser esta, efectivamente,la característica principal no

sólo del «camino» de cadacristiano, sino también delcamino más amplio quecaracteriza el reino de Dios.El Pontífice, para continuar sumeditación, hizo sobre todouna breve mención de laliturgia del día anterior: «ayerhemos repetido, y tambiénrezado: “feliz el hombre quecamina en la ley del Señor”. Esnecesario, dijo, «caminar en laley» y «no mirarla; no sóloestudiarla». La ley,efectivamente, «es para lavida, está para ayudar a hacerel reino, a hacer la vida».

Aquí comenzó la profundizaciónque caracterizó la homilía delmartes. Tomó como referenciael pasaje del Evangelio de sanLucas (13, 18-21) en el cual, através de las similitudes con elgrano de mostaza y de lalevadura, «el Señor nos diceque también el reino está encamino».Pero «¿Qué es el reino deDios?» Alguien, supuso el Papa,podría pensar que sea «unaestructura bien hecha», con«todo en orden» y«organigramas bien hechos», yque aquello que no entre en

esta organización nopertenezca al reino de Dios.Pero pensar de esa manerasignificaría caer en el mismoerror en el cual se puede caerrespecto a la ley: «la “fijeza”, larigidez».Sin embargo, explicó Franciscoutilizando un insólito cuantoeficaz verbo transitivo, «la leyestá para caminarla». E incluso«el reino de Dios está encamino». Y no sólo el reino «noestá parado», es más, «el reinode Dios “se hace” todos losdías».

Para aclarar este concepto, dijoel Pontífice, «Jesús habla dedos cosas de la vida cotidiana:la levadura no se mantienelevadura, porque al final seestropea; se mezcla con laharina, está en camino y haceel pan»; y de la misma manera«la semilla no permanecesemilla: muere y da vida alárbol». Entonces: «la levaduray la semilla están en caminopara “hacer” algo». Y también«el reino es así». El Papa quisoreiterar el concepto: «Levaduray semilla mueren. La levaduraya no es levadura: se mezcla

con la harina y se convierte enpan para todos, comida paratodos. La semilla ya no serásemilla: será árbol y seconvierte en casa para todos,para los pájaros...».No se trata, explicó Francisco,de «un problema depequeñez», por el cual sepuede pensar: «es pequeño, espoca cosa, o algo grande». Es,más bien, «un problema decamino», y precisamente en elcamino «sucede latransformación».Haciendo referencia de nuevo ala homilía del día anterior —en

la cual se había puesto derelieve «la actitud del que veíala ley que no camina, que erafija» y se entendía que «lafijeza, era una actitud derigidez»— el Pontífice pasó alnivel del compromiso y delesfuerzo personal de cadacristiano: «¿Cuál es la actitudque el Señor pretende denosotros, para que el reino deDios crezca y sea pan paratodos y casa, también, paratodos?». La respuesta estáclara: «la docilidad».Efectivamente, añadió, «elreino de Dios crece con la

docilidad ante la fuerza delEspíritu Santo».Francisco retomó en estesentido la simbología propuestapor el párrafo evangélico: «laharina deja de ser harina y seconvierte en pan, porque esdócil a la fuerza de lalevadura»; y aún más: «lalevadura se deja amasar con laharina». Y aunque «la harinano tiene sentimientos», sepuede pensar que en ese«dejarse amasar» se dé «algúnsufrimiento», así como,después, en el «dejarsecocinar».

La misma dinámica, dijo elPapa, se encuentra tambiénrespecto al reino de Dios que«crece así, y después, al finales comida para todos». Asícomo «la harina es dócil con lalevadura» y «crece», lo mismoocurre en el reino de Dios: «Elhombre y la mujer dóciles anteel Espíritu Santo crecen y sondon para todos. También lasemilla es dócil para serfecunda, y pierde su entidad desemilla y se convierte en otracosa, mucho más grande: setransforma». Por este motivo elreino de Dios «es como la ley:

en camino». «Está en caminohacia la esperanza, está encamino hacia la plenitud» y,sobre todo, «se hace todos losdías, con la docilidad ante elEspíritu Santo, que es el queune nuestra pequeña levadurao la pequeña semilla a lafuerza, y los transforma paracrecer».Llegados a este punto elPontífice delineó otro vínculocon la reflexión del día anterior,cuando había hablado de larelación con la ley: «nocaminar la ley —dijo— nos hacerígidos y la rigidez nos hace

huérfanos, sin Padre». Porquequien es rígido «solamentetiene dueños, no un padre». Asíel reino de Dios, que se realizacaminando, «es como unamadre que crece fecunda», y«se entrega a sí misma paraque los hijos tengan alimento ycasa, según el ejemplo delSeñor».Por ello, concluyó Francisco,debemos «pedir la gracia de ladocilidad al Espíritu Santo».Efectivamente, muy a menudo«somos dóciles ante nuestroscaprichos, ante nuestrosjuicios» y pensamos: «Yo hago

lo que quiero». Pero «así nocrece el Reino» y «no crecemosnosotros». Será en cambio «ladocilidad ante el espíritu Santola que nos haga crecer ytransformar como la levadura yla semilla».