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fa división territorial en la marca Superior de al-t1ndalus por Luis Molina Martínez y María-Luisa Ávila Navarro E Estado omeya de al-Andalus tuvo siem- pre, a lo largo de sus dos siglos de existencia, una clara vocación centralista. Por ello no es de extrañar que, con el paso del tiempo, fuera creando una compleja organización del territo- rio bajo su dominio con un objetivo si no úni- ca, primordialmente fiscal. AI-Andalus se hallaba dividido en una serie de provincias de muy desigual extensión y po- blación; pequeñas y densamente pobladas las más fértiles -las más ricas, por tanto-: como las situadas en el Valle del Guadalquivir: Jaén, Córdoba, Cabra, Écija, Morón, Carmona, Se- villa, Sidonia, Niebla; mucho mayores y con pocos habitantes las de las zonas montañosas y de la Meseta Sur. La más completa y fiable rp]ación de provin- cias de al-Andalus es la que nos ofrece el histo- riador y geógrafo cordobés Ahmad al-Riizi (m. 955) en la Introducción Geográfica de su His- toria y en ella se basaron principalmente Lévi- Proven<;al y Monés para elaborar sus propias nóminas provinciales. Sin embargo, bien por- que al-Razi omitiera algún nombre, bien por- que se produjeran efectivamente algunas modi- ficaciones en la división provincial, lo cierto es que esa relación suministrada por el cronista cordobés no puede ser considerada totalmente exacta y completa, pues las fuentes históricas mencionan los nombre de algunas provincias no citadas por Al,1mad al-Raú, como las de Prie- go, Osuna, Baza, etc. Ignoramos en qué momento se implanta esta división territorial vigente en los años en los que escribe su Historia al-RazI, pero lo cierto es que hasta bien entrado el reinado del califa CAbd al-Ral;1man 1Il, dicha división -en el caso de que existiera con anterioridad- no se- ría auténticamente efectiva, debido a que el po- der central se veía incapaz de mantener duran- te largos períodos dé tiempo todo el territorio de al-Andalus bajo su control, llegando en oca- siones la situación a extremos como en la épo- ..... oz;;o"lO.-........ RepresentaCión de la • '" península Ibérica y del norte de Afríca .... 'en un mapa de al-Istajd. ca del emir CAbd Allah, el soberano anterior a cAbd al-Ral)man 11I, de quien las crónicas cuentan, con cierta exageración, que en algunos momentos de su reinado su poder no se exten- día más allá de las murallas de Córdoba. Centrándonos en la Marca Superior, hasta la toma de Zaragoza por el califa CAbd al- 1I1 en el 937, son muy escasos y bre- ves los períodos en que esa zona permanece en su totalidad bajo la autoridad de los soberanos cordobeses. Sus ciudades y regiones cambian continuamente de mano de acuerdo con los ava- tares de los enfrentamientos entre las distintas familias dominantes. El poder central a lo más que llega en el mejor de los casos es a recono- cer y legitimar situaciones de hecho, por lo que difícilmente podía imponer una delimitación territorial por él diseñada. 11

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fa división territorialen la marca Superior de al-t1ndalus

por Luis Molina Martínez y María-Luisa Ávila Navarro

EEstado omeya de al-Andalus tuvo siem­pre, a lo largo de sus dos siglos de existencia,una clara vocación centralista. Por ello no es deextrañar que, con el paso del tiempo, fueracreando una compleja organización del territo­rio bajo su dominio con un objetivo si no úni­ca, sí primordialmente fiscal.

AI-Andalus se hallaba dividido en una seriede provincias de muy desigual extensión y po­blación; pequeñas y densamente pobladas lasmás fértiles -las más ricas, por tanto-: comolas situadas en el Valle del Guadalquivir: Jaén,Córdoba, Cabra, Écija, Morón, Carmona, Se­villa, Sidonia, Niebla; mucho mayores y conpocos habitantes las de las zonas montañosas yde la Meseta Sur.

La más completa y fiable rp]ación de provin­cias de al-Andalus es la que nos ofrece el histo­riador y geógrafo cordobés Ahmad al-Riizi (m.955) en la Introducción Geográfica de su His­toria y en ella se basaron principalmente Lévi­Proven<;al y Monés para elaborar sus propiasnóminas provinciales. Sin embargo, bien por­que al-Razi omitiera algún nombre, bien por­que se produjeran efectivamente algunas modi­ficaciones en la división provincial, lo cierto esque esa relación suministrada por el cronistacordobés no puede ser considerada totalmenteexacta y completa, pues las fuentes históricasmencionan los nombre de algunas provincias nocitadas por Al,1mad al-Raú, como las de Prie­go, Osuna, Baza, etc.

Ignoramos en qué momento se implanta estadivisión territorial vigente en los años en los queescribe su Historia al-RazI, pero lo cierto es quehasta bien entrado el reinado del califa CAbdal-Ral;1man 1Il, al-Na~ir, dicha división -en elcaso de que existiera con anterioridad- no se­ría auténticamente efectiva, debido a que el po­der central se veía incapaz de mantener duran­te largos períodos dé tiempo todo el territoriode al-Andalus bajo su control, llegando en oca­siones la situación a extremos como en la épo-

.....oz;;o"lO.-........ RepresentaCión de la• '" península Ibérica

A~ y del norte de Afríca.... 'en un mapa

de al-Istajd.

ca del emir CAbd Allah, el soberano anterior acAbd al-Ral)man 11I, de quien las crónicascuentan, con cierta exageración, que en algunosmomentos de su reinado su poder no se exten­día más allá de las murallas de Córdoba.

Centrándonos en la Marca Superior, hasta latoma de Zaragoza por el califa CAbd al­Ra~an 1I1 en el 937, son muy escasos y bre­ves los períodos en que esa zona permanece ensu totalidad bajo la autoridad de los soberanoscordobeses. Sus ciudades y regiones cambiancontinuamente de mano de acuerdo con los ava­tares de los enfrentamientos entre las distintasfamilias dominantes. El poder central a lo másque llega en el mejor de los casos es a recono­cer y legitimar situaciones de hecho, por lo quedifícilmente podía imponer una delimitaciónterritorial por él diseñada.

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«sensiblemente distinto del de las circunscrip­ciones provinciales del intelioD>. La causa de es­tas diferencias era, evidentemente, el carácter dezonas fronterizas que hacía que en ellas lo mi­litar predominase sobre cualquier otra conside­ración.

Hussain Monés lleva más lejo.s hl teoría deLévi-Proven~al y considera que existían dos ti­pos de provincia en al-Andalus, las coras y·lasmadinas, especie de ciudades-provincia. Esassupuestas madinas serían <das regiones de im­portancia militar: las de las fronteras, la capi­tal y la regiÓri que la protegía del norte» -serefiere con esta última a la provincia de FirriS,Castillo del Hierro, al noroeste de Córdoba-oPiensa también Monés que las ciudades-provin­cia se regían por un jefe militar (qa'id), mientrasqUe las caras estaban al mando de un goberna­dor civil (Camil). Pero los datos que poseemosno nos permiten dar por buena esta suposición,puesto que tenemos noticias de varios persona­jes que desempeñaron el cargo de ciimil deZaragoza y de otras provincias de la Marca

Casco antiguode Huesca.Ciudad claveen la defensa de laMarca Superior

¡ de al-Andalus.

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A partir de la caída de la dinastía omeya y delsurgimiento de los Reinos de Taifas, a comien­zos del siglo Xl, la antigua división provincialdesaparece definitivamente en la Marca Supe­rior, que con los Tuyibíes y, sobre todo, con losBanü Hüd, constituye una unidad política.

De lo dicho se desprende que la organizaciónterritorial que nos ha conservado Alfmad al­Razl, y que de él pasó a multitud de autores queescribían cuando ya no quedaba el menor ves­tigio de ella, no tuvo en la Marca Superior unavida dilatada. Sin embargo ello no quiere decirque el estudio de dicha organización territorialen la Marca Superior carezca de interés; muy alcontrario, es el único método que poseemospara intentar conocer con precisión el pªpel quejugaba la Marca dentro de la estructura admi­nistrativa y política del Estado omeya, apartede que, por encima de las alternancias políticas,los factores puramente geográficos que influye­ron en la delimitación de las fronteras provin­ciales hicieron que, después dl;) la des~paricióndel poder central, se mantuviera una cierta di­visión regional del territorio.

La denominación habitual que los textos hi.s­panoárabes dan a las provincias de al-An.daluses la de cara (kura), pero, como notó muy bienLévi-Proven<;al, este término no suele ser apli­cado a las provincias de las Marcas. La cuestiónen sí careceria de importancia si no fuera por­que tras esas diferencias en la nomenclaturapueden esconderse sensibles diferencias en el ré­gimen administrativo entre las circunscripcionesde las zonas fronterizas y las de las regiones me­ridionales. Esta es la razón de que se halla pres­tado bastante atención a esteproblema y de quetambién nosotros nos detengamos brevementeen esta cuestión.

Lévi-Proven<;al piensa que las Marcas eran«opuestas a las circunscripciones provincialesdel interior, llamadas caras» y que, por sus es­peciales características, su estatuto debía ser

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Superior, como es el caso de cAbd Allah ibnKulayb en el 234/848-849 o cAbd al-Wahhabibn Ahmad ibn Mugit en el 257/870-871. Porotra p~rte, no parece muy convincente la expli­cación que da para la presencia de FirriS' den­tro de esa relación de ciudades-provincia, puespor importancia estratégica para la defensa deCórdoba ante el ~ntonces muy lejano enemigodel norte con mucho mayor motivo debía figu­rar en esa relación el Llano de los Pedroches(Fal)$ al-Ballüt) , atravesado por buena parte delos caminos que llevaban a Córdoba desde elnorte.

La distinción entre caras y madinas que haceMonés parece, por tanto, poco creíble. Sus ar­gumentaciones se basan principalmente en eltestimonio de dos obras geográficas, la FarJ:wtal-anfus de lbn Gii.lib y el MuCyam al-bu/dande Yáqüt; ambas derivan de Al:tmad al-Ráií,pero ninguna de ellas -y esto es más claro enla de Yaqüt- ha conservado fielmente la pre­cisa terminología administrativa que utilizabael historiador cordobés. Como demuestra eltomo V del Muqtabis de Ibn I:Iayyan, y bastacon ver los índices de la edición y de la traduc­ción, muchas de las supuestas madinas ociudades-provincia de Monés son mencionadasen esta fuente -más antigua y fiable que lasotras dos- como caras, por ejemplo, Santaver,Calatrava, FirrE, Santarem, Lisboa y Ocsouo­bao Nótese, sin embargo, que ninguna de lasprovincias de la Marta Superior es denominada

cara, a pesar de que todas ellas son citadas nu­merosas veces en la obra.

Jacinto Bosch, par su parte, señala que, aun­que es muy poco frecuente hallar el términocara aplicado a las provincias fronterizas, síencontramos la expresión genérica «las caras dela Marca». Por ello piensa que no es pertinen­te establecer una diferenciación radical entre cir­cunscripciones de la frontera y del interior y quetodas ellas recibían el nombre de cara.

En el estado actual de nuestros conocimien­tos es imposible resolver definitivamente lacuestión. Una cosa está clara: las provincias dela Marca Superior no recibieron nunca la deno­minación de cara, a pesar de contar con una es­tructura interna (una ciudad capital y, de elladependientes, un nuevo variable de distritos, iq­lim, pI. aqa/im) aparentemente idéntica a la delas caras. Cuáles fueron las razones de esas di­ferencias en la denominación es algo que igno­ramos, pero como hipótesis podría pensarse quela causa está en el tipo de relación existente en­tre estas provincias fronterizas y el poder cen­tral. Así, mientras que las caras dependen to­das y cada una de ellas directamente deCórdoba, en la Marca Superior parece existir enocasiones una especie de virreinato en Zarago­za bajo cuya jurisdicción se hallan todas las pro­vincias de la Marca y que constituye un poderintermedio entre las circunscripciones de esazona y la capital del Estado.

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Alberca (s. XI), castillo'musulmán de Balaguer

(Lérida).

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La división provincial en la MarcaSuperior

Nuestra fuente principal para establecer la di­visión provincial que existía en la Marca Supe­rior durante el período cordobés va a ser la obradel historiador y geógrafo cordobés A1)mad al­Riizl. El original árabe de su crónica no se nosha conservado, pero no es difícil su reconstruc­ción, al menos en su sección geográfica, queconstituía la Introducción de la obra, gracias ala traducción portuguesa realizada hacia el 1300para el rey don Dionís de Portugal, traducciónque, aunque también perdida, sirvió de base ala versión castellana (la famosa Crónica delmoro Rasis) y a la Crónica de 1344. Por otraparte son muy numerosos los autores árabesque reproducen extensos pasajes de la obra deAl)mad al-Riizi, copiándolos más o menos lite­ralmente. No es en modo aLguno exageradoafirmar que al-Riizl es el padre de la Geografíaen al-Andalus, pues no sólo fue el precursor in­discutible, sino que su influencia sobre la pro­ducción posterior se mantuvo viva y con fuer­za hasta el siglo XVll.

De acuerdo con los datos de al-Razí, pode­mos ubicar en La Marca Superior las provinciasde Tudela, Huesca, Barbitiiniya, Zaragoza yLérida. .

No incluimos dentro de esta relación a Cala­tayud, a pesar de que frecuentemente los inves­tigadores modernos la han considerado provin­cia independiente, ya que como tal aparece enla Crónica del moro Rasis. Sin embargo todaslas fuentes árabes que siguen a al-Riizi, en es­peciallbn Giilib y Yaqüt, coinciden en hacerladep.;:nder de Zaragoza. Por otra parte, las lo­calidades que, de acuerdo con la redacción dela Crónica del moro Rasis, parecen depender deCalatayud -Maluenda, Daroca y Somed- soncitadas siempre por los geógrafos y los cronis­tas hispanomusulmanes como pertenecientes ala jurisdicción (Camal) de Zaragoza. En cual­quier caso, Calatayud disfrutó siempre de unaposición algo especial por la importancia estra­tégica que tenía al ser paso prácticamente obli­gado en el camino hacia Zaragoza y en largosperíodos de su historia musulmana contó congobernador propio.

Provincia de Zaragoza

La provincia de Zaragoza era la más extensa eimportante de toda la Marca Superior y ocupa­ba una posición central al estar rodeada por las

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otras: Tudela al oeste, Huesca al norte, Barbi­tiiniya y Lérida al este.

Sin duda era también la más poblada, pues,aparte de la capital, la mayor ciudad de la Mar­ca, tenía bajo su jurisdicción localidades impor­tantes como Calatayud y Daroca. También con­tribuiría a hacerla la provincia más poblada elhecho de que en su territorio se encontraban losfértiles valles de un buen número de ríos impor­tantes, el Ebro, el Jalón, el Jiloca, el Gállego,el Huerva, etc. Más adelante veremos cómo lahidrografía juega un importante papel en la di­visión provincial de la Marca Superior.

El número de topónimos mencionados porlos geógrafos y cronistas árabes como pertene­cientes a la provincia de Zaragoza es muy eleva­do. Entre los que adquirieron mayor renombre,por uno u otro motivo, podemos mencionarAlcañiz, Rueda, Belchite, Ricla, Cutanda y Cas­pe, además de las localidades antes nombradas,como Calatayud y Daroca.

Pero más importante que ofrecer una largarelación de nombres nos parece intentar fijarcon la mayor exactitud posible los Límites deesta provincia, estudio que realizaremos tam­bién para las otras circunscripciones que enu­meremos.

Alquézar (Huesca).Anr/gua forralela

musulmana, despuéscasr/llo a/sr/ano.

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Gabarda (Huesca).Restos del castillomusulmán.

Como antes dijimos, al oeste de Zaragoza seencontraba la provincia de Tudela. La línea li­mítrofe entre ambas debía pasar muy cerca deBorja, localidad que en los textos más antiguosaparece casi siempre citada junto a Tarazona,como si constituyeran una unidad geográfica.Esto podría hacernos pensar que Borja se ha­llaba incluiaa en la misma provincia que Tara­zona, es decir, la de Tudela, pero un autor tar­dío, Ibn al-Abbar, nos informa en su Takmilaque Borja pertenecía a Zaragoza. En cualquiercaso, el poblado de Cabañas de Ebro, a orillasdel río, era ya indudablemente parte de la pro­vincia de Zaragoza.

Desde allí la línea de demarcación continua­ría hacia el este, posiblemente a través de losMontes de Castejón hasta alcanzar en el río Gá­llego los actuales límites entre Zaragoza y Hues­ca, con Zuera como punto más septentrional,bajando por la Sierra de Alcubierre -Robrespertenecía ya a Huesca-, los Monegros -tam­bién mencionados dentro de la provincia deHuesca-, Caspe, Alcañiz y Calanda. poblan­do hacia el oeste a partir de Calanda, llegaba aCutanda y, en ese punto, seguiría el valle delJiloca, dejando el río al este y alejándose pro­gresivamente de él hasta llegar al Jalón a la altu­ra de Ariza. Finalmente la línea torcía hacia elnoreste, alcanzando de nuevo la frontera entreZaragoza y Tudela.

Sin embargo estos límites pueden variar algoen su sector meridional si tenemos en cuenta ladescripción que al-CUgri hace de tos distritos deZaragoza. Uno de ellos, el de Zaydün, «conti­guo a Tortosa, Valencia, Tudmír y Santaver»,ve nacer en su territorio el río Jiloca, «por lazona de la ciudad de Galwfirja», que con mu­chas reservas podríamos identificar con Celia ocon Celadas, ya cerca de Teruel, con lo que ladivisoria entre la provincia de Zaragoza y la si­tuada al sur de ella, la de Santaver, en lugar deseguir una línea recta desde Calanda a Cutan­da bajaría d.esde la primera localidad hacia el

suroeste, hasta llegar al nacimiento dél río Ji·loca y luego seguiría el curso de este río haciael norte.

La mejor descripción de la provincia de Za­ragoza es, sin lugar a dudas, la que nos ofreceel geógrafo almeriense del siglo XI Alünad ibncUmar al-CUgrí. La enume.ración que hace delos distritos (aqfillm) de Zaragoza nos demues­tra que, como era lógico suponer por otra par­te, la población se agrupaba casi exclusivamenteen los valles de los ríos más importantes, Ebro,Gállego, Jalón, Jiloca y Huerva. El texto deal-cUdri" dice:

«Distritos de Zaragoza:

Distrito de la Ciudad, que va desde la PI,l~r­

ta meridional de Zaragoza hasta la Cuesta (Ca­qaba) de Mallla (Velilla).

Distrito de Qa$r cAbbfid (Cazarabet), conti­guo al de la Ciudad. Qa!jr cAbbfid se halla cer­ca de Tortosa y en estos momentos está anexoa ella.

Distrito de eutanda, a sesenta millas de laciudad de Zaragoza. En este distrito nace el ríoBalfas(Huerva), en Una hoz conocida por FayyBarjra.

Distrito de Zaydün, contiguo a Tortosa, Va­lencia, Tudmír y Santaver. En este distrito, enla comarca de la ciudad de Galwiirja, nace el ríoJiloca, que sigue su curso hasta desembocar enel Jalón.

Distrito de Baltas, cuyo río (el Huerva) riegadesde la aldea de Muwfila (Muel) hasta la ciu­dad de Zaragoza a lo largo de veinte mÍllas (... ).

Distrito de Fu.ntus, que tiene un manantialque riega desde la comarca de Balad Nuwabohasta que desemboca en el río Ebro, a lo largode veinte millas.

Distrito de Jalón, al occidente de Zaragoza,cuyo río riega desde la aldea de Cabañas y Ri­cla hasta la Puerta de Zaragoza a lo largo decuarenta millas (... ).

1S

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Borja (Zc¡ragoza).Restos de la fortaleza

musulmana.

Distrito de Balsar (Belchite), donde se hallala fortaleza de al-MunastTr (Almonacid), cono­cida como Zuda de los Banü Jat~ab (... ).

Distrito de Gállego, cuyo río riega la zona ad­yacente al Puente de Zaragoza (... ). En su tra­mo final el río riega desde al-$ujayra (Zuera),pasando por Manzillfassan, hasta el Puente deZaragoza a lo largo de veinte millas».

Sólo con la lectura superficial de este valio­so texto se aprecia la estrecha relación, a la queantes aludíamos, entre los valles de los ríos y losdistritos de esta provincia:

En el río Ebro se situaban el de la Ciudad,desde Zaragoza a Velilla, y el de Cazarabet, quedebía extenderse hasta los limites con Tortosa.

El distrito de Jalón comprendía el curso bajode ese río, desde Riela, y el tramo del Ebro quecorre entre Cabañas y Zaragoza.

En el Huerva hallamos los distritos de Cutan­da, en su curso alto, y de Pleitas o BaltaS, ensu tramo final, a partir de la aldea de Mue!.

En el Gállego, en el sector que pertenecía aZaragoza, ya que sus primeros kilómetros trans­currían por la provincia de Huesca, el distritode ese mismo nombre.

Sobre el Jiloca, en su curso alto, se hallabael distrito de Zaydún.

Por último, el de Belchite debía ocupar la ri­bera del Aguasvivas y el de Funtus, si lo identi­ficamos con Fuentes de Ebro, la del pequeño ríoGinel.

Salta a la vista que esta relación de distritosde Zaragoza no es completa, pues aun limitán­donos a los valles de los ríos, quedan fuera deella el tramo final del Jiloca, entre el distrito deZaydún y su desembocadura en el Jalón, conDaroca como ciudad más importante, y el cur­so alto del Jalón, en la comarca de Calatayud.

La no mención de estos dos distritos en la re­lación aquí comentada nos obliga a volver so-

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bre una cuestión que ya apuntamo~ antes: lasversiones romances de la obra de AJ:tmad al­Razi, nuestra fuente principal para conocer ladivisión teritorial en al-Andalus, nos hablan deCalatayud, como provincia distinta de la de Za­ragoza y bajo cuya jurisdicción se hallaban ciu­dades como Daroca. El texto de al-cUdn pare­ce corroborar esa opinión, al omitir justamentelas comarcas de Calatayud y Daroca. Aducía­mos antes en contra de esta suposición la una­nimidad casi total entre los cronistas y geógra­fos árabes a la hora de situar Calatayud dentrode las dependencias de Zaragoza, pero, puestoque las palabras de al-CUgrÍ hacen brotar denuevo la duda, intentaremos acallada con prue­bas tomadas precisamente de las dos obras quela han provocado: la de al-cUdrT y la Crónicadel moro Rasis.· ,-

Panorámica del castillomusulmán de Daroca(zaragoza), (SS. V///-XII).

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CIUDADE:S MUSULMANAS EN ARAGÓNss. X-)(J

El geógrafo almeriense sigue en sus descrip­ciones de las provincias de al-Andalus el mismoesquema en todos los casos: comienza con unadescripción geográfica de la capital y de la pro­vincia y continÚa con la mención de los rebel­des que enseñorearon la provincia. Cuando ha­bla de Calatayud -lo mismo ocurre conDaroca- no hallamos la menor descripcióIlgeográfica, sino que pasa directamente a réla­tar acontecimientos históricos, de forma que Laestructura general de todo el capítulo no da piepara aceptar la independencia administrativa deCalatayud y Daroca con respecto a Zaragoza.

-Para corroborar nuestra hipótesis contamos conotfo dato revelador proporcionado por el mis­mo al-CUgri: al relatar la campaña de Osma del322/934, dirigida por él califa al-Na~ir, refierela sumisión de la fortaleza de Maluenda, ocu­pada por hombres del tuyibí Muhammad ibnHasim. Esta fortaleza, situada a ~rillas del Ji­loca y muy cerca de Calatayud, pertenecía, se­gún. al.cUgri, a la jurisdicción (Camal) de Zara­goza. Su posición geográfica, justamente en elcentro del territorio que ocuparía la supuestaprovincia de Calatayud, nos obliga a pensar quesi Maluenda dependía de Zaragoza, toda la co-

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marca en la que se encuadra, Calatayud y Da­roca, tambiéa dependían de ella.

La Crónica del moro Rasis, como hemos di­cho, habla de una provincia de Calatayud, peroalgunos indicios nos permiten suponer que setrata de una interpolación de los traductores alportugués. Toda la sección geográfica de estaCrónica sigue un esquema inmutable, en el quecada capítulo, que contiene la descripción deuna provincia, se irucia con la frase «parte eltérmino' de ... con el de... », mencionando en ellala provincia que va a describir y la que acabade descri bir. En el caso de Calatayud esta reglaparece cumplirse en principio (<<parte el térmi­no de Calatayud con el de <;aragos;a» pero, alpasar a la siguiente cora, a los interpoladores seles pasó por alto modificar la frase convenien­temente -algo que, por cierto, no olvidaron alintroducir también por su cuenta la provinciade Badajoz, interpolación ésta debida a los tra­ductores al castellano, no a los portugueses-oDe este modo hallamos que «parte el términode Baruxa con el de <;aragos;a», con lo que que­da claro que en el texto original de Al)mad al­R1i.zí no se menciona Calatayud como «térmi­no» o provincia.

A pesar de'ello, la ausencia de las comarcasde Calatayud y Daroca de la relación de distri­tos de Zaragoza de al-CUgrl no nos parece de­bida a un olvido casual, sino que la vemos comoel reflejo de una situación política real -Cala­tayud independiente de Zaragoza- que está encoatradicción con la división territorial teórica,según la cual Calatayud se hallaba dentro de lacircunscripción de Zaragoza.

Como resumen podríamos afirmar que, conun muy pequeño margen de error, la provjnciade Zaragoza estaba formada por el valle delEbro entre Cabañas y Caspe y por toda la cuen­ca sur de ese río.

Provincia de Tudela

Coincidiendo con lo que acabamos de ver refe­rido a Zaragoza, la provincia de TudeJa se ar­ticula también a lo largo del valle de un río, elEbro, y la mayoría de sus localidades importan­tes se ubican en sus orillas, principalmente ensu margen derecha.

Los límites septentrionales de esta demarca­ción variaron grandemente. a lo largo de losaños de dominación musulmana, de acuerdocon los avatares políticos y bélicos. En los mo­mentos de mayor expansión del Estado cordo­bés las poblaciones de Viguera y Nájera depen­dían de Tudela, pero si queremos fijar una líneafronteriza mínimamente estable debemos colo­carla a la altura de Calahorra.

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.g Llceríd mU5u/mdnd~ (s. X) procedente

de Tude/d.

Otras ciudades importantes de esta provinciaeran, aparte de la capital, Arnedo, Alfaro, Val­tierra, Tarazana, antigua sede de los goberna­dores, y Estercuel.

Provincia de Huesca

Con todas las inevitables variaciones produci­das por su carácter de zona fronteriza, la pro­vincia de H uesca debía extenderse entre los va­lles de los ríos Gállego al oesJe y Alcanadre aleste, desde las primeras estribaciones de los Pi­rineos, con las sierras de Loarre, Guara, etc.,hasta los Monegros.

Su úruca ciudad de importancia era Huesca,pero las crónicas árabes nos han conservado elnombre de un buen número de fortalezas y cas­tillos, como los de Bolea, Nueno, Labata, Pi­racés, Angáscara y Robres, así como las peñas.de Sen y Men.

Provincia de Barbitaniya

La estrecha franja que de norte a sur se extien­de entre los ríos AJcanadre y Cinca constituíael territorio de la provincia de Barbitaruya, cuyacapital era Barbastro. .

Lo reducido de su territorio fue probable­mente la causa de que a veces fuera anexiona­da administrativamente a Huesca, por no men­cionar las múltiples ocasiones en que los señoresmás o menos independientes de esta última ciu­dad la uman por la fuerza a sus dominios.

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Vista general deAlbarracin (/éruelj,capital de la taifade los Banu-Razin.

Es frecuente que las crónicas árabes empleanpara designarla, en lugar de Barbitaniya, la ex­presión «Barbitaniya (Bol taña ?), Barbastro yAlquézar, con sus alfoces».

Además de estas tres plazas, también sonmencionadas en su jurisdicción las localidadesde Muñones, Selgua y unas inidentificadas al­Bakka y Surwan.

Provincia de Lérida

Al este del Cinca se encontraba la fértil provin­cia de Lérida, que se extendía por el sur hastaFraga y Mequinenza. La parte más occidentalde esta demarcación ocupaba zonas pertene­cientes en la actualidad a Aragón, con localida­des como Monzón, Momegastre (cerca de Peral­ta de la Sal, no confundir con el Monmagastrede Lérida estudiado por Hernández Jiménez) yCalasanz.

Recursos económicos de la región

La Marca Superior era una región eminente­mente agrícola, de la que todos los historiado­res árabes coinciden en resaltar su fertilidad. Nila ganadería ni la industria -aunque más pro­pio sería hablar de artesanía- alcanzaron un

desarrollo importante. Tampoco destacaba laMarca Superior por la riqueza de sus recursosminerales, pero todas estas carencias eran reme­diadas ampliamente por la riqueza de su suelo,de forma que las provincias de la región, sobretodo Zaragoza y Tudela, debían contarse entrelas más prósperas de todo al-Andalus.

En Zaragoza eran renombradas las minas desal gema, de una blancura purísima, que Vall­vé identifica con las de Remolinos. Esta es laúnica mención que poseemos sobre cualquiertipo de explotación minera en toda la Marca Su­perior. En el río Segre, por otro lado, se encon­traban arenas auríferas de Las que, si damos cré­dito a los cronistas, se extraían grandescantidades de oro de la mejor calidad.

En cuanto a ganadería, las fuentes históricaspermanecen mudas al respecto, lo cual nos 'per­mite suponer que no debía ser una actividadmuy difundida en la región. Unas vagas alusio­nes a cría de ganado, sin especificar de qué tipo,en la región de Tudela son los únicos datos queposeemos.

La artesanía de la Marca contaba con un úni­co producto de prestigio, las pellizas zaragocíes,en cuya confección los habitantes de la capitalalcanzaron un arte inigualable. Se hacían con'pieles de marta cebellina o castor. En Calata­yud se fabricaban objetos de cerámica dorada

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que se exportaban a todos los confines de al­Andalus.

Pero frente a esta relativa pobreza minera,ganadera y artesanal, la agricultura tuvo unenorme desarrollo, con importantes explotacio­nes cerealísticas en la región de Tudela; el gra­no era molido en unos molinos instalados enbarcazas que se podían trasladar de un lugar aotro a lo largo del río; también se mencionanmolinos harineros, éstos fijos, en la localidadoscense de Bolea.

Gran fama tenían también las leguminosas,como las habas y garbanzos de Zaragoza que,según un geógrafo, pueden conservarse hastaveinte años sin que se estropeen.

Lérida producía un lino abundante y de cali­dad, utilizado para la obtención de fibras tex­tiles y aceite de linaza. Desde allí se exportabaincluso a los países cristianos fronterizos y atodo al-Andalus.

Sin embargo donde la Marca Superior desta­caba tanto por la cantidad como por la calidadde sus productos era en los árboles frutales. Losgeógrafos señalan, tal vez con un punto de exa­geración, pero en cualquier caso de forma muysignificativa, que en el precio final de la frutaen Zaragoza incidían más los gastos de trans­porte -a pesar de que no debían ser muy gran­des las distancias desde el punto de origen- queel coste intrínseco del producto. Asimismo losexcedentes, muy abundantes, llegaban a ser uti­lizados como abono, yen Zaragoza no se con­sumían frutas pasas porque sobraban en todotiempo las frescas.

Había viñedos en Zaragoza, Darqca, Alcoleade Cinca y Monzón; higueras en Calatayud;manzanos en Huesca y Zaragoza; perales enHuesca, Ricla y Zaragoza; acerolas y nísperosen Huesca, etc. Las zonas extramuros de las ciu­dades se hallaban cubiertas de frondosos huer­tos y jardines. Los olivos crecían en la zonaoriental de la región, en lo que al-Idrísí deno-

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mina, muy gráficamente, Iqlim al-Zaytün, Lé­rida, Mequinenza y Fraga.

CAya'ib en la Marca Superior

Un género clásico dentro de la literatura geográ­fica árabe es el de los caya'ib (maravillas o pro­digios), en el que se recogen todo tipo de suce­sos que a los ojos de los autores musulmanes sepresentaban como extraños o asombrosos. Loscaya'ib podían ser tanto acontecimientos reales-costumbres o características de pueblos exó­ticos, prodigios de la naturaleza, animales des­conocidos en el ámbito cultural del autor, ves­tigios de civilizaciones desaparecidas, etc.­como leyendas o fábulas increíbles, muchas delas cuales no eran otra cosa que deformacioneso exageraciones, ya sea de origen literario o po­pular, de hechos auténticos o acontecimientoshistóricos.

En la España musulmana este género contócon destacados cultivadores, entre los que so­bresale el geógrafo almeriense al-CUqri, repeti­damente citado a lo largo de este trabajo, quienen su Tar~¡C al-ajbár recoge numerosos cayá'ib,de muchos de los cuales el mismo autor fue tes­tigo. En su obra se entremezclan curiosidadesde la naturaleza con tradiciones preislámicas re­feridas a milagros, talismanes, lugares sagrados,etcétera. El extremo opuesto en al-Andalus loo_cupa al-Zuhrl (siglo VI/Xli), cuyo Kitiíb al­Yifrajiyya contiene Ciiya'ib que son fábulasincreíbles en las que no es difícil encontrar aveces huellas de un origen histórico.

Como no podía ser menos, la Marca Superiortambién es mencionada como lugar donde se si­túan varios caya'ib; algunos de entre los másimportantes y curiosos serán descritos a conti­nuación.

El más conocido de todos y el que más vecesaparece relatado por los geógrafos árabes es el

Fachada principal deLa Aljaferia (s. X),antes de las obras.

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oe~(l)

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8~

-Castillo musulmánde Cadrete (Zaragou).Fortaleu del sistemadefensivo de Zaragoza.

que se refiere a la imposibilidad de que las ser­pientes penetren en la ciudad de Zaragoza. Conel paso del tiempo y al transmitirse la noticia deun autor a otro, ya no son sólo las serpientes lasque mueren nada más entrar en la ciudad, tam­bién los alacranes y cualquier animal dañino su­fren los mismos efectos. Esta leyenda, según de­mostró Vallvé, tiene su origen en una malainterpretación de un pasaje de las Etimologíasde Isidoro de Sevilla, c;omplicado todo ello porla creencia de que en e.sa ciudad se hallan ente­rrados dos de los Compañeros de Mahoma, unode los cuales se llamaba f.lanas, nombre quequiere decir «serpiente». Piensa también Vall­vé que las tumbas de estos dos «santos» musul­manes no son otra cosa que la islamización dela Iglesia subterránea de las Santas Masas o delos Innumerables Mártires de Zaragoza, llama­da también de Santa Engtacia.

De un modo semejante, y prueba de cómo sevan deformando con el paso del tiempo estoscaya'ib, la causa del calificativo de al-Baydií(<<la Blanca») que se aplica a Zaragoza, que enun primer momento era el color de sus mura­llas, construidas con un mármol de blancuraimpoluta, llega a ser para algún autor el hechode que irradia una resplandeciente luz blancatanto de día como de noche.

Cerca de la aldea de Pleitas hay una fuenteque mana agua sólo un día al año, permanecien­do seca el resto. El día en cuestión es el prime­ro de agosto y su agua fluye de puesta de sol apuesta de sol.

También es famosa la historia de la mujerbarbada de Tudela, que, por su curiosidad,

traducimos a continuación según la versióndel geógrafo de Saltes Abú CUbayd al-Bakrí(s. xi):

«Había en Tudela, poco después del año 400de la hégira (1009-1010) o en ese mismo año,una mujer que tenía una poblada barba, entodo semejante a la de un hombre. En sus via­jes y en todo lo demás se comportaba como losvarones, hasta que el cadí de la región ordenóa unas comadronas que la examinasen, pero enun pómer momento no se atrevieron por el as­pecto que tenía, hasta que, forzadas por el cadí,comprobaron que era mujer, por lo que dio or­den de que se afeitara, se vistiese con ropajes fe­meninos y no viajase más que con aquellas per­sonas con quien le uniesen lazos de parentesco».

Algunas construcciones que los musulmaneshallaron al entrar en la Península Ibérica llama­ron grandemente su atención y las más espec­taculares de entre ellas pasaron rápidamente aser tema de cayá'ib, como fue el caso de unaiglesia situada en Las cercanías de Daroca, lla­mada Abarüniya, y que, segun los autores mu­sulmanes, tenía trescientas sesenta puertas.

En la ciudad de Fraga existían unas galeríassubterráneas que eran utilizadas por los mora­dores de la ciudad para refugiarse en ellas encaso de peligro. Estaban formadas por una es­pecie de silos subterráneos en forma de botella,con la entrada muy estrecha y que se ensancha­ba bajo tierra. De ese silo partían multitud degalerías en las que ningún atacante osaría entrarpor lo intrincado de su disposición. Estas gale­rías disponían de puertas que permitían aislaruno o varios sectores en caso de que el enemi-

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go intentase hacer salir a los allí refugiados pormedio del humo. También existía otra salida se­creta para escapar por ella como último recur­so. Estas construccioues llevaban el nombre defuyúy, muy probablemente derivado del roman­cefoyo (hoyo). En época musulmana estos sub­terráneos debían continuar en uso, pues variosgeógrafos nos informan de que era costumbreen la región dejar en los testamentos y donacio­nes alguna cantidad para ampliar o mantener enbuen estado dichos «hoyos», siendo considera­do esto como una obra piadosa. Otros autoreslocalizan estas galerías subterráneas en la llanu­ra de Lérida, llamada Maskiyiin, sin que estosuponga en modo alguno contradicción con loanteriormente visto, pues la proximidad geográ­fica entre las dos localizaciones nos inclina apensar que era una costumbre de toda esa re­gión y no sólo de una localidad.

Las ciudades de la Marca Superior

Zaragoza

La capital de la Marca Superior era, evidente­mente, la ciudad más importante de la zona. Se­gún los cálculos de Torres Balbás, la poblaciónde Zaragoza alcazaría las 17000 almas, peroesto se refiere únicamente a los habitantes delnúcleo de la ciudad, la madlna, delimitado porlas murallas de origen romano, que ocupabauna extensión de 47 hectáreas aproximadamen­te. Habría que añadir la población de los arra­bales que rodeaban la medina, entre ellos el deCineja, y los de la otra orilla del río Ebro, comoel de Altabás, con lo que el número de habitan­tes de todo el conjunto urbano de Zaragoza ensus momentos de máximo esplendor bajo el do­minio musulmán podría sobrepasar los 25 000.

En las murallas de Zaragoza, de origen roma­no como acabamos de decir, se abrían cuatropuertas, cuya localización ha planteado -y, enalgún caso, sigue planteando- ciertos proble­mas. Siguiendo la estructura habitual de lasurbes romanas, Zaragoza se articulaba en tor­no a dos ejes, el cardo y el decumanus, que cor­taban la ciudad en forma de cruz, desembocan­do en cuatro puertas, enfrentadas entre sí dosa dos.

Una de esas puertas, la más renombrada en­tre los autores musulmanes por hallarse en suscercanías la tumba de I:Ianas al-~ancaní, era laBiib a/-Qib/a. El término qib/a en al-Andalusera empleado en el sentido de «SUI», por lo quese pensó que esa Bab a/-Qib/a se correspondíacon la puerta más meridional, puerta que, sinembargo, no mira exactamente al sur sino másbien al suroeste. Pero el testimonio que aportaal-CUgrT, seguido casi textualmente por al-

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l:IimyarT, es bastante claro para la correcta iden­tificación de la Bab a/-Qib/a de Zaragoza. Se­gún la traducción de F. de la Granja, el textodel geógrafo almeriense reza así:

«Dicen que fue construida en forma de cruz,y le hicieron cuatro puertas [con tal disposiciónque] una de ellas, en el comienzo del solsticiode verano queda frente al sol naciente, y laopuesta, que corresponde a Occidente, quedafrente al sol poniente. En el comienzo del sols­ticio de invierno el sol naciente queda frente ala puerta que corresponde a la qibla, y el po­niente frente a la puerta opuesta.»

Aparte de los evidentes errOres de este pasa­je, es interesánte notar que <<la puerta que co­rresponde a la qibla» se halla situada frente alsol naciente, con lo que no puede en modo al­guno ser identificada con la puerta situada al su­roeste, sino que claramente corresponde a laoriental, que se abre hada el sureste, llamadatambién Puerta de Valencia.

Por otra parte, esto coincide con la habitualdesviación que los geógrafos árabes dan al ejenorte-sur, que toma la dirección NNO-SSE; deesta forma, al-CUgri nos indica que el Ebro co­rre junto a Zaragoza de norte a sur, que el Gá­llego se halla al este de la ciudad y que el Huer­va fluye de oeste a este, localizaciones que sólopodemos aceptar como correctas si tenemos encuenta la mencionada desviación de los puntoscardinales.

La Puerta del Puente no plantea problema al­guno. Se trata lógicamente de la situada al no­reste, justo enfrente del puente que cruza el ríoEbro.

La que se abría al noroeste se llamaba Puer­ta de Toledo y se hallaba cerca de la Sudda, se­gún testimonia la Historia de Jaime el Con­quistador.

Finalmente, la puerta suroeste era denomina­da de $inhaya o Cineja, hoy en día ArcoCinegio.

Pero algunos cronistas árabes mencionantambién la Puerta de los Judíos (Bab a/- Yahüd),«al occidente de la ciudad», yen cuyas afuerasse hallaba la tumba de I:Ianas al-Sancani. Tra­dicionalmente se ha venido ipentificando estaPuerta de los Judíos con la de Toledo que,como acabamos de ver, se loc'aliza en el noroes­te y es lamás occidental de las cuatro. Se supo­nía que la ubicación en sus cercanías de latumba de IjanaS' era siemplemente un error delos historiadores. Pero hay una serie de datosque nos llevan a proponer su identificación conla Puerta Cineja, al suroeste.

Ya hemos visto que la Puerta de la Qibla, esdecir, «del sur», se hallaba sin duda alguna alsureste, por lo que, de acuerdo con eso, la puer­ta occidental debía situarse al suroeste. En el

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ESQUEMA DE ZARAGOZA MUSULMANAENrRE PARENTESIS, LUGARES ACTUALES___.LiMITES AI'¡ZOXIMADOS DEL MURO DE TIERRA

ARRABAL DE ATAI3AHAS(ALTAI3ÁS)

I(PLAZA

DETENERíAS)

\PUERTA ,

DE IALQUIBLA I

•ARRABALES ,

"----..' o·'r'\\ "~...-------... 'O \-\\1,',\

Todas sus c'asas destacan por encima de sus mu­rallas.»

La primera parte del párrafo puede referirseperfectamente a la muralla de piedra de origenromano, de apariencia marmórea -de ahí elapelativo de «la Blanca» que se daba aZaragoza-, pero no así la segunda que, en casode no ser totalmente falsa, podría describir lacerca exterior. De esta forma, esa defensa esta­ría constituida por un foso más o menos pro­fundo -no, desde luego, de cuarenta codos,más de veinte metros-, con una pequeña ba­rrera en su borde interior, que en su punto másalto no sobrepasaría los tres metros. En cual­quier caso, la personalidad del autor del pasa­je comentado, al-Zuhrí, muy dado a las fanta­sías, nos inclina a pensar que la descripción quenos ofrece de las murallas de Zaragoza puedeser únicamente ulta invención o, en el mejor delos casos, una profunda deformación de larealidad.

La medina se hallaba rodeada de arrabales,jardines y cementerios. Conocemos con bastan­te exactitud el emplazamiento de uno de estosúltimos, el de la Bab al-Qibla, situado a lasafueras de la puerta de ese nombre, al surestede la dudad. Ignacio de Asso habla de un ce­menterio musulmán que se extendía entre laiglesia del Carmen y la de Santa Engracia, alsur, y que Pedro IV ordenó trasladar en 1337fuera de los muros nuevos.

R '_____ 10•,,(PUERTA

DESANCHO)

I,I

(pLAZADEL

PORTILLO)\,

\.\.\.

"\... (CALLE~ DE~~ AZOQUE)

(PUERTA DEL CARMENO

PORTÓN DE BALTAX)..."-.. O CRIPTA DE LA5 ,-'

.... _ SANTAS MASAS(STA' ENGRACIA)

oAL]AFERíA

(CAMINO DE ALMOZARA)

mismo sentido apunta un documento árabe delos recogidos por García de Linares, que sitúael arrabal de Cineja «a poniente de la ciudad».Por último la judería de Zaragoza se hallaba enel ángulo sudeste del recinto, mucho más cer­ca, por tanro, de la Puerta Cineja que de la deToledo, situada en el extremo opuesto de lamedina.

De esta forma podría pensarse que la supues­ta tumba de Banas se hallaba al sureste de lacerca, a medio camino entre la Puerta de la Qi­bla y la de los Judíos, y de ahí proceden las va­cilaciones de los historiadores a la hora de fi­jar su emplazamiento.

A cierta distancia de esta muralla de piedradebió levantarse un muro de tierra, cuyo origental vez se halle en la cerca que levantó Mui)am­mad ibn Lubb cuando asediaba la ciudad, queentonces se hallaba en poder del tuyIbí Mul:Jam­mad ibn cAbd al-RaJ:1man, apodado al-Anqar«<el Tuerto»). Ocurría esto en el año 276/890.No poseemos muchas noticias sobre esta mura­lla, pero tal vez nos aclare algo un pasaje delgeógrafo al-Zuhrí que, al describir la ciudad deZaragoza, afirma:

«Su muralla es de karjrjan [piedra blanca, po­rosa pero resistente]' de bloques escuadrados ymachihembrados, Por su parte exterior se ele­va a cuarenta codos, más o menos, pero por elinterior se halla al mismo nivel de las calles yvías, sobresaliendo como mucho cinco codos.

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Plaza de España.1ai"~1Q de Zaragoza, lugar

~ donde estaba ubicadaii!i!iiJ!\!~~~~ la antigua Puerta

Cinegia de la Zaragoza,musulmana.

CASTILLO-PALACIO LA ALJAFERíA • ZARAGOZAPlANTA GENERAL

RECONOCIDOS _

MUROS MUSULMANES< ,---,SUPUESTOS L----l

MUROS AÚN NO DETERMINADOS O

Al norte, en la otra orilla del río Ebro, se en­contraba el arrabal de Altabás o Atabahas, queposiblemente haya que identificar con el de losCurtidores (al-Dabbiigin) mencionado en algu­na fuente árabe.

Al sur de la ciudad estaba el arrabal de Ci­neja, que recibiría ese nombre por haberse ins­talado allí individuos de la tribu beréber de~inhaYa.

La almuzara (al-mu~iira)de Zaragoza estabasituada al oeste de la ciudad, en la orilla dere­cha del Ebro, y el nombre se ha conservado re­ferido a un extenso campo regado por una ace­quia, llamada también de la Almuzara,derivada del río Jalón y que proporcionabaagua a la Aljafería.

La comunidad judía de Zaragoza debía agru­parse, como era costumbre en las ciudades his­panomusulmanas, en un bardo propio, la jude­ría. No se tienen datos concretos sobre suemplazamiento exacto, pero creemos con Laca­Ira que debía estar situada en las cercanías delángulo sureste de la medina, en el lugar queocupó posteriormente bajo el dominio cristia­no. Esta localización, por otra parte, casa per­fectamente con nuestra teoría sobre el empla­zamiento de la Biib al- Yahüd o Puerta de losJudíos, que suponemos ubicada en la lienzo surde la muralla.

Más difícil es conocer dónde se hallaba el ba­rrio cristiano. Torres Balbás apunta la posibi­lidad de que, como en Toledo, los mozárabesde Zaragoza viviesen mezclados con los musul­manes. Lacarra, por su parte, coloca el barriomozárabe en el ángulo noroeste del recintoamurallado, por estar en esa zona la iglesia másimportante, la de Santa María, convertida mástarde en el templo del Pilar. Ambas teorías, ba­sadas más en deducciones que en datos concre­tos y comprobables, son igualmente plausibles,pero lo cierto es que hoy por hoy, y mientras al­guna nueva noticia no venga a corroborar una

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Plano del PJlado-Castillo de la A1j.aferia, traZAdo sobll.' un plJllO del sigl() XVlU.

u otra, es imposible precisar la ubicación de lacomunidad mozárabe de Zaragoza.

Ya hemos mencionado la existencia de unaiglesia, la de Santa María, dentro de los murosde la ciudad. Lacarra piensa que había otrasmuchas en la Zaragoza musulmana, pero la ma­yoría de las que enumera más bien parecen sermezquitas cristianizadas tras la conquista, conla segura excepción de la Iglesia de las SantasMasas, fuera de la muralla romana y al sur dela ciudad.

Planta de La Aljafería.

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Al enumerar anteriormente las puertas de lamedina zaragozana mencionábamos la delPuente y señalábamos que su ubicación noplanteaba problemas. Como es lógico, la loca­lización del puente al que el nombre de esa puer­ta hacía referencia tampoco ofrece dudas, perolas dificultades surgen a la hora de precisar elmaterial con el que dicho puente estaba cons­truido. Hasta hace poco se venía admitiendoque era de piedra, pero a fines de la década pa­sada Guillermo Fatás publicó un artículo en elque subraya el hecho de que no poseemos nin­gún dato que nos perm,ita suponer que en épo­ca musulmana, o con anterioridad, existió enZaragoza up puente de piedra. Como testimo­nio en cOntra aduce un pasaje del Bayiin de IbnCIgari, traducido por Huici, que, por su inte­rés, transcribimos a continuación:

«Alfonso el Batallador, en el invierno del1117-18, escribió a sus feudatarios de allende elPirineo, exponiéndoles sus planes y pidiéndo­les su concurso, y al llegar la primavera, acu­dieron los francos en gran número, jinetes y ar­queros en su mayoría, según el Bayan, que fijael principio del asedio al parecer la luna de ~a­

far del 512 -24 de mayo del 1118-. y aquíempieza Ibn CIgari a darnos cuenta de los inci-

dentes del sitio, que hasta ahora nos eran des­conocidos. Los zaragozanos, al verse cercadospor un contingente incompleto, pues aún no te­nía a su frente al rey, hicieron una salida y cru­zando el río, trabaron reñido combate, pero alarreciar el ataque de los siJiadores, la plebe dela ciudad, inexperta y mal dirigida, se dispersóy encaminó sus pasos al arrabal de los curtido­res para tomar el puente que lo unía a la ciudad;al llegar a él se produjo un embotellamiento ycomo los cristianos iban a su alcance, se apre­suraron a prenderle fuego. Por ser de madera,ar'dió en su totalidad y sólo gracias al vado exis­tente entre el arrabal y el casco de la población,pudieron los fugitivos ponerse a salvo y evitarun gran desastre.»

El testimonio es claro, pero es preciso adver­tir que, por desgracia, la traducción de Huici noes literal, pues el manuscrito utilizado se hallaen muy mal estado de conservación y tiene nu­merosas lagunas, lo que obligó a Huici a no pu­blicar la edición del texto árabe y a abandonarla idea de ofrecer una traducción completa, porlo que, al no concer qué dice exactamente el tex­to, ignoramos si este puente de madera era o noel «Puente de Zaragoza» por excelencia, e in­cluso cabe la posibilidad de que el original no

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Puente de Piedrade Zdragoza, ubicado

en el mismo lugarque el puence de

época musulmana.

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- •.-~

- Muralla musulmana.Medina de Huerca a finesdel siglo IX.

O Morería desde 1096.

('

MezquitaMayor(luego catedral)

Plano de Huesa(Según M.I. Falcón

y].L. Corral.)

Muralla musulmana(a fin del siglo IX)

'C""":~4-_~-Zuda

HUESCA MUSULMANA(Sobre un plano del siglo XVI/O

Judería desdeal menos el siglo XII

o Recinto ibero-romano

O Barrio mozárabe

O Judería

MORERíAdesde 1096

I-Fayyag, contemporáneo del almeriense, noshan descrito con bastante precisión las obrasrealizadas para cambiar de lugar el mi{lráb.Aunque distintas entre sí, las dos versiones coin­ciden en lo sustancial: una vez demolido el an­tiguo muro de la qibla, pero conservando intac­fb,el mi~,.ab, se excavó bajo éste y fue asentadosobre un par de gruesas vigas de madera. Bajoellas s'e instalaron unas columnas cilíndricas ytirando con sogas se comenzó el traslado. En unprimer momento aparecieron algunas grietas enel mi!Jrab , por lo que, para evitar su destruc­ción, fue preciso cincharlo firmemente. De estemodo fue colocado en el lugar asignado, quehabía sido previamente preparado para conse­guir una buena cimentación, y alrededor delmilyrab comenzó a levantarse el nuevo muro dela qibla unos metros más allá de donde se en­éontraba antes.

especifique claramente la naturaleza del puen­te y el considerarlo de madera sea una interpre­tación o una deducción de Huici.

El resto de las alusiones que las fuentes ára­bes hacen a este puente tampoco ayudan a so­lucionar el problema. Los geógrafos guardan si­lencio sobre él, con la excepción de al-Idrisi(s. XII), a quien copia al-BimyarT, que lo califi­ca de «grandioso» (Ca:{.lm). En las crónicas his­tóricas son también escasas las menciones, casisiempre motivadas por los daños que en él cau­saban las avenidas del río, como en los años2121827,224/839 y 354/965. El gran historia­dor cordobés Ibn Bayyán describía con bastan­te detalle, al parecer, las inundaciones del212/827, que también afectaron a la muralla,pero, desgraciadamente, el manuscrito de esaparte del Muqtabis, utilizado por Lévi­Proven¡yal para redactar su Historia de la Espa­ña musulmana, se extravió tras la muerte delarabista francés y su edición nunca vio la luz-ahora se ha vuelto a encontrar en Egipto yestá anunciada su publicación-, de forma quedesconocemos si la creencia de Lévi-Proven¡yalde que el puente de Zaragoza era de piedra esdebida a que seguía la opinión generalmente ad­mitida o a que en el texto del Muqtabis halló al­gún dato que apoyaba esa creencia. En tanto nose publique esa valiosísima fuente, la posturamás prudente es dejar la cuestión simplementeplanteada y no aventurar opiniones que, por elmomento, no pueden ser otra cosa que hipóte­sis imposibles de demostrar y siempre escasa­mente documentadas por la carencia de datosseguros.

La mezquita mayor de Zaragoza, que se al­zaba en el solar que hoy en día ocupa la Seo,fue edificada, según refieren los historiadores,aunque es poco creíble, por el mítico l;Ianas al­Sancani, verdadero «patrón» de la Zaragoza~usulmana. No contamos con ninguna descrip­ción mínimamente detallada de esta mezquita.Tan sólo sabemos que se efectuaron al menosdos ampliaciones, una en el año 242/856, finan­ciada con el quinto legal del botín conseguidopor Müsa ibn Müsa en una expedición contraBarcelona, durante la cual se conquistó el cas­tillo de Tárrega. Según una crónica cristianaesta expedición tuvo lugar cuatro años antes, enel 852.

Pero la ampliación que más admiró a los es­critores musulmanes fue la realizada por Mun­Qir ¡bn Ya~ya ál-TuyTbj (reinó entre el4ü9 y el414/1023). En esta ocasión se amplió la mezqui­ta trasladando el muro de la qibla, donde se ha­llaba el m i/:lrab , levantado, según la leyenda,por BanaS. Bien fuera porque realmente se creíaque era obra de ese personaje, bien por el va­lor intrínseco del mihrab, se decidió conservarloy trasladarlo al nue~o muro de la qibla. Tantoal-CUgri como el historiador ecijano Ibn Abi

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= -

Este mi{1rab, según nos informa el poco defiar al-Zuhrl, seguido por el anónimo autor del[}ikr bi/ád a/-Anda/us, consistía en un bloquede piedra ahuecado con gran arte y maestría,sobre el que se había colocado una piedra oc­togonal -una concha, dice el [)ikr-. En opi­nión de al-ZuhrT, este mi/Jráb era una maravi­llosa obra de arte y en ningún otro lugar delmundo islámico existía una construcción de esetipo que se le pudiera igualar.

Una nueva descripción de Zaragoza

Para concluir este capítulo dedicado a la capi­tal de la Marca Superior, presentamos la traduc­ción de un texto inédito a ella referido. Se tra­ta de un pasaje de la obra Iqlibiis a/-anwarwa-/limás a/-azhár jiansáb (o asma) a/-~al:zába

wa-ruwál a/-atár, de Abü Muhammad cAbdAllah ibn cAli"-al-Rusati" (466-54211074-1147),autor nacido en Orihuela y fallecido en Alme­ría. A pesar de que no contiene ninguna noti­cia novedosa ni aporta datos totalmente inédi­tos, creemos oportuno traducirlo aquí enprimicia:

«Zaragoza se halla en la Marca Oriental deal-Andalus. Es la ciudad blanca y la urbe másimportante de toda la frontera de al-Andalus.Se alza a orillas de un río llamado Ebro y todasu muralla está construida con mármol refor­zado interiormente con plomo. La rodean cua­tro ríos:

Al occidente corre el río Huerva [WarbaJ,que la riega por su parté meridional a los piesde la muralla, hasta que desemboca en el Ebro.

El Ebro discurre al oriente y la ciudad se ex­tiende a lo largo de su curso, que llega hasta lasmurallas.

Al norte se halla el río Jalón, que desembo­ca en el Ebro en un lugar por encima de laciudad.

El Gállego discurre al oriente del Ebro y atra­viesa infinidad de aldeas que no tienen paran­gón en la Tierra, hasta verter sus aguas en elEbro, al sur de la ciudad.

Todos estos ríos riegan gran número de cas­tillos y comarcas muy pobladas y extensas, fér­tiles en extremo, cuyos frutos y productos agrí­colas tienen tal calidad y son tan abundantesque su fama se ha extendido por todas partes.

La región produce también sal gema.

Hoy en día está en manos del enemigo-¡Dios la restituya al Islam!-.»

Huesca

La topografía de la ciudad de Huesca nos es casimejor conocida, curiosamente, que la de Zara­goza en muchos aspectos. La ciudad contabacon tres murallas: una, de piedra, que rodeabael antiguo núcleo romano, -en la parte alta de lavilla; este recinto se convirtió en época musul­mana en la auténtica medina de Huesca y en élse hallaban los edificios más importantes, comola zuda y la mezquita mayor, convertida luegoen catedral. Entre este recinto y el segundo, conmuralla también de piedra, se extendía el barriomozárabe, con el templo de San Pedro el Vie­jo. Por último, una cerca de tierra rodeaba al­gunos arrabales y barrios, entre ellos la judería,al oeste de la ciudad.

Conocemos los nombres de algunas puertasde Huesca, la mayoría de las cuales debíanabrirse en la segunda muralla de piedra, comola de /faral a/-Qümis; al noroeste, la Bab a/­Qibla; al sureste, junto a la actual plaza de SanLorenzo, la Babalgerit (Bab al-Hadid) y la deBenhayún. .

En el exterior de la ciudad se entremezclabanlas casas de los arrabales e innumerables jardi­nes y huertos de frondosa vegetación. Al occi­dente estaba el arrabal Garbi(occidental), el de

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Castillo musulmán deA/beruela de Tubo(Huesc4 siglo X.

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-..... ·.m;¡;r tttT ti

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GRISERA

O. MelQuil<l Mayorl. Santa María Magdalenol2. San Nicolás3. San Salvador (supues(i! mezquita alhandaka)4. San Jorge5. San Jaime6. Reostos murall<l "ár<lbe7. Casa con fuste árabe8. Santa María u Sl.me,)9. San luan (supuesta n1ezquiLa moros)

10. Botica de los moros11. Mezquita12. San Pedro13. Sector de la tenería14. Molinos de aceite

ALBAR

r-----------------'.,...-I---"T'"-~--------- ......------__. Plano de Tude/a, , I ~ islámica y mudéjar.

" (Según Pavón" Ha/donado.)

II

II

Almecorella (al-Muqaybara, el cementerio pe­queño), el de Haratalcomez y el barrio judío.Al sur, el de la Bab al-Qiblf:¡. También son men­cionados en los documentos árabes los barriosde Almeriz (al-mirTy), La Mesa (al-Ma' ida) yMorillón (Murillün).

Tenemos noticias de dos cementerios musul­manes, uno llamado en documentos cristianos«almecora», al oriente, entre la ciudad y el ríoIsuela; otro, situado al oeste, llevaba el nombrede al-muqaybara, «el cementerio pequeño».Como hemos visto antes, este último dio nom­bre a un barrio.

Del río Isuela, que riega la zona seprentrionaly la oriental de la ciudad, salían dos acequiasque atravesaban la villa por el recinto compren­dido entre las dos murallas de piedra y que, des­pués de suministrar agua a dos baños públicos,servían para regar los huertos que se extendíanal sur de la ciudad, donde crecían manzanos,perales y otros muchos árboles frutales.

Tudela

Si al hablar de Zaragoza y Huesca señalábamosque los textos árabes de historiadores y geógra­fos no nos proporcionaban apenas datos útilespara conocer la topografía de esas ciudadesbajo el dominio musulmán, en el caso de Tude­la esas carencias se ac(ecientan. Tan sólo con-

tamos con informaciones vagas sobre la extre­ma fertilidad de los huertos que rodeaban laciudad y muy poca cosa más, aparte de la cu­riosa noticia que hallamos en al-I:j.imyarl refe­rente a que las puertas de la ciudad de Tudelano se cerraban por la noche. Incluso una míni­ma alusión al puente sobre el Ebro y a una delas puertas de la medina, que se encuentra en laversión castellana de la Crónica del moro Rasis,es una interpolación de los traductores castella­nos, pues la frase en cue_stión no aparece en laCrónica de 1344, inspirada en la versión portu­guesa del Rasis, ni en ninguna fuente árabe delas muchas que copian a Al)mad al-Razí.

Por fortuna contamos con dos interesantestrabajos sobre Tudela: el de Jaime üliver Asín,sobre lo.s orígenes de su nombre, y el de BasilioPavón, sobre su arte islámico y mudéjar. Conellos podemos remediar la carencia de datos delas fuentes árabes.

La ciudad es de fundación árabe, obra decAmrüs Ibn Yüsuf en el año 802, que cumplíaórdenes del emir de Córdoba al-I:j.akam 1. Enun primer momento Tudela tuvo un carácter es­trictamente militar, al constituir el principalbastión defensivo del curso medio del Ebro.Con el tiempo, y sobre todo gracias a la pérdi­da de importancia de Tarazana, cuyos habitan­tes se trasladaron en gran número a Tudela, ésta.conoció un gran desarrollo demográfico y eco-

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nómico, en el que sin duda colaboraría la ferti­lidad de las tierras circundantes y su privilegia­da posición. De esta forma la cerca de la ciudadse traslada hacia el este, desde el arroyo Mer­dancho o Mediavilla hasta las orillas del Quei­les, ocupando toda la ladera oriental del cerroen cuya cima se levantaba la alcazaba, el núcleoa partir del cual se desarrolló la ci udad.

La superficie intramuros de Tudela era en elmomento de su conquista por Alfonso I en1119, según Torres Balbás, de unas 23 hectá­reas, con lo que, de acuerdo con el método decálculo ideado por este autor, debería contarcon una población de unas 6000 almas.

Gracias a documentos cristianos conocemosel nombre de algunas de sus puertas: la delPuente, que daba al puente sobre el Ebro; la deZaragoza, sobre el río Queiles, y la de Calaho­rra, abierta hacia el oeste. Más dudosa es laexistencia en época musulmana de 13 Puerta deVeblla, que se correspondería con la del mismonombre existente más tarde en la cerca exteriorde la morería, y la de Albacares, que aparece endocumento de 1344, donde existía un puente so­bre el río Queiles.

Poco más conocemos con certeza sobre laTudela musulmana, a no ser el emplazamientode la mezquita aljama que, como es habitual,fue convertida en la catedral de la ciudad trassu paso a manos cristianas.

Calatayud

Ultima de las ciudades de la Marca Superior queestudiamos aquí, Calatayud tuvo en todos losmomentos de su historia musulmana una enor­me importancia estratégica al ser paso obliga­do en el camino entre la Marca Media, con ca­pital en Toledo, y Zaragoza.

Según algunas versiones, debe su nombre(Qal''al Ayyiíb = Castillo de Ayyub) al hecho

I Bibliografía

de haber sido fundada por Ayylib ibn Habw al­Lajmi, gobernador de al-Andalus tras· el asesi­nato de cAbd al-cAziz, hijo del conquistador deal-Andalus, Müsa ibnNu~ayr. Es muy proba­ble que esta atribución sea falsa y motivada úni­camente por el deseo de prestigiar los orígenesde la villa; el Ayyúb al que hace referencia elnombre de la ciudad sería entonces cualquierpersonaje llamado así, desconocido y de pocamonta, que levantó el «Castillo de Ayyüb» o«Castillo Mayor», punto de partida del desarro­llo de Calatayud.

La ciudad comienza a adquirir importanciaen el reinado del emir Mu~ammad, que orde­nó a cAbd al-Ra~man al-Tuywi poner en uso yreparar las fortalezas de Calatayud y Daroca enel año 862. Posiblemente de esta época daten lasmurallas árabes. En el momento de su conquis­ta por Alfonso I en 1120 la superficie amura­llada era de unas 40 hactáreas, casi el doble,como antes vimos, de la de Tudela, de formaque no sería aventurado afirmar que Calatayud,con casi 10000 habitantes era la segunda ciudadde la Marca, después de Zaragoza.

La característica principal de la topografía deCalatayud es lo accidentado del suelo en el quese levanta. Torres Balbás lo describe así:

«Inmediata a una pródiga vega llave de va­rias vías naturales, ocupaba una situación estra­tégica inmejorable. La ciudad fundóse por losmusulmanes poco después de la conquista en unbarranco moldeado por la erosión, cuyo fondose aprovechó para calle principal que unía dospuertas opuestas de la cerca. Ésta hubo de en­cerrar las cumbres de los cuatro cerros que do­minaban el barranco y la ciudad, en los que selevantaron otras tantas encumbradas fortalezas,descender al fondo de los dos barrancos que losseparan y volver a bajar hacia la vega y el ríopara dejar intramuros la parte oriental llana,protegida también por el foso natural del ríoJalón.»

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