Fabulas Alemanas

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FÁBULAS Ä PUESTAS EN T E R S O C A S T E L L A N O DON JUAr! EL'GENSO HABTZENBUSCH. Madrid 1340. Imprenta que fue de Operarios, calle del Factor, nina. 9

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  • FBULAS P U E S T A S EN T E R S O C A S T E L L A N O

    DON JUAr! EL'GENSO H A B T Z E N B U S C H .

    Madrid 1340.

    Imprenta que fue de Operarios, calle del Factor, nina. 9

  • FBULAS PUESTAS EN VERSO CASTELLASO

    POR

    D, JUAN EUGENIO H A M B U S C H .

    M A D R I D .

    IMPRENTA DE LA SOCIEDAD DE OPERARIOS. Calle del Factor, nmero 9 .

    B IBL IOTECA U N I V E R S I D A D DE Hlj^

    6104335835

  • Erase un opulento rey que posea palacios magnficos,

    Todos sus palacios lenian jardn. En el centro de cada jardn haba un es-

    tanque de gran extensin. En medio de cada estanque se vea una

    islela sembrada de hermossimas flores. Con qu adornaramos (pregunt una

    vez su arquitecto el Monarca) la isleta del es tanque , perteneciente al jardn de mi pa-lacio nmero uno?

    Nada mas adecuado (respondi el artis-ta) para en medio de tantas flores , que la estatua de Flora en pi, que acaba de fundir en bronce el mejor escultor del r e i n o .

    Admiti el Rey el dictamen, y la estatua de Flora fu colocada en el jardn del palacio

  • IV

    nmero u n o , donde excitaba la admiracin de todos.

    Se trat de adornar despus la isleta del palacio nmero d o s , y se coloc en ella otro ejemplar de la estatua de F lora .

    Lo mismo se hizo en los jardines de los otros palacios. Cada uno tenia su Flora de b ronce : bellas estatuas, pero todas iguales , todas realmente una .

    Fund S. M. una casa de campo con su jardn, su estanque y su isla; y el arquitecto se tom la libertad de introducir en ella otra estatua de Flora sen tada , escultura de di-verso autor y distinta materia: era de plomo.

    Al verla el Rey , dijo al arquitecto con al-gn disgusto: Por qu has encajado ah esa nueva F l o r a , que bajo todos conceptos vale mucho menos que la primera?

    S e o r , (contexto el reconvenido) por-que no se vea en todos los jardines la misma

    Satisfizo al Soberano la razn, y repuso: Al cabo , aunque vale menos que la otra; en vez de una, tengo ya dos. Para llegar ob-tener obras nuevas que compitan con las an-tiguas, hay que admitir los ensayos .

    La moralidad de esta fbula , por mejor decir, la aplicacin de este cuen to , es la si-guiente.

  • V

    Don Flix Mara Samaniego es el fabulis-la moral espaol : su mrito es difcil de igualar , y quiz imposible.

    Pero no se han de leer mas fbulas mo-rales que las de Samaniego?

    Las nuevas , probablemente sern inferio-res a l a s ant iguas ; pero sern diferentes , y habr esas mas en castellano. Hacindose repetidos ensayos, puede que alguno salga bien, y eso ganar nuestra l i teratura.

    De esta manera debieron discurrir Don Agustn Ibaez de la Renter a , Don Juan Pi-sn y Vargas , Don Rafael Jos Crespo y otros autores espaoles, que escribieron fbulas en el pasado y presente siglo. No hablo de Don Toms de I r i a r t e , porque redujo sus aplogos las materias l i terarias , ni de Don Cristbal de Bea , porque solo se ocup en las polticas ; pero quin no ha leido y ad-mirado las excelentes fbulas de mi caro amigo Don Ramn Campoamor?

    La Flora del Seor Campoamor no es de p lomo; es de tan buen metal como la del Seor Samaniego,

    Quedemos, pues , en que no es mal hecho escribir aun fbulas en Espaa; y dado que lo fuese, por Jbios que en s llevara la pe-nitencia.

    Pero la coleccin que yo publ ico , rio es

  • VI

    original sino en parte; y v aqu un pecado sin perdn para algunos.

    Pues vaya otra vez de cuen to ; que para prlogo de fbulas en verso, no vienen mal fbulas cuentos en prosa.

    La casa de campo construida por el ar-quitecto arriba dicho, fu labrada con restos y despojos de antiguas fbricas. All en un territorio poco frecuentado, habia descubierto el artista unas ru inas , de las cuales sac piedras , bustos y aun estatuas casi enteras para el nuevo edificio, que mereci la aproba-cin universa l , y fu llamado siempre obra del arquitecto Mximo.

    El arquitecto Mximo pas vida mejor, y sucedile en la direccin de las obras rea-les el arquitecto Mnimo, que hubo tambin de ocuparse en la construccin de una nue-va casa real.

    Y siguiendo el ejemplo de sus anteceso-r e s , sac de ignoradas ruinas ricos materia-les para su fbrica.

    Y vase qu diferencia de suerte! Levan-tse general clamor contra el nuevo arqui-tecto : decan todos que aquello era una pro-fanacin , un robo.

    S e o r e s , (replicaba l ) yo no hago mas que lo practicado por otro. Lo que se aplau-di al mximo, tolresele al m n imo .

  • Vil

    La Fontaine y Samanego^ sin subir Fedro ni Babr io , se valieron de lo que hallaron ya escr i to , y no fueron rigorosa-mente fabulistas originales Ha de ser culpa en un moderno lo que fu digno de alabanza en sus predecesores? Parece que no. Aun-que estas fbulas no sean originales , basta que sirvan de a lgo, para que sea licito pu-blicarlas.

    Pero es necesario dar cada uno lo que le pertenezca: por eso al fin del tomo va un regis t ro , donde se expresa qu originales he tenido presentes .

    Los lectores que hagan el cotejo del ori-ginal y la copia , echarn de ver que unas veces he t raducido, otras he imi tado, re-fundido desfigurado el origina!, segn me pareci conveniente, y segn hicieron otros antes que yo.

    A fin de que resultase mas var iami redu-cida coleccin, he introducido en ella unas pocas fbulas y algn cuento de varios auto-res nacionales, retocndolos para darles apli-cion dis t inta , para que se entendieran , sonaran mejor. Lo que vulgarmente se llama cuento, y lo que los retricos llaman fbula racional, es aveces lo mismo.

    No doy luz una obra compuesta de pen-samientos mios y nuevos ; doy en ella pon-

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    samientos de otros en nueva forma: cog la tela y pongo el cosido, como aquel joven de Caldern Y va de cuento por tercera y ltima vez.

    Remendaba con sigilo sus calzones un mancebo : yo que le acechaba, vilo, y pregunt : Qu hay de nuevo? Y l respondi: Solo el hilo.

  • FBULA PRIMERA,

    QUE S I R V E DE

    I N T R O D U C C I N .

    EL T R E I N T A DE A B R I L .

    De la furia del mar duras penas un viajero nadando se salvaba, sumergida la nave que fletaba. Calado el infeliz como una sopa, sin aliento y sin ropa, zozobroso pisaba las arenas del suelo salvador, suelo que el hombre ignoraba en verdad completamente si era no continente, y por supuesto su extensin y nombre. Del nombre no hay noticia: isla se sabe que era:

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    nuestro viajante se embarc en Galicia, y el perdido bajel era un trasporte que sali para Amrica del Norte. De aqu el lector iniera la situacin exacta y verdadera de la isla consabida, la cual por lo distante y reducida, por otra razn, se les escapa siempre los constructores de los atlas geogrficos mejores, y nunca la colocan en el mapa. Qu especie de hospedaje (se preguntaba el nufrago) me espera? Por todo este paraje no hay tierra cultivada. Si estar inhabitada? Si ocurrir que por mi mal encuentre con un pueblo salvaje, que me ponga tostar en una hoguera, y me aloje bocados en el vientre? De este modo confuso discurra, cruzando una espesura; cuando, vlgame Dios! con qu alegra vio un trillado sendero, donde liabia, diversas en tamao y en figura, huellas de cuatro pies con herradura!

    -Ya (exclam) no hay cuidado: estoy en un pas civilizado:

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    solo en un pueblo culto se procura que gasten los cuadrpedos calzado. Siguiendo la vereda, en un camino entr llano y derecho. No hay camino sin gente.Dicho y hecho. Una gran polvareda se alza en la extremidad del horizonte: divsanse entre el polvo diferentes caballeros con armas relucientes, plumas, preseas y admirable pompa: repite el eco del vecino monte rudo son de timbales y de trompa, y yese luego aclamacin festiva de Viva el nuevo Bey! viva el Rey! viva! Los jinetes se apean, obsequiosos al nufrago rodean ; y antes que diga nada, ni acierte disponer de su persona, pnenle un manto real y una corona, que prevencin la comitiva trajo: sbenle una carroza engalanada; y entre clamores mil, con gozo grande, majestad por arriba y por abajo, mucho tirar al aire los sombreros, y dale que le das los timbaleros, mndase al nuevo principe que mando su cochero que ande, y haciendo los caballos una curva,

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    por donde vino trnase la turba, gritando sin cesar: Viva Facundo milsimo octogsimo segundo! Vamos (dijo el monarca improvisado), sin duda en esta tierra, que es ya mia, Facundo se le pone, llmese Andrs Juan, Luis Conrado, todo hombre de bien que se corone. Bien antigua ser la monarqua donde, si llevan sin error la cuenta, los reyes pasan ya de mil y ochenta. No le parezca extrao vuestra digna majestad (repuso un paje tieso, cual si fuera un huso); pues sin que valga aqu poder ni amao, nuestros reyes gobiernan solo un ao. Hoy, ltimo de Abril, la Providencia cada ao nos envia un joven para rey: desde tal dia, trescientos, reinar, sesenta y cinco, sobre vasallos, cuyo solo ahinco darle gusto ser con su obediencia. Mas aun estando con el rey contentos, corridos los trescientos sesenta y cinco dias (ordinario nmero que tener el ao debe , no trayendo Febrero veinte y nueve), su majestad, all de maanita,

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    que quiera no, recibe la incmoda visita de catorce alguaciles y un notario, cara de enterrador, que le apercibe dicindole corts, pero algo recio: Lleg San Indalecio; treinta de Abril es hoy , y el calendario de este dominio reza que mude la corona de cabeza. Dejarla es necesario. Ya vuestra majestad es rey cumplido: vuestra merced se d por despedido. Ve (sigui el informante), . ve vuestra majestad all adelante sobre una yegua inquieta un zngano que toca la trompeta ? Pues es un extranjero, que ha sido rey aqu, y es trompetero. Trompetero? Gran Dios! (grit el monarca.) No supo ese infeliz llenar el arca para pasarlo bien, rey jubilado? No era por cierto su codicia parca; pero en este pais, que separado est del mundo entero, da la casualidad que no hay dinero. Bienes habr y alhajas; y para echarles mano, prometo no dormirme entre las pajas :

  • i i raya en barbarie ya , que un soberano luego que cese , reducido se halle tocar la trompeta por la calle. Las alhajas, seor, y las haciendas, lo que rinden y artculos iguales, no son aqu del rey; son encomiendas y bienes vinculados nacionales. Durante el ao , puede con ellos darse el rey soberbio trato; pero treinta de Abril, fuerza es le quede todo su sucesor mas inmediato. Solamente sacar se le tolera dos camisas tres, una montera y un traje de sotana muy sencillo, traje de sacristn monaguillo. Jess ! qu sociedad tan chapucera! (interrumpi Facundo) : lindo pago para el que reine bien! famosa ganga, entrar de rey para salir monago! Bah! reinecillo al fin de morondanga. Por ltimo, sepamos lo importante: pasado el treinta del Abril temido, cmo suele vivir un rey cesante? Vive de la carrera que ha emprendido para poderse manejar maana: bien, si le da de s; mal, si no gana. Sujetos hay de los que fueron reyes, que interpretando leyes,

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    viven con esplendor: quin es banquero, quin sastre , quin obispo, quin herrero; vende azcar el uno; el otro pinta; y movido por ndole distinta, no falta quien abrace la descansada profesin de vago, profesin de funesto desenlace, que seguida del hambre y el zurriago, da por constante suerte vida infeliz y desastrada muerte; pues ni en la clase ilustre ni en la baja, ninguno come aqu si no trabaja. Ces el paje de hablar, y el Rey contesta: Eso no me disgusta: vivir de mi trabajo no me asusta. Sepa el amigo paje que por juego una vez tej una cesta: con un ao cabal de aprendizaje, cualquiera adquirira destreza regular en cestera. Desde hoy constantemente seis horas al oficio me consagro, hasta que labre un cesto, que en su clase por un esfuerzo pase del arte cesteril, por un milagro. Su majestad sali tan excelente compositor de mimbre gordo y fino, que en el concurso de la industria, vino

  • 16 conseguir el respectivo premio, siendo solemnemente declarado primoroso oficial, honor del gremio. Al fin de su reinado, quedndole por nica prebenda su rara habilidad, abri su tienda, que nunca se veia de concurrentes tiles vaca. Trabajador, y gastador juicioso, riquezas adquiri, se hizo famoso, y sucesivamente fu nombrado alcalde, diputado, inspector del martimo registro, cuatro veces virey y al fin ministro: todo por ser sujeto que observaba su ley con fe y respeto, ser ntegro y veraz, de buena pasta, y nico para armar una canasta: de modo que porfa cada insular, al verle, prorumpia: No tenemos aqu, ni habr en el mundo mejor conciudadano ni cestero, que el sucesor insigne de Facundo milsimo octogsimo primero.

    LECTORES T LECTORAS JVENES, que en estudio provechoso vais ocupar las fugitivas horas,

  • mirad en ese nufrago dichoso, cuya vida trac con desalio, la historia general de todo nio. Nace: padres, abuelos y parientes le reciben con jbilo y cario; le miman con frecuencia, sobrado complacientes; y en fuerza de los lloros exigentes con que por todo todos importuna, reina con veleidosa omnipotencia desde el movible trono de la cuna. Pero el tiempo voraz, el que sin duelo traga vidas y mrmoles y bronces, pronto deja al muchacho sin abuelo, y sin padre tal vez y sin herencia, y es forzoso por s vivir entonces. A peligros tan ciertos y fatales, otro remedio no hay que la enseanza, que aprovecha en la edad plcida y verde las ventajosas prendas naturales, ilustra corazn y entendimiento, y un tesoro nos da que no se pierde. Forma, QUERIDOS JVENES , la vida serie no interrumpida de gusto y de tormento, de hrridas tempestades y bonanza; pero, aunque en medio de vaivenes tales, fiero tropel de males

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    amenace violento doblegar vuestras dbiles cervices, con virtud y talento no tenis que temer, seris felices.

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    FBULA II.

    L A J O Y A M I L A G R O S A .

    Hay, segn los navegantes, all lejos un pais, cuyos pobres habitantes andan todos instantes con sus bienes en un tris.

    Ya un espantoso huracn hace en la cosecha riza, ya sepultura le dan las piedras, lava y ceniza de un repentino volcan.

    Los de ilustre jerarqua y los mseros gaanes, todos viven entre afanes, recelando cada dia terremotos y huracanes.

    Para auxilio en tales daos, entrega el comn Seor all cada morador, ya desde sus tiernos aos, una joya de valor.

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    Y tales prodigios obra la joya los nios dada, que con ella todo sobra, y sin ella no se cobra, de lo que se pierde, nada.

    Sin embargo, aquella gente se echa tanto el alma atrs, que es la cosa mas frecuente perder la joya excelente, y no recobrarla mas.

    Causar sin duda espanto su locura; pero qu ! Nada igual aqu se ye? No hacen muchos otro tanto con la joya de la fe?

    Y sus luces, en verdad, son las que nos guian solas puerto de claridad en la noche y en las olas de la rucia adversidad.

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    FBULA III.

    LA ROSA Y L A Z A R Z A .

    Murmuraba impaciente una Rosa naciente del cautiverio duro que sufra, porque una Zarza espesa la tenia con sus punzantes vastagos cercada. Yo (sin cesar decia), yo no disfruto aqu ni s de nada: sin un rayo de sol, tasado el aire, desperdicio, de todos ignorada, y entre espinas incmodas reclusa, mi fragancia, colores y donaire. La Zarza respondi: Joven ilusa, tu previsin escasa, del bien que te hago, sin razn me acusa. Bajo mis ramas cubierto vives del sol canicular que nos abrasa; el golpe no recibes del granizo cruel que nos deshoja; y ese muro de espinas que te enoja, defiende tu hermosura

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    de que una mano rstica la coja. La flor entonces, de despecho roja, Mal haya (replic) la ruin cordura, que de riesgos que no hay, tiembla y se apura? No fu la maldicin echada en vano. A los pocos momentos un villano llega con la corlante podadera: la despiadada mano descarga en el zarzal; hiere , destroza, y tan completamente me le roza, que ni un retoo le dej siquiera. Poco de la catstrofe se duele, persuadida la Rosa de que gana, quedndose sin aya que la cele. Descanse en paz la rgida guardiana. Qu feliz su discpula es ahora! Baada en el relente de la aurora, descoge con orgullo su tierno y odorfero capullo: princesa de las flores la proclaman los pjaros cantores. Pero el viento la empolva y la molesta, sol picante la tuesta, la ensucia el caracol impertinente con pegajosa baba, y apenas se la enjuga, cuando voraz la oruga su venenoso cliente

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    una vez y otra vez en ella clava. Se descolora la infeliz, se arruga, y una rfaga recia de solano desparram sus hojas por el llano.

    Es el recogimiento condicin dlas jvenes precisa: falta en la mocedad conocimiento del suelo que se pisa. La nia que imprudente, sola y sin guia recorrer intente la senda de la vida peligrosa, tema la suerte de la indcil Rosa.

  • U

    FBULA IV.

    LOS PREMIOS DE L A E M P E R A T R I Z .

    La emperatriz Sofa cuatro veces al ao reparta en pblica sesin dos medallones, cada cual de valor de cien doblones, premio del colegial y colegiala, que eran en los exmenes juzgados en grado superior aventajados. Vestiditos de gala, y de curiosa multitud cercados, entraban juntos en la rica sala, donde, al son de trompetas y atabales, veces con la joya reciban otros diversos dones de las prdigas manos imperiales; al paso que en algunas ocasiones corridos nio y nia se vean al recibir, delante de aquel numerossimo concurso, ddiva tan chocante, que la plebe y la corte, sin recurso

  • burlbanse con dura pertinacia de los dos angelitos: verbi gracia. Benito y Valentina, chicos de doce abriles, l docto en la gramtica latina, y hbil ella en labores femeniles, fueron los dos electos por la junta de escuelas competente como pareja igual, sobresaliente, como alumnos perfectos de latn y costura. Lindamente. Pero es el caso que en palacio habia un pajarito azul, que los defectos de los nios de escuela descubra; y el pjaro maldito cont la Emperatriz... Qu picarda! Yo , vamos, el pescuezo le torciera. Cont de Valentina y de Benito la corta friolera de que l era un llorn, y ella una fiera. Ya lleg el dia de funcin prescrito. La seorita, pues, y el seorito prepranse de prisa y van despacio (porque mejor los miren) palacio. Su Majestad al cuello les pono, al son del atabal sonoro, los codiciados medallones de oro; y despus (aqu es ello)

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    dice Benito as: Cierta avecilla que os atisba las faltas y las pilla, te acusa de marica y apocado; por lo cual, que te compren he mandado ese cumplido chai y esa mantilla : pntelos de contado. Y usted (dijo la nia) que es persona del sexo dbil y de clase fina ; pero que audaz y dscola y gritona , en vez de Valentina, merece se la llame Valentona, sepa que por sus rsticas hombradas, le va plantar aqu mi camarera un par de charreteras encarnadas y una gorra de pelo granadera.

    Pues renuncian su ser y nombre, han de tener por cualidad primera dulzura la mujer, valor el hombre.

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    FBULA V.

    L A V E R D A D S O S P E C H O S A .

    Llevaban enterrar dos granaderos al soldado andaluz Fermn Trigueros, embrolln sin igual, que de un balazo cay sin menear ni pi ni brazo. Hola, sepultureros! (les dijo un oficial), muri ese tuno? Muri (contexta , de los dos, el uno). Aqu Trigueros en su acuerdo torna, y oyendo la expresin, dice con sorna : Lo que es por la presente, me figuro que vivo, mi teniente. A lo cual replic su camarada : No d usted Fermn crdito en nada. Siempre embustero fu : su fin es cierto ; pero aun miente el bribn despus de muerto.

    Quien falte la verdad, con eso cuente: dir que hay Dios , y le dirn que miente.

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    FBULA VI.

    P E D R O E N R E D A .

    De aquel clebre Juan , por mote Lanas, hijo fu Pedro, por apodo Enreda, buscador impertrrito de nidos en tiempo de la veda, verdugo de lagartos y de ranas, y apedreador insigne de ventanas. Estudiaba latin... Miento: asista quince dias al mes , y no seguidos, la clase del dmine Garca ; pero eso de estudiar... qu tontera! Les embelesa tanto los sentidos ciertas criaturas el placer sin igual de hacer diabluras, que es trabajar en vano ensearles latin ni castellano. Al salir, pues , el estudiante maula un Mircoles del aula, le fu Juan esperar : lleg temprano, y estando enfermo por all un vecino, passe Juan verle de camino.

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    Perico Enreda en tanto se anticip salir.A jugar, ea. Hoy me toca ejercicio de pedrea; mas que venga provisto de antiparras por la calle y me vea ese dmine abanto, gruidor y estafermo. Yo sabr libertarme de sus garras. Dice: y agarra un canto, mira con precaucin la redonda, ve una ventana abierta, (era la de la alcoba del enfermo), lanza por ella el proyectil con honda, y al inocente Juan darle acierta en lo alto de la calva descubierta, causndole del golpe tal herida, que por gracia de Dios qued con vida.

    Malas inclinaciones de muchachos, que el rigor su tiempo no endereza, darn el fruto de partir en cachos al indolente padre la cabeza.

  • FBULA VIL

    EL ENVSDIOSO-

    Magnfico manzano en el corral de un clrigo creca. Un vecino, de envidia se moria vindole tan fecundo y tan lozano: l ni manzano ni corral tenia.

    Y ya que de otro modo no supo desfogar su encono fiero, arrojaba al frutal desde un granero el desperdicio de su casa todo, haciendo del corral estercolero.

    Bien ensuci el ramaje; mas la lluvia su tiempo le limpiaba, la tierra con la broza se abonaba, y el resultado fu del ruin ultraje que mas.fruto y mejor el rbol daba.

    Mas til que nociva es la gente mordaz que tanto abunda, pues hace con su rabia furibunda que el ntegro varn mas cauto viva, y mas pronto sus mulos confunda.

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    FBULA VIII.

    L A ROSA A M A R I L L A -

    Amarilla Arolvise la Rosa blanca, por envidia que tuvo de la encarnada.

    Teman las nias convertirse de blancas en amarillas.

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    FBULA IX.

    LOS C A S C A B E L E S OE ORO.

    Blanca, rubia, lindsima, salada, risuea, bien hablada y en mil habilidades eminente para su corta edad, tal era Rosa; mas ay! enteramente sus raras prendas olvidar hacia una falta notable que tenia. Rosita, la discreta, la donosa, dio en la maa fatal de ser curiosa. En acechar pasaba todo el dia: todito, mal bien, lo averiguaba, y en seguida vecinos y lejanos todo con adiciones lo contaba: curiosidad y chisme son hermanos. Y si alguno lo duda, gente seria le ensear, tratando la materia con grande copia de razones altas, que rarsima vez existe sola una de aquellas faltas. Atisbary contar, all en el juicio de muchos y doctsimos varones,

  • son como en el reptil cabeza y cola: son dos partes de un cuerpo, dos acciones unidas con recproco ejercicio: dos formas de pecar que tiene un vicio. Basta de digresin, que va larguita. Sigamos con la historia de Rosita. Era bien infeliz: cada paso llenaban su madre las orejas de avisos y de quejas diferentes personas dignas de hacer de su dictamen caso; y Rosa castigada, sin tregua ni descanso padeca dolorosos ayunos y encerronas, y siempre se vea de toda suerte de placer privada, raramente vestida y mal peinada. Doa Tomasa, su mam, se dijo: Ver, con un ardid, si la corrijo. No se trate ya mas de penitencia. Tom la diligencia, y marchse vivir en un cortijo. Como por incidencia, vino all de la Corte el mdico ordinario de la casa. Encerrse con l Doa Tomasa, y atando por adentro el picaporte, por no tener la cerradura llave,

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  • 5-

    fingieron ventilar negocio grave. Rosita, con aquellos aparatos, ya se supone que se puso alerta: quitse los zapatos, y alzados los talones, pasito paso fu como un pilluelo, y atisbo por debajo de la puerta. Echada la curiosa por el suelo, besando los ladrillos, oy decir su mam: Razones, indulgencia, rigor, todo se aplica; pero nada me vale con la chica. Hay otros defectillos que se pueden sufrir; pero este, creo que si no es el mas feo, es el que excita mas la antipata: nadie quiere vivir con un espa. Vamos, seora, vamos (contextaba el doctor), compadezcamos tales infelices, pues nace el ser curioso de un rgano facial defectuoso. Calle! Qu rgano es ese?Las narices. Persona con nariz de poco peso tiene que ser curiosa con.exceso. La curacin del mal est en la mano. Es un sujeto de nariz liviano? Bueno: inmediatamente

  • se le hace un aadido suficiente de cualquiera metal, y agur, amigo: en menos que lo digo, la persona mas terca, la mas zafia, se olvida de espionaje y chismografa. Est seguro usted?Y tan seguro que mas no puede ser: la seorita corre ya por mi cuenta. Pobrecita! Usted la castigaba; yo la curo... Y sacar una moda muy bonita, que costa de un pequeo sacrificio les har mucho bien varias gentes. Y cul es esa moda, Don*Patricio? La de llevar en la nariz pendientes. Voy Madrid: me labrar un platero dos arillitos de oro con esmero; y har que es agregue por colgantes un par de cascabeles elegantes, cuidando que les ponga la bolita del peso que la nia necesita. Romper en la nariz los agujeros es obra de poqusimos instantes: durante los primeros duele, pero poquito, casi nada. Es mortificacin por conveniencia; y Rosa, como nia bien criada, recibir la aguja con paciencia. En estando aviada

  • con sus bonitos cascabeles de oro, le juro usted por Avicena el moro que no ha de haber por la muchacha ria. Corriente : cascabeles la nia. Rosita sin estruendo, pero eon miedo atroz, se fu corriendo. Es verdad (exclam), verdad y mucha, que siempre oye su dao quien escucha. Vaya que los doctores son crueles! A m querer abrirme hierro la nariz! Yo cascabeles Las pinchaduras dolern de firme; y luego, para alivio de trabajos, qu papel har yo con dos colgajos que nadie gastar? Quin se acomoda con tan extraa, tan horrible moda? Qu moda? Si eso iguala un letrero que diga: Yo soy mala. Y si voy Madrid... Virgen del Carmen! Conmover la poblacin entera el alboroto que armen los cascabeles de Rosita Vera. Por no estrenar el afrentoso dije, pesado la nariz , molesto al labio, me corrijo.En efecto, se corrige, y tan completamente, que al regresar el naricista sabio trayendo el salutfero presente,

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    le dijo la mam , de gozo llena : Estamos por ac de enhorabuena. La nariz de Rosita, no s cmo, era de pluma, y se volvi de plomo. Ya no atisba jamas ni picotea, y est, gracias Dios, desconocida. Por eso convendr que suspendamos la operacin aquella consabida; pero si hay recada, y otra vez repitiere sus deslices, entonces le plantamos cascabelilos de oro en las narices.

    Cascabeles, cencerros, esquilones de buque bien capaz y brocal ancho, llevar la garganta debera la turba de curiosos embrollones, traperos de perdidas expresiones, que lo revuelven todo con su gancho. Con el ruido el sopln se anunciara; y al llegar un corrillo, alguien dira: Qudese aqu la pltica pendiente, porque el buen perilln que nos acecha, lo parla todo, y al contarlo, miente. Oye lo que le llega buenamente, y aade lo dems de su cosecha.

  • 38 FBULA X.

    T I M A N T E S .

    Pintaba el celebrrimo Timantes un Jpiter con ojos fulgurantes, rayo en la diestra y en la izquierda rayo; y al severo pintor djole un payo : Si en ambas manos el rigor le pones, con cul vierte ese Dios premios y dones ?

    Es en la Omnipotencia igual la justicia la clemencia.

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    FBULA XI.

    E L R E T R A T O DE J U P I T E R .

    Haciendo por Tetuan una jornada, ocurrile Mercurio la humorada de conducir un Mono ver el cielo. Cogile, pues, al vuelo, tvole all una buena temporada, y cuando al fin se le pas el capricho, puso otra vez en el nativo suelo al venturoso trasplantado bicho. En tropel acudieron sus iguales pedir al viajero noticia de las cosas celestiales. Que nos retrate Jpiter (decan), que Jpiter describa, lo primero. Tose el Mono y empieza la majestad pintando y la grandeza de la suma deidad... No le entendian. Habla despus con religioso fuego del amor y respeto que inspiraba... Ninguno le escuchaba.

  • 40

    Todo eso que nos dices (interrumpi un Ti t), vendr bien luego; pero los circunstantes quisieran mas que refirieras antes si tiene el dios azules las narices, si es peludo, si es flaco-, si es de origen papin, si es macaco, si de patas con garbo se enarbola, y hasta dnde se alcanza con la cola. Calla y no escandalices (prorumpi el orador): habr perverso! Cola pone al Seor del Universo! El Jpiter que vi de rayo armado, el poderoso numen que sentado vi del Olimpo en el sublime trono, en nada, en nada se parece al mono. Ningn Dios, grande chico, tiene un pelo de mono ni de mico.

    Pero quien mas no alcanza, lo hace todo su pobre semejanza.

  • 41

    FBULA XII.

    B L A S I T O .

    Estaba el nio Gil postrado en cama de una fiebre tenaz y peligrosa, y el mdico mand que el tierno brazo tendiese la lanceta salvadora. No era Gil de los tmidos chicuelos, que si de sangre pierden una gota, se ponen temblar; brioso y dcil, se conform con la sentencia docta. A presenciar la interesante escena, solcitos acuden la alcoba los padres, la criada, y el primero Blas, herniado de Gil, que en l adora. tale Gil el sangrador la venda, bale el brazo en agua, se le frota, y la vena infantil hinchada al cabo, el hombre el pincho con los dedos toma. Callado Blas y atnito observaba la rara operacin preparatoria, sin saber qu pensar; mas en el punto que la lanceta vio. . . Yrgen de Atocha!

  • _ 42

    Qu lgrimas! qu gritos! Yo no quiero (clamaba sin cesar aquella boca), yo no quiero que pinchen mi hermano. Vayase usted de aqu, mata-personas! Cunto me-quiere Blas! dijo el paciente. Es muy buen corazn, dijo llorosa de placer la mam: lo mismo el padre sinti, y el cirujano y la fregona. Retiraron Blas, pues de otro modo su fraternal dolor all le ahoga; Corri la sangre del querido enfermo, y se alivi y curse por la posta. El jbilo de Blas ya se supone. Como su afecto Gil era una cosa fuera de lo comn, su madre en pago dile unos mazapanes de Vitoria. A la parte me llamo, Gil le dijo. Guardarlos quiero, contexto con sorna el carioso Blas. Para guardarlos, se los comi en seguida el zampatortas. Bravo! (exclamaba Gil.) Seor goloso, Usted que tanto por su hermano llora, un miserable mazapn le niega , y sin reparo los engulle solas! Pues el tener buen alma no consiste, solo en gimotear; consiste en obras. Blasito relamindose, repuso: Una cosa es llorar, y dar es otra.

  • 45

    FBULA XIII.

    L A S E S P I G A S .

    La espiga rica en fruto se inclina tierra; la que no tiene grano, se empina tiesa.

    Es en su porte modesto el hombre sabio, y altivo el zote.

  • _ u

    FBULA XIV.

    LA PEONZA Y L A P E R I N O L A -

    La rebelde, la rstica Peonza dijo la Perinola con enfado all en su jerigonza: Suerte bien desigual nos ha tocado. A t con mucho mimo, cuando te hacen andar, te dan impulso, entre los dedos revolviendo tu eje: no se me trata m con tanto pulso. Yo, cuando me andan, gimo al comps de la brbara correa, con que un muchacho hereje me arrima cada golpe que me brea; y cuanto mas el movimiento animo, con mas ciego furor me zarandea. Querida (respondi la Perinola), en t consiste sola el trato que te dan: t lo evitaras, ser juguete, como yo, ligero; mas qu han de hacer contigo, si en apartando el ltigo te paras? Yo sin embargo consolarte espero.

  • o

    Nuestro pap el tornero puede, si se lo digo y quieres animosa decidirte, quitarte la madera que le sobra, y en gil perinola convertirte. Friolera es la obra! (exclam la Peonza sofocada.) Prefiero que el zurriago me atormente, sufrir que la gubia me hinque el diente.

    No sabes ni empezar el catecismo, y al preceptor acusas de inclemencia! Qujate de t mismo: para buen colegial no hay penitencia.

  • 46

    FBULA XV.

    EL L T I G O -

    La Madre de un Muchacho campesino ganaba de comer hilando lino, y el Muchacho, grandsimo galopo, le hurtaba una porcin de cada copo. Juntando las porciones, fu tejiendo un ltigo tremendo, con la villana idea de zurrar los chicos de la aldea. Los ocios del amigo no eran buenos; la intencin, por lo visto, mucho menos. Dise pelar la rueca tanta prisa, que hubo la Madre de notar la sisa, y registrando con afn prolijo el arca donde el Hijo guardaba con su ropa sus peones, el ltigo encontr de repelones. Cogile furibunda, y al Muchacho le dio tan recia tunda, que contar de las piernas al cogote,

  • 47

    no le dej lugar libre de azote, diciendo, al batanarle de alto bajo Mira como te luce tu trabajo! A robar te llev tu mal deseo, y con el robo yo te vapuleo.

    Siempre vers que el vicio se labra por sus manos el suplicio.

  • 48

    FBULA XVI.

    L A S A R D I N A Y L A O S T R A -

    Dirigida la amable nina Dona Rosita Andrianl y Palacio.

    A la Ostra le dijo la Sardina: Qu se hace usted, vecina? Por mas que nado yo, por mas que miro, solo en este rincn alcanzo verla. En qu se ocupa usted en su retiro? En criar una perla.

    Esa perla eres t, candida ROSA. Dichosa t! Dichosa la nia quien instruya madre tan ejemplar como la tuya!

  • FBULA XVII.

    E L N I O M O N O

    A Curro el figurero, grande remedador y gran gestero, llev su padre ver con otros chicos una porcin de monos y de micos, que, previa la licencia del alcalde, un Charlatan al pblico enseaba, ya se deja pensar que no de balde. Cualquier extravagante monera que uno de los cuadrpedos hacia, Currito la imitaba; pero cmo! tan bien, que sin empacho con los bichos poda competir y vencerlos el muchacho. Verle saltar all, verle rascarse, quebrantar una nuez, una avellana, y al encontrarla vana escupir y enfadarse, fu ver, no una persona, sino la mas estrafalaria mona.

  • M

    Usted con su cuadrilla (le dijo en esto al Charlatn el Padre) por fuerza gana patacones buenos, por que en verdad, compadre, para animales, de razn ajenos, el instinto que tienen, maravilla: el habla solo se les echa menos. Ah, seor Don Roque (respondi el Charlatn), ah es el toque Seis aos hace que ando realitos ahuchando cantidad que resulte razonable para poder comprar un mono que hable. Ya, gracias al Seor, junt el dinero; mas no hallo mono como yo le quiero. Aqu mi Charlatn vuelve la cara, y en las diabluras de Pachin repara. Jess! (exclama con asombro chusco.) Esto es lo que yo busco. Un mono verdadero, pero blanco, peln, buena figura, diestro para llevar nuestro vestido, y que hable por cualquiera coyuntura. Ya di con l por fin; yaba parecido el animal famoso que yo busqu afanoso por todo el mundo, caminando pata. Si me le vende usted, me hago de plata.

  • SI

    Erraba el Charlatan: sobrado abunda la raza de monillos con calzones, que divierte de balde los salones con esa habilidad, que Dios confunda.

  • 52 .

    FABULA XVIII.

    E L E S P E J O Y E L A G U A .

    Disputaron el Agua y el Espejo, y fu la ria del tenor siguiente. E L : YO, de genio duro, lo reflejo todo sin aprensin exactamente. ELLA: Pues yo, con mi carcter blando, todo lo pinto medias y jugando. El defecto menor, el mas pequeo tizne que manche un rostro, yo lo enseo, La mancha ensears; pero, amiguito, hago yo mas que t, pues yo la quito.

    Enoja la desnuda reprimenda; dulce amonestacin produce enmienda.

  • 33 FBULA XIX.

    L A T O H A L L A -

    Ay! (exclam Isabel) ay! qu toballa! Cuando me enjugo el rostro, me le ralla. Su Aya le dice: Si la broza quita, perdona el refregn, Isabelita.

  • _ u

    FBULA XX.

    EL C A B A L L O DE BRONCE.

    Nios que de seis once tarde y noche alegremente jugis en torno la fuente del gran Caballo de bronce que hay en la plaza de Oriente,

    Suspended vuestras carreras, pues hace calor; y oid una historia muy de veras, y de las mas lastimeras que se cuentan por Madrid.

    Ese Caballo aos h estaba, como quiz sabris sin que yo lo indique, dentro del Retiro, all frente la casa del Dique. (1)

    (1) Asi se llama, se llamaba, la que est ori'las del estanque mayor del Retiro.

  • i o

    All da el jardin frescura con sus aguas y verdor, y el canoro ruiseor tiene morada segura de enemigo cazador.

    All al Caballo volaban con fcil y presto arranque mil pjaros, que llegaban beber en el estanque, cuyas ondas le cercaban.

    All con reserva poca le corra todo entero la turba intrpida y loca, y hallbale un agujero que tiene el bruto en la boca.

    Es de tal disposicin, que por la parte de afuera da fcil introduccin un pajarillo cualquiera del tamao de un gorrin.

    Por adentro, sin percance, todo el cuello de un avance mete el pjaro; despus, como no hay donde afiance ni las alas ni los pies,

    Ni ellos le son de provecho, ni ellas le hacen sino estorbo; y empujando con despecho,

  • se hiere garganta y pecho contra el borde spero y corvo.

    Y vctima el animal de su imprudencia fatal que salir de all le veda, vuela, anda, se atonta y rueda por la crcel de metal,

    Donde triste prisionero, pidiendo en vano merced, sobre muchos que primero tuvieron su paradero, perece de hambre y de sed.

    Mil avecillas, buscando sombra densa en el esto, mil en el invierno, cuando ya lloviendo, ya nevando, traspasbalas el fri,

    Embocronse en la panza del Caballo, que en venganza debi decir para s: Renunciad la esperanza, pjaros que entris en m.

    Con el tiempo se mud del jardn en que habit la Plaza donde est, y entonces se le quit el cuerpo que encima va. Y los cncavos secretos

  • S7

    del cuadrpedo cruel aparecieron repletos de plumas y de esqueletos de aves tragadas por l.

    Daosa curiosidad las condujo muerte cruda. Ay! cuntos en nuestra edad por la brecha de la duda se abisman en la impiedad!

    Abismo donde pedir favor al mortal discurso no basta para salir: l nos deja sin recurso desesperar y morir.

  • FBULA XXI.

    E L S A N T E R O .

    A cierta romera, sobre una dcil mua caballero, iba en Andaluca un picaro Santero, que de cada espolazo al animal sacbale un pedazo, y mientras, carioso le decia: Corra, que su cachaza me atribula, corra por caridad, hermana mua. (1)

    Faz de paloma, corazn de arpa, palabras de ngel y obras de demonio: tal es, sin levantarle testimonio, la prfida, la vil hipocresa.

    (i) Verso de Lope de Vega.

  • FBULA XXII.

    EL M I L A N O Y E L P E L I C A N O -

    Un Milano voraz, ladrn de oficio, vio el raro sacrificio que un Pelcano hacia para salvar su naciente cria. Falto de otro sustento, su pecho mismo sin piedad heria el amoroso pjaro contento, y por manjar sus polluelos daba la sangre que la herida derramaba. Por Dios te juro (djole el Milano) que por mas que cavilo, no comprendo esa barbaridad que ests haciendo. Qu ave de juicio sano vertiera de su sangre ni una gota por una impertinente familiota? Que son tus hijos: la razn es buena! mantenlos, como yo, con sangre ajena. Y esto ha de ser, mientras el pollo es chico;

  • 60 -

    en volando, que viva de su pico. Educacin de fcil desempeo (respondi el buen Pelcano), propones! Mas t enseas tus hijos ladrones; y yo los mos querer enseo.

  • FBULA XXI.

    EL N A D A D O R .

    Padre hay, de prudencia escasa, que dice meditabundo : Mientras no conozca el mundo, no saldr el chico de casa. Y sabr lo que all pasa, con encierro semejante? Contrselo no es bastante, para evitar que se pierda. Esta aprensin me recuerda el cuento del Estudiante.

    Con un Amigo se ech un Estudiante en el Tajo: nadaba solo hacia abajo, y por poco no se ahog. El Amigo le sac; y cuando ya pudo hablar, el bueno del escolar sali con esta sandez: No entro en el agua otra vez, hasta que sepa nadar.

  • 62 -

    FBULA XXIV.

    E L fVIUR DE G U A D A L A J A R A

    ET EL

    (EnJIeniplo del Arcipreste de Hita.)

    Mar de Guadalajara, lunes se alz temprano: Monferrado fuese ver entrojar el grano. Un Mur de franca barba en casa rescibil, convidl yantar el una faba dil. Non el gentil sabor fu ye la mesa pobl, ni es la vianda poca do es el tlenle noble. A los manjares rudos el placer los repara. Pagos del liospedage Mur de Guadalajara. El su yantar finido, dicho el alabado, convid el forastero al Mur de Monferrado, que la su casa en villa ir le pluguiera el martes, tal que hobiera estonce convite de amas partes.

  • 65

    E vase, etle rescibe el otro, et dale queso, buen tosino lardo, que non era salpreso: un manjar mejor que otro bien menudo y anda: mas el villano topa que el diente le demanda. Folgando que folgaban, departiendo despacio, cata que suena fuerte la puerta del palacio. Abria la seora, dentro quisier entrar: Los mures con el miedo fugieron la par. Mur de Guadalajara cuelas en su forado: el husped, ay mezquino! corre desatentado. Ni ac, ni mas all do se cobije ve: mantvos lo escuro pegado la par. Pasado el susto recio, ida del cuarto el ama, bien falaguero al husped el convidante llama. Seor, sacude el miedo, algrate (le diz): sigamos con la cena: rica es esta perdiz! Que no, que no (responde turbado el peregrino): malhada tus perdices adobo de venino. Al que sosiego falta, panal le sabe fiel: si esc banquete plazte, come tu solo del. Cuando fug sin tino, por poco no me mato: gnay de mi piel estonce si sobreviene un gato! Aquesta amarga vida que val con mi cabana, do nunca el homen pisa, do el gato no rascaa? Con seguranza pas, vive un honrado mur, sin que valor de un figo de todo lo al se cur. Quien la tu vida quier, que sus peligros cat. Rica de gustos es la alegre pobredat.

  • 64

    Explicacin de las voces anticuadas contenidas en esta fbula.

    Mur, ratn, mures, ratones. Et , y. Enjiemplo, ejemplo, fbula. Se alz, se levant. Fuese ver, se fu ver. Entrojar, encerrar los granos en trojes gra-

    neros. De franca barba, de cara de generoso. Rescibil, le recibi. Convidl, le convid. Yantar, comer. Faba, haba. Dil, le dio. Non, no. Gentil sabor, buen apetito. Fuye, huye. Pobl, pobre. Tlente o talante, voluntad. Plaser, placer. Repara, mejora. Pagos, sepag. El yantar, la comida. Finida, acabada. Convid...que, convid que. A tal que, de modo que, fin de que.

  • 88

    obiera, hubiera. Estonce, entonces. Amas, ambas. Rescibe, recibe. Tosino, tocino. Y, all. Topa, halla. Folgar, holgar, gozar, divertirse. Departir, conversar, hablar. Cata, ve, ve aqu. Fugieron, huyeron. Cuelas, se cuela, se mete. Forado, agujero. Mezquino, msero, infeliz. Do, donde. Cobije, cubra. Mantvos, se mantuvo. Escuro, oscuro. Par, pared. Falaguero, halageo. Diz, dice. Malhada (del verbo malhadar), echa perder, Adobo, aderezo. Venino, veneno. Fiel, hil. Plazle, te place Fug, hu Guay, ay.

    S

  • - 6 6

    Val, vale. Ilomen, hombre. Rascaa, araa. Seguranza, seguridad.. Pas, paz. Figo, higo. Todo lo al, todo lo dems. Cur (cure), cuide. Quier, quiere. Cal (cale), vea. Pobredat, pobreza.

  • 67

    FBULA X X Y .

    L A PENA Y EL P L A C E R -Despus de haber andado

    el Placer de la Pena separado, Jpiter para dar los mortales porcin igual de bienes y de males, hizo ante s venir al par opuesto. Eran entrambos del estado honesto: Jpiter, pues, con ocasin an buena, va y al Placer le casa con la Pena. No se ha visto por vivos ni difuntos matrimonio mejor: siempre van juntos.

    Aviso al que leyere: tema quien goce, quien padezca, espere.

  • 08

    FABULA XXVL

    L O S T R E S Q U E J O S O S

    Que mal (grit la Mona) que estoy sin rabo! Qu mal estoy sin astas! repuso el Asno.

    Y dijo el Topo: Mas debo yo quejarme, que estoy sin ojos.

    No reniegues, Camilo, de tu fortuna; que otros podrn dolerse mas de la suya.

    Si se repara, nadie en el mundo tiene dicha colmada.

  • 1 6 9

    FBULA XXVII.

    LA 1 L U V 1 A DE VERANO.

    Muy de madrugada ale de su aldea Leas para un viaje de unas ocho leguas. No hay en (odas ocho parador ni vena, no hay por el camino rboles siquiera. Gran calor aguarda, porque Julio empieza: va por eso Leas bien la ligera. De flexible paja sombrerito lleva: pantaln y chupa son de primavera, y alpargata leve calza, que sujetan lazos que le cruzan sobre empeine y pierna. Con lo cual y un palo

  • y un morral de jerga, Leas diligente del lugar se aleja. Aun el sol no asoma, la maana es fresca,. nubes aparecen, se levanta niebla, lloras van pasando; la humedad se aumenta ya menudas golas por el aire ruedan, hasta que torrentes lanzan las esferas lluvia que amenaza inundar la tierra. Cual estaba Leas, juzgelo cualquiera; hizose una sopa de pies cabeza. No era ciertamente grande su paciencia: enojse, y loca se solt su lengua. -Luego quieren (dijo) que uno se someta dcil las leyes de la Providencia. Esta condenada

  • "71

    lluvia que no cesa, qu motivo tiene? qu bien acarrea? Mala es y remala para la cosecha, y salad y vida puede que yo pierda. Esto hablaba el necio, cuando de unas peas un ladrn armado sale y se le acerca. Leas imprudente su garrote apresta, sin mirar que el otro tiene una escopeta. Del gatillo tira el Ladrn con fuerza; mas por dicha el Uro sin salir se queda. Leas acomete con audacia nueva, y el malvado entonces huye entre las quiebras, y para que Leas algo se detenga, la escopeta arroja, porque ya le pesa. Nuestro caminante

  • discurri al cogerla: No estar cargada, cuando as la suelta. Mrala, y entonces, cual fu su sorpresa! Carga doble dentro del can encuentra; pero entrambas cargas barro estaban hechas, y lo mismo el cebo de la cazoleta. Diantre! (dijo Leas muerto de vergenza)* locamente al cielo dirig mis quejas. Plvora excelente la del Ladrn era y y ella se inflamara si estuviese seca. Niebla y lluvia hicieron que se humedeciera r si ellas me calaron, me salvaron ellas.

    Gloria Dios que rige la naturaleza! No hay mal en el mundo que por bien no venga.

  • 73 FBULA XXVIII.

    LOS P O L V O S DE L A MADRE C E L E S T I N A .

    Seor Maestro (pregunt Raimundo), los polvos de la madre Celestina, que todo lo alcanzaban en el mundo, se sabe se imagina de qu pudieran ser?Cuatro ingredientes, (dijoleel Preceptor) omnipotentes, entraban en la mgica mixtura: oro, saber, esfuerzo y hermosura. Hoy, lo que tantas maravillas obra, es el oro no mas; el resto sobra.

    Por gracia, no de Dios, reina el dinero, soberano seor del mundo entero.

  • FBULA XXIX.

    E L R A B E H A M B R I E N T O .

    Perdido en un desierto un rabe infeliz, ya medio muerto de sed, hambre y fatiga, se encontr un envoltorio de vejiga. Lo levant, le sorprendi el sonido, y dijo, de placer estremecido: Ostras deben de ser. Mas al verterlas, Ay! (exclam) son perlas.

    En ciertas ocasiones no le valen al rico sus millones.

  • 73

    FABULA XXX.

    EL D I N E R O .

    Gast su hacienda un rico en dar limosna, y Dios, en recompensa, le dio la gloria.

    Con el dinero de este modo se puede ganar el cielo.

  • FBULA XXXI

    L A FUENTE MANSA. Mira esa fuente plcida, Florencio,

    que fluye sin rumor, y baa el prado. Con su ejemplo enseado, baz al prjimo bien, y hazlo en silencio.

  • 77

    FBULA XXXf.

    EL P A S T O R Y ti B A R B E R O .

    (De D-iScbastian

  • 78

    (repuso el Pastor bufando), le estn sin duda afeitando de limosna como m.

    Barbero descomunal, compasin del pobre ten: si haces al prjimo bien, no se lo amargues con mal.

  • 79

    FBULA XXXIII.

    iA Z A R Z A -

    A la Zarza punzante un sauce pregunt: Por qu mam cuando cerca de t pasa un viajante clavas las garras en l con tal porfa? Es que te ofende si contigo topa,. tratas de quedarte con su ropa? No es (contest el arbusto), por quitarla, pues en m no lo empleo; pero me tiro cuanta ropa veo, porque tengo un placer en desgarrarla

    Murmurador injusto, Por qu derramas hil?Porque es mi gusto. Gustos, s, tan malos, (dice bien el refrn) merecen palos.

  • 80 -

    FABULA XXXIV.

    T E R S I T . E S >

    (E5s . p o l o n i o Psiifftiaiach).

    De tantos guerreros que Grecia envi, al sitio de Troya con Agamenn, uno fu Terstes, mordaz hablador, y el ente mas raro que nunca se vio. Con una joroba de marca mayor, los ojos torcidos un lado los dos, mal pelo, y cabeza de guardacantn, juntaba el ser cojo el ngel de Dios. La pinta era mala, la lengua peor:

  • 81

    (i

    completo era el hombre un coco bufn. Creyendo sus faltas ocultar mejor con que las ajenas llame la atencin, diestro y siniestro pica su furor, sin que deje quieta persona de pro. Si alguien, sobre todo, no es de su opinin, este arremetiendo con bilioso humor, tan desaforado clava el aguijn, que mas que una avispa levanta escozor. Ninguno entretanto me le escarment, y fu, por supuesto, mas vano y atroz. Un dia, tomando tono regan en una asamblea que se congreg, quiso que le diesen de todo razn.

  • 82

    Por qu ha de ser esto? Por qu aquello no? en una palabra, meterse mandn. El prncipe lses, que tal cosa oy, tenindole ganas de tiempo anterior, al bicho se vuelve, y alzando el bastn, le mide la espalda muy su sabor. El ttere entonces, mudando de son, se queja los griegos pidiendo favor. Yo (exclama) qu hice? Qu hiciste, bribn? (Ulses le grita con hrrida voz). Hiciste, siguiendo tu mala intencin, ofensas muchos, y venglas yo.

  • FBULA XXXV.

    R E C E T A COrFA I M P O R T U N O S .

    Ha dado toda la gente rica y pobre del lugar en venirme visitar, y no s como la ahuyente. As Blas dijo Vicente; y l repuso: Fcil es, y apuesto que pronto ves que huye de t el mundo entero. Pdele al rico dinero, y al pobre no se lo dea.

  • 84

    FBULA XXXY.

    EL OSO Y EL E L E F A N T E .

    Quejbase el Oso torpe al Elefante sagaz de cierta contradiccin que no acertaba explicar. Cuidado (exclamaba el pobre), que raya en atrocidad lo que los hombres exigen de un infeliz animal! A m, que soy justamente la misma formalidad,

    no se empean los malditos en obligarme bailar? Si saben que esas monadas no son de mi natural, por qu cuando ven que bailo, me silban sin caridad? Tambin (dijo el Elefante) me ensean m danzar, y fe que t no me ganas

  • respetable y formal. Y sin embargo, de m nadie se re jamas; antes aplaudir he visto lodos mi habilidad, admirando que una bestia an pesada y colosal sepa mover diestramente los cuatro pies comps. Con que si en hacerte burla la gente fisgona da, no debe ser porque bailas, sino porque bailas mal.

  • 8G

    FBULA XXXVI.

    L A V I S I O N Y EL L I S 3 0 .

    A cierto Pecador impenitente, de los que tienen conocidamente ya en la conciencia callo, todas las noches al cantar el gallo, una horrible Vision se aparcera. De nada al visitado le servia valerse de conjuros y oraciones: tiesa que tiesa la Vision impa dos horitas con l se diverta, sus ojazos clavndole saltones: IuyJ El Seor nos libre de visiones. Una noche de invierno en que rabiaba el hombre de furioso con aquel pasmarote sempiterno, va y coge una novela, tresquila produccin de autor famoso, perteneciente la infernal escuela patrona del delito, y pnese leer voz en grito.

  • 87

    Herva el indecente novelucko en pasos y personas discordantes. All escenas de crpula y garito; all era ver sayones y danzantes, hijas de emperador, disciplinantes con mscara y hachn y capirucho, brujas que revolaban sobre escobas, sangre desperdiciada por arrobas en duelos, en patbulo y tortura, canto de gori gori, sepultura, y al terminar la deleitable historia, infierno y limbo, purgatorio y gloria. Al oir lo bestial de cierto chasco, principi la Vision haciendo gestos. Llegaron dos pasajes nada honestos, y la pobre Vision le dieron asco. Bufando cada instante, sufri la relacin una hora justa; pero despus se le apur el aguante, y dando un revolcn, tom el portante. Esta clase de libros no le gusta (dijo con alborozo el visitado) : pues bien, ya tengo el exorcismo hallado. A la otra noche, la Vision en casa. El hombre, zas, comienza la lectura; y la visita incmoda le dura solo media hora escasa. Lo que es la tercera

  • 88

    Escritos hay en cantidad no corta, que ni el mismo demontre los soporta

    no dej la fastasma ni siquiera dos hojas acabar: huy diciendo: No temas que mi vuelta se repita; mas ya que te irritaba la visita, sbete que un suplicio mas tremendo te ha de venir, bebiendo la moral de tu hermosa novelita.

  • 89

    F B U L A X X X V I I I .

    E L A B A N I C O -

    Para ocultar el rostro enrojecido, las nias dio Venus el abanico.

    Ciertas y ciertas cubren con l la falta de la vergenza.

  • _ 90

    FBULA, m i x .

    EL L E O N DESVELADO-

    Un adusto Len, rey de ua brava, con su bufn el Mono conversaba, y djole una vez : Oyes, bamboche? Yo no duermo en la cama por la noche. Vayase (replic travieso el Mono) por lo mucho que duermes en el trono. Mat el rey al bufn por la osada, y no durmi de noche ni de dia.

    No es fcil que repose dulcemente ocioso cuerpo ni alma delincuente.

  • 91 FBULA XL.

    EL SEQ DEL MALVADO La fbula anterior iba leyendo

    un Caminante pi, y hall durmiendo en regalada paz bajo unos pinos un Salteador famoso de caminos. Alejse de all; mas entre dientes la fbula dijo: Amiga, mientes. El hombre de quien huyo acelerado, goza un sueo feliz, y es un malvado. Sac por s la cara, contestando la Fbula: Querido , si el ladrn no durmiera, te robara: mira lo que su sueo te ha valido!

    Excepciones padecen, mas menos, las reglas generales. Mientras quietos estn los criminales, no peligran los buenos.

  • 92

    FBULA. XLI.

    L A C O C I N E R A Y E L G A T O -

    (De D. lose Agustn Ibancz de la Rentera.)

    Entr Marramaquiz en la cocina, y hurlada se llev media gallina. Furiosa le sigui la Cocinera; pero alcanzarle ya, difcil era, como que en tal oficio no era Marramaquiz gato novicio. En eslo viene el Ama: el hurto sabe, y furibunda clama, diciendo la sirvienta negligente: Cuando sabes que yo continuamente repetir me mato que no ha de estar en la cocina el Gato, por que l nada perdona, cumples asi mis rdenes, bribona? Que l es ladrn, me dices. Si le das con la presa en las narices, qu eslraas el habrsela llevado? Quien quita la ocasin, quita el pecado.

  • 93 FBULA XLII.

    EL C U E R V O Y L A Z O R R A .

    Rabiaba un carnicero con el picaro gato de un vecino; y por matar al animal daino, separ una tajada de carnero, y adobada con dosis algo fuerte de un tsigo de muerte, psola en el tejado, por donde su capricho entraba merendar el susodicho. Un Cuervo que lo vio, parti flechado, pill el macizo trozo, y un rbol escap lleno de gozo. Al tiempo que iba el Grajo trinchar el magnfico tasajo, hete pues, que aparcese la Zorra, con gana siempre de comer de gorra, y exclama diestra con acento blando: Ave de Jove! te saludo grata.

  • El Cuervo pregunt la mojigata: A quin discurres t que ests hablando? A quin? (le respondi la zalamera) al guila altanera, que del lado de Jpiter clemente baja diariamente, y echa desde la copa de esa encina el don que por sustento me destina. A qu venir disimulando ahora, cuando miro en tu garra triunfadora la codiciada presa, que esta desamparada criatura contigo el Dios envia de su mesa? La Zorra se figura (para s dijo el Cuervo complacido) que soy guila yo: locura fuera desengaarla y deshacer el trueco. Solt con bizarra majadera el robo por la Zorra apetecido, tendi las alas y se fu tan hueco. El animal astuto cogi contento el fruto debido sus indignas artimaas. Cmelo con presteza: convulsiones extraas luego sentir empieza, y abrsale el veneno las entraas.

    Ciertos bien conocidos perillanes,

  • que viven de adular la simpleza sin raslro de pudor, no fuera bueno que tragaran en salsa de faisanes una dosis decente de veneno?

  • FBULA XLII.

    EL L E N Y L A L I E B R E -

    Cierto Len solia por su bondad de genio tener con una Liebre sus ratos de recreo. Es verdad (preguntlo la Liebre en uno de ellos)

    que un miserable gallo, si empieza el cacareo, os hace los Leones tmidos ir huyendo? No tienes que dudarlo (dijo el Len sincero): lo mismo al elefante le pasa con el cerdo, que si oye su gruido, se asusta sin remedio. Los grandes animales (preciso es conocerlo) . una flaqueza de estas

  • 97

    por lo comn tenemos. S? (replic la Liebre.) Vamos, pues ya comprendo por qu tememos tanto nosotras los perros.

  • 98

    FBULA XLIV.

    EL L E N Y LA R A P O S A .

    (Del Maestro Tirso de Molina.)

    Viejo el Len una vez y tullido (que no es nuevo, quien anda mucho mancebo, cojear la vejez); como no podia cazar y estaba solo y hambriento, aguz el entendimiento para comer sin andar; y llamando cortes reales, mand por edicto y ley

    S que supuesto que era rey de todos los animales, acudiesen su cueva. Fueron todos, y sentados, dijo: Vasallos honrados, voy daros una nueva extraa, que en m provoca grandsima desazn:

  • 99

    sabed, pues, que yo el Len padezco de mal de boca. No es bien que sujeto real, de tantos brutos seor, le d repugnante olor su dentadura fatal: as el servicio me liareis algunos de los presentes de registrarme los dientes, fin de que me informis qu hueso estar en el caso de que se limpie se saque, para que pronto se aplaque la incomodidad que paso. Metise con esto adentro, y yendo verle uno uno, de all no sali ninguno. La Raposa, que es el centro de las malicias, oli el poste inmediatamente; y llamndola el paciente, en vez de entrar se apart. Cogi en el campo una toba, caa de cardo seco, mondo, largusimo y hueco; lleg hasta la regia alcoba, y asomando la cabeza, dijo: Por no ser tenida,

  • 100 por sucia y descomedida, no entro ver vuestra alteza; pues como paso trabajos, hoy con ajos almorc, y un prncipe, ya se v que le han de ofender los ajos. Por aquesta cerbatana vuestra alteza eche el aliento ; que si al recibirle siento mal olor, es cosa llana que hay muela que se da, y el sacarla no es mi cuenta, pues no hay en casa herramienta ni s manejarla yo.

    Huy con esto advertida, dicindose al escapar: Nunca fue cordura entrar donde no se ve salida.

  • 101

    FBULA XLV.

    DR0SHE0AR5O EL C A M E L L O ,

    El Camello le dijo al Dromedario: Comparado contigo, cunto mas valgo! No cabe duda: yo tengo dos jorobas; t tienes una.

  • 102

    FABULA XLVI.

    LA L L A V E -

    Saliendo media noche de un jolgorio con la razn turbada por el vino cierto Don Juan Tenorio, quiero decir, un mozo libertino, travieso cuanto cabe, dio un tropezn y se encontr una llave. Esta llave, sin duda (dijo entre s con lengua tartamuda), es mi suerte, mi estrella, mi destino. Bien la conozco: la perdi la viuda que por aqu desde la iglesia pasa, la esquiva y hermossima Colasa, por quien suspiro ha meses y me alampo. Voy su casa, pues, y all me zampo. All se fu; mas por estar peneque y ser la noche oscura, troc el joven audaz con otra casa la de su amada y rgida hermosura; pero meti la llave por el trueque

  • 103 justamente en su propia cerradura. Abri, salile un qudam al encuentro, que principi con l soplamocos, y el hombre conoci que estaba dentro de un hospital de locos.

    Suelen venir ser los calaveras locos al fin de veras.

  • FBULA XLVII.

    E L COMPRADOR Y EL H O R T E R A -

    Cuentecillo forjado por deleite parecer sin duda la contienda, que se trab en Madrid en una tienda de vinagre y aceite.

    Despachaba en la calle de Torija lquidos un Muchacho madrileo; y otro, segn la traza, lugareo, fu por aceite all con su vasija.

    T, cara de lechuza (dijo sin aprensin el Forastero), despchame ligero, llname bien la alcuza.

    Cuando sepas hablar en castellano (le replic el Hortera), sabrs que lo que tienes en la mano, se llama la aceitera.

    En toda tierra que garbanzos cria (contexto el provincial enardecido), alcuza siempre ha sido,

  • y alcuza la nombramos en el da. En tierra (dijo el otro) de garbanzos,

    corre por aceitera solamente; y quien le ponga nombre diferente, ha nacido entre malvas y mastranzos.

    El Patn en sus trece se mantuvo; le rechazaba el Horterilla listo: se incomodaron, y hubo por consiguiente la de Dios es Cristo.

    A las voces y apodos cachetina sigui larga y furiosa: todo por una cosa que se puede llamar de entrambos modos.

    Pueril extravagancia es, pero comunsima en el hombre, no poner en disputa la sustancia y reir por el nombre.

  • 106

    FBULA XLVIII.

    L A F O R T U N A -

    Hzose moda llamar la Fortuna cruel y ciega y loca de atar: ella mand circular por todo el orbe un papel.

    Quien tuviere (en l decia) conmigo cuestin alguna, presntese en Almera tal ao, tal mes, tal dia. Firmado: Yo la Fortuna.

    Vol todo pretendiente por no llegar el segundo. Cunta cara diferente! Hasta de Zafra hubo gente, que es pueblo fuera del mundo.

    Con terrible trapisonda pas el primer pelotn al local de la sesin. Una gran mesa redonda

  • 107

    casi ocupaba el saln. Cubre la mesa un brocado;

    y en el centro, donde ya ningn brazo llegar, se halla esparcido y mezclado cuanto la Fortuna da.

    Bastones, mitras, dogales, moneda en bolsas distintas, plumas, azadas, puales, mantos, bulas, vendas, cintas, en suma bienes y males.

    La Fortuna, que es traviesa, cuando vio el tropel entrar, se entretuvo en colocar por la orilla de la mesa muchas caas de pescar.

    Y dijo con aire ufano: Para que el linaje humano cese de ponerse apodos, van tener en la mano desde hoy su ventura todos.

    En la mesa viendo estis cuanto recib del cielo: con el brazo no llegis; vamos ver qu sacis con hilo, cuerda y anzuelo.

    Si algn infeliz se engaa, y mal por bien se le enreda,

  • 108

    que se queje de su maa. Seores, mano la caa, y pescar lo que se pueda.

    All fu ver la par fogosos y tranquilos anzuelos al aire echar! All enredarse los hilos, y romperlos al tirar!

    Tras una dote un machucho fatig la caa mucho; pero con tan mala traza, que le sali un cucurucho de dulces de calabaza.

    Por un anillo ducal, que una Venus de arrabal ambicion muy de veras, enganch un par de tijeras y un hbito de sayal.

    Un coplero sin donaire por poco un laurel alcanza; mas, burlando su esperanza, le alz una manta en el aire como al pobre Sancho Panza.

    Un jugador que un bolsillo el anzuelo encamin, hizo presa en el gatillo de un cargado cachorrillo, que al disparar le mat.

  • 109

    Pescaba el sordo muletas y el volatn andadores, y algunas nias inquietas pescaron en vez de flores hilo hermoso de calcetas.

    Y entre tanto un guardador de la villa por la noche (sereno dir mejor) se hall con palacio y coche, Serensimo Seor.

    As entre ruidosos gritos, de pena de gusto locos, picaron all toditos: los contentos fueron pocos, los quejosos infinitos.

    Vio la Fortuna la gresca, y en ella su desagravio, y con lstima burlesca dijo al fin: Que Diego el sabio nos d una leccin de pesca.

    Llaman al sabio Don Diego, y entra conducido luego de un perrillo ladrador. Calla! (exclaman) es un ciego! Buen ojo de pescador!

    Silban todos al pobrete ; y l sin que nada le inquiete, oye, tienta, hace su arroje,

  • 110

    y en vez de una prenda, coge con el anzuelo el tapete.

    Bravo! claman por aqu. Viva! chillan por all. Buena la leccin est! Don Diego entre tanto va tirando el tapete s.

    Con l vino, por supuestf cuanto en l estaba puesto porque nadie lo pill, y al pi del sabio modesto desde la mesa rod.

    Coronas de soberano, dotes de bella mujer, bastones, oro, placer: todo lo tiene en su mano, de todo puede escoger.

    A un cetro tom aficin ; mas pesaba en demasa : lo dej con un bastn, que vio que se converta en ltigo de sayn.

    Encontr venalidad en el s de una belleza, en un laurel vanidad, cuidados en la riqueza, y odio en la celebridad.

    Y en vez de gloria y poder,

  • ii\

    tom el limitado haber de una honrada mediana, que vivir le permita sin malgastar ni deber.

    E l ciego os ha de ensear (dijo la Fortuna al dar la seal para salir) cmo podris alcanzar, cmo debis elegir.

    Legtima herencia son del ilustrado varn los bienes que el mundo encierra pero no hay dicha en la tierra donde no hay moderacin.

  • FBULA XLIX.

    EL D I A M A N T E Y EL C R I S T A L -

    Gierto lapidario perdi en un camino un Diamante tosco y un Cristal pulido. A su camarada el Diamante dijo: Yo salir espero pronto de este sitio. Piedra soy al cabo de valor crecido: quien me encuentre, llena de oro su bolsillo. El Cristal picado respondile: Amigo, mucho es lo que vales; pero no te envidio. T y un vil guijarro parecis lo mismo: quin, pues, ha de verte

  • H 3

    8

    si te falta el brillo? Unos pasajeros acercarse miro: vamos ver de ambos quines preferido. El Cristal lanzaba resplandores vivos, y esto los viajantes reparar les hizo. Bjanse cogerle, le alzan con cario, y entre tanto pisan al Diamante rico. sin ser de nadie desde entonces visto, se qued en el polvo para siempre hundido.

    Mritos ahora hndense de fijo, si les falta un poco de charlatanismo.

  • FBULA L.

    LOS V I A J E S -

    Un Pescador, vecino de Bilba o, cogi, yo no s donde, un Bacalao. Qu vas hacer conmigo? (el pez le pregunt con voz llorosa.) El respondi: Te llevar mi esposa: ella con pulcritud y ligereza te cortar del cuerpo la cabeza: negociar despus con un amigo, y si me da por t maravedises, irs con l recorrer pases. Sin cabeza! Ay de m! (grit el pescado. Y replic el discreto vascongado: Por esa pequenez te desazonas? Pu es hoy viajan as muchas personas.

  • F B U L A L i .

    EL A S M O F E L I Z -

    Llevaba por las cal les u n J u m e n t o var ios tiestos en f lor ,y el g ra to a roma q u e e m b a l s a m a b a el v ien to , al r e d e d o r j u n t a b a del Pol l ino c u a n t a s n a n c e s d e goloso olfato ha l l aba en el c a m i n o . Viendo q u e se le s i g u e , v a y lo t o m a por l el m e n t e c a t o , y e x c l a m a i n t e r i o r m e n t e : No h a y d u d a q u e h a y aqu m u y b u e n a g e n t e , y es conmigo finsima en sus modos . Todos me o b s e q u i a n , m e a c o m p a a n todos. La estacin de las flores poco d u r a . Sucede q u e otro d ia le c a r g a n mi B u r r o de b a s u r a ; y h u y e n d o en tonces el fatal e n c u e n t r o , se v u e l v e cada cua l se d e s v i a , y en ha l l ando un por ta l , se me te d e n t r o . Y el an ima l d e c a :

  • l i e

    No se me puede honrar mas las claras: todos, para que marche sin tropiezo, se apartan de mi lado veinte varas.

    As vive feliz un arrapiezo de los que dicen ignociencia y buya, porque tiene la suerte de que nada interpreta en contra suya, y todo en su provecho lo convierte.

  • 117

    FBULA LII.

    ESOPO Y EL BORRICO.

    Al buen Esopo djole un Borrico: Por quien soy te suplico, si en algn cuentecillo me introduces, que pongas, como debes, en mi labio singular discrecin, lenguaje sabio. Esopo respondi: Yo bien podra fingirte bestia de talento y luces; pero al ver tan solemne desatino todo el mundo una voz nos llamara, el filsofo t, y m el pollino.

    Es alabar un necio locura digna de comn desprecio.

  • FBULA LU.

    E L C U A D R O MI BURRO-

    Piul el insigne Don Francisco Goya con tan rara verdad y valenta un Burro de la casa en que viva, que el cuadro borrical era una joya. Mster qu s yo quin, ingls muy rico, veinte mil reales por el lienzo daba; Goya, que la sazn necesitaba un estudio bien hecho de borrico, tenaz enajenarlo se negaba. Oyendo al fin un dia el Asno vivo discutir el trato, exclam sollozando de alegra: Mil duros da el ingls por mi retrato! Por el original, qu no dara?

  • 119

    FBULA I.1V.

    EL JUMENTO MURMURADOR. Seor, es fuerza que la sangre corra,

    (dijo al Len solicita la Zorra.) Sin cesar c! estpido Jumento de t murmura con furor violento. Bah! (respondi la generosa fiera), djale que rebuzne cuanto quiera.

    Pecho se necesita bien mezquino para sentir injurias de pollino.

  • 120

    FBULA LV.

    E L P E R A L .

    A un Peral una piedra tir un Muchacho, y una pera exquisita soltle el rbol.

    Las almas nobles, por el mal que les hacen, vuelven favores.

  • FBULA LVI.

    L A L U C I R N A G A Y EL S A P O .

    En el silencio de la noche oscura sale de la espesura incauta la Lucirnaga modesta, y su templado brillo luce en la oscuridad el gusanillo. Un Sapo vil, quien la luz enoja, tiro traidor le asesta, y de su boca inmunda la saliva mortfera le arroja. La Lucirnaga dijo moribunda: Qu te hice yo para que as atentaras mi vida inocente? Y el monstruo respondi: Bicho imprudente, siempre las distinciones valen caras: no te escupiera yo, si no brillaras.

  • 1 2 2

    FBULA LVH.

    LOS C A R A C O L E S .

    Dos Caracoles un dia tuvieron fuerte quimera sobre quin mayor carrera en menos tiempo daria. Una Rana les decia: Yo he llegado sospechar que sois ambos la par algo duros de mover: antes de echar correr, mirad si podis andar.

  • 123

    FBULA LVI1I.

    :L F ILOSOFO LA V E R D A D -

    Un Fi lsofo , j oven a t i l d a d o , cmodo y a d e m a s a c o m o d a d o , tuvo el cap r i cho de e m p r e n d e r un v ia je b u s c a r la V e r d a d en ca r rua j e que m a r c h a r a veloz (oda costa . El Filsofo p u e s , t o m l a p o s t a , y por v i l las , l uga res y caminos su vez via jantes y vec inos ansioso p r e g u n t a b a : N o sabis cun to dista el a lczar ins igne donde m o r a su a l teza la V e r d a d ? A esa seora (cada cual c o n t e s t a b a ) , dif ci lmente le ha l la re is la p is ta . Lo q u e es y o , ni de t ra to ni de vis ta ni de oidas conzcola s i q u i e r a , p o r q u e en mi v e c i n d a d es f o r a s t e r a . La e s p e r a n z a el Filsofo p e r d a , c u a n d o u n a l a rde al fin, bien d e s h o r a ,

  • 124

    encontr una pastora que pellico blanqusimo vesta. La copa del sombrero le cea corona singular, bien guirnalda, de ajenjo, siempreviva y azucena: cubrale los hombros y la espalda riza, copiosa, undvaga melena, y su semblante veces pareca de atezado color, feo y agreste; y luego descubra candida y rsea tez, beldad celeste. Sabes, gentil doncella (dijo nuestro filsofo viajero), cul es de la Verdad el paradero? Para saberlo (respondi sencilla) nadie mejor que yo.Qu maravilla, si la zagala aquella era, con su pellico y su corona, la Verdad en persona? Por lo mismo su rostro pareca, segn la posicin del que veia, segn los antojos del deseo, unas veces hermoso y otras feo. Ahora bien, pastorcilla (el caminante prosigui), por dnde ha de guiar el conductor la silla? Ay, Seor! (le responde) la rstica, la incgnita cabana,

  • 425

    que habita la Verdad, est en la cima de una altsima y spera montaa: sube un sendero all, que pone grima, y lo fragoso de l y su angostura no dan lugar rueda ni herradura. Al conductor y al amo les aviso que pi, con harto afn, ir es preciso. A pi! (clam el seor) pi jornada, segn lo que me dices, tan molesta! Qu ser de mi bota charolada? Mas qu Verdad es esta, que fama de til en el mundo goza, y en lugar de palacio, vive en choza? Verdad que tanto cuesta, y que es tan ignorante, sobre todo, que desconoce el modo de hacerse con dinero, no es para nuestra edad, y no la quiero.

    Hoy dia es evidente que el saber se conquista sin trabajo. En costando fatiga..-, buenas noches. Si quiere la Verdad culto frecuente, viva con esplendor y en sitio bajo, accesible los coches.

  • FBULA LX.

    L A SOBRIEDAD DEL GATO. Bebe agua p u r a como y o , b o r r a c h o ,

    (dijo el Gato al Mosqui to . ) Cmo tu p a l a d a r ha l l a exquis i to

    ese indecen te y prfido c a l d u c h o , de c u y o olor no ms tomo y o e m p a c h o ? D e m a n e r a que u s t e d , segn e scucho (con tex to al miz el ms ico de oreja) , solo el vini l lo d e j a , p o r q u e la tal b e b i d a no le a g r a d a ? P u e s yo t a m b i n , sin p o n d e r a r l o n a d a , ese mr i to igualo p e r e g r i n o . Si usted no ca ta el v i n o , yo no como r a t o n e s , c a m a r a d a .

  • FBULA LX.

    EL Y E S O S O .

    Un tesoro e n c a n t a d o en c ie r ta g ru t a de Aragn h a b i a : fiero d ragn a l a d o , c u y a boca met ra l l a d e s p e d a , y cuyos ojos n u n c a se c e r r a b a n , g u a r d a b a la e s p e l u n c a .

    (Parn tes i s : he dicho espelunca en luga r de grua cueva; m a s no por el cap r i cho de r e b u s c a r la voz m a s r a r a n u e v a : la l ey del consonan te fu la que me o b l i g . P a s o a d e l a n t e . )

    D . Lope Revo l t i l l o , g r a n seor en los cn tab ros confines, congreg en su cast i l lo cien y cien esforzados p a l a d i n e s , de combat i r sed ien tos . Po r cien y c i e n , en t i ndase dosc ien tos .

    Nmero suficiente

  • 128

    aquel le pareci para la empresa de quebrantar la frente al dragn de la gruta aragonesa, y de aquellos rincones sacar luz millares de millones.

    Gast el buen caballero en equipar su ejrcito, aunque chico, gran copia de dinero, y aun para cierto endemoniado pie o de no pequeo alcance, contrajo deudas, trampas en romance.

    Ello fu de manera que al avistar en Aragn el punto guardado por la fiera, el bizarro adalid hall por junto, limpios de polvo y paja, cuatro maravedises en la caja.

    Traban la lid: en ella van todos al dragn, y l acomete, derriba y atropella capitn y pen, bruto y jinete. Cien combatientes, ciento, rindieron en sus garras el aliento.

    Herido ya Don Lope, con mpetu mayor al monstruo avanza, y sin que en hueso tope, mtele por los hgados la lanza. Da un bufido sonoro

  • - i 29

    y m u e r e el a n i m a l . Bien! Y el tesoro? El tesoro i m p o r t a b a ,

    r a r a casua l idad! p r e c i s a m e n t e lo mismo que l l evaba Revol t i l lo gas t ado con su g e n t e ; no con tando las v ida s en la refriega b r b a r a p e r d i d a s ,

    Ni el afn y moles t ia de a r m a r la exped ic in , ni un chir lo guapo q u e Lope dio la bes t i a . P e r o en compensac in ha l lse un t r a p o , hilo y una r e d o m a con dos onzas de b l s amo de R o m a .

    Son los conqu i s t adores gloria de su p a i s , pe ro funesta . Esfuerzos des t ruc to res c a d a l au re l la nac in le c u e s t a , y t ras hechos b r i l l a n t e s , q u e d a , si e s t aba m a l , tan mal como antes.

  • V5f

    FBULA LXI.

    E L E L E F A N T E B L A N C O -

    Cazado fu en un bosque del reino de Siam un Elefante blanco t magnfico ejemplar. Al que hallan los Siameses con circunstancia tal, divino le reputan y adoracin le dan. iNo hay que admirarse mucho de tanta ceguedad: tambin hay quien adore cuadrpedos ac. Domesticada un poco la rstica deidad, con su abultada mole honr la capital. En un palacio rico hicieron habitar su divina-blanca elefancianidad.

  • 151

    All en bandejas de oro y bombas de cristal el pienso y la bebida le daban embaular: incienso le ofreca con obsequioso afn caterva numerosa, de gente principal, y cuando en sus paseos cruzaba la ciudad, por tierra se postraba la turba popular. Acompaaba un guia al dios irracional, hombre que ser pudiera all divinidad. Con este el Elefante se puso conversar, y preguntle un dia cierta dificultad. Por qu (le dijo) siempre que voy pasear, se me arrodillan lodos cuantos al paso estn? Demostracin tan rara, yo no s qu vendr, pues yo no dejo al cabo de ser un animal.

  • i'6-2

    Oh (respondilo el guia] modest ia s ingular ! Mejor sabis la c a u s a q u e un infeliz m o r t a l . Pun i es do fe q u e luego q u e al seno de la paz los h r o e s e m i n e n t e s d e n u e s t r a t ierra v a n , sus a lmas v ida n u e v a p r inc ip i an gozar en cuerpos de e le fan te , cua l v o s , y n a d a m a s ; y fin de que los h o m b r e s los p u e d a n v e n e r a r , esa b l a n c u r a r a r a nos s i rve de seal . P a s m a d o el Elefante oy su fami l iar .

    - E s o (exclam) ni aun p u d e soar lo yo j amas . Yo en otros t iempos h o m b r e , y h o m b r e que fu capaz de todo lo que l l aman h u m a n a hero ic idad! Ca lumnia s eme jan t e no debo to le ra r , Qu rasgos en nosot ros hero icos se vern?

  • Dist ingue al elefante la m a g n a n i m i d a d : con un con t ra r io dbi l r e h u s a pe l ea r : no env id ia sus i g u a l e s : no es v a n o y s u s p i c a z : feliz en su re t i ro m a n t i n c s e f rugal : y casto en sus a m o r e s , y fiel a su m i t a d , no d u d a por su raza su s ang re d e r r a m a r . Cul de los h roes todos q u e hoy se ce l eb ran mas cul tuvo d e es tas pocas a lguna cua l idad?

  • FBULA LXII.

    L O S L O B O S -

    Por Dios una descarga de metralla, (grit su cabo con horror un quinto). Ya todo este recinto de hambrientos Lobos infestado se halla, que devoran feroces los muertos que al ejrcito contrario hizo nuestro valor en la batalla. Oye t, perdulario (dijo al recluta con aullido fuerte un Lobo cano, que sinti las voces), por qu han de disparar? En qu pecamos? Nosotros enterramos y vosotros matis: y de esta suerte, quin ser el criminal digno de muerte?

  • FBULA LXII.

    E L P E S C A D O R .

    Un pobre Pescador, volviendo al puerlo, sac en la red un muerto. Sin mirar si ora fiel si era moro, sepultura le d io , y hall un tesoro.

    Premio de su virtud sencilla y pura, la caridad le trajo la ventura.

  • 13U

    F B U L A L X I V .

    LA Ti ERRA DE LOS S U OS

    lejos del Estrecho que hoy es de Gibraltar ape l l i dado , h u b o n l e s un p a i s , ya sepu l t ado por la furia del m a r . All no hab a ni un h o m b r e q u e al a n d a r fuese d e r e c h o : ey n a t u r a l , q u e do so rp re sa e m b a r g a por n ica en el m u n d o t o d a v a , n a c e r los i nd genas hac ia c o n u n a p i e r n a cor ta y o t ra l a r g a . Sa l ta p u e s , los ojos q u e , ta les p i e r n a s , e ra cons igu ien te y prec isa la c o j e r a ; pues a u n q u e h a y muchos cojos por o t ras causas q u e dec i r no i m p o r t a , cojo es el q u e se ve por su d e s d i c h a con u n a p i e rna l a rga y otra c o r l a , , t rminos u s a n d o g e n e r a l e s , el q u e t iene las p i e rnas d e s i g u a l e s . A p a r t e de la g rac i a s u s o d i c h a , cual si tuv ie ran en la l engua n u d o s

  • mujeres y v a r o n e s , hab l aban a d e m a s t r o m p i c o n e s : cojos e r a n en fin y t a r t a m u d o s . A r r i b este pais un E u r o p e o , y al no ta r c i r c u n s t a n c i a tan c h o c a n t e , dijo m u y a r r o g a n t e : R e y voy ser a q u , pues no c o j e o . El h o m b r o se l lev t e r r ib le c h a s c o . No b ien de u n a c iudad las cal les p i s a , c u a n d o v indolo a n d a r los m o r a d o r e s , quin de ls t ima e x c l a m a , quin de r isa f runcen el g e s t o , y a p a r e n t a n asco S e o r a s , Seor i t a s y S e o r e s : h a c i e n d o m u e c a s y so l tando pu l las , s igue la mul t i tud al f o r a s t e ro , que a n d a como los pavos y las g r u l l a s , y has ta un desp i l f a r rado zapa t e ro , as indole del b r a z o , en t omar l e m e d i d a se e m p e a b a p a r a hace r l e u n a b o l a , q u e sup l i e r a con lo alto del tacn el g r a n pedazo q u e , segn l j u z g a b a , en una p ie rna al otro lo fa l l aba . Bur l ado el infeliz de tal m a n e r a , va no pudo c a l l a r . P u e b l o sin ju ic io (grita con voz robus ta y a l l a n e r a ) , ir d e r e c h o , no es v ic io ; lo vicioso v lo feo

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    es el vaivn, el torpe bamboleo que sin cesar vais dando por no saber andar: yo soy el que ando; y atnitos de ver mi gallarda, cada cual imitarme debera, si esto le fuese dable una turba de cojos miserable. Todas estas injurias imprudentes no las oyeron bien aquellas gentes; pues como al son de la primera frase del colrico husped, observaron que no era tartamudo, no esperaron que l sus invectivas acabase, para aturdirle voces y silbidos. Cosa fu de taparse los oidos. Qu-qu-qu-qu (decan) lengua-guaje! De-de lo que habla el mumumuy salvaje, la-la mimi-mitad se-se co-come. Que un mamaestro se-se lele lleve, y fufufuerza dede zuzurridos, que-que lala costutu-tumbre tome de-de hablar y anandar co-como debe. Si en escapar de all se tarda un poco, me le enjaulan por loco.

    Tal suele acontecer al desdichado, que combatir se atreve un error por el tiempo consagrado.

  • FBULA LXV.

    P L U T O N Y EL C R I T I C O .

    Del negro esquife de Carn salia esculido, amarillo y cejijunto cierto recien-difunto, vecino de la calle de Segovia, que muerto de hidrofobia , por husped Pintn se le venia. Viole el seor de la regin umbra, y estraeza causndole su traza, le dijo: Buen amigo, cul mientras que viviste fu tu plaza? Mi plaza fu (le respondi)... Maldigo, mi grave ministerio, til como el que mas y necesario, fu repartir la mofa y vituperio, medicina del orbe literario. Armado con el ltigo inclemente dla fra razn, crtico adusto, el coco fui, la pesadilla y susto del escritor chanfln y el eminente: y hasta que. al fin la suerte poco sabia,

  • me hizo mor i r de r a b i a , las e n d i a b l a d a s o c u r r e n c i a s mas dieron a m a r g o s d as todo pobre quien h incaba el d ien to . H o l a ! con q u e mordas? (le repl ic P l u t o n ) . P e r f e c t a m e n t e : colocado en mi u m b r a l , h a r s p roezas . sc p e r r o , que v e s , de tres c abezas , se halla sin d ien tes ya y endeb le de a n c a s , y ni l a d r a s iqu ie ra al foras tero . Te pondr su c a d e n a y sus c a r l a n c a s , y el pues to o c u p a r s del C a n c e r b e r o .

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    FBULA LXVI.

    EL RUSEOR Y LA CALANDRIA. Poeta campanudo, cpie te pierdes

    all por las fantsticas alturas, sin que en tu vuelo rpido le acuerdes de que al pobre lector dejas oscuras, t con las palabras me dirijo que el Ruiseor la Calandria dijo: Por qu tan las nubes le levantas? Quieres que no se entienda lo que cantas?

  • FBULA LXVII.

    L A P R A G M T I C A DE T R A J E S -

    Notaba con dolor el Rey prudente de una regin, que sealar no quiero, la general miseria de su gente desde el nclito procer al pechero, y con miseria tal unido el flujo de inaguantable ostentacin y lujo. Para cortar el mal, dispuso varios edictos suntuarios; pero, fatiga vana! Dados hoy, olvidbanse maana. Claro est (dijo el Rey con pesadumbre) que se burla de m la muchedumbre. Tratemos de ver cmo cierta clase domo; pues logrando una vez que se acostumbre un ciento de mujeres y varones vestir econmico y decente, de ejemplares as, precisamente resultarn despus imilaciones: y si el vestido reformado ensaya,

  • porque le sienta bien su figura, tal cual hermosura de las que ponen en mi corte raya, la capital entonces porfa y la nacin, por imitarla, toda, la ley admitirn trocada en moda. Pues dicho y hecho. Remanece un dia hueca y oronda la oficial gaceta, diciendo: El Rey nuestro Seor decreta, oido su Consejo, lo siguiente: Desde el cinco de agosto del presente ha de ser distintivo necesario de lodo ciudadano pretendiente vestirse de profeso mercenario, y toda pretendiente ciudadana vestir de tercera franciscana. Qu pasmo! qu prodigio! En poco mas de un ao ya era casualidad hallar vestigio del traje antes comn, que por extrao solo qued para disfraz de baile. Todos iban all de monja fraile. Cmo el decreto fu tan bien cumplido? Tanto agrad el vestido? Agradar! Quin tal piensa? Era barato, cmodo y honesto, y eso jamas agrada, por supuesto. Se recibi con repugnancia inmensa;

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    poro en aquel pas d e s v e n t u r a d o , por la miser ia y lujo d e v o r a d o , los y a sab idos males otro mas g r a v e mal or igen d i e r o n . Todos , sin e x c e p c i n , sus na tu ra l e s p r e t end i en t e s ele olicio se vo lv i e ron .

    Supl ico mis lec tores que no den mal ic iosos en la m a a de v e r aqu la imagen de la E s p a a . Qu ie re d e c i r , sin mi ra s u l t e r io res , el cuento r e l a t ado q u e es lodo p r e t e n d i e n t e bien m a n d a d o , y si ob tene r su pre tens in a g u a r d a , sufrir q u e le p o n g a n una a l b a r d a . Quien t ie rno de hombros fue re , no solicite n a d a , si p u d i e r e .

  • 143 FBULA LXVIII.

    E L L I N A J U D O Y EL C I E G O .

    A un Ciego le decia un Linajudo: Todos mis ascendientes hroes fueron. Y respondile el Ciego: No lo dudo: yo sin vista nac; mis padres vieron.

    No se envanezca de su ilustre raza quien debi ser meln y es calabaza.

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    FBULA LXIX.

    UNO DE T A N T O S .

    Poderosos venid: trazaros quiero la historia singular de un caballero, que, inmensamente rico, aos cont noventa y nueve y pico. Escachad y aprended: la historia es esta. Don Fulano de tal, naci en lmansa, comi, bebi, muri y en paz descansa. Qu prdida, Seores, tan funesta, si muere mas temprano tan laborioso y til ciudadano!

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    FBULA. LXX.

    B E N E F I C I O S DE LA L E Y -

    Caminaba Jan un Peregrino, y le asalt un Ladrn en el camino. La bolsa (le grit), si no, la vida. El infeliz devoto se intimida, y entrega su caudal como un cordero; pero no satisfecho el bandolero, saco luego sus vestidos entra, y un relicario de valor le encuentra. En esto se aparece un Cuadrillero. Suelta el Ladrn la alhaja y el dinero, huye, y entre los rboles se embosca. Cmo (exclama el viajero, agradecido al ngel salvador recien venido), cmo pagar usted?Venga la mosca. Hombre, djeme usted lo necesario... Dme tambin usted el relicario. Pero, seor, con tales condiciones, nada, en librarme del Ladrn, consigo. -Yo tengo desgarrados los calzones: cambemelos usted, y agur, amigo.

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    Ya que existe un poder que al ciudadano libra del golpe de opresora mano, por qu de ese poder es ley precisa que deje al protegido sin camisa?

  • FBULA LXXI.

    E L P A J A R O Y EL NIO.

    Un Pajarillo dieron Blas, nio travieso, buen perilln. tale un hilo, le echa volar, y el prisionero quieto se est. Blas le decia: Torpe animal, goza el permiso que hoy se te da. Largo de sobra es el torzal: vuelos muy altos puedes echar. No (dice el ave), que en realidad ese bien luego trnase mal.

  • i no T de la pata me tirars, siempre que el vuelo quiera yo alzar.

    No hay servidumbre que aflija mas que una con visos de libertad.

  • FBULA LXXII.

    E L USO DE L A L I B E R T A D -

    Viva la libertad! As gritaban juntos con recia voz por largo rato, al verse libres de su duro encierro, una Marmota, un Gato, un Colorn y un Perro, que antes en un cortijo suspiraban, vctimas del poder y los caprichos de un labrador aficionado bichos. Qu se hace, compaeros? (pregunt el Colorn, pues es costumbre de bestias la vez y caballeros que el promotor de las cuestiones sea la cabeza mas ruin de la asamblea.) Yo (prosigui diciendo muy ufano), puesto que termin la servidumbre, y en ella me enseaban varios sones, quiero desde hoy con ellos al tirano silbar, y confundirle maldiciones. -Yo (dijo la Marmota,)

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    buscar un agujero para dormir en l un ao entero. Aqu (el Gato exclam), segn se nota, por los collados hay y los ejidos multitud de conejos y de nidos: ya que se me presenta buena traza, contrabandista me hago de la caza.

    Yo (prorumpi sagaz el perdiguero), c orno que libre y suelto bien me lamo, voy libremente ver si encuentro un amo.

    De tan indigno modo emple la cuadrilla emancipada la Libertad dulcsima anhelada! Para las almas nobles ella es todo; para egostas, nada.

  • FBULA LXXIII.

    E L L E N Y L A V A C A -

    Hubo un Len que, fiero verdugo, y no monarca , ni toro ni cordero dej por la comarca. Su sanguinario porte movi feroz encono: la plebe con la corte fu y derrib su trono. Piedad en su condena obtuvo inmerecida: perdi la real melena; salv la infame vida. La turba que no en vano le acometi valiente, juzg para un tirano tal pena suficiente. Metise en un terr