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    Traficantes de Sueos no es una casa editorial, ni siquiera unaeditorial independiente que contempla la publicacin de unacoleccin variable de textos crticos. Es, por el contrario, unproyecto, en el sentido estricto de apuesta, que se dirige acartografiar las lneas constituyentes de otra forma de vida. Laconstruccin terica y prctica de la caja de herramientas que,con palabras propias, puede componer el ciclo de luchas de lasprximas dcadas

    Sin complacencias con la arcaica sacralidad del libro, sin con-cesiones con el narcisismo literario, sin lealtad alguna a losusurpadores del saber, TdS adopta sin ambages la libertad de

    acceso al conocimiento. Queda, por tanto, permitida y abiertala reproduccin total o parcial de los textos publicados, encualquier formato imaginable, salvo por explcita voluntad delautor o de la autora y slo en el caso de las ediciones con nimode lucro.

    Omnia sunt communia!

    traficantes de sueos

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    Mapas. Cartas para orientarse en la geografa variable de lanueva composicin del trabajo, de la movilidad entre fronteras,de las transformaciones urbanas. Mutaciones veloces que exi-gen la introduccin de lneas de fuerza a travs de las discusio-nes de mayor potencia en el horizonte global.

    Mapas recoge y traduce algunos de los ensayos, que con mayorlucidez y mayor fuerza expresiva han sabido reconocer las posi-bilidades polticas contenidas en el relieve sinuoso y contro-

    vertido de los nuevos planos de la existencia.

    mapas 5

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    Condiciones del Copyright

    Se permite la copia parcial o total, enpapel o en formato digital, de los con-tenidos de este libro siempre y cuandose respete la autora de los textos. 2003, Franco BerardiBifo. 2003, Traficantes de Sueos.

    Septiembre de 2003

    Ttulo:

    La fbrica de la infelicidad

    Autor:

    Franco Berardi Bifo

    Traduccin:

    Patricia Amigot Leatxe

    Manuel Aguilar Hendrickson

    Maquetacin y diseo de cubierta:

    Traficantes de Sueos.

    Edicin:

    Traficantes de Sueos

    C\Hortaleza 19, 1 drcha.

    28004 Madrid. Tlf: 915320928e-mail:[email protected]

    Impresin:

    Queimada Grficas.C\. Salitre,15 28012, Madrid

    tlf: 915305211

    ISBN: 84-932982-4-7

    Depsito legal:

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    La fbrica de lainfelicidad.

    Nuevas formas de trabajo ymovimiento global.

    Franco BerardiBifo

    traduccin y notas:Manuel Aguilar Hendricksony

    Patricia Amigot Leatxe

    traficantes de sueos

    mapas

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    Introduccin a la edicin en castellano 9

    Introduccin 29

    1. La ideologa felicista 33

    2. El trabajo cognitivo en la red 59

    3. New economy & semiokapital . 99

    4. Globalismo inhumano, horizonte posthumano 131

    5. Rekombinant 157

    Conclusiones fuera de tema 185

    Bibliografa y sitografa 189

    ndice

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    CUANDO ESTE LIBRO FUE ESCRITO en la primavera de 2000, lanew economy mostraba los primeros signos de una crisis quese agrav hasta desencadenar la recesin en la que el mundoentr en 2001. La crisis se precipit de forma trgica cuando,el 11 de septiembre, el smbolo del poder econmico occi-dental, las torres del World Trade Center, fueron destruidaspor el ataque de un comando suicida.

    En el ltimo decenio hemos visto sucederse con vertigi-nosa rapidez tres fases diferentes: el ascenso de una clasesocial ligada a la virtualizacin, que hall su triunfo en laimpresionante subida de las acciones tecnolgicas en laBolsa; la crisis ideolgica, psquica, econmica y social delmodelo de la new economy; y por ltimo la precipitacin de lacrisis y su revs angustioso en forma de violencia, guerra ymilitarizacin de la economa.

    La fbrica de la infelicidad es un libro dedicado al anlisisde la ideologa virtual, de sus aporas tericas y, sobre todo,de su fragilidad cultural.

    La ideologa virtual es una mezcla de futurismo tecnol-gico, evolucionismo social y neoliberalismo econmico.Floreci a mediados de los aos noventa, cuando la revistacaliforniana Wired se convirti en el Evangelio de una nuevaclase cosmopolita y libertaria,1 optimista y sobreexcitada.

    En los ltimos aos, todos han empezado a darse cuenta deque el neoliberalismo no es el ms perfecto de los programas

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    Introduccin a la edicin castellana

    1. En el sentido norteamericano de liberal radical partidario de unaabsoluta libertad de los individuos frente al Estado, distinto de su acep-cin europea como sinnimo de anarquista. [N. del E.]

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    polticos, de que el mercado no se corrige a s mismo, y deque la mano invisible de smithiana memoria no es capaz deregular los procesos sociales y financieros hasta produciruna perfecta autorregulacin del ciclo econmico. Se hahecho evidente que la infoproduccin no es ese reino de la feli-cidad y de la autorrealizacin que la ideologa haba prome-tido como premio a los que trabajan en la economa de lared, en las condiciones de continuo estrs competitivo de laempresa fractal individualizada. La promesa de felicidad y

    autorrealizacin en el trabajo estaba implcita en el edificiodiscursivo e imaginario de la new economy. Esta promesa semarchit: la crisis financiera de las acciones tecnolgicashizo estallar un malestar que hasta ese momento fue oculta-do y calmado con masivas dosis de sustancias financierasy psicotrpicas. Ese malestar no se ha podido mantener ocul-to al quedar claro que las inversiones disminuan y, con ello,desaparecera el incentivo para aplazar toda reflexin, todorelajamiento y toda profundizacin.

    En el centro de la new economy, entendida como modeloproductivo y como discurso cultural, se halla una promesade felicidad individual, de xito asegurado, de ampliacinde los horizontes de experiencia y de conocimiento. Estapromesa es falsa, falsa como todo discurso publicitario.

    Impulsados por la esperanza de lograr la felicidad y el xito,millones de jvenes trabajadores altamente formados hanaceptado trabajar en condiciones de un espantoso estrs, desobreexplotacin, incluso con salarios muy bajos, fascinadospor una representacin ambigua en la que el trabajador esdescrito como un empresario de s mismo y la competicines elevada a regla universal de la existencia humana.

    El hundimiento de la ideologafelicista ligada a la econo-ma de red comenz cuando los ttulos tecnolgicos empe-zaron a perder puntos en las Bolsas de todo el mundo y seempez a prever que la llamada burbuja especulativapudiera pincharse. El sentimiento de malestar se acentucuando a la crisis financiera sigui una autntica crisis eco-nmica, con rasgos de crisis de sobreproduccin semitica y

    tecnolgica. Finalmente, se abri un vertiginoso y temibleabismo cuando la clase virtual descubri que es fsicamentevulnerable, cuando la violencia se demostr capaz de entraren el edificio transparente de la virtualidad. El apocalipsis hahecho que la clase virtual descubra que no es inmune a la cri-sis, a la recesin, al sufrimiento y a la guerra.

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    En ese momento, las perspectivas cambiaron de modo radi-cal. Cuando las torres de Manhattan fueron destruidas porhombres convertidos en bombas, la clase virtual que des-arrollaba su trabajo atrincherada en esas torres sali de sucondicin de espritu puro, descubri que tiene un cuerpofsico, carnal, que puede ser golpeado, herido, muerto. Y des-cubri tambin que tiene un cuerpo social, que puede empo- brecerse, ser despedido, ser sometido al sufrimiento, a lamarginacin, a la miseria; y tambin un cuerpo ertico, quepuede entrar en una fase de depresin y de pnico. En otraspalabras, la clase virtual ha descubierto que es, adems, cog-nitariado, es decir: trabajo cognitivo dotado de un cuerposocial y carnal, que es sometido conscientemente o no al pro-ceso de produccin de valor y de mercanca semitica, quepuede ser sometido a explotacin y a estrs, que puede sufrirprivacin afectiva, que puede caer en el pnico, que inclusopuede ser violentado y muerto. La clase virtual ha descubier-to un cuerpo y una condicin social. Por eso ha dejado desentirse clase virtual y ha empezado a sentirse cognitariado.

    El hundimiento y la disolucin de la new economy, es decir,del tejado ideolgico y de categoras bajo el cual se desarrollla semioproduccin en los aos noventa, no supone el hundi-miento de la net economy, es decir, del proceso de produccinconectado en red. La infraestructura de la red ha seguido cre-

    ciendo y articulndose a pesar de la crisis, y la prioridad hoyreside en crear los contenidos, imaginar los usos, las funcionessociales y comunicativas de la red futura. Qu encadena-mientos sociales se crearn con el desarrollo de la bandaancha, de la fibra ptica, del UMTS,2 es decir, de las infraes-tructuras tcnicas producidas durante la onda expansiva delos ltimos aos noventa y hoy muy infrautilizadas?

    Se abre un vasto campo a la imaginacin. Se trata deimagi-nar para los prximos aos interfaces de uso, modosde encadenamiento, formatos de narracin conectiva ynarracin en inmersin, de activar una nueva mitopoiesis3

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    2. UMTS, tecnologas que permiten el acceso a Internet a travs de los

    telfonos mviles. [N. del E.]3. Mitopoiesis podra ser traducido como generacin creativa de mitos. Elneologismo, de doble raz helnica, ha quedado sin embargo incoporadoal lxico poltico de los movimientos, gracias en buena mediad a la acti-vidad del grupo italiano Wu Ming, y de su predecesor europeo LutherBlissett. Para un desarrollo de la actividad de este grupo lase Wu Ming,Esta revolucin no tiene rostro, Madrid, Acuarela, 2002. [N. del E.]

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    de la red, caminando al borde del abismo que la guerra y larecesin han abierto.

    Se trata de imaginar todo aquello que se volver produc-tivo durante y despus de la apertura del abismo porque, sila humanidad no desaparece, la red sobrevivir.

    Consecuencias ideolgicas del dotcom crash4

    En los aos noventa, gracias a la participacin masiva en elciclo de inversin financiera, los productores cognitivospudieron actuar como capa econmica autosuficiente.Invirtieron sus competencias, su saber y su creatividad yhallaron en el mercado financiero los medios para crearempresa. Durante unos aos la forma de la empresa ha sido elpunto de encuentro entre capital financiero y trabajo cogniti-vo de alta productividad. Una forma de autoempresa queexaltaba a un tiempo la autonoma del trabajo y la dependen-cia del mercado. La ideologa libertaria y liberal que dominla cibercultura de los aos noventa idealizaba el mercado alpresentarlo como una dimensin pura. En esta dimensin,natural como la lucha por la supervivencia que hace posible laevolucin, el trabajo hallaba los medios para autovalorizarsey hacerse empresa. Abandonado a su dinmica pura, el siste-ma econmico reticular deba lograr resultados ptimos paratodos, propietarios y trabajadores. Este modelo, teorizado porautores como Kevin Kelly y transformado por la revista Wireden una especie de visin del mundo digital liberal, altanera ytriunfalista, ha quedado en entredicho en los dos primerosaos del nuevo milenio, junto con la new economy y gran partedel ejrcito de autoempresarios cognitivos que animaron elmundo de las dotcom.

    Ha quedado en entredicho porque el modelo de un merca-do perfectamente libre es falso en la teora y en la prctica. Loque el neoliberalismo ha favorecido a largo plazo no es el libre

    mercado sino el monopolio. Mientras el liberalismo idealiza el

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    4. Hundimiento de las acciones de las empresas dotcom (puntocom),empresas cuya actividad se realiza sobre todo en, y en relacin con,Internet. [N. del E.]

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    mercado como lugar libre en el que compiten saberes, com-petencias y creatividad, la realidad ha mostrado que losgrandes grupos de poder actan de un modo nada libertario,introduciendo automatismos tecnolgicos, imponindosepor medio de la fuerza de los medios de comunicacin o deldinero y, por ltimo, robando sin pudor alguno a la masa deaccionistas y al trabajo cognitivo. La falsedad del libre mer-cado ha quedado completamente a la vista con la presiden-cia Bush. La poltica del gobierno Bush consiste en favorecer

    de modo explcito a los monopolios empezando por elescandaloso indulto a Bill Gates, a cambio de una alianzapoltica y de los correspondientes apoyos financieros electo-rales. La poltica del gobierno Bush es de tipo proteccionista,que impone la apertura de los mercados a los pases dbilespero permite a los Estados Unidos de Amrica manteneraranceles del 40 por ciento sobre la importacin de acero.Con la victoria de Bush, la ideologa liberal y libertaria haquedado derrotada, reducida a la hipcrita repeticin delugares comunes sin contenido.

    La ideologa que acompa a la dotcommana consista enuna representacin un tanto fantica de optimismo obligato-rio y economicista. Pero el proceso real que se desarroll en

    los aos de las dotcom contiene elementos de innovacinsocial, adems de tecnolgica. En la segunda mitad de losaos noventa se desarroll una autntica lucha de clases enel seno del circuito productivo de las altas tecnologas. Eldevenir de la red ha estado marcado por esa lucha. El resul-tado de la misma, en este momento, an es incierto. La ide-ologa del mercado libre ha demostrado ser un seuelo. Laidea de que el mercado pudiera funcionar como un espaciopuro de confrontacin en igualdad de condiciones entre lasideas, los proyectos, la calidad productiva y la utilidad delos servicios ha sido barrida por la amarga verdad de unaguerra que los monopolios han conducido contra la multi-tud de trabajadores cognitivos autoempleados y la masa untanto pattica de microaccionistas. En la lucha por la super-vivencia no ha vencido el ms eficaz ni el mejor, sino el queha sacado los caones. Los caones de la violencia, de larapia, del robo sistemtico, de la violacin de todas lasnormas ticas y legales. La alianza entre Gates y Bush hasancionado la liquidacin del mercado, y con ello ha con-cluido una fase de la lucha interna en la virtual class. Una

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    parte de sta se ha incorporado al complejo tecnomilitar,mientras otra ha sido expulsada de la empresa y empujadahasta el borde de la proletarizacin. En el terreno culturalse estn creando las condiciones para la formacin de unaconsciencia social del cognitariado. Este podra ser el fen-meno ms importante de los prximos tiempos y la nicaalternativa al desastre.

    Las dotcom han sido el laboratorio de formacin de unmodelo productivo y de un mercado. El mercado ha sidofinalmente conquistado y ahogado por los monopolios y elejrcito de autoempresarios y de microcapitalistas de riesgoha sido disuelto y despojado. Se inicia as una nueva fase: losgrupos que prosperaron con el ciclo de la net economy se hanaliado con el grupo dominante de la old economy el clanBush, representante de la industria petrolera y militar yello ha marcado un bloqueo del proceso de globalizacin. Elneoliberalismo ha producido su propia negacin, y quienesfueron sus ms entusiastas defensores se convierten en vcti-mas y marginados.

    En cuanto la red empez a difundirse y a mostrar siner-gias culturales, tcnicas y comunitarias llegaron los comer-ciantes y los publicitarios y toda su cohorte de fanticos del

    beneficio. Su pregunta era muy sencilla: puede Internetconvertirse en una mquina de hacer dinero? Los expertosun puado variopinto de artistas, hackers y experimenta-dores tecnosociales respondieron de manera sibilina. Loscalifornianos de Wired respondieron que Internet estaba des-tinada a multiplicar la potencia del capitalismo, a abririnmensos mercados inmateriales y a trastocar las propiasleyes de la economa, que prevn crisis, recesiones, rendi-mientos decrecientes y cadas de la tasa de beneficio. Nadiedesminti a los vendedores digitales. Artistas de la red ymediactivistas tenan otras cosas que hacer y sus crticas yreservas fueron tomadas por los lamentos del perdedor,incapaz de entrar en el gran juego. Visionarios digitalescyberpunky artistas de la red dejaron que el globo creciese.

    Lo que entraba en el circuito de la red era dinero til paradesarrollar todo tipo de experimentacin tecnolgica, comu-nicativa y cultural. Alguno lo ha llamado funky business. Eltrabajo creativo encontr el modo de sacarle unos durillos auna marea de capitalistas grandes, grandsimos, pero tam-bin pequeos.

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    Pero Internet no es una mquina de hacer dinero. No lo hasido nunca y no puede convertirse en ello. Esto no quieredecir que la red no tenga nada que ver con la economa. Por elcontrario, se ha convertido en una infraestructura indispensa-ble para la produccin y la realizacin del capital. Pero su cul-tura especfica no puede ser reducida a la economa. Internetha abierto un captulo completamente nuevo del proceso deproduccin. La inmaterializacin del producto, el principio decooperacin, la continuidad inseparable entre produccin y

    consumo han hecho saltar los criterios tradicionales de defini-cin del valor de las mercancas. Quien entra en la red no creeser un cliente sino un colaborador, y por eso no quiere pagar.Ni AOL ni Microsoft ni los dems tiburones pueden cambiareste hecho, que no es slo un rasgo cultural un tanto anarcoi-de, sino el corazn mismo de la relacin de trabajo digital. Nodebemos pensar que Internet es una especie de isla extrava-gante en la que ha entrado en crisis el principio de valoriza-cin que domina el resto de las relaciones humanas. Ms bien,la red ha abierto una grieta conceptual que est destinada aagrandarse. El principio de gratuidad no es una excepcinmarginal, sino que puede convertirse en el principio universalde acceso a los bienes materiales e inmateriales

    Con el dotcom crash el trabajo cognitivo se ha separado

    del capital. Los artesanos digitales, aquellos que en los aosnoventa se sintieron empresarios de su propio trabajo, seirn dando cuenta poco a poco de cmo han sido engaados,desvalijados y expropiados, y ello crear las condiciones deaparicin de una nueva consciencia de los trabajadores cog-nitivos. Comprendern que a pesar de poseer toda la poten-cia productiva, les ha sido expropiado el fruto de su trabajopor una minora de especuladores ignorantes pero hbilesen el manejo de los aspectos legales y financieros del proce-so productivo. La capa improductiva de la clase virtual, losabogados y los contables, se apropian del plusvalor cogniti-vo producido por los fsicos, los informticos, los qumicos,los escritores y los operadores mediticos. Pero stos puedensepararse del castillo jurdico y financiero del semiocapita-lismo y construir una relacin directa con la sociedad, conlos usuarios. Tal vez entonces se inicie el proceso de autoor-ganizacin autnoma del trabajo cognitivo. Un proceso que,por lo dems, ya est en marcha, como lo demuestran lasexperiencias del activismo meditico y la creacin de redesde solidaridad del trabajo migrante.

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    El sistema nervioso digital como centrode un nuevo campo disciplinar

    Acabado el perodo del triunfalismo capitalista y de la hege-mona ideolgica neoliberal, debemos volver a las viejas cate-goras analticas del marxismo y a las estrategias polticas delmovimiento obrero del siglo XX, a los horizontes del socialis-mo democrtico o del comunismo revolucionario? Nada serams intil y equivocado. El capitalismo reticular de masas quese ha afirmado plenamente en los aos noventa ha producidoformas sociales irreducibles al anlisis marxiano de las clases.No nos bastan las categoras de la crtica de la economa pol-tica, porque los procesos de subjetivacin atraviesan camposbastante ms complejos. Se empieza a dibujar un campo dis-ciplinar en el punto de encuentro entre los territorios de laeconoma, la semiologa y la psicoqumica.

    El modelo productivo que se dibuja en el horizonte de lasociedad postmoderna es el Semiocapital. Capital flujo, quese coagula, sin materializarse, en artefactos semiticos. Losconceptos forjados por dos siglos de pensamiento econmi-co parecen disueltos, inoperantes, incapaces de comprendergran parte de los fenmenos que han aparecido en la esfera

    de la produccin social desde que sta se ha hecho cognitiva.La actividad cognitiva siempre ha estado en la base de todaproduccin humana, hasta de la ms mecnica. No hay tra- bajo humano que no requiera un ejercicio de inteligencia.Pero, en la actualidad, la capacidad cognitiva se ha vuelto elprincipal recurso productivo. En el trabajo industrial, lamente era puesta en marcha como automatismo repetitivo,como soporte fisiolgico del movimiento muscular. Hoy lamente se encuentra en el trabajo como innovacin, como len-guaje y como relacin comunicativa. La subsuncin de lamente en el proceso de valorizacin capitalista comportauna autntica transformacin. El organismo consciente ysensible es sometido a una presin competitiva, a una acele-racin de los estmulos, a un estrs de atencin constante.Como consecuencia, el ambiente mental, la infosfera en la quela mente se forma y entra en relacin con otras mentes, sevuelve un ambiente psicopatgeno. Si queremos compren-der el infinito juego de espejos del Semiocapital, es necesariomirarlo desde tres ngulos:

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    - La crtica de la economa poltica de la inteligencia conectiva,- La semiologa de los flujos lingstico-econmicos,- La psicodinmica del ambiente infosfrico, los efectospsicopatgenos de la explotacin econmica de la mentehumana.

    El proceso de produccin digital est adquiriendo una dimen-sin biolgica. Tiende a asemejarse a un organismo. El siste-ma nervioso de una organizacin tiene analogas con el siste-

    ma nervioso humano. Toda empresa industrial tiene sistemasautnomos, procesos operativos que tienen que funcionarpara que la sociedad sobreviva. Lo que hasta ahora ha faltadoson los enlaces entre las informaciones, anlogos a las interco-nexiones neuronales del cerebro. La empresa digital reticularque hemos construido funciona como un excelente sistemanervioso artificial. En l, la informacin fluye con la velocidady naturalidad del pensamiento en un ser humano, y podemosusar la tecnologa para gobernar y coordinar grupos de per-sonas con la misma rapidez con la que nos concentramos enun problema. Segn Bill Gates (en Business @ the Speed ofThought),4 hemos creado las condiciones de un nuevo sistemaeconmico, organizado en torno a lo que podramos llamar

    empresa a la velocidad del pensamiento.En el mundo conectado, los bucles retroactivos de la teo-ra general de los sistemas se funden con la lgica dinmicade la biogentica en una visin posthumana de la produc-cin digital. La mente y la carne humana podrn integrarsecon el circuito digital gracias a interfaces de aceleracin ysimplificacin. Nace as un modelo de produccin bioinfoque produce artefactos semiticos con las capacidades deautorreplicacin de los sistemas vivos segn las leyes defuncionamiento econmico del capitalismo. Cuando estplenamente operativo, el sistema nervioso digital podr ins-talarse con rapidez en cualquier forma de organizacin. Esoquiere decir que Microsoft slo en apariencia se ocupa dedesarrollar software, productos y servicios. En realidad lafinalidad oculta de la produccin de software es el cableadode la mente humana en un continuo reticular cibernticodestinado a estructurar los flujos de informacin digital a

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    4. Bill Gates y J. A. Bravo, Los negocios en la era digital, Barcelona, P & J 1999.

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    travs del sistema nervioso de todas las instituciones clavede la vida contempornea. Microsoft debe ser entonces con-siderada como una memoria virtual global escalable y listapara ser instalada. Un ciberpanptico inserto en los circuitosde carne de la subjetividad humana. La ciberntica acaba pordevenir vida o, como le gusta decir a Gates, la informacines vuestra linfa vital.

    La depresin en el corazn

    El sistema nervioso digital se incorpora progresivamente alsistema nervioso orgnico, al circuito de la comunicacinhumana. Lo recodifica segn sus lneas operativas y su velo-cidad. Pero para que este cambio pueda realizarse, el cuer-po-mente tiene que atravesar un cambio infernal, que esta-mos presenciando en la historia del mundo. Para compren-der y para analizar este proceso no nos bastan los instru-mentos conceptuales de la economa poltica ni del anlisisde la tecnologa. El proceso de produccin se semiotiza y laformacin del sistema nervioso digital implica y conecta lamente, el psiquismo social, los deseos y las esperanzas, los

    miedos y la imaginacin. Por ello tenemos que ocuparnos dela produccin semitica, del cambio lingstico y cognitivo.Ese cambio pasa por la difusin de patologas.

    La cultura neoliberal ha inyectado en el cerebro social unestmulo constante hacia la competencia y el sistema tcnicode la red digital ha hecho posible una intensificacin de losestmulos informativos enviados por el cerebro social a loscerebros individuales. Esta aceleracin de los estmulos esun factor patgeno que alcanza al conjunto de la sociedad.La combinacin de competencia econmica e intensificacindigital de los estmulos informativos lleva a un estado deelectrocucin permanente que se traduce en una patologadifusa, que se manifiesta, por ejemplo, en el sndrome de

    pnico y en los trastornos de la atencin.El pnico es un sndrome cada vez ms frecuente.Hasta hace unos aos los psiquiatras no conocan siquieraeste sntoma, que perteneca ms bien a la imaginacinliteraria romntica y que poda asemejarse al sentimientode quedar desbordados por la infinita riqueza de formas

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    de la naturaleza, por la ilimitada potencia csmica. Hoy elpnico es sin embargo denunciado, con frecuencia cada vezmayor como sntoma doloroso e inquietante, como la sensa-cin fsica de no lograr controlar el propio cuerpo, con la ace-leracin del ritmo cardaco, una creciente dificultad para res-pirar, incluso hasta el desvanecimiento y la parlisis.

    Aunque, hasta donde s, no hay investigaciones conclu-yentes sobre esto mismo, se puede apuntar la hiptesis deque la mediatizacin de la comunicacin y la consiguienteescasez de contacto fsico pueden producir patologas de laesfera afectiva y emocional. Por primera vez en la historiahumana, hay una generacin que ha aprendido ms pala- bras y ha odo ms historias de la televisin que de sumadre. Los trastornos de la atencin se difunden cada vezms. Millones de nios norteamericanos y europeos son tra-tados de un trastorno que se manifiesta como la incapacidadde mantener la atencin concentrada en un objeto por msde unos segundos. La constante excitacin de la mente porparte de flujos neuroestimulantes lleva, probablemente, auna saturacin patolgica. Es necesario profundizar la inves-tigacin sociolgica y psicolgica sobre esta cuestin.Podemos afirmar que si queremos comprender la economa

    contempornea debemos ocuparnos de la psicopatologa dela relacin. Y que si queremos comprender la psicoqumicacontempornea, debemos tener en cuenta el hecho de que lamente est afectada por flujos semiticos que siguen unprincipio extrasemitico, el principio de la competencia eco-nmica, el principio de la mxima explotacin.

    Cmo podra hablarse hoy de economa sin ocuparse depsicopatologa? En los aos noventa la cultura del Prozac hasido indisoluble de la cultura de la new economy. Cientos demiles de operadores, directivos y gerentes de la economaoccidental han tomado innumerables decisiones en estadode euforia qumica y ligereza psicofarmacolgica. Pero alargo plazo, el organismo puede ceder, incapaz de soportar

    hasta el infinito la euforia qumica que hasta entonces ha sos-tenido el entusiasmo competitivo y el fanatismo producti-vista. La atencin colectiva est sobresaturada, y ello provo-ca un colapso social y econmico. Desde el ao 2000 en ade-lante, tras las cortinas de humo del lenguaje oficial que hablade probable recuperacin econmica, de leve recesin, o de

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    double dip recession, hay algo evidente. Como sucede con unorganismo ciclotmico, como le sucede al paciente que sufretrastorno bipolar, a la euforia le ha seguido la depresin. Setrata precisamente de una depresin clnica, una depresin alargo plazo que golpea desde la raz la motivacin, el impul-so, la autoestima, el deseo y el sex appeal. Cuando llega ladepresin es intil tratar de convencerse de que pasarpronto. Tiene que seguir su ciclo.

    Para comprender la crisis de la new economy es necesariopartir del anlisis psicoqumico de la clase virtual. Es nece-sario reflexionar sobre el estado psquico y emocional demillones de trabajadores cognitivos que han animado laescena de la empresa, la cultura y el imaginario durante losnoventa. La depresin psquica del trabajador cognitivoindividual no es una consecuencia de la crisis econmica,sino su causa. Sera sencillo considerar la depresin comouna consecuencia de un mal ciclo de negocios. Despus detrabajar tantos aos felices y rentables, el valor de las accio-nes se ha desplomado y nuestro brainworker se ha pilladouna depresin. No es as. La depresin se ha producido por-que su sistema emocional, fsico e intelectual no puedesoportar hasta el infinito la hiperactividad provocada por la

    competencia y los psicofrmacos. Como consecuencia, lascosas han empezado a ir mal en el mercado. Qu es el mer-cado? El mercado es un lugar semitico, el lugar en el que seencuentran signos y expectativas de sentido, deseos y pro-yecciones. Si queremos hablar de demanda y oferta debemosrazonar en trminos de flujos de deseo, de atractores semi-ticos que han tenido appeal y ahora lo han perdido.

    Infosfera y mente social

    El mediascape es el sistema meditico en continua evolucin, eluniverso de los emisores que envan a nuestro cerebro seales

    en los ms variados formatos. La infosfera es el interfaz entreel sistema de los medios y la mente que recibe sus seales; esla ecosfera mental, esa esfera inmaterial en la que los flujossemiticos interactan con las antenas receptoras de las men-tes diseminadas por el planeta. La mente es el universo de losreceptores, que no se limitan, como es natural, a recibir, sino

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    que elaboran, crean y a su vez ponen en movimiento nuevosprocesos de emisin y producen la continua evolucin delmediascape. La evolucin de la infosfera en la poca videoelec-trnica, la activacin de redes cada vez ms complejas de dis-tribucin de la informacin, ha producido un salto en lapotencia, en la velocidad y en el propio formato de la infosfe-ra. Pero a este salto no le corresponde un salto en la potenciay en el formato de la recepcin. El universo de los receptores,es decir, los cerebros humanos, las personas de carne y hueso,

    de rganos frgiles y sensuales, no est formateado segn losmismos patrones que el sistema de los emisores digitales.

    El paradigma de funcionamiento del universo de los emi-sores no se corresponde con el paradigma de funcionamientodel universo de los receptores. Esto se manifiesta en efectosdiversos: electrocucin permanente, pnico, sobreexcitacin,hipermotilidad, trastornos de la atencin, dislexia, sobrecargainformativa, saturacin de los circuitos de recepcin.

    En la raz de la saturacin est una autntica deformidad delos formatos. El formato del universo de los emisores ha evolu-cionado multiplicando su potencia, mientras que el formato deluniverso de los receptores no ha podido evolucionar al mismoritmo, por la sencilla razn de que se apoya en un soporte org-

    nico el cerebro cuerpo humano que tiene tiempos de evo-lucin completamente diferentes de los de las mquinas.

    Lo que se ha producido podra llamarse una cacofonaparadigmtica, un desfase entre los paradigmas que confor-man el universo de los emisores y el de los receptores. En unasituacin as, la comunicacin se convierte en un proceso asi-mtrico y trastornado. Podemos hablar de una discrasia entreciberespacio, en ilimitada y constante expansin, y cibertiem-po. El ciberespacio es una red que comprende componentesmecnicos y orgnicos cuya potencia de elaboracin puede seracelerada sin lmites. El cibertiempo es, por el contrario, unarealidad vivida, ligada a un soporte orgnico cuerpo y cere-bro humanos, cuyos tiempos de elaboracin no pueden ser

    acelerados ms all de lmites naturales relativamente rgidos.Paul Virilio sostiene, desde su libro Vitesse et politique de

    1977,5 que la velocidad es el factor decisivo de la historia

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    5. Paul Virilio, Vitese et politique: essai de dromologie, Paris, Galile 1977.

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    moderna. Gracias a la velocidad, dice Virilio, se ganan lasguerras, tanto las militares como las comerciales. En muchosde sus escritos Virilio muestra que la velocidad de los des-plazamientos, de los transportes y de la motorizacin hanpermitido a los ejrcitos ganar las guerras durante el ltimosiglo. Desde que los objetos, las mercancas y las personashan podido ser sustituidas por signos, por fantasmas virtua-les transferibles por va electrnica, las fronteras de la veloci-dad se han derrumbado y se ha desencadenado el proceso de

    aceleracin ms impresionante que la historia humana hayaconocido. En cierto sentido podemos decir que el espacio yano existe, puesto que la informacin lo puede atravesar ins-tantneamente y los acontecimientos pueden transmitirse entiempo real de un punto a otro del planeta, convirtindose asen acontecimientos virtualmente compartidos. Pero culesson las consecuencias de esta aceleracin para la mente y elcuerpo humanos? Para entenderlo tenemos que hacer refe-rencia a las capacidades de elaboracin consciente, a la capa-cidad de asimilacin afectiva de los signos y de los aconteci-mientos por parte del organismo consciente y sensible.

    La aceleracin de los intercambios informativos ha produ-cido y est produciendo un efecto patolgico en la mente

    humana individual y, con mayor razn, en la colectiva. Losindividuos no estn en condiciones de elaborar consciente-mente la inmensa y creciente masa de informacin que entraen sus ordenadores, en sus telfonos porttiles, en sus panta-llas de televisin, en sus agendas electrnicas y en sus cabe-zas. Sin embargo, parece que es indispensable seguir, conocer,valorar, asimilar y elaborar toda esta informacin si se quiereser eficiente, competitivo, ganador. La prctica del multitas-king,6 la apertura de ventanas de atencin hipertextuales o elpaso de un contexto a otro para la valoracin global de losprocesos tienden a deformar las modalidades secuenciales dela elaboracin mental. Segn Christian Marazzi, economista yautor de Capitale e linguaggio,7 la ltima generacin de opera-dores econmicos padece una autntica forma de dislexia,

    una incapacidad de leer una pgina desde el principio hasta el

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    6. Realizacin simultnea y en paralelo de ms de una tarea. [N. del E.]7. Christian Marazzi, Christian Marazzi, Capitale e linguaggio. Dalla neweconomy all'economia di guerra, Roma, DeriveApprodi 2002., Roma,DeriveApprodi 2002.

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    fin siguiendo un proceso secuencial y una incapacidad demantener la atencin concentrada en el mismo objeto pormucho tiempo. La dislexia se extiende por los comportamien-tos cognitivos y sociales, hasta hacer casi imposible la prose-cucin de estrategias lineales.

    Algunos, como Davenport y Beck,8 hablan de economa dela atencin. Que una facultad cognitiva pasa a formar partedel discurso econmico quiere decir que se ha convertido enun recurso escaso. Falta el tiempo necesario para prestaratencin a los flujos de informacin a los que estamosexpuestos y que debemos valorar para poder tomar decisio-nes. La consecuencia est a la vista: decisiones econmicas ypolticas que no responden a una racionalidad estratgica alargo plazo sino tan slo al inters inmediato. Por otra parte,estamos cada vez menos dispuestos a prestar nuestra aten-cin gratuitamente. No tenemos ya tiempo para el amor, laternura, la naturaleza, el placer y la compasin. Nuestraatencin est cada vez ms asediada y por tanto la dedica-mos solamente a la carrera, a la competencia, a la decisineconmica. Y, en todo caso, nuestro tiempo no puede seguirla loca velocidad de la mquina digital hipercompleja. Losseres humanos tienden a convertirse en despiadados ejecu-

    tores de decisiones tomadas sin atencin.El universo de los emisores o ciberespacio procede yaa velocidad sobrehumana y se vuelve intraducible para el uni-verso de los receptores o cibertiempo que no puede irms rpido de lo que permiten la materia fsica de la que esthecho nuestro cerebro, la lentitud de nuestro cuerpo o la nece-sidad de caricias y de afecto. Se abre as un desfase patgenoy se difunde la enfermedad mental, como lo muestran lasestadsticas y, sobre todo, nuestra experiencia cotidiana. Y amedida que se difunden las patologas, se difunden los fr-macos. La floreciente industria de los psicofrmacos batercords cada ao. El nmero de cajas de Ritalin, Prozac, Zolofty otros frmacos psicotrpicos vendidas en las farmaciascrece, al tiempo que crecen la disociacin, el sufrimiento, ladesesperacin, el terror a ser, a tener que confrontarse cons-tantemente, a desaparecer; crece el deseo de matar y de morir.

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    8. Thomas H. Davenport y John C. Beck, La economa de la atencin: el nuevovalor de los negocios, Barcelona, Paids 2002.

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    Cuando hacia finales de los setenta se impuso una acelera-cin de los ritmos productivos y comunicativos en las metr-polis occidentales, hizo aparicin una gigantesca epidemiade toxicomana. El mundo estaba saliendo de su pocahumana para entrar en la poca de la aceleracin maquinalposthumana. Muchos organismos humanos sensibles empe-zaron a usar cocana, sustancia que permite acelerar el ritmoexistencial hasta transformarse en mquina. Muchos otrosorganismos humanos sensibles empezaron a inyectarse he-

    rona, sustancia que desactiva la relacin con la velocidaddel ambiente circundante. La epidemia de polvos de los aossetenta y ochenta produjo una devastacin existencial y cul-tural de la que an no hemos sacado las cuentas. A continua-cin, las drogas ilegales fueron sustituidas por las sustanciaslegales que la industria farmacutica pone a disposicin desus vctimas, y se inici la poca de los antidepresivos de loseuforizantes y de los reguladores del humor.

    Hoy la enfermedad mental se muestra cada vez conmayor claridad como una epidemia social o, ms precisa-mente, sociocomunicativa. Si quieres sobrevivir debes sercompetitivo, y si quieres ser competitivo tienes que estarconectado, tienes que recibir y elaborar continuamente unainmensa y creciente masa de datos. Esto provoca un estrs

    de atencin constante y una reduccin del tiempo disponiblepara la afectividad. Estas dos tendencias inseparables devas-tan el psiquismo individual. Depresin, pnico, angustia,sensacin de soledad, miseria existencial. Pero estos snto-mas individuales no pueden aislarse indefinidamente, comoha hecho hasta ahora la psicopatologa y quiere el poder eco-nmico. No se puede decir: ests agotado, cgete unas vaca-ciones en el Club Mditerrane, tmate una pastilla, crate,deja de incordiar, recuprate en el hospital psiquitrico,mtate. No se puede, por la sencilla razn de que no se tratade una pequea minora de locos ni de un nmero marginalde deprimidos. Se trata de una masa creciente de miseriaexistencial que tiende a estallar cada vez ms en el centro delsistema social. Adems, hay que considerar otro hecho deci-sivo: mientras el capital necesit extraer energas fsicas desus explotados y esclavos, la enfermedad mental poda serrelativamente marginalizada. Poco le importaba al capital tusufrimiento psquico mientras pudieras apretar tuercas ymanejar un torno. Aunque estuvieras tan triste como unamosca sola en una botella, tu productividad se resenta poco,

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    porque tus msculos podan funcionar. Hoy el capital nece-sita energas mentales, energas psquicas. Y son precisamen-te sas las que se estn destruyendo. Por eso las enfermeda-des mentales estn estallando en el centro de la escena social.La crisis econmica depende en gran medida de la difusinde la tristeza, de la depresin, del pnico y de la desmotiva-cin. La crisis de la new economy deriva en buena medida deuna crisis de motivaciones, de una cada de la artificiosa eufo-ria de los aos noventa. Ello ha tenido efectos de desinver-

    sin y, en parte, de contraccin del consumo. En general, lainfelicidad funciona como un estimulante del consumo: com-prar es una suspensin de la angustia, un antdoto de la sole-dad, pero slo hasta cierto punto. Ms all de ese punto, elsufrimiento se vuelve un factor de desmotivacin de la com-pra. Para hacer frente a eso se disean estrategias. Los patro-nes del mundo no quieren, desde luego, que la humanidadsea feliz, porque una humanidad feliz no se dejara atraparpor la productividad, por la disciplina del trabajo, ni por loshipermercados. Pero se buscan tcnicas que moderen la infe-licidad y la hagan soportable, que aplacen o contengan laexplosin suicida, con el fin de estimular el consumo.

    Qu estrategias seguir el organismo colectivo para sus-traerse a esta fbrica de la infelicidad?

    Es posible, es planteable, una estrategia de desacelera-cin, de reduccin de la complejidad? No lo creo. En la socie-dad humana no se pueden eliminar para siempre potenciali-dades, an cuando stas se muestren letales para el individuoy, probablemente, tambin para la especie. Estas potencialida-des pueden ser reguladas, sometidas a control mientras esposible, pero acaban inevitablemente por ser utilizadas, comosucedi y volver a suceder con la bomba atmica.

    Es posible una estrategia de upgrading9 del organismohumano, de adecuacin maquinal del cuerpo y del cerebrohumano a una infosfera hiperveloz. Es la estrategia que sesuele llamarposthumana.

    Por ltimo, es posible una estrategia de sustraccin, de

    alejamiento del torbellino. Pero se trata de una estrategia queslo podrn seguir pequeas comunidades, constituyendoesferas de autonoma existencial, econmica e informativafrente a la economa mundo.

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    9. Puesta al da, incremento artificial de su capacidad. [N. del E.]

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    Este libro no se alarga hasta ese punto. No trata de elaboraruna estrategia de sustraccin. Este libro se propone sealar ycartografiar un nuevo campo disciplinar que se encuentra enla interseccin de la economa, la tecnologa comunicativa yla psicoqumica. Una cartografa de este nuevo campo disci-plinar es indispensable si queremos describir y comprenderel proceso de produccin del capital y la produccin de sub-jetividad social en la poca que sigue a la modernidad indus-trial mecnica y, por tanto, si queremos elaborar estrategias

    de sustraccin.

    El Imperio del Caos?

    A fines de 2002, mientras escribo esta introduccin, el mun-do parece colgado sobre el abismo de la guerra. Negri yHardt, en Imperio, sostienen que el dominio global tiene losrasgos de un Imperio, parecido al Imperio Romano. Hayalgo de cierto en esa descripcin, pero resulta ms ajustadaa los aos noventa que a la actualidad. En los aos de la pre-sidencia Bush todo parece haber cambiado. Mientras lanueva economa sufre una crisis de mercado y, sobre todo,de confianza, la vieja economa, la del petrleo y las armas,ha recuperado su fuerza y trata de guiar el mundo.

    Si el imperio tuvo los rasgos de un dominio cada vez msextenso, construido por medio de la imposicin de estnda-res tecnolgicos, de la hegemona de un imaginario mercan-til globalista, lo que aparece en los aos de la recesin no separece al imperio soft del que nos hablan los autores de eselibro, escrito a mediados de los noventa. No soy capaz de ver,en la poltica del grupo dirigente norteamericano, una lgica,un pensamiento racional, una estrategia equilibrada y lineal.Entreveo el efecto de una locura que se va difundiendo portodos los espacios de la vida planetaria. La enfermedad men-tal ha alcanzado la cabeza del imperio, porque el proyecto decontrol total es un proyecto enloquecido, destinado a produ-

    cir desastres incluso para quienes lo han concebido.Los Estados Unidos de Amrica son la mayor potencia de

    la Tierra, como lo fue Roma en los primeros siglos de la eracristiana. Pero como sugiere Marguerite Yourcenar en Lasmemorias de Adriano, los imperios pueden mantener su domi-nio mientras no pretendan someter al Caos por medio de la

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    fuerza. El Caos no se derrota por medio de la guerra, pues elCaos se alimenta de cuanto lo combate. Por ello, la guerra ili-mitada que el Imperio ha decidido desencadenar contracualquier desviacin del orden establecido por los integris-tas cristiano-liberales est destinada a erosionar el poder glo-bal, hasta hundirlo en la demencia y el caos. Tal vez estemosa punto de entrar en una fase de descomposicin aceleradade todo orden y toda racionalidad. Y el Imperio que emer-ger ser el Imperio del Caos.

    Diciembre 2002

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    Introduccin

    UNA OLA DE EUFORIA HA RECORRIDO los mercados en los lti-mos aos. Desde los mercados se ha extendido a los mediosy desde stos ha invadido el imaginario social de Occidente.La tercera edad del capital, la que sigue a la poca clsica delhierro y el vapor y a la poca moderna del fordismo y lacadena de montaje, tiene como territorio de expansin lainfosfera, el lugar donde circulan signos mercanca, flujosvirtuales que atraviesan la mente colectiva.

    Una promesa de felicidad recorre la cultura de masas, la

    publicidad y la misma ideologa econmica. En el discursocomn la felicidad no es ya una opcin, sino una obligacin,un must; es el valor esencial de la mercanca que produci-mos, compramos y consumimos. sta es la filosofa de la neweconomy que es vehiculada por el omnipresente discursopublicitario, de modo tanto ms eficaz cuanto ms oculto.

    Sin embargo, si tenemos el valor de ir a ver la realidad dela vida cotidiana, si logramos escuchar las voces de las per-sonas reales con quienes nos encontramos todos los das, nosdaremos cuenta con facilidad de que el semiocapitalismo, elsistema econmico que funda su dinmica en la produccinde signos, es una fbrica de infelicidad.

    La energa deseante se ha trasladado por completo al

    juego competitivo de la economa; no existe ya relacin entrehumanos que no sea definible como business cuyo signifi-cado alude a estar ocupado, a no estar disponible. Ya no esconcebible una relacin motivada por el puro placer deconocerse. La soledad y el cinismo han hecho nacer el de-sierto en el alma. La sociedad planetaria est dividida entre

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    una clase virtual que produce signos y una underclass queproduce mercancas materiales o, sencillamente, es excluidade la produccin. Esta divisin genera naturalmente deses-peracin violenta y miseria para la mayora de la poblacinmundial. Pero esto no es todo.

    El semiocapitalismo es una fbrica de infelicidad tam-bin para los vencedores, para los participantes en la eco-noma-red, que corren cada vez ms rpido para mantenerel ritmo, obligados a dedicar sus energas a competir contratodos los dems por un premio que no existe. Vencer es elimperativo categrico del juego econmico. Y, desde elmomento en que la comunicacin se est integrando pro-gresivamente con la economa, vencer se convierte tambinen el imperativo categrico de la comunicacin. Vencer esel imperativo categrico de todo gesto, de todo pensamien-to, de todo sentimiento. Y sin embargo, como dijo WilliamBurroughs, el ganador no gana nada.

    Mientras el estereotipo publicitario muestra una socie-dad empapada de felicidad consumista, en la vida real seextienden el pnico y la depresin, enfermedades profesio-nales de un ciclo de trabajo que pone a todos a competir contodos, y culpabiliza a quien no logra fingirse feliz.

    Los ciclos innovadores de la produccinla red y la bio-tecnologa no son, como los que dominaron la pocaindustrial, la produccin de mercancas por medio del cuer-po y la mente, sino la produccin directa de cuerpo y mente.La felicidad no es ya, por tanto, un valor de uso accesorio alas mercancas, sino la quintaesencia de la mercanca.

    Algunos sostienen que la new economy est destinada adesinflarse como un globo o a derretirse como la nieve al solporque se funda sobre una ilusin. Pero las ilusiones son elmotor de la economa capitalista, son la fuerza que mueve elmundo. La economa es cada vez ms directamente inver-sin de energa deseante. Lo que el historicismo idealista lla-maba alienacin era el intercambio de la autenticidad huma-

    na con el poder abstracto del dinero. Nosotros ya no habla-mos de alienacin, porque no creemos que exista ya ningu-na autenticidad de lo humano. Sin embargo, tenemos laexperiencia cotidiana de una infelicidad difusa, porque losseres humanos invierten una parte cada vez mayor de suexistencia inmediata en la promesa siempre aplazada de la

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    mercanca virtual. La devastacin capitalista del medio na-tural y la mediatizacin de la comunicacin reducen casi a lanada la posibilidad de gozar de la existencia de forma inme-diata. Y la existencia desensualizada se dedica sin resisten-cias a la inversin, que es en esencia inversin emocional,intelectual, psquica.

    Como mostr Freud, la sociedad burguesa fundaba lafuerza productiva de la industria en un empobrecimientofsico y material y en una represin de la libido que produ-ca neurosis. El precio de la seguridad psquica y econmicaera la renuncia a la libertad. En su libro La postmodernidad ysus descontentos,1 Zygmunt Bauman invierte el diagnsticode Freud: los problemas y los malestares ms comunes hoyson producto de un intercambio por el cual renunciamos a laseguridad para obtener cada vez ms libertad. Pero de qulibertad hablamos, si nuestro tiempo y nuestras energasestn completamente absorbidas por el business?

    El trnsito postmoderno ha estado marcado por un desen-cadenamiento de la libido, por un intercambio en el quehemos renunciado a gran parte de la seguridad burguesa acambio de una libertad que se concreta cada vez ms slo enel plano econmico. La llamada revolucin sexual de los aos

    sesenta y setenta no fue, o no fue slo, un aumento de la can-tidad de cuerpos disponibles para el sexo. Fue sobre todo unamutacin en la percepcin del tiempo vivido. El tiempo de lavida era tiempo del encuentro de las palabras, de los cuerpos,sin otra finalidad que aquella gratuita del conocerse.

    No s si hoy se hace el amor ms o menos que en aquellosaos. Me parece que mucho menos, pero no es esa la cues-tin. La cuestin es que la sexualidad no tiene ya relacin conel conocerse, con la gratuidad. Es descarga de energa rabio-sa, exhibicin de estatus y, sobre todo, consumo. La prostitu-cin no es ya, como en tiempos pasados, una dimensin mar-ginal y viciosa, sino una actividad industrial regulada, laprincipal vlvula de desahogo de la agresividad sexual de

    una sociedad que no conoce ya la gratuidad. La desregula-cin econmica completa una desregulacin existencial que

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    1. Zygmunt Bauman, La postmodernidad y sus descontentos, Madrid, Akal2001.

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    tom su impulso de las culturas antiautoritarias. Pero paralas culturas antiautoritarias la libertad era ante todo un ejer-cicio antieconmico y anticapitalista. Hoy la libertad ha sidoencerrada en el espacio de la economa capitalista y se redu-ce a la libre competencia en un horizonte obligatorio.

    Cuando a la libertad se le sustrae el tiempo para podergozar del propio cuerpo y del cuerpo de otros, cuando laposibilidad de disfrutar del medio natural y urbano es des-truida, cuando los dems seres humanos son competidoresenemigos o aliados poco fiables, la libertad se reduce a ungris desierto de infelicidad. No es ya la neurosis, sino elpnico, la patologa dominante de la sociedad postburguesa,en la que el deseo es invertido de forma cada vez ms obse-siva en la empresa econmica y en la competencia. Y el pni-co se convierte en depresin apenas el objeto del deseo serevela como lo que es, un fantasma carente de sentido y sen-sualidad. El sufrimiento, la miseria existencial, la soledad, elocano de tristeza de la metrpolis postindustrial, la enfer-medad mental. ste es el argumento del que se ocupa hoy lacrtica de la economa poltica del capital.

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    Vancouver, febrero de 2000.

    Da lluvioso como sucede con frecuencia en aquella costa acci-dentada y boscosa. Mi amigo A. Zen me lleva a ver el estableci-miento en el que trabaja.

    El lugar est en la periferia extrema de la ciudad, casi limitacon el bosque. Si te paras a mirar por las ventanas oscuras puedeque veas los osos detrs del aparcamiento en el que se alinean losautomviles de los seiscientos empleados de Electronic Arts, una delas empresas ms importantes de produccin de videojuegos.

    Hay agitacin en el ambiente. Son los das del lanzamientomundial de la nueva PlayStation 2 de Sony.

    Newsweek muestra en la cubierta la cara de un chico quepulsa las teclas delante de una pantalla psicodlica. Para producirla PlayStation 2, Sony ha creado una mquina llamada EmotionEngine, capaz de generar veinte millones de micropolgonos porsegundo. La PlayStation de primera generacin, las que han esta-do en circulacin hasta 2000, slo podan generar trescientos mil.Por micropolgono se entiende el punto luminoso que permitepercibir una profundidad tridimensional en la pantalla.

    Por consiguiente, el efecto de la nueva plataforma ser un rea-lismo de inmersin extremadamente refinado y envolvente.

    Las investigaciones sobre realidad virtual, que durante los aosnoventa quedaron en segundo plano, vuelven al centro de la esce-na. La PS2 es la puerta de acceso a la difusin popular de la realidadvirtual. Est, adems, concebida para poder conectarse a Internet.Cada vez tendremos ms posibilidades de participar en juegos deaventura on line con jugadores lejanos: se formarn bandas deladrones, mercenarios o caballeros a la caza de dragones.

    1. La ideologa felicista

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    A principios del ao 2000 la fusin de America On Liney TimeWarner inici la era de la convergencia. Pero en el proceso de con-vergencia meditica los actores no son slo la televisin y la red. Laconvergencia hacia un hipersistema narrativo se dibuja como unproceso con tres actores. La red engloba la televisin o ms bien,o alternativamente, la televisin invade la red, pero se apunta elinjerto de un tercer componente, el de la inmersin perceptiva, larealidad virtual.

    En 1999 los beneficios derivados de la venta de PlayStation supe-raron ya a los derivados de las salas de cine en todo el mundo. Qusignifica esto en trminos psicoperceptivos, antropolgicos y, portanto, sociales? Qu significa en trminos de tiempo emocional?

    Los usuarios de las PlayStation son mayores y pequeos aprincipios de 2000 se calcula que el 51 por ciento del mercado lo formaban personas menores de dieciocho aos. Es posible preverque el tiempo emocional de las nuevas generaciones de seres llama-dos humanos estar cada vez ms absorbido por tecnologas produ-cidas por la Sony y la Microsoft la empresa de Bill Gates ha deci-dido entrar en el sector de las tecnologas inmersivas a principiosde 2000, precisamente en medio de la tormenta judicial desencade-nada por las autoridades antimonopolsticas norteamericanas.

    El consumo, la emocin, el trabajo, la relacin, el lenguaje.Todo esto est en juego cuando hablamos de la convergencia hiper-meditica.

    Mi amigo A. Zen me habla de la organizacin del trabajo en suempresa. El se ocupa de la motion capture, es decir, de las tcnicas gracias a las cuales es posible transferir el movimiento del cuerpohumano a la pantalla, y hacer que los movimientos de los autmatasvirtuales sean cada vez ms realistas, cada vez ms humanos.

    En el establecimiento se trabaja en islas relativamente autno-mas, cada uno organiza el tiempo de trabajo como prefiere, lostiempos son elegidos libremente por los trabajadores, lo importan-te es que el proyecto est terminado dentro de los lmites estableci-dos al principio.

    A. Zen me acompaa a la seccin de ensayos. En una enormesala con luces clidas, separados por mamparas de plstico, traba-jan ciento cincuenta chicos. Su trabajo pagado a unos tres mildlares canadienses al mes, cerca de cuatrocientas mil pesetasconsiste, literalmente, en jugar todo el da. Ensayan los juegos quesaldrn a los diferentes mercados del mundo. Automviles que sesalen de carreteras rotuladas en alemn, jugadores de baloncesto

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    que corren por la pantalla lanzando el baln mientras pasan anun-cios en chino o en turco, un peligroso guerrero de rasgos malayosque se lanza contra un muro mientras grita palabras inconexas encastellano. Y frente a cada pantalla, un chico que controla el fun-cionamiento del juego durante horas.

    Charlamos con uno de los jvenes ensayadores, bebiendo uncaf en la colorida sala de descanso, mientras fuera, ms all de lasparedes de vidrio, el cielo se ha oscurecido.

    Vives en casa con tus padres?, pregunta mi amigo A. Zenal joven ensayador que lleva un minsculo pendiente en la orejaderecha.

    No, me he mudado, contesta el chico, ahora vivo solo con miPlayStation.

    Qu quieres decir? Cuando vuelves a casa sigues jugan-do?, le pregunto pasmado, interrumpiendo a mi amigo.

    Qu otra cosa debera hacer?, sonre el chico de la seccinde ensayos. Sabes? En el ltimo mes slo he recibido una llama-da telefnica, y era un tipo que se haba equivocado de nmero.

    Ideologa felicista y neuromutacin

    El proceso de produccin globalizado tiende a convertirse enproceso de produccin de mente por medio de la mente. Suproducto especfico y esencial son los estados mentales. Poreso se apoya en una autntica ideologa de la felicidad que,sin embargo, esconde o, ms bien, deja de lado efectos deinfelicidad crecientes que se manifiestan fuera del circuitovirtualizado pero tambin en su interior, en el trabajo, en lavida y en el psiquismo de aquellos que estn inmersos en elproceso de produccin virtual.

    El sufrimiento de la mayora de la poblacin mundial, deaquellas personas que estn excluidas del circuito de la info-produccin o que son tan slo terminales pasivos de ste, se

    manifiesta como empobrecimiento material y como superex-plotacin. El sufrimiento de la clase virtual, de la minoraque participa en la red, tiene en esencia un carcter mental,psquico. Por lo que se refiere a los infoproductores, la eco-noma psquica absorbe y redefine el territorio mismo de laeconoma material.

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    La economa digital construye un sistema tecnocomunicati-vo orientado hacia una nueva condicin cognitiva global. Atravs de un trabajo incesante e invasivo de programacin,cableado, creacin de interfaces y conexin, el circuito de laproduccin digital crea las macro y microestructuras deestos nuevos modelos de sensibilidad y cognicin. Lainfraestructura social tiende a hacerse una con el proceso deelaboracin cognitiva e interactiva de la mente. Tal procesono se da sin una autntica mutacin antropolgica que en

    primer lugar afecta al psiquismo social e individual.La Sony ha decidido llamar Emotion Engine al motor de la

    PlayStation 2. Es una eleccin conceptualmente significativa,que nos permite comprender lo que de decisivo se est pro-duciendo en la relacin entre el tecnocosmos digitalizado yla mente humana: la mquina digital incorpora un ciertonmero, un nmero creciente de automatismos emocionalesque son inoculados en el organismo humano desde la infan-cia, desde las primeras fases formativas.

    No entenderemos nada de la sociedad que se est des-plegando si no tenemos en cuenta el hecho de que sus clu-las constitutivas, esos organismos bioconscientes que porconvencin acostumbramos a considerar seres humanos,

    estn atravesando una fase de reprogramacin neurolgica,psquica, relacional. El hardware de los organismos biocons-cientes est en fase de mutacin, de rediseo acelerado. Noes posible pensar que sobre estos nuevos terminales puedacorrer el mismo software que corra sobre los organismosgenerados por la revolucin humanista.

    Por ejemplo, en el caso de los videojuegos, de las panta-llas tridimensionales y de las tecnologas de inmersin, asis-timos a un proceso que se dirige hacia la creacin de interfa-ces de inmersin que hacen posible la estimulacin de emo-ciones asistida por ordenador.

    La emocin, entendida como estimulacin de relaciones

    fsicas y psquicas, slo parcialmente controlables por larazn, es cada vez con ms frecuencia despertada y provo-cada por cadenas de automatismos tecnolgicos. Esto nopuede suceder sin una mutacin del sistema emocionalhumano y, tal vez, incluso sin mutaciones del propio apara-to neuronal, del propio hardware cuerpo y mente.

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    En este sentido se observa una convergencia entre tecnolog-as informticas y tecnologas psicotrpicas de tipo qumicopsicofrmacos, drogas y de tipo biotcnico injertoselectrnicos, induccin calculada de neuromutaciones.

    Las caractersticas de la semiosfera inmersiva hiperme-ditica tienen efectos sobre el sistema emocional. Podemosentrever sus primeros sntomas en el emerger de formaspnicas o depresivas de la psique social y del comporta-miento colectivo.

    Advertencia: hay que deshacerse del prejuicio segn elcual el homo sapiens representa el punto de llegada ltimo yptimo de la evolucin. Por ello es necesario abandonar elpunto de vista del homo sapiens, que nos predispone a la sos-pecha, al rechazo y a la incomprensin frente a la mutacinen curso del organismo bioconsciente.

    Sin timn ni brjula en el ocano fractal

    Dos actitudes mentales predominan en el panorama intelec-tual. Una deriva del pensamiento crtico del siglo XX, de lasexperiencias polticas de tipo socialista. La otra florece en lafrondosa jungla de la economa postindustrial.

    La primera actitud se funda en el miedo a la innovacintecnolgica y econmica como portadora de un mal o, por lomenos, de un peligro. Esta actitud se manifiesta en una cul-tura poltica conservadora y retrgrada. La flexibilidad deltrabajo es vista tan slo como un ataque a las condiciones devida y de salario. La globalizacin econmica es vista comouna maquinacin del imperialismo norteamericano, la difu-sin de nuevos imaginarios y de la lengua inglesa, como unprfido instrumento de sometimiento de la cultura mundial.Internet es un instrumento ambiguo que se puede aceptartan slo porque vehicula mensajes ideolgicos de alarmasobre la peligrosidad del propio instrumento, y porque

    informa sobre la cultura pasada como si fuese una extensinilimitada de la biblioteca.

    La segunda actitud consiste, por el contrario, en la exal-tacin de la economa capitalista como si a ella se debieraatribuir el enriquecimiento que proviene de los progresosde la ciencia y la tecnologa. El mercado competitivo es

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    considerado como el nico medio en el cual son posiblestales conquistas y la violencia competitiva, la miseria y lamarginacin son consideradas su inevitable precio. Del mismomodo en que la evolucin natural con su despiadada seleccinelimina a los dbiles y permite a los fuertes prosperar, as lasociedad humana no puede progresar si no es gracias a la vio-lencia y la explotacin. El trabajo, la productividad, la compe-tencia son considerados los valores-gua a los que todo debeser sacrificado. La violencia, la guerra, la miseria, son residuos

    marginales provisionales de un mundo an no perfecto. Slola plena homologacin econmica podr eliminarlos.

    Ambas posiciones son intelectualmente insatisfactorias,moralmente hipcritas y polticamente paralizantes.

    El conservadurismo antagonista propone de nuevomodelos de pensamiento y de accin que no tienen ya vitali-dad alguna y sobre todo no son seguidos por las masasexterminadas de los miserables de la tierra. Se ha perdido elhorizonte de la alternativa social, porque el comunismo en elque se encontraba dicho horizonte se ha revelado como unsistema social totalitario y esttico, incapaz de competir conel dinamismo tecnolgico del capitalismo. Ha perdido todacapacidad de atraccin y de orientacin de las masas de

    explotados, porque stos se han convertido a los cultos oscu-rantistas del integrismo, del nacionalismo y el tribalismo. Deese modo, el antagonismo socialista, olvidada su antiguavocacin internacionalista, ha terminado por identificar suenemigo principal en la globalizacin y en esta oposicin seencuentra codo a codo con el fascismo y las obsesiones iden-titarias exasperadas por la desterritorializacin capitalista.

    La ideologa liberal tiene de su lado la energa de la inno-vacin, la potencia de un imaginario internacionalista que elsocialismo ha perdido. Pero no ofrece ninguna esperanza dereducir la masa de miseria y exclusin. Al contrario, cuantoms rica, eficiente, agresiva se hace la clase global que domi-na las nuevas tecnologas y concentra en sus manos el domi-

    nio de la red mundial, ms se expande la masa de los exclui-dos. Hasta el punto de que se hace realista la previsin deuna separacin a largo plazo entre una minora que producey comunica en el circuito de la conexin global obteniendode ello ventajas crecientes en el plano econmico y en elplano cultural, y una enorme mayora de excluidos obligada

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    a desarrollar, en condiciones de semiesclavitud, las funcio-nes dependientes de ese circuito global, cuando no condena-da a la guerra, a la miseria y a la enfermedad.

    El pensamiento creativo debe estar hoy a la altura de unasituacin que no tiene precedentes, a la altura de una socie-dad que no se parece nada o casi nada a la sociedad enla que crecieron las organizaciones polticas revolucionarias,y en las que germinaron los regmenes socialistas o las gran-des democracias de Occidente. Ni la revolucin socialistaexpresin del todo quimrica e inconsistente que hoy slopuede usar quien pretenda hacer el ridculo ni la demo-cracia expresin muy utilizada pero no menos falsa einconsistente son capaces de ofrecer una perspectiva, decontener y disolver la obsesin identitaria que cuaja en losnazismos reemergentes o en los integrismos enfrentados.

    Tal vez haya que desembarazarse de la propia poltica.Este arte del gobierno no tiene de hecho ningn realismo enuna sociedad infinitamente compleja, en la que la voluntades incapaz de lograr sus objetivos, en la que los objetivos sonespejismos, porque no apoyamos los pies sobre suelo firme,sino que navegamos en un ocano absolutamente inestable.

    Buscamos un mtodo de cambio que est libre de las pre-misas hoy engaosas de la gobernabilidad, la finalidad,la reductibilidad del mundo a diseos racionales. La polticafue una tcnica capaz de producir efectos de conjunto a par-tir del gobierno de un cierto nmero de procesos decisivos.

    Nosotros tenemos que actuar en una situacin en la cuallos procesos decisivos son infinitos, ingobernables, y las muta-ciones tienen carcter fractal y recombinante. Es del todoinsensato proponerse el derribo del ocano fractal en el quenavegamos. Solo yendo en el sentido del proceso podemosintroducir elementos de modificacin del proceso. La modifi-cacin slo puede tener un carcter fractal y en ningn modoun carcter frontal.

    La sociedad de la poca pasada poda ser descrita comouna realidad de tipo territorial. Se poda dirigir el timn haciauna isla que apareca en el horizonte y con fuerza de voluntad,alcanzarla y conquistarla. Pero no tiene ningn sentido propo-nerse finalidades, objetivos, cuando uno se mueve en un oca-no en el que todas las islas que vemos en el horizonte son flo-tantes y se desplazan con velocidad diferente e imprevisible.

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    Buscaremos aqu un mtodo de cambio que saque partido delos principios de la navegacin, de la fractalidad y de larecombinacin. No tenemos ni brjula ni timn. Y no sabe-mos a dnde queremos ir.

    El lmite del cibertiempo

    Rosa Luxemburg deca que el capitalismo se ve empujadodesde dentro hacia un proceso de expansin contnua. Elimperialismo era para ella la consecuencia econmica, polti-ca y militar de esta necesidad ntima de expansin. Pero, qusucede cuando todo espacio del territorio planetario ha sidosometido al poder de la economa capitalista y todo objeto dela vida cotidiana ha sido transformado en mercanca?

    Durante algn tiempo la conquista del espacio exteriorfue considerada la direccin de desarrollo de una nuevaaventura de expansin capitalista. Despus, por motivosdifciles de descifrar, esa direccin de desarrollo fue inte-rrumpida, o al menos perdi impulso, y en la actualidad ladireccin de expansin y desarrollo parece orientarse haciala conquista del espacio interior, del mundo interior, el espa-

    cio de la mente, del alma: el espacio temporal.La colonizacin del tiempo ha sido un objetivo funda-

    mental del desarrollo del capitalismo durante la edadmoderna: la mutacin antropolgica que el capitalismo haproducido en la mente humana y en la vida cotidiana hasido sobre todo una transformacin de la percepcin deltiempo. Pero en la actualidad algo nuevo est sucediendo: eltiempo se ha convertido en el principal campo de batalla.Tiempo-mente, cibertiempo.

    Qu quiere decir cibertiempo? Para responder a estapregunta debemos, en primer lugar, regresar a la definicinde ciberespacio, trmino ste cuyo uso se ha extendido en ellenguaje en stos ltimos diez aos. El ciberespacio es la

    esfera de interaccin de innumerables fuentes humanas ymecnicas de enunciacin, la esfera de conexin entre mentey mquinas: esta esfera experimenta una expansin prcti-camente ilimitada, puede crecer indefinidamente, porque esel punto de interseccin del cuerpo orgnico con el cuerpoinorgnico de la mquina electrnica.

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    Pero el ciberespacio no es la nica dimensin que emerge deldesarrollo de esta conexin. Hay otro aspecto que debemostener en cuenta, el cibertiempo.

    El cibertiempo es la cara orgnica del proceso, el tiemponecesario para que el cerebro humano pueda elaborar lamasa de datos informativos y de estmulos emocionales pro-cedentes del ciberespacio.

    El cibertiempo no es expansible sin lmites, porque su

    expansin est limitada por factores orgnicos. Se puedeexpandir la capacidad de elaboracin del cerebro mediantelas drogas, el adiestramiento y la atencin, gracias a laampliacin de las facultades intelectuales, pero el cerebroorgnico tiene lmites que tienen relacin con la dimensinemocional y sensible del organismo consciente.

    Llamamos ciberespacio al universo global de las relacio-nes posibles en el seno de un espacio rizomtico que conec-ta virtualmente cualquier terminal humano con cualquierotro terminal humano, a travs de mquinas digitales. Elciberespacio es un rizoma neurotelemtico, es decir, una redno jerrquica y no lineal, que enlaza mentes humanas y dis-positivos electrnicos. ste se caracteriza por una expansibi-lidad ilimitada. El cibertiempo, al contrario, no es ilimitada-mente extensible, porque guarda relacin con la intensidadde la experiencia que el organismo consciente dedica a ela-borar informaciones que proceden del ciberespacio.

    La esfera objetiva del ciberespacio se expande a la veloci-dad de la replicacin digital, pero el ncleo subjetivo delcibertiempo evoluciona a ritmo lento, al ritmo de la corpo-reidad, del goce y del sufrimiento.

    Es necesario fijarse con atencin en este punto, porque enla relacin ciberespacio/cibertiempo se crean las condicio-nes de la mutacin pero tambin las contradicciones delmodelo infoproductivo.

    La composicin tcnica del mundo cambia, pero la apro-

    piacin cognitiva y la reactividad psquica no siguen demanera lineal esta mutacin. Quede claro que no pretendoafirmar que las modalidades de elaboracin mental seannaturales, inmutables. Al contrario, considero que se ha pro-ducido una mutacin a consecuencia de la exposicin de lamente orgnico a la tecnosfera digital, pero la mutacin del

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    ambiente tecnolgico es mucho ms rpida que la mutacinde los hbitos culturales y de los modelos cognitivos.

    El estrato de la infosfera se vuelve cada vez ms denso, y elestmulo informativo invade cada tomo de la atencin huma-na. Pero el tiempo humano no es infinito, ni expansible deforma ilimitada. El ncleo subjetivo del cibertiempo elaboralas seales con el ritmo lento de la materia orgnica. Podemosaumentar el tiempo de exposicin del organismo a las infor-maciones, podemos pasar ms tiempo delante de la pantalla

    del ordenador, o acelerar los tiempos de reaccin a los estmu-los procedentes del universo hipermeditico. Pero la experien-cia no puede ser intensificada ms all de cierto lmite.

    Ms all de cierto lmite la aceleracin de la experienciaprovoca una reduccin de la consciencia del estmulo, unaprdida de intensidad que concierne a la esfera de la estti-ca, de la sensibilidad y tambin a la esfera de la tica.

    Se banaliza la experiencia del otro, que es sustancia de ladimensin esttica y de la tica. El otro se hace parte de unestmulo ininterrumpido y frentico en el que es cada vezms difcil separar lo que existe fsicamente y lo que es esti-mulado de forma virtual. La singularidad de la experienciase disuelve en favor de una repeticin estandarizada.

    La intensidad de la emocin no ha disminuido, pero larealidad del objeto emocional queda suspendida. El organis-mo consciente, el cuerpo-mente individual no deja de sentiremociones cuando es reclamado por un ambiente virtual. Alcontrario, los estmulos emotivos se intensifican y determi-nan reacciones cada vez ms aceleradas. Pero el objeto emo-cional deja de ser reconocible, distinguible, pierde concre-cin. El objeto emocional no es ya otro ser vivo, sino un est-mulo como tantos otros. Un estmulo que es elaborado rpi-damente, cada vez ms rpidamente.

    Encontramos una versin, particularmente pesimista, deeste paso en las obras recientes de Paul Virilio, quien sostie-ne desde hace tiempo que la aceleracin produce un empo- brecimiento de la experiencia y la virtualizacin produceuna disolucin de la alteridad. El imperativo moral ama atu prjimo desaparece, dice Virilio. Se nos invita a amar allejano (tele). Y el lejano es el otro sin su realidad fsica, sin elolor del cuerpo, sin el miedo y el dolor de un ser vivo. El leja-no es el otro cuya existencia, cuya verdad intensiva, cuyareciprocidad deseante no podemos verificar.

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    Ms informacin y menos significado, dice por su parteArthur Kroker. Para acelerar y hacer fluida la circulacin delas informaciones es necesario, de hecho, eliminar de lasautopistas comunicativas toda ambigedad, y no hay signi-ficado sin ambigedad. Ms informacin y menos significa-do, ms informacin y menos placer en el comunicar.

    Las posiciones expresadas por Arthur Kroker y PaulVirilio tienen un tono conservador porque adoptan una pos-tura negativa frente a la innovacin tecnolgica, como sifuese posible pararla, o como si fuese posible identificar unaautenticidad de lo humano, definir condiciones humanasnaturales fuera de las cuales lo humano se pervertira.

    No hay duda de que las tesis de Kroker y Virilio contie-nen muchos elementos de verdad. Pero su discurso estdominado por un sentimiento conservador, nostlgico, porla nostalgia de una autenticidad humana que la tecnologaestara eliminando.

    Pero no existe autenticidad humana alguna independien-te de las condiciones en las que lo humano se determina con-cretamente. Es necesario desplazar el eje del anlisis y la cr-tica: no podemos hablar del ser humano concreto a partir deuna autenticidad humana ideal.

    Cul puede ser el punto de vista a partir del cual juzgar elmundo presente, las relaciones de produccin e intercambio,las tecnologas y las formas sociales que stas determinan?

    Creo que no hay ningn punto de vista til para un jui-cio sobre lo existente que no sea el de la felicidad del orga-nismo consciente. Slo el sufrimiento y el placer del organis-mo consciente individual y colectivo son tiles para uncriterio tico y poltico que no contenga supuestos de valorde tipo idealista como el de la autenticidad humana ohipstasis como la de la naturaleza humana.

    Una palabra que no se debera usar

    La palabra felicidad no se debera usar en los libros. Es unapalabra que no se debera escribir sino, tan slo, all dondesea posible, habitar en silencio. Es una palabra tab, quequiz podamos vivir a duras penas, pero no, desde luego,

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    pensar de forma sistemtica. Por eso esta palabra ha sidoexpurgada del discurso de las personas acreditadas y notiene carta de ciudadana en la repblica del saber cientfico.

    Aristteles dijo que todos los hombres desean ser felices.Terencio Varrn contaba 289 interpretaciones de la palabrafelicidad. Watzlawick, por su parte, cuenta aquella historia juda. Pienso casarme con la seorita Katz dice el hijo."Pero la seorita Katz no tiene dinero para la dote respon-de el padre. Slo con ella podr ser feliz replica el hijo.Ser feliz? concluye el padre y qu ganas con ello?.

    Todo el discurso de Watzlawick est dirigido a des-montar la idea de que exista una condicin sana, natural,de la existencia y de que debamos hacer real esa condicinpara poder ser felices. Precisamente la pretensin de queexista una condicin feliz es la premisa de la infelicidad,dice Watzlawick.

    Y, ms an, Freud en una carta a Fliess habla del carcterinterminable del anlisis. Con esta expresin Freud define elfin, el punto de llagada e incluso el sentido ltimo del psico-anlisis. Al decir que el punto de llegada del proceso analti-co es la comprensin del carcter interminable del anlisis,quiere decirnos que ninguna ciencia y ninguna tcnicapuede proponerse alcanzar la felicidad.

    Si la felicidad puede ser definida como una integracinplena y sin residuos del organismo consciente en su entorno,podemos afirmar que tal integracin es irrealizable, porqueel cdigo de la mente y el del mundo son intraducibles, o talvez porque la factura del organismo consciente y del mundoson imperfectas.

    En uno de sus libros ms conocidos y bellos, El malestaren la cultura,1 Sigmund Freud explica por qu en el discursocientfico sobre la sociedad humana no puede aparecer lapalabra felicidad. El acceso a la cultura supone la elimina-cin, la destruccin, la puesta entre parntesis de la propiaidea de felicidad. El acceso a la cultura, precisamente porquecomporta una inversin productiva y racional de la libido,implica una sublimacin del deseo y de lo que Freud definecomo instintos primarios (Trauben). Esta eliminacin es el

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    1. Sigmund Freud, El malestar en la cultura, Madrid, Alianza 1998.

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    fundamento del sacrificio sobre el que se funda el progresode la civilizacin, el aplazamiento del placer, la inversin delas energas de forma socialmente til, intercambiable, acu-mulable. El desarrollo de la economa capitalista se apoyaparticularmente en este desplazamiento de la relacin entreel deseo y lo vivido.

    Lo que se acumula en el tiempo, constituyendo la premi-sa y la base del desarrollo econmico y del progreso culturales precisamente la separacin entre el deseo y lo vivido.Gracias a esta separacin el mundo de las cosas ha podidoextenderse, complicarse, absorbiendo tiempo de trabajo einteligencia. Lo que se acumula en la economa capitalista esplacer no vivido, o bien, placer sublimado.

    Esta problemtica se halla en el centro del libro de crticade la economa capitalista de Bataille, La parte maldita.2

    Partiendo de la idea de que el desarrollo econmico se fundasobre la acumulacin de placer no vivido, Bataille formula lahiptesis de que la parte maldita sea el exceso de deseo,aquel deseo que debe ser sacrificado para dejar espacio aldesarrollo de la economa. La parte maldita es la crticaviviente de la economa y del capitalismo, el deseo que rea-firma su existencia contra la lgica sacrificial del capitalismo.

    Los neurofisilogos estn en condiciones de definir losfenmenos psquicos, emotivos, humorales como manifesta-ciones de procesos qumicos que se desarrollan en el cerebro.Pero es dudoso que este tipo de explicaciones sirva paraexplicar el comportamiento humano en su complejidad y enel contexto de las relaciones sociales.

    Cmo se pone en movimiento, cmo se alimenta todaesta qumica y esta hidrulica de agentes qumicos de la neu-rotransmisin, del humor y de la (in)felicidad? Cules son lasarquitecturas sociales de la psicoqumica? Cules las arqui-tecturas tecnolgicas, cules las arquitecturas culturales?

    Podemos, desde luego, considerar la felicidad como efec-to de un proceso fisioqumico y por tanto podemos interve-nir sobre ciertos tipos de infelicidad, sobre diversas formasde sufrimiento mental como la ansiedad o la depresinsuministrando sustancias, como los psicofrmacos, capaces

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    2. George Bataille, La parte maldita, Barcelona, Icaria 1987.

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    de actuar sobre las molculas del cerebro. Pero el sufrimien-to mental no puede ser reducido a esto. No basta con expli-car los procesos neurofsicos que lo acompaan y lo produ-cen para comprender cmo se determinan la depresin, lostrastornos mentales, la melancola, la tristeza, el miedo, elpnico. Estos fenmenos de la vida psquica no son reduci- bles a sus determinantes qumicos y neuronales, aunquestos sean necesarios.

    Neurlogos y fisilogos fundan sus diagnsticos y susterapias en la condicin fsica del cerebro humano y a partirde ah analizan la relacin entre mente y mundo. Es un pro-cedimiento de gran utilidad y la psicoterapia saca gran pro-vecho del uso de los psicofrmacos. Sustancias como elProzac se han mostrado capaces de modificar los modos deinteraccin mente-mundo y hay toda una farmacopea deansiolticos, antidepresivos, tranquilizantes, euforizantes,que desempean una funcin esencial para regular elhumor, reducir el sufrimiento y hacer tolerable la existencia.

    El punto de vista de la psicofarmacologa es legtimo yeficaz en la prctica. Pero su comprensin del sufrimientomental tiene un carcter mecanicista y reductivo. Se trata deuna perspectiva absolutamente parcial, unilateral, insufi-

    ciente para explicar los fenmenos del trastorno mental y delmalestar, y de todo punto inadecuada para modificar el pro-ceso psicopatgeno, salvo en sus aspectos clnicos.

    Si queremos analizar la relacin entre la mente y elmundo, un enfoque de tipo mentalista tiene indudables ven-tajas. Si pensamos que el mundo es una proyeccin de lamente, podremos llegar a la conclusin de que bastar concorregir, curar y pacificar la condicin en que se encuentra elpanorama de la mente para que el mundo se vuelva mejor.

    En una perspectiva de este tipo, una va resolutiva paraenfrentarse con el problema de la felicidad puede hallarse enlos psicofrmacos, pero tambin en las tcnicas de medita-cin del yoga. Por til e interesante que resulte considerar el

    mundo como una proyeccin de la actividad mental, esnecesario reconocer que sta es slo una parte de la realidad.

    La psicologa budista considera la relacin con el mundoy con los dems seres humanos, e incluso la propia realidadobjetiva, como un efecto de las proyecciones de la mente. Nisiquiera los demonios ms terrorficos deben atemorizarnos

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    porque no son sino proyecciones de nuestra mente, dice elBardo Thodol, el Libro tibetano de los muertos3 que, an siendoanterior a la introduccin del budismo en el Tibet porPadmasambhava, anticipa los fundamentos de la psicologabudista. Puesto que el bien y el mal que se manifiestan en elmundo son proyecciones, lo que debe ser curado, modifica-do, perfeccionado no es el mundo sino el estado de la mente.

    Por completo diferente es el enfoque de la felicidadimplcito en el pensamiento poltico moderno. En el vocabu-lario poltico esta palabra tiene un lugar muy marginal, aun-que la constitucin norteamericana afirme que todo indivi-duo tiene el derecho a buscar su propia felicidad. LaIlustracin inocula en el espritu de la modernidad la idea que se ha mostrado poco fundada en los hechos segn lacual el progreso cientfico y civil producira un constanteincremento de la felicidad colectiva. Pero ms all de lasdeclaraciones de principio, todo discurso sobre esta cuestinaparece como ligeramente incmodo, tal vez por la buenarazn de que cualquier valoracin cuantitativa de la felici-dad es imposible y resulta abusiva cualquier objetivacin deun concepto tan vago.

    Hoy los hombres y las mujeres son ms o menos felices?

    Cmo podemos intentar hacer una valoracin cuantitativasobre el volumen de felicidad del que gozaban los humanosen pocas pasadas de la historia?

    Las agencias demoscpicas pueden hacer sondeos sobre lasexualidad, el placer y la insatisfaccin. Pero cmo se hacepara considerar fiables sondeos sobre estas cuestiones?Suponiendo que las personas entrevistadas dijeran la verdady no est claro que sea as no es acaso evidente que cada serhumano percibe de forma diferente su propio cuerpo y regis-tra sus estados mentales con criterios del todo personales?

    Alguna vez he odo decir que la felicidad y la infelicidadestn distribuidas de forma equilibrada en el tiempo y en elespacio, con independencia de las condiciones sociales. Es

    posible, pero parece imposible dejar de considerar laAlemania de la poca hitleriana pinsese en El huevo de laserpiente de Ingmar Bergman o la Rusia de Stalin pinsese

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    3. El libro tibetano de los muertos (Bardo Thodol), Barcelona, Obelisco 1994.

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    en El maestro y Margarita de Bulgakov4 como ambientes par-ticularmente predispuestos a una tristeza difusa y a la angustia.

    As pues, no podemos tener certezas ni es oportuno cons-truir teoras sobre la felicidad. Sin embargo, a pesar de estasdificultades y precauciones, querra apuntar algunos aspec-tos del panorama psquico de la sociedad contemporneapartiendo de sus condiciones productivas, comunicativas ytecnolgicas.

    La felicizacin del discurso econmico

    La felicidad no es un objeto cientfico, sino un objeto ideol-gico muy importante. De ese modo debe ser estudiado. Enotras palabras, aunque no sea posible tener un discurso cien-tficamente motivado y coherente sobre la felicidad y quepor tanto slo pueda definirse de forma muy vaga, en eldiscurso pblico circulan flujos de comunicacin construi-dos en torno a una idea de felicidad. Vemos circular frag-mentos y reclamos imaginarios, escasamente motivados ycoherentes, pero no por ello menos eficaces. El discursop