Factores de Riesgo en La Violencia Juvenil(1)

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    general, dichos jóvenes son versátiles y no se espe-cializan en los tipos de delitos que cometen. Enrealidad, los jóvenes violentos suelen cometer másdelitos no violentos que violentos (64–66). En elestudio de Cambridge, los delincuentes violentosdeclarados culpables antes de los 21 años teníancasi tres veces más condenas por transgresiones noviolentas que por delitos violentos (58).

    ¿Cuáles son los factores de riesgoen la violencia juvenil?

    Factores individuales

    A nivel individual, los factores que afectan al po-tencial de comportamiento violento incluyen ca-

    racterísticas biológicas, psicológicas y conductuales.Estos factores pueden aparecer desde la niñez o laadolescencia y, en grados variables, pueden ser in-fluidos por la familia y los compañeros, y por otrosfactores sociales y culturales.

    Características biológicas

    Entre los factores biológicos posibles, ha habidoestudios sobre las lesiones y complicaciones aso-ciadas con el embarazo y el parto, ya que se ha se-ñalado que estos trastornos quizá produzcan daño

    neurológico, que a su vez podría conducir a la vio-lencia. En un estudio realizado en Copenhague(Dinamarca), Kandel y Mednick (67) efectuaron elseguimiento de 200 niños nacidos entre 1959 y1961. Su investigación indicó que las complica-ciones del parto eran un factor predictivo de lasdetenciones por actos de violencia hasta la edad de22 años. De los jóvenes detenidos por cometer de-litos violentos, 80% fueron incluidos en el inter-valo de valores altos en cuanto a las probabilidadesde que hubieran estado expuestos a complicacio-nes del parto al nacer, en comparación con 30% delos detenidos por cometer delitos relacionados conla propiedad y 47% de los jóvenes sin anteceden-tes penales. Por otra parte, las complicaciones delembarazo no fueron un factor significativamentepredictivo de la violencia.

    Es interesante señalar que las complicacionesdel parto se asociaron fuertemente con violenciafutura cuando alguno de los progenitores tenía

    antecedentes de enfermedad psiquiátrica (68). Enestos casos, 32% de los varones expuestos a com-plicaciones significativas durante el parto fuerondetenidos por actos de violencia, en comparacióncon 5% de los que no estuvieron expuestosa ninguna complicación durante el parto o presen-taron solo problemas menores. Lamentablemente,estos resultados no se repitieron en el ProyectoBiosocial de Filadelfia realizado por Denno (69),un estudio de casi 1 000 niños afroestadouniden-ses de Filadelfia, a quienes se siguió desde el naci-miento hasta los 22 años de edad. Por tanto, puedeser que el embarazo y las complicaciones del partopermitan predecir la violencia solo o principalmentecuando ocurren en combinación con otros proble-mas dentro de la familia.

    Las frecuencias cardíacas bajas, estudiadas sobretodo en muchachos, se asocian con la búsqueda deemociones y el deseo de correr riesgos, y ambascaracterísticas pueden predisponer a los muchachosa la agresión y la violencia en sus intentos por au-mentar la estimulación y el grado de excitación(70–73). Sin embargo, especialmente en los lactan-tes y en los niños pequeños, las frecuencias cardía-cas altas se vinculan con ansiedad, temor e inhibi-ciones (71).

    Características psicológicas y del 

    comportamiento

    Entre los principales factores de la personalidad ydel comportamiento que pueden predecir la vio-lencia juvenil están la hiperactividad, la impulsivi-dad, el control deficiente del comportamiento ylos problemas de atención. No obstante, la nervio-sidad y la ansiedad están relacionadas negativamentecon la violencia. En la ciudad de Dunedin, NuevaZelandia, en un estudio de seguimiento de más de1 000 adolescentes varones se observó que los mu-chachos que habían sido condenados por delitosviolentos antes de los 18 años de edad tenían sig-nificativamente más probabilidades de haber pre-sentado puntuaciones deficientes en el control delcomportamiento (por ejemplo, impulsividad y faltade persistencia) entre los 3 y los 5 años, en compa-ración con los muchachos sin condenas o con sen-tencias por delitos no violentos (74). En el mismo

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    estudio, los factores vinculados con la represión dela personalidad (como la cautela y evitar emocio-nes estimulantes) y con la emotividad negativa(como la nerviosidad y la alienación) a la edad de18 años se correlacionaron significativamente enforma inversa con condenas por violencia (75).

    Los estudios longitudinales realizados en Co-penhague, Dinamarca (68), Örebro, Suecia (76),Cambridge, Inglaterra (77) y Pittsburgh, EstadosUnidos (77), también mostraron las conexiones en-tre esos rasgos de la personalidad y las condenaspor violencia, incluida la admitida espontánea-mente. La hiperactividad, los comportamientos queexpresan grados altos de temeridad y el deseo decorrer riesgos, la concentración deficiente y las di-ficultades de atención antes de la edad de 13 añosfueron todas características que predijeron cabal-mente la violencia en los adultos jóvenes. Los gra-dos altos de ansiedad y nerviosidad estuvieronnegativamente relacionados con la violencia en losestudios realizados en Cambridge y en los EstadosUnidos.

    Sistemáticamente se ha encontrado que la escasainteligencia y los niveles bajos de progreso en laescuela se asocian con violencia juvenil (78). En elproyecto de Filadelfia (69), las puntuaciones bajasdel cociente de inteligencia (CI) en las pruebas deCI verbales y de desempeño a las edades de 4 y 7años así como las puntuaciones bajas en las pruebasordinarias de aprovechamiento escolar a los 13 y14 años se vincularon con una mayor probabilidadde ser detenidos por hechos de violencia antes delos 22 años de edad. En un estudio efectuado enCopenhague, Dinamarca, que incluyó a más de12 000 niños nacidos en 1953, el CI bajo a los 12años de edad predecía con bastante exactitud laviolencia registrada por la policía entre los 15 y los22 años de edad. La conexión entre el CI y la vio-lencia fue más marcada entre los niños de los gru-pos socioeconómicos más bajos.

    La impulsividad, los problemas de atención, laescasa inteligencia y el bajo progreso educativopueden estar vinculados con deficiencias en lasfunciones ejecutivas del cerebro, ubicadas en loslóbulos frontales. Estas funciones incluyen: la aten-ción y concentración sostenidas, el razonamiento

    abstracto y la formación de conceptos, la fijaciónde metas, la previsión y planificación, la percep-ción y vigilancia efectivas del propio comporta-miento, y las inhibiciones con respecto a compor-tamientos inapropiados o impulsivos (79). Esinteresante que, en otra investigación realizada enMontreal —que incluyó a más de 1 100 niños ini-cialmente estudiados a los 6 años de edad y segui-dos a partir de la edad de 10 años—, las funcionesejecutivas a los 14 años, medidas por medio depruebas cognoscitivas y neuropsicológicas, consti-tuyeron un instrumento importante para diferen-ciar entre los niños violentos y los no violentos(80). Esa relación fue independiente de factoresfamiliares tales como la situación socioeconómica,el nivel educativo de los padres y su edad al nacer elprimer hijo, o la eventual separación o divorcio delos padres.

    Factores relacionales

    Los factores individuales de riesgo de violencia ju-venil, tales como los descritos anteriormente, noexisten aislados de otros factores de riesgo. Los fac-tores asociados con las relaciones interpersonalesde los jóvenes —con sus familias, amigos y compa-ñeros— también pueden influir mucho en el com-portamiento agresivo y violento y configurar rasgosde la personalidad que a su vez pueden contribuiral comportamiento violento. La influencia de lasfamilias es por lo general mayor en este sentidodurante la niñez, mientras que durante la adoles-cencia los amigos y los compañeros tienen un efec-to cada vez más importante (81).

    Influencia de la familia

    El comportamiento de los progenitores y el am-biente familiar son factores fundamentales en eldesarrollo de conductas violentas en los jóvenes. Lafalta de vigilancia y supervisión de los niños porlos padres y el uso del castigo físico severo paradisciplinar a los niños son sólidos factores predic-tivos de la violencia durante la adolescencia y laedad adulta. En su estudio de 250 niños en Boston,Estados Unidos, McCord (82) encontró que la su-pervisión deficiente, la agresión y la aplicación deuna disciplina muy rigurosa por parte de los padres

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    a los niños de 10 años de edad se vincularon firme-mente con mayor riesgo de condenas posteriorespor actos violentos antes de los 45 años de edad.

    Eron, Huesmann y Zelli (83) efectuaron el se-guimiento de casi 900 niños en Nueva York.Encontraron que el castigo físico severo infligidopor los padres a la edad de 8 años permitía predecirno solo arrestos por incidentes de violencia antesde la edad de 30 años, sino también, en losmuchachos, la severidad con que estos castigarían asus hijos y sus propias historias de maltrato delcónyuge. En un estudio de más de 900 niñosmaltratados y casi 700 testigos, Widom indicó quelos antecedentes registrados de abuso físico y des-cuido de los niños se vincularon con arrestos pos-teriores por actos violentos, independientementede otros factores predictivos como el sexo, el gru-po étnico y la edad (84). Otros estudios han obte-nido resultados similares (77, 85, 86).

    La violencia en la adolescencia y hasta la edadadulta también ha estado relacionada firmementecon los conflictos entre los progenitores durante laprimera infancia (77, 82) y con los vínculosafectivos deficientes entre padres e hijos (87, 88).Otros factores son: una familia con muchos herma-nos (65, 77); una madre que tuvo su primer hijo aedad temprana, posiblemente cuando era adoles-cente (77, 89, 90), y un escaso grado de cohesiónfamiliar (91). Muchos de estos factores, a falta deotro apoyo social, pueden afectar al funcionamientoy comportamiento emocional y social de los niños.McCord (87), por ejemplo, indicó que los delin-cuentes violentos tenían menos probabilidades quelos no violentos de haber sido criados con afecto ydisciplina y supervisión apropiados.

    La estructura familiar es también un factor im-portante de la agresión y la violencia posteriores.Los resultados de estudios realizados en los EstadosUnidos, Nueva Zelandia y el Reino Unido indicanque los niños que se crían en familias monoparen-tales están expuestos a mayor riesgo de violencia(74, 77, 92). Por ejemplo, en un estudio de 5 300niños de Inglaterra, Escocia y Gales, el hecho dehaber experimentado la separación de sus proge-nitores entre el nacimiento y los 10 años aumentólas probabilidades de recibir condenas por hechos

    de violencia antes de los 21 años de edad (92). Enel estudio llevado a cabo en Dunedin, Nueva Ze-landia, el hecho de vivir a los 13 años con un padreo madre solteros permitió vaticinar condenas porviolencia antes de los 18 años (74). Las pocas opor-tunidades de recibir apoyo y probablemente losmenores recursos económicos en estas situacionesquizá sean las razones de que a menudo se deterio-re la crianza y aumente el riesgo de que los jóvenesincurran en actos de violencia.

    En general, el estrato socioeconómico bajo de lafamilia se asocia con violencia futura. Por ejemplo,en una encuesta nacional de jóvenes en los EstadosUnidos, la frecuencia con que los jóvenes de clasessocioeconómicas bajas admitieron haber consuma-do asaltos y robos fue cerca del doble de la preva-lente entre los jóvenes de clase media (93). En Lima,Perú, se encontró que la baja escolaridad de la ma-dre y la alta densidad habitacional se asociaron conla violencia juvenil (94). Un estudio de adultos jó-venes en São Paulo, Brasil, reveló que, después dehacer ajustes según el sexo y la edad, el riesgo de servíctimas de la violencia fue significativamentemayor entre los jóvenes de clase socioeconómicabaja por comparación con los de clase alta (95). Sehan obtenido resultados similares en estudios rea-lizados en Dinamarca (96), Nueva Zelandia (74) ySuecia (97).

    Dada la importancia de la supervisión de los pa-dres, la estructura familiar y la situación económicacomo factores que contribuyen a determinar la pre-valencia de la violencia juvenil, se esperaría un au-mento de la violencia cuando las familias se handesintegrado como resultado de guerras o epide-mias, o por los rápidos cambios sociales. En el casode las epidemias, unos 13 millones de niños en elmundo han perdido a uno o ambos padres debidoal SIDA, más de 90% de ellos en África al sur delSahara, donde probablemente millones de niñosmás quedarán huérfanos en los próximos años (98).La mortandad provocada por el SIDA entre las per-sonas en edad fértil está aumentando la cantidadde huérfanos con tal velocidad, que muchas comu-nidades ya no pueden depender de las estructurastradicionales para atenderlos. Por lo tanto, la epide-mia de SIDA probablemente tendrá repercusiones

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    adversas graves en la violencia en los jóvenes, enparticular en África, donde las tasas de violenciajuvenil ya son sumamente altas.

    Influencias de los compañeros

    Las influencias de los compañeros durante la ado-lescencia se consideran en general positivas e im-portantes para configurar las relaciones interperso-nales, pero también pueden tener efectos negativos.Tener amigos delincuentes, por ejemplo, se asociacon violencia en los jóvenes (88). Los resultados delos estudios en los países desarrollados (78, 88) con-cuerdan con un estudio realizado en Lima, Perú(94), que encontró una correlación entre el com-portamiento violento y el hecho de tener amigosque usaban drogas. Sin embargo, no está clara ladirección causal en esta correlación, a saber, si te-ner amigos delincuentes viene antes o después deser un delincuente violento (99). En su estudio,Elliott y Menard concluyeron que la delincuenciageneró lazos con compañeros y, al mismo tiempo,que los vínculos con compañeros delincuentes ge-neraron delincuencia (100).

    Factores comunitarios

    Las comunidades en las cuales viven los jóvenesejercen una influencia importante en su familia,en la índole de su grupo de compañeros y en laforma en que pueden estar expuestos a situacionesque conducen a la violencia. En términos genera-les, los muchachos de las zonas urbanas tienen másprobabilidades de desplegar un comportamientoviolento que los que viven en las zonas rurales (77,88, 93). Dentro de las zonas urbanas, los que vivenen vecindarios con niveles altos de criminalidadtienen más probabilidades de exhibir un compor-tamiento violento que los que viven en otros ve-cindarios (77, 88).

    Pandillas, armas de fuego y drogas

    La existencia de pandillas (recuadro 2.1), armas defuego y drogas en una localidad es una combina-ción potente que aumenta las probabilidades deque se cometan actos de violencia. En los EstadosUnidos, por ejemplo, la presencia en los vecinda-rios de estos tres elementos juntos parecería ser un

    factor importante para explicar por qué la tasa dearrestos de menores por homicidio se elevó a másdel doble entre 1984 y 1993 (de 5,4 por 100 000a 14,5 por 100 000) (97, 101, 102). Blumstein su-girió que este incremento estaba vinculado conaumentos verificados en el mismo período en elnúmero de jóvenes que portan armas de fuego, lacantidad de pandillas y los enfrentamientos por laventa de crack (cocaína para fumar) (103). De acuer-do con el estudio de Pittsburgh ya mencionado, lainiciación en el tráfico de drogas coincidió con unaumento significativo de la tenencia de armas y80% de los jóvenes de 19 años de edad que ven-dían drogas “duras” (como la cocaína) también por-taban un arma de fuego (104). En Rio de Janeiro,Brasil, donde la mayoría de las víctimas y perpetra-dores de homicidios tienen 25 años de edad omenos, el tráfico de drogas es responsable de granparte de los homicidios, los conflictos y las lesio-nes (105). En otras partes de América Latina y elCaribe, las pandillas juveniles involucradas en el trá-fico de drogas muestran niveles de violencia supe-riores a los observados en las pandillas que noparticipan en él (106).

    Integración social 

    El grado de integración social dentro de una co-munidad también afecta a las tasas de violenciajuvenil. El capital social es un concepto que intentamedir esa integración de las comunidades. Se re-fiere aproximadamente a las reglas, normas, obliga-ciones, reciprocidad y confianza que existen en lasrelaciones y las instituciones sociales (107). Losjóvenes que viven en lugares que carecen de capitalsocial tienden a mostrar un rendimiento escolardeficiente y son mayores las probabilidades de que

    abandonen por completo la escuela (108

    ).Moser y Holland (109) estudiaron cinco comu-nidades urbanas pobres en Jamaica. Encontraron unarelación cíclica entre la violencia y la destruccióndel capital social. Cuando había violencia en la co-munidad, se restringía la movilidad física en la lo-calidad particular, se reducían las oportunidadeslaborales y educacionales, las empresas se mostra-ban renuentes a invertir en la zona y era menosprobable que las personas del lugar construyeran

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    RECUADRO 2.1

    Un perfil de las pandillas

    Se encuentran pandillas de jóvenes en todas las regiones del mundo. Aunque su tamaño y naturaleza

    pueden variar muchísimo ·de un grupo eminentemente social a una red delictiva organizada·, todas

    parecen responder a la necesidad básica de pertenecer a un grupo y crear su propia identidad.

    En la región occidental de El Cabo, Sudáfrica, hay unos 90 000 miembros de pandillas, mientras que

    en Guam se registraron en 1993 alrededor de 110 pandillas permanentes, unas 30 de ellas muy bravas.

    En Port Moresby, Papua Nueva Guinea, se ha denunciado la existencia de cuatro asociaciones delictivas

    grandes, con numerosos subgrupos. Hay unos 30 000 a 35 000 miembros de pandillas en El Salvador y

    una cantidad similar en Honduras, mientras que en los Estados Unidos, en 1996 estaban operando unas

    31 000 pandillas en cerca de 4 800 ciudades grandes y pequeñas. En Europa existen pandillas en diversa

    medida en todo el continente y son particularmente agresivas en los países en transición económica,

    como la Federación de Rusia.

    Las pandillas son básicamente un fenómeno masculino, aunque en países como Estados Unidos lasniñas están formando sus propias pandil las. La edad de los miembros de la pandilla puede variar entre

    los 7 y los 35 años, pero comúnmente son muchachos adolescentes o veinteañeros. Suelen provenir de

    zonas económicamente desfavorecidas y de ámbitos urbanos y suburbanos de clase trabajadora con

    bajos ingresos. A menudo, los integrantes de las pandillas han abandonado la escuela y tienen trabajos

    que requieren poca capacitación o mal remunerados. Muchas pandil las de los países de ingreso alto y

    mediano están integradas por personas de minorías étnicas o raciales que quizás estén socialmente muy

    marginadas.

    Las pandillas se asocian con el comportamiento violento. Los estudios han revelado que, a medida

    que los jóvenes pasan a formar parte de las pandillas, se tornan más violentos y se involucran en

    actividades más arriesgadas, a menudo ilícitas. En Guam, más de 60% de los delitos violentos infor-

    mados a la policía son cometidos por jóvenes y gran parte de ellos se relacionan con las actividades

    de las pandillas bravas de la isla. En Bremen, Alemania, la violencia perpetrada por los miembros delas pandillas representa casi la mitad de los delitos violentos notificados. En un estudio longitudinal

    de casi 1 000 jóvenes en Rochester, Estados Unidos, aproximadamente 30% de la muestra eran miembros

    de pandillas, pero eran responsables de alrededor de 70% de los delitos violentos notificados espontá-

    neamente y de 70% del tráfico de drogas.

    Una compleja interacción de factores lleva a los jóvenes a optar por la vida de las pandillas. Estas

    parecen proliferar en los lugares donde se ha desintegrado el orden social establecido y donde no

    hay formas alternativas de comportamiento cultural compartido. Otros factores socioeconómicos,

    comunitarios e interpersonales que alientan a los jóvenes a incorporarse a las pandillas son:

    · la falta de oportunidades de movilidad social o económica, dentro de una sociedad que promueve

    agresivamente el consumo;

    · la declinación del cumplimiento de la ley y el orden en el plano local;

    · la interrupción de los estudios, combinada con salarios bajos por el trabajo no calificado;· la falta de orientación, supervisión y apoyo de los padres y otros miembros de la familia;

    · el castigo físico severo o la victimización en el hogar;

    · el hecho de tener compañeros que ya forman parte de una pandilla.

    Las medidas para corregir estos factores fundamentales que alientan el florecimiento de las

    pandillas juveniles y para proporcionar otras salidas culturales más seguras a los potenciales miem-

    bros, pueden contribuir a eliminar una proporción significativa de los delitos violentos cometidos

    por las pandillas o con la participación de jóvenes.

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    casas nuevas o repararan o mejoraran las propieda-des ya existentes. Esta reducción del capital social

     —la mayor desconfianza resultante de la destruc-ción de la infraestructura, las instalaciones de es-parcimiento y las oportunidades— aumentó lasprobabilidades de comportamiento violento, es-pecialmente entre los jóvenes. Un estudio sobre larelación entre el capital social y la criminalidad enuna amplia gama de países durante el período com-prendido entre 1980 y 1994, encontró que el gra-do de confianza entre los miembros de la comuni-dad tenía un fuerte efecto sobre la incidencia dedelitos violentos (107). Wilkinson, Kawachi y Ken-nedy (110) indicaron que los índices de capitalsocial que reflejan escasa cohesión social y altos gra-dos de desconfianza recíproca estaban vinculadoscon tasas más altas de homicidios y mayor desigual-dad económica.

    Factores sociales

    Varios factores sociales pueden crear condicionesconducentes a la violencia entre los jóvenes. Sinembargo, gran parte de los datos relacionados conestos factores se basan en estudios transversales oecológicos y son principalmente útiles para iden-

    tificar asociaciones importantes, más que causasdirectas.

    Cambios demográficos y sociales

    Los cambios demográficos rápidos en la poblaciónde jóvenes, la modernización, la emigración, la ur-banización y la modificación de las políticas socia-les han estado todos vinculados con un aumentode la violencia juvenil (111). En los lugares que hanexperimentado crisis económicas y políticas subsi-guientes a medidas de ajuste estructural, como en

    África y partes de América Latina, los salarios realesa menudo han declinado marcadamente, se han de-bilitado o desechado las leyes concebidas para pro-teger a los trabajadores y se ha producido undeterioro sustancial de la infraestructura y los ser-vicios sociales básicos (112, 113). La pobreza se haconcentrado masivamente en las ciudades, que pre-sentan altas tasas de crecimiento de la población dejóvenes (114).

    En su análisis demográfico de los jóvenes de Áfri-ca, Lauras-Locoh y Lopez-Escartin (113) sugierenque la tensión entre una población de jóvenes quecrece con rapidez y una infraestructura en deterio-ro ha dado lugar a revueltas estudiantiles origina-das en las escuelas. Diallo Co-Trung (115) encontróuna situación similar de huelgas y rebeliones deestudiantes en Senegal, donde la población de me-nos de 20 años de edad se duplicó entre 1970 y1988, durante un período de recesión económicae implantación de políticas de ajuste estructural.En una encuesta entre jóvenes de Argelia, Rarrbo(116) encontró que el rápido crecimiento demo-gráfico y la urbanización acelerada crearon desem-pleo y condiciones habitacionales de extremaprecariedad, que a su vez condujeron a la frustra-ción extrema, la ira y la acumulación de tensionesentre los jóvenes. Como resultado, era más proba-ble que los jóvenes cometieran delitos menores yactos de violencia, en particular bajo la influenciade los compañeros.

    En Papua Nueva Guinea, Dinnen (117) describela evolución de “raskolism” (las pandillas de delin-cuentes) en el contexto más amplio de la descolo-nización y los cambios sociales y políticossubsiguientes, incluido el crecimiento demográfi-co rápido no igualado por el crecimiento econó-mico. Tal fenómeno también ha sido citado comoun problema en algunas de las anteriores econo-mías comunistas (118), donde, a medida que eldesempleo se ha elevado vertiginosamente y se harecortado en forma drástica el sistema de asistenciasocial, los jóvenes han carecido de ingresos y ocu-paciones legítimos, así como del apoyo social ne-cesario en el período entre la conclusión de losestudios y la consecución de un trabajo. Al carecerde ese apoyo, algunos han pasado a la criminalidady la violencia.

    Desigualdad de ingresos

    La investigación ha revelado las conexiones entreel crecimiento económico y la violencia, y entre ladesigualdad de ingresos y la violencia (119). Gart-ner, en un estudio de 18 países industrializadosdurante el período comprendido entre 1950 y1980 (6), encontró que la desigualdad de ingresos,

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    según la mide el coeficiente de Gini, tenía un con-siderable efecto favorecedor de la tasa de homici-dios. Fajnzylber, Lederman y Loayza (120) obtuvie-ron los mismos resultados en una investigaciónrealizada en 45 países industrializados y en desa-rrollo entre 1965 y 1995. La tasa de crecimientodel producto interno bruto (PIB) también se aso-ció significativamente con una reducción de la tasade homicidios, pero este efecto fue en muchos ca-sos contrarrestado por los niveles ascendentes de ladesigualdad de ingresos. Unnithan y Whitt llega-ron a conclusiones similares en su estudio transna-cional (121), a saber, que esa desigualdad de ingre-sos estaba estrechamente vinculada con las tasas dehomicidios y que estas tasas también disminuye-ron a medida que se incrementaba el PIB per cápita.

    Estructuras políticas

    La calidad de las condiciones de buen gobierno enun país, en cuanto al marco legal y las políticasque ofrecen protección social, es un factor deter-minante fundamental de la violencia. En particular,el grado en que una sociedad hace cumplir las leyesexistentes sobre la violencia al detener y encausar alos delincuentes, puede actuar como factor disua-sivo contra la violencia. Fajnzylber, Lederman yLoayza (120) encontraron que la tasa de arrestospor homicidio tenía un efecto negativo conside-rable sobre la tasa de homicidios. En su estudio, lasmediciones objetivas de las condiciones de buengobierno (como las tasas de arrestos) se correlacio-naron negativamente con las tasas de criminalidad,mientras que las mediciones subjetivas (como laconfianza en el poder judicial y la calidad percibi-da de las condiciones de buen gobierno) solo secorrelacionaron débilmente con las tasas de crimi-nalidad.

    Por consiguiente, el ejercicio del buen gobier-no puede tener repercusiones sobre la violencia,en particular la que afecta a los jóvenes. Noronha etal. (122), en su estudio sobre la violencia que afec-ta a diversos grupos étnicos en Salvador, Bahía (Bra-sil), concluyeron que la insatisfacción con la policía,el sistema judicial y las cárceles aumentó el empleode modalidades no oficiales de justicia. En Rio de

     Janeiro, de Souza Minayo (105) encontró que la

    policía figuraba entre los principales perpetrado-res de violencia contra los jóvenes. Las acciones po-liciales —en particular contra hombres jóvenes delas clases socioeconómicas más bajas— incluían laviolencia física, el abuso sexual, la violación y elcohecho. Sanjuán (123) señaló que la idea de que lajusticia dependía de la clase socioeconómica eraun factor importante en la aparición de una culturade la violencia entre los jóvenes marginados de Ca-racas, Venezuela. De igual manera, Aitchinson (124)concluyó que en Sudáfrica, después del apartheid,la impunidad para los que habían cometido abusoscontra los derechos humanos y la incapacidad de lapolicía de cambiar significativamente sus métodos,han contribuido a un sentimiento generalizado deinseguridad y han incrementado el número de ac-ciones extrajudiciales que incluyen la violencia.

    La protección social por el Estado, otro aspectode las condiciones de buen gobierno, es tambiénimportante. En su estudio, Pampel y Gartner (125)usaron un indicador que medía el grado de desa-rrollo de las instituciones nacionales responsablesde la protección social colectiva. Estaban interesa-dos en averiguar por qué diferentes países, cuyosgrupos de edad de 15 a 29 años habían crecidosegún la misma tasa durante un período dado, ex-perimentaron sin embargo aumentos dispares ensus tasas de homicidios. Pampel y Gartner llegarona la conclusión de que la solidez de las institucio-nes de protección social del país tenían un efectonegativo sobre la tasa de homicidios. Además, elhecho de contar con esas instituciones podría con-trarrestar los efectos sobre la tasa de homicidiosasociados con aumentos en el grupo de 15 a 29años de edad, sector que tradicionalmente presen-ta tasas altas de víctimas o perpetradores de homi-cidios.

    Messner y Rosenfeld (126) examinaron la reper-cusión de los esfuerzos por proteger a las poblacio-nes vulnerables de las fuerzas del mercado, porejemplo de la recesión económica. Se encontró quelos gastos más elevados en asistencia social se aso-ciaban con disminuciones de la tasa de homici-dios, lo que indica que las sociedades con redes deseguridad económica presentan menos homicidios.Briggs y Cutright (7), en un estudio de 21 países

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    durante el período comprendido entre 1965 y1988, establecieron que el gasto en seguridad so-cial, como una proporción del PIB, se correlaciona-ba con reducciones de los homicidios entre losniños de hasta 14 años de edad.

    Influencias culturales

    La cultura, que se refleja en las normas y los valoreshereditarios de la sociedad, contribuye a determi-nar cómo responden las personas a un ámbito cam-biante. Los factores culturales pueden influir en elnivel de violencia presente en una sociedad, porejemplo, al respaldar la violencia como un medionormal para resolver los conflictos y al enseñar a losjóvenes a adoptar normas y valores que favorecenel comportamiento violento.

    Un instrumento importante mediante el cual sedifunden imágenes, normas y valores que instigana la violencia son los medios de comunicación. Laexposición de los niños y los jóvenes a las diversasformas de estos medios ha aumentado extraordi-nariamente en años recientes. Los nuevos tiposde medios —entre ellos los videojuegos, las video-cintas e Internet— han multiplicado las oportuni-dades de que los jóvenes estén expuestos a laviolencia. Varios estudios han revelado que la in-troducción de la televisión en los países se asociócon aumentos de la escala de violencia (127–131),si bien estos estudios en general no tuvieron encuenta otros factores que pueden haber influidosimultáneamente en las tasas de violencia (3). Elpredominio de las pruebas hasta la fecha indica quela exposición a la violencia mostrada en la televi-sión aumenta las probabilidades de comportamien-tos agresivos inmediatos y produce a más largo plazoun efecto desconocido en la violencia grave (3)(recuadro 2.2). No hay datos suficientes acerca dela repercusión de algunos de los medios de comu-nicación más nuevos.

    Las culturas que no logran proporcionar opcio-nes no violentas para resolver los conflictos pare-cen tener tasas mayores de violencia juvenil. En suestudio de las pandillas en Medellín, Colombia,Bedoya Marín y Jaramillo Martínez (136) describencómo los jóvenes de bajos ingresos reciben la in-fluencia de la cultura de la violencia en la sociedad

    en general y en sus comunidades en particular. Se-ñalan que se fomenta una cultura de la violencia anivel de la comunidad mediante la creciente acep-tación del “dinero fácil” (gran parte de esto se rela-ciona con el tráfico de drogas) y de cualquiermedio adecuado para obtenerlo, así como mediantela corrupción de la policía, el poder judicial, losmilitares y la administración local.

    Las influencias culturales que traspasan las fron-teras de los países también han estado vinculadascon el aumento de la violencia juvenil. En una en-cuesta de pandillas juveniles en América Latina y elCaribe, Rodgers (106) ha mostrado que en ciuda-des del norte y el sudoeste de México, donde es

    más alta la inmigración desde los Estados Unidos,han surgido bandas violentas que siguen el mode-lo de las pandillas de Los Ángeles. Se ha encontradoun fenómeno similar en El Salvador, país que haexperimentado una tasa alta de deportaciones deciudadanos salvadoreños desde Estados Unidos apartir de 1992; muchos de los deportados han sidomiembros de pandillas en los Estados Unidos.

    ¿Qué se puede hacer paraprevenir la violencia juvenil?

    Al diseñar programas nacionales para prevenir laviolencia juvenil es importante abordar no solo losfactores individuales cognoscitivos, sociales y delcomportamiento, sino también los sistemas socia-les que configuran esos factores.

    Los cuadros 2.3 y 2.4 ilustran los ejemplos de lasestrategias de prevención de la violencia juvenilcomo matrices, relacionando los sistemas ecológi-cos mediante los cuales se puede prevenir la vio-lencia con las etapas del desarrollo, desde la lactanciahasta los primeros años de la edad adulta, cuando

    es probable que surjan comportamientos violentoso el riesgo de que estos se produzcan. Las estrate-gias de prevención presentadas en estos cuadrosno son exhaustivas ni constituyen necesariamenteestrategias de eficacia comprobada. En realidad, seha comprobado que algunas son ineficaces. Másbien, las matrices sirven para ilustrar el amplio aba-nico de soluciones posibles al problema de la vio-lencia juvenil, y para recalcar la necesidad de aplicar